Está en la página 1de 2

La integralidad.

Incorporar una mirada global de los adolescentes, considerando las características


de esta etapa, sus condiciones de vida, los conocimientos, afectos, motivaciones, actitudes,
valores, herencia familiar y cultural, así como la idea que tienen de sí mismos, el cuidado y
aceptación de su entidad corporal.

El carácter significativo y vivencial. Vincular los procesos formativos y los aprendizajes esperados
en este campo con la vida cotidiana de los adolescentes, con sus sentimientos, emociones,
intereses y preocupaciones, así como con lo que ocurre en su entorno, mediante el acercamiento
crítico a situaciones problemáticas, la recuperación de saberes y experiencias previas y el
aprendizaje a través de la práctica.

El carácter práctico y transformador. Orientar lo aprendido hacia la solución de problemas y el


fortalecimiento de las capacidades personales para mejorar las condiciones del entorno y aportar
a la construcción de un mundo mejor a través de la denuncia de injusticias, la acción organizada y
la transformación de las condiciones adversas a la dignidad humana.

Énfasis en la persona. Colocar como centro de la experiencia educativa al alumno en tanto


persona. Esto implica planear una experiencia educativa en la que el docente incorpore su propia
sensibilidad, propicie el trabajo con las emociones y promueva relaciones interpersonales cálidas,
de confianza y de respeto; forje identidades individuales y colectivas sólidas, con base en la
conciencia de la dignidad y los derechos humanos; propicie la construcción y la reconstrucción de
la autoestima, y evite la violencia.

Promoción de la autonomía. Generar situaciones de aprendizaje en las que el alumnado asuma la


responsabilidad de su propio proceso formativo para que actúe con libertad y decisión propia,
autoevalúe su aprendizaje, construya su propia escala de valores y desarrolle la autonomía y el
juicio crítico. La comunicación efectiva. Emplear métodos dialógicos y construir experiencias de
aprendizaje y ambientes formativos en los que se fortalezca la autoestima, la práctica del debate,
la capacidad de argumentación, la escucha activa, la disposición a comprender lo que el otro
plantea y a modificar sus propias posiciones al reconocer mejores argumentos y razones.

La problematización. Promover el desarrollo del juicio moral y de la conciencia crítica a partir del
análisis de situaciones problema que permitan reconocer las tensiones y dilemas del entorno
personal y social. En los enfoques de las asignaturas del campo, centrados en el desarrollo de
competencias, se destaca la importancia de las situaciones problema como detonadoras de la
experiencia educativa, ya que permiten a los alumnos superar visiones neutrales o explicaciones
únicas, reconocerse como sujetos implicados y plantearse desafíos para transformar su entorno.
La pedagogía de la pregunta y las técnicas de comprensión crítica favorecen el logro de este
principio.

El manejo de las nociones y la comprensión de la información. Generar situaciones de aprendizaje


en las que el alumnado busque información en distintas fuentes, aprenda a utilizar los
conocimientos para resolver dilemas y casos problemáticos, tomar postura y analizar críticamente
la información

El aprendizaje grupal y cooperativo. Desplegar una experiencia formativa que favorezca la


cooperación, el aprendizaje grupal, la capacidad para la toma de decisiones individuales y
colectivas, la construcción de consensos y la expresión de disensos, críticas y cuestionamientos.

El juego como medio educativo. Plantear situaciones que mantengan un carácter lúdico, lo cual
implica el gozo, la capacidad de sentir y expresar afectos y emociones, de explorar diversas formas
de interacción, de cooperación, de llevar a otros niveles las capacidades comunicativas, creativas y
físicas, además de que representa la oportunidad de lograr diversos aprendizajes de todas las
asignaturas.

El autocuidado y la promoción de estilos de vida saludables. Incluir situaciones de aprendizaje en


las que se fomente la responsabilidad en el cuidado de sí mismo, la autorregulación y el ejercicio
responsable de la libertad. Esta conciencia se requiere complementar con el reconocimiento del
derecho a ser protegido por su familia y por el Estado, pues toda persona tiene derecho a una vida
saludable, a recibir cuidados para crecer y desarrollarse, a contar con información y orientaciones
para prevenir riesgos y a ser atendido en caso de ser víctima de violencia o estar involucrado en
una situación de riesgo. Se recomienda promover estilos de vida saludables e invitar al alumnado a
evaluar su condición personal a la luz de éstos.

Fomentar la creatividad. Organizar experiencias educativas en las que se reconozca que la


creatividad se desarrolla y se adquiere en todos los campos del currículo. Ésta implica la búsqueda
de formas originales y novedosas de enfrentar o decidir sobre una situación o conflicto, o bien,
para expresar o compartir opiniones, ideas y sentimientos propios y ajenos.

También podría gustarte