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El médico. El médico
s

SALUD PÚBLICA

El síndrome de burn-out en médicos


y enfermeras que atienden
a pacientes oncológicos (I)

Reiteradamente escuchamos expresiones como las «En el proceso de información,


siguientes: «estoy cansado», «estoy quemado», «no de lo que no se puede hablar,
tengo ganas de seguir trabajando», «estoy rendido», más vale guardar silencio»
«me da todo igual», etc. Este tipo de manifestaciones
verbales las podemos escuchar en una conversación Witgenstein L. Tractatus logico-philisophicus.
informal en cualquier centro de la administración. Barcelona: Laia, 1981; 152.
Ello traduce unas actitudes y un estado anímico que
Con relativa frecuencia nos encontramos en los ambien-
merecen una investigación meticulosa con el fin
de poner de manifiesto las causas que determinan tes de trabajo y en los diversos equipos y niveles situa-
este «desfondamiento psicológico» de graves ciones de inhibición e indiferencia que comienzan a
consecuencias para la calidad de la «relación preocupar a las instituciones, a los usuarios y, por su-
médico-enfermo». Son muchas las variables que puesto, a los propios responsables de la administración
indican la explicación de este fenómeno (síndrome sanitaria. Posiblemente el trabajo del médico en una so-
de burn-out) que pone en peligro la salud de médicos
y enfermeras que trabajan día a día con el enfermo ciedad tan exigente, con pocos incentivos y motivacio-
oncológico y sus familias. Ciertamente, el médico nes para estos profesionales, constituye una de las cau-
lucha denodadamente con el paciente frente a una sas más importantes. Pero estamos convencidos de que
enfermedad, el cáncer, que nos recuerda el nihilismo en estas quejas psicosociales tan frecuentes existen
del hombre y la angustia del dolor y de la muerte. unos determinantes mucho más profundos que obede-
En este sentido, el médico, y también la enfermera,
cen a crisis de adaptación a las exigencias de la dedica-
sucumbe en esa lucha desigual frente al dolor y la
muerte, frente a un proceso lleno de sentimientos ción y vocación. El síndrome de estrés se define como
y emociones fuertemente desgarradoras. una combinación de tres elementos: el ambiente, los
Pero además del trabajo específico con el paciente pensamientos negativos y las respuestas físicas. Éstos
oncológico hay un sinnúmero de variables en el medio interactúan de tal manera que ocasionan que el médico
hospitalario que también hostigan y contribuyen a la sienta ansiedad, cólera o depresión ante el fracaso tera-
aparición del síndrome de burn-out de médicos y
enfermeras, lo cual explica el creciente porcentaje péutico. El ambiente suele esgrimirse como la causa
de absentismo laboral (bajas por depresión, dolores imperante del estrés que sufren los médicos y las enfer-
musculares, inespecíficos, depresión anérgica, meras y que les conduce finalmente a esa sensación de
enfermedades psicosomáticas, etc.). Existe en este «estar quemado». Las tremendas responsabilidades que
sentido un considerable número de trabajos acerca conlleva el trabajo, la falta de organización, la deficien-
de los efectos deletéreos sobre el psiquismo del
médico oncólogo que tiene una jornada de trabajo
te participación de los profesionales en los objetivos del
muy larga, así como una gran sobreactividad laboral sistema, las frustraciones frecuentes, la burocratización
y científica (proyectos de investigación, sesiones excesiva, la difuminación de las responsabilidades, la
clínicas, conferencias, revisión de diseño masificación, el clima laboral autoritario, la competiti-
de diapositivas, etc.). Por otro lado, en este síndrome vidad, el trabajo sedentario, las llamadas telefónicas, la
inciden también una serie de variables objetivas rivalidad, el hipercontrol, las prisas, los desplazamien-
(carga laboral, aspectos económicos, falta
de autonomía, baja satisfacción profesional, etc.) tos al trabajo, los cambios sucesivos en el propio siste-
que perturban el equilibrio psíquico del médico. ma (exámenes, sistemas de selección, carrera profesio-
nal, etc.), todo ello genera una situación constante de
ansiedad, de mal humor, con importantes cambios en la
conducta y en la personalidad del médico que le llevan
J. A. Flórez Lozano
Ciencias de la Conducta. a dificultades de adaptación no sólo en el trabajo, sino
Departamento de Medicina. también en su propia familia y en la sociedad. Pero in-
Universidad de Oviedo. dependientemente de estos factores objetivos que son

