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Juventud Revolucionaria Emanuel

Juventud Emanuel

JE

JRE

EL PODER CAPAZ DE TRASTORNAR EL MUNDO


Leemos en Hechos de los apóstoles 19:1 y 2: “Pablo, después de recorrer las
regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, 2les dijo:
¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera
hemos oído si hay Espíritu Santo”.

Lucas, el autor de este libro no dice que Pablo encontró unos discípulos sino “ciertos
discípulos”, o sea “una clase de discípulos”; tal vez entenderíamos mejor si la Biblia
señalara que se encontró con unos “especímenes raros”, que habían recibido el evangelio
pero no lo más importante de éste. ¡Habían recibido el mensaje de Dios pero no lo
conocían todo! Dice la palabra de Dios: “La suma de tu palabra es verdad” (Salmo
119:160). ¡Una verdad parcial, una verdad a medias, es una mentira completa! Yo no
puedo engañarme y decir que la Biblia me guió a tal o cual cosa si tengo por costumbre
tomar versículos de la palabra y usarlos como a mí me parece. ¡La suma de su palabra
es la verdad! Si tienes algún problema y encuentras en la Biblia algún tema específico
relacionado a lo que estás viviendo, busca cuántas veces aparece ese tema y cuando
sumes todo lo que la palabra de Dios te expresa sobre ese asunto, entonces tienes la
verdad.

Hay creyentes que no llegan a hacer la obra que Dios quiere que hagan porque conocen
parcialmente su palabra, por lo tanto, tienen parcialmente su gracia, su favor, sus dones
y su poder, pero Dios quiere que tengamos una unción fresca, nueva, poderosa. ¡Quiere
que seamos llenos del Espíritu Santo!

EL ESPÍRITU SANTO DEBE MORAR EN ABUNDANCIA EN TI

El problema que tenían esos “ciertos discípulos” es que habían sido bautizados con el
bautismo de Juan, escucharon lo que él les predicó, pero Juan les había dicho: “…He
aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30Este es aquel de quien
yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era
primero que yo” (Juan 1:29-30).

Pablo les preguntó: “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le


dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo.3Entonces dijo: ¿En qué,
pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan (Hechos 19:2-
3).

¿Cómo vas a hacer la obra de Dios si el Espíritu Santo no está viviendo con poder y con
abundancia en ti? La Biblia ha determinado que es el Espíritu Santo quien nos guía a
toda verdad. Yo como cristiano no existo para hacer lo que me parece sino para hacer
la voluntad de Dios y el que me marca la voluntad es el Espíritu Santo, Él me guía a toda
verdad. Entonces, cuando soy guiado por el Espíritu Santo, estoy haciendo la voluntad
de Dios. Si no soy lleno del Espíritu Santo, tengo una especie de religión cristiana pero
no tengo la unción cristiana y ambas son cosas muy distintas; es como saber la música
pero no la letra; sé más o menos las cosas pero no voy a donde el Espíritu Santo me
guía. Yo tengo que hacer el bien pero éste no es lo que me parece que está bien sino lo
que Dios me manda que yo haga y si no estoy lleno del Espíritu Santo entonces no
conozco la dirección a donde tengo que ir. ¡Obligadamente tengo que tener comunión
con Él! No es suficiente que conozca la Biblia, puede ser que la aprenda y la enseñe pero
el Espíritu Santo no me está guiando, por lo tanto, termino siendo como uno de esos de
los que Jesús señaló: “21No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino
de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los
cielos.22Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros?” (Mateo 7:21 y 22).

¡No se trata de predicar solamente sino de predicar lo que el Espíritu Santo te indique y
donde Él te manda! Recordemos cuando el apóstol Pablo quiso ir a predicar a Asia y el
Espíritu Santo se lo impidió. En un sueño vio un varón macedonio quien le dijo: “Pasa a
Macedonia y ayúdanos”; entonces Pablo supo que el Espíritu Santo quería que fuera a
esa ciudad.

