Está en la página 1de 2

Desde hace tiempo se ha discutido acerca de la seguridad de los pacientes y del

odontólogo, cuando se ponen restauraciones dentales con amalgamas.


¿La razón? La amalgama es una aleación entre metales, que se cristalizan o
endurecen a temperatura ambiente y que químicamente se compone de plata, cobre,
estaño, zinc, y el tan sonado mercurio.

El mercurio, a propósito de la polémica del lote X1193 40201 - 060 de atún Van
Camps (con un contenido de mercurio superior al permitido en la normativa
colombiana), puede tener efectos tóxicos sobre la salud humana, llegando a
comprometer el sistema nervioso central y el organismo cuando el grado de
contaminación o intoxicación es elevado.

Aunque este elemento lo encontramos naturalmente en el ambiente (en el agua, aire,


en el suelo y en alimentos), su presencia en un empaste tan utilizado como la
amalgama nos hace tener preguntas.

El odontólogo Leonardo Viana Tapia, de la Universidad de Cartagena, explica que aún


en su gremio hay preocupación por este tema.

“La amalgama ha sido históricamente el mejor y un eficaz restaurador para


tratamiento de caries en órganos dentarios posteriores, ‘la mejor calza’, sus
grandes propiedades físicas la posicionaron como la restauración que más dura.
Incluso, desde la práctica clínica he visto pacientes adultos mayores, de alrededor
de 87 años, con amalgamas intactas”, explica Leonardo Viana.

Para hacer una restauración en el consultorio, se necesita un dispositivo llamado


amalgamador, el cual realiza movimientos que permiten la unión entre los metales,
“pero algunos odontólogos la realizan manualmente, triturando e integrando los
metales en un mortero, técnica que ya no es recomendable, puesto que implica mayor
exposición a estos metales entre los que está el mercurio”, afirma el odontólogo.

El Ministerio de Salud y Protección Social ordena el decreto 351 de 2014, que


reglamenta la gestión integral de los residuos que se generan en la atención en
salud, y resalta la obligación de las autoridades: Secretaría de Salud
Departamental, distrital o municipal, a que se comprometan con la inspección,
vigilancia y control de los residuos generados de las actividades en salud.

“Las amalgamas no pueden ser manipuladas por cualquier persona, debe ser el
odontólogo el encargado de ponerlas y retirarlas. Deben realizarse con las
condiciones de infraestructura adecuada (pisos, paredes) que no permitan la
acumulación de residuos, específicamente en consultorios que estén habilitados para
el servicio de odontología”, dice Leonardo.

A los profesionales se les recomienda cumplir con los protocolos de manejo de


residuos de amalgamas, protocolos en caso de derrame accidental y cumplir las
normas de bioseguridad.

Para reemplazar la amalgama

Existen polímeros, llamados resinas, que tienen propiedades estéticas y simulan la


naturaleza del diente, siendo de alta adhesión a los tejidos dentales. Duran
alrededor de cinco años, muy por debajo de la amalgama.
“Existen otros materiales como ionómeros de vidrio, con fines restauradores, de muy
buenas características fisicoquímicas, sin embargo estos procedimientos no están
contemplados en el POS para las ‘muelitas’ aunque los pacientes las prefieren
porque no se notan”.
¿Las amalgamas me pueden enfermar?

“No existe ningún reporte con peso científico que relacione directamente la
aparición de una enfermedad sistémica o daño orgánico a causa de uno o varios
amalgamas que se le colocaron a un paciente, pero sí hay evidencia científica que
indica que después de ponerlas, cuando ya está cristalizada o endurecida, una parte
de la amalgama, la superficial, libera mercurio en forma de vapor, llamado metil
mercurio, que es nocivo, aunque a niveles bajos para ocasionar daños. También es
cierto que cuando se retira la amalgama son mayores los valores de mercurio
liberado”, advierte el odontólogo.

Un estudio de BBD College of Dental Sciences, estimó que los niveles de vapor
intraoral que se inhalan durante 24 horas en pacientes con al menos nueve
restauraciones de amalgamas, puede oscilar diariamente entre los 0’4 a los 4’4
microgramos. Esta liberación es por la corrosión de la amalgama (oxido que se
produce por la humedad de la boca) que se retira durante la masticación por el roce
entre las muelas.
“La agencia de protección ambiental de los Estados Unidos estima que una persona
puede tener una referencia de consumo de metilmercurio de 0.1 por kilogramo de peso
al día, es decir que en un paciente con 60kg de peso, su referencia de consumo
estaría en 6 microgramos al día. Entonces, las amalgamas sí pueden representar una
parte considerable del valor de referencia del que hablamos, pues aunque no es
nocivo para la salud, se tendría que sumar al valor de la ingesta de este metal en
regiones cerca de los ríos y mares, por ejemplo, ya que el pescado naturalmente
contiene mercurio, y es el alimento base en la dieta de la gente ribereña. También
en zonas mineras donde utilizan el mercurio para la explotación del oro, estas
regiones tendrían por supuesto un incremento en el riesgo”, finaliza Viana.

También podría gustarte