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LA FORMACION _ DEL ESPIRITU CIENTIFICO CONTRIBUCION A UN PSICOANALISIS DEL CONOCIMIENTO OBJETIVO gaston bachelard LA FORMACION DEL ESPIRITU CIENTIFICO por GASTON BACHELARD Kl Siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. ‘CeO De, AGUA 48 DEEGACIN COVORCAN, 80 MAC. OF siglo veintiuno de espafia editores, s.a. potada de maria lisa martinez passarge primera edicin en espa, 1948 ‘editorial args, buenos aires vigésimaprimera eign en espatol, 1997 ‘siglo xxi edtores, sa. dee isbn 96823-01645 primera edivin en francés 1 libri pilosophigue vin thal orignal: a formation de esprit sientyique derechos reservados confoxme ala ley impresoy hecho en mexicfprinted and made in mexico INDICE Palabras preliminares CAP. I 1 Vv v vl vil vu K x xI xIl La nocién del obstéculo epistemol6gico. Plan de Ia obra : El primer obstéculo :la-experiencia basica.. El conocimiento general como obsticulo para el conocimiento cientifico tee Un ejemplo de obsticulo verbal: la esponja. Ex- tensién abusiva de las imagenes familiares El conocimiento unitario y pragmatico como obsticulo para el conocimiento cientifico El obsticulo sustancialista Psicoandlisis del Realista El obsticulo animista EI mito de la digestién Libido y conocimiento objetivo Los obstculos det conocimiento cuantitativo Objetividad cientifica y Psicoandlisis. . Indice de los nombres eltados PALABRAS PRELIMINARES I Tornar geométrica Ia representacién, vale decir dibujar los fendmenos y ordenar en serie los acontecimientos deci- sivos de una experiencia, he ahi la primera tarea en Ja que se funda el espiritu cientifico. En efecto, ¢s de este modo cémo se llega a la cantidad representada, a mitad camino entre fo concreto y lo abstracto, en una zona intermedia en fa que el espiritu pretende conciliar las matemiticas y la experiencia, las Ieyes y Ios hechos. Esta tarea de geometrizacién que a menudo parecié 1o- grarse —ya después del éxito del cartesianismo, ya después del éxito de la mecénica newtoniana, ya también con la ‘Sptica de Fresnel— termina siempre por revelatse insufi- ciente, Tarde o temprano, en la mayor parte de los secto- res, estamos obligados a comprobar que ésta primera repre- sentacién geométrica, fundada sobre un realismo ingenuo de las propiedades espaciales, implica conveniencias mis cocultas, Ieyes topolégicas menos firmemente solidarias con smediatamente aparentes, en una pa- labra: vinculos esenciales mas profundos que los vinculos de las representaciones geométricas familiares. Poco a poco se advierte la necesidad de trabajar debajo del espacio, pot asi decir, en el nivel de las relaciones esenciales que sostienen fos fendmenos y el espacio, El pensamiento cientifico «8 entonces arrastrado hacia ‘‘construcciones” més metaféricas que reales, hacia “espacios de configuracién” de los que el espacio sensible, en definitiva, no es sino un misero ejem- plo. El papel de las matematicas en Ia fisica contempordnea 7 sobrepasa pues notablemente 1a simple descripcién geomé- trica. EI matematismo no es ya desctiptivo, sino forma- tivo. La ciencia de 1a realidad no se conforma ya con el cémo fenomenolégico: ella busca el porqué matemitico. Y entonces, puesto que lo concreto acepta ya la informa- cién geométrica, puesto que lo concreto es analizado correc- tamente por lo abstracto, spor qué no podriamos fijar la abstraccién como el derrotero normal y fecundo del espiritu cientifico? En efecto, si se reflexiona sobre la evolucién del espiritu cientifico, se discierne de inmediato un impulso que va de lo geométtico, més o menos visual, a Ia completa abstraccién, Desde que se accede a una ley geométrica, se realiza una asombrosa inversiGn espiritual, suave y viva como una concepcién: la curiosidad da lugar a la esperanza de crear, Puesto que la primera representacién geométrica de los fenémenos significa esencialmente poner en orden, esta primera ordenaciOn nos abre las perspectivas de una abstraccién alerta y conquistadora, que nos lleva a organi- zar racionalmente la fenomenologia, como una teoria del ‘orden puro. Entonces, ni podria decirse que el desorden es tun orden desconocido, ni que el orden es una simple con- cordancia de nuestros esquemas con los objetos, como po- dria ser el caso en el dominio de los datos imediatos de 13 conciencia, Cuando se trata de experiencias guiadas 0 cons- truidas por [a razén, el orden es una verdad y el desorden un error. El orden abstracto es pues un orden probado, que no cae bajo las ctiticas bergsonianas del orden hallado, En este libro nos proponemos mostrar este destino gran- dioso del pensamiento cientifico abstracto, Para ello debe- remos probar que pensamiento abstracto no es sinénimo de mala conciencia cientifica, como la acusacién trivial parece implicar. Deberemos probar que la abstraccién despeja al espititu, que ella aligera al espiritu y que ella lo dinamiza. Proporcionaremos esas pruebas estudiando més particular- mente las dificultades de las abstracciones correctas, sefia- Tando Tas insuficiencias de los primeros intentos, Ia pesadez de los primeros esquemas, al mismo tiempo que subrayamos el cardcter discursivo de la coherencia abstracta y esencial ‘que nunca logra su objetivo de una sola vez. Y para mos- 8 trar mejor que el proceso de abstraccién no es uniforme, no titubearemos en emplear a veces un tono polémico insis- tiendo sobre el catdcter de obstéculo que presenta la expe- riencia, estimada concreta y real, estimada natural € inmediata, Para describir adecuadamente el trayecto que va desde la peecepein considerada exacta hasta Ia abstraccién felizmen- te inspirada en las objeciones de la razén, estudiaremos mal- tiples ramas de la evolucién cientifica, Como las soluciones cientificas, en problemas diferentes, no poseen jamés el mis- mo grado de madurez, no presentaremos una serie de cua- dros de conjunto; no temeremos desmenuzar nuestros argu- ‘mentos para mantencrnos en el contacto més preciso posible con Jos hechos. No obstante, si por razones de claridad, se nos obligara a poner groseras etiquetas histéricas en las di ferentes etapas del pensamiento cientifico, distinguiriamos bastante bien tres grandes perfodos. EI primer periodo, que representa ef estado precientifico, comprenderia a la vez Ia antigtiedad clisica y los tiempos de renacimiento y de nuevos esfuerzos, con los siglos XVI, XVII y aun el XVII, EI segundo periodo, que representa ef estado cientifico, en preparacién a fines del siglo XVIII, se extenderia hasta todo el siglo XIX y comienzos del XX. En tercer Tugar, fijariamos exactamente la era del nuevo espicita cientifico en 1905, en el momento en que la Rela- tividad einsteiniana deforma conceptos primordiales que se crvian fijados para siempre. A partir de esta fecha, la raz6n multiplica sus objeciones, disocia y reconfigura las nociones fundamentales y ensaya las abstracciones mas audaces. En inco afios, como signos de una asombrosa madurez, ritual, aparecen tales pensamientos, que uno solo de ellos bastaria para dar lustre a un siglo. Son la mecanica cudntica, la mecinica ondulatoria de Louis de Brogli fisica de las matrices de Heisenberg, la mecénica de Dirac, las mecénicas abstractas y, sin duda, muy pronto las fis abstractas que ordenardn todas las posibilidades de Ia ex- periencia. ‘Mas no nos limitaremos a inscribir nuestras observacio- 9 ‘nes particulates en este triptico, que no nos permitiria di- Bujar con suficiente precision los detalles de la evolucién psicoldgica que deseamos caracterizar. Una vez més, las fuerzas psiquicas que actéian en el conocimiento cientifico son mas confusas, mis sofocadas, més titubeantes de lo que se imagina cuando se las aprecia desde afueta, en los libros donde ellas aguardan al lector. {Hay tan gran distancia entre el libro impreso y el libro leido, entre el libro leido ¥ 1 libro comprendido, asimilado, retenido! Hasta en un ‘spirit claro, hay zonas oscuras, cavernas en las que atin residen las sombras, Hasta en el hombre nuevo, quedan vestigios del hombre viejo. En nosotros, el siglo XVIII contimia su vida sorda; y puede jay! reaparecer. No vemos en ello, como Meyerson, una