Si lees Hechos de los apóstoles, las cartas a los corintios, a los gálatas, a los efesios,
verás que cuando una persona como el apóstol Pablo o algún otro llegaban a una nación
o ciudad, era tal la gloria y el poder, eran tan maravillosas las cosas que sucedían, que
las ciudades se conmocionaban, la sociedad se trastornaba. ¿Por qué? Porque el
evangelio que según Pablo es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree,
destruía las estructuras, las costumbres y la idolatría. Cuando llegó a Éfeso dijo: que “no
son dioses los que se hacen con las manos” (Hechos 19:26). ¡Se armó una batahola
tremenda! Porque él no llevaba una historia linda que se le ocurrió contar sino que habló
bajo la unción y el poder del Espíritu Santo.

Un cristiano no es alguien que alardea que es cristiano, sino una persona que tiene poder
y autoridad de parte de Dios, es una vida guiada por Dios. El Espíritu Santo le guía y
cuando el cristiano abre su boca, la palabra de Dios que suelta, penetra en las personas
como espada de doble filo hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos
y esa palabra discierne las intenciones del corazón. No es que hablé y no pasó nada
como señalan algunos creyentes. “¡Pero ya se lo he dicho mil veces!” Poca unción, poco
poder, poca llenura. ¡Un cristiano que no tiene la unción y el poder del Espíritu Santo
puede estar veinte años machacando a la suegra y ésta cada vez está más fuerte!

Un cristiano no es tímido sino aguerrido, tiene un fuego interior que no lo deja ser tímido.
¡La timidez no forma parte de él! “Yo soy cristiano pero no tengo palabras. Siento que
hablo pero pega en la pared…” Entonces no tendrías que decir que eres cristiano porque
avergüenzas el cristianismo. ¡Dios te dio una boca y quiere usarla! ¡La presencia del
Espíritu Santo hace huir la timidez!

No importa si un cristiano tiene muchas o pocas palabras: ¡Éstas siempre tienen poder!
Moisés era tartamudo pero las palabras no eran de él; Dios le había dicho: “¿Quién dio
la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No
soy yo Jehová? 12Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que
hayas de hablar” (Éxodo 4:11). ¡El creyente tiene una espada de doble filo en su boca!
Si el Espíritu Santo llena tu vida puedes declarar que eres más que vencedor por medio
de aquel que te amó, puedes afirmar que el Espíritu de Dios te lleva de gloria en gloria
y de victoria en victoria; pero si no llena tu vida, entonces, tus palabras carecen de
autoridad, carecen de poder. “¡Yo le he dicho a mi señora pero no cambia!” ¡Es que hay
que ver con qué espada estás peleando!

EL PODER DE DIOS PROVOCA CAMBIOS RADICALES

Cuando los apóstoles iban a alguna ciudad ocurrían cosas extraordinarias, y también se
armaban unos tumultos tremendos. Cuando Pablo fue a Éfeso hubieron algunos que
dijeron: “Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá” (Hechos
17:6).

Los creyentes de hoy miran los problemas que hay en el mundo y se preguntan qué van
a hacer. ¡Cuando Pablo llegaba a una ciudad no comenzaba a lamentarse por los
problemas que tenía que enfrentar! Llegó a Éfeso donde se encontraba el templo de la
diosa Diana, considerado como una de las siete maravillas del mundo. Allí comenzó a
hablar, y había un hombre llamado Demetrio que hacía templitos de plata de esa diosa
para vender, y ganaba mucho dinero. Detrás de la religión siempre hay negocio, satanás
genera las religiones y también genera negocios a su alrededor. Ésta queda establecida
cuando hay un mover económico en su entorno a favor de los que la explotan.