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innegables y que producen un estrés crónico en el mé- municación no verbal (CNV) incrementan aún más el
dico y en las enfermeras, creo que merece la pena anali- estrés del médico y también del enfermo (Sanz-Ortiz,
zar y reflexionar acerca de aspectos psicológicos muy 1992, 1995).
profundos capaces de herir el narcisismo del médico, La sobretensión emocional afecta aproximadamente al
así como su orgullo personal, lo cual debilita sus resis- 30% de los médicos y enfermeras, sobre todo en edades
tencias psíquicas y sus propios mecanismos de defensa entre 30 y 60 años. Los conflictos familiares se unen
del Yo (Flórez Lozano JA, 1994). frecuentemente a los laborales potenciando el nivel de
Naturalmente no es lo mismo el estrés que sufren los estrés como una mezcla explosiva, capaz de poner en
ejecutivos que el de los médicos, el de los policías, etc. peligro el equilibrio psicofísico del individuo y del gru-
Pero en todos ellos las respuestas son muy similares. Al po. El estrés laboral tiene tal incidencia en la salud que
final se traducen en trastornos psicosomáticos y orgáni- en nuestro país ya ha sido considerado por algún tribu-
cos que incluyen el cáncer y también los procesos in- nal superior de justicia como accidente de trabajo, al
fecciosos. El fenómeno del estrés ataca de manera muy producir al empleado un menoscabo físico o fisiológico
especial a personas muy ambiciosas y también muy in- que influye en su desarrollo funcional.
seguras, es decir, que se sienten totalmente agobiadas En fin, el médico y la enfermera consideran que el me-
ante cualquier dificultad. Pero sin duda el oncólogo y el dio que les rodea, «el medio laboral», puede exceder a
personal sanitario que se ocupa del enfermo oncológico sus propios recursos y por ello poner en peligro su si-
pueden sufrir un estrés que puede deteriorar a medio tuación de bienestar. La relación se hace tan insoporta-
plazo su salud. El problema que se nos antoja como ble que aparecen conductas de evitación, de absentismo
prioritario es probablemente el que afecta a la comuni- laboral e importantes trastornos psicosomáticos o de la
cación con el paciente y con la familia. Se me ocurre personalidad. Puede ser, en suma, la respuesta del orga-
pensar ante este hecho la siguiente cuestión: ¿estamos nismo a un estado de excesiva y permanente tensión
preparados para utilizar la información y la comunica- que se prolonga más allá de las propias fuerzas. Gene-
ción? La respuesta: sinceramente, pienso que no. Médi- ralmente esta situación psicofisiológica se acompaña de
cos y enfermeras de estos equipos y servicios oncológi- sentimientos de falta de ayuda, actitud negativa y posi-
cos, al igual que los profesionales de otros servicios, no ble pérdida de autoestima. Tanto el concepto de sí mismo
han sido suficientemente preparados y tampoco se han como el de autoestima se ven sensiblemente deteriora-
reciclado convenientemente en un fenómeno tan com- dos como consecuencia de esa inadaptación progresiva
