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BIOPOLÍTICA DE CUIDADO.

APUNTES EN TORNO AL SISTEMA DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA


“CHILE CRECE CONTIGO”

Me interesa compartir algunas reflexiones sobre un campo de conocimiento que es objeto de un


interés común de varias investigadoras jóvenes que han participado en estas reflexiones:
reproducción, gobierno neoliberal, y políticas sociales. Sin desmerecer la necesidad de puntualizar
acerca de qué entendemos por aquello que, pese a su diversidad, enunciamos como sujeto mujer
pobre, lo que hemos hecho es apuntar e interrogar algunas condiciones de posibilidad históricas
(Foucault) y alianzas socio-técnicas (Haraway) de un Sistema de Intervención en la Infancia
temprana en Chile y que tal como deseamos mostrar articulan la existencia de un modo de
gobernar la vida y la reproducción, a través de mecanismos de intervención que suponen cierta
construcción del riesgo en el entorno maternal.

Planteamos en el título de esta presentación, que el Programa CHcc se inscribe como una
tecnología biopolítica del cuidado, esto en términos muy sencillos equivale a afirmar que el
programa se despliega como una estrategia de gobierno que tiene por objeto la reproducción de la
vida biológica (gestación y nacimiento) y la vida social (crianza) en medio de un discurso y
estrategias de acción vinculados a cierta relación entre el cuidado de la infancia, el proyecto
Nación y el aumento de las obligaciones y responsabilidades de los individuos y sus familias,
respecto de la administración de su propia salud y bienestar. Esto desde nuestra perspectiva
organiza dos formas de gobierno de los ciudadanos/as- dependientes la una de la otra-: por un
lado, un proyecto de sujeto perfectible, la infancia, y por otro, la habilitación en prácticas de
autorregulación, encarnadas en las prácticas de crianza, cuya articulación trae como resultado la
gestión , intensificación y producción de un nuevo capital , aquel que Castell llama, el “capital
relacional” y por medio del cual opera lo que Rose llama el gobierno a distancia, que permite a las
familias la gestión -acompañados/vigilados por el consejo de los expertos- de sus propias
vulnerabilidades.

Por cuatro cuestiones nos parece interesante recoger la experiencia de Chile:

1.- Porque Internacionalmente, y sobre todo en estos últimos años, Chile es definido como un país
“económicamente emergente”, no obstante posee uno de los niveles de desigualdad más altos del
mundo.

2.-Porque el Estado Chileno fue uno de los primeros que implementó después de EE.UU el modelo
neoliberal en el mundo, siendo uno de sus efectos más directos la re configuración de las
políticas sociales, área por excelencia de la gestión del malestar social. Es claro que las políticas de
los gobiernos post dictatoriales no fueron simples “contenedores” o respuestas a la crisis social
heredada de este periodo , sino que también han participado en la reproducción social y
económica de las mismas condiciones estructurales de aquella cuestión social, es decir el
capitalismo neoliberal, y que claramente se mantuvieron intactas.

3.-Desde ahí que emerge un tercer aspecto, las características propias de la cartografía del Chile
histórico en políticas sociales: no hay variaciones estructurales, por consiguiente es escasa la

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movilidad social y el cuerpo de los pobres, especialmente el cuerpo de las mujeres y las niñas y
niños pobres, es el territorio por excelencia, en el que se despliegan los dispositivo de gestión de la
población.

Y finalmente 4.- las políticas de género impulsadas en nuestro país han mostrado fuertes
limitaciones que se demuestran en que Chile presenta de acuerdo a la Cepal , las tasas de
participación laboral más bajas del continente, no han bajado las cifras respecto a la violencia
contra las mujeres, la baja participación política de las mujeres es evidente, es uno de los pocos
países del mundo en donde no existe aborto (me acabo de enterar que el PS quitó celeridad a la
despenalización del aborto)

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El Programa y el Riesgo del entorno maternal

