El terrible terremoto que el 2S de abril último derribó"
n'gunos pueblos de Los Andes, causando centenares do vi c - {timas en varios ile ellos, nos hizo abandonar á todos nues- tros quebrantados bogares en medio de la horrorosa con- ítiIOCÍÓII y envueltos en bus tinieblas de la noche. Desde en- tonces las numerosas familias de estos laboriosos pueblos azo- cados por la naturaleza, viven errantes bajo inseguras tien- das ó en barracas de paja cual los primitivos hijos de estas .¡comarcas. Desde esa luctuosa noche, tristemente memorable jpara las generaciones presentes, vagamos á la vista de nues- 'tras arruinadas casas, mirando con horror el que fué ama- do techo y que nos cobijo benigno en nuestros días de pe- na y de placer hasta esa lúgubre noche de llanto inolvi- dable, l'eru asi como la casera golondrina, amiga del hombre asustada por e! estremecimiento del edificio abandona el alero donde formó su nido, y restituida la calma, torna á éi y le compone y le calienta; a^i nosotros, S'.Meg-vJa ya la t i e r r a , vuelta de su doloroso espasmo á su natural reposo, debemos, y a . — con las precausiones del c a s o — r e g r e s a r á nuestro nido, y reanudar de nuevo la interminable tela del trabajo, con la cual restauraremos nuestros hogares y levantaremos otra vez f.oreoioiites nuestros pueblos. Yolranios al bogar. Los trastornos de la naturaleza, si terribles en sus efec- tos para el hombre, son momentáneos. Ellos podrán ser periódicos, pero de ninguna manera per- manentes. Las conmociones de la corteza de la tierra, las que por su mayor intensidad llevan el nombre de terremotos, no, be producen todos los dias. E l L s se suceden á intervalos; mas ó menos largos de años, y muchas veces de siglos para,- jJgiiUus lci.aiidc.cice. E i c i s t o una planicie cu Peraia, que de> _4- dos en dos años es quebrantada por las sacudidas t e r r e s t r e ! esos colosos coronados de fuego que se destacan sobre lies cordilleras del globo, como si tu eran comunicaciones abiertfU entre el abismo y el cielo, en su mayor parte apenas [> renuevan sus erupciones una vez por sig'o: en el Perl donde son tan frecuentes los temblores de tiena, es opinión genjfs ral que solo hay tres conmociones desastrosas que temer en el I da sís'lo. En los Andes venezolanos los temblores de tieríi.s son también frecuentes, y si es cierto que tomado en coi re junto este ramal de la cordillera madre, se cuentan en $i hasta siete terremotos en un siglo, como en este que ya? toca á su. fin, también es verdad que pava sus localidadcpi en particular, no le corresponden sino uno en dicho periodia como lo vamos á ver. a No voy á hablar de la causa ó causas de los tembloreí, de tierra, sobre lo cual la ciencia aun no ha dicho su últinijii palabra; mi objeto es únicamente trascrib'r la nómina de lo'í terremotos que han tenido lugar en los Andes venezolano-*, ó sea de los que yo tengo noticia, para hacer después, | :< la luz de la estadística algunas observaciones. fe El primer terremoto que registra la historia de la «ei*ty mol ojia en esta cordillera-, después de la conquista, tuvo lu|i gar el 3 de febrero de 1610; á los 52 años de la fund<í¡| cien de Jléiida. Este terremoto, que destruyó á Mérida y L|| G r i t a , tuvo por centro de conmoción las faldas de la cordÍj| llera que miran al lago de Maracaibo, situadas entre aqueff lias dos ciudades: precisamente los mismos lugares que escol jió- por foco la última catástrofe de que hemos sido testil gos. _ | Treinta y cuatro aíios mas tarde, fue otra vez destruid^ Mérida por el gran terremoto del 16 de enero de 1644$ Conmoción -le un radio mucho más estenso que el d é l a antedi rior, pues que comprendió gran parte de la cordillera de Los) Andes, destruyendo 5 Cuenca en el Ecuador y otros pue-1 blos de Nueva Colombia. \ Fai el resto de ese siglo y en el siguiente, no h-ayj noticia ó al menos no la conozco yo, de otros terremotos ocu- rridos en los Andes venezolanos, que son de los que aquí me ocupo. ' tfc»
-0-
>J r,s el presento ya espirante siglo, el que registra en