prueba de la permanencia y de la fijeza de la razén humana, sino mis bien una prueba de Ia somnolencia del saber, una prueba de esta avaticia del hombre culto rumiando sin cesar las mismas conquistas, [a ‘misma cultura y volvigndose, como todos los avaros, victi- ‘ma del oro acariciado, Mostraremos, en efecto, la endésmo- sis abusiva de Io asertdrico en lo apodictico, de la memoria en [a razén, Insistiremos sobre el hecho de que no puede prevalerse de un espiritu cientifico, mientras no se esté se- guro, en cada momento de la vida mental, de reconstruir todo su saber. Sélo los ejes racionales permiten tal recons- truccién. El resto es baja mnemotécnica. La paciencia de la erndici6n nada tiene que ver con la paciencia cientifica. Puesto que todo saber cientifico ha de ser, en todo mo- mento, reconstruido, nuestras demostraciones epistemolégi- cas no saldrin sino gananciosas si se desarrollan a Ia altura de los problemas particulates, sin preocuparse de mantenet al orden histérico. Tampoco titubearemos en multiplicar Tos ejemplos, si quetemos dar la impresién que en todas las cuestiones, para todos lo fenémenos, es necesario pasar ante todo de la imagen a la forma geométrica y luego de Ja forma geométrica a la forma abstracta, y recorrer el ca- mino psicol6gico normal del pensamiento cientifico. Parti remos, pues, casi siempre, de las imagenes, a veces muy pin- torescas, de la fenomenologia bésica; veremos, cémo y con é dificultades se sustituyen a esas imégenes las formas geométricas adecuadas. No es de asombrarse que tal gto- metrizacién, tan dificil y Ienta, se presente durante mu- cho tiempo como una conquista definitiva y que sea sufi- ciente para constituir el sélido espiritu cientifico, tal como aparece en el siglo XIX. Se es muy apegado a lo que se ha conquistado penosamente, No obstante necesitaremos pro- bar que esta geometrizacién es una etapa intermedia. Pero este desarrollo seguido a través de las cuestiones particulates, en el desmenuzamiento de los problemas y de las experiencias, no serd claro sino cuando se nos permita, esta vez fuera de toda correspondencia histérica, hablar de una especie de ley de los tres estados para el espirita cien- tifico, En su formacién individual, un espiritu cientifico pasaria pues necesariamente por los tres estados siguientes, mucho mis precisos y particulares que las formas comtianas. 1* El estado conereto, en el que el espiritu se recrea con las primeras imagenes del fendmeno y se apoya sobre una Titeratura filos6fica que glorifica la Naturaleza, y que, ex- trafiamente, canta al mismo tiempo a la unidad del mundo ¥ ala diversidad de las cosas. 2° El estado concreto-abstracto, en el que el espiritu ad- junta a la experiencia fisica esquemas geométricos y se apo- ya sobre una filosofia de la simplicidad. El espiritu se man- tiene todavia en una situacién paraddjica: esté tanto més seguro de su abstraccién cuanto més claramente esta abs traccién_estd representada por una intuicién sensible, 3° El estado absteacto, en el que el espiritu emprende informaciones voluntariamente substraidas a a intuicién del espacio real, votuntariamente desligadas de la experien- cia inmediata y hasta polemizando abiertamente con la reali- dad bisica, siempre impura, siempre informe. Finalmente, para terminar de caracterizar estas tres etapas, del pensamiento cientifico, debetemos preocuparnos de los diferentes intereses que constituyen en cierto modo su base afectiva. Precisamente, el psicoanilisis, cuya intervencién Proponemos en una cultura objetiva, debe desplazar os in- tereses. Sobre este punto, aunque tengamos que forzar 1a nota, quisiéramos por lo menos dar la impresién que vis- Tumbramos, con el caricter afectivo de la cultura intelectual, il ‘un elemento de solidez y de confianza que no se ha estu- diado suficientemente. Dar y sobre todo mantener un inte- és vital en fa investigacién desinteresada, no es el primer deber del educador, cualquiera sea la etapa formativa en la ‘que se encuentra? Pero tal interés tiene también su historia y, aun a riesgo de ser acusado de