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NATALIDAD

País Tasa de natalidad (nacimientos/1000 habitantes) Año

Bolivia22 2017

Venezuela 19 2017

Ecuador 18 2017

Perú 18 2017

Argentina 17 2017

Paraguay 17 2017

Colombia 16 2017

Surinam 16 2017

Guyana 15 2017

Brasil 14 2017

Chile 14 2017

Uruguay 13 2017

Islas Malvinas 11 2012

MORALIDAD

moralidad es un asunto espinoso, especialmente desde la izquierda. Se corre el


riesgo de caer en un puritanismo intransigente o en un moralismo conservador y
cursi. Sin embargo, hacerlo es inevitable, pues discutir de política o economía nos
lleva, tarde o temprano, a nuestros valores y prejuicios, a lo que consideramos
justo, deseable o sostenible, que son opciones morales.
Afortunadamente, como señala Mario Arriagada, se puede hablar de otra manera,
también desde la izquierda: imaginando alternativas posibles y concretas de
moralidad (que consideren sus raíces materiales y culturales) y confrontándolas
con las políticas, comportamientos y valores que justifican el statu quo (añadiría,
también, con la retórica que lo legitima).

Con eso en mente, mi intención es doble: mostrar, con tres ejemplos tomados del
caso mexicano, algunos rasgos de la moralidad dominante y, al mismo tiempo,
sugerir que transformarla es requisito para poder vivir juntos.

De 2000 a 2005, las 50 empresas más grandes de México acabaron pagando


anualmente 141 pesos

1. Pocas cosas muestran tan claramente el valor que da una sociedad a la


reciprocidad, la confianza o la equidad, como los impuestos. Algo parecido puede
decirse del gasto público. Son herramientas claves para redistribuir la riqueza.

Por eso, casos como el de Gerard Depardieu son tan elocuentes. Como respuesta
a la nueva legislación francesa, que gravaría con 75% a las fortunas personales
mayores al millón de euros anual, este actor se nacionalizó ruso. Básicamente, el
berrinche del exfrancés mostró lo sencilla que puede resultar la elección entre el
dinero y nuestros compatriotas.

Hay Depardieus en México, y hay quien los defienda. La diferencia está en que no
tienen que marcharse del país. Aquí, la cuestión está en los impuestos que no se
cobran, en especial a las grandes fortunas. De acuerdo con la Auditoría Superior
de la Federación, de 2000 a 2005, las 50 empresas más grandes de México
acabaron pagando anualmente 74 pesos por concepto de Impuesto sobre la Renta
y 67 pesos por concepto de Impuesto al Valor Agregado: en total, 141 pesos (8
euros) al año.

Dada semejante inequidad, resulta escandaloso que los gobiernos mexicanos


sigan usando a los pobres para justificar nuevos impuestos generales o la doble
vara de medir para el gasto: por un lado, bienes y servicios públicos son
“incentivos a la informalidad”; por el otro, subsidios tan regresivos como los dados
a la gasolina y las universidades privadas son nobles y convenientes.

Quizá lo más revelador sea que existen líderes de opinión que consideran que
nuestro actual régimen fiscal (un auténtico “Hood Robin”, que quita a los más
pobres para dar a los más ricos) es el mejor. Es el caso del sedicente “periodista
más globalizado de México”, que afirma desde el periódico Milenio que “no es
justo que los más ricos paguen más”. La insolidaridad fiscal se hizo virtud.

Otra muestra de la moralidad dominante está en nuestra reacción ante la violencia

2. Otra muestra de la moralidad dominante está en nuestra reacción ante la


violencia. Una anécdota: pasé buena parte de mi adolescencia en Monterrey. Tras
vivir unos años en España, volví en 2009. Fui testigo de la transformación que
impuso la violencia en esa ciudad del norte de México. En 2011 me mudé al
Distrito Federal, por lo que me enteré del ataque al Casino Royale de Monterrey,
donde murieron más de 50 personas, por internet. Ese día de agosto, llegué al
trabajo bastante alterado: junto con la matanza de San Fernando, el ataque al
Casino implicó un nivel de violencia inédito, brutal. Mi sorpresa fue que, entre las
decenas burócratas que trabajábamos ahí, sólo uno mostraba consternación: era
de Monterrey. Al abordar el asunto con los demás, me respondían como si hablara
yo del mal tiempo.

Me hace pensar en eso que Salvador Camarena llama “provincialismo chilango”:


la indiferencia, desde la burbuja de seguridad capitalina (por otro lado, ya bastante
cuestionable), hacia la violencia que azota a norteños, michoacanos, ¡incluso a
mexiquenses!, como si esta ocurriese en otro planeta. Dudo que sea algo privativo
de la capital; simplemente es la réplica de la falta de empatía que antes
caracterizaba a la provincia en referencia a lo ocurrido en el Distrito Federal: su
reflejo invertido y aumentado, que no lo vuelve menos deplorable.

