LA FORMACION _
DEL ESPIRITU CIENTIFICO
CONTRIBUCION A UN PSICOANALISIS
DEL CONOCIMIENTO OBJETIVO
gaston bachelardLA FORMACION
DEL
ESPIRITU
CIENTIFICO
por
GASTON BACHELARDKl
Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.
‘CeO De, AGUA 48 DEEGACIN COVORCAN, 80 MAC. OF
siglo veintiuno de espafia editores, s.a.
potada de maria lisa martinez passarge
primera edicin en espa, 1948
‘editorial args, buenos aires
vigésimaprimera eign en espatol, 1997
‘siglo xxi edtores, sa. dee
isbn 96823-01645
primera edivin en francés
1 libri pilosophigue vin
thal orignal: a formation de esprit sientyique
derechos reservados confoxme ala ley
impresoy hecho en mexicfprinted and made in mexico
INDICE
Palabras preliminares
CAP.
I
1
Vv
v
vl
vil
vu
K
x
xI
xIl
La nocién del obstéculo epistemol6gico. Plan
de Ia obra :
El primer obstéculo :la-experiencia basica..
El conocimiento general como obsticulo para
el conocimiento cientifico tee
Un ejemplo de obsticulo verbal: la esponja. Ex-
tensién abusiva de las imagenes familiares
El conocimiento unitario y pragmatico como
obsticulo para el conocimiento cientifico
El obsticulo sustancialista
Psicoandlisis del Realista
El obsticulo animista
EI mito de la digestién
Libido y conocimiento objetivo
Los obstculos det conocimiento cuantitativo
Objetividad cientifica y Psicoandlisis. .
Indice de los nombres eltadosPALABRAS PRELIMINARES
I
Tornar geométrica Ia representacién, vale decir dibujar
los fendmenos y ordenar en serie los acontecimientos deci-
sivos de una experiencia, he ahi la primera tarea en Ja que
se funda el espiritu cientifico. En efecto, ¢s de este modo
cémo se llega a la cantidad representada, a mitad camino
entre fo concreto y lo abstracto, en una zona intermedia en
fa que el espiritu pretende conciliar las matemiticas y la
experiencia, las Ieyes y Ios hechos.
Esta tarea de geometrizacién que a menudo parecié 1o-
grarse —ya después del éxito del cartesianismo, ya después
del éxito de la mecénica newtoniana, ya también con la
‘Sptica de Fresnel— termina siempre por revelatse insufi-
ciente, Tarde o temprano, en la mayor parte de los secto-
res, estamos obligados a comprobar que ésta primera repre-
sentacién geométrica, fundada sobre un realismo ingenuo
de las propiedades espaciales, implica conveniencias mis
cocultas, Ieyes topolégicas menos firmemente solidarias con
smediatamente aparentes, en una pa-
labra: vinculos esenciales mas profundos que los vinculos
de las representaciones geométricas familiares. Poco a poco
se advierte la necesidad de trabajar debajo del espacio, pot
asi decir, en el nivel de las relaciones esenciales que sostienen
fos fendmenos y el espacio, El pensamiento cientifico «8
entonces arrastrado hacia ‘‘construcciones” més metaféricas
que reales, hacia “espacios de configuracién” de los que el
espacio sensible, en definitiva, no es sino un misero ejem-
plo. El papel de las matematicas en Ia fisica contempordnea
7sobrepasa pues notablemente 1a simple descripcién geomé-
trica. EI matematismo no es ya desctiptivo, sino forma-
tivo. La ciencia de 1a realidad no se conforma ya con el
cémo fenomenolégico: ella busca el porqué matemitico.