entusiasmo facil, deberemos ensayar de sefialar bien su fuerza a lo largo de la paciencia cientifica. Sin aquel interés, esta paciencia seria suftimiento. Con aquel interés, esta paciencia es vida espiritual. Hacer Ia psicologia de la paciencia cientifica consist en adjuntar a [a ley de los tres estados del espiritu cientifico, una especie de ley de los tres estados de alma, caracterizados por in- tereses: Alma puerit o mundana, animada por la cutiosidad in- genua, lena de asombro ante el menor fenémeno instru- ‘mentado, jugando a la fisica para distraerse, para tener el pretexto de una actitud seria, acogiendo las ocasiones de coleccionista, pasiva hasta en Ia dicha de pensar. Alma profesoral, orgullosa de su dogmatismo, fija en su primera abstraccién, apoyada toda la vida en los éxitos escolares de su juventud, repitiendo cada afio su saber, im- poniendo sus demostraciones, entregada al interés deductivo, sostén tan cémodo de la autoridad, ensefiando a su ctiado como hace Descartes o a los provenientes de la burguesia ‘como hace el “agrégé” de la Universidad (*) Finalmente, ef alma en trance de absteaer y de quinta- esenciar, conciencia cientifica dolorosa, librada a los inte- reses inductivos siempre imperfectos, jugando el peligroso juego del pensamiento sin soporte experimental est. ble; ‘transtornada a cada instante por las objeciones de la raz6n, poniendo incesantemente en duda un derecho particular a la abstraccién, jpero, cudn segura de que la abstraccién es un deber, el deber cientifico, y 1a posesién finalmente depu- rada del pensamiento del mundo! ¢Podremos lograr la convergencia de intereses tan encon- trados? En todo caso, Ia tarea de la filosofia cientifica esté (2) View H. G, WELLS: Le compication au grand jour (té.), bien delineada: psicoanalizar el interés, destruir todo uti litarismo por disfrazado que esté y por elevado que preten- da ser, ditigir el espftitu de lo real a lo artificial, de To natural a lo humano, de la representacién a Ja abstraccién, Nunca como en nuestra época el espiritu cientifico necesita ser defendido, ser ilustrado en el mismo sentido en que du Bellay trabajé en la Défense et Illustration de la langue Francaise, Pero tal ilustracién no puede limitarse a una sublimacién de las aspiraciones comunes més diversas. Ella debe set normativa y coherente, Debe tornar claramente consciente activo el placer de la excitacién espiritual en 1 descubrimiento de la verdad. Debe forjar la mente con la verdad. El amor por la ciencia debe ser un dinamismo psiquico autégeno. En el estado de pureza logrado por un sicoandlisis del conocimiento objetivo, la ciencia ex (a esté- tica de la inteligencia, Ahora, una palabra sobre el tono de este libro, Como en definitiva nos proponemos delinear la lucha contra algunos prejuicios, los argumentos polémicos pasan frecuentemente al primer plano. Es, por otra parte, mas dificil de Io que se supone, separar la razén arquitecténica de la r2z6n polé- ‘mica, pues la critica racional de 1a experiencia es solidaria con la organizacién tedrica de la experiencia: todas las ob- Jeciones de la razén son pretextos para experiencias. Se ha icho frecuentemente que una hipdtesis cientifica que no evanta ninguna contradicci6n no est4 lejos de ser una hipé- tesis inttil, Lo mismo, una experiencia que no rectifica ningiin error, que es meramente verdadera, que no provoca debates, ja qué sitve? Una experiencia cientifica es, pues, tuna experiencia que contradice a la experiencia comin. Por otra parte, la experiencia inmediata y usual mantiene siem- re tna especie de caricter tautolégico, ella se desarzolla en el mundo de las palabras y de las definiciones, y carece pre- cisamente de aquella perspectiva de errores rectificados que ‘aracteriza, segiin nuestro modo de ver, al pensamiento cien- tifico. La experiencia comfin no estd en verdad compuesta, a lo sumo esté hecha con observaciones yuxtapuestas, y es B realmente lamativo que Ie antigua epistemologia haya es- tablecido una vinculacién continua entre 1a observacion y Ja experimentacién, cuando Ia experimentaciin