Ilesivos Andes el mayor ufiine.ro . ele estaciones en esa via :,floros¡>. de la humanidad. % Ella se inicia en este siglo, con el gran desastre del 2 6 i'Í marzo de 1812 en que quedaron sepultados bajo las rui- ils de Mérida, Barquisimeto y Canicas, más de di es mil veres. £1 círculo de conmoción se extendió desde Caracas lista más allá de Santa Marta y de la meseta de Bogotá, .anta y cinco días después—el 80 de abril-—hizo su erup- m el volcán de San Vicente en las Antillas, sintiéndose; mismo dia á las dos de la mañana un gran ruido, seine- íte á una descarga de artillería, que resonó con la mis- intensidad en ia cordillera de Mérida, en las costas de HUÍS, eu los Tumos de Calabozo y del no Apure, sin ¡compañado de sacudimiento alguno. Después del 20 de a>, los temblores de tiei ra siguieron hasta mediados de 1813 Veinte y dos cílus después, el 12 de agosto de 1834, oculta fuerza escojió por foco de su impulso á Santo Miiingo, uno de los pueblos más elevados de la cordillera el distrito Mucucliies (2200 m.) destruyéndole junto con res pueblos comarcanos, todos situados en la parte de la 'diera q . , mira á los llanos de Bariuas. Este terremoto e
de un radio muy circunscrito, pues con estar Mérida
cerca del foco (pero en la paite opuesta de la cordi- llera) si le llegó fuerte la onda, no le ocasionó ruina al- ¡|na. Ocurrió & las l t ¿ del dia, á tiempo que en Mérida
t! " ian de la festividad celebrada en la iglesia del Convento a
Clarisas en honor de Santa Clara, ocasionando muchos
ridos y estropeados en la concurrencia el pánico de que ;a fué sobrecojida. ':j Quince años más tarde, en la madrugada del 26 de febrero f
| 1849, t,ocq}e el turno á la población de Lobatera (985 m. )
| la Sección Táchira. Lobatera fué destruida y sufrieron mu- los otros pueblos circunvecinos, llegando el sacudimiento has- i Maracaibo con tal fuerza, que se Trizo perdurable en la me- joría de este pueblo. No sé en la cordillera hasta donde al- anzó la onda, pero desde el momento en que llegó hasta Ma- p a ¡bo, presumo que la conmovió toda. ;Después;. el 20 de junio de i?*70, ¡Vías onca <tal (tía, la onda destructora eligió por foco el extremo oriental de la cordi- llera, .llevando el terror'y la ruina a la ciudad del Tocuyo (655 m, ) á los 21 años del terremoto de Lobatera. El Jír* culo de cvnmoción de esta sacudida fué muy limitado» Cinco años más tarde, el 18 de mayo de 1875, la formi* fiable fjerza conmovía la parte occidental del ramal andino, des- truyendo desde sus cimientos á la opulenta Cúcuta (354 m. } y otros pueblos de? floreciente Táehira. Poderosa pasó la onda por Mérída, causando algún depcoiicieilo eii vanos de sus ed¡rl~ d o s , para i r á morir al pie del Avila. Me ericrnttiiha en ¡Mé- rída cuando sobrevino esta catástrofe. Ocurrió á las 11. ¿5 1
de la mañana» y tuve lugar do observar que emanaban de l;i¡
tierra gases eu abundancia, lo cual percibí muy bien en lo* pozos, pues al escaparse aquellos, hacian burbujas - en el agu¡ü como si estuviera en ebullición. A estos gases escapados de la tierra [ácido carbónico seguramente] atribuyo el desvanecí" miento que sentimos muchos después del terremoto. También- observamos más tarde los que vivimos al p e de la Sieria Ne- ;
vada, que su nieve disminuyó sensiblemente, sobre todo las que
•coronan e l pico de E l Toro *' y el de " É l León " - que son* 11 f
los dos picos que quedan mas al frente de Herida-,-y los-dos
más bajos. El gran cristal de nieve que en el doble efecto figu- raba la cabeza, del toro en el pico de este nombre, desapare- ció por completo, sin que pueda atribuirse a cambio de posición de la roca que impida sostenerse en ella la nieve, pues en las anuales nevadas aparece la mancha para desaparecer luego al derretirse aquella. No conozco otra medida de la Sierra que la de Coílazzi, que da para ella 4.580 metí os, sin determinar cumbre, y la de Sievers, que dá para el pico de " E l Toro* 4 5 0 0 ms. y para el de ''El " L e ó n " 4 4 0 0 ms. medidas esta* últimas hechas después del terremoto de 1875. Es proba ble que la medida de Ccdazzi fuera hecha sobre el pico de i£l T a ro, por ser este el que se encuentra más al frente de la ciudad,en cuyo caso resultaría entre las dos medida-» una disminución de* ochenta metros para el pico de " E l Toro." Continúenlo el orden en que se han sucedido todas estas catástrofes, se encuentra «¿no o-uce año» después de» desastre da _7- Cúcuta, tocóle la suerte á la ciudad de Trujillo, f<5&0 ai.) y otros pueblos circunvecinos. Esta sacudida tuvo lugar el S de octu- bre de L 8 8 6 , y su círculo de conmoción fué muy limitado. Por último, á los ocho años del terremoto de Trujillo, el memorable 28 de abril pasado, la misteriosa fuerza, que indu-?. dablemente existe on las profundidades da la tierra, hirió con formidable impulso"e\ corazón de nuestros Andes quebrantando 5
horriblemente á Mérida y Tovar, y destruyendo á Zea (915 m.)
