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PRINCIPIO DE DOBLE EFECTO

El principio de doble efecto es un "principio de razonamiento práctico que sirve para determinar la licitud o
ilicitud de una acción que produce o puede producir dos efectos, de los cuales uno es bueno y el otro es malo."1
"[L]a idea principal que subyace al principio del doble efecto es que una persona no es igualmente responsable
por todos los efectos malos que se siguen de su acción, sino que existe una diferencia fundamental entre
aquellos que intenta y aquellos que solo prevé o debe prever."1 También puede ser denominado como
principio de no imputabilidad del mal indirecto producido por un acto voluntario directo.

Son muchas las situaciones en que nos encontramos con una conciencia dudosa o perpleja, porque debemos
elegir un bien y al mismo tiempo hacer un cierto mal, lo que llamamos en ética; “hacer el bien y evitar el mal”.
Muchas veces tenemos que tomar decisiones en las cuales nos sentimos incómodos o a veces, por falta de
discernimiento; culpables. Por ejemplo; Se debe corregir a un hijo para su bien, pero al mismo tiempo debemos
someterlo a un castigo que le va a pedir cierto sacrificio... Se debe salvar la solvencia económica de la empresa
y al mismo tiempo se deben despedir a varios trabajadores.. El médico no puede proceder a tratar una cierta
enfermedad porque el enfermo no tiene medios económicos para seguir su tratamiento, y por ello le oculta al
enfermo la posibilitad de sanarse, relativizando su situación... etc.

Las condiciones del principio de doble efecto

Los estudiosos han ido profundizando en lo que hoy se conocen como condiciones que permitirían aplicar de
modo adecuado el principio de doble efecto. Según algunas enumeraciones, se trataría de cuatro o de más
condiciones. Tales condiciones serían:
 El objeto del acto que se persigue debe ser bueno.
 La intención del que actúa debe ser buena y excluye (no desea, pero lo tolera) el efecto malo que se seguirá
de la acción.
 La acción debe ser en sí buena o indiferente, pues no sería correcto emprender un acto en sí malo (por ejemplo,
robar) para conseguir un fin bueno (curar una gripe ordinaria).
 Debe existir una razón proporcionalmente grave para aceptar el acto. Es decir, el beneficio que se espera
obtener debe ser lo suficientemente serio como para justificar la puesta en marcha de una acción que traerá
alguna consecuencia negativa (y menos negativa que el resultado bueno que se espera conseguir).

LAS FUENTES DE LA MORALIDAD


Las fuentes de la moralidad son ciertos principios inmediatos de valoración moral de un acto humano. Son
tradicionalmente tres: el objeto, las circunstancias y el fin. Por objeto se entiende la materia (realidad o
persona) sobre la que recae de suyo el acto. Se trata de un objeto real, considerado por la regla de la razón,
no en su aspecto puramente físico.

Las circunstancias se refieren a la globalidad del acto humano, a lo que lo caracteriza en su situación
contingente. También en esta segunda fuente de la moralidad se trata de formalidades reales, no físicas.

El fin es el objetivo, el motivo que tiene el que actúa (finis operantis), y se distingue de la fidelidad intrínseca
del acto (finis operis, que coincidiría con el objeto).

El objeto es inherente al acto; más aún, sin él no se da la acción. Es lo que le da la especie con que se distingue
de otro acto (ya que el mismo objeto material puede ser objeto de diversos actos humanos) y precede a
cualquier otra circunstancia. Por tanto, se piensa tradicionalmente que el objeto le da al acto una bondad o
una malicia moral fundamental, principal y primaria. Las circunstancias añaden una bondad o una malicia
moral, pero secundariamente y de manera accidental, ya que se añaden a un acto ya constituido y determinado
en su especie. Se trata de elementos que pueden averiguarse a través de las preguntas: ¿quién?, ¿qué2,
¿dónde?, ¿cuándo?, ¿de qué manera?, ¿con qué ayuda?, ¿por qué? Un acto indiferente en cuanto al objeto
puede asumir su moralidad de las circunstancias, que se convierten en ese caso en fuente primaria y esencial.
El fin, que es añadido por el agente al objeto intrínseco del acto, da también una moralidad de manera
secundaria y accidental. El fin puede definirse también como la intención del agente. Puede ser fuente primaria
de moralidad, cuando el acto es indiferente en cuanto al objeto, o se hace moralmente bueno sólo por el fin
por el que lo pone el agente planteando el problema en términos de unitariedad del acto humano, podemos
decir que las tres fuentes de la moralidad tienen que leerse sincrónicamente. De hecho, en el acto humano la
voluntad quiere algo determinado que constituye el objeto del acto (siempre un bien humano). Puesto que el
acto no se pone simplemente, sino que es puesto por un ser inteligente y libre, no tiene como punto de
referencia solamente al objeto, sino también a la finalidad por la que se realiza ese acto específico y no otro.
Finalmente, dada la naturaleza contingente del acto humano, deben tomarse igualmente en consideración las
circunstancias a la hora de valorar la moralidad del mismo.

