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LA REVOLUCIÓN JULIANA Y LA

SALUD
EL SALTO CUALITATIVO DEL HIGIENISMO PÚBLICO A LA
ETAPA DE CONSTRUCCIÓN DE LA SALUD PÚBLICA LO
PROVOCÓ EL PRESIDENTE ISIDRO AYORA (1926-1931).

La revolución Juliana y la Salud

Germán Rodas Chaves* (O)11 Julio 2015


Hace noventa años se produjo la revolución juliana, ciclo histórico que se extendió desde 9 de julio
de 1925 hasta el 24 de agosto de 1931 y que estableció un corte al proyecto del Estado
Liberal instituido en 1895. Las dos Juntas Provisionales de Gobierno de la así llamada revolución
juliana (instauradas, en su orden, entre julio de 1925 y enero de 1926 y desde esta fecha hasta marzo
del mismo año) así como la Presidencia interina de Isidro Ayora (abril de 1926-abril de 1929) y
luego la Presidencia Constitucional del propio Ayora (abril 1929-agosto de 1931) desde la
perspectiva de su significación socio-económica, han sido estudiadas y difundidas de manera
constante.
Empero, la singularización de la Juliana en referencia al modelo de salud que puso en marcha -al
calor del pensamiento médico de aquel momento y en el contexto de la historia de las ideas- no ha
sido lo suficientemente tratado, tanto más que su huella fue distinta a la del periodo liberal que en
materia de salud inició el compromiso del Estado para la atención de la enfermedad.
En efecto, la visión humanista ilustrada constituyó la base para que el liberalismo se preocupara de
la población a partir de individualizar el conflicto de la enfermedad, lo cual condujo al primer
periodo alfarista (1895-1901) a confrontar tal problema desde el asistencialismo público,
circunstancia que explica la idea de fortalecer la estructura de las juntas de beneficencia, más allá de
haber puesto en funcionamiento la Junta Superior de Sanidad en Guayaquil, habida cuenta de que las
preocupaciones del régimen por consolidar el poder no le dieron tiempo para resolver la ecuación
salud-enfermedad en el marco de otras perspectivas.
El Gobierno inmediato al de Alfaro, el de Plaza Gutiérrez -que gobernó entre 1901 y 1905 una vez
consolidados los cambios políticos en el país- atendió los conflictos de la salud-enfermedad en el
marco del higienismo público de primer grado; aquello significó que el régimen se preocupara, por
ejemplo, de los controles higiénicos migratorios, del mejoramiento de los sistemas de vacunación o
de la creación del Consejo de Sanidad de Quito.
En el segundo gobierno de Alfaro, entre1906 y 1911, se impulsaron los mecanismos para
institucionalizar la higiene pública. Este proceso -acompañado de decretos, leyes y normas- lo he
denominado higienismo público de segundo grado. Fueron los tiempos en que se propició reformas
fundamentales a la estructura de las juntas de beneficencia, se promulgó la Ley de Sanidad Pública,
se estableció el Servicio de Sanidad Militar, entre otras cosas. El higienismo público de segundo
grado, adicionalmente, atravesó toda la etapa del liberalismo civilista, esto es hasta 1925.
Por su parte, en el periodo juliano hubo importantes modificaciones a los roles de la atención de la
salud dirigidos desde el Estado. En todo caso, se debe precisar que tales comportamientos fueron
diferenciados entre las que ejecutaron las Juntas Provisionales de Gobierno y las que impulsó Isidro
Ayora.
En las Juntas Provisionales de Gobierno la comprensión del higienismo público como un factor para
impedir la enfermedad, llevó a que se edificara una institucionalidad bastante sólida para la época,
capaz de atender las políticas de higiene con visión nacional y estructurada en la descentralización
de competencias. De allí que la mayoría de edad del higienismo en el Ecuador correspondió a esta
etapa que la he denominado como higienismo público de tercer grado, marcado por la presencia de
la Ley de Sanidad y de regulaciones expresas en esta materia, además de la construcción de una
infraestructura sanitaria muy importante. Todo aquello se advierte, por ejemplo, con la creación del
Ministerio de Previsión Social y Trabajo, encargado, también, de asumir las responsabilidades de
sanidad e higiene.
El salto cualitativo del higienismo público a la etapa de construcción de la Salud Pública lo provocó
Isidro Ayora. Las normas laborales en beneficio de los trabajadores, las precauciones para favorecer
los derechos de la mujer y de la niñez, las normas para proteger el final de la vida laboral de los
ciudadanos, formaron parte de un mismo objetivo destinado a precautelar la salud de los
ecuatorianos y con la finalidad de que la salud se constituyera en el resultado de mejores condiciones
sociales proporcionadas a las personas.

Las nuevas fuentes epistemológicas del pensamiento médico-social contribuyeron para dar cuenta
de la realidad señalada y se expresaron en los entornos de la Revolución Juliana. Desde luego que
hubo también otras determinaciones para que se produjera esta circunstancia, como fue la presencia,
en los contextos sociales, de nuevos actores, quienes desde su lucha demandaron atención a sus
derechos, entre ellos el de la salud.
La idea central de atender la salud de la población -que no es lo mismo que solamente combatir a
la enfermedad o construir una ampulosa infraestructura para tal fin- estuvo aparejada de la certeza de
propiciar otras respuestas que protegieran al ser humano para vivir con menores riesgos de
enfermedad; tal perspectiva se abrió paso hace noventa años y fue el antecedente inmediato a la
trascendente tarea que en esta materia de Salud Pública, en los mismos años treinta, emprendieron
los regímenes de Páez y de Enríquez Gallo.
* Historiador de la salud. Coordinador del Taller de Historia de la Salud en la Universidad Andina.

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