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INFORMACIÓN GENERAL SOBRE ROMANCES

LA LENGUA ESPAÑOLA

La palabra “romance” deriva de “Roma” y designa, en principio, al conjunto de lenguas derivadas del idioma oficial
del Imperio Romano: el latín. Son ellas el castellano, francés, portugués, italiano y rumano.
En el siglo III la península ibérica es invadida por los romanos, lo que se mantiene por dos siglos. A partir de allí el
latín se conserva como lengua culta, usada en los documentos, mientras la primitiva lengua de los pueblos iberos se
mezclaba con aquella y también, desde el siglo VIII, con la de los invasores árabes. De esta fusión resultaron distintos
dialectos, hasta que el castellano se impone como lengua oficial desde el momento en que Castilla triunfa
políticamente sobre las demás regiones. Hasta el siglo XII el castellano es una lengua exclusivamente hablada, para
todo lo escrito se utiliza el latín. En el siglo XIII se produce un cambio: Alfonso X, el Sabio, decreta que todos los
documentos del reino sean escritos en castellano. Con la invención de la imprenta (siglo XV) y la creación de la Real
Academia Española (siglo XVIII) se regulariza el uso de la lengua, y puede decirse que nace el español moderno.

DEFINICIÓN Y ORIGEN DEL ROMANCE

A partir del siglo XIV la palabra “romance” encuentra otra acepción, al referirse a cierto tipo de poemas, que se
consideran derivados de otros, más antiguos, llamados “cantares de gesta”. Estos últimos eran extensos poemas de
carácter fundamentalmente histórico y épico, compuestos en un idioma tosco, primitivo, entre los siglos XII y XIII. Tal
vez el cantar de gesta más conocido sea el “Cantar del mío Cid”, a veces considerado la primera obra importante que
se conserva de la literatura española.
Estos poemas eran recitados por los juglares, profesionales del canto y la recitación que recorrían los pueblos para
brindar a su público tanto entretenimiento como información de sucesos recientes. Se cree que, con el paso del
tiempo, el público fue memorizando los fragmentos preferidos del cantar, eliminando elementos narrativos que no
eran esenciales. Pedirían al juglar que se detuviera y repitiera, especialmente, tal o cual parte. Con el tiempo los
poetas empezaron a componer especialmente textos breves, siguiendo el gusto del público, por imitación de los
cantares de gesta. Así surgen los “romances”.
DEFINICIÓN POÉTICA: Un romance es un breve poema de carácter épico-lírico, destinado al canto con
acompañamiento de algún instrumento musical. El carácter épico está dado por lo narrativo: se cuentan sucesos. A
la vez son líricos, porque aparecen los sentimientos y emociones del autor frente a esos hechos.
DEFINICIÓN FORMAL: Los romances son series indefinidas de versos octosílabos con rima asonante en los versos
pares. No están divididos en estrofas, aunque las pausas se dan generalmente en los versos que riman. Quizá esto
derive de los versos de los cantares de gesta, que eran de dieciséis sílabas. Hay quien afirma que al principio los
versos se copiaban en papeles angostos, y por ello se los dividió en ocho sílabas por renglón. Como consecuencia,
hay muchos encabalgamientos en los romances.

CARACTERÍSTICAS

Se llama “Romancero” al conjunto de los romances conocidos. Constituyen el auténtico folklore español, la obra
anónima y colectiva de los poetas populares en los siglos XIV, XV y XVI. Los romances aparecen al final de la Edad
Media y revitalizan los asuntos y personajes de los siglos pasados, aunque muestran una adhesión a los asuntos
terrenales que es más propia del Renacimiento. El carácter medieval aparece en el hecho de ser anónimos, obra
colectiva y popular. Recordemos que el Renacimiento apareció en España tardíamente con respecto al país en que
se originó: Italia.
Los romances son ANÓNIMOS, no porque se haya olvidado el nombre del autor, sino porque son una CREACIÓN
COLECTIVA. Hubo un autor inicial para cada poema, claro está, pero luego cada juglar que lo cantó, cada persona
que lo fue transmitiendo oralmente a otra, pudo modificarlo un poco. Se olvidaron fragmentos, se le agregaron
versos o se cambiaron palabras. Es decir, que los romances son de todos y no son de nadie, son poesía abierta y
dinámica. En muchos casos se conservan varias versiones de un mismo romance. Por regla general, la más nueva es
la más breve, porque lo más común es que el paso del tiempo los fue acortando, rescatando lo esencial, lo más
intenso.
Los romances fueron de TRANSMISIÓN ORAL hasta mediados del siglo XVI. Allí, tal vez como consecuencia de la
difusión de la imprenta, aparecen los primeros romanceros, o recopilaciones de romances. Eran librillos de muy bajo
precio, lo que favoreció al principio su divulgación.
Otra característica es el FRAGMENTARISMO: los romances destacan sólo una situación, sin dar preliminares, ni
detalles, ni desenlace. Se suprime todo lo que no es esencial, lo que da una visión intuitiva, instantánea, del mundo.
Se habla de un COMIENZO ABRUPTO, o “in media res” (frase latina que quiere decir “en medio de los hechos”), ya
que no hay introducción, no se dan nombres, fechas ni lugares concretos. En general terminan con un FINAL TRUNCO,
interrumpiendo el texto en un momento de tensión, como para que el lector lo termine con su imaginación.
Son frecuentes las REITERACIONES, sea de palabras o de frases, que procuran un aumento de la fuerza afectiva del
romance, a la vez que le dan musicalidad.
También abundan los DIÁLOGOS, que a menudo sustituyen la línea narrativa. Hay alternancia de voces, a veces con
breves frases introductorias.
Muchas veces se da el USO DE DIMINUTIVOS, para intensificar lo afectivo, como al hablar de un “soñito” o una
“avecilla”.
Los temas de los romances son en general profanos. Hay pocos romances religiosos. Tratan de pasiones netamente
terrenales. Los más frecuentes temas son el sentimiento amoroso, los conflictos entre un rey y sus vasallos y la caída
de un príncipe. Se mantienen los mismos asuntos nacionales, revividos una y otra vez. A esto se le llama
TRADICIONALISMO. A la vez, se habla de la POPULARIDAD de los romances, ya que son muy gustados por todo tipo
de público.

