Está en la página 1de 81

“EL CAPITAL”

visto por su autor

Carlos Marx
Federico Engels
Semblanza,
prólogos,
comentarios,
correspondencia,
sobre “El Capital”
y su autor
7

PRESENTACIÓN

a clase obrera tiene y asume la responsabilidad histórica

L de colocarse a la cabeza de las demás clases trabajado-


ras, para oponerse y combatir al capitalismo y al impe-
rialismo, para derrocarlos e implantar el poder popular, la dic-
tadura del proletariado y construir el socialismo.
Esa tarea es una hazaña gigantesca que incorpora como
“El Capital” visto por su autor protagonistas a millones de seres, a las masas trabajadoras, a
C. Marx – F. Engels los pueblos y a la juventud.
(1843 – 1895) Esa gran proeza es la revolución social del proletariado, sig-
nifica el derrumbamiento del viejo mundo de la propiedad pri-
Ediciones de la revolución ecuatoriana vada, los privilegios y la explotación, y su sustitución por el
Colección mundo de la igualdad social, por la sociedad de los trabajado-
40 Aniversario del res.
Partido Comunista Marxista Se trata de la primera revolución hecha por las mayorías en
Leninista del Ecuador beneficio de ellas mismas.
El cumplimiento de ese compromiso por parte de la clase
Publicación a cargo del obrera requiere la guía de la teoría revolucionaria, de la doc-
COMITE UNIVERSITARIO (UC) trina del proletariado, del marxismo leninismo.
del PCMLE El marxismo leninismo es la teoría revolucionaria más
avanzada que ha sido elaborada por la humanidad a lo largo
Edición: 1.000 ejemplares
de su milenario devenir. Es un sistema filosófico, la concepción
1ro. de Agosto de 2004 del mundo de la clase obrera. A través del marxismo leninismo
Quito – Ecuador los proletarios explican el mundo, pero, fundamentalmente, con
8 9

su guía, con sus principios son capaces de transformar el mun-


do, de organizar y hacer la revolución.
El marxismo leninismo se encarna, se convierte en fuerza
material, en la existencia y la lucha del partido comunista, en
los combates de los trabajadores y los pueblos.
“El marxismo leninismo no es un dogma, es una guía pa- Introducción
ra la acción”. Esta es una afirmación expresa de los Clásicos,
es una verdad corroborada por la práctica social de millones de
trabajadores, por varias revoluciones victoriosas.
Plenamente convencido de esta realidad, el PCMLE, al cum-
plir 40 años de lucha por la revolución, renueva su disposición Las cartas de que Marx escribiera a Engels durante el largo
y decisión de continuar el combate por la el socialismo; dispo- periodo de elaboración teórica de El Capital, constituyen una
ne sus fuerzas para enfrentar nuevas batallas, para crecer y for- fuente inagotable de nuevos conocimientos sobre la estructura y
talecerse, para la forja de un poderoso movimiento revolucio- la problemática de la obra fundamental del materialismo histó-
nario de las masas trabajadoras, para hacer uso legítimo de la rico.
violencia revolucionaria. A través de ellas el lector puede seguir de cerca los pasos, a
Una de las maneras como los marxista leninistas del Ecua- veces terriblemente difíciles que llevan a Marx a culminar su
dor perseveramos en nuestro cometido revolucionario es la pu- teoría; cómo veía el autor su propio trabajo; cuáles eran a su jui-
blicación de la COLECCIÓN CUARENTA ANIVERSARIO. cio, los obstáculos principales de orden científico; bajo qué con-
Se trata de la publicación de una serie de materiales teóri- diciones extremadamente penosas, estudió de hecho toda la li-
cos, de la autoría de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Enver Hox- teratura económica que estuvo al alcance de su mano en el Bri-
ha y otros revolucionarios destacados. tish Museum para dejar finalmente a la clase obrera la más só-
Son títulos cuya edición es responsabilidad de los Comités lida fundamentación de su misión histórica y una exposición
Provinciales, de las Comisiones adjuntas al Comité Central que magistral del método materialista: El Capital.
se involucran en este esfuerzo. Completa este volumen los prólogos a ediciones sucesivas de
Están dirigidos a los militantes del PCMLE, a nuestros com- la obra y comentarios escritos por Engels, su íntimo colabora-
pañeros y amigos, a los hombres y mujeres de la clase obrera y dos y amigo, que contribuyen a esclarecer en toda su significa-
los pueblos del Ecuador. Pretenden constituirse en una nueva ción el pensamiento marxista.
herramienta para adelantar la lucha revolucionaria, para acer- Una semblanza biográfica también debida a Engels, permite
car el día de la victoria. situar en la vida de Marx los momentos culminantes de la evo-
lución de su pensamiento.
Comisión de Educación Política del
Comité Central del PCMLE (Presentación de la edición
de “Colección 70”, en 1970)
I

Federico Engels

EL AUTOR DE
“EL CAPITAL”
“El Capital” visto por su autor 13

La vida
y la obra de
Carlos Marx

Carlos Marx, el hombre que dio por vez primera una base
científica al socialismo, y por tanto a todo el movimiento obre-
ro de nuestros días, nació en Tréveris, en 1818. Comenzó a es-
tudiar jurisprudencia en Bonn y en Berlín, pero pronto se entre-
gó exclusivamente al estudio de la historia y de la filosofía, y se
disponía, en 1842, a aspirar a una cátedra de filosofía, cuando el
movimiento político producido después de la muerte de Federi-
co Guillermo III orientó su vida por otro camino. Los caudillos
de la burguesía liberal renana, los Camphausen, Hansemann,
etc., habían fundado en Colonia, con su cooperación, la Gaceta
del Rin; y en el otoño de 1842, Marx, cuya crítica de los deba-
tes de la Dieta provincial renana1 había producido enorme sen-
sación, fue colocado a la cabeza del periódico. La Gaceta del
Rin publicábase, naturalmente, bajo la censura, pero ésta no po-
día con ella.2 El periódico sacaba adelante casi siempre los artí-
1 C. Marx. Debates de la sexta Dieta provincial renana (artículo primero).
Debates sobre la libertad de la prensa y sobre la publicación de las actas de
la asamblea estamental. Debates de la sexta Dieta provincial renana (artícu-
lo tercero). Debates sobre la ley acerca del robo de madera. (Véase C. Marx
y F. Engels, Obras, 2ª ed. en ruso, t. I. págs. 30–84 y 119–160.) (Nota de la
Edit.)
2 El primer censor de la Gaceta del Rin fue el consejero de policía Dolles-
14 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 15

culos que le interesaba publicar: se empezaba echándole al cen- rece que el mediador fue el señor Alejandro de Humboldt–, que
sor cebo sin importancia para que lo tachase, hasta que, o cedía se le expulsase de Francia. Marx trasladó su residencia a Bruse-
por sí mismo, o se veía obligado a ceder bajo la amenaza de que las, donde en 1847, publicó en lengua francesa la Miseria de la
al día siguiente no saldría el periódico. Con diez periódicos que Filosofía, crítica de la Filosofía de la Miseria, de Proudhon, y,
hubieran tenido la misma valentía que la Gaceta del Rin y cu- en 1848, su Discurso sobre el libre cambio. Al mismo tiempo
yos editores se hubiesen gastado unos cientos de táleros más en encontró ocasión de fundar en Bruselas una Asociación Obrera
composición se habría hecho imposible la censura en Alemania Alemana, con lo que entró en el terreno de la agitación práctica.
ya en 1843. Pero los propietarios de los periódicos alemanes Esta adquirió todavía mayor importancia para él al ingresar en
eran filisteos mezquinos y miedosos, y la Gaceta del Rin bata- 1847, en unión de sus amigos políticos, en la Liga de los Comu-
llaba sola. Gastaba a un censor tras otro, hasta que, por último, nistas, liga secreta, que llevaba ya largos años de existencia. To-
se la sometió a doble censura, debiendo pasar, después de la pri- da la estructura de esta organización se transformó radicalmen-
mera, por otra nueva y definitiva revisión del Pegierungs-präsi- te; la que hasta entonces había sido una sociedad más o menos
dent.3 Mas tampoco esto bastaba. A comienzos de 1843, el Go- conspirativa, se convirtió en una simple organización de propa-
bierno declaró que no se podía con este periódico, y lo prohibió ganda comunista –secreta tan sólo porque las circunstancias lo
sin más explicaciones. exigían–, y fue la primera organización del Partido Socialdemó-
Marx, que entretanto se había casado con la hermana de van crata Alemán. La liga existía dondequiera que hubiese asocia-
Westphalen, el que más tarde había de ser ministro de la reac- ciones de obreros alemanes; en casi todas estas asociaciones, en
ción, se trasladó a París, donde editó con A. Ruge los Anales Inglaterra, en Bélgica, en Francia y en Suiza, y en muchas aso-
franco–alemanes, en los que inauguró la serie de sus escritos ciaciones de Alemania, los miembros dirigentes eran afiliados a
socialistas, con una Crítica de la filosofía hegeliana del Dere- la Liga, y la participación de ésta en el naciente movimiento
cho. Después, en colaboración con F. Engels, publicó La Sagra- obrero alemán era muy considerable. Además, nuestra Liga fue
da Familia. Contra Bruno Bauer y consortes, crítica satírica de la primera que destacó, con su propia actuación, el carácter in-
una de las últimas formas en las que se había extraviado el idea- ternacional de todo el movimiento obrero; contaba entre sus
lismo filosófico alemán de la época. miembros a ingleses, belgas, húngaros, polacos, etc., y organi-
El estudio de la Economía Política y de la historia de la Gran zaba, principalmente en Londres, asambleas obreras internacio-
Revolución Francesa todavía le dejaba a Marx tiempo para ata- nales.
car de vez en cuando al Gobierno prusiano; éste se vengó, con- La transformación de la liga se efectuó en dos congresos ce-
siguiendo del ministerio Guizot, en la primavera de 1845 –y pa- lebrados en 1847, el segundo de los cuales acordó la redacción
y publicación de los principios del partido, en un manifiesto que
chall el mismo que en cierta ocasión había tachado en la Kölnische Zeitung habían de redactar Marx y Engels. Así surgió el Manifiesto del
(Gaceta de la Colonia) el anuncio de la traducción de la Divina Comedia, de Partido Comunista,4 que apareció por vez primera en 1848, po-
Dante, por Philalethes (el que más tarde había de ser el rey Juan de Sajonia). co antes de la revolución de febrero, y que después ha sido tra-
con esta observación: “Con las cosas divinas no se deben hacer comedias”.
(Nota de Engels.)
3 En Prusia, representante del poder central en la provincia. (Nota. de la 4 Véase Manifiesto del Partido Comunista y otros escritos políticos. Col.
Edit.) 70, Núm. 63.
16 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 17

ducido a casi todos los idiomas europeos. imperio denunciaba desde Francfort al fiscal de Colonia artícu-
La Deutsche–Brüsseler Zeitung, en la que Marx colaboraba lo tras artículo, para que se abriese proceso judicial; el periódi-
y en la que se ponían al desnudo implacablemente las bienaven- co seguía redactándose e imprimiéndose tranquilamente, a la
turanzas policíacas de la patria, movió nuevamente al Gobierno vista del cuerpo principal de guardia, y su difusión y su fama
prusiano a maquinar para conseguir la expulsión de Marx, pero crecían con la violencia de los ataques contra el Gobierno y la
en vano. Mas, cuando la revolución de febrero provocó también burguesía. Al producirse, en noviembre de 1848, el golpe de Es-
en Bruselas movimientos populares y parecía ser inminente en tado de Prusia, la Nueva Gaceta del Rin incitaba al pueblo, en
Bélgica un cambio radical, el Gobierno belga detuvo a Marx sin la cabecera de cada número, para que se negase a pagar los im-
contemplaciones y lo expulsó. Entretanto, el Gobierno provisio- puestos y contestase a la violencia con la violencia. Llevado an-
nal de Francia, por mediación de Flocon, le había invitado a te el Jurado, en la primavera de 1849, por esto, y por otro artí-
reintegrarse a París, invitación que aceptó. culo, el periódico salió absuelto las dos veces. Por fin, al ser
En París, se enfrentó ante todo con el barullo, creado entre aplastadas las insurrecciones de mayo de 1849, en Dresde y la
los alemanes allí residentes, por el plan de organizar a los obre- provincia del Rin, y al iniciarse la campaña prusiana contra la
ros alemanes de Francia en legiones armadas, para introducir insurrección de Badem–Palatinado, mediante la concentración y
con ellas en Alemania la revolución y la república. De una par- movilización de grandes contingentes de tropas, el Gobierno se
te, era Alemania la que tenía que hacer por sí misma la revolu- creyó lo bastante fuerte para suprimir por la violencia la Nueva
ción, y de otra parte, toda legión revolucionaria extranjera que Gaceta del Rin. El último número –impreso en rojo– apareció el
se formase en Francia nacía delatada, por los Lamartines del 19 de mayo de 1849.
Gobierno provisional, al Gobierno que se quería derribar, como Marx se trasladó nuevamente a Paris, pero pocas semanas
ocurrió en Bélgica y en Badem. después de la manifestación del 13 de junio de 1849 el Gobier-
Después de la revolución de marzo, Marx se trasladó a Colo- no francés lo colocó ante la alternativa de trasladar su residen-
nia y fundó ahí la Nueva Gaceta del Rin, que vivió desde el 1 de cia a la Bretaña o salir de Francia. Optó por esto último y se fue
junio de 1848 hasta el 19 de mayo de 1849. Fue el único perió- a Londres, donde vivió desde entonces sin interrupción.
dico que defendió, dentro del movimiento democrático de la La tentativa de seguir publicando la Nueva Gaceta del Rin,
época, la posición del proletariado, cosa que hizo ya, en efecto, en forma de revista (en Hamburgo, en 1850), hubo de ser aban-
al abrazar sin reservas el partido de los insurrectos de junio de donada algún tiempo después, ante la violencia creciente de la
1848 en París, lo que le valió la deserción de casi todos los ac- reacción. Inmediatamente después del golpe de Estado en di-
cionistas. En vano la Kreuz Zeitung señalaba el “Chimborazo de ciembre de 1851 en Francia, Marx publicó El Dieciocho Bru-
insolencia” con que la Nueva Gaceta del Rin atacaba todo lo sa- mario de Luis Bonaparte5 (Boston, 1852; segunda edición,
grado, desde el rey y el regente del imperio hasta los gendarmes, Hamburgo, 1869, poco antes de la guerra). En 1853, escribió las
y esto en una fortaleza prusiana, que tenía entonces 8,000 hom- Revelaciones sobre el proceso de los comunistas en Colonia
bres de guarnición; en vano clamaba el coro de filisteos libera- (obra impresa primeramente en Basilea, más tarde en Boston y
les renanos, vuelto de pronto reaccionario; en vano el estado de
sitio decretado en Colonia, en el otoño de 1848, suspendió por 5 C. Marx y F. Engels, Obras Escogidas, Ed. Progreso, Moscú, 1969, págs.
largo tiempo el periódico; en vano el Ministerio de Justicia del 97–185.
18 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 19

reeditada recientemente en Leipzig). no de septiembre, aparecía en la letra “V” esta partida: “Vogt; le
Después de la condena de los miembros de la Liga de los Co- fueron entregados, en agosto de 1859... 40,000 francos”.
munistas en Colonia, Marx se retiró de la agitación política y se Por fin, en 1867, vio la luz en Hamburgo el tomo primero de
consagró, de una parte, por espacio de diez años, a estudiar a El Capital. Crítica de la Economía Política, la obra principal de
fondo los ricos tesoros que encerraba la biblioteca del Museo Marx, en la que se exponen las bases de sus ideas económico-
Británico en materia de Economía Política, y de otra parte, a co- socialistas y los rasgos fundamentales de su crítica de la socie-
laborar en New York Tribune, periódico que, hasta que estalló la dad existente, del modo de producción capitalista y de sus con-
guerra norteamericana de Secesión, no sólo publicó las corres- secuencias. La segunda edición de esta obra que hace época, se
pondientes firmadas por él, sino también numerosos artículos publicó en 1872; el autor se ocupa actualmente de la prepara-
editoriales sobre temas europeos y asiáticos salidos de su plu- ción del segundo tomo.
ma. Sus ataques contra lord Palmerston, basados en minuciosos Entretanto, el movimiento obrero de diversos países de Eu-
estudios de documentos oficiales ingleses, fueron editados en ropa había vuelto a fortalecerse en tal medida, que Marx pudo
Londres como folletos de agitación. pensar en poner en práctica un deseo acariciado desde hacía lar-
Como primer fruto de sus largos años de estudios económi- go tiempo: fundar una asociación obrera que abarcase los países
cos apareció en 1859 la Contribución a la crítica de la Econo- más adelantados de Europa y América y que había de personifi-
mía Política. Primer cuaderno (Berlín, Duncker). Esta obra con- car, por decirlo así, el carácter internacional del movimiento so-
tiene la primera exposición sistemática de la teoría del valor de cialista, tanto ante los propios obreros como ante los burgueses
Marx, incluyendo la teoría del dinero. Durante la guerra italia- y los gobiernos, para animar y fortalecer al proletariado y para
na, Marx combatió desde las columnas de Das Volk, periódico atemorizar a sus enemigos. Dio ocasión para exponer la idea,
alemán que se publicaba en Londres, el bonapartismo, que por que fue acogida con entusiasmo, un mitin popular celebrado en
entonces se teñía de liberal y se las daba de libertador de las na- el Saint Martin’s Hall de Londres, el 28 de septiembre de 1864,
cionalidades oprimidas, y la política prusiana de la época, que, a favor de Polonia, que volvía a ser aplastada por Rusia. Quedó
bajo el manto de la neutralidad, procuraba pescar en río revuel- fundada así la Asociación Internacional de los Trabajadores.
to. A propósito de esto, hubo de atacar también al señor Karl En la Asamblea se eligió un Consejo General provisional, con
Vogt, que por entonces hacía agitación en pro de la neutralidad, residencia en Londres. El alma de este Consejo General, como
más aún, de la simpatía de Alemania, por encargo del príncipe de los que le siguieron hasta el Congreso de La Haya, fue Marx.
Napoleón (Plon–Plon) y a sueldo de Luis Napoleón. Como Vogt Él redactó casi todos los documentos lanzados por el Consejo
acumulase contra él las calumnias más infames, infundadas a General de la Internacional, desde el Manifiesto Inaugural de
sabiendas, Marx le contestó en El señor Vogt (Londres, 1860), 1864, hasta el manifiesto sobre la guerra civil de Francia en
donde se desenmascara a Vogt y a los demás señores de la ban- 1871.6 Exponer la actuación de Marx en la Internacional, equi-
da bonapartista de seudo–demócratas, demostrando con pruebas
de carácter externo e interno que Vogt estaba sobornado por el 6 C. Marx. Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los
imperio decembrino. A los diez años justos, se tuvo la confirma- Trabajadores. (Véase C. Marx y F. Engels. Obras escogidas en dos tomos,
ción de esto; en la lista de las gentes a sueldo del bonapartismo, ed. en ruso, t. I, págs. 335–343). C. Marx La Guerra Civil en Francia. (Véa-
se en español, Ed. cit., págs. 286–328.) (Nota de la Edit.) Ver también Col.
descubierta en las Tullerías en 1870 y publicada por el Gobier- 70, Núm. 63.
20 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 21

valdría a escribir la historia de esta misma Asociación que, por cional formal que, por el momento, se había convertido en tra-
lo demás, vive todavía en el recuerdo de los obreros de Europa. ba.
La caída de la Comuna de París colocó a la Internacional en Después del Congreso de La Haya, Marx volvió a encontrar,
una situación imposible. Viose empujada al primer plano de la por fin, tiempo y sosiego para reanudar sus trabajos teóricos, y
historia europea, en un momento en que por todas partes tenía es de esperar que en un período de tiempo no muy largo pueda
cortada la posibilidad de una acción práctica y eficaz. Los acon- dar a la imprenta el segundo tomo de El Capital.
tecimientos que la erigían en séptima gran potencia le impedían, De los muchos e importantes descubrimientos con que Marx
al mismo tiempo, movilizar y poner en acción sus fuerzas com- ha inscrito su nombre en la historia de la ciencia, sólo dos pode-
bativas, so pena de llevar a una derrota infalible al movimiento mos destacar aquí.
obrero y de contenerlo por varios decenios. Además, por todas El primero es la revolución que ha llevado a cabo en toda la
partes pugnaban por colocarse en primera fila elementos que in- concepción de la historia universal. Hasta aquí, toda la concep-
tentaban explotar, para fines de vanidad o de ambición personal, ción de la historia descansaba en el supuesto de que las últimas
la fama de la Asociación, que tan súbitamente había crecido, sin causas de todas las transformaciones históricas habían de bus-
comprender la verdadera situación de la Internacional o sin carse en los cambios que se operan en las ideas de los hombres,
preocuparse de ella. Había que tomar una decisión heroica, y y de que de todos los cambios, los más importantes, los que re-
fue, como siempre, Marx quien la tomó y la hizo prosperar en gían toda la historia, eran los políticos. No se preguntaban de
el Congreso de La Haya. En un acuerdo solemne, la Internacio- dónde les vienen a los hombres las ideas ni cuáles son las cau-
nal se desatendió de toda responsabilidad por los manejos de los sas motrices de los cambios políticos. Sólo en la escuela moder-
bakuninistas, que eran el eje de aquellos elementos insensatos y na de los historiadores franceses, y en parte también de los in-
poco limpios; luego, ante la imposibilidad de cumplir también, gleses, se había impuesto la convicción de que, por lo menos
frente a la reacción general, las exigencias redobladas que a ella desde la Edad Media, la causa motriz de la historia europea era
se le planteaban y de mantener en pie su plena actividad, más la lucha de la burguesía en desarrollo contra la nobleza feudal
que por medio de una serie de sacrificios, que necesariamente por el poder social y político. Pues bien, Marx demostró que to-
habrían desangrado el movimiento obrero, la Internacional se da la historia de la humanidad, hasta hoy, es una historia de lu-
retiró provisionalmente de la escena, trasladando a Norteaméri- chas de clases, que todas las luchas políticas, tan variadas y
ca el Consejo General. Los acontecimientos posteriores han ve- complejas, sólo giran en torno al poder social y político de unas
nido a demostrar cuán acertado fue este acuerdo, tantas veces u otras clases sociales; por parte de las clases viejas, para con-
criticado por entonces y después. De una parte, quedaron corta- servar el poder, y por parte de las nuevas, para conquistarlo.
das de raíz, y siguieron cortadas en adelante, las posibilidades Ahora bien, ¿ qué es lo que hace nacer y existir a estas clases?
de organizar en nombre de la Internacional vanas intentonas, y Las condiciones materiales, tangibles, en que la sociedad de una
de otra parte, las constantes y estrechas relaciones entre los par- época dada produce y cambia lo necesario para su sustento. La
tidos obreros socialistas de los distintos países demostraban que dominación feudal de la Edad Media descansaba en la economía
la conciencia de la identidad de intereses y de la solidaridad del cerrada de las pequeñas comunidades campesinas, que cubrían
proletariado de todos los países, despertada por la Internacional, por sí mismas casi todas sus necesidades, sin acudir apenas al
llega a imponerse aun sin el enlace de una asociación interna- cambio, a las que la nobleza belicosa prestaba apoyo contra el
22 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 23

