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El primero es el de una elección correcta (vv. 161-164). Somos seres con capacidad para
escoger. Una mala elección trajo el pecado y sus consecuencias, una decisión de fe, trae la
salvación. La paz perfecta comienza por un modo sabio de elegir, que consiste en respetar
reverentemente a Dios (v. 161). Por esa razón podemos ser perseguidos sin causa: calumnian
sin causa, persiguen sin causa. Esto ha ocurrido con Jesús: “sin causa me aborrecieron” (Jn.
15:25), por nos dice: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Jn.
15:20). En la persecución sin causa hay paz, porque “si alguno padece como cristiano, no se
avergüence, sino glorifique a Dios por ello” (1 P. 4:16). El cristiano deja de ocuparse del
acosamiento para ocuparse de la Palabra (v. 162). Muchos se obsesionan con sus problemas,
pero el creyente que se centra en la Biblia descubre quién es Dios, cómo actúa y cómo
protege. En ella encuentra algo superior a muchos tesoros, lo que determina una valoración
correcta de las cosas.
El segundo es limpieza personal (v. 163). Lo que amamos determina lo que aborrecemos. El
cristiano no miente. No se trata solo de hacerlo con palabras, sino con apariencias engañosas,
que la Biblia llama hipocresía. El salmista hace una elección aborrecer y abominar la mentira. El
tercero es ocuparse de la alabanza (v. 164). La alabanza no es una actividad, sino una actitud.
Es con la vida personal que se alaba a Dios (Mt. 5:16). La alabanza forma parte de la oración,
debemos alabar antes de pedir.
La bendición suprema se alcanza en los pasos anteriores, así lo indica el texto seleccionado:
“Mucha paz tienen los que aman tu ley”. Por ella descubrimos una perfecta paz de relación con
Dios, sin condenación alguna (Ro. 8:1); porque también nos revela la perfecta paz de comunión
en medio de los conflictos de la vida, una paz que Jesús da, imposible de hallar en el mundo
(Jn. 14:27); en ella encontramos la paz de la esperanza, en la promesa de Jesús de venir a
buscarnos para que estemos siempre con Él (Jn. 14:1-4). Esta paz divina que “sobrepasa todo
entendimiento, guardará nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús” (Fil. 4:7). La
mente llena de Dios, permite la paz de comunión con Él, sintiendo que “el Dios de paz, estará
con vosotros”. En el conflicto sabemos que nuestra salvación está en Dios, y sabemos que Él
tiene Su tiempo para actuar (v. 166). Por eso tenemos paz, porque sabemos que nuestros
caminos están delante del Señor, que los conoce (v. 168).
Cursos Sugeridos:
30500 Filipenses: Aprendemos sobre la victoria que el creyente puede tener con gozo sobre
circunstancias, cosas, personas, necesidades y problemas. Puede saber también cómo obtener
y disfrutar la vida, la paz, la oración, la provisión y la herencia que tenemos en Cristo.
La semana pasada tuvimos la actividad evangelistica “Id por todo el mundo” fue un maravilloso
dia para la gloria de Dios. El Señor nos permitió tener estos resultados:
- Salvaciones: 42
- Reconciliaciones: 20
Luis Maturano