debe apar- tarse de las condiciones ordinarias de Ia observacién. Como fa experiencia comin no esté compuesta, ella no podria set, cteemos nosotros, efectivamente verificada. | Permanece siendo un hecho. No puede darnos una ley. Para confir- mar cientificamente la verdad, es conveniente verificarla desde varios puntos de vista diferentes, Pensar una expe- riencia es entonces mostrar Ia coherencia de un pluralismo inicial. ‘Mas por hostiles que seamos a las pretensiones de los espiritus “concretos", que creen captar inmediatamente lo dado, no trataremos de incriminar sistematicamente toda in- tuicién aislada, La mejor prueba de ello es que daremos ejemplos en los que las verdades de hecho Ilegan a inte- grarse inmediatamente en 1a ciencia. No obstante, nos pa- rece que el epistemélogo —que en esto difiere del historia- dor— debe subrayar, entre todos los conocimientos de una época, las ideas fecundas. Para él, la idea debe poseer més aque wna prueba de existencia, debe poseer un destino espi- ritual, No titubearemos, pues, en inscribir entre los errores oa cuenta de Ia inutilidad espiritual, que no esti muy le- jos de ser la misma cosa— toda verdad que no sea la pieza ide un sistema general, toda experiencia, aun justa, cuya afir- macién quede desvinculada de un método general de experi- mentacién, toda observacién, por real y positiva que sea, que se anuncie en una falsa perspectiva de verificacién, Un mé- todo tal de critica exige una actitud expectante, casi_ tan prudente frente a lo conocido como a lo desconocido, siem- re en guardia contra los conocimientos familiares, y sin mucho respeto por las verdades de escuela, Se comprende, pues, que un filésofo que sigue la evolucién de las ideas Gentificas en los malos autores como zn los buenos, en Tos aturalistas como en los matemiticos, esté mal, protegido en contra de una impresién de incredulidad sistematica, y que adopte tn tono escéptico que concuerda débilmente con su fe, por otra parte sélida, en los progresos del pensamiento humano, it CAPITULO I LA NOCION DE OBSTACULO EPISTEMOLOGICO PLAN DE LA OBRA I Cuando se investigan las condiciones psicol6gicas del progreso de la ciencia, se llega muy pronto a la convicci6n de que hay que plantear el problema del conocimiento cientifico en téminos de obstéculos. No se trata de consi- derar los obsticulos externos, como la complejidad o la fu- gacidad de los fenémenos, ni de incriminar a la debilidad lor sentido o del epiitu humano: es en e acto mismo le conocer, intimamente, donde aparecen, por una especie siones. Es ahi donde mostraremos causas de estancamiento y hasta de retroceso, es ahi donde discerniremos causas de ner que lamaremos obsticles epistemolégces El co- nocimiento de lo real es una luz que siempre proyecta al- guna sombra, Jamis et inmedatay pena, Las reveacones de lo real son siempre recurrentes, Lo real no es jamés ‘‘lo que podria creerse”, sino siempre lo que debiera haberse pensado. El pensamiento empftico es claro, inmediato, ‘ando ha sido bien montado el aparejo de las razones. Al volver sobre un pasado de errores, se encuentra Ja verdad en un verdadero estado de arrepentimiento intelectual. En efecto, se conoce en contra de un conocimiento anterior, destruyendo conocimientos mal adquiridos 0 supzrando Aguelio gue, en el espictu mismo, obstaalza a 1a epi tualizacién. La idea de partic del cero para fundar y acrecentar sus bienes, no puede surgic sino en culturas de simple yaxta- pposicidn, en las que todo hecho conocido es inmediatamente fina riqueza, Mas frente al misterio de 1o real el alma no pitede, por decteto, tornarse ingenua. Es entonces imposible fhacer, de golpe, tabla rasa de los. conocimientos usuales. Frente a 1o rea, 1o que cree saberse claramente ofusca lo que ebiera saberse, Cuando se presenta ante Ja cultura cienti- fica, el espiritu jams es joven. Hasta es muy viejo, pues tiene la edad de sus prsjuicios. Tener acceso a la ciencia es ejuvenecer espiritualmente, es aceptar una mutacién brusca que ha de contradecir a un pasado. La ciencia, tanto en su principio