Señala la Biblia que les daba ganancias no pequeñas a los artesanos que trabajaban en

plata y Demetrio vio lo que sucedía con la prédica de Pablo, como nos muestra el libro
de Hechos 19:23 al 26: “23Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca
del Camino. 24Porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata
templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices; 25a los cuales,
reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este
oficio obtenemos nuestra riqueza; 26pero veis y oís que este Pablo, no solamente
en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión,
diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos”.

No era una iglesia entera la que lo estaba estorbando sino uno solo y ese era Pablo. Una
sola persona con la autoridad y el poder del Espíritu Santo, estaba convenciendo la
región de Asia entera, declarando que la idolatría no tenía sentido y que los dioses que
se fabricaban no eran dioses. “¡Ahora viene este Pablo a arruinarnos el negocio y
corremos el riesgo de perder la fuente de nuestras riquezas y aún que sea devaluada la
fama del templo de Diana!” Leamos Hechos 19:28: “28Cuando oyeron estas cosas, se
llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!”

Buscando fotos del templo de Diana en la Web, pude ver que por ahí quedaba alguna
columnita, pero el templo viviente de Jesucristo aún sigue en pie. ¡Dios no habita en
templos hechos por manos de hombres sino en seres de carne y hueso que le han abierto
el corazón! ¡Él transforma esos corazones y los llena de poder y autoridad! ¡Si el Espíritu
Santo te llena ya no tendrás vergüenza ni timidez sino poder y autoridad en el nombre
de Jesús! ¡Los demonios se te someten!

He hablado recientemente con un ministro de Dios que tiene un ministerio de veinte


años y Dios lo ha bendecido y usado mucho pero tiene un problema en su hogar, y son
varios los que lo tienen: se trata de que la señora es quien lleva los pantalones en la
casa. Los hijos le piden algo al padre y los manda a hablar con la madre. ¡Ya no le
quedan ganas de decidir nada! ¿Y quién maneja el dinero? “¿Papá me das plata? ¡Pedile
a tu mamá!” ¡Está oprimido! Trabaja todo el día y la esposa se queja por el poco dinero
que trae a la casa. La mujer lo ha tenido gobernado por veinte años, lo destrata, lo
insulta y denigra delante de los hijos. ¡Le dice que el ministerio que tiene no sirve para
nada y que debe dejarlo! Esas mujeres que son mandonas y se creen dueñas de todo,
tienen un espíritu de Jezabel, hasta los hijos se les vuelven afeminados o lesbianas
porque se les confunde el rol de hombre y de mujer.

Pero además de ser mandona, la esposa lo odia porque no ha dejado el ministerio; pero
ella lee la Biblia todas las mañanas y le dice: “Vas a perder tu hogar porque primero
tiene que ser Dios, después la familia y por último la iglesia”. Desorientado, el hombre
por veinte años ha tratado de calmar siempre la cosa cada vez que hay peleas, trata de
no discutir, por lo que se encierra en su dormitorio. Siempre ha tratado de estar en paz
en su hogar pero señala que su esposa no ha cambiado y espera que Dios la cambie. Es
un hermano que tiene un corazón lindo, es buenísimo, pero no sabe discernir que
también es bueno con los demonios que tienen atada a su señora y cuando trata de
calmar la cosa diciéndole a la esposa: “No discutamos más mi amor”, ¡se lo dice a los
demonios!

Me dijo que siempre ha tratado de ser razonable, pero le hice ver que en veinte años ha
estado tratando de ser razonable con los demonios. Si yo fuese demonio y tú tratases
de aplacarme y hacerme entrar en razón, yo jugaría contigo porque el demonio no es
razonable, no lo puedes hacer entrar en razón. ¡A los demonios se los echa fuera con la
autoridad y el poder del Espíritu Santo! Tienes que hacer una diferencia entre tu esposa
y el demonio que la domina, tienes que saber discernir cuando está hablando ella o
cuando habla el demonio porque el creyente que no está lleno del Espíritu Santo no sabe
diferenciar esto. Le dije a mi hermano que puede seguir veinte años más razonando con
el demonio pero éste no es razonable, así que tendrá que tomar autoridad en el nombre
de Jesús, mirarla fijo a los ojos y reprender el espíritu de odio que la domina. Me comentó
que salió al patio y el perro estaba ladrando, entonces escuchó a su esposa que enojada
le dijo al animal: “¡Te odio, ojalá te mueras!”

