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JOHN LOCKE Ensayo sobre el entendimiento humano Traduceién directa de Epwuxoo O'Gorman FONDO DE CULTURA ECONOMICA México =B Primera edisiSn en inglés, 1690 Primera edisién en espaol, 1956 El titolo original de ent obra es ‘An Bway concerning Human Understanding Derechos reservados conforme a la ley Gapprighe by Fondo de Cultura Econdmica ‘Avede la Universidad, 975 ~ México 12, D.F. Impress y hecho en México Printed and made in Mexico 8 EPISTOLA AL LECTOR reduise a mis esrechos limites, y aus qlrums de sus partes pudieran acortarse, pues Ia manera en que ha sido escrito, a ratos ¥ con muchos largos intervalos de inerrupcién, puede ser causa, Ue tepeticiones. Pero, a decit verdad, tengo demasiada pereza o festay demasiado ocupade para abrev.arlo. ‘No se me oculta lo poco que asi curo de mi reputacién, pasan- do por alto a sabiendas un defecto que tan facilmente puede cau- far el sinsabor en los mas juiciosos, siempre los mas solicitos lector Tes: Pero los que saben que la pereza se inclina a engafiarse con Cualquier excusa, sabrin perdonarme, si la mia ha prevalecico fen mianimo, teniendo, como creo, una excusa tan buena, No flegaré, pues, cn defensa propia, que una misma nocién, invocable por distintos respectos, pueda ser cenveniente 0 necesaria para probas o ilustrar distintas partes de un mismo discurso, y que asi hha ocurrido en muchas partes del presente; pero haciendo esto un Indo, admitiré con franqueza que a veces me he ocupado lar- feamente en un mismo argumento y que lo he expresado de diversos Medos con muy diversos designios. No pretendo publicar este Ensayo para ensefiansa de quienes abriguen elevados pensamientos ¥ disiruten de particular penetracion; de semejantes preceptores del Conocimiento, profeso ser discipulo, y por eso les advierto de ante- mano que no esperen encontrar aqui nada, puesto que es tejido de mis propios rds peasamientos, sino lo propio para hombres de mi e-tarura, a quienes, quizé, no resulte inaceptable el trabsjo {que me he tomado en aclarar ¥ famikarizar para sus pensamientos flgunas verdades que los. prejuicios establecidos, 0 lo abstracto de las mismas ideas pudieran hacer dificiles. Hay objetos que ‘2 examinar por todes lados; y cuando se trata de una nocién hovedona, como eonfieso que alguna de éstas To es para mi, 0 Cuando se desvia del camino habitual, como sospecho que parecera f oftos, una sola mirada no basta para franquearle Ia entrada en todos los entendimientos, ni para fiarla alli con una impresién_ Glasa y duradera, Pocos habré, creo, que no hayan observado, en Si mismas o en otros, gue aqucllo que propuesto de un modo era muy oscuro, otro modo de expresarlo lo hace muy claro e ine teligible, aunque despues la mente encuentre poca diferencia entre ambas formas y se admire de que una de ellas se resistiera mis {que la otra a dejarse entender. Pero es que no todo halags igual mente 2 In imaginacién de los hombres. Poseemos entendimieri tos no menos diferentes que nuestios paladares, y quien pien- se que Ja misma verdad es igualmente gustada por todos, adererada de un mismo modo, es como quien supone que se puede dar jgual gusto a todos con un mismo plato. La vianda podra ser EPISTOLA AL LECTOR > Ip misma, ¥ el alimento bueno; sin embargo, no todos podrin fecptarlo con ese condimento, y tended que aderezarse de otro trove si ha de ser acepto para algunos, aun los de fuerte constitue tise. La verdad es que quienes me aconsejaron que lo. publicara, sme aconsejaron, pot somo esta. ¥ pues fue he decidido sacarlo a luz; mi deseo es que lo entienda Gui setome el trabajo de leerlo, Tan poco afecto tengo a verme im fo, que si no me hubiesen halaeado con que este Ensayo puede ser fil a otz0s, como ereo que lo ha sido para mi, lo habria confinado fle inspeecion de aquellos amigos que dieron ocasién primera a gue Io esenbiera, El quc, por lo tanto, aparezca yo impreso, con propésite de ser lo-més tril que pueda, hace necesario que cuanto fengo que decir vaya tan facil ¢ intelisible para toda clase de lec- tores como me sea posible, Y con mucho prefiero que los especu- Jativos y pesspicaces se qucjen del tedio de algunas partes de mi tira, que ctalguiers, poco acostumbrad a las especulactones abs- | eractas 0 prevenido por nociones distintas, equivoque 0 no com prenda mt intento. Posiblemiente se me tenga a ensrcimiento o insoleneia Ta. pre- omién de instruir a esta nuestra sabia edad, pues poco menos equivale mi confesién de que publico este Ensayo en Ia esperanza de ser itil a otros. Pero si es permisible hablar con desenfado de Guienes con falsa modestia condenan de iniitil lo que escriben, rain, que lo publica paréceme que sabe mas a vanidad oa insolencia publicar un libro con cualquier otro propésito; y mucho peca contra el respeto debido al piblico quien hace imprimir, y, por lo tanto, quien espera se jente no contenga nada aril para cosa digna Jea una obra «ue intenciona el lector 0 para otras. Y sien este Trarado no hubier de aceptacidn, mi designio no dejar de serlo, y la bon propisito podra servir de alguna excusa por Ta falta de mérito en el absoquio. Prineipalmente es esta consideraciin Ia que me tranguilien ante el temor de Ja censura a Ta cual no estn inmunes mejores plumas que Ia mia. Son tan diversos los principios, las ppociones ¥ los gustos de los hombres, que es diffcl dar con un libro que agrace