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Civilización incaica

La civilización incaica, también llamada civilización inca o civilización quechua, fue la última de las
grandes civilizaciones precolombinas que conservó su Estado independiente (Imperio incaico)
durante la conquista de América, hasta la conquista del Perú (1532-1533). Con la extensión
del imperio, esta fue absorbiendo nuevas expresiones culturales de los pueblos incorporados, y se
ubicó en los actuales territorios del Perú, Bolivia, Ecuador, Chile, Argentina y Colombia.

Desde la ciudad sagrada del Cusco, los quechuas consolidaron un Estado que logró sintetizar los
conocimientos artísticos, científicos y tecnológicos de sus antecesores. Basados en un concepto de
expansión del Estado, el Tawantinsuyu (Imperio inca) recogió aquellos conocimientos y los
potenció. En la actualidad, algunas costumbres y tradiciones de la desaparecida civilización inca
prevalecen aún en Bolivia, Ecuador y el Perú.

La conquista del Perú, realizada entre 1530 y 1540 por los españoles, encabezados por Francisco
Pizarro, puso fin al imperio. Sin embargo, focos de resistencia de los llamados Incas de
Vilcabamba se mantuvieron hasta 1572.

La economía inca se basó en la agricultura que desarrollaron mediante técnicas avanzadas, como
las terrazas de cultivo llamados andenespara aprovechar las laderas de los cerros, así como
sistemas de riego heredados de las culturas preincas. Los incas
cultivaron maíz, maní, yuca, papa, frijoles, algodón, tabaco y coca, entre otras. Las tierras eran
propiedad comunal y se trabajaban en forma colectiva. Desarrollaron también
una ganadería de camélidos sudamericanos (llama y alpaca). Por los excelentes caminos incas
(Cápac Ñan) transitaban todo tipo de mercancías:
desde pescado y conchas spondylus hasta sal y artesanías del interior.

Entre las expresiones artísticas más impresionantes de la civilización inca se hallan los templos
(Sacsayhuamán y Coricancha), los palacios y los complejos estratégicamente emplazados (Machu
Picchu, Ollantaytambo y Písac).

Si bien no puede hablarse de un imperio monárquico socialista, por la clara diferenciación


económica, política y social, el Imperio incaico estableció el sistema de reciprocidad y
complementariedad económica.

Organización política
La organización política incaica fue una de las más avanzadas de América precolombina. A decir de
Luis E. Valcárcel, el propósito del Estado inca era garantizar el bienestar de todos sus súbditos, a
diferencia de otras monarquías históricas que buscaban solo defender los privilegios de grupos
reducidos. El imperio incaico «garantizó a la totalidad de seres humanos, bajo su jurisdicción, el
derecho a la vida mediante la satisfacción plena de las necesidades físicas primordiales de
alimentación, vestido, vivienda, salud y sexo.» Ello se logró organizando de manera meticulosa a
los pobladores, considerados ante todo como actores del proceso de la producción económica, de
modo que pudieran evitar las hambrunas y estar siempre prevenidos ante los embates
destructivos de la naturaleza. El Estado inca tuvo, pues, un alto sentido de previsión social.

La diarquía
Los cronistas españoles, cuyos escritos constituyen la fuente primaria de la historia inca,
interpretaron al sistema político de los incas según su concepción europeísta y occidental. Es por
eso que describieron al gobierno inca como una monarquía absolutista, a la cabeza del cual se
hallaba un solo soberano absoluto, el Inca. Sin embargo, los modernos estudios nos dejan entrever
que existieron dos gobernantes que ostentaron al mismo tiempo el mando. Uno pertenecía a la
parcialidad del Hanan Cuzco (Cuzco alto) y el otro a la del Hurin Cuzco (Cuzco bajo). Esta dualidad
del Hanan y del Hurin se daba también en los curacazgos, y se remonta a la época preincaica; es
pues, típica de la cosmovisión andina.Según Waldemar Espinoza Soriano, si bien en el Imperio
habían dos administradores o jefes máximos, ello no significa que existiesen dos monarquías
paralelas, sino que solo había una, debidamente unificada. Los dos gobernantes tenían sus bienes
y posesiones de manera equivalente, aunque era el de Hanan el que reunía más rango por ser el
que manejaba la vida cívica, política, económica, social y militar; por eso se le llamaba el Sapa Inca.
El otro gobernante, el de Hurin, concentraba en su persona el poder sacerdotal: era el Willaq Umu,
y aunque era de menos rango, no por ello dejaba de tener enorme influencia en las decisiones
imperiales.