Este programa es un subsistema de una política estatal más amplia de protección “Integral” a la
Infancia y que desde el 2009 tiene carácter de Ley. La entrada está marcada por el momento en
que la mujer en gestación realiza su primer control en el sistema público de salud y su salida
cuando el niño cumple 4 años. En términos generales el programa apunta a ser un apoyo en la
crianza y al desarrollo de la salud física y mental de los niños pre-escolares a través de estrategias
como la lactancia materna, la estimulación temprana, el desarrollo de conducta de apego y
conductas dirigidas a los cuidados infantiles desde un punto de vista bio-psico-social, todo esto en
un contexto de máxima vulnerabilidad. De modo concreto consiste en la entrega de una serie de
prestaciones “biopsicosociales”, que se articulan de modo directo con otras políticas del gobierno
de los pobres. El fundamento de esta política, se justifica por los estudios “científicos” que relevan
la importancia de la primera infancia en el desarrollo integral del sujeto y la efectividad de
intervenir en ella, dada la espectacular plasticidad neuronal que se exhibe en esta etapa del
desarrollo vital. Así el programa desliza estos hallazgos al problema de la intervención de las
inequidades y las desigualdades sociales, especialmente en la población más pobre del país, sin
considerar que dicho deslizamiento no es evidente , es decir, que es necesario dar cuenta de ello, y
que plantea una serie de limitaciones propias de una psicología individual y experimental cuyos
componentes ideológicos han sido ampliamente estudiados en otros contextos (Véase los trabajos
de Erica Buman)

Bajo esta lógica, la desigualdad social se explica en su relación con los “riesgos” bio-psico-
sociales. Los individuos “vulnerables” lo son ante una serie de riesgos derivados de sus propias
condiciones de reproducción social, sobre los que el Estado tendría que protegerlos de modo de
asegurarle unos mínimos para el logro de su desarrollo como fuerza de trabajo físico, emocional y
cognitivo. De ahí que la acción del Estado se centra en promover políticas de acceso a ciertos
mínimos biológicos/sociales (alimentación, techo, vacunaciones, prestaciones psico-sociales
mínimas etc) , que se plantean como necesarios para la superación de la condición de
vulnerabilidad enlazados con una concepción de sujetas “autónomas”, es decir agentes activos
que definen su curso de vida mediante actos de elección y también como capital, o en lenguaje

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económico desarrollista “activos” , responsables (“protagonistas”) de su propio bienestar y
paradójicamente vigiladas por las redes institucionales comandadas por el estado en tanto, es
una población que moviliza la otra cara del riesgo; ser ellos mismos un riesgo para el resto de la
población .

La multiplicidad de riesgos a los que verían enfrentados los individuos según esta racionalidad, es
el resultado de las carencias de capital físico como de capital cognitivo, emocional y tecnológico;
de ahí que la educación pre-escolar, en el sentido más amplio, permitiría igualar las condiciones
iniciales de acumulación de capital humano. Así las inequidades existentes en la llamada “primera
infancia”, serían posibles de corregir a nivel biológico/estructural a través de la estimulación
temprana y la crianza “activa”, es decir por medio de la potenciación de áreas específicas del
desarrollo del infante (siendo el área del lenguaje y los afectos las destacadas)l A partir de ello,
los niño@s son construidos como sujetos perfectibles, es decir como un tropos enunciativo en el
que las llamadas “capacidades “potenciales” son posibles de desarrollar y sobre todo modular por
la intervención política institucional.

Dado que la intervención en Infancia temprana permitiría predecir y controlar una serie de
elementos vinculados al “riesgo”, su articulación como Ley nos puede hacer pensar que todos los
niños y niñas de Chile debieran ingresar a las ayudas para alcanzar la equidad en el desarrollo
infantil. Pero no es así, el instrumento de “estratificación” para asignar los beneficios sociales es la
Ficha de Protección social, de carácter nacional que “mide la capacidad generadora de ingresos de
una familia de este modo La pobreza-leo textual- “constituye un factor de riesgo fundamental que
amenaza el desarrollo infantil” (pág. 34), lo anterior tiene como efecto que lejos de ser el ChCC una
política universal , de acuerdo a los principios de un estado social, se focaliza en el cuerpo del niño
y la madre pobre y vulnerable. De este modo el locus de la gubernamentalidad se dirige
exclusivamente al mundo doméstico de las clases populares y excluidas del contrato social y sexual
(Pateman) y que son incorporadas en su reconocimiento de ser parte de los procesos de
producción del riesgo. También es preciso destacar que los pocos trabajos existentes en Chile han
denunciado las lógicas perversas impulsadas por las instituciones de salud respecto a las
prestaciones materiales que el programa ofrece. Se sabe que en algunos consultorios los
profesionales y funcionarios/as condicionan la entrega de las ayudas materiales (como los ajuares)
a la obligación de cumplir con las visitas y controles médicos de los niños. De este modo la ayuda
se reduce aún más: no sólo está dirigida a las más pobres de los pobres sino que además a las
“buenas pobres” (distinción que no es nuestra sino que fue acuñada por la política social de
principios del siglo)

Desde ahí ¿dónde está el riego? ¿Cómo conocerlo? A través de una batería de instrumentos de
detección y seguimiento.

