Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Situación clínica
Siguiendo con esto, Fiorini (1993) señala que dentro de la situación clínica no existe
una única postura teórica que permita comprender la totalidad de los fenómenos
observables. Lo que existe es una realidad clínica, que debe ser abordada desde diversos
integradores y cuerpos teóricos en múltiples facetas que den cuenta parcialmente de
algunos de sus aspectos, en mayor o menor profundidad. Entonces, en la práctica
psicológica, solo hay una situación clínica ante la cual se esgrimen determinadas formas de
comprensión y diversas teorías.
1
De esta forma, la experiencia de la clínica es la experiencia de una diversidad de
fenómenos y categorías para analizar, de múltiples direcciones y múltiples dimensiones.
Por tanto, la situación de consulta no configura un mundo homogéneo, sino un espectro
múltiple de condiciones de consulta. Así, hablamos de múltiples niveles de diagnóstico,
múltiples modalidades de focalizar y abordar y múltiples procesos terapéuticos, de cambios
y de efectos (Fiorini, 1993).
A partir de esto, Fiorini (1993) plantea que las lecturas diagnosticas individuales
deben pensarse como estructuras en un sujeto en situación. Así, se plantea una clínica en la
diversidad desde dos dimensiones en constante interrelación, la teoría y la práctica, en las
cuales convergen diferentes series causales, diferentes series de fenómenos que
van configurando la situación de consulta: una serie corporal (historia del cuerpo, con
todas sus resonancias inconscientes y fantasmáticas), en una serie familiar, en una serie
laboral, en una serie evolutiva, en una serie prospectiva (existencia de proyectos o no),
en una serie social (otros vínculos distintos de los que forman el grupo primario) y también
en una serie de los fenómenos clínicos, en términos de signos y síntomas clínico-
psiquiátricos.
Finalmente, el propio observador forma parte del campo de estudio, como psiquiatra
o psicólogo está en el lugar de la prevención secundaria. Se encuentra en una posición
pasiva respecto de lo que inicialmente ese otro demanda, tiene un lugar social que la
sociedad le otorgo y le confiere la idoneidad y la autoridad para responder al marco
especifico de sus conocimientos. Así, también el demandante de la consulta configura la
situación, desde la solicitud a un profesional para cubrir determinada demanda técnica
(Menéndez, 1992).
Situación de crisis
2
imposibles de operar y además la situación no puede ser abandonada. Hay una
conceptualización ligada a la urgencia, a la necesidad de apaliar una situación de desborde
psíquico (Fiorini, 1999).
De esta forma, Fiorini (1999) afirma que el modo en que un sujeto percibe el
suceso que da lugar a la crisis es lo que hace que la situación sea critica, en como el suceso
incide en la estructura existencial de la persona acerca de las expectativas en la vida, lo que
hace, espera y lo que da por sentado, de cómo han sido violados por la crisis. Así, el factor
esencial es el desequilibrio entre la dificultad y la importancia del problema y los recursos
de los que se dispone para enfrentarlo. Por lo tanto, la tensión debida a la frustración de la
necesidad se eleva, y esto genera problemas en el mantenimiento de la integridad del Yo. El
sujeto enfrenta estímulos que señalan un peligro para la satisfacción de sus necesidades o
que provocan necesidades importantes y ocurre un desborde del yo que lo impulsa a una
cierta transformación interna, una reorganización y desarrollo de nuevos recursos para
superar el estancamiento.
En las crisis el aparato psíquico es invadido por magnitudes de energía para las
cuales no está preparado. La excitación irrumpe masivamente manifestándose como
angustia automática en un Yo que se encuentra desbordado pero sin pérdida de conexión
con la realidad. Esta amenaza de éxtasis libidinal produce una descarga por acción y
reacción fuera del aparato, cuyo trabajo de elaboración queda reducido a su mínima
expresión dando lugar a la desorganización psíquica (Fiorini, 1999).
3
En la situación de crisis nos enfrentamos a una angustia que desencadena,
involucra dolor psíquico que ataca y desorganiza la integridad yoica, y es justamente en
esta instancia donde impacta el trauma y también donde se genera la reacción. El yo
procura recuperar la homeóstasis y el sentimiento de identidad e integridad y en
consecuencia recurre a un repertorio de defensas más drásticas e inmaduras: la escisión, la
proyección y a la posibilidad de descargas masivas a través de los actos sintomáticos que
incluyen descargas a través de la acción (excitación psicomotriz) o descargas a través del
cuerpo (somatizaciones). Un recurso más extremo es la desinvestidura del objeto o de la
realidad como defensa masiva. Cuanto mayor es la irrupción de la excitación traumática,
mayor es la fragilidad del equilibrio yoico y más arcaicos los mecanismos de defensa
(Fiorini, 1999).