¡Cuando hay unción, cuando hay poder el que tiembla no es el creyente sino los
demonios! Entérate que cuando estás conviviendo con una persona endemoniada, a los
demonios que la gobiernan hay que ponerlos bajo la autoridad del señorío de Jesucristo
y bloquearlos, no debes dejarlos operar, pero esto es una cuestión de autoridad y no de
razón.

Hay poca autoridad, poca unción y poco poder en la actualidad… recuerdo una
oportunidad en que había varios sujetando a un hombre que estaba endemoniado, uno
de ellos ordenaba al demonio, en el nombre de Jesús que se vaya pero éste se resistía
y se ponía cada vez más furioso. ¡Enojado, el siervo de Dios lo agarró a las cachetadas!
Me imagino las carcajadas del demonio, viendo que hizo caer al siervo; el asunto es que
el hombre terminó colorado de las cachetadas que le daban.

Sucedió otro caso, con una persona que no estaba endemoniada pero estaba en la carne;
comenzaron a reprender en el nombre de Jesús al supuesto demonio que tenía, y él se
burlaba. Lo agarraron entre unos cuantos, pero se resistía; cuando ya lo tenían aplastado
en el piso, el que estaba ministrando le dijo: “Demonio inmundo, ¿cómo te llamas? y el
hombre le dice: “¡Juancito, Juancito, suéltenme!”
La Biblia señala que Jesús echaba a los demonios por la palabra. ¡La palabra de Dios es
palabra de autoridad! Jesús dijo: “Lázaro ven fuera” ¡y Lázaro se levantó! dijo: “Sea la
luz” y fue la luz, le dijo al ciego: “Quiero” y el ciego vio. ¡Es palabra de poder! ¡Y es la
misma palabra que Dios le quiere dar a los creyentes porque las ciudades y naciones
deben ser trastornadas!

Una persona enfrenta muchos problemas, y no sabe qué hacer con su esposa, no sabe
qué hacer con el trabajo, con las deudas o con las enfermedades cuando la llenura del
Espíritu Santo no está. ¡Es triste la vida del creyente que quiere ser fuerte pero no lo es!

Cuando el apóstol Pablo fue a Éfeso ¡se armó una trifulca tremenda! Leamos Hechos
19:34: “34Pero cuando le conocieron que era judío, todos a una voz gritaron casi
por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!”

Se había armado un alboroto tremendo con esto de Demetrio, todo el mundo gritaba
pero la mayoría no sabía por qué estaba gritando, había una confusión increíble; Un tal
Alejandro pidió silencio para hablar en su defensa y cuando vieron que era judío, todos
a una voz gritaron casi dos horas: “¡Grande es Diana diosa de los efesios!” Estaban
trastornados porque Pablo había predicado en el nombre de Jesús de Nazaret perdón de
pecados y vida eterna y declaró que solamente había un Dios, creador del cielo y de la
tierra que envió del cielo a su hijo Jesucristo a morir en la cruz del calvario pero ellos
pensaron: ¡Nos van a arruinar el negocio! y gritaban: “¡Grande es Diana diosa de los
efesios!” ¡Casi por dos horas gritaron como locos! ¿Por qué? ¡Porque el evangelio es
poder de Dios para salvación de todo aquel que cree! ¡El evangelio sacude ciudades y
naciones!

Dios tiene pensado llenarte con su Espíritu Santo, Él necesita un pueblo lleno de su
Espíritu, no puede trabajar con gente que se mueve a nivel terrenal y animal.

