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Conocimientos, Agentes y Articulaciones:

Una mirada situada a la Intervención Social

Marisela Montenegro Martínez

Tesis Doctoral
Programa de Doctorat en Psicologia Social
Universitat Autònoma de Barcelona
Dirigido por el Dr. Joan Pujol
Enero, 2001
ii
Los discursos de la ciencia y de los
expertos, tales como el discurso del
desarrollo – o de la intervención social –
producen verdades peligrosas, maneras
de crear el mundo y de intervenir en él,
incluyéndonos también a nosotros; son
ejemplos de 'espacios donde se
reinventan constantemente los mundos
posibles en la lucha por mundos
concretos y reales' (Haraway, 1989: 5).
Las narraciones, igual que las fábulas
que aparecen en este libro – texto –
están siempre inmersas en la historia y
carecen de inocencia... (Escobar,
1996/1998: 49).

iii
Agradecimientos

Este trabajo ha sido fruto de numerosas conversaciones, encuentros,


discusiones, acuerdos y desacuerdos con diferentes personas. Sin embargo,
quisiera dar agradecimientos especiales a aquellas personas, grupos e
instituciones que, a través de su soporte e 'intervención', han hecho posible la
investigación que aquí se presenta:

A mi familia y amistades que han servido siempre de soporte afectivo y


logístico para todos los proyectos que me he propuesto.
A Joan Pujol, quien, con su paciencia y reflexiones, me ha ayudado a construir
los planteamientos que aquí se trabajan.
A Nydza Correa que con su amistad y comentarios ha intervenido en mi
causando gran impacto sobre mis pensamientos y afectos.
A Ana Garay y Margot Pujal, quienes con sus aportes y constante apoyo han
ayudado a hacer viable un proyecto como este.
A Mamen Cagigós y Eva La Porta que han revisado aguda y amorosamente
secciones de este trabajo y cuyas colaboraciones han sido de gran ayuda para
el esclarecimiento de las ideas que aquí se exponen.
A Juliana Flores cuyas discusiones cotidianas conmigo y 'lecturas
recomendadas' ha enriquecido tanto nuestra amistad como nuestras formas de
construir el mundo.
A José Ema, Vicente Zabaleta, Silvia García y la 'gente de Madrid', que con su
valioso aporte ayudaron a complejizar y enriquecer muchas partes de este
trabajo.
Al grupo "Cuerpo Identidad y Cultura" que se ha convertido en un espacio de
referencia para la reflexión y el trabajo conjunto.
Al grupo "Espacios de Participación Ciudadana", en el que efectivamente se ha
abierto un espacio en el que se posibilitan articulaciones y acciones de
transformación.
Al área de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona que ha
servido de espacio institucional de la investigación.
A las personas de la Asociación Civil Maizal que han sido de gran inspiración
para todo mi trabajo.
A la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho de Venezuela por haberme ofrecido
el soporte económico para la realización de esta tesis doctoral.

v
Índice

CAPÍTULO 1: INTRODUCCIÓN ...................................................................... 1

1.1 ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO DE ESTUDIO ...................... 2


1.2 PROPÓSITOS DE LA INVESTIGACIÓN .............................................................. 5

1.3 PROCEDIMIENTO ......................................................................................... 8

CAPÍTULO 2: EL CAMBIO SOCIAL POSIBLE Y DESEABLE..................... 17

2.1 LA SOCIEDAD COMO SISTEMA SOCIAL ......................................................... 18


2.2 LA SOCIEDAD COMO CONFLICTO DE CLASES ................................................ 20

2.2.1 REVOLUCIÓN – SOCIALDEMOCRACIA – REFORMISMO ........................... 26

2.2.2 ESPONTANEIDAD DE LAS MASAS O FORMACIÓN .................................... 29

2.2.3 IDEOLOGÍA – HEGEMONÍA – CIENCIA .................................................. 32


2.3 LA SOCIEDAD COMO SISTEMA DE DOMINACIÓN Y AUTORIDAD ......................... 38

2.3.1 LA CRÍTICA A LA SOCIEDAD................................................................. 38

2.3.2 LAS DIRECCIONES DEL CAMBIO SOCIAL ................................................ 41

2.3.3 COMPARACIÓN CON EL SISTEMA SOCIAL .............................................. 43


2.3.4 COMPARACIÓN CON EL SOCIALISMO .................................................... 44

2.4 EL CAMBIO SOCIAL: ¿QUÉ, CÓMO Y QUIÉN? ................................................ 47

2.4.1 ¿QUÉ ES LO QUE CAMBIA? ¿CÓMO SE CAMBIA? .................................. 48

2.4.2 PROTAGONISTAS DEL CAMBIO SOCIAL ................................................. 52


2.4.3 PAPEL DE LOS/AS INTELECTUALES ...................................................... 56

2.5 ¿QUÉ HEREDAMOS? IDEAS NECESARIAS PARA PENSAR EN LA INTERVENCIÓN


........................................................................................................... 60
2.5.1 CIERTO DESCONTENTO CON EL ORDEN SOCIAL. ................................... 60
2.5.2 POSIBILIDAD Y DESEABILIDAD DEL CAMBIO SOCIAL ................................ 60
2.5.3 ACCIÓN COLECTIVA ........................................................................... 61

vii
2.5.4 CONOCIMIENTO: GUÍA DE LA ACCIÓN .................................................. 63

2.5.5 INTERVENCIÓN: DIÁLOGO ENTRE DIFERENTES AGENTES ....................... 64


2.5.6 HEREDAMOS IDEAS PARA GUIAR DIFERENTES TIPOS DE INTERVENCIÓN .. 65

2.6 CONSTRUCCIÓN DE LOS EJES DE ANÁLISIS PARA ESTUDIAR LA INTERVENCIÓN


SOCIAL ................................................................................................ 66

CAPÍTULO 3: LA INTERVENCIÓN SOCIAL I: INTERVENCIONES


DIRIGIDAS ............................................................................................ 69

3.1.1 LA APLICACIÓN................................................................................. 71

3.1.2 CONCEPTO Y MODELOS GENERALES DE INTERVENCIÓN SOCIAL ............. 73


3.2 LOS SERVICIOS SOCIALES COMO ÁMBITO DE INTERVENCIÓN SOCIAL............. 82

3.2.1 REDES DE CONCEPTOS ..................................................................... 82

3.2.2 LOS PRINCIPIOS BÁSICOS QUE RIGEN LA ACTUACIÓN EN SERVICIOS


SOCIALES ........................................................................................ 89

3.2.3 NIVELES DE ACTUACIÓN .................................................................... 90

3.2.4 RESPONSABILIDADES DE LOS AGENTES .............................................. 93

3.2.5 FASES DE LA INTERVENCIÓN .............................................................. 97

3.2.6 CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES DE LA INTERVENCIÓN SOCIAL Y


PSICOSOCIAL EN SERVICIOS SOCIALES:............................................... 99

3.3 LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL PARA EL DESARROLLO COMO ÁMBITO DE


INTERVENCIÓN SOCIAL ........................................................................ 102

3.3.1 LA AYUDA INTERNACIONAL .............................................................. 103


3.3.2 LAS ONGD'S COMO VEHÍCULO DE LA AYUDA..................................... 110

3.3.3 LA INTERVENCIÓN DESDE LAS ONGD'S ............................................ 122

3.4 EL APOYO SOCIAL Y LOS GRUPOS DE APOYO Y DE AYUDA MUTUA ................ 127

3.4.1 RELACIONES DE APOYO .................................................................. 129


3.4.2 REDES SOCIALES E INTEGRACIÓN SOCIAL ......................................... 131

3.4.3 EFECTO DEL APOYO SOCIAL: EL BIENESTAR ...................................... 133

3.4.4 LA INTERVENCIÓN BASADA EN EL 'APOYO SOCIAL' .............................. 136

viii
3.5 ANÁLISIS DE LOS MODELOS DE INTERVENCIÓN ........................................... 145

3.5.1 EL DIAGNÓSTICO ............................................................................ 145


3.5.2 LA SOLUCIÓN ................................................................................. 146

3.5.3 ENTES RELEVANTES PARA LA SOLUCIÓN ............................................ 148

3.5.4 TECNIFICACIÓN DE LA INTERVENCIÓN ................................................ 152

3.5.5 CAMBIO SOCIAL POSIBLE Y DESEABLE ............................................... 161

CAPÍTULO 4: LA INTERVENCIÓN SOCIAL II: INTERVENCIONES


PARTICIPATIVAS ............................................................................... 167

4.1 EDUCACIÓN POPULAR ............................................................................. 174


4.2 TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN .................................................................. 182

4.3 INVESTIGACIÓN ACCIÓN PARTICIPATIVA .................................................... 186

4.3.1 LA INSPIRACIÓN DE FALS BORDA ...................................................... 187

4.3.2 LAS REDES SOCIALES COMO BASE DE LA INVESTIGACIÓN ACCIÓN


PARTICIPACIÓN .............................................................................. 195
4.3.3 MIRADAS CRÍTICAS SOBRE LA IAP .................................................... 199

4.4 PSICOLOGÍA (SOCIAL) COMUNITARIA ........................................................ 202

4.4.1 LA SALUD MENTAL COMUNITARIA ...................................................... 203


4.4.2 MODELO ECOLÓGICO ...................................................................... 205

4.4.3 PSICOLOGÍA COMUNITARIA DE LA TRANSFORMACIÓN........................... 207

4.5 ANÁLISIS DE LAS PERSPECTIVAS PARTICIPATIVAS ...................................... 221

4.5.1 DIAGNÓSTICO ................................................................................ 221


4.5.2 SOLUCIÓN ..................................................................................... 222

4.5.3 ENTES RELEVANTES PARA LA SOLUCIÓN ............................................ 225

4.5.4 EL CAMBIO SOCIAL POSIBLE Y DESEABLE ........................................... 230

ix
CAPÍTULO 5: CONSTRUCCIÓN DE UNA 'PERSPECTIVA SITUADA' PARA
LA INTERVENCIÓN SOCIAL ............................................................. 235

5.1 LOS PROBLEMAS SOCIALES..................................................................... 238

5.1.1 CRÍTICAS A LA NOCIÓN DE REPRESENTACIÓN DE LA REALIDAD ............. 244


5.1.2 AQUELLO "DIGNO DE TRANSFORMAR" ............................................... 250

5.2 AGENTES DE CAMBIO SOCIAL .................................................................. 252

5.2.1 ANÁLISIS DE LA TRADICIÓN MARXISTA: LA CLASE OBRERA COMO MOTOR


DEL CAMBIO SOCIAL ........................................................................ 255

5.2.2 LA IDENTIDAD COMO EJE DE CONSTITUCIÓN DE LOS "AGENTES SOCIALES"


EN LOS "NUEVOS MOVIMIENTOS SOCIALES" ....................................... 257

5.2.3 NOCIÓN DE SUJETO Y CONSTITUCIÓN DE LOS "AGENTES DE CAMBIO


SOCIAL"......................................................................................... 261

5.2.4 AGENTES SOCIALES E INTERVENCIÓN SOCIAL .................................... 267

5.3 EL DEBATE SOBRE EL CONOCIMIENTO ...................................................... 270

5.3.1 RECONCEPTUALIZACIONES DEL CONCEPTO DE IDEOLOGÍA .................. 272


5.3.2 EL CONOCIMIENTO Y LA INTERVENCIÓN SOCIAL .................................. 280

5.4 LA INTERVENCIÓN SOCIAL COMO ARTICULACIÓN ........................................ 282

5.4.1 SIEMPRE INTERVENIMOS ................................................................. 283

5.4.2 PARTICULARIDADES DE LA 'INTERVENCIÓN SOCIAL' ............................ 286


5.4.3 PUNTOS DE PARTIDA ...................................................................... 294

CAPÍTULO 6: VISIONES Y VÍAS DE FUTURO.......................................... 297

6.1 EL CAMINO SEGUIDO: DESDE LA INTERVENCIÓN SOCIAL A LA IDEA DE


ARTICULACIÓN ................................................................................... 298

6.1.1 INTERVENCIONES DIRIGIDAS ............................................................ 302

6.1.2 PERSPECTIVAS PARTICIPATIVAS ....................................................... 304

6.1.3 UNA 'PERSPECTIVA SITUADA' PARA LA INTERVENCIÓN SOCIAL.............. 307

x
6.2 TEMAS EMERGENTES .............................................................................. 311

6.2.1 ÁMBITOS Y MODELOS DE INTERVENCIÓN COMO EJEMPLOS DE


INTERVENCIONES 'DIRIGIDAS' ........................................................... 312

6.2.2 LA ELECCIÓN DEL ANÁLISIS HERMENEÚTICO DE TEXTOS COMO


METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN..................................................... 315

6.2.3 AUSENCIA DE LA VOZ DE PERSONAS DEFINIDAS USUALMENTE COMO


'INTERVENIDAS'............................................................................... 316

6.2.4 POSIBILIDADES DE PUESTA EN PRÁCTICA DE UNA 'PERSPECTIVA SITUADA


PARA LA INTERVENCIÓN SOCIAL' ....................................................... 316

6.2.5 REFLEXIONES SOBRE LA RELACIÓN ENTRE TEORÍA Y PRÁCTICA PRESENTE


EN LA INVESTIGACIÓN ...................................................................... 318

6.2.6 ¿ES LA PROPUESTA DE LA ARTICULACIÓN UNA FORMA DE POSTURA


ÉTICA? .......................................................................................... 320

6.3 METÁFORAS SOBRE LA INTERVENCIÓN SOCIAL .......................................... 321

6.3.1 STICK HOLDER (QUIEN SOSTIENE LA VARA) ........................................ 321

6.3.2 ALTAVOZ ....................................................................................... 323

6.3.3 BISAGRA ........................................................................................ 324


6.3.4 CONSTRUCTOR/A DE CANALES ......................................................... 324

6.4 LA PERSPECTIVA SITUADA COMO POSIBILIDAD ........................................... 326

CAPÍTULO 7: REFERENCIAS .................................................................... 331

xi
Introducción

Capítulo 1: Introducción
Una investigación y la redacción del informe de dicha investigación es un
trayecto o camino. Este texto, por lo tanto, es un momento o estación de este
proceso. En el trayecto que implica un proceso de investigación muchas cosas
y relaciones anteceden, configuran, limitan y dan posibilidad a este
momento/texto que se presenta como producto "acabado" de una
investigación. Sin embargo, una investigación rara vez está acabada; sino que
es limitada, detenida y fijada en un producto legible para que sea comunicable
como un momento/texto. Por esto definimos esta investigación como un punto
de partida para incentivar el diálogo sobre la intervención social.

Creemos que la actividad de investigar más que ser una actividad de


descubrimiento del fenómeno que se está estudiando para poder presentar, de
una vez por todas, su verdadera naturaleza, es una actividad de producción
"interesada" de dicho fenómeno, que establece unos límites y contenidos. Con
"interesada" queremos decir que esta actividad de establecimiento de límites
no se realiza desde un punto de partida neutral en el que la persona o equipo
que investiga se separa del fenómeno a estudiar y lo describe tal y como
aparece en la realidad, sino que tanto la mirada desde la cual se produce una
investigación, como el establecimiento de los límites del texto de investigación,
están profundamente marcados por la posición (vista como producto) de quien
investiga y los contextos de posibilidad de la investigación. En este sentido, la
construcción de una investigación no es arbitraria, como producción caprichosa
de quien lleva a cabo el estudio, sino que se da en contextos caracterizados
por líneas de pensamiento, tradiciones académicas, metodologías de
investigación, narrativas anteriores de ciertos fenómenos, recorridos
personales del/la investigador/a, etc., es decir, es producto de múltiples
conexiones que la configuran y tiene, por tanto, un carácter de producto
situado. Producto porque es una construcción de sentido que se hace como
momento de un proceso de investigación influido por múltiples dinámicas, y
situado porque se relaciona con un contexto hasta cierto punto prefigurado y, a
la vez, sienta las bases de una posición desde la cual dialogar con otras
tradiciones, posturas, proyectos, etc. En este sentido estamos de acuerdo con
Albertín (2000) que afirma que quien investiga está constantemente
interpretando y construyendo de una manera particular los fenómenos que
presenta.

1
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

En esta introducción consideraremos algunos de los elementos que han


contribuido a la construcción del objeto de estudio de esta investigación,
siguiendo los principios que hemos presentado arriba. Mostraremos algunos de
los ejes de preocupación que han guiado el recorrido de investigación, la
posición de la investigadora y elementos del contexto donde este
texto/momento está producido. La principal dificultad encontrada es la de
ordenar las ideas de manera lineal ya que cada uno de estos ejes de
conformación del objeto de estudio están profundamente entrelazados y se
influencian los unos a los otros. Quizás sería más fácil producir un texto que
incorporase varios hipertextos en él (como se presentan las páginas web) para
poder mostrar el proceso de configuración o punto de partida de dicha
construcción; pero, dado que la producción de un texto debe ser de forma
lineal, intentaremos mostrar dichas interrelaciones a lo largo de la introducción.
Otra dificultad que nos hemos encontrado es la combinación entre el uso del
singular "yo" y el plural "nosotros/as" para dar cuenta de los antecedentes
personales de esta investigación y de las decisiones que contribuyen al
establecimiento de sus límites y contenidos. En este sentido, hemos preferido,
siempre que fuese posible, utilizar el nombre plural por considerar que el
recorrido de esta investigación ha sido influido por las conexiones establecidas
entre diferentes contextos, personas, comentarios, textos, etc. Es decir,
creemos que es un producto eminentemente compartido. Sin embargo, en
algunos momentos nos referiremos a la trayectoria en específico de la
investigadora para esclarecer algunas de las vías que nos han llevado hasta
aquí, como un punto nodal en las articulaciones que producen este texto.

1.1 Elementos para la construcción del objeto de estudio


La intervención social ha sido un tema que nos ha preocupado (a muchas
personas, instituciones, organizaciones, estudios, textos) desde hace ya
bastante tiempo; quizás desde los tiempos en que se empezó a creer que era
posible transformar las realidades a través de acciones sistemáticas para tal
fin. Intervenir en algo, inmiscuirse en un estado de cosas para su
transformación es algo que hacemos cotidianamente, intentamos
continuamente influir con nuestra acción, opiniones, textos, en los espacios en
los que nos involucramos con otras personas y entes sociales. En este sentido
el tema de esta investigación sería muy amplio.

2
Introducción

Sin embargo, en este texto hemos querido poner unos límites a lo que
trataremos en el ámbito de la intervención social. Queremos hablar del tipo de
intervención que es entendida como los discursos y prácticas en las que
personas definidas como técnicos/as, profesionales y/o voluntarios/as, a partir
del desarrollo de conocimientos especializados, trabajan para buscar las
soluciones a demandas producidas por individuos, grupos, instituciones, etc.
que identifican ciertas situaciones como problemas sociales.

Ahora bien, ¿de dónde surge la preocupación por estudiar los temas
relacionados con la intervención social?. Una de las vertientes de las cuales
nace la preocupación tiene que ver con la utilización, en diferentes espacios
sociales (tales como servicios sociales, organizaciones no gubernamentales,
organizaciones de economía social, universidades, etc.), de las herramientas
propias del área de intervención social para efectivamente incidir en
situaciones, problemas y vidas de las personas definidas, en diferentes
momentos y contextos, como "intervenibles". Por esta razón, creemos que es
importante reflexionar sobre el conocimiento producido en esta área y las
técnicas que se han creado para desarrollar la intervención social. Esta
reflexión busca poder ampliar el rango de interpretaciones y relatos sobre las
teorías que sostienen la intervención social y abrir vías de diálogo y discusión
acerca de las acciones posibles entre diferentes grupos humanos, instituciones,
organizaciones y otros entes sociales. La necesidad de reflexión implica una
preocupación por dar cuenta de las acciones en las que nos involucramos
como profesionales de la psicología social aplicada sin dar por sentado ni la
necesidad de intervención, ni los métodos desarrollados para llevar a cabo
procesos concretos.

Según nuestra postura, la acción social está conformada por relaciones


sociales, discursos y prácticas que la delimitan y la conforman. La propia
construcción de estos límites y las acciones a las que accedemos en ellos es
un asunto profundamente político (Butler, 1992). Por lo tanto, la actividad
profesional además de técnica es también política. En este sentido, la
preocupación con relación a qué hacemos cuando accedemos a una labor
profesional y las implicaciones que pueda tener esta acción es una de las guías
de esta investigación. Aquello que se conforma como problema social, las
personas legitimadas para involucrase en la vida de otras para transformar
estas situaciones, las formas de acción que allí se juegan y los resultados de
esta acción es un asunto político (Mouffe, 1998). Por lo tanto, además de una

3
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

preocupación práctica de qué hacemos al enfrentarnos a procesos de


intervención social, esta investigación está guiada por una preocupación
política en el sentido de la indagación sobre las formas en las que operan las
definiciones de límites, de actores sociales, de problemas, de acciones y de
efectos de una serie de prácticas y discursos englobados bajo el ámbito de la
intervención social.

Otro de los ejes fundamentales para la construcción del objeto de estudio de


esta investigación está relacionado con mi experiencia profesional. Uno de
los resultados de haber sido intervenida en diferentes contextos (como por
ejemplo la universidad, organizaciones no gubernamentales o conversaciones
en bares) ha sido, como hemos dicho, la reflexión sobre la acción profesional.
En mi formación como psicóloga social ha sido de especial relevancia la noción
de cómo, desde la actividad profesional, se puede influir sobre lo que nos
rodea. Desde una posición de inconformidad con el estado de cosas actuales,
he sido interpelada para pensar sobre la utilidad del conocimiento y de la
formación profesional recibida. Como estudiante de psicología social estudié
los desarrollos de la psicología social comunitaria latinoamericana y desarrollé
mi actividad profesional en esa área en la cual tuvimos dudas, aciertos, errores
y relaciones que nos hicieron pensar sobre diferentes vertientes de la
intervención social. En el ámbito de la investigación, anterior a este trabajo,
desarrollé una investigación donde se recopilaron versiones sobre un proceso
comunitario en el que participamos en Caracas – Venezuela. En aquella
investigación (Montenegro, 1998), se exponían diferentes relatos sobre ese
proceso, producidos por personas que habían participado en él y por mi misma.
A partir de un proceso concreto, en estas versiones, se analizaban los
conceptos y resultados de un trabajo de intervención guiado por una
perspectiva participativa.

A partir de allí, se presenta la posibilidad de hacer un estudio más amplio sobre


los temas relacionados con la intervención social, ya no a través de un proceso
particular de intervención sino sobre la propia idea de intervención social, sus
implicaciones, algunos de los modelos y formas de aproximación desarrollados
y las críticas e incomodidades que han surgido en mi y en otras personas sobre
las diferentes formas de entender la intervención. A partir de otras
intervenciones a las que he sido expuesta como por ejemplo, incursiones en
teorías socioconstruccionistas, teorías feministas, reflexiones en torno al
conocimiento científico, por citar algunas, comienzan las inquietudes acerca de

4
Introducción

cómo, a partir de diferentes prismas se pueden mirar estos modelos y


aproximaciones, como si de un caleidoscopio se tratara que al darle vueltas se
ven combinaciones de colores que cambian continuamente, aunque puedan
ser fijadas, sólo por un momento/texto con un mosaico específico.

Por último, esta investigación está desarrollada en un contexto que le da sus


posibilidades y límites. La posibilidad es poder llevar adelante una investigación
sobre diversas aproximaciones a la intervención como un trabajo académico en
un contexto en el que es posible desarrollar investigaciones que se dedican a
analizar textos y en el que construir reflexiones en torno a qué implican
diferentes aproximaciones puede convertirse en espacio de diálogo con otras
personas. Con respecto a los límites, esta investigación se presenta como un
producto que debe ser adecuado a los requerimientos de ese espacio
académico. Para nosotros/as producir un texto desde un lugar como la
universidad y en particular un doctorado de psicología social es hablar, como
diría Haraway (1991b), desde la barriga del monstruo; es decir, desde un lugar
"no inocente". Esta investigación se hace desde una posición entendida como
producto que es capaz de construir ciertas formas de mirar un fenómeno,
creando posiciones desde las cuales ciertas conexiones son posibles.

Nosotros/as hemos querido producir un texto que no niega su carácter de


producto situado y que, además, busca desde esa posición no inocente
establecer conexiones con otras posiciones alrededor de un "objeto de estudio"
que hemos denominado intervención social. Así, esta investigación analiza
críticamente diferentes desarrollos teóricos sobre intervención social y,
además, propone una serie de herramientas para la reflexión sobre dichas
prácticas y discursos.

1.2 Propósitos de la investigación


Hasta ahora hemos esbozado cuáles han sido algunos de los caminos que han
servido para construir el objeto de estudio de esta investigación: La
preocupación sobre el estudio de la intervención social, la posición de la
investigadora y algunos elementos del contexto donde aparece esta
investigación. Siguiendo estas líneas, formularemos los propósitos de esta
investigación:

Uno de los principales objetivos de esta investigación es la revisión de


diferentes desarrollos en las teorías sobre intervención social. Esta
revisión consistirá en la lectura y análisis de diferentes materiales relacionados

5
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

con formas de intervención social. La guía que hemos utilizado para esta
lectura, es la de los ejes de análisis que definiremos al final del capítulo 2.
Estos ejes surgen de la lectura de desarrollos relacionados con diferentes
tradiciones de pensamiento funcionalistas, marxistas y anarquistas, de la cual
extrajimos algunos puntos relevantes que sostienen la idea y posibilidad de la
intervención social. Éstos puntos se relacionan con: El cambio social posible y
deseable que plantean las diferentes formas de intervención, el diagnóstico que
proponen de sociedad y las soluciones que se presentan a los problemas
sociales asociados a este diagnóstico, los agentes relevantes para dichas
soluciones y el papel del conocimiento en los diferentes planteamientos

Aunque en la literatura sobre el tema abundan los materiales escritos acerca de


experiencias concretas y, además, procesos de intervención a los que
hubiésemos podido acercarnos para realizar un análisis, hemos decidido
centrarnos en el estudio teórico de los desarrollos sobre intervención social por
varios motivos:

• En primer lugar, porque a nuestro parecer, en el ámbito de la intervención


social ha sido escasa la reflexión acerca de las bases teóricas que
fundamentan diferentes formas de intervención. En este sentido, esta
investigación pretende ser una contribución a la discusión teórica de ideas
que sustentan la intervención social.

• En segundo lugar, como hemos dicho antes, en una investigación realizada


anteriormente nos centramos en un estudio que recopilaba relatos sobre
una experiencia concreta de intervención social, cosa que nos llevó a
plantearnos innumerables preguntas acerca de las bases teóricas que
sostenían diferentes tipos de intervención, las cuales era posible analizar
solamente a partir de la revisión teórica de dichas bases.

• En tercer lugar, la amplia variedad de prácticas asociadas a la intervención


social nos haría imposible el trabajo de someter a análisis diferentes
iniciativas de transformación social por medio de la intervención para así
poder discutir acerca de los fundamentos teóricos de estas experiencias.
Hemos preferido utilizar los materiales que discuten y sientan los
fundamentos de los conceptos, ideas y valores sobre la intervención social,
más que estudiar diferentes experiencias. Sin embargo, vale la pena aclarar
que no pretendemos afirmar que las prácticas de intervención social sigan
al pie de la letra las fuentes teóricas que las nutren, más bien pensamos
que existe una amplia variedad de prácticas que están configuradas por

6
Introducción

elementos múltiples tales como los contextos donde surgen, la acción de


quienes allí intervienen, las relaciones con las personas usuarias o
intervenidas, y, como no, las teorías que son tomadas en cuenta en las
diferentes perspectivas de intervención. En este estudio nos centraremos en
este último aspecto que es el que nos interesa revisar, dejando de lado las
formas en las que se concretan en diferentes momentos estas prácticas. En
resumen, en nuestro estudio no hemos querido observar esta multiplicidad
de prácticas concretas sino más bien revisar y analizar las producciones
teóricas de los desarrollos sobre intervención social para poder reflexionar
en ese ámbito específico. Las críticas que propondremos a partir de los
diferentes análisis que se hacen en la presente investigación de ninguna
manera pretenden menospreciar el trabajo de aquellas personas que día a
día se dedican a las acciones de intervención en diferentes contextos; estas
reflexiones, incomodidades, conexiones y críticas se hacen en torno al
ámbito teórico de esta área, alejándonos de la tarea de evaluación que
pueda significar un trabajo que estudiase las prácticas concretas en las que
se fraguan múltiples formas de intervención social.

Por otro lado, en esta investigación también se buscará construir una


propuesta de reflexión para la intervención social que llamaremos
'perspectiva situada para la intervención social'. En esta perspectiva no se
perseguirá armar un dispositivo de intervención acabado que pueda sustituir las
prácticas y discursos actuales en esta área, sino que se buscará articular
ciertos significados sobre la intervención social de manera diferente a las otras
perspectivas estudiadas; utilizando como guía para esta tarea los ejes de
análisis definidos (capítulo 2). El objetivo será reflexionar sobre cómo son
construidas, en los materiales teóricos que revisaremos, las prácticas y
discursos alrededor del tema de la intervención social, cuáles problemas
sociales se hacen relevantes, qué posiciones de sujeto se definen, cuáles
presupuestos sobre el conocimiento y cuáles formas de cambio social se erigen
como posibles y deseables. A través de una 'perspectiva situada para la
intervención social' produciremos reflexiones que cuestionen algunos de los
principios que subyacen a las diferentes ideas sobre la intervención social con
el fin de mover los límites y las posibilidades de la teorización sobre las
acciones colectivas hacia transformaciones sociales.

Esta investigación, por tanto, quiere incidir – intervenir – en procesos de


apertura de vías de conexión, conversaciones, desacuerdos, acciones

7
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

compartidas, etc. que introduzcan significados y resignificaciones al estudio de


la intervención social, desde el reconocimiento de la posición de intervenida por
diversas personas, discursos y prácticas asociadas (y no asociadas) al ámbito
de la intervención social. Quiere proponer diálogos desde esta posición
"peligrosa" que es el contexto académico para hablar sobre intervención social,
con la esperanza de poder levantar ánimos y discusiones sobre los
fundamentos teóricos que sostienen las diferentes ideas sobre la intervención
social.

1.3 Procedimiento
La presente investigación está divida en cuatro capítulos. En primer lugar
investigaremos sobre formas de entender el orden y el cambio social en
diferentes teorías sociales (en el capítulo 2). Haremos una aproximación a
diferentes tradiciones de ciencias sociales que tratan de alguna manera el tema
del cambio social: La funcionalista, la marxista y la anarquista. Esta revisión se
hará con el objetivo de acercarnos a maneras de explicar el cambio social que,
a nuestro entender, han influido en las formas en las que se piensa
actualmente la deseabilidad y posibilidad del cambio social en el ámbito de la
intervención y acción social y, además para la construcción de los ejes de
análisis que guiarán el estudio de diferentes formas de intervención social.
Cada una de estas tradiciones propone una manera de entender las
formaciones sociales y el cambio social. En términos resumidos: En la tradición
funcionalista el cambio social se da como búsqueda de equilibrio y
normalización de quienes están fuera de la norma (anómicos/as); en la
tradición marxista se propone principalmente la lucha de clases como motor de
las transformaciones sociales (bien sea en forma de reforma o de revolución); y
en la tradición anarquista se propone la autorganización como una de las
maneras de transformar el orden social (en específico la abolición de la
propiedad privada y del Estado como formas de opresión). Estas lecturas serán
útiles para reflexionar sobre diferentes ideas acerca del cambio social, sobre
quienes son los agentes sociales de este cambio, cuál es el papel que se le
otorga a los/as intelectuales en estas aproximaciones y, finalmente, qué
heredamos de estos modelos para la intervención social. De esta manera, la
lectura y análisis de estos materiales dará un marco de referencia, concretado
por medio de la construcción de los ejes de análisis, para comprender y
analizar los materiales sobre intervención social que se revisarán
posteriormente.

8
Introducción

A continuación, seguirán dos capítulos dedicados a diferentes desarrollos en el


ámbito de la intervención social. Estos capítulos fueron definidos a partir de una
distinción que hemos introducido para analizar las diferentes corrientes
estudiadas. Esta distinción fue hecha por las similitudes encontradas en
diversos modelos y ámbitos de intervención a partir de los ejes de análisis
explicados arriba. Distinguimos dos grandes líneas de desarrollos en
intervención social:

• A la primera de éstas la hemos denominado 'intervención social dirigida'


porque son intervenciones que mayoritariamente son planificadas y llevadas
a cabo por parte de quienes son definidos/as como profesionales o
expertos/as. Allí incluiremos algunos de los modelos de intervención
desarrollados en los servicios sociales y la cooperación internacional y,
también, el estudio de los grupos de apoyo.

• A la segunda línea le hemos llamado 'intervenciones participativas' porque


explícitamente incorporan dentro de sus planteamientos la participación de
las personas afectadas en la solución de sus propios problemas. En ésta
incluiremos corrientes como la educación popular, la teología de la
liberación, la investigación acción participativa y la psicología comunitaria,
ya que enfatizan en la importancia del trabajo conjunto entre personas que
intervienen y personas de las comunidades o grupos afectados por los
problemas sociales identificados.

Hemos querido hacer esta distinción con el fin de poder trabajar sobre diversas
corrientes de pensamiento englobadas en cada una de estas líneas de
desarrollos y porque, a nuestro entender, ambas líneas siguen parámetros
distintos al ser interpeladas por los ejes de análisis que construimos para
estudiar la intervención social. En estos dos capítulos (3 y 4) se analizarán
textos relacionados con la intervención social para cada una de estas líneas de
pensamiento. Lo que se buscará en los diferentes modelos de intervención es:
1) La manera en la que se construyen los diferentes problemas sociales a los
que se debe buscar respuesta, 2) Las soluciones a estos problemas, 3) Los
entes sociales relevantes en los diferentes modelos, 4) Las metodologías y
técnicas utilizadas, y 5) El cambio social posible y deseable en cada uno de
ellos.

Por último, habrá un capítulo (5) en el que se propondrán líneas de reflexión en


torno a los ejes de análisis definidos. Será la construcción de lo que hemos
llamado 'perspectiva situada para la intervención social'. Exploraremos las

9
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

posibilidades de hacer una lectura "crítica" con respecto a las propuestas de


intervención estudiadas en los capítulos anteriores y proponer líneas de
reflexión que resignifiquen algunos de los presupuestos fundamentales de la
intervención social.

Las decisiones de cómo abordar el objeto de estudio (en el sentido de los ejes
de análisis explicados) y las delimitaciones hechas a éste (en el sentido de
tomar en cuenta solamente textos teóricos en el ámbito de la intervención
social) han dibujado el espacio de la presente investigación. Por otro lado,
estas decisiones nos han obligado a reflexionar sobre la forma en la cual
podríamos llevar a cabo esta investigación y han delimitado una posición desde
la cual nos relacionamos con dichos textos. Por esta razón hemos buscado
herramientas que nos permitieran seguir un camino sistemático para la
indagación. A continuación explicaremos cuáles han sido los principios
epistemológicos que nos han guiado.

En primer lugar, de algunas corrientes socioconstruccionistas (Gergen, 1994,


Ibáñez, 1996) y del programa fuerte de la sociología del conocimiento científico
(Latour, 1986; Woolgar, 1988; Mulkay, 1991) hemos recogido el planteamiento
de que el conocimiento es un producto social y contingente. Estas corrientes se
alejan de la posibilidad de representación de la realidad y postulan la
construcción social de la realidad a partir de las relaciones sociales donde nos
involucramos, en contextos sociohistóricos que delimitan y posibilitan ciertas
versiones y relatos sobre nosotros/as mismos/as y el mundo que nos rodea.
Estas corrientes han desarrollado críticas con relación al desarrollo de la
actividad científica como forma de conocimiento privilegiado y del
establecimiento de verdades inamovibles. Proponen, en cambio, que el
conocimiento científico es un producto contingente en el que se desarrollan
diferentes versiones de los objetos de estudio construidos. De esta manera,
estas corrientes han socavado las bases objetivistas que han sustentado gran
parte del conocimiento científico producido y han sostenido que el conocimiento
está sustentado en relaciones sociales y que tiene especificidad histórica y
cultural.

En segundo lugar, hemos tomado algunos aportes de lo que se han llamado las
corrientes de epistemología feminista para complementar esta posición
(Sánchez, 1991; Haraway, 1991b, Harding, 1993). Se propone, desde estas
posturas, la imposibilidad de la mirada desde ningún lugar que pretenden las
producciones científicas. La producción de conocimiento es vista como

10
Introducción

dependiente de los factores sociales y de poder involucrados en su producción.


El/la conocedor/a no puede ser capaz, como propone el modelo positivista de
la ciencia, de transcender la particularidad y la contingencia a través del uso
autónomo de la razón. Los ideales de conocimiento "objetivo" del positivismo
borran la posibilidad de analizar el inter-juego entre emoción y razón y
oscurecen las conexiones entre conocimiento y poder. La propuesta de estas
autoras consiste en producir conocimientos desde lugares localizados, desde
situaciones concretas, vistas como producto, desde las cuales se construya un
diálogo entre el/la investigador/a y lo investigado que sea capaz de dar
respuesta a inquietudes propias. Dado que la crítica que estas posturas hacen
se basa en los efectos de poder que producen los mecanismos de legitimación
del conocimiento científico, relacionados con la creación y control de "objetos
de estudio" particulares y de formas de ver el mundo, la búsqueda feminista se
basa en la parcialidad de cualquier postura, incluida la propia.

Al denunciar la imposibilidad de la mirada neutral y desde ningún lugar, la


propuesta es la explicitación de la localización limitada. Haraway (1991b)
propone una "objetividad" de la localización limitada y el conocimiento situado;
con esto rechaza, por un lado, la posibilidad de una mirada "desde afuera",
desencarnada de lo que conocemos y, por otro, la posibilidad de la igualdad de
validez de cualquier punto de vista, propia de posturas relativistas. Se trata de
hacer evidente la relación que hay entre el hacer y los resultados, es decir "el
vínculo que se establece entre lo que se investiga, cómo se investiga, qué
conclusiones se sacan de lo investigado, etc." (Sánchez, 1991: 160). Estas
propuestas sostienen que el conocimiento es siempre relativo a aquello que
busca conocer y a desde dónde se conoce. El conocimiento depende de la
mirada parcial desde la cual no se aclama universalidad ni neutralidad, clamor
típicamente positivista que tiene como efecto la reificación e inamovilidad de los
"hechos" construidos. Se sostiene más bien la necesidad de la responsabilidad
ética y política de los planteamientos propuestos.

Se propone un modelo de ciencia sucesora (Harding, 1993) desde la cual se


mira críticamente los efectos de poder que producen los modelos objetivistas
del conocimiento y también la posibilidad de no estar en ningún lugar (lo que
para Haraway – 1991b - sería el relativismo). Se busca más bien, la
localización limitada que permite la responsabilidad de hablar desde algún
lugar y de diálogo con "lo otro". "La objetividad feminista significa,
sencillamente, conocimientos situados” (Haraway, 1991b: 324). En resumen,

11
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

de estas posturas hemos tomado la idea de que el conocimiento se hace desde


una posición que está marcada por la localización de quien lleva a cabo el
proceso de investigación y de múltiples factores que definen y delimitan la
"visión" que podamos tener sobre diferentes fenómenos. De esta manera, se
propone la idea de conocimientos situados abogando por la objetividad que
permite una localización parcial.

En tercer lugar, dado que en esta investigación nos centraremos en el análisis


de textos relacionados con la transformación social y la intervención, hemos
revisado algunos de los aportes de aproximaciones hermenéuticas que nos
servirán de guía metodológica para la lectura y que, a nuestro entender,
también complementan las posturas epistemológicas explicadas arriba.

La tradición hermenéutica a partir de Gadamer (1975) reconoce la imposibilidad


de una interpretación sin que esta se realice desde un cierto lugar, rechazando
por tanto el espejismo de dar sentido al mundo social desde un lugar de pura
neutralidad. La tarea hermenéutica es comprender el texto y comprender es
interpretar. Así el/la intérprete parte desde una posición e interroga al texto en
la búsqueda de sentido. Este autor plantea que la interpretación emerge de una
tensión entre dos horizontes, el horizonte de quien realiza la interpretación y el
horizonte de lo que es interpretado. De esta manera el acto de
comprender/interpretar se fundamenta en la tensión entre la familiaridad (la
tradición compartida entre texto e intérprete) y el carácter extraño del mensaje
transmitido (la distancia entre ambos). No se trata de acceder a la verdad del
objeto (texto), sino más bien de entrar en una disposición de diálogo y crear en
dicho diálogo una verdad necesariamente histórica y perecedera. Al respecto,
Gadamer afirma que "el que quiere comprender un texto tiene que estar en
principio dispuesto a dejarse decir algo por él" (Gadamer 1975: 335). Por lo
tanto, el acto de interpretación no se guía por el acto de deslastrarse de lo que
en nosotros/as no nos permita la comprensión correcta del texto (cosa
imposible, siguiendo a Gadamer), sino al contrario, permitir nuestro
acercamiento desde la conciencia de nuestros prejuicios y de nuestra propia
historicidad. En palabras del propio Gadamer:
"Todo presente finito tiene sus límites. El concepto de la situación se determina
justamente en que representa una posición que limita las posibilidades de ver. Al
concepto de la situación le pertenece esencialmente el concepto de horizonte.
Horizonte es el ámbito de visión que abarca y encierra todo lo que es visible desde
un determinado punto" (Gadamer, 1975: 372)

12
Introducción

En este sentido la hermenéutica de Gadamer propone que la comprensión se


realiza desde una localización situada que implica la posibilidad de interpretar,
detectar relaciones y extraer conclusiones a través de la fusión de horizontes
entre quien interpreta y aquello interpretado. En este sentido, la indagación
hermenéutica es una forma de ser-en-el-mundo. Con esto, quiere decir, que en
todo momento interpretamos lo que nos rodea a partir de los prejuicios y las
situaciones en las que el diálogo con otros textos, personas y situaciones es
posible. Para nosotros/as, en esta investigación, este principio es también
extrapolable a la acción de intervenir en un sentido amplio. Cuando
comprendemos, estamos también interveniendo en el sentido de que desde
nuestra posición situada proponemos uno o varios sentidos al texto, una fusión
de horizontes que presenta un campo diferente al ya expresado en otros textos,
un espacio desde el cual se puede acceder a nuevas conexiones y fusiones.
Así, refiguramos el texto cuando hablamos o escribimos sobre la experiencia
de interpretación, escribimos y hablamos por y a otros y, de esta manera,
invitamos a un diálogo sobre la configuración del texto (Valdés, 2000). El
horizonte, diría Gadamer (1975), es algo en lo que hacemos nuestro camino y
que hace el camino con nosotros/as. El horizonte se desplaza al paso de quien
se mueve.

A su vez, Ricoeur (1971) argumenta a favor de una interpretación hermeneútica


donde la fusión de horizontes dibuja un mundo que quien lee puede habitar,
moviéndose desde "lo que dice el texto" a "lo que puede ser dicho a partir del
texto". El acto interpretativo explora no el texto, sino el mundo que se despliega
por el texto desde la perspectiva del/a lector/a. Para Ricoeur (2000) la función
de la interpretación consiste en desplegar el mundo de texto. El texto, para este
autor está cerrado por detrás, por el lado de la biografía del autor, ya que no
podemos acceder a la dinámica de preguntas y respuestas para aclarar el
significado, como se daría en la conversación. Por lo tanto, el texto está abierto
del lado del mundo que descubre.
"Cuando funciona la interpretación, siempre está en juego la innovación semántica.
Y siempre que empezamos a 'pensar más', un mundo nuevo se descubre e inventa
al mismo tiempo." (Ricoeur, 2000:137)

A partir de estas posturas podemos decir que el significado no pre existe sino
que es creado en el proceso de interacción: Quien investiga construye el
significado a través de la interacción entre investigador/a y las diferentes
posiciones materiales y semióticas que ofrece el texto. La interpretación es el
resultado no de la reflexión de quien investiga sino de la interacción

13
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

material/semiótica entre investigador/a y aquello investigado (Pujol y


Montenegro, 1999).

Ahora bien, el acto de interpretar, comprender y explicar dicha comprensión no


es vista por estas posiciones como un acto arbitrario en el que cualquier
configuración de mundos es posible. Más bien, la fusión de horizontes que
plantea Gadamer (1975) y la apertura de significados y del mundo del texto que
propone Ricoeur (2000) parten de la consideración de, por un lado, una
situación del/a intérprete como localización inmersa en una tradición y contexto
que establece los límites y las posibilidades de lectura y, por otro lado, las
posibilidades que arroja el texto en la dinámica de diálogo entre el/la intérprete
y el mismo. En este sentido, no todas las lecturas son posibles, ya que el
movimiento de la comprensión va constantemente del todo a la parte y de ésta
al todo y como criterio para la comprensión se utiliza la congruencia encontrada
en este movimiento. Por lo tanto, la búsqueda de sentido y del "mundo que se
abre a partir del texto" es un proceso infinito, sólo detenido parcial y
precariamente en momentos de comprensión y explicación de dicha
comprensión.

La investigación social sería el proceso de interrogación a los fenómenos a


estudiar desde una posición. En este sentido cada investigación es un producto
momentáneo de la fusión de horizontes entre aquello a investigar y la posición
desde la cual se hace.

Hasta aquí hemos resumido las tradiciones teórico – académicas que servirán
de base epistemológica y metodológica para llevar adelante esta investigación.
En estas tradiciones se insiste en el carácter construido del conocimiento
científico como producto de dinámicas sociales imbuidas en contextos
sociohistóricos. Por esta razón, hemos expuesto en esta introducción algunos
de los elementos presentes en la construcción del objeto de estudio y la
manera en que hemos llegado a la construcción de los ejes de análisis para la
lectura de los materiales sobre intervención social; ya que así podíamos
explicitar, los más claramente posible, algunas de los principios que
caracterizan la posición situada desde la cual se aborda, en esta investigación,
el tema de la intervención social. No queremos decir que todas las vertientes
analíticas y procesos de interpretación que se llevarán a cabo responden
solamente a estos principios (ya que la multiplicidad que caracteriza una
posición de intérprete difícilmente puede ser transparente para uno/a mismo/a);

14
Introducción

sin embargo, han sido de guía para establecer los límites del propio diálogo con
los textos trabajados.

Ahora se abre un momento/texto que no busca un esclarecimiento "verdadero"


de la naturaleza de la intervención social, sino la discusión en torno a los
mundos posibles que se abren, desde nuestro punto de vista, en los diferentes
desarrollos asociados a este ámbito. Este texto pretende más bien efectos de
conexión, disentimiento, prácticas compartidas, articulación en espacios
delimitados por las posibilidades y restricciones del contexto académico donde
se inserta. Pretende en sí mismo abrir las posibilidades de diálogo con
diferentes intérpretes para ofrecer mundos en los que puedan habitar personas,
grupos, instituciones que estén preocupadas, como nosotros/as, en qué
hacemos cuando discutimos y actuamos para la transformación social en
espacios legitimados para involucrarnos en la vida propia y de otras personas.
Pretende hacerse cargo de esta práctica concreta de intervención que implica
producir un texto situado que reflexiona, con los dispositivos epistemológicos
explicados arriba, sobre las bases teóricas de las ideas que configuran algunas
redes de intervención social. Con esta introducción invitamos al/la lector/a a
dejarse decir algo por este texto ya independiente de sus múltiples y
fragmentados/as autores/as.

15
El cambio social posible y deseable

Capítulo 2: El cambio social posible y deseable


Este capítulo revisa diferentes formas de entender y explicar el orden y el
cambio social, diferentes respuestas a las preguntas: “¿Cómo se organiza lo
social?” Y ¿Cómo y por qué ocurre el cambio social? Esta revisión se hará con
el objetivo de analizar las ideas provenientes de diferentes formaciones
teóricas y delimitar los ejes de análisis que se utilizarán para dialogar con los
textos relacionados con la intervención social. Partimos de la idea de que las
explicaciones sobre lo social y el cambio social han tenido una influencia en las
conceptualizaciones de la intervención y en las formas en las que se adopta
dicha intervención. Es decir, que las maneras en cómo se han entendido los
procesos sociales en ciertos sistemas de pensamiento sirven de base teórica
para las actuales formas de intervención social; por lo tanto, a partir del estudio
de algunos desarrollos en estos ámbitos, podemos extraer cuáles son los
pilares fundamentales sobre los cuales se basa la posibilidad y deseabilidad de
la intervención social.

No se busca hacer una exposición extensa de cada uno de los fundamentos


teóricos desarrollados dentro de la sociología y las ciencias sociales, sino
dialogar con diferentes propuestas y estudiar los efectos que estas propuestas
puedan tener en la intervención. La metodología seguida ha sido la revisión
bibliográfica sobre ideas centradas en cómo está organizada la sociedad y si es
posible y deseable un cambio social.

En resumen, el interés en este capítulo se centrará en aquellas teorías que se


ocupan de explicar y comprender cómo se sostienen y cambian aspectos de
las formaciones sociales. No nos ocuparemos de aquellas teorizaciones
relacionadas con las interacciones en grupos o contextos pequeños tales como
los desarrollos del interaccionismo simbólico, la etnometodología o los estudios
sobre la vida cotidiana; ya que, a nuestro entender, son las primeras las que
han tenido un rol más significativo en la explicación de la transformación social
y, por lo tanto, en los desarrollos asociados con la intervención social. Las
llamadas “grandes teorías” serán de más utilidad para nuestro propósito de
revisar y unir redes de ideas que influyen en la conformación de las bases
teóricas y epistemológicas de la intervención social y, por esto, nos
detendremos en las producciones que se pueden enmarcar de forma general
dentro de los movimientos funcionalistas, marxistas y anarquistas para tejer
este entramado.

17
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

2.1 La sociedad como sistema social


La sociedad ha sido entendida como un sistema social. En este caso, lo social
es visto como un producto articulado de distintos niveles de organización y la
metáfora utilizada para describir esta forma de entender la sociedad es el
cuerpo humano y la manera en la que a sido entendido desde la anatomía. El
cuerpo se compone de un conjunto de órganos que son más o menos
diferenciados y que actúan en articulación con los demás, cada órgano tiene su
función y juntos pueden servir de soporte a la vida humana. La articulación
como sistema consiste en que cada parte es interdependiente de cierto modo
del resto y, a la vez, el sistema como unidad “es más que la suma de las
partes”. Ésta es la base de la perspectiva funcional.

La diferenciación de funciones dentro de la sociedad es vista por autores como


Parsons (1951) como la manera en la que se conforma el mundo social. Este
autor propone un modelo en el que hay cuatro niveles de organización que se
relacionan entre sí de diferentes maneras. El nivel fisiológico (el cuerpo), el de
personalidad (la psicología individual), el sistema social (los roles y las
posiciones) y el sistema cultural (conocimiento, literatura, arte y otros productos
humanos) son los niveles en los cuales se organiza la vida y las relaciones de
los seres humanos. Cada uno de estos niveles funciona de manera más o
menos diferenciada; sin embargo, según el funcionalismo, esta separación sólo
puede hacerse analíticamente, ya que en nuestras vidas diarias estos niveles
se mezclan a cada momento.

Lo que se pretende estudiar, bajo esta perspectiva, es la función que pueda


tener una práctica social o una institución en el mantenimiento de la sociedad.
Por ejemplo, cada sector institucional sirve para suplir necesidades de la
sociedad. El sector económico se encarga de la generación de riqueza y de la
capacidad de conseguir y transformar los recursos y el sector político de
coordinar las actividades por medio de un poder legítimo; estos dos sectores
mantienen el equilibrio para la supervivencia y relaciones con el exterior de una
sociedad dada. El sector legal, es decir, las formas de control formal e informal
evitan los conflictos internos y permiten a las personas estar cohesionadas con
los grupos a los que pertenecen. Los procesos de socialización, principalmente
llevados a cabo por la familia y la escuela, se encargan de perpetuar los
valores y las normas centrales de la sociedad y permitir la convivencia de las
diferentes personas y grupos sociales.

18
El cambio social posible y deseable

Es así como, en las perspectivas funcionalistas, se dibuja un panorama en el


que las diferentes formas de lo social actúan armónicamente para mantener el
equilibrio social. Cada una regula parte de la actividad social y permite que
estemos juntos/as en la sociedad. A pesar de la estaticidad que parece reflejar
esta teoría, las prácticas sociales se presentan como dinámicas; cada vez la
sociedad evoluciona hacia una mayor complejidad y las funciones se
diversifican y se complejizan. En esta dinámica hay aspectos que son
funcionales y otros que no lo son; los primeros contribuyen a mantener la
cohesión de la sociedad y los segundos la interrumpen de un modo u otro.
Estos últimos causan distintos tipos de desequilibrios en las instituciones y
niveles del sistema social (Merton, 1957).

Es aquí donde encontramos el cambio social posible planteado por esta


perspectiva. El cambio social es posible en tanto que el sistema se ajusta a las
nuevas condiciones y trata de evitar o paliar los desequilibrios que se
presentan. Se plantea un cambio social funcional al sistema, es decir, que el
sistema se va ajustando a las necesidades y las instituciones van variando para
restablecer el equilibrio. El consenso que se produce en el seno del sistema
permite que se instauren y/o mueran prácticas sociales dependiendo de su
funcionalidad con relación al sistema social.

El cambio social, propuesto por estas perspectivas se refiere a los ajustes que
hace el sistema en cuanto las desviaciones que en él ocurren. Por ejemplo, el
concepto de Anomia (Durkheim, 1895) se refiere a la sensación de ansiedad y
desorientación que se produce en las sociedades modernas por ciertas
condiciones sociales. Éstas se resumen en la falta de claridad de normas de
comportamiento para las personas, desajustes en los valores morales y
religiosos que producen pérdida de sentido en las personas, etc. La anomia es
presentada como detonante posible de casos de suicidio y también es un
concepto utilizado por otros autores para explicar tipos de desviación social
como la criminalidad o la delincuencia (Merton, 1957). Hemos querido utilizar
este concepto de una manera general para ejemplificar cómo es vista la
desviación personal o grupal en la perspectiva funcionalista de la sociedad. La
anomia, aunque se produce por causas inherentes al sistema social, afecta la
conducta funcional sólo de parte de éste, en el sentido de que ciertas partes se
vuelven disfuncionales. Las cifras de suicidio o las de delincuencia pueden
mostrar los niveles de disfuncionalidad de ciertos sectores sociales.

19
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

La manera de paliar esta situación no es producir un cambio en el sistema, sino


producir un cambio en los elementos que están siendo disfuncionales. De cierto
modo, la única intervención posible, desde este marco general de
entendimiento de la sociedad, es la integración o transformación de las formas
desviadas en el sistema (bien sean personas, instituciones, programas, etc.).
La búsqueda de la solidaridad mecánica u orgánica que permita a las personas
encontrar un sentido de vida y las aleje de sentimientos anómicos (Durkheim,
1895). En este caso, se estaría hablando de cambios microscópicos en el
sistema que mejorarían su funcionalidad para todos los miembros del grupo
social. Resumiendo: la sociedad es conceptualizada como un sistema social
funcional y el cambio social consiste en los ajustes que produce el propio
sistema para autoregularse y evolucionar; la posible intervención sería en
aquellos aspectos disfuncionales del sistema para que devengan funcionales.

2.2 La sociedad como conflicto de clases


En este apartado se recogen algunas ideas y debates que se han dado en el
seno del marxismo que nos servirán de elementos guía para relacionarlos con
aspectos de las teorizaciones sobre intervención social.

Primeramente, se presenta un breve resumen de las relaciones básicas entre


ciertas categorías que explican tanto el orden social como la forma de revertirlo
y después nos centraremos en algunos debates que se han considerado como
importantes en la historia del marxismo y que juzgamos relevantes para la
discusión posterior. Estos serán: 1) La comparación entre los planteamientos
de revolución, socialismo democrático y reformismo como formas de acción
política; 2) La dicotomía planteada entre la espontaneidad de las masas y la
necesidad de formación de éstas como agentes de transformación social; es
decir, la posibilidad de una cambio de modo de producción a partir del propio
movimiento de las masas o la necesidad de una dirección explícita de algún
actor social diferente a la 'clase obrera' para este cambio y 3) Los
planteamientos sobre la relación entre ideología y ciencia e ideología y
hegemonía como conceptos de importancia para pensar en el papel del
conocimiento en la práctica política marxista.

Este sistema de ideas parte de la premisa fundamental del desequilibrio


presente en la sociedad. Es decir, el orden social, producto de procesos
históricos determinados se caracteriza por mecanismos de explotación y
dominación que son perpetuados por las clases dirigentes. En este sentido, se

20
El cambio social posible y deseable

muestra un planteamiento muy distinto al de la sociedad como sistema social


funcional en el que cada elemento está en juego equilibrado con el resto de
elementos del sistema. En los desarrollos marxistas, se presenta más bien una
sociedad estructurada a partir de relaciones de dominación y explotación que
es necesario revertir a partir de la participación de grupos conscientes de esta
situación y comprometidos con el cambio. Por lo tanto, además de una
propuesta sobre cómo entender la sociedad, se presenta la posibilidad de
cambio social organizado dentro de las transformaciones en el curso de la
historia. Veámoslo más detenidamente.

La estructura social, de manera general, está definida por los modos de


producción de los diferentes períodos históricos. A través de los diferentes
movimientos que se dan en las relaciones de producción y en las fuerzas
productivas, las sociedades van cambiando por así decirlo de aspecto. Dentro
del ámbito marxista se hacen análisis de los períodos históricos con base a los
modos de producción propios de cada época. En la sociedad capitalista, que es
la que ahora nos interesa, hay quienes poseen los medios de producción y
quienes no. Estos últimos son llamados a vender su fuerza de trabajo para
recibir un salario que les permita restablecerse como fuerza de trabajo y
reproducirse.
Althusser (1970), en su lectura marxista estructuralista, lo explica así:
"Para existir, toda formación social debe reproducir las condiciones de su
producción al mismo tiempo que produce y para ser capaz de producir. Debe
reproducir, por tanto: 1) Las fuerzas productivas; y 2) Las relaciones de producción
existentes." (Althusser, 1970/1971: 124).

El salario es lo que permite que el trabajador se alimente y se reproduzca y a la


vez es lo que permite que se reproduzca el propio proletariado como grupo
social dentro de la estructura. Ahora bien, este salario, según la teoría
económica marxista, no representa el valor de lo que cada trabajador pone de
su esfuerzo en la mercancía que se produce. Este valor excede el salario. En
este exceso se produce la ganancia de quien posee los medios de producción.
A esta ganancia se le llama plusvalía, es la diferencia entre el salario del
trabajador y lo que él y el conjunto de los/as trabajadores/as de una fábrica
producen cada día. Esta plusvalía crea por un lado, capital que puede ser
reinvertido y por otro, una relación de explotación que es estructural en el
capitalismo y además es constituyente de las clases sociales: Genera tanto a la

21
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

burguesía (dueña del capital) como al proletariado (fuerza de trabajo


asalariada).

Ambas clases sociales se constituyen históricamente a partir de las relaciones


de producción explicadas.
“En la proporción en que la burguesía, por ejemplo, el capital es desarrollada, en la
misma proporción la clase trabajadora moderna se desarrolla – una clase de
trabajadores que viven sólo en la medida en que encuentran trabajo, y encuentran
trabajo en la medida en que su trabajo incrementa el capital... Ellos son un artículo
de comercio, y están expuestos a todas las vicisitudes de la competición y de las
fluctuaciones del mercado.” (Marx y Engels, 1848/1962: 21)

Este sistema de ideas describe la sociedad como divida entre dos grandes
grupos sociales cuyos intereses son antagónicos entre sí. Mientras la
burguesía busca incrementar su capital a través de su ganancia, el proletariado
vende su fuerza de trabajo para poder sobrevivir. Las relaciones sociales que
se describen son, bajo esta perspectiva, producto del contexto histórico
determinado en cada momento y caracterizadas por la explotación de unas
personas por otras. Dado que las condiciones de producción expresan
relaciones de explotación entre ambas clases constituidas, existen mecanismos
de manutención y reproducción de estas relaciones tanto en el aspecto político
– jurídico como en el ideológico.

Una de las principales instituciones que es dada a esta tarea, es decir, a


mantener las condiciones de opresión dentro del sistema capitalista es el
Estado. Desde el marxismo hay una fuerte acusación de que el Estado es el
instrumento ideal para llevar a cabo esta inmovilidad social. Es más, el Estado
es producto del propio modo de producción capitalista; es un resultado de las
contradicciones de clase, es un aparato diseñado para regular la vida social,
aliado con la clase burguesa, para oprimir a los/as trabajadores/as.
Lenin lo expresa claramente en este pasaje:
"Según Marx, el Estado es el órgano de la dominación de clases, el órgano de
opresión de una clase por otra. Su objetivo es la creación de orden que legaliza y
perpetúa esa opresión moderando las colisiones entre las clases." (Lenin,
1917/1962: 253)

El Estado crea las instituciones legales y políticas para llevar adelante este tipo
de opresión; digamos que pone el marco social posible para que la
contradicción fundamental del capitalismo, reflejado en la explotación de la
clase trabajadora, pueda ser realizada por la burguesía sin problema.

22
El cambio social posible y deseable

Otro ámbito de gran importancia dentro de los desarrollos marxistas de la


historia y la sociedad es el que pertenece a las ideas y valores que acompañan
a cada orden social. Dentro de esta concepción, en general, el ámbito de las
ideas, al igual que los medios de producción están dominados también por la
clase dominante. En La Ideología Alemana Marx hace una fuerte crítica a los
llamados "jóvenes hegelianos" (Feuerbach, Bauer y Stirner) por proponer que
en el terreno de las ideas se pueden dar los debates de la sociedad. Al situarse
en contra de esta forma de ver las cosas, plantea una visión de la sociedad en
la que recalca la relación entre las condiciones materiales de producción y el
ámbito de los valores e ideologías que pueden circular en momentos
determinados. "La producción de las ideas y representaciones, de la
conciencia, aparece al principio directamente entrelazada con la actividad
material y el comercio material de los hombres." (Marx y Engels, 1846/1970:
25). Es decir, que en la propia producción, imbuida en ciertas relaciones de
producción, se crea la conciencia de las personas como resultado de esta
actividad. Lo que son los hombres, dice Marx, resulta de esta dinámica. "No es
la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la
conciencia." (Marx y Engels, 1846/1970: 26). El concepto de ideología
desarrollado en las perspectivas marxista explica los diferentes mecanismos a
través de los cuales se crean valores y opiniones en este contexto social e
histórico, como resultado de las condiciones materiales de opresión. Se postula
que las relaciones de explotación no son vistas como tales en la conciencia de
las personas ya que son enmascaradas para el mantenimiento del estado de
cosas.

Thompson (1990), haciendo una lectura de lo que significaría el término


ideología en parte de la concepción marxista afirma que: “Ideología sería un
sistema de ideas que expresan los intereses de la clase dominante y que
representan las relaciones de clase de un modo ilusorio.” (1990: 37). Pero esta
distorsión que infringe la ideología no es azarosa o arbitraria; es producto de
unas condiciones materiales de existencia que son en sí mismas
contradictorias. "La ideología es, por lo tanto, una solución en la mente a las
contradicciones que no pueden ser resueltas en la práctica" (Larrain 1986: 46).

Dado que las prácticas productivas son llevadas a cabo bajo el mando de la
clase dominante, el hecho de que no se vean las contradicciones de la
realidad objetiva es necesariamente beneficioso para esta clase; al esconder

23
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

estas relaciones y no explicar su carácter asimétrico, los individuos llevan a


cabo su práctica reproductora del sistema sin interrupción.

Althusser (1970), por su parte, desarrolla toda una teorización con relación al
papel de las instituciones en las sociedades que sirven para mantener las
formas de producción y explotación de la clase trabajadora. Este autor hace
una división entre los Aparatos Represivos del Estado (ARE) y los Aparatos
Ideológicos del Estado (AIE), adoptando también la visión de que el Estado
funciona como ente de control y preservación del orden social desigual. Los
primeros (ARE) son aquellos que utilizan la fuerza de la violencia (sea esta
física o legal) y los segundos (AIE) funcionan bajo la ideología de la clase
dominante. Los AIE funcionan a través de instituciones de la sociedad, tales
como la familia y la educación. Es estas instituciones se transmiten los valores
de la clase dominante, ocultando así el carácter histórico de las relaciones
sociales de producción que se ven como naturales por parte de quienes están
insertos/as en ellas.

A pesar del panorama que se presenta para la clase trabajadora: explotada en


su fuerza de trabajo y además, inserta en formas ideológicas de conciencia, en
el sistema de pensamiento marxista esta clase trabajadora es la que puede, en
forma de revolución, cambiar el estado de cosas hacia una sociedad en la que
sea abolida la propiedad privada y, con ella, las relaciones de dominación
características del modo de producción capitalista.
"El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los otros
partidos del proletariado: La formación del proletariado en una clase, para luchar
contra la supremacía de la burguesía, la conquista del poder político por el
proletariado" (Marx y Engels, 1848/1962: 27)

El hecho de que el proletariado se convierta en clase, tiene que ver con la


autoconciencia de clase de ese "colectivo". Desde una perspectiva marxista, el
proletariado es una clase que se ha formado históricamente con base en unas
relaciones sociales determinadas; sin embargo, nunca antes ningún grupo
social a estado consciente de eso. Así, la "oportunidad" del proletariado es
"hacerse" clase y reconocer su papel histórico a través del cual sería capaz de
transformar las formas de producción material. Para Marx y Engels (1846),
nunca antes había existido una clase que revolucionara las formas mismas de
la producción. Por esto, la revolución comunista es la más radical en la historia
de la humanidad; ya que a partir de esta revolución, es el propio modo de
producción lo que se busca transformar. Dado que los modos de producción

24
El cambio social posible y deseable

están ligados a las formas de conciencia posible en las sociedades, la manera


de desarrollar una conciencia diferente es cambiando las condiciones
materiales de vida. Si el proletariado consiguiese acabar con las condiciones
de existencia de los antagonismos de clase; acabaría con las clases en general
y promovería un sistema en el que la explotación no sería la forma de relación
fundamental sobre la cual se sostiene la forma de producción.

Este movimiento radical debe empezar por la conquista del poder político, para
poder presentar su interés como interés general, cosa a la cual la clase
trabajadora se ve obligada en principio. En la mayoría de los desarrollos
marxistas, es necesario que se dé la transformación en este terreno; ya que la
única manera de poder disolver las relaciones de producción del régimen
capitalista es a través de un cambio radical y de la toma del control del poder
político por parte del proletariado. El proletariado se hace dueño de la situación
política y de las formas concretas de transformación de las relaciones de
producción. Esto no quiere decir que haya que acabar con las fuerzas
productivas desarrolladas por la humanidad; al contrario, el desarrollo de las
fuerzas productivas y de intercambio es importante para lograr el
aprovechamiento de recursos y la productividad. Lo importante aquí será la
abolición de la propiedad privada, fuente primaria de la dominación por parte de
unos/as (quienes poseen los medios de producción) sobre otros/as (quienes
deben vender su fuerza de trabajo).

Según Lenin (1917), se detectan en Marx ideas que canalizan la forma de la


lucha del proletariado: 1) Que la existencia de las clases sólo tiene que ver con
la historia particular de las fases en el desarrollo de la producción; 2) Que la
lucha de clases necesariamente lleva a la dictadura del proletariado; y 3) Que
esta dictadura sólo constituye la transición hacia la abolición de todas las
clases y de la sociedad de clases.

La dictadura del proletariado se presenta como una toma del Estado por parte
del proletariado como clase, y el partido que la dirige (entiéndase el partido
comunista), para desde allí proclamar la abolición de la propiedad privada. Una
vez se reestructuren las relaciones de producción en un sentido comunista, el
Estado desaparecerá. Esto es porque dentro de la concepción Leninista, el
Estado es el organismo por medio del cual las contradicciones propias del
modo de producción capitalista son reguladas a favor de la clase dominante; si,
por el contrario, se acaba con las contradicciones propias de esa forma de
producción, entonces, el Estado ya no tendrá función alguna.

25
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Otra cuestión relevante es que este movimiento debe ser de carácter global "en
un plano histórico - mundial", dado que tiene que ver con las formas de regir
tanto la producción misma, como las maneras de intercambio entre personas y
naciones.
"Si no se dan estos elementos materiales de una conmoción total, o sea, de una
parte, las fuerzas productivas existentes, de otra, la formación de una masa
revolucionaria que se levante, no sólo en contra de ciertas condiciones de la
sociedad anterior, sino en contra de la misma "producción de la vida" vigente hasta
ahora, contra la "actividad de conjunto" sobre que descansa, en nada contribuirá a
hacer cambiar la marcha práctica de las cosas el que la idea de esta conmoción
haya sido proclamada ya cien veces, como lo demuestra la historia del comunismo."
(Marx y Engels, 1846/1970: 41).

Se presenta un modelo en que el cambio social es posible a través de un


movimiento político organizado desde la clase explotada y que busca como
objetivo principal el cambio en el modo de producción capitalista y las
relaciones de dominación propias de éste. Sin embargo, este objetivo es
logrado a partir de una transición necesariamente política en la que el
proletariado toma el poder político de la sociedad para poder introducir los
cambios necesarios en el modo de producción. La utopía marxista es lograr
una sociedad en que ya no exista la explotación y en la que haya una
apropiación total de las fuerzas productivas y, por consiguiente, el desarrollo
de una totalidad de las capacidades de los seres humanos.

2.2.1 Revolución – Socialdemocracia – Reformismo

Ahora bien, a partir del acuerdo básico con relación a los antagonismos de la
sociedad capitalista y la explotación por parte de una clase dominante sobre la
clase trabajadora; se presentan diferencias entre las posturas marxistas con
relación a los métodos apropiados para alcanzar el poder del proletariado o
bien la mejora de sus condiciones de vida. En esta sección se revisan algunas
de las formas de acción política desarrolladas y diseñadas por diferentes
corrientes marxistas a partir de los postulados generales expuestos arriba.
Aunque hay un acuerdo básico sobre la forma de conceptualizar la sociedad en
estas posturas, las acciones concretas para lograr los objetivos de la clase
trabajadora y, más aun, cuáles deben ser los objetivos políticos de esta lucha
es lo que está en cuestión entre ellas.

Para esta revisión nos hemos centrado en algunos autores que han defendido
una postura u otra. Sin pretender en ningún momento agotar la discusión sobre

26
El cambio social posible y deseable

los métodos de acción política que ofrece el marco de comprensión heredado


de Marx, esta discusión nos parece importante porque de estas posturas se
derivan ideas que se pueden asociar más adelante con las formas de
intervención que nos interesa estudiar.

Lenin (1917) a través de una enconada discusión con otros marxistas, expone
por qué la liberación de la clase oprimida es imposible sin una revolución
violenta. Para él, la tarea de la clase trabajadora es apoderarse del Estado para
desde allí plantear las reformas que darán, como resultado final, la abolición de
la propiedad privada y la muerte de la necesidad del Estado. Por tanto, una
toma del poder político por medio del partido de la clase trabajadora es
necesaria en un primer momento. Es necesaria la destrucción de la maquinaria
del poder del Estado y la dictadura del proletariado es lo único que permite la
destrucción del Estado como tal. Es esto lo que constituye el "acto" de tomar
posesión de los medios de producción para el bien de la sociedad. Esta
dictadura del proletariado debe estar en el poder durante todo el período de
transición entre el modo de producción capitalista y el comunismo en el que no
habrá una sociedad de clases. Esta dictadura del proletariado es la que
finalmente va a garantizar el advenimiento del comunismo, ya que es esta
clase la indicada para llevar a cabo esa tarea. Esta concepción de la acción
política está basada en el entendimiento del conflicto radical entre las clases en
el modo de producción capitalista. No se contempla que mediante acuerdos
entre las partes u una "resolución" pacífica sea posible llevar adelante esta
transición. Se parte de los intereses opuestos de estas clases y de la
resistencia que tendrá la clase burguesa para perder su poder político y su
control sobre las fuerzas productivas. Para esta postura, por tanto, cualquier
intento de armonía entre las clases es un falso acercamiento y una "trampa"
para que permanezca el modo de producción dominante.

Con un planteamiento distinto, Kautsky en La Dictadura del Proletariado (1917)


propone que con métodos no violentos se puede acceder a la utopía socialista.
Si el objetivo es acabar con la opresión del hombre por el hombre y la clase
trabajadora es quien debe lograr hacer el cambio político necesario para esto;
¿cómo es posible que se pretenda proponer una dictadura por parte de esta
propia clase social?. Kautsky argumenta que cuando Marx habló de "Dictadura
del proletariado" no se refería a una forma política que necesariamente se tenía
que implantar como forma de dominación de otros; sino más bien una forma en
la que los intereses de la clase trabajadora pudieran ser la guía para la acción

27
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

política. La incoherencia de la postura leninista para Kautsky reside en la


imposibilidad de que se promulgue una forma de opresión (como es la
dictadura) para acabar con la dominación por parte de la clase burguesa. Él
propone, en cambio, una revolución democrática y pacífica que se lleve a cabo
dentro de los parámetros de la democracia socialista. Sin embargo, para una
transformación pacífica es necesario la madurez de la clase revolucionaria y la
función del partido sería la de mantener la fuerza de unión de la clase
trabajadora mientras se llega a esta madurez. El proletariado aun en su
infancia no mostraba, según el análisis histórico que hacía Kautsky, una
iniciativa política que pudiera llevar a buen término un proyecto democrático y
pacífico para cambiar de modo de producción y de vida. Lenin, frente a este
planteamiento, se encuentra totalmente en contra, ya que el momento de la
revolución, dado su carácter de irrupción violenta en contra del orden de las
cosas, debe ser apresurado por el partido, más que retrasado.

Sin embargo, el planteamiento más alejado de la idea de la revolución violenta


leninista es el planteado por Bernstein (1909). Para este autor no es cierta la
premisa de que la clase obrera no pueda tener logros concretos en el interior
del sistema capitalista. A través de los movimientos sindicales, de las huelgas y
demás formas de presión de la clase trabajadora, se pueden lograr
reivindicaciones concretas que mejoren las condiciones de vida de las
personas explotadas. Esta posición propone que las propias conquistas que
obtiene el movimiento organizado son, de alguna manera, la forma de llegar a
un cambio de sistema posible; la revolución no sería un momento en la historia,
un quiebre entre un "antes" y un "después" del sistema capitalista. El logro de
la abolición de las relaciones de dominación propias de este modo de
producción sería a través de una evolución progresiva del sistema actual. “El
camino lo es todo, la meta no es nada” es una conocida frase de Bernstein que
indica esta posición frente a la acción política. La fuerza de los movimientos al
interior del propio sistema capitalista, en los que los logros de la clase obrera
van construyendo el camino hacia una sociedad distinta, es la fuerza política y
las acciones que se deben proponer para el cambio. En el análisis que hacen
Laclau y Mouffe (1985) de la postura reformista de Bernstein, afirman que en la
base de su planteamiento se encuentra la idea del progreso y de la
acumulación necesaria de cada una de las luchas que libra el proletariado. No
es que se haga una revolución de una vez por todas; sino que hay una
confianza en que las demandas del movimiento obrero que son justas y
progresivas, pueden lograr a la larga la transformación deseada.

28
El cambio social posible y deseable

Las diferencias planteadas entre estas posturas resultan claras. Para la


posición revolucionaria (Lenin), es necesaria una irrupción violenta sobre el
sistema y una toma del Estado y el poder político por parte del proletariado
para declarar la abolición de la propiedad privada y construir un sistema
comunista. Dentro de la postura social demócrata aquí expuesta (Kautsky); es
necesaria la toma del poder político pero a través de medios democráticos, ya
que lógicamente la "nueva" clase política no puede comenzar la transición
hacia el comunismo sobre la base de otras formas de opresión; y, por último, el
reformismo (Bernstein), confiado en la acumulación de las reivindicaciones de
los movimientos obreros y la transición progresiva de la sociedad de clases a
un modo de producción sin dominación, propone la lucha a partir de la mejora
de las condiciones de vida de la clase trabajadora.

2.2.2 Espontaneidad de las masas o formación

Otro debate que nos ha interesado dentro del ámbito de las posturas marxistas
tiene que ver con cómo llevar a cabo la tarea política del proletariado como
clase social privilegiada para acceder a la transformación social. Aquí hemos
diferenciado esquemáticamente dos grandes líneas de ideas: 1) Aquellas que
se relacionan con el hecho que la clase obrera tiene dentro de sí el germen de
su papel histórico y que a través de las acciones espontáneas que emprenda
se hará el cambio social hacia nuevas formas de producción y de relaciones, y
2) Aquellas que proponen algún papel para entes distintos a la clase
trabajadora misma (como por ejemplo al partido comunista o a los/as
intelectuales) para liderar este movimiento.

En el primero de los casos, lo que se propone es que los movimientos de los/as


trabajadores/as son los que deben liderar los cambios necesarios para la
mejora de sus condiciones de vida. Las propias reivindicaciones que desde allí
se buscan serían el comienzo de esta escalada de cambios. Las
organizaciones sindicales, es decir, la clase trabajadora organizada en grupos
y redes de acción política, son las que deben adelantar estos cambios políticos.
Sólo desde el conocimiento de las clases dominadas se puede adelantar el
proyecto político que transformará la sociedad. Esta postura ha recibido
muchas críticas por parte de otras facciones de los movimientos con
inspiraciones marxistas. La crítica fundamental estriba en que dentro de la
postura esbozada no se presenta el cambio como movimiento consciente hacia
la transformación de los modos de producción vigentes, sino como pequeñas
transformaciones que finalmente, pueden mantener las cosas como estaban.

29
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

En estas críticas, se habla de la "necesidad de que las masas se conviertan en


clase" para poder llevar a cabo el cambio radical de la sociedad actual. El
hecho de que se conviertan en "clase" implica que este grupo adquiera la
conciencia de su lugar histórico, quiere decir que se sepa a sí mismo como
resultado de un modo de producción determinado y que a partir de esa
conciencia, emprenda una serie de acciones para el cambio. Estas acciones
naturalmente deben ser políticas (cambios radicales en el Estado, toma del
Estado, revolución...) para pasar luego a ser económicas. La clase obrera, ya
no lucharía por pequeñas reivindicaciones de salario, mejoras en los puestos
de trabajo, etc. sino por el cambio profundo de las estructuras que la dominan.

En la discusión de cómo se hace "clase" este grupo social tiene relevancia en


la discusión lo que se ha llamado el espontaneísmo de Rosa Luxemburg
(1906). Para esta autora, el asunto en discusión es precisamente en qué
consiste la unión de la clase obrera como tal, es decir, la formación de la clase
en cuanto ente político de cambio. Según esta autora, el advenimiento del
período revolucionario es inevitable: las características de la sociedad de
clases y las luchas que de ella se generan, hacen posible que se cree esta
clase que se sublevará en contra de las formas de explotación del modo de
producción capitalista. Lo espontáneo tiene que ver con la formación del propio
sujeto revolucionario a partir de la variedad de lugares que ocupan las
personas dentro de esa clase social. Esta autora propone la unidad inevitable
de la clase trabajadora; y que esta unidad se da en el terreno de lo simbólico,
debido al papel que esta clase juega en la historia. La llamada
"sobredeterminación simbólica" sería la forma de unificación de la clase obrera
como sujeto histórico de cambio. De esta manera se formaría un sujeto de
cambio unificado, cuyos diferentes elementos tienen en común "las cadenas
que tienen que perder". En esta propuesta es el devenir de la historia y de las
relaciones sociales que se han impuesto en el modo de producción capitalista y
sus efectos (la formación de una clase desposeída y la transformación de esta
clase en sujeto histórico) lo que sería el motor de las acciones políticas. La
acción necesaria proviene desde el mismo entramado del sistema y el
derrocamiento del sistema capitalista sería consecuencia de la acción de la
propia clase explotada que se ha creado.

El segundo grupo de posturas son aquellas que proponen la participación de


entes "extraños" a la clase obrera para lograr las metas del cambio social. A
pesar de lo analítico de la separación, nos será útil comprender cómo, en

30
El cambio social posible y deseable

algunos desarrollos marxistas, se propone la relación entre diferentes agentes


sociales con la "clase trabajadora". Kautsky y Lenin a pesar de no estar de
acuerdo, como ya hemos visto, en los métodos para llevar adelante el proyecto
de cambio social, se encuentran cerca en lo que se refiere al planteamiento de
que diferentes entes debe intervenir, de una manera u otra en el acontecer del
cambio social. Kautsky propone, a diferencia de los reformistas, que el
proletariado aun no se encuentra en una etapa adecuada para llevar adelante
el cambio y que, por lo tanto, es necesaria la participación de la intelligentsia en
la formulación del proyecto político que llevará a cabo esta clase social. Este
planteamiento se basa en dos puntos cruciales: por una parte, el grado de
consciencia de la clase trabajadora en su misión histórica hacia el cambio y,
por otra, la necesidad de actuar de manera unificada en estas acciones
políticas para poder lograr un impacto importante en la renovación del poder
político.

Con relación a la consciencia de la clase trabajadora, volvemos a lo tratado


arriba acerca de la formación del conjunto de los/as trabajadores/as en "clase",
conscientes de la situación estructural en la que viven. En la propuesta de
Kautsky la intelligentsia y en la de Lenin "el partido" debe promover el
pensamiento y la fuerza revolucionaria en las masas trabajadores (y también
campesinas en algunos casos). Las diferencias en cuanto a grados de
consciencia sobre las causas de la dominación y de la necesidad de
movilización de la clase obrera, pueden entorpecer los objetivos del cambio
tanto en su versión revolucionaria como en la democrática. Sin el liderazgo de
ciertos actores, las reivindicaciones, como las propuestas por el reformismo,
tenderían a mantener el estado de dominación de la clase trabajadora; y, más
aun, fomentarían un aumento del conformismo en este grupo dado la mejora
relativa de sus condiciones inmediatas de vida. Se necesita unir la fuerza de la
indignación de los/as trabajadores/as con respecto a sus condiciones de vida
con la explicación marxista de por qué se da esta situación, para proponer
desde allí un movimiento político radical. Lenin (1917) recalca la importancia
de tener conciencia de las contradicciones en las que se vive, para poder
buscar un cambio histórico: que sería el advenimiento del comunismo.

La segunda de estas cuestiones, la necesidad de la unión en la acción política,


remite a la organización y planificación del cambio social venidero. Son
necesarias, según Lenin, instituciones (como por ejemplo los soviets) para
asegurar la unidad de la lucha. Dado que a partir de movimientos aislados es

31
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

imposible hacerse del poder político para instaurar la dictadura del proletariado,
se hace completamente indispensable la injerencia del partido como generador
de lineamientos de acción y recopilador de información de los núcleos del
movimiento de masas, para poder organizar la acción política revolucionaria.
No se pueden dejar las acciones en manos del movimiento desordenado,
"espontáneo" de personas; ya que por las diferencias internas y los intereses
algo diferentes se debilitaría la lucha hacia la conquista del poder político. Es
necesario unir fuerzas, ya que el cambio del modo de producción de un país (e
incluso del mundo) no se puede hacer sino desde el control del Estado. Dentro
de la lógica planteada por Lenin es difícil salirse de la necesidad de una
dirección de los actos políticos y que esta dirección venga de los altos cargos
del partido comunista como fuente de inspiración y organización de la
revolución.
"Es evidente que el leninismo no intenta construir a través de la lucha una identidad
de masas no predeterminada por ninguna ley necesaria de la historia. Por el
contrario, sostiene que hay un 'para sí' de la clase al cual sólo tiene acceso la
vanguardia esclarecida – que, por tanto, tiene una actitud meramente pedagógica
respecto a la clase obrera." (Laclau y Mouffe, 1985/1987: 67).

Hemos visto, a partir de este ejercicio analítico, propuestas en la que a través


de la espontaneidad de las masas en el devenir de la historia se puede
emprender el cambio posible del comunismo y aquellas propuestas, también
diferentes entre sí en muchos sentido, que proponen alguna forma de
lineamientos generales necesarios para unificar esta acción.

2.2.3 Ideología – Hegemonía – Ciencia

El tema del concepto de ideología y su relación con el concepto de


hegemonía, además de su relación, por otro lado, con la ciencia es ciertamente
muy complejo. Mucho se ha dicho sobre este tema; desde que el término
ideología ya no debe ser usado porque a estas alturas no designa nada
(Bourdieu, 1991), hasta la importancia política de seguir incorporando dicho
concepto a los análisis que hacemos de las sociedades y sus relaciones de
dominación (Eagleton, 1994). La importancia de por lo menos esbozar algunas
de las discusiones que se tienen con relación a este debatido concepto tiene
que ver con el uso que de él se ha hecho en algunas ramas de la intervención
social que vamos a estudiar más adelante. La importancia que ha tenido la
noción de ideología (sobre todo el uso que se hace de este concepto en la

32
El cambio social posible y deseable

tradición marxista) y algunas concepciones que giran en torno a ella dentro de


las ciencias sociales no se puede desmerecer.
"'Ideología' puede designar cualquier cosa entre una actitud contemplativa que no
reconoce su dependencia con relación a la realidad social hasta una serie de
creencias que orientan la acción; desde el medio indispensable en el que los
individuos viven sus relaciones con una estructura social a ideas falsas que
legitiman un poder político dominante" (Zizek, 1994/1995: 4)

En este fragmento se expresa la gran cantidad de significados que se pueden


asociar a la palabra ideología actualmente. Su uso frecuente por parte de
diferentes agentes y teorizaciones hace difícil el papel de recomposición y
análisis. En este caso, nos centraremos en intentar hacer redes de ideas que
diferencien esta noción de la de hegemonía y la de ciencia, para estudiar más
adelante, las consecuencias de estas conceptualizaciones.

En nuestro ejercicio comenzaremos con las concepciones más difundidas en el


ámbito marxista. Como hemos dicho anteriormente, la noción de ideología más
difundida en la tradición marxista tiene que ver con varias características: 1)
Que las condiciones de vida de las personas (el modo en que están imbuidas
en la producción) tienen un rol primario en la formulación de los contenidos de
conciencia en un momento histórico dado; 2) Que dentro de estas formas de
conciencia no se reflejan las contradicciones propias de la condición de
explotación del proletariado. Más aun, son expresión de los intereses de la
clase dominante para mantenerse en esa posición; y 3) Que las doctrinas
teóricas y las actividades que constituyen la ideología pueden ser explicadas a
través de, y deben ser remplazadas por, el estudio científico de la sociedad y
de la historia ya que pueden ser mostradas como un producto de
circunstancias históricas y sociales particulares.

Ahora bien, bajo estas premisas se comienza el estudio de lo que son los
contenidos ideológicos de conciencia y cómo funcionan en la sociedad. La
posición más ortodoxa sostiene que la infraestructura o el modo de producción
es constituyente de cada una de las clases que se produce en el sistema
capitalista. En esta relación fundamental es necesaria la perpetuación de las
formas de explotación por las cuales la clase dominante extrae ganancia de la
fuerza de los/las trabajadores/as. Dado que esta clase es la que domina
igualmente los medios para difundir sus propios valores, religión y formas de
pensar; ejerce también dicha dominación sobre los contenidos de conciencia
en la sociedad. Por lo tanto, lo que representa la contradicción principal de la
sociedad, basada en la explotación de unos/as por otros/as a partir de la

33
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

propiedad de los medios de producción es un producto histórico susceptible de


cambio, pero es visto por la mayoría de las personas como algo "natural" y
heredado, sobre lo cual no se puede hacer nada. A través del estudio científico
racional acerca de las verdaderas causas de la explotación de la clase obrera y
de la relación de la clase dominante con los valores e ideologías que circulan
en un momento dado, es posible discernir qué es lo que "está oculto", develar
aquello que no se quiere presentar para evitar la transformación social. Uno de
los mayores representante de lo que ha sido llamado el estudio científico de la
ideología es Althusser. Con el término Aparatos Ideológicos del Estado
inauguró una explicación acerca de cómo se reproduce la sociedad
incorporando explícitamente a las instituciones más extendidas de la sociedad
actual, como son la familia, la cultura, la religión, los aparatos legales, la
política y la educación. En todos estos ámbitos, los intereses de la clase
dominante son transmitidos a través de contenidos que tienen la apariencia de
ser de interés general. Los valores, las formas de desenvolverse, los principios
básicos de la sociedad de clase son transmitidos en todos los niveles de la
sociedad para lograr un consenso. Esto produce un cerco que impide ver las
condiciones 'reales' de explotación en la que se está inmerso. Haciendo una
extrapolación a la psicología social, podría decirse que la forma en que la clase
dominante logra introducir los contenidos ideológicos es a través de la
socialización de las personas en los diferentes ámbitos e instituciones en las
que transcurre su vida. Así, tanto en la escuela, como en el trabajo o a través
de la televisión, estamos imbuidos/as en un constante bombardeo de
contenidos y símbolos sociales que permiten la reproducción de la sociedad.

La ideología, según Althusser, consiste en ocultar las relaciones de dominación


del sistema. Para él, el mecanismo de la ideología es ahistórico (es decir, está
presente en diferentes modos de producción) aunque los valores que se
transmiten actualmente, que ocultan las contradicciones del sistema capitalista,
son propios del contexto histórico actual. Este autor también es quien hace una
diferenciación marcada entre ideología y ciencia. En La Revolución Teórica de
Marx (1965), Althusser hace una análisis exhaustivo de los aportes teóricos de
Marx a través de las distintas épocas de su vida e intenta "acabar con la labor"
de plantear un sistema coherente para la ciencia marxista. En la distinción
entre ideología y ciencia, se observa una confianza en la capacidad del
conocimiento científico, basado en la reflexión racional de las relaciones entre
conceptos y formas de explicar la sociedad, para develar los contenidos
ideológicos presentes en la sociedad y descubrir las formas "reales" de

34
El cambio social posible y deseable

relaciones de producción que son ocultadas por la ideología dominante. Es


necesario el método racionalista para poder ir más allá de lo que se presenta a
simple vista como los contenidos más comunes para nosotros/as en la vida
cotidiana, y descubrir las relaciones de dominación que subyacen a este estado
de cosas. Para Althusser, a pesar del hecho de que todos los rincones de
nuestra vida cotidiana están permeados de contenidos ideológicos, a través del
ejercicio científico reflexivo y tomando las herramientas de la teoría marxista,
se puede desarrollar la tarea de desenmascarar los contenidos ideológicos
para que la sociedad desarrolle una conciencia de sí. Los/as científicos/as,
como categoría social determinada, serían los/as encargados/as de llevar
adelante esta importante tarea:
“Por una parte la ideología “espontánea” del movimiento obrero no podía producir
por sí misma sino el socialismo utópico, el sindicalismo, el anarquismo y el
anarcosindicalismo; por otra parte, el socialismo marxista, que supone el gigantesco
trabajo teórico de la instauración y desarrollo de una ciencia y de una filosofía sin
precedentes, no podía ser realizado sino por hombres que poseyeran una profunda
formación histórica, científica, filosófica, intelectuales de un valor muy grande”
(Althusser, 1965: 16).

Esta postura ha sido ampliamente criticada por otros sectores no tan


"confiados" en la neutralidad científica. Por ejemplo, Ibáñez (1996) argumenta
que en la postura marxista, la pertenencia a un exo-grupo es la única manera
en la que se puede declarar que alguien se encuentra en un error y
denunciarlo/la como inmerso dentro del mundo ilusorio de la ideología; y por
tanto, alguien puede percibir la ideología de las demás personas más no la de
sí mismo/a. Este autor duda acerca de la idea de la tradición marxista de que
se podría trascender a las posiciones particulares a través de la objetividad de
la ciencia; ya que, a su entender, es poco probable que exista un meta-nivel a
partir del cual se pueda trascender la ideología y considerarla en su relación a
la verdad objetiva (no ideológica).

Podríamos decir, a modo general que en el debate entre ideología y ciencia


están, por un lado, las posturas más cercanas al antagonismo entre ellas, como
por ejemplo la representada por Althusser, en las cuales el combate a los
efectos ideológicos propios de la sociedad de clases se puede hacer a través
del uso de las herramientas científicas; y, por otro, las posturas en las cuales
es imposible llegar a desenmascarar los contenidos ideológicos desde el
conocimiento científico, ya que este propio ámbito estaría imbuido dentro del
mundo de la ideología; o más aun, es un nivel en el que se producen

35
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

cantidades de contenidos de "conciencia" que legitimen el orden de los grupos


dominantes de la sociedad (Eagleton, 1994; Ibáñez, 1996).

Sin embargo, como ya sabemos, el debate sobre la ideología no se limita sólo


a cómo se relaciona con la ciencia. En el concepto mismo y sus formas de
funcionamiento también hay otros debates vigentes.

El concepto de ideología ha sido criticado por el determinismo que implica la


formación económica para explicar el origen de las formulaciones ideológicas y
también por la concepción de sujeto que sugiere: como "atrapado" en estos
contenidos unívocos de conciencia. Estas críticas intentan hacer un movimiento
teórico hacia la indeterminación de estos significados; lo cual permitiría una
visión más compleja de los contenidos simbólicos a lo que estamos expuestos
cada día.
"La ideología ya no es concebida como un mecanismo homogéneo que garantiza la
reproducción social, como el 'cemento' de la sociedad; se convierte en un familiar
wittgensteiniano de procedimientos conectados vagamente y heterogéneos cuyo
alcance es estrictamente localizado." (Zizek, 1994/1995: 14)

Posturas cercanas a la explicada aquí por Zizek son defendidas por teóricos
(Thompson, 1990; Ibáñez, 1996) que buscan incorporar las recientes
formulaciones propuestas sobre el carácter performativo del lenguaje y
mantener, sin embargo, el concepto de ideología como poderosa herramienta
crítica hacia el mantenimiento de relaciones de dominación en la sociedad.
Para Thompson
“El concepto de ideología puede ser usado para referirse a la manera en que los
significados sirven, en circunstancias particulares, para establecer y sostener
relaciones de poder que son sistemáticamente asimétricas. ... Entonces, el estudio
de la ideología requiere que investiguemos las maneras en que son creados los
significados y expresados en diversos tipos de formas simbólicas.” (Thompson,
1990: 7).

Otro movimiento teórico es el que hacen autores como Fairclough utilizando el


concepto de hegemonía que toman de Gramsci.
“La hegemonía es el poder sobre la sociedad como un todo de una de las clases
fundamentales definida económicamente en alianza con otras fuerzas sociales, pero
nunca es tomada en cuenta más que parcialmente y temporalmente, como un
‘equilibrio inestable’. La hegemonía se trata de construir alianzas e integrar más que
simplemente dominar a las clases subordinadas, a través de concesiones o
estrategias ideológicas para ganar su consentimiento.” (Fairclough, 1992: 92).