Y entonces, puesto que lo concreto acepta ya la informa-
cién geométrica, puesto que lo concreto es analizado correc-
tamente por lo abstracto, spor qué no podriamos fijar la
abstraccién como el derrotero normal y fecundo del espiritu
cientifico? En efecto, si se reflexiona sobre la evolucién del
espiritu cientifico, se discierne de inmediato un impulso que
va de lo geométtico, més o menos visual, a Ia completa
abstraccién, Desde que se accede a una ley geométrica, se
realiza una asombrosa inversiGn espiritual, suave y viva
como una concepcién: la curiosidad da lugar a la esperanza
de crear, Puesto que la primera representacién geométrica
de los fenémenos significa esencialmente poner en orden,
esta primera ordenaciOn nos abre las perspectivas de una
abstraccién alerta y conquistadora, que nos lleva a organi-
zar racionalmente la fenomenologia, como una teoria del
‘orden puro. Entonces, ni podria decirse que el desorden es
tun orden desconocido, ni que el orden es una simple con-
cordancia de nuestros esquemas con los objetos, como po-
dria ser el caso en el dominio de los datos imediatos de 13
conciencia, Cuando se trata de experiencias guiadas 0 cons-
truidas por [a razén, el orden es una verdad y el desorden
un error. El orden abstracto es pues un orden probado, que
no cae bajo las ctiticas bergsonianas del orden hallado,
En este libro nos proponemos mostrar este destino gran-
dioso del pensamiento cientifico abstracto, Para ello debe-
remos probar que pensamiento abstracto no es sinénimo de
mala conciencia cientifica, como la acusacién trivial parece
implicar. Deberemos probar que la abstraccién despeja al
espititu, que ella aligera al espiritu y que ella lo dinamiza.
Proporcionaremos esas pruebas estudiando més particular-
mente las dificultades de las abstracciones correctas, sefia-
Tando Tas insuficiencias de los primeros intentos, Ia pesadez
de los primeros esquemas, al mismo tiempo que subrayamos
el cardcter discursivo de la coherencia abstracta y esencial
‘que nunca logra su objetivo de una sola vez. Y para mos-
8
trar mejor que el proceso de abstraccién no es uniforme, no
titubearemos en emplear a veces un tono polémico insis-
tiendo sobre el catdcter de obstéculo que presenta la expe-
riencia, estimada concreta y real, estimada natural €
inmediata,
Para describir adecuadamente el trayecto que va desde la
peecepein considerada exacta hasta Ia abstraccién felizmen-
te inspirada en las objeciones de la razén, estudiaremos mal-
tiples ramas de la evolucién cientifica, Como las soluciones
cientificas, en problemas diferentes, no poseen jamés el mis-
mo grado de madurez, no presentaremos una serie de cua-
dros de conjunto; no temeremos desmenuzar nuestros argu-
‘mentos para mantencrnos en el contacto més preciso posible
con Jos hechos. No obstante, si por razones de claridad, se
nos obligara a poner groseras etiquetas histéricas en las di
ferentes etapas del pensamiento cientifico, distinguiriamos
bastante bien tres grandes perfodos.
EI primer periodo, que representa ef estado precientifico,
comprenderia a la vez Ia antigtiedad clisica y los tiempos
de renacimiento y de nuevos esfuerzos, con los siglos XVI,
XVII y aun el XVII,
EI segundo periodo, que representa ef estado cientifico,
en preparacién a fines del siglo XVIII, se extenderia hasta
todo el siglo XIX y comienzos del XX.
En tercer Tugar, fijariamos exactamente la era del nuevo
espicita cientifico en 1905, en el momento en que la Rela-
tividad einsteiniana deforma conceptos primordiales que se
crvian fijados para siempre. A partir de esta fecha, la raz6n
multiplica sus objeciones, disocia y reconfigura las nociones
fundamentales y ensaya las abstracciones mas audaces. En
inco afios, como signos de una asombrosa madurez,
ritual, aparecen tales pensamientos, que uno solo de
ellos bastaria para dar lustre a un siglo. Son la mecanica
cudntica, la mecinica ondulatoria de Louis de Brogli
fisica de las matrices de Heisenberg, la mecénica de Dirac,
las mecénicas abstractas y, sin duda, muy pronto las fis
abstractas que ordenardn todas las posibilidades de Ia ex-
periencia.