CLASIFICACIÓN DE ROMANCES

Podemos hablar de dos criterios principales de clasificación. Por un lado, según la época en que se compusieron,
hablamos de ROMANCES VIEJOS (anónimos, de transmisión oral, compuestos en los siglos XIV, XV y principios del
XVI) y ROMANCES NUEVOS O ARTÍSTICOS (imitación de los viejos, de transmisión escrita, con autor conocido,
escritos a partir de la segunda mitad del siglo XVI).
En cuanto a sus temas, diferenciamos cuatro grupos:
a) Romances heroico-caballerescos: tienen tema español, derivado de los cantares de gesta y las leyendas
caballerescas (como el Cid, los Infantes de Lara, etc.).
b) Romances noticieros o históricos contemporáneos: informan sobre hechos de la época, generalmente
relacionados con la guerra entre moros y cristianos, ya sea desde el punto de vista de los españoles (romances
fronterizos) o de los árabes (romances moriscos). Estos últimos eran compuestos por autores españoles que
adoptaban el punto de vista de sus rivales.
c) Romances novelescos: se basan en hechos ficticios, derivan de novelas y cuentos.
d) Romances líricos: se centran en la expresión de emociones, más que en un relato.

Trovadores:

Eran autores nobles y cultos, poetas cortesanos cultos, que componían versos amatorios en lengua romance
provenzal (sur de Francia). Se referían a la mujer amada, dueña, elegida y adorada del alma del poeta, idealizada y
espiritualizada casi hasta lo religioso. Además de la lucha entre los caballeros feudales introdujo en los cantares el
tema épico, por el cual los caballeros feudales pasaron a ser exaltados por sus hazañas guerreras.

Mientras el pueblo llano, siervo y villanos, se fue alejando del idioma culto y fue dando origen a expresiones de
diversión basadas en la burla a los curas y frailes y la exaltación del vino y las mujeres.
El mundo feudal agrario dio paso al mundo feudal urbano, a los habitantes de villas y Burgos, naciendo un nuevo
público, el burgués, a quienes interesaban las expresiones poéticas referidas a las damas de sus desvelos.

La estructura feudal de la Edad Media salpicada de burgos, o sea de centros urbanos que se formaban alrededor de
un castillo, hizo que quienes proporcionaban entretenimiento tuvieran que desplazarse de un burgo a otro burgo.
Así aparecen los juglares.

Juglares

Eran profesionales del arte que ejecutaban toda clase de actos para el entretenimiento, acompañados de
instrumentos musicales de cuerda y percusión. Recitaban los poemas líricos compuestos por los trovadores. Los
instrumentos musicales empleados eran el laúd y la vihuela (guitarra pequeña) y los de percusión eran tambores,
panderos, cascabeles.

El estilo recitativo y en especial el canto acompañado de instrumentos musicales, exigía una expresión versificada,
en períodos cortos y con frecuentes repeticiones rítmicas.