La jerarquía imperial
El Sapa Inca o, simplemente, el Inca era pues, el máximo gobernante, que compartía el poder con
el sumo sacerdote o Willaq Umu. Todos sus súbditos debían acatar con sumisión sus órdenes.
Símbolo de su poder era la mascapaicha, una especie de borla de lana roja que ceñía en la cabeza.
Ejercía las funciones de su gobierno desde el palacio particular que cada uno se hacía construir en
el Cuzco. Allí concedía audiencia todo el día y administraba justicia. Pero también viajaba con
frecuencia por todo el territorio de su imperio, llevado en andas sobre hombros de cargadores,
para atender personalmente las necesidades de su pueblo.

Al Inca le seguían en jerarquía:

El Auqui o príncipe heredero. En vida de su padre, ejercía el cogobierno, para ejercitarse en las
funciones imperiales. No necesariamente era el hijo mayor del Inca y de la coya, sino que se lo
escogía de entre todos los hijos del Inca, recayendo el honor sobre quien tuviera las mejores
cualidades para desempeñar tan alta función.

El Tahuantinsuyo Camachic o Consejo Imperial, integrado por cuatro personajes o apus, que tenía
a su cargo el gobierno de cada uno de los suyos o regiones. Algunos autores lo
denominan Suyuyuc Apu. A esos 4 apus habría que agregar, según Guaman Poma de Ayala, a otros
12 consejeros: cuatro por cada uno de los suyos grandes (Chinchaysuyo y Collasuyo) y dos por
cada uno de los de menor tamaño (Antisuyo y Contisuyo). De modo que el Consejo Imperial estaba
representado por 16 consejeros: 4 principales y 12 secundarios.
Organización administrativa
División territorial: Suyos o regiones
Los cronistas afirmaron que el imperio incaico estuvo dividido en cuatro grandes distritos
conocidos como suyos (del quechua suyu, que significa
surco): Chinchaysuyo, Antisuyo, Collasuyo y Contisuyo. El centro de esta división era el
propio Cuzco. Debido a ello, el imperio adoptó el nombre de Tahuantinsuyo, es decir, los
cuatro suyos o regiones, concordantes con los cuatro puntos cardinales. El concepto del suyo era
más que nada demarcativo. No equivalía a una denominación política ni étnica, tan así que nunca
los pobladores del imperio se autodenominaron tahuantinsuyanos. Los suyos se dividían a la vez
en huamanis o grandes provincias, los cuales solían coincidir con las fronteras de los territorios de
los pueblos o etnias sometidas al imperio. Los huamanis se dividían a su vez en sayas o sectores,
que eran dos: Hanansaya o parte alta, y Hurinsaya o parte baja. En cada saya vivía un número
variable de ayllus o grupos familiares.11

Se ha atribuido al inca Pachacútec la creación de este sistema de organización del territorio; sin
embargo sabemos que se trataba de una práctica mucho más antigua.

La base decimal de la administración


Para la mejor administración del imperio, era necesario asegurar que todos trabajaran y
cumplieran lo que se les imponía. Con esta finalidad, los incas crearon una organización decimal
que consistía en una escuela de funcionarios, cada uno de los cuales controlaba el trabajo de diez
que estaban bajo su inmediata autoridad

El Purec o jefe de familia (la base de la sociedad).

El Chunca-camayoc, encargado de una Chunca, es decir, el conjunto de diez familias. Mandaba a


diez purecs y estaba encargado del censo de las personas correspondientes a su jurisdicción,
distribuirles tierras y dirigirles en el trabajo.

El Pachaca-camayoc, funcionario al parecer equivalente al curaca, que controlaba una Pachaca o


conjunto de cien familias. Estaba encargado de vigilar a los chunca-camayocsen el cumplimiento
de sus obligaciones y revisar las decisiones que hubiesen tomado en asuntos de su jurisdicción.

El Huaranga-camayoc, a cargo de una Huaranga o conjunto de mil familias. Supervigilaba a


los pachaca-camayocs; especialmente debía cuidar la exactitud de los registros censales y la
equidad de la distribución de tierras, para evitar que aquellos aprovechasen su autoridad en
perjuicio del bienestar del pueblo.