Considerando esto, Fiorini (1999) afirma que la salida de las situaciones de crisis
puede ser: Regresiva, donde se dan procesos de desorganización yoica (se destruye la
precaria integración yoica y la ligazón de sus investiduras), o sobre adaptación y formación
de falso self (la nueva reestructuración del yo se apoya en identificaciones que no se
integran con las existentes previamente). Esta pérdida de cohesividad yoica es vivida como
una paralización del tiempo y ausencia de futuro; o Progresiva, que consiste en una
reconstrucción del yo que implica un trabajo de historización simbolizante que restablece
datos y permite interpretar lo vivido, otorgar sentido al conflicto elaborado y a restablecer
la continuidad temporal.
4
Situación de consulta: la primera entrevista
El manejo que haga el terapeuta de esa primera entrevista puede tener una influencia
decisiva en la continuidad o abandono del tratamiento y, de ser mantenido, en la eficacia
que alcance el proceso terapéutico. La entrevista tiene una tarea: el diagnóstico y la
orientación terapéutica. Pero se requieren tareas destinadas a crear las condiciones
adecuadas para el cumplimiento de aquella función principal. Todas las explicitaciones que
haga el terapeuta sobre método y fines de la entrevista son esenciales para crear tales
condiciones. La lucha contra la ambigüedad debe ser, desde el comienzo, un principio
rector en psicoterapia breve psicodinámica (Fiorini, 1987).
Continuando con esto, Fiorini (1987), señala que en primer lugar importa destacar el
hecho de que esta entrevista está destinada a cumplir no solo funciones diagnósticas y de
fijación de un contrato, sino que jugara además un rol terapéutico. Se trata, entonces, de
que su acción terapéutica no se ejerza meramente por el efecto placebo del contacto inicial,
sino que el terapeuta pueda además realizar intervenciones adecuadas, potenciadoras de ese
efecto. Desde esta perspectiva, esta primera entrevista, para ser eficaz, debe cumplir en
fases sucesivas varias tareas:
El orden en que Fiorini (1987) estas fases sigue una progresión lógica; esta, sin
embargo, no puede ser rígida, unidireccional, ya que la discusión de cada punto lleva a
5
reajustar con nuevas precisiones los anteriores. El tiempo que deba ocupar el terapeuta para
cumplir el proceso implicado en este conjunto de tareas puede variar según su experiencia,
grado de formación y el tipo de paciente. Lo esencial no es el tiempo, sino el proceso que
debe jugarse entre ambos a través de esas etapas, los objetivos a cumplir antes de poner en
marcha el tratamiento.
En tal sentido, Fiorini (1987) señala que es función de una primera entrevista
establecer el diagnóstico del paciente en tres planos fundamentales:
La búsqueda de datos sobre cada uno de estos planos debe ser necesariamente
selectiva, guiada por una actividad de análisis y síntesis constante del terapeuta que se dirija
hacia la construcción de un modelo comprensivo preliminar global, etiopatogenico, clínico
y psicodinámico (Fiorini, 1987).
6
2. El diagnóstico de la motivación y aptitudes del paciente para la psicoterapia:
Expectativas de curación, disposición a aceptar la psicoterapia, aptitudes para
participar en la misma de modo activo. Con este enfoque, un paciente está bien
motivado para iniciar una psicoterapia de esclarecimiento si se pueden
identificar en él:
3. El diagnostico de las condiciones de vida del paciente. Nos referimos por una
parte a las condiciones que se vinculan directamente con la posibilidad de que el
paciente inicie y pueda mantener con regularidad un tratamiento que exige en
general esfuerzos mayores que los tratamientos tradicionales en la práctica
médica. Requiere sopesar estabilidad geográfica, horarios, situación económica,
lugar de residencia, obligaciones familiares, y todos estos puntos no aislados,
sino vistos en relación con los demás planos del diagnóstico. Pero además este
diagnóstico hace a identificar factores patogénicos en esa condiciones de vida
(que contribuyen a la enfermedad) así como los recursos del medio que puedan
contribuir a la curación (potencial terapéutico utilizable de las condiciones de
vida) (Fiorini, 1987).
7
Diagnostico dinámico aproximativo inicial (DAI)
Retomando lo expuesto por Cuesta (2011) esta primera fase del diagnóstico
aproximativo inicial incluye la descripción del síntoma en tanto beneficio primario y
secundario, la fuerza y coherencia del Yo, la severidad del Súper Yo y la intensidad del
Ello.