A quiénes?

Veamos el listado instrumentos utilizados: Pauta Estandarizada para la Detección Temprana del
Riesgo Psicosocial (Evaluación Psicosocial Abreviada –EPsA-), Escala de Apego durante el Stress

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(ADS), Pauta de detección para la identificación de Conductas Desorganizadas de Apego (CDA) en
el vínculo madre-bebé y por último el Cuestionario Sobre Depresión Postnatal de Edimburgo
(EPDS). Todas estas escalas son aplicadas a las madres.

Dos cosas deseamos destacar de lo anterior:

1.- De acuerdo a los mecanismos de este programa, la función de usuaria se construye no tanto
por una demanda espontánea como por una detección de los profesionales a través de tecnología
específicas. Estas tecnologías materializadas en instrumentos de traducción (Latour) delimitan -en
su flujo- a los cuerpos femeninos, convirtiéndolos en territorios focalizados, suponiendo que es en
el cuerpo de la mujer, de sus acciones, en sus síntomas y trayectorias biográficas, el lugar en
donde se juega el desarrollo, el crecimiento y el bienestar social.

Este modo de gestión de la población pobre, que siguiendo a la socióloga Argentina Sonia Álvarez ,
podríamos llamarla “focopolítica” de la mujer pobre -pobladora-, se edifica a través de la técnica
del caso como un todo bio-psico-social; con ello se va confirmando que por un lado, la pobreza es
más un efecto de los modos de vida, elecciones, situaciones vitales, vínculos y crianza, en los
espacios familiares y por otro, de las capacidades de integración del sujeto al aparato institucional
(riesgo de exclusión), (Castell ,2001; Rose, 1997) descartando el riesgo de la distribución desigual
de la riqueza y del mismo sistema económico.

Y 2.- En todos estos instrumentos que componen el sistema de detección, el riesgo es pensado
como la probabilidad de que una serie de acontecimientos ocurridos en la historia de las madres y
sus conductas, afecten de modo directo la historia y situación de riesgo de los niños/as. El agente
de riesgo lo constituye la propia madre pues se piensa desde la capacidad o no de éstas para llevar
a cabo una “maternidad activa”, cuestión que queda claramente establecida en las problemáticas
que las escalas puntúan: violencia de género, síntomas depresivos, conflicto con la maternidad,
consumo de drogas, etc.

Al situar gran parte del riesgo infantil en la subjetividad actual de la madre y en la trayectoria de
acciones en relación al ejercicio de “su” maternidad en tanto caso, se intenta establecer por un
lado, una extraordinaria continuidad entre la madre y el hijo y por otro, formular las condiciones
“óptimas”, es decir biopolíticas , para el establecimiento de formas de relación madre-hija/o
ajustadas a los objetivos de desarrollo , equidad, etc y que bajo estos supuestos, emergen como
expresiones directas y transparentes de las condiciones individuales de reproducción social.

Algunas cuestiones sobre el bio-gobierno y el apego

Si bien la familia sigue constituyéndose como un dispositivo que articula lo público y lo privado a
partir de una serie de normas y obligaciones instituidas por la ley, con estas nuevas estrategias de
poder biopolítico, se ponen en juego nuevas dimensión del gobierno de los hombres (Foucault,
2010): la gestión de la vida en sí, la capacidad de dar y reproducir la vida y la intensificación de la
relación afectiva.

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Sin lugar a dudas la política pública lleva largo tiempo ocupándose de la vida de quienes son
gobernados. A riesgo de caer en simplificaciones podríamos afirmar que la política vital de los
siglos XIX y XX fue una política de salud: de tasas de natalidad y mortalidad, de enfermedades y
epidemias, de la vigilancia y control del agua, los alimentos, los cementerios y de las condiciones
sanitarias de los habitantes que se aglomeraban en pueblos y ciudades. Esta preocupación por la
salud de la población y su calidad se mezcló con una concepción particular de la herencia de
determinada constitución biológica, en lo que la cuestión de la raza fue un debate fundamental.