a todos © que a todos disguste. Admito que Ia dad en que vivimos no es la menos sabia de las edades ¥, por To tanto, que no es Ia més ficil de satisfacer. Sino me cabe Ta buena suerte de gustar, nadie se enfade conmigo; sin ambages digo 2 todos mis lectores, salvando media docena, que en un principio te Tratado no iba dirigido a ellos, ¥ que, por lo tanto, no es cesario que se empefien en contarse entre nguéllos. Empero, si alguien quiere enfadarse conmigo y mofarse de mi obra, que lo haga a sus anchas, porque yo sabré encontrar mejor manera de emplear 0 EPISTOLA AL LECTOR el tiempo que no gastindolo en esa especie de pliticas. Siempre ‘me cabra la satisfaccisn de haber aspirado sinceramente a la ver- dad y a la utilidid, no sin aditir Ja flaqueza del intento. No anda desprovista ahora Ia repiiblica del saber de insignes arquie tectos, que, por los grandes designios que tienen para el adelentae miento de las ciencias, dejaran monuments perdurables que serin le admiracién de la posteridads pero no todas pueden aspirar a ser un Boyle o un Sydenham, Y en una edad que produce lumie nnarias como el gran Huygenius, el incomparable sefior Newton, con otras de esa magnitud, ya es también bastante honroso trabajar somo simple obrero en la tarea de desbrozar un poco el terreng de limpiar el escombro que estorba Ia marcha del saber, et cual, ciertamente, se encontraria en més alto estado en el mundo, si lon desvelos de hombres inventivos e industriosos no hubiesen cncon- do tanto tropiezo en el culto, pero frivolo, empleo cle términos esxtrafios, afectados o inintelisthles que han ‘sida inteoducidos en Tas ciencias y convertidos en un arte, al grado de que fa filosofi, ue no es sino el conocimiento verdadero de las cosas, Hegd a tenerse por indigna © no idénea entre In gente de buens criania y fue desterrada de todo trato civil. Hace ya tanto tiempo que iertas formas de hablac, ambiguas © insignificativas, y_ciertos abusos del idioma pasan por ser misterios de la ciencias y que ciertas palabras rudas 0 equivocas, con ningtin o poco sentido, re claman, por prescripeién, el derecho de ser tomadas por sabiduria profunda y por alta especulacién, que no seré facil persundir a | auienes las usan 9 les prestan ofdo, que es0 no es sino un encubrie " micnto de ignorancia y un obsticulo al verdadero saber. Violar el sentuorio de la presuncién y de Ja ignorancia yee, supongo, prestar alain servicio al entendimiento humano. Y puesto que fon tan poeos lo que piensan que el uso de las palabras puede inducir a cogaiar 0 a ser ensafindas, o que el lenguaje de ln secta ‘que pertenecen tiene deficiencias que deberian ser examinadas 0 corregidas, espero se me perdone el haberme ocupado iargamente en ese asunto en el rercerIibro, con el intento de mostrar que ni lo inveterado del dafio, ni el predominio del uso pueden servir de | exeusa a quienes no se curan del sentido de sus propias palabras “ono toleran el examen del significado de sus expresiones, Tenso noticia de que un breve epitome de este Tratado, impre s0 en 1688, fue condenada por algunos, sin, previa lecture, por que en él se nevaron Ias ideas innatas, concluyendo precipitada- mente que, si no se suponian las ideas innatas, poco quedaria, ni de Ia nocién, ni de la prueba del espiritu. Si alguno se ve tentado a hacer esa critica al iniiar este Tratado, le ruego que I Tea todo, y EVISTOLA AL LECTOR un roo que entonces se convenceré de que remover cimientos falos hho es catsar Un perjuicio, sino un servicio a la verdad, la cual palece ni peligra tanto como cuando se mesela con la clad o se edifica sobre ella. En la segunda edicién atiadi lo que sigue: “No me perdonaria el editor sino dijera algo acerca de esta segunda edleiSh qe, por see correcta, ha prometido para enmendar los muchos etreres que contiene I primera. También desea que se sepa que esta elcron trae coo un capitulo nuevo acerca de Ia. Ktentidal, y muchas adiciones y cotrecciones en ottos lugares, A este propisito debe informar al lector que no todas tratan asunto nuews, no gue ln mayor, 0 sirven para confirma mejor algo ya dicho, o bien son explicaciones para evitar que se equivogie el Sento ele lo impre jso.anes rer no implican varincions en opin, La tea excepeidn a esto son los cambios que introduje en el capitalo XT fel sezundo libro. " m Cuanto escribf alli tocante a Ta Libertal y a la Voluntatd, pa- reciome necesito de Unt revision Io mas tinicieen ee farce posble, porque son asuntos que han octado en todas las Edaces a los hombres sabios del mundo con muchas cuesticnes y diliculs tades, causa de no poca perpleidad para la éticay Ia teologi, cons rama del saber acerca de cuyos dictados es tom hececne hombres tengan ideas claras. Después de realizar una inspeccion cuidadosa del funcionarniento de ta mente de los hombres, 5 prsvio un examen mas riguroso de los motives y de les opiniones gue Ia mueven, he encontrado motivo para alterar un tanto el Pensamiento que me habia formado acerea de aquello que come ta defniiva determinacisn de ia voluntad en todo acta volume, taro. De esta mudanca en mis opiniones quiero heecr confesion 8 undo con Ie misma libertad y prestesa con que primero publi 4ué Io que por entonces me parceié aceptable, pues eonsidero que tengo mais interés en renunciar a cualquier opinién propia oem abandonarla, que en oponerme a Ia ajena, cuando la verdad es en mi contra. Porque slo buses la