‘Mas no nos limitaremos a inscribir nuestras observacio-
9‘nes particulates en este triptico, que no nos permitiria di-
Bujar con suficiente precision los detalles de la evolucién
psicoldgica que deseamos caracterizar. Una vez més, las
fuerzas psiquicas que actéian en el conocimiento cientifico
son mas confusas, mis sofocadas, més titubeantes de lo que
se imagina cuando se las aprecia desde afueta, en los libros
donde ellas aguardan al lector. {Hay tan gran distancia
entre el libro impreso y el libro leido, entre el libro leido
¥ 1 libro comprendido, asimilado, retenido! Hasta en un
‘spirit claro, hay zonas oscuras, cavernas en las que atin
residen las sombras, Hasta en el hombre nuevo, quedan
vestigios del hombre viejo. En nosotros, el siglo XVIII
contimia su vida sorda; y puede jay! reaparecer. No vemos
en ello, como Meyerson, una prueba de la permanencia y
de la fijeza de la razén humana, sino mis bien una prueba
de Ia somnolencia del saber, una prueba de esta avaticia del
hombre culto rumiando sin cesar las mismas conquistas, [a
‘misma cultura y volvigndose, como todos los avaros, victi-
‘ma del oro acariciado, Mostraremos, en efecto, la endésmo-
sis abusiva de Io asertdrico en lo apodictico, de la memoria
en [a razén, Insistiremos sobre el hecho de que no puede
prevalerse de un espiritu cientifico, mientras no se esté se-
guro, en cada momento de la vida mental, de reconstruir
todo su saber. Sélo los ejes racionales permiten tal recons-
truccién. El resto es baja mnemotécnica. La paciencia de la
erndici6n nada tiene que ver con la paciencia cientifica.
Puesto que todo saber cientifico ha de ser, en todo mo-
mento, reconstruido, nuestras demostraciones epistemolégi-
cas no saldrin sino gananciosas si se desarrollan a Ia altura
de los problemas particulates, sin preocuparse de mantenet
al orden histérico. Tampoco titubearemos en multiplicar
Tos ejemplos, si quetemos dar la impresién que en todas
las cuestiones, para todos lo fenémenos, es necesario pasar
ante todo de la imagen a la forma geométrica y luego de
Ja forma geométrica a la forma abstracta, y recorrer el ca-
mino psicol6gico normal del pensamiento cientifico. Parti
remos, pues, casi siempre, de las imagenes, a veces muy pin-
torescas, de la fenomenologia bésica; veremos, cémo y con
é dificultades se sustituyen a esas imégenes las formas
geométricas adecuadas. No es de asombrarse que tal gto-
metrizacién, tan dificil y Ienta, se presente durante mu-
cho tiempo como una conquista definitiva y que sea sufi-
ciente para constituir el sélido espiritu cientifico, tal como
aparece en el siglo XIX. Se es muy apegado a lo que se ha
conquistado penosamente, No obstante necesitaremos pro-
bar que esta geometrizacién es una etapa intermedia.
Pero este desarrollo seguido a través de las cuestiones
particulates, en el desmenuzamiento de los problemas y de
las experiencias, no serd claro sino cuando se nos permita,
esta vez fuera de toda correspondencia histérica, hablar de
una especie de ley de los tres estados para el espirita cien-
tifico, En su formacién individual, un espiritu cientifico
pasaria pues necesariamente por los tres estados siguientes,
mucho mis precisos y particulares que las formas comtianas.
1* El estado conereto, en el que el espiritu se recrea con
las primeras imagenes del fendmeno y se apoya sobre una
Titeratura filos6fica que glorifica la Naturaleza, y que, ex-
trafiamente, canta al mismo tiempo a la unidad del mundo
¥ ala diversidad de las cosas.
2° El estado concreto-abstracto, en el que el espiritu ad-
junta a la experiencia fisica esquemas geométricos y se apo-
ya sobre una filosofia de la simplicidad. El espiritu se man-
tiene todavia en una situacién paraddjica: esté tanto més
seguro de su abstraccién cuanto més claramente esta abs
traccién_estd representada por una intuicién sensible,
3° El estado absteacto, en el que el espiritu emprende
informaciones voluntariamente substraidas a a intuicién
del espacio real, votuntariamente desligadas de la experien-
cia inmediata y hasta polemizando abiertamente con la reali-
dad bisica, siempre impura, siempre informe.
Finalmente, para terminar de caracterizar estas tres etapas,
del pensamiento cientifico, debetemos preocuparnos de los
diferentes intereses que constituyen en cierto modo su base
afectiva. Precisamente, el psicoanilisis, cuya intervencién
Proponemos en una cultura objetiva, debe desplazar os in-
tereses. Sobre este punto, aunque tengamos que forzar 1a
nota, quisiéramos por lo menos dar la impresién que vis-
Tumbramos, con el caricter afectivo de la cultura intelectual,
il‘un elemento de solidez y de confianza que no se ha estu-
diado suficientemente. Dar y sobre todo mantener un inte-
és vital en fa investigacién desinteresada, no es el primer
deber del educador, cualquiera sea la etapa formativa en la
‘que se encuentra? Pero tal interés tiene también su historia
y, aun a riesgo de ser acusado de entusiasmo facil, deberemos
ensayar de sefialar bien su fuerza a lo largo de la paciencia
cientifica. Sin aquel interés, esta paciencia seria suftimiento.