plejo como es la comunicación. Tal como reconocen la del médico al medio laboral. Cada día le resulta más di-
mayoría de los autores, el establecer una comunicación fícil convivir con sus compañeros/as del equipo, mante-
abierta y profunda con el paciente oncológico es un ob- ner la agilidad y habilidad que tenía, por lo que respecta
jetivo muy difícil de conseguir. Sin duda, la grave en- a sus trabajos y responsabilidades. Puede llegar al auto-
fermedad, el dolor imposible de controlar, el sufrimien- convencimiento mental de que no merece la pena se-
to humano y el fantasma de la muerte establecen una guir, ya que su labor no es apreciada por el sistema y la
barrera infranqueable que puede alejar los dos grandes familia, ni por los pacientes, ni por sus jefes, cada vez
protagonistas de la comunicación en esta situación sin- más críticos e intolerables; se llegan a encontrar real-
gular: «médico oncólogo-paciente oncológico». Se es- mente desesperados e indiferentes. La expresión «no
tablece, sin duda, un mecanismo psicológico y emocio- puedo más, no quiero seguir» denota, sin duda, la exis-
nal complejo que puede contribuir a deteriorar el tencia de un humor depresivo que se evidencia por apa-
equilibrio emocional del médico y a impedir la necesi- tía, desgana, «pasotismo», aburrimiento, irritabilidad,
dad más imperiosa del paciente, cual es la comunica- anhedonia y trastornos del control de los impulsos. Asi-
ción. Soledad, falta de comunicación, encarnizamiento mismo, uno de los rasgos significativos en este síndro-
terapéutico, falta de contacto físico, silencio sepulcral, me que amenaza la salud de nuestros trabajadores es
disminución de las visitas, aumento de los calmantes y el «vacío de sentido» en el que se hunde el médico, el
tranquilizantes, etc., son estrategias que vienen a susti- «vacío» es ausencia de realización (autorrealización) y
tuir muy frecuentemente a la comunicación con el en- aleja al médico y la enfermera de una existencia real-
fermo oncológico. ¿Por qué no me escuchan?, ¿por qué mente auténtica. La sensación de vacío que puede sufrir
no me hablan?, ¿por qué no me tocan?, ¿por qué no me el médico atrapado por el síndrome de burn-out termina
informan?, ¿por qué no me miran abiertamente?, ¿por en despersonalización (extrañeza de uno mismo) y des-
qué no ríen?, ¿por qué no lloran?, ¿por qué? Muchos realización (distanciamiento del entorno). Se trata de
interrogantes en momentos tan críticos que general- una forma de alexitimia en la que se observa una «afec-
mente no encuentran respuesta y aumentan la angustia tividad plana», por tanto el médico puede parecer «du-
del enfermo ¡y también la del médico! La falta de tiem- ro», «distante» o «frío» ante los ojos del paciente onco-
po, la negación de la muerte, la ausencia de confianza lógico y de su propia familia. De alguna manera la
mutua y seguridad, la dificultad en el manejo de la co- angustia del paciente, el miedo a la soledad, se transfie-

