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Control XII S.F.

M Kant Práctico
Juan José Limas Becerra 28 de mayo del 2018

Deberes para con los seres inanimados

Pasa Kant a tratar los deberes para con las entidades que no son humanos y no son animales, por ende,
los seres inanimados. Dice que indirectamente estos deberes tienden a los deberes para con la
humanidad, pues las cosas pueden ser de utilidad a los seres humanos, y su destrucción constituye,
indirectamente un mal para con los demás hombres. Esto se encuentra en clara relación con lo dicho
acerca de los deberes para con los demás hombres y la justicia que existe en la distribución de las
cosas. En la medida en que está dejado sin más en la naturaleza, los hombres pueden disponer de un
bien tanto como se los permita el derecho de los demás a lo mismo, que es siempre igual. Un segundo
argumento para establecer la relación tiene que ver con razones estéticas, hay cosas que pueden
entretenernos con su belleza y el no destruirlas o no afearlas, cuando menos, es un deber
presumiblemente por la misma razón por la que no deben destruirse objetos útiles. En general, este tipo
de deberes se cifra en que compartimos el mundo con otros seres humanos, de modo que lo apropiado
sería respetar su derecho a disfrutar del mismo, en este sector particular correspondiente a los seres
inanimados, no destruyéndolos, preservándolos de modo que sigan siendo de utilidad para otros. Todos
los deberes, culmina Kant su escrito, están dirigidos indirectamente al respeto de los deberes para con
otros seres humanos.

De los deberes para con los animales y los espíritus

Nuevamente se reafirma la idea de que los deberes para con los seres no humanos son indirectamente
deberes para con los seres humanos. Defiende Kant que lo que debería procurarse es el cumplimiento
de deberes análogos a los humanos para con los animales. Su razón yace en el hecho de que mediante
el ejercicio de esos deberes análogos, nos formamos para ejercer deberes para con otros seres humanos.
Se forman, pues, la afabilidad y el carácter humanitario con los animales con los que las suerte nos ha
puesto adelante. Ahora bien, es el caso que algunos animales y en algunas situaciones, son utilizados
como medios, sirven a la humanidad incluso cuando ello implica su destrucción o su sufrimiento. La
respuesta de Kant es clara: no tenemos deberes para con los animales, sólo los seres racionales son
capaces de derechos, de modo que este tipo de oficios y prácticas debe continuar existiendo, si así lo
pide la tecnología, siempre y cuando esté dirigido a cumplir los fines de la humanidad.

En lo que concierne a los seres espirituales, la creencia en ellos puede distraernos del uso correcto de la
racionalidad. Personificar al mal, por ejemplo en el espíritu maligno, puede llevar a alucinar o a
conducirse de un modo inadecuado en lo que respecta al deber por causa de la superstición. Los
deberes para con los espíritus deben tener en cuenta siempre el hecho de que no sabemos si de hecho
existen. De tal manera, los deberes que tenemos para con este tipo de entidades son negativos.
Debemos procurar no incumplir nuestros deberes fundamentales (en últimas los deberes para consigo
mismo) en nuestra creencia o relación (de llegar a ocurrir) con los espíritus.

Bibliografía

• Kant, Immanuel (1988). Lecciones de Ética. Ed: Crítica. Barcelona, España.

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