36
El cambio social posible y deseable

Aquí el movimiento consiste en deslindar los contenidos de conciencia de la


definición de clases sociales. Se busca evitar el determinismo de proponer que
los elementos ideológicos están articulados a clases sociales específicas, e
incluso que estas clases sociales sean bloques contrapuestos como sostiene la
propuesta marxista ortodoxa.
"Ni los sujetos políticos son para Gramsci clases – en el sentido estricto del término
- sino 'voluntades colectivas' complejas; ni los elementos ideológicos articulados por
la clase hegemónica tienen una pertenencia de clase necesaria. Respecto al primer
punto la posición de Gramsci es clara: La voluntad colectiva resulta de la articulación
político ideológica de fuerzas históricas dispersas y fragmentadas." (Laclau y
Mouffe, 1985/1987: 78)

En la reconceptualización que hacen Laclau y Mouffe (1985) del concepto de


hegemonía, éste se refiere a los contenidos que pueden liderar movimientos
sociales concretos y que pueden englobar diferentes actores sociales hacia un
fin común. Estos contenidos no están necesariamente ligados a ninguna clase
social particular (explícitamente estos autores critican la noción de clase
social), sino que provienen de diferentes posiciones de sujeto que se articulan
y, en esta articulación, se fijan los significados hegemónicos como antagónicos
a otras formaciones sociales y discursivas. El concepto de bloque histórico,
también propuesto por Gramsci (1971) y utilizado por estos autores, se refiere
al grupo de alianzas inestables que se formulan en un determinado momento y
que lideran un movimiento hegemónico de transformación. Para Laclau y
Mouffe, el movimiento teórico que permite el concepto de hegemonía y el de
bloque histórico es el anclaje a partir del cual las luchas sociales
contemporáneas pueden ser pensadas en su especificidad. Permite pensar en
principios articulatorios básicos en la unidad de un bloque histórico, hacia una
radicalización de la democracia en términos contemporáneos.

La comparación entre el concepto de ideología y los movimientos teóricos que


se han hecho para pensar en otras formas de comprender las formas de
reproducción social, como por ejemplo, las reconceptualizaciones del concepto
de hegemonía, muestran de cierto modo la crisis a la que se ha enfrentado el
modelo clásico marxista en la actualidad. La incorporación de los aportes del
"giro lingüístico", la apreciación de la no transparencia de lo social para la
mirada del analista, la crítica a la noción de verdad, la complejidad de las
luchas de los movimientos sociales contemporáneos (feminismos, ecologismo,
minorías étnicas, movimientos homosexuales, entre otros) y la poca confianza
en la neutralidad de la ciencia como esclarecedora de los "falsos" contenidos

37
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

de conciencia han obligado a los pensamientos contemporáneos a alejarse de


la visión más tradicional de la ideología como cemento social y de la ciencia
como posible herramienta para desenmascarar los efectos ideológicos de los
contenidos de conciencia que circulan en un momento dado.

Sin embargo, en estos desarrollos se nota la intención política de mantener de


una forma u otra la capacidad de crítica hacia los sistemas simbólicos que se
relacionan con prácticas sociales de dominación. Éstas se hacen visibles a
través de los movimientos sociales que las denuncian y que se comprometen
en una lucha política en contra de formas específicas de dominación. Sigue la
cuestión abierta acerca de hasta dónde se puede desechar la noción de
ideología en las posiciones críticas contemporáneas y hasta dónde puede
llegar su transformación, a través del concepto de hegemonía o de cualquier
otro movimiento político o académico. La cuestión para nosotros/as será
estudiar más adelante, cómo estas ideas han influido en las teorizaciones y
prácticas de la intervención social y qué consecuencias pueden tener estas
formulaciones en ese ámbito.

2.3 La sociedad como sistema de dominación y autoridad


A continuación presentaremos algunos aportes anarquistas como parte de
nuestro ejercicio de buscar las ideas que se han desarrollado para explicar la
sociedad y el cambio social. Los planteamientos anarquistas, aunque han sido
dejados de lado en los desarrollos más contemporáneas que explican lo social,
presentan reflexiones interesantes acerca de cómo entender la sociedad y;
sobre todo, planteamientos con relación a cómo promover un cambio social y
hacia qué dirección (Horowitz, 1975; Woodcock, 1973). Para la siguiente
presentación nos centraremos más que todo en las ideas desarrolladas en este
ámbito y no tanto sobre las características de los movimientos que surgieron a
partir de las ideas de los autores anarquistas. Para seguir el hilo de la reflexión
planteada, veremos las principales coincidencias y diferencias de las posturas
anarquistas entre sí; para luego, hacer una comparación de estas ideas con las
posturas estudiadas anteriormente.

2.3.1 La crítica a la sociedad

La principal coincidencia de las diferentes posturas anarquistas estudiadas


tiene que ver con el diagnóstico de la sociedad: En estas posturas, la sociedad
capitalista está basada en una serie de relaciones de explotación. La propiedad

38
El cambio social posible y deseable

privada, la familia y el Estado son producto de relaciones injustas y perpetúan


ese tipo de relaciones (Déjacque, 1858).

Proudhon, a través de la famosa frase "¿Qué es la propiedad? La propiedad es


un robo." (Proudhon, 1840/1974: 74), hace una fuerte crítica a la forma de
explotación que implica la propiedad privada en el sistema capitalista. Según
este autor, en la manera que está organizada la sociedad, quienes poseen los
medios de producción reciben los beneficios del trabajo de la 'fuerza colectiva'.
Con el salario que se le paga a cada uno/a de los/as trabajadores/as por su
fuerza de trabajo, no se paga ese plus de producción que representa el trabajo
en conjunto. Esta es la ganancia que se produce para el/la propietario/a. El/la
propietario/a, a través de su ganancia, 'roba' a los/as trabajadores/as el
producto de su trabajo. El razonamiento que hace Proudhon que da la base a
esta perspectiva, es que "todo trabajo humano, necesariamente resulta de una
fuerza colectiva; convierte toda la propiedad, por esa misma razón, en colectiva
e indivisa: en términos concretos, el trabajo destruye la propiedad" (Proudhon,
1840/1974: 78). La sociedad, por lo tanto, está estructurada bajo un modelo
incorrecto, ya que la propiedad tanto de los medios de producción como del
producto de la 'fuerza colectiva' está en manos de la clase explotadora. En la
sociedad actual, el trabajo crea la propiedad. Y la propiedad está en manos de
unos/as pocos/as y no en manos de los/as trabajadores/as.

Woodcock, cuando explica la postura de Proudhon, afirma que "el hombre que
trabaja tiene derecho absoluto sobre aquello que produce, pero no sobre los
medios de producción. El derecho a los productos es exclusivo; el derecho a
los medios es común" (Woodcock, 1973/1979:108). Esta es la propuesta de
Proudhon con relación a la distribución de la propiedad. Quien trabaja tiene
derecho a su producto y los medios por los cuales se puede acceder a ese
producto deben ser de propiedad y administración común.

Bajo el modelo anarquista la propiedad privada es una de las causas


fundamentales de la explotación de los seres humanos entre sí. La persona
que ofrece su fuerza de trabajo, aunque tiene el derecho de cambiar de patrón
o de no vender esta fuerza, no tiene los medios económicos para oponerse al
sistema de explotación. Todo esto se da en un sistema social donde existen
clases privilegiadas: aquellas que poseen tierras, capital y/o educación
burguesa. La transacción entre quienes pertenecen a estas clases y quienes
son trabajadores/as no es una transacción libre; ya que estos/as últimos/as

39
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

deben entrar en la oferta de fuerza de trabajo para poder sobrevivir (Bakunin,


1871).

Entre los autores estudiados, es Bakunin quien hace notar el problema de la


herencia en la perpetuación del sistema de explotación entre propietarios/as y
trabajadores/as. La herencia, como sistema de obtención de riqueza por medio
de la sangre; permite que ciertos grupos de personas adquieran propiedades y
otras no y que, de esta manera, se renueva el ciclo de explotación. A partir de
aquí se deduce que para la emancipación integral del trabajo y de los/as
trabajadores/as es necesaria la abolición de la herencia, de modo que en el
futuro aquello que disfrute cada uno/a sea igual a lo que produzca.

Al hacer este análisis de la sociedad se pone el punto de mira de los


movimientos anarquistas sobre todo en la clase trabajadora y, en la versión de
Proudhon, por ejemplo, también en algunos sectores del campesinado, e
incluso en aquellas personas que están fuera de los sistemas de producción. El
descontento de estas personas insatisfechas con el orden del sistema, es el
clamor que los/as anarquistas quieren retomar para un cambio social radical.
En este diagnóstico hecho por los/as autores/as anarquistas está también el
papel del Estado. Éste consiste, bajo las perspectivas anarquistas,
exclusivamente en regular y garantizar la mutua explotación. El Estado permite,
regula y mantiene el sistema de propiedad propio del sistema de dominación
capitalista; por esta razón se presenta como una fuerza que, aunque esté
regida por el sufragio universal, reproduce las formas de explotación de la
mayoría por parte de una minoría dominante. Cualquier forma de gobierno,
dentro de las diferentes versiones anarquistas, representa un problema dado
que limita y coarta las libertades individuales y/o de los colectivos que deberían
poder tomar decisiones acerca de cómo encarar el trabajo y las relaciones de
convivencia por sí mismos.

El Estado se presenta como una desviación reguladora de la actividad de los


seres humanos, como un producto histórico que ha venido a regular la
actividad humana bajo unas normas que sólo benefician a una minoría. Si los
seres humanos pudiesen autoregular su actividad a través de la autogestión
(Proudhon), las cooperativas (Kropotkin) o simplemente bajo el egoísmo
individual (Stirner), las normas por las cuales se funcionaría provendrían del
propio grupo o de la lucha de intereses de los individuos. El hecho de que las
normas provengan de las estructuras que preceden a los individuos y no de las

40
El cambio social posible y deseable

decisiones tomadas en el seno de sus relaciones actuales es un problema que


sólo puede ser abordado por una revolución social.
"Rechazamos toda legislación y autoridad privilegiada, diplomada, oficial y legal,
aunque provenga del sufragio universal, convencidos de que sólo puede
desembocar en beneficio de una minoría dominante y explotadora, frente a los
intereses de la gran mayoría esclavizada. En este sentido es en el que somos
realmente anarquistas" (Bakunin, 1871/1978: 324).

2.3.2 Las direcciones del cambio social

Después de este resumido diagnóstico de la sociedad vista desde el prisma de


algunas tradiciones anarquistas; lógicamente encontramos las propuestas de
estos autores relacionadas con las maneras de cambiar esta realidad y hacia
dónde dirigir este cambio. El anarquismo, según Woodcock sería
"Un sistema de pensamiento social que apunta a cambios fundamentales en la
estructura de la sociedad y particularmente – pues éste es el común elemento que
une a todas sus formas – a la sustitución del Estado autoritario por alguna forma de
cooperación no gubernamental entre individuos libres" (Woodcock, 1973/1979:15).

Según Woodcock (1973), ésta sería la característica principal que destaca de


las propuestas anarquistas: el énfasis en el cambio necesario de las
estructuras dominantes de la sociedad, en particular del Estado como principal
órgano político que reproduce las relaciones de dominación en la que viven las
personas y la confianza en las diferentes formas de auto organización fuera de
la autocracia que representa el Estado. La clase dominante, por razones
obvias, no quiere realizar la transformación social requerida por los
planteamientos anarquistas; mientras que las clases explotadas sí desean el
cambio; por esto, es necesaria una acción revolucionaria desde las bases de la
clase trabajadora. El cambio social se traduce en la abolición de la explotación
de los seres humanos entre sí y de la abolición del Estado. "La igualdad política
sólo puede basarse sobre la igualdad económica y social. Y la justicia es
precisamente la realización de la libertad a través de dicha igualdad." (Bakunin
1871/1978: 185).

La forma en la que se puede lograr este cambio es una cuestión en la que sí se


distinguen las diferentes propuestas anarquistas. Por un lado, algunos de los
autores (como Bakunin o Déjacque, por ejemplo) encuentran imposible una
acción revolucionaria pacífica y necesaria una revolución social con todos los
medios disponibles para ello, incluida la violencia, dado que el Estado y todas
las instituciones del orden burgués utilizan la violencia para mantener el estado

41
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

de las cosas. "Vosotros tenéis la bayoneta y el código penal, el catecismo y la


guillotina; nosotros tenemos la barricada, la utopía, el sarcasmo y la bomba"
(Déjacque, 1858/1990: 14). Por otro lado, otros autores asumen que la
aplicación de métodos violentos para lograr el cambio social representa el uso
de la autoridad y la fuerza dentro de un movimiento que justamente rechaza, en
sus principios fundamentales, estas formas de relación entre los seres
humanos. "Godwin figura con Tolstoy, y en cierta medida con Proudhon, entre
aquellos que colocan la persuasión moral y la resistencia pasiva por encima de
la resistencia violenta y activa." (Woodcock, 1973/1979: 76)

La dirección del cambio social, también es una de las cuestiones debatidas


dentro de los ámbitos anarquistas. Aunque hay un acuerdo fundamental acerca
de la abolición de la propiedad privada y del Estado; las descripciones de las
'utopías' anarquistas o formas de organización tienen diferencias entre sí tanto
en su nivel de concreción, como en los sistemas de relaciones propuestas.
Proudhon propone en el ámbito de la producción la autogestión obrera.
Consiste en que los/as trabajadores/as gestionan ellos/as mismos/as – y no
los/as propietarios/as, administradores/as, ni el Estado – los medios de
producción de propiedad común y también la repartición de la producción. La
idea es mantener a escala local el núcleo de las decisiones y a escala
individual el producto de la fuerza de trabajo. A este sistema se le llama
'colectivismo', porque subraya la importancia de la propiedad y el trabajo
colectivo para el soporte de la sociedad. Godwin, por su parte, propone abolir
el comercio e instaurar sistemas de almacenes abiertos en los que cada cual
tome para sí lo que necesita para alimentarse y alimentar a su familia. Esta
propuesta está basada en la estricta confianza en que, una vez destruidos los
poderes de explotación instaurados en el sistema capitalista, las personas en
comunidad compartirán la riqueza de manera justa.

Con relación al ámbito político, tanto Proudhon como Bakunin abogan por un
sistema descentralizado y federativo de organización en el que se pueda dar la
auto organización local. Una federación agrícola – industrial es la propuesta
final de Proudhon para la organización de la sociedad; en la que, como su
nombre lo indica, participan tanto las clases obreras de las ciudades como
los/as campesinos/as y personas que trabajan la tierra. Todo esto en un
sistema de autogobiernos locales que pueden articularse desde su
particularidad. Para Bakunin, cualquier autoridad centralizada implica una
imposición desde centros de poderes concretos y por tanto, no representa el

42
El cambio social posible y deseable

ideal anarquista de la "ausencia de gobierno". A través del Federalismo y no de


un Estado autocrático y autoritario es que se puede hablar de libertad, igualdad
y revolución.

Por otro lado, el diseño de la utopía anarquista de Déjacque no concreta en los


medios específicos para el cambio social o la convivencia a partir de las
'herencias' del sistema capitalista como lo hacen Bakunin, Proudhon o
Kropotkin; sino que presenta un sistema llamado el Humanisferio que describe
una comunidad que se caracteriza por la ausencia de todo gobierno y de toda
autoridad, la propiedad común de todos los bienes y la supresión de la familia
(Déjacque, 1858/1990: XV). En el Humanisferio los seres humanos, sin
ataduras de ningún tipo, trabajan y conviven.

El sistema más contrario a los descritos anteriormente podría ser el propuesto


por Stirner (citado en Woodcock, 1973), quien propone el egoísmo como forma
de relación privilegiada en la utopía que demarca. "En el mundo de Stirner no
existirían amos ni esclavos, sino sólo egoístas y el mismo hecho de la retirada
de cada hombre a su individualidad impediría el conflicto antes de agravarlo."
(Woodcock, 1973/1979: 97).

En resumen, el ideal anarquista consiste principalmente en la abolición de la


propiedad privada y del Estado como formas de explotación de las mayorías
por parte de una minoría dominante. El cambio social, violento o no, proviene
del descontento de las masas con ese estado de cosas y la sociedad ideal,
aquella a la que se llega después del movimiento de revolución social, es una
sociedad en la que las relaciones entre las personas se regulan a través de sus
propias formas de auto organización, bien sea en cooperativas de trabajo o en
negociaciones entre individuos libres de la autoridad que implica la
organización centralizada y dirigida por las fuerzas poderosas.

2.3.3 Comparación con el sistema social

Aunque aparentemente el anarquismo y el funcionalismo no tienen relación


entre sí, ciertos autores afirman que hay elementos en común entre estas
posiciones, como por ejemplo la confianza en la responsabilidad individual y la
propia conciencia como el más alto poder político (Hoselitz, 1953/1978: 11).
La libertad individual, que termina donde comienza la libertad del otro,
propuesta bajo la versión de Stirner y su mundo de egoístas, es la idea que
más se acerca a la reivindicación de la individualidad dentro del sistema social
propuesto por el funcionalismo. Sin embargo, también en las versiones de otros

43
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

autores la elección individual como valor de la libertad de la persona tiene un


peso importante en la construcción de la utopía anarquista (Godwin c/p
Woodcock, 1973).

También la auto regulación de la sociedad por leyes distintas al Estado,


propuesta por las ideas anarquistas se puede relacionar con las formas de auto
regulación que se describe en la versión funcionalista de la sociedad: La
sociedad como conjunto de instituciones que se relacionan funcionalmente en
un equilibrio homeostático no necesita al Estado como institución centralizada
que controla y rige las relaciones sociales; ya que éstas se regulan
mutuamente. Incluso la tendencia federalista, confiada en los gobiernos locales
podría ser un proyecto político que compartan ambas perspectivas. Una
sociedad sin Estado y basada en el equilibrio de las personas entre sí y la
regulación de sus relaciones por parte de ellas mismas; se podría establecer
como un ideal tanto del anarquismo como de la visión de la sociedad como
sistema social.

Sin embargo, hay profundas diferencias entre las posturas funcionalistas y las
anarquistas: el descontento de estas últimas con relación a la estructura de la
sociedad de clases y la denuncia de las relaciones de explotación en el sistema
capitalista no se encuentra presente en la sociedad descrita como sistema
social. Tampoco se encuentra la necesidad de cambios radicales en esta
estructura mediante la revolución social. La denuncia de la propiedad privada
como una de las principales formas de explotación no puede ser sostenida
desde el funcionalismo ya que según éste, la imbricación de los recursos tiene
que ver con cómo pueden ser éstos funcionales para los individuos y grupos de
la sociedad. Aunque quizás algunas utopías de anarquistas se parezcan a la
sociedad descrita por el funcionalismo; es claro, que esa utopía se mantiene en
el terreno de lo posible y lo deseable, y que es necesaria alguna acción
colectiva para llegar a ella. La libertad y la igualdad propuesta no ha sido aun
alcanzada en la sociedad actual; por esto es importante el cambio social.

2.3.4 Comparación con el socialismo

Ahora bien, el movimiento anarquista se ha comparado frecuentemente con las


diferentes versiones de socialismo. Las ideas sobre cómo está estructurada la
sociedad y la necesidad da cambiarla coinciden más con el modelo planteado
por el marxismo que con el funcionalismo. Las ideas de la sociedad dividida en
clases, la explotación de la clase trabajadora que debe vender su fuerza de

44
El cambio social posible y deseable

trabajo y la dominación de los/as propietarios/as de los medios de producción


son elementos en los que se asemejan ambas posturas. La necesidad de un
cambio brusco de estas estructuras hacia una sociedad que elimine estas
diferencias y el papel del movimiento obrero (sobre todo en sus vertientes de
anarquismo comunista y anarco sindicalismo) son también elementos
comunes. Sin embargo, algunos de los modelos anarquistas toman en cuenta
también actores sociales diferentes a las clases sociales propuestas por el
socialismo.

Una de las grandes diferencias entre estas posturas consiste en la actitud con
relación al papel del Estado en la sociedad post revolución. Para Marx y Engels
(1848) la dictadura del proletariado sería una etapa de transición hacia una
sociedad sin clases, es decir, hacia el comunismo. La toma del Estado por
parte del proletariado para socializar los medios de producción es un paso
necesario en el proceso de construcción de la sociedad futura. El tipo de
gobierno planteado para ese período bien la dictadura (Lenin) o la democracia
(Kautsky) es cuestión de discusión entre las posturas marxistas. Los autores
anarquistas, en cambio, niegan cualquier papel al Estado en la formación de la
utopía anarquista. La organización local y la autogestión en los puestos de
trabajo son las ideas propuestas por ellos, en contra de la apelación al Estado
como centro de organización y planificación nacional. Marx promovía la acción
política de los/as trabajadores/as y planeaba conquistar el Estado; Bakunin se
oponía a la acción política en estos términos y trataba de destruir el Estado
(Bakunin, 1871).
"Las batallas más enconadas entre anarquistas y marxistas se libraron por la
cuestión de si los partidos políticos obreros, que deseaban la conquista de la
máquina estatal, podían crear una sociedad igualitaria. Todos los anarquistas se han
negado a la acción política. Han declarado que no hay que apoderarse del Estado,
sino abolirlo." (Woodcock, 1973/1979: 31).

Con el poder del Estado en la versión socialista de la revolución, la propiedad


quedaría nacionalizada y sería del Estado. En el pensamiento anarquista, esta
transformación se califica de reformista; ya que mantiene la idea de Estado
protector, dueño y controlador de las incitativas individuales. Según Proudhon
(1840), la alternativa anarquista resulta más apropiada a la transformación
radical de la sociedad ya que plantea la propiedad colectiva: el control obrero
de la producción y de los medios de producción a través de la autogestión. La
comuna, dice Kropotkin (1920), es una asociación voluntaria que une todos los
intereses sociales, representados por los grupos de individuos directamente

45
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

afectados por ellos. Mediante la unión con otras comunas se produce una red
de cooperación que sustituye al Estado. En cartas enviadas a Lenin después
de la revolución de Octubre, Kropotkin apunta sobre la dificultad de crear una
nueva sociedad bajo la autoridad centralizada que representaban los soviets.
Para él, era necesario recuperar los poderes locales de las cooperativas y
organizaciones de trabajadores/as para poder llevar a cabo esta tarea
(Kropotkin, 1920). El sistema salarial, en cualquiera de sus formas, aunque sea
administrado por Bancas del Pueblo o por asociaciones obreras mediante
cheques de trabajo, es meramente otra forma de coerción. En una sociedad
voluntaria no hay lugar para el salario (Woodcock, 1973/1979:188).

Los anarquistas no sólo rechazan el tipo de acción política propuesta por los
adeptos al comunismo; sino que también están en contra de las formas
reformistas de socialismo (Bernstein); ya que, según ellos, éstas mantienen la
situación de opresión estructural dentro del sistema capitalista. Al igual que
ciertas versiones revolucionarias del marxismo, el anarquismo aboga por un
cambio radical de las relaciones sociales, hacia la promoción de la igualdad y
libertad de las personas, a través de la abolición de la propiedad privada como
medida necesaria para crear una nueva sociedad.

Según Colletti (1982) una de las diferencias importantes entre estas dos
posturas es que el anarquismo, en la mayoría de sus versiones, alude a la
necesidad de la espontaneidad natural de las masas y de las relaciones en el
orden natural. La confianza en la bondad del ser humano es crucial dentro de
este movimiento; para ellos, el Estado y las formas de organización actuales
han corrompido el espíritu igualitario y solidario de las personas. Por lo tanto,
una vez destituida esta forma de sociedad se puede volver a un estado de
convivencia igualitaria. Por su parte, las posturas marxistas tienden más a
proponer la salida definitiva del ser humano del entorno natural para crear un
'nuevo orden' que será un producto histórico, una voluntad organizada que
quiere trazar el camino del comunismo. Aunque hay autores/as marxistas que
'confían' en la propia evolución de la sociedad hacia un mundo sin clases
(como por ejemplo, Luxemburg o Bernstein); la importancia del movimiento
universal, organizado y planificado conscientemente es uno de los puntos más
frecuentes en las posturas marxistas. La necesidad de una dirección concreta
del cambio, una planificación y una acción conjunta es lo que, finalmente, hace
tan necesaria la acción del Estado como regulador de la transición entre la
sociedad capitalista y la comunista. La creación de los soviets controlados

46
El cambio social posible y deseable

desde el centro del Estado en el régimen leninista, criticado por Kropotkin


(1920), es la máxima expresión de esta postura.

La importancia de la planificación de este cambio en las corrientes marxistas


hace que el estudio sobre la sociedad y el conocimiento que se pueda producir
para describirla en su carácter histórico cobra gran importancia para la
posibilidad de racionalización del cambio social. La posibilidad del cambio
surge a partir del conocimiento de las estructuras de opresión presentes en la
sociedad, de la transmisión de este conocimiento a las masas de trabajadores,
de la acción colectiva por parte de éstas y de una dirección general que
controle los destinos de la revolución. El anarquismo, por el contrario, confía en
la auto regulación de los grupos pequeños y no pone tanto énfasis en el
conocimiento que se pueda crear de la sociedad (salvo en algunos casos la
importancia de la educación moral – Godwin); sino en las maneras en las que
se pueden lograr estas formas de asociación y cómo, desde allí, derrocar el
sistema capitalista, tanto en la propiedad de los medios de producción como en
el papel regulador del Estado. La esperanza marxista en que el conocimiento
puede guiar la acción se transforma en el anarquismo en la confianza en la
acción misma para la revolución social.
"El culto anarquista por lo natural, lo espontáneo, lo individual le enfrenta a cualquier
estructura, altamente organizada, de la moderna sociedad industrial y estatal, que el
marxista considera como el preludio de su propia utopía." (Woodcock, 1973/1979:
27)

En resumen, las semejanzas entre las posturas marxistas y anarquistas tienen


que ver con la crítica radical a la sociedad capitalista como sociedad de
explotación de los seres humanos entre sí y la necesidad de algún tipo de
movimiento colectivo para la transformación de esta situación. Las principales
diferencias tienen que ver con el papel del Estado como centralizador de la
acción en las propuestas marxistas frente a la descentralización y organización
en cooperativas propuesta por las ideas anarquistas; y además, la apelación de
los autores anarquistas hacia 'volver a la naturaleza', a una vida sin
regulaciones propias de esta etapa de la sociedad; idea que no está presente
en las teorizaciones socialistas.

2.4 El cambio social: ¿qué, cómo y quién?


Una vez revisadas diferentes tendencias que explican cómo es la sociedad,
nos centraremos ahora en cómo pueden ser vistas por estas tendencias las

47
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

formas de transformación social. El hilo conductor que hemos seguido consiste


en estudiar qué es lo que cambia según cada uno de los modelos estudiados y
cómo se hace este cambio. Un segundo punto consistirá en analizar, en cada
una de las posturas, qué actor social es visto como ente privilegiado del
cambio, es decir, qué sector de la sociedad debe ser el encargado de promover
dicha transformación social y, luego, cuál es el papel asignado a los/as
intelectuales en esta transformación. Este análisis nos conducirá a reflexionar
sobre las relaciones que se proponen entre diferentes entes para la búsqueda
de la transformación social, punto crucial para luego continuar hablando sobre
intervención social y construir los ejes con los cuales analizaremos diferentes
modelos de intervención.

2.4.1 ¿Qué es lo que cambia? ¿Cómo se cambia?

Cuando se habla de transformación social, se alude a que cambia la sociedad


o una parte de ella en un momento dado. La posibilidad de "ver" y, en ciertos
casos de "promover" esta transformación resulta, en parte, de las teorías y
explicaciones que se hacen sobre la sociedad. Dentro de los sistemas teóricos
que hemos venido revisando, la transformación social en cierto modo surge
como deseable: o bien hacia una sociedad más evolucionada, equilibrada y
compleja o bien hacia una sociedad que transforme radicalmente las relaciones
sociales presentes en el capitalismo. La propia direccionalidad del cambio está
sujeta a qué explicaciones se dan del entorno social.

Pareciera que en los sistemas de pensamiento estudiados hay algo en común y


es la apelación a la libertad e igualdad entre los seres humanos que surgen
tanto de la doctrina liberal, como en el marxismo e incluso en el anarquismo.
Aunque los diagnósticos sobre la sociedad y las formas de transformación
sean muy distintas en las diferentes posturas, pareciera que estos valores se
sitúan como pilares de las ideas sobre cómo debe ser la sociedad y hacia
dónde debe dirigirse la evolución o el cambio social (De Francisco, 1997: 15).

A continuación intentaremos mostrar la respuesta que da cada una de las


posiciones estudiadas con relación a ¿qué es lo que cambia cuando se habla
de transformación social?, ¿Hacia dónde es esta transformación?, ¿Cómo se
realiza?, ¿Cuáles son los actores privilegiados en el entramado social para
llevar a cabo la acción transformadora? Y ¿Cuál es el papel de los/as
intelectuales en este proceso?

48
El cambio social posible y deseable

2.4.1.1 Homeostasis del sistema. Movimiento del propio equilibrio del


sistema

En la versión funcionalista de la sociedad, como hemos visto, el cambio social


ocurre por la propia evolución de la sociedad. La sociedad se hace cada vez
más compleja y las funciones de las diferentes partes de la sociedad se van
diversificando. Manteniendo, sin embargo, una coherencia interna – funcional –
entre ellas. Mientras la dinámica de alguna de las partes cambia, el resto del
sistema se acomoda a este cambio. Lo que se va transformando es la
complejidad en las relaciones de las partes como un todo.

También hay casos en los que hay una transformación o renovación


institucional debido a la disfuncionalidad de las instituciones en ciertos
momentos, debido a transformaciones en otras partes del sistema. Según la
teoría funcional de la sociedad, en esos casos se transforman las instituciones
por otras más adecuadas al funcionamiento general del sistema (De Francisco,
1997). El sistema se auto regula y adapta aquellas instituciones que ya no le
son útiles. Mantienen su función pero ésta se lleva a cabo por otro medios
adecuados a las transformaciones existentes.

En otros casos, se pone el peso de las teorías funcionales en los aspectos de


desequilibrio. Cuando un sistema social es empujado por algún factor a un
estado de desequilibrio en un momento dado, el sistema busca los
mecanismos para restablecer el equilibrio hasta que ocurra otro desequilibrio.
En ese ir y venir ocurren los cambios en la sociedad, a partir de las diferentes
reestructuraciones que debe hacer el sistema para encontrarse en equilibrio. La
densidad de la población, el descubrimiento de nuevos territorios, un producto
que no encuentra venta en el mercado, pueden ser ejemplos de esos
desequilibrios a los que el sistema debe irse acoplando. Los/as psicólogos/as
sociales ya estamos familiarizados con este tipo de explicación, hemos
estudiado como Heider (1958) o Festinger (1957) explicaban las maneras en
las que los seres humanos buscan el equilibrio entre sus cogniciones y sus
afectos para adaptarse al contexto que los circunda.
2.4.1.2 Transformación de las condiciones de vida (reformismo).

En el reformismo propuesto por Bernstein (1909) lo que se transforma en


principio son las condiciones de vida del proletariado. En una sociedad de
clase, los recursos están mal distribuidos a causa de la explotación que hace la
clase burguesa a la clase trabajadora. Mediante el movimiento organizado de

49
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

las masas de trabajadores/as y estrategias concretas como la huelga general,


se puede llegar a la transformación de la sociedad. El planteamiento reformista
es también gradualista en el sentido que propone que a medida que se vayan
dando estas reformas irá cambiando la sociedad hacia una sociedad más
equitativa y desaparecerán las diferencias de clase. La confianza en la
evolución de sociedad a partir de estos movimientos de reivindicación es el
punto fundamental de la reforma social que deberá ser pacífica y gradual.

Esta propuesta, por lo tanto, es evolucionista como la propuesta funcionalista.


Sin embargo, propone la acción colectiva por parte del proletariado, como
herramienta necesaria para la transformación social. A partir de un proyecto
político concreto y del movimiento obrero organizado, se evoluciona hacia un
cambio social deseable: la abolición de las relaciones de explotación del
sistema capitalista. La agencia colectiva en forma de lucha de clases se
propone como la manera de transformar la sociedad aunque la evolución
histórica necesariamente irá hacia el destronamiento del capitalismo.
2.4.1.3 Relaciones de explotación. Universalidad de la Revolución

En la propuesta marxista ortodoxa, lo que es necesario cambiar son las


relaciones de explotación producto del sistema capitalista. Eliminando la
propiedad privada y nacionalizando los medios de producción se puede lograr
una sociedad comunista. Se trata de eliminar el sistema salarial en el que el/a
trabajador/a vende su fuerza de trabajo y quienes poseen los medios de
producción toman ganancia de la plusvalía que resulta de la diferencia entre el
salario y la fuerza de trabajo invertida en los productos. En la sociedad
burguesa, el trabajo es un medio para la acumulación de capital. En la
sociedad comunista, el trabajo es el medio para ensanchar, enriquecer y
promover la existencia del/a trabajador/a (Marx y Engels, 1848).

Lo que se quiere transformar es el sistema económico en su totalidad hacia un


modelo comunista. A través de la transformación de las relaciones de
producción, cambiarán por consiguiente, las formas de conciencia asociadas a
ese modo de producción; se produce una sociedad en la que las personas son
libres y autónomas para usar su fuerza de trabajo y en la que se constata la
igualdad entre las personas. La diferencia de esta posición con la postura
funcionalista consiste en la inconformidad con el estado actual de producción y
la diferencia con el reformismo está en que el modelo marxista ortodoxo busca
una transformación radical e inmediata de la sociedad.

50
El cambio social posible y deseable

Ahora bien, ¿cómo se transforma? A partir de una revolución organizada y


conjunta de toda la clase obrera. El hecho de ir logrando reivindicaciones
pequeñas por el movimiento sindical aparta a este segmento de la población de
su verdadera tarea histórica que es lograr la transformación de la sociedad. El
paso a la sociedad comunista, bajo esta perspectiva no es un paso gradual;
sino un salto revolucionario en el que el proletariado toma el Estado y socializa
los medios de producción. La dictadura del proletariado, o sea la toma del
poder político es el primer paso de transformación de la sociedad. Una vez
tomado este poder se deben hacer las transformaciones en el ámbito
económico y eliminar las contradicciones propias del sistema capitalista. Como
consecuencia de esta serie de acciones desaparecerá el Estado; ya que según
estas posturas, el único objetivo del Estado dentro del sistema actual es
mantener el beneficio de la clase burguesa y su desigualdad con relación a la
clase trabajadora. La revolución comunista está dirigida contra el modo de
producción capitalista, elimina el trabajo visto como venta de fuerza de trabajo
por parte de los/as trabajadores/as y suprime la dominación de clases. La
revolución hacia el comunismo debe ser una revolución universal; todos/as
los/as proletarios/as deben echar por los aires la formación social presente en
el capitalismo, para poderse liberar en conjunto.

Con relación a la capacidad de cambio de la sociedad por parte de las


agencias colectivas, las perspectivas marxistas oscilan en diferentes puntos de
teorización sobre la relación entre agencia colectiva e influencia de las
estructuras sociales sobre las personas. En general, aunque el modo de
producción capitalista utiliza las fuerzas necesarias (aparatos represivos del
Estado y aparatos ideológicos del Estado – Althusser, 1970) para mantener el
estado de cosas; con la acción colectiva, planificada y centralizada, es posible
lograr el cambio social radical.

2.4.1.4 El Estado y la propiedad privada como formas de dominación.


Formas de auto gobierno. Organización en torno a proyectos
concretos

El anarquismo también pretende cambiar la situación propia del sistema


capitalista. La propiedad privada es vista como fuente de relaciones de
explotación por parte de la clase burguesa hacia las clases trabajadoras y el
Estado es visto como la fuente de poder político para mantener esta situación.
También se sostiene, desde esta perspectiva, que la transformación social es
posible por medio de una revolución o por medio de organizaciones locales

51
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

que, en conjunto, puedan dar otro orden a la sociedad. La sociedad misma


como ente global es puesta en cuestión en las versiones anarquistas. Las
organizaciones locales, en torno a proyectos concretos son una posibilidad de
cambio que se ve como más libertario que el poder centralizado propuesto por
el marxismo. La autoridad es la unidad en la uniformidad. La libertad es la
unidad en la diversidad (Bakunin, 1871).

Ni el Estado, ni la propiedad privada son instituciones necesarias para la


convivencia humana. Las personas, en un libre intercambio de trabajo y
productos, pueden vivir en relaciones de igualdad y no de explotación. La
utopía anarquista propone volver a los orígenes de la naturaleza humana y
eliminar aquellos artefactos que regulan y atan a las personas en la sociedad
actual, este es el cambio social propuesto. La convivencia es posible de
acuerdo a los parámetros del respeto mutuo y de la colaboración entre las
personas. Lo que se propone a cambio de la sociedad actual en las propuestas
anarquistas son distintos sistemas de auto organización (cooperativas,
colectividades, comunidades pequeñas).
"En lugar de leyes propondremos contratos; se han acabado las leyes votadas por la
mayoría e incluso por unanimidad. Cada ciudadano, cada ciudad, cada asociación
industrial elaborará sus propias leyes. En lugar de poderes públicos tendremos
fuerzas económicas... en lugar de ejércitos tendremos asociaciones industriales."
(Proudhon c/p Woodcock, 1973/1979: 127)

Hay otras propuestas que valoran más la iniciativa individual (Stirner),


argumentando que cada cual debe procurarse sus propias propiedades en un
equilibrio de fuerzas personales; pero incluso en esta propuesta se habla de
relaciones entre las personas en comunidades pequeñas. Una utopía de
egoístas que conviven bajo las normas de la capacidad individual. En todo
caso, el rechazo de la autoridad central y de la propiedad de los medios de
producción en manos de pocas personas es una crítica común a las propuestas
anarquistas. Cambiar este estado de cosas es la apuesta política y hacerlo
mediante una revolución global de trabajadores/as y campesinos/as o por
organizaciones a pequeña escala es la manera de lograr este cambio.

2.4.2 Protagonistas del cambio social


2.4.2.1 El sistema auto regulador del funcionalismo

En el sistema funcional no se precisa ningún ente privilegiado para hacer la


transformación social; ya que es el propio sistema en su conjunto quien hace

52
El cambio social posible y deseable

los ajustes necesarios para su equilibrio. La acción individual o colectiva


repercute en el sistema; éste las adopta o rechaza según sean funcionales o
no a él. En el caso de que causen desequilibrio, el sistema, por medio, de otras
acciones, buscará restablecerse. Cada institución, persona, colectivo va
ajustándose al funcionamiento del sistema y también es parte de él; las demás
partes se ajustan. Los roles que ocupan las personas y las normas de la
sociedad rigen el funcionamiento global de las personas en los diferentes
contextos. Aquellas personas o colectivos que se encuentren disfuncionales al
sistema, como por ejemplo, delincuentes o enfermos/as, son absorbidos/as por
el sistema para intentar adaptarlos/as de nuevo a las normas mayoritarias. Se
crean instituciones como la prisión o el hospital que cumplen con la función de
reeducar y curar a aquellas piezas dislocadas y anómicas.

La intervención social en algunas versiones del funcionalismo consiste en


mejorar la adaptación de las personas y colectivos a la totalidad del sistema,
hacer los ajustes pertinentes a partir de los desequilibrios que se crean para
que vuelva la armonía. Sin embargo, no proponen un actor para la
transformación radical; al contrario, son los diversos actores sociales, políticos,
jurídicos y económicos que, mediante sus acciones, buscan mantener el
equilibrio del sistema.
2.4.2.2 En la reforma los/as protagonistas son los/as obreros/as

En el sistema reformista los/as protagonistas principales de la acción


transformadora son los/as obreros/as. Ellos/as, mediante los cambios
concretos en sus condiciones de vida, pueden transformar la sociedad con
ayuda de personas (provenientes de otros grupos sociales) comprometidas con
la causa transformadora. En el capitalismo avanzado la creciente división del
trabajo ha hecho que la masa obrera no se vea a sí misma como un grupo
compacto cuyo papel histórico es la transformación de la sociedad; por eso, es
necesario fomentar la unión de esta clase para promover el movimiento de
transformación. El papel asignado al partido comunista es justamente ofrecer
ese espacio de la unión de clase para el proletariado, de manera que ésta
pueda cumplir con su papel histórico.

Así, la clase obrera aparece como principal protagonista del cambio y el partido
comunista como ente de aglomeración de las masas – en aras de convertirse
en clase - para poder promover ese cambio político. Las peticiones de la clase
obrera de manera espontánea, por ser ésta la encargada del cambio social y
de la evolución hacia el comunismo, son en esta propuesta y a diferencia de

53
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

otras posturas marxistas, las peticiones adecuadas para esta evolución. La


clase obrera, aunque pida reivindicaciones momentáneas, traza el camino de
renovación total de la sociedad capitalista.

2.4.2.3 En la universalidad de la revolución el proletariado organizado por


el partido es la fuente del cambio.

Marx y Engels (1848) ya atribuían el protagonismo de la acción transformadora


a la masa desposeída que debía levantarse en contra de su propia opresión.
De aquellas personas que sólo soportan las penurias del sistema social y no
sus privilegios; es de donde nace la necesidad de una revolución. La alta
concentración de seres humanos que tiene que vender su fuerza de trabajo,
propia del sistema capitalista de producción, es punta de lanza para pensar en
una revolución organizada. El descontento propio de la clase trabajadora y su
fuerza como masa son la dinamita necesaria para la toma del poder político
para cambiar la sociedad.
"Toda clase que aspire a implantar su dominación, aunque ésta, como ocurre en el
caso del proletariado, condicione en absoluto la abolición de toda forma de sociedad
anterior y de toda dominación en general, tiene que empezar conquistando el poder
político, para poder presentar su interés como el interés general, cosa que en el
primer momento se ve obligada" (Marx y Engels 1848/1962: 35).

Por lo tanto,
"la centralidad atribuida a la clase obrera no es una centralidad práctica; es una
centralidad ontológica, sede a su vez, de un privilegio epistemológico: en su calidad
de clase 'universal' el proletariado – o más bien su partido – es el depositario de la
ciencia." (Laclau y Mouffe, 1985/1987: 64).

En la postura revolucionaria, el proletariado necesita un órgano que centralice


la fuerza de su descontento. Si cada sindicato o grupo de trabajadores/as
descontentos/as lucha por las reivindicaciones concretas localmente (como en
el caso del reformismo), la gran lucha contra el Estado burgués no se puede
librar. Es necesaria la unión de los trabajadores bajo un objetivo común. "Los
proletarios no tienen nada más que perder que sus cadenas. Ellos tienen un
mundo que ganar. Proletarios del mundo uníos". (Marx y Engels, 1848/1862:
47).

Sorel (c/p Laclau y Mouffe, 1985), haciendo una crítica de la verosimilitud de la


descripción objetivada de clase social; afirma que la referencia a este concepto
marxista, puede funcionar como mito unificador en la conciencia obrera; es
decir, que aunque ontológicamente no acepte la noción, ésta sigue teniendo el

54
El cambio social posible y deseable

mismo sentido original que es la unificación de la masa de trabajadores/as


hacia una meta común. El socialismo, tal y como es diseñado por Marx y
Engels, sólo tiene sentido como movilización general hacia la transformación
de la sociedad. La clase obrera es quien puede llevar a cabo la revolución; sin
embargo, el partido y los/as intelectuales relacionados con él pueden actuar de
catalizadores/as externos haciendo abrir los ojos a dicha clase y para
radicalizarla (Marcuse c/p Munné, 1982). De aquí debe surgir la fuerza política
para la transformación de la sociedad.

2.4.2.4 En la versión anarquista es el proletariado y la clase campesina la


encargada del cambio social. También, en algunos casos, los
propios individuos y la decisión particular para la participación.

En la mayoría de las propuestas anarquistas la clase trabajadora es la


encargada de llevar adelante la revolución necesaria. Únicamente el
proletariado puede dar término a la revolución económica. Las fuerzas
colectivas, cuando se organizan, se convierten en poder que puede transformar
la sociedad y hacer la revolución agrícola – industrial. La clase proletaria debe
tomar consciencia de sí misma y elaborar su ideología y la toma del poder
político, conjugado con la economía. (Proudhon c/p Gurvitch, 1974). La clase
proletaria en el anarquismo se presenta como más amplia que en el marxismo.
Aquí se toman en cuenta tanto a los/as obreros/as, como a los/as
campesinos/as y a las personas déclassés no incluidas en el modelo marxista
de transformación social.
"Yo, ínfimo proletario, a quien la tripulación, horda de explotadores, infringe
cotidianamente en suplicio de la miseria, agravado con las brutalidades del destierro
o de la prisión, entreabro el abismo bajo los pies de mis martirizadores y paso el
bálsamo de la venganza sobre mis cicatrices siempre sangrantes." (Déjacque,
1858/1990: 13).

Como se ve en esta cita, la mayoría de los anarquistas se incluían a sí mismos


como parte del movimiento de cambio social necesario; hacían organizaciones
a pequeña y gran escala para promover el cambio social desde las bases. La
participación de las personas en el cambio de la situación y la confianza en la
posibilidad de un mundo sin injusticias es la fuente de las diferentes utopías
anarquistas. Bien sea como organizaciones locales o como iniciativas
individuales, la posibilidad reside en el valor de las personas como fuente de
transformación posible. En todo caso, en las posturas conflictivistas estudiadas,
los/as oprimidos/as deben organizar y promover el cambio.

55
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

2.4.3 Papel de los/as intelectuales

2.4.3.1 Saber para descubrir los movimientos de equilibrio del sistema e


intervenir sobre las desviaciones creadas en ese movimiento.

A partir de lo que hemos explorado de la versión de la sociedad como sistema


social; los/as intelectuales ocupan un lugar dentro de las instituciones que
regulan el ámbito de lo social. La ciencia está diseñada para conocer las leyes
de la naturaleza y de lo social y poder hacer un mejor uso de los recursos
disponibles. El conocimiento entra aquí como herramienta de uso funcional al
sistema. El conocimiento sobre lo social y las conductas individuales y
colectivas tiene relevancia para que se mantenga el sistema. Es importante
conocer los mecanismos de la sociedad para controlar y predecir el curso de la
sociedad y mantener un mejor equilibrio, para ayudar a la evolución más eficaz
del mundo social, sin que se produzcan disfunciones en el sistema.
2.4.3.2 Confianza en la espontaneidad de las masas

En el reformismo es necesario seguir las aciones que los propios movimientos


obreros hacen. La evolución de la sociedad, a partir de estos movimientos, es
necesariamente hacia el comunismo. Aunque la postura reformista bebe de la
explicación marxista de la sociedad, en tanto a su forma de concebir el orden
social y la necesidad de transformación, no le asigna, como ésta un papel
preponderante a los/as intelectuales en la formación de la conciencia política
del proletariado. Los/as intelectuales, en esta versión, sólo deben seguir y
apoyar solidariamente las acciones del grupo obrero, ya que la propia historia;
fundada en los principios del materialismo histórico, asegura el advenimiento
del comunismo, producto de las contradicciones insostenibles en el sistema
capitalista.

2.4.3.3 Saber científico para darle direccionalidad al cambio, cargar de


posibilidad al hacer. El conocimiento como guía de la acción.

Para que la clase obrera pueda hacer la revolución, debe haber la conciencia
de las contradicciones y además tener voluntad política de cambio. Es
necesario saber que se está viviendo en una contradicción radical; que aunque
en la sociedad haya la idea de que todos los seres humanos son libres e
iguales; la organización del modo de producción no refleja esta igualdad ni
libertad. La unidad y la determinación socialista de la clase obrera

56
El cambio social posible y deseable

“sólo puede consolidarse si se subordinan al Endziel, al objetivo socialista final, y


esto supone la subordinación de la lucha económica a la lucha política y, por tanto,
de los sindicatos al partido. Pero el partido sólo puede representar esta instancia
totalizante en la medida en que es depositario de la ciencia marxista.” (Laclau y
Mouffe, 1985/1987: 23).

La noción de vanguardia viene de la idea ilustrada de que el poder proviene del


saber. Una vez conocidas las contradicciones del sistema, la actuación posible
es una revolución organizada, una transformación que planea la toma del poder
político y económico por parte del proletariado. La capacidad del saber se
transforma en algunas versiones del marxismo en la guía necesaria para lograr
mayor capacidad de cambio y control por parte de las masas descontentas. La
ciencia marxista con su descripción de la sociedad de clases, de la lucha de
clases y de las posibilidades de los movimientos de masas como acción
revolucionaria debe iluminar al movimiento social que se engendra en el
descontento general de la clase trabajadora.

La esperanza iluminista de "quitar el miedo a los hombres y de convertirlos en


amos" (Horkheimer y Adorno, 1944/1987: 15), se plantea, en esta versión como
un proyecto político progresista, tomando el papel fundamental del saber para
lograr el imperativo de guiar la praxis. "Digamos, siguiendo a Kant, que el
espíritu de las luces fue un espíritu de emancipación, de liberación intelectual y
moral" (Belaval, 1976:182). Aunque los críticos aseguraban que el
conocimiento servía para los intereses de la burguesía, el conocimiento podía,
según la esperanza del marxismo ilustrado, liberar de las ataduras, a través del
conocimiento de las contradicciones fundamentales de la sociedad, a aquellos
que no se diesen cuenta de su papel histórico como proletariado.
2.4.3.4 La educación para la convivencia armoniosa

Para Bakunin (1871) la educación era producto de la clase burguesa. El


conocimiento de las masas, la realidad de su malestar y la posibilidad de su
acción conjunta sirven como sustituto del conocimiento científico. En la mayoría
de versiones anarquistas el saber científico no representa la capacidad de
acción. Esta capacidad está dada por el espíritu propio de la clase trabajadora,
encargada del cambio debido a su condición de oprimida frente a la clase
burguesa. Sin embargo, en la nueva sociedad no se excluye a nadie de la
utopía. La nueva sociedad está conformada por todas las personas que,
después de abolida la propiedad privada y el Estado como mecanismos
generales de dominación, vivirán conjuntamente en armonía.

57
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

La educación sí tiene importancia en ciertas versiones del anarquismo (Godwin


c/p. Woodcock, 1973; Déjacque, 1858). Para estos autores, la educación de las
personas tiene relevancia para enseñar los valores de solidaridad e igualdad
propios de la nueva sociedad. Los sistemas de educación en el sistema
capitalista enseñan los valores del capitalismo nocivo para la formación de este
nuevo orden. Por medio de una educación en un ambiente de libertad
individual, las personas pueden llegar a convivir armoniosamente. Aquí cobra
importancia el conocimiento pero, a diferencia del modelo marxista en el que es
necesario el saber de la ciencia marxista para poder llevar adelante la
revolución total, la confianza de los modelos anarquistas en el conocimiento es
para la construcción de una sociedad basada en la libertad y la igualdad. La
herramienta es la educación de los valores propios de la utopía.
2.4.3.5 Intelectuales orgánicos. Propuesta de Gramsci.

Ahora pasaremos a estudiar la propuesta de Gramsci con relación a su


incorporación del término "intelectuales orgánicos". La hemos separado del
marxismo reformista y del marxismo ortodoxo por desarrollar otras
concepciones relacionadas con el papel de los/as intelectuales en el
movimiento social de transformación.

Gramsci se pregunta: "¿Son los intelectuales un grupo social autónomo e


independiente, o todos los grupos sociales tienen sus propias categorías de
intelectuales especializados?" (Gramsci, 1974: 21). Según este autor, todo
grupo social, surge sobre la base original de una función esencial en el mundo
de la producción económica y establece junto a él, orgánicamente, uno o más
tipos de intelectuales que le dan homogeneidad no sólo en el campo
económico, sino también en el social y en el político. El/la intelectual orgánico/a
es el/a que emerge sobre el terreno a exigencias de una función necesaria en
el campo de la producción económica. Es decir, es aquel "pensado" que perfila
el proyecto social (ideológico) y político de la clase que representa. Por
ejemplo, los/as empresarios/as producen sus propios/as intelectuales que
perfilan y se tecnifican sobre las tareas de lo empresarial. Lo mismo ocurre con
la clase obrera o con otros grupos sociales; por tanto, los/as intelectuales
orgánicos/as, a diferencia de los tradicionales, se producen como consecuencia
de la formación histórica de ciertos grupos sociales en momentos dados.

Los/as intelectuales son los/as "empleados/as" del grupo dominante a quienes


se les encomienda las tareas en la hegemonía social y en el gobierno político.
Son quienes, a través del uso de redes de posición asociados al poder de la

58
El cambio social posible y deseable

clase dominante, crean el consenso "espontáneo" otorgado por las grandes


masas de la población a la directriz marcada a la vida social por el grupo básico
dominante. Los/as intelectuales son el grupo privilegiado para producir
contenidos hegemónicos. Gramsci asocia la función de los/as intelectuales con
los grupos de poder, y además apunta sobre la legitimación que gozan a partir
de esos propios grupos.
"En el sistema social democrático burgués se han creado imponentes masas de
intelectuales que no se justifican solamente para la atención de las necesidades de
producción, sino también para las exigencias políticas del grupo básico dominante"
(Gramsci, 1974: 32)

Gramsci crítica la diferenciación que se hace de la labor del intelectual. Más


que centrar el análisis en el tipo de trabajo que hacen las personas
mayoritariamente (bien sea manual o intelectual) las diferencias hay que
buscarlas en el sistema de relaciones en el que ellos vienen a unirse al
complejo de relaciones sociales. Es decir, de qué modo se utiliza esa
intelectualidad, o en palabras de Gramsci, a qué clase sirven o de qué clase
son orgánicos/as los/as distintos/as intelectuales. "Por consiguiente podría
decirse que todos los hombres son intelectuales, pero que no todos tienen en la
sociedad la función de intelectuales" (Gramsci, 1974: 26). Si bien se puede
hablar de intelectuales, aquellos cuya función social es producir contenidos de
conciencia apropiados a su lugar en la sociedad, no se puede hacer referencia
a "no intelectuales", porque el no intelectual no existe; todas las personas
ejercen su intelectualidad aunque esa no sea su función en el entorno de las
relaciones sociales. Según Harman (1977), Gramsci propone el surgimiento de
un nuevo intelectual que pueda lanzarse en la lucha práctica como constructor,
organizador y persuasor constante.
"Construir el partido revolucionario no es una cuestión de inculcar ideas en los
trabajadores a través de propaganda abstracta. Tampoco es una cuestión de
esperar hasta que los trabajadores actúen, impulsados por los efectos de la crisis
económica. Se trata de relacionarse con cualquier lucha espontánea, parcial e
intentar generalizarla." (Harman, 1977/1999: 13).

En Gramsci la política es concebida como articulación. "La era de los sujetos


privilegiados en el sentido ontológico – no práctico – de la lucha anticapitalista
ha sido superada" (Laclau y Mouffe, 1985/1987: 103). En este sentido este
autor hace una ruptura teórica con el marxismo ortodoxo, para analizar la
sociedad en términos más complejos. Propone al intelectual orgánico de la
clase trabajadora como aquel que construye los elementos de conciencia

59
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

propios de esos grupos para la hegemonía necesaria en aras de la


transformación social.

2.5 ¿Qué heredamos? Ideas necesarias para pensar en la


intervención
En este apartado delimitaremos cuáles ideas, tomadas de las propuestas
anteriores, creemos que sientan las bases de la posibilidad de pensar la
intervención social, con el fin de, a continuación, delimitar los ejes de análisis
que utilizaremos para la "lectura" de los materiales sobre intervención social.

2.5.1 Cierto descontento con el orden social.

En primer lugar, hemos heredado la idea de que hay elementos del orden
social actual que no son, según las diferentes propuestas, como deberían ser.
Es necesario que se tenga noción de que la sociedad tiene algún tipo de
desperfecto para poder pensar que es necesaria la acción de agentes para un
cambio a través de la intervención social.

En el caso del sistema funcionalista, la corrección de los elementos


disfuncionales al sistema ya sean instituciones, actores colectivos o individuos
es necesaria para controlar y mantener el orden social. Como hemos visto,
transformar estos elementos disfuncionales o eliminarlos del sistema es lo que
se pretende cambiar desde algunas propuestas de este modelo (aquellas que
no son totalmente evolucionistas). La intervención estará guiada por la
búsqueda del equilibrio general del sistema, sacrificando aquellas zonas que
causen desequilibrio.

En el caso de las propuestas conflictivistas (marxismo y anarquismo) el


descontento con el orden social imperante es más obvio. Hay una crítica
abierta a las relaciones sociales del sistema capitalista y un reclamo al derecho
a la igualdad para todos los seres humanos. Para poder pensar en formas de
intervención sobre la realidad es necesario sostener que el orden social no es
todo lo perfecto que podría ser, que hay relaciones injustas y de dominación. El
primer requisito para pensar en la intervención social es, pues, este
descontento.

2.5.2 Posibilidad y deseabilidad del cambio social


En segundo lugar, otra idea necesaria para la intervención social es la
posibilidad de que las razones del descontento con el orden social puedan ser

60
El cambio social posible y deseable

superadas por alguna forma de acción humana consciente. Esta idea no nos
remite a un destino ineludible de los seres humanos sino justamente a que las
personas tiene la capacidad de transformar su entorno en diferentes medidas.
La agencia de los seres humanos es capaz de producir cambios en la
sociedad. Al respecto De Francisco afirma que el ilustrado del siglo XVIII
sostenía "la idea según la cual la infelicidad humana no se debía a la fortuna o
al orden natural e inmutable de las cosas sino a la forma en que estaba
organizada la sociedad, al orden social" (De Francisco, 1997: 31) y por lo tanto
surge la posibilidad de transformación.

En los casos en los que se propone una confianza en el progreso de la


evolución y en la auto regulación que hace el propio sistema, como hasta cierto
punto se encuentra en el funcionalismo o en el reformismo bernsteiniano, la
intervención pierde sentido como cambio radical. En estos casos, la
intervención no sería necesaria sino para permitir que las cosas tomen su
rumbo natural, para ayudar a que esto ocurra, pero no para inaugurar
movimientos que luchen por el cambio social. Aunque estas versiones dan algo
de importancia a la agencia colectiva e individual en el cambio, la propia
evolución de la sociedad y sus sucesivos acomodos pareciera que llevan a la
sociedad hacia el camino esperado (que, por cierto, en el funcionalismo y en el
reformismo son camino opuestos). La opción evolucionista, pues, no tiene los
elementos necesarios que conforman la idea de la intervención social.

Más bien, lo que ha heredado la noción de intervención social es la idea de la


posibilidad del cambio a través de la acción y además el hecho de que este
cambio social es deseable. Es deseable que los individuos se adapten a los
contextos que les rodean en las intervenciones que beben de las fuentes
funcionalistas y, desde las otras posturas trabajadas, es deseable que haya
una transformación de la sociedad de manera de acabar con las relaciones de
explotación. Las posturas más radicales confían en que eso es posible y
además luchan enconadamente para construir una sociedad mejor. Son
propuestas progresistas en el sentido que buscan el progreso de la sociedad,
no necesariamente en el terreno de las riquezas materiales sino en cuanto a la
convivencia de los seres humanos.

2.5.3 Acción colectiva

La tercera idea que hemos identificado como primordial para hablar de


intervención tiene que ver con cuáles actores deben llevar a cabo la acción

61
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

transformadora. El cambio social puede ser realizado desde la acción


intencional y estratégica. En las diferentes versiones conflictivistas se proponen
actores colectivos para lograr la transformación. No son individuos concretos,
sino las masas de personas, aquellas oprimidas por las condiciones sociales,
quienes deben tomar en sus manos las acciones pertinentes para realizar el
cambio. Para Lenin, por ejemplo, es necesario un sujeto activo, concienciado
para llevar adelante la acción transformadora a partir de una "intencionalidad
común".

Intervenir, cambiar el rumbo de las cosas, se deriva de la posibilidad de una


acción colectiva que lleve a cabo este cambio. Tanto en la mayoría de las
versiones marxistas como en las versiones anarquistas de la sociedad, los
seres humanos podemos y debemos intervenir en el curso de los
acontecimientos para transformar la realidad.

Aquí surge nuevamente la discusión acerca de la agencia de los seres


humanos en el cambio. Las posturas marxistas, aunque dan gran peso a la
estructura social en la configuración de las condiciones de vida y de conciencia
de las personas, tienen confianza en la posibilidad del cambio a través de la
acción colectiva. De aquí se toma la posibilidad de transformación a partir de la
agencia colectiva. Como idea necesaria para hablar de intervención es
imprescindible pensar en las posibilidades activas de las personas para tener
influencia al menos en su entorno inmediato. Para hablar de revolución
hablamos de actores colectivos que se movilizan hacia un cambio.

Giddens (1967) al hablar de la relación entre agencia y estructura, llega a la


conclusión de que los seres humanos producen la sociedad pero lo hacen
como seres históricamente situados, no en condiciones de su propia elección.
Las estructuras no deben conceptualizarse simplemente como imponiendo
coerciones a la actividad humana, sino en el sentido de permitirla. A esto, el
autor le llama la dualidad de la estructura. Los actores también participan:
estructuran y son estructurados por la sociedad. En este caso, aunque las
personas estén condicionadas por el ambiente, el cambio social es posible.

Las nociones de intervención social, sobre todo en su vertiente participativa


(sociología militante, educación popular, investigación acción participativa o
psicología comunitaria), han heredado la idea de que la acción debe ser
colectiva y que debe ser hecha por aquellas personas que sufren directamente
las consecuencias de la opresión. Sin embargo, se ha ensanchado, en estas
perspectivas, la clásica idea del proletariado como clase cuya tarea histórica es

62
El cambio social posible y deseable

hacer la revolución y se han incluido en esta acción social a colectivos que son
vistos como marginados de los recursos materiales y culturales de la sociedad.
En todo caso, la acción humana colectiva es imprescindible para que alguna
intervención sea posible. O bien, para hacer una revolución o bien para
cambiar condiciones de vida en contextos inmediatos.

2.5.4 Conocimiento: guía de la acción

Ahora bien, hasta ahora hemos hablado de la capacidad de los grupos


humanos de transformar la sociedad. Sin embargo, hay un grupo de actores
que cobra especial importancia cuando trazamos las guías para mirar la
intervención social como conjunto de teorías y prácticas profesionales. Estos
son los intelectuales/interventores.

Una idea necesaria para pensar en la intervención como ámbito profesional y


no sólo como acciones de grupos humanos hacia el cambio, es también la idea
de que el conocimiento puede servir como guía de la acción. Como hemos
visto, es en algunas de las tradiciones marxistas donde se puede detectar más
profundamente esta idea. El conocimiento de las contradicciones que son
ocultadas por la ideología para la mayor parte de la población es necesario
para utilizar este saber a favor de los grupos oprimidos. Estos grupos, una vez
que comprendan estas contradicciones y, sabiendo en las malas condiciones
sociales en las que viven, se movilizarán hacia una acción transformadora.

En las versiones anarquistas esta idea no está presente enteramente. A partir


de las versiones anarquistas se puede pensar en la intervención de ciertos
grupos humanos o incluso individuos en la formación de la nueva sociedad;
pero no se da especial énfasis al papel libertario del conocimiento de la
sociedad ni tampoco de un grupo social especialmente encargado para llegar a
este conocimiento racionalmente. No surge del anarquismo la idea de
intervención social como ámbito disciplinar; sino de las diferentes versiones
marxistas de explicación de lo social; especialmente aquellas preocupadas por
cómo es realmente la sociedad para lograr transformarla.

Por otro lado, la noción de intelectual orgánico de Gramsci, aporta otros


elementos para pensar la intervención y tiene que ver con que los/as
intelectuales surgen como orgánicos a ciertas clases sociales. En esta postura,
el conocimiento por sí mismo no es liberador; sino que se usa para crear y
difundir contenidos hegemónicos que actualmente mantienen la sociedad
capitalista; pero que pueden servir también de fuerza liberadora en una

63
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

hegemonía llevada a cabo por las clases trabajadoras. La noción de que el/la
intelectual surge a partir del propio grupo social quiebra la noción de dos
grupos separados que convergen en intereses comunes: los/as oprimidos/as y
los/as profesionales. Rompe la distinción entre aquellas personas que tienen la
tarea de llevar adelante el cambio social y aquellas cuya tarea sería entender la
sociedad para guiar este cambio. A nuestro entender, esta concepción
introducida por Gramsci no ha tenido tanta influencia en las concepciones de
intervención social profesional como aquellas provenientes de las tradiciones
marxistas explicadas arriba. Sin embargo, las consecuencias de esta postura
serán retomadas más adelante en este estudio, para desarrollar los posibles
efectos de estos planteamientos para pensar el significado de la intervención
social como ámbito disciplinar.

2.5.5 Intervención: Diálogo entre diferentes agentes

Cuando las personas que deben guiar la acción a partir de su conocimiento


racional de la sociedad propuestas tanto por posturas funcionalistas como por
posturas marxistas ortodoxas (como por ejemplo el partido o los/as
intelectuales) son diferentes a los grupos sociales que necesitan o deben
promover el cambio social (como por ejemplo personas con desviaciones en el
caso de la tradición funcionalista y el proletariado o los diferentes grupos
oprimidos en las versiones marxista) se produce un espacio vacío entre los
diferentes niveles de intervención en la realidad. Es necesario el diálogo entre
estos dos entes colectivos para poder lograr una acción efectiva de
transformación. Ciertas versiones de la intervención social surgen del diálogo
entre aquellos/as que se encuentran en situaciones problemáticas y
aquellos/as profesionales o intelectuales que ponen sus herramientas y
conocimientos a favor de estas personas.

En el caso de las corrientes participativas, informadas por desarrollos


marxistas, es a través de la pedagogía y del trabajo conjunto que se atacan
necesidades concretas y se busca la emancipación de las personas del
conjunto de relaciones de dominación a la que son expuestas en la sociedad
capitalista. Esta unión – la de interventores/as e intervenidos/as - es de vital
importancia para pensar la intervención social, es justamente la razón de ser de
ésta. Está basada en la premisa de que la unión entre profesionales y personas
afectadas por problemas sociales concretos puede promover un cambio social
planificado.

64
El cambio social posible y deseable

2.5.6 Heredamos ideas para guiar diferentes tipos de intervención

En este apartado, plantearemos lo que pensamos que son las herencias que se
toman de los modelos estudiados para los diferentes planteamientos sobre
intervención social.

En el caso de las intervenciones dirigidas, en las cuales el/la experto/a diseña


un plan o estrategia para tratar algún problema específico a partir de una
demanda social, heredamos la idea de que es posible un cambio social, pero
que este cambio social debe ser planificado a partir de las personas que tienen
el conocimiento adecuado de la sociedad, es decir, desde la planificación de
los/as intelectuales e interventores/as que moldean el cambio. La acción por
parte de colectivos específicos no es tomada en cuenta como forma
privilegiada de cambio deseable y es preferible diseñar, desde los/as
profesionales y sistemas políticos, las guías de acción y servicios necesarios
para las diferentes poblaciones.

En los casos de las intervenciones hechas a partir de modelos participativos


hemos heredado la idea de que la acción colectiva puede producir cambios en
las condiciones de vida de las personas, que estos cambios son posibles y a la
vez necesarios para la vida de estas personas. Además, que los/as
intelectuales comprometidos/as con los grupos oprimidos, pueden servir de
catalizadores/as de esta acción colectiva, a raíz de su conocimiento de las
relaciones de explotación de la sociedad y trabajando conjuntamente con las
personas en procesos de concientización. Este proceso, está basado en el
diálogo continuo entre los diferentes actores en el que se negocian los
significados y las acciones para la transformación. Lo que no hemos heredado
es la idea de universalidad de la revolución tan presente en las propuestas de
Marx, Engels y Lenin. El cambio radical se ha quedado en algún lugar del
tintero y se han privilegiado los cambios en sectores de población, en
colectivos concretos o en comunidades. Se ha heredado del reformismo la idea
de las transformaciones basadas en las reivindicaciones concretas que buscan
las personas, con la confianza de que estos cambios en sus condiciones de
vida harán transformaciones también en las formas de conciencia. La apuesta
política es a corta escala.

En resumen, como ideas necesarias para la intervención social profesional


hemos tomado la idea del cambio social posible y deseable y diferentes ideas
relacionadas con las formas en la que interactúan los actores para lograr el
cambio en diversas direcciones. La dirección del cambio social necesario,

65
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

como hemos visto, presenta grandes diferencias entre las posturas estudiadas:
desde la necesidad del funcionamiento armonioso por parte de todo el sistema
hasta la transformación radical de la sociedad actual. La intervención social
como forma de acción desde instituciones sociales, también incorpora la
necesidad de una demanda de algún actor social, cosa que no ha sido
identificada en nuestra lectura de las posturas sobre el cambio social; ya que
estas posturas trabajan sobre todo las formas de acción colectiva de
transformación social. Esta vertiente será incorporada en los próximos
capítulos en los que se estudiarán modelos y posturas de intervención social.

2.6 Construcción de los ejes de análisis para estudiar la


intervención social
A partir de los elementos que hemos delimitado como las bases sobre las
cuales se puede pensar en la intervención social, construiremos los ejes de
análisis que utilizaremos para interrogar los textos sobre intervenciones
sociales dirigidas (capítulo 3) y participativas (capítulo 4) y, además, para guiar
el desarrollo de una perspectiva situada para la intervención social (capitulo 5).

Como hemos dicho, entendemos la intervención social como un conjunto de


prácticas que buscan incidir en un estado de cosas para transformarlo a partir
de la demanda hecha desde algún ente social que expresa un descontento con
el estado actual de cosas. Por lo tanto, se parte de un "diagnóstico" sobre
cómo es ese "estado actual de cosas". Es decir, dado que la intervención social
se basa en la idea de que existe algo que es necesario transformar, asumimos
que cada uno de los desarrollos a estudiar se sostienen en el diagnóstico que
se hace acerca de cómo es la sociedad, cuáles son los problemas sociales
relevantes y cuál es el malestar que causan estas situaciones. Como hemos
visto, cada una de las tradiciones trabajadas en este capítulo (tradición
funcionalista, marxista y anarquista) tiene un diagnóstico diferente acerca del
orden social y de aquello que es necesario transformar; por lo tanto, este eje de
análisis nos servirá para ubicar sobre qué diagnóstico se basan las diferentes
formas de entender la intervención social.

Por otro lado, tanto los diferentes desarrollos teóricos estudiados, como las
diversas formas de entender la intervención social presentan una serie de
"soluciones" a los problemas y situaciones identificadas. Las maneras de llegar
a lo que "debe ser" o al cambio social deseable se concentran en las
soluciones que se proponen desde las diferentes aproximaciones al diagnóstico

66
El cambio social posible y deseable

respectivo. Por esta razón, la solución presentada por cada una de estas
aproximaciones también será uno de los ejes de análisis del trabajo.

La puesta en práctica de las soluciones a los diagnósticos y problemas sociales


identificados se realiza a partir de lo que cada tradición (teórica y de
intervención) define como los entes relevantes para la solución, éstos son
agentes colectivos de cambio social, entendidos como las personas, grupos,
equipos, organizaciones, etc. que, según diferentes desarrollos teóricos, deben
llevar adelante las acciones de transformación social. Las maneras en las que
son definidos estos agentes, las funciones que realizan, las formas en las que
deben llevar a cabo las acciones de transformación y los diferentes tipos de
relación entre colectivos son algunos de las cuestiones a tratar en este eje.

Por otra parte, hemos visto que la incidencia sistemática sobre lo que es
definido como digno de transformación está informada por unos saberes
teóricos y técnicos específicos. La importancia de estos saberes se basa en
que delimitan y definen el diagnóstico de la sociedad, los problemas sociales
relevantes, algunos caminos para su solución, y técnicas adecuadas para la
transformación social. Ahora bien, la posibilidad de la intervención social vista
como los discursos y prácticas promovidos por entes definidos como técnicos,
profesionales o voluntarios, se basa en que exista un contexto en el que ciertas
personas están legitimadas para influir en los problemas sociales y en las
situaciones vividas por otras personas y grupos sociales. Estas personas y
equipos están dotados de un conocimiento y prácticas específicas definidas, en
estos contextos, como necesarias para llevar adelante las prácticas de
intervención social. Poseen conocimientos especializados, credenciales
otorgados por las instituciones competentes, están pagados/as o apoyados/as
por ciertas organizaciones e instituciones y están imbuidos/as en un contexto
social amplio donde se define como importante y necesario que ciertas
personas, instituciones y equipos trabajen para el mejoramiento de las
condiciones de vida de otras personas. Por esta razón, el papel del
conocimiento y de las técnicas a utilizar en procesos de intervención es
definido como otro de los ejes de análisis que guiará la lectura de los
materiales sobre intervención social: Cómo es y puede ser entendido el tema
del conocimiento, cuáles son las formas de acceder a él y qué influencia tienen
los diferentes tipos de conocimiento en las acciones de intervención social
serán algunas de las cuestiones que se analizarán en este ámbito.

67
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Por último, los desarrollos teóricos revisados, al proponer transformaciones


sociales de diferentes índoles, asumen la posibilidad y deseabilidad de dicha
transformación social. Así mismo, para poder proponer modelos de
intervención social es necesario un contexto en el que se sostenga que el
cambio social es posible y, a la vez, deseable. La intervención social está
basada en la idea de que es posible, por medio de una acción sistemática,
llegar a la transformación de ciertas situaciones. La dirección que se imprime a
los planes y acciones de intervención está dada por la deseabilidad de este
cambio, es decir, por lo que en diferentes momentos y contextos es visto como
digno de ser transformado. Bien sea para la adaptación y control de los grupos
sociales desviados o para la transformación de situaciones entendidas como
basadas en relaciones de opresión o de exclusión, la intervención social se
basa en la idea de que es importante, necesario y deseable que haya
transformación en algunos aspectos del estado de cosas actual. El horizonte de
cuál es la transformación social deseable y posible varía de acuerdo a los
diferentes desarrollos teóricos y aplicados de los modelos de intervención. Por
lo tanto, uno de los ejes de análisis que recorrerá todo el trabajo de
investigación será la pregunta acerca del cambio social posible y deseable
en las diferentes aproximaciones teóricas que se analizarán.

Entendemos que los ejes de análisis delimitados servirán para analizar y


distinguir las diferentes formas de abordar la intervención social y la
transformación social que se espera de ella; en este sentido éstos servirán de
herramienta de interrogación/construcción de los diferentes sistemas de
pensamiento a trabajar. En resumen, los ejes que utilizaremos para estudiar las
diferentes corrientes teóricas serán: 1) El diagnóstico de la sociedad y de los
problemas sociales que presenta cada una de dichas corrientes; es decir, la
definición de aquello digno de transformar; 2) Las soluciones planteadas; 3)
Los agentes del cambio social y la relación entre ellos; 4) El papel del
conocimiento en las diferentes aproximaciones; y 5) Las formas de cambio
social posible y deseable que sostienen las diferentes perspectivas.
Finalmente, serán estos ejes los que nos ayudarán a construir (en el capítulo 5)
una propuesta crítica para reflexionar sobre la intervención social.

68
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Capítulo 3:La intervención social I: Intervenciones


dirigidas
Los dos capítulos que presentaremos a continuación tratan de diferentes
formas de intervención social. El primero, tratará sobre intervenciones que
hemos denominado 'dirigidas' y el segundo sobre intervenciones 'participativas'.
En estos capítulos se analizarán diferentes ámbitos y desarrollos sobre
intervención social a partir de los ejes de análisis que hemos definidos como
básicos para pensar este tipo de intervención. Hemos hecho una distinción que
agrupa diferentes ámbitos de intervención en estos dos capítulos como forma
de organizar el análisis y porque juzgamos que la distinción entre perspectivas
que proponen la acción de transformación desde los equipos profesionales y
aquellas perspectivas que juzgan relevante la participación de las personas
afectadas en la solución de sus propias problemáticas es un criterio útil, por un
lado, para agrupar diferentes perspectivas y ámbitos de intervención y, por otro,
para llevar a cabo dos análisis que mostrarán las diferencias entre estas líneas
de pensamiento y acción. Aunque estás dos grandes perspectivas pertenecen
a lo que hemos definido como intervención social, las diferentes respuestas
que estos materiales han arrojado al ser interrogados por los ejes de análisis
construidos, justifican análisis diferenciados para cada una de las tendencias.

La intervención social está compuesta por una gran variedad de prácticas


profesionales en las que técnicos/as, trabajadores/as, profesionales y
voluntarios/as de los ámbitos de los estudios sociales, trabajan para buscar
soluciones a problemas sociales identificados, respondiendo a una demanda
proveniente de algún ente social (individuos, grupos, organizaciones,
instituciones, Estados). La idea principal de la intervención social es que, frente
a una demanda social, la acción de ciertas personas preparadas profesional y
técnicamente producirá como consecuencia bienestar en las personas que son
afectadas por dichas intervenciones – clientes, usuarios/as, beneficiarios/as,
personas de la comunidad. La posibilidad de introducir cambios en los modos
de vida de las personas afectadas se basa en la idea de que se pueden lograr
determinados objetivos por medio de acciones sistemáticas a partir del saber
técnico y profesional o del diálogo entre interventores/as e intervenidos/as.

Bajo este paraguas común definimos los ámbitos que tomaremos en cuenta
como intervención social. En el presente capítulo reflexionaremos sobre
algunos desarrollos teóricos en diferentes ámbitos que hemos agrupado bajo el

69
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

nombre de "intervenciones dirigidas". Esta reflexión se hará a partir de los ejes


de análisis definidos en esta investigación: 1) Cómo se construyen los
problemas sociales, 2) Cómo se construyen las soluciones, 3) Cuáles son los
entes relevantes para la solución, 4) El uso del conocimiento y de las técnicas
para la intervención, y 5) El cambio social posible y deseable.

Para articular esta reflexión, además de revisar algunos modelos generales


asociados a la aplicación y la intervención, nos centraremos en tres ámbitos
distintos de intervención social. En primer lugar, estudiaremos algunos modos
de intervención relacionados con los servicios sociales como institución del
Estado (aunque su normativa rige a nivel autonómico y municipal) cuya
responsabilidad es la de intervenir para garantizar y facilitar a los/as
ciudadanos/as prestaciones y servicios que tiendan a favorecer el desarrollo
libre de las personas y colectivos dentro de la sociedad y evitar formas de
exclusión y/o marginación de personas o grupos. Dentro de este marco
institucional, estudiaremos algunos de los conceptos, principios, niveles de
actuación y características fundamentales de la intervención en los servicios
sociales. En segundo lugar, estudiaremos la cooperación internacional como
otro ámbito de desarrollo teórico de intervención social. Estos modelos de
intervención están enmarcados en sistemas donde se involucran organismos
internacionales de financiamiento, organizaciones no gubernamentales de
desarrollo, grupos y asociaciones en los países "receptores", entre otros.
Dentro de este sistema estudiaremos algunas de las formas en las que se ha
teorizado sobre la intervención social. En tercer lugar, analizaremos propuestas
alrededor de los desarrollos sobre apoyo social. Aquí estudiaremos las bases
conceptuales y las maneras en las que se organiza este tipo de intervención.

Estos tres ámbitos de intervención involucran diversas instituciones, teorías,


técnicas concretas, formas de acercamiento etc. que nos permiten estudiar una
amplia gama de textos asociados a la intervención social a partir de los ejes de
análisis propuestos. Aunque en la literatura de los diferentes ámbitos hay una
gran cantidad de trabajos sobre problemas específicos e intervenciones
concretas en comparación con los trabajos de reflexión sobre la intervención
social propiamente, como hemos dicho antes, en esta investigación nos
centraremos en las ideas principales que articulan los desarrollos sobre
intervención en los diferentes ámbitos nombrados en lugar de ahondar en las
profundidades de cada planteamiento de intervención y de los problemas

70
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

concretos que se tratan. De esta manera buscaremos mirar qué espacios de


intervención social abren y limitan dichos ámbitos.

Para comenzar haremos un repaso de algunos desarrollos encontrados en la


literatura sobre psicología aplicada como marco general en el que se inserta la
intervención social desde esta disciplina.

3.1.1 La aplicación

Según la Enciclopedia Espasa Aplicar tiene que ver con "poner una cosa sobre
otra" o bien "emplear algo para conseguir mejor un determinado fin". La noción
de aplicación, proveniente del vocablo "pli" tiene que ver con, plegar. Pliegue,
desplegar, explicar, implicar, son palabras que son familiares cercanos de la
aplicación. Aplicación, en psicología social, sería desplegar una teoría
proveniente de la investigación básica sobre la realidad. Aplicar, sería poner
los conocimientos producidos por las ciencias humanas y sociales sobre
situaciones concretas consideradas como problemáticas; emplear el
conocimiento social para conseguir mejor la transformación de situaciones
problemáticas. Según Oskamp (1984) La psicología social aplicada recoge
ciertos aspectos de la psicología social y los aplica de manera sistemática para
la obtención de algún propósito social. Esta psicología aplicada estudia cómo
llevar a cabo esta aplicación, cuáles conocimientos básicos utilizar en cada
contexto problemático y de qué manera hacer una correcta "aplicación" de
estos aspectos.

Según Blanch (1998), el principal reto que ha afrontado la psicología desde sus
inicios ha sido el de atender al mismo tiempo a la construcción de un
conocimiento científico iluminador de la realidad, incidir prácticamente sobre la
misma y atender a las demandas sociales de resolución de problemas y
promoción de la calidad de vida. Es decir, atender a la dimensión teórica, la
práctica y la social de la disciplina sin que el predominio de uno de los aspectos
(el científico, por ejemplo) redunde en el menos cabo de las otras dimensiones.

Clemente Díaz (1992) afirma que el origen de la psicología social aplicada tiene
que ver con la necesidad que en un momento determinado tuvieron los/as
profesionales de la disciplina de ponerse en contacto con el mundo social, salir
de los laboratorios donde se experimentaba con pequeños grupos y comenzar
a transformar diferentes contextos a través de su acción. Es decir, atender a la
dimensión social de la profesión en contra de la preeminencia del aspecto
científico y básico; comenzar a preocuparse y actuar sobre la realidad

71
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

utilizando el conocimiento adquirido en la disciplina para guiar la acción y crear


técnicas concretas para llevar a cabo esta tarea social: desarrollar la dimensión
práctica.

Hemos extraído, a partir de la literatura revisada, algunos principios que sirven


de base para la idea de una psicología social aplicada:

1) El conocimiento básico, sirve para entender cuáles son los procesos de las
relaciones entre las personas y del mundo social. Este conocimiento puede y
debe ser útil para resolver los problemas sociales.

2) Una psicología social aplicada asume que es posible, a través de este


conocimiento, transformar o incidir sobre diferentes ámbitos de la vida de las
personas.

3) Los cambios que se proponen desde la aplicación del conocimiento sobre la


realidad son dirigidos a aumentar la calidad de vida de las personas que están
involucradas en la acción. Para dar viabilidad a la idea de psicología aplicada,
es necesario asumir que es posible imprimir una dirección en el cambio
buscado a través de la planificación estratégica de las acciones a llevar a cabo
y de los objetivos a conseguir. Estos lineamientos se derivan de la "aplicación"
de la teoría sobre las situaciones concretas.

4) Los/as profesionales encargados de "aplicar" estos conocimientos están


entrenados/as en técnicas concretas de observación, medición y tratamiento de
los problemas sociales. Por lo tanto, la relación de aplicación se condensa en la
relación entre el/la agente de cambio y el/la cliente (receptor/a de las acciones
agenciadas desde los diferentes contextos de aplicación).

La psicología social aplicada resulta una tecnología social capaz de planificar


soluciones a los problemas sociales específicos a partir del bagaje de
conocimiento producido por las diferentes ramas de las ciencias sociales y
humanas (Varela, 1971). La tecnificación de este conocimiento se produce en
los ámbitos de la teoría social (modelos de funcionamiento de la sociedad), de
la técnica y metodología (métodos concretos que sirven para trabajar con las
personas, investigar situaciones concretas, medir, actuar sobre la realidad,
evaluar los cambios producidos) y de las problemáticas a tratar (los diferentes
temas sobre los cuales se trabaja). A partir de estos últimos, surgen las
diferentes ramas de la psicología aplicada como son la psicología de las
organizaciones, de la salud, educacional, clínica, comunitaria, industrial,

72
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

ambiental, política, militar, entre otros. Todos éstos son ámbitos donde la
actividad profesional puede incidir para lograr cambios concretos.

La intervención social puede ser estudiada como una rama de la psicología


aplicada ya que despliega una serie de conocimientos, técnicas y metodologías
a problemáticas especificas de la vida social.

3.1.2 Concepto y modelos generales de intervención social

El vocablo 'Intervención' quiere decir, según la enciclopedia Espasa, tomar


parte en un asunto, intervenir, irrumpir en un estado de cosas para modificarlo
con esa acción. Cuando se trata de relaciones internacionales, por ejemplo,
tiene que ver con dirigir, desde países extranjeros, asuntos internos de otro
país. En países federales, el ejercicio del gobierno central en funciones propias
de estados o provincias. En todo caso, el vocablo alude a la acción de un
agente 'externo' dentro de los asuntos de otro agente que previamente está
conformado como tal. "El concepto de intervención o intervenir comporta la
realización de una mediación entre de dos elementos distintos, pudiendo ser
esta impositiva o voluntaria, activa o pasiva, etc." (Luque, 1988: 7).

El concepto de intervención asume que existen dos elementos diferenciados


que se relacionan entre sí. Se asume que el primero de estos elementos
interfiere en los asuntos del segundo y que esta acción tiene como
consecuencia una transformación de la situación inicial de este último agente
(aunque en algunos casos se propone la transformación de ambas partes de
esta relación). Por un lado, los/as interventores/as (profesionales, técnicos/as,
voluntarios/as, etc.) y, por otro, los/as intervenidos/as (clientes, beneficiarios/as,
colectivos con necesidades especiales, etc.) se relacionan en un contexto de
intervención que puede ser individual, grupal o comunitario (Payne,
1991/1997). La intervención social dibuja una relación en la que los/as
primeros/as buscan incidir con su acción en la calidad de vida de los/as
segundos/as para transformar situaciones que son vistas como problemáticas.
La intervención social tiene como objeto "dotar al sujeto de los instrumentos
que le permitan desarrollar su capacidad de control y dominio de su propio
medio y de incidencia práctica en el proceso de cambio, en las estructuras, de
cara a resolver problemas que les afectan" (Luque, 1988: 43), así como
mejorar sus condiciones de vida y fomentar su desarrollo personal y social
(López-Cabanas y Chacón, 1997).

73
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

El bienestar que deriva de la relación entre los/as profesionales y las personas


en un contexto determinado, tiene consecuencias en la redistribución de
recursos de la sociedad; ya que se tiende a atender a los colectivos que se
encuentran en alguna desventaja social para mejorar, en lo posible, su calidad
de vida.
"La intervención psicosocial podría concebirse, en definitiva, como un proceso de
redistribución de recursos contemplando a la comunidad como recurso, al equipo
como recurso y al usuario como recurso." (San Juan, 1996: 32)

Así, la intervención social y psicosocial buscan atacar los problemas sociales


presentes en la sociedad a partir de modelos teóricos que explican qué es lo
social y cuáles son las presuntas causas de los problemas; y modelos prácticos
sobre cuáles son las mejores maneras de incidir sobre estos problemas a favor
de las personas involucradas en las situaciones problemáticas.

Una de las áreas más importantes de la teoría sobre intervención social es la


relacionada con la capacidad de diagnóstico y estudio de los/as científicos/as
sociales de los problemas y de las maneras en las que se manifiestan en
contextos específicos. Por tanto, el análisis de los sistemas sociales es visto
como relevante dentro de la literatura sobre el tema de la intervención social
(Luque, 1988, Martínez y López, 1993). Marín (1996), por ejemplo, hace unas
recomendaciones para el diseño de intervenciones culturalmente apropiadas
entre las que enfatiza en la investigación que se realiza antes de la intervención
para el conocimiento profundo de los valores, formas de hacer, relaciones, etc.
de determinados grupos sociales. La investigación (en un sentido amplio, es
decir, las diferentes tendencias, estilos y niveles de investigación) sirve como
guía de la acción de intervención; ya que en ésta se delimita la problemática a
tratar, se intentan determinar las razones, las vías de solución y recursos
disponibles, etc. (Clemente, 1998). A la vez, las perspectivas teóricas se
contrastan con las situaciones prácticas de intervención y se ven modificadas,
corregidas y ampliadas.

Ha partir de esta dinámica han surgido diversas clasificaciones de los modelos


utilizados para entender los problemas sociales y las formas de intervención
posibles. A continuación, haremos una breve descripción de algunos de ellos,
para pasar a compararlos con los marcos teóricos que hemos trabajado en el
capítulo anterior.

Clemente Díaz (1992), propone una clasificación de algunos marcos de


referencia de intervención. Para hacerlo utiliza como criterio de clasificación las

74
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

diferentes localizaciones del problema social que se proponen, es decir, en


algunas de estas orientaciones el problema está en la persona ya que está
desviada de las normas mayoritarias, en otros marcos de referencia los
problemas sociales son producto de diferencias en posiciones en las
sociedades o de los problemas que las propias sociedades avanzadas
acarrean.

En la 'orientación de la patología social' y 'de la desviación social' las


personas o grupos que se desvían de las cualidades sociales deseables y
saludables son vistos como un problema social. Los/as desviados/as son
personas que necesitan atención, dado que ha fallado en algún momento su
proceso de socialización con las normas dominantes de una sociedad dada. La
resocialización mediante el aumento del contacto y el refuerzo con los grupos
primarios no desviados y la disminución del contacto con los grupos desviados
es una de las formas de intervención de este modelo.

En la orientación de la 'desintegración social' hay un fallo en las reglas de


convivencia que se pueden dar por la falta de normas, por conflictos culturales
o por inconformidad con las reglas existentes. Estas causas motivan un
desequilibrio en el sistema que produce problemas sociales tales como la
delincuencia, las adicciones, las enfermedades mentales, etc. Es necesario
intervenir para incorporar de nuevo el equilibrio en el sistema.

La perspectiva del conflicto es tratada por este autor como conflicto de


valores e intereses existentes entre diferentes grupos de la sociedad. En el
momento en que estos intereses comienzan a estar en oposición, nace un
problema social, dando como resultado que ciertos valores prevalezcan sobre
otros.

Y, por último, la orientación 'burocrática' afirma que los problemas sociales


son característicos de las sociedades avanzadas; por lo tanto, las instituciones
deben procurar intervenir en las situaciones que surgen como producto de los
cambios en la sociedad para atenuar los efectos de estos problemas (Clemente
Díaz, 1992).

Por su parte, Luque (1988), defiende el modelo ecológico como válido para el
estudio de los problemas sociales y presenta el modelo de sistema como
complementario a éste. Estos modelos sirven sobre todo para tomar en cuenta
los diferentes elementos que se dan ante una situación dada, así como las

75
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

relaciones entre ellos. Por esta razón son útiles para tomar en cuenta factores
diferentes y trazarse una perspectiva holística en la intervención.

El modelo ecológico, también utilizado en ciertas perspectivas dentro de la


psicología comunitaria (citadas por Chacón y García, 1998), consiste en
postular la relación dependiente entre el individuo y su ambiente. La conducta,
es por tanto, comprensible solamente dentro del entorno natural donde se
desarrolla y tomando en cuenta las significaciones que subjetivamente las
personas hacen de ese entorno. El análisis ecológico deberá considerar el
sistema de relaciones personales que actúan en un escenario concreto. Esta
perspectiva surge, según estos autores, como respuesta a las orientaciones
cognitivo conductuales que enfocan el estudio y la intervención sobre aspectos
individuales desligando a la persona o el colectivo de su entorno familiar,
social e institucional. El modelo sistémico es coherente con el modelo ecológico
ya que propone que el todo (en este caso la situación problemática) presenta
características definitorias que no pueden encontrarse en los elementos
aisladamente. Toda la conducta del individuo está emparentada con un grupo
de relaciones en sistemas que, a su vez, se relacionan con otros sistemas.
Para comprender un fenómeno, es necesario investigar cuáles son las
relaciones más relevantes que definen la situación dada. En la intervención, el
cambio en uno de los elementos del sistema, puede tener grandes
implicaciones en los demás elementos relacionados.

Estos autores proponen un marco amplio de modelos de intervención en el


ámbito comunitario que parten del modelo ecológico: Los modelos centrados
en la salud mental se refieren a la rama de la psicología clínica comunitaria que
ha criticado las tradicionales definiciones intrapsíquicas de los problemas
mentales y que ponen énfasis en los aspectos sociales y relacionales de las
conductas de las personas. En general, estos modelos buscan conseguir
cambios estables en los comportamientos de las personas y colectivos, para
instaurar conductas de tipo adaptativo (Chacón y García, 1998). En estas
perspectivas se toman en cuenta los recursos materiales, sociales y
psicológicos de los que dispone la persona para hacer el estudio de la situación
y las formas de intervención.

Otro de los modelos descrito por los autores es el del 'marco organizacional'.
En este modelo se sostiene que los problemas de las organizaciones y
comunidades deben mirarse desde el ángulo de las relaciones personales
involucradas. El objetivo principal de la intervención es hacer compatibles los

76
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

objetivos individuales con los objetivos de la organización, para lo que son


necesarias intervenciones a escala grupal y comunitaria.

El 'marco conceptual transaccional' centra su atención en los cambios que


se producen a través del tiempo en las relaciones estudiadas; implica tomar en
cuenta no sólo los elementos que se presentan en la situación problemática
dada, sino rastrear la evolución que han tenido las diferentes relaciones
involucradas en la conformación de la problemática. El objeto de este modelo
sería la comprensión de la salud emocional y conductual de los individuos en
determinados escenarios físicos, psicosociales y políticos a partir del estudio de
las problemáticas desde la perspectiva transaccional.

Por último, Chacón y García (1998) describen el 'marco de acción o cambio


social' según el cual se produce un marco teórico explicativo sobre cómo los
sistemas producen reacciones psicológicas. Se hace una crítica a la limitación
de los modelos tradicionales en psicología que no logran entender la
complejidad de estos factores en la totalidad de la sociedad y que se aplican a
los contextos reducidos de las personas, grupos o incluso comunidades. Este
modelo enfatiza en la participación comunitaria, no para mejorar la efectividad
de la organización, sino para lograr una mejora de la distribución de recursos
en la propia comunidad.

Otros modelos son los propuestos por Ubillos (1996). Más imbuido en la
tradición de teorías psicosociales, el autor presenta el 'modelo de acción
razonada', el 'modelo de creencias de salud', y el 'modelo extendido de
Triandis', los cuales han sido aplicados en el área de salud para desarrollar
programas de educación sanitaria.