exterior y daba cohesión nacional o, por lo menos, política. Al y vestirse, y por tanto, trabajar, antes de poder luchar por el
surgir las ciudades y con ellas una industria artesana disociada mando, hacer política, religión, filosofía, etc.; este hecho palpa-
y un tráfico comercial, primero interior y luego internacional, se ble, pasaba a ocupar, por fin, el lugar histórico que por derecho
desarrolló la burguesía urbana, y conquistó, luchando contra la le correspondía.
nobleza, todavía en la Edad Media, su incorporación al orden Para la idea socialista, esta nueva concepción de la historia
feudal, como estamento también privilegiado. Pero, con el des- tenía una importancia culminante. Demostraba que toda la his-
cubrimiento de los territorios no europeos, desde mediados del toria, hasta hoy, se ha movido en antagonismos y luchas de cla-
siglo XV, la burguesía obtuvo una zona comercial mucho más ses, que ha habido siempre clases dominantes y dominadas, ex-
extensa, y, por tanto, un nuevo acicate para su industria. La in- plotadoras y explotadas, y que la gran mayoría de los hombres
dustria artesana fue desplazada en las ramas más importantes ha estado siempre condenada a trabajar mucho y disfrutar poco.
por la manufactura de tipo ya fabril, y ésta, a su vez, por la gran ¿Por qué? Sencillamente, porque en todas las fases anteriores
industria, que habían hecho posible los inventos del siglo pasa- del desenvolvimiento de la humanidad, la producción se halla-
do, principalmente la maquina de vapor, y que a su vez repercu- ba todavía en un estado tan incipiente, que el desarrollo históri-
tió sobre el comercio, desalojando, en los países atrasados, al co sólo podía discurrir en esta forma antagónica y el progreso
antiguo trabajo manual y creando, en los más adelantados, los histórico estaba, en líneas generales, en manos de una pequeña
modernos medios de comunicación, los barcos de vapor, los fe- minoría privilegiada, mientras la gran masa se hallaba condena-
rrocarriles, el telégrafo eléctrico. De este modo, la burguesía iba da a producir, trabajando, su mísero sustento y a acrecentar ca-
concentrando en sus manos, cada vez más, la riqueza social y el da vez más la riqueza de los privilegiados. Pero, esta misma
poder social, aunque tardó bastante en conquistar el poder polí- concepción de la historia, que explica de un modo tan natural el
tico, que estaba en manos de la nobleza y de la monarquía, apo- régimen de dominación de clase vigente hasta nuestros días, que
yada en aquélla. Pero al llegar a cierta fase –en Francia, desde de otro modo sólo podía explicarse por la maldad de los hom-
la Gran Revolución–, conquistó también éste y se convirtió, a su bres, lleva también a la convicción de que con las fuerzas pro-
vez, en clase dominante frente al proletariado y a los pequeños ductivas, tan gigantescamente acrecentadas, de los tiempos mo-
campesinos. Situándose en este punto de vista –siempre y cuan- dernos, desaparece, por lo menos en los países más adelantados,
do que se conozca suficientemente la situación económica de la hasta el último pretexto para la división de los hombres en do-
sociedad en cada época: conocimientos de que, ciertamente, ca- minantes y dominados, explotadores y explotados; de que la
recen en absoluto nuestros historiadores profesionales–, se ex- gran burguesía dominante ha cumplido ya su misión histórica,
plican del modo más sencillo todos los fenómenos históricos, y de que ya no es capaz de dirigir la sociedad y se ha convertido
asimismo se explican con la mayor sencillez los conceptos y las incluso en un obstáculo para el desarrollo de la producción, co-
ideas de cada periodo histórico, partiendo de las condiciones mo lo demuestran las crisis comerciales, y sobre todo el último
económicas de vida y de las relaciones sociales y políticas de gran crack y la depresión de la industria en todos los países; de
ese período, condicionadas a su vez por aquéllas. Por primera que la dirección histórica ha pasado a manos del proletariado,
vez se erigía la historia sobre su verdadera base; el hecho palpa- una clase que, por toda su situación dentro de la sociedad, sólo
ble, pero totalmente desapercibido hasta entonces, de que el puede emanciparse acabando en absoluto con toda dominación
hombre necesita en primer término comer, beber, tener un techo de clase, todo avasallamiento y toda explotación; y de que las
24 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 25

fuerzas productivas de la sociedad, que crecen hasta escapárse- tidad de trabajo plasmada en la cantidad de medios de vida ne-
le de las manos a la burguesía, sólo están esperando a que tome cesarios para el sustento de esta fuerza de trabajo durante un
posesión de ellas el proletariado asociado, para crear un estado día, un mes o un año. Supongamos que los medios de vida para
de cosas que permita a cada miembro de la sociedad participar un día exijan seis horas de trabajo para su producción o, lo que
no sólo en la producción, sino también en la distribución y en la es lo mismo, que el trabajo contenido en ellos represente una
administración de las riquezas sociales, y que, mediante la di- cantidad de trabajo de seis horas; en este caso, el valor de la
rección planificada de toda la producción, acreciente de tal mo- fuerza de trabajo durante un día se expresará en una suma de di-
do las fuerzas productivas de la sociedad y su rendimiento, que nero en la que se plasmen también seis horas de trabajo. Supon-
se asegure a cada cual, en proporciones cada vez mayores, la sa- gamos, además, que el capitalista para quien trabaja nuestro
tisfacción de todas sus necesidades razonables. obrero le pague esta suma, es decir, el valor íntegro de su fuer-
El segundo descubrimiento importante de Marx consiste en za de trabajo. Ahora bien, si el obrero trabaja seis horas del día
haber puesto definitivamente en claro la relación entre el capi- para el capitalista, habrá reembolsado a éste íntegramente su de-
tal y el trabajo; en otros términos, en haber demostrado cómo se sembolso: seis horas de trabajo por seis horas de trabajo. Claro
opera, dentro de la sociedad actual, con el modo de producción está que de este modo no quedaría nada para el capitalista; por
capitalista, la explotación del obrero por el capitalista. Desde eso éste concibe la cosa de un modo completamente distinto.
que la Economía Política sentó la tesis de que el trabajo es la Yo, dice él, no he comprado la fuerza de trabajo de este obrero
fuente de toda riqueza y de todo valor, era inevitable esta pre- por seis horas; sino por un día completo. Consiguientemente,
gunta: ¿cómo se concilia esto con el hecho de que el obrero no hace que el obrero trabaje, según las circunstancias, 8, 10, 12,
perciba la suma total de valor creada por su trabajo, sino que 14 y más horas, de tal modo que el producto de la séptima, de
tenga que ceder una parte de ella al capitalista? Tanto los eco- la octava y siguientes horas es el producto de un trabajo no re-
nomistas burgueses como los socialistas se esforzaban por dar a tribuido, que, por el momento, se embolsa el capitalista. Por en-
esta pregunta una contestación científica sólida; pero en vano, de el obrero al servicio del capitalista no se limita a reponer el
hasta que por fin apareció Marx con la solución. Esta solución valor de su fuerza de trabajo, que se le paga, sino que, además
es la siguiente: El actual modo de producción capitalista tiene crea una plusvalía que, por el momento, se apropia el capitalis-
como premisa la existencia de dos clases sociales: de una parte, ta y que luego se reparte con arreglo a determinadas leyes eco-
los capitalistas, que se hallan en posesión de los medios de pro- nómicas entre toda la clase capitalista. Esta plusvalía forma el
ducción y de sustento, y de otra parte, los proletarios, que, ex- fondo básico del que emanan la renta del suelo, la ganancia, la
cluidos de esta posesión, sólo tienen una mercancía que vender: acumulación de capital, en una palabra, todas las riquezas con-
su fuerza de trabajo, mercancía que, por tanto, no tienen más re- sumidas o acumuladas por las clases que no trabajan. De este
medio que vender, para entrar en posesión de los medios de sus- modo, se comprobó que el enriquecimiento de los actuales ca-
tento más indispensables. Pero el valor de una mercancía se de- pitalistas consiste en la apropiación del trabajo ajeno no retri-
termina por la cantidad de trabajo socialmente necesario inver- buido, ni más ni menos que el de los esclavistas o el de los se-
tido en su producción, y también, por tanto, en su reproducción; ñores feudales, que explotaban el trabajo de los siervos, y que
por consiguiente, el valor de la fuerza de trabajo de un hombre todas estas formas de explotación sólo se diferencian por el dis-
medio durante un día, un mes, un año, se determina por la can- tinto modo de apropiarse el trabajo no pagado. Y con esto, caían
26 C. Marx – F. Engels

también por su base todas esas retóricas hipócritas de las clases


poseedoras de que bajo el orden social vigente reinan el derecho
y la justicia, la igualdad de derechos y deberes y la armonía ge-
neral de intereses. Y la sociedad burguesa actual se desenmas-
caraba, no menos que las que la antecedieron, como un estable-
cimiento grandioso montado para la explotación de la inmensa II
mayoría del pueblo, por una minoría insignificante y cada vez
más reducida. Carlos Marx
Estos dos importantes hechos sirven de base al socialismo
moderno, al socialismo científico. En el segundo tomo de El Federico Engels
Capital se desarrollan estos y otros descubrimientos científicos
no menos importantes relativos al sistema social capitalista, con
lo cual se revolucionan también los aspectos de la Economía
Política que no se había tocado todavía en el primer tomo.
“EL CAPITAL”
y la economía política
“El Capital” visto por su autor 29

F. Engels

Introducción a
“Trabajo asalariado y capital”

...En la década del cuarenta, Marx no había terminado aún su


crítica de la Economía política. Fue hacia fines de la década del
cincuenta cuando dio término a esta obra. Por eso, los trabajos
publicados por él antes de la aparición de la «Contribución a la
Crítica de la Economía política» (1859), el primer fascículo de
su obra grande, difieren en algunos puntos de los que vieron la
luz después de aquella fecha; contienen expresiones y frases en-
teras que, desde el punto de vista de las obras posteriores, pare-
cen poco afortunadas y hasta inexactas. Ahora bien, es induda-
ble que en las ediciones corrientes, destinadas al público en ge-
neral, caben también estos puntos de vista anteriores, que for-
man parte de la trayectoria espiritual del autor, y que tanto éste
como el público tienen el derecho indiscutible a que estas obras
antiguas se reediten sin ninguna alteración. Y a mí no se me hu-
biera ocurrido, ni en sueños, modificar ni una tilde.
Pero la cosa cambia cuando se trata de una reedición destina-
da casi exclusivamente a la propaganda entre los obreros. En es-
te caso, es indiscutible que Marx habría puesto la antigua redac-
ción, que data ya de 1849, a tono con su nuevo punto de vista.
Y estoy absolutamente seguro de obrar tal como él lo habría he-
cho introduciendo en esta edición las escasas modificaciones y
30 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 31

adiciones que son necesarias para conseguir ese resultado en to- da el nombre de «trabajo», varían constantemente; con que su-
dos los puntos esenciales. De antemano advierto, pues, al lector ben y bajan por efecto de circunstancias muy diversas, que mu-
que este folleto no es el que Marx redactó en 1849, sino sobre chas veces no guardan relación alguna con la fabricación de la
poco más o menos, el que habría escrito en 1891. Además, el mercancía misma, de tal modo que los precios parecen estar de-
texto original circula por ahí en tan numerosos ejemplares, que terminados generalmente por el azar. Por eso, en cuanto la Eco-
por ahora basta con esto, entre tanto que yo pueda reproducirlo nomía política se erigió en ciencia,2 uno de los primeros proble-
sin alteración más adelante, en una edición de las Obras Com- mas que se le plantearon fue el de investigar la ley oculta detrás
pletas. de este azar que parecía gobernar los precios de las mercancías,
Mis modificaciones giran todas en torno a un punto. Según y que en realidad lo gobierna a él. Dentro de las constantes fluc-
el texto original, el obrero vende al capitalista, a cambio del sa- tuaciones en los precios de las mercancías, que tan pronto suben
lario, su trabajo; según el texto actual, vende su fuerza de tra- como bajan, la Economía se puso a buscar el punto central fijo
bajo. Y acerca de esta modificación, tengo que dar las necesa- en torno al cual se movían estas fluctuaciones. En una palabra,
rias explicaciones. Tengo que darlas a los obreros, para que arrancó de los precios de las mercancías para investigar como
vean que no se trata de ninguna sutileza de palabras, ni mucho ley reguladora de éstos el valor de las mercancías, valor que ex-
menos, sino de uno de los puntos más importantes de toda la plicaría todas las fluctuaciones de los precios y al cual, en últi-
Economía política. Y a los burgueses, para que se convenzan de mo término, podrían reducirse todas ellas.
cuán por encima están los incultos obreros, a quienes se pueden Así, la Economía clásica encontró que el valor de una mer-
explicar con facilidad las cuestiones económicas más difíciles, cancía se determinaba por el trabajo necesario para su produc-
de esos petulantes hombres «cultos», que jamás, mientras vivan, ción encerrado en ella. Y se contentó con esta explicación. Tam-
llegarán a comprender estos intrincados problemas. bién nosotros podemos detenemos, provisionalmente, aquí. Re-
La Economía política clásica1 tomó de la práctica industrial cordaré tan sólo, para evitar equívocos, que hoy esta explicación
la idea, en boga entre los fabricantes, de que éstos compran y es del todo insuficiente. Marx investigó de un modo minucioso
pagan el trabajo de sus obreros. Esta idea servía perfectamente por vez primera la propiedad que tiene el trabajo de ser fuente
a los fabricantes para la práctica de los negocios, para la conta- de valor, y descubrió que no todo el trabajo aparentemente y aun
bilidad y el cálculo de sus precios. Pero trasplantada simplista- realmente necesario para la producción de una mercancía añade
mente a la Economía política, causó aquí extravíos y embrollos a ésta en todo caso un volumen de valor equivalente a la canti-
verdaderamente notables. dad de trabajo consumido. Por tanto, cuando hoy decimos sim-
La Economía política se encuentra con el hecho de que los plemente, con economistas como Ricardo, que el valor de una
precios de todas las mercancías, incluyendo el de aquella a que mercancía se determina por el trabajo necesario para su produc-
ción, damos por sobreentendidas siempre las reservas hechas
1 «...por Economía política clásica –escribe Marx en «El Capital»– entien-
do toda la Economía política que, comenzando por W. Petty, investiga la co- 2 «La Economía política, en el sentido estricto de la palabra, aunque hu-
nexión interna de las relaciones burguesas de producción. (Carlos Marx, «El biera surgido a fines del siglo XVII en las cabezas de algunas personalidades
Capital», tomo I, sección I, capitulo I, nota 32). Los representantes más des- geniales, tal como fue formulada en las obras de los fisiócratas y de Adam
tacados de la Economía política clásica, en Inglaterra, fueron A. Smith y D. Smith es, en esencia, hija del siglo XVIII». (F. Engels, «Anti–Dühring», sec-
Ricardo. (N. de la Red.) ción II, cap. I, ed. alemana, 1946, págs. 183–184.) (N. de la Red.)
32 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 33

por Marx. Aquí, basta con dejar sentado esto; lo demás lo expo- que aquél pueda trabajar y mantenerse en condiciones de seguir
ne Marx en su «Contribución a la Crítica de la Economía polí- trabajando, y para sustituirle por un nuevo obrero cuando mue-
tica» (1859) y en el primer tomo de El Capital. ra o quede inservible por vejez o enfermedad, es decir, para ase-
Pero, tan pronto como los economistas aplicaban este crite- gurar la reproducción de la clase obrera en la medida necesaria.
rio de determinación del valor por el trabajo a la mercancía «tra- Supongamos que el precio en dinero de estos medios de vida
bajo», caían de contradicción en contradicción. ¿Cómo se deter- es, por término medio, de tres marcos diarios. En este caso,
mina el valor del «trabajo»? Por el trabajo necesario encerrado nuestro obrero recibirá del capitalista para quien trabaja un sa-
en él. Pero, ¿cuánto trabajo se encierra en el trabajo de un obre- lario de tres marcos al día. A cambio de este salario, el capita-
ro durante un día, una semana, un mes, un año? El trabajo de un lista le hace trabajar, digamos, doce horas diarias. El capitalista
día, una semana, un mes, un año. Si el trabajo es la medida de echa sus cuentas, sobre poco más o menos del modo siguiente:
todos los valores, el «valor del trabajo» sólo podrá expresarse Supongamos que nuestro obrero –un mecánico ajustador–
en trabajo. Sin embargo, con saber que el valor de una hora de tiene que hacer una pieza de una máquina, que acaba en un día.
trabajo es igual a una hora de trabajo, es como si no supiésemos La materia prima, hierro y latón, en el estado de elaboración re-
nada acerca de él. Con esto, no hemos avanzado ni un pelo ha- querido, cuesta, supongamos, 20 marcos. El consumo de carbón
cia nuestra meta; no hacemos más que dar vueltas en un círculo de la máquina de vapor y el desgaste de ésta, del torno y de las
vicioso. demás herramientas con que trabaja nuestro obrero representan,
La Economía clásica intentó, entonces, buscar otra salida. digamos –calculando la parte correspondiente a un día y a un
Dijo: el valor de una mercancía equivale a su coste de produc- obrero–, un valor de un marco. El jornal de un día es, según
ción. Pero, ¿cuál es el coste de producción del trabajo? Para po- nuestro cálculo, de tres marcos. El total arrojado para nuestra
der contestar a esto, los economistas vense obligados a forzar un pieza es de 24 marcos. Pero el capitalista calcula que su cliente
poquito la lógica. En vez del coste de producción del propio tra- le abonará, por término medio, un precio de 27 marcos; es de-
bajo, que, desgraciadamente, no se puede averiguar, investigan cir, tres marcos más del coste por él desembolsado.
el coste de producción del obrero. Este sí que puede averiguar- ¿De dónde salen estos tres marcos, que el capitalista se em-
se. Varía según los tiempos y las circunstancias, pero, dentro de bolsa? La Economía clásica sostiene que las mercancías se ven-
un determinado estado de la sociedad, de una determinada loca- den, unas con otras, por su valor; es decir, por el precio que co-
lidad y de una rama de producción dada, constituye una magni- rresponde a la cantidad de trabajo necesario encerrado en ellas.
tud también dada, a lo menos dentro de ciertos limites, bastante Según esto, el precio medio de nuestra pieza –o sean 27 mar-
reducidos. Hoy, vivimos bajo el dominio de la producción capi- cos– debería ser igual a su valor, al trabajo encerrado en ella.
talista, en la que una clase numerosa y cada vez más extensa de Pero de estos 27 marcos, 21 eran valores que ya existían antes
la población sólo puede existir trabajando, a cambio de un sala- de que nuestro ajustador comenzara a trabajar, 20 marcos se
rio, para los propietarios de los medios de producción –herra- contenían en la materia prima, un marco en el carbón quemado
mientas, máquinas, materias primas y medios de vida–. Sobre la durante el trabajo o en las máquinas y herramientas empleadas
base de este modo de producción, el coste de producción del en éste, y cuya capacidad de rendimiento disminuye por valor
obrero consiste en la suma de medios de vida –o en su corres- de esa suma. Quedan seis marcos, que se añaden al valor de las
pondiente precio en dinero– necesarios por término medio para materias primas. Según la premisa de que arrancan nuestros
34 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 35