De 2006 a 2010, 12.2 millones de mexicanos se convirtieron en pobres

3. A fines del año pasado, un mensaje circuló profusamente en las redes sociales.
Lo firmaba un sujeto que, luego de celebrar las miles de muertes de la guerra
contra el narco, palomeaba al sexenio recién concluido y daba las gracias al
presidente saliente Felipe Calderón, porque en esos 6 años a “a mí y a mi familia
nos fue bien”. El firmante remataba: la mediocridad, la pereza y su carácter
revoltoso explicaban por qué las multitudes no habían prosperado. Lo que hace
sintomático (y en ese sentido, de interés) a este juicio delirante es que haya tantos
estudios serios, accesibles y públicos que concluyen lo contrario: las
investigaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social (CONEVAL) o del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la
Cámara de Diputados (CEFP), por ejemplo, que muestran que, de 2006 a 2010,
12.2 millones de mexicanos se convirtieron en pobres

CRIMINALIDAD
Según investigaciones especializadas, los expertos reconocen cada vez más la
violencia como riesgo significativo para la salud y vida en Latinoamérica. La
violencia física, incluyendo asalto, asalto sexual, el feminicidio (asesinato de
mujeres por el hecho de ser mujeres) así como crímenes relacionados con la
producción, tráfico y comercialización de drogas, cobran vidas e incrementan los
índices de violencia y asesinatos.

Varios estudios indican la existencia de una epidemia en la región; la Organización


Panamericana de la Salud llama violencia en América Latina “la pandemia social
del siglo 20”, con un costo humano directo. El aumento de la criminalidad y la
violencia ha impuesto importantes costos sociales y ha hecho mucho más difícil
los procesos de desarrollo económico y social, la consolidación democrática y la
integración regional en Latinoamérica.

DESIGUALDAD SOCIAL

Cifras varían anualmente y entre las ciudades, pero en términos generales, han
convertido a la región en uno de los lugares más peligrosos. El Banco Mundial y la
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito afirman que las altas
tasas de criminalidad y violencia en Latinoamérica están socavando el crecimiento
y amenazando el bienestar humano e impidiendo el desarrollo social. La
desigualdad social constituye un factor importante que contribuye a los niveles de
violencia, donde el estado no logra evitar la delincuencia y el crimen organizado se
hace cargo el control en las zonas donde el estado es incapaz de ayudar a la
sociedad, particularmente comunidades empobrecidas.

Internos de la pandilla M18 en el penal de Quezaltepeque a 25 km al noroeste de


San Salvador.

Internos de la pandilla M18 en el penal de Quezaltepeque a 25 km al noroeste de


San Salvador.

DAÑOS COLATERALES
La violencia y homicidio para las víctimas y sus familias, se vinculan con
problemas generales de la sociedad, como depresión, ansiedad y salud mental,
que comprometen seriamente el desarrollo en la región, reduciendo oportunidades
de educación y trabajo para poblaciones vulnerables. La persistencia del tráfico de
drogas tiene implicaciones negativas y su consumo se asocia cada vez más con la
transmisión del VIH.

Familiares de desaparecidos en El Salvador participan en un acto conmemorativo.

Familiares de desaparecidos en El Salvador participan en un acto conmemorativo.

CAUSAS

Bajos niveles de crecimiento económico y elevados niveles de desempleo,


crecimiento acelerado de grandes ciudades y áreas metropolitanas, ausencia de
infraestructura urbana y servicios sociales básicos; ausencia de organizaciones
comunitarias en barrios pobres y periferia de las grandes ciudades y áreas
metropolitanas; creciente disponibilidad de armas y drogas; creciente presencia y
fortalecimiento del crimen organizado; incremento de la “cultura de la violencia”,
reforzada por el crimen organizado y por los medios de comunicación masiva, la
policía y los servicios de seguridad privada; bajo nivel de eficacia de control y
corrupción en instituciones del sistema de justicia penal y mal sistema de
educación pública, son varias de las causas que promueven el incremento de
violencia y crimen en Latinoamérica.

Según informes de Naciones Unidas hay cerca de cien mil pandilleros en América
Central.

Según informes de Naciones Unidas hay cerca de cien mil pandilleros en América
Central.

ESTADÍSTICAS

La Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito, oficinas


gubernamentales, centros de salud y los registros de la policía a nivel
internacional, revelan que los asesinatos se concentran fuertemente en
comunidades pobres. Estudios del PRB (Population Reference Bureau), la
Organización Mundial de la Salud y reportes oficiales a nivel internacional indican
que América Latina tiene una de las tasas de homicidio más altas del mundo, pero
también tiene algunas ciudades con tasas de homicidios más bajas que las
principales ciudades de Estados Unidos.