Pero la política vital de nuestro siglo, que se expresa en este programa, es muy diferente: no se
encuentra delimitada por los polos de salud y enfermedad, ni se centra en eliminar patologías para
proteger el destino de la nación. Antes bien, se ocupa de la capacidad, cada día mayor, de
controlar, administrar, modificar, redefinir y modular las propias capacidades vitales de los seres
humanos en cuanto criaturas vivas y en el que es posible desplegar intervenciones calculadas,
ingenierías de la vida como la crianza, al servicio de nuestros deseos respecto de la clase de
personas que queremos/debemos ser y que nuestros hijos sean, y los intereses políticos respecto
de la felicidad de la Nación

Desde este marco amplio algunas especificidades resultan notorias. Pensemos por ejemplo en el
rol que adquiere la noción de apego en este programa y que se aprecia en la Escala de Apego
durante el Stress (ADS) y la Pauta de detección para la identificción de conductas desorganizadas
de apego (CDA). A partir de muchos trabajos vinculados a la historia de la psicología –incluida mi
tesis doctoral – sabemos que la emergencia del Apego como noción y una tecnología de
saber/poder estuvo estrechamente vinculada al reordenamiento del sistema sexo-género
tradicional y como mecanismo de saber dirigido a restaurar la división sexual del trabajo (madres
cuidadores y padres proveedores) que hizo crisis con la segunda guerra mundial y la inserción
masiva de las mujeres al mundo del trabajo. También fue una forma de incentivar la reproducción
de las humanas en medio de la crisis demográfica de los países Europeos que participaron de la
guerra.

Los trabajos de Bowlby –padre del concepto- dieron un fundamento científico, o mejor dicho una
retórica científica, al eterno mandato de que las madres son las encargadas del cuidado de los
niños y que su presencia era tan vital “como las vitaminas” (Bolwby). Tal como apuntan ciertos
historiadores de la ciencia, el Apego posibilitó una respuesta biologicista y evolucionista a la
pregunta de ¿quién debe cuidar a los niños y cómo? (cuya respuesta es obvia en los trabajos de
este psicoanalistas y sus seguidores) en un nuevo contexto tecno- científico en que cada vez más
la ciencia desplazaba a la política en la definición de los problemas y los fenómenos sociales.

En la actualidad, igual que hace 60 años atrás, la teoría del Apego ha cobrado una fuerza inaudita y
se ha transformado en un artefacto epistemológico por el cual se vincula de modo directo, la
psicología a los ámbitos más desarrollados de la biología, como la neurociencia y la investigación
hormonal. En medio de los enunciados que emergen en esta vinculación disciplinaria se trataría

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de un des-anclaje de la dimensión ambiental y moral del cuidado de la infancia, propia de las
políticas de salud del siglo XIX e inicios del XX, para re-territorializar en la dimensión neuro-psico-
hormonal de los afectos.

De este modo el Apego pensado como un fenómeno biológico que es posible de potenciar a
través de ciertas práctica de crianza (a las que apunta el programa) articula sujetas/proyecto
Nación y una ciudadanía biológica en que el acento de la política social es el yo biológico quien es
el que se vuelve foco de gobierno , objeto de nuevas formas de autoridad y conocimiento
especializado por el que se enlazan las “ficciones científicas” (Haraway) y los hechos sociales, y en
que el cuerpo reproductivo de las mujeres, una vez más, se vuelve por excelencia el territorio de
signación.

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Para finalizar quiero destacar que este trabajo es una invitación a pensar los programas sociales y
las políticas públicas desde una dimensión que trasciende el ámbito de la efectividad pues desde
las ciencias sociales los programas son efectivos o no, de acuerdo a sus propios regímenes de
verdad y tecnologías de medición. Es una invitación a pensar el rol del estado en las economías
neoliberales en las que la desigualdad es un elemento estructural y en la que el bienestar se piensa
desde la gestión individual. También es un forma de abrir un debate en torno a la pertinencia de
los saberes técnicos, o lo que se llama la evidencia, el lenguaje científico, etc en definitiva al
problema de la Verdad a partir del cual se elitiza la formulación de la política pública y se
transforma en una cuestión de expertos y especialistas. Finalmente es una puerta para pensar en
otras investigaciones dirigidas a problematizar la ampliación de la jurisdicción médica y de la salud
más allá del par salud-enfermedad, en ámbitos que otrora constituían temas propio de lo social,
también identificar las mismas prácticas de intervención, la relación entre aquellas prácticas y los
modos en que se organiza en este caso en particular , los nuevos modos de gobierno de la vida, el
sistema de salud, el problemas de las adherencia de las usuarias, los temas de género y los modos
de gestión de las instituciones públicas cuya tendencia vuelve sinónimo “modernización” con
“privatización“ o “paradigma de lo privado”, el problema político de los indicadores desde el puno
de vista de qué es lo que muestran y que es lo que esconden, etc que sin lugar a dudas son
dimensiones en donde se juega no tanto la efectividad como si la “eticidad”, la pertinencia social
de estos programas y los modos en que la política pública participa de aquellos que queremos
llegar a ser.

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