verdad, que siempre sett bene Yeni para mi, cuando quicta y docuiera que venes 10 pese ala disposicidn en que estoy de renuncia:@ cualquier nin, o de retracraeme de cualauier cost que haya escrito, ante a primera prucba de error, debo decir, sin embargo, que no he te- nido la suerte de recibir Tus de las objeciones publiendas contra algunas partes de mi libro; ni tampoco he encontrads motive, 2a Vista de cuanto se ha aducido en su conita, para mod ficar el sen ‘ido de aquellos puntos que han sido objctados. yo sea porque el tema que traigo entre manos requiera frecuenterrente mayor n EPISTOLA AL LECTOR reflexién y atencién de las que esté dispuesto a prestarle un lector precipitads, ©, por 1o menos, prejuiciado; ya sea porque cierca Gccuridad en mis expresiones Jo nublen, y porque Tas nociones en que me ocupo sean de dificil aprehensién para otros por mi fnodo de tratarlas lo cierto es que, segin lo he advertido, con harra frecuencia se malinterpreta el sentido de lo que digo, y no siempre he tenido la buena suerte de que se me comprenda correcta mente, Son tantos los ejemplos de esto, que me parece de justicia hhacia mis Jectores y hacia mi poder concluir que, 0 bien mi libro eati cxcrito con Ia suficiente claridad como para ser entendido por quienes lo examinen con la atencién ¢ imparcialidad auc es Inenester tenga todo aquel que se tome el trabajo de leer, cuando Tee, o bien, que he escrito tan oscuramente que todo intento de corteccidn setia vano, Pero sea cual fuere el caso, no seré yo quien toleste al lector abrumandolo con cuanto podria replicarse @ las iversas objeciones que se han enderezado contra tales o cuales mates de mi libro, porque estoy persuadido de que quien les con- Rida suficiente interés para averiguar si son verdaderas o falsas, podri advertir por cuenta propia si lo que he dicho, 0 no esta bien fundado, o es contrario a mi doctrina, una vez que nos haya centendlido bien a mi y a mi opositer. ‘SL alunos, celosos de que no se pierdan ninguno de sus valiosos pensamicntos, han publicado sus censuras a mi Ensayo, hacién- ole el honor de no querer admitir que se trata de un mero en- sayo, sea el péblico quien jusgue de la obligacién que ha contraide por ios tervicios que le han rendido esas plumas crticas, pues no Ialgestaré el tiempo de mis leccores empleando tan, ociosa y aviesamente el mio en disminuir el placer que pueda derivar al- guien, o cl que pucda proporcionat a otros con Ia lectura confutacin tan precipitada de lo que he escrito.” ‘Los editores que preparaban Ia cuarta edicién de mi Ensayo me notificaron que, teniendo tiempo, podria hacer Jas adiciones © cambios que estimara necesarios. A este respecto me parecid Conveniente advertir al lector que, aparte de varias correcciones ftqui 7 alla, habia un cambio que era preciso mencionar, porque ffectaba a todo el libro y era importante para su recta compre Sin. Lo que dije sobre ese particular fue lo siguiente: las palabras Ideas claras ¥ distintas son unos términos que, si bien de uso fer miliary frecuente, tengo motivo para creer no son entendidas perfectamente por todos los que ‘as usan. Y es posible que sélo ‘leunas personas se tomen el trabajo de reflexionar sobre exes * Hass aqué lo que afiadi ef autor en ta segunda edicibn (T) ENISTOLA AL LECTOR & téeminos hasta el punto de saber con precision lo que ellas mismas veers sienifican con ellos, Por esa razsn he decidido emplear, vs todos los Tugares, las palabras ser o estar determinado en Year de claro y distinto, como mas indicativo del sentido que Tay al asunto. ‘Con aquellas palabras me refiero a cierto objeto ghia mente, yy por lo tanto, un objeto determinado, es decir, tal Gro alli se ve y se percibe que ex Me parece que puede decirse Sdeevadomente de una idea que es o que esti determinada, cuan- Jp tal como esta objetivamente en todo tiempo en la mente (y Por oo esti determinada alli) se la adscribe, y sin variacién gue {leterminada, y Por un nombre o sonido articulado, que sera el Sano permanente de aquel mismisimo objeto de Ia mente, o idea aque es slererminada, Para explicar esto un poco més particularmente: por ser de- germinate, cuando se aplica a una idea simple, quiero decir ea fpariencia Simple que la mente tiene a la vista, o que percibe en Simismna cuando se dice que aquella idea esta’ en ella; por estar | dererminata, cuando se aplica a una idea compleja, quiero decir | ine idea tal que consista de un niimero determinsdo de ciert ideas simples ©| menos compleias reunidas ‘una propocion y | sieuacin tal, segtin In tiene la mente a la vista y segin la mira en si misma cuando esa idea esta presente en clla, o debiera tstar presente en ella cuando un hombre le da un nombre a la fica. Y digo “debiera estac”, porque no todos, y quizi nadie, es tan cuidadoso en su lenguaje como para no usar una palabra hasta ro ver en st mente Ta idea precisa que estd determinada y cuyo.