Las autoridades de la región ven cómo se extiende el fenómeno de las pandillas,


acusadas de tener vínculos con el crimen organizado y de haber abandonado su
condición de simples grupos de jóvenes.

Las autoridades de la región ven cómo se extiende el fenómeno de las pandillas,


acusadas de tener vínculos con el crimen organizado y de haber abandonado su
condición de simples grupos de jóvenes.

Las víctimas de asesinato en Latinoamérica son en su mayoría jóvenes,


generalmente hombres de color o mestizos.

Al menos el 78% de las víctimas de todo el mundo son hombres y la proporción se


eleva al 85% en América Latina y el Caribe.

Un tercio de 450.000 muertes en el mundo cada año, se producen en


Latinoamérica.

Menos de una décima parte (8%) de la población mundial vive en Latinoamérica,


pero la región tiene un tercio (33%) de los casos de homicidios del mundo.

Midiendo por tasa de homicidios, 14 de los 20 países más peligrosos del mundo
se encuentran en América Latina y el Caribe.

En Brasil 56.000 personas mueren violentamente cada año.

En el 2015 en Colombia, una persona fue asesinada cada 10 minutos.


En México las bandas armadas de traficantes de drogas combaten entre si
amenazando especialmente zonas rurales.

TAZA DE HOMICIDIOS EN LATINOAMERICA EN EL 2015

• Por cada 100.000 habitante. Fuente: Informe del PRB (Population Reference
Bureau) y

Centro de Investigación del Crimen Organizado

SITIOS MÁS VIOLENTOS

El porcentaje de homicidios en Latinoamérica en el 2015 arroja datos alarmantes.


La ciudad que actualmente encabeza la lista de las más violentas del mundo es
San Pedro Sula, en Honduras y varios medios de comunicación internacionales la
llaman “la capital mundial del asesinato”.

Las ciudades más peligrosas de Latinoamérica se encuentran en Honduras (San


Pedro Sula y Choloma); México (Ciudad de México, Ciudad Juárez, Tijuana,
Veracruz, Acapulco, Nuevo Laredo, Torreón); Belice; Ciudad de Guatemala en
donde en el 2015 se reportaron 1.528 muertes; en Colombia, Bogotá, Medellin y
Cali, solo en esta última se reportaron 1.523 muertes en el 2015; en
Centroamérica solo en San Salvador se reportaron 3.942 homicidios en el 2014 y
1.918 muertes en el 2015; en Puerto Rico; en Caracas, Venezuela se reportaron
3.946 muertes en el 2015; en Brasil los niveles de criminalidad y violencia se
incrementaron considerablemente, así la ciudad Fortaleza reportó 2.422 muertes
en el 2015 y otras ciudades como Ananindeua y Maceió.

CONTAMINACION

La contaminación del aire en el hemisferio sur antes de la Revolución Industrial es


difícil de cuantificar debido a los escasos registros conservados en los sedimentos.
Sin embargo, investigadores de Estados Unidos y Dinamarca han dado un
importante paso en este sentido al hallar, en un sitio a gran altitud en los Andes
peruanos, una capa dentro de un bloque de hielo con trazas de elementos
depositados entre el año 793 y 1989 de nuestra era.

Este núcleo de hielo ha proporcionado el primer registro detallado de


contaminación atmosférica generalizada por factores humanos en América del Sur
antes de la Revolución Industrial, que comenzó en la segunda mitad del siglo
XVIII, y hace del glaciar Quelccaya, de donde se ha extraído, uno de los pocos
lugares del planeta donde el impacto humano preindustrial en la calidad del aire se
puede estudiar hoy.

Para medir la cantidad y los tipos de elementos químicos presentes en el hielo, los
investigadores, encabezados por Paolo Gabrielli, de la Universidad Estatal de
Ohio (Estados Unidos), utilizaron un espectrómetro de masas y buscaron trazas
de antimonio, arsénico, bismuto, molibdeno y especialmente plomo, que se utilizó
en el proceso de producción de plata tras la conquista española del imperio inca.

En 1572 los españoles introdujeron una nueva tecnología para la producción de


plata muy contaminante

Los resultados obtenidos, publicados en la revista PNAS, apuntan que las


concentraciones de elementos químicos fueron bajas y estables en el periodo
anterior a 1450, antes de la dominación española, con algunos picos que pueden
coincidir con la contaminación por fuentes naturales como las erupciones
volcánicas.