economistas, estos seis marcos sólo pueden provenir del traba- te atolladero fue Carlos Marx.
jo añadido a la materia prima por nuestro obrero. Según esto, Lo que los economistas consideraban como coste de produc-
sus doce horas de trabajo han creado un valor nuevo de seis ción «del trabajo» era el coste de producción, no del trabajo, si-
marcos. Es decir, que el valor de sus doce horas de trabajo equi- no del propio obrero viviente. Y lo que este obrero vendía al ca-
vale a esta cantidad. Así habremos descubierto, por fin, cuál es pitalista no era su trabajo. «Allí donde comienza realmente su
el «valor del trabajo». trabajo –dice Marx–, éste ha dejado ya de pertenecerle a él y no
–¡Alto ahí! –grita nuestro ajustador–. ¿Seis marcos, decís? puede, por tanto, venderlo». Podrá, a lo sumo, vender su traba-
¡Pero a mí sólo me han entregado tres! Mi capitalista jura y jo futuro; es decir, comprometerse a ejecutar un determinado
perjura que el valor de mis doce horas de trabajo son sólo tres trabajo en un tiempo dado. Pero con ello no vende el trabajo
marcos, y si le reclamo seis; se reirá de mí. ¿Cómo se entiende (pues éste todavía está por hacer), sino que pone a disposición
esto? del capitalista, a cambio de una determinada remuneración, su
Si antes, con nuestro valor del trabajo nos movíamos en un fuerza de trabajo, sea por un cierto tiempo (si trabaja a jornal) o
círculo vicioso, ahora caemos de lleno en una insoluble contra- para efectuar una tarea determinada (si trabaja a destajo): alqui-
dicción. Buscábamos el valor del trabajo, y hemos encontrado la o vende su fuerza de trabajo. Pero esta fuerza de trabajo está
más de lo que queríamos. Para el obrero, el valor de un trabajo unida orgánicamente a su persona y es inseparable de ella. Por
de doce horas son tres marcos; para el capitalista, seis, de los eso su coste de producción coincide con el coste de producción
cuales paga tres al obrero como salario y se embolsa los tres res- de su propia persona; lo que los economistas llamaban coste de
tantes. Resulta, pues, que el trabajo no tiene solamente un valor, producción del trabajo es el coste de producción del obrero, y,
sino dos, y además bastante distintos. por tanto de la fuerza de trabajo. Y ahora, ya podemos pasar del
Más absurda aparece todavía la contradicción si reducimos a coste de producción de la fuerza de trabajo al valor de ésta y de-
tiempo de trabajo los valores expresados en dinero. En las doce terminar la cantidad de trabajo socialmente necesario que se re-
horas de trabajo se crea un valor nuevo de seis marcos. Por tan- quiere para crear una fuerza de trabajo de determinada calidad,
to, en seis horas serán tres marcos, o sea lo que el obrero recibe como lo ha hecho Marx en el capitulo sobre la compra y la ven-
por un trabajo de doce horas. Por doce horas de trabajo se le en- ta de la fuerza de trabajo («El Capital», tomo I, capitulo 4, apar-
trega al obrero, como valor equivalente, el producto de un tra- tado 3).
bajo de seis horas. Por tanto, o el trabajo tiene dos valores, uno Ahora bien, (qué ocurre, después que el obrero vende al ca-
de los cuales es doble de grande que el otro, ¡o doce son igual a pitalista su fuerza de trabajo; es decir, después que la pone a su
seis! disposición, a cambio del salario convenido, por jornal o a des-
Por más vueltas que le demos, mientras hablemos de compra tajo? El capitalista lleva al obrero a su taller o a su fábrica, don-
y venta del trabajo y de valor del trabajo, no saldremos de esta de se encuentran ya preparados todos los elementos necesarios
contradicción. Y esto es lo que les ocurría a los economistas. El para el trabajo: materias primas y materias auxiliares (carbón,
último brote de la Economía política clásica, la escuela de Ri- materias colorantes, etc.), herramientas y maquinaria. Aquí, el
cardo, fracasó en gran parte por la imposibilidad de resolver es- obrero comienza a trabajar. Supongamos que su salario es, co-
ta contradicción. La Economía política clásica se había metido mo arriba, de tres marcos al día –siendo indiferente que los ob-
en un callejón sin salida. El hombre que encontró la salida de es- tenga como jornal o a destajo–. Volvamos a suponer que en do-
36 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 37

ce horas el obrero, con su trabajo, añade a las materias primas pronto como, en vez de esto, partimos del valor de la fuerza de
consumidas un nuevo valor de seis marcos, valor que el capita- trabajo. La fuerza de trabajo es, es nuestra actual sociedad capi-
lista realiza al vender la mercancía terminada. De estos seis talista, una mercancía; una mercancía como otra cualquiera, y
marcos, paga al obrero los tres que le corresponden y se guarda sin embargo muy peculiar. Esta mercancía tiene, en efecto, la
los tres restantes. Ahora bien, si el obrero, en doce horas, crea especial virtud de ser una fuerza creadora de valor, una fuente
un valor de seis marcos, en seis horas creará un valor de tres. Es de valor, y, si se la sabe emplear, de mayor valor que el que en
decir, que con seis horas que trabaje resarcirá al capitalista el sí misma posee. Con el estado actual de la producción, la fuer-
equivalente de los tres marcos que éste le entrega como salario. za humana de trabajo no sólo produce en un día más valor que
Al cabo de seis horas de trabajo, ambos están en paz y ninguno ella misma encierra y cuesta, sino que, con cada nuevo descu-
adeuda un céntimo al otro. brimiento científico, con cada nuevo invento técnico, crece este
–¡Alto ahí! –grita ahora el capitalista–. Yo he alquilado el remanente de su producción diaria sobre su coste diario, redu-
obrero por un día entero, por doce horas. Seis horas no son más ciéndose, por tanto, aquella parte de la jornada de trabajo en que
que media jornada. De modo que ¡a seguir trabajando, hasta cu- el obrero produce el equivalente de su jornal, y alargándose, por
brir las otras seis horas, y sólo entonces estaremos en paz! –Y, otro lado, la parte de la jornada de trabajo en que tiene que re-
en efecto, el obrero no tiene más remedio que someterse al con- galar su trabajo al capitalista, sin que éste le pague nada.
trato que «voluntariamente» pactó, y en el que se obliga a traba- Tal es el régimen económico sobre el que descansa toda la
jar doce horas enteras por un producto de trabajo que sólo cues- sociedad actual: la clase obrera es la que produce todos los va-
ta seis horas. lores, pues el valor no es más que un término para expresar el
Exactamente lo mismo acontece con el salario a destajo. Su- trabajo, el término con que en nuestra actual sociedad capitalis-
pongamos que nuestro obrero fabrica en doce horas doce piezas ta se designa la cantidad de trabajo socialmente necesario ence-
de mercancías, y que cada una de ellas cuesta, en materias pri- rrado en una determinada mercancía. Pero estos valores produ-
mas y desgaste de maquinaria, dos marcos y se vende a dos y cidos por los obreros, no les pertenecen a ellos. Pertenecen a los
medio. En igualdad de circunstancias con nuestro ejemplo ante- propietarios de las materias primas, de las máquinas y herra-
rior, el capitalista pagará al obrero 25 pfennigs por pieza. Las mientas y de los recursos anticipados que permiten a estos pro-
doce piezas arrojan un total de tres marcos, para ganar los cua- pietarios comprar la fuerza de trabajo de la clase obrera. Por
les el obrero tiene que trabajar doce horas. El capitalista obtie- tanto, de toda la masa de productos creados por ella, la clase
ne por las doce piezas treinta marcos; descontando veinticuatro obrera sólo recobra para sí una parte. Y, como acabamos de ver,
marcos para materias primas y desgaste, quedan seis marcos, de la otra parte, la que retiene para sí la clase capitalista, viéndose
los que entrega tres al obrero, como salario, y se embolsa los a lo sumo obligada a compartirla con la clase de los terratenien-
tres restantes. Exactamente lo mismo que arriba. También aquí tes, se acrecienta con cada nuevo invento y cada nuevo descu-
trabaja el obrero seis horas para sí, es decir, para reponer su sa- brimiento, mientras que la parte correspondiente a la clase obre-
lario (media hora de cada una de las doce) y seis horas para el ra (calculándola por persona) sólo aumenta muy lentamente y
capitalista. en proporciones insignificantes, cuando no se estanca o incluso
La dificultad contra la que se estrellaban los mejores econo- disminuye, como acontece en algunas circunstancias.
mistas, cuando partían del valor del «trabajo», desaparece tan Pero estos descubrimientos e invenciones, que se desplazan
38 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 39

rápidamente unos a otros, este rendimiento del trabajo humano,


que va creciendo día tras día en proporciones antes insospecha-
das, acaban por crear un conflicto, en el que forzosamente tiene
que perecer la actual economía capitalista. De un lado, riquezas
inmensas y una plétora de productos que rebasan la capacidad
de consumo del comprador. Del otro, la gran masa de la socie- 2
dad proletarizada, convertida en una masa de obreros asalaria-
dos, e incapacitada con ello para adquirir aquella plétora de pro- C. Marx
ductos. La división de la sociedad en una reducida clase fabulo-
samente rica y una enorme clase de asalariados que no poseen
nada, hace que esta sociedad se asfixie en su propia abundancia, Prólogo a la “Contribución a la
mientras la gran mayoría de sus individuos están apenas garan- crítica de la economía política”
tizados, o no lo están en absoluto, contra la más extrema penu-
ria. Con cada día que pasa, este estado de cosas va haciéndose
más absurdo y más innecesario. Debe eliminarse, y puede elimi- Estudio el sistema de la Economía burguesa por este orden:
narse. Es posible un nuevo orden social en el que desaparecerán capital, propiedad del suelo, trabajo asalariado; Estado, co-
las actuales diferencias de clase y en el que –tal vez después de mercio exterior, mercado mundial. Bajo los tres primeros títu-
un breve periodo de transición, acompañado de ciertas privacio- los, investigo las condiciones económicas de vida de las tres
nes, pero en todo caso muy provechoso moralmente–, mediante grandes clases en que se divide la moderna sociedad burguesa;
el aprovechamiento y el desarrollo con arreglo a un plan de las la conexión entre los tres títulos restantes, salta a la vista. La pri-
inmensas fuerzas productivas ya existentes de todos los indivi- mera sección del libro primero, que trata del capital, contiene
duos de la sociedad e imponiendo el deber general de trabajar, los siguientes capítulos: 1) la mercancía; 2) el dinero o la circu-
se dispondrá por igual para todos, en proporciones cada vez ma- lación simple, y 3) el capital, en general. Los dos primeros ca-
yores, de los medios necesarios para vivir, para disfrutar de la pítulos forman el contenido del presente fascículo. Tengo ante
vida y para educar y ejercer todas las facultades físicas y espiri- mí todos los materiales de la obra en forma de monografías, re-
tuales. Que los obreros van estando cada vez más resueltos a dactadas con grandes intervalos de tiempo para el esclareci-
conquistar, luchando, este nuevo orden social, lo patentizarán, miento de mis propias ideas y no para su publicación; la elabo-
en ambos lados del Océano, el día de mañana, 1 de mayo, y el ración sistemática de todos estos materiales con arreglo al plan
domingo, 3 de mayo3 apuntado, dependerá de circunstancias externas.
Aunque había esbozado una introducción general, prescindo
de ella, pues, bien pensada la cosa, creo que el adelantar los re-
sultados que han de demostrarse, más bien sería un estorbo, y el
3 Las tradeuniones inglesas celebraban la Jornada Internacional del Traba- lector que quiera realmente seguirme deberá estar dispuesto a
jo el primer domingo después del 1 de mayo, que en 1891 correspondió al remontarse de lo particular a lo general. En cambio, me parecen
día 3. (N. de la Red.) oportunas aquí algunas referencias acerca de la trayectoria de
40 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 41

mis estudios de Economía política. del derecho, trabajo cuya introducción vio la luz en 1844 en los
Mis estudios profesionales eran los de Jurisprudencia, de la «Anales franco–alemanes»,6 que se publicaban en París. Mi in-
que, sin embargo, sólo me preocupé como disciplina secunda- vestigación desembocaba en el resultado de que, tanto las rela-
ria, al lado de la Filosofía y la Historia. En 1842–43, siendo re- ciones jurídicas como las formas de Estado no pueden compren-
dactor de la «Gaceta del Rin»4 me vi por vez primera en el tran- derse por sí mismas ni por la llamada evolución general del es-
ce difícil de tener que opinar acerca de los llamados intereses píritu humano, sino que radican, por el contrario, en las condi-
materiales. Los debates de la Dieta renana sobre la tala furtiva ciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel, siguien-
y la parcelación de la propiedad del suelo, la polémica oficial do el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, ba-
mantenida entre el señor von Schaper, a la sazón gobernador de jo el nombre de «sociedad civil», y que la anatomía de la socie-
la provincia renana, y la «Gaceta del Rin» acerca de la situación dad civil hay que buscarla en la Economía política. En Bruselas,
de los campesinos del Mosela, y finalmente, los debates sobre a donde me trasladé en virtud de una orden de destierro dictada
el libre cambio y el proteccionismo, fue lo que me movió a ocu- por el señor Guizot, hube de proseguir mis estudios de Econo-
parme por vez primera de cuestiones económicas. Por otra par- mía política, comenzados en París. El resultado general a que
te, en aquellos tiempos en que el buen deseo de «marchar en llegué y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis
vanguardia» superaba con mucho el conocimiento de la materia, estudios, puede resumirse así: en la producción social de su vi-
la «Gaceta del Rin» dejaba traslucir un eco del socialismo y del da, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e
comunismo francés, teñido de un tenue matiz filosófico. Yo me independientes de su voluntad, relaciones de producción, que
declaré en contra de aquellas chapucerías, pero confesando al corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuer-
mismo tiempo redondamente, en una controversia con la «Ga- zas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de
ceta General de Augsburgo»,5 que mis estudios hasta entonces producción forma la estructura económica de la sociedad, la ba-
no me permitían aventurar ningún juicio acerca del contenido se real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y polí-
propiamente dicho de las tendencias francesas. Lejos de esto, tica y a la que corresponden determinadas formas de conciencia
aproveché ávidamente la ilusión de los gerentes de la «Gaceta social. El modo de producción de la vida material condiciona el
del Rin», quienes creían que suavizando la posición del periódi- proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es
co iban a conseguir que se revocase la sentencia de muerte ya la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el
decretada contra él, para retirarme de la escena pública a mi contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Al lle-
cuarto de estudio. gar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas producti-
Mi primer trabajo, emprendido para resolver las dudas que vas materiales de la sociedad chocan con las relaciones de pro-
me asaltaban, fue una revisión crítica de la filosofía hegeliana ducción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídi-
ca de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales
4 «Rheinische Zeitung», diario radical que se publicó en Colonia en los se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las
años 1842 y 1843. Marx fue el redactor jefe de dicho periódico desde el 15
de octubre de 1842 hasta el 18 de marzo de 1843. (N. de la Red.).
5 Marx se refiere aquí a su artículo «El comunismo y la “Gaceta General 6 «Deutsch–Französische Fahrbücher», órgano de la propaganda revolu-
de Augsburgo”». Véase C. Marx y F. Engels, Cesamtausgabe, Erste Abt., Bd. cionaria y comunista, editado por Marx en París, en el año 1844. (N. de la
I, Frankfurt a. M. 1927, S. 260–265. (N. de la Red.) Red.)
42 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 43

fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas su- nismo. Con esta formación social se cierra, por tanto, la prehis-
yas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la toria de la sociedad humana.
base económica, se revoluciona, más o menos rápidamente, to- Federico Engels, con el que yo mantenía un constante inter-
da la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se es- cambio escrito de ideas desde la publicación de su genial bos-
tudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los quejo sobre la critica de las categorías económicas (en los
cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de «Anales franco–alemanes»), había llegado por distinto camino
producción y que pueden apreciarse con la exactitud propia de (véase su libro «La situación de la clase obrera en Inglaterra»)
las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas, religio- al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845,
sas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológi- se estableció también en Bruselas, acordamos contrastar con-
cas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y juntamente nuestro punto de vista con el ideológico de la filo-
luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juz- sofía alemana; en realidad, liquidar con nuestra conciencia filo-
gar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar sófica anterior. El propósito fue realizado bajo la forma de una
tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia, sino crítica de la filosofía posthegeliana. El manuscrito –dos gruesos
que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las volúmenes en octavo–7 llevaba ya la mar de tiempo en Westfa-
contradicciones de la vida material, por el conflicto existente lia, en el sitio en que había de editarse, cuando nos enteramos
entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de produc- de que nuevas circunstancias imprevistas impedían su publica-
ción. Ninguna formación social desaparece antes de que se de- ción. En vista de esto, entregamos el manuscrito a la crítica roe-
sarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, dora de los ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto
y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción principal, esclarecer nuestras propias ideas, estaba ya consegui-
antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan do. Entre los trabajos dispersos en que por aquel entonces expu-
madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la simos al público nuestras ideas, bajo unos u otros aspectos, só-
humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que lo citaré el «Manifiesto del Partido Comunista», redactado en
puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre colaboración por Engels y por mí, y un «Discurso sobre el libre
que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan, o, por lo me- cambio», que yo publiqué. Los puntos decisivos de nuestra con-
nos, se están gestando, las condiciones materiales para su reali- cepción fueron expuestos por vez primera, científicamente, aun-
zación. A grandes rasgos, podemos designar como otras tantas que sólo en forma polémica, en la obra «Miseria de la Filosofía,
épocas de progreso, en la formación económica de la sociedad, etc.», publicada por mí en 1847 y dirigida contra Proudhon. La
el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moder- publicación de un estudio escrito en alemán sobre el «Trabajo
no burgués. Las relaciones burguesas de producción son la últi- asalariado», en el que recogía las conferencias explicadas por
ma forma antagónica del proceso social de producción; antagó- mí acerca de este tema en la Asociación obrera alemana de Bru-
nica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un selas, fue interrumpida por la revolución de febrero, que trajo
antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida como consecuencia mi alejamiento forzoso de Bélgica.
de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se desarro-
llan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo tiem- 7 Se trata de la obra de Marx y Engels «La ideología alemana». (N. de la
po, las condiciones materiales para la solución de este antago- Red.)
44 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 45

La publicación de la «Nueva Gaceta del Rin» (1841–1849) y


los acontecimientos posteriores, interrumpieron mis estudios Qui si convien lasciare ogni sospetto;
económicos, que no pude reanudar hasta 1850, en Londres. Los Ogni viltà convien che qui sia morta.
inmensos materiales para la historia de la Economía política
acumulados en el British Museum, la posición tan favorable que Déjese cuanto sea recelo,
brinda Londres para la observación de la sociedad burguesa, y, Mátese aquí cuanto sea vileza.
finalmente, la nueva fase de desarrollo en que parecía entrar és-
ta con el descubrimiento del oro de California y de Australia, (Dante, «La divina comedia»)
me impulsaron a volver a empezar desde el principio, abriéndo-
me paso, de un modo crítico, a través de los nuevos materiales.
Estos estudios me llevaban, a veces, por sí mismos, a campos
aparentemente alejados y en los que tenía que detenerme duran-
te más o menos tiempo. Pero lo que sobre todo me mermaba el
tiempo de que disponía era la necesidad imperiosa de trabajar
para vivir. Mi colaboración desde hace ya ocho años en el pri-
mer periódico anglo–americano, el «New York Tribune»,8 me
obligaba a desperdigar extraordinariamente mis estudios, ya que
sólo en casos excepcionales me dedico a escribir para la prensa,
correspondencia propiamente dicha. Los artículos sobre los
acontecimientos económicos más salientes de Inglaterra y el
continente formaban una parte tan importante de mi colabora-
ción, que esto me obligaba a familiarizarme con una serie de de-
talles de carácter práctico situados fuera de la órbita de la cien-
cia propiamente económica.
Este esbozo sobre la trayectoria de mis estudios en el campo
de la Economía política tiende simplemente a demostrar que
mis ideas, cualquiera que sea el juicio que merezcan, y por mu-
cho que choquen con los prejuicios interesados de las clases do-
minantes, son el fruto de largos años de concienzuda investiga-
ción. Y a la puerta de la ciencia, como a la puerta del infierno,
debería estamparse esta consigna:

8 «New York Daily Tribune», diario democrático que se publicó en Nueva


York entre 1841 y 1924. Marx colaboró en él desde 1851 hasta 1862. (N. de
la Red.)
“El Capital” visto por su autor 47