Tú puedes conocer la Biblia y hablar de ella pero eso no significa que te guía el Espíritu
Santo. La Biblia se puede transformar en palabra muerta; de hecho los satanistas la
llaman palabra muerta y es porque no le pueden sacar ni una gota de poder, porque
nunca, el Espíritu Santo ungirá la actividad de un demonio que utilice la Biblia. O sea
que la palabra de Dios tiene que estar irremisiblemente ligada, unida a la unción y el
poder del Espíritu Santo en el creyente. Satanás usó la palabra de Dios para tentar a
Jesús pero, ¿crees que Dios va a ungir a satanás o le dará palabras de poder? El diablo
sabe más de la Biblia que tú y que yo pero en él no hay poder; la luz y el poder de Dios
no brillan en él, pero cualquier cristiano pequeño, lleno del Espíritu Santo por más inculto
que sea, cuando abre su boca, poder de Dios sale de él.

Por eso, una abuela de noventa años en una cama a la que le cuesta respirar y ya no
tiene fuerzas, puede abrir su boca y decir: “Diablo, en el nombre de Jesús te ato y te
echo fuera de la vida de mi nieto, no lo vas a tocar”. Una abuela a la que le cuesta hablar
puede dominar los poderes de las tinieblas que están oprimiendo a su familia, porque
no es poder humano sino del Espíritu Santo en la abuela.

¿Cómo es tu vida? ¿Te domina la ira? ¿Te dominan las deudas? ¿Te dominan los insultos?
¿Alabas a Dios en la iglesia y en tu casa insultas como demonio? ¿Te domina la lengua?
Entonces te domina el poder del diablo, porque la unción de Dios no está sobre ti. Pierdes
los estribos, cometes pecados que no quieres cometer porque la unción de Dios no te
está llenando.
CONCLUSIÓN

¿Entiendes lo importante que es tu relación con el Espíritu Santo? ¡Tienes que ser lleno!
No le sirves a Dios sin esa unción, sin ese poder; tus palabras suenan huecas, hablas y
parece que las palabras rebotan, falta el fuego del Espíritu Santo.

¡Pero Dios quiere llenarte hoy! ¡La obra que Dios tiene que hacer, la hará solamente con
gente llena de fuego! ¿Qué bombero podrá apagar el fuego del Espíritu Santo? ¡No hay
agua que alcance para apagar lo que Dios pone en la médula de los huesos de los
creyentes que abren su corazón para ser llenos!

¿Quién podrá detenerte cuando seas lleno del Espíritu Santo? Harás cosas que no eran
habituales para ti, porque vas a actuar con la lógica del Espíritu y no con la tuya. De
pronto te encontrarás en la casa de una tía y te preguntarás: “¿Qué hago acá?” Te darás
cuenta que el Espíritu Santo te llevó porque tu tía te dirá: “¡Dios te ha mandado, tengo
un problema!” Y tú vas a orar por ella. No sabes cómo, pero el Espíritu de Dios te llevó.
¡Harás cosas que ni te imaginas! ¡Te vas a sorprender! Te sucederá como a mí, que no
sé ni cómo vine a parar a Uruguay. ¿Crees que yo de chico soñaba con venir a esta
nación? ¡No! Pero de pronto terminé aquí, y he comprobado lo que Dios puede hacer con
una persona. Cuando miro lo que Dios ha hecho conmigo veinte años para atrás, me
deleito en lo que Dios ha hecho. ¡Él sabe lo que quiere y lo hace!

Cuando tenía ocho años, me entregué a Jesús en un campamento, Dios me tocó en ese
lugar. Una noche, había venido un predicador invitado, estábamos alrededor de un
fogón, y mientras él predicaba, yo me quedé dormido; cuando me desperté, el
predicador estaba llamando a que pasaran adelante todos lo que le querían entregar el
corazón a Jesús; en ese momento me estremecí. No me acuerdo ni de la cara del
predicador ni de lo que predicó, pero sé que el Espíritu de Dios estaba ahí y yo me
estremecí. Ese día supe que si Cristo no me perdonaba mis pecados me iría al infierno y
llorando le dije: “¡Jesús perdona mis pecados!” ¡Ese día Dios tomó mi corazón! ¡Los
maestros que me cuidaban y atendían no sabían que estaban cuidando a un apóstol! Yo
era un niño más y de lo más inquieto, pero ahí estaba la gracia de Dios llamándome,
guardándome. ¡Ese día le entregué mi vida a Jesús!

