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signos jeroglíficos escritos en él.

Su elaboración era monopolio real y fue muy apreciado por su gran utilidad, entre los pueblos
de la cuenca oriental del Mediterráneo. Se exportó durante siglos en rollos de alto valor, como
se describe en el relato del viaje de Unamón.
El uso del papiro no comenzó a ser universal hasta la época de Alejandro Magno (siglo IV a.
C.). Su uso decayó al declinar la antigua cultura egipcia, y fue sustituido como soporte de
escritura por el pergamino. Disminuyó en el transcurso del siglo V y desapareció del todo en
el siglo XI. La mayoría de las grandes bibliotecas de Europa poseen manuscritos en papiro.

Elaboración del papel papiro[editar]

Detalle de láminas de papiro dispuestas horizontal y verticalmente.

Primero, el tallo de la planta de papiro se mantenía en remojo entre una y dos semanas;
después se cortaba en finas tiras llamadas phyliae y se prensaban con un rodillo, para eliminar
parte de la savia y otras sustancias líquidas; luego se disponían las láminas horizontal y
verticalmente, y se volvía a prensar, para que la savia actuase como adhesivo; se terminaba
frotando suavemente con una concha o una pieza de marfil, durante varios días, quedando
dispuesto para su uso.
La unidad de medida del papiro era la plagula (hoja). Se solían fabricar rollos de papiro de
unas veinte plagulas que se pegaban entre sí, con un tamaño medio total de cinco metros. El
mayor papiro encontrado es el Papiro Harris I que mide más de 41 metros.
Textos
Los monjes eran hasta el siglo XV las únicas fuentes escritas de peso en la sociedad. El feudalismo otorgaba
el papel de reproducción y difusión de conocimientos a la iglesia católica, por lo que también aceptaba
que esta hiciese un papel censor y marcara la ‘agenda setting’, los temas de los que se podía hablar y los que
quedaban relegados al olvido. Con la invención de Johannes Gutenberg (Alemania, alrededor de 1453) el
trabajo de copista se amplió y entraron en juego las empresas que manejaban las imprentas y con ellas el
capital.
Mientras que los monjes tenían el poder de controlar los escritos en toda Europa los índices de
alfabetización eran ínfimos. Una vez el copiado de libros paso a ser realizado por las imprentas, estas se
regían por los temas que más se solicitaban e imprimían por encargo. Una vez superada la censura previa,
había libertad para imprimir libros de distintas temáticas y este círculo se fue abriendo con el paso de los años.
Una vez la iglesia y las monarquías absolutas perdieron el poder de controlar absolutamente todo lo que se
imprimía, la difusión de ideas contrarias al feudalismo y a la religión establecida corrieron por toda Europa.

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