Con estos ejemplos pretendemos mostrar cómo los desarrollos teóricos hechos
en el principalmente en los ámbitos de la sociología y de la psicología social
son utilizados para el estudio de los problemas sociales, así como para diseñar
formas de intervención, desde el ámbito profesional. También sirven para
conformar los relatos explicativos que se hacen sobre la práctica frente a
agentes institucionales tales como gerentes, políticos/as y otros/as colegas, y
de cara a los/as usuarios/as y clientes objeto de intervención. Además de estos
modelos generales, para cada área temática sobre la cual se interviene, existen
desarrollos explicativos. Teorías sobre el advenimiento de drogodependencias,
las dificultades de la inmigración (San Juan, 1996), la pobreza (Rozas, 1999),
la vejez (Ariño, 1998), la salud, el maltrato infantil, entre otras, son

77
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

desarrolladas para guiar las intervenciones específicas sobre estas


problemáticas.

Para analizar las producciones teóricas en el ámbito del trabajo social, Payne
(1991) hace una clasificación de niveles de teorización que se encuentran en
la literatura sobre el tema. En un primer lugar señala un nivel de teoría general
o base de conocimiento que guía la acción que produce explicaciones
concernientes con las estructuras políticas y económicas de las sociedades y el
objetivo de las instituciones sociales; luego se refiere a las teorías sobre la
práctica en la que se desarrollan métodos de intervención y referencias a cómo
los profesionales actúan y deben actuar; y por último, el nivel de las prácticas
específicas referido a cómo se trabaja con la experiencia y el conocimiento en
la práctica.

Para la presente investigación nos interesa reflexionar sobre las concepciones


de lo social que subyacen a las explicaciones y modelos en el ámbito de la
intervención social y psicosocial. A partir de los modelos trabajados hasta
ahora y siguiendo a Payne (1991/1997: 64), podemos definir una tipología
general de las perspectivas trabajadas en la intervención social para
comprender lo social.

A nuestro entender, el modelo de sociedad trabajado en la mayoría de los


modelos nombrados tiene que ver con la intervención en problemas concretos
de la sociedad que la mayoría de las veces se ven materializados en colectivos
específicos (niños/as, drogodependientes, inmigrantes...). El objetivo de la
intervención, según la literatura, es el aumento de la calidad de vida de estos
colectivos por medio de la relación entre interventor/a e intervenido/a.

Se busca integrar a las personas con problemas específicos a las


oportunidades que ofrece la sociedad. En el caso de las personas
discapacitadas, por ejemplo, el principal objetivo de la intervención es que
estas personas logren la igualdad de elementos culturales, educacionales y de
accesibilidad para que alcancen cuotas superiores de integración social (COP –
IMSERSO, 1999). La exclusión social se presenta como problema, ya que las
personas en esa condición – en este caso discapacitadas - no tienen acceso a
los recursos que ofrece la sociedad. La intervención social pone énfasis en la
atención de aquellos sectores de la población que están o podrían estar
excluidos de estos recursos.

78
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Así, la acción se localiza en actores que, por su posición en la sociedad, están


excluidos/as o en riesgo de exclusión con respecto a los recursos de la
sociedad y que por esta razón no pueden competir en el sistema social con
igualdad de condiciones que las personas que no son excluidas. Se trata de
compensar a estas personas (a las que de ellas se conviertan en clientes de la
intervención social a través de demandas concretas) con algún tipo de ayuda
que las acerque a las competencias educativas, culturales y sociales
necesarias para sobrevivir en el sistema actual. Se trata de adaptarlas a las
normas del sistema y otorgarles herramientas para que ellas mismas puedan
solucionar sus problemas y desarrollarse íntegramente a la sociedad. (Luque,
1988; López-Cabanas y Chacón, 1997). Al respecto, Parton (1998) afirma que
la intervención social lleva a cabo el rol de medidor entre aquellas personas
que están actualmente excluidas (o en riesgo de estarlo) y el 'mainstream' (las
tendencias que prevalecen) de la sociedad y, por esto, las funciones
subyacentes a las intervenciones desde los servicios sociales son: paliativas,
educativas, de integración y redistributivas.

Desde la mayoría de los modelos estudiados no se cuestionan las bases


económicas, sociales y de valores sobre las cuales están distribuidos los
recursos de la sociedad. La redistribución se hace por medio de servicios que
atienden a ciertas personas de los colectivos en desventaja y a las situaciones
problemáticas que surjan en las comunidades. Se ajustan los desperfectos del
sistema a través de intervenciones en los contextos que son considerados
como 'problemáticos'. Se busca estudiar, modificar, equilibrar, poner objetivos
en común, dotar de herramientas, etc. en cada ámbito de acción problemático
hasta ahora definido (vejez, delincuencia, inmigración...).

La visión funcionalista de la sociedad, basada en la búsqueda del equilibrio del


sistema a través del acomodo que hace el propio sistema para lidiar con los
desperfectos que produce (como ciertos problemas y colectivos), es la base de
algunos de los modelos revisados. Las herramientas del saber del profesional
en diversas instituciones de la sociedad se ponen en uso para cumplir la
función de atender el desequilibrio que generan los problemas sociales y para
evitar las consecuencias que estos elementos disfuncionales puedan tener en
la sociedad (Merton, 1957). Para Bergold (1997) el modelo funcionalista de la
sociedad busca el control social, bien por medio de la integración de aquellos
miembros de la sociedad que no cumplen las normas o por la exclusión de
estos miembros para asegurar la existencia de la sociedad. Las formas de

79
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

intervención, tanto individual, grupal como comunitaria, persiguen la mejora de


las condiciones de vida de las personas dentro de los parámetros de lo
permitido por la sociedad y del desarrollo personal en contra de la desviación
anómica (Durkheim, 1895).

La mayoría de los modelos estudiados siguen los parámetros del modelo


funcionalista dado que persiguen por un lado, el equilibrio del sistema a través
de medidas paliativas para los colectivos marginados sin pretender cambiar el
sistema (aunque en ciertos casos se busca incidir en las políticas públicas para
adaptarlas a los problemas sociales existentes) y por otro, cambiar conductas y
actitudes de personas o grupos desviados y reintegralos por medio de una
intervención socializadora con las normas dominantes. Se crea un marco
institucional que trata de paliar los problemas que se producen por el sistema
social actual y regular las actuaciones que son vistas como posibles para los
colectivos definidos como problemáticos.

Bajo este marco general de comprensión de lo social se desarrollan los


diferentes modelos explicativos sobre cómo se relacionan las personas y los
grupos con sus entornos y acerca de cómo intervenir para que esa relación sea
lo menos problemática posible dentro de los límites de lo permitido y de los
recursos asignados para estas intervenciones.

Los modelos cognitivo – conductual, ecológico – sistémico o de acción social


toman en cuenta diferentes elementos de los contextos de las personas
involucradas para sus intervenciones. Así mismo, se trabaja en diferentes
niveles de intervención (individual, grupal, comunitaria) dependiendo de las
distintas perspectivas que se pongan en práctica y de las demandas concretas
que impulsan las intervenciones. Sostenemos que la principal diferencia entre
los modelos sociales y psicosociales de intervención radica, más que en el
marco general de comprensión sobre lo social, en los ámbitos de actuación que
se propone la intervención en distintos casos y de las diferentes teorías de
alcance medio que se utilicen para ella (como por ejemplo el uso de la teoría de
acción razonada, teoría eminentemente psicosocial dentro de la intervención en
salud - Ubillos, 1996 - en contraposición con el modelo de acción social de
carácter más general o sociológico).

Ahora bien, también hay modelos que reflejan algún tipo de conflicto en la
sociedad, posiblemente asociables al modelo marxista descrito anteriormente;
sin embargo, estos modelos: el de 'conflicto de valores' (referido a las
diferencias entre grupos sociales sobre los intereses y valores y la lucha entre

80
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

estos grupos sociales) y el de 'acción social y cambio social' (que consiste en


tomar en cuenta en el análisis de las situaciones problemáticas las tendencias
más generales de la sociedad) no están desarrollados como cambio radical en
el sistema como es la propuesta marxista ortodoxa. Aunque estos modelos
plantean que el sistema social no está en equilibrio, que hay diferencias entre
grupos sociales o que hay marcos estructurales más amplios que el grupo o la
comunidad para definir los problemas sociales, no se proponen atacar estos
asuntos a través del cambio de las estructuras de la sociedad.

La perspectiva marxista, desde nuestro punto de vista, no está reflejada en los


modelos antes expuestos porque no se plantea la disconformidad con el orden
social actual ni su transformación. Según Offer (1999) el/la trabajador/a social –
regido/a por un marco teórico marxista - debería tener el objetivo a largo plazo
de cambiar el sistema social y sus acciones deberían estar estratégicamente
dirigidas a este fin. Sin embargo, en las posturas reseñadas, la intervención
hace énfasis en mejorar el estado personal del cliente y no en una
transformación social radical.

Según Payne (1991/1997) las principales ideas que vienen del marco de
pensamiento socialista que han afectado al trabajo social son: a) Los
problemas son definidos como sociales y estructurales en vez de individuales,
b) Las desigualdades e injusticias de las cuales son víctimas algunos grupos
sociales vienen de su posición como clase trabajadora (o a la discriminación a
determinados grupos sociales como por ejemplo las mujeres), c) Las
perspectivas de organización de la sociedad se basan en la cooperación y la
solidaridad, d) Las formas de cambio son las actividades políticas y el objetivo
es la transformación de la sociedad, e) Se trabaja con la idea de praxis, que
propone que se debe implementar la teoría en la práctica, de modo que la
práctica refleja o altere la teoría.

A partir de esta definición, podemos decir que los modelos vistos anteriormente
no reflejan posturas marxistas ya que ni colocan el énfasis de la definición de
los problemas en las estructuras sociales (los colocan más bien en problemas
individuales o – a lo sumo – en problemas relacionales que se dan en
determinados contextos), ni buscan una transformación de la sociedad, sino
que siguen una visión funcionalista de lo social.

81
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

3.2 Los Servicios Sociales como ámbito de Intervención Social


En el ámbito de los servicios sociales se han desarrollado importantes sobre
reflexiones teóricas y prácticas de la intervención dentro del marco institucional.
La necesidad de actuar sobre asuntos concretos de los grupos sociales ejerce
presión para que se construyan discursos y prácticas con relación a qué
herramientas conceptuales utilizar, bajo qué principios generales actuar, qué
actores están involucrados en las redes de intervención social y cómo llevar a
cabo acciones para la intervención. En este apartado abordaremos estos
aspectos para perfilar las diferentes respuestas que se dan a estos asuntos en
el marco del Estado Español. La delimitación del análisis a los desarrollos
hechos dentro del Estado Español (y en particular en Cataluña dado el carácter
autonómico y municipal de algunas competencias) responde a una decisión
metodológica, ya que consideramos que se ha generado abundante material
escrito sobre el tema para realizar reflexiones concluyentes sin tener que
acceder a bibliografías de otras zonas geográficas, cosa que haría mucho más
complicado el análisis de contextos donde se desarrollan los servicios sociales
dado las particularidades en los diferentes Estados.

3.2.1 Redes de conceptos

En los trabajos sobre servicios sociales se presenta un abanico de conceptos


que se relacionan entre sí que dan coherencia al planteamiento de que existan
los servicios sociales como ámbito de intervención. Este conjunto de
conceptos no está presentado igual por todos/as los/as autores/as aunque,
generalmente en la reflexión sobre los servicios sociales, aparecen los temas
relacionados con la definición de los problemas sociales y de las necesidades
de los/as usuarios/as; por un lado, y de la concepción de calidad de vida, de
bienestar social, del Estado de Bienestar y de las políticas sociales, por otro.
Las discusiones sobre los significados de estas nociones y sus implicaciones
son abundantes, por lo que aquí nos limitaremos a mostrar algunas de las
vertientes más utilizadas en los desarrollos asociados a los servicios sociales.
Hay autores como López Cabanas y Chacón (1997) que sugieren que los
servicios sociales vienen a sustituir el vacío que se ha creado en las
sociedades contemporáneas con relación al cuidado de las personas que a
veces no pueden valerse de sí mismas, como por ejemplo niños/as,
ancianos/as o discapacitados/as que tradicionalmente eran cuidados por las
familias y a través del 'apoyo natural' de los grupos sociales y comunitarios.

82
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Dado que en las sociedades contemporáneas los vínculos familiares y


comunitarios se han debilitado por factores sociales como por ejemplo el
empleo femenino o las migraciones fuera de las comunidades de origen, entre
otros, es necesario que la propia sociedad cree mecanismos institucionales
para atender a estas personas a partir de servicios especializados.

Estas acciones son actualmente promovidas, por un lado por los organismos
del Estado encargados de asegurar el bienestar de todos/as los/as
ciudadanos/as y de las acciones reguladoras que proveen de diversos servicios
de apoyo a las personas que no pueden recibirlos de su propio entorno; y, por
otro, por las iniciativas sociales organizadas (gremios, mutuas, etc.). Esta red
de instituciones y asociaciones que se crea sienta las bases de lo que luego
vino a llamarse Estado de Bienestar (López Cabanas y Chacón, 1997), lo cual
surge en un marco socio histórico concreto y con peculiaridades relativas a los
marcos normativos que definen los servicios de bienestar que se prestan. Los
servicios sociales y el 'Estado de bienestar' en el que se enmarcan, se
encuentran en un espacio conceptual entre la beneficencia (vista como la
ayuda que se prestaba a los necesitados a discreción de aquel ente que
otorgaba la ayuda) y los modelos liberales en el que los/as ciudadanos/as se
ven todos/as iguales aunque en la práctica algunos sectores se ven cada vez
más marginados con relación a los recursos (Domènech, 1989).

Por tanto, en las conceptualizaciones acerca de los servicios sociales se afirma


que éstos tienen por objeto la cobertura de necesidades humanas en las
situaciones de carencia y que contribuyen al bienestar, el desarrollo de los
individuos y de los grupos en la comunidad y del entorno social y la aplicación
de correctivos a las desigualdades que se crean en el marco de las relaciones
sociales, sobre la base de los derechos de los/as ciudadanos/as en el marco
del Estado.

El rango de las necesidades que atienden se define con relación a otros


servicios y prestaciones que son promovidos desde el Estado. Los servicios
sociales se encargan de aquellas necesidades que no son tratadas por
funciones sociales de sanidad, educación, empleo, vivienda y prestaciones
económicas y que revisten una particular gravedad para quienes las padecen o
para el mantenimiento o legitimación de la sociedad. Además, en este
entramado de instituciones, los servicios sociales están delimitados por un
marco legal e institucional en el que ya están definidas de manera general las
funciones que deben cumplirse y este marco, en el Estado Español, es definido

83
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

en las diferentes comunidades autónomas y ayuntamientos por tanto su


competencia es autonómica y municipal.

Los servicios sociales se encargan de promover las acciones para el bienestar


social de las personas en el contexto de sus comunidades y, además, de
aquellos individuos o grupos que, por alguna razón u otra, necesitan de
cuidados 'especiales'. Los servicios sociales son definidos como "las
prestaciones en función de necesidades especiales de la infancia y la familia, la
juventud, personas ancianas, la gente con discapacidades, los afectos de
toxicómanías, minorías étnicas y otra, minorías y marginados inespecíficos"
(Casado, 1994: 37).

Otra definición que se complementa con lo dicho hasta ahora es la presentada


por el Consejo de Europa (1980, citado por Luque, 1988) la cual afirma que los
servicios sociales son:
"todos los organismos que tienen por misión aportar una ayuda y/o asistencia a
individuos, grupos o comunidades al objeto de facilitarles la integración en la
comunidad; se excluyen los servicios que se ocupan únicamente de asegurar cierto
nivel de vida por medio de la atribución de prestaciones en dinero o en especie"
(Luque, 1988: 18)

Por su parte Rueda (1996/1998: 296) define los servicios sociales como
"la organización político – técnica – administrativa municipal que actúa como garante
del derecho de los ciudadanos a los derechos sociales, removiendo para ello los
obstáculos que se localizan en la persona o en la comunidad y dificultan o impiden la
participación – implicación – en la resolución de dichos obstáculos".

En el contexto del Estado Español hay una distinción (a la que volveremos más
adelante) entre los servicios sociales primarios (también llamados de base o
generales) que tienen un carácter inespecífico y/o polivalente y se relacionan
con el ámbito local, y los servicios específicos o sectoriales que tienen un
carácter particularista y diferencial y atienden a los colectivos con necesidades
especiales o con riesgo de exclusión o marginación social y se relacionan con
el ámbito autonómico (Luque, 1988; Corral, Díaz y Sarasa, 1988; Domènech,
1989; Casado, 1994).

Los servicios sociales atienden y toman medidas para la resolución o


mejoramiento de algunos de los problemas sociales a escala comunitaria y de
colectivos específicos. Por lo tanto, uno de los conceptos asociados al de los
servicios sociales es el de 'Problema social'.

84
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Existen dos grandes tendencias para entender los problemas sociales: el


objetivismo que consiste en el estudio sistemático de las condiciones de vida
de las personas para detectar las problemáticas que les envuelven y el
subjetivismo (o intersubjetivo) que consiste en que un grupo significativo de la
sociedad percibe y define algunas condiciones como problema y a la vez pone
en marcha acciones para resolverlo. Sin embargo, autores como Clemente
Díaz (1992) o López Cabanas y Chacón (1997) abogan por una definición
intermedia en la que toman en cuenta tanto factores objetivos como subjetivos,
privilegiando la noción de que un problema social se manifiesta cuando un
grupo es consciente de una condición social que afecta a sus valores y que la
solución se puede dar a través de una acción colectiva.

El proceso de construcción de un problema social es complejo e incluye


diversas interacciones entre actores sociales e instituciones públicas.
Problemas como la pobreza, la desigualdad, las drogadicciones o la
delincuencia actualmente están definidos como problemas sociales que hay
que atacar desde diversas instituciones, entre ellas, las redes de servicios
sociales. Un factor importante que destaca Casas (1996) es que un problema
social debe ser entendido como "problema 'legitimado', es decir que implica la
asunción de que su existencia apele a responsabilidades colectivas" (Casas
1996:16).

El concepto de necesidades es una noción relacionada con la de problema


social aunque se refiere las cosas que son precisas para la vida de las
personas en las sociedades actuales. Por tanto, tiene una connotación más
universal, como por ejemplo cuando se alude a las necesidades humanas. Sin
embargo, también en la literatura consultada aparece el concepto de
necesidades sociales, el cual toma en cuenta el carácter histórico y social de
las necesidades que, en ciertos momentos y contextos son definidas como
tales. Ahora bien, los servicios sociales no están diseñados para satisfacer
todas las necesidades de los seres humanos en la circunscripción determinada
donde se les ha asignado actuar, sino más bien las necesidades a las que
atienden y satisfacen los servicios sociales en el Estado Español tienen que ver
con: 1) La necesidad de acceso a recursos por parte de todos/as los/as
ciudadanos/as para permitir la igualdad de oportunidades para las diferentes
personas; 2) La necesidad de convivencia para la realización personal, en los
casos de las ayudas a domicilio y alojamiento alternativo; 3) Las necesidades
de integración social para la superación de la marginación social; y 4) La

85
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

necesidad de solidaridad social para prevenir las desigualdades y


discriminaciones sociales (López Cabanas y Chacón, 1997).

Las necesidades que intentan satisfacer los servicios sociales son las de
integración social de las personas, la prevención de la exclusión social de
personas en situaciones de riesgo y la distribución de recursos materiales,
sociales y culturales a los colectivos con menos oportunidades. La relación con
el concepto de problemas sociales se establece cuando se conceptualiza que
los problemas que afectan la sociedad, tales como la exclusión, la marginación,
la pobreza, entre otros, impiden cubrir las necesidades básicas de ciertas
personas y que los servicios sociales deben atender este tipo de problemáticas.
Se crean mecanismos para cubrir las necesidades de estos colectivos y para la
sensibilización del resto de la comunidad hacia la integración de todos sus
miembros.

Las formas de atender estas problemáticas sociales y necesidades de los/as


usuarios/as de los servicios sociales se hace también con relación al concepto
de cómo debe ser la vida de las personas, a qué recursos mínimos debe tener
acceso cada cual para una vida satisfactoria. Uno de los conceptos más
utilizados para describir ese estado es el de 'calidad de vida'.

El concepto de calidad de vida, según Casas (1996), ha evolucionado desde el


concepto de nivel de vida, siendo este último más restringido que el anterior.
Para él la 'calidad de vida' incluye nociones relacionadas con el bienestar
psicológico, la calidad ambiental, la promoción social, la participación social y la
autorrealización; es decir, que incluye toda una serie de valores de la vida de
las personas en un sentido global; no solamente los aspectos económicos o
materiales, sino también el ámbito social (redes socio-afectivas) y cultural
(acceso a la educación o al consumo y/o participación en actividades artísticas)
y, a la vez, la evitación de situaciones valoradas negativamente como las
enfermedades, mortalidad prematura y la posibilidad de estar involucrado/a en
procesos criminales. Todo esto implica no sólo la satisfacción de las
necesidades mínimas de subsistencia sino también aquellas relacionadas con
las aspiraciones y percepciones subjetivas de las personas y de los grupos
sociales a los que pertenecen.

El concepto de calidad de vida es multidimensional y, generalmente, es


desglosado en diferentes componentes para su evaluación. Según López
Cabanas y Chacón, (1997), hay un relativo acuerdo en cuáles son las áreas
que se toman en cuenta en este concepto: salud, educación, trabajo,

86
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

actividades de tiempo libre, situación económica, entorno físico y social, vida


familiar, vivienda, vecindario, comunidad, justicia y delincuencia, transporte y
comunicaciones, política y religión. Ya que incorpora tanto elementos objetivos
como de satisfacción y percepción, su medición se hace mediante indicadores
que se definen para cada uno de los componentes que son evaluados. La
importancia de la evaluación de la 'calidad de vida' reside en producir registros
sobre cómo viven las personas y tomar acciones (intervenir) para la mejora de
dicha calidad de vida; es decir, lograr que las personas se encuentren
satisfechas en cada uno de los ámbitos que se han definido como importantes
y los niveles de recursos que se debe tener estos ámbitos.

Los conceptos de 'calidad de vida' y 'bienestar social' aluden a maneras de


medir y analizar cómo están las personas en su entorno. Estar bien se refiere a
estar por encima de un punto evaluable; es, por tanto, una medida relativa a los
valores culturales de sociedades determinadas. Para combatir el relativismo
que implican los conceptos arriba mencionados, uno de los parámetros que se
ha utilizado para medir estos constructos es la Declaración de los Derechos
Humanos; ya que representa un documento creado con el consenso de
representantes de diferentes orígenes culturales y donde se condensan los
valores y necesidades básicas de los seres humanos. Aunque hay fuertes
críticas en cuanto a la generalización que se puede hacer de este documento a
todas las culturales del mundo (Amnistía Internacional, 1998).

Ahora bien, la principal diferencia entre estos dos conceptos, el de 'calidad de


vida' y el de 'bienestar social', es que este último, además de estudiar y
valorar las formas de vida de las personas, toma en cuenta las formas de
distribución equitativa de los recursos en una sociedad o grupo determinado.
"El concepto de bienestar social incorpora las ideas de equidad y justicia
distributiva" (Casas 1996: 97). Por tanto, muchas de las investigaciones sobre
bienestar social buscan comparar las situaciones objetivas de los diferentes
grupos sociales y la detección de desigualdades sociales. Por esto, los
antónimos del bienestar social son la marginación, desadaptación y exclusión
social como muestra de la injusticia presente en la distribución de los recursos
globales de una sociedad. Este concepto, sobre todo en Europa, nace
emparentado con el de Estado de bienestar que consiste en el orden social
que busca garantizar a los/as ciudadanos/as la satisfacción de las necesidades
individuales compartidas. El Estado de bienestar intenta promover la justicia

87
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

distributiva para palear las deficiencias de los sistemas económicos, sociales y


culturales de los países, a partir de políticas sociales.

Las políticas sociales tienen el objetivo de mejorar situaciones que afectan a


colectivos de personas y sobre las que existe un relativo consenso en que
implican ciertas responsabilidades colectivas. "El Estado recibe un mandato
activo en materia de política social: garantizar a los ciudadanos unos niveles
mínimos de bienestar y prosperidad" (Casas 1996: 25). Se diseñan una serie
de políticas e intervenciones que deben cumplir con el requisito de atender las
necesidades de las personas y trabajar para la solución de los diferentes
problemas sociales en localidades determinadas. En ciertos casos, este
requisito se convierte en demandas sociales concretas para las instituciones de
intervención social con el fin de atacar problemáticas detectadas.

Los servicios sociales son un producto de las políticas sociales que se ponen
en marcha dentro del 'Estado de bienestar' para aumentar la 'calidad de vida'
para las personas a partir de demandas individuales, grupales o institucionales.
Casado (1994) afirma que en tanto los servicios sociales son utilizados para
modificar las situaciones que resultan del juego 'espontáneo' de instituciones y
fuerzas económicas y sociales, pautas culturales vigentes, etc.; son
herramientas de política social.

Como un ejemplo que ilustra cómo la red de conceptos descritos anteriormente


se concreta, presentaremos un extracto de la ley para Cataluña de servicios
sociales del 27 de diciembre de 1985 (citada por Corral, Díaz y Sarasa, 1988).
Los servicios sociales deben:

a) Garantizar y facilitar a todos los ciudadanos el acceso a aquellas


prestaciones y servicios que tiendan a favorecer un desarrollo libre y pleno de
la persona y de los colectivos en la sociedad, especialmente en casos de
limitaciones y carencias.

b) Promover la prevención y la eliminación de las causas que conducen a la


marginación.

c) Conseguir la integración de todos los ciudadanos en la sociedad y favorecer


la solidaridad y la participación ciudadana.
d) Ejercer una gestión administrativa coordinada de los servicios sociales.

88
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

3.2.2 Los principios básicos que rigen la actuación en servicios sociales

A partir de materiales de Rubiol, (1985) Domènech (1989), Corral, Díaz y


Sarasa (1988) y Casado (1994), hemos extraído cuáles son los principios que
rigen las actuaciones en servicios sociales. Resumidamente son:

Principio de responsabilidad pública: Hay una responsabilidad irrenunciable de


las diferentes instancias de la administración para velar, realizar, coordinar e
impulsar una política social que satisfaga las necesidades de la población. Los
poderes públicos deben promover la prestación de servicios otorgando los
medios económicos, técnicos y humanos necesarios.

Principio de simplificación, racionalización y eficacia: La actuación de los


servicios sociales se debe hacer con la mayor simplificación, racionalización y
eficacia posible en la utilización de los medios y los recursos disponibles.

Principio de igualdad: Los servicios sociales contribuyen a que todos/as los/as


ciudadanos/as tengan las mismas oportunidades para superar las dificultades
que se les presenten teniendo en cuanta las necesidades de los/as
beneficiarios/as.

Principio de solidaridad: Desde los servicios sociales se busca evitar


situaciones de marginalidad y exclusión social por cualquier razón, sea esta
económica, social o cultural.

Participación ciudadana: La actuación de los servicios sociales debe estar en


consonancia con los miembros de la comunidad en la que se desarrolla la
intervención. Por tanto, debe promover la participación democrática de los/as
ciudadanos/as en la programación y control de la gestión de los servicios
sociales.

Reconocimiento y promoción de la iniciativa social: La participación de la


iniciativa social debe ser promovida e insertada en los planes de actuación
social que se hagan desde los servicios sociales.

Principio de integración o normalización: Se procura mantener a los/as


usuarios/as en su propio ambiente familiar y social, promoviendo la integración
y la creación de redes sociales.

Principio de descentralización: Los servicios sociales deben estar en los


contextos cercanos a los/as ciudadanos/as. En el caso del Estado Español,
como hemos dicho, las competencias sobre los servicios sociales están en los
municipios y ayuntamientos.

89
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Principios de planificación y coordinación: Es necesaria la sistematización en la


intervención desde los servicios sociales, por medio de la planificación de las
acciones a realizar y la coordinación con las distintas instituciones de bienestar
social y los grupos organizados presentes en las diferentes localidades.

Principio de prevención: Los servicios sociales se deben orientar


sistemáticamente hacia la superación de las causas de los problemas sociales,
dando prioridad a aquellas actividades y servicios que tiendan a potenciar el
desarrollo de la vida social y la actuación sobre condiciones sociales que
tengan consecuencias de exclusión o marginación de los diferentes colectivos.

Principio de acción social globalizada: Los servicios sociales deben trabajar de


manera integrada en los ámbitos de sus respectivas competencias. Se deben
movilizar para este efecto los recursos adecuados.

Con estos principios se especifica cuáles son las bases que rigen sobre la
actuación de los servicios sociales. Por un lado, éstos actúan en localidades,
intentando actuar sobre los problemas sociales dentro de los propios contextos
donde ellos aparecen y, por otro, buscan atender a las personas con
necesidades especiales a través de los servicios sectoriales o secundarios. Por
tanto, su acción intenta evitar la exclusión social a partir de los principios de
integración y solidaridad e intentando coordinarse con otros actores sociales
presentes en la comunidad. Los servicios sociales realizan diferentes acciones
bajo los principios descritos y lo hacen con base a dos grandes estrategias que
estudiaremos a continuación.

3.2.3 Niveles de actuación

Como hemos visto anteriormente, los servicios sociales tienen dos niveles de
actuación. El nivel de atención primaria y los servicios específicos. (Luque,
1988; Corral, Díaz y Sarasa, 1988, Domènech, 1989)

3.2.3.1 Servicios sociales de atención primaria (generales, de base,


comunitarios)

Son aquellos servicios de carácter global y polivalente, organizados bajo


responsabilidad pública, cuyas actividades tienen por finalidad la atención de
los problemas de la comunidad residente en la zona, el desarrollo de la misma
y la mejora de su calidad de vida (Corral, Díaz y Sarasa, 1988). Se prestan
servicios por medio de equipos multidisciplinares. Los/as profesionales
establecen un contacto cotidiano con sus usuarios/as potenciales y este

90
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

contacto facilita la información fundamental para detectar sus necesidades. Los


servicios de atención primaria sirven como canal de entrada al sistema de
servicios sociales; a partir de allí, las demandas se canalizan a las diferentes
competencias dentro del sistema de servicios sociales. A continuación
estudiaremos brevemente qué caracteriza estos servicios en Cataluña.
Los servicios que se prestan desde los servicios sociales primarios son:

Servicios básicos de atención primaria: Su objetivo es lograr el nivel más alto


posible de bienestar social a todos/as los/as ciudadanos/as del área territorial
que compone el servicio. Algunas de sus funciones son: recepción y análisis de
las demandas; información, orientación y asesoramiento individual, familiar y
grupal; detección de personas y grupos de alto riesgo; coordinación y
movilización de recursos; derivación a servicios especializados; animación,
promoción y desarrollo comunitario; gestión de programas y servicios; etc.

Servicios de atención domiciliaria: Son actuaciones que buscan evitar


situaciones de internamiento de los/as usuarios/as, con el fin de que se
mantengan en su medio comunitario. Sus funciones son: 1) La prestación de
apoyo de carácter doméstico, social y personal en el propio domicilio a través
de visitas domiciliarias y entrevistas; y 2) Suplir la carencia de ayuda familiar
para aquellas personas que no pueden valerse por sí mimas y apoyar en la
autonomía persona y/o familiar, llevando un registro sistemático de las
acciones llevadas a cabo en la intervención.

Equipos de asesoramiento técnico de la atención primaria: Estos equipos


sirven de soporte técnico y asesoramiento en la investigación, programación y
evaluación de los diferentes servicios de atención primaria.

Servicios de comedores: Son establecimientos que proporcionan comida gratis


o a un precio reducido a personas con necesidades sociales graves y que
necesitan ayuda para subsistir. Los destinatarios son transeúntes, personas
marginadas y en general todas aquellas personas que se encuentren en
situaciones sociales graves, apreciadas desde los servicios sociales de
atención primaria.

Centros abiertos y talleres: Los centros abiertos son centros diurnos que
realizan una tarea preventiva con el fin de evitar el deterioro de situaciones de
riesgo. Potencian el desarrollo de la persona, asó como la socialización y la
adquisición de aprendizajes básicos. Los talleres son centros diurnos para
jóvenes con problemáticas de fracaso escolar o deficiencias en la formación

91
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

profesional. Su objetivo es el desarrollo integral del/la joven para promover su


integración al mundo adulto.

Residencias de estadía limitada: Son espacios para suplir temporalmente, en


casos de urgencia, el hogar familiar de personas con autonomía para la
realización de actividades de la vida diaria. Incluye todo tipo de albergues.
3.2.3.2 Servicios sociales específicos o servicios sociales sectoriales.

Son aquellos servicios sociales que se encargan de problemáticas concretas


de colectivos, como por ejemplo, familia e infancia, juventud, ancianidad,
discapacidad, alcoholismo y drogadicción, delincuencia y problemas
relacionados, minorías étnicas, extranjeros/as, pobreza y marginación
inespecífica (Casado, 1994). Actúan a través de profesionales
especializados/as y, al estar dirigidos a sectores de población específica,
requieren para su diagnóstico e intervención, unos conocimientos específicos.
También incluyen actuaciones de prevención para cada uno de los ámbitos de
actuación, como por ejemplo educación para evitar la disminución psíquica,
campañas para evitar la aparición del abuso y la dependencia a las drogas
(Plans Generals de Serveis Socials, 1987).

La diferencia fundamental entre ambos niveles es que el primero va dirigido a


toda la comunidad, bajo el principio de que se presta un servicio que puede ser
utilizado por todos/as los/as ciudadanos/as; y los segundos, atacan
problemáticas de colectivos específicos marginados o en riegos de marginación
por diferentes razones, bien sea edad, género, lugar de origen, dependencia a
drogas, disminución física o psíquica, entre otros. El objetivo es que estas
personas sean integradas a las redes sociales de la comunidad de manera de
cumplir con la labor del Estado de promover el bienestar de todos/as. Estos
servicios se dividen en servicios de segundo nivel y de tercer nivel. Según el
decreto legislativo de 1994 (Diari oficial de la Generalitat de Catalunya, 1995)
los servicios sectoriales en Cataluña tienen las siguientes competencias:

Los servicios de segundo nivel: son los servicios de atención especializada de


carácter individual o comunitario, diurno o residencial, que implican funciones
de diagnóstico, tratamiento, soporte o rehabilitación. Incluyen las áreas de: 1)
Atención a la familia, a la infancia y a la adolescencia (equipos de atención a la
infancia y a la adolescencia); 2) Atención a personas con disminución
(integración laboral, atención precoz, centros ocupacionales, viviendas con
servicios comunes para personas con disminución, servicios de transporte

92
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

adaptados); 3) Atención a las personas mayores (servicios de centros de día,


centros residenciales, viviendas tuteladas); 4) Atención a toxicómanos/as
(servicios de centro de día para toxicómanos/as).

Los servicios de tercer nivel: Son los servicios de atención especializada de


mayor envergadura que implican funciones de valoración, diagnóstico,
tratamiento, soporte o rehabilitación. Incluyen las áreas de: 1) Atención a la
familia, a la infancia y a la adolescencia (Centros de acogida, centros
residenciales de acción educativa, servicios de integración familiar, servicios
residenciales de corta duración para mujeres maltratadas); 2) Atención a
personas con disminución (servicios de valoración y orientación, centros de
día); 3) Atención a toxicómanos/as (servicios residenciales de atención a
toxicómanos/as).

3.2.4 Responsabilidades de los agentes

Ahora bien, ¿quiénes son los principales protagonistas de las actuaciones en


los servicios sociales? Los protagonistas más obvios en un primer momento
son los/as interventores/as y los/as usuarios. Sin embargo, este proceso se
hace más complejo en el caso de los servicios sociales ya que, de una u otra
manera, hay entidades institucionales aparte de estos dos grupos de actores
que también están involucrados en la definición, puesta en práctica y
evaluación de las actuaciones de los servicios sociales. Una de las
complejidades que presentan los servicios sociales es que aquellos entes que
dan el aporte económico al servicio (el Estado o ciertos sectores de la iniciativa
privada) son distintos a las personas que lo reciben (los/as usuarios/as,
beneficiarios/as). (Sánchez, 1998). Por tanto, la discusión sobre la satisfacción
del 'cliente' está enmarcada tanto hacia el Estado como responsable de llevar a
cabo las políticas sociales (y de las iniciativas privadas que colaboren con los
servicios) y los/as usuarios/as como receptores/as directos/as de las
actuaciones de las intervenciones. El/la profesional es visto/a como mediador/a
entre estos entes y está comprometido/a a llevar a cabo una ética de la
intervención que escuche a todos actores relevantes de la acción social.

Por esto, las redes de responsabilidades y acciones se beben definir en


relación con los diferentes entes del entramado social específico de estos
servicios y, dado, que son servicios que promueven el bienestar social, en el
desarrollo de estas responsabilidades, se debe tomar en cuenta los principios
de justicia distributiva que subyacen a la prestación de los servicios.

93
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Según López Cabanas, Chacón y Medina (1998) los principales entes


involucrados en las intervenciones desde los servicios sociales son el Estado,
la iniciativa empresarial, los/as profesionales, la universidad y los/as clientes.
Estos autores desarrollan una serie de responsabilidades para cada uno de
estos entes. Para que pueda haber una actuación de calidad cada uno de estos
actores deben cumplir con su papel dentro de la red de responsabilidades.
Estas serían:

Las responsabilidades del Estado: 1) Definir la estrategia de política social en


cada uno de los niveles de gestión; 2) Planificar las líneas básicas de actuación
para conseguir las metas y objetivos previstos; 3) Legislar y regular el marco de
intervención. Definir con claridad los derechos de los/as ciudadanos/as con
relación a los servicios de intervención social, así como las reglas que regulan
las funciones de cada actor; 4) Garantizar la financiación suficiente de los
servicios de intervención social que se consideran necesarios; 5) Ejecutar los
servicios necesarios, bien de forma directa, bien delegando en la iniciativa
social organizada; y 6) Valorar la dimensión social de los impactos del conjunto
de medidas de las políticas públicas.

Las responsabilidades de la iniciativa empresarial: 1) Evitar tendencias


monopolísticas, que dejan cada vez menos espacio a las pequeñas y medianas
iniciativas empresariales, así como a la economía social; 2) Reinvertir parte de
sus ganancias en proyectos de investigación y desarrollo, con objeto de
promover un continuo proceso de mejora de sus servicios; 3) Ofrecer servicios
de calidad y eficientes, no sólo en los segmentos o ámbitos de la intervención
social más rentables o con mayor mercado; y 4) Tener un comportamiento
solidario, destinando parte de sus beneficios a actuaciones que favorezcan
desinteresadamente a las personas y colectivos más necesitados, vía
fundaciones o cualquier otra modalidad organizativa.

Las responsabilidades de los/as profesionales de la intervención social: 1)


Llevar a cabo la política social, y servir de mediadores/as entre la
administración, asociación o empresa en la que presta sus servicios, y los/as
usuarios/as de los programas de intervención; 2) Aplicar los procedimientos
adecuados; 3) Prestar sus servicios con los niveles de calidad exigible; 4)
Desarrollar su función de acuerdo con las normas de la administración o
empresa donde desarrolla su labor; 5) Garantizar el respeto de los derechos
del/a usuario/a; y 6) Garantizar la equidad.

94
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Los/as profesionales son responsables de aplicar apropiadamente esos


recursos y sus competencias profesionales de forma que se optimicen las
probabilidades de solución de los problemas, pero en la mayoría de los casos
no son los responsables últimos de la solución, sino que deben acompañar,
aconsejar, asesorar a los verdaderos protagonistas del proceso de intervención
social como son los/as usuarios/as. Cuando un/a profesional se implica
demasiado, y se autoresponsabiliza de la situación de los/as usuarios/as,
normalmente asume responsabilidades y actividades que realmente le
corresponden al/a usuario/a. Esta actitud, como veremos al tratar de la
comunidad, favorece actitudes de dependencia, es decir, lo contrario de lo que
se persigue con la intervención social: la autonomía personal.

Las responsabilidades de la universidad: 1) Investigar sobre los procesos


psicosociales de integración y exclusión social, así como sobre los programas
sociales; 2) Formar a los futuros profesionales; 3) Prestar servicios, sobre todo
a las Administraciones Públicas, al amparo del artículo 11 de la Ley de
Reforma Universitaria.

Las responsabilidades de los/as clientes: Llegados a este punto, los autores


comentan que hay una verdadera paradoja con relación a la responsabilidad de
los/as usuarios/as ya que, por una parte, en la mayoría de investigaciones
realizadas sobre problemas sociales se suele atribuir la causa de éstos a
factores sociales, a condiciones externas al individuo o al colectivo y, por tanto,
no cabría atribuirles responsabilidad en sus causas; pero, por otro lado, afirman
que para superar su situación los individuos y colectivos deben
responsabilizarse de la solución de sus problemas, por lo menos parcialmente.
Esa responsabilidad última, aunque compartida por los/as profesionales o la
Administración, no puede ni debe ser delegada. Los servicios sociales cada vez
más están a favor de que los/as usuarios/as no creen dependencia con los
servicios recibidos y que se responsabilicen en la solución de sus propios
problemas (Luque, 1988; López Cabanas y Chacón, 1997), aunque las
condiciones de esa colaboración aun están en discusión (Sánchez y Plà, 1998).

Por ejemplo, Offer (1999) presenta diversas investigaciones que han estudiado
la relación entre profesionales y clientes de intervenciones sociales en Gran
Bretaña que pueden ser útiles para nuestra discusión. El autor observa que en
ciertos casos se ha pensado en que los/as usuarios/as y los/as trabajadores/as
sociales no comparten la misma cultura de solución de problemas, cuestión
que dificulta la comunicación entre estos dos grupos. En muchas ocasiones, las

95
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

necesidades vistas desde el lugar de los/as usuarios/as son diferentes a las


asumidas desde el punto de vista de los/as trabajadores/as sociales. Incluso se
establecen áreas donde las diferencias en percepciones son visibles como son:
el ámbito del problema, el significado del tiempo, la relación entre trivialidad y
seriedad, lo adecuado de la información y el consejo, la evaluación de los
costos y beneficios de las opciones que se presentan a los/as usuarios/as y lo
que constituye un progreso considerable. Sin embargo, también un elemento a
tomar en cuenta es que los/as clientes no siempre toman a pies puntillas las
sugerencias o consejos de los/as trabajadores/as sociales; lo cual deja un
espacio de indeterminación para las personas que consultan o participan en
actividades.

En Cataluña, Sánchez y Plà (1998), en una investigación cualitativa en la que


entrevistan a profesionales de acción social y comunitaria, encuentran que
los/as agentes comunitarios/as son vistos/as como mediadores/as entre las
lenguas y culturas de los miembros de la comunidad y los/as profesionales,
cosa que muestra, de cierta forma, el punto tratado por Offer (1999). Por otro
lado, existe la percepción por parte de los/as profesionales de que hay poca
participación de personas de la comunidad en los programas planificados
unilateralmente desde las instituciones. Esta poca participación es interpretada
por parte de los/as profesionales como una manera de rechazo con relación a
las prioridades definidas por ellos/as.

Por lo tanto, la relación entre las definiciones de usuarios/as, agentes


comunitarios/as y profesionales en el ámbito de los servicios sociales es una
relación problemática. Este tema aparece de distintas maneras en el desarrollo
de conceptos como necesidades, problemas sociales, calidad de vida e incluso
bienestar social. La mayoría de las veces parece que se privilegia la posición
de los/as profesionales sobre los/as beneficiarios/as a través de la legitimación
que otorga el estudio y diagnóstico de las situaciones problemáticas y de las
técnicas que se utilizan para hacer estos estudios. La experticia propia del
sector profesional a diferencia de los/as clientes hace pensar que son los/as
primeros/as quienes pueden percibir 'más correctamente' cuáles son los
problemas sociales y las actuaciones necesarias para su solución. Ciertamente
– dice Offer (1999) - uno puede tratar de cambiar la visión del mundo del
cliente, pero si esto es hecho con un argumento de estarle diciendo lo que
"realmente" es su problema, haciendo asunciones de dónde está el cliente,
puede ser un proceso peligroso.

96
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Volviendo a la investigación de Sánchez y Plà (1998), una de las posibles


soluciones que proponen las autoras para este tipo de vacío o diferencia de
significados, tiene que ver con incluir una perspectiva más participativa dentro
de la intervención social institucional.

3.2.5 Fases de la intervención

Una vez estudiados los conceptos que mayoritariamente se usan en el estudio


sobre servicios sociales, los principios que guían la acción de los mismos, sus
niveles de actuación y los principales actores involucrados; pasaremos a
trabajar sobre las fases que se siguen en estas acciones interventivas. Aunque
se presentan en un orden determinado, estas fases o períodos están presentes
en diferentes momentos del proceso dependiendo de cómo se coordinen las
acciones dentro de los servicios específicos que se ofrecen y no
necesariamente en el orden que aquí se muestra.

En primer lugar, dentro de los modelos de intervención en los servicios sociales


es importante la constatación de la existencia de problemas sociales
específicos o de las necesidades de los diferentes individuos, grupos o
comunidades. Por lo tanto, hay un período de estudio o diagnóstico de la
situación problemática sobre la cual es necesario intervenir. Esta situación es
definida a partir de una demanda individual, grupal o institucional y es
necesario que dentro de los servicios sociales se negocie y defina claramente
la demanda entre los diferentes actores involucrados para poder pasar a las
intervenciones que se desprenden de ella. En este período de definición y
diagnóstico, se estudian los contextos (comunitarios, familiares, sociales) que
están afectados y afectan el problema o la demanda hecha por los/as
usuarios/as. La situación inicial será evaluada mediante indicadores que
definen si hay una situación problemática o si hay suficientes indicios para
predecir que puede surgir en un futuro en el caso de los programas de
prevención.

A continuación se planifica. "Se puede decir que toda intervención social


planificada parte de un análisis previo que incluye tres aspectos: una
evaluación de una situación inicial, una proyección de esa situación, y una
anticipación de una situación alternativa posible." (Casas, 1996: 36). En la
planificación se incluyen los objetivos del programa, plan o proyecto a realizar,
los recursos disponibles (aquellos que ya se tienen o que están presentes en la
comunidad y aquellos que es necesario adquirir para las acciones específicas),

97
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

la estrategia y las etapas de la acción y los diferentes actores que participarán


en cada fase y, por último, los criterios de evaluación que se emplearán.

La fase siguiente es la puesta en práctica o ejecución de las actividades


programadas. "La ejecución es la intervención profesional cuya actividad es la
de activar todas las potencialidades humanas y los recursos sociales en orden
de conseguir un cambio positivo, de acuerdo con unos objetivos propuestos."
(Domènech, 1989: 79) En esta ejecución es importante tomar en cuenta la
organización en cuanto a distribución de tareas y responsabilidades del equipo
interventor y con respecto a los entes externos a este equipo con los que se va
a trabajar. La programación hecha en el proceso de planificación tendrá que
ser ajustada a las diferentes presiones y problemas que surjan en el momento
de la ejecución.

La evaluación es una fase del proceso de intervención que se desarrolla


después de haber tomado acciones concretas para solucionar un problema y
es el proceso de comparar los resultados obtenidos con los objetivos
propuestos (aunque existe en la literatura gran producción de tipos de
evaluación). Por un lado, es necesario analizar si se logró incidir de la manera
indicada en la problemática detectada y, por otro, estudiar cuáles efectos no
programados (aquellos que, aunque no fueron planteados en un principio
también contribuyen a la solución del problema o a la conformación de redes
sociales de integración) o no deseados (aquellos que aparecen como efectos
que no inciden a la solución del problema y, a veces, hasta empeoran la
situación inicial). Las evaluaciones también utilizan métodos de investigación
de las ciencias sociales para buscar entender, lo más claramente posible, qué
está ocurriendo en una situación específica. Dado que las situaciones que son
afectadas por intervenciones desde los servicios sociales son muy complejas,
se utiliza usualmente el sistema de indicadores definidos a partir del
diagnóstico de la situación anterior a la intervención y de los objetivos
planteados por la misma para realizar la evaluación. A partir de esta evaluación
se pasa a hacer una reprogramación de la acción haciendo los ajustes
necesarios para aumentar la calidad de la intervención.

Ahora pasaremos a ver cuáles son las condiciones básicas que son necesarias
para pensar en intervenciones en servicios sociales a partir del material que
hemos recopilado para este estudio.

98
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

3.2.6 Características fundamentales de la intervención social y


psicosocial en servicios sociales:
Según Casas (1996) estas características son las siguientes:

• Tiene intencionalidad. Persigue objetivos explícitos.

• Dinamiza procesos de influencia social en determinadas localidades o


comunidades.

• Utiliza o manipula elementos externos, no presentes espontáneamente en


el sistema, para producir un cambio en la situación anterior.

• Parte de una postura de autoridad, que generalmente está basada en el


poder del/a experto/a.

Por lo que hemos estudiado hasta ahora sobre servicios sociales podemos ver
que hay una coherencia entre las características que nombra Casas (1996) y
los diferentes desarrollos que hemos trabajado. A continuación, haremos un
breve ejercicio de integración a modo de conclusión de este apartado.

Las intervenciones en servicios sociales tienen una intencionalidad, es decir,


van hacia algún lugar. El proceso de programación dentro de las fases de la
intervención hace explícito claramente este factor, aludiendo a la necesidad de
producir objetivos claros de la intervención. Además, tienen una intencionalidad
en cuanto a que son servicios insertos en las instituciones del Estado, para el
bienestar de los/as ciudadanos/as. Esta intencionalidad está reflejada en los
principios fundamentales que rigen los servicios sociales (explicados arriba). Se
parte de que existen en la sociedad unos problemas sociales que no son
atribuibles a condiciones individuales y grupales, sino que tienen un origen en
el orden social establecido. Por tanto, la responsabilidad por esos problemas es
un asunto colectivo. Es necesario atacar problemas de injusticia social,
marginación y riesgo de marginación para lograr una mayor integración de la
sociedad y una mejora en la calidad de vida de sus miembros; es decir, lograr
bienestar social. El Estado, como representante de los/as ciudadanos/as de un
país, debe encargarse de aminorar los efectos negativos del orden social y
solucionar parte de los problemas sociales que aquejan a la población que
reside en su territorio. Esta acción se hace a través de mecanismos de
gobierno autonómico y municipal, ya que los servicios sociales – y demás
instituciones del Estado de Bienestar - se presentan como la primera instancia
gubernamental donde pueden acudir los/as ciudadanos/as para hacer

99
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

demandas al Estado. Por lo tanto, las instituciones que prestan este tipo de
servicios son de régimen local y pertenecientes al ámbito de lo público.

Desde los servicios sociales se dinamizan los procesos de influencia social


para lograr cambios en las situaciones que son vistas como problemáticas
dentro de la sociedad. A través de sistemas de información, orientación,
intervenciones comunitarias, puesta en servicio de lugares de acogida de
distintos tipos, etc. se busca incidir en una mejora de la calidad de vida de las
personas que reciben los servicios. Esta incidencia se hace a partir de la
intervención (irrupción en un estado de cosas) de agentes externos al
sistema. Se parte de la idea de que para producir un cambio social es
necesario alterar el funcionamiento espontáneo de este sistema y, además,
que esta alteración debe ser de una manera dirigida y con unos objetivos
concretos, es decir, debe seguir los parámetros que se establecen desde estos
servicios y, además, debe seguir los resultados del contacto constante con
los/as diferentes usuarios/as que solicitan o reciben apoyo.

Los servicios sociales, a través de sus intervenciones, producen un modelo


asistencial partiendo de la asunción de que existen problemas sociales (es
decir aquellos problemas que son definidos como producto de un cierto orden
social y que involucran una responsabilidad colectiva) y de la responsabilidad
del Estado con relación al bienestar de los/as ciudadanos/as. Estos servicios
asisten a las personas y grupos que solicitan apoyo y a los colectivos excluidos
o en riesgo de exclusión. A diferencia del modelo liberal que asume la libre
competencia desde la igualdad de recursos de todas las personas sin importar
su origen o situación, el modelo de servicios sociales es sensible a las
diferencias de acceso que pueden tener ciertas personas con características
específicas, como por ejemplo pobres, mujeres, discapacitados/as,
inmigrantes, en el caso de los servicios sociales sectoriales, o cualquier
ciudadano/a que solicite el servicio, en el caso de los servicios de atención
sectorial. Los servicios sociales utilizan los recursos del Estado para buscar la
inserción de las personas en sus comunidades y el pleno desarrollo en cuanto
a oportunidades laborales, educativas, culturales, etc.

No se busca la transformación de la sociedad en su totalidad, sino palear los


efectos que tienen las sociedades industriales y post industriales sobre los
diferentes colectivos, y de este modo, ayudar a resolver las necesidades y
expectativas de cambio de individuos, grupos y colectivos. Tienen una función
tanto de protección como de control social en el sentido de normalización y

100
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

adaptación de las personas a sus medios comunitarios (Casas, 1996: 31). A


este respecto, Rose (1996) afirma que las políticas y formas de intervención
social introducen mecanismos de gobernabilidad que ayudan a moldear las
conductas de las personas y controlar las desviaciones de ciertos individuos y
colectivos.

Por último, la intervención parte de la postura del/a profesional como


experto/a. Los/as profesionales prestan los servicios a partir de su
preparación técnica producto de su conocimiento de las ciencias sociales,
herramientas de investigación y diagnóstico, técnicas de intervención
específicas y preparación para trabajar en equipos coordinados. Todas estas
características apuntan a que estos actores son quienes deben planificar,
ejecutar y evaluar las acciones que se hacen a través de los servicios sociales,
a partir de los programas establecidos (como por ejemplo, casas de acogida,
atención domiciliaria, comedores, etc.) y de las demandas de individuos,
grupos o instituciones. La tecnificación en cada una de las etapas de la
atención es algo que se busca dentro de la intervención social y psicosocial, ya
que cada vez se puede ir aumentando en calidad de servicio (López Cabanas,
Chacón y Medina, 1998). La evaluación y las herramientas adecuadas para
hacerla (atribuidas también a los equipos profesionales de acción social) son
necesarias para demostrar que las funciones del Estado de Bienestar se están
cumpliendo en los parámetros definidos desde las políticas sociales. Estas
funciones se cumplen a través de programas locales en comunidades e
interviniendo en los 'colectivos problemáticos'.
Los/as profesionales también son vistos/as, en los materiales trabajados, como
mediadores/as entre los diferentes actores que se encuentran en el entramado
del sistema de servicios sociales. Se asume que tienen el vocabulario y las
herramientas educativas necesarias para tratar tanto con los organismos del
Estado que planifican y definen las políticas sociales como con las personas de
la comunidad. Este puesto intermedio los/as coloca como interlocutores/as de
ambos grupos y, desde ese lugar particular, planifican el cambio social. Este
cambio, por tanto, no puede obedecer enteramente ni a las políticas que se
hacen, ni a las demandas y necesidades de la población; más bien debe irse
ajustando a las demandas de ambos grupos y a la negociación constante
sobre demandas y servicios.

Por su parte, los/as usuarios/as, aunque son vistos/as como responsables de


colaborar en la solución de sus propios problemas, es decir, capaces de hacer

101
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

algo para sí mismos/as, casi siempre son conceptualizados como


'necesitados/as', con pocos recursos, en 'riesgo de exclusión', 'marginados/as',
entre otros; lo cual denota que están en falta, que tienen carencias difíciles de
superara por ellos/as mismos/as y que necesitan de la ayuda profesional para
salir adelante en la sociedad. Quizás está visión de las personas es lo que
hace que haya poca consulta a la comunidad por parte de los/as profesionales
con relación a las actividades que se programan, como se ve en el trabajo de
Sánchez y Plà (1998).

Concluimos así que los servicios sociales son un tipo de intervención social y
psicosocial cuyo objeto principal es lograr los mayores niveles de calidad de
vida posible para los/as diferentes tipos de usuarios/as. Para esto, se destinan
recursos del Estado con el fin de asistir ciertas situaciones problemáticas que
se presentan en forma de demanda social. Esto se hace a partir de la
involucración de diferentes actores en el proceso y los más importantes, a
nuestro entender, son: el Estado e instancias administrativas, los/as
profesionales y los/as usuarios/as. Esta relación múltiple es vista como positiva
para la satisfacción de las necesidades de estos/as últimos/as, a través de la
preparación técnica de los/as profesionales y la intervención en el diseño de
políticas sociales y la asignación de recursos por parte del Estado.

3.3 La cooperación internacional para el desarrollo como


ámbito de intervención social
Las ayudas que son promovidas por organizaciones de ciertos países hacia
otros son llamadas, de forma genérica, cooperación internacional. Estas
actuaciones pueden ser conceptualizadas como una forma de intervención
social en tanto que un agente externo (en este caso, organizaciones
provenientes de un país a través de profesionales, técnicos/as y voluntarios/as)
toma ciertas acciones para transformar situaciones consideradas problemáticas
de un segundo país (agente interno) a partir de una demanda social explícita o
implícita. Esta intervención se hace, como veremos más adelante por medio de
programas y proyectos.

En las definiciones que se hacen de la cooperación internacional se definen


dos agentes. El criterio de definición se realiza a partir del país de origen de
cada uno de estos agentes: Generalmente, el agente donante se define como
alguna organización gubernamental o no gubernamental de los países "del
primer mundo" ("del norte") o de organizaciones multilaterales que reciben

102
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

fondos mayoritariamente de estos países y el agente receptor se define como


los Estados, instituciones, organizaciones o asociaciones de países del "tercer
mundo" ("del sur").

El contexto donde se realiza la cooperación internacional es el de los acuerdos


internacionales de ayuda de unos países a otros. Esta ayuda se puede
canalizar de diferentes maneras: o bien la ayuda en emergencia o bien los
créditos y/o ayuda para el desarrollo. En este apartado, estudiaremos
diferentes textos en el ámbito de la ayuda internacional, para luego centrarnos
en las colaboraciones que se hacen a partir de las Organizaciones No
Gubernamentales de Desarrollo (ONGD) que brindan apoyo a los países del
"tercer mundo". La elección de focalizar la atención en las actuaciones
realizadas desde las ONGD's es debido a que: 1) Actualmente la ayuda
internacional se está canalizando en gran medida a través de las
intervenciones de estas organizaciones y 2) Porque estas organizaciones se
rigen por modelos de intervención social y psicosocial identificables a partir de
los materiales que han producido las propias organizaciones y los textos que se
refieren a ellas, a diferencia de los otros tipos de ayuda que no definen claros
modelos de intervención social. Asimismo, aunque el surgimiento de las
organizaciones para la cooperación es un fenómeno mundial, los ejemplos que
pondremos se centrarán en el fenómeno tal y como aparece descrito y
analizado sobre todo en el Estado Español, como una forma de acotar el
análisis que se realiza.

3.3.1 La ayuda internacional

La ayuda internacional es definida como la transferencia de bienes y servicios


por parte de países donantes a uno o varios países receptores. Para los
países receptores representa un aumento de la riqueza y eficacia de los
recursos domésticos en el proceso de desarrollo. La relación de ayuda entre
los países donantes y los países receptores es definida como tal porque se
mueve con mecanismos distintos a los de los flujos normales de mercancía y
capital (Hawkins, 1974). Aquella cooperación que proviene de los Estados
recibe el nombre de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD); en ésta, los Estados del
"norte" forman relaciones de cooperación con los del "sur" a través de
donaciones o préstamos canalizados por organismos multilaterales o por
acuerdos bilaterales.

103
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

En la literatura sobre el tema de la ayuda internacional, se definen los orígenes


de las prácticas en la que los Estados del mundo colaboran los unos con los
otros. En los orígenes de la ayuda internacional, se encuentra la cooperación
realizada para la reconstrucción de Europa después de la segunda guerra
mundial llamada "Plan Marshall" (De Silva, 1985). Como dato "curioso", este
plan fue rechazado por la U.R.S.S. y los países socialistas del Este. En el Plan
Marshall, el gobierno de los Estados Unidos utilizó los fondos públicos en
términos de concesión para ayudar a naciones soberanas europeas para su
desarrollo económico y reconstrucción. Esto definió un tipo de relación en la
que ciertos países podían colaborar económicamente con otros sin interferir
directamente en los asuntos políticos de estos últimos y, además, un tipo de
relación basada en la promoción del desarrollo de los recursos de los países
receptores.

En las próximas décadas la figura de la cooperación ha seguido existiendo,


pero ha variado la definición de los receptores. En los años 70 "la ayuda se fue
concentrando en los países en desarrollo, de renta baja, lo que estaba también
de acuerdo con el enfoque hacia las necesidades básicas" (De Silva, 1985: 16).
La explicación que da Corsino (1998) es que la ayuda internacional se extendió
a los países del "sur" en el contexto de la guerra fría como medida para que
estos países no se uniesen al crecimiento del bloque soviético.

En todo caso, la cooperación internacional empieza a interesarse por los


agudos problemas socio – económicos que viven grandes extensiones de
población. La actuación sobre los problemas del hambre, la pobreza, y las
desigualdades en las condiciones de vida de las personas empiezan a cobrar
relevancia.
"Se consideró en un principio, y dentro del marco de la cooperación económica y
financiera que comienza después de la segunda guerra mundial, que las naciones
más desarrolladas tenían la obligación de prestar ayuda a los países del tercer
mundo, para que éstos eliminasen su situación de pobreza y subdesarrollo" (Hayter,
1972:10).

Las naciones del "norte" empiezan a tener mecanismos para canalizar ayudas
que buscan transformar condiciones concretas de los países "del sur", a través
de la promoción del desarrollo de estos países y bajo los principios de la
solidaridad internacional. La ayuda internacional es una forma en la que se
intenta paliar las diferencias en el desarrollo de los diferentes países del
mundo, para que las personas de los países del "sur" puedan tener acceso a
ciertos recursos económicos sociales y culturales y, de esta manera, promover

104
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

el bienestar social y el desarrollo a escala mundial. Las necesidades básicas


definidas para todo ser humano están en la base de las intervenciones de
ayuda internacional. Representa un intento de promover que cada individuo
pueda tener las condiciones mínimas para desarrollarse con buen estado de
salud física y mental y en un contexto social que permita también su desarrollo
social e intelectual. La ayuda proveniente de los países del "norte" intenta ser
coherente con estos principios de bienestar y con la definición y promoción de
unas condiciones de vida aceptables bajo los cuales deben vivir las personas.

Este tipo de iniciativa ha tenido críticas desde diferentes flancos económicos y


políticos. Por un lado, las posturas liberales entienden que la manera en la que
el desarrollo se puede gestionar es a través de la apertura de nuevos mercados
en los países "del sur". Según esta postura, la ayuda internacional, por no estar
regida por los principios del mercado, representa un tipo de "inversión" que
fomenta la dependencia de los países del "sur" y no logra el desarrollo
deseado, ya que los fondos utilizados no se dirigen a la creación de riqueza
que proporciona el desarrollo capitalista. La ampliación del capitalismo, desde
este punto de vista, regularía los flujos de dinero de unos países a otros a
través del mercado internacional.

Las otras críticas al modelo de ayuda internacional provienen de posturas


radicales o conflictivistas. Según estas posturas la cooperación internacional lo
que hace es reproducir la hegemonía de los países "ricos" sobre los países
"pobres". La ayuda se da a través de ciertos mecanismos en los que desde los
países donantes se definen las políticas económicas a seguir por parte de los
países receptores. Estas políticas económicas benefician a los países donantes
más que lograr un desarrollo real en los países "pobres".
"Mediante las donaciones y préstamos concedidos por los países industrializados,
en especial por los Estados Unidos, lo que se pretendía no era otra cosa que
mantener e imponer un status político a los países receptores que favoreciese los
intereses de los donantes... y de esa forma expansionar el imperialismo económico
a la mayor parte del mundo" (Hayter, 1972: 11).

Según esta postura las ayudas que se dan a través de préstamos y


colaboraciones directas hacen que los países receptores tengan que aceptar
las condiciones que los países donantes le imponen a partir de esta
colaboración. Por lo tanto, la concepción de ayuda se pierde: esta colaboración
es vista como un traspaso de fondos y servicios "interesado" que beneficia en
ultima instancia a los países donantes, permitiendo que estos países amplíen
sus mercados en los países "periféricos" y retengan los desarrollos de posibles

105
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

competencias provenientes de países "subdesarrollados". Se busca un


desarrollo económico que permita la perpetuación de la dependencia de los
países "pobres" de los "ricos". Estas acciones ayudan a la definición de un
determinado espacio económico y político en el mundo (De Silva, 1985). La
ayuda proveniente de la de cooperación internacional refleja los intereses
políticos y económicos de los países donantes cuando se decide a qué países
ayudar, en qué ámbitos, de qué manera, etc. "Son las relaciones políticas
internacionales las que dan respuesta a los volúmenes, modelos y mecanismos
de las cantidades de ayuda que van de donantes a receptores" (De Silva, 1985:
31). Los procesos políticos corresponden a los intereses de las clases
burguesas de estos países y se configura como instrumento de dominación
internacional.
"Las economías de la región – de América Latina - se han visto sometidas en los
últimos años a programas de ajuste estructural impulsados y condicionados por el
Fondo Monetario Internacional y apoyados por la banca multilateral, Banco Mundial
y BID. Estos programas requieren que los países recorten el tamaño del Estado,
devalúen la moneda local, privaticen sectores que estaban en manos de control
estatal, orienten su producción hacia exportación y eliminen las barreras comerciales
a las importaciones... Pero en cualquier caso el coste social de estos programas ha
sido y es en extremo elevado. El propio BID reconoce en sus documentos que la
distribución del ingreso se ha vuelto más desigual, ha aumentado el desempleo y los
niveles de pobreza son superiores a los de 1980. Se ha conseguido un cierto
crecimiento a costa de la equidad y del incremento de la pobreza." (Vera y Espinoza,
1997: 69).

La ayuda internacional se da en un contexto en el que los países del "tercer


mundo" deben aplicar los programas de ajuste estructural, descritos en la cita
anterior, para la negociación de sus respectivas deudas externas bajo la
vigilancia del FMI (Cabello, 1987; Campbell, 1989; Vaquero, 1999). Este
organismo determina qué metas se han de alcanzar, ciertas medidas de
política económica, unos condicionamientos que son inexcusables para el
deudor y un calendario prefijado. Del cumplimiento de estas metas depende
cada trimestre de financiamiento. Según Levit (1989) el FMI y los programas de
ajuste se han convertido en un instrumento por el cual los países del "tercer
mundo" son forzados a depender de la internacionalización de sus economías.
A este respecto, Vaquero (1999) afirma que la crisis de la deuda externa y las
políticas económicas que se pusieron en marcha a partir de esto, fueron
elementos decisivos para el éxito de las políticas económicas neoliberales. En
este contexto, la ayuda internacional es vista o bien como maneras de

106
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

mantener la dependencia de unos países sobre otros o bien como una de las
formas de paliar los efectos negativos de dichos programas estructurales y la
falta de recursos de los países "subdesarrollados" para afrontar las
necesidades de sus poblaciones. Según estas posturas, los diferentes actores
económicos y de política internacional configuran un espacio en el que las
relaciones de explotación entre países "ricos" y "pobres" se mantienen a través
de los organismos internacionales tales como el FMI y el BM. La ayuda
internacional se inserta en este entramado de relaciones que no pretenden
transformar el orden mundial, sino que colabora a mantener estos sistemas de
explotación.

Otro tipo de acercamiento es el propuesto por Escobar (1991). Este autor


cuestiona la noción misma de desarrollo afirmando que las críticas que se han
hecho en este ámbito no han cuestionado la noción sino que se han
establecido en los contornos definidos por el sistema social e institucional que
engloba este concepto. Por lo tanto, las críticas descritas arriba se enmarcan
en los ideales y el espacio discursivo que permite esta noción. La propuesta de
Escobar parte de la pregunta de si es posible modificar el espacio hegemónico
epistemológico que brinda esta noción y sus productos derivados: por ejemplo,
la distinción entre países "desarrollados" y "subdesarrollados" o la creación de
anormalidades (como los 'pobres', los 'desnutridos', los analfabetas', las
mujeres embarazadas' o los 'sin tierra'), que es necesario tratar y reformar.
Desde su perspectiva, la noción de desarrollo conforma un aparato (dispositivo)
que vincula las formas de conocimiento acerca del tercer mundo con el
despliegue de las formas de poder e intervención. En palabras de Escobar:
"El 'desarrollo' debe considerarse invención y estrategia producida por el 'primer
mundo' respecto al 'subdesarrollo' del 'tercer mundo', no sólo como instrumento de
control económico sobre la realidad física y social de gran parte de Asia, África y
América Latina. El desarrollo ha constituido el principal mecanismo a través del cual
esas partes del mundo han sido producidas o se han producido ellas mismas y, en
consecuencia, margina o excluye otras maneras de ver y hacer (Escobar, 1991:
137).

Para Escobar las formas en las que se ha entendido el desarrollo han


suprimido otras formas de movilización política y de articulación de
movimientos en zonas del llamado tercer mundo (como Latinoamérica, por
ejemplo). Estos movimientos se han visto subsumidos a los dispositivos,
prácticas y discursos que legitiman al desarrollo como única vía de
transformación social. Abrir la posibilidad de reimaginar el tercer mundo sobre

107
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

la base de metáforas diferentes a la del desarrollo sería posible a partir de los


retos que enfrentan movimientos populares frente a los discursos de expertos
(como por ejemplo, los agentes de desarrollo) que definen a los grupos como
'casos' para el aparato del Estado y del desarrollo, despolitizando así sus
necesidades. En esta propuesta, es necesaria la construcción espacios
sociales y discursivos en los que sea posible multiplicidad de formas de
transformación social diferentes a las construidas sobre la noción de desarrollo.
3.3.1.1 Tipos de ayuda

Los tipos de ayuda se definen a partir del criterio del origen de la ayuda y
desde dónde se administran y controlan los fondos. Por esto la clasificación
divide la ayuda en: ayuda bilateral y ayuda multilateral.

La ayuda bilateral es aquella que se establece entre un país donante y un país


receptor. La fuente y el canal de este tipo de ayuda están determinados por el
país donante. Esta ayuda se puede canalizar o bien por medio de organismos
estatales o de administraciones locales o bien por medio de Organizaciones No
Gubernamentales. Esta ayuda está regida por las legislaciones propias de los
Estados donantes.

La ayuda multilateral es aquella que es canalizada por medio de


organizaciones internacionales creadas para la administración de los fondos
que provienen de distintos países. Las actuaciones concretas pueden
realizarse a través de Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo
o por proyectos implementados en países receptores de ayuda. Este tipo de
cooperación ha surgido para paliar los efectos negativos que puede tener la
ayuda bilateral en el sentido de la promoción de ciertos intereses políticos y
económicos desde los países donantes. Sin embargo, Hayter (1972) dice que
estos intereses siguen siendo los predominantes; ya que son los países
donantes quienes controlan las decisiones de estas organizaciones.

Para canalizar la ayuda multilateral, existen diversos organismos. El Banco


Mundial se fundó a mediados de los años cuarenta y, más adelante, surgieron
diferentes organizaciones de cooperación como por ejemplo La Cooperación
Financiera Internacional (1956) - que se creó para ayudar al sector privado de
los países en "vías de desarrollo" a través de créditos de inversión en capital
social. En el año 1960 surge la Asociación Interamericana para el Desarrollo
(AID), con el fin de construir una vía multilateral de financiamiento para los
países más pobres, y en el 1956 se crea el PNUD (Programa de las Naciones

108
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Unidas para el Desarrollo) como mecanismo de financiación para las acciones


de cooperación técnica internacional del sistema de Naciones Unidas (Corsino,
1998). Acompañan al nacimiento de estas instituciones, organismos y bancos
regionales como el BID (Banco Interamericano de Desarrollo) en el año 1959,
el BAFT (Banco Africano de Desarrollo) el año 1964, el BASD (Banco Asiático
de Desarrollo) en el año 1966. El objetivo mundial de modernización impulsado
por los Estados Unidos como crecimiento continuado y lineal va a ser adoptado
por las Naciones Unidas y por los diversos organismos internacionales de
desarrollo, impulsando un crecimiento desde una sociedad agraria, concebida
como retardada y pobre, a una sociedad rica e industrializada (Corsino, 1998).
En el año 1970 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la
estrategia internacional para el segundo decenio de las Naciones Unidas para
el desarrollo. Su objetivo fundamental es conseguir el 0.7% del PNB (Producto
Nacional Bruto) de los países donantes para las ayudas oficiales para el
desarrollo. Al final de la década de los 70, el Estado Español comienza a
formar parte de los países donantes de ayuda al desarrollo (aunque aun no
destina el 0.7% de su presupuesto a la cooperación internacional).

A modo de ejemplo, presentamos resumidamente las líneas de actuación del


Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Interamericano de Desarrollo
(BID).

El FMI fue fundado por los Estados Unidos y el Reino Unido en 1944 (y puesto
en marcha en 1946). La institución cuenta con 182 miembros. En términos
generales el FMI tiene la responsabilidad de la estabilización macroeconómica
de los países y de su supervisión. Este fondo está encargado de supervisar un
sistema cooperativo de cambio de las monedas nacionales, conceder
préstamos a los países miembros para que organicen su economía y dar otros
servicios tales como asistencia y capacitación técnica para ayudar a los países
miembros a implementar medidas que aporten beneficios a todos los países
miembros. En sus documentos se recomienda la transformación de las
economías en economías de mercado.

El BID fue creado en 1959 y está encargado de contribuir al desarrollo


económico y social de América Latina y el Caribe. Dentro del grupo BID se
encuentran la Corporación Interamericana de Inversiones (CII) y el Fondo
Multilateral de Inversiones (FOMIN). La CII fue establecida para contribuir al
desarrollo de América Latina mediante la ayuda financiera a empresas privadas
de pequeña y mediana escala. El FOMIN fue creado en 1992 para promover la

109
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

viabilidad de las economías de mercado en la región. Las funciones principales


del BID son las de utilizar el capital propio para financiar el desarrollo de los
países que los componen, para completar la inversión cuando el capital privado
no está disponible y promover la asistencia técnica para la preparación,
financiamiento y ejecución de programas de desarrollo. En la actualidad las
prioridades de financiamiento incluyen la equidad social, la reducción de la
pobreza, la modernización, la integración y aspectos relevantes del cuidado del
medio ambiente.

Estos tipos de ayuda se canalizan a través de diferentes vías. Básicamente, la


clasificación utilizada divide las ayudas en proyectos y programas (De Silva,
1985). Un proyecto puede definirse como conjunto de actividades,
ajustadamente designadas, para las que puede ser predecible el resultado: la
construcción de una carreteras, sistemas de irrigación, una central, un proyecto
de desarrollo rural integrado, etc. Un programa consiste en el suministro de
capital, del cual puede disponerse con flexibilidad para uso productivo "la
ayuda para programas posibilita a los donantes el influir en la política
económica general de un país" (De Silva, 1985: 20).

3.3.2 Las ONGD's como vehículo de la ayuda

Ahora bien, una de las formas en las que se ha canalizado la cooperación


internacional es través de las Organizaciones No Gubernamentales de
Desarrollo. Según los materiales revisados, el movimiento de las ONG de
desarrollo (ONGD) se inicia en la década de los sesenta impulsado tanto por la
Iglesia como por instituciones relacionas con las Naciones Unidas (Egaña,
1998: 239). Ribera y Ayuso (1997-98) señalan que la Compañía de Jesús creó
en 1956 la Secretaría de Misiones y de Propaganda que evolucionó hasta
convertirse en la agencia de cooperación INTERMON en el año 1986. La
Campaña contra el hambre iniciada en 1960 por Acción Católica adquirió plena
personalidad jurídica y se llamó Manos Unidas en el año 1978. En aquellos
tiempos predominaba una concepción del desarrollo que privilegiaba el
crecimiento económico medido a través de indicadores de tipo global, como por
ejemplo el producto per cápita. El énfasis estaba en promover inversiones
capaces de producir a corto término un crecimiento de estos indicadores.

En este marco surgen las primeras acciones de la cooperación no


gubernamental para el desarrollo. Algunas de ellas consistían en proyectos de
desarrollo económico que rechazaban los principios del sistema capitalista en

110
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

su formulación clásica y que buscaban formas alternativas de organización


como, por ejemplo, las cooperativas. La crítica a los proyectos estrictamente
económico y la priorización de actividades como la "concientización", "la
educación popular" o "el apoyo a procesos organizativos" caracteriza las
relaciones de cooperación promovidas por las ONGD's en los años 60 (Egaña,
1998: 240).

El crecimiento del ámbito de las ONGD's ha producido también cantidad de


materiales escritos que se originan a partir de las propias organizaciones o de
los/as analistas de este tipo de intervención. A continuación veremos algunas
de las definiciones que se han producido para delimitar qué es una ONGD.
Para Ortega, (1994) las ONGD's son
"organizaciones voluntarias, sin fines de lucro, autónomas e independientes del
ámbito de los gobiernos, cuyos recursos se destinan a financiar proyectos o
acciones emprendidas en el ámbito de la cooperación para el desarrollo" (Ortega
1994: 42).

Son organizaciones porque tienen una estructura mínima que las distingue de
las acciones o actividades sociales espontáneas; son voluntarias porque sus
recursos, tanto humanos como materiales, provienen de donaciones públicas o
privadas y se justifican por motivos de solidaridad; son sin fines de lucro debido
a que sus acciones no buscan un beneficio empresarial, personal o grupal; y
son autónomas e independientes del ámbito gubernamental porque no surgen
a instancias de la Administración ni, por tanto, tienen que defender los mismos
intereses. Sus recursos se destinan a financiar proyectos o acciones en el
ámbito de la cooperación para el desarrollo, es decir, que promueven el
desarrollo sostenible en aquellos contextos donde intervienen. Estas acciones
se llevan a cabo tanto en los países donantes, a través de la educación para el
desarrollo, como en los receptores por medio de la planificación, financiación y
ejecución de proyectos en el "Tercer Mundo".

Por su parte Vakill (1997) define a las ONG's como "organizaciones sin ánimo
de lucro, autogestionadas y privadas que se orienta a mejorar la calidad de vida
de las personas" (Vakill, 1997: 2060). Las ONG's para el desarrollo (ONGD's)
se distinguen de las otras por ser

111
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

"una forma de ONG dedicada específicamente a la elaboración, estudio y ejecución


de programas y proyectos de desarrollo en los países del 'tercer mundo', con el
soporte de instituciones internacionales de cooperación y con una relación directa
con los sectores populares... Trabajan a partir de proyectos (o programas) de
desarrollo para beneficiar a personas y sus recursos provienen de fondos externos"
(Padrón c/p Pont, 1995: 11 – 12).

Dos ejes articulan el rol específico de las ONGD's dentro de la cooperación


internacional: su autonomía institucional y su orientación hacia el impulso de la
participación popular; a través, por un lado, de su carácter voluntario y, por
otro, de la participación de los/as beneficiarios/as en los proyectos. Estos dos
ejes caracterizan sus acciones como diferentes a las provenientes de las
acciones dirigidas por los gobiernos o las actuaciones directas de las entidades
multilaterales.

Sin embargo, para poder llevar a cabo sus acciones, las ONGD's han tenido
que contar con el apoyo internacional y de los gobiernos de los países. En este
sentido, han jugado un papel muy importante las Entidades de Cooperación
para el Desarrollo Internacional (ECDI). Éstas son agencias privadas de
cooperación, gobiernos de países "desarrollados" u organismos europeos de
voluntariado que se plantean como objetivo general cooperar de manera eficaz
con los países "pobres". Por esta razón canalizan los recursos económicos y
técnicos para la ejecución de programas y proyectos en países del "sur"
(Corsino, 1998).

En este sentido, se han propuesto una serie de ventajas operativas que tienen
las ONGD's en la asistencia al desarrollo con relación a las acciones directas
de gobiernos Estatales o locales; algunas de éstas son:

• Su experiencia que las hace aptas para las necesidades del desarrollo y
para alcanzar a los pueblos más pobres.

• Las ONGD's ayudan particularmente en situaciones de emergencia, siendo


ventajas naturales su flexibilidad y la dedicación de su staff.

• Los proyectos de las ONGD's son extremadamente económicos, debido a


los bajos costos generales.

• Los proyectos de ONGD's son generalmente a pequeña escala y


suministran oportunidades para experimentación tecnológica.

112
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

• En ciertas circunstancias las ONGD's son a menudo más aceptables para


los gobiernos de los países en desarrollo que los gobiernos de los países
donantes.
3.3.2.1 Modelos de intervención de las ONGD's

La intervención proveniente de las ONGD's desempeña un doble papel: la


planificación, financiación o ejecución de proyectos de desarrollo en el "tercer
mundo" y la educación para el desarrollo en sus países o regiones de origen, lo
cual se traduce, por ejemplo, en tareas dentro del Estado Español de
educación, movilización para la cooperación y el desarrollo (De Silva, 1985;
Ortega, 1994).

Con relación a la ejecución de acciones para el desarrollo, Ortega (1994)


hace una clasificación del tipo de proyectos y acciones que se realizan:

1) Proyectos definidos por su aportación objetiva: Estos proyectos se


caracterizan por paliar o resolver los problemas derivados del subdesarrollo y/u
catástrofes naturales o conflictos bélicos. Buscan cubrir determinadas
carencias en los niveles básicos de la vida de las personas, sobre todo en
salud y nutrición. No pretenden erradicar las causas que provocan las
carencias y son de carácter puntual o coyuntural. La ayuda de emergencia, la
ayuda humanitaria y la alimentaria, son ejemplos de este tipo de proyectos.
2) Proyectos definidos según su finalidad:

a) Proyectos dirigidos a colectivos específicos: Están encaminados, como su


nombre lo indica, a colectivos especiales (refugiados, indígenas, mujeres,
infancia). Pueden ser puntuales o de largo plazo dependiendo del colectivo al
que se dirigen, es decir, varían según el entorno donde se producen.

b) Proyectos de desarrollo sectorial: Promueven la autosuficiencia en la


cobertura de las necesidades básicas de todo individuo, con énfasis en las
áreas de salud, educación, producción agropecuaria, infraestructuras –
viviendas, entre otros. Combaten las causas inmediatas que provocan el
subdesarrollo, se sitúan en contextos específicos y su duración media es de
dos años a cinco años.

c) Proyectos polivalentes: Promueven la autosuficiencia, el desarrollo


institucional y el cambio estructural. Buscan erradicar las causas del
subdesarrollo, abarcan campos territoriales amplios y se formulan en
programas multisectoriales, como por ejemplo proyectos de desarrollo urbano,

113
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

desarrollo rural, desarrollo integral, etc. Tienen duración superior a los cinco
años.

d) Proyectos de desarrollo institucional: Están destinados a promover el


desarrollo social con el fin de que los/as beneficiarios/as de los proyectos
asuman en ellos una labor protagónica y rectora, fomentan la creación de
estructuras participativas y autogestionarias. Hay proyectos formativos,
(capacitación para el desarrollo de organizaciones sindicales y formación de
líderes) otros que buscan la articulación del tejido institucional (cabildeo) y otros
que estimulan formas participativas de producción (desarrollo comunitario,
desarrollo de las organizaciones de base, desarrollo cooperativo, entre otros)
(Ortega, 1994: p. 115).

Estos proyectos pueden seguir distintos tipos de modelos de intervención. Si la


intervención sigue un modelo asistencialista, se concibe el desarrollo desde
una perspectiva asistencialista y paternalista; en estos proyectos, se brinda
ayuda humanitaria o de urgencia en el contexto de proyectos a pequeña escala
y con escaso impacto. Bajo el modelo de autosuficiencia, abundan los
proyectos de carácter sectorial, que hacen hincapié en la creación de una
infraestructura mínima capaz de promover la independencia y el
autoabastecimiento; y en los proyectos que siguen el modelo de cambio
estructural, se busca el fortalecimiento de la participación política, la
construcción de plataformas estratégicas y la consolidación de la sociedad civil.
Se trata de capacitar a la mayor parte de la población para que se convierta en
sujeto activo de su propia historia (Ortega, 1994). Al respecto, Nelson y Wright
(1995) afirman que algunos de los ajustes estructurales propuestos por el
Banco Mundial han sido acompañados de un énfasis en que la "comunidad" y
la "familia" (principalmente las mujeres) tomen responsabilidades en la
transformaciones que se promueven desde la cooperación internacional. Sin
embargo, para estos autores, el concepto de participación que se maneja en
los materiales de la cooperación internacional, posiciona a las personas de
maneras muy diferentes con relación al aparato de desarrollo. Éstas pueden
ser: como objeto de un proceso teórico de transformaciones económicas y
políticas, como "beneficiarios/as" de programas con parámetros
preestablecidos, como personas que contribuyen con su trabajo para poner en
marcha determinados proyectos, como legitimadores/as de las políticas que se
intentan llevar a cabo o como personas tratando de determinar sus propias
elecciones y dirección del cambio independientemente del Estado. Según ellos,

114
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

en los contextos de la cooperación internacional todos estos significados de la


noción de participación están en juego.

En resumen, en los diferentes modelos expuestos se reflejan en los diferentes


tipos de proyectos mencionados arriba. La promoción o no de diferentes formas
de intervención depende del contexto global en el que se pretenda incidir, en lo
cual se incluye, el país de origen, la situación del país receptor, los
mecanismos de financiación disponibles y las capacidades técnicas de la
ONGD's que llevará a cabo las acciones en el terreno. Así, cada tipo de
proyecto y de modelo de intervención es posible en determinadas coordenadas
de este contexto global.

En cuanto a la educación para el desarrollo, ésta consiste en la


sensibilización de la comunidad de origen acerca de las problemáticas vividas
en los países del "sur". Se propone, desde las ONGD's una visión de las
relaciones internacionales en las que se enfatiza o bien en las consecuencias
del "subdesarrollo" (modelo asistencialista de sensibilización) o en las causas
del mismo (modelo causal). En el primero, se muestran los problemas más
graves que sufren las personas en los países "subdesarrollados" como el
hambre, la enfermedad o problemas relacionados con las catástrofes naturales
o guerras y, en el segundo modelo, se busca concienciar a la población acerca
de la necesidad de crear desarrollo sostenible en aquellos países en los que
este desarrollo no es suficiente. Con este tipo de acción se pretende buscar el
apoyo social y económico de los entes públicos y privados para la promoción y
expansión de las actividades de cooperación para el desarrollo. Como muestra
de este apoyo las personas, grupos o instituciones pueden colaborar con
recursos económicos, con labor voluntaria o con actividades de presión hacia
los Estados y los organismos internacionales para lograr más atención hacia el
fomento del desarrollo de las regiones más depauperadas.

La intervención de las ONGD's se realiza en el marco de los recursos


materiales provenientes de la financiación pública de los diferentes organismos
nacionales o locales, organismos internacionales de cooperación y lo que
aporta la iniciativa privada a través de empresas o particulares. Los recursos
humanos que participan en la cooperación para el desarrollo son profesionales
y voluntarios/as capacitados/as para el desarrollo de los proyectos de
intervención en distintos ámbitos de actuación. Las ONGD's sirven de
intermediarias y administradoras de los recursos y, además, se encargan de la
planificación, ejecución y evaluación técnica de los proyectos. También se

115
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

encargan del contacto con las contrapartes locales con las cuales desarrollan
los proyectos conjuntamente.
3.3.2.2 Tipologías de ONGD's

A partir de sus formas de intervención y de sus orígenes institucionales o


ideológicos, se han hecho varias tipologías de ONGD's.

Santajuliana (1999: 29) hace una clasificación de las ONGD's según las formas
en que se ha llevado a cabo la cooperación a través de diferentes
generaciones de cooperación por esta vía. Esta clasificación aparece como
congruente con la que describe Ortega (1994) con relación a los modelos de
intervención, presentada arriba:

Primera Generación: Se trata de organizaciones con un marcado carácter


asistencialista, donde los/as beneficiarios/as no intervienen en el diseño,
ejecución y evaluación de los proyectos. Se realizan acciones de ayuda en
emergencia o ayuda humanitaria, sustituyendo la acción de los gobiernos.
(Ésta se puede homologar con el modelo asistencialista).

Segunda Generación: Realizan proyectos de carácter sectorial y con la


intervención de agentes sociales del país receptor. Los/as beneficiarios/as son
los/as protagonistas de los proyectos. Se llevan a cabo acciones de
acompañamiento que buscan la autosuficiencia y se realizan actividades de
soporte o confrontación con los gobiernos. (Modelo de autosuficiencia)

Tercera Generación: Impulsan el desarrollo autosostenible a partir de la


participación de las comunidades implicadas. Además del trabajo en los países
del "sur", se realizan actividades de concienciación en las sociedades del
"norte". (Parecido al modelo de cambio estructural).

Los criterios de clasificación se basan en el grado de participación de las


personas receptoras en los proyectos y en la medida en que se busca erradicar
las causas de los problemas que afectan los países que reciben la ayuda y de
formar líderes propios de esos lugares. Así, las organizaciones de la primera
generación no buscan la participación de los/as receptores/as y actúan sobre
las consecuencias de las situaciones del "subdesarrollo"; mientras que las
organizaciones de la segunda y tercera generación, en grado variable, buscan
la implicación de los/as beneficiarios/as a la vez que buscan incidir, por medio
de proyectos sectoriales o la promoción de líderes locales, en lo que definen
como las causas de los problemas de los países del "sur". El hecho de que se
organicen las ONGD's en estas tres generaciones no quiere decir que el

116
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

surgimiento de éstas se remita exclusivamente a un período de tiempo; si no


también a maneras de abordar la cooperación para el desarrollo. Actualmente,
conviven las organizaciones de estas tres generaciones en intervenciones
distintas dependiendo de los ámbitos de acción de cada una. Incluso, algunas
ONGD's pueden realizar acciones que pertenecen a distintas formas de
intervención, dependiendo de las demandas concretas que se vayan
produciendo.

Otra taxonomía de las ONGD's toma como criterio de clasificación los orígenes
institucionales e ideológicos de cada una de ellas, así como su misión
fundamental. Ortega (1994) elabora una clasificación en seis familias de
ONGD's.

ONGD's religiosas: Éstas son aquellas vinculadas a la iglesia, particularmente


la católica. En sus orígenes están formadas por miembros de órdenes
religiosas dedicadas a la educación o a las misiones en países del "sur".
Actualmente cuentan también con personas laicas. Son la mayoría y las más
antiguas. Ejemplos de estas ONGD's son: Cáritas Española, Manos Unidas e
INTERMON.

ONGD's político – sindicales: Se originan a partir de partidos políticos,


organizaciones sindicales o personas relacionadas con estos ámbitos. Están
basadas en los principios de internacionalidad propios de los movimientos
obreros y sindicatos mundiales. Por ejemplo: Pau i solidaritat (Paz y
solidaridad) y FUNDESCOOP.

ONGD's solidarias: Provienen mayoritariamente de las transformaciones de los


comités de solidaridad formados a finales de los años setenta como respuesta
a la situación coyuntural de algunas zonas que reclamaban apoyo intenso.
Tienen una gran experiencia y conocimiento de los países con los que
colaboran y cuentan con una amplia base de voluntariado. Por ejemplo:
Entrepobles (Entrepueblos) y SODEPAZ.

ONGD's internacionales: Son entidades internacionales que se manifiestan


como apolíticas y humanitarias y que inician su actuación desde el Estado
Español a comienzos de los años setenta. Por ejemplo: Ayuda en acción y
Médicos sin fronteras (estas últimas son llamadas también ONGD's
profesionales).

117
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

ONGD's universitarias: Surgen en los espacios de la vida universitaria con la


voluntad de resaltar los problemas de las relaciones "norte – sur" y de la
cooperación en este ámbito. Ejemplo: MON-3 y HEGOA.

ONGD's oficiales: Son organizaciones e instituciones de carácter


mayoritariamente voluntario y sin fines de lucro que desarrollan sus actividades
con el soporte directo de organismos gubernamentales. Por ejemplo: la Cruz
Roja o CIDOB

Como ya se ha visto, hay una gran variedad de orígenes y actuaciones de las


ONGD's; lo cual implica un abanico de posibilidades de intervención distintas
que atacan diferentes asuntos relacionados con las condiciones de vida de las
personas de los países más depauperados. Sin embargo, están incluidas
dentro del paraguas de las ONG's que buscan el fomento de la cooperación, el
desarrollo y la solidaridad internacional y que realizan proyectos en sectores
del "tercer mundo", además de sensibilizar acerca de los temas relacionados
con estos países.

Ahora bien, las actuaciones de estas organizaciones están enmarcadas en lo


que se ha definido tanto desde el Estado Español como desde los organismos
multilaterales que son las prioridades o principios sobre los cuales actuar en los
países del "sur". A través de los sistemas de financiamiento y
cofiananciamiento de ciertos proyectos es que las entidades financiadoras
influyen en las intervenciones a realizar en los contextos del "tercer mundo".

Por ejemplo, los objetivos estratégicos de la política española de cooperación


al desarrollo son:

• El apoyo al crecimiento económico autosostenido y autocentrado en los


países en desarrollo. Esto supone vincular de manera fundamental los
esfuerzos de la cooperación al desarrollo a la búsqueda de soluciones a los
problemas que plantea la transformación de la estructura productiva interna
en estos países.

• La mejora a medio y largo plazo de las relaciones económicas entre España


y los países en desarrollo. Esto equivale a señalar que de la cooperación
para el desarrollo pueden derivarse relaciones de cooperación económica
beneficiosas para ambos.

• La potenciación de las relaciones exteriores de España. El fomento de la


cultura hispánica en el mundo (Ortega, 1994: 156).

118
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Por otro lado, la convocatoria del Ministerio de Asuntos Exteriores (MAE) del
Estado Español se encarga de financiar proyectos de escasa envergadura
económica (entre cinco y diez millones de pesetas) como son los proyectos de
carácter sectorial y de capacitación. Esta financiación está también destinada a
la financiación de actividades de Educación Para el Desarrollo (EPD).

Los límites de las convocatorias de financiación para las ONGD's muchas


veces definen qué tipo de intervención se puede y no se puede hacer en los
contextos donde trabajan. Aunque algunas de ellas también reciben fondos de
iniciativas privadas; estos fondos no permiten cubrir todos los gastos de
intervención en algunos proyectos. Esto define, en ciertos casos, una relación
de dependencia que se establece entre las ONGD's y los organismos
financiadores. Como señala Pérez Piera (c/p. Corsino, 1998), la relación es
compleja y claramente asimétrica entre aquellos organismos que formulan la
cooperación y aquellas organizaciones y beneficiarios/as que la reciben. Esto
se expresa también en las divergencias con respecto a qué se debe incluir en
los programas de promoción del desarrollo o qué se debe entender como
tareas apropiadas más allá de la ejecución de proyectos a corto termino.
Aunque esta relación se ve como fecunda para fomentar el desarrollo en
países del "sur" (Pont, 1995; Corsino, 1998), Autores como Funes (1995),
Arellano y Petras (1998) y Corsino (1998) señalan que esta relación, llena de
potencialidades, se desdibuja en su concreción. Esta relación debería
"caracterizarse por una colaboración entre entidades cooperantes, por procesos
donde sus trayectorias sean recorridas en común, más que por proyectos
fragmentados, específicos y de corto plazo, como los son la mayoría actualmente".
(Corsino, 1998:49).