Cabe' ahora preguntar aqui;- ¿. E& qué afro, puef?, de? entrante siglo tendrá lugar la temida conmoeiónf Contestar eeta pregunta en términos precisos só-lo podría- hacerlo Aquél que todo lo r i g e : los hombres*, en el estado en que se e n - cuentra esta rama de la geología,., no» puerlen hoy satisfacer- nos. Pero si dar esta respuesta en térimnos precisos'es hoy imposible, sí podrá al menos fijarse para el futuro desas- tre, un lapso de tiempo probable,- si. seguimos el problemá- tico hilo que nos brinda esta estadística, por otra parte incompleta. Siguiendo, pues, el examen de los intervalos ocurridos du- rante los seis terremotos de que me ocupo» resulta de ello»' cerno he dicho, que el receso presente puede prolongarse a? más de 8 años. Ahora bien, la disminución de los interva- los de disminución, es de diez y seis años en el- uno y de tres en el otro,, á tiempo que los aumentos, en los inter- valos de aumento, son ambos esactamente de seis años,, por donde debería concluirse,, que el, presente interregno seria de Catorce años. Esto daria un año fijo: el de 1908, para esperar en él la devastadora onda. Pero lo prudente- será: siempre dejar ese año incluido- en el lapso del repetido a u - mento de seis años, y fijar el período, de 1906. á 1912, pa- ra aguardar prevenidos, los que entoces vivan,, en uno de- esos años al- oculto y formidable enemigo. Atento siempre el hombre á precaverse d é l o s múltiples peligros que por doquiera le rodean, es natural que se pre- gunte a q u í : ¿ En qué época del año deberá tener lugar ¡a¿ catástrofe en c i e r n e ' ? — ¿ Qué punto de la cordillera e3cpjerá por focuf—¿Cual el radio que alcanzará la conmoción? Yoy á sat sfteer en lo posible á todas estas preguntas ; perc- téagase siempre cu cuenta la.íragni'k.dde -ios (.hitos en que me i'uudu Principiando por la primera^ si es imposible señalar el files y el # á en que debe tener lugar el sacudimiento, no lo es del todo desig- narla época probable, pues como ya dejo Rotado, es en el primer se- toestftejctel añocttaMosoii más frecuentes estas coamocionesyal menos hasta ahora en nuestros Andes. Asi, pues, los que vivan en el laps > íto 1908 á i-913,- en tatito tío tetaga lagar iá sacudida, deberán redobl ? su vigilancia durante los seis primeton «neses década uno de es.:s ¿tríos, tomando tocios las precauciones del caso para esperar alerta al común y siguiloso enemigo. La contestación de la segunda pregunta, la dá con alguna ínás precisión la estadística de que itie « c a p a AI examinar los foctís d« •estos seis terremotos, y el oí'den en que se han sucedido, se descu- bre á primera vista una linea de demarcación que los divide en dos grupos* esta linea es la cordillera de la Sierra nevada en su prolon- gación á ios altos páramos de Mucttchies .y que Van á descender al lago» Precisamente la parte más estrecha de la c'ordille'r'a.. Se ve eit el cuadro de estos seis terremotos, que coi? notable fijeüa alternan catre-si los focos de estos dos grujJo8,ora htíiendo e» la parte oriental de la linea-, ora en la occidental, como lo Vaníos A ver; Es el primero el de 1S34,' que pertenece al primer grupo. menifestándose en Santo Domingo, parte oriental de la linea; Viene después el de ISW, quo escoje por foco á íaobatcívi, del segundo grupo, ó sea de la parte occidental de la linea', sigue el de 1870, que Hiere en el Tocuyo,- del grupo oriental} luego el de 1875, que se manifiesta eii CAcuta, per'-' teneciente al grupo occidental; eü seguida el de 1886, cuyo turno corresponde al grupo oriental; y en efecto se manifiesta en ÍVu.jillo| y por último viene uno de los mas formidables, y correspondiendo - le su turno al grupo occidental, produce sus aún palpitantes estra- gos en la zona comprendida entre líérida, Tbvar y las selvas del Jago. Si nos atenemos, pues,á esta constante, no interrumpida altet' nación de foco, no será muy