El repertorio de los juglares eran temas referentes al amor y la religión pero pronto fueron ampliándose, pasando a
tratar temas vinculado a los caballeros cruzados o a cuestiones de guerras religiosas o políticas.
INFORMACIÓN GENERAL PARA LAZARILLO DE TORMES

SIGLOS DE ORO ESPAÑOLES

Se conoce con este nombre a un período de florecimiento artístico y cultural que abarca los siglos XVI (Renacimiento)
y XVII (Barroco), recordados por el español de hoy a la vez con orgullo (por el esplendor artístico, por la unificación
nacional) y vergüenza (por la rígida diferenciación de clases y el racismo existentes entonces).
El Renacimiento es una época de resurrección de las ideas y formas de la Antigüedad clásica, con influencia de la
Edad Media y el cristianismo. Se produce un movimiento cultural nuevo, el Humanismo, que considera al hombre el
centro del universo y dedica sus esfuerzos al estudio de las letras humanas. Adquieren gran importancia las
universidades y florecen los “mecenas”, protectores de los artistas. Se quiere restaurar el ideal educativo de la
Antigüedad, que apuntaba a formar al hombre en forma integral, atendiendo por igual lo físico, moral, intelectual y
artístico. Es una época de optimismo, en la que se piensa que el universo y la naturaleza están a disposición del ser
humano, que se cree capaz de organizarlos y dominarlos racionalmente. La confianza en el poder de la razón explica
la idea de progreso propia del Renacimiento: se considera que el saber puede hacer cada vez mejor al hombre.
España se encuentra unificada en lo político (monarquía), en lo religioso (catolicismo) y en lo lingüístico (castellano),
pero esa unidad es todavía precaria, inestable. Pese a las riquezas que llegan de América, los gastos de las continuas
guerras llevaron a la pobreza, los campos se van despoblando y aumentan los impuestos. Se publican listas de libros
prohibidos y se censura previamente cualquier publicación. La Iglesia y el Estado tienen un fuerte control de todos
los asuntos humanos, incluyendo el arte.
La literatura del Renacimiento en general busca la perfección, el orden, la claridad, sencillez, equilibrio y simetría. Es
un arte para minorías, severo y exquisito.
Podemos encontrar en la época distintos tipos de novelas:
a) DE CABALLERIA: narra las hazañas de un héroe joven, noble y hermoso, enamorado de una hermosa y virtuosa
dama, a quien dedica sus triunfos, que resulta casi invencible frente a cualquier enemigo, sea humano, mago o
monstruo.
b) SENTIMENTAL: relata los amores desventurados, apasionados y trágicos de una pareja que logra vencer
dificultades casi insalvables para llevar a buen término sus sentimientos.
c) PASTORIL: también hay un tema amoroso pero lo más importante es el marco natural en que se ubican, paisaje
muy armónico y pacífico, con pastores cultos, que cantan a sus amadas en bellas poesías.
d) PICARESCA: es la antítesis de las otras, ya que habla de problemas tan reales como el hambre, la hostilidad del
mundo, la soledad del individuo. Se trata de un género nuevo, auténticamente español.
Las novelas picarescas son relatos aparentemente autobiográficos, es decir que es el propio protagonista el que
cuenta su historia. El pícaro es un ser tan insignificante, socialmente hablando, que no tiene alguien que se ocupe de
contar su vida, y él debe tomar la palabra. Por contraste, el héroe caballeresco siempre tiene un biógrafo, alguien
que conoce toda su biografía.
Estas novelas se desenvuelven linealmente, sin saltos ni cambios bruscos en la temporalidad. Generalmente se
presentan como una sucesión inconexa de episodios, y tienen como personaje central a un muchacho de muchos
amos, un antihéroe que atraviesa una serie de conflictos, resueltos humorísticamente. Su figura unifica un constante
ir y venir de personajes episódicos. No hay allí grandes pasiones, y por eso carece de complicaciones trágicas.
El crítico Ludwig Pfandl define al pícaro como “un mozo nacido casi siempre de padres pobres y de baja extracción,
rara vez honrados, el cual por culpa de malas compañías o por falta de instrucción, al verse lanzado a la confusión de
la vida y entregado a sí mismo, cae en la vagancia, se aparta del trabajo y lucha contra la vida como puede, con osadía
y falta de escrúpulos, con engaño, malicia y malas artes. Su distintivo externo es el aspecto andrajoso, pero no la
deformidad física. Sus ocupaciones son el pedir limosna, los bajos trabajos de ocasión, el vagar perezosamente de
ciudad en ciudad. La necesidad de vivir lo hace desvergonzado y sin escrúpulos, pero no quisiera ser otra cosa que lo
que es, no cambiaría su libre y despreocupada existencia por una sedentariedad honorable, a cambio de una cama y
un techo.”
“Lazarillo de Tormes” no coincide con esto en todos los aspectos: él trata de cambiar su suerte, y se siente feliz
cuando lo logra. No es una típica obra picaresca sino un antecedente de la misma. Lázaro es simpático, con una
alegría de vivir típicamente renacentista.
El título es “Vida de Lazarillo de Tormes, de sus fortunas y adversidades”. Tuvo una primera edición en el año 1553,
que no se ha conservado. En 1554 se edita la obra en tres ciudades, y cinco años más tarde se prohíbe su circulación
en España. En 1573 se publica “Lazarillo castigado”, una versión censurada, sin los tratados que más criticaban al
clero, y no volvió a ser editada en forma completa hasta el siglo XIX. La fecha de composición es incierta, en la primera
mitad del siglo XVI.
El autor prefirió ocultar su identidad, lo que ha dado pie a muchas teorías. ¿Sería un destacado político, un judío
converso o un religioso, que no quiso arriesgar su prestigio en esta obra? No se sabe quién fue, y probablemente
nunca se sepa.
La novedad estaba en el uso de la primera persona: toda la novela es como una carta dirigida a alguien a quien llama
“vuestra merced”. Lázaro no cuenta toda su vida, sino aquello que quiere mostrar para explicar su forma de vivir
actual. Cuenta en primera persona la vida de un muchacho que pasa de amo en amo, desde su infancia hasta su
juventud. Se narra la vida de Lázaro a la vez que se plantea un cuadro de su sociedad con intención satírica,
describiendo sus tipos y costumbres. La obra está desarrollada como una sucesión de episodios de desigual
extensión. Se organiza en siete tratados y un prólogo, y su unidad se asegura por la figura de su personaje central,
siempre presente. Los distintos amos sirven para presentar, desde dentro, a distintas clases de personas de la época:
los mendigos, los curas, los nobles empobrecidos, los artistas.