Es en este marco económico y socio político donde se dan las actuaciones de


las ONGD's. Todo esto muestra una abanico de relaciones en las cuales se
mueve la intervención de estas organizaciones. Por un lado, las relaciones las
ONGD's y los entes financiadores de los organismos multilaterales, del Estado
Español o de las entidades locales de financiamiento de la cooperación
internacional y por otro lado, las organizaciones que sirven de contrapartes
locales en los países receptores que trabajan conjuntamente o reciben apoyo
de las ONGD's españolas o internacionales.

Ahora bien, a continuación queremos presentar brevemente descripciones de


las actuaciones de ciertas organizaciones basadas en materiales propios de

119
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

estas organizaciones con el fin de mostrar cómo se definen ellas mismas y


cuáles son los niveles de actuación en los cuales quieren incidir.
3.3.2.3 Algunas ONGD's: Actuaciones

Manos Unidas se constituyó en el año 1978 con personalidad jurídica y surgió


de la Campaña contra el Hambre iniciada por Acción Católica en 1960. Su
objetivo principal es la lucha contra la pobreza, el hambre, la mal nutrición, la
falta de instrucción y el subdesarrollo (Estatutos, art.6) y contra sus causas: la
injusticia, el desigual reparto de los bienes y las oportunidades entre las
personas y los pueblos, la ignorancia, los prejuicios, la insolidaridad y la
insensibilidad.

El fin u objetivo general se concreta en dos líneas de trabajo: 1) Sensibilizar e


informar a la opinión pública y a los órganos de poder sobre la realidad del
Tercer Mundo para impulsar cambios estructurales y de actitud que promuevan
la justicia; y 2) Financiar proyectos de desarrollo en Asia, Africa, América Latina
y Oceanía. Estos proyectos están elaborados por el grupo del Tercer Mundo
que solicita la colaboración de Manos Unidas y tienen como objetivo mejorar
las condiciones de vida de las personas para que puedan llegar a ser
autosuficientes. Se pide la participación activa de la población beneficiada y
para su aprobación no se hace ninguna distinción por raza, religión o país. Para
financiar un proyecto, Manos Unidas selecciona cinco áreas prioritarias:
Agricultura, Sanidad, Educación, Promoción social y Mujer. En estos proyectos
se persiguen objetivos concretos - construcción de un pozo, una escuela, un
dispensario o creación de una microempresa -, que además fortalecen el tejido
social y promueven al grupo humano como sujeto colectivo y responden a una
iniciativa concreta planteada por quienes conocen los recursos y circunstancias
de la zona. En Manos Unidas se estudian estas iniciativas y se realiza un
seguimiento de los trabajos que se van desarrollando.

Intermon fue creada en 1986 a partir de la creación, por parte de la Compañía


de Jesús en 1956, de la Secretaría de Misiones y de Propaganda. Sus
principales acciones están destinadas a países de América Latina, Africa, y
Asia y su misión es:

• Erradicar la pobreza de las poblaciones del sur y propocionarles los medios


para que puedan llegar a su propio desarrollo.
• Promover la solidaridad

• Denunciar las causas de la pobreza

120
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

• Fomentar el comercio justo

Cáritas Española se constituyó en 1947. Es una asociación con espíritu


católico cuyo objetivo principal es la defensa de las personas que viven en
situación de pobreza y exclusión social, de su promoción y reinserción social,
de denuncia de las injusticias y desigualdades que sustentan nuestras
estructuras sociales, y ofreciendo la esperanza de una sociedad justa y
solidaria con hechos reales y concretos. En cuanto a la cooperación
internacional, las acciones que lleva adelante Cáritas consisten en apoyar a las
comunidades locales y áreas deprimidas de los países empobrecidos:
Respondiendo a situaciones de emergencia, apoyando proyectos de
rehabilitación, promoviendo iniciativas de desarrollo, consolidando y
fortaleciendo las organizaciones comunitarias. Este trabajo, lo llevan a cabo a
través de diferentes proyectos en Africa, Asia, América del sur, Centroamérica
y el Caribe y países del Este de Europa.

Entrepobles (Entrepueblos) surge el año 1988 a partir de la necesidad de


diferentes comités y coordinadoras de solidaridad con Guatemala, Nicaragua i
El Salvador que existían en el Estado español para desarrollar un trabajo de
cooperación más amplio. Es una asociación de cooperación para el desarrollo
que trabaja desde la perspectiva de cooperación solidaria a favor de los
pueblos empobrecidos y explotados. Trabaja en diversas áreas: salud,
educación, capacitación, etc. A través de proyectos propuestos por sus
contrapartes. Realiza actividades, elabora material (publicaciones,
exposiciones, materiales audiovisuales, etc.) para concienciar a la opinión
pública y participa en todos los diferentes espacios a su alcance.

Pau i Solidaritat (Paz y solidaridad) es una Organización No Gubernamental


para el desarrollo y la cooperación internacional, constituida por iniciativa de la
Comisión Obrera Nacional de Cataluña. Dispone de grupos de trabajo y de
sedes en todos los locales territoriales de CCOO. Cooperan con
organizaciones sindicales y organizaciones populares de todo el mundo,
mediante proyectos de formación y de desarrollo social y comunitario, a través
de un modelo de desarrollo sostenible que promueve unas condiciones de vida
y de trabajo dignas, un comercio justo y un consumo responsable.

A través de estas descripciones tomadas de materiales propios de las ONGD's,


se puede ver cuáles son los tipos de intervención social y psicosocial que se
realizan en el ámbito de la cooperación internacional que se hace por medio de
estas organizaciones.

121
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

3.3.3 La intervención desde las ONGD's

A partir del material sobre las intervenciones desde la óptica de la cooperación


internacional, podemos decir primeramente que esta intervención está basada
en un diagnóstico de la sociedad mundial. Este diagnóstico presenta un mundo
caracterizado por diferentes grados de desarrollo: hay países que tienen un alto
nivel de desarrollo (aquellos llamados "desarrollados", del "primer mundo" o
también "del norte") y países donde este desarrollo no es suficiente para
garantizar las necesidades básicas de la población (son aquellos llamados
"subdesarrollados" o "en vías de desarrollo", del "tercer mundo" o del "sur"). No
se cuestiona, en los materiales trabajados, las grandes diferencias entre grupos
y colectivos internamente de los países, como colectivos depauperados en los
países del "primer mundo" o las concentraciones de capital en países del
"tercer mundo". Se tiende más bien a presentar un diagnóstico por bloques de
países. De los materiales también se desprende que tienden a ser "del primer
mundo" países como los Estados Unidos de América y países Europeos y los
países del "tercer mundo", donde se hacen las actuaciones de cooperación,
están en Africa, América Latina y Asia. Se hace una división geográfica del
mundo, por lo cual resulta pertinente, dentro de la literatura sobre el tema,
referirse a países del "norte" o del "sur", asumiendo esta distinción geográfica
como aproblemática en la mayoría de los casos. Sin embargo, como hemos
visto, hay autores que hacen un análisis crítico de estas categorías, estudiando
los dispositivos de intervención organizados en torno a la noción de desarrollo y
los efectos de estos dispositivos en las formas de entender y actuar para la
transformación social (Escobar, 1996).

Ahora bien, la visión mayoritaria asume que los países "desarrollados" tienen la
responsabilidad ética y solidaria de "ayudar" al desarrollo de los países
"subdesarrollados". Esta responsabilidad se ejecuta basada en el modelo de
cooperación al desarrollo estudiado en este apartado. La intervención
promovida por la ayuda internacional busca traspasar recursos (materiales,
económicos, humanos y de conocimiento) de unos países a otros con el fin de
ayudar al mejoramiento de estos países, entendido como el alcance de ciertos
niveles de desarrollo económico y social. Las condiciones de desarrollo vienen
definidas por el modelo de los países "del norte", a pesar de las desigualdades
entre las personas de esos países y a pesar de los problemas ecológicos,
sociales y culturales que ha producido este tipo de desarrollo, denunciado
ampliamente por sus detractores (ecologistas, feministas, sindicalistas y otros

122
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

movimientos sociales). También hay materiales que abogan por un modelo de


desarrollo sostenible que implica formas de desarrollo que puedan ser
duraderas en el tiempo y que promuevan una relación de respeto hacia el
medio ambiente y hacia las personas.

El hecho de apelar a la responsabilidad de los países "ricos" no es


profundizado en los materiales trabajados. Se echa mano de la solidaridad
necesaria entre los países del mundo, los principios de igualdad entre los seres
humanos, la capacidad de compasión frente a problemas sociales, el derecho
a intervenir que da la ayuda de "buena fe", la colaboración con las ex colonias
de países coloniales por semejanzas culturales o por expiación de culpas
anteriores o, en versiones más conflictivistas, la necesidad de acrecentar los
mercados de los países del "norte" y de controlar, a través de intervenciones,
las políticas económicas en los países del "sur". En todo caso, las razones de
esta responsabilidad pareciera que se relacionan con que se ha definido un
marco discursivo y práctico para que sea posible que estos países tengan
injerencia en los asuntos de los Estados "pobres" (y no al revés) partiendo de
los principios humanitarios y de la concepción de que estos países son
incapaces de brindar las condiciones mínimas de existencia a sus
ciudadanos/as y salir de su condición de "subdesarrollados". Por otro lado, el
modelo de desarrollo definido como adecuado para todos los seres humanos
es poco cuestionado y da poca cabida a iniciativas que puedan surgir (tanto en
países ricos como en países pobres) fuera de esta forma de entender la
evolución positiva de la sociedad y la transformación social vista como
progreso hacia el desarrollo.

En cualquier caso, la definición de los tipos de las necesidades de los seres


humanos, las acciones deseables para promover el desarrollo, los recursos
destinados para tales fines y la propia responsabilización son discursos y
prácticas que surgen de los llamados países "ricos" y de los organismos
multilaterales creados a partir de estas definiciones. Según los materiales
revisados, los organismos de cooperación han surgido entre los años 40 y 70,
de modo que es un fenómeno social relativamente reciente que ha ido
definiendo un campo de acción determinado: la relación entre países
"desarrollados" y "subdesarrollados" (Escobar, 1991).

Las acciones que se realizan están divididas en programas y proyectos. Los


primeros son importes en capital para el desarrollo de los países receptores
(enmarcados en algunos casos en los sistemas de créditos y ayudas para el

123
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

pago de la deuda externa de los países empobrecidos y los consecuentes


programas de ajuste estructural tratados arriba) y los segundos son
actuaciones concretas para lograr fines predecibles. Las ONGD's desarrollan
su acción más que todo en este ámbito. La intervención desde las ONGD's
también comparte principios con los otros tipos de intervención vistos hasta
ahora. Se plantea en primer lugar una situación problemática. Por un lado, el
diagnóstico mundial que se presenta y, por otro, los diferentes diagnósticos
locales para la implementación de proyectos concretos (como por ejemplos la
falta de agua, la necesidad de alfabetización, etc.). En segundo lugar, se
plantean maneras en la que se pueden transformar estas situaciones a través
de la acción sistemática de ciertos agentes. Se busca un cambio social
planificado para lograr el mejoramiento de las condiciones de vida de las
personas beneficiarias a partir de una demanda o bien de las contrapartes
locales en los países receptores, o bien, de los programas de planificación de
desarrollo propuestos por los países donantes.

A través de los modelos de intervención se puede analizar cuáles son los


valores relevantes que se están forjando en la cooperación internacional por
parte de las Organizaciones No Gubernamentales para el Desarrollo. Por un
lado, el modelo asistencialista busca paliar las necesidades inmediatas de las
personas, sin que las formas organizativas del país receptor se tomen en
cuenta en el diseño y ejecución de la acción. Se percibe una urgencia que hay
que atacar. La "comunidad internacional", formada casi siempre por los países
del "norte" u organismos internacionales, está en el deber de actuar con
premura sobre estos terrenos (hambrunas, catástrofes, refugiados/as) ya que
de otro modo un conjunto de personas no tendrá las condiciones mínimas de
existencia. La intervención está justificada de antemano por razones
humanitarias. El hecho de que no se consulte con los propios organismos del
Estado receptor está legitimado por la urgencia de la intervención y por la
construcción de estos Estados como subdesarrollados, muchas veces
incapaces de solucionar los problemas que surgen en sus países.

En el caso del modelo de autosuficiencia, el objetivo es transformar los niveles


de desarrollo de los países receptores a través de la incidencia en contextos de
intervención. La autosuficiencia a la que se refiere el modelo está limitada a los
proyectos concretos que se realizan en los países receptores, de modo que los
proyectos tienen límite de tiempo para tomar acciones específicas y para que
las personas que conforman el grupo o asociación del país donde se realiza la

124
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

acción (la contraparte) logren la autogestión a partir de la puesta en práctica de


los proyectos, gracias a los recursos (económicos, técnicos, etc.) traspasados
desde las ONGD's. Este tipo de intervención busca erradicar las causas del
"subdesarrollo" presente en esos países; sin embargo, las actuaciones inciden
en pequeños sectores de problemas identificados, lo cual permite, según
ciertos/as autores/as, más bien colaborar en la transformación de pequeñas
parcelas problemáticas y perpetuar las razones estructurales de la
dependencia mundial, manteniendo el justificante para futuras intervenciones.

Por último, el modelo de cambio estructural incide sobre todo en el


fortalecimiento de las redes sociales que se encuentran en los países
receptores de modo de fomentar la participación de personas de esos países
para la transformación de sus realidades. Este tipo de intervención está basado
en la noción de participación, bajo el principio de valor positivo de cambio que
permite la participación ciudadana y la democracia participativa. El
fortalecimiento de la sociedad civil se ve como recurso en sí mismo capaz de
echar a andar acciones transformadoras y tratar de evitar la exclusión y las
causas del "subdesarrollo". En manos de estas personas y grupos queda
transformar los mecanismos internos de desigualdad. Autores como Chambers
(1995) y Schrijvers (1995) abogan por los métodos participativos en las formas
de intervención puestas en práctica a través de la cooperación internacional y
la injerencia de las ONGD's. Sin embargo, como dicen Nelson y Wright (1995),
aunque las ONGD's del "norte" proponen la participación y la descentralización,
los procesos de desarrollo siguen siendo dirigidos desde las organizaciones de
los países "del norte" a través del control de los fondos destinados a la
cooperación internacional.

Ahora nos centraremos en cuáles son los entes relevantes en los procesos de
cooperación internacional para el desarrollo. Se definen actores diferenciados
con distintos papeles a través del complejo sistema de ayuda internacional. En
primer lugar, están los países que brindan apoyo económico y técnico y las
organizaciones multilaterales que han fomentado estos países (además de las
iniciativas privadas que aportan algo para la ayuda internacional, pero que
aparecen como poco significativas dentro de la red de actores relevantes). En
segundo lugar, las ONGD's que funcionan como intermediarias entre los fondos
que se gestionan por parte de los primeros y las acciones que se desempeñan
en el "tercer mundo". Como hemos visto, estas organizaciones tienen
diferentes formas y políticas de intervención. En tercer lugar, encontramos las

125
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

asociaciones o agrupaciones que funcionan como contrapartes locales para


llevar adelante el proyecto (que son aquellas que presentan proyectos para ser
financiados por las ONGD's, gestionando así las demandas de la población
beneficiaria) y, por último, los/as beneficiarios/as de la intervención. En este
complejo de relaciones, los niveles de decisión son graduales: desde quienes
controlan los recursos para los programas hasta los/as beneficiarios/as de la
acción que curiosamente están ausentes en la mayoría de las formulaciones de
los textos revisados. Estos/as beneficiarios/as son vistos/as como un conjunto
de personas que se encuentran en condiciones de vida inferiores a las
necesarias para los seres humanos en cuanto a aspectos económicos,
sociales, políticos o culturales y reciben el apoyo de las entidades anteriores:
tanto las foráneas como las asociaciones de su propio país (capaces de hacer
un proyecto lo suficientemente coherente y adaptado a las normativas como
para recibir recursos de las ONGD's de los países del "primer mundo"). Las
formas de control y de relectura de la demanda formulada están sistematizadas
a través de los requisitos de presentación y administración de los proyectos
que deben cumplir las contrapartes locales. Y a su vez, los sistemas de control
de los Estados y organismos multilaterales a estas ONGD's, como se ha visto,
por ejemplo, en las prioridades que señala el Estado español para adjudicar las
ayudas. Este sistema permite que se decidan, desde los organismos
financiadores, las prioridades y los proyectos aceptados. De esta manera, la
demanda social inicial es transformada por las instituciones cuyos fondos son
utilizados para la intervención. Así, en ciertos casos, los principios de
participación proclamados por parte de las ONGD's interventoras tales como
los propuestos por Chambers (1995), aunque buscan una mayor participación
de los grupos locales en los procesos de intervención desde las ONGD's, se
ven desdibujados si miramos la panorámica completa de la ayuda internacional
en la que se privilegian unos sectores problemáticos en los ámbitos de los
países, unos colectivos específicos (por ejemplo trabajadores/as o mujeres) y
unos países que reciben la ayuda (aquellos evaluados como los más
desposeídos y aquellos que no son castigados con bloqueos o tildados de
irresponsabilidad administrativa).

Aunque la acción de las ONGD's se presenta como transformadora de


realidades y, en ciertos casos, de cambio estructural, la dependencia que hay
en cada uno de los estratos definidos por los diferentes actores, no hace ver
claramente a qué se refiere ese cambio estructural, sobre todo en la
panorámica de las relaciones mundiales de desigualdad. Digamos que se

126
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

repite y legitima la primacía de unos/as sobre otros/as. Las ONGD's


representan la forma más barata y eficaz de llevar adelante la ayuda
internacional y la cooperación solidaria; aunque ayuden a transformar
situaciones a una pequeñísima escala.

El hecho de que la actuación de las ONGD's se focalicen en proyectos


sectoriales y con colectivos concretos promueve, además de intervenciones a
pequeña escala, una tecnificación de la ayuda. El/la profesional o interventor/a,
tanto del país donante como del país receptor, controla las técnicas de
intervención y actúa más en un nivel técnico que político. Todo esto presenta
un panorama de límites y posibilidades de intervención social y psicosocial a
través de las ONGD's y de sus contrapartes locales que promueve un cambio
social a pequeña escala y, a nuestro entender, poca transformación de las
relaciones de dominación entre países donantes y receptores.

3.4 El apoyo social y los grupos de apoyo y de ayuda mutua


Los grupos de apoyo y de ayuda mutua son formas de intervención psicosocial
que tratan con problemas relacionados con el bienestar y la salud (Luque,
1988; Barrón, 1989, 1993; López Cabanas y Chacón, 1997). El reconocimiento
de la influencia del ambiente social en la salud de las personas, propio de los
modelos ecológicos y sistémicos, ha dado como fruto numerosos estudios
acerca de cómo hacer intervenciones en las que se creen y fortalezcan los
vínculos sociales, produciendo relaciones que sirvan de soporte a las personas
sobre todo cuando se encuentran en procesos de crisis vital.

Las intervenciones que utilizan esta perspectiva se basan en las


investigaciones hechas alrededor del constructo 'apoyo social' como principal
guía para la acción interventiva. El apoyo social sirve como concepto eje para
diferentes desarrollos sobre cómo las relaciones humanas positivas y las redes
sociales sirven a los seres humanos para encontrarse en estados de relativo
bienestar y para superar acontecimientos estresantes con los que se enfrentan
durante su vida (como por ejemplo, el divorcio, familiares enfermos,
adicciones).

En la literatura consultada, cuando se habla de apoyo social se hace referencia


a los tipos de vínculos que hay entre las personas y/o a las funciones de los
mismos (García, 1993). Lo central viene a ser estudiar en qué consisten estas
relaciones y cómo logran cumplir la función de crear bienestar dentro de las
redes sociales donde se expresan. Así las definiciones sobre apoyo social se

127
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

focalizan en las relaciones sociales, lo que se intercambia en ellas y los tipos


de efectos positivos que tienen en las personas. Se trata de reconocer cómo
las personas tienen acceso a otras personas, grupos y organizaciones y utilizan
los recursos que en esas relaciones se intercambian, para tratar con las
vicisitudes vitales.

Para Thoits (1985 c/p Barrón, 1989) el apoyo social puede ser definido como el
grado en que las necesidades sociales básicas de la persona - como la
afiliación, el afecto, la pertenencia, la identidad, la seguridad y la aprobación -
son satisfechas a través de la interacción con otros/as. Como se ve, se
enfatiza en las relaciones humanas y los efectos positivos en cuanto al apoyo
emocional que se pueda recibir de otras personas.
Otra definición es presentada por Martínez, García y Mendoza (1993):
"En general, se entiende por apoyo social toda clase de intercambios de recursos –
transacciones de ayuda – ya existentes en la comunidad - redes sociales -, que se
dan entre los miembros de una comunidad y que están dirigidos fundamentalmente
a proveer bienestar" (Martínez, García y Mendoza, 1993: 197).

Por otro lado, en una investigación realizada en vecindades pobres en Buenos


Aires, Ramos (1980) hace una conceptualización de las relaciones de ayuda
mutua en el ámbito de las relaciones informales y de su utilidad para superar
las condiciones de vida que allí se presentan.
"En una primera aproximación conceptual, las relaciones informales pueden ser
definidas como aquellas que se establecen entre vecinos, parientes y amigos con el
objeto de intercambiar bienes y servicios que ayudan a la organización de la vida
cotidiana de los miembros o familias partícipes de la relación." (Ramos, 1980: 6).

Las relaciones de ayuda permiten por un lado, superar condiciones de vida


particulares a través del intercambio de recursos y servicios y, por otro,
establecer sentimientos de soporte afectivo, de identidad y pertenencia a las
personas imbuidas en dichas redes sociales. Como se ha visto, en las
definiciones expuestas, el concepto de apoyo social se relaciona con las
concepciones de relaciones de apoyo, redes sociales, integración social y
bienestar (este último visto como asociado con aspectos de salud). Haremos
un breve repaso de lo que se dice en la literatura sobre estos conceptos y su
relación con el apoyo social.

128
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

3.4.1 Relaciones de apoyo

En primer lugar, las relaciones sociales no siempre representan un beneficio


para las personas que están involucradas en ellas; existen interacciones que
causan profundo malestar en las personas aumentando los niveles de estrés
para el individuo a causa de las características de esas relaciones y de los
diferentes contextos donde se dan, como por ejemplo en el trabajo, dentro de la
familia o en la comunidad (Barrón, 1989). La especificidad del apoyo social
reside en que las relaciones sociales que se busca explicar causan un aumento
del bienestar de las personas involucradas en la relación o la 'amortiguación' de
los efectos de las situaciones estresantes, de manera que éstos no afecten con
tanto impacto a los individuos que las padecen. El apoyo social, en suma, se
trata de aquellas relaciones que sean - o sean vistas como - beneficiosas para
determinadas personas.

A partir de aquí, se han hecho diferentes teorizaciones acerca de qué


caracteriza a las relaciones que son de apoyo social y qué es lo que se
intercambia en ellas. Una de las características básicas de las relaciones de
apoyo social es la información sobre la identidad de los sujetos involucrados, la
cual funciona como condición necesaria para la ejecución de las transacciones,
es decir, es relevante para estas relaciones cuál es el origen de la ayuda
prestada ya que la percepción sobre esta ayuda está condicionada por la
identidad tanto de quien presta la ayuda como de quien la recibe, lo cual va
conformando la relación de ayuda mutua (Ramos, 1980; Díaz – Veiga, 1993).

Otro de los aspectos relevantes para que la relación sea de ayuda mutua es la
reciprocidad, es decir, la posibilidad de estar en el lugar del/a receptor/a de
ayuda o de prestación de la ayuda en el ámbito de las redes sociales
particulares; sin embargo, esta reciprocidad no puede ser entendida en un
sentido estricto en el que se intercambian bienes o servicios con un valor
idéntico, sino más bien como la disposición de ayuda que existe en las
relaciones que son definidas como de apoyo, ya que en los intercambios
"generalmente media una distancia temporal entre el primer objeto/servicio
dado y el segundo objeto/servicio recibido. Además no existe ninguna
manifestación objetiva indicativa de la equivalencia de lo intercambiado"
(Ramos, 1980:13). En resumen, en el estudio de las relaciones de apoyo, sobre
todo aquellas que se dan en contextos informales, se

129
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

"consideran básicamente cuatro dimensiones de las relaciones de ayuda mutua: la


identidad de los sujetos involucrados, el tiempo del intercambio, el valor de lo
intercambiado y la norma de reciprocidad presente en los actos de intercambio."
(Ramos, 1980: 24).

Con relación a lo intercambiado en estas relaciones, hay diversas formas de


clasificar aquello que es dado y recibido en las relaciones de apoyo social.
(López, Pastor y Rodríguez, 1990; Luque, 1988; Barrón, 1989). Para resumir,
describiremos tres tipos de apoyo que aparecen repetidamente en la literatura
consultada:

• Apoyo emocional: Este tipo de apoyo se refiere a las conductas que


fomentan un bienestar afectivo a través de la confianza, la aceptación, la
comprensión, etc. Estas conductas hacen que las personas perciban que
son queridas y que hay otras personas disponibles para proporcionarles
cariño y seguridad.

• Apoyo instrumental o material: Son las acciones o materiales


proporcionadas por otras personas que prestan ayuda directa o servicios
(ayuda doméstica, prestar dinero, cuidar niños, ayudar a una mudanza) y
que permiten que quien recibe el apoyo cumpla con las responsabilidades
cotidianas.

• Apoyo informativo: Es el proceso por el cual las personas reciben


información acerca de la naturaleza de un determinado problema: los
recursos disponibles, modos de solución, cómo valorarlo, interpretarlo y/o
adaptarse cognitivamente. Se trata de comunicaciones que son relevantes
para la solución de determinados problemas.

En estos tres tipos de recursos (afectivos, materiales e informativos) se pueden


enmarcar las diferentes ayuda que dan y reciben las personas en sus procesos
de ayuda mutua. Evidentemente, la separación en estos tres tipos de ayuda es
analítica ya que difícilmente se encuentran separadas. Según Ramos (1980) en
las relaciones de ayuda mutua, por un lado, se intercambian bienes o servicios,
que son marcados por las posibilidades y restricciones de las personas en
cuanto a cantidad, frecuencia y calidad de los intercambios; y, por otro lado,
también se pone a prueba y se actualiza la expectativa de 'disponibilidad
efectiva' del otro; esta expectativa forma parte del contexto normativo en el que
se desenvuelven las relaciones de ayuda mutua. Es decir, que la ayuda que se
presta colabora a solucionar problemas concretos y, al mismo, tiempo
establece y le da estabilidad a la propia relación de apoyo, por tanto cumple al

130
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

mismo tiempo con las diferentes funciones que se establecen en las tipologías
descritas.

3.4.2 Redes sociales e integración social

Una de las nociones utilizadas con frecuencia en la teorización sobre el apoyo


social se refiere a las redes sociales. Se utiliza para denotar las diferentes
conexiones que se dan entre las personas. Al hacer los estudios de apoyo
social, generalmente se toma un núcleo (que puede ser una persona, grupo o
familia) y a partir de allí se estudian las relaciones que este núcleo tiene con
otras personas o grupos y se describe la red de relaciones en la cual está
inmerso. La integración social vendría definida por la cantidad y la calidad de
las relaciones de apoyo con las que cuenta la persona o grupo bajo estudio. La
integración social se presenta como uno de los objetivos importantes en la
intervención que se hace a partir del apoyo social, lo cual es consonante con
uno de los objetivos destacados por los servicios sociales en la intervención
institucional. Las redes informales y formales de apoyo cobran gran relevancia
al intentar combatir las diferentes formas de exclusión presentes actualmente
en la sociedad.

Para el estudio de las redes sociales se postula que cada persona está en
contacto con un número de personas, alguna de las cuales se encuentran
directamente en contacto unas con otras, y algunas que no lo están. La imagen
es de puntos, algunos de los cuales están unidos por líneas: los puntos son la
gente y las líneas son las interacciones. El concepto de redes se diferencia en
su caracterización al de grupo; ya que en este último 1) las relaciones entre los
miembros son interdependientes, esto es, la conducta de uno de ellos influye
en la conducta de los demás y, 2) sus miembros comparten una ideología, es
decir, un conjunto de valores, creencias y normas que regulan la conducta
mutua y los delimita/diferencia de otras agrupaciones. En las redes sociales no
necesariamente las personas involucradas en la red se conocen entre sí y,
además, no tienen objetivos comunes. Por esto, un análisis por redes plantea,
como hemos dicho, la necesidad de tomar una unidad doméstica (familia u otra
unidad como por ejemplo un individuo) como punto de anclaje de la red y,
precisamente porque la red no posee una identidad propia ni se estructura
alrededor de una actividad común a todos sus miembros, se deben definir
criterios para la descripción de la red. En el caso de los estudios sobre apoyo
social se considera como actores relevantes para la conformación de la red,
aquellos que intercambian bienes, servicios y apoyo emocional con el núcleo

131
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

seleccionado. Se recorta el universo de relaciones establecidas por el núcleo


en función del tipo de relación que se pretende analizar: las relaciones de
apoyo (Ramos, 1980). El concepto de redes sociales sirve de herramienta
metodológica para dibujar el tipo de relaciones que se establecen a partir del
sujeto seleccionado, es decir, que se estudia la conformación de la red social
de cada caso.

Para el estudio de los tipos de relaciones involucradas en el apoyo social se


han utilizado varios modelos (Barrón, 1989; Díaz Veiga, 1993; López Cabanas
y Chacón, 1997).

• El modelo estructural: Estudia el campo social donde está inmerso el sujeto


a través del análisis de las redes sociales. Se centra en el análisis de las
condiciones objetivas, en la estructura de las relaciones sociales que
rodean al apoyo social. La unidad que se toma como base para el estudio
del apoyo social es la red social. Se estudia el tamaño, la densidad, la
reciprocidad, la multiplicidad, el parentesco, la homogeneidad y la
dispersión de las relaciones en ciertas redes sociales. Según la literatura
revisada, la importancia de la evaluación de los aspectos estructurales
consiste en que es indispensable para poder comprender los contextos en
los que puede surgir el apoyo social porque describe las relaciones que
tiene la persona o grupo.

• El modelo funcional: Describe las funciones específicas de una red, y el


efecto que estas relaciones sociales tienen en el bienestar. Se incide en los
aspectos cualitativos del apoyo social y en el estudio de las funciones que
cumplen las relaciones de intercambio en las cuales se desenvuelve el
individuo. Se enfatiza en la percepción que tiene el individuo del apoyo
social recibido o que podría recibir en caso de necesidad.

• El modelo contextual: Hace hincapié en los contextos ambientales y


sociales en los que el apoyo social es percibido, movilizado, aportado o
recibido; tomando en cuenta la variabilidad de las funciones del apoyo
social con relación a dichos contextos. Bajo esta perspectiva la incidencia
positiva o negativa de las relaciones y conductas de apoyo depende de una
serie de factores que se deben estudiar detenidamente. Algunos de los
factores más estudiados son: fuente o procedencia del apoyo,
características del receptor, momento (en qué situación vital se produce la
ayuda), duración, finalidad y costos (tanto para el/la donante como para el/la
receptor/a).

132
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Estos modelos no son excluyentes entre sí; más bien las diferentes
aproximaciones en el estudio del apoyo social sirven como complemento las
unas de las otras y también de apoyo metodológico para hacer estudios sobre
relaciones sociales, tipos de relaciones y contextos en los que se dan. El
estudio de la integración social a partir de los modelos de apoyo social permite
analizar el conjunto de relaciones sociales que tienen personas específicas o
colectivos dentro de sus ambientes naturales. Se ha estudiado cómo en
algunas condiciones vitales (como por ejemplo la ancianidad o la depresión) es
probable que las redes sociales estén debilitadas (Martínez, García y Mendoza,
1993). Y se han propuestos herramientas de intervención para fomentar los
vínculos sociales y las relaciones de apoyo en los casos en los que se detecta
peligro de exclusión social.

Por otro lado, existe literatura relacionada con los niveles en los que se dan las
relaciones de apoyo (comunitario, redes sociales e íntimo). En el nivel de apoyo
comunitario, el apoyo social proporciona un sentido de pertenencia y de
integración en una estructura social amplia, en la comunidad, sus instituciones
y asociaciones. Un poco menos amplio aparece el nivel de las redes sociales,
que es visto como el entramado formado por las relaciones humanas, en el
seno de las cuales se producen sentimientos de vinculación, así sean
indirectos y, por último, las relaciones íntimas o de confianza, de las que se
deriva el sentido de compromiso, ya que el individuo espera intercambios
recíprocos y cierta responsabilidad por el bienestar de los demás (López
Cabanas y Chacón, 1997). Todos estos niveles tienen estructuras de redes
sociales de distinta amplitud y las relaciones que allí se conforman tienen
diferentes funciones de soporte y ayuda para las personas involucradas.

3.4.3 Efecto del apoyo social: el bienestar

Aunque se han identificado las consecuencias perjudiciales que para el


bienestar físico o emocional tienen intercambios negativos entre miembros de
la red social (Díaz Veiga, 1993), la mayoría de los estudios sobre apoyo social
inciden en cuáles son los beneficios de las relaciones de apoyo para la salud
de las personas. Se han estudiado cuáles son los efectos del apoyo social en la
salud de, por ejemplo, pacientes hospitalizados (López, Pastor y Rodríguez,
1990), enfermos mentales crónicos (Igartua, Basabe, Iraurgi, Paez, Celorio,
1993), pacientes ostomizados (López, Pastor, Rodríguez y García, 1990)
jóvenes que se enfrentan al mercado laboral (Garrido y Álvaro, 1993) o
personas de la tercera edad (Martínez, García y Mendoza, 1993). Estos

133
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

estudios buscan comprender cómo funcionan las relaciones informales y


formales de las personas. La hipótesis fundamental es que el apoyo social
tiene efectos beneficiosos sobre la salud física y mental de las personas y que
la falta de apoyo tiene efectos perjudiciales en la salud – y en el ámbito de
salud mental la mayor incidencia de neurosis, esquizofrenia y de depresión
(López Cabanas y Chacón, 1997). Las personas que sufren problemas de
salud – o incluso los colectivos con mayor incidencia de mortalidad -, según los
estudios, tienen redes sociales más pequeñas, relaciones menos recíprocas y
con menos intercambio de recursos. Los efectos beneficiosos consisten
usualmente en que el apoyo social sirve, por un lado, para superar crisis vitales
como 'amortiguador' de los efectos del estrés que viven las personas en estas
situaciones y, por otro, para la integración social. Precisamente alrededor de
estos dos efectos se han generado modelos distintos de entender los efectos
del apoyo social.

Efectos principales o directos: La teoría del efecto directo sostiene que el apoyo
social potencia el bienestar y la salud, con independencia del grado de estrés
de la persona. A mayor nivel de apoyo social menor malestar psicológico, y a
menor grado de apoyo social mayor incidencia de trastornos,
independientemente de los acontecimientos vitales estresante. En la teoría de
los efectos directos, las relaciones sociales proporcionan a la persona un
conjunto de identidades en las que se desenvuelve, aportan evaluaciones
positivas e incrementan la autoestima y mejoran los sentimientos de
competencia y de control sobre el ambiente. Estos serían, según (Thoits, 1982
c/p López Cabanas y Chacón, 1997), los mecanismos por los cuales las redes
sociales de las personas inciden en sus vidas para producir bienestar y
equilibrio.

Efectos amortiguadores de situaciones de estrés o efectos 'buffer': El estudio


de los efectos amortiguadores se basa en la relación entre acontecimientos o
situaciones estresantes, apoyo social y bienestar. La hipótesis principal es que
el apoyo social modera el efecto negativo que otros factores – como el estrés -
tienen sobre el bienestar. Según esta postura, el apoyo social actuará sólo en
condiciones de estrés elevado protegiendo al individuo de los efectos negativos
del mismo, facilitando los procesos de afrontamiento y adaptación. Sin
estresores sociales, el apoyo social no tiene influencia sobre el bienestar, su
papel se limita a proteger a las personas de los efectos patógenos del estrés.
Según esta postura, los efectos de amortiguación del apoyo social se deben a

134
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

que disminuye la valoración del estresor y cambia las formas de enfrentarse al


problema porque afecta a las autopercepciones.

La discusión acerca de cuál es el papel del apoyo social con relación al


bienestar se centra en los dos modelos descritos arriba. Sin embargo, también
hay autores que afirman que ambos modelos no son excluyentes; por ejemplo,
que los efectos protectores aparecen cuando se evalúan los aspectos
funcionales del apoyo social, mientras que los efectos directos aparecen
cuando se toman medidas estructurales (Barrón, 1993). Incluso puede que el
mismo tipo de apoyo tenga efectos protectores en algunos casos y directos en
otros, en cuyo caso dependerá de la situación de la persona que recibe la
ayuda y de las variables contextuales en las que se activa la relación de apoyo.
También se presentan argumentos que dicen que en la vida diaria, las
personas están en constante contacto con situaciones estresantes; por lo tanto,
la distinción entre los efectos directos y efectos amortiguadores sólo serviría
para denotar la magnitud del estado de estrés de la persona; ya que los
beneficios del apoyo social serían siempre amortiguadores de los efectos de
las vicisitudes vitales. Por otro lado, en las teorizaciones sobre la relación entre
apoyo social y bienestar; se acude al concepto de anomia de Durkheim (1895),
a través del cual se puede afirmar que la integración social permite el bienestar
psicológico, lo cual apoyaría la intrínseca relación entre ambos modelos,
postulando efectos directos en cuanto a la integración social y efectos
amortiguadores en las situaciones de anomia.

Algunos autores como García (1993) proponen ir más allá de la dicotomía entre
efectos principales y efectos 'buffer'. Según este autor, el estudio de la relación
entre apoyo social y bienestar tiene que ver también con otras características
tanto de la conceptualización del estrés como de los conceptos relacionados
con las formas en las que se presta el apoyo social. En esta propuesta, el
estrés es visto como un proceso complejo en el que en tres entornos (el social,
el psicológico y el fisiológico) existen tanto recursos como estresores. El apoyo
social podría influir en cada uno de estos niveles como efecto interactivo,
mediador o independiente entre recursos y estresores. La propuesta, por tanto,
permite la complejización de los modelos de relación entre apoyo social y
bienestar, incrementando las variables que intervienen y la relación entre
ellas.

En todo caso, todos los modelos coinciden en la relación positiva que se


encuentra entre el apoyo social recibido – y percibido – y el bienestar de las

135
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

personas involucradas en redes sociales de apoyo. Las discusiones se centran


más en cómo es esta relación y por qué se dan estos efectos positivos dando
por supuesto la mejora de las condiciones de vida de las personas si están
inmersas en dichas relaciones.

3.4.4 La intervención basada en el 'apoyo social'

Los sistemas de apoyo naturales como son los nexos familiares, las amistades
y las relaciones en el seno de la comunidad han sido el modelo por el cual las
redes sociales de apoyo social han sido descritas. Los beneficios en cuanto al
bienestar que reciben las personas que están inmersas en ellas han sido
estudiados por medio de los modelos descritos arriba. Es a través del apoyo
social que muchas de las problemáticas individuales y grupales, así como
situaciones de crisis o de estrés son atajadas por las redes sociales; y en el
seno de estas relaciones de apoyo se buscan diferentes salidas dentro de la
vida cotidiana de las personas. Ahora bien, según López Cabanas y Chacón
(1997)
"Como consecuencia de la evolución social (familias nucleares y monoparentales,
incorporación de la mujer al mundo laboral, etc.) estas redes naturales de apoyo van
deteriorándose, haciéndose visible la incidencia real de las diferentes problemáticas
que antes sostenían." (López Cabanas y Chacón, 1997: 199).

Esto ha llevado a que desde la administración se fomenten acciones para la


intervención en el fomento de las redes de apoyo formal y también
intervenciones que tienden a fortalecer los vínculos informales entre las
personas, de manera de promover el bienestar asociado con la existencia de
relaciones de apoyo social. Por lo tanto, el objetivo fundamental de las
estrategias de intervención basadas en el apoyo social es crear procesos de
interacción que sean capaces de satisfacer las necesidades psicosociales de
las personas, optimizando el ajuste entre las necesidades y las provisiones
sociales y emocionales que se reciben e incidiendo en el bienestar social al que
pueden acceder las personas a través del establecimiento y mantenimiento de
vínculos de apoyo.

Los sistemas de apoyo formal se refieren a las instituciones que, como los
servicios sociales, prestan servicios de información y apoyo a las personas que
así lo necesitan dentro de las comunidades. Sin embargo, los sistemas de
apoyo formal difícilmente pueden cumplir con las características de las formas
de apoyo informal descritas arriba, es decir, no es relevante ni la identidad de
quien presta la ayuda, ni la reciprocidad entre quienes conforman las redes

136
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

informales de apoyo o redes 'naturales', dado que las instituciones tienen el


deber de prestar estos servicios. Los aspectos emocionales del apoyo recibido
pierden valor en este tipo de apoyo porque son vistas como un derecho de
los/as ciudadanos/as dentro del sistema del Estado de bienestar.

También se han diseñado intervenciones que promueven los vínculos


informales entre las personas. La responsabilidad de los sistemas
institucionales de prestar bienestar y mecanismos de integración social a las
personas en posición de riesgo de exclusión hace que éstos tengan entre sus
objetivos el cubrir estas deficiencias a través de la puesta en práctica de
modelos de redes sociales propias de los ambientes naturales. Por esto, los
grupos de apoyo y ayuda mutua "en la actualidad son considerados como un
enfoque complementario y necesario a los servicios tradicionales." (López
Cabanas y Chacón, 1997: 204). Así, aparecen diferentes niveles de
intervención en los que se puede promover las relaciones de apoyo social
(López Cabanas y Chacón, 1997):

• Individual: El objetivo de estas intervenciones es mejorar las competencias


(habilidades, conocimientos y actitudes) del individuo de forma que se
optimice la prestación del apoyo social.

• Diádico: Estas intervenciones suponen movilizar el apoyo social de una


tercera persona. Esta persona puede ser un miembro de la red social del
receptor o bien una persona extraña. Consiste en fomentar una relación de
apoyo entre estas personas, como por ejemplo que un abuelo cuide a un
niño, o que estudiantes compartan piso con personas de la tercera edad,
etc.

• Grupal: En estas intervenciones se tratan de optimizar por un lado, la red


natural de apoyo ya existente y, por otro, la movilización de nuevos vínculos
sociales, introduciendo a la persona en nuevos grupos.

• Comunitario: Tienen como finalidad promover la confianza en fuentes


informales de apoyo social y estimular la expresión de apoyo social en la
vida cotidiana, por ejemplo, realizar campañas de educación comunitaria
sobre los procesos de apoyo social (o los grupos de autoayuda) y la
utilización de los mismos.

A partir de esta clasificación se puede observar cómo el apoyo social puede ser
promovido desde diferentes ámbitos o sujetos sociales (individuo, dúo, grupo o
comunidad). Las intervenciones comunitarias tienden a fortalecer las redes

137
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

sociales presentes en la comunidad (aspecto estructural) y promueven efectos


directos, es decir un bienestar general a partir del fortalecimiento de relaciones
de apoyo. Y las intervenciones en individuos, dúos o grupos tienden a optimizar
los aspectos funcionales de las relaciones de apoyo y, generalmente, son
aplicadas como efecto 'amortiguador' de situaciones que son vistas como de
riesgo de exclusión, grupos sociales desfavorecidos o personas que atraviesan
crisis vitales (como por ejemplo jóvenes en el transito hacia el trabajo,
ancianos/as, personas en crisis vitales – divorcio, VIH, alcoholismo o
drogadicción, familiares de personas con problemas específicos, etc.). Sin
embargo, el modelo contextual descrito en las teorizaciones sobre el apoyo
social no está del todo desarrollado en las formas de intervención propuestas,
ya que la mayoría de éstas están planteadas para ser aplicables a una gran
gama de asuntos y problemas de diversos tipos y con distintas personas y el
acercamiento al modelo contextual requiere de estudios de casos concretos.

Las intervenciones en el ámbito grupal se refiere tanto a grupos de apoyo como


grupos de ayuda mutua. "Una vez reconocida la importancia del apoyo social
en distintas esferas de la vida de las personas, los profesionales de la salud
han diseñado distintas intervenciones para optimizar la calidad y suficiencia del
mismo, entre las que destacan los grupos de apoyo." (Barrón, Lozano, Chacón
y Carretero, 1990: 217). Así como los grupos de ayuda mutua.

La principal diferenciación que se establece entre los grupos de apoyo y los


grupos de ayuda mutua es que los primeros están dirigidos por un/a
profesional, combinan conocimientos de expertos/as y de la experiencia, están
limitados en el tiempo, el número de miembros es fijo, y normalmente no se
dirigen a la acción social. Los grupos de ayuda mutua tienden a precisar de
profesionales sólo para su puesta en marcha y se centran en algún problema o
situación común a los/as participantes. Los grupos de ayuda mutua, aunque
sean promovidos en un principio desde instancias institucionales, funcionan
autónomamente, al margen de los/as profesionales, y no estarían limitados en
el tiempo. Los grupos de ayuda mutua
"son grupos pequeños, constituidos voluntariamente para alcanzar un fin específico.
Suelen estar formados por iguales que se brindan asistencia mutua para satisfacer
necesidades comunes, superar un handicap compartido, alcanzar un deseo social o
conseguir un cambio personal" (López Cabanas y Chacón, 1997: 204).

Los miembros de estos grupos perciben que sus necesidades no pueden ser
cubiertas por los recursos sociales existentes. Se enfatiza en las interacciones

138
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

cara a cara y la asunción de la responsabilidad personal de los miembros. En la


mayoría de los casos están centrados en el problema.

Aunque hay diferencias entre los grupos de apoyo y los grupos de ayuda
mutua, ambos tipos de grupos buscan unos objetivos similares: la promoción
de vínculos sociales entre los/as participantes de los grupos a partir de los
elementos que se puedan encontrar en común entre las personas involucradas.
Buscan, por tanto, centrarse en los beneficios que presenta el apoyo social
para la salud y el bienestar de las personas. Según López Cabanas y Chacón
(1997) hay autores que sugieren tomar la diferencia entre los grupos de
intervención y los grupos de ayuda mutua como un continuo ya que de uno
puede evolucionar al otro, por ejemplo con menos participación del profesional
o con la petición por parte de un grupo independiente a la ayuda de algún
profesional. Para la creación de un grupo de auto ayuda muchas veces se
necesita un/a profesional para formarlo y dirigir en un primer momento.

Para nosotros/as, aunque la distinción resulta crucial para el estudio del rol de
los/as profesionales en la intervención social, en la literatura consultada ambos
tipos de grupos son promovidos desde instancias institucionales o desde
ámbitos profesionales y, por lo tanto, siguen los principios de la intervención
social. Aunque puedan existir en la sociedad relaciones de apoyo informales,
como las descritas en el trabajo de Ramos (1980) en las que se muestran las
relaciones de apoyo en una barriada de Buenos Aires; cuando se habla de las
formas de intervención a partir de las teorizaciones sobre apoyo social, tanto la
teoría como la puesta en práctica de grupos de apoyo y ayuda mutua parte de
un saber profesional y de unas técnicas concretas que manejan los/as
profesionales con relación a una demanda social que sería la promoción de
vínculos positivos entre las personas. La importancia de hablar de intervención
en este ámbito reside en la influencia que pueden ejercer estos conocimientos
y técnicas profesionales en las acciones tendientes a favorecer la formación de
relaciones de apoyo, como por ejemplo para la facilitación y ayuda a la
constitución y desarrollo del grupo, la captación de miembros iniciales y
posteriores incorporaciones, la difusión del grupo, el asesoramiento técnico, el
asesoramiento en subvenciones, la facilitación de un lugar de reunión, etc.

Podríamos decir que en la vida cotidiana las personas se mueven en redes


sociales en las cuales puede haber tanto relaciones estresantes como
relaciones de apoyo e incluso grupos que sirven de soporte a las personas en
las acciones necesarias para llevar adelante sus responsabilidades; sin

139
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

embargo, la formación de grupos específicos que se centran en un tema


particular común a sus miembros se propone a partir de la involucración de la
acción profesional. La diferenciación hecha anteriormente entre redes sociales
y grupos cobra especial relevancia en esta discusión, ya que la idea de que los
grupos de auto ayuda surgen como formas naturales de relación, en
contraposición a los grupos de apoyo que surgen a partir de la acción
profesional sería incongruente con las teorizaciones sobre las redes sociales
en las que las personas viven sus vidas cotidianas. En estas redes las
personas tienen relaciones de ayuda mutua contextuales en las que quienes
pertenecen a las redes de cierta persona, colectivo o grupo familiar no
necesariamente están emparentadas entre sí ni tienen objetivos comunes, a
diferencia de la formación de grupos específicos para tratar ciertas
problemáticas que sí tendrían unos objetivos comunes y sí habría
interdependencia entre todos los miembros de grupo.

Por tanto, cuando se habla de la intervención con el objetivo de promover


nexos de apoyo entre las personas a través de los grupos de apoyo y de ayuda
mutua, se está hablando de formas en las que, desde la acción institucional o
técnica, se pueden promover estos vínculos. En todo caso, lo que se discute en
este ámbito de intervención es el papel del/a interventor/a en ambos tipos de
grupos. El rol del/a profesional en los grupos de autoayuda sería el de
consultor/a, mediador/a o promotor/a; más que el de líder, presente en los
grupos de apoyo. La diferenciación entre ambos tipos de intervenciones
vendría a ser el grado de dirección que impriman los/as profesionales en la
formación y captación de personas para el grupo, las dinámicas realizadas, las
formas de toma de decisiones, etc.

Ahora bien, las funciones que cumple estos grupos, según autores como
Barrón, Lozano, Chacón y Carretero, (1990) y López Cabanas y Chacón,
(1997) son que:

• Promueven el sentimiento psicológico de la comunidad, ya que fomentan en


los sujetos el sentimiento de pertenecer a una red de relaciones de apoyo
mutuo.

• Proporcionan una ideología que da significado a las circunstancias


particulares de la vida diaria, a personas que no se ajusta a la norma ideal.
• Proporcionan una oportunidad para la autorrevelación y la crítica mutua.

140
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

• Proporcionan modelos de conducta, ya que personas con problemáticas


similares conversan sobre las distintas estrategias conductuales utilizadas
para lidiar con el problema específico.

• Enseñan estrategias efectivas de afrontamiento de los problemas


cotidianos que produce la situación problemática en la que están
involucrados/as.

• Proporcionan una red de relaciones sociales no fácilmente asequible de otra


forma para personas que atraviesan una determinada crisis vital.

Es decir, las funciones de este tipo de grupo se basan en el apoyo que puede
producir la vinculación de diferentes personas alrededor de un problema
común, la creación de relaciones de apoyo contextuales al problema padecido
y diferentes modelos de acción para la superación de la situación de crisis.
Estos grupos promueven el efecto 'amortiguador' del estrés producido por las
condiciones especiales en las que están involucradas las personas en un
momento dado.

Los/as autores/as consultados/as encuentran una serie de ventajas para el uso


de este tipo de intervención. Además de los efectos beneficiosos nombrados
arriba con relación a las posibilidades de las personas de afrontamiento de
situaciones estresantes de sus vidas, este tipo de intervención es vista como
mucho más eficiente, ya que permite intervenir con varias personas a la vez, lo
cual implica una notable economía de tiempo, esfuerzo y dinero y además se
movilizan recursos informales. Se toma a las personas intervenidas como
recursos en sí mismas y hacia las otras personas que pertenecen a los grupos,
se favorece la autoresponsabilización en la solución del problema, facilitando
los sentimientos de autoconfianza y competencia, así como la acción colectiva.
Además, no es necesaria la atención dedicada de los/as profesionales, ya que
actúan como facilitadores/as y asesores/as. Los costos de este tipo de
intervención, por lo tanto, resultan bastante menores de las intervenciones
individualizadas o terapéuticas. Por otro lado, estas intervenciones están
indicadas para una amplia gama de problemas que tienen que ver con la
pérdida o deterioro de relaciones sociales, por lo cual pueden ser aplicables,
con poco costo, en gran cantidad de asuntos y contextos.
Para el desarrollo y acompañamiento de los grupos de apoyo y de ayuda
mutua. López Cabanas y Chacón (1997), han desarrollado una serie de
objetivos, premisas básicas de funcionamiento y principios metodológicos.

141
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Los objetivos de este tipo de grupos deben ser: 1) la autoresponsabilización de


los participantes; 2) la ayuda a tomar consciencia de los recursos y déficits
individuales con relación al tema en común; 3) el incremento de la calidad del
apoyo emocional e instrumental; y 4) el aumento de las redes sociales de los
participantes.

Para esto es necesario que los grupos cumplan con una serie de requisitos
que, según los estudios centrados en el apoyo social son indispensables para
que se den relaciones de apoyo y redes sociales positivas para el bienestar.
Los grupos deben tener
• Un ambiento no clínico

• Una estructura igualitaria

• Énfasis en las relaciones cara a cara

• Espíritu de grupo
• Congruencia entre la ideología del grupo y el plan de acción

• Participación de los miembros en el proceso de toma de decisiones sobre el


grupo
• Minimización de las cuotas y donaciones de los miembros

La forma en que es recomendable, según estos autores, poner en marcha


grupos de apoyo y de ayuda mutua es a través de diversas fases. En una fase
inicial de formación del grupo, el/la profesional tiene una labor importante de
reunir al grupo y de formarlo en técnicas grupales y de apoyo social para
facilitar el funcionamiento adecuado del grupo.

En una segunda fase, de acompañamiento, se trabaja por sesiones en las que


las personas tratan diferentes aspectos relacionados con su problema en
común y las estrategias de superación. El/la profesional debe servir de
orientación. "En esta fase el profesional puede interrumpir a la persona que
está hablando para orientarle y modelarle en la forma adecuada de dirigirse al
grupo, y seguir la metodología y las normas acordadas." (López Cabanas y
Chacón 1997: 214).

La tercera fase es de progresiva autonomía, el/la profesional debe cumplir el rol


de observador/a y "supervisor/a" de las sesiones sin involucrarse en las
discusiones. Al final de las sesiones puede hacer una evaluación de la sesión si
los miembros del grupo se lo piden.

142
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Finalmente, la última fase es aquella en el que el/la profesional se convierte en


consultor/a externo/a del grupo. A partir de este momento el grupo se
transformaría en un grupo de ayuda mutua sin la presencia del/la profesional.

Ahora bien, el interés de nuestro estudio en los grupos de apoyo y de ayuda


mutua es que representan unas formas de intervención que están cobrando
importancia en ámbitos institucionales y profesionales porque pueden ser
aplicada para diferentes problemáticas y además resulta de bajo costo, ya que
las propias personas que buscan ayuda sirven de recurso para el apoyo de
otras personas. Este tipo de intervención parte del conocimiento elaborado
sobre el apoyo social y de su relación beneficiosa con estados de bienestar, de
salud y de integración social. A pesar de que en la literatura consultada se
mencionan sobre todo los aspectos curativos y positivos de los grupos de
apoyo y de ayuda mutua; también existen críticas a este modelo.

Sánchez (1991) recoge algunas de las principales críticas sobre el movimiento


de ayuda mutua:
• Su efectividad no está probada

• Puede emplearse para reducir la responsabilidad pública o profesional en la


prestación de ayuda.
• Puede fomentar la dependencia a la ideología del grupo

• Los miembros pueden obtener ayuda emocional pero no ayuda real a los
problemas
Esta serie de críticas limita la efectividad que pretenden tener los grupos de
apoyo y ayuda mutua, ya que cuestiona la importancia de la ayuda prestada en
este tipo de intervención y la falta de responsabilidad de los servicios
institucionales para prestar apoyos materiales e instrumentales a las personas
que están bajo ciertas circunstancias de crisis. Por otro lado, la
autoresponsabilización de las personas que padecen los problemas específicos
muestra una tendencia a fragmentar los problemas sociales disimulando la
necesidad de introducir cambios sociales y llevando la problemática al terreno
individual o grupal.

A nuestro entender, esto representa un modelo de privatización de las


problemáticas sociales. Aunque se plantea una responsabilidad institucional
con relación a la pérdida de vínculos sociales en ciertos sectores de la
población al hacer intervenciones tendientes a la promoción de vínculos

143
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

sociales, esta responsabilidad pública se privatiza al poner el énfasis en la


promoción las redes sociales para las personas bajo ciertas problemáticas y no
en las problemáticas en sí y las razones por las cuales surgen en ciertos
ámbitos. Las personas deben utilizar los vínculos sociales creados en estas
formas de intervención para buscar, por sí mismas, herramientas de superación
de las crisis en las que viven.

Por otro lado, se reproduce el modelo estudiado en los desarrollos asociados


con los servicios sociales en el que la atención prestada es básicamente
dirigida a las personas que, según los presupuestos de los/as profesionales y
técnicos/as involucrados/as en la intervención institucional, tienen problemas
relevantes, situaciones de crisis o riesgo de exclusión, es decir, este modelo
funciona como vía de canalización de las demandas de los/as usuarios/as
frente a otras posibles vías propuestas por ellos/as. Se pone énfasis en los
colectivos que son vistos como 'problemáticos' o en grupos asociados con
estos colectivos. Se reproduce así el modelo asistencial, en este caso asociado
a los recursos sociales que tienen las personas en situaciones de riesgo de
exclusión. Se busca equilibrar a estas personas con relación a las posibilidades
de apoyo social a partir del fomento de redes y vínculos que se supone no
poseen o que están debilitados. Una vez más vemos que en este tipo de
intervención el objetivo principal no es el cambio social, sino más bien la
adaptación de las personas y grupos, a través de la adquisición y
mantenimiento de relaciones de apoyo, a los parámetros de la sociedad y la
posibilidad de responsabilizarse y lidiar con las vicisitudes de sus vidas
cotidianas a partir de estas relaciones de apoyo.

Además, en el caso particular de los grupos de apoyo y de ayuda mutua, las


personas que participan deben tener ciertas herramientas de trabajo en grupo o
deben estar dispuestas a adquirirlas a partir de los modelos adecuados
enseñados por parte de los/as técnicos/as en dinámicas grupales. En este
sentido la intervención de los/as profesionales no es un dato como cualquier
otro en la formación de los grupos, sino que introduce una serie de precisiones
acerca de cómo se debe formar el grupo, cuáles son las normativas básicas de
funcionamiento e incluso las formas concretas de relación que se deben
apoyar. La mirada de los/as profesionales es la que decide cuáles son las
redes sociales y relaciones de apoyo adecuadas en cada caso y cuándo hay
déficit en las relaciones sociales de personas y colectivos particulares.

144
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Los/as profesionales, aunque son conceptualizados/as como consultores/as o


asesores/as (sobre todo en los grupos de ayuda mutua) están encargados/as
de modelar las conductas apropiadas para la formación de vínculos que
redunden en el apoyo social de las personas, promover cierto tipo de grupo que
favorezca a aquellas personas que se supone no tienen una red amplia de
relaciones sociales y controlar, hasta cierto punto, las interacciones en el seno
del grupo. Visto de este modo, la responsabilidad de los/as técnicos/as
encargados/as de promover este tipo de grupo no debe ser menospreciada, ya
que desde su lugar de promotores/as o asesores/as cumplen con la
responsabilidad de promover el bienestar tanto de los/as usuarios/as que
acuden a los grupos como del sistema social en su totalidad.

Presenciamos, en estos modelos, la distribución y manejo de la solidaridad


propia de las relaciones sociales de apoyo por parte de los entes
institucionales. Este manejo es realizado por medio de teorías y prácticas
concretas relacionadas con el apoyo social y las formas de acceder a él, la
decisión de cuáles relaciones son las adecuadas y necesarias para lograr
relaciones estables y positivas y la generalización de estos contenidos para los
diferentes problemas y crisis vitales en los que se encuentran las personas
concretas.

3.5 Análisis de los modelos de intervención


A partir del material recopilado para este capítulo, hemos elaborado una serie
de reflexiones sobre la intervención social. Estas reflexiones se basan sobre
todo en los puntos en común que hemos podido encontrar en los textos
trabajados y seguirán los ejes de análisis definidos en esta investigación. En
primer lugar, se estudiará cuál es el diagnóstico que se presenta sobre las
situaciones problemáticas, su solución y los entes relevantes para llevarla a
cabo. En segundo lugar, se trabajarán diferentes áreas en las que se puede
observar la tecnificación de la intervención social, es decir, desarrollo de
conocimientos cada vez más especializados sobre los diferentes ámbitos que
interesan a la intervención social y psicosocial. Por último, se hará una reflexión
acerca de cuál es el cambio social posible y deseable desde estos modelos.

3.5.1 El diagnóstico

El diagnóstico que se presenta a partir de los modelos de intervención


estudiados es el de la desigualdad social. Se presenta una sociedad en la que

145
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

las necesidades básicas (bien sea materiales o sociales y culturales) de


algunos seres humanos no están satisfechas y es necesaria la intervención
sistemática de ciertos agentes para poder paliar esta situación. En los ejemplos
que hemos visto de intervención, este diagnóstico es válido tanto para las
sociedades nacionales o locales, como para el ámbito internacional. Se repite
el argumento. Se presentan colectivos en desventaja; en el caso de los
servicios sociales, se ponen ejemplos de problemas asociados a la infancia,
minusválidos/as, personas con problemas de drogadicción, mujeres, entre
otros. Estos colectivos aparecen en la literatura como en situación de
precariedad, tienen desventajas a la hora de acceder a los recursos que
permiten su incorporación plena en la sociedad (Casado, 1994) y el Estado
tiene la responsabilidad de proveer a sus ciudadanos/as de igualdad de
oportunidades (Casas 1996; Rueda, 1996); por esta razón, se habla de la
integración social de los grupos y personas excluidas o en riesgo de exclusión.
En el caso del sistema institucional asociado con la ayuda internacional, se
muestra la necesidad de desarrollo de los países "pobres", del "tercer mundo" o
del "sur". Estos países son dibujados como "subdesarrollados"; ya que se
encuentran en situación de precariedad y tienen desventajas a la hora de
acceder a los recursos que permiten su incorporación plena en la comunidad
internacional. Por último, las propuestas asociadas a los grupos de apoyo y de
ayuda mutua también muestran una sociedad en la que los vínculos afectivos y
sociales se han debilitado; mostrando así, la necesidad de intervención, desde
instituciones específicas (que en ciertos casos puede ser el sistema de
servicios sociales), para ayudar al logro de establecimiento de redes de apoyo
emocional, instrumental e informativo de ciertas personas con problemas
comunes.

Cada uno de estos sistemas de intervención funciona a partir de demandas de


algún ente social. Por un lado, están las personas (usuarios/as potenciales) o
grupos (por ejemplo Organizaciones No gubernamentales) que expresan una
demanda a ser cubierta por los sistemas de intervención y, por otro, demandas
formulan a partir de entre institucionales hacia los sistemas de intervención
para que éstos incidan en situaciones definidas como problemáticas.

3.5.2 La solución

La solución que se presenta a partir de la intervención planificada es la


asistencia a personas y grupos (en el caso de la ayuda internacional a países o
grupos de países concretos) a través de la ayuda que se pueda prestar por

146
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

medio de planes de acción y proyectos que se desarrollan. Se asume como


necesario intervenir en las diferentes situaciones problemáticas que se definen
y se negocian a partir de las demandas sociales provenientes de diferentes
agentes. En cada uno de los tipos de intervención estudiados se busca dotar
de recursos (informativos, económicos, de apoyo social, culturales, formativos,
organizativos, etc.) a quienes, por sus propios medios o sin estas ayudas, no
pueden acceder a ellos. Se definen colectivos (que pueden llegar a ser países
enteros) con necesidades y se interviene para cubrir estas necesidades con los
recursos provenientes de quienes no están en esta condición (los/as
contribuyentes, empresas privadas, países "ricos", por ejemplo). La idea es que
a partir de intervenciones planificadas en las que se hace uso de estos
recursos, los colectivos puedan integrarse a la sociedad en "igualdad de
condiciones" que quienes no han necesitado ayuda. La búsqueda del
desarrollo por parte de los países del "norte" para los países del "sur" es un
ejemplo en el que, en principio, se intenta que los últimos alcancen un nivel de
desarrollo igual que los primeros y pertenecer todos a la red de relaciones
internacionales (aunque ya hemos visto que voces críticas a este
planteamiento ven en el sistema de cooperación internacional formas de
dominio de los países del "norte" a los países del "sur"). La integración de las
personas a grupos de apoyo es otro ejemplo de una forma de intervención que
permite poner a la persona en contacto con redes sociales que le harán
superar estados de crisis e integrarse plenamente a la sociedad. El modelo se
basa en buscar las maneras de facilitar ayuda para alcanzar mayores grados
de bienestar social y justicia distributiva y lograr que todos los seres humanos
tengan las mismas oportunidades para "desarrollarse plenamente" en sus
vidas.

Las soluciones se basan en la idea de que es posible dirigir el cambio social de


manera que las instituciones y las prácticas sociales permitan mayor bienestar
para los seres humanos y una mejor integración de personas y colectivos
excluidos o en riesgo de exclusión social. El valor de responsabilidad social del
Estado, en el caso de los servicios sociales, o de los países "desarrollados" y
los organismos multilaterales competentes, en el caso de la cooperación
internacional, aunado a la idea de solidaridad, conforma la base sobre la cual
se legitima y son posibles los diferentes sistemas de intervención social. Las
soluciones relativas a cómo atacar cada uno de los problemas sociales
derivados del diagnóstico presentado, son puestas en práctica a través de los
conocimientos y técnicas desarrolladas para cada uno de ellos. Esto, a su vez,

147
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

está sustentado en la idea de que con un mejor conocimiento de la naturaleza


humana y de la sociedad, es posible lograr una acción más racional y efectiva
para el cambio social dirigido y resolver los problemas sociales o, al menos,
aminorar los daños que ellos causan (Stainton y Stainton, 1999). Se estudia, en
primer lugar, cómo definir los problemas sociales, después cómo ubicarlos; y,
por último, cómo tomar acciones para su solución. La proliferación de literatura
sobre los problemas concretos que enfrenta la intervención social (como la
delincuencia, la drogadicción, el embarazo precoz, etc.) es un ejemplo de cómo
se busca incrementar el conocimiento, cada vez más específico, de cada una
de las problemáticas sociales.

Por otro lado, autores como Correa, Figueroa y Román (1994), Rose (1996) o
Escobar (1991), desde diferentes ámbitos de estudio, afirman que las
soluciones planteadas desde las instituciones donde se promueve la
intervención social tienen la función de moldear las conductas de las personas,
colectivos y países y de establecer/definir los límites de lo normal y lo anormal,
lo incluido y lo excluido, ayudando así a la gobernabilidad y al control social.

3.5.3 Entes relevantes para la solución

La intervención define sus actores. Por un lado, el proceso, persona, grupo,


institución o país que necesita una transformación y, por otro, el agente que
introduce su acción sistemática con el fin de provocar esta transformación en el
primero. El agente externo incide, interfiere en el curso del proceso del agente
intervenido con la intención de provocar un cambio social planificado desde el
conocimiento del agente interventor y a partir de la negociación de la demanda
social que está en juego en los diferentes casos. La intervención se hace a
partir de la definición de cuáles son las necesidades relevantes, las acciones
necesarias para paliarlas, los agentes receptores, los objetivos a lograr y los
sistemas de evaluación adecuados para valorar la acción.

Como hemos dicho, la responsabilidad de esta acción está determinada a partir


del nivel donde se desarrolla. En el ámbito de los servicios sociales y la ayuda
social, el nivel de actuación es el de las administraciones locales, pero el último
responsable de la acción interventiva es el Estado a través de la figura del
Estado de Bienestar. El Estado es responsable de garantizar la satisfacción de
las necesidades mínimas de toda la población y de la integración, de aquellos
colectivos marginados, al funcionamiento de la sociedad. En el caso de la
ayuda internacional, la responsabilidad de la ayuda es de los países "ricos" a

148
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

través de las ayudas bilaterales y los organismos multilaterales creados para tal
fin. La sociedad, por medio de la figura del Estado en algunas naciones y a
través de los organismos internacionales en el que participan diferentes países,
es la encargada de la adjudicación de recursos, por medio de sus entes
representantes, en un complejo sistema de establecimiento de prioridades. La
definición de esta responsabilidad permite espacios a los que se puede acudir
para expresar las necesidades de la población y exigir la atención de ellas, ya
que son parte de los derechos ciudadanos. La red de organismos, asociaciones
e instituciones que se crean para la satisfacción de estas necesidades tienen
como interlocutores inmediatos los entes públicos responsables: organismos
financiadores e instituciones que diseñan las directrices generales de la política
de intervención y de adjudicación de recursos.

Como foco de nuestro interés está el lugar de la red que se le otorga a los/as
profesionales y personas que desempeñan las labores concretas para llevar a
cabo estas intervenciones. Los/as profesionales, técnicos/as y voluntarios/as
aparecen en el panorama como quienes llevan a cabo las acciones técnicas de
la intervención social. Si el modelo que hemos descrito busca fomentar un
cambio a partir de una intervención del/la agente externo/a en un proceso
determinado, y si la riqueza de esta intervención está justamente en la
posibilidad de encuentro de aquellos/as que intervienen con las personas
(colectivos, grupos, asociaciones, instituciones) intervenidas, la figura del/la
profesional aparece como el agente capaz de llevar a cabo esta relación
guiado/a por unos principios generales establecidos por las diferentes
instituciones del sistema de intervención social. El/la profesional tiene que
ubicarse en ese entramado entre institución y beneficiarios/as o clientes. Debe
colocarse en el lugar del agente de cambio social y debe estar capacitado/a
para llevar a cabo las acciones necesarias para que se produzca este cambio.

Por su parte, los/as usuarios/as (beneficiarios/as de la acción interventora)


también comparten responsabilidad. Aunque a partir del diagnóstico general no
se podría decir exactamente que estas personas, colectivos o países son
responsables de la situación en la que se encuentran (López Cabanas,
Chacón, y Medina, 1998), hay un acuerdo generalizado, en los trabajos
revisados, sobre la necesaria implicación de las personas receptoras de la
acción de intervención en los programas y proyectos propuestos. Este es un
argumento utilizado para establecer la responsabilidad de quienes son
intervenidos/as en los proyectos que les involucran. Las personas son

149
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

conceptualizadas como activas en su propio entorno; estas personas, una vez


que reciben la ayuda por parte de la red de ayuda establecida (organismos de
ayuda, acción profesional) deben tomar acciones que les permitan superar las
situaciones de marginación en la que están viviendo. Lo contrario implicaría
una actitud cómoda de recepción de recursos y la asunción, por parte de los
organismos interventores, de la poca motivación de esos colectivos de salir de
su situación de crisis, cosa que puede traer como consecuencia el retiro de la
ayuda. La actividad que es requerida por parte del sistema interventor es
aquella que esté en congruencia con los objetivos planteados en el entramado
del sistema de intervención que está aportando la ayuda. Las personas deben
colaborar con la propuesta de intervención a través de su participación, ya que
esto abriría canales de diálogo entre el sistema de intervención y las personas
beneficiarias. La participación es vista como una forma de democratización de
la intervención, ya que presupone la transformación de los planes de
intervención a partir de estos diálogos; además, la participación también es
entendida como forma de ahorro de recursos, ya que las personas se
involucran casi siempre voluntariamente a la transformación de las situaciones
problemáticas vividas por ellas (López Cabanas y Chacón, 1997). Por lo tanto,
en las propuestas interventivas, quienes intervienen, deben buscar métodos de
intervención que sean capaces de absorber el diálogo entre las partes
involucradas. Aunque este diálogo a veces es presentado como problemático.

Rueda (1996/1998: 291) propone que los servicios sociales deben seguir una
estrategia de regeneración que se fundamenta en los modelos participativos
"desplazando tanto el poder como el papel del recurso, como el del técnico y
sus técnicas, por la confianza en la capacidad de las personas y de los grupos
para elaborar respuestas a los problemas sociales."

En las intervenciones de las ONGD's en los países del "sur" se enfatiza en el


apoyo que se da a aquellos proyectos que promueven las acciones de
participación por parte de la sociedad del país receptor en los modelos de
autosuficiencia y de cambio estructural Nelson y Wright (1995). Así, la
participación comienza a ser un punto clave para la financiación de proyectos
(necesario para que los del 'norte' den dinero a proyectos del 'sur'). A través de
la capacitación incluida en la formulación de los proyectos, las personas
beneficiarias "aprenden" a participar más activamente en la resolución de los
problemas que les aquejan.

150
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

Esto nos lleva a pensar en que cada vez está cobrando más importancia la
relación entre interventores/as y usuarios/as o receptores/as en el pensamiento
sobre intervención social y psicosocial. En principio está asumido, en la
literatura sobre el tema, el hecho de que esta relación es positiva para el
cambio social planificado. Según esta literatura, la intervención del agente
interventor en el curso de la vida de los/as intervenidos/as, puede causar
algunos efectos no deseados, pero generalmente, gracias a la planificación de
la intervención y al hecho de que está guiada por un conocimiento teórico y
técnico, los efectos de la intervención seguirán los objetivos planteados desde
todo el sistema de intervención (organismos financiadores responsables e
interventores/as). La acción de intervención pretende transformar la situación
vista como problemática hacia una situación "mejor" para los/as
beneficiarios/as. Pretende transformar estas situaciones a través de las
propuestas de solución definidas en el sistema de intervención y en el diálogo
entre los/as interventores/as y los/as intervenidos. Desarrollar la capacidad
técnica para mejorar esta relación es parte de la capacitación de los/as
interventores/as.

Sin embargo, en la mayoría de los materiales revisados son los/as


interventores/as quienes poseen el conocimiento necesario para poder
establecer los objetivos de esta transformación y las maneras en cómo llegar a
ella; incluso la capacidad de generar la participación de los/as beneficiarios en
esta acción. Los/as segundo/as, los/as beneficiarios/as viven la transformación
de sus vidas o de sus espacios de relaciones en aras de cumplir los objetivos
del cambio social planificado. Ellos/as también tienen herramientas para
conseguir este cambio, pero estas herramientas no están sistematizadas en la
literatura revisada sobre intervención social. Sólo se nombra la capacidad de
gestionar el cambio a partir de las herramientas que quienes intervienen ponen
a su disposición para cambiar ciertas circunstancias de sus vidas. Desde el
punto de vista de la intervención, lo que se quiere lograr es que esta relación
sea lo "mejor" posible. Como hemos dicho antes, el esfuerzo de la literatura
sobre la intervención es agudizar el conocimiento de aquello sobre lo que va a
intervenir (problemas y colectivos) y desarrollar las técnicas para transformar
esos espacios hacia la dirección deseada: la integración social y el bienestar
social.

151
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

3.5.4 Tecnificación de la intervención

A partir de los textos trabajados, vemos que la tecnificación, entendida como


conocimientos y técnicas especializadas para la intervención, está presente en
las formas de intervención y se puede constatar en diferentes aspectos. Por un
lado, se especializa el conocimiento para explicar los problemas sociales, sus
causas y sus efectos. Por otro lado, se estudian las maneras en las que se
deben resolver o atacar los diferentes problemas sociales y los niveles de
atención de sus diferentes aspectos. Así mismo, se específica cuáles son los
colectivos que se encuentran excluidos o en riesgo de exclusión social y por
qué, y cuáles son las maneras más idóneas para acercarse a cada uno de
estos colectivos. Otro ámbito de estudio tiene que ver con los modelos de
intervención a utilizar y la mejor manera de llevar a cabo las diferentes fases de
la intervención y, por último, cuál debe ser la función de los/as profesionales y
trabajadores/as de la intervención en cada uno de estos ámbitos. A
continuación describiremos brevemente en qué sentido se da la tecnificación
de la intervención en estos aspectos.

Enfoques teóricos – explicativos: Las intervenciones sociales descritas en los


apartados anteriores se encuentran enmarcadas en una serie de conceptos e
investigaciones que les dan soporte. Se hace uso de los conceptos de
problemas sociales, necesidades básicas, apoyo social, calidad de vida o
bienestar para medir y explicar las realidades a las que se quiere hacer frente,
tanto en ámbitos locales (como por ejemplo en las acciones de los servicios
sociales), como en el ámbito internacional (a partir del diagnóstico que se hace
sobre la desigualdad entre los países del mundo).

Los desarrollos teóricos sirven de base para diseñar los tipos de indagación
que se deben hacer. Dado que el cambio social planificado tiene como objetivo
la transformación de una situación inicial a una segunda situación 'mejor', es
necesario conocer cuál es la situación inicial sobre la cual se debe incidir así
como cuál es la situación a la que se quiere llegar como efecto de la
intervención en estas situaciones. Es necesario saber que existe un problema
para buscarle una solución y, además, para buscar recursos para poner en
práctica esa solución. La investigación diagnóstica es la fuente de legitimación
que se ha definido como más apropiada para llevar a cabo esta acción. Esta
investigación está basada, a su vez, en constructos creados por el saber
teórico y práctico de la intervención social y psicosocial. Se ha definido, por
ejemplo, cuáles son las necesidades básicas que deben ser cubiertas para

152
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

todos los seres humanos, en qué consiste una calidad de vida aceptable o
cómo deben ser distribuidos los recursos de las sociedades. Se crean, a partir
de estas definiciones, sistemas de evaluación de estos constructos a través de
indicadores especialmente creados para medirlos. La creación de indicadores
que reflejen con veracidad aquello que buscan representar es una forma de
tecnificación que incorpora los desarrollos en los ámbitos de la medición
científica. Los criterios de validez, confiabilidad, representatividad y
transparencia del conocimiento científico cobran relevancia cuando se miden,
por ejemplo, los niveles de vida de las personas. Se busca medir y analizar
cómo están las personas en su entorno.

Hemos visto que los grupos de apoyo social y autoayuda se basan en las
teorías provenientes del apoyo social. Cómo se da el apoyo entre los seres
humanos, lo que se intercambia entre ellos y los tipos de efectos positivos que
se derivan de este apoyo, sirven de base teórica apara diseñar la intervención.
Mucha de la literatura revisada en este ámbito tiene que ver con los desarrollos
experimentales que se han hecho en cuanto la salud y el bienestar presentes
en las personas cuando se sienten apoyadas o los efectos de amortiguación
del estrés que producen ciertas relaciones. Se utilizan teorías de alcance
medio, como las de apoyo social, para la comprensión de las realidades sobre
las cuales hay que incidir. Este es un ejemplo de cómo conviven los desarrollos
teóricos sobre un tema y la puesta en práctica de las intervenciones.

Además del diagnóstico de las situaciones se busca, a través del conocimiento


científico, entender las causas por las cuales se dan estas situaciones. En este
ámbito se encuentran diferentes modelos (algunas veces contradictorios, otras
veces complementarios) explicativos de estas causas. Así, por ejemplo, en los
desarrollos relacionados con la ayuda internacional hay argumentos que
entienden los niveles de subdesarrollo de los países receptores como
consecuencia de regímenes políticos inadecuados o de poco desarrollo en el
aprovechamiento de recursos de estos países, mientras que hay otras
aportaciones que hacen una fuerte crítica a las relaciones de dependencia que
se han creado entre países "ricos" y "pobres" debido a la fuerte explotación de
los primeros a los segundos (desde el período colonial hasta la expansión
actual del mercado de ámbito mundial). En este caso, la explicación de la
causa de la desigualdad en la distribución de los recursos y de la baja calidad
de vida presente en ciertos países, está permeada de tradiciones políticas y
científicas diferentes. Como consecuencia de esto, se puede suponer que los

153
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

énfasis en las acciones interventivas serán diferentes para cada caso (tomando
en cuenta que la libertad de acción de los diferentes organismos interventores
estará limitada a la consecución de recursos provenientes de los diferentes
Estados y organismos multilaterales). Con este ejemplo, queremos seguir
insistiendo en cómo influyen los desarrollos teóricos sobre la comprensión (y
construcción) de las situaciones.

En resumen, las constataciones de los efectos de las situaciones


problemáticas, como por ejemplo los distintos tipos de exclusiones, están
permeados por los diferentes modelos de comprensión utilizados.

El principal argumento que queremos sostener es que el conocimiento,


obtenido por medio de métodos y tecnologías científicas, sirve de base a la
acción interventiva. Se crean modelos de comprensión de la realidad que
reciben la legitimidad del conocimiento científico. Y se crean formas de medida
que, una vez aceptadas, reflejan tanto los aspectos 'objetivos' como los
'subjetivos' de determinadas ámbitos de realidad. A partir de este
conocimiento, legitimado por trabajos científicos, es que se establece la
relación entre interventores/as e intervenidos/as a la que hemos hecho alusión
anteriormente. A partir de allí se crean las vías de acción y se define la
situación problemática, la situación ideal y las maneras de llegar a ésta a partir
de la intervención.

Problemas sociales a atender: En la literatura sobre el tema de la intervención


social hay variedad de problemas sociales a los cuales la intervención social
debe atender. Se trata de llegar a grados aceptables de bienestar social en las
sociedades. Entendido este bienestar como la distribución de los recursos en la
sociedad y el mejoramiento de la calidad de vida de las personas a través de la
solución de los problemas sociales.

Se produce conocimiento sobre cada uno de los problemas que se van


definiendo como transformables a partir de la intervención social y psicosocial.
Temas como la pobreza, la desigualdad, las drogadicciones, la delincuencia, la
exclusión social, los derechos humanos, la integración social, el desempleo, el
SIDA, la depresión, las diferentes formas de agresión, la inmigración, la
ancianidad, entre otros, son problemas que se han identificado como, en parte,
competencia de los servicios de intervención. La información y formación para
cada uno de estas áreas permite que se vayan generando cada vez más
conocimiento y herramientas técnicas especializadas para atender a estos
problemas específicos. Se investigan las razones por las cuales se producen,

154
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

sus características, los contextos donde se dan mayoritariamente y cómo


lidiar con ellos. El encargo social de atender a cada uno de estos problemas
es entendido como un nexo que articula lo político con lo técnico. Este
conocimiento se especializa para cada uno de los problemas, haciéndose cada
vez más especializado.

Colectivos sobre los cuales intervenir: Otra de las vertientes de la literatura


sobre intervención social se centra en los colectivos de personas que acarrean
o personifican los problemas sociales nombrados. Se refiere a los colectivos
que se tienen 'necesidades especiales' o que están en riesgo de exclusión
social.

Rueda (1994) dice que los servicios sociales, a través del principio de
universalidad, funcionan como 'discriminación positiva' hacia aquellas
personas con dificultades especiales debido a sus características sociales,
económicas, urbanísticas, etc. Estas personas, colectivos o grupos, por poseer
ciertas características, no están en igualdad de condiciones que la población en
general.

El sistema de servicios sociales lo que se propone es "la igualdad de derechos,


la igualdad de oportunidades, la prevención de los problemas, el
reconocimiento de la autonomía personal y la integración y cohesión sociales."
(Rueda 1994/1998:417).

Algunos de los colectivos nombrados en los materiales revisados son: niños/as


en situaciones especiales, familias en riesgo de exclusión social, juventud,
personas ancianas, presos/as, discapacitados/as, toxicómanos/as, minorías
étnicas, inmigrantes, mujeres, seropositivos/as y población en riesgo, entre
otros. Estos colectivos son atendidos por los servicios sociales específicos. La
idea es intervenir en los problemas específicos que le aquejan a los individuos
de estos colectivos para lograr que ellos/as desarrollen nuevas formas de
estar en la sociedad que sean más beneficiosas tanto para ellos/as mismos/as
como para la sociedad (y en algunos casos que intenten salir del problema que
los caracteriza – como por ejemplo la toxicomanía. Demás está decir que
ciertas categorías son de por vida – como por ejemplo anciano/a o mujer). Se
crean sujetos sociales idóneos para la intervención y se definen a partir de sus
carencias en comparación con el resto de la sociedad.

En el sistema de intervención internacional se parte de un principio similar: hay


países que por ciertas condiciones socio - económicas y políticas están en

155
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

desigualdad con relación a otros países. Esta desigualdad no permite que se


satisfagan las necesidades básicas de la población de estos países. A través
del sistema de adjudicación de recursos, administrado por el conjunto de la
ayuda internacional, se aplica la cooperación internacional a partir de criterios y
prioridades y se da ayuda a ciertos países sobre la base de estos criterios. El
colectivo definido es llamado "países del tercer mundo".

La tecnificación a la que nos referimos se encuentra en lo cada vez más


especifico del tema de estudio y de la intervención que acompaña el
parcelamiento de colectivos con 'problemas especiales'. Cada situación
'problemática' es presentada en su especificidad y cada situación de riesgo se
estudia a partir de sus propias aristas. Se pueden hacer estudios de cuantos
colectivos estén marginados por alguna característica social. La intervención no
se hace, generalmente, a hombres, ricos, blancos, o países donantes; la
intervención se hace sólo a aquellas personas y colectivos que son definidos
como carentes, excluidos, que necesitan de herramientas para competir en
igualdad de oportunidades con aquellas personas o grupos que no necesitan o
demandan intervención.

A nuestro entender, la definición de colectivos realizada por los sistemas de


intervención busca adaptar a quien está fuera de la norma de la productividad y
de la competencia. Se incide en aquellos grupos que no cumplen con la norma
por alguna razón u otra. Lo curioso es que todos/as estamos, hemos estado o
estaremos alguna vez en alguna de estas categorías, todos/as estamos
sujetos/as a ser receptores/as de la intervención a partir del criterio de
'discriminación positiva'.

Las fases de la intervención: Otro aspecto en el que está tecnificada la


intervención social y psicosocial es el de los diferentes momentos de la
intervención. Este aspecto es importante porque si partimos de la base de que
la intervención social es una incidencia sistemática para producir un cambio en
una situación inicial, justamente la sistematicidad de esta incidencia está en la
posibilidad de control de la intervención. La intervención social, hecha a partir
del conocimiento científico que lo sostiene y de las políticas de adjudicación de
recursos de los diferentes sistemas de intervención, tiende a estar planificada y
regulada por los entes que son definidos como controladores de dichos
recursos (profesionales, técnicos/as, políticos/as, agentes financiadores, etc.) a
través de la lectura de la demanda social que impulsa la intervención.

156
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

En el sistema de intervención, el/la interventora debe estar capacitado/a para


realizar un diagnóstico de la situación inicial. Como hemos dicho antes, para
esto tiene una serie de técnicas de investigación tanto cuantitativas (Clemente,
1998) como cualitativas (Ruiz, 1998) que le permiten saber el estado de la
comunidad, grupo, colectivo o individuo sobre quien recaerá la intervención.
Estas técnicas son múltiples: desde datos demográficos de los sectores de
incidencia, encuestas estructuradas y observaciones conductuales hasta
observaciones participantes, pasando por entrevistas individuales o familiares,
indicadores sociales elaborados o estudio de casos y diagnósticos clínicos. El
desarrollo de las técnicas de diagnóstico permite al/la profesional estar
seguro/a de que existe un problema social donde lo intuye en un primer
momento. Permite hacer un mapa de la situación a la que se enfrenta el/a
interventor/a. Como es sabido, algunas de las formas de indagación son
medidas 'objetivas' sobre la realidad y otras son medidas "subjetivas" a través
de los reportes subjetivos de las personas, analizados e interpretados por parte
de los/as interventores/as capacitados/as técnicamente para esto. Todo esto,
permite que se realicen los diagnósticos sociales sobre los cuales se basa la
intervención y que definen, con ayuda de los desarrollos teóricos y
metodológicos, cuáles son los problemas sociales y los colectivos en riesgo de
exclusión. La legitimación que confiere el hecho de que estos diagnósticos
estén avalados por el manejo técnico de las herramientas por parte del/la
profesional permite, por un lado, conseguir recursos para atacar lo que es
definido problemático y, por otro, incidir sobre las vidas de las personas
amparados/as en este conocimiento.

A partir del diagnóstico se hace la planificación o programación de la acción


interventora. Una vez ubicado y conocido el problema, se establecen proyectos
que trabajan sobre las hipótesis idóneas para dar una respuesta adecuada a la
problemática ubicada. Esta respuesta debe contemplar los diferentes flancos
de la acción a realizar y los recursos que se van destinar a esa acción. Se
hace un calculo de futuro a partir del presente. La planificación también tiene su
vertiente técnica, es decir, se tienen que manejar herramientas de proyección
para que la planificación pueda tener sentido en la intervención. Generalmente,
la planificación se hace en equipos interdisciplinares, de manera de que el
conocimiento de cada una de las áreas teórico - prácticas se pueda aplicar en
la intervención.

157
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Luego, se lleva a la práctica el proyecto. La ejecución del proyecto sigue las


fases de la planificación que se ha hecho desde el sistema interventor (todo y
que siga los principios de participación de las personas afectadas en el plan de
intervención). Las técnicas utilizadas para la ejecución de programas también
son variadas: Están las desarrolladas a través de la atención individual, las de
información personalizada y a gran escala, las derivadas de los desarrollos de
la dinámica de grupos o de la terapia grupal o familiar, la animación
sociocultural, entre otras. La motivación, sensibilización, concienciación,
cambios conductuales, socialización, etc. es promovida desde estos ámbitos,
aplicando las herramientas que quienes intervienen deben manejar para lograr
los objetivos planteados en la planificación.

Por último, la importancia de la evaluación consiste en estudiar cuál es el


impacto social de la intervención en el problema en cuestión, el efecto que se
ha producido o se está produciendo en una situación, a partir de la incidencia
que se ha hecho sobre la problemática. Consiste en comparar la situación
anterior diagnosticada con la situación que se produce una vez realizada la
intervención. Esta evaluación se puede hacer en diferentes momentos de la
intervención o al final. Lo importante es ver hasta qué punto los objetivos
planteados en la planificación fueron conseguidos en la ejecución. Estudiar
cuáles fueron los resultados positivos (que están de acuerdo a los objetivos
planteados), cuáles fueron los efectos no programados (aquellos que no se
incluyeron en la planificación pero que también reportan beneficios para la
persona, colectivo o población intervenida) y los efectos no deseados (aquellos
que no eran previstos y que inciden negativamente en la situación a resolver).
Las técnicas de evaluación siguen, en general, los mismos principios de
investigación sobre la situación. En este abanico de investigaciones sobre las
situaciones resultantes de las intervenciones también hay medidas 'objetivas'
que estudian cómo se transformó la situación y medidas 'subjetivas' o de
satisfacción de los/as beneficiarios/as de la acción (Offer, 1999).

Así, dentro de todas las fases de la intervención hay una serie de herramientas
que debe manejar el/la interventor/a para poder llevar a cabo cada una de las
tareas que requieren estas fases.

Modelos de intervención a utilizar: Los modelos de intervención utilizados


tienen que ver con las formas en las que, dentro de las fases de la intervención,
se enfoca la mejor manera de intervenir. La elección del modelo idóneo para
cada caso o colectivo viene dada por el problema o colectivo específico sobre

158
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

el cual se interviene y las maneras de abordar este asunto por parte del equipo
interventor y, en general los sistemas de intervención, con base en principios
teóricos, prácticos y políticos.

Rueda (1996) define varias estrategias por las cuales puede ser guiada la
intervención: 1) La estrategia de reponer se basa en el modelo asistencialista,
que hace un análisis de la realidad basada en las necesidades que deben ser
satisfechas para lograr el bienestar social de los/as ciudadanos/as; 2) La
estrategia de reparar aplica el modelo médico al análisis de lo social. Se basa
en una concepción tecnicista – cientificista de lo social. La acción a realizar
está en la curación de la patología social; y 3) La estrategia de regenerar se
basa en el modelo de participación. En esta estrategia se confía en la
capacidad de las personas para elaborar respuestas a los problemas sociales.
Para él,
"el paso de unos servicios sociales que actúen como control social a unos servicios
que actúen como instrumento de cambio queda reflejado por la constatación y el
papel que desempeñan las estrategias de regenerar." (Énfasis en el original)
(Rueda, 1996/1998: 292).

Esta clasificación es parecida a los modelos de intervención de las ONGD's


descritas por Ortega (1994) sobre todo en cuanto al modelo asistencialista
(comparable con la estrategia de reponer) y al de cambio estructural, definido
como el fomento de la participación de las personas del país receptor para
fortalecer las redes sociales con miras a promover transformaciones sociales
(comparable con la estrategia de regenerar).

En todo caso, en la literatura sobre la intervención social y psicosocial se


tiende, como hemos visto a lo largo de este capítulo, a presentar modelos o
estrategias de acción a seguir para conseguir ciertos fines. Estos modelos
guían en gran medida las programaciones de los proyectos a llevar a cabo.

Función de los/as profesionales: A partir de las fases de intervención y de los


modelos de intervención nombrados se pueden deducir cuáles son las
funciones del equipo interventor en las intervenciones sociales y psicosociales
que estamos estudiando. El/la profesional estudia, diagnostica, planifica,
ejecuta, evalúa, generalmente en conjunto con un equipo. Debe ser capaz de
realizar todas estas actividades para poder llevar a cabo la intervención.

Por otro lado, entre las funciones que se le atribuyen de manera más específica
están: capacitar y formar, asesorar dentro de los propios equipos de trabajo y
a las personas que así lo necesiten, potenciar la participación, informar,

159
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

desarrollar los proyectos, guiar, educar, acompañar los procesos de los/as


beneficiarios/as (como por ejemplo en los grupos de ayuda mutua), analizar las
situaciones e instituciones involucradas en las situaciones, entre otras. Estos
verbos que identifican acciones que deben hacer los/as interventores/as
definen también hasta qué punto los equipos de intervención se involucran en
los proyectos que ellos promueven. El continuo se establece desde una
intervención muy directiva, en la que los/as beneficiarios/as de la acción no
participan sino como receptores/as de la acción (como por ejemplo en la
intervención asistencial de la cooperación internacional) hasta la mayor
participación de las personas beneficiarias en el proceso de intervención, en
cuyo caso los/as interventores/as acompañan o asesoran al grupo o colectivo
que realiza la acción. En todo caso y, como hemos venido diciendo a lo largo
del capítulo, la presencia del/a profesional (o técnicos/as o voluntarios/as) es
indispensable para que se pueda definir un proceso como de intervención
social y, por tanto, se debe ubicar en alguna de estas funciones.

Como ejemplo de algunas de las acciones que puede realizar un tipo particular
de profesional en el ámbito de la intervención, podemos tomar la lista de los
objetivos susceptibles a la intervención directa de un/a psicólogo/a del
documento de funciones del psicólogo de los servicios sociales de atención
primaria del Ayuntamiento de Barcelona. El/la psicólogo/a debe:

• Motivar, promover una actitud respecto a una determinada situación


explícita, de la cual el usuario no es consciente, ya que mantiene una
actitud pasiva y de resignación.
• Provocar un cambio de actitud con respecto a la propia vida.