aventurado contestarla pregunta, di<- tiendo, que tocándole su turno ahora á la parte oriental, será ea un> de sus puntos •donde se manifieste el foco de la próxima conmoción-. No con menos precisión contesta la estadística á la ultima pre- gunta. Ella demuestra que los circuios de conmoción en el grup;j oriental, son más reducidos, más locales, como fueroü los de Tru;t lo,el Tocuyo y Santo Domingo ;á tiempo que los de 5a parte occidente son más generales, más vastos, no solo comprendiendo la cordillera 1*9 la, sino rebasando en mucho los limites de ella. Tal fue el de Cu* «uta, cuyo trisfeitno recuerdo está fresco todavía; tal tfsto último- que hemos sufrido, cuyas poderosas ondas llevaron por uno y ctr > .lado el lúgubre rumor de nuestra insólita desgracia á las distante* « ap.tdcs dt laí- tío* repulí cnt .hernii.naf.y t ; l el de Lobatera, pueM - 1 2 - ¡Hinque sobre este no tengo bis noticias suficientes, estimo su radío muy aproccirnado en extensión al de 103 otros tlos.desde el momento en <iue una do sus conmociones (la del 3 de mayo) se sintió en Ma- racaibo de un modo tal, que se hizo inolvidable en los luios de esta ciudad. Solne este terremoto dice el ilustrado Señor Tillafaüo: " Eí gran temblor tuvo lugar á las 5 de la mañana y sucesivamente con- tinuó conmoviéndose ia tierra con tal fuerza durante el día y la no- & lie, que poco menos que imposible se hacia tenerse de pie y menos andar. Y no solo fué durante aquel dia asiago que ia tierra se estremeciese incesantemente sino que por el espacio de 07 días se continuó sitmtieTwlo ruidos subterráneos y sacudimientos mas ó menos fuertes hasta el tres de mayo que fué el último." Ahora bien : ¿ Deberemos descansar en la confianza, de que se- rá seguro, eí intervalo de reposo que nos ofrecen los datos de una. estadística exnrna todavía t Claro es que no. La prudencia oxi.j'e que desde hoy nos precavamos del peligro, construyendo las mieras ha- bitaciones bajo condiciones do completa seguridad, Alerta debemos estar siempre, por que el enemigo qne vnt* oculto bajo, maestras planta;; es formidable y alevoso. Eí juega con nuestras colosales montañas como juega eí mar con las frágiles bar- quillas, y ataca tan de súbito., que es una ilusión pensar e-n la fuga, lia por demás cauteloso, rara vez .hija, conocer la aproximación de m ataque ; apenas si á veces se le escapa antes un rugido ca- bernoso, muy fácil de confundir con el retumbo lejano de lejana tem- pestad; también se le suelen deslizar algunos leves estremecimientos precarsores del ataque : pero estos son con algunos dia y aun :nc- ¡s'.'S de anticipación, fáciles de confundirlos, por esta circunstancia, con los frecuentes temblores aislados de que poco nos preocupamos.. Generalmente se cree, que un cielo cargado de vapores, ó la- falta- absoluta de viento, son signos con que se anuncian los temblo- res, Esto no es así. Lomismo. tiembla la tierra bajo un cielo despe- jado quo nublado, con viento ó sin él. Cuando ocurrió el terremoto, de 1875, vi el cielo completamente despejado ; brillaba el sol en t-o. do su esplendor y apenas si algunas nubes blancas y lejanas decora- ban el horizonte ; y ahora en el que acabamos de presenciar el cielo estaba densamente encapotado, Parece que está comprobado que algunos animales como el pe- rro, ei cerdo, el asno y otros, como también las aves de corral, pre- sienten cuando se acerca el momento de un terremoto y anum cían la eminencia del peligro con su agitación y can sus gritos ; pero esto será seguramente momentos antes ¿le que el sacudimiento empiece ; pues dos ó tres horas antes del terremoto último, yo, vi en mi campo, tranquilo el palomar, silencioso ei perro y los uCivs animales en su ordir irio sosiego Ito hay, pues, señales, que con la suficiente anticipación Anun- cien el peligro, y rio hay más remedio que es el ( b estar en tuifj tiempo prevenidos. Aunqne