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El concepto de caridad está muy relacionado con otra idea: la solidaridad. Ambos
valores tienen algo en común: la ayuda a los demás. Sin embargo, no son
exactamente lo mismo. La caridad tiene un componente paternalista y no
pretende transformar una realidad, simplemente es una manera de aliviar una
situación penosa. En cambio, la solidaridad se pone en marcha por un
sentimiento de justicia social y de equidad.
Las obras de caridad son todas aquellas acciones dirigidas a aliviar el sufrimiento
de alguien (alguien pobre, enfermo, discapacitado o con algún problema grave).
Hay personas y entidades (normalmente vinculadas al Cristianismo) que se
dedican a practicar alguna forma de caridad. Se puede analizar el motivo o
incluso se puede cuestionar dicho comportamiento, pero lo que es evidente es
el hecho concreto, la ayuda que brindan a los necesitados.
Esta virtud humana es un buen ejemplo de comportamiento altruista, ya que la
auténtica caridad se practica sin recibir nada a cambio. Este tipo de conductas
se oponen a las acciones egoístas, las que se destinan al propio beneficio.
Altruismo y egoísmo son dos fuerzas o inclinaciones humanas que no siempre
están separadas, ya que pueden ser dos caras de la misma moneda ( el que
ayuda a los demás tiene un beneficio interior de tipo egoísta y algunos casos de
egoísmo no están exentos de un beneficio para los demás ).
Por último, vale la pena recordar un debate en relación con esta virtud. Se trata
de discernir entre la verdadera caridad y la que es falsa. En otras palabras,
cuándo este valor se realiza para un bien ajeno o cuándo para la satisfacción
personal