• Disminuir el grado de ansiedad y/o miedos que genera una realidad o


situación y que impide la percepción, análisis y valoración de todos los
aspectos y, en consecuencia, dificulta un cambio de actitud para afrontar la
situación de otra manera.

• Dar pautas a familiares o personas cercanas a los destinatarios de las


acciones cuando éstos no reconocen la necesidad de ayuda.

• Aportar elementos de formación a grupos, entidades, o sectores de


población respecto de temas que tengan una clara vertiente psicosocial.
(Pla Municipal del serveis socials d'atenció primària, 1995: 10)

El/la psicólogo/a, en este caso, debe ser capaz de realizar todas estas
acciones a partir de las herramientas que tiene a su alcance y el conocimiento

160
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

que maneja debido a su formación. Es decir, debe incidir en la vida de las


personas para provocar cambios en las percepciones y formas de actuar sobre
ciertas situaciones. Para esto necesita modelos de análisis a partir de marcos
teóricos que le permitan interpretar la situación problemática, conocimientos
sobre los problemas a los que se enfrenta, así como a las características de los
colectivos con los que trabaja, modelos y estrategias de acción, técnicas de
comunicación, técnicas de trabajo y terapia de grupos, técnicas de formación,
de concienciación, técnicas de transmisión de habilidades y capacidades, entre
otras. De esta manera vemos que, tanto las formas de intervención como la
formación que debe recibir el/a futuro/a interventor/a, están centradas en la
especialización de su labor y en la tecnificación de su trabajo con relación a
problemas y grupos específicos. El conocimiento cada vez más detallado sobre
cada uno de los aspectos abordados en este apartado forma parcelas de
especializaciones en los sistemas de intervención social. Esto permite que la
intervención social trabaje para buscar cada vez transformaciones más
puntuales sobre estas parcelas de conocimiento y aplicación. Y, a la vez, da
herramientas para que la intervención en estos ámbitos transforme, según lo
regulan los objetivos del conocimiento sobre el tema a tratar, situaciones a
escalas pequeñas: individuos, grupos y, en ciertos casos comunidades; lo cual
permite que se mantengan las estructuras generales de las sociedades donde
se aplican.

3.5.5 Cambio social posible y deseable

Ahora bien, ¿cuál es el cambio social que proponen los desarrollos en la


intervención social y psicosocial estudiados?. A modo de cierre,
recapitularemos en qué sentido, según los textos trabajados, se debe y puede
transformar las situaciones sobre las cuales se interviene.

El cambio social deseable, desde las perspectivas de intervención social


estudiadas en este capítulo, es lograr una mayor calidad de vida para las
personas beneficiarias de la acción interventiva. Se propone compensar a las
personas y grupos en desventaja con ayudas para que estén en una situación
más favorable para participar activamente en la sociedad. En el caso de la
ayuda internacional, hay países que necesitan ayudas para poder
desarrollarse.

Los principios sobre los cuales se basa esta intervención son los de la
responsabilidad y la solidaridad. La responsabilidad se asigna a los entes

161
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

públicos para lidiar con los problemas sociales derivados de la desigualdad


social. Dado que las causas de la exclusión social (incluso en los casos de
países enteros) no son exclusivas de quienes se encuentran en situación de
marginación, la responsabilidad sobre esta situación es de todas las personas
de la sociedad. En el caso de los servicios sociales, los Estados nacionales y
organismos locales se hacen responsables de las políticas y recursos para
llevar a cabo las intervenciones; y en el caso de la ayuda internacional los
países 'ricos' y los organismos internacionales son responsables de dar a los
países 'pobres' recursos para la superación del 'subdesarrollo' y atacar
situaciones catastróficas (la Educación para el Desarrollo, por ejemplo, se
propone sensibilizar a la población de los países donantes para que apoyen las
intervenciones destinadas a la cooperación internacional, es decir, para que se
responsabilicen en alguna medida por esta situación).

También aparece la solidaridad como valor que promueve la intervención


social; ya que la responsabilidad social de todos/as puede parecer valor
insuficiente (ya que se puede argüir que los colectivos y países marginados
tienen una amplia responsabilidad por su estado de marginación), se alude a la
solidaridad como sentimiento de bondad y de protección hacia aquellos/as que
"están peor que nosotros/as". La solidaridad se presenta como un valor
alternativo – y también complementario – al de la responsabilidad. Es un valor
loable que moviliza a quienes se sienten responsables y a quienes no en pro
del aporte necesario para la ayuda de 'otros/as'. La solidaridad sigue el
principio de ayuda sin nada a cambio que permite utilizar recursos para la
solución de problemas sociales. De todas maneras, el hecho de que sean
'solucionados' los problemas sociales a través de la intervención permite que la
sociedad mantenga un equilibrio beneficioso para quienes la componen se
sientan o no responsables y/o solidarios.

En este sentido, las intervenciones estudiadas no se plantean, en la mayoría de


los casos, la transformación de la lógica de las sociedades donde se dan. Más
bien se plantean ayudar e integrar a quien está excluido/a o en riesgo de
exclusión a los mecanismos de la sociedad. Ayudar para el desarrollo de los
países definidos como 'subdesarrollados', adaptar a los colectivos marginados,
adjudicar los recursos de manera que todas las personas puedan llevar a cabo
sus actividades productivas dentro de las sociedades sin grandes
transformaciones.

162
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

La posibilidad de este cambio se da a través de la injerencia, a partir de los


diferentes sistemas de intervención, en los contextos sociales definidos como
problemáticos. Se interviene a través de proyectos a escala micro social. Estos
proyectos presentan objetivos específicos que afectan colectivos definidos por
parte de los sistemas de intervención (que incluyen políticas de ayuda – Estado
de Bienestar, organismos multilaterales – y equipos de intervención).

Se plantea como posible intervenir sobre ciertos espacios en los que se


expresan los problemas sociales. Son los espacios definidos como
problemáticos y conformados por los colectivos necesitados, con carencias. No
se interviene en los espacios que funcionan con rentabilidad probada y
productividad aceptable. Se interviene sobre lo imperfecto, lo marginado.

La intervención social transforma pequeñas parcelas de la realidad. El conflicto


no tiene culpable. Aunque la sociedad es responsable por la generación de los
problemas sociales, generalmente, no se busca transformar los espacios
encargados de definir o adjudicar recursos para la intervención social, sino más
bien incidir en los espacios y colectivos que son afectados por los diferentes
problemas. Sólo en algunas versiones críticas dentro del complejo sistema de
la cooperación internacional, se escuchan voces de protesta por las relaciones
internacionales de explotación entre países. Sin embargo, a partir de los
materiales sobre las formas de intervención de las ONGD's que hemos
estudiado, no se nota cómo esta crítica se transforma en proyectos o protestas
concretas; más bien, se sigue interviniendo sobre los países con "carencias".
La intervención en los países de origen se limita a la sensibilización de la
población hacia el tema de la ayuda internacional y, en la mayoría de los casos,
no busca transformar los sistemas de estos países.

La posibilidad del cambio que se produce desde estas formas de intervención


social y psicosocial, es una intervención funcional al sistema. Se basan en la
idea de que en la articulación de la sociedad, hay espacios (problemas,
colectivos) que no funcionan adecuadamente y es necesario adecuarlos para
que sean funcionales a ella. La sociedad crea instituciones (como por ejemplo
los servicios sociales o las formas de cooperación internacional) para lidiar con
los desperfectos que ella misma produce. Estas instituciones, por tanto,
cumplen funciones de mantenimiento de la sociedad a través de la capacidad
de lidiar con estos problemas por medio de un poder legítimo (Correa, Figueroa
y Román, 1994). Esta legitimidad viene dada, por un lado, por los principios de
responsabilidad y solidaridad sobre los cuales se basa la intervención social

163
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

nombrados arriba y, por otro lado, porque está amparada en políticas


nacionales, locales e internacionales y en el saber técnico como herramienta
eficaz para llevar a cabo procesos de este tipo. Esta clase de intervención
busca permitir que se establezca la armonía entre los diferentes grupos
sociales que acceden a los recursos de manera desigual.

Por otro lado, lo que le da posibilidad y soporte de legitimación a las


intervenciones sociales y psicosociales es el sistema de conocimiento sobre el
cual se basa (credenciales, conocimientos especializados, instituciones
académicas y profesionales, etc.). El saber legitima las decisiones que se
hacen con relación a dónde y con quién se interviene, para qué, por qué y
cómo. Es necesario saber diagnosticar y poseer herramientas técnicas para
producir la transformación. Sólo conociendo se puede transformar sería el lema
de la intervención social dirigida. Sólo estudiando se puede conocer. Sólo
teniendo la formación técnica adecuada se puede intervenir.

El saber se transmite a las personas beneficiarias a través de la información,


orientación, asesoramiento, curación, sensibilización, etc. Es una relación en la
que quien sabe colabora con quien no sabe para ayudarle a tener herramientas
para solucionar su situación problemática, desde la negociación de la demanda
hasta la evaluación de la situación posterior a la intervención. A partir de la
legitimación del conocimiento se habla y se establece la relación entre
interventor/a e intervenido/a. El/la primero/a incide sobre la vida del/a
segundo/a porque posee las herramientas y la legitimación para ello y, además,
el apoyo de los fondos económicos para la elaboración, ejecución y evaluación
de las acciones de intervención. El/la segundo/a, intervenido/a, sólo recibe los
efectos de esta injerencia, no interviene de vuelta.

Incluso, en algunos casos, se interviene sobre personas que no están


directamente afectadas por los problemas sociales sobre los cuales se está
actuando. Se informa al 'público en general' que tampoco tiene la legitimidad
del saber, pero que tiene voluntad de ayudar a las causas solidarias.

Por esto, el tema de la participación es tan complicado en este ámbito. La


participación es un valor cada vez más promulgado por quienes hablan de
intervención social en estas épocas de liberalismo creciente. La importancia de
que las personas se responsabilicen por sus situaciones, que se reúnan en
grupos para darse apoyo mutuo o de que haya una contraparte en el país
receptor, son todas formas de participación de quien recibe la ayuda (porque
de esa participación estamos hablando, ya se sabe que el/a interventor/a

164
La intervención social I: Intervenciones dirigidas

participa de entrada en el proceso, la cuestión que se discute es que participen


o no los/as usuarios/as). Sin embargo, la participación de las personas y los
grupos en los proyectos de intervención tiene que pasar por la asunción de que
aquellas personas que participan están de acuerdo y apoyan los planes hechos
desde los sistemas de intervención, es decir, a partir de modelos en los que
quienes rigen las pautas y políticas de qué se debe hacer son los entes
financiadores, con poco o nulo contacto con los/as beneficiarios/as. Por tanto,
la mayoría de los modelos de intervención están necesariamente alejados de
los intereses de participación de sus beneficiarios/as. Se busca la participación
a través de la adaptación de las personas a éstos parámetros. Por esto, se
conceptualiza al/a interventor/a como mediador entre quienes definen políticas
y otorgan recursos y quienes tienen las 'necesidades' sin resolver.

Sin embargo, los mediadores también definen, promueven, ejecutan y motivan


a la gente a partir de sus propios modelos técnicos de intervención (siempre
que el proyecto propuesto haya sido apoyado por algún ente financiador). La
participación implica, en muchos casos, la adaptación de las personas a las
prioridades y métodos de quienes intervienen, legitimados, además, por su
capacidad de conseguir recursos para proyectos y su capacidad técnica. La
situación en la que se presenta esta relación está basada en la desigualdad de
recursos económicos e informativos entre quien interviene y quien es
intervenido/a (Nelson y Wright, 1995).

Por último, la preponderancia del saber en el sistema de intervención obedece


a la idea de que es posible transformar la realidad a partir de su conocimiento
(Stainton, y Stainton, 1999). Y no sólo es posible sino deseable a partir de lo
se ha dilucidado es lo mejor para todos/as.

Dentro del ámbito de las intervenciones estudiadas, el cambio social es posible


siempre que sea a pequeña escala y funcional para la sociedad y siempre que
esté avalado por políticas definidas desde quienes financian la intervención y el
saber técnico de quien la lleva a cabo, es decir, el/a interventor/a partiendo de
la relectura y negociación de la demanda social que impulsa la intervención. La
participación está asegurada siempre que los/as usuarios/as estén de acuerdo
en entrar en este modelo.

165
La intervención social II: Intervenciones Participativas

Capítulo 4:La intervención social II: Intervenciones


Participativas
En este capítulo estudiaremos algunos ámbitos de intervención social que
hemos definido como "intervenciones participativas". Estas perspectivas
descansan bajo la definición de intervención social porque, a partir de la
demanda de algún ente social – bien sean grupos comunitarios, colectivos
específicos, instituciones, etc. – se propone una acción en la que profesionales,
técnicos/as o voluntarios/as trabajan para buscar soluciones a problemas
sociales identificados. Como corrientes de intervención social postulan la
deseabilidad y posibilidad de la transformación de ciertas condiciones de vida
de las personas. La principal característica que distingue las perspectivas
participativas de las formas de intervención social estudiadas en el capítulo
anterior es que el diseño, ejecución y evaluación de los programas y acciones
se hace explícitamente a partir del diálogo entre quienes intervienen y las
personas afectadas por problemas concretos. Por lo tanto, estas perspectivas
hacen énfasis en que las personas que están afectadas por los problemas
sociales deben ser parte de la solución de estos problemas.

A partir de los ejes de análisis definidos para este estudio se hará un análisis
conjunto de estas perspectivas una vez comentados los diferentes materiales
teóricos revisados para cada una de las corrientes a tratar. Nuestro interés
consiste en estudiar cómo se construyen las ideas sobre lo social, las
características de los actores involucrados, las prácticas sociales deseables y
las posibilidades de transformación social. Para esto, hemos escogido algunas
perspectivas como ejemplo de estas corrientes. Éstas serán: la Educación
Popular (Freire, 1970a, 1973a, 1973b), la Teología de la Liberación (Martín
Baró, 1990), la Investigación Acción Participativa (Fals Borda, 1959, 1981;
Villasante, 1993, 1994) y la Psicología Comunitaria (Montero, 1994b, 1996,
1998a; Serrano - García, 1989; Wiesenfeld, 1994, 1998). La elección de estas
corrientes se ha hecho por la preponderancia de estas perspectivas en la
literatura sobre intervención social tanto en el ámbito latinoamericano como del
Estado Español. (Montero, 1994b; López Cabanas, 1997; Martín, 1998;
Wiesenfeld, 1998).

El hecho de incorporar a las personas afectadas en los procesos de


intervención social responde a premisas diferentes a las propuestas por las
formas de intervención "dirigidas" estudiadas en el capítulo anterior. Estas

167
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

diferencias también están presentes en la forma de entender lo social, en las


posibilidades de su transformación y en el papel del/a interventor/a y de las
personas "intervenidas" para el logro de esta transformación y en las
metodologías que se utilizan para promover este diálogo.

En cuanto a las formas de entender lo social, en la mayoría de las


perspectivas participativas se sostiene que la sociedad necesita
transformación. Existe un estado de cosas que debe cambiar. La visión de la
sociedad se hace desde un punto de vista conflictivista, presentando una
sociedad dividida y con intereses contrapuestos. Se postula que en la sociedad
actual los recursos económicos, sociales y culturales están distribuidos
asimétricamente entre los diferentes grupos sociales.

Dada la influencia de los desarrollos asociados al marxismo en estas posturas,


los procesos, estructuras y organizaciones se entienden como productos
históricos de ciertos mecanismos sociales. Según la educación popular (Freire,
1970a), por ejemplo, el orden social existente se caracteriza por la explotación
y dominación de los grupos dominantes (aquellos que tienen control sobre los
medios materiales de producción y sobre los medios políticos de toma de
decisiones) sobre los grupos dominados (personas que están al margen de
estos espacios económicos y políticos). Los grupos dominantes tienden a
perpetuarse como tales a través de las instituciones propias del sistema. Esta
perpetuación, además, se hace por medio de los significados que mantienen
estas relaciones de dominación. Se usa explícita o implícitamente el concepto
de ideología de la tradición marxista. A través de este concepto, se explica
cómo las personas en situación de marginación económica y política ven como
"natural" la situación en la que viven y no como producto de procesos históricos
de dominación.

En las perspectivas participativas se presenta una sociedad estructurada a


partir de relaciones de dominación y explotación que es necesario revertir con
la participación de grupos conscientes de esta situación y comprometidos con
el cambio. Se cuestionan fuertemente las bases económicas, sociales y
políticas de la sociedad. Por lo tanto, además de una propuesta sobre cómo
entender la sociedad, se presenta la posibilidad del cambio social
organizado (Fals Borda, 1981). Aunque éste sería el marco general donde se
enmarca la acción profesional, la identificación de los problemas particulares
que afectan a ciertos grupos sociales no son definidos a priori del contacto de
los/as agentes externos/as con esos grupos. A diferencia de la intervención

168
La intervención social II: Intervenciones Participativas

social "dirigida" las necesidades y las transformaciones necesarias para paliar


estas necesidades, no están definidas antemano. Veámoslo más
detenidamente.

Se persigue un cambio en las condiciones objetivas de las personas que


participan en los procesos de intervención participativa. Además, se busca
transformar las maneras cómo estas personas reflexionan sobre las causas de
esas condiciones de vida. Según posturas como la educación popular o la
psicología social comunitaria, a través de procesos de reflexión y de acción es
posible una transformación social. La vertiente política que subyace a los
proyectos participativos se expresa en que se promueve la posibilidad de
movilización de las personas que usualmente no han participado directamente
en decisiones que les atañen y les afectan. El hecho de que las personas
puedan tomar ciertas decisiones sobre su vida y su ambiente, promueve un
principio democrático de participación ciudadana organizada que puede
transformar situaciones de opresión e injusticia en los ámbitos locales.

Desde estas posturas, la relación entre quienes intervienen y quienes son de


la comunidad o colectivo con el que se trabaja, es una relación que produce un
cambio en el estado de cosas. Esta relación se define como un diálogo crítico y
democrático en el cual se busca la reflexión crítica sobre la realidad y su
transformación a través de acciones concretas definidas por los grupos. Se
establece una relación sujeto – sujeto (en contraposición a la de sujeto – objeto
de conocimiento, que se establece a partir de la lógica científica). Ambos
actores se definen por su aporte al proceso de transformación. La sociología
militante promovida por el grupo la Rosca en Colombia planteaba la
horizontalidad entre conocimiento científico y conocimiento popular, dando así
legitimidad a la voz de los miembros de la comunidad en los procesos de
transformación social (Jiménez, 1994).

El papel del/a interventor/a es el de un compromiso social con las personas


de las comunidades y colectivos (casi siempre de los sectores más
desfavorecidos) para colaborar en la transformación de la sociedad y no en su
perpetuación. El compromiso político que se establece es el lugar desde el cual
se comienza el diálogo con las personas de las comunidades o colectivos. La
transformación social es la meta y una de las formas de lograrlo es
transformando la relación que se establece entre personas que intervienen y
personas de la comunidad. Al mismo tiempo, se busca transformar la realidad a
través de los resultados de los propios procesos participativos. La urgencia de

169
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

"hacer algo" frente a los problemas sociales profundos que produce la sociedad
actual, da como resultado una serie de modelos y posturas en las que el factor
predominante es la participación.

Los modelos participativos parten de la premisa de que las personas con las
que trabajan deben estar presentes activamente en todo el proceso de la
intervención e, incluso, que las decisiones sobre cuáles acciones tomar en
conjunto para la solución de determinadas problemáticas deben ser
mayoritariamente tomadas por esas personas. Esto implica, por una parte, una
fuerte crítica a la sociedad en cuanto a sus canales de participación,
distribución de recursos y relaciones de dominación y, por otro lado, una crítica
a los ámbitos académicos e institucionales desde los cuales no se había
considerado la participación de las personas afectadas en la solución de sus
propios problemas. Esto último es visto, por estas posturas, como una forma de
perpetuar las relaciones de dominación que se dan entre científicos/as y no
científicos/as y entre interventores/as e intervenidos/as reproduciendo el estado
de cosas. Aquí radica una de las mayores diferencias entre lo que hemos
trabajado en el capítulo anterior (en el que hemos analizado diversas formas de
intervención social) y las perspectivas que trabajamos en este capítulo que,
como se ha dicho, llevan a cabo diferentes metodologías en las que se hace
hincapié en la participación de las personas en la toma de decisiones sobre los
problemas que deben ser atacados, las maneras en las que deben ser
abordados y la evaluación de los resultados de las acciones del proceso.

Por lo tanto, las perspectivas participativas suponen también una ruptura con el
modelo tradicional del saber del profesional que se impone a las personas que
son intervenidas. En este sentido, los desarrollos hechos desde el ámbito
académico responden a una de las consecuencias de lo que se ha venido
llamando la "crisis de las ciencias sociales" (Ibáñez, 1996).

Entre los años 50 y 60 dentro de las ciencias sociales hubo una serie de
movimientos que proponían ciertas transformaciones en las formas de hacer
ciencia que hasta ese momento se estaba realizando. A partir de estas críticas,
se comenzó a hablar de la crisis de las ciencias sociales como un momento en
que se rompieron algunos de estos presupuestos y se sentaron las bases para
el estudio y la reflexión de los asuntos sociales desde perspectivas diferentes.

Algunas de las críticas que se hicieron en aquellos tiempos y que han tenido
repercusión para el surgimiento de los modelos de intervención participativos,
son las siguientes:

170
La intervención social II: Intervenciones Participativas

• La constatación de que las ciencias sociales no habían colaborado para


conseguir el bienestar humano.

• La importancia de hacer un conocimiento con relevancia social con respecto


a los problemas reales de la sociedad; de manera que este conocimiento
pudiera colaborar en identificar y entender situaciones problemáticas
diversas.

• La necesidad de ponerse en contacto con el mundo social. Salir de los


laboratorios donde se experimentaba con pequeños grupos y comenzar a
transformar algunos contextos a través de la acción.

• En el ámbito epistemológico, se propone la imposibilidad de la


transparencia del conocimiento con el objeto de estudio. El conocimiento
está mediado por los sujetos que lo producen.

• Por lo tanto, no hay neutralidad ni en la manera de conocer ni en los


resultados que se producen. Esta premisa trae como consecuencia la
necesidad de posicionarse con relación al estudio y transformación de la
sociedad.

• Las ciencias sociales, tal y como se venía haciendo desde un punto de vista
objetivista y experimentalista, tenían como efecto el control social y la
opresión de diferentes colectivos y grupos sociales.

• Los/as investigadores/as debían comprometerse con la transformación


social y con la denuncia e intervención sobre la injusticia social.

Estas críticas son tomadas como pilares fundamentales para conformar


algunos de los planteamientos de intervención participativa. Se trata de
producir un conocimiento y una acción relevante con relación a problemas
concretos de la sociedad para darle respuesta. De esta manera, se fortalece la
capacidad de incidir sobre lo social desde ámbitos académicos y profesionales
(entre otros, la educación, la sociología, la psicología social, el trabajo social o
la religión como sistemas de pensamiento e intervención). Las perspectivas
participativas surgen, pues, como respuesta a formas de intervención que
tenían como resultado el control social y la permanencia de cierto estado de
cosas. Lo que se pretende es que a partir del dialogo productivo entre personas
que intervienen y personas de las comunidades y colectivos determinados, se
puedan lograr reflexiones que cuestionen las relaciones sociales en las que
están insertas estas personas. Todo esto con el fin de promover acciones para

171
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

el cambio de sus condiciones de vida e incluso de la propia definición de estas


relaciones.

Podemos ver cómo las perspectivas a estudiar se adecuan a la caracterización


hecha por Payne (1991/1997) para los desarrollos que provienen del
pensamiento socialista (descrita en el capítulo anterior). Veamos cómo el
sistema de pensamiento de las corrientes participativas encaja en dicha
caracterización.

• Los problemas sociales, bajo estas posturas, no son definidos como


individuales sino como estructurales y sociales. En este sentido, no se hace
énfasis en las características que pueden agrupar a un grupo de personas
con una "carencia" común como vimos en el capítulo anterior
(drogodependientes, niños, inmigrantes, etc.), sino que se trabaja
mayoritariamente con grupos provenientes de comunidades o colectivos
organizados que se agrupan en torno a necesidades u objetivos comunes
sin que pertenezcan necesariamente a una categoría identitaria definida.

• Las injusticias de las que son víctimas estas personas son entendidas
mayoritariamente por estar localizadas en ciertos puntos de la estructura
social.

• La organización se basa en la cooperación y la solidaridad. Las


perspectivas participativas abogan por el trabajo conjunto entre los/as
agentes externos/as y las personas con las que se trabaja y por la
capacidad organizativa de los propios grupos; incluso muchas de las
técnicas desarrolladas por estas perspectivas ahondan en la capacidad de
generar la participación y formas de organización de las personas en los
grupos de trabajo que se generan o fortalecen en la intervención.

• El objetivo, como ya se ha dicho, es la transformación de la sociedad. En


este sentido la intervención es vista como una práctica política en tanto que
cuestiona el orden existente y promueve reflexiones y acciones para su
transformación.

• Se utiliza la idea de praxis de modo que teoría y práctica están imbricadas y


se influyen mutuamente. La práctica viene guiada por una forma de
entender lo social y las causas de las desigualdades y, a la vez, la propia
teoría (por ejemplo los desarrollos que se han hecho acerca del concepto
de participación, de desprofesionalización, entre otros) ha sido influida por
las experiencias prácticas de intervención.

172
La intervención social II: Intervenciones Participativas

En las perspectivas que trabajamos, se parte del principio de que es posible


transformar situaciones concretas. La principal legitimación de la acción
profesional es la acción política que es necesario promover para la
transformación social. También el saber sirve como legitimación de la acción
interventiva en tanto que presenta modelos de comprensión de lo social que
son tomados para entablar el diálogo con las posiciones de las personas
involucradas en los diferentes procesos. Es decir, los/as interventores/as parten
de un punto de vista en el que sostienen una forma de entender la sociedad, la
necesidad de su transformación y, además, una propuesta de metodología
para emprender trabajos conjuntos con grupos específicos. A partir de estas
premisas es que se inicia el diálogo con las personas afectadas. No es, por
tanto, una posición inocente en la que solamente se "escucha la voz" de las
personas de la comunidad o colectivos organizados, sino que se emprende el
diálogo desde los principios expuestos. El reconocimiento del punto de partida
desde el cual se realiza el diálogo tiene que ver con el hecho de la crítica a la
"neutralidad" propia de las ciencias positivistas.

En resumen, los puntos más importantes que conjugan las perspectivas que
vamos a presentar a continuación son:

• La participación de las personas afectadas (agentes internos/as,


educandos/as, usuarios/as, intervenidos/as) en la solución de problemas
que les aquejan. Esta participación se da durante la mayor parte del
proceso de intervención y es de especial relevancia en la toma de
decisiones acerca de las acciones que se van a emprender y los problemas
que se van a atacar.

• Se plantea el diálogo constante y productivo entre quienes intervienen


(agentes externos/as, interventores/as, educadores/as) y las personas
afectadas. De este dialogo se producen reflexiones y acciones hacia la
transformación de situaciones vistas como problemáticas.

• La necesidad de la transformación social está basada en una concepción de


la sociedad como organizada en ejes de dominación y explotación. La
distribución desigual de los recursos de la sociedad y la situación de
marginación de algunos grupos sociales debe ser atacada desde los
ámbitos académicos y profesionales.

• Los cambios en las situaciones de vida de las personas "intervenidas" se


basan en procesos de reflexión y análisis sobre las desigualdades

173
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

presentes en la sociedad. Se utilizan conceptos tales como


desnaturalización, problematización, concientización o desideologización
para describir el proceso que siguen estas personas al "darse cuenta" de
las estructuras de opresión en el seno de lo social y promover la
organización de grupos sociales hacia transformaciones concretas en sus
vidas.

• La vertiente política consiste en el énfasis en el cambio social a partir de la


movilización de los grupos organizados para que tengan acceso a la toma
de decisiones sobre asuntos que les atañen.

• El saber profesional y académico está puesto al servicio de los grupos más


desfavorecidos de la sociedad y hacia la transformación social. En este
sentido, se transforma la relación sujeto – objeto del conocimiento, para
asumir una postura no neutral a favor de la transformación social.

4.1 Educación Popular


La educación popular es una de las corrientes de intervención participativa más
difundidas tanto en Latinoamérica (Cerullo, 1998; Wiesenfeld, 1998) como en
algunos desarrollos en Estados Unidos, Canadá y Europa (Giroux, 1990;
Allman y Wallis, 1997; McLaren, 1997). Esta corriente se caracteriza por hacer
una fuerte crítica a los modelos de enseñanza tradicionales y por proponer una
reflexión teórica y práctica acerca de las formas de educación. Son propuestas
que tienen como objetivo la transformación de las relaciones sociales de
dominación a través de los diálogos posibles entre educadores/as y
educandos/as. Por lo tanto, esta corriente da especial relevancia a la
participación de las personas en su propio proceso de comprensión y acción
sobre la realidad.

La educación popular se encuentra enmarcada dentro de la corriente crítica de


la sociología de la educación. Esta perspectiva de pensamiento, desarrollada a
principios de los años setenta, representa una crítica a la escolaridad
tradicional.
"Los promotores de la nueva sociología de la educación argumentaban que el
conocimiento escolar era una representación particular de la cultura dominante,
elaborada a través de un proceso selectivo de énfasis y exclusiones" (Giroux, 1990:
17).

Como respuesta a esto, se buscaba un tipo de educación que surgiese como


alternativa crítica, creando en el alumnado un pensamiento emancipatorio. Una

174
La intervención social II: Intervenciones Participativas

de los principios básicos de esta corriente era la caracterización de los actos e


instituciones educativas como espacios políticos y no como espacios neutrales
de "transmisión de conocimientos". Así, también se enmarca dentro de las
críticas que tuvieron lugar dentro del desarrollo de las ciencias sociales. El
carácter político de la educación implica que ésta puede servir o bien para
domesticar a las personas preparándolas para que se adapten a sus
condiciones de existencia dadas, o para prepararlas para que se liberen de las
condiciones opresivas, en solidaridad con otras personas (Allman y Wallis,
1997). La educación popular claramente opta por la vía de crear una
pedagogía que abra caminos de emancipación, alegando que todas aquellas
corrientes pedagógicas que se caracterizan a sí misma como neutrales
sostienen y reproducen los intereses de los grupos dominantes de la sociedad.

Uno de los grandes representantes de la educación popular es el brasileño


Paulo Freire. En La Pedagogía del Oprimido (1970a/1979), aboga por una
pedagogía dialógica en la que el/la educador/a y el/la educando/a trabajan
sobre las maneras de ver el mundo, su célebre frase ‘nadie educa a nadie y
nadie se educa sólo’, resume la postura de la práctica educativa como un
compromiso con los/as oprimidos/as sobre la base de la problematización de
situaciones cotidianas para ubicar su origen ideológico. En el trabajo de Freire
se desarrolla una teorización sobre lo social. Esta teorización está informada
por posturas marxistas (Marx, Althusser, Gramsci) en las formas de entender lo
social, las relaciones sociales y las posibilidades de transformación social.

Se presenta una sociedad basada en el conflicto de clases propia de las


corrientes marxistas; aunque, al mismo tiempo, argumenta que la sociedad
contiene multiplicidad de relaciones sociales contradictorias que pueden servir
como base para que ciertos grupos sociales (tales como las mujeres) se
organicen en una lucha contra la opresión. Por lo tanto, se aleja un poco de las
posturas marxistas más ortodoxas en la que solamente la contradicción que
produce las clases sociales sirve como eje sobre el cual se fundamenta la
sociedad. Sin embargo, sí sostiene que las relaciones sociales son productos
dialécticos de las condiciones estructurales de la sociedad. No es que exista un
grupo dominador que tiene o construye una cultura y la impone a otro grupo
dominado. La cultura misma es el resultado de las relaciones estructurales
entre dominadores/as y dominados/as (Freire, 1970b/1990).

Al panorama de desigualdad social entre quienes pueden dominar los ámbitos


económico, social y político y quienes no pueden, Freire le llama la "cultura del

175
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

silencio". Este panorama se caracteriza por negar la voz de quienes se


encuentran explotados/as y oprimidos/as dentro de las relaciones sociales de
producción en la sociedad. A este estado de cosas corresponde también unas
formas de conciencia que son consecuencia y, a la vez, posibilitan la
continuidad de las relaciones de dominación.

La conciencia, según esta postura, es históricamente determinada por las


condiciones de vida en la que se encuentran las personas. Es un producto de
las contradicciones vividas en un espacio social e histórico particular. Freire
hace especial énfasis en los tipos de conciencia que se generan en sociedades
dependientes como la latinoamericana (aunque reconoce también formas de
explotación en los llamados países del primer mundo). (Freire, 1970b/1990).

“La estructura de su pensamiento (de los/as oprimidos/as) se encuentra


condicionada por la contradicción vivida en la situación concreta, existencial en
que se forman.” (Freire: 1970a/1979: 41). Las formas de dominación se
experimentan subjetivamente a través de su internalización y sedimentación.
La principal preocupación de Freire es ubicar los posibles obstáculos internos
para el autoconocimiento de manera de encontrar formas de emancipación
social e individual.

La relación entre las formas materiales de existencia y la conciencia de los


seres humanos también sigue algunos de los presupuestos de los conceptos
marxistas. Es una teoría dialéctica de la conciencia en la que se postula la
unidad inseparable de la relación entre ser social y conciencia (Allman y Wallis,
1997). Dentro del marco teórico marxista el concepto de ideología es el que
expresa esta relación. La ideología se presenta como los significados que
hacen que los/as oprimidos/as acepten fatalísticamente su situación. Estos
significados no son arbitrariamente elegidos por los sujetos, sino que son
producto de la situación de opresión (Larrain, 1986). La ideología funciona
como una "falsa conciencia" que enmascara las relaciones de dominación a la
que son sujetas algunas personas en la sociedad y promueve la naturalización
de la situación de opresión por parte de los grupos excluidos.
"En realidad – dice Freire – la conciencia no es simplemente una copia de lo real, ni
lo real sólo una caprichosa construcción de la conciencia. La única forma de evitar
ambos errores es por la vía de una comprensión de la unidad dialéctica, en la cual
se solidarizan la subjetividad y la objetividad" (Freire, 1973a/1990: 155).

Freire hace una tipología sobre las formas de conciencia de las personas. Tres
son los tipos de conciencia que él describe. Por un lado, está la conciencia

176
La intervención social II: Intervenciones Participativas

semiintransitiva la cual se caracteriza por ser una especie de obliteración


impuesta por las condiciones objetivas, es una conciencia cerrada y que no
percibe los desafíos de la realidad (Freire, 1970/1990). Por otro lado, está la
conciencia ingenua transitiva; ésta se conceptualiza como el momento en que
se empiezan a vislumbrar algunas de las realidades que envuelven a las
personas.
"A lo largo del proceso mediante el cual emerge del silencio, la capacidad de la
conciencia popular se amplía de modo que los hombres comienzan a ser capaces
de visualizar y distinguir lo que hasta entonces no se hallaba claramente delineado"
(Freire 1970b/1990: 96).

Por último, la conciencia crítica es aquella que se adquiere a través de los


procesos de diálogo y por medio de la cual se logran visualizar las relaciones
sociales de explotación presentes en la sociedad, problematizando los
contenidos que eran vistos como naturales. Al mismo tiempo se realizan
acciones para la transformación de estas relaciones de dominación.

Ahora bien, aunque la conciencia es conceptualizada como consecuencia de


las estructuras sociales en momentos históricos determinados, la postura de
Freire se aleja del determinismo social; ya que propone la posibilidad de paso
de un tipo de conciencia a otro a través de la reflexión y la acción. Para Freire
la principal característica de los seres humanos es que son capaces de
objetivarse a sí mismos y al mundo. Así, añaden a la vida que poseen, la
existencia que construyen ellos/as mismos/as. Y afirma que "sólo los seres que
pueden reflexionar acerca del hecho de que están determinados son capaces
de liberarse" (Freire 1970b/1990: 86). Dentro de esta teorización que hace
Freire está la ideología referida a las ideas dominantes en un período histórico
dado y producto de unas relaciones entre diferentes grupos sociales que
legitiman la estructura social que la produce. Así, se enmascaran las relaciones
de dominación entre los diferentes grupos sociales. A través de los
procedimientos ideológicos, las relaciones de poder aparecen como naturales e
intransformables. Las instituciones y las relaciones sociales están impregnadas
por los aspectos ideológicos.

Aunque la ideología funciona como fuerza de inmersión de las conciencias para


mantener cierto estado de cosas – las relaciones de dominación -, la
transformación social es posible. El hecho de que, como dijimos anteriormente,
los seres humanos pueden objetivarse a sí mismo y reconocer su condición de
oprimidos es lo que permite que la transformación tanto en la conciencia de las

177
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

personas como en sus acciones sea posible y también los cambios en las
relaciones sociales y en la estructura social. Por esto, la relación dialéctica
entre estructura social y conciencia de las personas no es presentada por
Freire como una relación fija ni unidireccional, ya que, si así lo fuese, sería
imposible poder producir cambios en la sociedad a través de transformaciones
en la reflexión y en la acción.

Para lograr una transformación objetiva de la realidad Freire considera que las
personas deben desenmascarar las contradicciones propias de las relaciones
sociales de opresión, y progresivamente, cambiar sus condiciones de vida a
través de acciones que transformen relaciones de poder establecidas y ciertas
características de dichas condiciones de vida. Para poder transformar ciertas
relaciones sociales, las personas deben reflexionar críticamente sobre sus
condiciones de vida dentro de su contexto histórico (Freire, 1970b),
encontrando así, formas alternativas de entender lo social y de poder
transformar situaciones concretas de opresión. La relación entre la reflexión
sobre el contexto y las relaciones sociales, por un lado, y las acciones de
transformación, por el otro, es inseparable y se produce mutuamente.

Para ilustrar los procesos de reflexión en los cuales las personas se oponen a
los contenidos de la ideología dominante, Freire utiliza el concepto de
"problematización" (Freire, 1970b). Éste se refiere al proceso por el cual se
cuestionan las condiciones sociales de vida percibidas como naturales, a través
del diálogo colectivo entre educadores/as y educandos/as. Este proceso devela
los orígenes sociales e históricos de las condiciones presentes de opresión y
puede ser entendido como una lectura crítica de ciertas circunstancias vividas
(Freire, 1970b; Wiesenfeld, 1994; Allman & Wallis, 1997).

Las masas populares deben, a través de este diálogo, develar la realidad


objetiva y desafiadora para poder entender cada vez más críticamente su
situación de opresión y emprender acciones transformadoras. Este cambio
viene dado por el proceso pedagógico a partir de la práctica de la educación
problematizadora. Freire propone una forma de educación que se aleja de la
educación tradicional en la que se depositan conocimientos en la cabeza de
los/as educandos/as. Según él, este tipo de métodos “lo que pretende, dentro
de su marco ideológico, es indoctrinarlos – a los/as alumnos/as - en el sentido
de su acomodación al mundo de la opresión.” (Freire, 1970a/1979: 95).

178
La intervención social II: Intervenciones Participativas

En cambio, el método propuesto por Freire, la educación problematizadora,


supera la contradicción educador/a – educando/a, se hace dialógica. Así, las
personas se educan en comunión mediadas por el mundo.
“La educación problematizadora, de carácter auténticamente reflexivo, implica un
acto permanente de develamiento de la realidad... busca la emersión de las
conciencias de la que resulta su inserción crítica en la realidad.” (Freire, 1970a/1979:
92).

El punto central, a nuestro entender, es que el diálogo es la herramienta


fundamental de descubrimiento de la realidad. Las relaciones sociales son
conceptualizadas como relaciones de dominación en el marco de una
estructura social desigual. Estas relaciones sociales se mantienen por la
legitimación que de ellas se hace a través de los contenidos ideológicos que
impregnan las propias relaciones sociales, las instituciones y los contenidos de
conciencia en ciertos momentos históricos. Esto conforma y mantiene una
cultura del silencio en la que ciertos grupos sociales no pueden expresarse en
el marco de la sociedad general. La educación problematizadora busca
fomentar un diálogo en el que se rompa esta cultura del silencio y se pueda
escuchar la voz de quienes están oprimidos/as en las relaciones de
dominación. La premisa fundamental es que en este diálogo se van develando
las verdaderas relaciones sociales que están enmascaradas; ya que sirve
como herramienta epistemológica para la comprensión de las relaciones
sociales. Cada cual, educadores/as y educandos/as, por su parte tienen un
conocimiento de lo real limitado, en tanto, que son producto de la relación
dialéctica entre estructura social y conciencia. Los/as oprimidos/as tienen una
conciencia que naturaliza las relaciones de dominación. En el diálogo en el que
participan diferentes voces, se va descubriendo cuáles son los problemas
reales que afectan a las personas y cuáles son sus causas en cuanto a la
reproducción de ciertas relaciones de dominación. De esta forma, es posible
movilizarse hacia la transformación social ya que hay una conciencia de
posibilidad de cambio de las condiciones de vida al encontrar su origen
histórico.

Aquí se presenta, entonces, la posibilidad del descubrimiento de lo real a través


del diálogo como herramienta fundamental de conocimiento. En este sentido,
Freire sigue hasta cierto punto la postura Althusseriana de distinción entre
ideología y ciencia. Para Althusser (1965) la única forma de combatir la
ideología es a través del conocimiento científico y sistemático de la realidad,
con el fin de encontrar las verdaderas causas de las relaciones sociales de

179
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

explotación y de los contenidos ideológicos que las enmascararan. Freire parte


de esta distinción entre ciencia e ideología; sin embargo, se aleja de Althusser
con su propuesta. Mientras este último propone una forma de conocer a través
de las metodologías de investigación más académicas, Freire utiliza como
metodología de conocimiento el diálogo con las masas populares, ya que, a
partir de la propia experiencia de opresión de estas personas en situaciones
concretas y, una vez que salen del silencio al que han sido sometidas, se
puede comenzar a problematizar ciertos aspectos de sus vidas.

Por esto, la metodología que presenta Freire está sustentada en ciertos


presupuestos epistemológicos: 1) Que las relaciones sociales están basadas,
en la sociedad capitalista, en relaciones de dominación; 2) Que estás están
enmascaradas a través de la ideología; 3) Que es posible problematizar los
contenidos que son vistos de manera natural por causa de la ideología; y 4)
Que esto se puede hacer a través del diálogo desde posiciones distintas: a
saber, la de educadores/as y educandos/as.

Por lo tanto no se propone, como en ciertas posturas marxistas más ortodoxas,


una formación de las masas populares u obreras a partir de una elite científica,
sino la posibilidad del diálogo entre educadores/as y educandos/as que
produce un conocimiento adecuado de la realidad para el logro de su
transformación. Su postura se acerca más a los desarrollos de Antonio Gramsci
(1974) para quien todos los seres humanos se comportan como intelectuales al
dar sentido e interpretar la realidad constantemente construyendo una
particular visión del mundo. "En este caso los intelectuales son orgánicos en el
sentido de que no son extraños que comunican su teoría a las masas, sino que
son teóricos orgánicamente vinculados a la cultura y las actividades prácticas
de los oprimidos" (Giroux, 1990: 24). En cada proceso concreto
“lo que puede y debe variar, en función de las condiciones históricas, en función del
nivel de percepción de la realidad que tengan los oprimidos – es decir el nivel de
conciencia que se tenga en ese momento -, es el contenido de los diálogos” (Freire,
1970a/1979: 67).

De manera que su inserción lúcida en la realidad, en la situación histórica,


los/as conduzca a la crítica de esta misma situación y al ímpetu por
transformarla.

Freire (1970a/1979) adjudica un papel protagónico al sujeto oprimido en el


develamiento de su propia ideología a través del proceso de educación
liberadora. El sujeto, aunque oprimido en un mundo de significados propio de

180
La intervención social II: Intervenciones Participativas

los/as opresores/as, tiene la capacidad de transformación de éste a través del


diálogo. Lo cual traerá consigo una situación de transformación radical. El
papel del/a educador/a es el de comprometerse activamente con los/as
oprimidos/as, dialogando con ellos/as y no utilizando los métodos de la
educación tradicional que, como se ha dicho antes, colaboran en el
mantenimiento de las relaciones sociales de explotación, perpetuando el status
quo.

El rol del/a educador/a es el de fomentar el diálogo y la apertura en todo


momento para combatir la cultura del silencio que es impuesta a quienes están
en situación de opresión. Por esto, la alternativa de liberación involucra
aprender a "leer el mundo" de manera crítica y desarrollar un compromiso con
la transformación social, económica y política. Por lo tanto, se propone una
relación sujeto – sujeto en la práctica educativa; ya que ambos grupos conocen
y se intercambian su experiencia y, en este hacer, se construye un saber sobre
lo real. El/la educador/a
"sabe perfectamente que todos los intentos de transformar radicalmente la sociedad
exigen una organización consciente de los oprimidos, y que esto a su vez, requiere
una vanguardia lúcida. Si bien esta vanguardia no puede adjudicarse derechos de
'propiedad' sobre los demás, tampoco puede ser totalmente pasiva" (Freire,
1970a/1990: 62).

Freire, en su práctica pedagógica, desarrolló esta metodología de educación


aplicándola mayoritariamente a la alfabetización de adultos. A través del uso de
"palabras generativas" relacionadas con el contexto de vida de las personas se
analizaban las condiciones sociales en las que se encontraban. Al mismo
tiempo, se enseñaba a leer y escribir con base en estas palabras y de las
reflexiones sobre sus vidas cotidianas; cosa que impulsaba a las personas a
aprender a través de su propio mundo de referencia y, además, a promover
formas de organización comunal para emprender acciones de transformación.

En resumen, podemos decir que algunas de las ideas principales que maneja
la corriente de la educación popular son:

• La educación popular aboga por una pedagogía dialógica en la que el/la


educador/a y el/la educando/a trabajan sobre las maneras de ver el mundo.

• Por lo tanto, ‘Nadie educa a nadie y nadie se educa sólo’. Esta premisa es
tanto epistemológica (es la manera de conocer las relaciones sociales)
como política (ya que permite la problematización).

181
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

• Esta propuesta representa una manera novedosa de abordar la educación,


basada tanto en la experiencia del/a educador como en la experiencia del/a
educando/a.

• El objetivo de la educación popular es la transformación objetiva de la


realidad opresora.

• Para esta transformación radical de la realidad también debe haber, por lo


tanto, un cambio en la conciencia de las personas.

• Este cambio viene dado por el proceso pedagógico a partir de la práctica de


la educación problematizadora, que se da a través de la relación dialógica
entre educadores/as y educandos/as.

• La práctica educativa es vista como un compromiso con los/as oprimidos/as


sobre la base de la problematización de situaciones cotidianas para ubicar
su origen ideológico.

• Se opone a la educación acumulativa (o bancaria) donde el/la educador/a


deposita cantidades de conocimiento en las cabezas de los/as pupilos/as e
introduce significados como práctica de opresión.

• La educación problematizadora supera la contradicción educador/a -


educando/a, se hace dialógica.

• En cada proceso concreto “lo que puede y debe variar, en función de las
condiciones históricas, en función del nivel de percepción de la realidad que
tengan los oprimidos, es el contenido de los diálogos” (Freire, 1970a/1979:
67).

• El método de alfabetización de adultos propuesto y promovido por Paulo


Freire ha sido una de las maneras de llevar a cabo la educación popular.

4.2 Teología de la Liberación


A partir del Concilio Vaticano II en la iglesia católica se produjeron profundos
cambios con relación a la definición de la misión que tenía que desempeñar
dicha institución. Éstos produjeron transformaciones en las estructuras de la
iglesia tradicional y proporcionaron un aumento de la proximidad de la iglesia
con los sectores pobres de la población, razón por la cual se adquirió una mejor
conciencia de la naturaleza universal de la iglesia (Libânio, 2000).

Los autores que trabajan la teología de la liberación ubican sus orígenes tanto
en el Concilio Vaticano II como en las conferencias de Puebla (1968) y Medellín

182
La intervención social II: Intervenciones Participativas

(1979); y la definen como un producto principalmente latinoamericano (Libânio,


2000). A finales de los años sesenta en América Latina surgieron movimientos
eclesiales que hacían una crítica a la poca sensibilidad social que mostraba la
iglesia hacia las problemáticas vividas allí. Se hicieron, desde estas
propuestas, cuestionamientos relacionados con la misión de la iglesia. Estas
críticas afirmaban que la iglesia había servido para legitimar las posturas de los
grupos en el poder, de sostener las desigualdades entre los seres humanos y
de promover la conformidad con las injusticias vividas por parte de las
mayorías más depauperadas, actuando como herramienta ideológica de
control social. La religiosidad vertical – dice Martín – Baró (1990) - conduce a
la alienación social, aliena a los individuos de su realidad y de la historia de su
gente.

Como contraparte a esta visión, la teología de la liberación se caracteriza por la


opción de liberación de los pobres. Propone una lectura de la iglesia como
institución que debe estar al servicio de la igualdad entre las personas y de las
transformaciones sociales necesarias para lograr esta igualdad y acabar con la
opresión. Se basa en la constatación de las relaciones de dominación y actúa
en contra de estas relaciones. La formulación de la teología de la liberación
evidencia la necesidad del cambio social de la realidad de América Latina y
sobre todo el papel de la iglesia en esa transformación. Desde estas premisas
se promueve una forma de accionar basada en la preocupación hacia una
transformación liberadora "humana e histórica, política y utópica" (Vitoria,
1997:71).
La teología de la liberación produce una reflexión crítica a la luz de la
experiencia cristiana de la fe para la liberación de los seres humanos. Se trata
de leer la realidad en la que viven los pueblos latinoamericanos como una
realidad opresiva e injusta que produce unos problemas sociales específicos
atribuibles a formas de desigualdad social. La finalidad, como hemos dicho, es
la de incidir de alguna manera para combatir la opresión y promover cambios
revolucionarios para revertir la civilización del capital.

Según Teo (1998) el concepto de liberación en el discurso de la psicología


crítica incorpora la noción de que el sufrimiento psicológico de un individuo está
unido a su posición dentro del status quo de la sociedad. Todo esto implica que
hay un sujeto que es conceptualizado como con posibilidades de liberación con
relación al poder y, por lo tanto, una subjetividad emancipada se referiría a una
subjetividad que es consciente de estas posibilidades. A la luz de esta visión, la

183
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

concientización constituiría el horizonte primordial de la forma de intervención


propuesta. Ayudar a las personas a lograr un saber crítico sobre sí mismas y
sobre su realidad sería la misión de quienes sostienen las prácticas de los
teólogos de la liberación. Se trata de llevar adelante un proceso de
concientización que devuelva la palabra a las personas no sólo como
individuos, sino como parte de un pueblo.

La experiencia de las comunidades cristianas de base que trabajan con este


modelo para mejorar las condiciones de los sectores más pobres proporciona
un modelo organizacional que se utiliza para interpretar y actuar sobre la esfera
social y política. La "concientización" religiosa (permeada por las propuestas de
concientización y organización comunitaria desarrollada por P. Freire) entre
los/as campesinos/as salvadoreños/as en los años setenta hizo posible y, en
algunos casos, aceleró los procesos de actividad política.
"Mi conclusión es que la religión no necesariamente tiene un impacto uniforme de
"alienación" como se seguiría de una aplicación mecánica de la teoría Marxista; más
bien, este impacto depende del tipo de religiosidad involucrada y los significados que
los valores, símbolos y prácticas religiosas adquieran para los individuos en
determinadas situaciones sociopolíticas." (Martín-Baró, 1990: 98).

Por lo tanto, la forma de actuación de la iglesia según los parámetros de la


teología de la liberación desarrolla en las personas una conciencia crítica en
tanto que les produce una conciencia de sí como sujetos de la historia. Esta
forma de entender la institución eclesiástica, basada en un compromiso con los
pobres hacia su liberación, se traduce en una forma de intervenir que se apoya
en la participación de las personas en la transformación de sus propias
condiciones de vida; construyendo una idea de la religiosidad basada en la
acción social y en dicha transformación. Las intervenciones a las que se refiere
la teología de la liberación
"no tanto deben centrarse en el dónde, sino en el desde quién; no tanto en cómo se
está realizando algo, cuanto en beneficio de quién, y por consiguiente, no tanto en
el tipo de actividad que se practica (clínica, escolar, industrial, comunitaria u otra),
cuanto en cuáles son las consecuencias históricas concretas que esa actividad está
produciendo." (Martín-Baró, 1998:175).

Religiosos/as y feligreses trabajan conjuntamente en esta tarea. Para Freire


(1973b) los protagonistas del cambio de mentalidad en el seno de la iglesia
hacen una opción teórica y práctica en la que se ponen del lado de los/as
oprimidos/as por creencia religiosa: es la mejor manera de cumplir el mandato
de Dios en la tierra. Según Freire, esto pasa por una elección por parte de las

184
La intervención social II: Intervenciones Participativas

personas de la iglesia, de dejar de servir a los grupos poderosos para


acompañar a las masas populares en su proceso de develamiento de la
realidad. En resumen, es una forma de intervención que reniega de la
beneficencia y de reformas paliativas, para comprometerse con las clases
dominadas y con el cambio social radical.

Aquellos sectores de la iglesia comprometidos con esta visión actúan a través


de los círculos bíblicos y de la pastoral y hacen interpretaciones de la realidad
como injusta. Esta forma de entender la religiosidad ha sido influenciada por
otros aportes de las ciencias sociales y la pedagogía como la educación
popular o las corrientes como la Investigación Acción Participativa. A su vez, ha
sido fuente de muchas formas de organización popular que han surgido de las
comunidades eclesiales de base. Los/as religiosos/as que han sostenido estas
posturas en Latinoamérica han tenido gran influencia en procesos de protesta y
movilización, buscando una transformación en las condiciones de vida de las
personas más depauperadas.

Ignacio Martín-Baró (1990) - uno de los exponentes de esta corriente - afirma


que en El Salvador, la principal consecuencia de la teología de la liberación ha
sido que los sectores de la clase trabajadora urbana y rural más cercanos a la
iglesia han abandonado la creencia tradicional que la situación miserable y
oprimida representa la voluntad de Dios o por lo menos es tolerada por Dios.
En estos grupos se ha comenzado a pensar que la fe en Dios más que
mantenerlos/as en un estado de resignación debe guiarlos/as hacia la
construcción de una sociedad más justa y humana. En el caso de los/as
salvadoreños/as, dice Martín-Baró (1990), esta nueva conciencia religiosa
los/as dejó sin una justificación para su aceptación pasiva de la opresión y les
dio una base religiosa para la búsqueda de una transformación social profunda.

Para finalizar, podríamos decir que las principales ideas de la teología de la


liberación se resumen en las siguientes premisas:

• Se inicia en los movimientos generados desde el Concilio Vaticano II y la


transformación de la iglesia.

• Los movimientos eclesiásticos de base comenzaron a trabajar directamente


con las personas en las áreas rurales y urbanas para ayudar a la
transformación de sus realidades.

185
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

• En Latinoamérica estos movimientos de base tienen mucha fuerza para


organizar iniciativas comunitarias y mejorar las situaciones de estas
comunidades.
• Se busca un cambio social profundo hacia una sociedad más justa.

• A partir de aquí se generaron modelos organizativos que tuvieron influencia


en la esfera social y política.

• Éste fue uno de los orígenes de una psicología de la liberación que se


aboca a estudiar aquellos factores que contribuyen a la liberación de las
personas.

• Supone la recuperación de la memoria histórica y una psicología política


que contribuye a generar un nuevo poder histórico.
• Busca promover la praxis transformadora como un poder social renovado.

4.3 Investigación Acción Participativa


En los últimos años, la investigación acción participativa (IAP) ha tenido un
auge acelerado como forma de intervención social en el ámbito latinoamericano
(Jiménez, 1994; Montero, 1994b, Kroeker, 1996, Brinton, 1997) en el estado
Español (Colectivo IOE, 1993; de Miguel, 1993, Villasante, 1994) y en otras
partes del mundo como EEUU (Rappaport, 1977; Bettencourt, 1996; Yeich,
1996) o Africa (Goebel, 1998). Aunque su surgimiento data de los años 60 y 70,
actualmente se define como una alternativa válida para promocionar cambios
sociales que aumenten la calidad de vida de ciertos colectivos, sobre todo de
aquellas personas que se encuentran en situaciones de depauperación social,
económica o cultural (López Cabanas y Chacón, 1997).

Los planteamientos de la IAP resaltan la inserción de las personas


'intervenidas' en la solución de sus propios problemas, a través de la
movilización organizada y consciente hacia la transformación de sus
condiciones de vida y de relaciones de poder presentes en las estructuras
sociales. Por un lado, se asume la inseparabilidad de los procesos de
investigación y de acción (Lewin, 1946); proponiendo que en cada momento se
está al mismo tiempo obteniendo conocimientos sobre la realidad y actuando;
y, por otro lado, se asume que las personas "investigadas" o "intervenidas"
deben participar en todas las fases de investigación – acción (Fals Borda,
1981). Así, se promueve la inserción de las personas en todas las etapas del
diseño, ejecución y evaluación de la investigación y de la acción. Se propone

186
La intervención social II: Intervenciones Participativas

un trabajo conjunto entre agentes externos/as y personas de la comunidad o


quienes reciben la intervención, para la solución de los problemas que les
aquejan.

De este modo se hace una crítica a lo que es la intervención social más


tradicional que, utilizando las herramientas propias del conocimiento técnico y
profesional, reproduce las relaciones de dominación presentes en la sociedad
(Colectivo IOE, 1993; Fals Borda, 1993). La intervención tradicional es criticada
porque se dirige a individuos como entidades autónomas, se focaliza en ciertos
sectores de la población en vez de en el sistema social y porque hace una
jerarquización de las necesidades desde las instancias de poder, lo cual acaba
legitimando la dependencia del/a 'necesitado/a' y la legitimidad de la
intervención institucional. En la IAP, en cambio
"encontramos una tradición crítica implicativa que propugna la investigación acción a
partir del rechazo del 'status quo' existente en la sociedad (desigualdades, procesos
de exclusión, elitismo político y económico, etc.) como una vía, entre otras, de
liberación social." (Colectivo IOE, 1993:65).

Aunque hay un acuerdo en que estos principios básicos están en la base de los
planteamientos de la investigación acción participativa, hay variedad en cuanto
a cómo se platean las diferentes tendencias la relación entre la investigación, la
acción y la participación y, además, de cuáles son los actores que deben estar
involucrados en los procesos de intervención, cómo se deben llevar a cabo
esos procesos, cuáles deben ser los resultados de los mismos y cuáles son los
pasos a seguir para lograr estos objetivos. En esta sección haremos un repaso
a dos de las formas en las que se ha planteado de investigación acción
participativa: la tradición que proviene de los trabajos de Fals Borda (1959), por
un lado, y los desarrollos de Villasante (1994), por otro, por ser dos maneras
características en las que se ha entendido la IAP y además, por tener
diferencias importantes entre sí.

4.3.1 La inspiración de Fals Borda

En el ámbito latinoamericano muchos/as autores/as coinciden en que uno de


los principales exponentes de la metodología de la investigación acción
participativa es el sociólogo colombiano Orlando Fals Borda (Jiménez, 1994,
Montero, 1994a).

Este autor, conjuntamente con otros colegas, promovió la creación y


fortalecimiento de una sociología que buscaba reorganizarse hacia las

187
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

urgencias actuales de la sociedad. Esto se relaciona con la llamada "crisis de


las ciencias sociales" nombrada anteriormente, en el sentido de que los
movimientos académicos quisieron adoptar un compromiso social de
transformación con las formas de organización política y social de las
sociedades latinoamericanas. A esta postura se le llamó sociología militante y
proponía poner a la sociología al servicio de las luchas que se generaban
contra la explotación y la opresión (Fals Borda, 1981). Según esta postura, la
ciencia debía responder a objetivos colectivos concretos y debía tener como fin
la promoción de la organización popular para llevar a cabo acciones políticas;
es decir, que la práctica científica debía servir de herramienta liberadora de las
distintas formas de opresión social y, además, de herramienta técnica de
fomento de la organización y la participación popular. De esta manera se
lograría desde la sociología militante, unir la teoría liberadora con su práctica
correspondiente.

Los principios básicos de esta postura se basan en la relación que se puede


establecer entre las personas involucradas en los procesos sociales de
transformación y los/as intelectuales comprometidos/as con las luchas que se
dan en esos espacios sociales y políticos. El nivel de intervención está
centrado en la región (y no en la nación vista como aglomerado artificial) y los
grupos clave que trabajan en estos espacios son los contactos para las
acciones concretas. El concepto de "inserción" supone que el/la científico/a se
involucra en el proceso que estudia, como militante en un movimiento con
objetivos explícitamente políticos.

De esta manera, se hizo una crítica a la preponderancia del conocimiento


científico sobre el conocimiento popular y se diseñaron propuestas para
entender y promover el proceso de producción de conocimiento en la
investigación participativa uniendo los dos modos de conocer a través del
diálogo entre grupos organizados y los/as intelectuales. Así, para este grupo de
autores, el saber popular forma parte de una memoria colectiva que debe servir
de base para el conocimiento existente. Además, surge la práctica de
devolución sistemática (de los resultados de exploraciones, investigaciones,
etc.), lo cual trae como consecuencia la restitución del conocimiento adquirido a
los grupos de base a través de la recuperación crítica de la base cultural
tradicional.

Algunos de los objetivos principales que se buscan a través de esta postura


son: estimular las iniciativas autogestionarias, crear nuevas formas de

188
La intervención social II: Intervenciones Participativas

organización social, dinamizar la cultura local, fomentar la creatividad, apoyar el


liderazgo autónomo y enriquecer la experiencia y conocimiento de los/as
animadores/as. En este sentido, la participación se define como el rompimiento
de la relación usual de explotación y sumisión del binomio sujeto/objeto para
convertirse en una relación simétrica u horizontal de sujeto/sujeto (Fals Borda,
1993).

La tradición de Fals Borda comenzó con la sociología militante que implica la


inserción de los/as profesionales en los movimientos populares reivindicativos
(Jiménez, 1994). Sin embargo, este abordaje suscita preguntas como ¿qué es
lo característico de la intervención profesional en este caso? ¿Cuál es el papel
de los/as intelectuales en esta inserción? Ya que si los/as profesionales se
insertan en los movimientos populares, su participación puede ser entendida
como una forma de acción política independiente de su función de intervención
social. Sin embargo, la respuesta de estos autores a estas cuestiones fue la de
establecer, desde la sociología militante, una diferenciación entre la
participación a secas y la participación como 'científico social' en el sentido de
que esta última permitía utilizar los conocimientos propios de las ciencias
sociales para comprender y dinamizar los procesos sociales.

La IAP surge, a partir de este tipo de movimiento (propio de los/as intelectuales


y movimientos sociales latinoamericanos) como una metodología capaz de unir
el conocimiento científico y el popular considerando que ambos tipos de
conocimientos son diferentes y a la vez complementarios. La propuesta
sostiene que la riqueza de esta unión permitirá que las personas con las que se
trabaja puedan desarrollar una conciencia crítica sobre su realidad (sobre la
cual ya tienen un conocimiento) a partir de las consideraciones aportadas por
quienes intervienen. Claramente, esta postura tiene influencias de la educación
popular propuesta por Paulo Freire en el sentido de que promueve el diálogo
como presupuesto epistemológico para crear conocimiento sobre la realidad y
posibilidades de transformación de la misma.

En su formulación práctica, la propuesta de IAP de Fals Borda está expresada


en el libro “Acción comunal en una vereda colombiana” (1959). Allí, el autor
presenta un modelo de investigación - intervención donde se incorpora a
personas de la comunidad de “El Saucío” a la solución de sus necesidades
sentidas y donde se muestra la pertinencia de la intervención de profesionales
en los movimientos surgidos en las comunidades populares. Él esboza una
serie de principios a seguir para la intervención en las comunidades, resaltando

189
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

el rol de los/as agentes externos/as como catalizadores/as sociales, es decir,


que ellos/as incidan sobre el proceso que se vive para que éste se realice de
una manera más rápida y efectiva; pero en ningún momento, dirijan las
acciones a realizar, respetando la autonomía de los miembros de la comunidad
para la toma de decisiones dentro del proceso. También enfatiza en la
importancia de la acción comunal conjunta y organizada que dé resultados
concretos para la resolución de las necesidades de los/as participantes y que
estos resultados sirvan de estímulo para la continuación de la acción. Se trata,
pues, de la búsqueda de una transformación social hecha por las personas en
condiciones de pobreza, acompañadas por profesionales comprometidos/as
con ellas.
“Así, la característica principal que comienza a darse al método en América Latina y
otras áreas periféricas del mundo es la incorporación explícita y definitiva de los
llamados 'sujetos' de la investigación, que serán denominados primero 'participantes'
y luego 'investigadores internos'. Incorporación no sólo a la acción derivada de esa
investigación, sino a su planificación, discusión, análisis y evaluación..." (Montero,
1994a: 34).

Más recientemente, Kroeker (1996) propone la noción de acompañamiento


como la manera en la que quienes están fuera de la comunidad pueden
relacionarse con los/as de "adentro". "El acompañamiento implicaría una
noción de 'caminar con' en vez 'de hacer por'..." (Kroeker, 1996:135). Lo cual
implica que los/as investigadores/as "externos/as" devengan en internos/as
para llevar a cabo la catálisis social. La participación, entonces, es
recomendada en igualdad de condiciones con precaución de no dominar o
influenciar a los/as otros/as. Por tanto, el 'empowerment' (entendido como el
logro de mayores grados de control y poder de las personas sobre los
problemas que les aquejan) es logrado a través del trabajo de quienes
intervienen en el seno de los grupos funcionando en forma de redes y
compartiendo las responsabilidades.

Se han hecho esfuerzos por delimitar y sistematizar cuáles han sido los aportes
de la IAP para la teoría y práctica de la intervención. Al respecto, Gabarrón y
Hernández (1994), definen la IAP como:

190
La intervención social II: Intervenciones Participativas

“Una propuesta metodológica inserta en una estrategia de acción definida. Integra a


los/as investigadores/as - educadores/as (tanto profesionales como populares) en
un proceso colectivo de producción y reproducción de conocimientos necesarios
para la transformación social. Es también un paradigma emergente de las ciencias
sociales críticas, que se caracteriza como alternativo, con premisas epistemológicas
y metodológicas propias. Es un movimiento político, en América Latina, de
intelectuales en alianza con la causa ideológica de los grupos populares, de las
bases o mayorías, en su lucha por el cambio en las relaciones de poder -
asimétricas y opresoras - entre grupos sociales hegemónicos y subordinados. Es un
proceso múltiple de investigación, educación y acción”. (Gabarrón y Hernández,
1994: 5).

Por otro lado, de Miguel (1993) afirma que:


"Cuando se habla de IAP nos referimos a un modelo particular de investigación
acción que se caracteriza por un conjunto de principios, normas y procedimientos
metodológicos que permiten obtener conocimientos colectivos para transformar una
determinada realidad social. Al igual que toda investigación, la IAP es un proceso de
búsqueda del conocimiento, sólo que en este caso este conocimiento se caracteriza
por ser colectivo. Igualmente se pretende la aplicación de dicho conocimiento pero
en este caso dicha aplicación se orienta hacia la realidad social próxima que vive el
sujeto, de ahí su carácter emancipatorio. Estas connotaciones implican que el
proceso de investigación en la IAP deba organizarse necesariamente sobre 'la
acción' de un 'colectivo de personas' que promueven el cambio social." (de Miguel,
1993: 97).

En ambas definiciones el foco está en tres temas esenciales que son: 1) La


acción transformadora como forma de cambio social a partir de una visión de la
sociedad como conflictivista; 2) La producción de conocimientos haciendo una
integración y colaboración entre el conocimiento científico y el conocimiento
popular; y 3) La participación de las personas afectadas en el diálogo continuo
con quienes intervienen.
“Se pretende además una producción colectiva de conocimientos, centrada en las
vivencias y necesidades de grupos agrarios dominados, secularmente explotados y
pobres, con la finalidad de concientizar su problemática, proponer y actuar las
posibles soluciones concretas.” (Gabarrón y Hernández, 1994: 15).

Los principios de la IAP a partir de la herencia de Fals Borda se resumirían así


(Serrano García, 1989, Gabarrón y Hernández, 1994, Montero 1994b):

• Los seres humanos son los constructores de la realidad en la que viven. Por
lo tanto, los miembros de una comunidad o grupos son los actores
fundamentales de los procesos que afectan a esa comunidad. En tal
sentido, ellos/as son dueños/as de la investigación que han contribuido a
producir. Por esta misma razón, estos resultados les deben ser devueltos.

191
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

• La investigación se da en un lugar y espacio determinado. Se parte de la


realidad social concreta de los propios participantes del proceso. Esto
implica una visión histórica y contextual en la que la investigación depende
de las particularidades de cada situación y lugar. Se toman en cuenta
seriamente las perspectivas particulares de las personas con las que se
trabaja.

• Una comunidad tiene un desarrollo histórico y cultural previo a la


intervención psicológica. Preexiste a los investigadores y continua
existiendo después de su partida.
• Toda comunidad posee recursos para llevar a cabo su transformación.

• Se reconoce el carácter político e ideológico de la actividad científica y de la


educativa. En la IAP el compromiso prioritario de toda persona que
investiga debe ser con las personas investigadas. La participación popular
debe formar parte de todo el proceso.

• La neutralidad valorativa no es una posibilidad para los seres humanos. Por


lo tanto, parte del compromiso con las personas investigadas es indicarles
nuestra postura valorativa.

• El conocimiento científico y el popular se articulan críticamente en un tercer


conocimiento nuevo y transformador. Tanto el conocimiento de la ciencia
como el popular adquieren el mismo valor. La investigación se entiende,
entonces, como un proceso dialógico (donde el diálogo es una categoría
epistemología y social a la vez).

• La unidad de la teoría y práctica. Supone construir la teoría a partir de la


práctica reflexionada críticamente.

• No sólo es posible, sino además deseable, combinar diferentes formas


metodológicas (cualitativas, cuantitativas, históricas). Es el problema el que
determina la estrategia de investigación a seguir y no se agota en los
"datos" producidos por un instrumento de investigación en particular.

• El proceso debe ser acompañado de un modelo de relaciones horizontales,


rompiendo así la relación de dependencia intelectual; exige, por tanto, a
los/as técnicos/as y profesionales un cambio de relaciones interpersonales
e interinstitucionales. La relación tradicional de sujeto - objeto entre
investigador/a – educador/a y los grupos populares se convierte en una
relación sujeto - sujeto. Se concreta mediante el principio de dialogicidad.

192
La intervención social II: Intervenciones Participativas

• La investigación, educación y acción se convierten en momentos


metodológicos de un sólo proceso para la transformación social. El objetivo
de la intervención se basa en la transformación de las condiciones de vida
de las personas participantes y de un compromiso político con el cambio
social, asumiendo una injusta distribución de los recursos de la sociedad.

• Se enfatiza en fomentar el control y el poder de los grupos con los que se


trabaja. El concepto de “empowerment”, también retoma este aspecto. Es
un proceso mediante el cual las personas obtienen control de sus vidas
individual y colectivamente (Rappaport, 1977).

Hay muchas maneras de llevar a cabo la Investigación Acción Participativa, ya


que justamente las bases teóricas suponen la particularidad de cada uno de los
procesos que se dan entre interventores/as e intervenidos/as. La única guía
común a los proyectos de organización de la investigación participativa es la
necesidad de motivar el liderazgo y la toma de decisiones por parte de los
miembros del grupo, aunque cada proceso es diferente por las características
del grupo y sus intereses particulares (López de Ceballos, 1987; Yeich, 1996).
Sin embargo, se han desarrollado algunas fases generales que sirven de guía
para la propia acción de intervención. (Ander-Egg 1990; Serrano García, 1992;
Montero, 1994a).
4.3.1.1 Fases de la metodología

Constitución del equipo: La primera fase consiste en el contacto con las


personas con las que se va a trabajar. En algunas versiones de IAP se le llama
proceso de familiarización. Ésta se define como el proceso mediante el cual
los/as catalizadores/as sociales conocen la comunidad o grupo a través de
visitas, revisión de documentos de la comunidad o por medio de informantes
clave de la misma. Su propósito es conocer la historia y características socio -
demográficas de la comunidad o del grupo con el que se va a trabajar. Al
mismo tiempo, los/as participantes conocen a los/as agentes externos/as y se
conforma el grupo de trabajo. En esta fase es importante distinguir los grupos
involucrados: (minorías activas y líderes, beneficiarios/as potenciales,
afectados/as).

Identificación de las necesidades básicas, problemas, centros de interés.


En esta fase se trata de lograr una primera aproximación para delimitar la
situación – problema sobre la que luego se va a actuar. Es necesario investigar
lo que se debe conocer para poder actuar. A partir de aquí se define la

193
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

problemática y se delimita el campo de estudio. Aquí se delimitan ciertas sub


fases de la acción:

Elaboración del diseño de la investigación o detección de


necesidades: A partir de la conformación del equipo de trabajo, se
procede conjuntamente a la elaboración del diseño de investigación. En
esta fase, los/as investigadores/as, técnicos/as y promotores/as aportan
su capacidad teórica y metodológica y las personas involucradas aportan
sus vivencias y experiencias que surgen de vivir cotidianamente
determinados problemas y necesidades.

Recopilación de la información para el diagnóstico: Se organizan


grupos de trabajo para recabar la información que se ha definido como
necesaria. Se implementan técnicas de investigación tales como las
entrevistas, historias de vida, discusiones grupales, etc.

Análisis e interpretación de datos: Por medio de la interpretación se


busca un significado más amplio de la información obtenida en un marco
de referencia teórico – práctico y la relación de lo recabado con los
intereses de los grupos que están trabajando.

Devolución sistemática de la información: Después de realizada la


detección de necesidades, se debe difundir entre todas las personas que
tienen que ver con el grupo o comunidad donde se está trabajando. La difusión
de resultados se puede hacer de varias maneras: Comunicación verbal a un
grupo pequeño en forma de charla o seminario, asamblea de miembros de la
comunidad, carteles murales, periódico popular, hojas volantes, trípticos y
plegables, etc.

Planificación de las acciones: A partir de toda esta información se diseña un


programa de acción. En esta etapa se decide, en el seno del grupo, cuáles de
los problemas encontrados a través del diagnóstico es posible y preferible
atacar, de acuerdo a la importancia que le otorguen las personas de la
comunidad o grupo, así como la evaluación de la factibilidad de su solución.
Una vez decidido el rumbo de la acción comunitaria, se diseñan y ejecutan
acciones que cumplan con los objetivos planteados. Se debe responder a ¿qué
queremos hacer? y ¿qué cambios deseamos realizar? Es necesario definir los
propósitos, considerar los recursos y organizar la acción.

Autogestión: A la última fase de la investigación acción participativa se le


llama autogestión. Ésta representa aquel proceso por medio del cual las

194
La intervención social II: Intervenciones Participativas

personas pertenecientes a la comunidad o grupo satisfacen autónomamente


necesidades sentidas a través de la identificación, potenciación y obtención de
recursos; es, por lo tanto, el objetivo final de toda investigación - intervención.
Para esto, los/as habitantes pueden contar con el apoyo de instituciones o
personas dentro y fuera de la comunidad que tengan relación con las acciones
que ellos/as se planteen; sin embargo, la toma de decisiones debe recaer
fundamentalmente en los miembros de la comunidad a partir de los intereses y
soluciones que consideren pertinentes.

León (1999), después de una exhaustiva revisión del concepto, concluye que
dentro del ámbito de las perspectivas participativas el concepto de autogestión
se puede definir como "autogestión microcomunitaria" (la cual es separada por
la autora, de otras formas de definir la autogestión – como por ejemplo la
estatal, liberal, libertaria, sin patrón o agente externa). Según la autora la
autogestión microcomunitaria
"consiste en un agrupamiento de personas que, espontáneamente o por sugestión
de algún/a 'colaborador/a' (religioso/a, líder comunitario/a, profesional aliado/a, entre
otros), organiza una iniciativa colectiva de producción de acciones, bienes, servicios,
ideas o reivindicaciones que afectan a los/as involucrados/as, dirigiéndose,
entonces, a fines comunitarios. Tal iniciativa es independiente del Estado o de
organizaciones o individuos paternalistas; igualmente, no acostumbra emplear
mecanismos institucionalizados de participación (estatutos, directiva electa, políticas
estrictas de funcionamiento, entre otros). Puede ser un proceso corto o de un
momento (desarrollarse en pocos días), constituyendo una red momentánea. Así
mismo, las acciones realizadas pueden ayudar a la creación o fortalecimiento de la
noción de "nosotros/as" entre personas que viven o trabajan en un mismo lugar"
(León, 1999: 167).

4.3.2 Las redes sociales como base de la Investigación Acción


Participación

Tomás Villasante (1994) ha propuesto, en el Estado español, una variación de


la tradición de Investigación Acción Participativa nacida en Latinoamérica. Nos
parece importante reseñarla ya que incorpora algunos conceptos que no son
trabajados en aquella tradición, aunque mantiene el "espíritu" de cambio social
y de participación de las personas afectadas propias de las perspectivas
participativas.
"La investigación participativa no es tomar parte del sentido común simplemente,
sino partirlo críticamente, desde adentro, desde sus potencialidades." (Villasante,
1993: 26).

195
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

El/la investigador/a trabaja desde adentro, implicado/a en el proceso práctico y


reflexivo que es donde se produce el conocimiento. Tomar posición y adoptar
una metodología sobre la base de la praxis (reflexión y acción como
inseparables) es asumir la inseparabilidad de las dimensiones objetiva y
subjetiva de toda práctica.

Este autor plantea una perspectiva que toma en cuenta sobre todo las redes de
relaciones entre grupos que existen en el ámbito de un tema específico o a
partir de la relación de los/as agentes externos/as y determinados grupos
sociales. El énfasis se encuentra en la potenciación de estas relaciones para
provocar dinámicas sinérgicas, que multipliquen las oportunidades de
creatividad de las relaciones sociales. Estas acciones fortalecerían las
propuestas y actividades de los diferentes grupos hacia la transformación de
condiciones y relaciones sociales. Por lo tanto, lo que interesa, más que las
propias identidades de los grupos, son las relaciones internas, rizomáticas o en
múltiples redes, fracturadas y fractales, que condicionan sus conductas,
ideologías y estilos de hacer. El papel de los/as profesionales o técnicos/as es
el de espejos externos que permiten a las partes locales reflexionar sobre sus
propias prácticas y necesidades.

Villasante (1994) propone un grupo de conceptos centrales que articulan su


propuesta de intervención. Principalmente utiliza la noción de redes sociales,
dándole importancia a la articulación de los movimientos populares y de los
actores involucrados. Para él, la construcción y reconstrucción de las redes es
la base sobre la cual se actúa para la transformación. A través de los mapas
sociales los/as profesionales expresan estas relaciones. Éstos son las
herramientas gráficas donde se ubican las asociaciones, características del
hábitat y condicionantes socioeconómicos; se hacen mapas que expresan lo
más claramente posible las relaciones de atracción, desacuerdo, conflicto,
jerarquía, dependencia, etc. de los diferentes grupos entre sí. Incluso y, a
diferencia de las perspectivas desarrolladas en Latinoamérica, se le da un
espacio a los actores institucionales en la confección de los mapas sociales
(como ayuntamientos, diputaciones, servicios sociales, etc.). Se sigue un
método etnográfico en el que se dibuja una red de actores y relaciones entre
ellos para luego trabajar con uno o varios de los grupos que están en la
comunidad o relacionados con la temática a tratar. El/la interventor/a es quien
propone las formas de abordar la investigación de campo a partir, justamente,
del bagaje teórico con el que se inicia la investigación - intervención. La

196
La intervención social II: Intervenciones Participativas

complejidad que se introduce en este método consiste en que se estudian


estas relaciones en cuanto a las actividades de los distintos grupos a través de
los conjuntos de acciones (lo cual sirve para medir las relaciones - densidad y
características - en las redes que componen un determinado movimiento
popular) y de los discursos que sustentan y reproducen las prácticas
relacionales a través de la triangulación (búsqueda de discursos diferentes
provenientes de los distintos actores involucrados).

Para poder producir los mapas sociales en cierto contexto, Villasante propone
dos conceptos fundamentales: El concepto de analizadores históricos se refiere
a las experiencias que sirven de núcleo movilizador de la acción. Son
acontecimientos, eventos, luchas sociales donde se implica buena parte de la
comunidad y de la que quedó una determinada memoria histórica. El recuento
y análisis de estos acontecimientos pueden dar una primera aproximación de
cómo se sitúan los grupos con relación al tema en cuestión y entre ellos. Esto
sirve de base para el comienzo de la construcción de los mapas sociales y la
triangulación en la medida en que las personas y grupos se posicionan frente a
los acontecimientos. Sirve para investigar acerca de los grupos involucrados y
sus contextos. Los analizadores históricos deben salir del propio grupo con el
que se está trabajando ya que a partir del relato de sus miembros se puede
saber cuan importante fue el evento que servirá de analizador histórico. El
análisis temático dará como resultado un conjunto de "necesidades sentidas".
Los conjuntos de acción que se descubren en las contraposiciones trianguladas
de los discursos, servirán para precisar el "mapeo" que se necesita para
dinamizar tal situación. Así, la propuesta que se realice deberá tener en cuenta
tanto los temas más sentidos como los conjuntos de acción más transversales.

Por otro lado, el concepto de contenidos temáticos se refiere a las


problemáticas concretas que se van abordar una vez comenzado el trabajo
conjunto. Éstos deben estar dispuestos según la articulación de redes y
conjuntos de acción y no al revés, es decir, que deben obedecer al conjunto de
redes sociales que están establecidas alrededor de un tema o grupo. Se debe
evaluar la posibilidad de la ejecución de las distintas acciones e incluso, a partir
del mapeo de redes sociales, estudiar qué alianzas, exigencias y rupturas se
deben hacer con los distintos actores dentro del plan de actividades. La idea de
la posibilidad del dibujo de las redes sociales viene de los métodos
desarrollados por el socioanálisis. Por tanto, el analizador histórico hace

197
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

posible un análisis que provoca reacciones del conjunto de elementos del


proceso (Villasante, 1993).
4.3.2.1 La programación

En la propuesta de Villasante también aparece la manera en que


metodológicamente se puede organizar la intervención. En primer lugar, se
deberá hacer una reunión amplia con promotores/as locales para la
programación de la investigación y la acción. Una vez aceptado el trabajo
conjunto por ambas partes, se procederá a llevar a cabo las acciones
propuestas en la metodología.

El autodiagnóstico: Se trata de investigar, a través de los analizadores


históricos, cuáles son las redes y actores involucrados en la temática a
estudiar. Para esto, se realizan diferentes formas de recolección de datos
(como por ejemplo entrevistas, grupos de discusión, etc.) y se interpretan las
líneas discursivas halladas. El resultado será el mapa de redes sociales y
triangulación explicada arriba. La investigación acerca de los grupos vinculados
al tema y de la acción producto de la intervención aparecerá en todos los
momentos de la IAP. Después de hacer este autodiagnóstico se difunden los
resultados y se forman, consolidan y amplían los grupos.

Negociar para construir el programa: Se hacen reuniones de negociación de


la programación con las asociaciones detectadas en el mapa y se elaboran
conjuntamente planes de acción. Es necesario tratar temas relacionados con:
presupuestos, búsqueda de recursos alternativos y de la coordinación desde
los/as propios/as participantes. El autor incorpora la noción de Programas de
Acción Inmediata (PAI) para desarrollar la investigación participativa. Éstos son
los programas que se derivan de los procesos de investigación y negociación.

Desarrollar y evaluar lo realizado: En esta etapa se desarrollan las acciones


que son propuestas por el/los grupos de trabajo; éstas deben ser difundidas.
Además se lleva a cabo la recogida de información, ya que sirve como material
para evaluar qué funciona o no para el logro de los objetivos.

A través de esta metodología, el autor, propone la posibilidad de acciones de


transformación social.
"Es en base a la praxis de los movimientos populares, y al compromiso con ellos,
donde podemos encontrar un campo lleno de estrellas que nos orienten hacia
horizontes de emancipación" (Villasante, 1993: 39).

198
La intervención social II: Intervenciones Participativas

4.3.3 Miradas críticas sobre la IAP

Varias críticas se han desarrollado a la Investigación Acción Participativa.


Jiménez afirma que una de las características de la IAP es que "la teoría es
sustituida por la ética de la acción" (Jiménez, 1994: 114). Así, se produce un
activismo comprometido con la acción política de los grupos populares sin una
conceptualización teórica profunda. Esto da como resultado una acción con
poca reflexión acerca de las condiciones sociales que producen las
desigualdades sociales y una sobreestimación del conocimiento popular como
guía de las acciones emancipatorias (sobre todo en la vertiente que proviene
de los aportes de Fals Borda). Jiménez (1994) también produce críticas acerca
del método de la IAP, específicamente sobre el papel de los/as agentes
interventores/as. Según él, Fals Borda acusa a ciertas intervenciones de
'desenfocadas': por un lado, las intervenciones de los sectores populares como
manipuladoras de las masas y, por otro, las intervenciones 'agitadoras' de los
grupos de oposición que buscan agudizar los conflictos y acentuar
contradicciones. Como contrapartida la IAP sería no manipulativa ni agitadora.
Sin embargo, según Jiménez, dentro de la IAP se puede producir una
manipulación más sofisticada al amparar a los/as interventores/as con el
discurso de la participación que "haga creer al objeto que es sujeto" (Jiménez,
1994: 120). Al proponer el descubrimiento por parte del/a investigador/a de la
memoria colectiva y devolverla sistemáticamente a las personas, se reifica una
autoridad en él/ella que reproduce los modelos de verticalidad de la ciencia y
de los actores que pretende criticar la IAP. Para el autor, la IAP
"debe ser replanteada críticamente a la luz de las nuevas situaciones que vivimos a
fines de milenio, de las nuevas formas de concebir la ciencia y la política, del
desencanto con el fundamentalismo autoritario y el universalismo objetivista en
ambos campos y la apertura a nuevos conceptos de un lenguaje liberado de moldes
rígidos y autocensuras y de las propuestas que comienzan a elaborarse en la nueva
psicología social latinoamericana." (Jiménez, 1994: 134).

Por otro lado, los autores del colectivo IOE (1993) advierten de la posibilidad de
que el discurso de la participación en la IAP sirva para que, desde los
organismos oficiales, se legitimen las acciones que son decididas desde
centros de poder específicos y no desde los intereses de las personas
afectadas (tal como puede suceder con la democracia representativa). El
colectivo IOE (1993) plantea la imposibilidad de una metodología participativa
válida y eficaz en sí misma, al margen de las prácticas sociales y del problema
del poder, ya que la participación en sí misma no es garantía de un

199
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

protagonismo real de la población en la toma de decisiones sino que puede ser


utilizada desde los poderes institucionales como legitimación de la propia
acción. Esto podría suceder en los dos planteamientos metodológicos
presentados en este apartado ya que la metodología de la IAP (especialmente
si se llega a una tecnificación de la misma, alejada de su potencial político)
puede ser utilizada con fines de normalización y adaptación social.

Por último, Goebel (1998) sostiene que aunque el uso de la IAP significa
incrementar el espacio de control del conocimiento creado por parte de los/as
participantes, esta postura puede oscurecer la complejidad de lo social y validar
puntos de vistas dominantes que son cristalizados como sentido común en un
conocimiento local monolítico (a través del uso del concepto de conocimiento
popular como producto unívoco de las personas en su acercamiento a la
realidad). Por un lado, los métodos de investigación basados en la IAP pueden
mostrar cómo funcionan las relaciones de poder dentro de los grupos, pero por
otro también pueden esconder estas relaciones de poder ya que se aboga por
el consenso y el silenciamiento de las voces disidentes y minoritarias en el
grupo. La IAP puede oscurecer muchas relaciones de poder que se dan en lo
local (por ejemplo en los conflictos grupales al interior de los propios procesos
de investigación – intervención – Bettencourt, 1996). Goebel (1998) Hace una
crítica a la visión de los grupos como homogéneos internamente y a lo que
denomina el 'conocimiento indígena' como monolítico.

A partir de los aportes de estos/as autores/as se abre una vertiente interesante


de crítica hacia la IAP. El asunto de las relaciones de poder dentro de la
Investigación Acción Participativa es focalizado con relación a, por un lado, las
relaciones de dominación presentes en la sociedad que hace que las personas
con las que se trabaja se encuentren en posición de opresión o exclusión con
respecto a otros grupos sociales y, por otro lado, a la crítica de la voz del/a
experto/a dentro de la relación de investigación - intervención.

Ahora bien, con relación al primer punto se dibuja la sociedad como una
sociedad en conflicto en el que ciertos grupos poderosos pueden tomar
decisiones que afectan a otros grupos en posiciones de marginación. La lucha
que propone la IAP a partir de la sociología militante, es la de 'ponerse' del lado
de quienes están oprimidos/as a través del compromiso político de los/as
investigadores/as para combatir estas relaciones. Se busca el 'empowerment'
del grupo con el que se trabaja para lograr la posibilidad del control de las
situaciones que afectan su vida cotidiana.

200
La intervención social II: Intervenciones Participativas

Con respecto a la relación entre investigadores/as e investigados/as, ya se ha


dicho que se busca una horizontalidad y una relación sujeto – sujeto. Esto se
hace a través de la igualación de los conocimientos propios de ambos grupos,
es decir, del conocimiento científico y el conocimiento popular. Las corrientes
de IAP proponen una relación no jerárquica entre estos dos tipos de
conocimientos. Por lo tanto, el diálogo planteado entre ambos actores se hace
desde la diferencia y la horizontalidad.

Ahora bien, estas forma de plantear las relaciones entre los grupos con los que
se trabaja y la sociedad (en particular los grupos que detentan poderes
económicos y políticos) y entre investigadores/as e investigados/as puede
conducir a crear una imagen de homogeneidad del grupo con el que se trabaja,
construyendo un sujeto colectivo único que accede a la investigación y la
acción que se contrapone a otro grupo (el de los/as poderosos/as) igualmente
homogéneo y sin contradicciones. La fuerza de la unicidad del grupo con el que
se trabaja es lo que otorga poder de decisión a partir del principio de
colaboración que debe estar presente en el proceso (de Miguel, 1993). Sin
embargo, autoras como Goebel (1998), a partir de un análisis informado por
posturas feministas críticas, afirman que esto puede llevar al peligro de que,
aunque la IAP sirva para denunciar ciertas relaciones de poder (especialmente
las que hemos nombrado anteriormente), oculta las posibles relaciones de
poder (como por ejemplo las relaciones de género) dentro del propio grupo de
trabajo, cosa que puede crear el efecto de marginación de las voces
minoritarias dentro de los propios grupos. A partir de los aportes de Jiménez
(1994) tampoco queda claro la potencialidad liberadora que da al grupo de
trabajo la relación con los/as investigadores/as externos/as debido a la
posibilidad de 'manipulación' intencionada o no de los grupos hacia ciertas
construcciones de la realidad predominantes y 'preferibles' para las acciones de
transformación social. El hecho de mantener la tajante diferenciación entre
ambos tipos de conocimiento (científico y popular) reifica las diferencias entre
ambos grupos y tiende a privilegiar la voz del/a experto/a dentro del proceso
(Ibáñez, 1996). De esta manera, el potencial liberador de la IAP quedaría
restringido a cierto tipo de relaciones de dominación definidas por el modelo de
comprensión de la sociedad como dos bloques sociales: el de los/as
poderosos/as y el de los/as no poderosos/as, en la cual éstos últimos deben
juntarse como actores colectivos – acompañados por los/as intelectuales
comprometidos/as - de manera de promover cambios en sus vidas.

201
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

4.4 Psicología (social) comunitaria


El nacimiento "oficial" de la psicología comunitaria data del año 1965 cuando se
celebró en Swampscott una conferencia en la que se utilizó por primera vez el
adjetivo 'comunitaria' para la psicología (Montero, 1994b; Sánchez, A. 1991;
Wiesenfeld, 1994; Cerullo, 1998). Allí se perfilaron las funciones y acciones de
grupos de psicólogos/as que ya se habían puesto en marcha en acciones
conjuntas con algunos/as psiquiatras/as en los centros de salud en poblaciones
menos favorecidas. Por su parte, en América Latina en estos mismos años se
estaban desarrollando los movimientos de inconformidad de los/as
profesionales de las ciencias sociales hacia las formas de conocimiento e
intervención que se estaban practicando. Sánchez, M. (1995) afirma que se
perfilan claramente dos vertientes históricas y conceptuales del movimiento de
acción comunitaria. Por un lado, la que se origina en Estados Unidos (ligada a
la psicología clínica y a la medicina) y, por otro, la que se origina en los países
de América Latina (ligada a las ciencias sociales, en general, y a la psicología
social, en particular). En España surge hacia la década de los años 70
"de las inquietudes sociales y el compromiso político de los psicólogos recién
titulados, con las posibilidades abiertas en los nuevos sistemas de prestación de
servicios (sociales, de salud, etc.) por las nuevas competencias municipales (y
autonómicas después) en conjunción con iniciativas barriales y profesionales
autogestionadas." (Sánchez, A. 1996: 54).

Así surgió una "subdisciplina" que se encargaría de hacer una práctica aplicada
al ámbito de la comunidad y de reflexionar y crear propuestas teóricas acerca
de esta práctica. Bajo este nombre se abre un paraguas de diferentes prácticas
y de relaciones posibles entre 'psicología' y 'comunidad'. Quintal de Freitas
(1994) sistematiza cuatro de las relaciones entre estas dos palabras. 1) La
psicología en la comunidad, la cual implica que se utilizan las herramientas
psicológicas tradicionales en lugares donde no están fortalecidos los servicios
de salud, como por ejemplo en vecindarios empobrecidos. En estos casos la
población es receptora de los servicios de los/as profesionales 2) La psicología
de la comunidad, en la cual los problemas son entendidos como derivados de
los factores económicos, políticos y sociales de las sociedades y los/as
profesionales se ponen al servicio de las demandas y necesidades de los
grupos comunitarios como activismo político. 3) La psicología comunitaria en la
cual se da una relación dialéctica entre personas de la comunidad y

202
La intervención social II: Intervenciones Participativas

profesionales. Esta práctica estaría orientada "por una visión materialista


histórico – dialéctica que se instrumentaliza para comprender las penetraciones
de la ideología dominante (en sus diferentes facetas) y en las esferas objetivas
y subjetivas de la vida humana, que se materializan en las relaciones
cotidianas" (Quintal de Freitas, 1994: 160). 4) Una última práctica – que según
la autora no tendría especificidad profesional – es la que considera que no hay
diferenciación entre la acción comunitaria y otras prácticas interventivas
generales; sin embargo, suele centrarse en la intervención terapéutico –
analítica y estudia los problemas como casos clínicos individuales. Esta postura
no permite la participación de las personas.