dije arriba qua no ha blaria de 5a causa ó causas de Los temblores de tierra, el benévolo lector me permitirá expo- ner la conjetura que líe formado á cerca de- la causa de los teiiiblo- ze>% ] Hscuüar de los Andes venezolanas. En el terremoto de LS7» y eu este último, la sensación física que <esper«neiité, fue ia «usma que se siente-aunque cu escala- muy pa- qnefct-sobro la cubierta do un vapor, cuando desahoga sus calderas elevadas á una- alta presión. Ahora bien, es opinión de los geólogos qive la mayor parte délas montañas, al salir del seno de la Tierra, han debido dejar en ella vastas cavidades que han quedado vacias j No sei-á, pues, que en las cavidades del ramal audino, en Las que se encuentran bajo el arco que describe la cordillera en torno al lago de M'aracaibo, desde Cúcuta hasta cero a de Barquisimeto, caldeadas i>oc el fuego interno déla Tierra, panataui de continuo las liltr»cio- iies del lago, hasta qne llega uu momento en que no podiendo con- tener la enorme masa de vapor aglomerada, busca esta salida por Ja parte raas débil produciendo la catástrofe, ni mas ni menos que si fuera una colosal caldera de vapor sin válvula de escape:- Los gases inflamados en forma de llama y Jas irradiaciones luminosas que dije- se habiau observado en la noche del último terremoto y noches si- guientes, denuncian la presencia del Lidró.jeiío,y lo demuestran más, ias inusitadas lluvias eu forma torrencial que cayeron después- del terremoto de Cúcuta y de este último. No desconozco la suma de dificultades que hay para las filtraciones del agua en el interior de la tierra : pero Habiendo el alzamiento de los Andes venezolanos y el del ramal de ücaña. pro- ducido en el medio de los dos el hundimiento cuya enorme hoya llenaron después las aguas de los rios, formándose de esta mane- ra el lago de Maracaibo, que rebosado estableció corriente al mar, pudieron muy bien quedar en ese cataclismo profundas hendidu- ras por donde penetren las aguas eu las cavidades interiores. Quizá ias mayores filtraciones del lago se encuentren en su parte sur, favorecidas por-aquellas circunstancias del terreno, por donde á la vez haya un constante escape de hidrógeno inflamado, que saucedo á la superficie de la tierra entre las últimas estribadu- rasde la cordillera y la selva del,lago, obtenga la luz m,í,yor inten- sidad al atravesar masas de creta que pueden haber allí. Así se ex- plicaría otro fenómeno de causa desconocida hasta hoy, cual es el relámpago de Catatunibo, conocido por la leyenda popular cou el nombre de " El farol del tirano Aguirre. " --14-- También explicaría esta conjetura, la causa por qaH> son mas fuertes las conmociones en el grupo occidental de focos,, y menores t n el oriental, pues á lá vez que se enetiejtran más cerca del lago* las montañas del primero, son estas mas elevadas que las del gru- po oriental y es mas extensa la anchura déla cordillera en la pri- meva que en la segunda, y es claro que las respectivas cavidades deben estar en proporción. En las noches despeada» se ve desde la meseta de Mérida el intermitente relámpago de Catatumbo, brillar al suroeste - y en las noches siguientes al terremoto- estuve dudando si la grao irrauiaeióo intermitente que se veía en el miSBIO punto era un fenómeno dis- tiuco, ó el mismo relámpago engrandecido y avivado, basta queme lie lijado en esta última creencia - y considero por tanto intimanaen- r
te relacionadas la causa d d relámpago de Catatumbo, con la causa