F. Engels

La “Contribución a la crítica de la
economía política”, de Carlos Marx

En todos los campos de la ciencia los alemanes han demos-


trado hace tiempo que valen tanto, y en muchos de ellos más,
que las otras naciones civilizadas. No había más que una cien-
cia que no contase entre sus talentos ningún nombre alemán: la
Economía política. La razón se alcanza fácilmente. La Econo-
mía política es el análisis teórico de la moderna sociedad bur-
guesa y presupone, por tanto, condiciones burguesas desarrolla-
das, condiciones que después de las guerras de Reforma y las
guerras campesinas, y sobre todo después de la guerra de los
Treinta años, no podían darse en Alemania antes de que pasasen
varios siglos. La separación de Holanda del Imperio alemán,
apartó a Alemania del comercio mundial y redujo de antemano
su desarrollo industrial a las proporciones más mezquinas. Y,
mientras los alemanes se reponían tan fatigosa y lentamente de
los estragos de las guerras intestinas, mientras gastaban todas
sus energías cívicas, que nunca fueron demasiado grandes, en
una lucha estéril contra las trabas aduaneras y las necias orde-
nanzas comerciales que cada príncipe en miniatura y cada barón
del Reich imponía a la industria de sus súbditos; mientras las
48 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 49

ciudades imperiales languidecían entre la quincalla de los gre- del cuarenta la escuela librecambista de los comerciantes de las
mios y el patriciado, Holanda, Inglaterra y Francia conquistaban provincias del Báltico, que repetían balbuceando, con una fe in-
los primeros puestos en el mercado mundial, establecían colo- fantil, aunque interesada, los argumentos de los «freetraders»
nia tras colonia y llevaban la industria manufacturera a su má- ingleses.11 Finalmente, entre los dómines y los burócratas, a cu-
ximo apogeo, hasta que, por último, Inglaterra, con la invención yo cargo corría el lado teórico de esta ciencia, tenemos áridos
del vapor, que valorizó por fin sus yacimientos de hulla y sus herboristas sin sentido critico, como el señor Rau, especulado-
existencias de hierro, se colocó a la cabeza del desarrollo bur- res seudo–ingeniosos como el señor Stein, que se dedicaba a
gués moderno. Mientras hubiese que luchar contra restos tan ri- traducir las tesis de los extranjeros al lenguaje indigerido de He-
dículamente anticuados de la Edad Media como los que hasta gel, o espigadores literaturizantes dentro del campo de la «his-
1830 obstruían el progreso material de la burguesía de Alema- toria de la cultura», como el señor Riehl. De todo esto salieron,
nia, no había que pensar en que existiese una Economía políti- por último, las ciencias camerales,12 un potaje de yerbajos de to-
ca alemana. Hasta la fundación de la Liga aduanera,9 los alema- da especie, revuelto con una salsa ecléctico–economista, que
nes no se encontraron en condiciones de poder entender, por lo servía a los opositores para ingresar en los escalafones de la Ad-
menos, la Economía política. En efecto, a partir de entonces co- ministración pública.
mienza a importarse la Economía inglesa y francesa, en prove- Mientras, en Alemania, la burguesía, los dómines y los buró-
cho de la burguesía alemana. La gente erudita y los burócratas cratas se esforzaban por aprenderse de memoria, como dogmas
no tardaron en adueñarse de la materia importada, aderezándo- intangibles, y por explicarse un poco los primeros rudimentos
la de un modo que no honra precisamente al «espíritu alemán». de la Economía política anglo–francesa, salió a la palestra el
De la turbamulta de caballeros de industria, mercaderes, dómi- partido proletario alemán. Todo el contenido de la teoría de es-
nes y chupatintas metidos a escritores, nació una literatura eco- te partido emanaba del estudio de la Economía política, y del
nómica alemana que, en punto de insipidez, superficialidad, va- instante de su advenimiento data también la Economía política
cuidad, prolijidad y plagio, sólo puede parangonarse con la no- alemana, como ciencia con existencia propia. Esta Economía
vela alemana. Entre la gente de sentido práctico se formó en pri- política alemana se basa sustancialmente en la concepción ma-
mer término la escuela de los industriales proteccionistas, cuya terialista de la historia, cuyos rasgos fundamentales se exponen
primera autoridad, List, sigue siendo lo mejor que ha producido concisamente en el prólogo de la obra que comentamos. La par-
la literatura económica burguesa alemana, aunque toda su obra te principal de este prólogo13 se ha publicado ya en «Das Volk»14
gloriosa esté copiada del francés Ferrier, padre teórico del siste- por lo cual nos remitimos a ella. La tesis de que «el modo de
ma continental.10 Frente a esta tendencia, apareció en la década producción, de la vida material condiciona el proceso de la vida
social, política y espiritual en general», de que todas las relacio-
9 La Liga aduanera alemana (Zollverein) fue concertada el 1 de enero de
1834 entre Prusia y una serie de Estados alemanes. Austria permaneció al
11 Partidarios del libre cambio. (N. de la Red.)
margen de esta Liga. (N. de la Red.)
10 Sistema continental: política prohibitiva contra la importación de mer- 12 Ciclo de ciencias administrativas y económicas que se explicaba en las
cancías inglesas en el continente europeo, seguida por Napoleón I. El siste- universidades alemanas. (N. de la Red.)
13 Véanse páginas anteriores de este tomo. (N. de la Red.)
ma continental fue implantado en 1806, por un decreto de Napoleón. Abra-
zaron este sistema, aparte de otros países, España, Nápoles, Holanda, y más 14 Periódico alemán que se publicaba en Londres entre mayo y agosto de
tarde Prusia, Dinamarca, Rusia y Austria. (N. de la Red.) 1859. Marx participó muy activamente en su redacción. (N. de la Red.)
50 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 51

nes sociales y estatales, todos los sistemas religiosos y jurídicos, mente, que esta tesis, en apariencia tan sencilla, de que la con-
todas las ideas teóricas que brotan en la historia, sólo pueden ciencia del hombre depende de su existencia, y no al revés, re-
comprenderse cuando se han comprendido las condiciones ma- chaza de plano, ya en sus primeras consecuencias, todo idealis-
teriales de vida de la época de que se trata y se ha sabido expli- mo, aun el más disimulado. Con ella, quedan negadas todas las
car todo aquello por estas condiciones materiales; esta tesis, era ideas tradicionales y acostumbradas acerca de cuanto es objeto
un descubrimiento que venía a revolucionar no sólo la Econo- de la historia. Toda la manera tradicional de la argumentación
mía, sino todas las ciencias históricas (y todas las ciencias que política se viene a tierra; la hidalguía patriótica se revuelve, in-
no son naturales son históricas). «No es la conciencia del hom- dignada, contra esta falta de principios en el modo de ver las co-
bre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social sas. Por eso la nueva concepción tenía que chocar forzosamen-
es lo que determina su conciencia». Es una tesis tan sencilla, te, no sólo con los representantes de la burguesía, sino también
que por fuerza tenía que ser la evidencia misma, para todo el con la masa de los socialistas franceses que pretenden sacar al
que no se hallase empantanado en las engañifas idealistas. Pero mundo de quicio con su fórmula mágica de liberté, égalité, fra-
esto no sólo encierra consecuencias eminentemente revolucio- ternité. Pero, donde provocó la mayor cólera fue entre los vo-
narias para la teoría, sino también para la práctica: «Al llegar a ceadores democrático–vulgares de Alemania. Lo cual no fue
una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas ma- obstáculo para que pusiesen una especial predilección en explo-
teriales de la sociedad chocan con las relaciones de producción tar, plagiándolas, las nuevas ideas, si bien con gran confusionis-
existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de es- mo.
to, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han El desarrollar la concepción materialista, aunque sólo fuese a
desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas la luz de un único ejemplo histórico, era una labor científica que
productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se habría exigido largos años de estudio tranquilo, pues es eviden-
abre así una época de revolución social. Al cambiar la base eco- te que aquí con simples frases no se resuelve nada, que sólo la
nómica, se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la in- existencia de una masa de materiales históricos, críticamente
mensa superestructura erigida sobre ella... Las relaciones bur- cribados y totalmente dominados, puede capacitarnos para la
guesas de producción son la última forma antagónica del proce- solución de este problema. La revolución de febrero lanzó a
so social de producción; antagónica, no en el sentido de un an- nuestro partido a la palestra política, impidiéndole con ello en-
tagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de tregarse a empresas puramente científicas. No obstante, aquella
las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuer- concepción fundamental inspira, une como hilo de engarce, to-
zas productivas que se desarrollan en el seno de la sociedad bur- das las producciones literarias del Partido. En todas ellas se de-
guesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales pa- muestra, caso por caso, cómo la acción brota siempre de impul-
ra la solución de este antagonismo». Por tanto, si seguimos de- sos directamente materiales y no de las frases que la acompa-
sarrollando nuestra tesis materialista y la aplicamos a los tiem- ñan; lejos de ello, las frases políticas y jurídicas son otros tan-
pos actuales, se abre inmediatamente ante nosotros la perspecti- tos efectos de los impulsos materiales, ni más ni menos que la
va de una potente revolución, la revolución más potente de to- acción política y sus resultados.
dos los tiempos. Tras la derrota de la revolución de 1848–49 llegó un momen-
Pero, mirando las cosas de cerca, vemos también, inmediata- to en que se hizo cada vez más imposible influir sobre Alema-
52 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 53

nia desde el extranjero, y entonces nuestro partido abandonó a mas posibles, y a un índice de palabras y giros que ya no tenían
los demócratas vulgares el campo de los líos entre los emigra- más misión que colocarse en el momento oportuno, para encu-
dos, única actividad posible de tales momentos. Mientras aqué- brir con ellos la ausencia de ideas y conocimientos positivos.
llos daban rienda suelta a sus querellas, arañándose hoy para Como decía un profesor de Bona, estos hegelianos no sabían na-
abrazarse mañana, y al día siguiente volver a lavar delante de da de nada, pero podían escribir acerca de todo. Y así era; en
todo el mundo sus trapos sucios; mientras recorrían toda Amé- efecto. Sin embargo, pese a su suficiencia, estos señores tenían
rica mendigando, para armar en seguida un nuevo escándalo por tanta conciencia de su pequeñez, que rehuían, en cuanto les era
el reparto del puñado de monedas reunido, nuestro partido se posible, los grandes problemas; la vieja ciencia pedantesca
alegraba de encontrar otra vez un poco de sosiego para el estu- mantenía sus posiciones por la superioridad de su saber positi-
dio. Llevaba a los demás la gran ventaja de tener por base teó- vo. Sólo cuando vino Feuerbach y dio el pasaporte al concepto
rica una nueva concepción científica del mundo, cuya elabora- especulativo, el hegelianismo fue languideciendo poco a poco,
ción le daba bastante que hacer, razón suficiente, ya de suyo, pa- y parecía como si hubiese vuelto a instaurarse en la ciencia el
ra que no pudiese caer nunca tan bajo como los «grandes hom- reinado de la vieja metafísica, con sus categorías inmutables.
bres» de la emigración. La cosa tenía su explicación lógica. Al régimen de los diado-
El primer fruto de estos estudios es el libro que tenemos de- cos15 hegelianos, que se había perdido en meras frases, siguió,
lante. naturalmente, una época en la que, el contenido positivo de la
ciencia volvió a sobrepujar su aspecto formal. Al mismo tiem-
II po, Alemania, congruentemente con el formidable progreso bur-
gués conseguido desde 1848, se lanzaba con una energía verda-
Un libro como éste no podía limitarse a criticar sin ilación al- deramente extraordinaria a las Ciencias Naturales; y, al poner de
guna capítulos sueltos de la Economía, estudiar aisladamente tal moda estas ciencias, en las que la tendencia especulativa no ha-
o cual problema económico litigioso. No; este libro tiende des- bía llegado jamás a adquirir gran importancia volvió a echar raí-
de el primer momento a una síntesis sistemática de todo el con- ces también la vieja manera metafísica de discurrir, hasta caer
junto de la ciencia económica, a desarrollar de un modo cohe- en la extrema vulgaridad de un Wolff. Hegel había sido olvida-
rente las leyes de la producción burguesa y del cambio burgués. do, y se desarrolló el nuevo materialismo naturalista, que ape-
Y como los economistas no son más que los intérpretes y los nas se distingue en nada, teóricamente, de aquel del siglo XVIII,
apologistas de estas leyes, el desarrollarlas es, al mismo tiempo, y que en la mayor parte de los casos no le lleva más ventaja que
hacer la crítica de toda la literatura económica. la de poseer un material de Ciencias Naturales, y principalmen-
Desde la muerte de Hegel, apenas se había intentado desarro- te químico y fisiológico, más abundante. La angosta mentalidad
llar una ciencia en su propia conexión interna. La escuela hege- filistea de los tiempos prekantianos vuelve a presentársenos, re-
liana oficial sólo había aprendido de la dialéctica del maestro la producida hasta la más extrema vulgaridad, en Büchner y Vogt;
manipulación de los artificios más sencillos, que aplicaba a
diestro y siniestro, y además con una torpeza no pocas veces ri- 15 Diadocos, sucesores de Alejandro de Macedonia, empeñados después
sible. Para ellos, toda la herencia de Hegel se reducía a un sim- de su muerte en una lucha intestina que ocasionó el desmoronamiento del
ple patrón por el cual podían cortarse y construirse todos los te- Imperio.
54 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 55

y hasta el propio Moleschott, que jura por Feuerbach, se pierde lo animaba. Por muy abstracta e idealista que fuese su forma, el
a cada momento, de un modo divertidísimo, entre las categorías desarrollo de sus ideas marchaba siempre paralelamente con el
más sencillas. Naturalmente, el envarado penco del sentido co- desarrollo de la historia universal que era, en realidad, sólo la
mún burgués se detiene perplejo ante la zanja que separa la piedra de toque de aquél. Y aunque con ello se invirtiese y pu-
esencia de las cosas de sus manifestaciones, la causa del efecto; siese cabeza abajo la verdadera relación, la Filosofía nutríase to-
y, si uno va a cazar con galgos en los terrenos escabrosos del da ella, no obstante, del contenido real; tanto más cuanto que
pensar abstracto, no debe hacerlo a lomos de un penco. Hegel se distinguía de sus discípulos en que no alardeaba, como
Aquí se planteaba, por tanto otro problema que, de suyo, no éstos, de ignorancia, sino que era una de las cabezas más erudi-
tenía nada que ver con la Economía política. ¿Con qué método tas de todos los tiempos. Él fue el primero que intentó poner de
había de tratarse la ciencia? De un lado estaba la dialéctica he- relieve en la historia un proceso de desarrollo, una conexión in-
geliana, bajo la forma completamente abstracta, «especulativa», terna; y por muy peregrinas que hoy nos parezcan muchas cosas
en que la dejara Hegel; de otro lado, el método ordinario, que de su filosofía de la historia, la grandeza de la concepción fun-
volvía a estar de moda, el método, en su esencia metafísico damental sigue siendo todavía algo admirable, lo mismo si com-
wolffiano, y del que se servían también los economistas burgue- paráramos con él a sus predecesores que si nos fijamos en los
ses para escribir sus gordos e incoherentes libros. Este último que después de él se han permitido hacer consideraciones gene-
método había sido tan destruido teóricamente por Kant, y sobre rales acerca de la historia. En la «Fenomenología», en la «Esté-
todo por Hegel, que sólo la inercia y la ausencia de otro méto- tica», en la «Historia de la Filosofía», en todas partes vemos re-
do sencillo podían explicar que aun perdurase prácticamente. flejada esta concepción grandiosa de la historia, y en todas par-
Por otra parte, el método hegeliano era de todo punto inservible tes encontramos la materia tratada históricamente, en una deter-
en su forma actual. Era un método esencialmente idealista, y minada conexión con la historia, aunque esta conexión aparez-
aquí se trataba de desarrollar una concepción del mundo más ca invertida de un modo abstracto.
materialista que todas las anteriores. Aquel método arrancaba Esta concepción de la historia, que hizo época, fue la premi-
del pensar puro, y aquí había que partir de los hechos más tena- sa teórica directa de la nueva concepción materialista, y ya esto
ces. Un método que, según su propia confesión, «partía de la na- brindaba también un punto de empalme para el método lógico.
da, para llegar a la nada, a través de la nada», era de todos mo- Si ya desde el punto de vista del «pensar puro», esta dialéctica
dos impropio bajo esta forma. Y no obstante, este método era, olvidada había conducido a tales resultados, y si además había
entre todo el material lógico existente, lo único que podía ser acabado como jugando con toda la lógica y la metafísica ante-
utilizado. No había sido criticado, no había sido superado por riores, a ella, indudablemente tenía que haber en ella algo más
nadie; ninguno de los adversarios del gran dialéctico había po- que sofística y pedantesca sutileza. Pero, el acometer la crítica
dido abrir una brecha en su airoso edificio; había caído en el ol- de este método, empresa que había hecho y hace todavía recu-
vido, porque la escuela hegeliana no supo qué hacer con él. Lo lar a toda la filosofía oficial, no era ninguna pequeñez.
primero era, pues, someter a una crítica a fondo el método he- Marx era y es el único que podía entregarse a la labor de sa-
geliano. car de la lógica hegeliana la médula que encierra los verdaderos
Lo que ponía al modo discursivo de Hegel por encima del de descubrimientos de Hegel en este campo, y de restaurar el mé-
todos los demás filósofos era el formidable sentido histórico que todo dialéctico despojado de su ropaje idealista, en la sencilla
56 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 57

desnudez en que aparece como la única forma exacta del desa- más simple que existe históricamente, de hecho; por tanto, aquí,
rrollo del pensamiento. El haber elaborado el método en que de la primera relación económica con que nos encontramos.
descansa la critica de la Economía política por Marx es, a nues- Luego, procedemos a analizarla. Ya en el sólo hecho de tratarse
tro juicio, un resultado que apenas desmerece en importancia de de una relación, va implícito que tiene dos lados que se relacio-
la concepción materialista fundamental. nan entre sí. Cada uno de estos dos lados se estudia separada-
Aun después de descubierto el método, y de acuerdo con él, mente, de donde luego se desprende su relación recíproca y su
la crítica de la Economía política podía acometerse de dos mo- interacción. Nos encontramos con contradicciones, que recla-
dos: el histórico o el lógico. Como en la historia, al igual que en man una solución. Pero, como aquí no seguimos un proceso dis-
su reflejo literario, las cosas se desarrollan también, a grandes cursivo abstracto, que se desarrolla exclusivamente en nuestras
rasgos, desde lo más simple hasta lo más complejo, el desarro- cabezas, sino una sucesión real de hechos, ocurridos real y efec-
llo histórico de la literatura sobre Economía política brindaba un tivamente en algún tiempo o que siguen ocurriendo todavía, es-
hilo natural de engarce para la crítica, pues, en términos genera- tas contradicciones se habrían planteado también en la práctica
les, las categorías económicas aparecerían aquí por el mismo or- y en ella habrán encontrado también, probablemente, su solu-
den que en su desarrollo lógico. Esta forma presenta, aparente- ción. Y si estudiamos el carácter de esta solución, veremos que
mente, la ventaja de una mayor claridad, puesto que en ella se se logra creando una nueva relación, cuyos dos lados contra-
sigue el desarrollo real de las cosas, pero en la práctica lo úni- puestos tendremos que desarrollar ahora, y así sucesivamente.
co que se conseguiría, en el mejor de los casos, sería populari- La Economía política comienza por la mercancía, por el mo-
zarla. La historia se desarrolla con frecuencia a saltos y en zig- mento en que se cambian unos productos por otros, ya sea por
zags, y habría que seguirla así en toda su trayectoria, con lo cual obra de individuos aislados o de comunidades de tipo primitivo.
no sólo se recogerían muchos materiales de escasa importancia, El producto que entra en el intercambio es una mercancía. Pero
sino que habría que romper muchas veces la ilación lógica. Ade- lo que le convierte en mercancía es pura y simplemente, el he-
más, la historia de la Economía política no podría escribirse sin cho de que a la cosa, al producto, vaya ligada una relación en-
la de la sociedad burguesa, con lo cual la tarea se haría intermi- tre dos personas o comunidades, la relación entre el productor y
nable, ya que faltan todos los trabajos preparatorios. Por tanto, el consumidor, que aquí no se confunden ya en la misma perso-
el único método indicado era el lógico. Pero éste no es, en rea- na. He aquí un ejemplo de un hecho peculiar que recorre toda la
lidad, más que el método histórico, despojado únicamente de su Economía política y ha producido lamentables confusiones en
forma histórica y de las contingencias perturbadoras. Allí don- las cabezas de los economistas burgueses. La Economía no tra-
de comienza esta historia debe comenzar también el proceso ta de cosas, sino de relaciones entre personas y, en última ins-
discursivo, y el desarrollo ulterior de éste no será más que la tancia, entre clases; si bien estas relaciones van siempre unidas
imagen refleja, en forma abstracta y teóricamente consecuente, a cosas y aparecen como cosas. Aunque ya alguno que otro eco-
de la trayectoria histórica; una imagen refleja corregida, pero nomista hubiese vislumbrado, en casos aislados, esta conexión,
corregida con arreglo a las leyes que brinda la propia trayecto- fue Marx quien la descubrió en cuanto a su alcance para toda la
ria histórica; y así, cada factor puede estudiarse en el punto de Economía, simplificando y aclarando con ello hasta tal punto
desarrollo de su plena madurez, en su forma clásica. los problemas más difíciles, que hoy hasta los propios econo-
Con este método, partimos siempre de la relación primera y mistas burgueses pueden comprenderlos.
58 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 59

Si enfocamos la mercancía en sus diversos aspectos –pero la terminándose en forma más concreta el valor medido en dinero,
mercancía que ha cobrado ya su pleno desarrollo no aquella que el precio; 2) como medio de circulación, y 3) como unidad de
comienza a desarrollarse trabajosamente en los actos primige- ambos conceptos en cuanto dinero real, como representación de
nios de trueque entre dos comunidades primitivas–, se nos pre- toda la riqueza burguesa material. Con esto, terminan las inves-
senta bajo los dos puntos de vista del valor de uso y del valor de tigaciones del primer fascículo, reservándose para el segundo la
cambio, con lo que entramos inmediatamente en el terreno del transformación del dinero en capital.
debate económico. El que desee un ejemplo palmario de cómo Vemos, pues, cómo con este método el desenvolvimiento ló-
el método dialéctico alemán, en su fase actual de desarrollo, es- gico no se ve obligado, ni mucho menos, a moverse en el reino
tá tan por encima del viejo método metafísico, vulgar y charla- de lo puramente abstracto. Por el contrario, necesita ilustrarse
tanesco, por lo menos como los ferrocarriles sobre los medios con ejemplos históricos, mantenerse en contacto constante con
de transporte de la Edad Media, no tiene más que ver, leyendo la realidad. Por eso, estos ejemplos se aducen en gran variedad
a Adam Smith o a cualquier otro economista oficial de fama, y consisten tanto en referencias a la trayectoria histórica real en
cuántos suplicios les costaba a estos señores el valor de cambio las diversas etapas del desarrollo de la sociedad como en refe-
y el valor de uso, cuán difícil se les hacía distinguirlos clara- rencias a la literatura económica, en las que se sigue, desde el
mente y concebirlos cada uno de ellos en su propia y peculiar primer paso, la elaboración de conceptos claros de las relacio-
precisión, y comparar luego esto con la clara y sencilla exposi- nes económicas. La crítica de las distintas definiciones, más o
ción de Marx. menos unilaterales o confusas, se contiene ya, en lo sustancial,
Después de aclarar el valor de uso y el valor de cambio, se en el desarrollo lógico y puede resumirse brevemente.
estudia la mercancía como unidad directa de ambos, tal como
entra en el proceso de cambio. A qué contradicciones da lugar
esto, puede verse en las págs. 20 y 21.16 Advertiremos única-
mente que estas contradicciones no tienen tan sólo un interés
teórico abstracto, sino que reflejan al mismo tiempo las dificul-
tades que surgen de la naturaleza de la relación de intercambio
directo, del simple acto del trueque, y las imposibilidades con
que necesariamente tropieza esta primera forma tosca de cam-
bio. La solución de estas imposibilidades se encuentra transfi-
riendo a una mercancía especial –el dinero– la cualidad de re-
presentar el valor de cambio de todas las demás mercancías.
Tras esto, se estudia en el segundo capítulo el dinero o la circu-
lación simple, a saber: 1) el dinero como medida del valor, de-

16 Engels se remite aquí al libro «Zur Kritik der politischen Ökonomie»


(«Contribución a la crítica de la Economía política»). Berlín, 1859. (N. de la
Red.)
“El Capital” visto por su autor 61