Con aquel interés, esta paciencia es vida espiritual. Hacer
Ia psicologia de la paciencia cientifica consist en adjuntar
a [a ley de los tres estados del espiritu cientifico, una especie
de ley de los tres estados de alma, caracterizados por in-
tereses:
Alma puerit o mundana, animada por la cutiosidad in-
genua, lena de asombro ante el menor fenémeno instru-
‘mentado, jugando a la fisica para distraerse, para tener el
pretexto de una actitud seria, acogiendo las ocasiones de
coleccionista, pasiva hasta en Ia dicha de pensar.
Alma profesoral, orgullosa de su dogmatismo, fija en su
primera abstraccién, apoyada toda la vida en los éxitos
escolares de su juventud, repitiendo cada afio su saber, im-
poniendo sus demostraciones, entregada al interés deductivo,
sostén tan cémodo de la autoridad, ensefiando a su ctiado
como hace Descartes o a los provenientes de la burguesia
‘como hace el “agrégé” de la Universidad (*)
Finalmente, ef alma en trance de absteaer y de quinta-
esenciar, conciencia cientifica dolorosa, librada a los inte-
reses inductivos siempre imperfectos, jugando el peligroso
juego del pensamiento sin soporte experimental est. ble;
‘transtornada a cada instante por las objeciones de la raz6n,
poniendo incesantemente en duda un derecho particular a la
abstraccién, jpero, cudn segura de que la abstraccién es un
deber, el deber cientifico, y 1a posesién finalmente depu-
rada del pensamiento del mundo!
¢Podremos lograr la convergencia de intereses tan encon-
trados? En todo caso, Ia tarea de la filosofia cientifica esté
(2) View H. G, WELLS: Le compication au grand jour (té.),
bien delineada: psicoanalizar el interés, destruir todo uti
litarismo por disfrazado que esté y por elevado que preten-
da ser, ditigir el espftitu de lo real a lo artificial, de To
natural a lo humano, de la representacién a Ja abstraccién,
Nunca como en nuestra época el espiritu cientifico necesita
ser defendido, ser ilustrado en el mismo sentido en que du
Bellay trabajé en la Défense et Illustration de la langue
Francaise, Pero tal ilustracién no puede limitarse a una
sublimacién de las aspiraciones comunes més diversas. Ella
debe set normativa y coherente, Debe tornar claramente
consciente activo el placer de la excitacién espiritual en
1 descubrimiento de la verdad. Debe forjar la mente con
la verdad. El amor por la ciencia debe ser un dinamismo
psiquico autégeno. En el estado de pureza logrado por un
sicoandlisis del conocimiento objetivo, la ciencia ex (a esté-
tica de la inteligencia,
Ahora, una palabra sobre el tono de este libro, Como en
definitiva nos proponemos delinear la lucha contra algunos
prejuicios, los argumentos polémicos pasan frecuentemente
al primer plano. Es, por otra parte, mas dificil de Io que
se supone, separar la razén arquitecténica de la r2z6n polé-
‘mica, pues la critica racional de 1a experiencia es solidaria
con la organizacién tedrica de la experiencia: todas las ob-
Jeciones de la razén son pretextos para experiencias. Se ha
icho frecuentemente que una hipdtesis cientifica que no
evanta ninguna contradicci6n no est4 lejos de ser una hipé-
tesis inttil, Lo mismo, una experiencia que no rectifica
ningiin error, que es meramente verdadera, que no provoca
debates, ja qué sitve? Una experiencia cientifica es, pues,
tuna experiencia que contradice a la experiencia comin. Por
otra parte, la experiencia inmediata y usual mantiene siem-
re tna especie de caricter tautolégico, ella se desarzolla en
el mundo de las palabras y de las definiciones, y carece pre-
cisamente de aquella perspectiva de errores rectificados que
‘aracteriza, segiin nuestro modo de ver, al pensamiento cien-
tifico. La experiencia comfin no estd en verdad compuesta,
a lo sumo esté hecha con observaciones yuxtapuestas, y es
Brealmente lamativo que Ie antigua epistemologia haya es-
tablecido una vinculacién continua entre 1a observacion y
Ja experimentacién, cuando Ia experimentaciin debe apar-
tarse de las condiciones ordinarias de Ia observacién. Como
fa experiencia comin no esté compuesta, ella no podria
set, cteemos nosotros, efectivamente verificada. | Permanece
siendo un hecho. No puede darnos una ley. Para confir-
mar cientificamente la verdad, es conveniente verificarla
desde varios puntos de vista diferentes, Pensar una expe-
riencia es entonces mostrar Ia coherencia de un pluralismo
inicial.
