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La Poesa Espaola Del Siglo XX PDF
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INTRODUCCIÓN
La poesía de la segunda mitad del siglo XIX, exceptuando las obras de Bécquer y de Rosalía de
Castro, era una poesía vulgar y vacía, en consonancia con el espíritu burgués, acomodado y
práctico de la época. En medio de una crisis espiritual que se extiende por Europa a finales de
siglo, los nuevos poetas, como los narradores, se alzan contra esa vulgaridad y prosaísmo y llevan
a cabo una profunda renovación estética. Con ellos llega la modernidad a España, se conocen
las últimas corrientes artísticas europeas (corrientes de “fin de siglo”) y comienza lo que, para
muchos, ha sido la segunda “Edad de Oro” de la literatura española o, en expresión afortunada
de un crítico, la “Edad de Plata”.
Esta maravillosa aventura estética se inicia con el modernismo: Rubén Darío y sus seguidores,
más los escritores de la llamada “generación del 98” (Unamuno, A. Machado) y Juan Ramón
Jiménez. Esa labor la continúan posteriormente los poetas de la “generación del 27”: García
Lorca, Alberti, etc.
La poesía de Rubén Darío (Azul, Prosas profanas) pretendía adaptar a la poesía castellana las
nuevas formas de la poesía francesa, en la línea estética del parnasianismo y el simbolismo. Sus
rasgos más destacados son el esteticismo y la búsqueda de la belleza, allí donde se encuentre.
Sus temas, el cosmopolitismo y el exotismo, es decir, la evasión de la realidad, tanto en el
espacio (el mundo islámico, el lejano Oriente, el indigenismo americano...), como en el tiempo (la
Edad Media, el Renacimiento, el mundo de la mitología...). Desde el punto de vista formal, la
búsqueda de los valores sensoriales, el ritmo y la musicalidad. Todo ello supuso una profunda
renovación del lenguaje, gracias a un prodigioso manejo del idioma: efectos plásticos y sonoros,
léxico renovado, adjetivación brillante, empleo de imágenes y metáforas sinestésicas, innovaciones
métricas... Sus seguidores fueron numerosos en América y en España. Entre los españoles
destacamos a Salvador Rueda, Francisco Villaespesa y Manuel Machado. La influencia de Rubén
Darío la podemos encontrar en A. Machado, Juan Ramón Jiménez o algunos poetas del grupo del
27.
ANTONIO MACHADO
En Soledades (1903), ampliada más tarde en Soledades, galerías y otros poemas (1907),
encontramos ese modernismo intimista y también la influencia de Bécquer, de Rosalía de Castro
y de los simbolistas franceses. Los temas del libro son fundamentalmente tres: el tiempo, la
muerte y Dios. Es decir, la preocupación por el sentido de la vida, por la condición humana, en
definitiva, el tema existencial. Y un sentimiento de soledad, melancolía o angustia. Todo esto
expresado con un lenguaje cargado de símbolos y de valores sensoriales.
En Campos de Castilla (1912), escrito a raíz de su estancia en Soria, adonde llegó en 1907, como
profesor de instituto, el poeta se identifica sentimentalmente con la tierra castellana y su poesía se
abre a los otros y al paisaje. Con un estilo sobrio, alejado de los brillos modernistas, contiene
sentidas descripciones del paisaje castellano, el recuerdo emocionado de Leonor, su joven
esposa, fallecida prematuramente, y reflexiones críticas sobre España y los españoles. Por este
libro Antonio Machado ha sido considerado el poeta de la generación del 98.
En sus últimos años adquirió un fuerte compromiso político con la República. Murió en Colliure
(Francia). tras un dramático exilio, al final de la guerra civil. Está considerado como uno de los
grandes poetas españoles del siglo XX. Su obra es un modelo de integridad intelectual y estética,
y un ejemplo de fidelidad a sí mismo, a su tierra y a su pueblo.
Juan Ramón Jiménez (1881-1958) nació en Moguer (Huelva). Estudió en El Puerto de Santa María
y en Sevilla. Vivió en Madrid hasta que tuvo que marchar a Puerto Rico, exiliado como
consecuencia de la guerra civil. En 1956 recibió el premio Nobel de Literatura. Era un espíritu
hipersensible, entregado por entero a la poesía y obsesionado por la perfección. Es la suya una
poesía minoritaria (“A la inmensa minoría”, dedicaba sus libros) en constante búsqueda de la
Belleza, el Conocimiento y la Eternidad (con mayúscula en la síntesis del poeta).