Esta autora describe este conjunto de prácticas, tomando partido claramente


por la tercera – psicología comunitaria – en la que los/as profesionales son
catalizadores/as sociales que trabajan con las personas de la comunidad hacia
la transformación social. Aunque en este caso este tipo de práctica sería la
'verdadera psicología comunitaria', en la literatura se han encontrado
predominantemente tres modelos a los que se apela bajo el rótulo de
psicología comunitaria. Estos son: el de salud mental comunitaria, el ecológico
y el que denominaremos de 'transformación social' (en el que se inscribe
Quintal de Freitas, 1994). Estas posturas se diferencian en su comprensión de
qué es la psicología comunitaria; sin embargo, hay autores/as cuyos trabajos
podrían clasificarse como pertenecientes a más de una de estas categorías,
como por ejemplo: Rappaport (1977) o Cronick (1989).

4.4.1 La salud mental comunitaria

El movimiento de salud mental comunitaria se funda en un interés por una


mejor y más equitativa distribución de los recursos de salud mental. Se basa en
una crítica a las definiciones tradicionales intrapsíquicas de salud/enfermedad
mental propias del paradigma positivista dominante para el momento de su
surgimiento. Estas críticas se centran
"en el reduccionismo biologicista, en el tratamiento dirigido al individuo aislado,
pasivo y paciente, considerado como unidad de análisis e intervención, y en la duda
sobre la competencia de los profesionales de la medicina para el tratamiento de
problemas que requieran un abordaje más psicológico y social." (Sánchez, M. 1995:
226).

En oposición al modelo dominante, se postula el énfasis en los factores


sociales como origen de los problemas de salud mental y la definición de
comunidad como una red de relaciones interpersonales (Chacón y García,

203
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

1998). La práctica consecuente con estos postulados es la creación de


unidades de salud mental en zonas rurales y urbanas dedicadas a poner en
marcha intervenciones de carácter preventivo y también de curar a los/as
enfermos/as de estas zonas. El problema de la salud mental pasa a ser un
problema de la comunidad; así, para llevar a cabo los programas de prevención
y tratamiento es necesaria la cooperación entre centros y miembros de la
comunidad. A partir de la creencia en que las condiciones sociales, culturales,
económicas, etc. de las personas es uno de los factores primordiales dentro de
la salud mental, la prevención primaria aparece como una herramienta
poderosa para promover la salud. La creación de redes de apoyo entre los
miembros de la comunidad y el uso de los servicios prestados por los centros
de salud es promovida por parte de los/as profesionales que llevan a cabo
estas prácticas.

En resumen, el movimiento de salud mental comunitaria tiene su novedad en la


conceptualización de los diagnósticos o causas de la enfermedad mental y en
las formas de intervención que se derivan de este diagnóstico diferente al de
los tratamientos tradicionales.

En cuanto a las causas de la disfuncionalidad, se postula que las fuerzas


sociales juegan un papel relevante en la determinación de la conducta humana,
por lo tanto, ciertos factores ambientales pueden situar a las personas en
situaciones de riesgo para tener enfermedades mentales. Esos factores reflejan
la acción conjunta entre los ambientes físicos, sociales e históricos. Como
consecuencia de lo anterior, la enfermedad mental no puede ser analizada
solamente en su vertiente individual, sino en su contexto social y comunitario.

Con relación a las formas de intervención, se señala que el entorno social es


también fuente de recursos y potencialidades. Las comunidades tienen medios
que permiten que los grupos sociales puedan adaptarse a las demandas
puestas por la vida. La intervención sobre el entorno y el cambio social
producto de esta intervención tiene un efecto significativo en la reducción de la
disfunción social y clínica producida en los individuos y grupos que los habitan,
en tanto que la no modificación de esos entornos (el social sobre todo)
mantendrían esas disfunciones. Sarason (1974), por ejemplo, se refiere al
sentido psicológico de la comunidad lo cual remite al sentimiento de vinculación
a una red de relaciones de apoyo mutuo que, al tiempo que proporciona
consciencia de pertenencia e identificación, protege contra los efectos
psicológicamente destructivos del desarraigo social. Por último, el incremento

204
La intervención social II: Intervenciones Participativas

de la competencia o fortalecimiento (capacidad resolutiva de problemas, salud,


bienestar, etc.) tiene un efecto de prevención sobre el desarrollo de los
trastornos mentales y los problemas psicosociales en las poblaciones
(Sánchez, A. 1996; Fernández y Niceboim, 1998).

En este modelo se crean y fortalecen las instituciones que prestan servicio a la


comunidad y se entiende que las condiciones sociales en las que viven las
personas pueden ser mejoradas a partir de intervenciones concretas por parte
de los/as profesionales, en las que también participen las personas mismas,
según los presupuestos planteados por los/as primeros/as (Montero, 1994b).
Se evita una comprensión conflictivista del entorno (en términos de lucha de
clase o de conceptualizar las relaciones de poder entre opresores/as y
oprimidos/as), y se busca la adaptación conductual de las personas a sus
ambientes "potenciando la sensación psicológica de comunidad creando
nuevas redes sociales, o simplemente dotándoles de mayores recursos
económicos" (Chacón y García, 1998: 37).

4.4.2 Modelo ecológico

El modelo ecológico está ya presente en los inicios de la psicología comunitaria


al subrayar la importancia de los factores medioambientales y sociales del
comportamiento y la necesidad de conceptualizar la intervención desde una
óptica preventiva y proactiva (Martínez, 1997). Sin embargo, a diferencia de las
posturas en el ámbito de la salud mental comunitaria, en la perspectiva
ecológica se hace énfasis en la reciprocidad de los elementos del sistema más
que en el control de los factores ambientales (Cronick, 1989). La premisa
fundamental de la perspectiva ecológica es que la persona y el ambiente no
son sólo dos factores que interactúan sino que son una unidad funcional que se
caracteriza por su cambio continuo. (Chacón y García, 1998)

Las intervenciones bajo esta perspectiva no deben estar enfocadas a partir de


las características de las personas (o grupo problema), sino a la relación entre
ellas y las propiedades del entorno (factores y recursos en interacción con el
sujeto), ya que los problemas surgen en esta relación. Una relación dialéctica
inadecuada entre el individuo (o grupo) y los recursos del entorno puede ser la
causa de que algún problema surja y se mantenga. La ayuda (intervención) se
enfoca en el marco de esa relación, teniendo presente el hecho de respetar los
valores implícitos o manifiestos del propio entorno. Es necesaria una
intervención adecuada para proporcionar las bases para que la comunidad sea

205
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

capaz - de forma autónoma- de desarrollar sus propios recursos a través de


procesos de institucionalización (redes sociales, voluntariado, autoayuda, etc.).
(Martínez, 1997)

Según Chacón y García (1998), los principios de una psicología comunitaria


ecológica son: 1) Principio de la interdependencia de los elementos del
sistema, es decir, que cuando se transforma una parte del sistema, todos los
demás elementos se transformarán dada su relación de interacción dinámica
en el tiempo. 2) Principio de adaptación, a través del cual se busca la
congruencia entre las capacidades de las personas y las exigencias y
oportunidades del medio ambiente. A partir de este principio se enfatiza la
optimización de la relación persona - ambiente (a diferencia del énfasis en el
déficit de la persona). 3) Principio de sucesión o evolución, lo cual implica el
continuo cambio en el que está inmersa la comunidad y la necesidad de hacer
estudios longitudinales e históricos para la intervención. 4) Principio de
recursos cíclicos o de procesamiento de recursos. Este principio muestra cómo
las personas de la comunidad logran utilizar y modificar los recursos a medida
que cambian las demandas.

Trickett (1998), importante representante de esta corriente, ha señalado que la


plena incorporación de la dimensión cultural y contextual tanto en las
actividades interventivas como en la estructura conceptual de los problemas,
sería la mejor contribución que de cara al futuro se puede hacer desde la
Psicología Comunitaria. En los desarrollos teóricos de Trickett, la intervención
comunitaria debe tomar en cuenta los recursos de los contextos de los
individuos, como por ejemplo el ambiente social que envuelve a los/as
adolescentes en la escuela (Trickett y Schmid, 1993).

Esta perspectiva esta informada por los desarrollos dentro de la psicología de


la teoría de sistemas ya que incorpora la interrelación entre los diferentes
elementos de un campo. La intervención debe primero estudiar
cuidadosamente cuáles son los factores presentes en los contextos sociales y
culturales de la comunidad y, a partir de allí, fomentar el uso de recursos y la
adaptación o transformación de las personas en estos ambientes a través del
tiempo. La principal meta es la búsqueda de la calidad de vida de las personas
a partir del fortalecimiento de las redes en la comunidad y sus recursos, de
manera de que puedan resolver los problemas con los que se enfrentan de
manera autónoma. En este modelo se fortalecen las transformaciones de las

206
La intervención social II: Intervenciones Participativas

personas (o grupos) y del ambiente de manera de que haya una coherencia


entre ambos.

4.4.3 Psicología comunitaria de la transformación

Aunque los modelos anteriormente descritos buscan transformaciones (tanto


en salud mental de las personas, en el primer caso, como de la relación
persona – ambiente, en el segundo), las perspectivas de la psicología
comunitaria de la transformación social, se diferencian de éstas en su énfasis
en el cambio social como opción política.
"Organizar y empoderar (empower) a los ciudadanos es la tarea política más
importante, ya que trae consigo la construcción de un espacio público accesible a
los grupos sociales que a veces son excluidos y, por tanto, provee un foro donde
voces usualmente silentes pueden ser escuchadas" (Montero, 1998a: 200).

Estas posturas son las que más estrechamente se relacionan con las otras
perspectivas desarrolladas en este capítulo tales como la Investigación Acción
Participativa (Fals Borda, 1959) la Educación Popular (Freire, 1970a) y la
Teología de la Liberación (Martín – Baró, 1990); ya que toman las posturas
críticas de estas perspectivas para desarrollar una psicología comunitaria
comprometida con los sectores más empobrecidos de la población. Wiesenfeld
(1998) afirma que desde el punto de vista de la psicología social comunitaria, la
intervención comunitaria esta orientada por el énfasis en el cambio social. Esto
ocurre a través de la concientización y la subsecuente participación de los
miembros de la comunidad en la solución de sus propios problemas.

Hay acuerdo entre autores/as en cuáles son las características de esta


psicología comunitaria (Serrano – García, 1989; Montero, 1994b, Freitas, 1996;
Lane, 1996, Quintal de Freitas, 1996; Wiesenfeld, 1998):

• Énfasis en la transformación social. Cómo se ha dicho antes, el objetivo


primordial de la acción comunitaria es la transformación de la realidad
social, a través de procesos de reflexión - acción.

• Los problemas sociales son causados por la estructura social desigual, en


la cual la inmensa mayoría de las personas está excluida de los recursos
que por derecho le corresponden (en este sentido está patente la influencia
de los desarrollos marxistas y de la teoría de la dependencia y sus efectos
de subdesarrollo).

• Uso de las teorías de la ideología, la alienación y el poder entre otras


herramientas psicosociales de comprensión e intervención.

207
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

• Construccionismo social, esto implica que el conocimiento se da en los


intercambios sociales y que es necesario comprometerse con el desarrollo
de modelos y métodos que permitan la libre expresión de diferentes
construcciones de las personas investigadas.

• Problematización de la relación entre la producción teórica y la aplicación


del conocimiento. Se parte del presupuesto de que el conocimiento se
produce en la interacción entre el/la profesional y los/as sujetos de
investigación.

• Imposibilidad de la neutralidad del/la investigador/a. Por lo tanto, el/la


agente externo/a debe explicitar su compromiso con los miembros de la
comunidad.
• Relación horizontal entre quienes intervienen y quienes son intervenidos/as.

En 1984 Maritza Montero produce una definición de la Psicología Comunitaria


que ha sido ampliamente aceptada actualmente y que combina muchos de los
factores nombrados hasta ahora. La psicología social comunitaria es, para ella,
la
“rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que
permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos
pueden ejercer sobre su ambiente individual y social, para solucionar problemas que
los aquejan y lograr cambios en estos ambientes y en la estructura social” (Montero,
1984: 390).

En este concepto se enfatiza en fomentar el control y el poder de los grupos


con los que se trabaja. El concepto de “empowerment”, originalmente
desarrollado en Estados Unidos por Rappaport (1977) y posteriormente tomado
por Irma Serrano García en Puerto Rico, también retoma este aspecto. Según
esta autora el empowerment “es un proceso mediante el cual las personas
obtienen control de sus vidas individual y colectivamente” (Serrano García,
1989: 7). Todo esto enmarcado en un sistema donde la distribución equitativa
de los recursos psicológicos y sociales es indispensable.

De los tres modelos descritos hasta ahora dentro del ámbito de la psicología
comunitaria, este último – el de la transformación social – es el que más
explícitamente incorpora a las personas afectadas en los procesos de cambio a
partir de la relación entre agentes "externos/as" y agentes "internos/as". Por
esta razón, en este apartado estudiaremos los conceptos que han sido
desarrollados en esta última perspectiva; ya que para efectos de este capítulo

208
La intervención social II: Intervenciones Participativas

nos interesa profundizar en las características de las perspectivas


participativas.
4.4.3.1 Redes de conceptos

Comunidad y sentido de comunidad

El concepto de comunidad ha sido tratado de diversas maneras por los/as


autores/as que escriben en el ámbito de la psicología comunitaria (Montero,
1996, 1998; Sawaia, 1996, Montenegro, 1998; Krause, 1999, Pallí, 1999). Para
Wiesenfeld
“uno de los temas que suscita gran interés en la psicología social comunitaria es el
de comunidad, por constituir ésta el contexto por excelencia de los actores y
procesos fundamentales en la disciplina”. (Wiesenfeld, 1997: 10).

Según Montero (1996), en los orígenes de la psicología comunitaria se


conceptualizó la comunidad a partir de un criterio pragmático: se definía en
relación con el grupo popular particular en el que se actuaba, tomando en
cuenta
“el hecho concreto de la situación histórica: la convivencia de personas, en la que
inevitablemente comparten problemas, experiencias y formas de vida, todo ello en
condiciones de opresión y marginalidad” (Montero, 1996: 25).

Sin embargo, a partir de aportaciones de otras disciplinas - como la sociología


(Tonnies, 1887; Sennet, 1975) - y de la misma práctica comunitaria se fueron
desarrollando elementos conceptuales para definir “comunidad”. Wiesenfeld
(1997) hace una recopilación de diferentes conceptos utilizados y afirma que
éstos hacen referencia a los elementos que la conforman (individuos y
contexto físico que definen su naturaleza: residencial, laboral, recreativa,
política, religiosa, etc.) y a los procesos que se desarrollan en estos
componentes (psicológicos, sociales, culturales). Además, agrega que
“independientemente del contexto y del motivo (intereses, necesidades) que según
diferentes autores llevan a las personas a agruparse, organizarse y establecer
nexos socioafectivos que los hacen sentirse - por lo menos en la dimensión que los
cohesiona - como parte de lo mismo, existe un denominador común en todas las
definiciones que consiste en la tendencia a destacar las semejanzas entre los
miembros de la comunidad como la condición necesaria para que el grupo se
identifique con la misma” (Wiesenfeld, 1997: 13).

Se crea, a partir de estas agrupaciones, un “nosotros” que se define en


contraste a un “otros” que se refiere a las personas que no forman parte de
dicha comunidad (Wiesenfeld, 1997; León, 1999).

209
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Otro elemento que ha cobrado importancia en la agrupación y organización de


las personas en procesos comunitarios concretos y que ha sido tomado en
cuenta en las conceptualizaciones dentro de la psicología comunitaria (por
ejemplo García y Giuliani, 1992) es el sentido de comunidad. Este concepto se
refiere a aquellos sentimientos que unen a los miembros de la comunidad como
personas que pertenecen a un grupo y se autodefinen como tal; éste actúa
como elemento cohesionador y potenciador de la acción en común; al mismo
tiempo, el sentido de comunidad es potenciado por dicha acción comunitaria.
Estos autores incluso llegan a plantearse la pregunta de si “podría existir una
comunidad sin que sus miembros desarrollen un sentido de comunidad”
(García, Giuliani y Wiesenfeld, 1994: 100).

Se ha creado, dentro del ámbito de la psicología comunitaria, un concepto de


comunidad que intenta diferenciar a este grupo social de otros tipos de
agrupaciones.
"Se trata de un grupo social dinámico, histórico y culturalmente constituido y
desarrollado, preexistente a la presencia de los investigadores o de los interventores
sociales, que comparte intereses, objetivos, necesidades y problemas, en un
espacio y un tiempo determinados y que genera colectivamente una identidad, así
como formas organizativas, desarrollando y empleando recursos para lograr sus
fines" (Montero, 1998b: 212).

Según Montero (1998b), las principales características de una comunidad como


grupo social son:

• Ocupación de un área geográfica específica de un lugar que muchas veces


presta su nombre a la comunidad.
• Relaciones sociales frecuentes, habituales, muchas veces cara a cara

• Se comparten tanto ventajas y beneficios, en cuanto a intereses, objetivos,


necesidades y problemas, por el hecho de que sus miembros están
inmersos en situaciones sociales, históricas, culturales y económicas
particulares.

• Presencia de alguna forma de organización, en función de lo anterior, que


conduce a modos de acción colectiva para alcanzar algunos fines.

• Una identidad y un sentimiento de pertenencia en las personas que la


integran y que contribuyen a desarrollar un sentido de comunidad.
• Carácter histórico y dinámico.

210
La intervención social II: Intervenciones Participativas

• Constituye un nivel de integración mucho más concreto que el de otras


formas colectivas tales como la clase social, la región, la denominación
religiosa, o la nación y, a la vez, más amplia que un grupo primario.

• Existencia de una cultura compartida, así como de habilidades y recursos,


derivados a la vez que generadores, de esa cultura.

A pesar de la claridad expuesta en esta definición, algunas autoras advierten


que las maneras en las que se conceptualiza 'comunidad' es producto y, a la
vez, determina hasta cierto punto, la práctica de la psicología comunitaria.
Sawaia (1996), por ejemplo, advierte que el uso de la definición de comunidad
difiere dependiendo del ámbito de la psicología comunitaria donde es utilizado.
En la psicología basada en la salud mental o incluso en algunos de los trabajos
que se encuentran bajo el modelo ecológico, la comunidad es entendida como
unidad consensual, sujeto único y homogéneo, lugar de manejo de conflicto y
cambios de actitudes. La práctica que aquí se hace está destinada a la unión
de esfuerzos entre el pueblo y la autoridad gubernamental para mejorar las
condiciones de vida de comunidades y, a través de ellas, integrarlas a la
sociedad nacional, construyendo la prosperidad del país. Su delimitación es
espacial/geográfica. En el contexto de la psicología social comunitaria de la
transformación, en cambio, la comunidad ha sido entendida como lugar de
reunión de pares de la clase trabajadora, considerada agente social capaz de
realizar la intencionalidad práctica de la teoría crítica, esto es, la negación de la
exclusión en el capitalismo, mantenida por la explotación de plusvalía y por la
alienación del hombre del producto de su trabajo. Por esta razón, es vista como
un lugar de acción colectiva para el cambio social (Hernández, 1996).

A pesar de las diferencias, las dos corrientes se aproximan tomando elementos


filosóficos y sociológicos de las teorías clásicas: acción conjunta, red de
sociabilidad basada en la cooperación y la solidaridad, homogeneización de
intereses en torno a necesidades colectivas, lugar de sentimientos nobles y no
individualistas (como amistad, honra, lealtad) y espacio geográfico y empírico
de acción e investigación (Sawaia, 1996). En ambos casos, 'la comunidad' se
sigue asumiendo como un todo que 'preexiste' a la investigación e intervención
de los/as agentes "externos/as" y como el "nosotros" que se separa del "ellos" y
conforma una unidad con intereses, problemas y también recursos
homogéneos. Lo que resalta la autora es que la comunidad, más que una
categoría científica – analítica, es una categoría orientadora de la acción y la
reflexión sobre su contenido es extremadamente sensible al contexto social en

211
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

el que se inserta, ya que está asociada al debate sobre exclusión social y


bienestar.

Pallí (1999) introduce un cuestionamiento a la pretensión de definición del


concepto de comunidad de la psicología social comunitaria. Para ella, resulta
una contradicción querer definir la comunidad como 'objeto de estudio' si el
modelo de acercamiento a la comunidad promovido por la psicología
comunitaria de la transformación social insiste en la construcción del
conocimiento social a través del diálogo entre profesionales y miembros de la
comunidad. Pareciera, entonces, que el hecho de producir definiciones
cerradas de comunidad obedece a un ejercicio de poder por parte de los/as
científicos/as sociales en el seno de esta relación. La autora hace una
clasificación de cómo puede ser vista la comunidad por parte de algunas
personas que hacen trabajo comunitario: La comunidad como contaminante
(impura, sucia, peligrosa), la comunidad como algo deficitario (necesitada, con
problemas, etc.) o como algo débil (que debe ser preservada en su integridad
como comunidad distinta a las otras partes de la sociedad, un espacio en el
que el/la profesional teme tener injerencia por el miedo de influenciar
"demasiado" a la comunidad). "Lo que estas tres maneras de aproximarse a la
comunidad (como algo contaminante, deficitario o débil) nos pueden enseñar
es la perversidad de definirla y diferenciarla desde la posición del agente
externo" (Pallí, 1999: 20). Concluye que la comunidad no es el fruto de
relaciones sino que es relaciones.

Wiesenfeld (1997), por su parte, incluye la acción del/a profesional en su


definición de comunidad, haciendo, a su vez, una crítica sobre la preexistencia
de la comunidad como principio teórico de la psicología comunitaria. La
comunidad, pues, surge como un producto que se realiza a partir de las
definiciones dadas en los procesos particulares de trabajo, “como una
coproducción donde se reconoce la presencia del profesional.” (Wiesenfeld,
1997: 12).

Montenegro (1998), a partir de un proceso concreto desarrollado en el barrio


"Niño Jesús" de Caracas, propone que el propio concepto de comunidad (y sus
límites) se define y redefine constantemente en situaciones específicas, como
localización de significados contradictorios, competentes y con límites
imprecisos. Concluye que la utilidad del término no está en su poder
'descriptivo', que es una de las maneras en las que ha sido utilizado hasta

212
La intervención social II: Intervenciones Participativas

ahora dentro del contexto de la psicología social comunitaria, o en su presencia


u ausencia en términos ontológicos, sino en los
"posibles usos contingentes que se puedan hacer del término comunidad que sirvan
a objetivos específicos en ciertos momentos sin tener que asumir necesariamente
su estaticidad" (Montenegro, 1998: 129).

El aporte de la psicología social

Hemos visto cómo gran parte de los desarrollos de la psicología comunitaria de


la transformación social, se han derivado del interés de psicólogos/as sociales
comprometidos/as con la necesidad de transformación de las asimetrías
sociales, económicas y culturales presente en la sociedad. Se han utilizado
muchas de las herramientas de la psicología social para interpretar los
procesos comunitarios y para impulsar la acción social a partir del diálogo entre
agentes externos/as e internos/as. La psicología social como disciplina que
cabalga entre lo psicológico y lo social es útil para pensar aquellos procesos en
los que lo psicológico es social y lo social deviene psicológico. También en la
propia manera de intervenir, además de los aportes de la Investigación Acción
Participativa (tratada en el apartado anterior), se han tomado las nociones de
grupo (Lane, 1996) y las técnicas propias de la investigación psicosocial (como
las encuestas, cuestionarios, etc.) y de intervención (como la dinámica de
grupos) en la práctica psicosocial comunitaria (Wiesenfeld, 1994).

Dado que la propia psicología (social) comunitaria no tenía, en sus inicios,


desarrollos teóricos sólidos, muchos de los conceptos y metodologías que ha
utilizado son 'prestados' de otras ciencias sociales (entre ellas, de la psicología
social). La adopción de los principios de la construcción social del conocimiento
de Berger y Luckman (1967) asume, como hemos dicho, las diferencias (y no
asimetrías) entre las construcciones del mundo de las personas de la
comunidad y los/as profesionales. Estos autores, según Serrano – García y
López (1994), establecen que el entendimiento sobre la realidad variará según
el momento histórico y el lugar y dependerá de los intercambios sociales que
se lleven a cabo para construirla, entenderla y transformarla. En este sentido,
es útil para la psicología social comunitaria el uso de estos conceptos ya que
asumen el carácter histórico de los conocimientos y la naturaleza transformable
de la realidad social a través de la reflexión y la acción.

Otro aporte es el de Escovar (1980) quien elabora un modelo en el que integra


algunas de las teorías de alcance medio desarrolladas por teóricos
psicosociales y las relaciona con las condiciones estructurales (económicas,

213
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

sociales y culturales) en la que viven ciertos grupos menos privilegiados. Estas


condiciones tienen efectos en las percepciones de estas personas y en las
maneras en las que actúan; por ejemplo, influyen en la percepción de control
que tienen las personas sobre sus condiciones de vida. Para ilustrar este
punto, el autor utiliza el concepto de locus de control interno - externo. Así, las
personas pueden considerar que no hay relación entre las acciones que
emprenden y las consecuencias de estas acciones. Cuando su atribución es al
azar, al destino o a la influencia de los 'otros poderosos', se dice que las
personas tienen una orientación de locus de control externo, y cuando se
atribuyen las consecuencias a las propias acciones desarrolladas por ellos/as,
es una orientación de locus de control interno. De este modo la psicología
social comunitaria, con su intervención, busca que las personas adquieran (y
perciban) el control sobre sus acciones y el medio ambiente. Otro concepto
utilizado por Escovar (1980) en su modelo es el de desesperanza aprendida
(Seligman, 1975). Este concepto se refiere a los ámbitos motivacionales y de
actitud. Las personas se presentan como pasivas, apáticas o deprimidas, frente
a su medio ambiente ya que 'aprenden' a estar 'desesperanzadas' frente a la
imposibilidad de su acción sobre los aspectos de su vida que les gustaría
cambiar. Otra consecuencia psicológica es la presencia de lo que Seeman
(1959) llamó alienación normativa; esto es, la creencia de que para lograr los
objetivos deseados es necesario adoptar conductas desviadas o utilizar medios
ilícitos. Las teorizaciones hechas por Escovar (1980) han ayudado a los/as
psicólogos/as sociales a interpretar y a actuar sobre estos factores. Sin
embargo, según este autor, para lograr la transformación social es necesario
actuar en el nivel de los factores estructurales y psicosociales conjuntamente.
Esto está en consonancia con las otras perspectivas que hemos tratado, en las
que se hace un diagnóstico de lo social como estructuralmente asimétrico y se
teoriza sobre las consecuencias de esta asimetría en las conciencias de las
personas (Freire, 1970b).

En la psicología social comunitaria también se utiliza la noción de socialización,


ya que se teoriza que las personas han sido socializadas para actuar de
manera que muchas veces, con sus acciones, reproducen las relaciones de
dominación presentes en la sociedad (e incluso las relaciones internacionales
de dependencia). La psicología social comunitaria tiene entre sus objetivos
buscar la resocialización de los grupos con los que trabaja a través de las
acciones que se planifican y ejecutan en los diferentes procesos. Montero
(1989: 15), al referirse a una de las funciones de la psicología social

214
La intervención social II: Intervenciones Participativas

comunitaria, dice que es necesario "socializar como medio de generar


conductas que respondan a una proyección activa del individuo en su medio
ambiente social, así como una concepción equilibrada de ese medio y de su
lugar en él."

También el concepto de concientización y los conceptos cercanos (como por


ejemplo desalienación, problematización o desideologización), aunque son
tomados básicamente de la corriente marxista en sociología, han tenido un
trato psicosocial dentro de la psicología comunitaria en el sentido de que se
interpretan como construidos en el intersticio entre lo individual y lo social. El
proceso de concientización es definido como un proceso gradual en el que
individuos y grupos adquieren grados crecientes de conciencia de las
concepciones ideológicas de la realidad (Barreiro, 1976; Montero, 1991). Este
proceso se ha relacionado con las actitudes, valores, prejuicios y creencias que
sostienen las personas sobre la realidad social (Montero, 1989).
Concientización, implica pues, develar elementos ideológicos presentes en la
vida social a través del diálogo entre agentes "externos/as" y agentes
"internos/as", de modo que las personas “se den cuenta” de situaciones
injustas; y a partir de esto, se movilicen hacia una acción para revertir estas
situaciones. La concientización es facilitada por actividades tales como
discusiones grupales y la planificación y ejecución de acciones; es decir, el
proceso de reflexión - acción. El concepto de concientización tomado por la
psicología social comunitaria es adoptado de los desarrollos de P. Freire
(1970a) cuando se refiere a las maneras en las que las personas, mediadas
por el trabajo grupal, pueden reconsiderar los significados naturalizados que
reproducen las relaciones de dominación presentes en la sociedad. En este
sentido, a través de la concientización se atribuyen nuevos significados a los
contenidos implícitos en las concepciones de la relación persona – mundo,
persona – persona, estos significados deben ser el producto del análisis y la
generación de conocimientos sobre situaciones específicas de las
circunstancias históricas particulares (Cerullo, 1998). Esta noción de
concientización, como se ha dicho en el apartado de educación popular, está
basada en la noción marxista de ideología.

Otros aportes de la psicología social a las acciones comunitarias han sido los
desarrollos de los trabajos grupales en el seno de la investigación –
intervención. El grupo es la condición del conocimiento de la realidad común.
La problematización teorizada por Freire (1970a) se da en el diálogo entre

215
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

educadores/as y educandos/as en el seno del grupo que es el espacio de


reflexión en el que se desarrollan estas intervenciones. Por otro lado, la acción
organizada desde la cual se preparan las actividades en las perspectivas
participativas estudiadas (y también, por tanto en la psicología social
comunitaria) se da a partir de las negociaciones en el grupo de trabajo que es
contactado en el inicio del proceso. Además, en el seno del grupo se
desarrollan las relaciones afectivas que sirven de soporte a la reflexión y la
acción (León y Montenegro, 1998). De esta manera, en la psicología social
comunitaria se postula que en el seno del grupo se construye la identidad del
"nosotros" (como grupo más pequeño que la comunidad) desde el cual se
planifica, ejecuta y evalúa la acción comunitaria. Este grupo funciona como
minoría activa que se moviliza para hacer valer sus acciones frente a la
mayoría (Montero, 1998a).

Esta conceptualización, según Montenegro (1998) tiende a dar una impresión


de inmovilidad a los grupos con los que se trabaja en la acción comunitaria,
dejando de lado las continuas construcciones y reconstrucciones de los grupos
de trabajo a través de las entradas y salidas de diferentes personas
(incluidos/as los/as profesionales) y de los diversos procesos de definición que
se dan a lo largo de los procesos comunitarios. Esto puede producir una idea
de "grupo cerrado" que impide la permeabilidad de las personas en los trabajos
comunitarios y desfavorece el hecho de entender estos procesos como redes
de relaciones (Spink, 1999).

Por último, las técnicas de investigación propias de la psicología social son


utilizadas por la psicología comunitaria. Las técnicas de estudio cuantitativo (al
hacer estudios demográficos de la comunidad, de frecuencia de asistencia a
algún servicio comunitario o bien de cómo funcionan las redes y sistemas
sociales) y las de análisis cualitativo (tal como observaciones en situaciones
concretas, entrevistas en profundidad que permiten entender las
interpretaciones, significados, intenciones, etc. de las situaciones comunitarias)
son utilizadas en conjunto para lograr los objetivos que se proponga el grupo
de trabajo (Wiesenfeld, 1998). Uno de los aportes principales de los/as
profesionales en los procesos comunitarios consiste en trabajar con estas
técnicas y socializarlas con las personas de la comunidad. Este proceso se ha
denominado "desprofesionalización" (Goncalves, 1997 - Esta autora incorpora
también la entrega sistemática del conocimiento popular que ocurre por parte
del grupo de la comunidad hacia los/as profesionales).

216
La intervención social II: Intervenciones Participativas

A partir de esta panorámica, observamos que la psicología social comunitaria


ha utilizado una gran cantidad de herramientas teóricas y metodológicas de la
psicología social y otras ciencias sociales para interpretar los procesos
comunitarios y para actuar profesionalmente en ellos. Este uso toma en cuenta
conceptos de tradiciones de pensamiento muy diferentes entre sí –
aproximaciones fenomenológicas junto con posturas cuantitativas o conceptos
psicosociales asociados a la tradición positivista de la psicología social con
elementos de las teorías críticas marxistas o del construccionismo social. Esta
conjunción puede ser problemática en cuanto a los implícitos ontológicos y
epistemológicos que subyacen a las diferentes perspectivas, los cuales son
contradictorios entre sí. Pallí (1999), por ejemplo, reconoce su atracción por la
perspectiva de la psicología comunitaria como desarrollo teórico - práctico
hacia la transformación social pero, a la vez, encuentra contradicciones dentro
de las posturas epistemológicas que la sustentan. En el momento de la práctica
comunitaria, aunque está clara la postura política y de compromiso de los/as
interventores/as, no se ve tan claramente cuáles son los presupuestos teóricos
y filosóficos que están en la base de la posición de quienes intervienen (a partir
de la cual se inicia el diálogo entre ellos/as y las personas de la comunidad).
Participación

El tema de la participación ha tenido gran interés para quienes forman parte de


las corrientes trabajadas en este capítulo. Por esta razón ha sido el eje por el
cual hemos decidido separar los diferentes tipos de intervención social entre
aquellas que ponen énfasis en la participación de las personas afectadas en la
solución de los problemas que les aquejan y aquellas que no enfatizan tanto en
esos aspectos. Aunque en la literatura reciente (López Cabanas y Chacón,
1997) se nota cada vez más la necesidad e importancia de la participación, a
partir de las lecturas hechas para esta investigación, hemos podido observar
que la participación tiene diferentes acepciones y formas de ser llevada a cabo
según los modelos teóricos y prácticos sobre los cuales se basa la
intervención.

Rueda (1996) hace una distinción que es útil para comenzar a hablar de
participación. Él contrasta lo que es la acción social (como movimientos que
surgen de la propia comunidad y que se desarrollan como movimientos
sociales) y la intervención social (como actuación nacida de la capacidad tecno
– científica de atender o incidir en un problema, lo cual sería el cambio social
planificado). Cuando se habla de la participación dentro del ámbito de la

217
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

intervención social, se está tratando sobre la relación entre profesionales y


personas atendidas o miembros de la comunidad. Es decir, se trata de la
participación de las personas en las acciones propuestas desde las
instituciones de servicios a la comunidad o de la participación en los grupos de
trabajo que surgen de los procesos de investigación acción participativa. En la
literatura consultada poca reflexión se hace en la participación de las personas
en movimientos en los que no participen profesionales. (Sólo en la corriente de
sociología militante se abordan las características de los movimientos sociales
que surgen espontáneamente; sin embargo también allí, se discute qué tipo de
inserción debe tener el/la profesional en estos movimientos - Jiménez, 1994).
A partir de esta base – es decir de la mirada desde el/la agente "externo/a"
(Pallí, 1999) - se hacen las reflexiones en torno al concepto de participación.

Marín (1988) acude a la definición de la Real Academia Española de la lengua.


Participar significa: "1) Tomar uno parte en una cosa. 2) Recibir una parte de
algo. 3) Compartir, tener las mismas opiniones, ideas, etc., que otra persona. 4)
Dar parte, notificar, comunicar". La participación, dentro del ámbito de la
intervención social sobre todo asume la acepción de 'tomar parte de algo', se
refiere a cuando las personas forman parte de un proceso de transformación.
Montero (1996) trabaja este concepto y afirma que en la psicología social
comunitaria, mientras las personas forman parte de algo, también reciben parte
de ese algo (la segunda acepción) ya que ese proceso les pertenece y,
además, comparten opiniones e ideas en el proceso de reflexión y acción
propuesto (tercera acepción).
Aunque la definición de diccionario sirve para establecer un marco de lo que se
entiende como participación, la diferencia entre las diferentes posturas se basa
en las maneras en la que las personas forman parte de ese 'algo'. Marín (1988)
hace distinciones con relación a las formas de participación: 1) Participación
plena: cuando se comparte el poder. 2) Participación parcial: cuando sólo se
puede influir en las decisiones (sería como tener voz y no voto). 3)
Pseudoparticipación: cuando los temas en cuya decisión se participa en
realidad ya han sido decididos previamente. Esta última sería la acepción
tecnocrática de la participación que se sitúa como una estrategia para
mantener los intereses del poder establecido ya que comporta una serie de
ventajas y beneficios, tales como: implica al los/as ciudadanos/as en objetivos
eficientistas; favorece la búsqueda de una mayor motivación y satisfacción en
el trabajo; facilita la introducción de cambios; reduce el conflicto; mejora la toma

218
La intervención social II: Intervenciones Participativas

de decisiones y la calidad de las mismas y, en definitiva, puede permitir un


mayor control. Un ejemplo de este tipo de acercamiento lo encontramos en
una cita de Sánchez, A. (1996: 274):
"Cuando los profesionales planteamos el tema de la participación suele ser, sin
embargo, en relación a un proyecto o actividad que iniciamos porque nos parece
interesante, útil o necesario y en el que queremos interesar a la comunidad,
haciéndola parte activa de él y de su realización." (Énfasis en el original).

Este es un ejemplo de cuando la participación es promovida a partir de la


planificación de la acción por parte de los/as profesionales que buscan que las
personas se incorporen a las acciones propuestas por ellos/as. Aunque no
siempre se consigue la participación deseada, ya que muchas veces estas
propuestas se encuentran con el rechazo o resistencia de las personas a las
que son 'aplicadas' (Sánchez, M. y Plà, M., 1998).

La psicología social comunitaria (y otras perspectivas participativas trabajadas


en este capítulo) han hecho fuertes críticas a estas formas de promover la
participación, ya que implican acceder a la intervención a partir de la relación
de dominación entre interventores/as e intervenidos/as. Sería lo que llama
Freire (1993a) una forma de educación 'bancaria' en la que los contenidos y los
métodos están decididos de antemano. Esta forma de trabajar la participación
es entendida, según estas perspectivas, como una manera de fomentar el
control social sobre los grupos más desfavorecidos y de silenciar las voces de
los miembros de la comunidad.
"Bajo la mención de participación pueden introducirse desde las más variadas
formas de manipulación, de consulta, de divulgación de información, hasta la
delegación de poder en grupos y completo control comunitario" (Montero, 1996: 10).

Siguiendo todo lo dicho hasta ahora, Montero aboga por lo que llama Marín
(1988) una participación plena, ya que incorporaría la toma de decisiones en el
seno del grupo de trabajo, conformado por agentes "externos/as" y agentes
"internos/as".
Para Montero (1996) la participación supone los siguientes aspectos:

• La actuación conjunta de un grupo que comparte los mismos objetivos.

• Un proceso que reúne al mismo tiempo enseñanza y aprendizaje.

• Acción concientizadora y socializante.


• Acción que implica colaborar o trabajo compartido.

• Organización, ejecución, dirección y toma de decisiones compartidas.

219
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

• Formas de organización horizontal.

• Diversos grados de compromisos en relación con las modalidades de


participación.
• Mientras se "toma parte" en algo, se saca ventaja de ello.

Los asuntos clave de la participación sería el trabajo conjunto en la reflexión y


la acción en los procesos comunitarios concretos. La toma de decisiones, punto
fundamental para ver qué tipo de participación se está promoviendo, debe ser
emprendida en el seno del grupo comunitario y, como hemos dicho, el/la
profesional deber servir de catalizador/a social del proceso (Fals Borda, 1959).
En este sentido la participación sería una práctica de liberación y emancipación
y no un arma de control social (como cuando se implica a las personas en las
decisiones tomadas por políticos y técnicos sociales).

Esta forma de entender la participación establece unos contornos claros a lo


que son los grupos comunitarios, manteniendo la toma de decisiones en su
seno. Dibuja un grupo comunitario autónomo no 'contaminado' de las
influencias de actores sociales fuera de él (Pallí, 1999) y en el que no se
perciben las relaciones asimétricas que pueden darse (de género, edad,
posición social, etc. – Goebel, 1998) en los procesos de definición propia y de
definición de las acciones a tomar.

Como hemos visto, dentro de la psicología comunitaria hay gran variedad de


perspectivas y de relaciones posibles entre 'psicología' y 'comunidad'. Aunque
coinciden en el punto de unir una acción profesional con un espacio territorial,
grupos o colectivos para el trabajo conjunto, tanto las concepciones de lo que
es (y debe ser) la acción profesional como lo que significa 'comunidad' o lo que
implica el concepto de participación transforma la práctica (la cual además
influencia la teorización). Los modelos descritos anteriormente informan de las
diversas maneras de entender estos aspectos, lo cual tiene consecuencias en
los efectos de control social (Correa, Figueroa y López, 1994) o de
emancipación (Fals Borda, 1959; Montero, 1998a).

Las teorías y prácticas desarrolladas por la perspectiva de psicología


comunitaria de la transformación social han denunciado los efectos de control y
silenciamiento de las aproximaciones paternalistas y tecnicistas a la comunidad
(las cuales promueven una participación limitada de las personas en la toma
de decisiones que les incumben). Sin embargo, también hemos esbozado
algunos de los efectos de poder que pueden ejercer las perspectivas que

220
La intervención social II: Intervenciones Participativas

buscan la liberación de las personas al definir la comunidad como un espacio


unívoco y homogéneo (Pallí, 1999) o al no reconocer la influencia de los/as
profesionales en las definiciones que se hacen dentro de los procesos de
cambio social (Wiesenfeld, 1997). Por esto, es necesaria una reflexión
profunda con relación a las implicaciones de las formas de abordaje
participativas que hemos estudiado en este capítulo.

4.5 Análisis de las perspectivas participativas


El análisis propuesto para este capítulo se centrará en aquellas posturas
tratadas que enfatizan en la transformación social. Las posturas tales como la
salud mental comunitaria o algunas perspectivas del modelo ecológico pueden
ser incluidas en el análisis hecho en el capítulo anterior ya que no tienen una
postura conflictivista de la sociedad, ni proponen la participación directa de las
personas en la toma de decisiones de los asuntos que les atañen y, además,
están enmarcadas dentro de los servicios que se prestan a las comunidades
(tales como los servicios sociales). Por esta razón, nos centraremos en las
semejanzas y presupuestos que sostienen las perspectivas que promueven la
transformación social.

4.5.1 Diagnóstico
El diagnóstico de la sociedad de las posturas que hemos denominado
participativas es el de una sociedad caracterizada por mecanismos de
explotación y dominación. Son posturas fuertemente influenciadas por los
aportes de la literatura marxista en el sentido de que dibujan una sociedad en
la que existen básicamente dos bloques sociales: el de los/as opresores/as y el
de los/as oprimidos/as cuyos intereses son antagónicos, ya que los/as
primeros/as buscan la perpetuación de las relaciones de dominación y los/as
segundos/as sufren las consecuencias de estas relaciones. Este sistema
produce efectos sociales de pobreza y exclusión (de los procesos económicos,
sociales, culturales y políticos) de ciertos grupos de la sociedad. Además,
busca perpetuarse a través de mecanismos de opresión en todos estos niveles.
El Estado, aunque en ciertos casos intenta paliar las consecuencias de las
relaciones asimétricas en la sociedad, utiliza los mecanismos de los que
dispone (tanto legales como políticos) para la manutención de las situaciones
injustas. En cuanto a las relaciones internacionales, posturas como la
educación popular o la psicología social comunitaria se acogen a la teoría de la
dependencia (Cardoso y Faletto, 1978). En términos generales, se sostiene

221
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

que en el orden internacional los países denominados del "tercer mundo" han
sido explotados por los países del "primer mundo" a través de relaciones de
dominación económica, política y cultural. Por esta razón, es necesario crear
sistemas de teorías y prácticas propios de estos lugares para intentar paliar los
efectos psicosociales de esta situación.

Según las posturas participativas, las formas de conciencia en los diferentes


momentos históricos son producto de las contradicciones vividas en las
condiciones materiales de existencia. Son históricamente determinadas. En
este sentido, se basan en una concepción marxista del concepto de ideología.
Ibáñez (1996) resume las asunciones del concepto de ideología según el
marxismo: 1) La ideología es producto de las condiciones de existencia de los
seres humanos pero no aparece de esta manera en la conciencia de las
personas; 2) Está relacionada con ciertas posiciones en las relaciones de
producción, pero es enmascarada cuando los individuos de otras posiciones
asumen la ideología de cierta posición; y 3) Cuando la ideología es definida
como 'falsa conciencia', está directamente relacionada con las relaciones
asimétricas de poder que estructuran la sociedad.

En las intervenciones participativas estudiadas, es necesario contrarrestar los


efectos de la ideología por medio de la problematización (concientización,
desalienación), a través de la cual se combate la creencia de que las
condiciones de vida en la que están las personas son naturales y no
históricamente determinadas. Esto significa que en la práctica, las personas
necesitan saber sus condiciones de opresión y se debe reflexionar sobre los
contextos de dominación en las que están inmersas. El/la interventor/a debe
trabajar con los miembros del grupo o comunidad en el develamiento de esta
realidad para que las personas puedan tomar acciones de transformación
(Freire, 1970; Montero, 1991).

4.5.2 Solución

Para las perspectivas participativas la transformación social es posible. Dado


que el sistema social actual es un producto histórico de las acciones de los
seres humanos en sociedad, la transformación de las condiciones actuales
también es posible a partir de los cambios que se puedan dar en el seno de las
relaciones sociales y de producción.

Para la postura marxista clásica la salida se encuentra en la revolución social


en la que el proletariado pueda obtener el control del Estado y contribuya a la

222
La intervención social II: Intervenciones Participativas

desaparición de las relaciones de dominación propias del sistema de


producción capitalista (en primer lugar la propiedad privada y en segundo lugar
el Estado). La transformación de las contradicciones vividas en las condiciones
de vida, provocaría una transformación de las conciencias de las personas (y
viceversa) dada la relación dialéctica entre ambas.

Una de las discusiones en el seno del marxismo es si es necesaria una


revolución violenta para llegar a estos fines o si reformando poco a poco el
sistema con los logros de la clase obrera es posible llegar a esta
transformación. Otra de las discusiones candentes es si la revolución necesaria
sería producto de la espontaneidad de las masas (las cuales históricamente
estarían en cierto momento preparadas para la transformación global) o es
necesario una vanguardia intelectual que las guíe al descubrimiento de su
papel histórico como núcleo de la revolución (ver capítulo 2).

En las perspectivas participativas se toman posturas hacia estas cuestiones.


En primer lugar, no se propone una revolución violenta que transforme las
situaciones de opresión presentes. En todo caso, posturas como la sociología
militante (Fals Borda, 1981) proponen acompañar a los movimientos sociales
que buscan una transformación de la sociedad; sin embargo, esta perspectiva
no se plantea la posibilidad de la promoción de una revolución total, ni la toma
directa del poder político. A través de las metodologías participativas se
propone una profundización de los métodos democráticos, en el sentido de
promover además de una democracia representativa, una democracia
participativa en la que las personas excluidas de las decisiones en el ámbito
político puedan expresar su voz y llevar a cabo las decisiones que tomen en
cuestiones que atañen a sus vidas. Sobre todo, se busca ampliar los canales
de participación en cuestiones que competen a las personas, incluirlas en los
mecanismos de control y poder sobre sus vidas (Montero, 1984).

Además, dado que las herramientas que tienen los/as profesionales de las
ciencias sociales y humanas (educadores/as, psicólogos/as, sociólogos/as,
trabajadores/as sociales) son básicamente teóricas y metodológicas, el
planteamiento de estas perspectivas enfatiza más en las transformaciones
locales que se pueden dar a partir de los diálogos y acciones que se
promuevan en los procesos concretos en comunidades, barriadas, etc. Esto
produce cambios concretos en las condiciones de vida de las personas y a
veces ataca frontalmente a los poderes establecidos, obligándolos a prestar
atención a aquellos sectores excluidos de la consulta política y social. En

223
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

términos del reformismo, el logro de estos pequeños avances en las


posibilidades de participación social puede lograr, a largo plazo, cambios
fundamentales en la estructura social a través de los grados crecientes de
conciencia que obtienen los grupos populares y de las acciones de
transformación que emprenden (aunque quienes abogan por la revolución, en
las posturas marxistas, creen que este tipo de acción lo que hace es debilitar la
fuerza histórica del movimiento popular).

En cuanto a la discusión acerca de si las masas espontáneamente pueden


acceder a las acciones de transformación o si necesitan una vanguardia
(ilustrada) que guíe la acción, la primera postura señala que por el propio
devenir histórico las clases trabajadoras son quienes, por su condición, pueden
adelantar el proyecto de transformación social. La segunda postura propone
que es necesario el acompañamiento de una intelligentsia en la formulación del
proyecto político de transformación. A nuestro entender las perspectivas
participativas (sobre todo a partir de las teorizaciones de Freire, 1973a), no
toman partido ni por una, ni por otra opción, sino que crean una teorización
para la relación entre personas "externas" al grupo comunitario o colectivo con
el que se trabaja y personas "internas". Las personas se educan en el diálogo
mediadas por el mundo. Ellas son quienes mejor conocen su situación de
opresión por estar inmersas en ella (como dirían las posturas que proponen la
'espontaneidad de las masas') pero también, dado que los/as agentes
externos/as tienen contenidos de conciencia diferentes debido a las posiciones
diferenciadas en la estructura social, la incorporación de éstos/as en los
procesos de desenmascaramiento de la realidad también es necesaria (como
dirían las posturas que abogan por el acompañamiento de la intelligentsia a los
procesos de transformación). Frente a una u otra opción las perspectivas
participativas, inspiradas en Freire, abogan por el diálogo. Por eso, el diálogo
es una categoría epistemológica y social a la vez. Ya que es conceptualizado,
por un lado, como herramienta de investigación de la realidad y de
develamiento de las relaciones de dominación presentes en la sociedad (el
trabajo grupal permite la creación de un conocimiento sobre las condiciones de
vida de las personas y las razones de estas condiciones) y, por otro, como
forma para la organización de aciones sociales de transformación. Dado que
las condiciones de vida no son separadas de la conciencia de las personas, las
transformaciones que buscan las perspectivas participativas se dan tanto en los
aspectos materiales de existencia como en los aspectos simbólicos. Buscan la

224
La intervención social II: Intervenciones Participativas

transformación de las personas en sujetos de su propia historia (Serrano –


García, 1989).

En este ámbito, los/as científicos/as sociales e interventores/as tienen mucho


que decir. Según los materiales estudiados, estas perspectivas han surgido por
la urgencia de movimientos sociales y profesionales de 'hacer algo' frente a los
problemas con los que se enfrenta la sociedad (Cerullo, 1998). Los/as
intelectuales no pueden tener una actitud pasiva frente a los problemas de la
sociedad; a partir del diálogo de estas personas con miembros de la comunidad
o grupos organizados, la transformación social a pequeña escala es posible. Se
busca que las personas afectadas ganen grados de control y poder sobre su
propio ambiente a partir del cambio social planificado y ejecutado a través del
diálogo.

4.5.3 Entes relevantes para la solución

Primeramente, lo que recalcan las perspectivas participativas es la relación


entre las personas que están "fuera" de la comunidad o grupo con el que se
trabaja y éste. Esta relación es vista como positiva y es la razón de ser de
dichas perspectivas (no se habla en la literatura revisada acerca de los efectos
perjudiciales que pueda tener esta relación, ya que se teoriza acerca de su
importancia epistemológica y social – como se ha dicho arriba). En esta
relación sobre todo se trabaja la especificidad del conocimiento científico en
relación con el conocimiento popular (Fals Borda, 1959; Montero, 1994a;
Quintal de Freitas, 1994). El concepto de desprofesionalización describe el
proceso por el que los/as profesionales transmiten el conocimiento teórico y
técnico a los miembros de la comunidad para que estas personas puedan
hacer uso de este conocimiento en beneficio de los proyectos colectivos. Por
otra parte, la entrega sistemática del conocimiento popular (Goncalves, 1997)
es una noción que se ha creado recientemente para referirse al proceso por el
cual las personas de la comunidad se desprenden de su conocimiento para
compartirlo con los/as profesionales en el seno del grupo de trabajo. Goncalves
(1997) cuando acuña esta fórmula produce un concepto teórico, extrapolado de
la práctica, para expresar la simetría de los dos conocimientos que se ponen en
juego en la práctica comunitaria y concluye que de la unión de estos
conocimientos surge un nuevo producto que es el conocimiento del que
dispone el grupo de trabajo en procesos concretos de reflexión y acción.

225
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Por otra parte, dentro de las perspectivas participativas se teoriza acerca de la


participación de quienes están afectados/as por los problemas en la solución
de los mismos. Al estudiar la poca participación de las personas en los
programas hechos desde la postura de los/as expertos/as, se explican los
posibles factores de resistencia de las personas a las imposiciones de estos
programas. Sin embargo, al interpretar la poca participación de personas en
programas hechos desde la perspectiva de la investigación acción participativa
se remite a explicaciones como por ejemplo que existen diferentes niveles de
participación en las acciones comunitarias (Montero, 1996) o que se basan en
la detección de procesos psicosociales presentes en las personas de la
comunidad, tales como la desesperanza aprendida, la tendencia al locus de
control externo o la alienación normativa (Escovar, 1980). De esta manera, no
se cuestiona la relación entre agentes "externos/as" e "internos/as" asumiendo
que es una relación que dará frutos positivos para la transformación de las
condiciones de vida de las personas de la comunidad o grupo. Es curioso notar
que se ha teorizado poco acerca de los efectos de las intervenciones
comunitarias en los/as agentes "externos/as". Aunque se dice que ambos entes
se influyen mutuamente, esta influencia está destinada a la transformación de
las formas de vida de los/as agentes "internos/as". Pensamos que en este
sentido las perspectivas participativas se enmarcan dentro de una visión de
intervención social en la que un agente irrumpe (y esta legitimado/a para ello)
en la vida de otras personas para influir en ciertos aspectos de sus vidas. La
legitimación de esta intervención por parte de quienes promueven las
perspectivas participativas es la acción de transformación social urgente en las
poblaciones menos favorecidas. Además de una transformación de las
condiciones de vida más inmediatas de estas personas, también se legitima
sobre la base de la apuesta política que se presenta como fuerza opositora a
los efectos de poder de los grupos dominadores sobre las personas oprimidas.

Ahora bien, las posturas participativas conforman dos agentes separados entre
sí. Las personas de la comunidad o grupo con el que se trabaja no son
necesariamente personas que formen parte de un colectivo 'problemático'
como en las intervenciones estudiadas en el capítulo anterior (personas con
discapacidades, mujeres, ancianos/as, etc.), se trata de personas que son
parte (se sienten parte) de algún grupo o comunidad. Como dicen las
definiciones de comunidad, son personas que comparten intereses, recursos y
problemas comunes y, a la vez, algún grado de organización para iniciar la

226
La intervención social II: Intervenciones Participativas

acción colectiva. Estas personas se movilizan, a través de la participación, para


atacar los problemas que les afectan (Montero, 1996).

Estas personas son conceptualizadas como seres activos, capaces de construir


propuestas de acción y reflexión en el seno de los grupos de trabajo. En la
mayoría de las propuestas, tienen una trayectoria histórica que preexiste a la
presencia de los/as profesionales y muchas veces también experiencias
amplias de participación popular. Por otro lado, en estas perspectivas se hace
énfasis en la necesidad de procesos de problematización, ya que las personas
de la comunidad ven sus situaciones cotidianas como naturales; aunque, a
través del trabajo conjunto, se pueden lograr grandes transformaciones tanto
en las condiciones de vida como en las conciencias de las personas. También
se lee en los textos, por un lado, una tendencia a estudiar a la comunidad o
grupo como algo homogéneo (sin especificar las diferencias entre sí), haciendo
mucho más énfasis en la relación entre miembros de la comunidad e
interventores/as como separación identitaria clara y, por otro lado, posturas
que abogan por la necesidad de encontrar la diversidad entre los miembros de
la comunidad ya que en esa diversidad está la posibilidad de reflexiones más
fructíferas y acciones más contundentes (Wiesenfeld, 1997). Toda esta
complejidad teórica y práctica se encuentra en los textos de estas perspectivas
lo cual muestra una amplia variedad de formas de teorizar sobre las personas
afectadas por las intervenciones propuestas.

Por otro lado, están los/as profesionales o agentes "externos/as" a la


comunidad. Éstos/as son personas que trabajan con los grupos a partir de su
conocimiento técnico como interventores/as sociales y con un compromiso
político para la transformación social. Los/as profesionales que intervienen a
partir de los modelos participativos se alejan del encargo social de control de
las posturas de intervención clásicas, haciendo una fuerte crítica a los efectos
de dominación de éstas. Se propone la necesidad de desarrollar teoría y
práctica que puedan colaborar en la eliminación de las relaciones de
dominación presentes en la sociedad. Esto se da en las acciones que se
ejecutan y en las prácticas de concientización que se dan en el trabajo
conjunto. Las perspectivas participativas, aunque proponen una definición
conjunta de los problemas a tratar (entre miembros de la comunidad y
profesionales), hacen los análisis y aplican la metodología a partir del bagaje
teórico propuesto por ellas. Han surgido críticas con relación a diferentes
conceptos utilizados en las perspectivas participativas.

227
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Por ejemplo, Sawaia (1996) propone una crítica acerca del uso que se hace de
la relación entre el concepto de comunidad y sociedad. Para ella, la separación
de estos dos grupos como entes enfrentados en cuanto a intereses tiene el
efecto de construir a dichos grupos con identidades homogéneos internamente:
El grupo comunitario como conformado por las personas oprimidas de la
sociedad y el grupo social general como conformado por personas y
mecanismos de dominación. Al respecto, afirma que si la comunidad contiene
individualidad no puede ser trabajada como unidad consensual y sujeto único y
que esto es un error en el que han incurrido estas perspectivas. Por su parte
Spink (1999) hace una crítica al uso exclusivo de la categoría de grupo que se
ha tenido en la teorización y la práctica de las posturas participativas. Según él,
la herencia de la psicología social (disciplina experta en el trabajo con grupos
pequeños y en la investigación acerca de sus procesos) ha hecho que en
acercamientos a las comunidades, los/as interventores/as hayan definido la
forma de organización grupal como la idónea para llevar a cabo los procesos. Y
pregunta por la razón por la cual no se han incorporado en estas teorizaciones
las redes, asambleas, comisiones, protestas, comités, periódicos de la calle,
radios ciudadanas, y muchas otras posibilidades de asociacionismo presentes
incluyendo tumultos, masas y movimientos. El grupo como forma de
organización única limita espacios de intervención sobre otras agrupaciones
mucho más variadas y con diferentes posibilidades de formulación de
propuestas y respuestas dentro de la sociedad civil.

Por otro lado, Montenegro (1998) formula una crítica sobre las maneras en las
que se definen las identidades de los entes participantes "externos/as" e
"internos/as" como grupos cerrados y homogéneos entre sí a partir de las
teorizaciones en psicología comunitaria y León (1999) formula otra referida al
concepto de autogestión. Este concepto se presenta en el ámbito de la
psicología social comunitaria como un objetivo que la comunidad debe alcanzar
al final de los procesos emprendidos. Según esta autora, el objetivo de la
autogestión, en tanto que está definido de antemano por la propia metodología
participativa no se negocia con las personas de comunidad, es decir, no surge
del diálogo entre ambos entes sino que es sugerido e impuesto (a partir de la
acción del equipo interventor de retirarse del grupo de trabajo) por parte de
los/as agentes "externos/as" a la comunidad.

Todas estas críticas apuntan a las definiciones que se hacen desde los/as
profesionales hacia los procesos participativos, es decir, el punto desde el cual

228
La intervención social II: Intervenciones Participativas

se parte para emprender dichos procesos. Aunque se analiza, desde la


psicología comunitaria, por ejemplo, el concepto de poder que subyace a las
perspectivas participativas (Serrano – García y López, 1994) en términos de
relación (y no de lugar, objeto o capacidad) no se analizan los efectos de poder
que pueden tener las definiciones que se hacen desde estas perspectivas
sobre los procesos de investigación acción participativa. A pesar de que se
propone una relación de horizontalidad entre interventores/as e intervenidos/as
y entre conocimiento popular y conocimiento científico, este tipo de práctica en
la que se definen las identidades de quienes participan y las 'mejores' maneras
de participar pueden ser un ejercicio del poder desde las posiciones de saber
de quienes intervienen (Pallí, 1999).

También en el uso de las técnicas de investigación e intervención se


observa la huella de la profesionalidad. Dentro de las perspectivas
participativas se utilizan métodos de las ciencias sociales para la investigación
dentro de la comunidad y se promueve la acción colectiva a través de la
dinámica de grupos y de herramientas de motivación propias de las prácticas
profesionales. La unión de técnicas con mecanismos de representación de la
realidad (como por ejemplo los estudios cuantitativos – representativos) con
técnicas que enfatizan en la búsqueda de significados que sostienen y
construyen ciertas prácticas no parece ser un problema para algunos/as
interventores/as comunitarios, ya que todas las herramientas se utilizan para
lograr los objetivos planteados en el grupo. Sin embargo, esta mezcla denota
algunas incoherencias en cuanto a los acercamientos de las perspectivas
participativas, ya que plantean por un lado, la construcción histórica de
significados y por otro la constatación de realidades opresivas y la necesaria
desideologización con relación a las 'verdaderas' condiciones de opresión. Se
mezclan así posturas que en la literatura social han aparecido como
contradictorias en cuanto a su acercamiento y teorización sobre lo real.

Otros desarrollos han querido enfatizar en el carácter construido de las


definiciones que se dan en el trabajo comunitario. Aunque los/as
interventores/as se colocan en el diálogo con las personas de la comunidad a
partir de todas sus herramientas conceptuales y técnicas, las definiciones
dentro de los procesos particulares se dan en las redes de relaciones que se
entretejen en cada contexto (Wiesenfeld, 1997; Montenegro, 1998). Fuks
(1998) propone que la relación entre el equipo de trabajo y la comunidad (un
grupo de vecinos, un grupo de entrenamiento o una familia) es, para ambas

229
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

partes, un proceso de reconstrucción de la realidad. Por tanto, la generación de


ciertos cambios incluye, como condición, la transformación de las relaciones
entre equipo y comunidad. En resumen, las ideas y los conceptos sobre los
cuales se basa la acción son producto de la negociación de significados en las
conversaciones entre estos grupos. Como consecuencia de esta postura, el
autor propone que se debe definir el rol de los profesionales en términos de
"promotores de la exploración de nuevas alternativas", ya que su función sería
abrir los espacios de debate para la construcción, desconstrucción y
reconstrucción de alternativas de reflexión y acción.

4.5.4 El cambio social posible y deseable

Ya hemos hablado de cuál es el cambio social deseable al que apuntan las


perspectivas participativas. A pesar de que lo que buscan es la transformación
social de las relaciones de dominación dentro de la sociedad, proponen una
teoría y práctica que reforma situaciones problemáticas de las vidas de las
personas e intentan que ellas participen directamente en la toma de decisiones
que les atañen. Estas perspectivas no se presentan como funcionales al
sistema sino como todo lo contrario, como amenazas al sistema de dominación
presente, como formas que contestan al orden social a través de su acción en
los ámbitos grupales y comunitarios. El conflicto de la sociedad tiene una razón
de ser según estas perspectivas. Aunque haya incoherencias metodológicas,
las teorías sobre el mundo social que están soportando esta forma de
intervención son mayoritariamente teorías de 'espíritu' crítico como la teoría de
la dependencia, teorías marxistas, el construccionismo social, etc. Estas teorías
dibujan un mundo que es deseable transformar hacia un mundo más justo y
solidario en el que las personas puedan desarrollarse plenamente. La
educación liberadora y las prácticas de profesionales y de las comunidades
eclesiales de base buscan romper la aceptación de las personas de su realidad
como algo natural y problematizar las maneras en las que se ordena el mundo
social. Lo deseable es, pues, la emancipación de quienes se encuentran en
estado de opresión o de marginación de las esferas de decisión de la sociedad.
También la posibilidad se ha visto a lo largo del capítulo. A través de la acción y
la reflexión es posible cambiar cuestiones concretas de las vidas de las
personas. La posibilidad que da el diálogo es la de las pequeñas
transformaciones que hacen mella en la sociedad.

Ahora bien, las perspectivas participativas han apostado por trabajar con las
personas menos favorecidas de la sociedad (quienes están en las zonas

230
La intervención social II: Intervenciones Participativas

rurales más empobrecidas o en los barrios urbanos marginales). La pregunta


de por qué se han elegido estas poblaciones y no otras es una cuestión
interesante para pensar en la posibilidad del cambio social. Si, como dice Spink
(1999: 8) "quizás el mayor problema que Latino América ha encontrado no es
el de dar voz a quien no la tiene, sino de proveer oídos a quienes no pueden
oír", por qué trabajar para ganar espacios de participación desde los grupos
marginados y no con quienes están en posición política, cultural y económica
de abrir esos espacios o, en términos de la educación popular con, "los/as
opresores/as". Con esta elección incluso se corre el riesgo de que en las
definiciones que se hacen de estas personas (como contaminantes,
deficitarios/as o débiles – Pallí, 1999) permanezcan más bien reificados/as en
su exclusión; efecto contrario a lo que buscan quienes intervienen en estos
ámbitos.

Varios relatos han surgido alrededor de esta cuestión: Una primera respuesta
obvia (y quizás la más frecuente entre interventores/as) es la de la urgencia de
los problemas que viven estas personas. Basta darse una vuelta por los barrios
de Caracas (y sin ir tan lejos algunos de Barcelona) para darse cuenta de que
se vive en condiciones que no alcanzan las mediciones de calidad de vida que
se hacen con las escalas. La urgencia de los problemas económicos y sociales
parece ser evidente y una razón de peso para la intervención. Aunque estas
escalas se hagan desde posiciones distintas a gran parte del 'conocimiento
popular' de las personas afectadas, parece que es legitimo intervenir allí donde
los problemas son 'evidentes' para la mayoría (incluidos/as quienes trabajan en
las comunidades). Ya que la intervención busca la transformación social, se
puede comenzar con atacar los problemas más inmediatos de las poblaciones,
aquellos en los que las personas se involucrarían y participarían en acciones
de mejora. Y desde allí, comenzar el cambio hacia condiciones materiales de
vida distintas y, por ende, niveles de conciencia diferentes - como diría Freire.
Las consecuencias son los cambios en espacios de participación y decisión
comunitarios.

Otra respuesta puede tener que ver con los orígenes de los movimientos de
transformación dados sobre todo en Latino América, amparados en las
comunidades eclesiales de base algunas veces menos reprimidas por los
regímenes militares en la zona. La teología de la liberación hace una apuesta
explícita hacia los/as pobres. Propone una iglesia que no esté al servicio de los
entes de poder y de la perpetuación de las desigualdades en la sociedad, sino

231
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

una iglesia comprometida con los valores cristianos de igualdad de los seres
humanos, una iglesia combativa que de respuesta a las situaciones de
injusticia humana y que activamente haga acciones de transformación. De esta
manera, la iglesia ha dado fuerza a grupos y asociaciones que buscan una
transformación social, dando las bases filosóficas, religiosas y muchas veces
económicas y de infraestructura que estos movimientos han necesitado. El
trabajo de las comunidades eclesiales de base justamente se asienta en las
poblaciones más desfavorecidas con el presupuesto que es allí donde se
necesita más este tipo de apoyo.

Una tercera respuesta posible es que en estos grupos se encuentra un mayor


sentimiento de trabajo conjunto escasamente presente en otros estratos de la
sociedad. Otros grupos sociales, dadas sus condiciones de vida dentro del
entramado social han sido permeados por los valores de individualismo y
competitividad propios del contexto histórico actual. Los sentimientos de unión,
acción conjunta, sentido de comunidad, se han ido perdiendo entre las calles y
los metros de las grandes ciudades y de los empleos despersonalizados y
temporales. Quizás la elección de trabajar con las personas en núcleos
suburbanos y rurales pueda tener que ver con los nexos comunitarios, historias
comunes, sentimientos de solidaridad capaces de permitir una movilización
conjunta hacia el logro de metas específicas. Esta respuesta, sin embargo,
corre el peligro de la 'romantización' de la comunidad como espacio en el que
las relaciones interpersonales aun mantienen el fulgor de la afectividad y no
han sido 'contaminadas' con las formas de pensar, sentir y actuar de la
sociedad global (Pallí, 1999).

Por último, se puede pensar en que dada la base marxista de las perspectivas
que hemos estudiado, la elección por las poblaciones más empobrecidas de la
sociedad no es casual, sino debido a la misión histórica de la clase trabajadora
o de los/as oprimidos/as en la transformación social. Según algunas teorías
marxistas el hecho de que el proletariado se convierta en 'clase' hace que este
aglomerado esté consciente de sí mismo como producto histórico y que
adquiera la capacidad de transformación social a partir de esta consciencia. Es
este grupo social quien tiene que tomar las riendas de la transformación radical
de la sociedad. Para Freire (1970a), son estas personas las que deben
liberarse primero para después liberar a quienes les oprimen a partir de un
entendimiento del mundo distinto al actual.

232
La intervención social II: Intervenciones Participativas

Quizás la elección por los/as oprimidos/as por parte de las perspectivas


participativas es una elección política en tanto que estas personas pueden
hacer transformaciones más profundas ya que "sólo tienen sus cadenas para
perder". Los/as profesionales deben unirse orgánicamente a estas
movilizaciones y acompañar el proceso de transformación. La intervención en
otros estratos de la población sería cuesta arriba ya que quienes participarían
no estarían dispuestos/as a perder los beneficios de estar del lado de quienes,
de una manera u otra, oprimen a los/as demás.

En resumen, las perspectivas participativas proponen un cambio deseable que


sería la transformación de las relaciones de opresión y, a la vez, intervenciones
posibles a través del diálogo entre interventores/as e intervenidos/as que
puedan transformar ciertos espacios de participación, control y poder para
estas personas. Representan una propuesta que se aleja explícitamente de las
formas de control de las maneras tradiciones de intervención social y busca
comprometerse con las posibilidades de transformación a partir de su posición
híbrida entre política y ciencia.

233
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

Capítulo 5: Construcción de una 'perspectiva situada'


para la intervención social
Hasta ahora hemos revisado literatura de sistemas de pensamiento que
explican diferentes formas de entender la posibilidad de la transformación
social así como la dirección del cambio deseable (capítulo 2), desarrollos en las
nociones de intervención que hemos llamado intervención dirigida (capitulo 3) y
de perspectivas participativas de intervención social (capítulo 4). Ahora bien,
los análisis que hemos hecho de los materiales relacionados con diferentes
ámbitos y modelos de intervención, nos han permitido reflexionar acerca de las
maneras en las que se construyen los problemas sociales y sus soluciones en
estos ámbitos, así como las maneras en las que se delimitan los sujetos de la
acción de transformación hacia cambios sociales posibles y deseables. Esta
reflexión nos ha permitido identificar que en los desarrollos de la intervención
social se define, por un lado, la relevancia del conocimiento experto sobre la
realidad, bien sea a través del argumento del conocimiento científico o a través
del uso del concepto de ideología y concientización propio de las perspectivas
participativas y, por otro lado, se definen básicamente dos agentes colectivos
para la transformación social: interventores/as e intervenidos/as con diferentes
tipos de relación entre ellos dependiendo del enfoque que se le de a la
intervención. A partir de aquí se define una relación en la que los/as
primeros/as – los/as interventores/as - tienen la legitimidad de inmiscuirse en la
vida de los/as segundos/as – los/as intervenidos/as – para transformar
aspectos definidos como problemáticos en la vida de éstos. A nuestro entender
estas formas de delimitación de la relación de intervención social trae consigo
una serie de problemas relacionados con las posibilidades de definición y de
acción de los agentes definidos en el marco de la intervención social y además
en términos de la relación asimétrica que se establece entre estos agentes. A
partir de estas críticas a las posturas de intervención social y sobre la base de
otros desarrollos en el ámbito de las ciencias sociales, construiremos, en este
capítulo, algunas líneas de reflexión para lo que hemos llamado una
'perspectiva situada' para la intervención social. En esta perspectiva
enfocaremos los temas que hemos venido trabajando para analizar las
posiciones de 'intervención dirigida' y 'perspectivas participativas' y
propondremos algunas críticas y alternativas para entender estos temas. Será
un esfuerzo de resignificar, con ayuda de lecturas cercanas al

235
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

socioconstruccionismo, las epistemologías feministas y posturas postmarxistas,


los temas que han servido como ejes de análisis en los capítulos anteriores. Es
decir, nuestra tarea será articular ciertos significados de maneras diferentes de
las que hasta ahora han sido utilizadas en la literatura revisada sobre
intervención social. Esta reflexión se centrará en cuatro ejes de análisis:

1) El primer tema a tratar será el de las formas de construcción de problemas


sociales y sus soluciones. En primer lugar, resumiremos las maneras en las
que se entiende la conformación de los problemas sociales desde las posturas
de la intervención dirigida y de las perspectivas participativas. En segundo
lugar, buscaremos maneras alternativas a tratar el tema de los problemas
sociales, trabajando con la noción de la construcción social de los problemas.
En este apartado intentaremos dar respuesta a las siguientes preguntas: 1) Si
los problemas sociales son construidos en el seno de las relaciones sociales,
¿cuáles son los mecanismos que permiten definir aquello 'problemático'?; y 2)
¿Cómo podemos establecer criterios para decidir qué es lo digno de
transformación?

2) El segundo tema se referirá a los agentes de cambio social definidos desde


diferentes posturas. Dado que la transformación es uno de los temas
fundamentales de la intervención social, nos interesará cómo, desde diferentes
perspectivas, son vistos los agentes que deben liderar o llevar a cabo las
transformaciones que se proponen. Las preguntas fundamentales serán: 1) Si
la idea de sujeto homogéneo y único tanto del marxismo (la clase obrera) como
de los movimientos sociales identitarios (como por ejemplo "la mujer" en el
feminismo) ha sido cuestionada, ¿cuáles son (deben ser) los agentes que
promueven el cambio social, cómo se conforman?; y 2) ¿Cómo se puede
acceder a una actividad política sin un sujeto definido y fijo?

3) El tercer tema a tratar es el del debate sobre el conocimiento. En el


transcurso de la investigación se han estudiado las formas de acceder al
conocimiento que sostienen las perspectivas analizadas. En este apartado
estudiaremos qué implican estas nociones sobre el conocimiento. El concepto
de ideología de la tradición marxista será trabajado con detenimiento porque, a
nuestro entender, es fundamental para comprender el abordaje que se tiene
sobre el tema del conocimiento en las perspectivas participativas. Se
presentarán algunas alternativas al concepto de ideología desarrolladas en la
literatura contemporánea y se defenderá una perspectiva de conocimiento
situado para la intervención social. Finalmente, se analizarán las implicaciones

236
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

que esto puede tener en el desarrollo de procesos de intervención social, de las


relaciones entre profesionales y personas intervenidas, etc.

4) Por último, se explorarán algunos caminos abiertos a partir de las reflexiones


anteriores para pensar la intervención social a través de la noción de
articulación. El objetivo es analizar qué posibilidades y límites puede ofrecer
una perspectiva situada para la intervención social vista como articulación.

Los movimientos teóricos que pretendemos emprender en este capítulo tienen


como objetivo abrir posibilidades de reflexión sobre la intervención social por
medio del cuestionamiento de algunas de sus nociones principales
relacionadas con los temas de problemas sociales, agentes de cambio y
conocimiento. La elección de los materiales que se trabajan tiene que ver con
este objetivo, es decir, no se pretende hacer una revisión exhaustiva de cuáles
son los aportes teóricos con relación a cada uno de estos temas (ya que hay
abundante literatura que podríamos incluir bajo cada uno de los apartados),
sino la elección de literatura específica que pensamos que nos podría ayudar a
reflexionar sobre estos temas en su relación con la intervención social.

Los criterios fundamentales para la elección de esta literatura han sido: 1) que
plantearan reflexiones teóricas sobre los temas que habían sido ejes de
análisis de las perspectivas de intervención social en los capítulos anteriores;
2) que de una manera u otra tocaran el tema de la transformación social por
considerar que es una de los vértices principales que articulan la noción de
intervención social; 3) que incorporaran desarrollos relacionados con la crítica
de conceptos fundamentales de la actividad científica por considerar que en
una reflexión sobre la intervención social es relevante estudiar las conexiones
de la actividad profesional con la actividad científica. Hemos visto, en los
capítulos anteriores, que la noción de conocimiento obtenido a través de
métodos científicos es de gran relevancia para la legitimidad de la intervención
de ciertas personas en la vida de otras; por esta razón, hemos querido incluir
reflexiones que debilitan la noción de conocimiento científico en esta
construcción de una perspectiva situada para la intervención; y 4) que
sostuvieran alguna posición en referencia a la actividad política. En este
sentido los materiales trabajados coinciden en que tratan el tema de la acción
política (desde diferentes perspectivas), ya que expresan preocupación por
construir formas de transformación social que circulen menos en torno a ejes
de dominación. En este sentido y desde la postura desde la cual se hace esta
investigación, la complejidad de una perspectiva situada para la intervención

237
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

social se basa en la voluntad de transformaciones de relaciones de dominación


sin acudir al esencialismo que implican ciertas formas de entender los
problemas sociales, el conocimiento o los agentes idóneos para el cambio
social. En este sentido la elección de los materiales que nos ha ayudado a
pensar y a construir líneas de reflexión para una perspectiva situada para la
intervención social, no es una elección inocente, sino profundamente parcial;
producto de múltiples articulaciones con personas, grupos, textos, actividades,
comentarios, etc. que tratan temas de preocupación compartida en épocas que,
como diría Haraway (1992) son poco prometedoras.

Por lo tanto, una perspectiva situada para la intervención social no tiene como
punto de llegada una teoría acabada sobre la intervención que dé los pasos a
seguir en procesos concretos donde nos involucremos; si no la de producir
efectos de conexión, crítica, conversación, desacuerdo, acciones compartidas,
alianzas temporales y/o provocación con el fin de abrir caminos para
articulaciones con movimientos y reflexiones que, a nuestro entender, han
estado hasta ahora alejados de los desarrollos teóricos sobre la intervención
social. En este sentido, asumimos la responsabilidad de las elecciones
realizadas; ya que han implicado formas de inclusión y exclusión de discursos y
prácticas guiadas por nuestra propia localización situada y nuestras
posibilidades de articulación parcial.

5.1 Los problemas sociales


"El problema no es la pobreza extrema
sino la riqueza extrema".

Graffiti, Estación de RENFE, Vilassar de Mar

En la literatura referida a intervención social está la constante alusión a los


"problemas sociales" y las diferentes formas de solucionarlos. Aparece como
relevante poder ubicar, describir, estudiar y diagnosticar los problemas sociales
que se presentan a través de diferentes demandas sociales y desarrollar
formas efectivas de combatirlos. En la literatura revisada en el ámbito de lo que
hemos llamado "intervención dirigida", las definiciones sobre problemas
sociales enfatizan que el diagnóstico debe llevarse a cabo o bien a partir de los
criterios objetivos de situaciones que podrían o deberían ser cambiadas, o bien
cuando un grupo relevante define algunas condiciones como problema y pone
en marcha acciones para su solución (López Cabanas y Chacón, 1997).

238
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

En el primero de estos casos un problema social surge cuando hay condiciones


o prácticas que suponen una falta de armonía con los valores sociales de una
sociedad dada (Clemente Díaz, 1992). Existen problemas sociales cuando
ocurre un desequilibrio en las formas de organización social que tiene efectos
negativos en personas, colectivos o en el conjunto de la sociedad y, además,
cuando su competencia apela a la responsabilidad colectiva (Casas, 1996).
Como problemas sociales se estudian, por ejemplo, la mendicidad infantil
(Barriga et al, 1998), la inmigración (Martínez, 1998) o la exclusión social
(Casas y Codina, 1998), entre otros.

En esta literatura se describen diferentes condiciones en las que surgen los


problemas sociales. Condiciones como la desviación de ciertos grupos sociales
con respecto a las normas mayoritarias, la transformación o evolución de
ciertas prácticas sociales, los desacuerdos con respecto a las reglas de
convivencia o los conflictos de valores e intereses entre grupos son razones
por las cuales pueden surgir problemas sociales (López Cabanas y Chacón,
1997; Clemente Díaz, 1992). Por lo tanto, no se incluye necesariamente el que
las personas o grupos afectados directamente por este problema lo definan
como tal; más bien esta definición parte de la asunción de que es posible, a
través de métodos diferentes a la propia opinión de los/as afectados/as, ubicar
en qué momento y lugar se produce un desequilibrio o falta de armonía con los
valores de una sociedad. La referencia a los criterios objetivos a través de los
cuales se puede ubicar un problema social apela a la posibilidad de estudio de
estos criterios a partir de los métodos de observación y medición científica,
siendo estos criterios validados como formas de descubrimiento de la realidad.
Los criterios objetivos se conforman a través de conceptos como por ejemplo
calidad de vida o bienestar (trabajados en el capítulo 3). En éstos, los
parámetros sobre cómo deben vivir las personas, cuáles deben ser los
recursos a los que tengan acceso o cuáles deben ser sus prácticas sociales
están establecidos según los límites de los correcto/normal y lo
incorrecto/anormal (Rose, 1996; Burman, 1999).

La responsabilidad colectiva sobre estos factores es una de las diferencias más


importantes entre lo que son problemas personales y problemas sociales. En
los segundos, la organización social o la evolución de las prácticas sociales,
como por ejemplo cambios estructurales tales como guerras, grandes
emigraciones o inmigraciones, crisis económicas o políticas, entre otros, tienen
influencia en los problemas que puedan surgir en un momento dado en una

239
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

sociedad (tales como pobreza, exclusión, delincuencia, etc.). Por esta razón
también la solución de los problemas que surgen lleva consigo una
responsabilidad colectiva que, en el caso, de los Estados modernos se atribuye
al Estado como representante del conjunto de la ciudadanía. Al ubicar cierta
condición como problema social es necesario actuar para su solución. Dentro
de la literatura sobre intervención social dirigida hemos encontrado el desarrollo
de técnicas y métodos para descubrir las causas y efectos de problemas
sociales con el objetivo de poder intervenir sobre ellos y encontrar el equilibrio
social perdido.

Por otro lado, se estudian los niveles en los que se expresan los problemas
sociales. Aunque los problemas sociales se caracterizan por tener causas
externas a los individuos y grupos y apelan a la responsabilidad colectiva para
su solución, sus efectos pueden ser estudiados en el ámbito individual, grupal,
comunitario o en la sociedad en su conjunto. Esto es relevante en la literatura
sobre intervención social dirigida ya que esta teorización guía, hasta cierto
punto, los ámbitos en los que es necesaria la acción interventiva. Hay
diferencias entre las corrientes de pensamiento con relación al nivel en el cual
es necesario intervenir para lograr los mejores efectos.

Como hemos visto en los capítulos anteriores, el modelo de la patología social


ubica los efectos de los problemas sociales en el individuo. La intervención en
este caso está centrada en la correcta resocialización de la persona a través
del contacto con grupos sociales no desviados (Clemente Díaz, 1992). Otras de
las corrientes tratadas han sido las del apoyo social en las que se da gran
relevancia a los vínculos de apoyo en los grupos de personas que comparten
cierto problema. Con esto, problemas que son vistos como individuales o
familiares por parte de las personas, (como por ejemplo un familiar enfermo, el
alcoholismo o el divorcio), adquieren un carácter compartido al ser trabajada su
dimensión social (Barrón, 1989). Por otra parte, las corrientes sistémicas o
ecológicas, por ejemplo, enfatizan en que las situaciones problemáticas deben
ser estudiadas a partir de la relación entre las personas y sus ambientes
(Cronick, 1989); por lo tanto, las intervenciones sociales deben centrarse en la
mejora de esta relación. La perspectiva transaccional, por su parte, reconoce la
importancia del transcurso del tiempo con relación al surgimiento y
establecimiento de una problemática social, en este sentido, la investigación e
intervención que sigue este modelo establece como criterio importante el
seguimiento de la evolución del problema social tratado. Otro modelo utilizado

240
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

es el de la acción y cambio social que estudia y actúa sobre los factores


sociales que afectan a los individuos, prestando atención a la complejidad de
los aspectos estructurales de la sociedad y sus repercusiones en las vidas de
las personas (Chacón y García, 1998).

Los diferentes acercamientos a las formas de estudiar los problemas sociales,


como los enumerados arriba, establecen los criterios para definir ciertas
condiciones como problema, así como las formas de medición de las mismas.
La implementación de las diferentes soluciones se dará interviniendo sobre el
ámbito que sea definido como susceptible de cambio sea este la persona, el
grupo familiar, grupos de pares, comunidades, etc.

Ahora bien, dentro de la literatura de la "intervención dirigida", la otra


perspectiva que explica el surgimiento de un problema social afirma que "existe
un problema social cuando un grupo de influencia es consciente de una
condición social que afecta a sus valores, y que puede ser remediada mediante
una acción colectiva." (Sullivan c/p. Clemente Díaz, 1992: 16). Según esta
definición son necesarias ciertas condiciones para que algo sea erigido como
problema social: 1) La conciencia de un grupo de que existe un problema que
les afecta; 2) La influencia de este grupo para lograr que el problema ubicado
sea considerado como tal por otros agentes sociales y 3) La posibilidad de
actuar para buscar su solución; es decir, la posibilidad (y deseabilidad) de la
transformación de la condición problemática.

En este caso la asunción de base es que es posible "convertir" alguna


condición social específica en problema social a través de la influencia que
pueda tener un grupo dado en su definición. A diferencia de la postura anterior
(aquella que aboga por la ubicación de los criterios objetivos de un problema
social dado), en esta postura ciertos grupos sociales erigen un tema como
problema al ver afectados sus intereses como grupo. Se asume que existen
diferentes grupos sociales y que éstos tienen intereses diferentes y, a veces,
contrapuestos. Por lo tanto, la definición de problemas sociales relevantes se
da en una lucha social de intereses de diferentes grupos en la que hay
controversias con respecto a cuáles intereses se deben atacar y cuáles
agentes sociales deben hacerlo (Clemente Díaz, 1992). La capacidad de
influencia estará medida con relación a la repercusión que pueda tener en la
opinión pública y en las acciones de diferentes agentes, las reivindicaciones
que se demandan y la posibilidad de movilización social del propio grupo en la
solución de los diferentes problemas planteados.

241
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Según López Cabanas y Chacón (1997) las dos posturas explicadas arriba
para la definición de problemas sociales, la corriente objetivista y la referida a la
influencia de grupos sociales afectados, han sido utilizadas conjuntamente para
proponer la teorización y estudio de los problemas sociales. Desde nuestro
punto de vista, ambas se ubican en una forma de entender lo real y el
conocimiento de lo real que parte de premisas parecidas. Para estas dos
posturas las condiciones sociales son externas al conocimiento que podamos
tener de ellas. En el primer caso, estas condiciones pueden ser descubiertas,
es decir, puede ser definido un problema social a partir del conocimiento
objetivo (esto es desde el punto de vista del conocimiento científico) y, en el
segundo caso, estas condiciones pueden ser erigidas como problema por la
conciencia de un grupo social influyente (es decir, desde el punto de vista del
conocimiento de este grupo). A nuestro entender, en ambos casos la definición
está hecha desde un grupo social que valora una condición dada como
problema, bien sea científicos/as (conocimiento objetivo) o grupo social
(conocimiento relativo a intereses). Ambos acercamientos parten del supuesto
de que las condiciones sociales están en la realidad y que es posible
delimitarlas, conocerlas y tener conciencia de ellas como problema, la
diferencia fundamental sólo se expresa en qué grupo social la propone como
relevante en un momento dado y en la influencia que pueda tener este grupo
social en movilizar recursos para su solución. En general, estos modelos (que
explican el surgimiento de los problemas sociales) se basan en: 1) La idea de
que existen condiciones sociales determinadas en una sociedad; 2) Que estas
condiciones pueden ser convertidas en problema visible por parte de grupos de
presión (movimientos sociales, científicos, políticos, instituciones); y 3) Que
afectan a los individuos y grupos sociales creando situaciones de malestar
social.

Para poder llevar a cabo la intervención social desde estas premisas es


necesario que sea posible: 1) El conocimiento de las condiciones que son
problemáticas en un momento dado; 2) La atención de las situaciones
problemáticas por parte de las diferentes instituciones competentes para darles
solución y 3) Las técnicas y recursos para implementar intervenciones que
solucionen el malestar causado por los problemas sociales.

Siguiendo las líneas de pensamiento trabajadas hasta ahora en esta


investigación, otra forma de entender los problemas sociales proviene de la
concepción de la sociedad como conflicto social. Ésta ha sido en parte

242
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

adoptada por lo que hemos llamado las 'perspectivas participativas' de


intervención social. En estas propuestas, los problemas sociales actuales son
vistos como producto de las relaciones sociales asimétricas presentes en la
sociedad. La explotación (económica, cultural, social) de los seres humanos en
el sistema capitalista es el problema social fundamental al cual apelan estas
posturas. Por lo tanto, problemas como la falta de recursos, la exclusión social,
la pobreza, por ejemplo, son consecuencia de dicha explotación. Como hemos
visto (capítulo 2), en la propuesta marxista tradicional la solución a esta
problemática es la transformación de la sociedad en su conjunto: la toma del
Estado (para su posterior abolición), la socialización de los medios de
producción y, como consecuencia, el desvanecimiento de contenidos de
conciencia y aparatos ideológicos que enmascaran las relaciones de
dominación presentes.

Ahora bien, las perspectivas participativas que beben de las fuentes marxistas,
no se plantean una transformación radical del sistema, sino intervenciones con
grupos y comunidades depauperadas para lograr su concientización y su
participación en los asuntos que les aquejan. En este caso, aunque el problema
se ubica en la totalidad de la sociedad, la solución está situada en ámbitos
concretos de diálogo entre quienes intervienen y quienes son intervenidos/as.
Estas posturas asumen un conflicto de intereses entre diferentes sectores de la
sociedad. No se refieren a un desequilibrio temporal sobre el cual se puede
intervenir para volver a la "normalidad", a pequeños ajustes de personas,
grupos o de relaciones entre los seres humanos y su entorno que predican
ciertas posturas de intervención que hemos esbozado arriba; más bien critican
estas posturas como reproductoras de las relaciones sociales injustas que se
viven en el seno del sistema capitalista.

En los desarrollos marxistas, los grupos sociales antagónicos son entendidos


como clases sociales; éstas están definidas con relación a su posición en el
entramado económico, social y político en la sociedad capitalista; no son
simplemente grupos o agentes sociales que tienen intereses contrapuestos con
respecto a temas específicos, sino la expresión del antagonismo fundamental
que sostiene el sistema. Según esta postura, las clases sociales (conscientes o
no de ello) son producto de esta relación antagónica y, como tal, sólo pueden
estar enfrentadas en sus intereses. En términos generales, dentro del marco de
las posturas teóricas marxistas tradicionales, se asume la existencia de una
realidad opresora producto de ciertas condiciones históricas y prácticas

243
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

sociales. Pero esta realidad está enmascarada por contenidos de conciencia


que no permiten su adecuada representación por parte de la mayoría de las
personas. Esto tiene como función la manutención y reproducción de las
relaciones de dominación que sostienen dicha realidad y la relativa
imposibilidad de movilización para la transformación.

Sin embargo, esta realidad es cognoscible o bien a través de la reflexión


científica de las causas y mecanismos de manutención de las relaciones
sociales (Althusser, 1965) o bien a través del diálogo entre personas que sufren
directamente la opresión del sistema social e intelectuales comprometidos/as
con el cambio social (Freire, 1970a). A partir de la conciencia de estas
condiciones de opresión se hace posible emprender movilizaciones colectivas
hacia la transformación de ciertas condiciones sociales. Al reconocer el
carácter histórico (y no natural) de las actuales formas de relaciones sociales,
la posibilidad del cambio se hace palpable. La solución a problemas sociales
concretos que afectan a las personas puede partir de la conciencia de las
causas de éstos y del intento de transformación de las relaciones de
dominación que los sustentan. Por esta razón, en las perspectivas
participativas las personas afectadas por problemas sociales protagonizan, a
través de su participación, la propia definición de aquello problemático y de las
vías de solución posibles.

5.1.1 Críticas a la noción de representación de la realidad

Hasta ahora hemos resumido lo que entienden diferentes posturas de la


intervención social sobre el surgimiento, causas, manutención y solución de los
problemas sociales. Sin embargo, para construir una perspectiva situada de la
intervención social, comenzaremos por cuestionar las versiones expuestas
sobre la definición de los "problemas sociales". Para esto utilizaremos en
primer lugar posturas críticas (Ibáñez, 1991; Gergen, 1994; Burr, 1995, Rose,
1996) con una visión representacionista de la realidad y con el conocimiento
científico como instrumento de 'descubrimiento' de lo real. En segundo lugar,
tomaremos en cuenta éstos y otros aportes de las ciencias sociales con el fin
de construir una versión que pueda establecer criterios para entender aquello
sobre lo cual, desde ciertas posiciones, vale la pena transformar (es decir, lo
que puede ser puesto en el lugar del concepto de "problema social"). No se
busca en esta versión hacer un recuento de las condiciones de posibilidad del
surgimiento de la noción de problemas sociales, sino buscar posturas y
explicaciones en las que se postule alguna desarmonía o conflicto, algún

244
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

espacio colectivo donde merezca la pena actuar para buscar una


transformación.

Vivian Burr (1995) al hacer un recuento de las premisas fundamentales que


sostiene el socio construccionismo dice que esta corriente de pensamiento
asume: 1) Una actitud crítica hacia el conocimiento dado por sentado; 2) La
especificidad histórica y cultural del conocimiento; 3) Que el conocimiento es
sostenido por los procesos sociales; y 4) Que las descripciones o
construcciones del mundo sostienen algunos patrones de acción social y
excluyen otros. A través de estas premisas, el construccionismo social rechaza
que el conocimiento sea una percepción directa de la realidad. Uno de los
principales representantes de este movimiento argumenta que
"Los términos y las formas por medio de las que conseguimos la comprensión del
mundo y de nosotros mismos son artefactos sociales, productos de intercambios
situados histórica y culturalmente y que se dan entre personas" (Gergen, 1994: 73).

Según este enfoque, el significado es visto como algo que deriva de


intercambios microsociales incrustados en el seno de amplias pautas de vida
cultural.

Esta corriente afirma que no hay maneras en las que la realidad pueda ser
percibida objetivamente. Proponen, por el contrario, que nuestros conceptos
son fundamentalmente producidos socialmente, a través del lenguaje, en
comunicación con otros (Spears, 1997). El carácter constructor del lenguaje
toma aquí especial relevancia como herramienta fundamental de creación de lo
social y remite a la contingencia del conocimiento y a la imposibilidad de acudir
a fundamentos últimos, fuera de lo social, para explicar la validez de una u otra
explicación. En el lenguaje, se fraguan las construcciones de los mundos en los
cuales nos movemos. Por lo tanto, el conocimiento científico es criticado por
erigirse como conocimiento adecuado y transparente de la realidad y no
reconocer su carácter construido, histórico, contingente y normalizador (Ibáñez,
1991).