406 Medicina Integral, Vol. 36, Núm. 10, Diciembre 2000


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re al médico. Esta angustia del paciente aumenta con el dicos oncólogos y enfermeras. El enfermo de cáncer
proceso de «despersonalización» y «rutinación» tan fre- hospitalizado puede comprobar cómo la «sinfonía» del
cuentes en nuestros hospitales. La soledad que puede mundo se apaga, al tiempo que van quedando muy po-
apreciar el médico en el paciente y en él mismo es raíz cos sonidos que merezca la pena oír. El enfermo busca
y epifenómeno del dolor, de la angustia, del pánico y de unas palabras de amistad o de amor; ansía el «ruido»
la continua preocupación. A través del «sentimiento de que la auténtica vida hace al moverse; la armonía de la
soledad», el médico puede encontrar la mejor senda para vida se transforma en «disonante». Ahora se encuentra
iluminar la intimidad humana. Todo esto es un extraor- «solo», se ha apagado el griterío y la furia de la vida; es
dinario interés para el médico que trata de ayudar in- el momento de armonizarse con uno mismo y de encon-
condicionalmente a su paciente. El médico tiene que trar nuevos valores y desafíos ante la vida, aun cuando
atender tanto al «Yo superficial o estésico» como al «Yo ésta sea evidentemente efímera, y en esta apasionante
profundo o sentimental». Este esfuerzo cotidiano del tarea el médico puede ser el gran «maestro» capaz de
médico conlleva un cansancio generalizado del médico superar, con su ayuda y comprensión, el «horror vacui»
a medio-largo plazo, con lo cual se resiente también la del paciente, así como su propio silencio inducido pro-
calidad asistencial. gresivamente por el síndrome de burn-out. El paciente,
Este síndrome de inadaptación (burn-out) que atenaza por su parte, se encierra desesperadamente en sí mismo,
progresivamente al médico se expresa en su «corporeidad en su propia angustia y soledad. La soledad, no obstante,
hiperirritada», es decir, que los mecanismos de su con- acarrea una constante preocupación por la muerte, obse-
ducta se proyectan hacia su «corporalidad», con lo cual sión ésta que reafirma la soledad. El médico y también
este lenguaje tensión-estrés-preocupación también llega el equipo sanitario en su conjunto, que ayudan conti-
fácilmente al paciente oncológico. Por otra parte, el médi- nuamente al paciente, pueden interrumpir esa dialéctica
co se ve «amenazado» por otro agente estresante impor- angustiante de lo absurdo, de la enfermedad y de la
tantísimo que es el «vector información» y que muchas muerte. El paciente a través de la enfermedad y hospita-
veces le obliga, por ciertos condicionantes éticos y psicoló- lización puede alcanzar la angustia misma. Para Heid-
gicos, a un proceso de «interiorización». Esta doble ver- deger la angustia es nuestra experiencia de la nada.
tiente «corporalidad-interiorización» explica suficiente- Quizá la gravedad de la enfermedad irreversible confir-
mente el estrés que sufre el médico. Este binomio ma la tesis de Heiddeger, es decir, el ser auténtico para
«corporalidad-interiorización» puede explicar la dinámica la muerte, la finitud de la temporalidad. La angustia en
afectiva del médico atrapado por el burn-out, recurriendo cuanto realidad, la más profunda, del dolor, del sufri-
a un repliegue autista del «Yo» como mecanismo básico miento, del padecimiento humano tiene su origen prin-
de defensa. Se produce así una interiorización del «Yo» cipal en la conciencia de nihilidad que se va fraguando
que propende a girar alrededor de sí mismo de forma ob- como consecuencia de la grave enfermedad, y también
sesiva generando una gran desestabilización psíquica. debido a la conciencia de la soledad, de la incapacidad
Obviamente algunos factores agravan la situación de y de la desesperanza que experimenta progresivamente
estrés que pueden padecer muchos médicos en los di- el enfermo oncológico en el curso de su enfermedad.
versos ámbitos del tratamiento del paciente oncológico. Este dolor y sufrimiento humano es generalmente la
Éstos lo califican como una auténtica «tortura psicoló- constante más común del «encuentro interpersonal»
gica» que aumenta de manera patológica la sensación que es, al fin y al cabo, el eje del etlus de todo acto
de estrés. El cuadro clínico del estrés disminuye las médico.
«defensas psicológicas e inmunológicas» y el individuo Por otro lado, en el diálogo médico-paciente sobre pro-
se encuentra más predispuesto para la enfermedad y, en puestas terapéuticas, el paciente deberá tomar conoci-
consecuencia, ésta es una de las causas fundamentales miento de los hechos propios de su enfermedad y acep-
del absentismo laboral con los consiguientes gastos so- tará o no las medidas propuestas por su médico. En este
ciosanitarios. El cuadro clínico del estrés se complica sentido es muy frecuente que los pacientes reciban pocas
con la adicción a drogas o a actividades diversas (comi- o parciales informaciones sobre su condición patológi-
das, deportes, cocaína, alcohol, etc.). Así pues, la situa- ca e inmediatamente después una propuesta terapéutica
ción emocional del médico le conduce principalmente a agresiva, muchas veces de mutilación, incompatible con
una falta de comunicación con el paciente, que tanto la las explicaciones recibidas. El esfuerzo psicológico que
necesita, con la familia y con su propio equipo sociosa- realiza el médico por sortear al máximo los detalles em-
nitario (enfermeras, auxiliares, celadores, administrati- barazosos constituye también un fuerte agente estresante.
vos, etc.). Lo mismo que existe el «horror vacui» existe El preconcepto antiguo «cáncer-muerte» pesa fuertemen-
el horror al silencio. Muchos pacientes que sufren de te en esa relación médico-paciente; se extiende como una
cáncer presienten el silencio como extraño y temible. mancha de aceite a todos los componentes humanos que
En medio del silencio se sienten solos y abandonados, intervienen en la enfermedad (médico, paciente, familia,
en buena parte como consecuencia del burn-out de mé- equipo sanitario).