- signo ha decidido que sea. La falta en esto es causa de no poca cxcuridad y canfusién en los pensamientos y en las disertaciones de los hombres. Bien sé que no hay suficientes palabras, en ningin idioma, que taciones y raciocinios de los hombres; pero esto no impide que cuando alien emplee align terminoy no tenga en su rente una {idea que cste determinada, idea de la cual hace signo a este térm fs ¥ a Je cual debe adseibitlo invariablemente a lo Targo de 1a dseraciin. Y cuando un hombre no cumpla o no pueda cumplir con esa norma, en vano aspirari a tener ideas claras o distintas notoriamente las suyas no lo son. Y, por lo tanto, siempre que fe emples jos eusles no se ha fijado una determina cin precisa, sblo es de esperarse In oscuridad y Ia confusi Por estas razones, he creido que hablar de ideas que estén de- terminatas es un moxlo de expresisn menos equivoco que el GE Hens clase y dstineae, Y siempre que los horses tienen ideas la 4 ERISTOLA AL LECTOR ‘que estin determinedas acerca de cuanto raciocinan, de cuanto inguieren o alegin, se advierte que desaparece la mayoria de las dudas y de las cisputas. Y es que, en su mayor parte, las contro. versias las custiones que siembran la perplejidad entre los home bres dependen cel empleo dudoso ¢ incierto de las palabras o, lo aque es lo mismo, de las ideas no determinadas que han sido sinifi gadas por esas palabras, He elegicio, pues, esos términes para desig frat, primero, ain objeto inmediato de Ia mente, que ella percibe y tiene delante como algo distinto del sonido que se ust como igno suyo, y, er segundo lugar, para dar a entender que esa idea asi decerminada es decit, que Ia mente tiene en si misma y que conoce ¥ ve alll esté fijada sin cambio alguno a un nombre, 7 Gue ese nombre est determinado para esa idea precisa, Si los hhombres tuvieren semejantes ideas determinadas en sus invesi- gaciones y en sus disertaciones, advertirian hasta dénde Tegan sus investiznciones 7 sus hallasgos; y al_ mismo tiempo evitarfan mayor parte de las disputas y de los altercados que tienen entre s, ‘Ademas de ssto, el editor estimara necesario que notifique al lector que hay una adicién de dos capitulos enteramente mucvos: tuno que se reliew a la asociacién de las ideas, y otro al entusiasno Estas adiciones, on algunas ocras de consideracién que hasta ahora no han sido impresas, el editor se ha comprometido a publicar por si solas, de. mismo modo y con igual propisito de como se hiew cuando este Ensayo ented en su segunda ediciSn. En esta sexta edicidn es muy poco lo que se ha aumentado 0 slterado; Ia mayor parte de lo nuevo esté en el capitulo XI del libro segundo, lo cual, si alguien lo estima pertinente, podré trans cribirse sin mucho trabajo al margen de la edicién anterior. Lipro Primero DE LAS NOCIONES INNATAS Carirvio 1 INTRODUCCION §1, La eveseigaciin acerca del entendimiento es agradable y stil Raisto que el entendimientn es lo que sitta al hombre por ens cima del resto de los seres sensibles y Je concede todas las vene tan ¥ poeta gue tens adbre lly es cenanents um sents fea por su dignicad, que amerita el trabajo de ser investizado, jerendimicnto, como el oj, ef tanto nos permite ver y percibir todas las demis cosas, no se advierte @ si mismo, y precisa arte y facto pata ponelo a distancia y convertirlo en’sa propio objet, Pero wan cuales fueren las dlificultades que ofresca esta investiga- Gin sea cul ftere To que nos tiene ran en la oscuridad a nosotros fhinmos, estoy cierto que toda Ia Tus que podamos derramar sobre uestrae propias mentes, todo el trato que podamos establecer fon nuests» propio entendimiento, no sdlo seri muy agradable, Sino quie nos acarreara grandes ventajas para el gobierno de nu tro pensamiento en ta busqueda de las demits cosas ELdesgnio. Siendo, pues ete mi propsita de investiga los gens, Ta cerlumbre y el skence del entendimiento human, into can Ios femfatventes¥ trachs de has creeneiasy opiniones Bintinenton, nome metoré aqui en lasconsidcracones fea fe la Teele, ni me cuuparé cn examinar en sue pucde consist our dp 0 pot qué moctones de nests esprrusoalerociones denies Sai herpes Hegamos t tener sensaciones en nusios Gganes, 0 ila. en huesit entendinventos, ni tampoed, sen sa Formato, tats ideas, algunas fords depend ot ce ka materi, Estas tulbcones, por mes cuntsas y entretena que seam, ls dete a tr lado como aon alos deaignion que shea tengo ‘Bastara a ti fru propiita corsiderar las facltades de dhseenimicato del hombre spin se emplean respecto alos objeto de que se oeupen, 7 ag) fara mi que-no habre malastado mi empeto en fo que a fie propos seme ocurty th mediante este senillo metodo hisrica,logeo dar algane racSn_de la manera en que riestros éntendimiontosalean-an eas nnciones que tenemos de las oS ¥8 puedo extablecer algunas reels de Ta ceridumbre de nuestro Eonacimiento 0 mostrar fs funcamentos de esas persssones que se eoctentean entre los hombres, tan watns, distin del tol contadcrrins peo afirmadas sin embarsoy en alin Tovey, con tanta seguridad y confianza, que quien consiere ls opiniones de kes hombres, bserve sus contacicckoes, yl vez consiere el ca " 18 DE LAS NOCIONES INNATAS rifio y devocién con que son tenidas, y Ia resolucidn y vehemencia con gue se las defiende, quis’ Hegue a sospechar que o bien no hhay es0 que se llama I verdad, 0 que el hombre no posee Tos ‘medios suficientes para alcanzar un conocimiento cierto de ella, riétodo. Merece la pena, pues, averisuar los limites entre la Wl comeintento,y examinay, tocante a an eas de las enemes un conocimiento cierto, por qué medidas debe- mos cntimiento y moderar nuestras persuasiones, Para este fi 1 al siguiente método: Primero, investigaré el origen de csas ideas, nociones © como wieran llamarse, que un hombre puede advertir y de Tas cusles fs consciente quie tiene en #1 mente, y Ia manera como el entene dimienco Tega # hacerse con ellas. ‘Segundo, intentaré