Una visión socioconstruccionista aplicada a la definición de problemas sociales


sostiene que éstos son producto de procesos de definición colectiva y que se
construyen como objetos a través de prácticas y discursos en un marco socio
histórico y cultural que permite ciertas construcciones y no otras. Los
problemas sociales son, entonces, histórica y contextualmente situados y,
además, son construcciones momentáneas y dinámicas.

245
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

Un ejemplo del estudio del surgimiento de un problema social en un contexto


específico es el que ofrece Usó (1997). Este autor hace un estudio histórico de
cómo se conformó el "problema" de las drogas en España, el cual se ha
convertido actualmente en una de las principales preocupaciones de los/as
Españoles/as. En esta descripción, el autor destaca cómo diferentes
legislaciones (surgidas bajo los distintos regímenes políticos del Estado) dieron
pie a prácticas distintas de consumo y cómo diferentes instituciones tales como
la industria farmacéutica o los organismos represivos del Estado, en diferentes
momentos, han adquirido el control sobre la distribución de ciertas sustancias
consideradas como dañinas para las personas. Finalmente, analiza cómo el
erigir este tema como problema ha tenido influencia en la actual estabilidad
democrática, ya que "ha ofrecido un tópico institucionalmente firme sobre el
cual converger voluntades políticas, favoreciendo la aceptación de la
burocracia y el aparato estatal" (Usó, 1997: 58).

Las construcciones que se conforman socialmente y que construyen ciertas


prácticas sociales como problemas tienen, como hemos visto en el ejemplo
anterior, efectos de verdad para nuevas construcciones y prácticas sociales
(Ibáñez, 1991). Foucault (1975) investigó ampliamente cómo instituciones
como las prisiones pueden combinar una serie de discursos y prácticas,
imbuidas en entramados de relaciones de poder, que resultan convenientes
para cierto orden social. La prisión implica pérdida de libertad de aquella
persona que ha ofendido a la sociedad, se erige como forma de cuantificar la
pena (el castigo) según el malestar que haya causado el/la delincuente y como
aparato que permite la "transformación" del individuo, su corrección y
educación a través de la eterna vigilancia panóptica. Según este autor, estas
características sostienen la legitimidad y vigencia de estas instituciones, ya que
resultan coherentes con los procedimientos que, fuera del aparato judicial, se
han definido como útiles para repartir, educar, clasificar y codificar el
comportamiento continuo de los individuos en torno a las relaciones de saber –
poder; se trata de "formar en torno a ellos (los individuos) todo un aparato de
observación, de registro y de notaciones, construir sobre ellos un saber que se
acumula y se centraliza" (Foucault, 1975/1988: 233).

Por su parte, Rose (1996), siguiendo parte de la herencia teórica de Foucault,


explica cómo las disciplinas "psi" (esto es, psicología, psiquiatría,
psicoterapia...) han sido decisivas en la comprensión contemporánea sobre el
ser humano dado las narrativas y el vocabulario que desarrollan. De este

246
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

modo, la psicología es vista por este autor como una actividad que no es
enteramente académica, sino que está sostenida a través de la relación que se
establece entre su lugar en la academia y su función como un lugar de
"experticia". Con experticia se refiere a la capacidad de la psicología (y otras
disciplinas de las ciencias sociales) de proveer a la sociedad de un grupo de
personas entrenadas (y con credenciales) que son definidas como poseedoras
de una competencia para la administración de personas y de relaciones
interpersonales y la capacidad de manejo racional y sistemático de recursos en
la vida social. Además, afirma que la historia de estas disciplinas ha sido ligada
al tema de la gubernamentabilidad, con lo cual quiere decir que a través de
ellas se producen conocimientos, técnicas, explicaciones y expertos/as que han
podido participar en las preocupaciones, discusiones y estrategias de políticos
y otros agentes directamente relacionados con los aparatos políticos del
Estado: servicios públicos y civiles y organizaciones del bienestar social. Los
mecanismos de gubernamentabilidad implican multitud de programas,
propuestas y políticas que han intentado moldear la conducta de los individuos;
no solamente de control, disciplina, normalización, sino también aquellas
propuestas que los hacen más inteligentes, sabios, contentos, virtuosos,
saludables, productivos, dóciles, emprendedores, "empowered", etc.

Estos estudios ayudan a ejemplificar cómo ciertas prácticas disciplinarias (en


diferentes contextos y sostenidas por redes de prácticas y discursos) se
combinan con las tecnologías de conocimiento. A partir de esta combinación se
define qué es, en momentos y contextos específicos, lo normal y lo anormal, lo
saludable y enfermo, lo correcto e incorrecto; en resumen, lo susceptible a
cambio y lo que debe mantenerse tal como está. De esta manera, fenómenos
como la delincuencia o la vejez, definidos como problemas sociales y que son
estudiadas como consecuencia de la desestructuración de los lazos familiares
en el ámbito de ciertas perspectivas de intervención social (López Cabanas y
Chacón, 1997), pueden ser entendidos como construcciones que son
consecuencia de procesos sociales, sostenidos por prácticas y discursos
imbuidos en contextos sociales particulares.

Las corrientes socioconstruccionistas (y otras llamadas de modo genérico


postestructuralistas) han dado lugar a estudios que enfatizan en los efectos que
pueden tener, en las prácticas sociales, los discursos de verdad propuestos por
la verdad científica. Así, movimientos como el feminismo (Fox Keller, 1991;
Harding, 1993) o el movimiento de derechos homosexuales (Llamas, 1998), por

247
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

ejemplo, han utilizado las herramientas de los desarrollos postestructuralistas


para "deconstruir" aquellos discursos que, desde el conocimiento científico,
definen como problema social, criminalizan, estigmatizan y naturalizan ciertas
prácticas sociales y colectivos.

En el caso de algunos estudios de ciencia y feminismo se afirma que, aunque


la ciencia está basada en la idea de que utiliza métodos que protegen a las
investigaciones de las oscilaciones idiosincráticas de la motivación humana, las
formas de conocer, las éticas y políticas de las formas dominantes de hacer
ciencia son androcéntricas. Los modos en que las ciencias construyen y
confieren significado son sexistas, racista y clasistas y coercitivos en el plano
cultural (Harding, 1993). Así lo científico y objetivo está asociado con "lo
masculino" y lo subjetivo y sentimental a "lo femenino", reforzándose
mutuamente con el prestigio del conocimiento científico (Fox Keller, 1991). Un
ejemplo son los estudios de cómo el orden patriarcal ha influido, controlado y
clasificado las prácticas médicas desarrolladas alrededor de la gestación y el
parto, con el efecto de control sanitario del cuerpo de las mujeres y de sus
procesos (Rodrigáñez y Cachaceiro, 1996). La alternativa a una ciencia
patriarcal es la construcción de una epistemología que tome en cuenta la
experiencia parcial y lo "interesado" moral y políticamente de cada postura
(Harding, 1993).

Por otro lado, Llamas (1998) muestra cómo se constituyen y operan los
discursos relacionados con la "homosexualidad" (puesta entre comillas como
crítica a la propia categoría que tilda ciertas prácticas sexuales bajo un
paraguas común y las tipifica como "fuera de la norma") y cómo constituyen
sus objetos y sujetos. Para él, son las formas de organización social las que
definen y delimitan cuáles sexualidades (en términos de prácticas, deseos y
afectos) son las adecuadas y las impertinentes. Su trabajo pretende contribuir a
la articulación de cotidianidades y la construcción plural de discursos de las
subjetividades gays y lésbicas como principio que posibilita el ejercicio de la
libertad individual y colectiva (Llamas, 1998: 40).

En estos ejemplos se trabajan varios temas que se han venido estudiando


dentro del ámbito de las ciencias sociales. Por un lado, la relación entre
conocimiento y realidad es problematizada desde estas posturas, en el sentido
de que no se asume la posibilidad de acceso (aunque sea afinando los
instrumentos de medición y análisis) a una realidad fuera de los discursos y
prácticas que la conforman. Por otro lado, las formas de construcción propias

248
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

de la retórica científica producen objetos, sujetos, prácticas y subjetividades


que, por ser avalados por las redes de poder donde opera la institución
académica, son difíciles de cuestionar; y, por último, los efectos de control,
clasificación y gubernamentabilidad que pueden tener las tecnologías de
intervención derivadas del conocimiento científico sobre las vidas de personas
y colectivos en momentos y contextos específicos.

Si utilizamos estas herramientas teóricas para analizar el estudio de los


problemas sociales dentro de la intervención social, podemos llegar a la
conclusión de que el conocimiento que se produce en este ámbito sirve para
delimitar, describir, observar, medir, en fin, construir los problemas sociales.
Además, la profesionalización propia de la intervención social, en la que se
utilizan técnicas avaladas en los desarrollos científicos, se usa para incidir en
estos problemas. Como hemos dicho en el capítulo 3, cada vez se tecnifica
más el conocimiento tanto de las distintas áreas definidas como problemas
sociales como de las formas y técnicas de intervención. En las perspectivas de
intervención social estudiadas, los/as científicos/as o intelectuales proporcionan
explicaciones objetivas de los problemas sociales, tanto en su vertiente de
equilibrio social como de conflicto social. Ambas tendencias asumen la
existencia de un estado de cosas que existe independiente de las maneras en
las que podemos acceder a/construir la realidad (aunque se toma en cuenta el
devenir histórico en estas explicaciones: por ejemplo, cómo diferentes
problemas sociales van surgiendo en la versión del equilibrio social y cómo las
condiciones históricas de producción capitalista configuran un panorama social
en el marxismo).

Por otro lado, una de las consecuencias de estas retóricas de verdad propias
de la actividad científica es la construcción de identidades y de colectivos
definidos como desviados (Ibáñez, 1991; Michael, 1996). De esta manera se
conforman situaciones y colectivos (como inmigrantes, mujeres, ancianos/as,
etc.) como problemáticos en el marco de unas relaciones sociales permeadas
por el binomio de poder y saber.

Por último, la intervención en el ámbito del Estado moderno ayuda a la


gobernabilidad. Como argumentan Correa, Figueroa y López (1994) este tipo
de intervención social tiene efectos de control y domesticación de desviaciones.
Las ciencias sociales, según estas autoras, se crearon para conducir las
resistencias sociales. La crisis que desde los años sesenta y "que por fortuna
aun existe" (sic) afecta la legitimidad de las mismas está anclada en el

249
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

reconocimiento de que las ciencias sociales no fueron aptas del todo para
cumplir con el encargo social del "Estado terapéutico" (Foucault, 1985, c/p.
Correa, Figueroa y López, 1994: 33).

5.1.2 Aquello "digno de transformar"

Las perspectivas e investigaciones reseñadas nos informan de posturas críticas


hacia las formas de definición que desde las ciencias sociales se han hecho de
situaciones y colectivos problemáticos. Sin embargo, para una perspectiva
situada de la intervención social, nos parece importante mantener alguna
noción sobre la necesidad de transformación de situaciones que son vistas
como problemáticas, es decir, la posibilidad de cambio social y la deseabilidad
de ese cambio. Esta importancia viene dada por la necesidad de dar cuenta de
las acciones que buscan la transformación de situaciones desde procesos de
intervención social como eje fundamental de dichos procesos. Ahora nos
propondremos dar una forma alternativa de entender lo que podría ser digno de
transformación desde espacios de acción colectiva (o de intervención social).
Las preguntas que guiarán esta propuesta serán ¿qué es necesario
transformar?, ¿cómo son los mecanismos que permiten definir aquello
"problemático"? y ¿cómo podemos establecer criterios para decidir qué es lo
digno de transformación?

Para esto aceptaremos el carácter construido de la realidad enmarcada en


contextos históricos y sociales donde procesos de transformación social se
pueden llevan a cabo (Ibáñez, 1991) y la imposibilidad de una mirada total que
pueda definir cuáles son los problemas sociales que afectan a una sociedad
(Harding, 1993). También utilizaremos la noción de articulación de Laclau y
Mouffe (1985) como concepto que describe los mecanismos de creación de
puntos nodales específicos que fijan los significados para definir “aquello
problemático”. Bajo esta perspectiva, la decisión de aquello que resulta
problemático o digno de transformar se da en fijaciones (temporales y siempre
inestables) de significados a partir de articulaciones de diferentes posiciones de
sujeto (Laclau y Mouffe, 1985); cada una de estas posiciones está situada de
manera diferente en cuanto a la articulación y se construye y transforma como
producto de ciertas articulaciones (a esto volveremos más adelante). Esta
articulación es un espacio social y político relativamente unificado que se
construye como antagónico a otros espacios sociales (esto es, como
enfrentado en cuanto a valores éticos y políticos a diferentes discursos y
prácticas sociales establecidas) y adquiere su significado en contextos y

250
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

relaciones específicas. Además, estos espacios están construidos por juegos


de poder, asimetrías, negociaciones, intereses, alianzas, afinidades,
compromisos, etc. en ciertos contextos históricos y culturales que limitan los
discursos y prácticas de definición.

Zizek (1994) pone el ejemplo de la ecología para explicar la posición


desarrollada por Laclau y Mouffe (1985) con respecto al concepto de
articulación. Desde esta perspectiva, la ecología no es “ecología como tal”, está
siempre encadenada a una serie de articulaciones específicas. Puede ser
socialista (el problema reside la explotación de los recursos naturales orientada
al beneficio propio del sistema capitalista), feminista (la explotación de la
naturaleza sigue la actitud de una forma patriarcal de dominación), liberal
capitalista (el daño del ambiente debe ser incluido en el precio de los productos
y dejar que el mercado regule el balance ecológico), etc. Así Zizek (1994)
explica cómo Laclau y Mouffe (1985) proponen que no hay un significado literal
anterior de las articulaciones que definen algo como “problemático”, no hay
encadenamiento que sea verdadero en sí mismo, inscrito en la naturaleza del
problema ecológico. Cuál discurso puede llegar a ser dominante con respecto a
la ecología depende de los juegos de poder y antagonismos, cuyo resultado no
está garantizado por ninguna relación necesaria o “alianza natural” (Zizek,
1994/1995: 12).

Para Mouffe (1998) las alianzas que producen antagonismos, las formas de
entender qué se construye como problemático o las posibilidades de acción es
una cuestión política. La politización no cesa nunca, dado que la indecibilidad
(esto es la contingencia de los significados sociales) sigue habitando la
decisión (la fijación de significados en un momento dado). Cada consenso
aparece como la estabilización de algo esencialmente inestable y caótico e
implica alguna forma de exclusión. El caos y la inestabilidad son irreductibles.
Para esta autora, esto implica a la vez un riesgo y una posibilidad, dado que
una estabilidad permanente implicaría el fin de la política y de la ética.

En el caso de la intervención social queremos proponer que la definición de


“aquello que es digno de transformación” sea hecha a partir de las
articulaciones donde participen diferentes posiciones de sujeto, incluyendo
quienes están definidos/as como interventores/as, personas afectadas, grupos,
asociaciones y organizaciones preocupadas por la temática a tratar,
instituciones, etc. y en las que sea posible negociar construcciones de lo que
puede ser visto, desde diferentes posturas (conocimientos situados), como

251
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

problemático. Para la definición de “lo que es necesario transformar” es


importante promover conexiones donde se fijen significados a partir de dichas
negociaciones. Éstas estarán, a su vez, enmarcadas en contextos de
relaciones de poder, autoridad, intereses, institucionalización, alianzas, etc.; ya
que será este contexto el que dibuje los límites y las posibilidades de los
procesos de definición. En este sentido, la delimitación de qué es un 'problema
social' se dará en el seno de las conexiones parciales que permitan, desde
puntos nodales específicos, construir condiciones como problemáticas o dignas
de cambio, es decir, la acción de definición, en estos términos, será un asunto
político (Mouffe, 1992).

Nociones como posiciones de sujeto, conocimientos situados y articulación


serán tratadas más a fondo en los siguientes apartados de este capítulo ya que
conformarán la base de la “perspectiva situada” sobre la intervención social que
estamos desarrollando.

5.2 Agentes de cambio social


En el ámbito de la intervención social, como hemos visto, es importante atacar
las situaciones problemáticas para darles solución (o por lo menos paliar sus
efectos negativos). En cada una de las corrientes estudiadas se definen los
entes relevantes para la solución de los problemas; sin embargo, en éstas
también se enfatiza en que hay uno de estos entes que es más relevante para
la promoción, motivación y acción de transformación social.
En este apartado analizaremos aquellos “agentes de cambio social” –
personas, grupos, organizaciones, instituciones, etc. que son conceptualizados
como capaces de llevar a cabo acciones de transformación - propuestos por
las diferentes corrientes de intervención social. También buscaremos formas
alternativas a éstas de definir agentes de cambio social partir de la noción de
'posiciones de sujeto' que nos permitirá seguir construyendo una perspectiva
situada de la intervención social. Para esto nos centraremos sobre todo en
algunos desarrollos en las corrientes “postmarxistas” y “feministas” por
encontrar en éstas, líneas de discusión que nos interesan para la reflexión
sobre la intervención social y seguir los criterios enunciados al principio de este
capítulo.

En la intervención social 'dirigida' el cambio que se infringe en la situación


problemática, proviene básicamente de la injerencia de quien interviene como
agente externo – profesionales, expertos/as, etc. – sobre el problema. En la

252
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

literatura sobre el tema se asume que la intervención del/la profesional en el


ámbito problemático tendrá una consecuencia transformadora y positiva para
quien recibe la intervención. El “agente de cambio social” es definido como tal
por: 1) Su posición dentro del sistema de intervención como agente interventor
casi siempre asociado/a a instituciones legitimadas para la intervención social
(como por ejemplo, los servicios sociales, la universidad, las organizaciones no
gubernamentales...); 2) Su capacidad de conocer el problema y proponer
acciones de transformación y 3) Su neutralidad en cuanto a intereses en juego
en la situación, es decir, este agente es definido/a como alguien que busca el
bien común pero que no está sesgado/a por los intereses en contienda que
pueda haber.

En el caso de las perspectivas participativas, el panorama se dibuja de manera


diferente. Estas perspectivas transforman algunas de las asunciones de las
intervenciones sociales tradicionales esbozadas arriba. Como hemos dicho, las
perspectivas participativas proponen un diálogo productivo entre agentes
externos/as y los grupos de trabajo (grupos comunitarios o colectivos
específicos) con el objetivo de promover su participación en la transformación
social. Esta transformación es entendida a partir de la incidencia que puedan
tener las personas con las que se trabaja en aspectos percibidos como
importantes de sus vidas y sobre algunas de las relaciones de dominación que
las sustentan.

De esta manera los “agentes de cambio social” definidos en estas perspectivas


son las personas de la comunidad o colectivos que sufren los problemas
sociales. Ellos/as son vistos/as como viviendo bajo condiciones de opresión y,
por lo tanto, deben actuar para revertir las condiciones sociales en las que
viven acompañados/as de intelectuales políticamente comprometidos/as con la
transformación social de esas condiciones. La metáfora de la catálisis social
utilizada por Fals Borda (1959) explica la relación entre agentes externos/as y
miembros de la comunidad. Los/as agentes externos/as redirigen y reorganizan
las inquietudes presentes en la comunidad, abriendo espacios de reflexión y de
acción. La transformación social es llevada a cabo por miembros de la
comunidad o grupos oprimidos conscientes de las causas reales de su
opresión.

Las formas de intervención estudiadas presentan, sin embargo, características


generales comunes:

253
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

1) Ambas perspectivas, las de 'intervención dirigida' y las 'perspectivas


participativas', definen por lo menos dos agentes sociales diferentes en el
proceso de intervención: por un lado, personas de la comunidad o miembros de
colectivos que están afectados/as por los problemas sociales y, por otro,
agentes externos/as capaces de liderizar, promover, catalizar o llevar a cabo
acciones de transformación social y que, en principio, no están afectados/as
por los problemas estudiados.

2) La transformación que se busca a partir de la intervención social tiene


efectos directos solamente en la vida de las personas definidas como afectadas
por los problemas sociales. En la literatura sobre intervención social se busca
transformar las condiciones de vida, las relaciones, los recursos de quienes son
intervenidos/as. Las condiciones de vida, identidad, posición institucional, etc.
de los/as agentes externos/as es rara vez transformada dentro de los procesos
de intervención social. Si las personas de comunidades y colectivos son
definidos/as como imbuidos/as, afectados/as, perjudicados/as por problemas
identificados; lógicamente, las transformaciones que se logren a partir de la
intervención serán para paliar, solucionar, remediar o solventar estos
problemas en sus vidas.

3) Dentro de las perspectivas de intervención social tanto quienes cumplen las


funciones de agentes externos/as como quienes son objeto de intervención son
definidos como grupos homogéneos entre sí – y diferente al otro grupo - con
intereses, necesidades y problemas identificables. Los grupos que son
susceptibles de intervención están definidos como tales o bien por pertenecer a
una categoría social común (como por ejemplo ancianos/as,
drogodependientes, mujeres...) o bien por estar localizados/as en una posición
social, económica o cultural en el entramado de relaciones sociales en un
momento dado (como por ejemplo miembros de comunidades marginales).

4) Para que la intervención social tenga sentido es preciso definir a los agentes
de cambio social como capaces de transformar situaciones que son vistas
como problemáticas, es decir, de llevar a cabo acciones sistemáticas para
lograr objetivos que son definidos en los procesos de intervención.

Ahora bien, para la discusión sobre los “agentes del cambio social” tomaremos
algunos desarrollos que se han dado en las ciencias sociales en las que se ha
reflexionado sobre la necesidad de transformación de ciertas relaciones de
dominación, la necesidad de una acción política para lograr dicha

254
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

transformación y la importancia de ciertos agentes de cambio social que lideren


o lleven a cabo esta acción.

5.2.1 Análisis de la tradición marxista: la clase obrera como motor del


cambio social

Una de las tradiciones que ha propuesto más claramente un agente concreto


de cambio social es la tradición marxista. Dentro de esta tradición, la "clase
obrera" está conformada por todas aquellas personas que se ven obligadas a
vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir. Esta fuerza de trabajo ayuda
a la acumulación de capital de aquella clase que emplea a estas personas
(propietarios/as de los medios de producción). Entre propietarios/as de los
medios de producción y la "clase obrera" hay relaciones de explotación y,
además, éstas son veladas por diversos mecanismos de ocultación de estas
relaciones (como por ejemplo los aparatos ideológicos del Estado – Althusser,
1970). La "clase obrera", dentro de la tradición marxista, es quien tiene la
misión histórica de la transformación social. Una vez que adquiera conciencia
de su rol, es posible un movimiento revolucionario que acabe con los modos de
explotación propios del sistema capitalista; aunque hay diferencias en cuanto a
sí el hecho de que la "clase obrera" se convierta en sujeto de cambio se da por
el propio curso de la historia y de las relaciones sociales dentro del sistema
(Luxemburgo, 1974), o si es necesaria una vanguardia o intelligentsia que guíe
al movimiento obrero hacia este papel (Kautsky, 1976). En este último caso, se
postula que es necesaria tanto la indignación de la clase obrera como clase
explotada como la teoría marxista conocida por la intelligentsia para lograr
formular un movimiento global de transformación.

La visión de un único agente social para la transformación ha sido criticada


desde posturas postmarxistas. Laclau y Mouffe (1985), por ejemplo, acusan a
esta postura de ser esencialista en el sentido de que asume una relación
'necesaria' entre la transformación social y un agente social (que es definido en
términos de su posición en el entramado económico y social). Para estos
autores, la postura marxista tradicional promulga un 'sujeto' universal en el
contexto de una Historia única, en la cual existe un 'para sí' de la clase obrera
que es necesario descubrir (o bien por su propio devenir histórico o bien con la
ayuda de la vanguardia ilustrada) para llevar adelante dicha misión. El núcleo
de toda transformación en este pensamiento seguiría siendo un único agente
social necesariamente determinado por su posición dentro de las relaciones de
producción. Laclau y Mouffe (1985) proponen, en cambio, poner en cuestión la

255
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

noción de "clase social" como unidad de los diferentes agentes para la


transformación, ya que proponen un movimiento teórico en el que la unidad de
las diferentes posiciones de sujeto es siempre precaria y en continuo proceso
de articulación.

Sin embargo, autores contemporáneos como Harvey (1998) proponen retomar


la categoría de "clase social" clásica del análisis marxista de la sociedad como
principal articuladora de la lucha en ámbitos políticos, alegando la
perdurabilidad del sistema de opresión económica propia del capitalismo. De
este modo se opone a los desarrollos en la teoría post marxista. Este autor
afirma que mientras el capitalismo organice las relaciones de producción, el
conflicto entre las clases productoras y quienes poseen los medios de
producción sigue siendo la contradicción principal de la vida institucional
moderna (Harvey, 1998: 6). Para él, contrario a los argumentos
“postmodernos”, otras luchas que buscan la justicia social permanecen
subordinadas y están condicionadas por los requerimientos dinámicos de los
conflictos de clase; lo cual pone los límites de las posibilidades de acción social
y de protesta. La explotación de clase es, para Harvey (1998), ontológicamente
distinta a las formas de explotación subjetiva que argumentan los movimientos
sociales basados en una política de identidad. Por lo tanto, ni la eliminación de
opresiones culturales puede automáticamente eliminar la injusticia de clase, ni
la eliminación de la explotación de clase puede tener como consecuencia
directa la supresión de las discriminaciones opresivas basadas en raza,
etnicidad, género, etc. Finalmente, afirma que cualquier movimiento
revolucionario que se proponga desafiar la legitimidad del capital debe basarse
en una ontología social que garantice la primacía de los intereses de la clase
trabajadora hacia la lucha por la igualdad social basada en la justicia
económica.

En este argumento lo que resalta es una distinción entre el conflicto de clase


como constitución 'objetiva' de la forma de explotación capitalista y las luchas
'subjetivas' a partir de opresiones culturales que emanan de diferentes grupos
sociales constituidos como movimientos sociales indentitarios. El autor coloca
como objetivo principal de la transformación social una política que haga frente
a las formas de explotación propias del sistema capitalista, la cual produce a la
clase obrera como producto de las relaciones de producción. McRobbie (1992),
hace una crítica a lo que para ella es un retorno a posturas pre-postmodernas
(sic) de autores como Harvey (1989 c/p McRobbie, 1992). Esta postura es

256
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

insostenible, según su opinión, porque en ella se da prioridad a las relaciones y


determinaciones económicas sobre las relaciones culturales y políticas,
colocando éstas últimas en subordinación – en cuanto a urgencia política - a
las primeras. El postmarxismo (y lo que se ha denominado la crisis del
marxismo), desde el punto de vista de esta autora, da las oportunidades de
pensar que la lucha alrededor de la noción de una clase unitaria no es un
modelo para entender o anticipar el cambio social. La noción de clase es
también producto de procesos históricos contingentes en el juego de
definiciones conformadas en terrenos, políticos, ideológicos y económicos.
Para esta autora, la dirección de un movimiento no debe ser hacia alguna
subjetividad universal sino hacia una identidad que mantenga la “dignidad de lo
específico” (McRobbie, 1992: 725). En este sentido, ella propone que es
necesaria la investigación, en el ámbito de los estudios culturales, sobre los
mecanismos de identificación y teorías para conceptuar la identidad-en-la
cultura que tome en cuenta el carácter relacional de la vida cotidiana e
integrando en estas investigaciones el interés en la contingencia y la historia.

A partir de estos trabajos, podemos ver que en el espacio de la discusión sobre


“los agentes de cambio social” están involucrados temas como ¿cómo se
constituyen los “agentes de cambio social” como tales?, ¿alrededor de qué ejes
(condiciones económicas, culturales, sociales, identitarias) se pueden/deben
constituir?, ¿qué ideas sobre la conformación del “sujeto” y de la “identidad”
están en juego?, ¿cuáles son las coordenadas de la acción política?

A continuación haremos un breve repaso de diferentes posiciones que nos han


servido para reflexionar sobre “los agentes de cambio social” dentro del ámbito
de la intervención social. Estas posiciones son casi todas provenientes de
literatura no caracterizada como “intervención social”; sin embargo, nuestro
interés en estas propuestas se basa en que incluyen reflexiones sobre formas
de transformación social dentro de sus argumentos y reflexionan en torno a las
preguntas señaladas arriba.

5.2.2 La identidad como eje de constitución de los "agentes sociales" en


los "nuevos movimientos sociales"

Una de las fuentes para la discusión de “los agentes de cambio social” está en
las teorías sobre los “nuevos movimientos sociales”. En este ámbito se afirma
que en la actualidad han decaído los movimientos tradicionales centrados en
las reivindicaciones del movimiento obrero, articulados alrededor de la noción

257
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

de “clase social” estudiada arriba. Se postula que han comenzado a surgir


“nuevos movimientos sociales” basados en formas de opresión concretas como
las de género, raza, opción sexual, etc. (Melucci, 1980 c/p. Barker y Dale,
1998). Una parte de los denominados “nuevos movimientos sociales” se refiere
a la posibilidad de que ciertos grupos sociales se constituyan como tales a
partir de las identificaciones entre sí de personas que comparten cierta
característica (como por ejemplo mujer, negro, homosexual...). Estas
características no son dadas por su posición en el entramado económico de
producción y colocan a las personas que están bajo las diferentes categorías
en condiciones sociales y culturales (y a veces económicas) en las que se las
define como desviantes de la norma general. Estas personas son definidas
como "otros/as" respecto a un centro patriarcal y dominador. A partir de las
identificaciones con estas categorías de sujeto se han conformado grupos
como “agentes de cambio social” que han tomado acciones para luchar contra
las diferentes formas de discriminación de las que son víctimas (como por
ejemplo patriarcado, racismo, homofobia...). Se reclaman por un lado, derechos
de igualdad con respecto a los otras personas sin esta característica diferencial
y, por otro, derecho a la diferencia en el sentido de promoción de políticas o
formas de vida que den cuenta de la especificidad de estos actores sociales.

Esta discusión se ha hecho bastante extensamente en el ámbito del feminismo.


Se ha discutido acerca de la necesidad de la formación del sujeto "mujer" como
agente de acción política frente a las exclusiones y dominación a la que se es
objeto por ser mujer. Cigarini (1995), por ejemplo, considera a las mujeres
como un grupo social oprimido y homogéneo a partir de sus formas comunes
de discriminación en una sociedad patriarcal. Ella propone que las formas de
articulación entre las mujeres deben ser las relaciones de autoridad y
affidamiento (vínculo que se establece cuando una mujer prefiere a una
semejante para enfrentarse con la realidad dada). En estas relaciones las
mujeres pueden aprender de otras y emprender proyectos conjuntamente
donde no estén presentes las relaciones de dominación propias de la sociedad
patriarcal. Siguiendo estas propuestas, el grupo al que ella pertenece a llevado
adelante proyectos sociales (juristas, librería) que se han realizado
conformando y consolidando este tipo de vínculo femenino. El propósito es
actuar el poder en estas relaciones diferenciándolas de las relaciones que
puedan tener las mujeres con los hombres en las que necesariamente habrá
vínculos de explotación a la mujer. Este tipo de proyecto, según ella, permitiría
a las mujeres sacar fuerzas y medidas de los vínculos con otras mujeres; lo

258
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

cual produciría “una responsabilidad social de mujeres ante el mundo” (Cigarini,


1995: 127).

Por su parte, Violi (1997) considera que la diferencia sexual es uno de los
puntos de partida para la construcción del sentido de la experiencia. En esta
propuesta, la diferencia sexual se convierte en "un universal de la significación"
sobre el cual se articula la experiencia diferente entre los sexos. Esta
experiencia se da a partir de la realidad corpórea de la naturaleza sexuada de
los individuos. La experiencia propiamente femenina sería, en esta propuesta,
el núcleo de articulación entre mujeres, dado lo común que pueden tener estas
experiencias. Para ella, aunque es importante mantener el tono individual y las
diferencias entre las múltiples formas de “ser mujer”, se propone, como
horizonte de esperanza, que a través de la polisemia de las mujeres se pueda
llegar a una forma común de esta experiencia. Braidotti, (1994) en su proyecto
de “sujetos nómadas” también acude a la diferencia sexual como una de las
características (la más importante quizás) sobre las cuales se conforma el
carácter encarnado de la experiencia del sujeto. Las teorías feministas sobre la
encarnación del sujeto, dice, utilizan la noción de materialidad corpórea,
enfatizando en el carácter encarnado y, por tanto, diferenciado sexualmente,
del sujeto hablante. Sin embargo, advierte que esta encarnación del sujeto no
debe ser entendida como algo natural o sociológico; sino como una
superposición de lo físico, lo simbólico y lo sociológico (Braidotti, 1994: 4). La
teoría de la diferencia sexual para esta autora tiene como objetivo el
reforzamiento de lo femenino como proyecto político al reconocer que la
identidad de las mujeres como mujeres es una condición necesaria para
establecer vínculos explícitos entre mujeres (Casado, 2000).

En otra línea de pensamiento, Pateman (1988), en su libro “The sexual


contract” discute cómo, en los desarrollos teóricos alrededor del concepto de
contrato social, se ha olvidado y dejado de lado el estudio de la incorporación
de las mujeres en los ámbitos del empleo o de la ciudadanía y que se ha
omitido el estudio sobre el contrato del matrimonio; lo cual muestra un “olvido”
político sobre las relaciones contractuales dentro del patriarcado moderno. Esta
autora, con el objetivo de formular un proyecto político de ciudadanía, propone
un concepto de ciudadanía que se aleja de la idea de individuos iguales y de la
separación de los ámbitos públicos y privados y aboga por una idea que
incorpore a las mujeres como mujeres dentro de un proyecto global de igualdad
civil.

259
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

De diferentes maneras, estas posturas asumen una esencialidad en el


concepto "mujer" (bien sea natural, anterior a la socialización como tal o
posterior siguiendo la máxima de Beauvoir (1952) de que la mujer no nace sino
que se hace). Según estas posturas, las mujeres tienen características en
común debida a la diferencia sexual y, además, de las diversas formas de
explotación que padecen en una sociedad patriarcal. Se postula la necesidad
de la constitución del sujeto femenino como agente de transformación social a
partir de la articulación basada en las diferentes experiencias de “ser mujer”
que comparten un basamento común fundamentado en la experiencia corporal
de la diferencia sexual.

Estos fundamentos han sido cuestionados por parte de otras posturas en las
que sobre todo se han objetado las ideas sobre la conformación de los agentes
de cambio social basados en la identidad. Por ejemplo, Zietkiewicz y Long
(1999) afirman que muchas feministas creen que sin ver a la 'mujer' como una
identidad coherente no hay basamento para un movimiento político feminista
en el que las mujeres se unan como mujeres para formular y perseguir
objetivos feministas específicos. Es decir, que para muchas feministas es
necesaria la relación de identidad femenina para llevar adelante proyectos
políticos feministas de transformación; ya que es esta identidad la que sirve de
base para una articulación política feminista. De esta manera la constitución del
agente de cambio social es propuesta alrededor de la categoría “mujer”.

Una de las críticas más potentes a las posturas de construcción del agente de
cambio social basado en la categoría "mujer" ha sido la que denuncia la
universalización y totalización que se hace de esta categoría al contraponerla a
la de "hombre" (que también es universalizada). La consecuencia de esta
categorización es que se homogeneizan las diferentes formas del sujeto
"mujer", obviando las particularidades de cada una de estas posiciones; como
por ejemplo, “mujer negra” o “mujer del tercer mundo”, etc. (Butler, 1992;
Ahmed, 1996). Otra consecuencia es la exclusión de posibles articulaciones
con movimientos políticos de transformación basados en otras categorías de
sujeto u otras reivindicaciones concretas.

Otra crítica importante tiene que ver con los efectos que las políticas que
enfatizan en la diferencia sexual pueden traer consigo. Zietkiewicz y Long
(1999) en un estudio realizado en el contexto de Sudáfrica, argumentan que la
insistencia en el esencialismo que sitúa a las mujeres en su rol de madres o en
el hogar tiene el riesgo de reafirmar esos roles más que liberar a las mujeres.

260
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

Un posible efecto de la política de identidad o hermanazgo entre mujeres es el


de limitar la tarea feminista más que desarrollarla en el sentido de naturalizar
los roles femeninos y las condiciones de opresión que éstos puedan acarrear
en contextos concretos.

Estas críticas vienen acompañadas de propuestas en relación con formas


alternativas de reflexionar sobre los conceptos de “sujeto” y de “identidad” en el
marco de los estudios feministas. Por ejemplo, Correa, Figueroa, López y
Román (1994) afirman que al asumir que las tecnologías de género producen
discursividades múltiples que producen el sujeto "mujer", se desprende que de
esos procesos emergen múltiples posiciones de sujeto-mujer. Por lo tanto,
proponen una 'implosión' de la categoría 'género' y una política de coalición de
unidades provisionales que pueden emerger en situaciones específicas y que
no asuman la "identidad" como premisa fundamental. Esto, según ellas, daría
paso a constelaciones imprevistas de diversas acciones contestatarias con la
potencialidad subversiva "que siempre imprevista, rebelde e inconmensurable,
escapa a todo proyecto de encuadramiento programático." (p. 49).

5.2.3 Noción de sujeto y constitución de los "agentes de cambio social"

Con relación a cómo se puede pensar la noción de sujeto, Mouffe (1992) hace
un recuento de las tradiciones filosóficas – tales como la hermenéutica de
Gadamer, la filosofía del lenguaje inspirada en el trabajo del último
Wittgenstein, el pragmatismo norteamericano o la lectura del psicoanálisis
propuesta por Lacan – que de diversas maneras han criticado la idea de una
naturaleza universal del ser humano. Un principio común a las críticas anti
esencialistas de estas tradiciones (y otras como las deudoras de Derrida o
Foucault) ha sido el abandono de la categoría de sujeto como una entidad
racional transparente que pueda expresar un significado homogéneo en el
campo total de su conducta. Tomando en cuenta estos desarrollos, ella afirma
que la historia del sujeto es la historia de sus identificaciones y que no hay una
identidad oculta a ser rescatada más allá de aquellas. Ella propone un doble
movimiento: por un lado, un movimiento de decentramiento del sujeto que
previene de la fijación de un conjunto de posiciones alrededor un punto
preconstituido (en el caso de algunas de las posturas mencionadas
anteriormente la diferencia sexual surge como centro de articulación de
experiencias); y, por otro, el movimiento opuesto, la institución de puntos
nodales que permiten articulaciones en torno a fijaciones precarias y dinámicas
de significados desde las cuales se puede acceder a una pluralidad de

261
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

prácticas políticas. Ella concluye que la deconstrucción de las identidades


esenciales debe ser vista como una condición necesaria y adecuada para
entender la variedad de relaciones sociales donde los principios de libertad e
igualdad deben aplicarse (Mouffe, 1992).

En la discusión acerca de la concepción de sujeto y la acción política, Butler


(1992) afirma que la propia asunción de la necesidad de un sujeto universal
para la práctica política (como el caso de “la mujer” en ciertas posturas
feministas) excluye la posibilidad de una discusión política acerca de las formas
de construcción del sujeto. Presuponer un sujeto como un punto de partida
dado para la práctica política implica diferir la cuestión de cuáles son los
mecanismos de construcción y regulación del sujeto, es decir, implica asumir
como no problemático el ámbito de la constitución del sujeto como tal y de los
entramados de poder y de autoridad en los que se constituye. Los sujetos, para
ella, están constituidos a través de mecanismos de inclusiones y exclusiones,
esto es, a través de la creación de dominios de sujetos desautorizados,
presujetos, figuras miserables, poblaciones borradas del mapa, etc.; por lo
tanto se hace políticamente necesario rastrear las operaciones de
construcciones y exclusiones de sujetos que se dan en todo momento. El “yo”,
dice Butler (1992: 9), es constituido por sus posiciones; éstas no son meros
productos teóricos sino principios organizativos encarnados de prácticas
materiales y arreglos institucionales, matrices de poder y discursos que
producen “sujetos” viables.

En otra formulación acerca de las formas de entender los sujetos de la acción,


Haraway (1991a, 1992) habla de los cyborgs como criaturas híbridas, parciales,
ficcionales y reales a la vez. Son posiciones de sujeto situadas políticamente
que no requieren de una "realidad objetiva" diferente de nuestros
entendimientos y prácticas colectivas para actuar. A través de esta metáfora, la
autora expresa la fragmentación e incomplitud de cualquier identidad y, a partir
de allí, plantea las posibilidades de conexión y de búsqueda del "otro" sin
pretender ser el "otro". La parcialidad presenta la posibilidad de la conexión con
otros/as, de la polifonía y de las definiciones perecederas o simultáneamente
contradictorias, desde las cuales es posible conectar. Sujetos parciales,
posiciones específicas, cyborgs, se conectan produciendo límites y definiciones
de sí mismos, de otros/as y del mundo. Así, incorpora una especie de fusión
compleja, que da como resultado productos situados capaces de conocer y
hacer.

262
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

“El cyborg es nuestra ontología, nos otorga nuestra política. Es una imagen
condensada de imaginación y realidad material, centros ambos que, unidos,
estructuran cualquier posibilidad de transformación histórica” (Haraway, 1991a/1995:
254).

Esto implica que nuestro compromiso político sólo es posible desde posiciones
semióticas y materiales específicas. Esta propuesta considera una relación con
un mundo histórico en constante construcción y una posibilidad de
involucración política con el objetivo de transformar lo que puede ser visto,
desde ciertas articulaciones de posiciones, como relaciones de dominación.

Estas perspectivas, de diferentes maneras, dan respuestas a la pregunta sobre


los mecanismos de constitución del “sujeto”. Los diferentes desarrollos
conciben al “sujeto” como constituido por un conjunto de 'posiciones de sujeto'
construidas en el seno de relaciones de inclusión/exclusión, discursos y
prácticas en las que se crean los límites de dichas posiciones. A la vez, las
posiciones-sujeto son lugares que pueden ser ocupados en ciertas condiciones
por distintos individuos (Foucault, 1972 c/p. Fuss, 1989); sin embargo, según
Spivak (1988) es importante tomar en cuenta que estos “espacios-yo” son
vacíos sociales que no se completan de la misma manera por distintos
individuos. A partir de la deconstrucción del sujeto racional, moderno y
transparente, propio de lo que se han denominado los discursos “iluministas”
acerca del sujeto, se comienza a pensar en el carácter incompleto del sujeto y
de sus posibilidades de conexión (parcial, precaria) en el entramado de
condiciones históricas, sociales y políticas cambiantes.
Esta concepción de sujeto no impide pensar en coaliciones temporales en
forma de “agentes del cambio social”. Laclau y Mouffe (1985) proponen el
concepto de "bloque histórico" para definir estas coaliciones temporales. Un
bloque histórico se refiere a alianzas entre elementos fragmentarios donde el
significado no está fijado sino que se fija a partir de las articulaciones; éstas
crean espacios sociales y políticos relativamente unificados que se construyen
como antagónicos a otros espacios y que adquieren su significado en contextos
y relaciones específicas. Al discutir esta noción con respecto a los
planteamientos políticos feministas, Mouffe (1992) sostiene que la ausencia de
una identidad femenina y de una unidad dada de antemano no impide la
construcción de múltiples formas de unidad donde individuos, grupos,
organizaciones, etc. están localizados de maneras similares con relación a
discursos particulares, y consecuentemente a acciones comunes. Ciertas
coaliciones pueden surgir como resultado de la construcción de puntos

263
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

nodales: formas de unidad que pueden dar lugar a formas precarias de


identificación que establecidas, por ejemplo, alrededor de la categoría "mujer"
(u otras categorías y objetivos concretos de transformación) pueden proveer las
bases para una identidad femenina y una lucha feminista, sin que se
establezca una relación 'necesaria' entre identidad y diferencia sexual.

En un análisis acerca las implicaciones que tiene el entender al sujeto como


“posiciones de sujeto” para el feminismo como movimiento, Fuss (1989) dice
que en lugar de “quién soy” o “quién habla” (preguntas propias de las
concepciones del sujeto como unidad), la pregunta que corresponde a la
conceptualización de posiciones-sujeto sería “desde dónde estoy hablando”.
Sin embargo, este lugar es ilocalizable, ya que nunca puede ser fijado
totalmente. Según esta autora lo que es importante del énfasis en el lugar es
que actúa en contra de solidificar conceptos como “sujeto” o “yo”. Lo
interesante de la postura de Fuss es que dada esta definición de posición de
sujeto concluye que no hay nada de esta noción de la que se desprenda un
núcleo que pueda constituir un enfoque para una lectura específicamente
feminista. ¿En qué se puede basar, entonces, una articulación feminista?
Haciendo un repaso del movimiento feminista en el que se ha hecho un
cuestionamiento de categorías como “mujer”, “identidad”, “clase”, etc., concluye
que estas posturas intentan desplazar prácticamente cada categoría evidente
excepto la política y concluye: “Desde el momento en que es difícil imaginar un
feminismo apolítico, la política surge como la esencia del feminismo” (Fuss,
1989/1997: 146).
Esto nos lleva a nuestra última pregunta ¿cuáles son las coordenadas de
acción política?

Desde una política de identidades fuertes la respuesta se fundamenta en cómo,


por ejemplo las mujeres, accediendo a una identidad común, pueden
configurarse como movimiento sólido que pueda tanto tener voz para proponer
transformaciones en las definiciones que se hacen de ellas como mujeres
como la posibilidad de dar paso a reivindicaciones concretas a partir de las
formas de discriminación y exclusión particulares a las que son sometidas en la
sociedad patriarcal. Por otra parte, una política que cuestiona la relación
necesaria entre “agentes del cambio social” e identidades homogéneas y
universales, está basada en ver la dimensión antagónica de la política como
irreductible (Mouffe, 1998).

264
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

Estas deconstrucciones - reconstrucciones de las identidades políticas sugieren


la búsqueda de lugares semióticos y materiales en los intersticios de las
identidades como “mujer”, “negro” o “naturaleza”, menos política organizada
exclusivamente en torno a identidades separadas que una política organizada
en torno a temas específicos, luchas, objetivos y principios democráticos
amplios que reúnen a partidarios/as interesados/as; sin negar las redes de
poder que pueden conformar una y otra opción. Como hemos dicho, el
concepto de bloque histórico desarrollado por Laclau y Mouffe (1985) se refiere
a las conexiones contingentes de posiciones de sujeto aludiendo a que en el
ámbito de lo político se pueden desarrollar discursos que provean significados
articulados desde puntos de partida diferentes, hacia una radicalización de la
democracia. La fragmentación, incomplitud y pluralidad de identidades
emergentes no necesariamente significa una pérdida de capacidad política;
más bien, puede ampliar caminos hacia nuevas formas de luchas que puedan
crear condiciones que sean más difíciles de manipulación y control (McRobbie,
1992: 723).

Las coordenadas de acción política, vistas por autoras como Haraway (1991a,
1992), Butler (1992, 1993) o Mouffe (1992, 1998) centran los debates en los
significados, prácticas y capacidades de conexión en contextos históricamente
situados para reflexionar sobre el sujeto de acción y sobre la acción política
posible.

Haraway (1991a) en su “Manifiesto para cyborgs”, un texto profundamente


político (en honor a su nombre de manifiesto), dice que “la política de los
cyborgs es la lucha por el lenguaje y contra la comunicación perfecta, contra el
código único que traduce a la perfección todos los significados, el dogma
central del falocentrismo.” (Haraway, 1991a: 302). Como raza bastarda los
cyborgs (hijos del militarismo y de la sociedad del capital) cuestionan sus
orígenes y enseñan el poder de los márgenes, rescribiendo textos de cuerpos y
sociedades. Por su parte, Butler advierte acerca del peligro que comporta
intentar buscar una posición que establezca las bases para una negociación de
las relaciones de poder como la más insidiosa forma de ejercicio de poder.
Para ella, como hemos dicho antes, las propias formas de constitución de
sujetos imbuidas en juegos de inclusiones y exclusiones es un asunto
profundamente político. Estas formas tratan de significaciones y sus
consecuencias que, en ciertos casos, implican la vida y la muerte (Butler,
1993). Mouffe (1998) afirma que la dimensión antagónica de la política es

265
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

irreductible. A partir de asumir esta dimensión, es posible establecer unidades


parciales que fijen sentidos en un contexto de conflicto y diversidad. Estas
fijaciones son resultados temporales hegemónicos, estabilizaciones de poder
que implican siempre ciertas exclusiones.

Estas perspectivas aluden a la importancia política de tomar en cuenta la


creación y recreación de límites y significados, justamente por el carácter
político de las acciones de articulación y por asumir la crítica de sujetos
prefigurados que acceden a la acción política (Haraway, 1992). De esto se
deriva la importancia de establecer las responsabilidades sobre las decisiones,
en el sentido de poder dar cuenta de las acciones políticas emprendidas en el
marco de contextos que proveen de posibilidades y constricciones. Esto nos
lleva a pensar sobre la posibilidad de agencia de las coaliciones de
posiciones/sujeto para la transformación social. Para Butler (1992) el error en
pensar el tema de la agencia ha sido el de presuponer que debe existir un
sujeto constituido que pueda actuar en determinadas circunstancias, debido a
que la agencia ha sido pensada como la forma en la que ciertos actores se
confrontan a un campo político definido como externo a ellos. Pensar sobre la
agencia implica tomar en cuenta el establecimiento de los límites que
conforman la propia categoría de sujeto. Una vez que se acepta que el sujeto
está constituido en redes de poder, autoridad y política, pensar sobre la
agencia sólo es posible en el marco de los inestables terrenos de la política.
Por lo tanto, también es necesario, según Butler (1992), preguntarse por las
condiciones de posibilidad de la agencia, cuáles son las posibilidades de
reconfigurar la matriz de poder en la cual estamos constituidos/as o las
posibilidades de regulación que puedan desestabilizar los regímenes de poder
existentes.

En resumen, estas perspectivas, aunque con sus diferencias entre sí, sostienen
que:

• El "yo" está constituido por multitud de posiciones materiales y semióticas


que son configuradas y reconfiguradas en continuas articulaciones
constituidas en redes de poder, autoridad y política.

• Los "agentes sociales" o "bloques históricos" son formados a partir de las


coaliciones temporales entre diferentes posiciones de sujeto alrededor de
puntos nodales comunes; además, son estas coaliciones las que producen
las definiciones de estas posiciones de forma dinámica y precaria.

266
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

• La posibilidad de conexión es debida a la fragmentación y parcialidad de


cada posición, la tensión semejanza – diferencia permite conexiones
parciales.

• A partir de las conexiones de diferentes posiciones/sujeto es posible


emprender acciones con relación a lo que es definido como aquello digno
de transformación.

• Estas articulaciones se conforman como antagónicas a otros espacios


sociales.

• Las luchas contra lo que son definidas como relaciones de dominación


(como por ejemplo, feminismo, movimiento gay, ecologismo) pueden
articularse con relación a objetivos concretos y acciones de transformación
social, sin necesidad de acudir a relaciones de equivalencias entre identidad
y acción política.

• Las conexiones posibles no están exentas de fuerzas de poder, discursos,


prácticas institucionalizadas, relaciones sociales y políticas que conforman
los límites de las posibilidades de articulación y de las acciones políticas de
los agentes sociales.

• La discusión acerca de la conformación de sujetos y de "agentes de cambio


social" es una discusión política, en cuanto a las formas de configuración de
las posiciones de sujeto, la definición de los límites de éstas y de la noción
de agencia.

5.2.4 Agentes sociales e intervención social

Volviendo a la intervención social pensamos que el movimiento teórico


defendido por estos/as autores/as ayuda a cuestionar la fijación de categorías
de problemas, soluciones, identidades, roles y horizontes en la intervención
social. Desde estas posturas, la crítica a la definición fija de categorías se
relaciona con el rango de posibilidades de articulación para acciones políticas
específicas. Retomaremos las características comunes que hemos identificado
que sostienen las perspectivas de intervención estudiadas y las compararemos
con las posibilidades que ofrecen las perspectivas esbozadas arriba para
pensar la intervención social.

1) En primer lugar las perspectivas de intervención definen por lo menos dos


agentes sociales "interventores/as" e "intervenidos/as", siendo estos últimos
quienes están afectados por los problemas sociales. En una 'perspectiva

267
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

situada', informada por los desarrollos trabajados, las articulaciones de


posiciones de sujeto se refieren a múltiples posiciones de sujeto (no sólo dos)
que se involucran en un momento dado en una articulación. De esta manera,
esta postura permite dar cuenta de conexiones diversas entre individuos,
organizaciones, grupos, instituciones, etc. que en cierto contexto se articulan
para actuar sobre algún fenómeno definido, en la propia articulación, como
digno de transformación. A partir de aquí es posible pensar en pluralidad de
posiciones y conexiones en lugar de dos únicas posiciones fijas e inmutables.
Las conexiones dadas en los diferentes contextos formarían bloques históricos
antagónicos a otros espacios sociales y políticos. Esto lleva a pensar que
desde procesos concretos de intervención social es importante contactar con
otras posiciones de sujeto que se preocupen de diferentes maneras de temas
relacionados con los trabajados en un bloque histórico en el que participemos.
Permite conexiones diferentes de las que hasta ahora se han estudiado en la
intervención, ya que propone un continuo movimiento de articulaciones desde
posiciones de sujeto que se asemejan y diferencian a la vez. Esto constituye
una oportunidad para que trabajos de intervención presten atención a las
características de los diferentes agentes involucrados en procesos específicos
y, además, la posibilidad de articulación con otros movimientos o bloques
históricos (diferentes al proceso) que tengan un interés semejante.

Por otro lado, según esta posición, la definición de aquello problemático o digno
de transformación se da en el seno de estas articulaciones por lo cual el
"problema social" trabajado no afectaría sólo a las personas con las cuales se
interviene, sino que, en diferentes medidas y de formas diferenciadas
involucraría a todas las posiciones de sujeto involucradas en la articulación.

2) El segundo punto nombrado se deriva del primero. Si los problemas sociales


afectan sólo al grupo de personas o colectivos definidos como "intervenidos",
entonces, las transformaciones que se logren con relación a este problema
solamente afectarán la vida de aquellas personas. A partir de las perspectivas
trabajadas sobre sujetos y articulaciones esta postura es insostenible. Las
posiciones de sujeto que se articulan son modificadas en las propias
conexiones que definen estas posiciones, por lo tanto, cada una de las
posiciones que se involucra en la acción es construida parcialmente en las
redes de poder, autoridad y política en las cuales se dan las articulaciones.
Pensar que alguna posición (la de quienes intervienen) no es modificada por la
intervención es imposible, porque su propia constitución se da en las

268
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

conexiones parciales que se establecen. En este sentido, un/a interventor/a no


interviene sino que se involucra en una (o más) articulación(es). En este
sentido es un asunto profundamente político cuáles son las maneras en las que
las diferentes posiciones de sujeto son constituidas en estas articulaciones,
cuáles son las inclusiones/exclusiones y los límites/posibilidades, en
situaciones concretas, de negociar las formas de conexión.

3) En tercer lugar, hemos dicho que los grupos que participan en los procesos
de intervención son definidos como homogéneos entre sí y diferente al otro
grupo participante. La implicación de las teorías del "agente de cambio social"
basadas en la articulación de diferentes posiciones de sujeto, ayudaría a
cuestionar la división entre interventores/as – intervenidos/as, como dos grupos
homogéneos con una identidad común. Las críticas reseñadas con relación a
las identidades fijas inmutables y ligadas a relaciones necesarias de
correspondencia (como lo es, por ejemplo, la categoría "mujer" con relación a
la diferencia sexual) han mostrado que estas fijaciones universalizan ciertas
categorías de sujeto definiendo a las personas en comparación a lo que es ser
de esa categoría (ser mujer, ser negro/a, homosexual, por ejemplo). Por otro
lado, hemos visto que uno de los efectos de esta universalización es que limita
las posibilidades de cuestionamiento de los límites y márgenes de las propias
categorías y pueden traer consigo efectos de manutención de ciertas prácticas
definidas como opresoras (Zietkiewicz, y Long, 1999).

Proponer la articulación de posiciones de sujeto implica tomar en cuenta la


variabilidad al interior de los grupos definidos por la intervención social, lo cual
permite las conexiones parciales entre ellas. La pluralidad y multiplicidad de
estas posiciones abre un abanico de relaciones posibles entre personas,
grupos, organizaciones, etc. que acceden a las articulaciones, pensadas
siempre dentro de los entramados de poder que las limitan y configuran. En
procesos de intervención social sería relevante reflexionar sobre las
limitaciones, posibilidades e intereses de las diferentes posiciones de sujeto
involucradas.

4) Por último, los "agentes del cambio social" deben ser definidos como
capaces de tomar acciones para la solución de problemas sociales. En este
sentido una 'perspectiva situada' coincidiría con otras perspectivas sobre la
intervención social. Las nociones trabajadas en este apartado aluden a la
importancia de la acción de transformación y responden a la pregunta de cómo
podemos acceder a acciones de transformación social sin la necesidad de un

269
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

sujeto social identitario ni una agencia que implique un sujeto constituido de


antemano que ejerce la acción. Según estas posturas, es necesario estudiar
los procesos de conformación de identidades y las posibilidades y
constricciones para la acción de diferentes articulaciones. La necesidad de
acción (más bien la imposibilidad de no acción) alude a la importancia de que
actores sociales se organicen en torno a preocupaciones compartidas para
llevar a cabo acciones en común.

Una perspectiva situada, aun cuestionando las categorías de sujeto, identidad y


agencia, debe dar cuenta de las posibilidades de acción política para la
transformación de situaciones definidas como dignas de transformación en
coaliciones de posiciones de sujeto en procesos de intervención/articulación.
Esta posición permite crear espacios de acción política y social que respondan
a las necesidades de las posiciones de sujeto involucradas en la intervención.

5.3 El debate sobre el conocimiento


Como hemos dicho a través de esta investigación, el conocimiento sirve de
base para diversas acciones en los procesos de intervención social. El
conocimiento, y en especial aquel obtenido mediante metodologías científicas,
permite definir problemas sociales, actores, métodos de intervención,
soluciones, etc. La diferencia en cuanto a la capacidad de "conocer" atribuida a
los agentes interventores en comparación con las personas que son
intervenidas aparece como una de las características que definen el rango de
relaciones posibles entre interventores/as e intervenidos/as.

En la literatura sobre intervención social los métodos de las ciencias sociales


(tales como entrevistas, encuestas, observaciones, discusiones grupales...) son
utilizados para estudiar los diversos ámbitos de la acción interventiva. Se
estudian cuáles son los problemas sociales relevantes, sus características y
efectos y los métodos empleados para realizar las intervenciones (a través de
evaluaciones de los programas de intervención y el análisis de los propios
métodos con el objetivo de "mejorar" las formas de intervención). Además, se
estudian las características de los colectivos a los que se debe atender. En el
ámbito de lo que hemos definido como "intervención dirigida", la literatura es
abundante en descripciones, reflexiones teóricas y discusiones sobre cada uno
de los colectivos definidos (como por ejemplo infancia, mujer, ancianidad,
personas con problemas de drogadicción, etc.). Cada ámbito tiene su
especialización. Por último, también la acción de quien interviene es estudiada:

270
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

cuál debe ser la función del/a interventor/a o cómo debe realizar la


intervención. En esta área se estudian las técnicas de intervención (reuniones
en grupo, políticas de inserción, campañas publicitarias...).

Por su parte, las 'perspectivas participativas' han desarrollado una crítica al


modelo positivista de la ciencia. En este sentido, estas perspectivas se basan
en dos aspectos importantes: 1) La relevancia social que debe tener la
investigación e intervención en las ciencias sociales (dado que existen tantos
problemas sociales que involucran el sufrimiento humano, las teorías y
prácticas desarrolladas en los ámbitos académicos deben tener un impacto
social para resolver estos problemas); y 2) El conocimiento está mediado por
los sujetos que lo producen, por lo tanto, no hay neutralidad ni en la forma de
conocer ni en el conocimiento que se produce. Esto trae como consecuencia la
necesidad de posicionamiento de quien investiga/interviene con relación a las
personas con las que trabaja. En las perspectivas participativas la apuesta que
se hace es estar del lado de las comunidades y grupos con los que se trabaja,
estableciendo un compromiso explícito con esos grupos hacia la
transformación de sus condiciones de opresión.

En el caso de las "perspectivas participativas", a diferencia de las


'intervenciones dirigidas' el conocimiento de lo real se adquiere en el diálogo
entre interventores/as e intervenidos/as (Freire, 1970a), de lo cual se
desprende que, justamente por la diferencia de posiciones entre estos dos
grupos y sus diferentes conocimientos (conocimiento científico – conocimiento
popular), se puede acceder al conocimiento sobre la realidad. Esta postura,
aunque incorpora la diferencia de puntos de vista por actores y grupos en
diferentes posiciones sociales, asume una postura representativa porque hay
de todas maneras una realidad que es necesario develar en ese diálogo
propuesto. A través del concepto de concientización (Barreiro, 1976; Montero,
1991) se puede ilustrar mejor esta idea. La concientización se da cuando los
miembros de la comunidad o grupo con el que trabaja el/la interventor/a "se
dan cuenta" de que las razones por las cuales están insertos/as en ciertas
condiciones de vida tienen que ver con las relaciones sociales y de producción
asimétricas en sociedades determinadas. Esto a su vez se concatena con la
acción política de transformación que asumen estas personas a través de la
participación después de dicha concientización. Este concepto está marcado
por las concepciones tradición marxista del concepto de ideología (Allman y
Wallis, 1997), ya que éste asume que los contenidos de conciencia de las

271
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

personas están producidos a partir de ciertos órdenes sociales que


enmascaran las relaciones de dominación haciéndolas aparecer como
naturales.

Ahora bien, en el apartado sobre problemas sociales hicimos una revisión de


algunas posturas que han criticado el conocimiento científico como
representación de la realidad y los efectos que puede tener una única verdad –
la verdad científica - sobre personas, colectivos y relaciones sociales. En este
apartado nos centraremos en estudiar los efectos del concepto de ideología
que subyace al concepto de concientización; dado que este concepto es de
vital importancia para comprender los desarrollos teóricos de las perspectivas
participativas (sobre todo en Latinoamérica). Además este concepto ha sido
trabajado por muchos teóricos de las ciencias sociales (Marx y Engels, 1846;
Althusser, 1970; Thompson, 1990; Eagleton, 1995; Zizek, 1994, entre otros)
como base para explicaciones sobre las formas de reproducción social de las
relaciones de dominación. La pregunta que guía algunas de las investigaciones
sobre el concepto de ideología es: ¿cómo es posible que los grupos sociales
oprimidos reproduzcan las relaciones de dominación que les oprimen? Es parte
de nuestro sentido común que ciertas relaciones de dominación son
reproducidas por sistemas de creencias y esto constituye un aspecto central de
las agendas políticas de ciertos movimientos sociales (como el feminismo,
movimiento gay, antirracista, etc.). Sin embargo, la noción de ideología ha sido
ampliamente cuestionada en desarrollos recientes en las ciencias sociales
(Laclau y Mouffe, 1985; Bourdieu, 1991; Zizek, 1994; Ibáñez, 1996). En el
capítulo 2 hemos hecho una revisión de diferentes posturas con relación al
concepto de ideología, a continuación estudiaremos qué reconceptualizaciones
se han hecho a propósito de este concepto para reflexionar sobre la acción
política dentro de la intervención social y el lugar del conocimiento en dicha
acción.

5.3.1 Reconceptualizaciones del concepto de ideología

En primer lugar, resumiremos lo que para autores como Burkitt (1991),


Eagleton (1994) y Augoustinos (1999) asume la concepción marxista de
ideología:

• La ideología se refiere al conjunto de ideas dominantes en un período


histórico particular. Éstas legitiman la estructura social presente
enmascarando las relaciones de dominación entre grupos sociales. A través

272
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

de los mecanismos ideológicos, las relaciones de dominación aparecen


como naturales y ahistóricas.

• Cada clase social tiene sus propias formas de ver el mundo, producto de
sus condiciones materiales de existencia.

• Cuando una clase social impone su perspectiva sobre todas las demás
formaciones sociales se está frente a un fenómeno llamado "dominación
ideológica".

• A través de la ideología las relaciones y prácticas de explotación no


aparecen como tales en la conciencia de los miembros de la sociedad.

• Por lo tanto, los elementos ideológicos no permiten a las personas ver la


realidad como es.
• Esta función encubridora perpetúa el presente orden social.

• Las instituciones y relaciones sociales están conformadas por elementos


ideológicos.

El concepto de ideología utilizado en las corrientes participativas asume una


realidad que está encubierta para las personas de la comunidad y que ésta
debe ser develada para promover acciones para su transformación. De esta
manera hay una realidad que está escondida bajo las creencias plagadas de
ideología que tenemos sobre ella. En este caso, la representación de la
realidad no concuerda con lo real, pero es posible descubrir lo que subyace a
esta representación. En este sentido la ideología sería el sistema de ideas que
expresa los intereses de la clase dominante y expresa las relaciones entre las
clases de una manera ilusoria (Thompson, 1990: 37). Consecuentemente, si
cierta forma de conciencia está caracterizada como ideológica es necesario
develar cómo los intereses de la clase dominante son mantenidos. Dado que
cualquier forma de explotación trae consigo ciertas contradicciones, éstas
deben ser ocultadas ideológicamente para poder mantener y reproducir el
presente estado de cosas (Larrain, 1986).

Al estudiar la concepción marxista de ideología observamos varias asunciones


que subyacen: 1) En primer lugar, los grupos sociales dominantes importan sus
valores a los grupos sociales dominados, con esto mantienen el estado de
cosas y pueden legitimar sus formas de explotación; 2) En la sociedad existen
dos grupos: aquel que domina y aquel que es dominado (ya hemos visto que
diversas críticas han surgido con respecto a la concepción clásica del

273
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

marxismo de clase social); 3) Si las personas estuviesen conscientes de las


relaciones de explotación a la que son sometidas no consentirían en continuar
este tipo de relaciones; 4) La concientización sobre las diferentes formas de
explotación traería consigo movilizaciones por parte de grupos oprimidos para
transformar dichas relaciones de dominación. En este sentido el conocimiento,
la reflexión y la información cobran especial importancia.

Pero, ¿cómo podemos descubrir que estamos imbuidos/as en relaciones de


dominación que están siendo ocultadas?

1) Una opción es que los procesos de ocultamientos no son del todo eficientes
y, por tanto, tenemos pistas de que existen relaciones de dominación aunque
haya mecanismos de ocultación. Este es el camino seguido por autores como
Fairclough (1992) que, a través de una relectura del concepto de Hegemonía
de Gramsci, dice que los contenidos hegemónicos son abiertos y que producen
sólo un 'equilibrio inestable' en el que existen resquicios para cuestionar ciertos
contenidos ideológicos.

2) Otra solución es que hay personas que, por su situación en la estructura


social, pueden darse cuenta de las relaciones de opresión de otras personas.
Es así como la vanguardia ilustrada, a través del manejo de la teoría marxista
(Althusser, 1965), puede denunciar las contradicciones vividas por los grupos
oprimidos. Este es el sentido que toman algunas perspectivas participativas
que afirman que el proceso de concientización se da cuando intelectuales
comprometidos/as con las clases oprimidas catalizan el proceso mediante el
cual estos grupos se dan cuenta de sus condiciones de opresión (Fals Borda,
1959).

3) Otra opción es que existen diferentes discursos sobre las relaciones y


prácticas sociales, algunos de ellos enmascaran las relaciones de dominación y
otros denuncian el carácter opresor de los primeros. Sin embargo, ¿cómo
pueden producirse estos discursos, no serían ellos producto de otras
contradicciones en las relaciones sociales?

Lo que tienen en común estas tres opciones es que hay ciertos actores
sociales que podrían acceder a una realidad diferente a la representación que
se tiene sobre esa realidad o, mejor dicho, que en la competencia entre
representaciones, hay algunas de ellas que reflejan mejor los sistemas de
opresión que otras. El problema lo expresa Eagleton (1995): si el concepto de
ideología es alejado de sus implicaciones con respecto a las relaciones de

274
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

dominación, entonces este concepto quedaría vacío y sería de poca utilidad


para desarrollar argumentos críticos sobre ciertas prácticas y discursos. Visto
en su vertiente crítica, este concepto tiene el problema de definir cuáles son los
criterios que colocan ciertas afirmaciones fuera de las aguas contaminantes de
la ideología.

Laclau (1996) considera dos movimientos intelectuales que han contribuido al


declive del uso del concepto de ideología: En primer lugar, la crisis de una
concepción holística y naturalista del mundo social; y, en segundo lugar, la
erosión de la posibilidad de posiciones metalingüísticas que puedan proveer un
punto de vista neutral desde el cual mostrar y develar las formas de conciencia
distorsionadas. Como hemos visto, la noción de distorsión implicada en las
aproximaciones marxistas al concepto de ideología asume la posibilidad de una
representación no distorsionada de las relaciones de dominación: La ideología
está presente entre quien percibe y la realidad, produciendo una imagen 'falsa'
del objeto. Esta metáfora produce una separación entre aquello que puede ser
visto (lo aparente o la conciencia ideológica) y aquello que es invisible (lo real o
las relaciones de explotación). Asumir esta distancia entre 'lo aparente' y 'lo
real' no encaja con lo que hemos estudiado de los recientes desarrollos en
teoría social. Como afirma Zizek (1994), ¿la crítica de la ideología no asume de
cierta manera un lugar privilegiado, exento de las contradicciones de la vida
social, que permite que algún agente perciba los mecanismos ocultos que
regulan lo visible y lo invisible? ¿El argumento de que es posible acceder a ese
lugar no es el ejemplo más obvio de ideología? ¿Entonces, por qué debemos
mantener una noción con estas implicaciones epistemológicas ampliamente
criticadas? (Zizek, 1994/1995: 3).

A pesar de estas críticas, Hepburn (1999) señala que el concepto de ideología


es útil para mantener vivo el potencial crítico del análisis marxista. Su potencial
crítico es importante para argumentos que apuntan hacia relaciones de
dominación desde posiciones sociales específicas (tales como movimientos
políticos como el feminismo o los estudios post coloniales) y para tomar
acciones hacia la transformación de estas relaciones.

El problema es: ¿cómo mantener el potencial crítico del concepto de ideología


sin tener que acudir a fundamentos últimos sobre lo real que respalden ciertas
opciones políticas? A continuación revisaremos dos conceptos que están
siendo utilizados en los desarrollos llamados "postmarxistas" que trabajan con
los problemas derivados del concepto de ideología y buscan alternativas

275
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

teóricas (y propuestas prácticas) para pensar en la posibilidad de acciones


políticas de transformación.

Laclau y Mouffe (1985) hacen una reconceptualización del concepto de


hegemonía de Gramsci como respuesta a los problemas que comporta el uso
del concepto de ideología de la tradición marxista. Según estos autores, la
hegemonía es la articulación de un conjunto de significados por aparatos e
instituciones asociados a un 'bloque histórico'. Un 'bloque histórico' refiere a las
articulaciones entre diferentes agentes sociales (posiciones de sujeto) en
procesos políticos compartidos. La ambigüedad de lo social como campo
plagado de significados 'flotantes' es lo que permite pensar en formas de
articulación precarias de ciertos significados. "Es esta ambigüedad la que hace
posible la articulación como institución de puntos nodales que fijan
parcialmente el sentido de lo social en un sistema organizado de diferencias"
(Laclau y Mouffe, 1985/1987: 156). La hegemonía es una práctica articulatoria
que se caracteriza por el enfrentamiento con prácticas articulatorias
antagónicas, supone por lo tanto, fenómenos de equivalencia y efectos de
frontera. Este concepto implica el carácter abierto y no suturado de lo social así
como de las diferentes posiciones que conforman un bloque histórico, es en
esta indeterminación que se puede dar la fijación de significados en
articulaciones concretas. Estas fijaciones están en constante movimiento y no
son pensadas como un centro que articula las conexiones, sino más bien como
formaciones que, aunque dispersas, pueden emprender acciones comunes en
los puntos de conexión que se establezcan. Los límites establecidos aluden a
formas de inclusión/exclusión en la formación de 'bloques históricos', pero en
todo caso son procesos abiertos que van definiendo, por razón de la fijación
precaria de significados, tanto posiciones de sujeto como contenidos políticos
de acción.

Con este movimiento teórico Laclau y Mouffe (1985) buscan mantener el


potencial crítico de la tradición marxista, en el sentido de proponer la
articulación de bloques históricos que puedan tomar en cuenta las luchas
actuales (ecologismo, feminismo, antimilitarismo...) a través del antagonismo
que expresan frente a otras formaciones hegemónicas (tales como la
explotación de la naturaleza, el patriarcado, el militarismo); sin acudir a la
relación necesaria entre clase social y misión histórica de transformación o a la
relación 'necesaria' entre clase social y el lugar de ciertas personas en el
entramado económico propuestas por el marxismo clásico. Por otro lado, en

276
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

esta conceptualización rechazan la idea de una realidad que pueda ser


cognoscible fuera de los discursos y prácticas que la conforman, ya que
postulando la imposibilidad de un cierre último de lo social, aluden a la
existencia de múltiples espacios políticos y sociales que no remiten a ningún
fundamento último unitario.

Otro concepto crítico con la noción de ideología es el de habitus de (Bourdieu,


1985). Con este concepto Bourdieu intenta dar cuenta de cómo es posible que
ciertas prácticas y discursos sean reproducidos en la sociedad sin tener que
incurrir en el carácter representacionista del concepto de ideología. De hecho,
según Bourdieu (1991), el concepto de ideología es de escasa utilidad
actualmente dado la gran cantidad de crítica que ha recibido, justamente, por
las asunciones que hemos analizado anteriormente.

Habitus es un sistema de disposiciones más o menos estables que son


inculcadas en las personas y que generan ciertas prácticas en un campo (field)
particular. En la 'espontaneidad' de nuestro comportamiento habitual
reproducimos ciertas normas y valores profundamente tácitos a través de la
encarnación de estas disposiciones. El Habitus no es concebido como un
principio de determinación sino como una estructura generativa: Dentro de
ciertos límites (el campo – the field), engendra un número potencialmente
infinito de patrones de conducta, pensamientos y expresiones que son, en
parte, relativamente impredecibles y, a la vez, limitados en su diversidad. Por lo
tanto, no se refiere a un conjunto de significados y prácticas fijadas que son
reproducidas de la misma manera en cada contexto, sino un sistema abierto
que permite a individuos manejarse en situaciones siempre cambiantes. En
este sentido, a diferencia de la ideología, no emerge como un marco de
significados donde la acción del individuo está atrapada, sino como un conjunto
de disposiciones que guían la conducta en diferentes contextos. Este sistema
de disposiciones está constantemente sujeto a las experiencias cotidianas y,
por lo tanto, está siempre afectado por ellas de maneras que o refuerzan o
modifican sus estructuras (Bourdieu, 1992).

Bourdieu (1985) busca explicar los mecanismos de reposición o transmisión de


este sistema de disposiciones a través de los cuales las estructuras mentales y
sociales son encarnadas en la actividad social cotidiana. Para esto, utiliza el
concepto de 'le sens practique'; que se refiere a una forma de conocimiento
que es aprendido por el cuerpo pero que no puede ser explícitamente
articulado. Un aporte de este concepto es justamente que involucra cómo las

277
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

disposiciones que conforman el habitus se articulan en la experiencia de un


modo encarnado. A partir de aquí, los procesos de transformación de estos
valores, normas y prácticas sociales no pueden limitarse a que las personas se
"den cuenta" de que existen relaciones de dominación, sino a las prácticas
sociales que involucren transformaciones en el carácter encarnado de la
experiencia.

Para McNay (1999), el trabajo de Bourdieu sobre el concepto de Habitus tiene


gran relevancia aplicado a los problemas de género. Dado que las
desigualdades sociales no son establecidas al nivel de las discriminaciones
institucionales sino más bien a través de los mecanismos que inculcan
sutilmente las relaciones de poder en los cuerpos y las disposiciones de los
individuos, las relaciones de género no son reproducidas de una manera única,
sino a través de estas disposiciones, cambiantes y dinámicas. Estos
mecanismos permiten pensar en procesos de resistencia y/o negociación de
estas disposiciones. Aunque las personas están conformadas en el habitus,
pueden combatir, enfrentar, cambiar las normas y valores establecidos en
cierto campo. Este potencial para la transformación social es irreductible dado
el carácter abierto, inmanente y temporal de las disposiciones que conforman el
habitus. Sin embargo, estas potencialidades sólo son realizables en el contexto
de un campo de configuraciones particulares de relaciones de poder. En este
sistema de pensamiento todas las personas estamos imbuidas y encarnadas
por el habitus, por lo tanto, la crítica y transformación puede emerger sólo del
distanciamiento provocado por el conflicto y la tensión de las fuerzas sociales
actuando en un campo particular o entre diferentes campos. Por lo tanto, la
capacidad de resistencia y negociación para transformar disposiciones que
reproducen relaciones de dominación es posible en las dinámicas de
negociación dentro de campos particulares y entre diferentes campos posibles.
Por ejemplo, las transformaciones en imágenes de feminidad y
reivindicaciones concretas surgen, según esta explicación, de las tensiones
inherentes a negociaciones concretas de roles femeninos (McNay, 1999).

Las dos perspectivas presentadas son representativas de los desarrollos


teóricos alrededor de las críticas "postmarxistas" del concepto de ideología.
Ambas atacan el carácter representacional de esta noción mientras mantienen
la relevancia política en las explicaciones sobre cómo las relaciones de
dominación son sostenidas. Tanto el concepto de hegemonía (tal como es
entendido por Laclau y Mouffe – 1985) como el concepto de Habitus

278
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

(desarrollado por Bourdieu - 1985) toman en cuenta la reproducción de


prácticas sociales pero no como un único sistema de significados, sino como
fijaciones temporales y precarias de significados en contextos concretos. Los
significados, según estas perspectivas, son construidos y fijados en el seno de
las relaciones sociales. A partir de estos conceptos, no hay una realidad
subyacente a la representación que deba ser develada y contestada; sino
articulaciones y formas de vida en la que se pueden reproducir o transformar
los significados y sus relaciones. Así mismo, estos conceptos dan la posibilidad
de pensar en opciones políticas de transformación de significados y prácticas
dando cuenta de las fuerzas de tensión y conflicto en las relaciones sociales y
de la posibilidad de construcción de alianzas que se erijan como antagónicas a
otras formas de entender ciertos fenómenos.

Otro aporte relacionado con el cuestionamiento del conocimiento y de su uso


en las relaciones sociales lo propone Haraway (1991b) a través de su teoría
sobre los conocimientos situados. Haraway (1991b) sostiene que el
conocimiento se crea a partir de conexiones parciales entre posiciones
materiales y semióticas (en el que intervienen actores – y actantes – humanos,
tecnológicos, "naturales", híbridos...). Estos conocimientos son parciales ya que
surgen a partir de posiciones y articulaciones particulares y en continua
transformación. Desde diferentes posiciones de sujeto, se pueden ver
diferentes realidades. Esta autora escribe sobre una “objetividad” de la
localización limitada y el conocimiento situado. En sus propias palabras:
"La alternativa al relativismo son los conocimientos parciales, localizables y críticos,
que admiten la posibilidad de conexiones llamadas solidaridad en la política y
conversaciones compartidas en la epistemología. El relativismo es una manera de
no estar en ningún sitio mientras se pretende igualmente estar en todas partes. La
“igualdad” del posicionamiento es una negación de responsabilidad y de búsqueda
crítica. El relativismo es el perfecto espejo gemelo de la totalización en las
ideologías de la objetividad. Ambos niegan las apuestas en la localización, en el
encarnamiento y en la perspectiva parcial, ambos impiden ver bien... La moraleja
es sencilla: solamente la perspectiva parcial promete una visión objetiva."
(Haraway, 1991b/1995: 329)

Los conocimientos situados son encarnaciones (y visiones) en las que la


posición desde la cual se "mira" define las posibilidades de lectura y acción. Es
decir, permite posicionamientos en que sólo algunas verdades son posibles.
Gracias a esta posición se pueden establecer conexiones parciales con otros
agentes para construir conocimiento. Conexiones porque hay lenguajes y
experiencias compartidas y parciales porque todas las posiciones difieren entre

279
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

sí y no se conectan a partir de su identidad sino de la tensión entre semejanza


y diferencia entre ellas. Lo único prohibido, dice Haraway (1991b) es el truco
divino, es decir, tener la palabra de Dios o el conocimiento homologador y
universal.

A partir de estos aportes es imposible pensar en formas de conocer que


representen la realidad fuera de las tecnologías de representación en las
cuales no movemos. En este sistema de pensamiento no hay cabida al
concepto de ideología como ocultamiento de la realidad, ya que cada posición
de sujeto asume una perspectiva parcial (una objetividad fuerte en palabras de
Harding – 1993). Por lo tanto, no hay actores sociales que puedan comprender
"mejor" la realidad que otros, sólo hay cabida para la diferencia que es lo que
posibilita la conexión. La propuesta de Haraway (1991b) incluye la
responsabilidad por las formas de conocer así como la posibilidad de
conexiones impensadas para la reflexión y acción política.

Ahora bien, veamos cómo estos aportes pueden contribuir a reflexionar sobre
una perspectiva situada de la intervención social.

5.3.2 El conocimiento y la intervención social

Hemos hecho una revisión de lo que implica una postura sobre el conocimiento
como forma de develar la verdad, tanto en su vertiente de conocimiento
transparente obtenido a través de metodologías científicas (en el apartado
sobre la definición de problemas sociales) como en el uso del concepto de
ideología a través del cual es posible encaminar procesos de concientización
para las personas en condiciones de opresión. Ambas críticas apuntan a la
erosión de un punto de vista privilegiado desde el cual es posible señalar
cuáles son los problemas sociales que ciertos agentes padecen o denunciar el
carácter ideológico de una u otra perspectiva. La principal consecuencia de
este movimiento teórico es ayuda a cuestionar el tipo de relaciones que se
pueden establecer entre agentes con diferencias en la capacidad de "conocer".

Al mismo tiempo, las posturas trabajadas se preocupan por las formas en las
que pueden ser enfrentadas prácticas y discursos definidos, en momentos
particulares, como reproductores de relaciones de dominación; a través de
formaciones hegemónicas en el caso de Laclau y Mouffe (1985),
transformaciones de la experiencia y de las disposiciones del habitus en el
caso de Bourdieu (1985) y a través de conexiones parciales en el caso de
Haraway (1991b).

280
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

Para la intervención social, asumir estas perspectivas permite que en procesos


de intervención se hagan afirmaciones concretas, desde posiciones de sujeto
diferentes, en articulaciones en las que ciertos significados son precariamente
fijados. En estas fijaciones es posible dar significado a aquello que es visto
como "digno de transformación" y llevar a cabo acciones de transformación de
prácticas y significados. En este sentido la tarea de quien tiene la posición de
'agente externo/a', en lugar de proveer la solución a problemas estudiados o
promover la concientización desde una posición de conocimiento privilegiada,
es incorporarse como agentes en las redes de articulaciones que emergen en
contextos específicos. Estas redes, como hemos dicho antes, no están exentas
de relaciones de poder y autoridad donde se fraguan las negociaciones de los
significados posibles en un campo; sin embargo, estas perspectivas dan paso a
posibilidades de relación diferentes a las de interventores/as e intervenidos/as
que hemos venido estudiando a través de esta investigación.

Algunas implicaciones que podemos extraer de la asunción de estas


perspectivas en la intervención social son las siguientes:

• Partiendo de estas premisas se hace necesario (en el sentido de que no


está dado de antemano) responsabilizarse por las formas de ver la realidad
social. Las posiciones involucradas deben hacerse cargo de las versiones
de la realidad que ponen en juego en tanto que son conceptualizadas como
parciales.

• Ofrece la posibilidad de expresar "visiones" parciales y encarnadas sobre


los fenómenos a tratar en contextos concretos de intervención desde
lugares materiales y semióticos contingentes y específicos.

• Se sostiene que la realidad y su conocimiento son contingentes a cada


posición de sujeto. Por lo tanto, no hay una realidad última a ser
representada o posición privilegiada desde la cual definir actores,
problemas y acciones.

• Desde su posición en la red de articulaciones, el/la profesional se involucra


en la articulación (producto de la conexión de múltiples posiciones de sujeto
y sus conocimientos situados).

• Al asumir que cada agente, incluyendo el equipo profesional, tiene un


conocimiento parcial, se enfatiza en la búsqueda de puntos de acuerdo y de
compromiso más que la revelación o la concientización.

281
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

• Lo que es definido como problemático involucra el proceso de articulación y


de dar significado (hegemonía) tanto a posiciones de sujeto como a "aquello
digno de transformación".

• En este sentido, se busca rescatar la potencia crítica de los desarrollos


marxistas para tomar acciones que transformen lo que es visto, desde
articulaciones particulares, como problemático.

• Es posible la construcción de espacios sociales y políticos que respondan a


las demandas de las diferentes posiciones de sujeto que participan en la
articulación.

5.4 La intervención social como articulación


Articulación es el concepto que utilizan Laclau y Mouffe (1985) para hablar
de un tipo de conexión, contingente y no predeterminada que se establece
entre varias posiciones. En estas articulaciones, como hemos dicho, se fijan
los significados que definen por un lado, las posiciones de sujeto de quienes
participan y, por otro, significados antagónicos a otros grupos sociales o
'bloques históricos' en forma de hegemonía.

Articulación es una asociación significativa entre diversas cosas. Significativa


tanto en el sentido de que es importante para quienes se involucran como en
el sentido de que significa los elementos de la relación. Es, por tanto, un
espacio político en el sentido de que en la articulación se fraguan los límites
de sujetos, opiniones, valores y guías de acción; se definen inclusiones y
exclusiones y se establecen conexiones (voluntarias e involuntarias)
imbuidas en redes de poder, autoridad, definiciones previas y otras
conexiones. Dentro de este marco de pensamiento, el carácter abierto e
incompleto de toda identidad social permite su articulación a diferentes
formaciones histórico discursivas (bloques históricos) y, a la vez, la
posibilidad de establecimiento (y deconstrucción) de las fronteras que las
delimitan y las construyen. Es decir, se fijan ciertos significados y se
cuestionan otros. El punto de partida es que no hay fundamento último; sin
embargo, hay fundamentos parciales, contingentes, temporales. En este
apartado queremos reflexionar sobre qué pasaría si pensamos la
intervención social en términos de articulaciones.

En primer lugar ¿por qué hacer este movimiento? Las implicaciones de la


noción de intervención social han sido estudiadas a través de toda esta

282
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

investigación. Hemos visto que la noción de intervención define actores


externos e internos en los procesos de intervención. Los/as agentes
externos/as son profesionales o intelectuales que practican la intervención
social; éstos/as son definidos/as como diferente de los/as agentes
internos/as que pertenecen, bien sea a la categoría de colectivos
problemáticos o desviantes, o a la de miembros de la comunidad o grupos
oprimidos. También asume asimetrías en el conocimiento de estos actores
en las cuales estos últimos están en desventaja, bien sea por su escaso
conocimiento de las ciencias sociales o por sus condiciones de alienación en
los entramados de la ideología. Además, asume que hay bastante acuerdo
en cuáles son los problemas sociales que padecen las sociedades actuales,
definidos en ámbitos sociales, científicos y políticos. Estas definiciones y las
consecuentes intervenciones, según ciertos autores como Correa, Figueroa
y López (1994) o Rose (1996), ayudan a la gobernabilidad y al control social.

En segundo lugar ¿qué implicaciones puede tener una visión sobre la


intervención social que incluya las formulaciones teóricas que hemos
venidos trabajando hasta ahora en este capítulo? A nuestro entender
permitiría cuestionar las asunciones dichas en el párrafo anterior y, a la vez,
permitiría el establecimiento de unos principios teóricos que den posibilidad
a conexiones, significaciones y quizás prácticas diferentes a las hasta ahora
estudiadas en el ámbito de la intervención social para quienes quieran (y
puedan) construir articulaciones a partir de ellas; partiendo de la perspectiva
situada desde la cual nos es posible dialogar. A continuación, algunas líneas
que se puedan dar desde la posición situada de este texto.

5.4.1 Siempre intervenimos

En un sentido general la intervención consiste en tomar parte en un asunto,


irrumpir con una acción para transformar algo. Intervenimos cuando pedimos la
palabra en una conversación, intervienen quirúrgicamente los/as cirujanos/as,
intervienen las fuerzas de paz (o de guerra) de ciertos organismos en países
'en conflicto', los Estados nacionales intervienen en la situación bancaria de un
país y se dice "que tal o cual banco está intervenido", etc. Intervenir es incidir,
relacionarse con, actuar.

Visto de este modo, siempre intervenimos en el sentido de que estamos en


constante contacto con nosotros/as mismos/as y con otros/as (personas,
instituciones, cosas) e inevitablemente incidimos a partir de las acciones que

283
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

hacemos o dejamos de hacer. Lo que cambia en cada contexto son las formas
en las que se da esta acción y los efectos de las mismas. Además, la
intervención se da en ámbitos sociales más o menos estructurados, en este
sentido la intervención siempre es social.

Desde el punto de vista del concepto de articulación, las intervenciones que


llevamos a cabo nos producen como sujetos de la acción, como precarias
posiciones de sujeto en cada momento. Se dan conexiones con otros entes en
las que se definen los términos de la relación gracias a un contexto que limita
las posibilidades de acción, relación y definiciones. Los límites se conforman de
manera provisional y nunca definitiva mediante prácticas articulatorias, dice
Haraway (1992). Las prácticas de conexión pueden ser estudiadas a partir de
la noción de redes que, vistas desde el horizonte de un sujeto tienen fin, pero
que vistas desde arriba – desde una posición abstracta – son infinitas (Spink,
1999). Estas redes, desde una perspectiva situada, están conformadas por
diferentes posiciones de sujeto materiales y semióticamente situadas e
imbuidas en relaciones de poder, de autoridad, de afinidad, de intereses, etc.
Por lo tanto, las posiciones no son homogéneas, igualmente influenciadas por e
influyentes en los devenires de la vida social, sino que en estas conexiones se
manejan alianzas, negociaciones, contradicciones y conflictos. "Articular es
significar, es unir cosas, cosas espeluznantes. Quiero vivir en un mundo
articulado. Articulamos, luego existimos." (Haraway, 1992: 150).

En este sentido, también podemos decir 'siempre estamos articulados/as',


conformados/as en las múltiples articulaciones en las que nos imbuimos.
Actuamos, influimos y somos influenciados/as por estas conexiones, como
producir un texto de investigación fruto de diferentes conversaciones, textos,
acciones, significados, preferencias e intereses, como intervenir desde textos y
acciones concretas que construyen significados y posiciones de sujeto.

Aunque siempre intervenimos y somos producto de estas intervenciones. La


llamada 'intervención social' está marcada, como hemos dicho, por ciertas
características que la definen como un conjunto de teorías, acciones,
procedimientos, instituciones, personas, credenciales, contextos, políticas, etc.
Es decir, el entramado de la 'intervención social' como objeto de estudio no es
tan amplio ni tan indeterminado como decir que 'siempre intervenimos' o
'siempre estamos articulados/as'. Entonces, ¿Por qué puede resultar
interesante decir esto? Creemos que al decir 'siempre intervenimos' podemos
extraer ciertas secuencias lógicas:

284
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

En primer lugar, que la intervención social tal como la hemos estudiado hasta
ahora es un constructo históricamente situado que construye como válidas
ciertas prácticas y no otras, es decir, sólo algunas actuaciones inscritas
institucional o profesionalmente son llamadas 'intervención social'. Estas
prácticas también delimitan las relaciones posibles entre los diferentes entes
involucrados. Aunque en la práctica de la intervención social se dan múltiples
formas de relación entre las personas y con respecto a los problemas sociales
a atender, éstas no son infinitas porque se inscriben en los principios que
hemos estudiado. Al proponer que siempre intervenimos, debemos hacer un
esfuerzo por observar cuáles son las particularidades de lo que ha sido llamado
'intervención social'. Por otro lado, coloca a los discursos y prácticas generadas
bajo este nombre como una 'purificación' que delimita ciertas acciones con
relación a otras formas de intervención (quirúrgica, entre diferentes Estados,
pedir la palabra, por ejemplo).

En segundo lugar y siguiendo esta perspectiva, una propuesta 'situada' sobre la


intervención social debe reflexionar sobre cómo son constituidas las relaciones
y prácticas en el entramado de poder – saber – institución que aloja estas
relaciones: En qué sentido se conforma un campo de producción de sujeciones
y de rangos donde se puede actuar. Esta reflexión no sería realizada para
'descubrir' las 'verdaderas' sendas por las cuales la intervención social es
posible, sino para tejer ejes de discursos en los que sean posibles conexiones
hasta ahora impensables y para intentar incidir en el movimiento de límites y
fronteras que conforman los significados asociados a la noción de 'intervención
social'. Al decir 'siempre intervenimos' ocupamos un espacio en el que es
posible pensar en formas de articulación en las que no sea necesario, quizás,
acudir a la distinción entre agentes interventores e intervenidos o a la definición
por parte de métodos científicos de cuáles son los problemas sociales de una
particular población o a denunciar el carácter ideológico de las creencias de tal
o cual grupo social al no darse cuenta de sus condiciones de opresión. Decir
'siempre intervenimos' significa también 'siempre somos intervenidos/as' lo cual
implica, a su vez, que mientras intervenimos somos intervenidos/as. Permite
pensar en las consecuencias de nuestras articulaciones para la construcción de
nuestras posiciones de sujeto. Implica no poder acceder al "truco divino",
aquella posición universal que no se trastoca, siempre coherente y racional que
puede influir en los/as demás, pero que se mantiene impoluta.

285
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

En tercer lugar, asumir que 'siempre intervenimos' alude a la necesidad de


pensar en las formas en las que nosotros/as como 'interventores/as e
intervenidos/as nos situamos frente a los efectos de nuestras acciones. En este
sentido, y asumiendo que no es posible ni una transparencia del sujeto de
conocimiento sobre sí mismo, ni una libertad sin límites para la acción social,
nos referimos a los grados de responsabilidad posible cuando encarnamos
prácticas y discursos. La responsabilidad, dice Spivak (1993), significa
proceder desde la conciencia de los límites del propio poder; es decir, contar
con los límites del propio conocimiento y de las posibilidades de acción. La
responsabilidad sobre las conexiones, articulaciones y figuraciones que
hacemos nos sitúa como entes que pueden dar cuenta de sus decisiones,
aunque éstas estén dadas en los límites que nos conforman y los contextos
donde no todo es posible.

