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“Siete Mesas de Billar Francés” Gracia Querejeta

38. SALON CASA LEO. INT/ EXT. NOCHE.

Angela y Charo están apoyadas en la barandilla del estrecho balcón que da a la


calle. Abajo, transeúntes de paseo que buscan -lo mismo que ellas-el fresco de la
noche.

Charo se abanica con un pai pai de mimbre. Y Angela bebe de un botellín fresco.

ANGELA: Si hay una cosa que me enseñó mi padre es la diferencia


entre unos billares como Dios manda y unos juegos recreativos de
mierda.

CHARO: Fenomenal, muy de Leo, lo de enseñar se le daba bien. Pero


lo que ahora necesitamos es público que se deje los cuartos.

Angela mira a Charo.

CHARO: Una cosa es el negocio y otra el juego. Es una diferencia que


tu padre no acababa de entender, y por lo que veo tú tampoco. Un
equipo no nos va a dar de comer.

ANGELA: Un buen equipo crea afición, y la afición es la que paga para


jugar, un día y otro día y otro día. Los billares marchaban solos
cuando Leo era lo que era. Llegaste tarde para verlo.

CHARO: Es que a mi me tocaron las vacas flacas.

Angela no entra al trapo. Un momento de silencio.

ANGELA: Si por lo menos Antonio hubiese aceptado…

Ahora es Charo la que calla. Pero Angela insiste.

ANGELA: ¿Se te ocurre cómo convencerle?.

CHARO: No.

Se miran. Y Charo recalca.

CHARO: Que no. Antonio va a lo suyo, como todo el mundo

ANGELA: Estupendo. Pues sólo tenemos a Jacinto. Ese mago del


billar.

Charo se encoge de hombros. Angela suena de verdad desanimada cuando dice:

ANGELA: No sé…no veo nada claro.

CHARO: ¿Te estás rajando?. Acabas de empezar.

ANGELA: Por eso mismo, no quiero pensar lo que me queda.

CHARO: Deja lo del equipo para el año que viene, lo que importa
ahora es reabrir el local y ganar algo después de gastar tanto. Del
aire no se vive.
Angela guarda silencio, quizás reconsiderando lo que Charo ha sugerido. Y luego
dice:

ANGELA: No sé…Igual tienes razón.

CHARO: No quiero meterme en tu vida pero si vamos a ser socias…

ANGELA: Ya somos socias, ¿no?.

CHARO: Sí, pero…¿tú y yo?. ¿O hay alguien más?

ANGELA: ¿Quién más va a haber?

CHARO: Tu marido.

ANGELA: El no tiene nada que ver con esto.

Las mujeres hablan en un susurro, tal vez para que a Guille no le llegue nada de lo
que dicen.

CHARO: Pero estás casada.

Angela mira a Charo. Y después dice:

ANGELA: No voy a volver con él, arreglaré los papeles en cuanto


pueda. Los billares son nuestros.

Quizás la determinación con la que Angela ha hablado hace que Charo baje la
guardia.

CHARO: ¿Tan segura estás?

Angela mira a los transeúntes moverse a lo largo de la calle. Le cuesta un momento


decir:

ANGELA: ¿A ti te han engañado alguna vez?.

CHARO: Huy, en eso tengo varios diplomas.

ANGELA: Digo engañar de verdad, despertarte un día y saber de


repente que nada es lo que parece.

CHARO: También.

Se miran.

ANGELA: Entonces seguro que sabes lo que me cuesta levantarme


por las mañanas. ¿Hace falta que te diga más?.

Charo niega con el gesto.

Y, por un instante, seguro que por primera vez desde que se reencontraron en la
estación de autobuses, a Angela y Charo les une una fina hebra en la que
mutuamente se reconocen.

FUNDE A NEGRO.

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