de los temblores peculiar fie loa Andes venezolanos. Pobre de suyo es este trabajo «pe dedico á los. habitantes del ramal andino j pero asi y todo, no lo creo enteramente inútil. El ser- virá al menos ]>aya dar principio á este orden de especulaciones so- bre el terrible fenómeno ea maestra cordillera en particular; mate- ria bunio roas importante para nosotros los moradores de estas mon- tañas, cnanto que nos va <em ella, el reposo, los intereses y la vida. Ea tanto, pues, la ciencia no sorprenda el secreto que con tanto *uid ido oculta la tierra en sn profundo seno, sigan:os nosotros ios- protauos observando el fenómeno por el camino óe la práctica, 6 í-oa en el tiempo, uiodo y circunstancias de sus manifestaciones. De esta manera, quizá lleguen las generaciones venideras á conocer cotí fijeza los periodos, críticos y evitar el peligro, del mismo modo que» i sjusa hty el marino la zona de la tempestad en ciertas épocas. Aunque á la hora en que esto escribo, la tierra nona entrado en su perfecto reposo, las tenues conm ociones que se sienten todavía, son cu ella, como para el enfermólos sumisos quejidos después de ha- ber sufrido agudísimo dolor. Así, pues, con las requeridas precauciones, y en el nombre da Lius, volvamos al hogar. Volvamos al hogar - pero no sin que antes rindamos el home- f
naje de nuestra eterna gratitud á todos los pueblos que al enterar-
seguir rindiendo" cuito al Dios de sus mayores;- y ya puesto á salvo
e l tabernáculo d e sus c r e e n c i a s , disputar briosos l o s r e s t o s d e sus- riquezas si devorador d e s a s t t e . Pueblo-como este aná ÍQD,. sufrido h a s t a el estoicismo en la a d - ; ;
versidad,, sobrio y laborioso como t o d o . p u e b l o montañas, pueblo-
como este q u e acude valeroso y el primero con las a r m a s en la m a - no á defender la patria endos momentos; de peligro para ella, y pasado este arrima aquellas para e m p u ñ a r de nuevo la raancera del a r a d o ; que en medio de los. desastres; que con frecuencia l e oca- sionan los trastornos- físicos de su suelo, se levanta sereno y f u e r t e de entre sus ruinas*, p a r a alzar, cantando sus regionales- villancico» sus caídas poblaciones; pueblo como e s t e n o puede p e r e c e r j a m a s , , y está sin- duda destinado á c o n q u i s t a r alto puesto en- la- historia d e la humanidad?, Seusurado es á m e n u d a el pueblo andino- p o r l o s frecuentes y sangrientos- hechos- que en él tienen- lugar, llegando en la sensura k v e c e s hasta motejarle de despravado y fiero • pero es que los que- ' asi le tildan, le condensa s i n examinarle. En todas partes se come- t e n crímenes, y no debo n e g a r que del mismo modo s e ' c o m e t e n ere Los Andes; pero sí afirmo que la m a y o r p a r t e de s u s punibles hechos,, provienen a q u í - á p a r t e de otras, cangas a j e n a s á Los- A n d e s - n o do criminal instinto, sino de l-a¡ pasión p o l í t i c a ; pasión-, esta en- e l an- dino, hija, no- del hiero q u e la política proporciona, sino de S U Í innato a m o r a l a libertad ; pasión las. m á s de las veces exacerba- da ó sostenida p o r los-frecuentes períodos de inte-rvensióu extraña. E l día q u e esto pueblo se- penetro del m a l que él mismo se b a - s e e n g a s t a r su e x u b e r a n t e savia y sus fuerzas poderosas en destro- zarse á sí mismo : el dia que comprendiendo esto,, t r u e q u e la hogue- ra de sus-estériles odios por el sagrado-fuego del fecundo patriotis- mo; el día que modíjere sus pasiones políticas y unifique sus ideales- «n el común peovecho,.ese dia empezará sin duda s u verdadero p o d e - Bio, y s e p r e s e n t a r á á los-ojos-de todos-, bañado en- su&riquezasna- trurales y c o a l o s brillantes r a s g o s d e sre propio y singular c a r á c t e r Hiciera el Cíelo-, q u e los.mutuos-áridos odios-de los predestinado» a i I I I M , tuvieoea l i i y p-)r tiuttba el cúronlo de ruinas q' nos dejó- la última catástrofe-y estrechados, p o r l a común desgracia y unidos; em brazo fraternal^deinosprineipio át ucanuevaera d'sóMa grandezas- Llevando,, pues,, estos- hermosas-, propósitos en nuestros.cora •zones, y encendidas, nuestras-almas; e n el fuego- del a m o r á nuest- r a s altivas, montañas,, volvamos- a l h o g a r ¡>INJL BIBLIOTECA NACIONAL DE ESPAÑA