El Huno-camayoc, al mando de un Huno o conjunto de diez mil familias, amplitud que hace pensar
en una confederación tribal estabilizada por la autoridad del Inca. Supervigilaba a los huaranga-
camayocs. Conservaba los registros censales y de acuerdo con ellos dirigía la política agraria y los
trabajos artesanales. Se hallaba subordinado al Tucuirícuc y al Suyuyuc Apu.
El sistema vial y el transporte
Los Incas se preocuparon por tener buenas vías de comunicación y por ello se dedicaron a
construir a lo largo y ancho de sus dominios una vasta y compleja red de caminos. Estos tenían la
función de integrar y unificar el Imperio.

El Qhapaq Ñan o Camino Real es, indudablemente, el más imponente ejemplo de la ingeniería civil
incaica. Tiene una longitud de 5.200 km y servía de enlace a una red articulada de caminos e
infraestructuras de más de 20.000 km, construidas a lo largo de dos milenios de culturas andinas
precedentes a los incas. Todo este sistema de caminos recorría, superando los potenciales
obstáculos de los candentes desiertos, de la anfractuodidad de las montañas, los zigzag de las
quebradas, las correntadas de los ríos, vinculando diversos núcleos productivos, administrativos y
ceremoniales: cuyo centro era la ciudad del Cuzco, donde, como en la Roma antigua, todos los
caminos confluían.15

El Qhapaq Ñan se dividía en dos ramales longitudinales: el camino de la costa y el camino de la


sierra. Interconectaba localidades tan distantes como Quito, al norte, y Tucumán, al sur. Los
cronistas españoles alabaron no solo su extensión, sino su trazado, anchura y calidad, sobre todo
por el esfuerzo que significó su construcción en medios tan agrestes como los Andes y los
desiertos costeros; tanto así que lo compararon con la red vial del Imperio romano.16 Es evidente
que la red vial incaica facilitó la conquista española, según lo aseveran los entendidos.

Los puentes de piedra o puentes fijos, que se construían en medio de ríos de poco caudal o
quebradas angostas.

Los puentes colgantes, fabricados de resistentes fibras de maguey, que soportaban el peso de
hombres y animales de carga.

Los puentes flotantes o de oroyas, constituidos por grandes cestos o balsas sujetas con gruesas
sogas, que se extendían de una orilla a otra, donde los cabos se sujetaban a peñascos o pilares.
Para cruzar el río el viajante se subía a la balsa y tiraba de la soga, hasta llegar a la otra orilla.

Los tambos
Un tambo era una construcción que servía de depósito de alimentos, vestidos, herramientas y
armas, que los incas hicieron construir a lo largo de los caminos que cruzaban el imperio, a fin de
que allí pudiesen descansar y reparar sus fuerzas los funcionarios, los ejércitos en campaña y aun
el mismo Inca con su séquito. Los viajeros particulares no podían participar de estos beneficios
pues estos estaban obligados a llevar alimentos de su propia tierra. Había tambos aún en los
lugares desiertos y cuando estaban cerca de algún pueblo tenían por objeto evitar que el paso del
ejército y los funcionarios no aumentara la carga tributaria al mismo. Los españoles admiraron
este sistema y lo aprovecharon

Los chasquis
Para llevar las órdenes y disposiciones del Inca a todos los confines del Imperio en la menor
brevedad posible, existió un sistema de correode postas denominado de los chasquis. Estos eran
jóvenes corredores apostados en los caminos y que se cobijaban en chozas. Cada puesto estaba a
una distancia prudencial del otro, aproximadamente de 1.5 km, pues decían que aquello era lo que
un joven podía correr con ligereza, sin cansarse. Cuando el encargado de llevar el mensaje llegaba
al puesto en donde terminaba, anunciaba su llegada por medio de un pututo (trompeta hecha de
concha marina), saliendo a su encuentro otro mozo, que escuchaba el mensaje dos y tres veces,
hasta memorizarlo exactamente y, a su turno, salía a la carrera para transmitirlo al próximo
puesto. Por ello el mensaje debía ser corto, concreto y muy simple para evitar que se olvidasen.
Otras noticias se transmitían por quipus o hilos con nudos, sistema mnemotécnico cuyo significado
solo lo podían descifrar las personas entendidas. De ese modo, se llevaba a cabo una gigantesca
carrera de postas que permitía que las órdenes, noticias, mercaderías, etc., llegara a su destino
con bastante rapidez. Se asegura que así se conocían en Cuzco las noticias de Chile o Quito sólo en
el término de 15 días y aún menos; y que el Inca recibía en su palacio cuzqueño pescado fresco
desde la costa.

