Está en la página 1de 1
ECUADOR: SENAS PARTICULARES Jorge Enrique Adoumn,, Editorial Eskeleta, Quito, 1998, pp. 209 2Es posible desoribir aquollo que se podria llamar “lo ecuatoriano”? Puede constituirse “Io ecuatoriano” en objeto de reflexion valedero, ail? ZEn un objeto capaz, primero, de exist; y luego, de penetrarse a si mismo y a todos y todas quienes lo configuran? Porque decir “lo ecuatoriano” es apuntar a unos ras- 0s, a unas caracteristicas y a unas huellas, en las cuales todos los ha- bitantes de este pais puedan sentir se identificados, descritos. Como dice el mismo Adoum en la frase inicial del libro: gDe qué -de quién- hablamos cuando decimos ecuato- riano? La ambiguedad del objeto es par ralela a su presencia cotidiana {Cada vez que mencionamos “lo ‘ecuatoriano’, cada vez que nos ins- cribimos individual y colectivamente en ese campo, a qué nos remite, hacia dénde nos envia? Por otro lax do, cimporta quién lo pronucie? gO siempre, ‘lo ecuatoriano” nos remi- te, finalmente, a un terreno comiin ‘a todos? No seria dificil argumentar ‘que ‘lo ecuatoriano” no existe, que hha desaparecido; que no hay nada ‘que nos una ni nos identifique, que ‘no hay ningdin rasgo comin entre nosotros: que no hay un “nosotros. si sa quiera, que los pocos ras- ‘90 comunes que podriamos haber tenido -una historia, unos héroes, lunos mitos, unas derrotas- han ter- minado por desvanecerse. La polit ‘ca no seria, este momento, sino la ‘esoenificacién de esa descomposi- cién de “lo ecuatoriano”. Tampoco est claro si este objeto remite a una suerte de interioridad, de inconsciente 0 alma colectiva, de la cual parlimos para integrar un “nosostros” que nos diferencia de los “ottos", de los no-ecuatorianos. Porque, nuevamente, a esos ras- gos supuestamente comunes, a esos rasgos que definirian nuestra identidad como nacién, pueblo 0 Estado, se podrian oponer, ahora ‘mismo, los mittiples fragmentos en ‘os cuales se compone, o descom- ppone: lo regional, lo éinico, la clase, la cultura, el honor, el prestigio. Y podriamos preguntar si estos fragmentos remiten a una identidad, ‘a una unided; 0 si, por el contrario, remiten a un teatro de profundos desencuentros. Lo ecuatoriano no es, desde esta perspectiva, aquello que nos uniria, nos identificaria nos acompafiaria en cada uno de nuestros actos, sino aquello que nos separaria, aquello de lo cual queremos siempre huir. Lo ecuato- riano seria la imposibilidad de un forma, de unos rasgos comunes. ‘No hay rasgos en los cuales poda- ‘mos encontramos todos, El libro de Adoum parece nadar contra corrients. La primera impra- si6n es que resulta casi anacrénico que, en plenos tlempos post-moder- nos -y esto no 9s un cliché, lo ase- guro- cuando estallan precisamente las identidades en todas sus dimen- siones -nacionales, individuales, co- leetivas, en su profundidad y sedi- mentacion hist6rica y cultural- a un eseritor se le ocurra publicar un ti- bro sobre las sefias comunes de un pais minisoulo llamado Ecuador. En plenos tiempos post-moderos la biisquede de la identidad parece- ria una empresa condenada al fra- caso. Por otro lado, .desde dénde hae bla quien pretende dascribir “io ecuatoriano"? ;Habla desde “lo ecuatoriano” o desde un fragmento de su propio objeto? Los post-mo- dernos preguntarian: esta razén este intelecto que pretende descri- birnos a todos, zdesde donde nos narra? Y haria esa pregunta para desbaratar las pretensiones de un libro que intenta describimos a to- dos. {Desde dinde habla esta ra- ‘zon acerca de los otfos que, a su ‘vez, 5 lo suyo? La sospecha post- moderna viene desde las suspica~ clas del poder. Hay siempre una vo- luntad de poder detras de la preten- sién de hablar de los demas. Pero aqui se encuentra también lo profundamente mistarioso @ in- Quietante de este libro. La imposibi- lidad filos6fica, politica, antropolégi- ca, sociolégica de su objeto -lo | Joige Ervique ‘ADOUM ECUADOR: senas particulares ‘ecuatoriano: se estrella contra las sorpresas que el propio lector -en este caso un ecuatoriano de clase media alta, quiterio, bordeando peli grosamente los 40 afios- siente al transitar por sus paginas. Con més de uno de los ensayos nos senti- ‘mos identificados, en muchas de sus paginas nos deserubrimos; algo nuestro aparecia en esas lineas. El libro nos cautiva en muchas face- tas: nos despierta temura de noso- tros mismos, antipatia, risa, ver- guenza, pena. Es probable, porque en eso radi- ca la fuerza de todo libro, que ‘Adoum nos constituya como ecua~ torianos en su propio texto; pero es probable, también, que su narracién haya logrado descubrir, mas alla de Jos fragmentos, algunos rasgos que ‘nos definen colectivamente. Libro intranquilizador porque no nos ofre- ce recovecos para huir de nosoros mismos y distanciamos de lo que somos, Hay un acoso inquiatante. Lo paradéijico podria resultar que mucho de lo que aparece en este lr bro come rasgos de "lo eovatoria- no’ -la necesidad de héroes, el des- precio a la politica, el machismo, Ia dogradacion de la palabra, la triste- za de la alegria popular, con todo su enigma- explique, precisamente, su imposibilidad. Desde esta pers- pectiva, al encontrar “lo ecuatoria- no” -si aquello existe- Adour nos hhabria dado pistas para entender la inviabilidad de su objeto de refle- xién; 0 $i se quiere, ia de ser un ob- jeto que anuncia su propio final Nos ha mostrado a nosotros mis- ‘mos para contamos nuestra imposi- bilidad Felipe Burbano de Lara ICONOS 127

También podría gustarte