Aunque las tres fuentes de la moralidad concurren en la determinación de la moralidad del acto (ya que el acto
en sí mismo, como tal, sólo tiene una bondad genérica), cada una tiene su propia autonomía de individuación
(especificación) del acto y por tanto tiene que ser valorada por separado, pudiendo -por sí sola- modificar
substancialmente la moralidad de dicho acto. Así se puede decir que un objeto bueno y un fin bueno dan una
doble bondad moral al acto: un fin malo hace malo al acto; un objeto (o una circunstancia puede hacer bueno
o malo a un acto, aun cuando el fin fuera bueno; una circunstancia puede hacer bueno o malo a un acto
indiferente en cuanto al objeto; una circunstancia puede hacer ilícito a un acto lícito; una circunstancia puede
acentuar o disminuir la bondad o la malicia de un acto ya moralmente especificado; una circunstancia puede
añadir una formalidad peculiar al acto (además de la que está contenida en el objeto), cambiando su especie.

En la literatura moral reciente es palpable la tendencia a tratar los tres elementos por separado y a
reformularlos probablemente no sin un cierto tono personalista, en términos de libertad del hombre (una
libertad vinculada a los dinamismos cognoscitivos y volitivos propios de un ser racional, responsable, que se
auto-dirige hacia un fin), de bondad o malicia del agente y de sus intenciones (goodness and badness), de
corrección del acto (righteousness and wrongfulness).

Esta reformulación se debe también al desarrollo de la psicología, por un lado, y de la filosofía del obrar, por
otro, que, estudiando los mecanismos de la intención, de la volición, de la opción, de la motivación, es decir,
de todo lo que implica la concreción de la libertad humana, ofrecen una notable aportación a la definición
progresiva de la génesis tan compleja del acto voluntario en el hombre.

Existe además - distinta de la moralidad del acto en sí- una moralidad del acto considerado en sus efectos, que
se valora a partir de la voluntariedad del agente (en sí o in causa). Sin embargo, actualmente, sobre todo en la
reflexión ético-teleologista (el objeto de la valoración moral es el acto tomado globalmente y considerado en
sus efectos), se privilegia la intención del agente. En esta misma línea parece que debe colocarse la posición
de algunos moralistas que niegan la existencia de actos intrínsecamente malos, es decir, de actos con una
relación moral con el objeto material de tal categoría que lo hagan de suyo moralmente malo.

DIFERENCIA ENTRE ÉTICA Y MORAL


 La moral son los principios, criterios, normas etc, y nos orienta en la vida, las acciones que tomamos siempre
son medidas por la moral.
 La Ética es la teoría que discute la moral, es la que se encarga de poner en práctica la moral y discutir estos
conjuntos de criterios principios y normas.

Diferencia entre Ética y Moral


Esta es una pregunta que nos hemos hecho muchas veces… para muchos significa lo mismo, pero no es así.
La gran diferencia es que la ética pasa a ser el estudio filosófico y científico de la moral, siendo esta última más
práctica y la ética más teórica.
Es decir, la moral es el comportamiento real de las personas, y la ética es filosófica y trata sobre la razón.
Otra diferencia importante es que la morales un conjunto de reglas que influyen en la conducta desde su
inconsciente o del exterior, mientras que la ética actúa sobre la persona conscientemente.

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