Los gobernadores o Apunchic, con atribuciones político-militares. Su labor consistía en mantener


en orden las provincias. Residía en fortalezas ubicadas en puntos estratégicos y rendía cuentas
directamente al Inca y a su Consejo.

El Tucuirícuc o tocricoc, «el que todo lo ve», una especie de supervisor o veedor imperial, que
controlaba a los funcionarios de provincias, y en caso necesario, ejercía las funciones de gobierno.
Se encargaba además de recoger los tributos y remitirlos al Cuzco, de casar a las parejas y de
ejercer la justicia. Como símbolo del poder que le otorgaba el Inca, llevaba siempre un hilo de la
mascapaicha, que era inconfundible para la gente.

El curaca, era el jefe del ayllu o comunidad. Equivalente a cacique. Solía ser el más anciano y sabio
de su pueblo, aunque a veces los incas imponían sus propios curacas en las poblaciones
recalcitrantes a su dominio. Vigilaba por el orden y aplicaba justicia; también se encargaba de
recolectar el tributo para el Inca. Tenía como privilegios el poder entrevistarse con el Inca, de
tener como esposa principal a una aclla cusqueña, además de numerosas esposas secundarias.
Debía enviar a sus hijos al Cuzco, para ser educados junto con la elite inca; con ello, el Estado inca
buscaba quechuizar a la clase dirigencial de las provincias.

Organización social[editar]
El Ayllu[editar]
Artículo principal: Ayllu

La base de la organización social del Tahuantinsuyo estuvo en el Ayllu, palabra de


origen quechua y aymara que significa, entre otras cosas: comunidad, linaje, genealogía,
casta, género, parentesco. Puede definirse al ayllu como el conjunto de descendientes de un
antepasado común, real o supuesto que trabajan la tierra en forma colectiva y con un espíritu
solidario.
En el Imperio todo se hacía por ayllus: el trabajo comunal de las tierras (tanto las del pueblo
mismo como las del Estado); las grandes obras públicas (caminos, puentes, templos); el
servicio militar y otras actividades.
El jefe del ayllu o curaca era el anciano más recto y sabio, asesorado por un grupo de
ancianos. Sin embargo, cuando el peligro amenazaba, el mando militar lo ejercía un sinchi,
guerrero aguerrido y prudente, elegido entre los más fuertes del ayllu.

Clases sociales
La sociedad en el Incanato estuvo organizada a base de clases sociales. Existían dos clases
muy diferenciadas: la Nobleza y el Pueblo. En cada una de estas clases había diversos
niveles.

 Nobleza:
La realeza o la corte imperial, conformada por el Inca (el monarca o rey), la Coya (esposa principal
del Inca) y los príncipes legítimos o auquis.

Nobleza de Sangre, conformada por los descendientes de cada Inca, quienes integraban los ayllus
reales o panacas. Ejercían las más altas funciones, como funcionarios imperiales, gobernadores,
generales, sumos sacerdotes, etc.

Nobleza de Privilegio, cuyos miembros no pertenecían a la familia real, sino que eran nacidos del
pueblo, pero que por sus grandes servicios prestados al Estado (en las guerras, en el culto
religioso, en las obras públicas, etc.) habían alcanzado tal jerarquía. Tal era el caso de los jefes
militares, los sacerdotes y las acllas o escogidas.

Nobleza de las nacionalidades derrotadas, es decir, los curacas y sus parentelas que conformaban
la aristocracia regional y local.

 Pueblo:
Los artesanos, es decir, los que hacían trabajos artesanales: los orfebres, plateros, tejedores,
olleros, chicheros, carpinteros, ojoteros. Los más reputados eran los orfebres y plateros de la costa
(como los chimúes), así como los tejedores de tejidos finos de la región del Collao
(cumbicamayocs).

Los mercaderes, que era una clase muy especial dentro las poblaciones costeras, que se ocupaban
del trueque y del intercambio. Tal es el caso de los tratantes o comerciantes chinchanos y los del
extremo norte del imperio (costa del actual Ecuador), donde eran conocidos como mindalás.
Fueron los españoles quienes le dieron el nombre de “mercaderes”, concepto ajeno a la
mentalidad indígena, que desconocía el uso de la moneda. Controlaban el comercio del spondylus,
estaban exonerados de los trabajos comunales y públicos, aunque tributaban en especie tanto a
su curaca como al Estado imperial.