mostrar qué conocimiento tiene por esas ideas el entendimiento, y su certidumbre, su evideneia y su al- ‘Tercero, haré alguna investigacién respecto a Ia naturale=a ya Jos fndamentos de la fe u opinién, con lo que quiero referirme 9 ose asentimiento que otorgamos 2 cualquier proposicion dada en cuanto verdadera; pero de cuya verdad no tenemos atin cono- cimiemto cierto, Agui tendremos oportunidad de examiné nes y Los grados del asentimiento. S38 opini cuales no §4. La utilidad en conocer el aleance de nuestra comprensién SE Stents nara de Ia nataten el coen miento logro deicubrir sus potencias; hasta dénde alcanzan; res ppecto a qué cosis estén en agin grado en proporcién, y dinde thos taicionan, presumo que sera tril para que prevalezca en Ia ‘Ocupada mente de los hombres la conveniencia de ser mis cauta fen meterse con cosas que sobrepasan su comprensién, de elem sts conocimientostespeco una ceprensin Un ‘eral o-perfeta de To. que existe, ssszunn, sin einbarsn, 4 tran inves tener Sufiefonte Iz pra coneucires¢! coneiien. tds su Hecedr, y-pra mostraris cuties son sur debvres Los hmbres encontrain sufcente materia para ccupar ss y pera emplear sus manos con varidad, gusto y eaisfaceiém, sf ho se ponen en osnda eonfeto con st propia coavatten | / Gesperdiion Tos beneticins de que eas manos ein Nets Pong no won lo bastante grandes paratitla todo. No tr deems motor Fara dolernos de In =treches de nucsras monte.a condcion de Aediarlas a alo que puede sermos Stl, pong de ex son enextemo capaces.Y sexé tna dispicencin innperdonable ac como fuer, st desertimamos Tas ventas que nos afeece must con Ghent 3 deseuidamosmejoraro con vista‘ ls fines pat hs canes no fe dado, slo pore hay alsunag cosas que estan fuera de-syaleance. No'seia excusn via de an endo pores exc, alsr que le haci falta Ta Ine dels para megane a cine Dror oficial fue dona canta. La candela que nos alumbea E novotros brila To bastante para todos estos menesters. Los descabriienios ques lis mo Pormite deben sasiacernsy 5 ssbremos emplenr te Bue manera mtetos entendmienton cca do nox oeupeinos de tod lo» objetn dea mnners yeh Ia Pos pion en que se acomodsn a muses: facuades y que sobre tales bases sea capac le proper 4 hosp, Seer rentria.odexemmpladamente una demoracion sin exit e all donde silo postema: apicar a probabidadyy ota e+ 2 DE LAS NOCIONES INNATAS para regit todas nuesteas preocupaciones. Si vamos a descrecrlo todo, solo porque no podemos conacerlo todo con certeza, obra- riamos tan neciamente como un hombre que no quisiera usar sus piernas y permaneciera sentado y pereciera, silo porque carece de alas pata volar. §6. El conocimiento del alcance de nuestras capacidades cura el escepticismo y la pereza. Cuando cenocemos nucstras fuerzas, co- ocemos mejor qué empre reranza de salir adelante; y cuando hemos medido bien el poder de nuestras mentes y hemos calculado lo que podemes esperar deél, no estaremos tentadlos, ni a tstarnos quietos y abstenernos de todo trabajo por desesperacion de no Hegar a saber nada, ni, por otra parte, a poner todo en dda y repucliae todo conocimiento s6lo porque algunas cosas no pueden entenclerse. Es de gran utilidad al marino saber el aleanee de su sonia, aungue no pueda medi con ella todas las profundiclades del ‘océan le basta saber que es suficientemente larga para alcanzer el fondo de aquellos Iugares que son necesarios para dirigir su viaje 7 precaverlo asi contra el peligro de navegar en escollos que pueden acarrearle la ruina. Nuestro negocio agui no es conocer todas Ins fcosas, sino aquellas que tocan a nuestra conducta. Si logramos averiguar esas reglas mediante las cuales una criatura racional, puesta en el estado en que el hombre esta en este mundo, puede y debe gobernar sus opiniones y los actos que de ellas dependan, ya no es necesario preocuparnos porque otras cosas eludan nitestro to. §7. La acasion de este “Ensayo". Estas consideraciones me ofte Cieron Ta primera ocasin para escribir este Ensayo sobre el entendi- mento, porque pensé que el primer paso hacia la satisfaccion de al- unas investigaciones que In mente del hombre facilmente suscita cra revisar nuestto propio entendimiento, examinar nuesteas propias fuerzas y ver a qué cosas estaban adaptadas. Mientras nob eso, sospeché que comensariamos por el ado malo, y que en vano buscariamos Ia satisfaccién que nos proporciona Ia quieta y sours posesién de las verdacles que més ms importan mientras diéramos libertad a nuestros pensamientos para entrar en el vasto océano del ser, como si ese piélago ilimitado fuese In natural e indubitable po- sesién de nuestro entendimiento, donde nada estuviese exento de su deteccidn y nada escapase a su comprensién. Asi, los hombres es tionden sus investigaciones més alla de su capacidad, y rermiten {que sus pensamientos se atrevan en aquellas profundidades en que no encuentran seguro apoyo, ¥ no es maravilla que susciten cucs- NO HAY PRINCIPIOS INNATOS EN LA MENTE 2 jones y muleipliquen disputas, que, no aleanzando jams una solu- tn clara, solo sitven para prolongar y aumentar sus dudas y para Chatiemarfos, por Glkimo, en un perfecto excepticismo. Si, en cam pho, s¢ consideraran bien nuestras capacidades, descubierto 2si el sieance de nuestro conocimiento y encontrado el horizonte fia los limites entre Tas partes iluminadas y oscuras de las cosas, catre Io que podemos comprender y fo que nos es