como en su necesidad de coronamiento, se opone en absoluto a Ia opinién, Si en alguna cuestidn particular debe legitimar Ia opiniéa, lo hace por razones distintas de las que fundamentan 1a opinién: de manera que 1a opinién, de derecho, jamds tiene azn La opinién piensa mal; no piensa; traduce necesidades en conocimientos. Al designar a los objetos por su utilidad, alla se probibe el conocerlos. Nada puede fundarse sobre la opinién: ante todo es necesatio destruirla, Ella es el primer obstéculo a superar. No es suficiente, por ejemplo, rectificarla en casos particulares, manteniendo, como una specie de moral provisoria, un conocimiento vulgar provi sorio. El espirita cientifico nos impide tener opinién sobre Cuestiones que no comprendemos, sobre cuestiones que no sabemos formular claramente. Ante todo es necesario saber plantear los problemas. Y digase lo que se quiera, en la ¥ida cientifica los problemas no se plantean por si mismos. Es precisamente este sentido del problema el que_sindica el verdadero espiritu cientifico, Para un espiritu cientifico todo conocimiento es una respuesta a una pregunta. Si no hhubo pregunta, no puede haber conocimiento cientifico, Nada es espontineo. Nada esti dado, Todo se construye, Un conocimiento adquirido por un esfuerzo cientifico puede declinar. La pregunta absteacta y franca se desgastay Ia respuesta conereta queda, Con eso, 1a actividad espiritual, se invierte y se endurece. Un obstéculo epistemoldgico se inerusta on el conocimiento no formulado. Costumbres in- 16 piritu en su totalidad. Hace unos veinte afios, un episte- de justificar. Pero, desde ya, hay que darse cuenta que el @) BERGSON: La Pensée ot fe Mount, Pavis, 1934, p. 231 7 ‘eso por simples concursos universitarios, se capitaliza como tina riqueza material. Aun admitiendo que una buena cabe- {za escapa al narcisismo intelectual tan frecuente en Ja cultura Titeraria, en 1a adbesién apasionada a los juicios del gusto. puede seguramente decirse que una buena cabeza es desgracia- @amente una cabeza cetrada. Es un producto de escuela, En efecto, las crisis del crecimiento del pensamiento im- plican una refundicién total del sistema del saber. Enton- es Ia cabeza bien hecha debe ser rehecha, Cambia de es- pecie, Se opone 2 la especie precedente por una funcién Gecisiva, A través de las revoluciones espirituales que exige fa invencidn cientifica, el hombre se convierte en una especie ‘muitante 0, para expresarlo atin mejor, en una especie que necesita mutar, que sufte si no cambia, Espiritualmente el hombre necesita necesidades. Si se considerara adecuadamen- te, por ejemplo, la modificacién psiquica que se realiza a tra~ vvés de la comprensién de doctrinas como la Relatividad 0 la ‘Mecénica ondulatoria, quiz no se encontrarian estas expre- siones exageradas, sobre todo si se reflexionara en Ia real solidez de la ciencia prerrelativista, Mas ya volveremos so- bre estos juicios en nuestro iiltimo capitulo, cuando habre- mos aportado numerosos ejemplos de reyoluciones espiri- ‘males. Se repite también frecuentemente que la ciencia es vida de unidad, que tiende a unificar fendmenos de aspecto dis- tinto, que busca Ia sencillez o la economia en los principios yen los métodos, Esta unidad la encontrarfa muy pronto, si pudiera complacerse con ello. Por el contrario, el progre- so cientifico marca sus més puras etapas abandonando los factores filoséficos de unificacin ficil, tales como Ta unidad de accién del Creador, la unidad de plan de la Naturaleza, la ‘unidad légica. En el hecho, estos factores de unidad que atin actuaban en el pensamiento cientifico del siglo XVIII, ya no se invocan més. Al sabio contemporineo que quisiera la cosmologia y la teologia se le reputaria muy pre- tencioso. "Y entrando en el detalle mismo de 1a investigacién cien- tifica, frente a una experiencia bien determinada que pueda ser registrada como tal, verdaderamente como una y com- 18 pleta, el espiritu cientifico jamés se siente impedido de va- iar las condiciones, en una palabra de salir de 1a contem: placién de f0.mismo y buscar lo