F. Engels

“El Capital” de Marx

Desde que hay en el mundo capitalistas y obreros, no se ha


publicado un solo libro que tenga para los obreros la importan-
cia de éste. En él se estudia científicamente, por vez primera, la
relación entre el capital y el trabajo, eje en torno del cual gira
todo el sistema de la moderna sociedad, y se hace con una pro-
fundidad y un rigor sólo posible en un alemán. Por más valiosas
que son y serán siempre las obras de un Owen, de un Saint–Si-
mon, de un Fourier, tenía que ser un alemán quien escalase la
cumbre desde la que se domina, claro y nítido –como se domi-
na desde la cima de las montañas el paisaje de las colinas situa-
das más abajo–, todo el campo de las modernas relaciones so-
ciales.
La Economía política al uso nos enseña que el trabajo es la
fuente de toda la riqueza y la medida de todos los valores, de tal
modo, que dos objetos cuya producción haya costado el mismo
tiempo de trabajo, encierran idéntico valor; y como, por térmi-
no medio, sólo pueden cambiarse entre sí valores iguales, esos
objetos deben poder ser cambiados el uno por el otro. Pero, al
mismo tiempo, nos enseña que existe una especie de trabajo
62 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 63

acumulado, al que esa Economía da el nombre de capital, y que valía? Los economistas parten del supuesto de que sólo se cam-
este capital, gracias a los recursos auxiliares que encierra, eleva bian valores iguales, y esto, en el campo de la teoría abstracta,
cien y mil veces la capacidad productiva del trabajo vivo, en es exacto. Por tanto, la operación consistente en comprar algo-
gracia a lo cual exige una cierta remuneración, que se conoce dón y en volverlo a vender, no puede engendrar una plusvalía,
con el nombre de beneficio o ganancia. Todos sabemos que lo como no puede engendrarla el hecho de cambiar un tálero por
que sucede en realidad es que, mientras las ganancias del traba- treinta silbergroschen o el de volver a cambiar las monedas frac-
jo muerto, acumulado, crecen en proporciones cada vez más cionarías por el tálero de plata. Después de realizar esta opera-
asombrosas y los capitales de los capitalistas se hacen cada día ción, el poseedor del tálero no es más rico ni más pobre que an-
más gigantescos, el salario del trabajo vivo se reduce cada vez tes. Mas la plusvalía no puede brotar tampoco del hecho de que
más, y la masa de los obreros, que viven exclusivamente de un los vendedores coloquen sus mercancías por más de lo que va-
salario, se hace cada vez más numerosa y más pobre. ¿Cómo se len o de que los compradores las obtengan por debajo de su va-
resuelve esta contradicción? ¿Cómo es posible que el capitalis- lor, porque los que ahora son compradores son luego vendedo-
ta obtenga una ganancia, si al obrero se le retribuye el valor ín- res, y, por tanto, lo que ganan en un caso lo pierden en el otro.
tegro del trabajo que incorpora a su producto? Como el cambio Ni puede provenir tampoco de que los compradores y vendedo-
supone siempre valores iguales, parece que tiene necesariamen- res se engañen los unos a los otros, pues eso no crearía ningún
te que suceder así. Mas, por otra parte, ¿cómo pueden cambiar- valor nuevo o plusvalía, sino que haría cambiar únicamente la
se valores iguales, y cómo puede retribuírsele al obrero el valor distribución del capital existente entre los capitalistas. Y no obs-
íntegro de su producto, si, como muchos economistas recono- tante, a pesar de comprar y vender las mercancías por lo que va-
cen, este producto se distribuye entre él y el capitalista? Ante es- len, el capitalista saca de ellas más valor del que invirtió. ¿Có-
ta contradicción, la Economía al uso se queda perpleja y no sa- mo se explica esto?
be más que escribir o balbucir unas cuantas frases confusas, que Bajo el régimen social vigente, el capitalista encuentra en el
no dicen nada. Tampoco los críticos socialistas de la Economía mercado una mercancía que posee la peregrina cualidad de que,
política, anteriores a nuestra época, pasaron de poner de mani- al consumirse, engendra nuevo valor, crea un nuevo valor: esta
fiesto la contradicción; ninguno logró resolverla, hasta que mercancía es la fuerza de trabajo.
Marx, por fin, analizó el proceso de formación de la ganancia, ¿Cuál es el valor de la fuerza de trabajo? El valor de toda
remontándose a su verdadera fuente y poniendo en claro, con mercancía se mide por el trabajo necesario para producirla. La
ello, todo el problema. fuerza de trabajo existe bajo la forma del obrero vivo, quien pa-
En su investigación del capital, Marx parte del hecho senci- ra vivir y mantener además a su familia que garantice la persis-
llo y notorio de que los capitalistas valorizan su capital por me- tencia de la fuerza de trabajo aun después de su muerte, necesi-
dio del cambio, comprando mercancías con su dinero para ven- ta una determinada cantidad de medios de vida. El tiempo de tra-
derlas después por más de lo que les costaron. Por ejemplo, un bajo necesario para producir estos medios de vida representa,
capitalista compra algodón por valor de 1,000 táleros y lo re- por tanto, el valor de la fuerza de trabajo. El capitalista se lo pa-
vende por 1,100, «ganando», por tanto, 100 táleros. Este supe- ga semanalmente al obrero y le compra con ello el uso de su tra-
rávit de 100 táleros, que viene a incrementar el capital primiti- bajo durante una semana. Hasta aquí, esperamos que los señores
vo, es lo que Marx llama plusvalía. ¿De dónde nace esta plus- economistas estarán, sobre poco más o menos, de acuerdo con
64 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 65

nosotros, en lo que al valor de la fuerza de trabajo se refiere. venir necesariamente, si la mercancía no sube de precio, del tra-
El capitalista pone a su obrero a trabajar. El obrero le sumi- bajo no retribuido. El comerciante tiene que vender su mercan-
nistra al cabo de determinado tiempo la cantidad de trabajo re- cía a un fabricante de tejidos de algodón, quien puede sacar del
presentada por su salario semanal. Supongamos que el salario artículo que fabrica, además de aquellos 100 táleros, un benefi-
semanal de un obrero equivale a tres días de trabajo; si el obre- cio para sí, compartiendo, por tanto, con el comerciante el tra-
ro comienza a trabajar el lunes, el miércoles por la noche habrá bajo no retribuido que se embolsa. De este trabajo no retribuido
reintegrado al capitalista el valor íntegro de su salario. Pero, viven en general todos los miembros ociosos de la sociedad. De
¿es que deja de trabajar una vez conseguido esto? Nada de eso. él salen los impuestos que cobran el Estado y el municipio, en
El capitalista le ha comprado el trabajo de una semana: por tan- la parte que grava a la clase capitalista, la renta del suelo abona-
to, el obrero tiene que seguir trabajando los tres días que faltan da a los terratenientes, etc. Sobre él descansa todo el orden so-
para ésta. Este Plustrabajo del obrero, después de cubrir el cial existente.
tiempo necesario para reembolsar al patrono su salario, es la Sería necio, sin embargo, creer que el trabajo no retribuido
fuente de la plusvalía, de la ganancia del incremento progresivo sólo surgió bajo las condiciones actuales, en que la producción
del capital. corre a cargo de capitalistas de una parte y de obreros asalaria-
Y no se diga que eso de que el obrero rescata en tres días, tra- dos de otra parte. Nada más lejos de la verdad. La clase oprimi-
bajando, el salario que percibe, y que durante los tres días res- da se vio forzada a rendir trabajo no retribuido en todas las épo-
tantes trabaja para el capitalista, es una suposición arbitraria. cas de la historia. Durante los largos siglos en que la esclavitud
Por el momento, nos tiene absolutamente sin cuidado, y es cosa era la forma dominante de organización del trabajo, los esclavos
que depende de las circunstancias, el que para romper el salario veíanse obligados a trabajar mucho más de lo que se les pagaba
necesite realmente tres días, o dos, o cuatro; lo importante es en forma de medios de vida. Bajo la dominación de la servidum-
que, además del trabajo pagado, el capitalista le saca al obrero bre de la gleba y hasta la abolición de la prestación personal
trabajo que no le retribuye. Y esto no es ninguna suposición ar- campesina, ocurría lo mismo; aquí, incluso adquiría forma tan-
bitraria, ya que el día en que el capitalista, a la larga, sólo saca- gible la diferencia entre el tiempo durante el cual el campesino
se del obrero el trabajo que le remunera mediante el salario, ce- trabajaba para su propio sustento y el plustrabajo que rendía pa-
rraría la fábrica, pues toda su ganancia se iría a pique. ra el señor feudal, precisamente porque éste lo ejecutaba en otro
He aquí la solución de todas aquellas contradicciones. El na- sitio que aquél. Hoy, la forma ha cambiado, pero el fondo sigue
cimiento de la plusvalía (de la que una parte importante consti- siendo el mismo, y mientras «una parte de la sociedad posea el
tuye la ganancia del capitalista) es, ahora, completamente claro monopolio de los medios de producción, el obrero, sea libre o no
y natural. Al obrero se le paga, ciertamente, el valor de la fuer- libre, no tendrá más remedio que añadir al tiempo durante el cual
za de trabajo. Lo que ocurre es que este valor es bastante infe- trabaja para su propio sustento un tiempo de trabajo adicional
rior al que el capitalista logra sacar de ella, y la diferencia, o sea para producir los medios de vida destinados a los poseedores de
el trabajo no retribuido, es lo que constituye precisamente la los instrumentos de producción». (Marx, pág. 202)17
parte del capitalista, o mejor dicho, de la clase capitalista. Pues,
hasta la ganancia que en nuestro ejemplo de más arriba obtenía 17 Los números de las páginas corresponden a la primera edición del pri-
el comerciante algodonero al vender el algodón, tiene que pro- mer tomo de «El Capital», Hamburgo 1867. (N. de la Red.)
66 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 67

bajan los otros.


II La lucha por conseguir que se fije la jornada de trabajo dura
desde que aparecen en la escena de la historia los obreros libres
Veíamos en nuestro artículo anterior que todo obrero enrola- hasta nuestros días. En distintas industrias rigen distintas jorna-
do por el capitalista ejecuta un doble trabajo: durante una parte das tradicionales de trabajo, pero, en la práctica, son muy con-
del tiempo que trabaja, repone el salario que el capitalista le tados los casos en que se respeta la tradición. Sólo puede decir-
adelanta, y esta parte del trabajo es lo que Marx llama trabajo se que existe verdadera jornada normal de trabajo allí donde la
necesario. Pero luego, tiene que seguir trabajando y producir la ley fija esta jornada y se encarga de velar por su aplicación.
plusvalía para el capitalista, una parte importante de la cual re- Hasta hoy, puede afirmarse que esto sólo acontece en los distri-
presenta la ganancia. Esta parte de trabajo recibe el nombre de tos fabriles de Inglaterra. En las fábricas inglesas rige la jorna-
plustrabajo. da de diez horas (o sea, diez horas y media durante cinco días y
Supongamos que el obrero trabaja durante tres días de la se- siete horas y media los sábados) para todas las mujeres y los
mana para reponer su salario y tres días para crearle plusvalía al chicos de trece a dieciocho años; y como los hombres no pue-
capitalista. Expresado en otros términos, esto vale tanto como den trabajar sin la cooperación de aquellos elementos, de hecho
decir que si la jornada es de doce horas, trabaja seis horas por también ellos disfrutan la jornada de diez horas. Los obreros fa-
su salario y otras seis para la producción de plusvalía. De una briles de Inglaterra arrancaron esta ley a fuerza de años y años
semana sólo pueden sacarse seis días o siete, a lo sumo, inclu- de perseverancia en la más tenaz y obstinada lucha contra los fa-
yendo el domingo; en cambio, a cada día se le pueden arrancar bricantes, mediante la libertad de prensa y el derecho de reunión
seis, ocho, diez, doce, quince horas de trabajo, y aún más. El y asociación y explotando también hábilmente las disensiones
obrero vende al capitalista, por el jornal, una jornada de traba- en el seno de la propia clase gobernante. Esta ley se ha conver-
jo. Pero ¿qué es una jornada de trabajo? ¿Ocho horas o diecio- tido en el paladión de los obreros ingleses, ha ido aplicándose
cho? poco a poco a todas las grandes ramas industriales, y el año pa-
Al capitalista le interesa que la jornada de trabajo sea lo más sado18 se hizo extensiva a casi todas las industrias, por lo me-
larga posible. Cuanto más larga sea, mayor plusvalía rendirá. Al nos a todas aquellas en que trabajan mujeres y niños. Acerca de
obrero le dice su certero instinto que cada hora más que trabaja, la historia de esta reglamentación legal de la jornada de trabajo
después de reponer el salario, es una hora que se le sustrae ile- en Inglaterra, contiénense datos abundantísimos en la obra que
gítimamente, y sufre en su propia pelleja las consecuencias del estamos comentando. En el próximo «Parlamento del Norte de
exceso de trabajo. El capitalista lucha por su ganancia, el obre- Alemania» se deliberará también acerca de una ordenanza in-
ro por su salud, por un par de horas de descanso al día, para po- dustrial, y, por tanto, se pondrá a debate la reglamentación del
der hacer algo más que trabajar, comer y dormir, para poder ac- trabajo fabril. Esperamos que ninguno de los diputados elegidos
tuar también en otros aspectos como hombre. Diremos de pasa- por los obreros alemanes intervendrá en la discusión de esta ley
da que no depende de la buena voluntad de cada capitalista en sin antes familiarizarse bien con el libro de Marx. Aquí se podrá
particular luchar o no por sus intereses, pues la competencia lograr mucho. Las disensiones que existen en el seno de la cla-
obliga hasta a los más filantrópicos a seguir las huellas de los
demás, haciendo a sus obreros trabajar el mismo tiempo que tra- 18 Es decir, en 1867. (N. de la Red.)
68 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 69

se dominante son más propicias para los obreros que lo fueron crecimiento del proletariado» (pág. 600). Pero, como los pro-
nunca en Inglaterra, porque el sufragio universal obliga a las gresos de la maquinaria, el cultivo perfeccionado de la tierra,
clases dominantes a captarse las simpatías de los obreros. En etc., hacen que cada vez se necesiten menos obreros para produ-
estas condiciones, cuatro o cinco representantes del proletaria- cir la misma cantidad de artículos, y como este perfecciona-
do, si saben aprovecharse de su situación, y sobre todo si saben miento, es decir, esta creación de obreros sobrantes, aumenta
de qué se trata, cosa que no saben los burgueses, pueden cons- con mayor rapidez que el propio capital creciente, ¿qué se hace
tituir una fuerza. El libro de Marx pone en sus manos, perfecta- de este número, cada vez mayor, de obreros superfluos? Forman
mente dispuestos, todos los datos necesarios. un ejército industrial de reserva, al que en las épocas malas o
Pasaremos por alto una serie de excelentes investigaciones, medianas se le paga su trabajo por menos de lo que vale y que
de carácter más bien teórico, y nos detendremos tan sólo en el trabaja sólo de vez en cuando o se queda a merced de la benefi-
capítulo final de la obra, que trata de la acumulación del capital. cencia pública, pero que es indispensable para la clase capitalis-
En este capítulo se pone primero de manifiesto que el método ta en las épocas de gran actividad, como ocurre actualmente, a
capitalista de producción, es decir, el método de producción que todas luces, en Inglaterra, y que en todo caso sirve para vencer
presupone la existencia de capitalistas por una parte, y de obre- la resistencia de los obreros que trabajan normalmente y mante-
ros asalariados por otra, no sólo le reproduce al capitalista cons- ner bajos sus salarios. «Cuanto mayor es la riqueza social... tan-
tantemente su capital, sino que reproduce, incesantemente, la to mayor es la superpoblación relativa o ejército industrial de re-
pobreza del obrero, velando, por tanto, por que existan siempre, serva... Y cuanto mayor es este ejército de reserva, en relación
de un lado, capitalistas que concentran en sus manos la propie- con el ejército obrero activo (o sea, con los obreros que trabajan
dad de todos los medios de vida, materias primas e instrumen- normalmente), tanto mayor es la masa de superpoblación con-
tos de producción, y de otro lado, la gran masa de obreros obli- solidada (permanente) o las capas obreras cuya miseria está en
gados a vender a estos capitalistas su fuerza de trabajo por una razón inversa a sus tormentos de trabajo. Finalmente, cuanto
cantidad de medios de vida que, en el mejor de los casos, sólo más extenso es en la clase obrera el sector de la pobreza y el
alcanza para sostenerlos en condiciones de trabajar y de criar ejército industrial de reserva, tanto mayor es también el paupe-
una nueva generación de proletarios aptos para el trabajo. Pero rismo oficial. Tal es la ley absoluta, general, de la acumulación
el capital no se limita a reproducirse, sino que aumenta y crece capitalista» (pág. 631).
incesantemente, con lo cual aumenta y crece también su poder He ahí, puestas de manifiesto con todo rigor científico –los
sobre la clase de los obreros desposeídos de toda propiedad. Y, economistas oficiales se guardan mucho de intentar siquiera re-
del mismo modo que el capital se reproduce a sí mismo en pro- futarlas–, algunas de las leyes fundamentales del moderno sis-
porciones cada vez mayores, el moderno modo capitalista de tema social capitalista. Pero, ¿queda dicho todo, con esto? No,
producción reproduce igualmente, en proporciones que van ni mucho menos. Con la misma nitidez con que destaca los la-
siempre en aumento, en número creciente sin cesar, la clase de dos malos de la producción capitalista, Marx pone de relieve
los obreros desposeídos. «La acumulación del capital reproduce que esta forma social era necesaria para desarrollar las fuerzas
la relación del capital en una escala mayor; a más capitalistas o productivas sociales hasta un nivel que haga posible un desarro-
a mayores capitalistas en un polo, en el otro polo más obreros llo igual y humanamente digno para todos los miembros de la
asalariados... La acumulación del capital significa, por tanto, el sociedad. Todas las formas sociales anteriores eran demasiado
70 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 71

pobres para esto. Sólo la producción capitalista crea las rique-


zas, y las fuerzas productivas necesarias para ello; pero crea
también, al mismo tiempo, con las masas de obreros oprimidos,
una clase social obligada más y más a tomar en sus manos estas
riquezas y fuerzas productivas, para conseguir que sean aprove-
chadas en interés de toda la sociedad y no, como hoy, en el de 5
una clase monopolista.
C. Marx

Prólogo a la primera edición


del primer tomo de “El Capital”

El trabajo, cuyo primer tomo doy a la publicidad, es la con-


tinuación de la «Contribución a la criítica de la Economía polí-
tica», publicada por mí en 1859. El largo intervalo transcurrido
entre el trabajo inicial y su continuación me ha sido impuesto
por una enfermedad de muchos años que ha interrumpido la la-
bor repetidas veces.
El contenido de la obra primitiva está resumido en el primer
capítulo de este tomo.19 Y al hacerlo así, no se ha atendido sólo
a conseguir que sean más coherentes y completas las ideas, si-
no que se ha mejorado la exposición. En la medida en que la
materia lo ha permitido, se han desarrollado aquí puntos que an-
tes apenas se esbozaron, mientras que otros, ampliamente desa-
rrollados allí, aquí simplemente se enuncian. Los capítulos so-
bre la historia de la teoría del valor y de la teoría del dinero,
por supuesto, han desaparecido. En cambio, el lector conocedor
del trabajo primitivo encontrará en las notas del primer capítu-
lo referencias a nuevas fuentes para el estudio de la historia de
estas teorías.
19 En la primera edición del tomo I de «El Capital», los capítulos corres-
pondían a las actuales secciones. Marx se refiere aquí, por tanto, a los prime-
ros tres capítulos. (N. de la Red.)
72 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 73