Nosotros/as como posibles agentes de intervención social en el sentido


restringido, (como conjunto de prácticas que atacan problemas sociales y se
relacionan con agentes internos – colectivos problemáticos o miembros de la
comunidad), estamos como diría Haraway (1991b) en "la barriga del monstruo".
En un lugar desde el cual nos es posible pensar, cuestionar, actuar sobre los
límites de lo que implica intervenir en ciertas situaciones, pero también
limitados/as por los significados asociados a lo que es y debe ser la
intervención. Spivak (1993) al referirse a los centros de docencia e
investigación dice que participar en tal aparato privilegiado y autorizado
requiere de una alerta máxima. Nosotros/as a partir de nuestras reflexiones
sobre intervención social pensamos que esto también es válido para los
lugares desde los cuales es posible intervenir (en el sentido restringido del
término). Por esto, aunque sostenemos que 'siempre intervenimos' también
debemos dar cuenta de los contextos donde la llamada 'intervención social' es
posible y las restricciones impuestas por ese contexto.

5.4.2 Particularidades de la 'intervención social'

¿Cuáles son las particularidades de lo que se ha entendido como 'intervención


social'? Esta es la pregunta a la que queremos atender en este subapartado. Si
la intervención social es entendida como articulación, es necesario pensar
cuáles son los contextos en los que ciertas relaciones, discursos y acciones
son definidas como 'intervención social' y, quizás, esto nos pueda ayudar a
pensar cuáles posibilidades quedan para transgredir los límites que ponen
estos contextos.

286
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

En primer lugar, ¿cuáles posiciones de sujeto se construyen en la literatura


sobre intervención social? Para esto, analizaremos la construcción de estas
posturas a partir del material teórico que hemos trabajado. Tomando en cuenta
que en situaciones concretas las posturas y relaciones de las personas
involucradas son mucho más complejas, queremos producir una lectura
esquemática de las posiciones que se extraen de los textos teóricos de
intervención social. En estos materiales, como hemos dicho, hay entes que son
definidos como relevantes dentro de procesos de intervención social. Una red
en la que se incluyen profesionales, técnicos y personas preparadas para
intervenir, por un lado, personas a ser intervenidas (es decir colectivos, grupos,
organizaciones, miembros de la comunidad), por otro, y, además, instituciones
que de una manera u otra dan soporte a estas relaciones.

Los/as interventores/as, tal como son definidos en los textos sobre intervención
social están inmiscuidos/as en otras redes de relaciones: la mayoría de las
veces se relacionan con instituciones de servicios sociales o de cooperación
internacional, con organismos gubernamentales o no gubernamentales, con
universidades o institutos. De una manera u otra están respaldados/as por
alguna institución. En muchos casos estas instituciones son quienes pagan por
los servicios profesionales de estas personas, y en otras ocasiones estas
personas trabajan voluntariamente y estas instituciones sirven de soporte
logístico para llevar adelante la tarea. Las instituciones que dan soporte o
pagan a los/as profesionales para llevar adelante la intervención tienen
lineamentos que se deben seguir al acceder a los procesos de intervención.
Como hemos visto en el capítulo 3, los servicios sociales, por ejemplo, tienen
unos principios básicos o niveles de actuación específicos y siguen políticas
definidas desde diferentes entes públicos. Cada una de estas instituciones
establece sus objetivos y fronteras en las que se debe encuadrar la
intervención. Por lo tanto, estas instituciones hasta cierto punto pueden poner
los límites y las posibilidades de relación entre quienes intervienen y quienes
reciben la intervención. Las conexiones entre personas que intervienen e
instituciones que les dan soporte también son múltiples ya que se conforman
en alianzas, soporte y también en conflictos, limitaciones, negociaciones, etc.
Con esto queremos decir que estas relaciones son dinámicas y múltiples. Uno
de los límites y posibilidades de la intervención social desde el punto de vista
de quien interviene es, pues, su relación institucional tanto profesional
(instituciones que dan soporte o pagan un salario) como académica (en el

287
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

sentido de las credenciales que dan soporte a la "experticia" en ciertas


materias).

Por otro lado, dentro de la literatura sobre intervención social los/as agentes
'externos/as' también están construidos/as como personas y equipos con un
encargo social relacionado con su posición de interventores/as. Los discursos
relacionados con la intervención social aluden a la necesidad de influir sobre
los problemas sociales con tal de solucionarlos. Es necesario invertir recursos
materiales y humanos para poder ayudar a la solución de estos problemas. En
el caso de las perspectivas participativas se enfatiza en la relevancia social que
debe tener la investigación académica y la intervención social para paliar los
efectos de las desigualdades económicas, culturales, sociales, y políticas de la
sociedad. El encargo social de la intervención tiene que ver con paliar los
efectos de las sociedades actuales (o bien vistos como desequilibrios del
sistema o como producto de la contradicción entre fuerzas sociales
antagónicas). A nuestro entender las prácticas y discursos de la intervención
social están cargados de unas intenciones de transformación para evitar los
problemas sociales y sus efectos. Es decir, que otra característica del campo
de la intervención tiene que ver con los discursos asociados a la necesidad de
tomar parte en la solución de los problemas sociales, tanto por la importancia
política de llevar a cabo estas transformaciones como, en ciertos casos, por las
responsabilidades institucionales que están en juego.

Además, los discursos asociados al conocimiento científico y las habilidades


técnicas que posee el equipo o las personas interventoras son importantes a
la hora de pensar en las posibilidades de conexiones que pueden hacerse
desde esta posición de sujeto. A través de esta investigación ha sido tratado
en diferentes oportunidades el tema del conocimiento como eje de
legitimación para ciertas definiciones y acciones de diferentes agentes. En
los materiales trabajados los/as agentes externos/as son dibujados/as, en
general, como poseedores/as de ciertos conocimientos, técnicas y
habilidades adecuadas para lidiar con los asuntos a tratar. Estudios,
credenciales, sueldos, curriculum y certificados son parte de los objetos
significativos que ayudan a construir esta idea. En este ámbito cobra sentido
la noción de 'agentes externos'; ya que ésta dota a la persona que ocupa
esta posición de una distancia con relación a los problemas, soluciones e
interlocutores/as. Un juicio que no parece estar afectado, objetivo (Pels,
1999).

288
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

Ahora bien, éstas conexiones de prácticas y discursos donde esta envuelta la


posición de sujeto de 'el/la interventor/a' dan un marco de cuáles son las
articulaciones que se pueden establecer desde esta posición. La red de la
intervención social incluye a las instituciones concretas que dan soporte a las
intervenciones, a la idea de que el trabajo de intervención social está basado
en la mejora de las condiciones de vida de las personas y a la idea de que el
conocimiento técnico sirve como legitimación de su acción sobre la vida de
otras personas. Estos no son todos los ámbitos en los que se genera la
posición de 'interventor/a', pero sí algunas de las prácticas y discursos que
hemos visto que la delimitan y la construyen. En este sentido, esta posición
está posibilitada y limitada al mismo tiempo por aspectos como la
remuneración, los proyectos aprobados, los títulos obtenidos por parte del
equipo interventor, los contactos que puedan tener para que se les adjudiquen
recursos para proyectos de intervención, las políticas sociales apoyadas, las
teorías sociales utilizadas para procesos de intervención, experiencias previas,
puestos de trabajo, entusiasmo, etc. Una multiplicidad de aspectos que hacen
que aunque 'siempre intervenimos' la intervención social se pueda enmarcar
en ciertas prácticas, relaciones y discursos.

Por otro lado, podemos dibujar qué caracteriza la posición de sujeto de quien
es intervenido/a. En las perspectivas de 'intervención dirigida' que hemos
estudiado el dibujo de esta posición depende de cuál es el problema social por
el cual está afectada la persona, ya que no se trata igual a personas con
problemas de drogadicción que a personas discapacitadas o a grupos de
mujeres que a grupos de jóvenes, por ejemplo. Cada uno de los colectivos
tratados tiene sus propias características. Sin embargo, hay características
comunes a los diferentes grupos: 1) Son vistos como con alguna deficiencia o
anormalidad, y 2) Necesitan ayuda para salir de las situaciones problemáticas
en las que viven. Esta necesidad se muestra a través de las diversas formas de
demanda social que motivan la intervención. La posición de intervenido/a de
forma genérica es construida como una situación deficitaria en algún sentido
físico, psicológico, de adaptación, social o cultural. También se alude en
muchos de los materiales leídos a las relaciones afectivas que tienen estas
personas; por ejemplo se alude a la ayuda de la familia en el caso de un hijo
drogodependiente o una persona anoréxica o a la socialización positiva para
personas con conductas desviadas. Incluso, algunas veces (como es el caso
de grupos de apoyo) el fomento de las relaciones afectivas es parte de la
intervención que se propone. En los materiales de intervención social se

289
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

estudian las conexiones de las personas con su entorno (como por ejemplo en
el modelo ecológico) para fortalecer sus relaciones y su bienestar. Desde esta
posición de sujeto las conexiones son las que puedan tener las personas con
sus entornos más cercanos, estas conexiones serán objeto de investigación, si
es necesario, para echar a andar soluciones a los problemas sociales
ubicados.

En el caso de las perspectivas participativas, al final del capítulo 4


estudiábamos algunos ejes posibles sobre las razones que utilizan estas
perspectivas para trabajar con las personas definidas como las más
desfavorecidas de la sociedad. En este sentido, decíamos que podía ser: 1)
Porque en estas personas se mantenían unos vínculos comunitarios fuertes; 2)
Porque son las personas que están en mayor desventaja social y es necesario
ayudarlas a paliar sus problemas; 3) Por la historia de las intervenciones
hechas en Latinoamérica a raíz de las comunidades eclesiales de base; o 4)
Porque son vistas como pertenecientes a una clase social que debe ser quien
lidere la transformación social. En todo caso, alejándonos de cuál puede ser la
respuesta 'correcta' a esta pregunta, los discursos y prácticas que rodean a
estas cuatro 'hipótesis' son parte de cómo se conforma la posición de sujeto de
intervenidos/as en las perspectivas participativas. Esta posición incluye
aspectos como la reflexión sobre la pobreza, sobre sus causas, las
potencialidades de las organizaciones comunitarias, los vínculos allí
mantenidos, los procesos de concientización y de acción que deben ser
llevados a cabo, etc. Por un lado, las personas con las que se trabaja son
vistas como imbuidas en relaciones de explotación, por lo cual están en
posición de marginación y de exclusión de muchos de los recursos
económicos, sociales y culturales y, por otro, tienen recursos (conocimiento
popular) y formas de organización que son posibles de promover a partir de la
intervención.

En resumen, la posición de quienes reciben la intervención es la de aquellas


personas que necesitan algunas transformaciones en sus vidas para salir de
las situaciones problemáticas en las que se encuentran o personas que
necesitan organizarse como grupo para luchar contra ciertas instituciones y
exigir sus derechos. En este sentido, la relación de la intervención social con
las instituciones puede ser o bien de colaboración con los procesos de
intervención social o, incluso, como relaciones de enfrentamiento con ciertas
instituciones que no permiten la solución de ciertas injusticias sociales. Las

290
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

redes de intervención social incluyen, entonces, tanto los actores directamente


relacionados con los procesos de intervención como actores situados en un
rango más amplio de redes: instituciones de promoción de la intervención (tales
como los entes responsables de algunas políticas públicas), entes relacionados
con las instituciones académicas (universidad, credenciales, conocimiento y
técnicas), entes relacionados con las dinámicas sociales (como por ejemplo los
grupos dominantes en las perspectivas participativas o grupos familiares de las
personas con problemas específicos en las 'intervenciones dirigidas), etc.

Ahora bien, en segundo lugar, estudiaremos ¿cuáles son algunas de las


posibilidades y límites de las conexiones entre estas posiciones de sujeto?
Desde una perspectiva situada de la intervención social, las conexiones en
estos procesos son múltiples y muy variadas. Un recuento de éstas es una
tarea absurda e imposible debido a las cantidades de relaciones que se pueden
establecer a partir de las posiciones de sujeto involucradas en ciertas
articulaciones. Más bien queremos reflexionar sobre cómo se pueden plantear
líneas de reflexión sobre estas conexiones en el contexto de la intervención
social pensada a través del concepto de articulación.

¿Por qué es necesario relacionarse, articularse? En los materiales trabajados


sobre intervención social dirigida existen razones que justifican la necesidad de
relación entre equipos interventores y personas intervenidas. En principio, las
conexiones que se establecen en los procesos de intervención social tienen
como objetivo la solución de los problemas sociales ubicados en situaciones y
lugares donde se aplica la intervención. Como hemos dicho en el capítulo 3, la
responsabilidad y la solidaridad son los valores de base para plantear la
intervención social. La responsabilidad de ciertos entes (el Estado, la
universidad, los países del "norte" en la cooperación internacional, las personas
afectadas...) para lidiar con las consecuencias de las formas de organización
social y la solidaridad en el sentido de sentimiento de ayuda para quienes
"están peor que nosotros/as". Por otro lado, análisis como los de Correa, N.
Figueroa, H. y López, M. (1994) o Rose (1996) aluden a la función de
gobernabilidad y control social que se establece a partir de las intervenciones
desde el Estado.

En las perspectivas participativas también la conexión es necesaria para


desarrollar procesos de catálisis social con grupos marginados y tomar
acciones para que estos grupos puedan transformar situaciones vistas como
problemáticas. La participación de las personas de la comunidad o grupos es

291
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

uno de los resultados más importantes que se busca bajo estas perspectivas,
asumiendo un principio democrático que tiene como objetivo que estas
personas puedan tener voz y niveles de decisión sobre los problemas que les
aquejan. Otro resultado que buscan estas intervenciones es el de promover el
empowerment (Rappaport, 1977) de estas personas, es decir, desarrollar el
proceso mediante el cual las personas adquieren poder y control sobre sus
vidas y sus entornos.

Ahora bien, desde el punto de vista de la intervención social vista como


articulación, las conexiones son inevitables, ya que las diferentes posiciones de
sujeto están constituidas en estas conexiones. Es decir, siempre intervenimos.
Sin embargo, las conexiones parciales desde el contexto de lo que hemos
estudiado en el ámbito de la intervención social están limitadas, como hemos
visto, por las definiciones de las diferentes posiciones y de los propósitos
definidos para legitimar y propiciar estas relaciones. Cuestionando las nociones
de agentes externos/as e internos/as y reflexionando sobre los propósitos que
puedan tener ciertas formas de articulación para nosotros/as y otros/as se
pueden desestabilizar los límites de las conexiones posibles y se pueden
plantear otro tipo de articulaciones.

En la intervención, vista desde una 'perspectiva situada' se conjugan una serie


de posiciones de sujeto que se articulan de maneras complejas. Estas
posiciones se caracterizan por ser parciales, no inocentes y cargadas de poder.
Son parciales porque las articulaciones no se conforman alrededor de la noción
de identidad; sino a partir de la tensión de la semejanza – diferencia de los
factores involucrados. Son no inocentes porque cada una de las agencias
involucradas persigue objetivos y caminos que se desprenden de las
posiciones situadas desde las cuales son posibles estas relaciones. Por último,
son cargadas de poder porque las conversaciones y experiencias donde se dan
estas articulaciones están envueltas en contextos y relaciones institucionales,
sociales, políticas y culturales en donde se juegan tensiones en cuanto las
capacidades de definición (propia y de otros/as), posibilidades de acción, etc.
Todo esto también estaría permeado por aspectos relacionados con diferentes
posiciones de quienes están involucrados/as, por ejemplo, en cuanto al género,
la raza, origen nacional, posición social y, como no, el lugar dentro del
entramado del sistema interventor/a - intervenido/a. Este último punto lo trabaja
Goebel (1998) en su crítica de las reflexiones sobre intervenciones
participativas, en la que afirma que en los grupos que se conforman hay un

292
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

esfuerzo por trabajar las relaciones de poder de quienes están excluidos/as con
relación a las instituciones de la sociedad, pero no se toma en cuenta la
influencia de las relaciones de género en el seno de estos propios grupos. Por
lo tanto, las articulaciones a las que nos referimos no se dan en una simetría en
la que cada agente tiene la igualdad de "voz" o influencia sobre las relaciones,
decisiones y acciones.

Siguiendo la reflexión sobre las redes de conexiones involucradas, el


movimiento de las fronteras de lo que entendemos como intervención no
solamente se fragua en las relaciones entre agentes externos/as y agentes
internos/as y en los grupos que resultan de esta relación, sino que también
involucra otras organizaciones, tecnologías e instituciones que están
inmiscuidas (haciendo su intervención) en estos procesos. En este sentido ya
decíamos en el capítulo anterior que Spink (1999) proponía darle oídos a
quienes no pueden escuchar en lugar de darle voz a quienes no pueden hablar.
En el contexto de una perspectiva situada esta afirmación puede implicar que
para que sea posible articular acciones y conversaciones para mover las
fronteras de los significados de la intervención social, también habría que
defender significados y prácticas en lugares distintos a los campos estrictos de
los procesos de intervención y articularse con "monstruos" tales como la
institución académica, la formación profesional, el conocimiento científico, las
instituciones de servicios sociales, las organizaciones no gubernamentales que
promueven la participación, los grupos y asociaciones comunitarias, las
instancias gubernamentales donde se deciden qué proyectos apoyar o los
movimientos, asociaciones y grupos que traten los fenómenos abordados por
intervenciones concretas, por ejemplo. Conexiones peligrosas donde nuestras
posiciones de sujeto se verán transformadas y se definirá aquello que es digno
de transformar.

Con respecto al movimiento de cuestionamiento de fronteras, Spivak (1993)


dice que la desconstrucción consiste en cuestionar aquel lugar donde no
podemos no querer estar. En este sentido la tarea de fijar y deconstruir límites
y significados debe ser difícil sobre todo porque es complicado, en el seno de
las posiciones de sujeto definidas en una serie de conexiones institucionales,
plantearse conectar y ser intervenido/a por posiciones diferentes,
contradictorias, e insospechadas. Por esto insistimos en que los proceses de
articulación son políticos: porque implican luchas de poder, de inclusión,
acceso, derechos, autoridad, negociación, intereses, etc.

293
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

El principal aporte de una perspectiva situada de la intervención social sería la


apertura de posibilidades para crear horizontes de transformación a partir de
las diferentes conexiones parciales, no inocentes y cargadas de poder en las
que se articulen posiciones de sujeto cambiantes, dinámicas, producto de
diversas conexiones. Esta crítica coloca la posición de quien interviene en un
lugar en el que se articula desde una posición diferenciada (que permite la
conexión) pero no privilegiada y también permite crear tecnologías de
pensamiento crítico en el seno de estas articulaciones. Por otro lado,
estratégicamente estas articulaciones pueden producir figuraciones en las que
la movilidad de significados, materialidades, decisiones y negociaciones sea
posible, ya que daría herramientas para cuestionar relaciones necesarias (tales
como la de interventor/intervenido) y crear negociaciones contingentes.

Sin embargo, el peligro es caer en la romantización que produce la posibilidad


de apertura de esta propuesta. Aunque abre una abanico de posibilidades para
que conexiones novedosas se articulen a partir de los cuestionamientos a
formas tradicionales de relación, la articulación puede fallar (Haraway, 1992).
Esto es importante porque una propuesta de perspectiva situada no propone la
solución a los problemas de la intervención, sino que provee de una mirada
crítica sobre este tipo de acción y, además, provee de herramientas de análisis
para situaciones concretas de intervención social y de posibilidades de
relaciones no tomadas en cuenta en los materiales estudiados.

5.4.3 Puntos de partida

Ahora esbozaremos algunos resultados de nuestras reflexiones en trono a la


intervención social vista como articulación. Son puntos de partida porque
expresan el lugar desde el cual, desde nuestra posición situada, nos gustaría
discutir, negociar, contradecir, conversar e "intervenir". Una perspectiva
situada de la intervención social implicaría que:

• Mientras intervenimos estamos siendo intervenidos/as en articulaciones que


definen nuestras posiciones de sujeto. Como un "testigo modesto" que
insiste en su carácter situado, en el que dicho lugar es siempre una
construcción así como una herencia (Haraway, 1997: 270). La tarea
consiste en articularse, reconocer la propia posición y las de otros entes y
los alcances de éstas. Además reconocer las posibilidades y límites que se
establecen como contexto de articulación.

294
Construcción de una 'perspectiva situada' para la intervención social

• Es posible ofrecer "visiones" encarnadas y situadas sobre el mundo y definir


espacios "dignos de transformación" a partir de ciertas articulaciones. A la
vez, como no hay "truco divino" o definición privilegiada a la cual acudir, se
hace necesario hacerse cargo de las interpretaciones sobre el mundo social
que se ponen en juego en articulaciones particulares.

• La posibilidad de crítica a ciertas posiciones surge de la tensión semejanza


– diferencia entre las figuraciones que puedan surgir en las articulaciones y
no de una 'verdad' con respecto a cuáles son los problemas sociales reales
o a través de procesos de concientización y desideologización.

• Cuando nos articulamos, desde esta posición peligrosa de 'interventores/as


sociales' desde la cual hablamos, se debe considerar: 1) Las limitaciones,
posibilidades e intereses relevantes de las diferentes posiciones – sujeto; 2)
Las formas de conocimiento y puntos de vista involucrados, las similitudes,
diferencias; 3) Las posibilidades de articulación con otros "bloques
históricos"; 4) Bajo qué condiciones nos involucramos y desinvolucramos en
las articulaciones; 5) Los roles que desde nuestra posición podamos
acceder (proveedores de servicio, organizadores, recolectores de datos,
observadores participantes, portavoz, etc.); 6) Estudiar qué se gana en los
procesos de articulación. Como hemos dicho, la definición de aquello "digno
de transformar" y los procesos de articulación intervienen en la vida de las
diferentes posiciones de sujeto y no solamente en las personas
"intervenidas"; por lo tanto, en qué sentido estamos siendo 'empowered' en
procesos de articulación y en qué sentido estamos siendo intervenidos/as
en estos procesos.

• Es posible jugar con los límites de los contextos de intervención que hemos
estudiado a partir del cuestionamiento de aquel lugar donde no podemos no
querer estar. Ese lugar que, como diría Haraway (1992), es imposible no
desear pero a la vez nunca podemos tener ni representar.

Por último, estos puntos de partida funcionan, para nosotros/as como fijación
parcial de significados desde la cual comenzar articulaciones que nos
puedan llevar a lugares hasta ahora inhabitados. Como decíamos al principio
de esta investigación, estos puntos de partida, fruto de múltiples y
fragmentados/as autores/as, pretenden mostrar un lugar desde el cual sean
posibles conexiones, desacuerdos, negociaciones y prácticas compartidas;
como hijo de las intervenciones a las que ha sido sometido, este texto busca
intervenir, en los diferentes contextos donde pueda actuar, a abrir

295
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

significados y prácticas para eso que hemos llamado intervención


social/articulación.

296
Visiones y vías de futuro

Capítulo 6: Visiones y vías de futuro


En este último apartado presentaremos cuatro vías que buscan continuar las
reflexiones sobre la intervención social, derivadas del trabajo de investigación
realizado. Estas vías han sido producto por un lado, de la lectura que hemos
hecho de la totalidad del presente texto y, por otro lado, de discusiones
realizadas en grupos de trabajo y con personas relacionadas con el campo de
la investigación y la intervención social sobre diferentes secciones del texto (en
especial sobre la perspectiva situada de la intervención social). Cada una de
estas vías muestra un camino que presenta o bien posibilidades de reflexiones
presentes y futuras sobre la intervención social o bien vías que posibilitan
acciones de transformación social. En este sentido, el objetivo de este apartado
es el de mostrar aquello que "se puede decir a partir de este texto" (Ricoeur,
1971), dado los efectos de conexión, disentimiento, trabajo conjunto y discusión
que nos gustaría producir en los/as lectores.

En una primera parte trabajaremos la trayectoria hecha en la investigación a


partir del análisis de las diferentes formas de entender el cambio y la
intervención social. Reflexionaremos sobre: 1) Los aspectos que hemos
tomado para pensar la intervención social (en cuanto a las diferentes
explicaciones sobre formas de organización social y cambio social) de
desarrollos en las tradiciones funcionalistas, marxistas y anarquistas
(estudiadas en el segundo capítulo); 2) El análisis hecho con relación a las
perspectivas 'dirigidas' 3) El análisis con respecto a las perspectivas
participativas y 4) Los conceptos fundamentales tratados en la 'perspectiva
situada para la intervención social'.

En la segunda parte trabajaremos con temas que han sido producto de


discusiones en los diferentes foros en los que se ha presentado parcialmente
este trabajo (discusiones grupales, exposiciones dentro del departamento de
psicología social de la Universidad Autónoma de Barcelona o conversaciones
con profesores/as y profesionales de la intervención social). Estos temas son
de diversa índole y, a nuestro entender, no han sido suficientemente discutidos
en las páginas precedentes y por esto dedicamos algunos comentarios sobre
los mismos.

La tercera parte mostrará 4 metáforas que han surgido a través de la


investigación para hablar sobre la intervención social y sobre el papel de
quienes intervienen en éstos procesos. Éstas están pensadas para formular,

297
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

trabajar y reflexionar sobre aquello digno de transformar en diferentes procesos


sociales. Las metáforas que propondremos serán: 1) Stick holder (quien
sostiene la vara); 2) El altavoz; 3) La bisagra; y 4) El/la constructor/a de
canales. Cada una de estas metáforas busca mostrar, a través de una imagen,
un conjunto de asunciones sobre la intervención social. En este apartado
discutiremos brevemente, qué pueden implicar cada una de estas metáforas
como posibilidades y limites de cómo entender nuestra función, como
potenciales entes interventores, en procesos de intervención/articulación.

Por último, en la cuarta parte, se trabajarán las características de un proceso


de intervención/articulación que estamos desarrollando actualmente en el que
las ideas trabajadas en la 'perspectiva situada para la intervención social' han
sido tomadas en cuenta para la formulación de objetivos y de vías de acción.

Estos cuatro caminos se presentan como productos concretos que se han


derivado de la presente investigación y como vías abiertas para reflexionar y
actuar en procesos de intervención/articulación. De esta manera, pretenden
abrir espacios en los que se pueda hablar de estos temas, como puntos de
partida para diálogos, desacuerdos, negociaciones y alianzas posibles.

6.1 El camino seguido: desde la intervención social a la idea


de articulación
El primer camino mostrará, resumidamente, el trayecto que abarca esta
investigación, tomando en cuenta sobre todo los análisis realizados a las
perspectivas estudiadas. Como se ha dicho, este trabajo ha surgido a partir de
una inquietud con relación a las diferentes formas de abordar la intervención
social. Esta área de estudio es de gran relevancia en disciplinas como la
psicología social, la sociología o el trabajo social; las cuales producen
formulaciones que resaltan como pertinente la acción sistemática sobre "la
realidad". El ámbito de la intervención produce espacios que buscan tomar
acciones, desde las capacidades teóricas, técnicas y profesionales, para
transformar estados de cosas que son vistas como problemáticas. En mi caso,
las formulaciones sobre psicología social comunitaria han tenido gran
influencia. La crítica hecha desde esta perspectiva a otras formas de
intervención y la importancia del compromiso explícito de los equipos
interventores con la necesidad de transformación de situaciones cotidianas de
injusticia social, han sido el caldo de cultivo de una preocupación de formas de
acción política posibles desde ámbitos académicos y profesionales.

298
Visiones y vías de futuro

La preocupación sobre diferentes formas de intervenir y sobre la necesidad de


pensar nuevas vías de reflexión en este ámbito nos llevaron a plantear una
investigación con dos objetivos: 1) La revisión de desarrollos en las teorías
sobre intervención social, para analizar los conceptos y principios que
fundamentan las prácticas de intervención de algunos sistemas de intervención
(tales como los servicios sociales o la cooperación internacional) y de modelos
de intervención tanto dirigida como participativa; y 2) La construcción de una
propuesta de reflexión para la intervención social basada en discusiones en el
ámbito de la definición de problemas sociales, agentes de la acción de
transformación y posturas sostenidas en torno al conocimiento.

Esta revisión fue planteada desde el primer momento como un estudio de los
desarrollos teóricos en estas áreas debido a: 1) La imposibilidad de abarcar la
gran cantidad de experiencias prácticas de intervención que se llevan a cabo
actualmente; y 2) El interés por entender y producir análisis sobre los
fundamentos teóricos de la intervención social, más que hacer un estudio de
evaluación de experiencias concretas, cosa que hemos encontrado más
frecuentemente en la literatura sobre el tema. En este sentido analizamos
textos que trabajaran con las diferentes nociones asociadas a la intervención
social.

Como paso previo para el logro de los objetivos planteados, decidimos hacer
una revisión de algunos aspectos de las tradiciones funcionalista, marxista y
anarquista; en particular desarrollos que trataran nociones sobre cómo se
entiende el orden social y cómo se logra el cambio social, basándonos en la
idea de que estos desarrollos se relacionan con las diferentes perspectivas de
la intervención social. Finalmente, reflexionamos hacer qué heredamos de
estos sistemas teóricos para poder pensar en la intervención social y, además,
crear ejes de análisis que nos sirvieran para dialogar con los textos
relacionados con estos tipos de intervención.

En el pensamiento de la sociedad vista como sistema social se estudia la


función que tienen diversas prácticas sociales e instituciones en el
mantenimiento de la sociedad. En este sentido, el cambio social es posible
porque las cosas varían para establecer el equilibrio del sistema. La
intervención es posible o bien para la integración de lo desviado a la norma
general, o bien, para hacer planes de transformación con el objetivo de que
ciertas instituciones puedan equilibrar los desperfectos del sistema. Así, la
intervención no está planteada como transformación del sistema sino como

299
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

transformación de elementos (personas, grupos, instituciones...), disfuncionales


a él, que deben ser estudiados y tratados para que se vuelvan funcionales.

La sociedad como conflicto de clases de la tradición marxista se presenta más


bien como una sociedad que está basada sobre las relaciones de dominación y
explotación que, además, son mantenidas y reproducidas a través de sistemas
político – jurídico e ideológicos (en el sentido que dichas relaciones de
explotación son vistas como naturales para la mayoría de la población). La
clase trabajadora, justamente por su condición de grupo explotado, es la que
puede emprender la transformación social hacia una sociedad sin relaciones de
dominación. Existen discusiones dentro del contexto teórico marxista si ese
cambio debe ser violento o pacífico; revolución o reformismo, etc. En todo
caso, el cambio social es posible a partir de un movimiento político organizado,
desde la clase trabajadora y con intelectuales que acompañan su causa. Este
movimiento tiene como objetivo principal el cambio en el modo de producción
capitalista y las relaciones de dominación propias de éste.

La sociedad como sistema de dominación y autoridad de las tradiciones


anarquistas, como los desarrollos marxistas, muestra que la sociedad
capitalista está basada en una serie de relaciones de explotación. La propiedad
privada, la familia y el Estado son producto de relaciones injustas y perpetúan
ese tipo de relaciones. La transformación social debe tener como objetivo
fundamental la abolición de la propiedad privada y del Estado como formas de
explotación de las mayorías por parte de una minoría dominante. Esta
transformación, violenta o no (según las diferentes versiones), proviene del
descontento de las masas con ese estado de cosas. La sociedad ideal se
caracteriza por formas de auto organización, bien sea en cooperativas de
trabajo o en negociaciones entre individuos libres de la autoridad que implica la
organización centralizada y dirigida por las fuerzas poderosas. Con relación al
ámbito político, tanto Proudhon como Bakunin abogan por un sistema
descentralizado y federativo de organización en el que se pueda dar la auto
organización local. Las principales diferencias de las posturas anarquistas con
las marxistas consisten en: 1) El papel del Estado, ya que según los autores
anarquistas mencionados, éste debe ser abolido y según ciertas versiones del
marxismo, éste debe ser usado como instrumento de socialización de los
medios de producción (por lo menos en un primer momento de transición hacia
una sociedad comunista); 2) Los desarrollos anarquistas revisados confían en
la auto regulación de los grupos pequeños y no ponen tanto énfasis en el

300
Visiones y vías de futuro

conocimiento que se pueda crear de la sociedad para la acción política y la


auto organización, a diferencia del marxismo que, en la mayoría de sus
versiones, sostiene que el conocimiento acerca de los mecanismos de
manutención y reproducción de la sociedad, propio de la intelligentsia, debe ser
fundamento para la organización de la clase obrera.

Ahora bien una vez estudiadas diferentes formas de comprender el orden y


cambio social, pasamos a analizar cuáles ideas son fundamentales para la
posibilidad de pensar en la intervención social. Éstas son:

• Cierto descontento con el orden social: Para poder intervenir hacia la


transformación social; es necesario pensar en que existe algún desperfecto
con el orden social que debe ser transformado. En las tres versiones
estudiadas, está presente este elemento o bien como desequilibrio del
sistema o bien como una sociedad vista como sistema de explotación de
unos grupos sobre otros.

• Posibilidad y deseabilidad del cambio social: La intervención social se basa


también en la idea de que es posible lograr cambios a partir de acciones
humanas sistemáticas y, además, que es deseable que ocurra dicha
transformación (como hemos visto, en cuanto a la dirección de este cambio
existen grandes diferencias entre los sistemas de pensamiento estudiados).

• Acción colectiva: Las transformaciones a las que hacen referencia los


sistemas teóricos estudiados aluden a la acción colectiva como motor de la
transformación social. La base de la intervención social es que la acción
hacia transformaciones concretas se haga colectivamente.

• El conocimiento como guía de la acción: Una idea necesaria para pensar en


la intervención como ámbito profesional y no sólo como acciones de grupos
humanos hacia el cambio, es que el conocimiento puede servir como guía
de la acción. Tanto en las versiones funcionalistas como en las versiones
marxistas estudiadas, el conocimiento guía definiciones de problemas y
guías de acción hacia la transformación (en el primer caso como forma de
detectar desperfectos en el sistema social y en el segundo a través del
desenmascaramiento de los mecanismos ideológicos de conciencia). En la
tradición anarquista, en cambio, el conocimiento no toma especial
relevancia para las acciones de transformación.

• Intervención como diálogo entre diferentes actores: Las propuestas que


sostienen que hay ciertas personas que por su conocimiento, como por

301
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

ejemplo los equipos interventores o los/as intelectuales en el caso de


algunas versiones del marxismo, son diferentes a quienes sufren los
problemas o aquellos grupos privilegiados para promover el cambio social,
se produce un espacio vacío entre los diferentes niveles de intervención en
la realidad. Es necesario el diálogo entre estos dos entes colectivos para
poder lograr una acción efectiva de transformación. Por lo tanto, en la
intervención social se hace necesario pensar en la relación entre aquellos
entes que "conocen" la realidad y aquellas personas que están en
situaciones problemáticas.

A partir de estas premisas fundamentales sobre el orden social y las formas de


transformación social posibles, estudiamos tanto las formas de intervención
que hemos llamado 'dirigidas' y aquellas que se basan en la idea de
participación.

6.1.1 Intervenciones dirigidas

Para estudiar la intervención dirigida hemos elegido desarrollos relacionados


con sistemas institucionales tales como los servicios sociales y la cooperación
internacional y con posturas que teorizan sobre el apoyo social y los grupos de
ayuda mutua. Estos materiales nos han dado un amplio abanico de textos en
los que se tratan principios fundamentales, relaciones institucionales y formas
de actuación de estos ámbitos. A partir de aquí hicimos un análisis conjunto
para estos tres ejemplos guiado por los siguientes ejes de análisis: 1) Cómo se
construyen los problemas sociales (diagnóstico de la sociedad), 2) Cómo se
construyen las soluciones, 3) Cuáles son los entes relevantes para la solución,
4) El uso del conocimiento y de las técnicas para la intervención, y 5) El
cambio social posible y deseable.

El diagnóstico que se presenta desde los modelos de 'intervención dirigida' es


el de la desigualdad social. Hay colectivos que se encuentran excluidos o en
riesgo de exclusión de los recursos económicos, sociales y culturales de la
sociedad. Es necesario intervenir en los problemas sociales para lograr
mayores niveles de calidad de vida para estas personas y colectivos. Esta
intervención se hace a partir de demandas sociales (hechas, tanto por los/as
usuarios/as de los servicios, por organizaciones que funcionan como
interlocutoras de los grupos con problemas sociales o a partir de demandas
definidas desde los diferentes niveles de administración local o internacional).
La intervención se hace bajo los principios de responsabilidad (el Estado o los

302
Visiones y vías de futuro

países 'ricos', por ejemplo, son responsables en cierta medida de promover el


bienestar y la adjudicación de recursos para la intervención) y solidaridad (en el
sentido de protección y ayuda a quienes "están peor que nosotros/as"). La
transformación social se da a través de la injerencia en ciertos contextos
definidos como problemáticos, a partir de la lectura hecha por parte de los
sistemas de intervención, de dichas demandas. Estos sistemas incluyen
agentes financiadores, personas definidas con conocimiento teórico y práctico
adecuado para la intervención, instituciones de servicios sociales, políticas
sociales, contenidos académicos, etc. De esta manera, los sistemas de
intervención social inciden sobre los espacios que son definidos como carentes
y deficitarios a partir de recursos provenientes de determinados entes (tales
como los Estados nacionales o los organismos de financiación internacional en
el caso de la cooperación internacional). La intervención busca adecuar o
normalizar estos espacios problemáticos haciendo uso de los conocimientos y
técnicas desarrollados en los ámbitos científicos y de experiencia profesional
(Rose, 1996; Burman, 1999). Las intervenciones dirigidas no se plantean la
transformación de la lógica de la sociedad donde se desenvuelven, sino la de
integrar a colectivos con carencias.

Los principales agentes involucrados son, por un lado, el proceso, persona,


grupo o institución que necesita de una transformación (definidos como
problemáticos); y, por otro lado, los sistemas de intervención definidos como
capaces de planificar y ejecutar acciones sistemáticas con la finalidad de
provocar esta transformación en el primero.
El cambio social deseable, desde estas perspectivas de intervención social, es
lograr una mayor calidad de vida para las personas beneficiarias de la acción
interventiva. Se propone ayudar a integrar a quienes están excluidos/as - o en
riesgo de exclusión - a los mecanismos de la sociedad. Por esto, se interviene
dentro de los espacios problemáticos conformados por colectivos necesitados,
definidos como carentes. No se interviene en aquellos espacios que funcionan
con rentabilidad probada y productividad aceptable. Se interviene en lo
imperfecto, lo marginal. La posibilidad de este cambio es a través de la
intervención en diferentes contextos locales. Se hacen intervenciones a través
de proyectos de escala micro social en el que se definen las acciones
necesarias para paliar algún problema social o para ayudar a algún colectivo o
persona en desventaja. Estos proyectos son planificados desde los centros de
decisión y conocimiento (ámbitos políticos y técnicos de la intervención – por

303
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

esto hemos designado a estas formas de intervención como dirigidas) a partir


de la lectura de las demandas de diferentes entes sociales y afectan a
colectivos específicos definidos como problemáticos desde aquellos centros de
decisión.

En estos modelos, el cambio social es posible siempre que sea a pequeña


escala y funcional para la sociedad. Las intervenciones 'dirigidas' están
relacionadas con un marco funcionalista de entendimiento de la sociedad
porque no buscan una transformación de la sociedad en su conjunto sino
atacar aspectos que son vistos como problemáticos de modo que se pueda
lograr una mejor integración de las personas afectadas por estos problemas a
la sociedad, se equilibran los desperfectos ocasionados por el sistema con
mecanismos e instituciones sociales preparadas y legitimadas para realizar
esta intervención. Por lo tanto, estas instituciones cumplen con una función de
mantenimiento de la sociedad a través de la capacidad para intervenir sobre los
problemas y vida de las personas y, además, porque están legitimadas por las
políticas locales, nacionales e internacionales y por el saber técnico de los/as
profesionales para llevar a cabo procesos de este tipo. Se busca incidir en los
espacios y colectivos que tienen problemas (según la definición que quien está
en posición de legitimidad para hacer esta definición: políticos/as y
técnicos/as). Es como una reforma en la que se ajustan las partes
disfuncionales del sistema.

6.1.2 Perspectivas participativas

La principal diferencia entre las perspectivas participativas y las de


'intervención dirigida' es que las primeras conceptualizan al grupo como
interlocutor y actor privilegiado para la transformación social. Ellas hacen
énfasis en que las personas que están afectadas por los problemas sociales
deben ser parte de la solución de aquellos problemas. Por lo tanto, el diseño,
ejecución y evaluación de los programas y acciones se hace a partir del diálogo
entre aquellas personas que intervienen y las personas afectadas por
problemas concretos. Para el análisis de estas perspectivas hemos escogido
desarrollos de 1) La educación popular, 2) La teología de la liberación, 3) La
investigación– acción – participativa y 4) La psicología comunitaria. Estas
perspectivas han sido analizadas sobre la base de los ejes mencionados:
construcción del diagnóstico de la sociedad, construcción de las soluciones,
entes relevantes para estas soluciones y cambio social posible y deseable.

304
Visiones y vías de futuro

En estas perspectivas los problemas sociales están definidos como producto


de estructuras sociales donde se dan relaciones de opresión de ciertos grupos
sociales por parte de otros grupos (propietarios/as de los medios de
producción, entes gubernamentales, países 'desarrollados', etc.). Esta opresión
está enmascarada por mecanismos de ocultación que funcionan como
contenidos ideológicos que hacen ver las relaciones sociales desiguales como
naturales, cosa que permite, a su vez, la reproducción del sistema social
opresivo.

Para la solución de los problemas derivados de este sistema social, las


perspectivas participativas parten de la necesidad de que las personas
afectadas con problemas concretos deben tomar parte en la solución de dichos
problemas; en este sentido, se busca promover la participación de dichas
personas en trabajos en los que, conjuntamente con profesionales
comprometidos con la transformación social, se busquen vías de acción para
trabajar sobre estas problemáticas. Los temas tratados en procesos de
intervención social, están definidos en el seno de este trabajo conjunto. Esta
característica responde a premisas epistemológicas y políticas que sostienen
los diferentes desarrollos en estas perspectivas. En cuanto al aspecto
epistemológico, las perspectivas participativas proponen que tanto el
conocimiento científico (propio de los/as agentes externos/as) como el
conocimiento popular (de grupos comunitarios o colectivos con los que se
trabaja) debe ser igualmente relevante en procesos concretos de acción social
que se emprendan. El diálogo en el que se comparten los diferentes
conocimientos permite elaborar una comprensión de las formas de vida de las
personas con las que se trabaja y, al mismo tiempo, producir procesos de
concientización en el que estas personas se den cuenta de las relaciones de
opresión que sostienen estas situaciones. Este diálogo, entre personas que
sufren directamente las formas de opresión y profesionales que trabajan con
ellas, funciona como movilizador de las acciones de transformación. El principio
de participación que sostienen las perspectivas participativas también es un
principio político porque incorpora la voz de aquellas personas que usualmente
están al margen de las decisiones políticas y económicas de la sociedad, con el
fin de incorporarlas en la solución de los problemas que les aquejan siguiendo
así un fundamento de democracia participativa en el que estas personas, a
partir de las intervenciones que se realicen, logren cada vez mayores grados
de control y poder sobre sus vidas y el medio ambiente que las rodea
(empowerment). Estos procesos se enfrentan a las formas de intervención

305
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

tradicional en el que las decisiones sobre qué es lo problemático y cómo se


deben solucionar estos problemas se define a partir del conocimiento de los/as
expertos/as o en instancias en las que la voz de las personas afectadas no es
tomada en cuenta. Así, las perspectivas participativas parten de una relación
sujeto – sujeto entre equipo interventor y personas de la comunidad o colectivo
con el que se emprende un proceso de transformación.

Los agentes sociales relevantes dentro de las perspectivas participativas son,


por un lado, las personas de la comunidad o grupo con el que se trabaja y, por
otro, los/as interventores/as o intelectuales comprometidos/as con los procesos
de transformación social. Los miembros de la comunidad no son
necesariamente personas que son parte de algún colectivo 'problemático' como
en las intervenciones 'dirigidas'; se trata de personas que son parte (y se
sienten parte) de algún grupo o comunidad y que quieren participar (y muchas
veces ya lo está haciendo) en procesos de transformación social. El concepto
de participación, en estas perspectivas, incorpora la toma de decisiones por
parte de quien participa en el grupo a partir del proceso de diálogo entre
profesionales (o agentes externos) y personas del grupo. Los/as profesionales
que intervienen a partir de modelos participativos se alejan del encargo de
control social del cual acusan a las 'intervenciones dirigidas', más bien hacen
una fuerte crítica a los efectos de dominación de aquellas y actúan como
'catalizadores sociales' de procesos de transformación.

Ahora bien, estas perspectivas al proponer una comprensión conflictivista de la


sociedad, no buscan que las personas con las que se trabaja se adapten a las
situaciones de opresión, sino que buscan pequeñas transformaciones en
aspectos relevantes de la vida de estas personas para lograr cada vez mayores
grados de control sobre sus vidas. Aunque el cambio social deseable sea la
transformación de las situaciones de injusticia estructural y asimetrías de poder
presente en la sociedad, se hacen intervenciones en escala micro social para la
transformación de situaciones que son vistas como problemáticas por los
grupos con los que se trabaja. En este sentido, encontramos que en las
perspectivas participativas se plantea la posibilidad de la transformación social
a pequeña escala, mientras que se propone que la fuente de los problemas
sociales actuales tiene que ver con las formas en la que están estructurados
los sistemas sociales y la distribución de recursos dentro de ellos. Sólo la
confianza en que diferentes movimientos populares se organicen en torno a los
procesos de educación popular, psicología comunitaria e investigación acción

306
Visiones y vías de futuro

participativa y logren participar en procesos de decisión puede ser la vía de una


transformación que incida (de forma no violenta) en las formas de organización
social actuales. A partir de la relación entre agentes externos/as (profesionales,
voluntarios/as, etc.) y personas de la comunidad, es posible transformar los
puntos de vista de ambos grupos y actuar conjuntamente, a partir de los
recursos diferenciados, para la transformación social.

6.1.3 Una 'perspectiva situada' para la intervención social

El estudio de las teorías sobre los sistemas sociales y los análisis de las formas
de intervención revisadas, nos llevaron a una serie de reflexiones críticas sobre
la intervención social y los conceptos trabajados en estos ámbitos. A partir de
la revisión de literatura en el ámbito de perspectivas críticas, tales como el
socioconstruccionismo, desarrollos feministas, ideas del 'postmarxismo', entre
otras, desarrollamos reflexiones que podían cuestionar estos conceptos y
mostrar formas alternativas de entender los ámbitos de definición de
situaciones problemáticas, los agentes sociales para la transformación y las
formas de entender el conocimiento. De este modo, nos planteamos la
producción del 5 capitulo que, a diferencia de los dos precedentes, no busca
analizar desarrollos relacionados con la intervención social sino que tiene como
objetivo plantear una perspectiva situada para la intervención.

En primer lugar, para trabajar sobre la definición de problemas sociales


acudimos a la literatura que critica las formas en las que es entendido el
conocimiento científico como representación fiel de la realidad (a partir de
métodos especializados para descubrir las verdaderas relaciones sociales).
Apoyándonos en esta literatura desarrollamos una forma alternativa de definir
aquello que es necesario transformar; ya que consideramos que una
perspectiva situada de la intervención social debe dar cuenta de los aspectos
de las vidas de las personas, de las relaciones, discursos y prácticas sociales
que es necesario transformar. Esto implicaría acciones colectivas que buscan
un objetivo. La principal crítica que formulamos a las propuestas de la
intervención social estudiadas en los capítulos precedentes es que los
problemas sociales se definen a partir del conocimiento experto. En las
intervenciones dirigidas, la definición de qué es un problema social se da a
través de la lectura/definición de políticos y equipos de intervención de las
demandas de diferentes entes sociales. En las perspectivas participativas el
concepto de ideología, en tanto contenidos de conciencia que
naturalizan/ocultan las relaciones de opresión, legitima ciertas lecturas de las

307
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

causas de las situaciones problemáticas en las que viven las personas de la


comunidad. La necesidad de concientización de estas personas, necesaria en
estas propuestas para la movilización a la acción, asume la posibilidad de un
'meta' conocimiento de las condiciones 'reales' de opresión de los grupos con
los que trabaja por parte de quien interviene.

En una perspectiva situada de la intervención social aquello digno de


transformación se define en fijaciones (temporales y precarias) de significados
a partir de las articulaciones de diferentes posiciones de sujeto. Estas
articulaciones emergen como antagónicas a otros espacios sociales y
adquieren su significado en contextos específicos. En este sentido, la definición
de aquello digno de transformación se da en las alianzas, negociaciones,
posiciones contrarias, etc. de diferentes agentes sociales tales como equipos
de intervención, personas afectadas, asociaciones con intereses en juego,
instituciones, etc. imbuidas en relaciones de poder, autoridad y legitimación.
Esta propuesta difiere de otras formas de intervención social en que cuestiona
la propia definición de condiciones problemáticas proponiendo que es un
asunto político en tanto que configura y es configurado por las relaciones
sociales en contextos dados. De esta manera intentamos, con esta propuesta,
pensar en la involucración de agentes sociales de diferentes ámbitos en la
definición de lo que es digno de transformación y no sólo a quienes forman
parte de los sistemas de intervención (tales como equipos interventores e
instituciones que les dan soporte).

Con relación a los agentes sociales de cambio, a partir de los análisis hechos
sobre las perspectivas de intervención social, hemos visto que se definen
básicamente dos agentes de la acción: quienes intervienen (que poseen las
herramientas adecuadas para dicha acción) y quienes son intervenidos/as (que
son las personas que tienen ciertos problemas sociales o viven en situaciones
de exclusión o riesgo de exclusión); también, en algunos casos, se le da
importancia en los textos a las instituciones que le dan soporte a los/as agentes
interventores/as para su acción. En las perspectivas trabajadas cobran
relevancia diferentes agentes dependiendo de las bases teóricas que las
sostienen. Así, en las perspectivas dirigidas el peso de la intervención se
encuentra sobre todo en los sistemas de intervención definidos por las políticas
que se quieren llevar a cabo, los problemas que se definen y la acción de los
equipos interventores, mientras que en las perspectivas participativas quienes

308
Visiones y vías de futuro

tienen el peso de llevar a cabo la transformación social son las personas con
las que se trabaja.

Para hacer la reflexión sobre agentes de cambio social hemos recurrido


especialmente a literatura sobre los agentes de cambio social definidos por el
marxismo tradicional (la clase social trabajadora) y los agentes definidos en las
teorías sobre nuevos movimientos sociales (agentes identitarios tales como
mujeres, homosexuales, pertenecientes a una raza determinada, etc.). A partir
de aquí, revisamos posturas críticas hacia estas dos formas de entender los
sujetos que deben promover o llevar a cabo ciertas transformaciones sociales
(Fuss, 1989; Haraway, 1992; Mouffe, 1992; Butler, 1993).

En la perspectiva situada de la intervención que hemos desarrollado cobra


relevancia la noción de 'posición de sujeto' como concepto que, por un lado,
critica la idea de sujeto unitario y coherente y, por otro, trabaja con las
posiciones que se construyen a través de articulaciones enmarcadas en
contextos sociales. En esta perspectiva, las posiciones de sujeto no sólo se
referirían a la posición de interventor/a o intervenido/a, sino que se referirían a
múltiples posiciones que diferentes individuos o grupos pueden ocupar en
dichas articulaciones. En estas articulaciones se construyen parcialmente
dichas posiciones y, a la vez, se define qué es digno de transformación; es
decir, se dan procesos en los que se fijan significados con relación a las
propias posiciones y también a los contenidos a tratar. Las consecuencias de
este movimiento teórico son que:

• Aquello que es digno de transformación no sólo afecta a un grupo definido


como carente o deficitario sino que es de interés de/transforma a todas las
posiciones de sujeto involucradas en momentos determinados.

• Una propuesta como esta permite reflexionar sobre las diferentes


constituciones de los grupos que se involucran en acciones de
transformación social, criticando la visión de que los miembros de la
comunidad o colectivos específicos son homogéneos entre sí.

• Se propone que hay multiplicidad de voces y posibilidades de relación y que


las formas de relación tienen que ver con inclusiones/exclusiones,
negociaciones, alianzas y también alejamientos dependiendo de los
diferentes contenidos que se traten en procesos de
intervención/articulación.

309
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

• Quienes se conforman como agentes de acción social en las diferentes


articulaciones toman acciones y fijan significados temporalmente en las
conexiones a las que acceden.

Con respecto a las concepciones de conocimiento, dado que en el apartado


de problemas sociales trabajamos las críticas relacionadas con las formas de
conocimiento que se erigen como representaciones de la realidad, en el
apartado de formas de conocimiento que subyacen a las formas de
intervención, nos dedicamos a una crítica a la concepción de ideología de la
tradición marxista por la fuerza que tiene esta noción en las perspectivas
participativas. Las críticas propuestas, inciden en la erosión de un punto de
vista privilegiado desde el que se puede conocer la verdadera naturaleza de las
relaciones sociales, o bien por medio de tecnologías de investigación científicas
o bien por medio de los constructos asociados al concepto de ideología
entendido como formas de ocultamiento de las relaciones sociales opresivas.
En este sentido, hemos utilizado sobre todo la noción de conocimientos
situados (Haraway, 1991b) para proponer que en las articulaciones de
posiciones de sujeto cada una de estas posiciones entra en relación con las
otras a partir de un conocimiento situado que luego es transformado por efecto
de dicha articulación. Este conocimiento es contingente a cada una de las
posiciones involucradas, lo cual trae como consecuencia que cada agente se
debe responsabilizar por este conocimiento parcial; por tanto, lo que se busca
en articulaciones concretas es la discusión en torno a acuerdos y fijaciones
momentáneas más que procesos de descubrimiento de la realidad o de
concientización (propios de los sistemas de intervención estudiados). De esta
manera, la creación de los espacios de intervención/articulación se hace a
partir de las conexiones parciales y no inocentes posibles, imbuidas en
contextos donde se definen relaciones de poder y posibilidades de alianzas.

Para finalizar la perspectiva situada de la intervención propusimos una serie de


puntos de partida que implican que la propuesta de la perspectiva situada de
la intervención social pretende, más que dar una respuesta acabada sobre las
formas en las que se debe intervenir, servir de posición desde la cual
establecer diálogos, conversaciones, desacuerdos, etc. con otras posiciones de
sujeto que quieran, puedan o deban pensar en/involucrarse en procesos de
intervención/articulación.

En estos puntos se enfatiza en el carácter situado del conocimiento de los


agentes sociales involucrados en articulaciones concretas, criticando la

310
Visiones y vías de futuro

posición de saber presente en las perspectivas estudiadas de intervención


social y proponiendo una idea de articulación que permitiría por un lado,
cuestionar la idea de grupos homogéneos y, por otro lado, acceder a prácticas
de conexión en las que se pueda definir, conjuntamente con otros agentes,
aquello que es digno de transformación en ciertos momentos y contextos. Todo
esto con la esperanza de tomar acciones menos centradas en ejes de poder en
las relaciones a las cuales podamos acceder desde esta posición situada y
'peligrosa' que actualmente ocupamos (como trabajo académico cuyo objetivo
es reflexionar sobre la intervención social y como potenciales agentes de
intervención).

6.2 Temas emergentes


En este apartado abordaremos algunos temas que han surgido en diferentes
conversaciones sostenidas alrededor de este trabajo de investigación. Muchas
de las observaciones que se me han hecho han sido incorporadas en el texto
(por esta razón planteamos que es un texto producto de múltiples
intervenciones y voces variadas). Sin embargo, algunas de estas cuestiones, a
nuestro entender, o no han sido suficientemente tratadas o son temas que se
emergen del texto, proponiendo nuevas reflexiones. En este apartado se
tratarán los siguientes temas:

• La discusión en torno a los ejemplos elegidos para analizar la intervención


'dirigida', dado que dos de ellos (los servicios sociales y la cooperación
internacional) son sistemas de intervención amplios en los que son posibles
diferentes modelos de intervención y uno de ellos (los grupos de auto
ayuda) es un modelo de intervención específico que se puede dar en
diferentes instituciones que desarrollan procesos de intervención. Las
diferentes 'naturalezas' de estos ejemplos, en principio, pueden hacer difícil
un análisis conjunto como el que se ha propuesto. En esta discusión
defenderemos las razones por las cuales nos parece pertinente el análisis
propuesto en la investigación.

• La exposición de los motivos que sustentan el no haber utilizado como hilo


de la investigación un análisis que buscase los fundamentos históricos y
condiciones de posibilidad de las nociones y prácticas asociadas a la
intervención social (como algunos/as investigadores/as nos propusieron);
sino que preferimos utilizar textos que abordaran aspectos teóricos en este
ámbito.

311
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

• La reflexión acerca de la ausencia de la voz de personas que son definidas


como 'intervenidas' en los sistemas y modelos estudiados, es decir,
usuarios/as, miembros de la comunidad, representantes de colectivos
excluidos, etc. Se discutirán las razones de esta ausencia.

• Las posibilidades de puesta en práctica de una 'perspectiva situada de la


intervención social', dado la dificultad institucional que percibimos para
llevar a cabo proyectos que puedan incorporar esta perspectiva
actualmente.

• La discusión en torno a la relación que se establece entre teoría y práctica,


dada la elección explícita de utilizar solamente textos que tratasen
fundamentos teóricos de las nociones en el ámbito de la intervención social
y no textos que incorporasen experiencias concretas de intervención o de
construir como objeto de investigación una intervención concreta.

• La reflexión asociada a si la propuesta de articulación presente en 'la


perspectiva situada de la intervención social' es, además de una propuesta
para pensar y discutir sobre la intervención social, una postura ética o no.

6.2.1 Ámbitos y modelos de intervención como ejemplos de


intervenciones 'dirigidas'

Al hacer el análisis de las perspectivas de intervención 'dirigida' tomamos como


ejemplos el sistema de servicios sociales, el sistema de cooperación
internacional y el modelo de intervención que se usa en el apoyo social. Estos
tres ejemplos difieren entre sí en que los primeros dos se refieren a
instituciones desde las cuales se promueven diferentes tipos de intervención y
el tercero es un modelo de teorías y prácticas de una forma de intervención
social. A nuestro entender, esta diferencia entre los tres ejemplos no invalida la
posibilidad de hacer un análisis conjunto de ellos y además, de analizarlos
como posturas de intervención 'dirigida'. A continuación ampliaremos esta
posición.

El sistema de servicios sociales está imbuido en políticas y presupuestos del


Estado que limitan sus funciones y las formas de intervención derivadas; los
sistemas de intervención por medio de la cooperación internacional están
imbuidos en normativas relacionadas con los organismos de financiación
internacional, políticas internacionales e incluso relaciones particulares entre

312
Visiones y vías de futuro

países (hay países, como por ejemplo Cuba, que están vetados para recibir
este tipo de apoyos); y las intervenciones basadas en el apoyo social, a
diferencia de estos sistemas de intervención, son técnicas que pueden ser
utilizadas en diferentes contextos de intervención. De esta manera, los
primeros dos ejemplos más que formas concretas de intervención, plantean
contextos amplios donde son posibles muchas prácticas de intervención. Por
un lado, pueden existir intervenciones que son dirigidas completamente por
parte de estos sistemas sin tomar en cuenta a las personas beneficiarias para
la solución de problemas sociales (como por ejemplo la ayuda en emergencias
en el caso de la cooperación internacional) y también esfuerzos por poner en
práctica perspectivas participativas en estos contextos (como lo expresan, por
ejemplo, López Cabanas y Chacón, 1997 o Chambers, 1995).

Ahora bien, la elección de estos tres ejemplos sobre intervención social tuvo
que ver con que tres criterios generales: 1) Los tres ejemplos tomados son
planteamientos que muestran aspectos generales de la intervención social,
tales como principios de la intervención social, entes relevantes en diferentes
casos de intervención y modelos que son usados en diferentes prácticas; 2)
Son tipos de intervención social que están siendo efectuadas en estos
momentos en diferentes sectores del Estado español y otras partes del mundo;
y 3) Difieren entre sí con relación a los ámbitos de aplicación: las prácticas de
los servicios sociales desde el ámbito de los entes públicos hacia personas
afectadas por diferentes problemas sociales, los grupos de auto apoyo como
iniciativa semi privada de trabajo sobre problemas comunes y la cooperación
internacional promovida más que todo desde organizaciones No
Gubernamentales de Desarrollo para realizar iniciativas en los llamados países
del 'tercer mundo' desde Europa y, en particular, desde el estado Español.
Además, cada uno de los ejemplos tomados proveen de abundantes textos
acerca de presupuestos teóricos sobre la intervención social necesarios para la
presente investigación.

Por otro lado, para el análisis de las formas de intervención en estos ámbitos,
nos hemos guiado por los principios básicos y funciones de estos sistemas de
intervención; así, hemos analizado documentos relacionados con los
desarrollos teóricos, normativas y principios prácticos de estos ámbitos. A partir
de este análisis hemos podido observar, 1) Que estos contextos tienen unas
constricciones propias de los sistemas institucionalizados de intervención
como, por ejemplo, las políticas en las que se basan para trabajar, las formas

313
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

de funcionamiento, las prioridades establecidas para los diferentes problemas


sociales identificados, etc. y, 2) Que se plantean unas formas de intervención
que persiguen el mejoramiento de las condiciones de vida de las personas y
situaciones sobre las cuales se incide y no la transformación de la sociedad en
su conjunto (o de reformar ciertas condiciones de vida a partir de sostener que
la sociedad está basada en las contradicciones entre quienes poseen recursos
y quienes no, cuando se aplican perspectivas participativas en estos ámbitos).
Como producto de este análisis, creemos que tiene sentido trabajar con los
sistemas de intervención tales como los servicios sociales y la cooperación
internacional relacionado con formas de intervención (tales como las derivadas
del apoyo social); ya que para todas éstas, aun tomando en cuenta las
diferencias entre ellas, es posible hacer un análisis común, que relaciona estas
perspectivas con sistemas de pensamiento funcionalistas de la sociedad. Es
decir, argumentamos que, aunque en sistemas de intervención tales como los
servicios sociales y la cooperación internacional, muchas prácticas se pueden
dar (incluso algunas próximas a las perspectivas participativas), las
constricciones propias de estos sistemas, permiten un margen de maniobra en
el que se refuerzan y mantienen las instituciones de la sociedad actual y se
trabaja sobre aquellos ámbitos que son vistos como problemáticos dentro de
estas estructuras para paliar los efectos de las condiciones sociales en los que
se dan. Además, según autores como Rose (1996) o Burman (1999), estos
sistemas de intervención sirven para el control social y la gubernamentabilidad.

Así mismo, sostenemos que a partir de modelos como las perspectivas


situadas de intervención, dado que proponen formas de articulación en las que
quienes se impliquan en acciones de transformación pueden ser
"intervenidos/as" en estos contextos, es posible promover transformaciones en
los sistemas mismos a partir de, como diría Spink (1999), "darle oídos a
quienes no pueden escuchar"; es decir, una de las consecuencias prácticas de
una 'perspectiva situada de la intervención social' es la posibilidad de influir en
los sistemas de intervención social y colocar a estos sistemas (como los
servicios sociales u ONG's de la cooperación internacional) como foco de
intervención (intervenidos/as) de grupos sociales preocupados por dicha
transformación institucional.

314
Visiones y vías de futuro

6.2.2 La elección del análisis hermeneútico de textos como metodología


de investigación

Una investigación sobre intervención social, vista desde una mirada crítica,
podría plantearse como objetivo hacer una historiografía de la noción de
intervención social, es decir, estudiar cuáles han sido las condiciones de
posibilidad que han propiciado el surgimiento de la noción de intervención a
través de diferentes acontecimientos históricos; sin embargo, nosotros/as
hemos elegido un camino diferente de indagación por varios motivos:

1) En primer lugar, hacer un estudio acerca de cómo es posible que pensemos


actualmente en ciertas formas de intervención social a través de documentos
históricos implicaba hacer un recuento de las formas teóricas y prácticas en las
que se ha dado (y hablado sobre intervención social). Nuestra consideración al
respecto es que esto implicaría una aproximación genealógica al objeto de
estudio que hemos construido para esta investigación, cosa que implicaría, a
su vez, aceptar la validez de los documentos a estudiar como representantes
de diferentes épocas y formas de pensamiento. Para esta investigación hemos
preferido utilizar una aproximación hermeneútica a los textos que implica más
bien un contacto o fusión de horizontes (tensión semejanza – diferencia) en el
que se busca, tal y como postula Gadamer (1975), una interpretación a partir
de las preguntas que le pone el/la intérprete al texto desde una posición situada
(Haraway, 1991b), buscando aquello que se puede decir a partir de los textos
(Ricoeur, 2000). En este sentido, los análisis hechos sobre los textos
trabajados son construcciones que se han elaborado a través de este diálogo.

2) En segundo lugar, nuestro interés en esta investigación se ha basado en el


estudio de las ideas que sostienen las prácticas de intervención social y las
implicaciones que, a nuestro entender, tienen estas ideas en cuanto a la
construcción de problemas sociales, agentes de cambio social, legitimidad de
la injerencia de agentes sociales en la vida de ciertas personas, las ideas sobre
el conocimiento que sostienen diferentes sistemas de intervención y el cambio
posible y deseable que proponen estos sistemas. En este sentido, quisimos
mantener la discusión de las ideas alrededor de estos ejes. Siguiendo los
objetivos de la investigación, pensamos que era más conveniente estudiar los
textos que actualmente hablan sobre diferentes formas de intervención y
relacionarlos con ideas provenientes de teorías sociales más amplias para
producir diferentes análisis sobre las formas de intervención y qué
implicaciones pueden tener, a nuestro entender, estas ideas. A partir de estos

315
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

análisis y la crítica a ciertos conceptos y formas de entender la intervención ha


surgido lo que hemos llamado 'una perspectiva situada de la intervención
social'.

6.2.3 Ausencia de la voz de personas definidas usualmente como


'intervenidas'

Una de las críticas más frecuentes a los informes que relatan experiencias de
intervención, sobre todo en la vertiente participativa, es la ausencia de las
voces de las personas 'intervenidas' en dichos recuentos. Por esta razón, en
una investigación anterior, propusimos un análisis de una intervención en el
que se involucraban los relatos de diferentes personas que participaron un
proceso comunitario en Caracas - Venezuela (Montenegro, 1998).

En el caso de la presente investigación el propósito fue hacer revisiones de los


principios teóricos de diferentes formas de intervención social con la intención
de desarrollar varios análisis de estas perspectivas y crear una perspectiva
situada de la intervención social en el ámbito de las reflexiones académicas
sobre este tema. En este sentido, los/as principales interlocutores/as que
hemos tenido para esta investigación han sido desarrollos teóricos y personas
involucradas con perspectivas que estudian la intervención social. Al mismo
tiempo, la incidencia que espera tener este informe es en estos espacios
'científicos', profesionales y de reflexión sobre temáticas relacionadas con la
intervención social. Por lo tanto, la intervención que se propone a través de
este texto es justamente en este ámbito. De esta manera, quienes
pretendemos que sean intervenidos/as a través del texto producido y las
conversaciones, negociaciones, desacuerdos etc. que éste genere son
justamente personas, instituciones y entes sociales relacionados con los
diferentes ámbitos de intervención desde la posición de profesionales o
'agentes externos/as' que se encuentran potencialmente en la posibilidad de
intervenir. Así, efectivamente la voz de quienes pretende intervenir este texto
es tomada en cuenta al utilizar textos y comentarios de las personas
involucradas en estos contextos.

6.2.4 Posibilidades de puesta en práctica de una 'perspectiva situada


para la intervención social'

Con relación a la posibilidad de realización de esta perspectiva, creemos que la


articulación con relación a objetivos concretos de transformación social ya se

316
Visiones y vías de futuro

están dando sobre todo en el ámbito de los movimientos sociales. En este


sentido, se están produciendo movilizaciones que, actualmente, pueden ser
leídas en clave de articulaciones de movimientos con fines explícitamente
políticos. Las protestas que se han desarrollado tanto en Seattle, como en
Praga o Niza en los recientes años han sido ejemplos de este tipo de
fenómenos. Justamente, la referencia que se hace usualmente de esas
movilizaciones alude a los lugares donde ocurren las concentraciones; por
tanto, los sujetos de la acción colectiva son identificados por los intereses que
defienden, contra lo que protestan y el nombre de la ciudad donde se
manifiestan y no como representantes de alguna clase particular o de un
movimiento con rasgos identitarios.

Sin embargo, la propuesta hecha en esta investigación hace una diferenciación


entre los que es definido como "acción social" y lo que es la "intervención
social" (Rueda, 1996). El primer caso se refiere a aquellas acciones que son
promovidas desde organizaciones que surgen de la propia comunidad y se
transforman en movimientos sociales; en este caso, quienes participan son
quienes se ven 'empowered' por su acción política. El segundo caso, el de la
intervención social se da cuando, a partir de una demanda social, ciertos
agentes toman acciones para transformaciones sociales con el fin de aumentar
la calidad de vida de las aquellos/as a quienes se interviene, siendo estos/as
últimos quienes resultan 'empowered' o beneficiados/as. En este caso, el
sistema de instituciones, relaciones sociales, credenciales, conocimientos, etc.
legitima la acción de ciertos agentes en la vida de personas que están en
situaciones definidas como problemáticas. Por esta razón, la reflexión que aquí
se presenta se encuentra enmarcada en este último caso.

Volviendo a la cuestión de si es posible acceder a intervenciones desde una


perspectiva situada para la intervención social, pensamos que hay un contexto
en el pensamiento social actual que permite proponer que las articulaciones
entre diferentes agentes son posibles para tomar acciones que ataquen
asuntos que en estas articulaciones sean definidos como problemáticos; sin
embargo, todo el sistema de intervención está planteado de tal manera que es
difícil proponer que dicha perspectiva pueda, por ejemplo, recibir subvenciones
y ayudas económicas para llevarse a cabo.

Frente a este panorama es que creemos que resulta interesante justamente


plantear esta perspectiva situada para la intervención social, porque plantea
una transformación de los principios sobre los cuales se fundamenta la

317
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

intervención social y porque propone como reto la apertura de espacios de


participación y conexión entre agentes y la posibilidad de transformación de
los/as agentes allí involucrados/as.

En resumen, creemos que esta propuesta es posible (y nos estamos


involucrando en un proyecto de intervención/articulación en el que la estamos
desarrollando y al que volveremos más adelante). Además, la intención
fundamental de la propuesta es abrir caminos de reflexión para cuestionar
aquellos principios de la intervención social que han sido hasta ahora
incuestionables como, por ejemplo, que los efectos de la intervención son sólo
para las personas que son definidas como viviendo en situaciones
problemáticas y no para quienes forman parte del equipo interventor o a las
instituciones que les dan soporte o, también, que se busca un conocimiento
que exprese verdaderamente como es la realidad (presente tanto en las
versiones de la intervención dirigida a través del conocimiento científico o de
las versiones de las perspectivas participativas, a través de los conceptos de
ideología y de concientización). La intención es abrir mundos posibles a partir
del texto y conexiones diferentes a las que ya hemos vivido quienes hemos
participado en prácticas concretas de intervención social. De esta manera,
aunque parezca en un primer momento como una propuesta imposible de
realizar a partir de las condiciones actuales del ámbito de la intervención social,
justamente es una intervención que pretende hacer una transformación en ese
campo.

6.2.5 Reflexiones sobre la relación entre teoría y práctica presente en la


investigación

Esta discusión ha surgido porque en esta investigación se han querido buscar


los fundamentos teóricos de diferentes perspectivas de intervención social y se
ha evitado la literatura relacionada con descripción de experiencias prácticas
sobre intervención. Esta elección abre la cuestión de cuál es la relación que se
establece entre teoría y práctica por la cual se justifica dicha elección.

Efectivamente, durante toda la investigación hemos dicho que hemos elegido


los textos a analizar a partir del criterio de que fueran textos que trabajaran
sobre los principios teóricos que guiaban la intervención. Esta decisión se tomó
porque, para los objetivos de la investigación, nos parecía más útil trabajar con
ese material que con material relacionado con prácticas o experiencia
concretas de intervención que usualmente relatan qué se hizo y cuáles fueron

318
Visiones y vías de futuro

los logros de determinadas intervenciones. Esto muestra una elección que


quizás promueva la idea de que hacemos una separación tajante entre teoría y
práctica interventiva. Esta separación se muestra en los textos que hemos
podido revisar sobre intervención social; ya que hemos encontrado más
abundancia de material relatando experiencias que reflexionando sobre los
fundamentos teóricos que guía o fundamentan la práctica.

Sin embargo, en uno de los apartados del capítulo 5 hemos afirmado que
'siempre intervenimos'. Con esto queremos decir que, aunque comúnmente se
sostiene que teoría y práctica son ámbitos separados y con lógicas distintas,
para nosotros/as tanto un texto (como el presente escrito) como procesos de
intervención en el terreno son formas de intervención. Lo que difiere en estos
dos casos pueden ser los contextos, interlocutores, efectos, etc. de estas
intervenciones, pero hemos dicho repetidamente que nuestro texto pretender
intervenir/articularse son otros agentes sociales para la reflexión sobre
espacios de intervención social y discursos asociados a estos espacios. Por lo
tanto, creemos que las acciones humanas son formas que tenemos de
intervenir en la vida de otros entes; así como han intervenido sobre nosotros/as
agentes, libros, conversaciones, edificios, instituciones, subvenciones, alianzas,
rechazos, etc.

La decisión de elegir unos textos para el análisis tiene que ver con un esfuerzo
de limitación de los materiales a trabajar para conseguir los objetivos de la
investigación; en este sentido, como queríamos trabajar sobre todo cómo eran
los conceptos asociados a la idea de intervención, fue más útil hacer esta
limitación en las lecturas a tener en cuenta para hacer estos análisis. Además,
estos materiales trabajan/intervienen sobre el propio contexto de intervención
cosa que no siempre hacen los materiales que explican experiencias en otros
contextos (ya que buscan intervenir en contextos diversos tales como
comunidades o problemáticas concretas como la drogadicción, la pobreza, la
infancia, etc.)

En resumen, pensamos que los actos de intervención son aquellos que inciden
sobre agentes y relaciones sociales y, a partir de aquí, tanto textos
relacionados con principios teóricos como textos que relatan experiencias
muestran formas de intervención. Como nuestro interés en incidir sobre qué se
dice y cómo se piensa la intervención como objeto, lo más plausible fue tomar
un camino y no otro.

319
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

6.2.6 ¿Es la propuesta de la articulación una forma de postura ética?

Esta es una pregunta que se me formuló una de la veces que presenté las
ideas que desarrollo en el capítulo 5, en el que se trabaja la perspectiva
situada de la intervención social.

La primera respuesta: Una propuesta hacia la articulación no es una ética sino


una propuesta que busca vincular diferentes agentes de maneras que hasta
ahora no hemos encontrado en los materiales relacionados con la intervención
social. Articular sería, en este caso, igual a relacionarse con las diferentes
agencias involucradas en procesos concretos de intervención. En este sentido,
no implica una postura ética hacia formas de esta relación sino que
simplemente propone un espacio en el que esas relaciones se pueden dar, un
espacio caracterizado por relaciones de poder, definición y autoridad.

Segunda respuesta: Una vez que me dio tiempo de pensar mejor la pregunta
que se me había formulado, llegué a la conclusión que una propuesta que
involucre la noción de articulación para la intervención social sí muestra una
base ética por dos razones:

1) Más que la confrontación, una propuesta de articulación busca la conexión a


partir de posturas que pueden ser semejantes y diferentes a la vez, busca
dialogar y unir fuerzas, siempre que estas conexiones puedan darse; ya que
estamos conscientes de que la articulación puede fallar. Por tanto, se busca
tejer redes de alianzas de diferentes agentes alrededor de puntos de acuerdo y
de la definición en conjunto de definiciones, objetivos y acciones conjuntas.

2) Una propuesta de articulación busca incidir sobre la concepción de


relaciones fosilizadas dentro de la intervención social como por ejemplo: la
relación entre interventores/as e intervenidos/as y las relaciones de los/as
posibles beneficiarios/as con los sistemas de intervención como los servicios
sociales, organizaciones no gubernamentales, instituciones académicas, etc.
En este sentido, esta propuesta asume que es posible y deseable incidir en
estos aspectos y, así, afirma una ética del respeto por la diferencia y de la
preocupación por la desigualdad de posibilidades de injerencia que tienen
diferentes agentes en la vida de otras las personas. Como otros/as (por
ejemplo, algunas posturas feministas o post coloniales) también una
perspectiva situada de la intervención social parte de la preocupación por la
transformación de relaciones sociales que, a nuestro entender y desde una
posición situada, vemos como problemáticas y transformables. Así que

320
Visiones y vías de futuro

efectivamente está propuesta está movida por una ética y una política que
están preocupadas tanto por la diferencia y la desigualdad, como por las
posibilidades de conexiones parciales en las que se definan, en articulaciones
específicas, aquello que es digno de transformar. Por último, no busca efectos
de definición sino efectos de conexión, alianzas, negociaciones y desacuerdos;
por lo que implica un principio de diálogo que, en estos tiempos, parece que es
una ética no muy frecuente.

6.3 Metáforas sobre la intervención social


En este apartado trabajaremos sobre 4 metáforas que pensamos que pueden
ser útiles como formas de condensación de ideas y como motivos para
establecer diálogos en torno a lo que pueden significar y expresar. Cada una
de estas metáforas está centrada en el/los papel/es que pueden ejercer las
personas que emprenden una intervención. Hemos querido centrarnos en los
significados que pueden condensar estas metáforas para esa posición de
interventor/a o agente externo/a por dos razones: 1) Porque nuestra posición
como profesionales de la psicología social es la de estar en ese lugar
"peligroso" en el que somos capaces de - e interpelados para - intervenir y, 2)
Porque a lo largo de esta investigación el tema de la posición, papel y
herramientas de los equipos de intervención ha sido uno de los ejes de análisis
más relevantes.

Con este movimiento no pretendemos reificar esta posición como única e


inamovible; por el contrario, la presentación de diversas metáforas para
referirnos a esta localización remite a las posibilidades de rotación, difracción y
movilidad de esta posición. De esta manera, las metáforas que presentamos, al
mismo tiempo que resumen una serie de significados relacionados con distintas
maneras de pensar y reflexionar sobre la intervención social, proponen figuras
que permiten crear espacios de discusión.

6.3.1 Stick holder (quien sostiene la vara)

En la película "The Lord of the Flies" hay unos niños que naufragan en una isla
desierta y organizan una pequeña sociedad durante el tiempo que viven allí. Al
principio hacen asambleas para tomar las decisiones pertinentes y en estas
asambleas funciona el mecanismo del "stick holder" (en ese caso era una
caracola). Quien sostiene la vara tiene derecho a hablar en la asamblea de los
niños. Esta imagen también es utilizada por Chambers (1995) cuando habla de

321
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

las formas de intervención en procesos de cooperación al desarrollo (él la


utiliza para decir que la vara debe pasar por todas las personas del grupo como
un método asambleario también).

Cuando me encontré con esta imagen en el artículo de Chambers (1995) me


dio ideas para pensar en una metáfora de la intervención social. A diferencia
del uso que se le da en las dos imágenes descritas arriba, pensé en que esta
metáfora podía resumir cómo es la posición de quien es definido como
experto/a y legitimado/a para intervenir en la vida de otras personas. Quien
sostiene la vara tiene el turno para hablar, tiene momentáneamente el poder de
definición y de proposición de acciones. Si imaginamos que hay relaciones
sociales que dan las condiciones para que ciertas personas tengan la vara y no
otras, estamos frente a las posibilidades de intervenciones dirigidas. En éstas,
el/la "stick holder" es quien es definido/a, como quien debe (dada su posición
institucional) y quien puede (dada su capacidad técnica, experiencia y
credenciales) hablar y definir problemas, soluciones, formas de conocimiento y
acciones.

Por otro lado, también esta metáfora puede conducir a otras vías de reflexión.
Si imaginamos que cada cual puede acceder a la posición de "stick holder",
estaremos pensando en formas de relación en la que se accede a poderes
contextuales para hablar, definir y proponer. En este caso, cada cual toma la
palabra en procesos en los que el peso de cada una de estas voces está
definido en articulaciones concretas. El problema que le veo a la metáfora
entendida en estos términos es que olvida que la construcción de sujetos y
contenidos, también está definida por las posiciones que ocupan los diferentes
agentes en la asamblea (además de a partir de la capacidad de hablar). Como
en la película "The Lord of the Flies": Cuando el poder ya no fue definido sobre
la base de quien tuviera la voz para hablar sino las armas para cazar y matar,
tener la vara (o la caracola) perdió sentido. Olvidar las constricciones que
existen en la propia definición de sujetos viables, como diría Butler (1992),
implica asumir como no problemático las formas de constricción y las
posibilidades de acción en las que se mueven las diferentes posiciones de
sujeto.

En todo caso, la metáfora alrededor de quien sostiene la vara puede ser útil
para pensar sobre definiciones de situaciones en las que quienes hablan,
desde ciertas posiciones y en ciertos contextos, tienen relevancia para

322
Visiones y vías de futuro

definiciones unívocas o compartidas sobre aquello digno de transformación y


diferentes formas de acción social.

6.3.2 Altavoz

Un altavoz es aquel aparato que sirve para ampliar un sonido. Este aparato
sirve para hacer escuchar voces, que apenas se oyen o que por diversas
razones no se pueden escuchar. Este objeto nos ha hecho pensar en una
metáfora de las funciones de los/as profesionales con relación a las personas
con las que se trabaja. En las perspectivas participativas, por ejemplo, se habla
de que es necesario que las personas de comunidades o colectivos en
desventaja tengan voz para poder expresar cuáles son sus necesidades
sentidas. Se parte de la idea de que el sistema actual excluye las voces de
personas que, por diferentes razones, están excluidas de las decisiones que
afectan a la sociedad e incluso de aquellas que les afectan a ellas mismas.

A raíz de esta metáfora nos han surgido tres cuestiones: Por un lado, el
planteamiento de la necesidad de altavoz para que las voces de ciertas
personas sean tomadas en cuenta para la definición de sus propias
necesidades es importante ya que cuestiona el hecho de que estas definiciones
vengan de parte de equipos e instituciones que no viven directamente los
problemas. Utilizar esta metáfora implicaría que la labor que se hace desde la
intervención social es la de promover espacios de participación de las
personas, que usualmente no están en ámbitos de decisión, en las decisiones
que les atañen. Una segunda cuestión que nos hace pensar esta metáfora es
que quizás esta labor, más que ser una función de procesos de intervención,
deba ser una exigencia hacia las instituciones de la sociedad de modo que se
promueva la apertura de espacios de participación y no sean necesarios los
altavoces en procesos de intervención social.

Como tercera cuestión y, siguiendo la propuesta de Spink (1999) de 'darle


oídos a quienes no pueden escuchar', quizás la metáfora que tendríamos que
inventar no sería la de un altavoz sino la de un aparato o dispositivo que
implique ayuda para la audición. Tomar en cuenta esta metáfora alternativa
implicaría que no asumiríamos la autoridad de los/as profesionales para dar
voz a las personas con las que se interviene, sino que asumiríamos el déficit de
ciertas instancias institucionales (incluidos los equipos de intervención) para
prestar atención y atacar a las diferentes demandas de la población.

323
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

6.3.3 Bisagra

Una bisagra es un conjunto que contiene dos láminas metálicas unidas por un
eje común y sujetas a dos piezas móviles o a una móvil y una fija, permitiendo
girar las piezas móviles. La bisagra puede comunicarse con las dos partes que
une. Para nosotros/as la imagen de una bisagra ayuda a pensar la labor de los
equipos de intervención social como lugar de conexión entre discursos y
formas de hacer de los entes involucrados. El uso de esta metáfora implicaría
pensar en posibilidades de conversación entre agentes con lenguajes y códigos
diferentes (como, por ejemplo, suele ocurrir entre personas de las comunidades
y lenguajes institucionales tales como los requisitos que se piden para la
financiación de cualquier proyecto de intervención o que se puede plantear en
procesos de intervención/articulación propios de los/as mediadores/as
interculturales). La bisagra sería aquel aparato que permite tocar ambos
lenguajes y, si es el caso, servir de traducción entre ellos.

Por otro lado, la metáfora de la bisagra puede ayudar a significar prácticas de


articulación entre actores sociales con intereses distintos pero con posibilidad
de articulación a través de las conexiones parciales en redes donde, como
hemos dicho, están implicadas relaciones de poder, autoridad, negociación,
etc. En este sentido, la bisagra como metáfora quiere significar aquellas
prácticas en las que se mezclan recursos heterogéneos para llegar a ciertas
acción sociales conjuntas de transformación.

Uno de los problemas de esta metáfora sería que la imagen de la bisagra sólo
implica dos lados, ya que las bisagras juntan sólo dos elementos. Nos gustaría
imaginar más bien la función de conexión entre diversos entes en forma de red,
más que en forma de trío (cosa que estaría más relacionada con una visión
tradicional de la intervención en la que se habla de agentes externos, agentes
internos e instituciones).

En todo caso, la idea es que, en articulaciones concretas, como agentes


involucrados/as en muchos mundos y lenguajes, podamos servir de conectores
entre lenguajes y, a veces, ser una de las partes de la bisagra; es decir, ser
flexibles para dejarnos conectar con mundos en principio alejados de nuestros
contextos inmediatos a través de bisagras aptas para tal tarea.

6.3.4 Constructor/a de canales

No encontré un objeto que pudiera condensar la idea de aquella persona o ente


que funcione como constructor/a de canales. Esta metáfora se me ocurrió en

324
Visiones y vías de futuro

una clase de doctorado en la que se decía que un colectivo de mujeres


maltratadas no participaban y no hablaban sobre lo que les pasaba.
Reflexionando sobre esto, pensé que quizás estas mujeres no denunciaban lo
que les ocurría o no iban a hablar con especialistas que las ayudasen. Pensé
que una hipótesis posible es que no hablaban en los canales establecidos para
ello, es decir, quizás no era que no tuvieran palabras sobre los acontecimientos
vividos, sino que no utilizaban las palabras 'adecuadas' en los lugares
'adecuados'. Al margen del ejemplo, pensé en que la metáfora de constructor/a
de canales podía ser útil para pensar en formas de intervención en las que se
creen espacios diferentes (y antagónicos) a los ya existentes, abriendo así
canales de participación, de reflexión, de acción, de negociación o de
confrontación en los que se puedan redefinir algunos aspectos de problemas,
soluciones, actos, etc.

Un/a constructor/a de canales puede servir para crear canales en los que, por
ejemplo, las mujeres nombradas anteriormente puedan hablar; es decir, se
puede pensar en que un/a constructor/a de canales abre caminos y maneras
de entender ciertas temas y acontecimientos. En las teorías sobre nuevos
movimientos sociales, por ejemplo, también se ve esto como función o
resultado de la acción de ciertos grupos sociales. Es decir, cuando algún ente
define un tema como relevante (como por ejemplo las condiciones de vida de
ciertas mujeres o el problema de la globalización y las formas de explotación
que allí se incluyen), estos grupos ayudan a definir un problema de maneras
diferentes a las ya pensadas, crean formas de comprensión, discursos y
prácticas que, al mismo tiempo de tener sus propias historias de configuración,
hacen mapas nuevos de las situaciones, permitiendo caminos de exploración
aun no tomados.

Quizás una de las funciones de las intervenciones/articulaciones sea la


creación y exploración de nuevas alternativas a partir de articulaciones de
agentes sociales y, de esta manera, se pueda colaborar a la transformación del
uso de espacios políticos. Estas articulaciones pueden crear espacios
hegemónicos (antagónicos a otros espacios sociales y políticos) que permitan
definir aquello problemático de maneras novedosas; sería como
constructores/as que, con los materiales a disposición y el terreno disponible,
puedan proveer de mundos posibles e inhabitados; como cyborgs, que
traicionando su origen militar y capitalista, buscan mundos en los que podamos
convivir contrarrestando estos contextos que le dieron origen.

325
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

El problema es que la tarea de construcción siempre es difícil (sobre todo


porque usualmente no hay financiamiento para ello) y, además, el resultado es
incierto. Es decir que no hay garantías de que estos canales no sean
institucionalizados y se queden sin palabra otra vez aquellas mujeres del
ejemplo. Por otro lado, no hay garantía de que esos caminos conduzcan a
efectos que no hubiésemos deseado. Aunque no haya garantías queda la
pregunta ¿sería posible y deseable intentar construir nuevos canales?

Quizás proponer un texto que no concluye (o que concluye abriendo cuatro


caminos para el diálogo y la discusión) sea parte de es labor o no.

6.4 La perspectiva situada como posibilidad


Este cuarto apartado consistirá en describir brevemente un proceso de
intervención/articulación en el que hemos discutido y puesto en práctica
algunas de las ideas trabajadas para la perspectiva situada de la intervención
social en Barcelona - España.

En septiembre del año 2000 comenzamos a trabajar con un grupo de


investigación y acción llamado grupo de "Espacios de Participación Ciudadana"
de "Eco-concern – Innovació Social". Este grupo ya llevaba un año trabajando
en investigaciones relacionadas con temas de participación ciudadana y
espacios de decisión. En el año 2000 se propusieron adelantar un proyecto
llamado "Participación de los colectivos de personas inmigradas en el Casco
Antiguo" al que fui invitada a colaborar por mi cercanía a los temas de
investigación acción participativa. Esta colaboración se convirtió en un proceso
en el que algunas de las personas del grupo discutimos y sentamos las bases
fundamentales de este proyecto. La parte del proyecto en la que me he
involucrado más activamente consiste en la creación de un grupo "núcleo" cuyo
objetivo es que diferentes asociaciones trabajen conjuntamente para buscar
espacios de participación y convivencia entre los/as diferentes vecinos/as del
Casco Antiguo.
Se ha invitado a participar a cuatro organizaciones con características muy
distintas pero que se preocupan por los temas de inmigración y convivencia.
Estas cuatro organizaciones son: Asociación de Residentes Senegaleses en
Cataluña, Asociación Dominicana, Nahda (compuesta por un colectivo de
personas Marroquíes) e Insha Allah (compuesto por mujeres musulmanas,
algunas de ellas de origen catalán). Así, estos cinco grupos, compuestos a su

326
Visiones y vías de futuro

vez de personas con diferentes orígenes nacionales, culturales, religiosos y


sociales, se reúnen periódicamente para definir y llevar a cabo acciones de
mejora de la convivencia en el barrio. Tanto en las discusiones de preparación
del proyecto como en las acciones que se llevan a cabo para su realización se
ha promovido el hecho de que el grupo de Espacios de Participación
Ciudadana debe involucrase en la acción social emprendida como uno de los
grupos participantes, enfatizando así en nuestro papel no como
interventores/as sociales sino como asociación que se articula con otras para
definir problemas del barrio y buscar acciones que ayuden a reflexionar y
actuar sobre ellos. En todo caso, el papel que ha tenido el Grupo de Espacios
de Participación Ciudadana ha sido de promotor del proyecto; cosa que, una
vez fortalecido el trabajo conjunto de "grupo Núcleo" (conformado por estas
cinco asociaciones), pasará a ser tarea de este grupo. A partir del
fortalecimiento del "grupo núcleo" se buscará, por un lado, continuar
promoviendo un dialogo entre los colectivos, asociaciones y personas que
integran el barrio, con el fin de discutir acerca de cuáles son los aspectos que
preocupan a estos grupos y personas y, por otro, establecer pautas de
acciones conjuntas para el barrio a través de la creación y fortalecimiento de
redes de acción en el que se emprendan diferentes actividades.

Este proyecto aun está en fase de definición; sin embargo, propone un espacio
de acción social diferente al que hemos visto en las formas de intervención
(tanto dirigidas como participativas) analizadas en este trabajo.

En primer lugar, la relación entre quienes hemos promovido el proyecto (grupo


de Espacios de Participación Ciudadana - EPC) y los otros grupos invitados a
trabajar es motivo de reflexión y discusión tanto en el grupo de EPC, como en
el "grupo núcleo" que se ha formado con estas asociaciones, en el sentido de
que se busca que conjuntamente se establezcan las pautas de lo que se
considera problemático. De este modo, se establece una red de acción en el
que conjuntamente se han ido definiendo (y se definirán) las pautas con las
cuales se quiere que funcione el grupo, las expectativas de trabajo, los lugares
de las reuniones, las formas de proceder, etc. En este sentido, existe una

327
Conocimientos, Agentes y Articulaciones

negociación constante en cuanto a contenidos y formas de relación que crea el


contexto de la acción a emprender.

En segundo lugar, en este trabajo no se persigue adelantar procesos de


concientización para con los otros grupos y asociaciones involucradas en el
presente o a involucrarse en el futuro, sino espacios de conexión entre ellas
para llevar a cabo acciones en conjunto (espacios de articulación). De esta
manera, aunque se sostienen, desde el grupo de EPC, ciertas posiciones con
respecto a la situación del barrio y la convivencia de los/as vecinos/as (como
por ejemplo, que haya más aceptación mutua entre los colectivos de diferentes
orígenes culturales o que se trabaje para evitar la degradación del barrio), esta
posición, aunada a las diferentes posiciones de los grupos con los que nos
hemos relacionado, sirven de base para discusiones, negociaciones y acuerdos
sobre la definición de los problemas del barrio y cuáles actividades se pueden
emprender, a partir de la capacidad de acción del grupo núcleo, para paliar o
atacar estas problemáticas. En este sentido, se aboga por la discusión desde
las diferentes posiciones expresadas por aquellos grupos con los que se
trabaja. En términos de la propuesta de perspectiva situada expresada en este
trabajo, podríamos decir que las articulaciones se dan a partir del conocimiento
situado de cada uno de los agentes (definidos en ciertos momentos como
asociaciones y en ciertos momentos como personas) y que en estas
articulaciones se define 'aquellos digno de transformación' y las maneras en las
que podemos incidir, como "grupo núcleo" en estos aspectos problemáticos.

Por último, a partir tanto de la discusión del proyecto inicial en el grupo EPC,
como en las discusiones que hasta ahora ha habido en el "grupo núcleo" existe
una necesidad de actuación sobre aspectos que son vistos, en esas
articulaciones, como problemáticas; cosa que permite una disposición al
diálogo, negociación y conexión para definir y trabajar sobre ellos. Para mí, que
mayoritariamente me he involucrado en actuaciones de intervención social (ya
sea en su vertiente dirigida como participativa), esta experiencia resulta
novedosa; ya que me ha permitido incidir sobre - y ser interpelada por - un
proceso en el que se busca la articulación entre los agentes involucrados sobre
la base de la experiencia de cada uno de los grupos y personas que nos hemos

328
Visiones y vías de futuro

involucrado, permitiendo definir conjuntamente líneas de acción social sobre


asuntos que nos preocupan. De ahora en adelante restará saber qué caminos
abrirá esta experiencia como vías de futuro tanto para aquello que se defina
como problemático en esas redes de acción, como para la reflexión sobre
intervenciones/articulaciones donde nos involucremos.

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