otro, de dialectizar Ia ex- periencia. Ast es como la Quimica multiplica y completa sus series homélogas, hasta salir de la Natucaleza materializan- do cuerpos mas 0 menos hipotéticos sugeridos por el pensa- micnto inventivo. Es asi como en todas las ciencias rigu- £0528, un pensamiento ansioso desconfia de las idemtidades mis o menos aparentes, pata reclamar incesantemente mayor precisiGn, ipso facto mayores ocasiones de distinguir. Preci- far, recificar, diversificar, he ahi los tipos del pensamiento dinémico que se alejan de la certidumbre y de la unidad, y que fen los sistemas homogéneos encuentran més obstéculos que impulsos. En resumen, el hombre animado por el espiritu tfico, sin duda desea saber, pero es por lo pronto para interrogar mejor. 1 La nocién de obstéculo epistemolégico puede ser estudia- dda en el desarrollo histérico del pensamiento cientifico y en Ia practica de la educacién. En uno y otro caso, este estudio no es cémodo. La historia, por principio, es en efecto hostil 4 todo juicio normativo. Sin embargo, si se quiere juzgar Ia eficacia de un pensamiento, hay que colocarse en un punto de vista normativo. Todo lo que se encuentra en Ia historia del pensamiento cientifico, dista mucho de servie efectiva- mente a Ia evolucién de este pensamiento. Ciertos conoci- mientos aun justos, detienen demasiado pronto a investiga- ciones itiles. El epistemélogo debe, puss, seleceionar los do- cumentos recogidos por el historiador. Debe juzgarlos des- de el punto de vista de la razén y hasta de la razén evo- Tucionada, pues solamente en nuestros dias es cuando po- demos juzgar plenamente los errores del pasado spiritual. Por otra parte, aun en las ciencias experimentales, es siempre Ia interpretacién racional 1a que ubica los hechos en su Iu: gar exacto, Es sobre el eje experiencia-razén, y en el sentido de la racionalizacién, donde se encuentran, al mismo tiem- 19 po, el riesgo y el éxito. Sélo la razén dinamiza a la in- vestigacién, pues solo ella sugiere, mas alld de Ia experiencia comtin (inmediata y especiosa) , Ia experiencia cientifica (in- directa y fecunda). Es, pues, el esfuerzo de racionalidad y de construcci6n el que debe atraet la atencién del epistemé- Jogo. El historiador de la ciencia debe tomar las ideas como hechos. El epistemélogo debe tomar los bechos como ideas, insertindolas en un sistema de pensamientos. Un hhecho mal interpretado por una época, sigue siendo un hecho para el historiador. Segin el epistemélogo es un obs- téculo, un contrapensamiento. Ser4, sobre todo, profundizando la nocién de obstéculo epistemoldgico cémo se otorgari su pleno valor espititual a la historia del pensamiento cientifico. Demasiado 2 me- tudo la preocupacién por la objetividad, que lleva al histo- riador de las ciencias a repertoriar todos los textos, no llega a la apreciaci6n de las variaciones psicologicas en la interpre- tacién de un mismo texto. {En una misma época, bajo una misma palabra, hay conceptos tan diferentes! . Lo que nos engaiia es que la misma palabra designa y explica al mismo tiempo. La designacién es la misma; 1a explicacién es dife- rente. Por ejemplo, al teléfono corresponden conceptos que difieren totalmente para el abonado, para Ia telefonista, para el ingeniero, para el matemético preocupado en las ecuaciones diferenciales de las corrientes telef6nicas. El epis- temélogo tendré, pues, que esforzarse en captar los conceptos cientificos en efectivas sintesis psicoldgicas; vale decir, en sintesis psicolégicas progresivas, estableciendo, respecto de cada nocién, una escala de conceptos, mostrando cémo un concepto produce otto, cémo se vincula con otro, Entonces tendrd cierta posibilidad de apreciar una eficacia epistemol6- gica. Y de inmediato el pensamiento se presentara como una dificultad vencida, como wn obstéculo superado. En la educacién, la nocién de obsticulo pedagégico es igualmente desconccida. Frecuentemente me ha chocado el Ihecho de que los profesores de ciencias, atin més que los otros si cabe, mo comprendan que no se comprenda. Son ‘poco numerosos los que