El principio siempre es duro; esto ocurre en todas las cien- die podrá acusar a este libro de difícil o incomprensible. Me re-
cias. Por eso, la máxima dificultad la constituirá la comprensión fiero, por supuesto, a lectores que traten de aprender algo nue-
del primer capítulo, en particular los párrafos referentes al aná- vo y quieran, por tanto, pensar por sí mismos.
lisis de la mercancía. En cuanto a lo que toca especialmente al El físico, para observar los procesos naturales, o bien lo ha-
análisis de la substancia del valor y de la magnitud del valor, ce donde se presentan en forma más acusada y menos deforma-
he procurado, en la medida de lo posible, exponerlo en forma da por influencias perturbadoras, o bien, si puede, hace experi-
popular.20 mentos en condiciones que aseguren el desarrollo del proceso
La forma del valor, que llega a su pleno desarrollo en la for- en su forma pura. Lo que me propongo investigar en esta obra
ma dinero, es muy simple y de poco contenido. No obstante, la es el modo de producción capitalista y las relaciones de produc-
inteligencia humana se ha dedicado a investigarla durante más ción y de cambio a él inherentes. El país clásico para ello es has-
de 2,000 años, sin resultado, mientras que otras formas más ta ahora Inglaterra. De aquí el que haya tomado de él los princi-
complejas y de contenido mucho más rico han sido analizadas, pales hechos que sirven de ilustración a mis conclusiones teóri-
por lo menos aproximadamente, con resultado positivo. Y esto, cas. Si el lector alemán alza los hombros con gesto de fariseo
¿por qué? Porque el cuerpo organizado es más fácil de estudiar ante la situación de los trabajadores industriales y agrícolas in-
que las células del cuerpo. Además, para analizar las formas gleses o si se tranquiliza con optimismo pensando que en Ale-
económicas, no se puede utilizar ni el microscopio ni los reacti- mania las cosas no están, ni con mucho, tan mal, tendré que de-
vos químicos. La capacidad de abstracción ha de suplir a ambos. cirle: De te fabula narratur! 21
Ahora bien: para la sociedad burguesa, la forma mercancía del No se trata aquí del grado de desarrollo, más alto o más ba-
producto del trabajo o la forma valor de la mercancía son for- jo, que alcanzan los antagonismos sociales engendrados por las
mas económicas celulares. leyes naturales de la producción capitalista. Se trata de las leyes
A los espíritus poco cultivados les parece que analizar estas mismas, de las tendencias mismas que actúan y se imponen con
formas significa aquilatar y perderse en minucias. Se trata efec- una necesidad férrea. El país industrialmente desarrollado no
tivamente de minucias, pero de minucias como las que son ob- hace más que mostrar al menos desarrollado el cuadro de su
jeto de la anatomía microscópica. propio porvenir.
Por eso, a excepción del capítulo sobre la forma del valor, na- Pero aparte de esto: en los sitios donde la producción capita-
lista ha tomado por completo carta de naturaleza en nuestro
20 Esto me ha parecido tanto más necesario, cuanto que incluso el capítu- país, por ejemplo, en las fábricas propiamente dichas, la situa-
lo del trabajo de F. Lasalle contra Schulze–Lelitzche en el que declara expli- ción es mucho peor que en Inglaterra, por faltar el contrapeso de
car la «quintaesencia del espíritu» de mi investigación sobre este tema, con- la legislación fabril. En las esferas restantes, pesa sobre noso-
tiene errores importantes de interpretación. En Passant (dicho sea de paso)
si F. Lasalle ha tomado de mis trabajos, casi literalmente y hasta con la ter-
tros, como sobre los demás países continentales de la Europa
minología creada por mí, todas las tesis teóricas generales de sus escritos occidental, no sólo el desarrollo de la producción capitalista, si-
económicos (por ejemplo, las tesis sobre el carácter histórico del capital, so- no su insuficiente desarrollo. Además de las miserias modernas,
bre la conexión entre las relaciones y el modo de producción, etc., etc.) y lo nos oprime toda una serie de miserias heredadas, procedentes
ha hecho sin citar las fuentes, ha sido simplemente con fines de propaganda.
Naturalmente, no me refiero a los detalles ni a las consecuencias prácticas
que saca, con los que nada tengo que ver. (Nota de Marx.) 21 Contigo va el cuento. (N. de la Red.)
74 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 75

del hecho de seguir vegetando entre nosotros formas de produc- se obrera, que pueden ser eliminados por la legislación. Esta es
ción antiguas y ya caducas que acarrean un conjunto de relacio- la razón por la cual yo me he extendido tanto en este tomo so-
nes sociales y políticas anacrónicas. No sufrimos sólo a causa bre la historia, el contenido y los resultados de la legislación fa-
de los vivos, sino a causa de los muertos. Le mort saisit le vif!22 bril inglesa. Una nación debe y puede aprender de otra. Incluso
En comparación con la inglesa, la estadística social alemana en el caso en que una sociedad haya llegado a descubrir la pis-
y del occidente continental europeo es muy pobre. Sin embargo, ta de la ley natural que preside su movimiento –y la finalidad de
levanta el velo lo bastante para dejar entrever una cabeza de me- esta obra es descubrir la ley económica que mueve la sociedad
dusa. Nos horrorizaríamos de ver nuestra propia situación si moderna– no puede saltar ni suprimir por decreto sus fases na-
nuestros gobiernos y parlamentos designasen periódicamente, turales de desarrollo. Pero puede acortar y hacer menos doloro-
como en Inglaterra, comisiones de investigación de las condi- so el parto.
ciones económicas; si estas comisiones estuviesen investidas de Unas palabras para evitar posibles interpretaciones falsas. A
la misma plenitud de poderes que en Inglaterra para descubrir la los capitalistas y terratenientes no los he pintado de color de ro-
verdad; si se pudiera encontrar, para cumplir esta misión, hom- sa. Pero aquí se habla de las personas sólo como personificación
bres tan expertos, imparciales y severos como los inspectores de categorías económicas, como portadores de determinadas
del trabajo de Inglaterra, como los médicos ingleses que infor- relaciones o intereses de clase. Mi punto de vista, que enfoca el
man sobre la «Public Health»,23 como los comisarios ingleses desarrollo de la formación económica de la sociedad como un
que investigan sobre la explotación de la mujer y del niño, so- proceso histórico–natural, puede menos que ningún otro hacer
bre las condiciones de la vivienda y de la alimentación, etc. Per- responsable al individuo de unas relaciones de las cuales social-
seo se cubría con un casco mágico para perseguir a los mons- mente es producto, aunque subjetivamente pueda estar muy por
truos; nosotros nos colocamos un casco mágico sobre nuestros encima de ellas.
ojos y nuestros oídos para poder negar la existencia de los En el terreno de la Economía política, la investigación cien-
monstruos. tífica libre se encuentra con más enemigos que en los demás
No hay que hacerse ilusiones. Del mismo modo que la gue- campos de la ciencia. La particular naturaleza del tema de que
rra de independencia americana del siglo XVIII fue el toque a se ocupa levanta contra ella y lleva al campo de batalla las pa-
rebato para la clase media europea, la guerra civil americana del siones más violentas, más mezquinas y más odiosas que anidan
XIX lo ha sido para la clase obrera de Europa. En Inglaterra, el en el pecho humano: las furias del interés privado. La alta Igle-
proceso de subversión se ha hecho palpable. Cuando alcance un sia de Inglaterra, por ejemplo, perdona antes un ataque contra
determinado nivel repercutirá en el continente. Y allí revestirá 38 de sus 39 artículos de fe que contra 1/39 de sus ingresos mo-
formas más brutales o más humanas, a tono con el desarrollo de netarios. Hoy en día, el mismo ateísmo es una culpa levis,24
la clase obrera misma. Abstracción hecha de móviles más ele- comparado con la crítica de las tradicionales relaciones de pro-
vados, sus más vitales intereses mandan a las clases hoy domi- piedad. Sin embargo, aquí hay que reconocer la existencia de un
nantes eliminar todos los obstáculos para el desarrollo de la cla- paso adelante. Observemos, por ejemplo, el libro azul publica-
do en las últimas semanas con el titulo «Correspondence with
22 ¡El muerto se agarra al vivo! (N. de la Red.)
23 Sanidad pública. (N. de la Red.) 24 Un pecado venial. (N. de la Red.)
76 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 77

Her Majesty’s Missions Abroad, regarding Industrial Questions


and Trade’s Unions».25 Los representantes de la corona de Ingla-
terra en el extranjero exponen aquí sin ambages que en Francia,
en Alemania, en una palabra, en todos los países cultos del con-
tinente, es tan palpable y tan inevitable como en Inglaterra una
transformación radical de las relaciones entre el capital y el tra- 6
bajo. Al mismo tiempo, al otro lado del Atlántico, el señor Wa-
de, vicepresidente de los Estados Unidos de América, declaraba C. Marx
en mítines públicos que, abolida la esclavitud, se ha puesto so-
bre el tapete la transformación de las relaciones de propiedad
sobre el capital y la tierra. Son estos signos de la época, que no De las palabras finales a la segunda edición
se dejan encubrir con mantos de púrpura ni con sotanas. No sig- del primer tomo de “El Capital”
nifican que mañana se vayan a producir milagros. Indican que
en las mismas clases dominantes apunta ya el presentimiento de
que la sociedad actual no es ningún cristal duro, sino un orga- El método empleado en «El Capital» ha sido poco compren-
nismo susceptible de transformación y en transformación cons- dido, como ya lo demuestran las nociones contradictorias que
tante. acerca de él se han formado.
El segundo tomo de esta obra tratará del proceso de circula- Así, la «Revue Positivista» de París me echa en cara, por una
ción del capital (Libro II) y de los aspectos del proceso en su parte, que trato la economía de un modo metafísico y, por otra
conjunto (Libro III); y el tercero y último (Libro IV) de la his- –¡adivinen ustedes qué!–, que me limito a un simple análisis crí-
toria de la teoría. tico de los datos, en lugar de prescribir recetas (¿comtistas?) pa-
Bien venido sea todo juicio crítico científico. Contra los pre- ra los figones del futuro. Respecto a la acusación de metafísico,
juicios de la llamada opinión pública, a la que nunca he hecho he aquí lo que escribe el profesor Síber: «En lo tocante a la teo-
concesiones, tengo por divisa el lema del gran Florentino: ría propiamente dicha, el método de Marx es el método deduc-
tivo de toda la escuela inglesa, cuyos inconvenientes y cuyas
«Segui il tuo corso, e lascia dir le genti!»26 ventajas son comunes a todos los mejores teóricos de la Econo-
mía». El señor M. Block –“Les théoriciens du socialisme en
Allemagne. Extrait du «Journal des Economistes», juillet et
août 1872”–27 encuentra que mi método es analítico y dice, en-
tre otras cosas: «Par cet ouvrage M. Marx se classe parmi les es-
prits analytiques les plus éminents».28 Los críticos alemanes cla-
25 Correspondencia con los representantes de Su Majestad en el extranje- 27 «Los teóricos del socialismo en Alemania». Artículo publicado en los nú-
ro sobre cuestiones industriales y las tradeuniones. (N. de la Red.) meros de julio y agosto de 1812 del «Journal des Economistes». (N. de la Red.)
26 «¡Sigue tu camino y deja que la gente murmure!» (Dante) (N. de la 28 «Con esta obra, el señor Marx se sitúa entre los espíritus analíticos más
Red.) eminentes». (N. de la Red.)
78 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 79

man naturalmente contra la sofística hegeliana. «El mensaje- ciales, y de comprobar, con toda la exactitud posible, los hechos
ro»* de San Petersburgo, en un artículo dedicado exclusivamen- que le sirven de punto de partida y de punto de apoyo. Y le bas-
te al método de «El Capital» (número de mayo de 1872, págs. ta plenamente, si, al demostrar la necesidad del orden actual, de-
427–436),29 encuentra que mi método de investigación es rigu- muestra también la necesidad de otro orden que inevitablemen-
rosamente realista, pero lamenta que el método de exposición te habrá de nacer del primero, sin importar para ello el que los
sea del tipo dialéctico alemán. Dice: “Al primer golpe de vista, hombres crean o no crean, tengan o no tengan conciencia de
juzgando por la forma externa de la exposición, Marx es un fi- ello. Marx considera el movimiento social como un proceso his-
lósofo idealista a ultranza. Y esto, en el sentido «alemán», es de- tórico–natural sujeto a leyes que no sólo no dependen de la vo-
cir, en el sentido malo de la palabra. De hecho es infinitamente luntad, de la conciencia ni de los propósitos de los hombres, si-
más realista que todos los que le han antecedido en el campo de no que, por el contrario, son las que determinan esta voluntad,
la crítica económica... No hay ni asomo de razón para calificar- esta conciencia y estos propósitos... Si el elemento consciente
le de idealista”. No puedo contestar mejor al escritor, que citan- desempeña un papel tan subordinado en la historia de la cultu-
do extractos de su propia crítica que, ciertamente, pueden inte- ra, ni que decir tiene que la crítica de esta misma cultura menos
resar a algunos de mis lectores para los cuales el original ruso que nada puede tener por base ninguna forma de la conciencia
no es accesible. ni ningún resultado de la conciencia. En otras palabras: el pun-
Después de una cita de mi prólogo a la «Contribución a la to de partida de ella no puede, en modo alguno, ser la idea, sino
crítica de la Economía política» (Berlin, 1859, págs. IV–VII),30 solamente el fenómeno exterior. La crítica debe consistir en
en el que expongo el fundamento materialista de mi método, el comparar, confrontar, cotejar un hecho, no con una idea, sino
escritor continúa así: con otro hecho. Para ella importa sólo que los dos hechos estén
«Para Marx sólo hay una cosa importante: descubrir la ley investigados con la mayor exactitud posible y que, el uno con
que rige los fenómenos de cuya investigación se ocupa. Y no le respecto al otro, representen realmente diferentes fases del de-
interesa sólo la ley que los rige cuando tienen una forma deter- sarrollo, siendo, además, importante que el orden y la sucesión
minada y una determinada relación, tal como se les puede ob- de las diversas fases del desarrollo, así como sus conexiones
servar en un período dado. Le interesa, además, la ley de su mu- sean estudiados...
danza, de su desarrollo, es decir, de su paso de una forma a otra, «Algún lector tal vez pueda decirnos... que las leyes genera-
de un orden de relaciones a otro. En cuanto ha descubierto esta les que rigen la vida económica son las mismas, tanto si se apli-
ley investiga detalladamente los efectos por los cuales se mani- can al presente como al pasado. Marx niega precisamente esa
fiesta en la vida social... Por eso, Marx se ocupa solamente de idea. Para él no existen tales leyes generales... Por el contrario,
una cosa: de demostrar, mediante una investigación científica cada gran período histórico tiene, según él, sus leyes propias...
precisa, la necesidad de determinados órdenes de relaciones so- Pero en cuanto la vida ha superado cierto período de desarrollo,
ha salido de una fase y ha entrado en otra, empieza a regirse ya
* «El mensajero de Europa». En ruso en el original. por otras leyes. La vida económica presenta en este caso un cua-
29 Se trata del artículo de I. Kaufman, profesor de la Universidad de San
dro análogo al que observamos en otras categorías de fenóme-
Petersburgo, «El punto de vista de C. Marx en la crítica de la Economía po- nos biológicos... Un análisis atento de la contextura interna y de
lítica». (N. de la Red.)
30 Véase en este mismo volumen. las propiedades de los fenómenos propios de la vida económica
80 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 81

en actividad, había servido repetidas veces a muchos investiga- una vez cumplida esta tarea, se puede exponer adecuadamente
dores para convencerse, ya en la década del cuarenta, del error el movimiento real. Si se acierta a reflejar con ello idealmente
cometido por los viejos economistas al considerar que las leyes la vida del material investigado, puede parecer que lo que se ex-
económicas eran de la misma naturaleza que las leyes de la Fí- pone es una construcción apriorística.
sica y de la Química... Un análisis más profundo de los fenóme- Mi método dialéctico no sólo es en su base distinto del mé-
nos demuestra que los organismos sociales se diferencian unos todo de Hegel, sino que es directamente su reverso. Para Hegel,
de otros tan profundamente como los organismos animales y ve- el proceso del pensamiento, al que él convierte incluso, bajo el
getales... La diferente estructura de estos organismos, la diver- nombre de idea, en sujeto con vida propia, es el demiurgo (crea-
sidad de sus órganos, las distintas condiciones en que éstos tie- dor) de lo real, y lo real su simple forma externa. Para mí, por
nen que funcionar, etc., hacen que un mismo fenómeno pueda el contrario, lo ideal no es más que lo material traspuesto y tra-
regirse por leyes completamente distintas en las diferentes fases ducido en la cabeza del hombre.
de su desarrollo... Marx se niega a reconocer, por ejemplo, que Yo he criticado el aspecto mistificador de la dialéctica hege-
la ley de la población sea siempre y en todas partes, para todas liana hace cerca de 30 años, cuando todavía estaba de moda. En
las épocas y para todos los lugares la misma; y afirma, por el la época en que yo estaba escribiendo el primer tomo de «El Ca-
contrario, que cada fase de desarrollo tiene su propia ley de la pital», los epígonos molestos, pretenciosos y mediocres, que
población... Cuanto ocurre en la vida económica depende de la hoy ponen cátedra en la Alemania culta, se recreaban en hablar
productividad de las fuerzas económicas... Los distintos grados de Hegel, como el bravo Moisés Mendelssohn, en tiempo de
de productividad implican consecuencias distintas, y también, Lessing, hablaba de Spinoza: tratándolo de «perro muerto». Por
por tanto, serán distintas las leyes que las rijan. Al plantearse, eso me he declarado yo abiertamente discípulo de aquel gran
pues, la tarea de analizar y explicar la organización económica pensador e incluso, en algunos pasajes del capítulo sobre la teo-
capitalista Marx no hace sino formular de un modo rigurosa- ría del valor, he llegado a coquetear con su modo particular de
mente científico el objetivo que debe perseguir toda investiga- expresión. La mistificación sufrida por la dialéctica en las ma-
ción exacta de la vida económica... El valor científico de seme- nos de Hegel, no quita nada al hecho de que él haya sido el pri-
jante investigación consiste en aclarar las leyes especiales que mero en exponer, en toda su amplitud y con toda conciencia las
rigen el surgimiento, la existencia, el desarrollo y la muerte de formas generales de su movimiento. En Hegel la dialéctica an-
un organismo social dado y su sustitución por otro organismo da cabeza abajo. Es preciso ponerla sobre sus pies para descu-
más elevado. Y éste es el valor que efectivamente tiene la obra brir el grano racional encubierto bajo la corteza mística.
de Marx.» En su forma mistificada, la dialéctica se puso de moda en
Al definir el autor tan justamente lo que él llama mi verdade- Alemania porque parecía glorificar lo existente.
ro método, y al juzgar tan favorablemente la aplicación que yo Su aspecto racional es un escándalo y una abominación para
hago de él ¿qué hace sino definir el método dialéctico? la burguesía y sus portavoces doctrinarios, porque en la concep-
Ciertamente, el procedimiento de exposición debe diferen- ción positiva de lo existente incluye la concepción de su nega-
ciarse, por la forma, del de investigación. La investigación de- ción, de su aniquilamiento necesario; porque, concibiendo cada
be captar con todo detalle el material, analizar sus diversas for- forma llegada a ser en el fluir del movimiento, enfoca también
mas de desarrollo y descubrir la ligazón interna de éstas. Sólo su aspecto de transitoriedad; no se deja imponer por nada; es
82 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 83

esencialmente crítica y revolucionaria.


El movimiento lleno de contradicciones de la sociedad capi-
talista se deja sentir para el burgués práctico del modo más im-
presionante en las vicisitudes de los ciclos periódicos que atra-
viesa la moderna industria, vicisitudes cuyo punto culminante
es la crisis general. Ya se acerca de nuevo, aunque aun se en- 7
cuentre sólo en las etapas preliminares, y por la universalidad de
su campo de acción y la intensidad de sus efectos, va a hacer en- F. Engels
trar la dialéctica hasta en la cabeza de los medrados que han cre-
cido como hongos en el nuevo Sacro Imperio pruso–alemán.
Del prólogo al segundo tomo
de “El Capital”

...¿Qué es lo que Marx ha dicho de nuevo acerca de la plus-


valía? ¿Cómo se explica que la teoría de la plusvalía de Marx
haya caído como un rayo de un cielo sereno, y además en todos
los países civilizados, mientras que las teorías de todos sus pre-
decesores socialistas, incluyendo las de Rodbertus, se han esfu-
mado sin resultado alguno?
La historia de la Química nos puede aclarar esto, a la luz de
un ejemplo.
Todavía a fines del siglo pasado imperaba, como es sabido,
la teoría flogística, según la cual la esencia de toda combustión
residía en que del cuerpo que se quemaba se desprendía otro
cuerpo hipotético, un combustible absoluto, al que se daba el
nombre de flogisto. Esta teoría bastaba para explicar la mayoría
de los fenómenos químicos conocidos por entonces, aunque
violentando un poco la cosa en ciertos casos. Ahora bien, en
1774, Priestley descubrió una clase de aire que encontraba «tan
puro y tan libre de flogisto, que, comparado con él, el aire co-
rriente parecía estar ya corrompido», y le dio el nombre de aire
desflogistizado. Poco después, Scheele descubría en Suecia la
misma clase de aire, poniendo de manifiesto su existencia en la
atmósfera. Encontró, además, que desaparecía al quemar en él o
84 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 85

en el aire corriente un cuerpo, razón por la cual lo denominó ai- apropia no paga ningún equivalente. Pero no se pasaba de aquí.
re ígneo (Feuerluft). «De estos resultados sacó luego la conclu- Los unos –los economistas burgueses clásicos– investigaban, a
sión de que la combinación que se forma al asociar el flogisto lo sumo, la proporción cuantitativa en que el producto del tra-
con una de las partes integrantes del aire» (es decir, en la com- bajo se distribuye entre el obrero y el poseedor de los medios de
bustión), «no es sino fuego o calor, que huye a través del cris- producción. Los otros –los socialistas– encontraban esta distri-
tal»31 bución injusta y buscaban medios utópicos para acabar con la
Tanto Priestley como Scheele habían descubierto el oxígeno, injusticia. Unos y otros seguían prisioneros de las categorías
pero no sabían lo que habían descubierto. «Seguían prisioneros económicas, tal y como las habían encontrado.
de las categorías» flogísticas, «tal y como se las habían encon- En esto apareció Marx. Y apareció en oposición directa a sus
trado». En sus manos, el elemento que estaba llamado a echar predecesores. Donde éstos habían visto una solución, él veía só-
por tierra toda la concepción flogística y a revolucionar la Quí- lo un problema. Marx vio que lo que aquí había no era ni aire
mica, venía condenado a la esterilidad. Pero Priestley comuni- desflogistizado, ni aire ígneo, sino oxígeno; vio que aquí no se
có, poco después, su descubrimiento a Lavoisier, en París, y La- trataba ni de limitarse a registrar un hecho económico, ni del
voisier se puso a investigar a la luz de este nuevo hecho toda la conflicto de este hecho con la eterna justicia y la verdadera mo-
química flogística y descubrió, entonces, que la nueva clase de ral, sino de un hecho que estaba llamado a revolucionar toda la
aire era un nuevo elemento químico y que durante la combus- Economía y que daba –a quien supiera manejarla– la clave para
tión no sale del cuerpo que arde el misterioso flogisto, sino que entender toda la producción capitalista. A la luz de este hecho,
este nuevo elemento se combina con el cuerpo, y así fue como investigó Marx todas las categorías con que se había encontra-
enderezó toda la Química que bajo su forma flogística estaba do, como Lavoisier hizo, a la luz del oxígeno, con las categorías
vuelta del revés. Y aun cuando Lavoisier no haya descubierto el de la química flogística con las que se encontró. Para saber qué
oxígeno, como más tarde afirmó él, al mismo tiempo que los era la plusvalía, tenía que saber qué era el valor. Había que so-
otros dos e independientemente de ellos, es, no obstante, el ver- meter a crítica sobre todo la teoría del valor del propio Ricardo.
dadero descubridor del oxígeno respecto a los otros, que no ha- Marx investigó, pues, el trabajo en cuanto fuente del valor y se-
bían hecho más que encontrarlo, sin sospechar siquiera lo que ñaló, por vez primera, qué trabajo, y por qué y cómo crea valor,
habían descubierto. y cómo el valor no es, en general, más que trabajo cuajado de
Lo que Lavoisier es respecto a Priestley y a Scheele, lo es esta clase, punto éste que Rodbertus no llegó a entender hasta el
Marx respecto a sus predecesores en la teoría de la plusvalía. La fin de sus días. Marx investigó luego la relación entre la mer-
existencia de esta parte del valor del producto a que hoy llama- cancía y el dinero y puso de manifiesto cómo y por qué, en vir-
mos plusvalía, había sido señalada mucho antes de Marx; asi- tud de la cualidad de valor inherente a ella, la mercancía y el
mismo se había dicho, con mayor o menor claridad, en qué con- cambio de mercancías tienen que engendrar la antítesis de mer-
sistía, a saber: en el producto del trabajo por el que quien se lo cancía y dinero; su teoría del dinero, basada en esto, es la pri-
mera teoría completa del dinero, aceptada hoy, tácitamente, con
31 Roscoe–Schorlemmer: «Ausführliches Lehrbuch der Chemie»
carácter general. Investigó la transformación del dinero en capi-
[«Tratado completo de Química»], Braunschweig, 1877. t. I, pág. 13–18. tal y demostró que descansa en la compra y venta de la fuerza
(Nota de Engels.) de trabajo. Y, poniendo fuerza de trabajo, o sea la cualidad crea-
86 C. Marx – F. Engels

dora del valor, donde antes decía trabajo, resolvió, de un golpe,


una de las dificultades contra las que se había estrellado la es-
cuela de Ricardo: la imposibilidad de armonizar el intercambio
del trabajo y el capital con la ley ricardiana de la determinación
del valor por el trabajo. Y, sólo al establecer la distinción del ca-
pital en constante y variable, consiguió exponer hasta en sus III
más mínimos detalles la verdadera trayectoria del proceso de
creación de la plusvalía, explicándolo con ello, cosa que ningu- Carlos Marx
no de sus predecesores había conseguido: registró, por tanto,
una distinción dentro del propio capital con la que los econo- Federico Engels
mistas burgueses, lo mismo que Rodbertus, no habían sabido
qué hacer y que, sin embargo, da la clave para resolver los pro-
blemas económicos más complicados, de lo cual tenemos la
prueba evidentísima, una vez más, en este libro II, y mejor aún,
como se verá, en el libro III. Luego siguió investigando la mis- LA CREACIÓN DE
ma plusvalía y descubrió sus dos formas: plusvalía absoluta y “EL CAPITAL”
relativa, poniendo de manifiesto los papeles distintos, aunque
decisivos en ambos casos, que han desempeñado en el desarro-
llo histórico de la producción capitalista. Y sobre la base de la
plusvalía, desarrolló la primera teoría racional del salario que
poseemos y trazó, por vez primera, los rasgos fundamentales
para una historia de la acumulación capitalista y una exposición
de su tendencia histórica.
“El Capital” visto por su autor 89