Los hatunrunas, que quiere decir hombres grandes, conformaban la gran masa del pueblo que se
dedicaba a las labores agrícolas y pastoriles, aunque también prestaban su trabajo en las obras
públicas. Vivían agrupados formando parte de los ayllus. De entre ellos se elegían a los soldados, a
los mitmas y a los yanas. Eran los verdaderos sustentadores del imperio.
Los pescadores, vivían a lo largo del litoral, en pueblos separados de las aldeas campesinas y sin
poseer tierras de cultivo, formando una clase social distinta. No solo pescaban, sino que cazaban
aves y cosechaban eneas que usaban como materia prima para sus embarcaciones y chozas.
Salaban los pescados y los intercambiaban con otros productos.

Los mitmas o mitmaqkunas, llamados también mitimaes, eran aquellos pobladores quechuas
enviados a colonizar los nuevos territorios conquistados y formar así una barrera contra las
poblaciones fronterizas todavía no dominadas por los Incas. Había otro tipo de mitmas, los de las
etnias sometidas, que como castigo a su rebeldía, eran enviados a zonas distantes de su lugar de
origen, para ser sometidos a vigilancia. Este último tipo de mitimaes aumentó en los años
inmediatamente anteriores a la conquista española.

Los yanas, eran prisioneros de guerra o bien solo simples individuos desarraigados de sus ayllus
por capricho del Inca o del curaca para ejercer como siervos, en tareas domésticas, agrarias y
pastoriles. El Inca solía donar yanacunas a los altos dignatarios, a los jefes guerreros y a los
curacas. El estatus del yanacuna era de por vida y lo transmitía a sus descendientes. De acuerdo a
quien sirviera recibía diversos nombres. Cuando lo hacían en beneficio de personas o familias, se
los llamaba yanas o yanacunas; cuando estaban al servicio del Inca y del Estados, se los
denominaba yanayacos o yanayacocunas.

Las mamaconas o acllas, mujeres que desde temprana edad eran reclutadas de todo el imperio
para ser internadas en los acllahuasis. Allí se dedicaban a la fabricación de textiles, la preparación
de bebidas para los ritos, y otras labores; algunas eran seleccionadas para convertirse en las
esposas secundarias del Inca o para ser entregadas como premio a los curacas y jefes principales.

Las pampayrunas o mitahuarmis eran mujeres que por mandato del Estado estaban obligadas a
ejercer la prostitución, pero fuera de las poblaciones, en el campo. Se trataba de mujeres
prisioneras, capturadas en las guerras. Así se pretendía evitar que hubieran violaciones u otro tipo
de acoso de parte de los jóvenes solteros hacia las muchachas o las mujeres casadas.

Los piñas o pinas, eran prisioneros de guerra, que estaban en el último escalón de la pirámide
social del Imperio. De acuerdo a Waldemar Espinoza, estaban sometidos a la esclavitud, pero solo
al servicio del Inca y del Estado imperial; no habían piñas al servicio de particulares. Se los
destinaba a las plantaciones de coca (cocales) en la ceja de selva, donde el trabajo era muy
extenuante. Sin embargo, no se puede considerar esclavista al Estado inca, pues el número de
esos piñas era ínfimo en comparación con el número total de la población.

Economía
La economía incaica estaba basada en la previsión y planificación de todas las etapas del proceso
productivo. En el Tahuantinsuyo, nada estaba fuera del control permanente y directo del Estado,
que, haciendo suyas las experiencias tecnológicas y culturales desarrolladas por las culturas
preincas, organizó un aparato productivo, fundamentalmente agrícola, que dio solución a los
problemas de alimentación, vestido, vivienda y seguridad social de una población cada vez más
numerosa.

No hay consenso en cuanto al cálculo sobre el número de pobladores que albergaba el imperio
inca a la llegada de los españoles. John Rowe lo calculó en seis millones; por su parte, Noble David
Cook (1981) lo elevó a nueve millones. Otros investigadores dan cifras menores.

El trabajo
El trabajo era considerado como una función social de la que no podía eximirse ningún individuo;
era pues obligatorio. Todos los habitantes del Imperio, hombres y mujeres, debían trabajar, pero
no era igual para todos sino que se asignaba a cada individuo según sus capacidades. A nadie se le
exigía más de lo que podía dar; así, el niño trabajaba mucho menos que el joven y éste menos que
el adulto, edad en la que se exigía el máximo esfuerzo, descendiendo después la exigencia a
medida que iba ascendiendo la edad.