El argumento de la novela al final muestra el estado de miseria y deshonor al que las circunstancias le habrían
conducido. Los tres primeros tratados forman una unidad, centrados en el tema del hambre, así como los últimos
tienen en común el afán de ascenso social y el paralelo descenso moral del protagonista. Lazarillo va madurando y
perdiendo ingenuidad a lo largo de la obra, hasta terminar en el desilusionado conformismo del final, cuando acepta
una situación indigna al ser engañado por su esposa –si bien nunca lo reconoce abiertamente- con el jefe de ambos
a cambio de casa, ropa y trabajo.

El Lazarillo

Esta novela tiene el propósito de denuncia de la realidad miserable en la que se encuentra España; tanto
económicamente como espiritual y religiosamente.

A nivel religioso estamos en una época de revisión de la Iglesia. La impresión de la Biblia ha puesto a este libro al
alcance del mundo secular que ha obligado a la Iglesia a revisar sus principios. En algunos países aparecen las
primeras reformas protestantes. En España, en la que hay aún una Inquisición muy fuerte (aparato represor de la
Iglesia que tortura y quema a cualquiera que considere hereje o en pecado), aparece la figura de Erasmo de
Rotherdam, un religioso que comienza criticando la pomposidad de la Iglesia. Erasmo habla de una Iglesia enriquecida
que se ha olvidado lo esencial de su función, que ha olvidado la humildad y la sencillez de Cristo y que está más
apegado a los bienes materiales de este mundo. El Lazarillo está plagado de huellas erasmistas.

A causa de todo esto es que el autor esconde su identidad. Sabe que puede ser castigado por estas críticas duras que
hace en su novela. Este anonimato nada tiene que ver con el anonimato medieval. En la Edad Media no se firmaban
las obras en su mayoría, porque no era esperable que el autor sobresaliera, ya que todo debía ser hecho para la obra
de Dios. También tenemos que tener presente que la mayor parte de las creaciones literarias medievales son orales,
porque no era un bien común la escritura, así que nadie era dueño de esa producción que se iba modificando de boca
a boca.

Estructura

Esta novela está estructurada exteriormente, en tratados que son escritos con fines didácticos donde se diserta sobre
un tema. Por lo tanto vemos que el propósito de Lázaro es enseñar sobre la vida a través de su vida. “Cada uno es
producto de sus obras” parece ser una sentencia del Renacimiento; y el prólogo del Lazarillo, escrito por el personaje
que asegura que es posible “con fuerza y maña” aun teniendo a la Fortuna contraria a ellos, “remando” salir “a buen
puerto”. Este es el propósito del personaje al contar la novela, mientras que el propósito del autor es la denuncia.
Son siete tratados los que encontramos en ella. Casi se podría decir que en cada tratado a un amo, excepto en alguno
de ellos que hala de dos amos, pero uno de ellos es tan insignificante que no se hace un tratado de él. En realidad
Lázaro pasa por manos de nueve amos.

Son los tres primeros amos y tratados los que marcan su vida infantil. Los otros marcan su vida juvenil.

En los tres primeros tratados, Lázaro sólo busca alimentarse, corre una carrera contra el hambre, y es el hambre
quien mueve sus pasos. En cambio en los otros cuatro tratados, el hambre parece estar resulta y ahora hay otros
intereses.

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