incomprensible, él hombre quizé reconoceria sin dificultad su ignorancia de lo uno, para dediear sus pensamientos y sus lucubraciones, con mayor provecho, a lo otro. 8. Lo que mienta la palabra “idea”. Esto fue lo que me parccis = hecesatio decir respecto a la ocasién de esta investigacién acerca del centendimiento humano. Pero, antes de proseguir con lo que he io a ese propésito, desde ahora debo excusarme con mi lece pot el frecuente uso de la palabra idea que encontrar en el Fratado que va a continuacién. Siendo este término el que, sestin ren. sirve mejor para mentar lo que es el objeto del entendimiento cuando un hombre picasa, lo he empleado para expresar lo que se ceviende por fancasma, nocién, especie, o aquello que sea en qu pa la mente cuando piensa; y no pude evitar el uso fr cucnte de dicho término. Supongo que se me concedera sin dificultad que hay tales ideas en la mente de los hombres: todos tienen conciencia de cllas én si mismos, y las palsbras ¥ los actos de los hombres muestran satisfreroriamente que estén en la mente de los otros. Nuestra primera investigacién ser, pues, preguntar cOmo ene tran las ideas en la mente. Cavireto 1 NO HAY PRINCIPIOS INNATOS EN LA MENTE §1. La manera como adquirimos cualquier conocimiento basta para probar que no es innato. Es opinién establecica entre algu- nos hombres, que hay en el entendimiento ciertos princi tos; ciertas nociones primarias (vowel Evo), caracte jmpresos en la mento del hombre, que el alma recibe en sia primer ser y que trac al mundo con ella. Bastarfa, para con- vencer al desprejuiciado lector de la falsedad de semejante su- posicion, Jimitarme a mostrar (como espero hacerlo en las si- n DE LAS NOCIONES INNATAS xuientes partes ce esta obra) de qué modo los hombres, con el solo empleo de sus facultades naturales, pueden alcancar todo el conocimiento que poseen sin Ia ayuda de ninguna impre- sién innata, y cueden Hegar a la certeza sin tales nociones o Prinipos inners Porque me imasino que ficient, se ine cederi que seria impertinente suponer que son innatas Tas iieas dle color, tratancose de una criatura a quien Dios doté de vista ¥ del poder de recibirlas a partir de los objetos externos, por medio de los ojos. Y no menos absurdo seria atribuir algunas verdades a ciertas impresionss de Ia naturaleza y a ciertos caracteres innatos, cuando podemos observar en nosotros mismos algunas facultades adecuadas para elcanzar tan facil y seguramente un conocimiento de aquellas verdades, como si hubiesen sido originalmente impre- sas en nuestra mente. Empero, come a un hombre no se le permite impunemente seguir sus propios pensamientos en la busea de la verdad cuando Jo conclucen, por poco que sea, fuera del camino habitual, expon- deé Tas razones que me hicieron dudar de la verdad de’ aquella opinidn, para que sirvan de excusa a mi yerro, si en él he incu ido, Io que dejp al juicio de quienes, como yo, estén dispustos la vercad doguiera que la allen. §2. EL aventimienta general constituye el principal argumento, Nada se presupane més cominmente que el que haya unos cier tos principios, tanto especulativos como prictieos (pues se habla de Tos dos), ‘aceptados universalmente por Ia humanidad. De aqui se inliere que deben ser unas impresiones permanentes que reciben [as alma: de les hombres en su primer ser, y quc las traen al mundo con ellas de un modo tan necesario y tan real como sraen dns faculeades que les son inherentes. §3. BI consenso universal no prueba nada de innato. Este argue mento, sacado del consenso universal, tiene en si este inconve- niente: que aun siendo cierto que de hecho hubiera unas verdades aventicas por toda la humanidad, eso no probaria que eran innae czar los hombres a ese universal acuerdo acerca de esas cosas que todos aceptan; Jo que me parece que puede mostrar. 4. “Lo que es, es"; y “es imposible que Ia misma cosa sea y no Sea” Dos propasiciones que no son universalmente asentudas. Pero, Jo que es peor, este argumento del consenso universal que se ha empleado para probar los principios innatos, me parece que mientras hava otro modo de mostrar de qué manera pudieton NO HAY PRINCIPIOS INNATOS EN LA MENTE 23 ‘es una demostracion de que no hay tales principios innacos, por- {ue no hay ninatin principio al cual toda le humanidad preste un xowimiento universal. Comenzaré con los especulativas, ejemplifi- Gand el argument en ess celebrados principios dela demostracién cde que toda cosa que es, ¢5, y de que es imposible que la misma cosa sea 9 no sed, que me parece, entre todos, tendrian el mayor de- echo al titolo de innatos. Gozan de tan firme fama de ser miximas Geuniversal aceptacin, que pareceré extrafio, sin dada, que alguien yo ponga en duda, Sin embargo, me tomo fa libetnd de afirmar ‘que esas proposiciones andan tan lejos de recibir el asentimiento al, que gran parte de Ia humanidad ni siquieta tiene noti- las 5, Es0s principios no estin impresos naturalinerte en el alma, ‘poraue los desconocen los nifios, los idiotas, etcétera... Porque, primero, es evidente que todos ios nifios y Ios idiotas no tisnen. la menor aprehensién o pensamiento de aquella: proposiciones, emejante carencia basta para destruir aguel asenso tinive al, que forosamente tiene que ser el concomitane necesarin de voda verdad innata. Pues me parece casi conttadictorio. de gue hay verdades impresas en el alma que ella oo percibe y no centiende, ya