El trabajo era colectivo, pues siempre lo hacían con la intervención de todos los miembros de la
comunidad o ayllu, los mismos que se ayudaban mutuamente unos a otros. Modalidades de
trabajo comunitario eran la mita, el ayni y la minca.

El ayni.- Consistía en la ayuda mutua o recíproca que se prestaban las familias que componían el
ayllu, principalmente en las labores del campo. Cuando un miembro del ayllu no podía labrar su
parcela, venía otro a ayudarle en esa labor; luego aquel devolvía el favor de similar manera.

La minca.- Consistía en el trabajo en masa que realizaban los ayllus para cultivar las tierras del Inca
y del Sol o cuidar sus rebaños. El Inca y los sacerdotes les proporcionaban todo lo necesario:
herramientas, vestidos, bebidas, etc.

La mita.- Era el trabajo obligatorio y por turno que debían prestar por tres meses al año los
varones de 25 a 50 años de edad en las grandes obras públicas: caminos, puentes, templos,
palacios, fortalezas, el laboreo de las minas, el cultivo de la coca, el servicio militar, y también
servicios como el de los chasquis y el de la guardianía de los puentes.

División de las tierras


De acuerdo a los cronistas, las tierras del Imperio se dividían en tres sectores:

Tierras del Sol, destinadas a la obtención del alimento necesario para la ofrenda de los dioses y
para el sustento de la clase sacerdotal encargada del culto.

Tierras del Inca o del Estado, destinadas a proporcionar alimento al Inca, su familia, la nobleza y
los funcionarios. De estas tierras se sacaba también alimento para la gente que trabajaba al
servicio del Inca, para los ejércitos en campaña y para ayudar a los pueblos que por alguna
catástrofe perdían sus cosechas. Estos alimentos se guardaban en los graneros. Tanto las tierras
del Sol como las del Inca eran trabajadas en comunidad por el pueblo.
Tierras del Pueblo, eran de mayor extensión destinadas a los ayllus para que obtuvieran su
sustento. Cada año se hacía el reparto de estas tierras entre los hombres y mujeres aptos para
realizar las labores agrícolas. Cada hombre casado recibía un tupu (o topo), otro por cada hijo
varón y medio tupu por cada hija mujer. De acuerdo a las informaciones del Inca Garcilaso,
un tupu era igual a una fanegada y media (2.880 m2) y representaba una extensión de tierra
donde se podía sembrar un quintal de maíz (46 kg). En realidad, según la opinión de Baudin,
un tupu era el lote de terreno necesario para cultivar lo suficiente para una familia sin niños. Su
extensión debía variar según la clase de tierra.

Sin embargo, el sistema de propiedad de la tierra era mucho más complejo. Habían también
tierras que eran de propiedad de los ayllus reales y de las panacas; otras que eran destinadas para
sustentar a las huacas en el mantenimiento de su culto; otras que estaban en posesión de los
curacas regionales o locales.

Agricultura
Los incas se valieron de varias técnicas para ganar terrenos de cultivo (andenes, camellones,
hoyas, pozas secas), así como usaron y ampliaron los sistemas de riego heredados de las culturas
preincaicas (acueductos y canales). Todo ello se amplía en la sección de Tecnología agrícola.

Se estima que los incas cultivaron más de ochenta especies vegetales, entre ellas especies
alimenticias como la papa, el camote, el maíz, el olluco, la oca, la quinua, el ají, el tomate, el maní,
el pallar, la palta, la yuca y el frijol. Es de destacar la papa, cuya domesticación ha sido el gran
aporte de la civilización andina para la alimentación mundial. Domesticaron más de 200
variedades de papa. Se las consumía sancochadas, con cáscara y todo, y también se las sometía a
procesos de conservación, obteniendo la papaseca y el chuño.

El maíz, domesticado en el Antiguo Perú de manera independiente con respecto a México, fue
también la base de la alimentación y era comido en muy variadas formas: tostado (cancha),
sancochado (mote) y en una especie de pan llamado tanta. Sus hojas eran consumidas como
legumbres y de sus granos hacían también la famosa chicha o acja, la bebida preferida del Imperio.

Cultivaron también plantas industriales como el algodón y el magüey. Del algodón hicieron tejidos.
Del maguey aprovecharon sus fibras para hacer sogas resistentes y calzados. Otras plantas
cultivadas fueron la tabaco (sairi) y coca (cuca) para uso ritual y medicinal.