‘Mas por hostiles que seamos a las pretensiones de los
espiritus “concretos", que creen captar inmediatamente lo
dado, no trataremos de incriminar sistematicamente toda in-
tuicién aislada, La mejor prueba de ello es que daremos
ejemplos en los que las verdades de hecho Ilegan a inte-
grarse inmediatamente en 1a ciencia. No obstante, nos pa-
rece que el epistemélogo —que en esto difiere del historia-
dor— debe subrayar, entre todos los conocimientos de una
época, las ideas fecundas. Para él, la idea debe poseer més
aque wna prueba de existencia, debe poseer un destino espi-
ritual, No titubearemos, pues, en inscribir entre los errores
oa cuenta de Ia inutilidad espiritual, que no esti muy le-
jos de ser la misma cosa— toda verdad que no sea la pieza
ide un sistema general, toda experiencia, aun justa, cuya afir-
macién quede desvinculada de un método general de experi-
mentacién, toda observacién, por real y positiva que sea, que
se anuncie en una falsa perspectiva de verificacién, Un mé-
todo tal de critica exige una actitud expectante, casi_ tan
prudente frente a lo conocido como a lo desconocido, siem-
re en guardia contra los conocimientos familiares, y sin
mucho respeto por las verdades de escuela, Se comprende,
pues, que un filésofo que sigue la evolucién de las ideas
Gentificas en los malos autores como zn los buenos, en Tos
aturalistas como en los matemiticos, esté mal, protegido
en contra de una impresién de incredulidad sistematica, y que
adopte tn tono escéptico que concuerda débilmente con su
fe, por otra parte sélida, en los progresos del pensamiento
humano,
it
CAPITULO I
LA NOCION DE OBSTACULO EPISTEMOLOGICO
PLAN DE LA OBRA
I
Cuando se investigan las condiciones psicol6gicas del
progreso de la ciencia, se llega muy pronto a la convicci6n
de que hay que plantear el problema del conocimiento
cientifico en téminos de obstéculos. No se trata de consi-
derar los obsticulos externos, como la complejidad o la fu-
gacidad de los fenémenos, ni de incriminar a la debilidad
lor sentido o del epiitu humano: es en e acto mismo
le conocer, intimamente, donde aparecen, por una especie
siones. Es ahi donde mostraremos causas de estancamiento
y hasta de retroceso, es ahi donde discerniremos causas de
ner que lamaremos obsticles epistemolégces El co-
nocimiento de lo real es una luz que siempre proyecta al-
guna sombra, Jamis et inmedatay pena, Las reveacones
de lo real son siempre recurrentes, Lo real no es jamés ‘‘lo
que podria creerse”, sino siempre lo que debiera haberse
pensado. El pensamiento empftico es claro, inmediato,
‘ando ha sido bien montado el aparejo de las razones. Al
volver sobre un pasado de errores, se encuentra Ja verdad
en un verdadero estado de arrepentimiento intelectual. En
efecto, se conoce en contra de un conocimiento anterior,
destruyendo conocimientos mal adquiridos 0 supzrando
Aguelio gue, en el espictu mismo, obstaalza a 1a epi
tualizacién.La idea de partic del cero para fundar y acrecentar sus
bienes, no puede surgic sino en culturas de simple yaxta-
pposicidn, en las que todo hecho conocido es inmediatamente
fina riqueza, Mas frente al misterio de 1o real el alma no
pitede, por decteto, tornarse ingenua. Es entonces imposible
fhacer, de golpe, tabla rasa de los. conocimientos usuales.
Frente a 1o rea, 1o que cree saberse claramente ofusca lo que
ebiera saberse, Cuando se presenta ante Ja cultura cienti-
fica, el espiritu jams es joven. Hasta es muy viejo, pues
tiene la edad de sus prsjuicios. Tener acceso a la ciencia es
ejuvenecer espiritualmente, es aceptar una mutacién brusca
que ha de contradecir a un pasado.
