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TRABAJO PRACTICO: ACUEDUCTOS

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El primer paso en la construcción de un acueducto en el
antiguo Imperio romano era localizar una fuente de agua
adecuada. Las fuentes de agua incluían manantiales
perennes, o ríos que constantemente producen un gran
volumen de agua todo el año. Los topógrafos con
antecedentes militares buscaban zonas con pendientes
naturales de por lo menos 1 por ciento y que movieran el
agua mientras se requería la construcción de puentes y
túneles con la menor frecuencia posible.

Construcción del canal


Puesto que la gravedad movía el agua a través de la
mayoría de los acueductos romanos a lo largo de una
pendiente continua hacia abajo, canales y tuberías, a
veces, fueron los elementos principales en la construcción
del acueducto. Los canales eran excavados siguiendo el
terreno natural de la tierra para asegurar una pendiente
continua hacia abajo. Los túneles eran cavados cuando era
necesario ir a través de una montaña, ya que ir alrededor
no mantendría la pendiente del terreno. Un agujero era
excavado, se construía un canal y finalmente se lo cubría.
Cuando era necesario se construía un puente con arcos
para mover el agua a través de los valles.

Canales cubiertos
Los canales estaban cubiertos con tres materiales,
mampostería, tuberías de plomo y tuberías de terracota. El
material más común era el canal de mampostería. Los
tejados puntiagudos y conductos eran construidos en
piedra y hormigón triturado para cubrir los canales. Los
canales mismos estaban cubiertos de yeso impermeable
llamado opus signinum.

Operación
Una vez construidos, los acueductos romanos tenían que
ser constantemente mantenidos. Las fugas eran arregladas
continuamente y los escombros se eliminaban a menudo.
El mantenimiento de caminos y carreteras, junto con bocas
de inspección fueron construidas al lado de acueductos y
en túneles subterráneos después de haber sido completado
y equipos organizados de trabajadores se ocupaban
continuamente de mantenerlos en buen estado de
funcionamiento.

Los antiguos acueductos romanos están entre las obras de


ingeniería más extraordinarias de la historia.
El administrador del suministro de agua de Roma, Sexto
Julio Frontino (35-c.103), dijo lo siguiente sobre esas
construcciones: “A los beneficios tan numerosos y tan
necesarios de tantos acueductos, van pues a comparar las
pirámides que no sirven obviamente para nada o también
las obras de los griegos, inútiles, pero celebradas por todas
partes”.

¿Por qué hacían falta los acueductos?


En el pasado, las ciudades se levantaban donde hubiera
agua, y Roma no fue la excepción. En un principio, el río
Tíber, así como los manantiales y pozos cercanos,
suministraban suficiente agua a la ciudad. Pero a partir del
siglo IV antes de nuestra era, Roma creció con rapidez y
aumentó su necesidad de agua.

Puesto que había pocas casas con agua corriente, los


romanos edificaron cientos de baños termales, tanto
públicos como privados. El primer baño de la ciudad se
alimentaba del Aqua Virgo, un acueducto inaugurado en el
año 19 antes de nuestra era.

Los baños llegaron a ser lugares de encuentro; los más


grandes tenían jardines y bibliotecas. Como el flujo de agua
que llegaba de los acueductos no se podía detener, se le
dejaba correr hacia el alcantarillado. Eso lo mantenía limpio
de residuos, incluidos los que procedían de las letrinas de
los baños.

Construcción y mantenimiento
En realidad, los acueductos eran principalmente
subterráneos. Solo un 20% del recorrido era sobre arcos.
Así se ahorraba dinero, se protegía al acueducto de la
erosión y se reducía al mínimo el impacto sobre los campos
y las zonas pobladas. Por ejemplo, el Aqua Marcia, que se
terminó en el año 140 antes de nuestra era, medía unos
92 kilómetros (57 millas) de largo, pero solo tenía
11 kilómetros (7 millas) de arcos.

Antes de construir un acueducto, los ingenieros evaluaban


la fuente de donde planeaban tomar el agua: la cantidad de
agua que se producía, su claridad y su sabor.

También evaluaban la salud de las personas que bebían de


ella. Una vez aprobada la fuente, se decidía la ruta,
la inclinación, la anchura y la longitud del canal. Para la
construcción se usaban esclavos. Las obras podían durar
años y ser muy costosas, sobre todo si había que construir
arcos.

Además, había que proteger los acueductos y darles


mantenimiento, para lo cual, la ciudad de Roma llegó a
emplear hasta setecientas personas. Cuando se diseñaba
un acueducto se pensaba en el mantenimiento que
necesitaría en el futuro. Por ejemplo, para acceder a los
tramos subterráneos, se perforaban pozos de inspección.
En caso de grandes reparaciones, los ingenieros podían
desviar temporalmente el agua del tramo afectado.

Acueductos de la ciudad de Roma


A principios del siglo III ya existían once acueductos que
abastecían a la ciudad de Roma. El primero, el Aqua Appia,
se construyó en el año 312 antes de nuestra era, y solo
tenía 16 kilómetros (10 millas) de largo, la mayoría bajo
tierra.

El Aqua Claudia, del que aún se conserva parte, medía


69 kilómetros (43 millas) y tenía 10 kilómetros (6 millas) de
arcos, algunos de ellos de hasta 27 metros (90 pies) de
altura.

¿Cuánta agua llevaban estos acueductos a la capital del


imperio?
Tan solo el Aqua Marcia transportaba unos 190 millones de
litros (50 millones de galones) diarios. Cuando el agua
llegaba a las zonas urbanas —gracias a la gravedad— se
dirigía a tanques de almacenamiento. De allí salían ramales
hacia otros tanques o directamente a la gente. El sistema
de distribución llegó a ser tan grande que se cree que
suministraba unos 1.000 litros (265 galones) diarios por
habitante.

El imperio siguió creciendo, y como dice la obra Roman


Aqueducts & Water Supply (Los acueductos romanos y el
suministro de agua), “adondequiera que llegaban

los romanos, llegaban sus acueductos”. Hoy día, los


turistas que visitan Asia Menor, Francia, España y el norte
de África todavía pueden admirar estas antiguas maravillas
de la

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