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Recientemente algunos estudios sociológicos realizados médico presa del síndrome de burn-out siente dificultad
en diferentes ámbitos de la sanidad confirman la situa- para concentrarse, problemas para conciliar el sueño,
ción de estrés y desmotivación que padecen numerosos signos de fatiga, poca capacidad de concentración, sig-
profesionales médicos. Posiblemente, las bajas remune- nos de impaciencia e irritabilidad, etc. La intensidad del
raciones de los médicos y enfermeras y la desmotiva- cuidado y la lucha ante el paciente con cáncer grave
ción profesional afecten a un porcentaje bastante eleva- puede dar lugar a este síndrome clínico que afecta al on-
do, situado entre el 60% y 70%. Así pues, la ausencia de cólogo y que se puede traducir en ciertas enfermedades
mecanismos de promoción interna, la masificación, la psicosomáticas (ansiedad, depresión, etc.). Posiblemente
burocratización imperante, la falta de participación en la represión emocional del médico acosado por tantas
los mecanismos de gestión, organización, decisión y «pérdidas afectivas» y enfrentamiento con el dolor
planificación, así como la inadecuada compensación constituya una estrategia psicológica defensiva peligro-
económica en comparación con otros estamentos profe- sa para la salud de médicos y enfermeras. Se trata de
sionales de igual o menor preparación universitaria de- una forma de afrontamiento (un estilo de coping) que
terminan, entre otros factores, una conducta de apatía y contribuye a este agotamiento emocional del oncólogo.
desgana que se traduce en disminución del rendimiento Los múltiples tratamientos médicos utilizados en oncolo-
laboral, insatisfacción profesional, problemas de carác- gía suelen ser agresivos debido a la propia naturaleza de
ter y conducta, así como disfunciones familiares y socia- la enfermedad y ello hace que frecuentemente aparezca
les. Por ello nos encontramos a las puertas del siglo XXI una serie de trastornos cognitivo-conductuales que afec-
con uno de los problemas psicopatológicos más serios tan a la propia adaptación del paciente a la enfermedad,
que afectan a los equipos sanitarios que atienden al pa- al cumplimiento de instrucciones, cuidados, tratamien-
ciente oncológico y que, por tanto, será absolutamente tos, etc. Todo ello supone también un gran desgaste para
imprescindible y prioritario desarrollar programas tera- el médico y enfermeras que se esfuerzan continuamente
péuticos de intervención, prevención y preparación para por mejorar la calidad de vida del paciente. Así, por
adaptarnos a los grandes retos que suponen el cuidado, ejemplo, los diversos agentes quimioterápicos utilizados
atención y cariño del paciente oncológico. producen náuseas y vómitos a través de la estimulación,
Por otro lado, las exigencias cada vez más grandes en tanto directa como indirecta, de dos estructuras periacu-
relación con la calidad del servicio, las mayores respon- ductales del bulbo raquídeo como son el centro del vómi-
sabilidades civiles y penales, la atención a determina- to y el área de estimulación de los quimioceptores. Hasta
dos tipos de usuarios que exigen una mayor atención y un 65% de los pacientes pueden presentar náuseas y vó-
dedicación también facilitan la aparición de estados de mitos y, por tanto, complicar la relación con el paciente
ansiedad/angustia que afectan gravemente al médico y oncológico. Esta ansiedad extrema por su frecuencia y
ocasionan un estado psicológico de inercia, carente de to- severidad puede dar lugar a tensiones muy importantes en
do tipo de ilusión, entusiasmo y energía para seguir con el el médico que no encuentra la fórmula para moderar las re-
trabajo, manteniendo al mismo tiempo una relación social acciones de desajuste psicológico del paciente. Bien es
y familiar aceptable. Los sucesos, los pensamientos y la cierto que la implementación de algunas técnicas propia-
activación del cuerpo constituyen el síndrome del estrés y mente psicológicas (relajación, desensibilización siste-
el resultado es la angustia; una emoción dolorosa que mática, biofeedback e inoculación de estrés) pueden me-
termina por minar el equilibrio psicológico del profe- jorar las náuseas, los vómitos y las emociones negativas
sional y que se traduce frecuentemente en tensión, eno- del paciente asociados a la quimioterapia. Ello permite
jo, agresividad, e incluso cólera. A ello tenemos que también mejorar la acción terapéutica del médico y dis-
añadir los efectos relativos a los pensamientos negati- minuir su propio estrés. Sin embargo, esta opción no es
vos del médico por lo que respecta a la situación de su fácil porque en muchos hospitales aún no funcionan
trabajo profesional. Pensamientos y sentimientos nega- estos servicios específicos de psicooncología.
tivos en cuanto a su actuación, logro personal, jerarquía
de valores, etc. Esto facilita aún más el surgimiento de
Estado de tensión de los diversos
síntomas relacionados con la activación nerviosa (tem-
blores de manos, taquicardia, aumento de la respira-
profesionales sanitarios
ción, sentimientos de cólera, de soledad, de irritación, El oncólogo vive muy frecuentemente la realidad del
dolores inespecíficos, molestias gastrointestinales, ten- dolor y del sufrimiento humano que es, de alguna for-
sión arterial elevada, etc.). Lenta pero inexorablemente ma, su propia realidad. Además su paciente próximo,
se van produciendo manifestaciones específicas de an- íntimo, respetado, «único», conlleva una fuerte pérdida
siedad, apareciendo signos de tensión motora, hiperac- afectiva: un estrés emocional muy importante para mé-
tividad vegetativa, expectación aprensiva e hipervigi- dicos y enfermeras.
lancia. Funcionando en un ambiente laboral frío y sin Al mismo tiempo, la insatisfacción profesional en el
ninguna perspectiva de promoción y de comprensión, el medio laboral le lleva también a importantes problemas