La ciencia, tanto en su principio como en su necesidad de
coronamiento, se opone en absoluto a Ia opinién, Si en
alguna cuestidn particular debe legitimar Ia opiniéa, lo hace
por razones distintas de las que fundamentan 1a opinién:
de manera que 1a opinién, de derecho, jamds tiene azn
La opinién piensa mal; no piensa; traduce necesidades en
conocimientos. Al designar a los objetos por su utilidad,
alla se probibe el conocerlos. Nada puede fundarse sobre
la opinién: ante todo es necesatio destruirla, Ella es el
primer obstéculo a superar. No es suficiente, por ejemplo,
rectificarla en casos particulares, manteniendo, como una
specie de moral provisoria, un conocimiento vulgar provi
sorio. El espirita cientifico nos impide tener opinién sobre
Cuestiones que no comprendemos, sobre cuestiones que no
sabemos formular claramente. Ante todo es necesario saber
plantear los problemas. Y digase lo que se quiera, en la
¥ida cientifica los problemas no se plantean por si mismos.
Es precisamente este sentido del problema el que_sindica
el verdadero espiritu cientifico, Para un espiritu cientifico
todo conocimiento es una respuesta a una pregunta. Si no
hhubo pregunta, no puede haber conocimiento cientifico,
Nada es espontineo. Nada esti dado, Todo se construye,
Un conocimiento adquirido por un esfuerzo cientifico
puede declinar. La pregunta absteacta y franca se desgastay
Ia respuesta conereta queda, Con eso, 1a actividad espiritual,
se invierte y se endurece. Un obstéculo epistemoldgico se
inerusta on el conocimiento no formulado. Costumbres in-
16
piritu en su totalidad. Hace unos veinte afios, un episte-
de justificar. Pero, desde ya, hay que darse cuenta que el
@) BERGSON: La Pensée ot fe Mount, Pavis, 1934, p. 231
7‘eso por simples concursos universitarios, se capitaliza como
tina riqueza material. Aun admitiendo que una buena cabe-
{za escapa al narcisismo intelectual tan frecuente en Ja cultura
Titeraria, en 1a adbesién apasionada a los juicios del gusto.
puede seguramente decirse que una buena cabeza es desgracia-
@amente una cabeza cetrada. Es un producto de escuela,
En efecto, las crisis del crecimiento del pensamiento im-
plican una refundicién total del sistema del saber. Enton-
es Ia cabeza bien hecha debe ser rehecha, Cambia de es-
pecie, Se opone 2 la especie precedente por una funcién
Gecisiva, A través de las revoluciones espirituales que exige
fa invencidn cientifica, el hombre se convierte en una especie
‘muitante 0, para expresarlo atin mejor, en una especie que
necesita mutar, que sufte si no cambia, Espiritualmente el
hombre necesita necesidades. Si se considerara adecuadamen-
te, por ejemplo, la modificacién psiquica que se realiza a tra~
vvés de la comprensién de doctrinas como la Relatividad 0 la
‘Mecénica ondulatoria, quiz no se encontrarian estas expre-
siones exageradas, sobre todo si se reflexionara en Ia real
solidez de la ciencia prerrelativista, Mas ya volveremos so-
bre estos juicios en nuestro iiltimo capitulo, cuando habre-
mos aportado numerosos ejemplos de reyoluciones espiri-
‘males.
Se repite también frecuentemente que la ciencia es vida
de unidad, que tiende a unificar fendmenos de aspecto dis-
tinto, que busca Ia sencillez o la economia en los principios
yen los métodos, Esta unidad la encontrarfa muy pronto,
si pudiera complacerse con ello. Por el contrario, el progre-
so cientifico marca sus més puras etapas abandonando los
factores filoséficos de unificacin ficil, tales como Ta unidad
de accién del Creador, la unidad de plan de la Naturaleza, la
‘unidad légica. En el hecho, estos factores de unidad que atin
actuaban en el pensamiento cientifico del siglo XVIII, ya no
se invocan més. Al sabio contemporineo que quisiera
la cosmologia y la teologia se le reputaria muy pre-
tencioso.