han sondeado la psicologia del error, de la ignorancia y de la irreflexién, El libro de Gérard-Varet 20 no ha tenido resonancia (*). Los profesores de ciencias se imaginan que el espiritu comienza como una leccién, que siempre puede rehacerse una cultura perezosa repitiends una clase, que puede hacerse comprender una demostracién re- pitiéadola punto por punto. No han reflexiona el hecho de que el adolescente Ilega al curso de Fi conocimientos empiricos ya constituides; no se trata, pues, de adquirir una cultura experimental, sino de cambiar una cultura experimental, de derribar los obsticulos amontonados ‘por la vida cotidiana, Un solo ejemplo: el equilibrio de los. ‘uerpos flotantes es objeto de una intuicién familiar que es una marafia de errores. De una manera mis o menos clara se atribuye una actividad al cuerpo que flota, o mejor, al cuerpo ‘que nada, Si se trata con la mano de hundir en el agua un troz0 de madera, éste resiste, No se atribuye facilmente esa resistencia al agua. Es, entonces, bastante dificil hacer com- prender el principio de Arquimedes, en su asombrosa sencillez ‘matemitica, si de antemano no se ha criticado y desorgani- zado el conjunto impuro de las intuiciones bisicas. En Particular, sin este psicoandlisis de los errores iniciales, ja- ‘més se hard comprender que el cuerpo que emerge y el cuer- Po totalmente sumergido obedecen a la misma ley. De ahi que toda cultura cientifica deba comenzar, como Jo explicaremos ampliamente, por una catarsis intelectual y afectiva. Queda luego la tarea més dificil: poner la cultura cientifica en estado de movilizacién permanente, reempla- zat el saber cerrado y estitico por un conocimiento abierto y dindmico, dialectizar todas las variables experimentales, dat finalmente a la razén motivos para evolucionar. Por otra parte, estas observaciones pueden ser generali- Zadas; ellas son més visibles en Ia ensefianza cientifica, pero tienen cabida en todo esfuerzo educativo. En el transcurso de una carrera ya larga y vatiada, jamis he visto a un educa- dor cambiar de método de educacién. Un educador no tiene el sentido del fracaso, precisamente porque se cree un maes- tro. Quien ensefia manda. De abi una oleada de instintos. () GeRano-VaReT: Ext de Paycholore objatioe. L'lgocene ‘et UIereflexion. Paris, 1898, ee me 21 Monakow y Mourgue han observado justamente esta Gifealtad de reforma en los métodos de educacién, invoran- 46 el peso de los instintos en los educadores (*). “Hay in- Gividuos para Ios cuales todo consejo relativo a los errores de educaci6n que cometen, es absolutamente initil porque e508 llamados errores no son sino Ia expresién de un com- portamiento instintivo.” En verdad, von Monakow y ‘Mourgue se refieren a “individaos psicépatas”, pero la rela- ‘én de maestro a alumno es na relacién fécilmente paté- gena. El educador y el educando participan de an psico- anilisis especial. De todos modos, el examen de las formas inferiores del psiquismo no debe ser descuidado, si se desean ‘earacterizar todos los elementos de Ia energia espiritual y ‘preparar una regulacién gnéseo-afectiva indispensable para 1 progreso del espiritu cientifico, De una manera més pre- isa: discernir los obsticulos epistemol6gicos es contribuir a fundar los rudimentos de un psicoandlisis de la razén. mm El sentido de estas observaciones generales resaltard me- jor cuando habremos estudiado obsticulos epistemol6gicos muy patticulares y dificultades bien definidas. He aqui entonces el plan que seguiremos en este estudio: s La experiencia bisica 0, para hablar con mayor exacti- tud, Ia obsecvacién bésica es siempre un primer obstéculo para Ia cultura cientifica. En efecto, esta observacién bi- fica se presenta con un derroche de imagenes; es pintoresca, concreta, natural, facil. No hay més que describitla y ma- ravillarse. Se cfee entonces comprenderla. Comenzaremos stuestra encuesta caracterizando este obstaculo y poniendo de relieve que entre la observacién y la experimentacién no hay continuidad, sino ruptara. =

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