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en el orden familiar, que se traducen en cambios de ca. En última instancia, la tensión laboral que surge en
conducta muy significativos y, finalmente, en disfuncio- el medio laboral (conflictividad, problemas con los fa-
nes familiares (agresividad intraconyugal, problemas en miliares, cambios y traslados, choques con el sistema,
la relación padres-hijos, etc.). El modelo de tensión psi- ausencia de liderazgo, fricciones con los compañeros,
cológica que se expresa en un intenso estrés del médico falta de preparación y adecuación de los jefes en el ma-
sugiere la existencia de tres grupos de factores principa- nejo de grupos e individuos, etc.) puede tener conse-
les que producen tensión: a) factores relacionados con cuencias conductuales muy importantes como absentis-
el trabajo; b) factores externos o no relacionados con el mo, desempeño alterado de la función familiar y social,
trabajo, y c) características individuales o personales. lentitud en el trabajo, inhibición, apatía, anergia, triste-
Se supone que los factores externos y los relacionados za, frustración crónica, angustia, trastornos del sueño y
con el trabajo conducen a la tensión de percepción; no disfunciones sexuales. Asimismo, aumenta el riesgo de
obstante, algunas características personales pueden mo- ciertas enfermedades, tales como enfermedad corona-
derar estos factores o tener un efecto directo sobre los ria, úlceras, episodios de gripe o influenza. De otro la-
fisiológicos; así, por ejemplo, las alteraciones en la quí- do, otra salida frecuente del estrés es la depresión anér-
mica sanguínea y presión arterial pueden deberse a gica que se define por el agotamiento casi total de las
cambios en los niveles de ejercicio físico y hábito de energías y por diversos síntomas que se suelen asociar
fumar. En el aspecto laboral el médico se enfrenta conti- con la depresión (inhibición sexual, trastornos digesti-
nuamente con la enfermedad y la muerte y ello conlleva vos, disfunciones intestinales, cefalalgias, polialgias,
angustia y un desgaste emocional inusitado. El médico fatiga psicofísica, etc.). La despersonalización (sensa-
oncólogo «siente» la «pérdida de la individualidad» de ción de estar vacío o de ser un autómata) también se co-
su paciente y esta pérdida golpea su conciencia de «va- rresponde frecuentemente con el nivel de estrés sopor-
cío» y de «nada» destruyendo el mito «todopoderoso» tado. En este sentido, la CIE-10 recoge el síntoma de
del médico tecnólogo que es capaz de superar cualquier despersonalización dentro de los trastornos neuróticos
enfermedad. Existen, por tanto, sentimientos incons- secundarios a situaciones de estrés.
cientes que minan el narcisismo y la salud del médico y De otro lado, en la tensión psíquica y física experimen-
que se relacionan finalmente con la conciencia realista tada por el médico y enfermeras intervienen una serie
del hecho de la muerte. Sin duda, la idea de la muerte, de factores propios del sistema como empresa. El clima
asociada inconscientemente al cáncer, es la idea trau- general de organización del trabajo, la falta de rigor y
mática por excelencia. El paciente terminal es la indivi- disciplina en el trabajo, la ausencia de coordinación, la
dualidad que se subleva ante la muerte, es una «indivi- ausencia de motivación, los problemas de comunica-
dualidad» que se afirma contra la muerte. En la agonía ción y de entendimiento con sus colegas y con los res-
oscura y calmada del paciente oncológico terminal per- ponsables jerárquicos (director, médico, gerente, etc.)
siste con toda certeza y fuerza la «individualidad», el constituyen algunos de los elementos determinantes de
Yo, posiblemente el sentimiento más vivo de su Yo in- las alteraciones del carácter del personal sanitario (mé-
dividual. Este hecho psicológico profundo supone una dicos y enfermeras del servicio de oncología).
gran contrariedad y frustración para médicos y enfer- Así pues, ante la agresión del medio (cambios tecnoló-
meras que frecuentemente asocian el deterioro corporal gicos, ausencia de un plan de valoración y promoción
(un vegetal) con el deterioro psíquico (la destrucción personal, déficits económicos, ausencia de estimulación
del Yo), pero curiosamente persiste el Yo como afirma- y de valoración del trabajo, falta de apoyo grupal, etc.)
ción incondicional del individuo (paciente). El médico se pueden producir conductas psicopatológicas (agresi-
vive una coexistencia originaria y dialéctica con su pa- vidad, irritabilidad, ansiedad, mal humor, etc.). Ello ha-
ciente que le enfrenta constantemente con la conciencia ce que el médico vaya desarrollando ciertas actitudes
de la muerte (conciencia realista, conciencia traumáti- neuróticas que perturban la adaptación y el equilibrio
ca). Ello puede producir ese desgaste emocional que he- con sus pacientes.
mos venido en llamar síndrome de burn-out. La preven- Todo ello hace que el médico, que va percibiendo día a
ción, el cuidado psicológico y la formación del médico día la situación, llegue a tener una gran frustración, una
deben ser esenciales para proteger su propio psiquismo valoración negativa de su trabajo y esfuerzo personal y,
debilitado ciertamente por la intensidad de los senti- además, comprueba diariamente que la situación se va
mientos y emociones que recibe en sus cuidados. haciendo todavía más compleja, que no se resuelve a
Las tensiones percibidas en relación con el trabajo de- pesar de sus quejas a las instancias superiores y que
sarrollado en el medio (síndrome del «edificio enfer- tampoco sus peticiones y demandas encuentran el eco y
mo», falta de medios, escasez de personal, falta de mo- apoyo necesarios para tratar de paliar el problema sus-
tivación personal, ausencia de grupo de trabajo, etc.), citado y que escapa totalmente a sus posibilidades.
así como las tensiones de la propia vida, siguen funda- Poco a poco su psiquismo se va resintiendo de forma
mentalmente dos vías, una psicológica y otra fisiológi- apreciable; su esposa nota que algo extraño le está