"Y entrando en el detalle mismo de 1a investigacién cien-
tifica, frente a una experiencia bien determinada que pueda
ser registrada como tal, verdaderamente como una y com-
18
pleta, el espiritu cientifico jamés se siente impedido de va-
iar las condiciones, en una palabra de salir de 1a contem:
placién de f0.mismo y buscar lo otro, de dialectizar Ia ex-
periencia. Ast es como la Quimica multiplica y completa sus
series homélogas, hasta salir de la Natucaleza materializan-
do cuerpos mas 0 menos hipotéticos sugeridos por el pensa-
micnto inventivo. Es asi como en todas las ciencias rigu-
£0528, un pensamiento ansioso desconfia de las idemtidades
mis o menos aparentes, pata reclamar incesantemente mayor
precisiGn, ipso facto mayores ocasiones de distinguir. Preci-
far, recificar, diversificar, he ahi los tipos del pensamiento
dinémico que se alejan de la certidumbre y de la unidad, y que
fen los sistemas homogéneos encuentran més obstéculos que
impulsos. En resumen, el hombre animado por el espiritu
tfico, sin duda desea saber, pero es por lo pronto para
interrogar mejor.
1
La nocién de obstéculo epistemolégico puede ser estudia-
dda en el desarrollo histérico del pensamiento cientifico y en
Ia practica de la educacién. En uno y otro caso, este estudio
no es cémodo. La historia, por principio, es en efecto hostil
4 todo juicio normativo. Sin embargo, si se quiere juzgar
Ia eficacia de un pensamiento, hay que colocarse en un punto
de vista normativo. Todo lo que se encuentra en Ia historia
del pensamiento cientifico, dista mucho de servie efectiva-
mente a Ia evolucién de este pensamiento. Ciertos conoci-
mientos aun justos, detienen demasiado pronto a investiga-
ciones itiles. El epistemélogo debe, puss, seleceionar los do-
cumentos recogidos por el historiador. Debe juzgarlos des-
de el punto de vista de la razén y hasta de la razén evo-
Tucionada, pues solamente en nuestros dias es cuando po-
demos juzgar plenamente los errores del pasado spiritual.
Por otra parte, aun en las ciencias experimentales, es siempre
Ia interpretacién racional 1a que ubica los hechos en su Iu:
gar exacto, Es sobre el eje experiencia-razén, y en el sentido
de la racionalizacién, donde se encuentran, al mismo tiem-
19po, el riesgo y el éxito. Sélo la razén dinamiza a la in-
vestigacién, pues solo ella sugiere, mas alld de Ia experiencia
comtin (inmediata y especiosa) , Ia experiencia cientifica (in-
directa y fecunda). Es, pues, el esfuerzo de racionalidad y de
construcci6n el que debe atraet la atencién del epistemé-
Jogo. El historiador de la ciencia debe tomar las ideas
como hechos. El epistemélogo debe tomar los bechos como
ideas, insertindolas en un sistema de pensamientos. Un
hhecho mal interpretado por una época, sigue siendo un
hecho para el historiador. Segin el epistemélogo es un obs-
téculo, un contrapensamiento.
Ser4, sobre todo, profundizando la nocién de obstéculo
epistemoldgico cémo se otorgari su pleno valor espititual
a la historia del pensamiento cientifico. Demasiado 2 me-
tudo la preocupacién por la objetividad, que lleva al histo-
riador de las ciencias a repertoriar todos los textos, no llega
a la apreciaci6n de las variaciones psicologicas en la interpre-
tacién de un mismo texto. {En una misma época, bajo una
misma palabra, hay conceptos tan diferentes! . Lo que nos
engaiia es que la misma palabra designa y explica al mismo
tiempo. La designacién es la misma; 1a explicacién es dife-
rente. Por ejemplo, al teléfono corresponden conceptos que
difieren totalmente para el abonado, para Ia telefonista,
para el ingeniero, para el matemético preocupado en las
ecuaciones diferenciales de las corrientes telef6nicas. El epis-
temélogo tendré, pues, que esforzarse en captar los conceptos
cientificos en efectivas sintesis psicoldgicas; vale decir, en
sintesis psicolégicas progresivas, estableciendo, respecto de
cada nocién, una escala de conceptos, mostrando cémo un
concepto produce otto, cémo se vincula con otro, Entonces
tendrd cierta posibilidad de apreciar una eficacia epistemol6-
gica. Y de inmediato el pensamiento se presentara como una
dificultad vencida, como wn obstéculo superado.