Por otro lado, el beneficio secundario podría distinguirse del anterior por: su
aparición con posterioridad, como ganancia suplementaria o utilización por el sujeto de una
enfermedad ya constituida; su carácter extrínseco en relación con el determinismo inicial de
la enfermedad y con el sentido de los síntomas; el hecho de que se trata de satisfacciones
ligadas a la autoconservación más que libidinales (Laplanche y Pontalis, 2004).
Es importante señalar que, desde sus comienzos, la teoría freudiana de la neurosis es
inseparable de la idea de que la enfermedad se desencadena y se mantiene en virtud de la
satisfacción que aporta al individuo. El proceso neurótico responde al principio del placer y
tiende a obtener un beneficio económico, una disminución de la tensión. Este beneficio se
evidencia por la resistencia del sujeto a la cura, resistencia que se opone al deseo consciente
de curarse (Laplanche y Pontalis, 2004).
9
Finalmente, Laplanche y Pontalis (2004), citando a Freud (1923), afirman que el
beneficio primario va ligado al propio determinismo de los síntomas. En él se distinguen
dos partes: la parte interna del beneficio primario, consiste en la reducción de tensión
que procura el síntoma; éste, por doloroso que sea, tiene por finalidad evitar al sujeto
conflictos a veces más penosos: es el mecanismo llamado de la huida en la enfermedad. Y,
la parte externa del beneficio primario, estaría ligada a las modificaciones que el síntoma
aporta en las relaciones interpersonales del sujeto. Así, una mujer oprimida por su marido
puede conseguir, gracias a la neurosis, mayor ternura y atención, al mismo tiempo que se
venga de los malos tratos recibidos.
Funciones Yoicas
Sobre estas consideraciones, Fiorini (1987) afirma que las funciones yoicas abarcan
un conjunto de funciones diferenciadas en tres órdenes: Funciones yoicas básicas,
funciones defensivas y funciones integradoras, sintéticas u organizadoras.
De esta forma, el Yo aparece como zona puente de especial interés para todo enfoque
diagnóstico, pronostico y terapéutico que aspire rebasar los marcos de una óptica individual
concentrada en el mundo interno.
1. Funciones yoicas básicas: estas funciones están dirigidas a la realidad o mundo
exterior, los otros y aspectos del sí mismo, mediante las funciones
cognoscitivas. Se basan en mecanismos rudimentarios que están presentes desde
el nacimiento y pueden entrar en franco conflicto con el Ello.
10
sus funciones principales. El modo de su relación con el mundo externo se logra
bajo tres modalidades:
Sentido de realidad: la capacidad de distinguir la realidad exterior de la
realidad de las dimensiones del propio cuerpo.
Exploración de la realidad: la capacidad del Yo para una valoración y
juicio objetivo del mundo, es decir, de distinguir la fantasía de la
realidad.
Adaptación a la realidad: la capacidad del Yo para utilizar los recursos
individuales y dar soluciones adecuadas y adecuantes, dominando la
realidad interna y el mundo de las pulsiones.
1.2 Control y regulación con los impulsos: capacidad para diferir las
escalas inmediatas de los deseos e impulsos urgentes, asegurando la
integridad de los sujetos. Se basa en la capacidad de planear cosas, hechos o
prever consecuencias, representa procesos de pensamientos esenciales, que
se manifiestan a través de la palabra, para el funcionamiento realista del
sujeto.
1.3 Relaciones objétales: capacidad de establecer relaciones y significativas
y gratificantes con los objetos.
11
funcionamiento total del Yo. Se revelan o emergen cuando el sujeto se enfrente
a cambios que lo impulsan a reorganizar sus relaciones con el mundo a través de
una movilización selectiva de nuevas funciones de adaptación. Es decir, de
coordinar metas racional mente elegidas con otras arraigadas a la zona irracional
de las pulsiones; la síntesis, consiste por ejemplo en articular eficazmente el
contacto con el propio deseo y el control racional sobre las condiciones reales de
satisfacción del deseo.