Ganadería
La ganadería, a diferencia de la agricultura, fue menos favorecida. Esto se debió a la
escasa fauna andina. Aun así, constituyó la única ganadería existente en la América precolombina,
constituida por los dos camélidos sudamericanos domesticados: la llama y la alpaca, de los que
aprovechaban tanto su carne para alimento, como su fibra o lana para sus vestimentas. La llama
también fue utilizada como medio de transporte de carga. Aprovecharon también la carne y la
lana de la vicuña y el guanaco (camélidos salvajes), para lo cual organizaban cacerías
llamadas chacos o chakus. A los camélidos sudamericanos se les llama también auquénidos,
término erróneo que no debe usarse, pues auchenia corresponde científicamente a un grupo de
insectos de la familia de los Curculiónidos (gorgojos).

Criaron también el cuy, roedor andino que hasta hoy es la base de muchos potajes de
la gastronomía andina. Se los alimentaba con las hojas de las mazorcas de maíz (panca) y hierbas.
Se aprovechaba también una especie de cuy silvestre, llamado cari. En la costa se criaba una
especie de pato, hoy ya extinguido; también se consumía la carne de perro, especialmente entre
los huancas.

La ganadería se relacionaba estrechamente con la agricultura. Los incas no concebían una sin la
existencia de otra. Al igual que la agricultura, la ganadería estaba distribuida entre el Sol, el Inca, la
nobleza y el pueblo.

Religión
Los incas adoraban al dios sol al que llamaban Inti, así como a la luna y a los fenómenos naturales.

La cosmovisión andina fue de carácter politeísta, animista y totémica. En los andes vivieron gran
cantidad de creencias, cada cual con un componente étnico. Se creía en la existencia de tres
mundos: superior (Hanan Pacha), medio (Kay Pacha) e inferior (Uku Pacha); y en un dios
creador Viracocha.

El culto quechua, era presidido por el Inca, considerado hijo del sol y asistido por los siguientes
personajes:

El Sumo sacerdote inca, llamado Willaq-Uma o Huíllac-Uma (en quechua: «cabeza de los
presagiadores o adivinos»), tenía entre sus funciones: presidir las ceremonias religiosas, velar por
la ortodoxia del culto, aconsejar al Inca, etc.

Las acllas: fueron mujeres separadas de sus familias y dadas como tributo por las diversas regiones
del Tahuantisuyo. Por lo general realizaban labores al servicio del Estado y la religión. Vivían en
los Acllahuasis, edificios ubicados en diferentes regiones del Perú. Destacan los acllahuasis del
Cuzco y Pachacámac.

Divinidades
.

Wiracocha: fue una divinidad panandina, de origen preinca. Era un dios adorado por la nobleza
cusqueña.

El Sol (Inti): fue el dios oficial en el Tawantinsuyo, difundido por el inca Pachacútec.

La Luna (Mama Killa). Diosa del cielo y las estrellas, protectora de las mujeres (coyas y acllas) y
esposa del dios Inti.
Pachacámac: fue el dios más importante de la costa central.

Illapa: dios del rayo.

Pachamama: madre tierra.

Mama Cocha: madre de los lagos.

Coyllur: diosa de las estrellas.

Apus: dioses de las montañas, los montes tutelares

Arquitectura y urbanismo
Tres fueron las grandes características de la arquitectura inca: solidez, sencillez y simetría.56 Las
construcciones del pueblo fueron rústicas; en cambio, las realizadas por el Estado inca para las
funciones de la administración, la defensa y el culto fueron complejas y monumentales. Esta
arquitectura pública tiene un estilo altamente funcional que se distingue principalmente por sus
técnicas avanzadas de planificación territorial, y el refinado uso de la piedra. En la costa el material
preferente era el adobe. Se mencionan tres momentos en esta arquitectura: el ciclópeo o el de las
grandes piedras; el poligonal o de las piedras de muchos ángulos; y el imperial, con sus piedras en
forma de sillares rectangulares o cuadrados. Hasta hoy causa asombro el tamaño de las piedras en
algunos edificios, y el ensamblado de piedras de diferente forma y tamaño (alguna de hasta de
doce ángulos), sin usar argamasa y que encajan tan perfectamente que entre sus junturas no pasa
ni una hoja de papel.57 En cuanto al plano, los edificios son de base rectangular y de un solo piso;
característica netamente inca es la ventana de forma trapezoidal.58

Los ejemplos más típicos de esta arquitectura se encuentran en la ciudad que fue la capital de los
incas, Cuzco, donde destacan Sacsayhuamán y el Coricancha. Otros complejos importantes fueron
las de Písac, Ollantaytambo y Machu Picchu.