Los investigadores encontraron un aumento en la concentración de bismuto en el


hielo alrededor del año 1480, en paralelo a la expansión del imperio inca,
probablemente debido al uso de bismuto en la producción de bronce. Las
concentraciones de varios metales aumentaron alrededor del año 1540, al menos
una década después del inicio de la colonización española en América del Sur, por
un auge en la minería y la metalurgia en la producción de plata.

Los vientos llevaron nubes de polvo de plomo 500 millas al noroeste en Perú,
donde se depositaron en el Glaciar Quelccaya

Un contaminante proceso de producción

El imperio español forzó a los incas a trabajar en la extracción de plata de las


minas de la montaña de Potosí, en la actual Bolivia, en la que era la fuente de
plata más grande del mundo. El inca ya sabía cómo refinar la plata, pero en 1572
los españoles introdujeron una nueva tecnología que multiplicó la producción y
envió espesas nubes de polvo de plomo hasta los Andes, en un hecho inédito en
la historia.

"Esta evidencia apoya la idea de que el impacto humano sobre el medioambiente


estaba muy extendido incluso antes de la Revolución Industrial", afirma Gabrielli.

Los vientos llevaron esta contaminación 500 millas al noroeste en Perú, donde
diminutos restos se depositaron en el Glaciar Quelccaya. "El hecho de que
podamos detectar la contaminación en el hielo desde un lugar primitivo a gran
altitud es indicativo de la importancia continental de esta deposición", añade
Gabrielli, quien subraya que "solo una fuente importante de contaminación podría
viajar tan lejos y afectar la química de la nieve en un lugar remoto como
Quelccaya".

Aunque el núcleo de hielo analizado relaciona la contaminación del aire con la


minería unos 240 años antes de la Revolución Industrial, las concentraciones de
metales tóxicos durante el siglo XX han superado con creces los niveles
alcanzados durante la colonización española. Según los autores, estos resultados
se suman al registro de los impactos generalizados sobre el medio ambiente con
origen en las actividades humanas anteriores a la Revolución Industrial.

PROBLEMAS DEL PAIS

Falta o exceso de agua, una producción de alimentos insuficiente y


enfermedades son los principales problemas que amenazan a América del
Sur y Central, según el último informe de un grupo de expertos anunciado
este martes (1 de abril de 2014) por el investigador José Antonio Marengo.
Este científico del Instituto brasileño de investigaciones espaciales (INPE)
trabajó en la elaboración del informe del Grupo Intergubernamental sobre la
Evolución del Clima (GIEC) de la ONU, divulgado el lunes (31 de marzo de
2014) en Yokohama (Japón), el más alarmista desde el 2007. "En la
Amazonía, la temperatura sigue aumentando aún cuando disminuye la
deforestación. En América Central, la temperatura aumenta, las lluvias
disminuyen y hay más enfermedades como el dengue", transmitido por el
mosquito aedes aegipty, indicó en rueda de prensa Marengo. quien coordinó
el capítulo dedicado a esta región. Según el experto, el calentamiento global
seguirá y el aumento de la temperatura puede llegar a ser de 4,5ºC al final de
siglo XXI si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. "Si
queremos evitar un calentamiento superior a 2ºC debemos lograr cero
emisiones de gases desde ahora", subraya Marengo. En este nuevo informe
del GIEC, una mayor cantidad de impactos del cambio climático fueron
identificados en Sudamérica y Centroamérica con respecto a 2007: no sólo
con inundaciones y sequías o daños al ecosistema sino también en
"impactos sociales en las zonas urbanas", en donde las mujeres son las más
vulnerables. El derretimiento de los glaciares en Patagonia provoca
inundaciones en Amazonía, como hoy sucede en el estado brasileño de
Acre, fronterizo con Perú. "Los últimos tres años de sequías y grandes
inundaciones en Amazonía dan una idea del problema que puede aumentar
en el futuro", subrayó el investigador. En cambio, el riesgo de desertificación
del bosque amazónico disminuyó. Nuevos métodos de evaluación muestran
que la región que puede ser afectada por la falta de lluvias es la que ya
quedó deforestada. "Es una buena noticia pero no hemos solucionado el
problema. Si la deforestación retoma un ritmo acelerado puede conducirnos
al peor escenario de desertificación de la Amazonía de aquí a 50 o 100 años",
asegura. En Bolivia, la falta de agua ya afecta a los indígenas Aymara y el
noreste semiárido de Brasil "podría pasar a ser árido". Para enfrentar estos
problemas, los gobiernos deben tomar medidas urgentes de 'adaptación'.
"En el noreste de Brasil, el problema no es la falta de agua sino la gestión del
agua. La construcción de tanques, por ejemplo, es un sistema de
'adaptación' para reducir los riesgos de vulnerabilidad de la población",
explicó el investigador.

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