Finalmente, es importante resaltar que Fiorini (1987) afirma que las funciones
12
yoicas se ven afectadas por tres grupos de factores: la intensidad de los impulsos, la
dotación genética y las influencias ambientales (que también hay que entender como co-
determinantes de la intensidad de los impulsos). En tal sentido, el grupo familiar aparece
jugando un rol primordial en la evolución de estas funciones: la riqueza o pobreza
perceptiva, imaginativa, cognitiva, la existencia de un área “libre de conflictos”, la
plasticidad del repertorio defensivo, son siempre coproducciones (sujeto-grupo las van
gestando en sus vínculos). El papel del grupo tiene que ser también reconocido en el
funcionamiento actual de esas funciones, entonces hay situaciones grupales e instituciones
yo-reforzadoras y otras yo-debilitantes. Ya no se trata de evaluar funciones yoicas del
sujeto, sino de indagar principalmente la relación entre estas funciones y un conjunto de
condiciones de realidad que inundan al sujeto penetrando sus rendimientos.
Mecanismos de defensa
Continuando con esto, Galor y Hentsche (2013) señalan que los mecanismos de
defensa constituyen un conjunto de operaciones cuya finalidad consiste en reducir o
suprimir toda modificación susceptible de poner en peligro la integridad y la constancia del
sujeto biopsicológico. Es decir, el trabajo de los mecanismos de defensa es proteger y
mantener al Yo de los peligros tantos internos y externos que amenazan al yo. De esta
manera los mecanismos de defensa promueven bienestar psicológico, incrementan la
adaptabilidad, posibilitan un desarrollo psicológico normal y mantienen la autocoherencia,
13
debido a que alteran la conciencia de lo que se percibe, se desea o se piensa; por mas
perturbador que estos pensamientos puedan ser.
Severidad superyoica
14
El término «Über-Ich» fue introducido por Freud en El yo y el ello (Das Ich und das
Es, 1923), donde hace resaltar que la función crítica así designada constituye una instancia
que se ha separado del yo y parece dominar a éste. Así, la noción de superyó forma parte de
la segunda tópica freudiana. Pero, ya antes de designarla y de diferenciarla así, la clínica y
la teoría psicoanalítica habían reconocido la parte desempeñada en el conflicto psíquico por
la función que tiende a prohibir la realización y la toma de conciencia de los deseos
(Laplanche y Pontalis, 2004)
Le Breton (2013), citado por Acosta y Pinto (2017), nos dice que las conductas de
riesgo ponen en riesgo de quien las ejecuta, como por ejemplo el practicar deportes
extremos o consumir excesivamente sustancias como alcohol, tabaco o drogas. Por otro
lado, el psicoanalista francés Lacadee (2007) define las conductas de riesgo como
comportamientos sintomáticos que suscitan a la muerte simbólicamente en una búsqueda de
límites inexistentes o insuficientemente estructurados, todo esto con una orientación que
pierde fuerza en el camino.
Finalmente, Viñar (2003) dice que las conductas de riesgo surgen para calmar la
angustia producida por la transición de etapas, específicamente de la infancia a la adultez.
Dichas conductas se expresan como actos violentos hacia si mismos o hacia otros,
encubriendo un sufrimiento ahogado, entendiéndose como “actos sin palabras”.
15
DAI - Segunda fase: ecuación o constelación etiológica.
Series complementarias
Continuando con esto, Freud cuando describe la serie complementaria, refiere que a
más de la cultura, lo constitucional y por ende lo genético, en su interrelación son la clave
de la Psicopatología. Por tanto, en el adulto, si el Yo toma como única defensa contra la
ansiedad, el principio del placer dominaran el proceso primario, lo cual determinara
psicopatología. En la mayoría de las veces en condiciones normales, el displacer pone en
16
marcha el principio de realidad, dominado por el proceso secundario, que va a poner en
juego o movilizar a los mecanismos de defensa, los cuales permiten al Yo dominar y
regular las exigencias del entorno, o los del mundo pulsional, manteniendo de esta forma la
estabilidad Psíquica (Cuesta, 2011).
Síntesis Interpretativa
De esta forma, el enfoque dinámico trae orden aparente al caótico mundo interno
del paciente, permite al psiquiatra o al psicólogo suplir y trascender el nivel descriptivo de
categorizar síntomas y aplicar etiquetas diagnosticas que poco sirven para el sufrimiento del
paciente. Provee un medio para adentrarse en el interior oscuro de su mente y
comprenderlo; además, informa con respecto a la elección del tratamiento para cada
paciente (Cuesta, 2011)
17
Referencias Consultadas
Fuentes bibliográficas
Fuentes electrónicas
López; M.; Barquera, M. y García, N. (2007) Relación de los mecanismos de defensa y los
trastornos de la personalidad en una muestra clínica mexicana. Disponible en:
https://psiquiatria.com/tr_personalidad_y_habitos/relacion-de-los-mecanismos-de-
defensa-y-los-trastornos-de-la-personalidad-en-una-muestra-clinica-mexicana/
18