que, si algo significa eso de estar impresas, es que, precisamente, ciertas verdades son percibidas, porque imprimir al en la mente, sin que la mente Io perciba, me parece apenas ine teligible. Si, por lo tanto, los nifios y los idiotas tienen alma, es due tienen mentes con aquellas impresiones, y sera inevitable que Jas perciban y que necesariamente conozcan y asientan a aque verdades; pero como eso no acontece, e+ evidente que no exisien tales impresiones. Porque, si no son nociones naturalmente impre- sas fcomo, entonces, pueden ser innatas? Y si si son nociones mpresis icémo, entonces, pueden no ser conocidas? Decit que una nocién esti impresa en Iz mente, ¥ 2! mismo tiempo decir gue Ia mente In ignota y que atin no Ia advierte, es tanto como reduicir @ pada esa impresian. De ninguna proposicién pusde decirse que exté en la mente, de Ia cual ella no renga atin noticia, de la cual Ro sea atin consciente, Porque si de alguna proposicién puede dlecirse eso, entonces, por Ta misma aan, de todas las proposicion Fes que son ciertas ya las cuales Ia mente es capaz de asentin, podra decirse que estin en la mente y que son impress, Puewo que si acao padiera decirse de lsuna que est en la mert, Ia cus atin no Ta conoce, tiene que ser slo porque es capaz de conovesla; y de eso, en efecto, es capa: Ia mente de todas les verdadles que lle- ue jamais a conocer. Pero es ms, de ese mado pusde haber ver- DE LAS NOCIONES INNATAS dads impresas en Ja mente de que jamés tuvo ni pudo tener conocimiento; porque un hombre puede vivir mucho y al fin morit cn le igaorancia de muchas verdades de que su mente era eapa: de conocer, y de conocerlas con certeze. De tal suerte que si la capa- cidad de conocer es el argumento en favor de la impresién natura a esa Cuenta, todas las verdades que un hombre Hegue a conocer seran, todas, innatas; y este tan gran alegato no pasa de ser sino un, rd muy impropio de hablar; el cual, mientras pretende afitmar lo contrario, nada dice distinto de quienes niegan los principios innates., Porque nadie, creo, jamés negS que la mente sea capaz de conover varias verdaces, La capacidad, dicen, es innata; el conovimiento, adquirido, Pero, ta qué fin, entonces, tanto empefio en favor de ciertas maximas innate? Si las verdades pueden ime primirse en el entendimiento sin ser percibidas, no alcanzo a ver Ja diferencia que pueda haber entse cualesquiera verdades de aque Ia mente sea capaz de conocer, por lo que se refiere a su ore gen. Forzosamente todas son innatas o todas son adventicias, y en vano se intentari distinguirlas. Quien, por lo tanto, hable de nociones innatas en el entendimiento, no puede (si de eve melo simnifica una cierta clase de verdades) significar que tales nociones sean en el entendimiento de manera que el entendimiento no les haya jamas percibido, y de las cuales sea atin totalmente isno- rante. Porque si estas palabras: ser en el entendimiento ticnen alsin sentido recto, significan ser entendidas. De tal suerte que ser en el entendimiento y no set entendido; ser en Ia mente y rnunca ser percibido, es tanto como decir que tna cosa es y no es cn la mente 0 en el entendimiento. Si, por lo tanto, estas dos proposiciones: cualquier cosa que es, es, ¥ es imposible que la mise ‘ma casa sea y no sea, fueran de las impresas por la naturales, los nifios no podeian ignorarlas; los pequefiuelos y todos los dotedos de alma tendrian que tenerlas necesariamente en el entendie ‘miento conocerlas como verdacleras y otorgarles su asentimiento. § 6. Que los hombres las conocen cuando aleanzan el uso de la rae cin, Para evitar esta dificultad, se replica generalmente que todes Jos hombres conocen esas verdades y les prestan su asentimiento cuando aleanzan el uso de la razén, 1o que basta, dicen, para probar que son innatas. Contesto: §7. Se contesta. Las expresiones dedosas, que apenas tienen aliuna significacién, pasan por ser razones claras para quienes, estando prevenidos, no se toman el trabajo de examinar ni Io que ellos rismos dicen. Porque para aplicar aquella réplica con algiin sen = WO HAY PRINCIPIOS INNATOS EN LA MENTE 25 sido accptable a nuestro propésito actual, tiene que significar una Hee fas dos cosast © qUG, tan Pronto como los hombres alcanzan of ooo de Ta razon, esas supuestas inscripciones nativas legan a see ocidas y observadas por ellos; 0 que el uso y el entrena SSrento de In ra29n de los hombres los ayudan a descubrit cs Prinaipios vse los dan a conocer de wn modo cierto. Si la razén los descubriera, no se probaria que son innatos. Gecubrir ess prineipios, y que eso basta para probar que son Sanates, su inodo de argumentar se reduce @ esto: que todas las Hides que la razon nos puede descubrir con certeza y hacernos fir lirmemente a ellas, seen verdades naturalmente impresas, gn le mente, puesto que ese universal asenso, que sesiin se dice es fo que las particulariza, no pasa de significar esto: que, por el uso de la razin, somos capaces de Hlegar a un conocimiento cierto de “'y'Ge asentir on ellas; y 2 esta cuenta, no habra diferencia int entre las maximas de los matemiticas y los teoremas que Gieducen de elas. A Tas unas y a los otros habsi que concederles {que son innatos, puesto que en ambos casos se trata de descubrie tnieatos hechos por medio de la razin, y son verdades que una criatura racional puede Hegar a conocer con certeza, con silo indie correctamente por ese