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sucediendo y también sus hijos perciben que ya no so- abandone este mundo. En cualquier caso parece eviden-
portan su carácter tremendamente irritable e hipersensi- te que la confrontación que sufre el médico con la fami-
ble; por tanto, su familia comienza a desestructurarse lia, con el paciente, con los otros miembros del equipo
en el equilibrio de fuerzas psicoafectivas y de comuni- sanitario y consigo mismo constituye una fuente de es-
cación. Por eso el médico oncólogo necesita una serie trés tan intenso que muchas veces adopta una actitud de
de aprendizajes psicológicos (estrategias de afronta- indiferencia, de pasividad y de aislamiento.
miento), así como una serie de medidas laborales que Igualmente el servicio nocturno, el de fines de semana,
permitan un mejor ajuste psicológico del médico y de los turnos fijos y largos, el trabajo duro en la mayoría
todo el equipo sanitario. El proceso de «toma de deci- de las neoplasias, la peligrosidad existente, los bajos sa-
siones» constituye una fuente inequívoca de múltiples larios en comparación con la responsabilidad y el es-
agentes estresantes. Es una difícil labor que comienza fuerzo realizado constituyen algunos factores que tam-
cuando el médico se plantea «cuándo hay que empezar bién conducen al estrés de los diversos médicos que se
un tratamiento» o simplemente «cuándo hay que parar- dedican a la oncología. Podemos añadir también que la
lo». A veces el médico favorece una actitud de sobre- falta de rigor profesional, la ausencia de compensacio-
protección del paciente, lo cual también perjudica su co- nes adecuadas (económicas y laborales), los horarios
laboración y participación en todo el proceso de la inflexibles, las posibles demandas jurídicas, las críticas,
enfermedad. Igualmente también se subestima la «capa- la falta de apoyo decidido en la comunidad, la inexis-
cidad de escucha» del paciente, con lo cual le transmiti- tencia de comunicación entre colegas participan en la
mos importantes dosis de ansiedad e inseguridad. El su- crisis psicológica que estudiamos. Igualmente también
bestimar al paciente muchas veces supone ignorarle; el tenemos que valorar la incidencia del «aburrimiento» y
médico se centra más en la «enfermedad» que en la la capacidad del individuo que, a veces, realiza un tra-
persona. Es menos estresante centrarse en la enferme- bajo muy inferior a su preparación y ello genera frustra-
dad; la enfermedad está ahí, no pertenece a nadie en ción y estrés. El «aburrimiento» es la enfermedad de
concreto; la enfermedad aislada, desvinculada de la nuestros días, por ello se tratará de desarrollar progra-
persona, no inquieta tanto al médico y éste es frecuen- mas de intervención psicoterapéutica que estimulen la
temente un mecanismo de defensa muy utilizado por él. creatividad, la participación y la expresividad; en suma,
Pero hablar, dialogar, apreciar el diálogo con el pacien- la satisfacción laboral.
te es entregarse en su totalidad, es valorar todas sus ne- Ante el sentimiento de insatisfacción profesional más o
cesidades y sus derechos. Así, por ejemplo, no decir la menos generalizado el profesional reacciona con tres
verdad, no explicar, mantener una ilusión porque el en- actitudes perfectamente definidas: a) permanecer calla-
torno familiar lo decide, choca con el derecho que tiene do (actitudes de inhibición/pasividad); b) continuar en
el paciente a saber lo que le pasa. El médico oncólogo la institución protestando (inconformista, polémico), o
tiene la posibilidad de mantener la imprescindible co- c) dejar el puesto de trabajo. Como es natural, abundan
municación de forma bilateral, tiene un tiempo para re- profesionales que han optado por cualquiera de las actitu-
flexionar y conocer hasta dónde quiere llegar el pacien- des citadas anteriormente, pero en cualquier caso psicoló-
te en cuanto al conocimiento exhaustivo del proceso de gicamente dejarán huella de resentimiento, frustración y
su enfermedad. Estas cuestiones, «dígamelo todo, doc- agresividad que puede descompensar psíquicamente al
tor», «quiero saberlo todo», tienen muchos componen- individuo posteriormente a lo largo de su vida. Aunque
tes, muchos elementos psicológicos que plantean ten- el aspecto crematístico figura entre las reivindicaciones
sión y estrés en el médico oncólogo. Este proceso tan más importantes de estos colectivos, en realidad no es
delicado exige el manejo de técnicas de comunicación el más significativo ni el único. Se trata fundamental-
y además una formación bioética que muchas veces el mente de insatisfacción en el equilibrio social, en la va-
médico no ha incorporado a sus estudios. Los proble- loración personal, en la comunicación, en la flexibili-
mas éticos y deontológicos constituyen una fuente muy dad, en la capacidad de decisión y de participación, en
importante de estrés. Las posiciones son muy encontra- la carga laboral, en la falta de autonomía, en la ausencia
das, incluso las perspectivas sociológicas y políticas de expectativas de promoción y de realización profesio-
también. Algunos, por ejemplo, consideran que la euta- nal, etc., lo que da lugar a un sentimiento generalizado
nasia no se pide para aliviar el dolor del enfermo, sino de importante frustración. Así pues, en relación al trata-
para aliviar la carga social y asistencial, ya que el enfer- miento con el paciente oncológico, pacientes graves y/o
mo se vuelve insoportable. Otros especialistas, por el terminales, el médico y la enfermera principalmente se
contrario, sostienen una posición radicalmente distinta: pueden ver afectados por este síndrome de burn-out co-
la eutanasia es en beneficio exclusivo del paciente y su- mo una claudicación frente al estrés consecuencia del
pone la única opción cuando el sufrimiento humano es fracaso de las estrategias de afrontamiento (coping stra-
insoportable. Desde esta perspectiva se considera que lo tegies) y que va a afectar su bienestar físico, psicológi-
más humano, lo ético y lo digno para el paciente es que co y social (Flórez Lozano JA, 1994).