La ciudadela de Machu Picchu fue descubierta científicamente en 1911 por el


estadounidense Hiram Bingham. Está ubicada a casi 2400 metros de altura, en la provincia de
Urubamba, departamento del Cusco, en pleno Andes Amazónicos. Se trata de un conjunto de
palacios, torreones militares (sunturhuasis) y miradores, que se elevan entre los picachos Machu
Pichu (cumbre vieja) y Huayna Pichu (cumbre joven). Es sin duda una de las realizaciones más
impresionantes de la ingeniería a nivel mundial. Pocas obras como esta muestran tanta armonía
con el entorno natural. Fue construido, según todas las probabilidades, en el reinado de
Pachacútec, en el siglo XV.59 Actualmente es uno de los sitios arqueológicos más importantes del
mundo y el principal destino turístico del Perú. En 1983, fue incluida por la Unescoen la lista
del Patrimonio de la Humanidad.60

Sacsayhuamán, es un extenso complejo arquitectónico situado a pocos kilómetros del Cuzco,


conformado por tres murallas en zig zag, levantadas con bloques ciclópeos de granito, que se
conservan todavía en muy buen estado. Actualmente parece un amontamiento de piedras
enormes, pero en su momento de esplendor tenía torreones y otras construcciones menores en su
cima, que fueron destruidas por los españoles. Estos desconocían su verdadera función y la
llamaron “fortaleza”, es decir, le atribuyeron una función militar; sabemos ahora que lo más
probable es que haya tenido una función religiosa (templo del Sol) y científica (observatorio
astronómico), y/o administrativa.61

El Coricancha, que significa recinto de oro, era el principal templo del Sol situado en el Cuzco, que
está construida con mampostería de piedra encajada cuidadosamente sin argamasa (simulando
una mazorca de maíz). Interiormente se dividía en varias habitaciones con hornacinas destinadas a
las ofrendas o las imágenes: la principal estaba dedicada al Sol, con paredes recubiertas con
planchas de oro; y la segunda, dedicada a la Luna, cubierta con planchas de plata; y otras había
para Huiracocha, el trueno y el relámpago, y los dioses de las provincias sometidas por los incas,
aparte de las habitaciones de los sacerdotes y las mamaconas.62 Sobre sus muros se eleva
actualmente el Convento de Santo Domingo.63

Entre otros templos importantes que se conservan, cabe citar la de la Casa del Sol en la isla
del lago Titicaca; y el templo de las Tres Ventanas en Machu Picchu. En cuanto a los palacios, se
destaca el de las Ñustas, también localizado en Machu Picchu; el Amarucancha y el Colcampata, en
el Cuzco.

También es representativa de la arquitectura inca el complejo de Tambo Colorado en Pisco y el


sector Inca de la Huaca "La Centinela" centro administrativo de los chinchas en Chincha, ambas
en departamento de Ica.

Es de destacar el sentido urbanista que dieron los incas a sus obras públicas. El plano de sus
ciudades estaba basado en un sistema de avenidas que convergían en una plaza abierta rodeada
de edificios administrativos y religiosos. Además, supieron convertir en habitables terrenos
naturalmente inhóspitos, cuando en Europa no existía nada que se le equiparara, pues la geografía
europea es benigna para la habitabilidad del hombre (ni las montañas, ni los bosques, ni la altitud
de los terrenos alcanzan las dimensiones que el antiguo hombre peruano tuvo que vencer para
realizar sus proezas de arquitectura y urbanismo). El ordenamiento territorial y urbano obedecían
a una planificación y a un razonamiento lógico que hasta el día de hoy puede observarse en los
restos arqueológicos. Mientras tanto en la España de su apogeo mundial (siglo XVI) no era posible
ver el final de una calle, sin que se atravesaran otras. El ordenamiento urbano llamado "moderno"
no llegaría a Europa sino varios siglos después.

Otros logros destacables incluyen la construcción de puentes colgantes a base de sogas (algunos
de casi cien metros de longitud), los extensos caminos empedrados que comunican la variada
geografía andina, los canales de regadío y acueductos.

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