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La batalla de Pichincha ocurrió el 24 de mayo de 1822 en las faldas del

volcán Pichincha, a más de 3000 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de
Quito

El encuentro, que ocurrió en el contexto de las guerras de independencia


hispanoamericanas, enfrentó al ejército independentista bajo el mando del general
venezolano Antonio José de Sucre y al ejército realista comandado por el general
Melchor Aymerich. La derrota de las fuerzas españolas condujo a la liberación de Quito
y aseguró la independencia de las provincias que pertenecían a la Real Audiencia de
Quito, también conocida como la Presidencia de Quito, la jurisdicción administrativa
colonial española de la que finalmente emergió la República del Ecuador.

Antecedentes
Podría afirmarse que la campaña militar por la independencia de Quito se inició el 9 de
octubre de 1820, cuando la ciudad costanera de Guayaquil proclamó su independencia
de España después de una rápida y casi incruenta revuelta contra la guarnición local.
Los líderes de la revuelta, una combinación de oficiales peruanos y venezolanos del
Ejército colonial junto con intelectuales locales y patriotas, formaron un consejo de
gobierno y un ejército con el propósito de defender la ciudad y extender el movimiento
independentista a otras provincias de la Presidencia. Para entonces, el curso de las
guerras de independencia en América del Sur había cambiado en contra de España; la
victoria de Simón Bolívar en la Batalla de Boyacá selló la independencia del Virreinato
de Nueva Granada, mientras que en el Sur José de San Martín, tras haber desembarcado
con su ejército en la costa peruana en septiembre de 1820, preparaba la campaña para la
independencia del virreinato del Perú.

Desarrollo de la batalla
Cuando amaneció, sin que Sucre lo supiera, los centinelas posicionados cerca de Quito
avistaron a las tropas patriotas ascendiendo por las laderas del Pichincha. Aymerich,
entonces consciente de la intención de Sucre de flanquearlo por medio del ascenso al
volcán, ordenó a su ejército de 1894 hombres ascender la montaña lo más pronto
posible, para enfrentar ahí a Sucre. Al haberse encontrado en un campo de batalla tan
improbable, los dos comandantes no tuvieron otra opción más que enviar gradualmente
sus tropas a la batalla. Existía poco espacio para maniobrar en las empinadas laderas del
Pichincha, entre profundos barrancos y densos matorrales.

Los hombres del Paya, tras recuperarse de la conmoción inicial, se reposicionaron bajo
el fuego enemigo, esperando la llegada del batallón Trujillo. El sobresaltado Sucre, sólo
esperando que los españoles estén más cansados que sus propias tropas, envió al
batallón Yaguachi, conformado por ecuatorianos. El batallón Alto Magdalena trató de
hacer un movimiento de flanqueo, pero sin éxito, pues el terreno no se lo permitió.
Pronto, los batallones Paya, Trujillo y Yaguachi (batallones patriotas), sufriendo
muchas bajas y con pocas municiones, comenzaron a replegarse.

Para entonces el destino de la batalla para los Patriotas parecía depender del Albión, que
transportaba las municiones tan necesitadas; y sin embargo se desconocía su paradero.
A medida que el tiempo pasaba, los Realistas parecían ganar el control de la batalla. El
Trujillo fue obligado a retroceder, mientras que el batallón peruano Piura se dispersó
antes de enfrentar al enemigo. En medio de la desesperación, a los hombres de reserva
del batallón Paya se les ordenó cargar contra el enemigo con sus bayonetas. Ambos
bandos sufrieron grandes bajas, pero la situación más o menos se estabilizó para los
Patriotas. A pesar de esto, Aymerich, como parte de su estrategia, durante el ascenso al
Pichincha separó de su fuerza principal al batallón Aragón, ordenándole avanzar hasta
la cúspide del volcán, para así luego atacar a los Patriotas por la retaguarda, rompiendo
sus líneas en el momento indicado.15 El Aragón era el mejor batallón del ejército
realista; estaba conformado por veteranos españoles que habían actuado tanto en Guerra
de la Independencia Española como en otras batallas en América del Sur, y en ese
momento se hallaba sobre los Patriotas y listo para atacar.

Afortunadamente para los Patriotas, cuando el Aragón estaba por cargar sobre la
alicaída línea Patriota, fue detenido en seco por el Albión, que entró inesperadamente en
la batalla. Resulta que el Albión consiguió avanzar a una posición más alta que la de los
españoles. Pronto, el Magdalena se unió a la batalla, y el Aragón tras sufrir fuertes
bajas, se desintegró. Entonces el Magdalena avanzó hasta la línea Patriota para
reemplazar al Paya, y cargó contra la línea Realista, que terminó por romperse.16

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