1
C. Marx

El método de la economía política

Cuando estudiamos un país determinado desde el punto de


vista de la economía política, comenzamos por su población, la
división de ésta en clases, su establecimiento en las ciudades, en
los campos, a orillas del mar; las distintas ramas de producción,
la exportación y la importación, la producción y el consumo
anuales, los precios de las mercancías, etc. Parece lo correcto
comenzar por lo que hay de concreto y real en los datos; así,
pues, en la economía, por la producción, que es base y sujeto de
todo el acto social de la producción. Pero, bien mirado, este mé-
todo sería falso. La población es una abstracción si dejo a un la-
do las clases de que se compone. Estas clases son, a su vez, una
palabra sin sentido si ignoro los elementos sobre los cuales re-
posan, por ejemplo: el trabajo asalariado, el capital, etc. Estos
suponen el cambio, la división del trabajo, los precios, etc. El
capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor,
dinero, precios, etc. Si comenzase, pues por la población resul-
taría una representación caótica del todo y por medio de una de-
terminación más estricta, llegaría analíticamente siempre más
lejos con conceptos más simples; de lo concreto representado,
llegaría a abstracciones cada vez más tenues, hasta alcanzar a
las más simples determinaciones. Llegado a este punto, habría
90 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 91

que volver a hacer el viaje a la inversa, hasta dar de nuevo con puede nunca existir de un modo que como relación unilate-
la población, pero esta vez no con una representación caótica de ral–abstracta de un todo concreto y vivo ya determinado.
un todo, sino con una rica totalidad de determinaciones y rela- Como categoría, por el contrario, el valor de cambio lleva
ciones diversas. El primero es el camino que ha seguido histó- consigo una existencia antediluviana. Para la conciencia –y la
ricamente la naciente economía política. Los economistas del conciencia filosófica está determinada de tal modo que para ella
siglo XVII, por ejemplo, comienzan siempre por el todo vivo: la el pensamiento que concibe es el hombre real, y el mundo con-
población, la nación, el Estado, varios Estados, etc.; pero termi- cebido es, como tal, el único mundo real–; para la conciencia,
nan siempre por descubrir mediante el análisis cierto número de pues, el movimiento de las categorías aparece como el verdade-
relaciones generales abstractas que son determinantes, tales co- ro acto de producción –que no recibe más que un impulso del
mo la división del trabajo, el dinero, el valor, etc. Una vez que exterior–, cuyo resultado es el mundo, y esto es exacto porque
han sido más o menos fijados y abstraídos estos momentos ais- (aquí tenemos de una tautología) la totalidad concreta, como to-
lados comienzan los sistemas económicos que se elevan de lo talidad de pensamiento, como un concreto de pensamiento, es,
simple, tal como Trabajo, División del trabajo, Necesidad, Va- en realidad, un producto del pensar, del concebir; no es de nin-
lor de cambio, el mismo Estado, el Cambio entre las naciones y gún modo el producto del concepto que se engendra a sí mismo
el Mercado universal. El último método es manifiestamente el y que concibe aparte y por encima de la percepción y de la re-
método científicamente exacto. Lo concreto es concreto, porque presentación, sino que es la elaboración de la percepción y de la
es la síntesis de muchas determinaciones, es decir, unidad de lo representación en conceptos. El todo, tal como aparece en el ce-
diverso. Por eso lo concreto aparece en el pensamiento como el rebro, como un todo mental, es un producto del cerebro pensan-
proceso de la síntesis, como resultado, no como punto de parti- te que se apropia el mundo de la única manera que puede hacer-
da, aunque sea el verdadero punto de partida y, por consiguien- lo, manera que difiere del modo artístico, religioso y práctico de
te, el punto de partida también de la percepción y de la repre- apropiárselo. El Sujeto concreto permanece en pie antes y des-
sentación. En el primer método la representación plena se vola- pués en su independencia exteriormente al cerebro el mismo
tiliza en la abstracta determinación; en el segundo, las determi- tiempo, es decir, que el cerebro no se comporta sino especulati-
naciones abstractas conducen a la reproducción de lo concreto vamente, teóricamente. En el método también teórico de la eco-
por la vía del pensamiento. Así es como Hegel dio en la ilusión nomía política el sujeto, la sociedad, debe, pues, hallarse pre-
de concebir lo real como resultado del pensamiento que se ab- sente siempre al espíritu como presuposición.
sorbe en sí, desciende en sí, se mueve por sí; en tanto que el mé- Pero estas categorías simples, ¿no tienen también una exis-
todo que consiste en elevarse de lo abstracto a lo concreto no es tencia independiente, histórica o natural, anterior a las catego-
sino la manera de proceder del pensamiento para apropiarse lo rías más concretas? Según. Por ejemplo, Hegel comienza co-
concreto, para reproducirlo mentalmente como cosa concreta. rrectamente su Rchtsphilosophie por la posesión, como la rela-
Pero esto no es de ningún modo el proceso de la génesis de lo ción jurídica más simple del sujeto. Pero no existe posesión, an-
concreto mismo. La más simple categoría económica, ponga- terior a la familia o a las relaciones entre amos y esclavos, que
mos por ejemplo el valor de cambio, supone la población, una son relaciones mucho más concretas todavía. Como compensa-
población que produce en determinadas condiciones y también ción, seria justo decir que existen familias, tribus, que se limi-
cierta clase de familias, comunidades o Estados. Dicho valor no tan a poseer, pero no tienen propiedad. La categoría más simple
92 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 93

aparece, pues, como relación de comunidades de familias o de las comunidades como elemento que las constituye originaria-
tribus con la propiedad. En la sociedad primitiva aparece como mente. Al principio aparece más bien en las relaciones recípro-
la relación más simple de un organismo desarrollado, pero se cas entre las distintas comunidades que las relaciones entre los
sobreentiende siempre el subestrato más concreto, cuya relación miembros de una misma y única comunidad.
es la posesión. Se puede imaginar un salvaje aislado que no po- Además, aunque el dinero haya desempeñado desde antiguo
sea cosas. Pero en este caso la posesión no es una relación jurí- y por todas partes un papel como elemento dominante, no apa-
dica. rece en la antigüedad sino en naciones desarrolladas unilateral-
No es exacto que la posesión evolucione históricamente ha- mente en determinado sentido, y aún en la antigüedad más cul-
cia la familia. La posesión supone siempre esta “categoría jurí- ta, entre los Griegos y Romanos no alcanza su completo desa-
dica más concreta”. Sin embargo, quedaría siempre lo siguien- rrollo, suponiendo completo el de la moderna sociedad burgue-
te: que las categorías simples son la expresión de relaciones en sa, sino en el período de la disolución. Esta simplicísima cate-
las que lo concreto menos desarrollado ha podido realizarse sin goría alcanza, por consiguiente, históricamente, su punto culmi-
haber establecido aún la relación más compleja, que se halla ex- nante sólo en las condiciones más desarrolladas de la sociedad.
presada mentalmente en la categoría concreta, en tanto que lo Y el dinero no entraba (?) de ningún modo en todas las relacio-
concreto más desarrollado conserva la misma categoría como nes económicas; así, en el imperio romano, en la época de su
una relación subordinada. perfecto desarrollo, permanecieron como fundamentales el im-
El dinero puede existir, y ha existido históricamente antes de puesto y el préstamo en frutos naturales. El sistema del dinero,
que existiese el capital, antes de que existiesen los Bancos, an- propiamente hablando, se encontraba allí completamente desa-
tes de que existiese el trabajo asalariado. Desde este punto de rrollado únicamente en el ejército, y no tenía participación en la
vista puede decirse que la categoría simple puede expresar rela- totalidad del trabajo.
ciones dominantes de un todo poco desarrollado aún, relaciones De modo que, aunque la categoría simple haya podido exis-
que ya existían antes de que el todo se hubiese desarrollado en tir históricamente antes que la más concreta, no puede precisa-
la dirección que está expresada en una categoría más completa. mente pertenecer en su pleno desarrollo, interno y externo, sino
En este sentido, las leyes del pensar abstracto que se eleva de lo a formaciones sociales compuestas (?), mientras que la catego-
simple a lo complejo, responden al proceso histórico real. ría más concreta se hallaba plenamente desarrollada en una for-
Por otra parte, puede decirse que hay formas de sociedad ma de sociedad menos avanzada.
muy desarrolladas, aunque históricamente no hayan alcanzado El trabajo es una categoría del todo simple. Y también la con-
todavía su madurez, en las que se encuentran las formas más cepción del trabajo en este sentido general –como trabajo en ge-
elevadas de la economía, tales como la cooperación, una divi- neral– es muy antigua. Sin embargo, concebido económicamen-
sión de trabajo desarrollada, sin que exista en ellas el dinero; te bajo esta simplicidad, el trabajo es una categoría tan moder-
por ejemplo, el Perú. na como lo son las condiciones que engendran esta abstracción.
También en las comunidades eslavas del dinero y el cambio Por ejemplo, el sistema monetario coloca la riqueza del todo ob-
que lo condiciona desempeñan un papel insignificante o nulo jetivamente todavía...1 en el dinero. Desde este punto de vista
pero aparecen en sus fronteras, en sus relaciones con otras co-
munidades. Además, es un error situar el cambio en medio de 1 Hay dos palabras indescifrables en el manuscrito original.
94 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 95

hubo un gran progreso cuando el sistema manufacturero o co- resultado de una totalidad concreta de trabajos. La indiferencia
mercial colocó el manantial de la riqueza no en el objeto, sino respecto del trabajo determinado corresponde a una forma de
en la actividad subjetiva –el trabajo comercial y manufacture- sociedad en la cual los individuos pueden pasar con facilidad de
ro–. Pero la concebía todavía en el seno restringido de una acti- un trabajo a otro y en la que el género determinado del trabajo
vidad productora de dinero. En relación con este sistema, el de es fortuito y, por consiguiente, les es indiferente. En este caso el
los fisiócratas (un nuevo progreso) es así: establece una forma trabajo se ha convertido no sólo categóricamente, sino realmen-
determinada de trabajo –la agricultura– como creadora de rique- te, en un medio de producir riqueza en general, y ha dejado de
za, y el objeto mismo no aparece ya bajo el disfraz del dinero, confundirse con el individuo como un destino especial. Este es-
sino como producto en general, como resultado general del tra- tado de cosas es el más desarrollado en la forma de existencia
bajo. Pero este producto, de conformidad con las limitaciones más moderna de la sociedad burguesa –en los Estados Unidos–.
de la actividad, es siempre un producto natural. La agricultura Así, pues, en este caso la abstracción de la categoría “trabajo”,
produce, la tierra es productora por excelencia. Se progresó in- “trabajo en general”, trabajo a secas, punto de partida de la eco-
mensamente cuando Adam Smith rechazó todo carácter deter- nomía moderna, resulta por primera vez prácticamente cierta.
minado de la actividad que crea la riqueza, cuando estableció el De modo que la abstracción más simple, que coloca en primer
trabajo sin más; ni el trabajo manufacturero ni el comercial, ni lugar la economía moderna y que expresa una relación antigua
el agrícola, sino lo mismo unos que otros. Con la generalidad y válida para todas las formas de sociedad, no aparece, sin em-
abstracta de la actividad que crea la riqueza, tenemos ahora la bargo, como prácticamente cierta en esta abstracción sino como
generalidad del objeto determinado como riqueza, el producto categoría de la más moderna sociedad. Podría decirse que lo que
en general o, una vez más, el trabajo en general, pero como tra- aparece en los Estados Unidos como un producto histórico se
bajo pasado realizado. La dificultad e importancia de este trán- presenta entre los rusos, por ejemplo –se trata de esta indiferen-
sito lo prueba el hecho de que el mismo Adam Smith vuelve a cia respecto del trabajo determinado–, como una disposición na-
caer de cuando en cuando en el sistema fisiocrático. Podría pa- tural. En primer lugar, hay una diferencia enorme entre bárba-
recer ahora que de este modo se habría encontrado únicamente ros aptos para ser empleados en cualquier cosa y civilizados que
la expresión abstracta de la relación más simple y más antigua se dedican ellos mismos a todo. Y, además, prácticamente, a es-
en que entran los hombres –en cualquier forma de sociedad– en ta indiferencia respecto del trabajo determinado corresponde, en
tanto que son productores. Esto es cierto en un sentido. Pero no los rusos, el hecho de que se hallan sometidos tradicionalmente
en otro. a un trabajo bien determinado, del que sólo pueden arrancarles
La indiferencia respecto de un género determinado de traba- las influencias exteriores.
jo presupone una totalidad muy desarrollada de trabajos reales, Este ejemplo muestra de una manera clara cómo hasta las ca-
ninguno de los cuales domina a los demás. Tampoco se produ- tegorías más abstractas, a pesar de su validez –precisamente a
cen las abstracciones más generales sino en donde existe el de- causa de su naturaleza abstracta–, para todas las épocas, son, no
sarrollo concreto más rico, en donde una cosa aparece como co- obstante, en lo que hay de determinado en esta abstracción, asi-
mún a muchos individuos, común a todos. Entonces ya no pue- mismo el producto de condiciones históricas, y no poseen plena
de ser imaginada solamente bajo una forma particular. Por otra validez sino para estas condiciones, y dentro del marco de estas
parte, esta abstracción del trabajo en general no es más que el mismas.
96 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 97

La sociedad burguesa es la organización histórica de la pro- te modo, la economía burguesa únicamente llegó a comprender
ducción más desarrollada, más diferenciada. Las categorías que la sociedad feudal, antigua, oriental, cuando la sociedad burgue-
expresan sus condiciones, la comprensión de su organización sa comenzó a criticarse a sí misma. Precisamente porque la eco-
propia la hacen apta para abarcar la organización y las relacio- nomía burguesa no prestó atención a la mitología y no se iden-
nes de producción de todas las formas de sociedad desapareci- tificó simplemente con el pasado, su crítica de la [sociedad] an-
das, sobre cuyas ruinas y elementos se halla edificada, y cuyos terior, especialmente de la feudal, con la que aún tenía que lu-
vestigios, que aún no ha dejado atrás, lleva arrastrando, mien- char directamente, se asemejó a la crítica que el cristianismo hi-
tras se ha desarrollado todo lo que antes había sido simplemen- zo del paganismo, o el protestantismo del catolicismo.
te indicado, etc. La anatomía del hombre es la clave de la del Cuando se estudia la marcha de las categorías económicas y
mono. Lo que en las especies animales inferiores indica una for- en general cualquier ciencia social histórica, conviene siempre
ma superior, no puede por el contrario, comprenderse sino cuan- recordar que el sujeto –la sociedad burguesa moderna en este
do se conoce la forma superior. La economía burguesa facilita caso– está determinado en la mentalidad tan bien como en la
la clave de la economía antigua, etc. Pero no según el método realidad, y que las categorías, por consiguiente, expresan for-
de los economistas, que borran todas las diferencias históricas y mas de vida, determinaciones de existencia, y a menudo sola-
ven la forma burguesa en todas las formas de sociedad. Puede mente aspectos aislados de esta sociedad determinada, de este
comprenderse el tributo, el diezmo, cuando se conoce la renta sujeto, y que, por lo tanto, la economía política no comienza
rústica. Pero no hay que identificarlos. también como ciencia a partir únicamente del momento en que
Como además la sociedad burguesa no es en sí más que una se trata de ella como tal. Hay que recordar este hecho porque da
forma antagónica del desarrollo, ciertas relaciones pertenecien- inmediatamente una dirección decisiva para la división que hay
tes a formas anteriores volverán a encontrarse en ella completa- que hacer.
mente ahiladas, o hasta disfrazadas; por ejemplo, la propiedad Parece muy natural, por ejemplo, que se comience por la ren-
comunal. Si es cierto, por consiguiente, que las categorías de la ta rústica, la propiedad rústica, porque se halla ligada a la tierra,
economía burguesa resultan ciertas para todas las demás formas fuente de toda producción y vida, y a la agricultura, primera for-
de sociedad, no debe de tomarse esto sino cum grano salis. Pue- ma de producción en todas las sociedades, por poco solidifica-
den contenerlas desarrolladas, ahiladas, caricaturizadas, pero das que se hallen. Y, sin embargo, nada más falso que esto. En
siempre esencialmente distintas. La llamada evolución histórica todas las formas de sociedad se encuentra una producción deter-
descansa en general en el hecho de que la última forma consi- minada, superior a todas las demás, y cuya situación asigna su
dera a las formas pasadas como grados que conducen a ella, rango y su influencia a las otras.
siendo capaz de criticarse a sí misma alguna vez, y solamente en Es una iluminación universal en donde se bañan todos los co-
condiciones muy determinadas –aquí no se trata, como es natu- lores, y a los que modifica en su particularidad. Es un éter espe-
ral, de esos periodos históricos que se descubren a sí mismos–, cial que determina el peso específico de todas las cosas a las
incluso como tiempos de decadencia. La religión cristiana no ha cuales ha puesto de relieve.
podido ayudar a hacer comprender de una manera objetiva las Consideremos, por ejemplo, los pueblos pastores (los sim-
mitologías anteriores sino cuando su crítica de sí misma estuvo, ples pueblos cazadores o pescadores, no han llegado al punto en
hasta cierto punto, dynamei, es decir, acabada, completa. De es- que comienza el verdadero desarrollo. En ellos existe cierta for-
98 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 99

ma esporádica de la agricultura. La propiedad rústica se halla mente en la sucesión de las diferentes formas de la sociedad.
determinada por ella. Esta propiedad es común, y conserva más Menos aún de su serie “en la idea” (Proudhon) que no es más
o menos esta forma, según que aquellos pueblos se aferren más que una representación falaz (?) del movimiento histórico. Se
o menos a sus tradiciones; por ejemplo, la propiedad rústica en- trata de su conexión orgánica en el interior de la sociedad bur-
tre los eslavos. Donde predomine la agricultura practicada por guesa moderna.
pueblos establecidos –y este establecimiento ya constituye un La nitidez (carácter determinado abstracto) con que los pue-
gran progreso–, como en la sociedad antigua y feudal, la indus- blos comerciantes –fenicios, cartagineses– aparecieron en el
tria con su organización y las formas de la propiedad que le co- mundo antiguo, proviene precisamente de la misma supremacía
rresponden, tienen también ellas más o menos rasgos caracterís- de los pueblos agricultores. El capital, como capital comercial o
ticos de la propiedad rústica; la [sociedad] o bien depende ente- capital dinero, aparece justamente en esta abstracción allí don-
ramente de la agricultura, como entre los antiguos romanos, o de el capital no es aún el elemento preponderante de las socie-
imita, como en la Edad Media, la organización del campo en las dades. Los lombardos, los judíos, ocupan la misma posición res-
relaciones de la ciudad. El capital mismo –en tanto que no sea pecto de las sociedades medievales que practican la agricultura.
simple capital dinero– posee en la Edad Media, como utensilio Puede servir aún como ejemplo del distinto oficio que las
(?) tradicional, este carácter de propiedad rústica. mismas categorías desempeñan en diferentes grados de la socie-
En la sociedad burguesa sucede lo contrario. La agricultura dad, lo siguiente: las sociedades por acciones, una de las últimas
se transforma más y más en simple rama de la industria y es do- formas de la sociedad burguesa, aparecen también en sus co-
minada completamente por el capital. Lo mismo ocurre con la mienzos, en las grandes compañías comerciales privilegiadas y
renta rústica. En todas las formas en que domina la propiedad que disfrutan de monopolios.
rústica, la relación con la naturaleza es preponderante. En aque- El concepto de la riqueza nacional en sí se insinúa en el es-
llas donde reina el capital, el que prevalece es el elemento so- píritu de los economistas del siglo XVII bajo la forma –y esta
cial producido históricamente. No se comprende la renta rústica representación continúa en parte entre los del siglo XVIII– de
sin el capital, pero sí el capital sin la renta rústica. El capital es que la riqueza no se crea sino para el Estado, pero que la poten-
la potencia económica de la sociedad burguesa, que lo domina cia del Estado es proporcional a esta riqueza. También ésta era
todo. Debe de constituir el punto inicial y el punto final, y ser una forma inconscientemente hipócrita bajo la cual la riqueza y
desarrollado antes que la propiedad rústica. Después de haber la producción de la misma se expresaban como finalidad de los
considerado separadamente el uno y la otra, hay que estudiar su Estados modernos, y no se les consideraba sino como medios
relación recíproca. Sería, pues, impracticable y erróneo colocar para llegar a este fin.
las categorías económicas en el orden según el cual han tenido La división debe, desde luego, de ser hecha de manera que
históricamente una acción determinante. El orden en que se su- [se desarrollen] en primer lugar las determinaciones generales
ceden se halla determinado más bien por la relación que tienen abstractas que pertenecen más o menos a todas las formas de so-
unas con otras en la sociedad burguesa moderna, y que es pre- ciedad, pero en el sentido expuesto anteriormente. En segundo
cisamente lo contrario de lo que parece ser su relación natural o lugar, las categorías que constituyen la organización interior de
de lo que corresponde a la serie de la evolución histórica. No se la sociedad burguesa, y sobre las que reposan las clases funda-
trata del lugar que las relaciones económicas ocupen histórica- mentales: Capital. Trabajo asalariado. Propiedad rústica. Sus re-
100 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 101

laciones recíprocas. Ciudad y campo. Las tres grandes clases so-


ciales. El cambio entre éstas. Circulación. Crédito (privado). En
tercer lugar, la sociedad burguesa comprendida bajo la forma de
Estado. El Estado en sí. Las clases “improductivas”. Impuestos.
Deudas del Estado. El crédito público. La población. Las colo-
nias. Emigración. En cuarto lugar, relaciones internacionales de 2
la producción. División internacional del trabajo. Cambio inter-
nacional. Exportación e importación. Curso del cambio. En C. Marx
quinto lugar, el mercado mundial y las crisis.