Donde el Espíritu de Dios hace su obra, ésta termina siendo grande. ¡Algo grande va a
pasar en Uruguay!

Casi al finalizar el campamento Beraca Kids hablé con una niña de diez años; ella
pataleaba y a los gritos decía: “¡Me quiero morir y quiero que se muera mi
padre!” Odiaba al padre porque se había metido en la droga y destruyó su hogar; se
fue con otra mujer, su mamá se relacionó con otro hombre, y una vez que su madre
estaba reconstruyendo el hogar y que esa niña comenzó a adaptarse al nuevo papá, su
padre biológico volvió a frecuentar su casa en ausencia de su nuevo padre y se comenzó
a ver a escondidas con la madre. Esta niña veía todo y en el campamento gritaba:
“¡Creen que yo no me daba cuenta, mi papá me quiere conquistar con plata pero a mí
no me importa eso, yo quiero que se muera y me quiero morir yo también!” No había
manera de sacarla de ahí, ¡estaba enojada con Dios! y decía: “Yo le he pedido cosas a
Dios y Él no me ha contestado”. Pero después de un rato se postró de rodillas y le dijo:
“Señor, perdona mis pecados, bendigo a mi papá, ayúdalo”. ¡Cuando terminó de orar,
su cara le había cambiado! Antes de orar le pedí que me diera un abrazo pero se negó,
mas después que hubo orado, había entrado Jesús y el amor en su corazón, y sí pudo
abrazarme. ¡Su corazón se había limpiado, estaba feliz! ¡Es que el poder del evangelio
transforma las vidas, no se necesita cantidad de palabras, se necesita el poder y la
unción del Espíritu Santo!

El Espíritu Santo anhela llenar a aquellos que de verdad quieren hacer la voluntad de
Dios. Alguno pensará: “Cuando me llene el Espíritu Santo voy a lograr esto y aquello”.
¡Tú no vas a lograr nada! ¡El que lo va a lograr es Dios! Él logrará su voluntad a través
tuyo, pero esto requiere tomar la decisión de morir y negarte a ti mismo.

¡Que la unción, el poder y la gloria del Espíritu Santo hagan conmigo conforme a la
voluntad del Padre!

Si anhelas como nunca antes el toque de Dios y que Él te acompañe todos los días, si
valoras la unción de Dios más que todas las cosas que habitualmente le pides, como el
trabajo, el dinero, el poder pagar las deudas, si pones en primer lugar el ser lleno del
Espíritu Santo, Dios se hará cargo de tu vida, de tus añadiduras. ¡Él ha prometido que
no te faltará nada! ¡Dios suplirá!

Emprenderás un viaje nuevo con Jesús, que no imaginabas. Posiblemente termines en


Haití o en la India, o en algún otro lugar que ni imaginas. De ese lugar del que decías
que no ibas ni loco, ahora dirás que te han entrado las ganas de ir. Es Dios el que va a
mover tu corazón, no tus deseos. ¡Él quiere hoy que ocurra esto! Sentirás, en un
momento, que ves diferente y que piensas diferente, algunos sentirán el cambio
progresivamente. Semana tras semana verás que la unción de Dios se apodera de tu
vida, comenzará a invadir tu corazón por cuanto has creído.

¡Que reciban fuego ahora mismo, Padre! Un fuego y una unción que nunca se apague
Dios mío, en el nombre de Jesús. ¡Ya no podrá detenerte ninguna circunstancia porque
la unción de Dios está sobre ti!

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