410 Medicina Integral, Vol. 36, Núm. 10, Diciembre 2000


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Salud pública. El síndrome de burn-out en médicos y enfermeras que atienden a pacientes oncológicos (I)
s

A todo ello se añaden además ciertos factores de frus- que como consecuencia de este síndrome muchos médi-
tración económica. En efecto, se ha señalado que el ba- cos sufran la ruptura de su propia familia, que es preci-
jo salario entre los profesionales es una de las fuentes samente el apoyo más eficaz contra el estrés profesional.
más grandes de frustración. Al mismo tiempo sus aspi- Además de todas las variables negativas que realmente
raciones de promoción profesional en función de dedi- pueden confluir en la desmotivación de médicos, hay
cación, esfuerzo y estudio difícilmente son satisfechas que añadir el hecho de los efectos deletéreos sobre el
y ello origina una apatía personal que se traduce en rendimiento y en particular en los que tienen una jorna-
continua desidia y desilusión (diselpidia). Pero aparte da de trabajo continuada, extenuante y que se puede
del estrés relacionado con la práctica actual de la Medi- prolongar entre 24 y 32 horas (médicos y enfermeras).
cina, que es común a muchos médicos, sin duda en el De igual forma, la reducción de los períodos de sueños
caso que estamos estudiando el estrés del médico se cen- normales para el individuo provoca importantes trastor-
tra fundamentalmente en su contacto con la patología, el nos del carácter o de la conducta, hasta el punto de pro-
dolor y la muerte (Broggi, 1995; Flórez Lozano JA, 1995). vocar crisis neuróticas que repercuten negativamente en
El médico ha de ser un virbonus medendi peritus, pero las relaciones y en el rendimiento. Resulta especial-
no es fácil mostrar compasión en todo caso clínico, ni mente curioso que mientras a otros profesionales (por
controlar siempre la expresión de sentimientos ante la ejemplo, pilotos) se les aplica rigurosamente un período
enfermedad y la miseria humana. Son muchos los «con- de trabajo entre 8 y 14 horas, los médicos, sin embargo,
troles emocionales» que se exigen al médico sin un pueden permanecer desempeñando su trabajo de altísi-
adiestramiento o preparación previas. Debe tener calma ma responsabilidad durante mucho más tiempo. Todo
ante enfermos ancianos, debe controlarse al infligir do- este conjunto de variables explican, además del burn-out
lor con sus intervenciones terapéuticas y debe lograr un del cancerólogo, dos actitudes que perjudican su tarea
buen equilibrio entre el distanciamiento emocional y la asistencial frente al paciente. Por un lado, nos encontra-
necesaria sensibilidad. Como vemos, son muchos «de- mos con mecanismos de defensa que generan una gran
bería», algunos de naturaleza muy profunda, que parti- fragilidad emocional (crispación). Por otro lado algunos
cipan en la angustia del médico. Para sobrellevar esta médicos adoptan, como mecanismo de defensa de su
tensión psicológica tan angustiante algunos médicos re- personalidad para defenderse de la angustia proyectada
curren a la autoestima de sus emociones. En consecuen- del paciente y su familia, una conducta que refleja dis-
cia, médicos y enfermeras que participan en el trata- tancia técnica, frialdad y distanciamiento. El médico en
miento del paciente oncológico no son conscientes de este supuesto se aferra a variables bioquímicas y/o radio-
las frustraciones inherentes a su profesión y pueden lógicas. La «búsqueda del diagnóstico» es otra variable
acabar experimentando un cierto grado de resentimiento especialmente estresante; por un lado quiere diagnosticar
contra los pacientes, así como un exagerado sentimien- la enfermedad, por otro quiere rechazar internamente el
to de culpa. El médico, tal como dijo Hipócrates, no es diagnóstico por las tremendas dificultades que tendrá
más que «el servidor de un difícil arte». En efecto, tiene que abordar (diálogo con el paciente y la familia, indi-
que desarrollar un gran equilibrio en su personalidad caciones terapéuticas, procedimientos médicos doloro-
que le permita moderar sus «fantasías narcisistas de sos y mutilantes, toma de decisiones, actitud ética, de-
omnisciencia y omnipotencia» en consonancia con sus recho a la información, «verdad tolerable», derechos y
posibilidades reales. El médico oncólogo necesita «atem- deberes del médico y del paciente, etc.). Por eso, el mé-
perar» sus emociones, pues el contacto con el paciente dico oncólogo se puede sobrecargar de sentimientos de
oncológico, en las diferentes etapas de su enfermedad, culpabilidad en relación a los enfermos, en relación a
supone un desgaste psicológico intenso como conse- su gravedad y a la agresividad de los tratamientos. Los
cuencia del ajuste que tiene que realizar ante las soma- sentimientos de impotencia profesional muchas veces
tizaciones y caracteropatías del paciente (personalidad se asocian a los de culpabilidad de forma íntima. Igual-
obsesiva, histérica, neurótica, paranoide, etc.). Por eso mente, las actitudes de huir del paciente o la de hundir-
el médico debe ser consciente de los múltiples agentes se juntos son relativamente frecuentes. Todo ello ali-
estresantes que pueden poner en peligro su salud. Debe menta continuamente el cuadro clínico de burn-out que
conocerse y cuidarse más a sí mismo; es lamentable evidencian muchos oncólogos.

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