En la educacién, la nocién de obsticulo pedagégico es
igualmente desconccida. Frecuentemente me ha chocado el
Ihecho de que los profesores de ciencias, atin més que los
otros si cabe, mo comprendan que no se comprenda. Son
‘poco numerosos los que han sondeado la psicologia del error,
de la ignorancia y de la irreflexién, El libro de Gérard-Varet
20
no ha tenido resonancia (*). Los profesores de ciencias se
imaginan que el espiritu comienza como una leccién, que
siempre puede rehacerse una cultura perezosa repitiends una
clase, que puede hacerse comprender una demostracién re-
pitiéadola punto por punto. No han reflexiona
el hecho de que el adolescente Ilega al curso de Fi
conocimientos empiricos ya constituides; no se trata, pues,
de adquirir una cultura experimental, sino de cambiar una
cultura experimental, de derribar los obsticulos amontonados
‘por la vida cotidiana, Un solo ejemplo: el equilibrio de los.
‘uerpos flotantes es objeto de una intuicién familiar que es
una marafia de errores. De una manera mis o menos clara se
atribuye una actividad al cuerpo que flota, o mejor, al cuerpo
‘que nada, Si se trata con la mano de hundir en el agua un
troz0 de madera, éste resiste, No se atribuye facilmente esa
resistencia al agua. Es, entonces, bastante dificil hacer com-
prender el principio de Arquimedes, en su asombrosa sencillez
‘matemitica, si de antemano no se ha criticado y desorgani-
zado el conjunto impuro de las intuiciones bisicas. En
Particular, sin este psicoandlisis de los errores iniciales, ja-
‘més se hard comprender que el cuerpo que emerge y el cuer-
Po totalmente sumergido obedecen a la misma ley.
De ahi que toda cultura cientifica deba comenzar, como
Jo explicaremos ampliamente, por una catarsis intelectual y
afectiva. Queda luego la tarea més dificil: poner la cultura
cientifica en estado de movilizacién permanente, reempla-
zat el saber cerrado y estitico por un conocimiento abierto y
dindmico, dialectizar todas las variables experimentales, dat
finalmente a la razén motivos para evolucionar.
Por otra parte, estas observaciones pueden ser generali-
Zadas; ellas son més visibles en Ia ensefianza cientifica, pero
tienen cabida en todo esfuerzo educativo. En el transcurso
de una carrera ya larga y vatiada, jamis he visto a un educa-
dor cambiar de método de educacién. Un educador no tiene
el sentido del fracaso, precisamente porque se cree un maes-
tro. Quien ensefia manda. De abi una oleada de instintos.
() GeRano-VaReT: Ext de Paycholore objatioe. L'lgocene
‘et UIereflexion. Paris, 1898, ee me
21Monakow y Mourgue han observado justamente esta
Gifealtad de reforma en los métodos de educacién, invoran-
46 el peso de los instintos en los educadores (*). “Hay in-
Gividuos para Ios cuales todo consejo relativo a los errores
de educaci6n que cometen, es absolutamente initil porque
e508 llamados errores no son sino Ia expresién de un com-
portamiento instintivo.” En verdad, von Monakow y
‘Mourgue se refieren a “individaos psicépatas”, pero la rela-
‘én de maestro a alumno es na relacién fécilmente paté-
gena. El educador y el educando participan de an psico-
anilisis especial. De todos modos, el examen de las formas
inferiores del psiquismo no debe ser descuidado, si se desean
‘earacterizar todos los elementos de Ia energia espiritual y
‘preparar una regulacién gnéseo-afectiva indispensable para
1 progreso del espiritu cientifico, De una manera més pre-
isa: discernir los obsticulos epistemol6gicos es contribuir a
fundar los rudimentos de un psicoandlisis de la razén.
mm
El sentido de estas observaciones generales resaltard me-
jor cuando habremos estudiado obsticulos epistemol6gicos
muy patticulares y dificultades bien definidas. He aqui
entonces el plan que seguiremos en este estudio: s
La experiencia bisica 0, para hablar con mayor exacti-
tud, Ia obsecvacién bésica es siempre un primer obstéculo
para Ia cultura cientifica. En efecto, esta observacién bi-
fica se presenta con un derroche de imagenes; es pintoresca,
concreta, natural, facil. No hay més que describitla y ma-
ravillarse. Se cfee entonces comprenderla. Comenzaremos
stuestra encuesta caracterizando este obstaculo y poniendo de
relieve que entre la observacién y la experimentacién no hay
continuidad, sino ruptara. =