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Universidad de la Salle

Facultad de filosofía y Humanidades


Simone Weil: Escritura, política y condición obrera
Juan Sebastián Camargo Cifuentes
La reflexión sobre la técnica en Weil como crítica al Marxismo
Al inicio de su ensayo Crítica del Marxismo Weil empieza ya por delinear su crítica a lo
que Marx denomina “La separación entre las fuerzas intelectuales que interviene en la
producción y el trabajo manual” (Weil, 2014: 9). Para Weil el intento teórico de Marx de
esclarecer las relaciones materiales de producción y las fuerzas productivas constituye un
gran avance metódico para la comprensión de la sociedad industrial. No obstante, su intento
metódico, al contagiarse de elementos idealistas como la concepción progresista de la
historia, aun cuando sus fundamentos sean las condiciones materiales, se estanca al “creer
que nuestra voluntad converge con una misteriosa voluntad que mueve el mundo y nos
ayudará a vencer [lo que es igual a] creer en la providencia” (p. 12). El contagio entre el
método y un dogmatismo disfrazado en la idea de progreso social como lucha de clases
impide, entre otras cosas, un análisis de la relación entre fuerza obrera y técnica moderna.
Relación esencial que determina a la condición obrera dentro de los límites de sus propias
razones vitales.
Se puede comprender –nos dice Weil– […] que la supresión de la propiedad privada
no bastaría ni de lejos para impedir que el duro trabajo de las minas y las fábricas
siguiera oprimiendo como un yugo a los que están sometidos a él. (p. 15)
Dicho esto, la pregunta que orienta a Weil es ¿cómo integrar la técnica y el trabajo, de
manera que se logre un análisis real de las fuerzas laborales dentro de la fábrica, articulando
la vida corporal de los trabajadores y su vida circundante, es decir, espacial y temporal? Así,
lo que está en juego son los procedimientos dentro de la fábrica y una reformulación de la
pregunta por la técnica. En este trabajo analizaremos la crítica de Weil al Marxismo desde
este punto de vista.
No es posible escindir el progreso técnico de las fuerzas laborales. Pues los obreros están
determinados vitalmente por su forma de relacionarse con los objetos, máquinas o
instrumentos. Los obreros tienen una fuerza no solo física, sino de transformación o modelaje
de los objetos. Las formas o los productos materiales de su esfuerzo reflejan una cierta
destreza o arte en el sentido autentico de teckné (producción). De estas relaciones se
desprende una forma de escritura corporal que condiciona y determina la forma de ser de los
obreros en la fábrica. Así pues, si se cambian las relaciones entre fuerza laboral o técnica
(producción), se alteran estas formas de ser. Esto nos lleva a preguntar si acaso
¿Tenemos razones para suponer que la técnica moderna, en su nivel actual, será capaz,
en la hipótesis de un reparto equitativo, de asegurar a todos suficiente bienestar y
tiempo libre para que las condiciones modernas del trabajo dejen de poner trabas al
desarrollo del individuo? (p. 14)
Por eso Weil analiza las formas más eficientes en las que el obrero puede producir más con
un mínimo de esfuerzo. Los recursos naturales son una opción eficiente, pero que no
resuelven del todo el problema, pues no es posible predecir si las fuentes son ilimitadas, de
modo que a lo que conducen es a un indeterminismo. Y en general, toda la ciencia nos
conduce a un dogmatismo o a un sueño en el que se está a la espera de procedimientos. Pero
para Weil, aun cuando la ciencia mueva a un dogmatismo no asegura que se suprima del todo
la fuerza laboral: “ninguna técnica eximirá jamás a los hombres de renovar y adoptar sin
tregua, con el sudor de su frente, las herramientas que manejen” (p. 21).
Podemos entonces preguntarnos ¿cómo se deben dar entonces la relación entre los
obreros y la técnica? Ya por la misma época en que Weil planteaba su crítica al marxismo,
Heidegger también se preguntaba por esta relación esencial que, de una u otra manera,
determina el destino del hombre. Para él la relación de los hombres con los objetos y las
máquinas tiene que ser un asunto de libertad, pues en esa relación no tiene que haber
sometimiento, sino una expresión de todas las fuerzas productivas o esenciales del hombre,
es decir, un desocultamiento:
El desvelamiento de lo que es siempre va sobre un camino del desocultar. Siempre
impera al hombre el destino del desocultamiento. Pero no es jamás la fatalidad de una
coacción. Pues, precisamente el hombre llega a ser libre en tanto que pertenece al
ámbito del destino y, así, llega a ser un oyente, no un esclavo. (Heidegger, 1997: 135)
En este sentido la crítica al Marxismo por parte de Weil se puede considerar como
profunda y actual. Algo que no deja de cuestionarnos aún hoy la relación que tienen los
obreros con su espacio, los objetos materiales en los que habita. “Tan solo la embriaguez–
dice Weil- provocada por la rapidez el progreso técnico ha podido dar origen a la loca idea
de que el trabajo podría un día ser superfluo” (2014: 23). Mientras el Marxismo no aterrice
de sus vagas abstracciones históricas, sin atender a un análisis de las condiciones laborales
en la fábrica, no podrá definir consecuentemente la relación del hombre con sus fuerzas
productivas. En palabras de Weil: “«La etapa superior del comunismo», considerada por
Marx como el último término de la evolución social, es, en suma, una utopía absolutamente
análoga a la del movimiento perpetuo [técnico-científico]” (p. 24).

Bibliografía:
Heidegger, M.(1997). La pregunta por la técnica. En Francisco Soler & Javier Acevedo
(Ed.), Filosofía, ciencia y técnica (pp.111-148). Santiago de Chile: Universitaria.
Weil, S.(2014). Reflexiones sobre las causas de la opresión obrera. Buenos Aires: Godot

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