Primera etapa (desde los comienzos hasta 1907): una poesía sencilla, de tonos
melancólicos, inspirada en Bécquer (Arias tristes, Pastorales, Baladas de primavera).
A Juan Ramón Jiménez se le ha incluido muchas veces, por algunos de sus libros, en el
modernismo, y por su edad y algunas características de su obra de madurez, en el novecentismo
(literatura minoritaria, intelectualismo, perfección formal, ideal de un ”arte puro”). Pero, en realidad,
su obra (con mayúscula la escribía él) desborda cualquier tipo de etiqueta y clasificación. Su
poesía es una de las cimas de la lírica española por su capacidad creativa y afán de renovación,
y por su constante búsqueda solitaria de belleza y de trascendencia Su influencia, tanto en
España como en América, fue muy grande y todavía continúa, porque sigue siendo un modelo de
lo que cada vez se echa más en falta: la obra bien hecha.
LA POESÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX (HASTA 1939) - II
Se conoce como generación o grupo del 27 a un conjunto de poetas que comienzan sus
actividad literaria hacia los años veinte. La denominación se debe a la fecha de conmemoración del
tercer centenario de la muerte de Góngora, el poeta barroco andaluz, al que se consideraba
precursor de las nuevas experiencias estéticas. Sus componentes más destacados son: Pedro
Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Rafael
Alberti, Luis Cernuda, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre.
La obra de Miguel Hernández sirve de puente entre la poesía del 27 y la de los poetas de
posguerra. Su trayectoria poética es representativa de la evolución de esos años porque comparte
con los poetas del 27 ciertos rasgos comunes, pero algunos de sus poemas abrieron el camino de
la poesía posterior a la guerra civil. Su obra más importante El rayo que no cesa (1936) consolida
los tres grandes temas de su poesía: la vida, el amor y la muerte.
Federico García Lorca (1898-1936)
Primera etapa
Destacan en esta etapa obras como Canciones, Poema del cante jondo o Romancero gitano. En ellas
resalta su identificación con lo popular andaluz, desde una elaborada estilización culta, lo que se ha llamado
neopopularismo. El último de estos libros, publicado en 1928, es el que mejor expresa la fusión de lo culto
(en su línea vanguardista) y lo popular ( octosílabo, romance, etc.). En él el poeta se identifica con el pueblo
gitano, marginado y perseguido como por un destino trágico.
Segunda etapa
Hay que destacar sobre todo Poeta en Nueva York, escrito a raíz del viaje que hizo a Estados Unidos, que
le provocó una sacudida violenta, una profunda impresión. Es una obra de denuncia en la que parece clara la
influencia del surrealismo (imágenes visionarias u oníricas, versículo amplio). Después de esta obra
Lorca se dedicó fundamentalmente al teatro, aunque también compuso algunos de sus mejores poemas en
obras como Diván del Tamarit, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías y el libro Sonetos del amor oscuro, que
sitúan al autor entre los grandes sonetistas de nuestra lengua.
Hombre solitario y sensible, opuesto a los convencionalismos de una sociedad que no aceptaba lo
diferente, se caracterizó por su inadaptación y actitud de rebeldía ante el mundo.
Toda su obra gira en torno a la imposibilidad de alcanzar en la realidad lo que el espíritu desea. Esto
determina el gran conflicto vital que late en toda su obra. Sus grandes temas: amor, soledad, nostalgia,
hacen de Luis Cernuda el poeta más sentimental, apasionado y “romántico” del 27.
Aunque en los primeros años de su carrera poética siguió las corrientes que definieron al grupo indagó y
encontró su propio y personal camino de expresión. Un solo titulo, La realidad y el deseo, recoge
progresivamente los libros que escribe hasta 1963, fecha de su muerte.
Las tendencias que componen su obra poética son:
-Poesía pura en «Perfil del aire» (1924-27): el léxico y el tema de la soledad anuncian su poesía posterior. Un
leve tono de tristeza recorre todo el libro. Predominio de versos y estrofas cortas.
-La tradición clásica, más en la línea de Garcilaso que de Góngora, en Égloga, Elegía y Oda (1927-28).
-La tendencia surrealista aparece en Un río, un amor y Los placeres prohibidos (1929-1931), libros de
plenitud, en los que afloran sus problemas íntimos.