camino sus pensamientos. $9, Es falso que la razén los descubre. Pero icémo pueden pen- sar esos hombres que el uso de In razén sea necesario para des- ccubtir principios que se suponen innatos, cuando Ja razin (si hhemos de ereeslos) no es sino Ia facultad de deducir verdades dksconociday patiendo de princi. propoiones_ xm con cdg Ciertamente, no puede pensarse que sea innato fo que requiere a la razén para ser descubierto, a no ser que, como ya dije, aceptemos que todas las verdades ciertas que la raza’ nos ensefia sean innatas. Seria tanto como pensar que el uso de la renin es tan necesario para que nuestros ojos descubran los ‘objetos visibles, como que sea preciso el uso de Ja raain, 0 st cjercicio, para que nuestro entendimiento vea aquello que esti originalmente grabado en él, y que no puede estar en el entendie tmiento antes de que él lo perciba. De manera que hacer que la toxin descubra esas verdades asi impresas es tanto como decir que el uso de la razén le descubre a un hombre lo que ya sabia antes; y si los hombres tienen originariamente esas verdades im- ppresas © innates, con anterioridad al uso de razén, y sin embargo ‘permanecen en ignorancia de ellas hasta que Hegan @ uso de rae rr 26 DE LAS NOCIONES INNATAS zn, ello equivale a decir que los hombres las conocen y no las conocen al mismo tiempo. i i § 10. Quizi se diga aqui que las demostraciones matemiaticas, y bitras verdades que no son innatas, no socan de asentimiento fan pronto como nos son propuestas, ¥ que en eso se distinguen de aque- llas maxims y de ottas verdades innatas. Ya legaré el momento en que tenga ocasién de hablar con més particularidad del asentie miento otorgado a primera propuesta. Agui tan sélo admitir, y de buen grado, que esas maximas son diferentes de las demostra- ciones matemiticas en esto: que Tas unas necesitan Ia razén, em | pleando pruebas, para captarse y para obtener nuestro asentimien. o, mientras que las otras, tan pronto como se las entiende, son fabrazadas y asentidas sin’ ningun raciocinio. Pero me permit observar que se hace patente aqui la debilidad del subterfugio que onsiste en requerir el uso de Ja razén para el descubrimiento dle esas verdades generales, puesto que precisa confesar que en st deseubrimiento no se hace uso alguno del raciocinio. Y estimo que ‘uienes se valen de esa respuesta no tendrén la osadia de afirmar | que el conocimiento de la maxima, “es imposible que la misma _ cosa sea y no sea”, se debe a una deduccién de nuestra razin, por ue equivaldfa a destruir esa liberalidad de la naturaleza, que al patecer tanto les place, al hacer que el conocimiento de esos prin- cipios dependa del esfucrzo de nuestro pensamiento, Porque todo razonar es bisqueda y es mirar en tomo, y requiere solicitud ¥ aplicacién. iCémo, entonces, suponer, con algin sentido, que lo impreso por Ia naturaleza para servie de fundamento y guia de nuestra razén, ande necesitado del uso de la razén para que lo descubra? § LL Quienes se tomen el trabajo de reflexionar con alguna aten- ign sobre las operaciones del entendimiento, encontrarin que inmediato asenso que Ia mente concede a algunas verdades no depende de uns inscripcién nativa, ni del uso de la razin, sino die una facultad de la mente muy distinta a ambas cosas, sexin ‘veremos mas adelante. La razén, por lo tanto, nada tiene Gue ver cn el otorgamiento de nuestro asenso a esas méximas, si es que decir que “los hombres las conocen y les conceden su asentimiento cuando Hegan @ uso de razin” significa que el uso de la razén nos asiste en el conocimiento de esas maximas, lo que es enteramente falso; y si fuera verdad, s6lo probarie que no son inmates. gi. Cuando se llega a uso de razén, no es el momento en que NO HAY PRINCIPIOS INNATOS EN LA MENTE 7 ttegamos a conocer esas maximas. Si por conocer y asentit a ess fm, cuando Tlegamos al" uso de rainy quer desis «ve maxim namento en que Ia mente las advierte, y que tan pron- ee ee ite nifos Hlegan a uso de razén Megan tambien a co- fe Stas y a asentir en ellas, esto es asimismo falso y frivoo. pce, es falso porque es evidente que esas méximas no estin ‘y, por lo tanto, se sefiala falsamente Ia Ilegida a uso de amo el momento en que se descubren. iCuntos ejem- Tien podemos observar de uso de resin en Tos nifis, mucho Pee de que tengan conocimiento alguno de la maxima de que a nposible que la misma cosa sea y no sea? Y gren parte de la Genre analfabeta y los salvajes se pasan muchos afis, aun de st. sepa ravional, sin jamas pensar en es0, ni en otras proposiciones Scperales semejantes. Admito que los hombres no llezan al cono- Siniento de esas mas abstractas verdacles generales, que se suponen ro alcansar uso de razén; pero afiado que tampoco ‘Bhonces. Esto es asi porgue, aun después de haber Megado al ten de raxin, las ideas generales y abstractas a que se refieren, fatellas maximas generales, tenidas erréneamente 20r principios Jnnatos, no estin forjadas en Ia mente, sino que scn, por cierto, decubvimientos hechos y axiomas introducidos y traidos a lz men- fe por el mismo camino y descubjertos por los mismos pasos que ctras varias proposiciones que nadie ha sido tan extravagante como fara suponerlas innatas, Espero mostrar claramente esto en la fccuencia de esta disertaciin. Admito, por lo tanto, le necesidad de gue los hombres Heguen a uso de razén antes de

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