(Del “Preliminar” a la Contribu- El plan de “El Capital”


ción a la crítica de la economía
política.)

[Londres], 2 de abril de 1858.

Lo que sigue es un breve bosquejo de la primera parte. La


porquería entera ha de dividirse en seis libros: I. Capital; II. Pro-
piedad de la tierra; III. Trabajo asalariado; IV. Estado; V. Co-
mercio internacional; VI. Mercado mundial.
Capital. Contiene cuatro secciones: A. El capital en general
(éste es el material de la primera parte); B. Competencia, o ac-
ción de los diversos capitales unos sobre los otros; C. Crédito,
en que el capital aparece como elemento general en compara-
ción con los capitales particulares; D. Capital por acciones, co-
mo la forma más completa (que pasa al comunismo) junto con
todas sus contradicciones.
La transición del capital a la propiedad de la tierra es también
histórica, ya que la forma moderna de la propiedad territorial es
un producto de la acción del capital sobre la propiedad territo-
rial feudal, etc. Análogamente, la transición de la propiedad te-
rritorial al trabajo asalariado no es solamente dialéctica sino
también histórica, desde que el producto final de la propiedad
de la tierra es la institución general del trabajo asalariado, que
se presenta a su vez como base de toda la porquería. Pues bien
102 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 103

(me es difícil escribir hoy), llegamos ahora al corpus delicti vincula a las formas posteriores y más concretas de la riqueza
(prueba del crimen). burguesa, esas objeciones eran más o menos justificadas.
I. Capital. Primera sección: El capital en General. En toda De la contradicción entre el carácter general del valor y su
esta sección se supone que los salarios son constantemente igua- existencia material en una mercancía particular, etc. –estas ca-
les a su nivel más bajo. El movimiento de los salarios mismos y racterísticas generales son las mismas que más tarde aparecen
el aumento o la disminución del mismo entran en la considera- en el dinero–, surge la categoría del dinero.
ción del trabajo asalariado. Además, la propiedad de la tierra se 2) Dinero. Algo acerca de los metales preciosos como vehí-
toma como = 0; esto es, hasta ahora nada concierne a la propie- culo de las relaciones monetarias.
dad de la tierra en cuanto relación económica particular. Esta es a) El dinero como medida. Algunas notas sobre la medida
la única manera posible de evitar tener que tratar con todo al ha- ideal de Stewart, Attwood, Urquhart; presentado en forma más
cerlo con cada relación particular. comprensible por los defensores del trabajo–dinero (Gray, Bray,
1) Valor. Puramente reducido a cantidad de trabajo. El tiem- etc. Algunos palos ocasionales a los proudhonistas). El valor de
po como medida del trabajo. El valor de uso –ya sea considera- la mercancía traducido en dinero es su precio, que por ahora si-
do subjetivamente como utilidad del trabajo, u objetivamente gue apareciendo solamente en esta diferenciación puramente
como utilidad del producto– se presenta aquí simplemente co- formal del valor. De acuerdo a la ley general del valor, una can-
mo la presuposición material del valor, que por ahora cae com- tidad particular de dinero expresa meramente una cantidad par-
pletamente fuera de la determinación de la forma económica. El ticular de trabajo corporizado. En tanto que el dinero es medi-
valor como tal no tiene otro “material” que el trabajo mismo. da, la variabilidad de su propio valor no hace al caso.
Esta determinación del valor, indicada por primera vez por Petty b) El dinero como medio de intercambio, o circulación sim-
y elaborada claramente por Ricardo, es simplemente la forma ple. Aquí sólo se considera la forma simple de esta circulación.
más abstracta de la riqueza burguesa. En sí misma ya presupo- Todas las circunstancias que la determinan más precisamente
ne: la disolución: 1) del comunismo primitivo (India, etc.); 2) de residen fuera de ella y por consiguiente se considerarán más
todos los modos de producción no desarrollados, preburgueses, adelante. (Presuponen condiciones más desarrolladas). Si deno-
no dominados por completo por el intercambio. Si bien es una minamos C a la mercancía y M al dinero, la circulación simple
abstracción, ésta es una abstracción histórica que sólo podría exhibirá ciertamente estos dos movimientos circulares o circui-
adoptarse sobre la base de un desarrollo particular de la socie- tos: C–M–M–C y M–C–C–M (el último constituye la transición
dad. Todas las objeciones a esta definición del valor o bien de- a la Sección C), pero el punto de partida y el de retorno no coin-
rivan, de condiciones menos desarrolladas de la producción, o ciden de modo alguno, o si lo hacen es sólo accidentalmente. La
bien se fundan en una confusión por la cual se establecen las de- mayor parte de las llamadas leyes formuladas por los economis-
terminaciones económicas más completas (y de las cuales se tas tratan la circulación del dinero, no dentro de sus propios lí-
abstrae el valor y que, desde otro punto de vista, también puede mites, sino como incluida en y determinada por movimientos
por lo tanto considerarse como desarrollo ulterior del mismo) en superiores. Todo esto hay que eliminarlo. (Entra parcialmente
oposición al valor en su forma abstracta y sin desarrollar. Te- dentro de la teoría del crédito; pero en parte también debe tra-
niendo en cuenta la falta de claridad entre los propios Señores tarse en los puntos en que el dinero aparece nuevamente, aun-
Economistas en cuanto a la forma en que esta abstracción se que más completamente definido). Ahora viene, entonces, el di-
104 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 105

nero como medio de circulación (moneda). Pero al mismo tiem- trabajo) y objeto de atesoramiento. (Esta función sigue siendo
po como la realización (no meramente en trance de desapari- importante en Asia y fue importante generalmente en el mundo
ción) del precio. De la simple determinación que la mercancía antiguo y en la Edad Media. Ahora sólo existe como parte se-
fijada como precio, ya está canjeada idealmente por dinero, an- cundaria del sistema bancario. En épocas de crisis vuelve a co-
tes de serlo en la realidad, surge la importante ley económica de brar importancia el dinero en esta forma. Consideración del di-
que la cantidad de medio circulante está determinada par el nero en esta forma y de los engaños que ha producido en el cur-
precio y no viceversa. (Aquí, algo de historia de la controversia so de la historia universal. Propiedades destructivas, etc.) El di-
vinculada a este punto). Se sigue, además, que la velocidad pue- nero como encarnación de todas las formas superiores en que
de reemplazar a la masa, pero que para los actos simultáneos del aparecerá el valor; formas precisas en que son limitadas exte-
intercambio es necesaria una masa determinada, en tanto que riormente todas las relaciones del valor. Sin embargo, el dinero
aquellos no están relacionados entre si como + y –; esta iguala- fijado en esta forma deja de ser una relación económica; la for-
ción y la consideración de la misma sólo se mencionarán en es- ma se pierde en su medio material, el oro y la plata. Por otra par-
te punto, sin embargo, como anticipo de resultados posteriores. te, en cuanto el dinero entra en circulación y es nuevamente
No entraré ahora en más detalles del desarrollo ulterior de esta canjeado por C, el proceso final, el consumo de la mercancía,
sección, y sólo anotaré que la separación de C–M y M–C es la cae nuevamente fuera de la relación económica. La simple cir-
forma más abstracta y superficial en que se expresa la posibili- culación del dinero no contiene el principio de su autorrepro-
dad de la crisis. El desarrollo de la ley que expresa que el pre- ducción y por consiguiente va más allá de sí mismo. Como lo
mio determina la masa del circulante, muestra que aquí entran muestra el desarrollo de sus determinaciones, el dinero contie-
tres suposiciones que de ningún modo se aplican a todas las eta- ne en sí mismo la demanda de valor que entrará en circulación,
pas de la sociedad; por consiguiente, es absurdo tomar, por lo mantiene durante la circulación y, al mismo tiempo, estable-
ejemplo, la afluencia de la moneda llegada a Roma desde Asia ce la circulación: esto es; para el capital. Esta transición, tam-
y su influencia sobre los precios romanos, poniéndola así junto bién histórica. La forma antediluviana del capital es el capital
a las condiciones comerciales modernas. Las determinaciones comercial, que siempre despliega dinero. Al mismo tiempo, el
más abstractas, cuando examinadas con mayor cuidado, siem- verdadero capital surge de este dinero o capital de los mercade-
pre indican una concreta base histórica determinada (como es res, que cobra el control de la producción.
natural, ya que han sido abstraídas de ellas). d) Esta simple circulación, considerada en sí misma –y aquí
c) El dinero como dinero. Este es el desarrollo de la forma tenemos la superficie de la sociedad burguesa, que oculta las
M–C–C–M. El dinero como ente independiente del valor, des- operaciones más profundas de la que proviene– no manifiesta
vinculado de la circulación; la existencia material de la riqueza diferencia entre los objetos del intercambio, a excepción de los
abstracta. Lo muestra en circulación en la medida en que el di- formales y temarios. Este es el reino de la libertad y de la igual-
nero no aparece simplemente como vehículo de la circulación, dad, y de la propiedad basada en el “trabajo”. La acumulación,
sino como la realización del precio. En su carácter de (c), en que que aquí aparece en forma de atesoramiento, es, por consiguien-
(a) y (b) sólo aparecen como funciones, el dinero es la mercan- te, tan sólo una mayor frugalidad, etc. En seguida, por una par-
cía general de los contratos (aquí es importante la variabilidad te del absurdo de los armonistas económicos de los librecambis-
de su valor, debida a la determinación del valor por el tiempo de tas modernos (Bastiat, Carey, etc.), quienes establecen este as-
106 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 107

pecto tan superficial y abstracto como su verdad aplicable a las


relaciones de producción más desarrolladas y a sus antagonis-
mos. Por otro lado, el absurdo de los proudhonistas y socialis-
tas similares que tratan de aplicar las ideas de igualdad que co-
rresponden a este intercambio de equivalentes (a lo que se supo-
ne tal) a las desigualdades, etc., de las que surge el intercambio 3
y a las que este retorna. Como ley de apropiación en esta esfe-
ra, aparece la apropiación por el trabajo, un intercambio de C. Marx
equivalentes, de manera que el intercambio devuelve simple-
mente el mismo valor en una forma material diferente. En resu- F. Engels
men, todo es “amoroso”, pero muy pronto llegará a un horrible
final, y por cierto que debido a la ley de equivalencia. Correspondencia sobre
Ahora llegamos al: “El Capital” de Marx a Engels
3) Capital. Esta es realmente la parte más importante de la
primera sección, y acerca de la cual más necesito tu opinión. Pe-
ro hoy no puedo seguir escribiendo. Esta sucia ictericia me ha-
ce difícil sostener la pluma y el inclinar la cabeza sobre el papel [Londres], 14 de enero de 1859.
me marea. De modo que, hasta la próxima.
...Estoy obteniendo algunos hermosos resultados. Por ejem-
[Carta a F. Engels] plo, he tirado por la borda toda la doctrina del beneficio tal co-
mo existía hasta ahora. En el método del tratamiento, el hecho
de que por puro accidente volviese a hojear la Lógica de Hegel,
me ha sido de gran utilidad (Freiligrath encontró algunos volú-
menes de Hegel que pertenecieron a Bakunin y me los envió de
regalo.) Si alguna vez llegara a haber tiempo para un trabajo tal,
me gustaría muchísimo hacer accesible a la inteligencia huma-
na común, en dos o tres pliegos de imprenta,2 lo que es racional
en el método que descubrió Hegel, pero que al mismo tiempo
está envuelto en misticismo…
¿Qué me dices del amigo Jones? Todavía no puedo creer que
el hombre se haya vendido. Su experiencia de 1848 puede pe-
sarle en el estómago. Con su presunción puede creerse capaz de
explotar a la clase media o puede imaginar que bastaría que Er-

2 Un pliego = 16 páginas.
108 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 109

nest Jones entrara de una u otra manera al Parlamento, para que inmediatamente después.
la historia del mundo tomara un nuevo rumbo. Lo mejor del Los perros demócratas y los cuzcos liberales verán que so-
asunto es que Reynols se presente ahora en su periódico (el de mos los únicos tipos que no han sido adormecidos por este de-
Jones) como furioso opositor de la clase media y de todo com- salentador período de paz.
promiso, desde luego por resentimiento contra Jones. Igualmen-
te, Mr. B. O’Brien se ha vuelto ahora un irrefrenable cartista a
cualquier precio. La única excusa que puede aducirse en favor
de Jones es la inercia que penetra al presente a la clase obrera DE MARX A ENGELS
inglesa. Sea lo que fuere, ahora está en camino de convertirse en
victima incauta de la clase media o en renegado. El hecho de
que él, que acostumbraba consultarme tan ansiosamente por [Londres], 2 de agosto de 1862.
cualquier tontería, esté ahora igualmente ansioso por evitarme,
prueba cualquier cosa, menos conciencia tranquila... Es un verdadero milagro5 que yo haya podido proseguir, co-
mo lo he hecho, con el trabajo teórico. Y después de todo, me
propongo incluir la teoría de la renta ya en este volumen, como
capítulo suplementario, es decir, como “ejemplo” de un princi-
DE MARX A ENGELS pio sentado anteriormente. Te diré en pocas palabras lo que,
cuando elaborada, será una larga y complicada historia, a fin
de que puedas darme tu opinión.
[Londres], 25 de febrero de 1859. Tú sabes que distingo dos partes del capital: El capital cons-
tante (materia prima, matières instrumentales [materias auxilia-
Po y Rin es una idea excelente, que debe llevarse inmediata- res] maquinaria, etc.) cuyo valor reaparece meramente en el va-
mente a la práctica. Debes ponerte enseguida a ella, ya que el lor del producto; y en segundo lugar, el capital variable, es de-
tiempo lo es todo en este asunto. Ya le escribí hoy a Lassalle, y cir, el capital invertido en salarios, que incluye menos trabajo
estoy seguro que Jüdel Braun3 lo llevará a cabo. que el que devuelve el obrero. Por ejemplo, si el salario diario
El folleto (¿cuántos pliegos?; sobre este punto contesta a = 10 horas y si el obrero trabaja 12, aquél reemplaza al capital
vuelta de correo) debe aparecer anónimamente, para que el pú- variable + 1/5 (2 horas). A este último excedente lo llamo plus-
blico crea que el autor es un gran general. En la segunda edi- valía.
ción, que verás sin duda si la cosa aparece en el momento opor- Supongamos una tasa de plusvalía dada (es decir, la exten-
tuno, te revelarás en un prefacio de seis líneas. Esto será enton- sión de la jornada de trabajo y el excedente de trabajo sobre el
ces un triunfo para nuestro Partido. Te he hecho algún honor en necesario para la reproducción de la paga del obrero) y digamos
mi Prefacio4 y será entonces tanto mejor si apareces en escena que es igual al 50 por ciento. En este caso, con una jornada de
trabajo de, por ejemplo, 12 horas, el obrero trabajaría 8 horas
3 Apodo de Lassalle.
4 A la Crítica de la Economía Política (1859). 5 En un periodo de desesperadas dificultades pecuniarias.
110 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 111

para sí y 4 (8/2) para el empleador. Y supongamos esto para to- dustria en que la composición sea c = 90, v = 10; el producto =
das las industrias, de modo que cualesquiera diferencias en el 105 y la tasa de beneficio = 5 por ciento.
tiempo medio de trabajo son simplemente una compensación de Aquí tenemos, con igual explotación del trabajo, cantidades
la mayor o menor dificultad del trabajo, etc. muy diferentes de plusvalía para iguales sumas de capital inver-
En estas circunstancias, con igual explotación del obrero en tidas en distintas industrias y, en consecuencia, tasas de benefi-
diferentes industrias, capitales diferentes del mismo volumen cio muy diferentes.
producirán cantidades muy diferentes de plusvalía en diferentes Pero si sumamos los cuatro capitales anteriores, obtenemos:
esferas de la producción, y por consiguiente muy diferentes ta-
sas de beneficio, ya que la ganancia no es sino la proporción de Valor del
la plusvalía respecto del capital total aplicado. Esto dependerá producto por ciento
de la composición orgánica del capital, esto es, de su distribu-
ción en capital constante y variable. 1) c = 80 ,v = 20 210 Tasa de beneficio = 10 Tasa de plusvalía
Supongamos, como antes, que el trabajo excedente = 50 por 2) c = 50 ,v = 50 125 ” ” ” = 25 en todos los ca-
ciento. Entonces, si por ejemplo 1 Libra = 1 jornada de trabajo 3) c = 70 ,v = 30 115 ” ” ” = 15 sos = 50 por
(el resultado no altera si tomas la duración de la jornada como 4) c = 90 ,v = 10 105 ” ” ” = 5 ciento.
una semana), la jornada de trabajo = 12 horas y el trabajo nece-
sario (para la reproducción de la paga) = 8 horas, los salarios de Capital = 400 Beneficio = 55
30 obreros (o jornadas de trabajo) serán entonces = 20 Libras, y
el valor de su trabajo = 30 Libras; el capital variable por obrero Sobre 100, esto da una tasa de beneficio del 133/4 por ciento.
(diaria o semanalmente) = 2/3 de Libra; y el valor que éste pro- Considerada como capital total de la clase (400), la tasa de
duce = 1 Libra. La cantidad de plusvalía producida en diferen- beneficio sería = 133/4 por ciento. Y los capitalistas son herma-
tes industrias por un capital de 100 Libras será muy diferente se- nos. La competencia (transferencia o retiro de capital de una in-
gún las proporciones de capital constante y variable en que se dustria a otra) provoca que iguales sumas de capital en diferen-
divida ese capital. Llamemos c al capital constante, y v, al va- tes industrias produzcan, a pesar de su diferente composición
riable. Si en la industria del algodón, por ejemplo, la composi- orgánica, la misma tasa media de beneficio. En otras palabras:
ción fuese c = 80, v = 20, el valor del producto seria = 110 (da- el beneficio medio que produce un capital de 100 libras, por
da una plusvalía o trabajo excedente del 50 por ciento. La can- ejemplo, en cierta industria, no proviene de la aplicación de es-
tidad de plusvalía = 10 y la tasa de beneficio = 10 por ciento, ya te capital particular ni está vinculado, en consecuencia, a la fi-
que beneficio = relación de 10 (plusvalía) a 100 (el valor total nalidad con que se produce la plusvalía, sino que constituye una
del capital gastado). Supongamos que en la sastrería al por ma- parte alícuota del capital total de las clases capitalistas. Es una
yor la composición sea c = 50, v = 50; entonces el producto = participación en la cual se pagan los dividendos, en proporción
125, la plusvalía (a una tasa del 50 por ciento, como antes) = 25, a su volumen, mediante la totalidad de la plusvalía (o trabajo no
y la tasa de beneficio = 25 por ciento. Tomemos otra industria, pagado) que produce el capital variable total (invertido en sala-
en que la proporción sea c = 70, v = 30; entonces el producto = rios) de la clase.
115, y la tasa de beneficio = 15 por ciento. Y finalmente, una in- Ahora bien, a fin de que los cuatro tipos de capital de la cla-
112 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 113

se anterior produzcan el mismo beneficio medio, cada uno de el agricultor vende su producto a su valor, lo vende a 120 y no
ellos debe vender sus mercancías a 1133/4 libras. Las industrias a 110, que es su precio de costo. Pero, la propiedad de la tierra
2 y 3 las venden por encima de su valor, y las 1 y 4 por debajo le impide al agricultor, equivalente de los capitalistas hermanos,
de su valor. El precio regulado de esta manera = gastos del ca- ajustar el valor del producto a su precio de costo. La competen-
pital + beneficio medio; por ejemplo, el 10 por ciento es lo que cia entre los capitales no puede modificar esto. Interviene el te-
[Adam] Smith llama precio natural, precio de costo, etc. Es a rrateniente y extrae la diferencia entre el valor y el precio de
este precio medio que reduce los precios en las diferentes ramas costo. En general, una baja proporción del capital constante al
la competencia (por transferencia o retiro del capital) entre las variable es expresión de un bajo (o relativamente bajo) desarro-
diferentes industrias. Por consiguiente, la competencia no redu- llo de las fuerzas productivas del trabajo en una esfera particu-
ce a las mercancías a su valor, sino a su precio de costo, que es lar de la producción. Por consiguiente, si la composición media
superior, inferior, o igual a su valor, según la composición orgá- del capital agrícola, por ejemplo, es c = 60, v = 40, en tanto que
nica de los respectivos capitales. la del capital no agrícola es c = 80, v = 20, esto demuestra que
Ricardo confunde valor con precio de costo. Por consiguien- la agricultura todavía no ha alcanzado el mismo grado de desa-
te, cree que si existiera la renta absoluta (esto es, una renta in- rrollo que la industria. (Lo que es muy fácil de explicar, ya que,
dependiente de la diversa productividad de los diferentes tipos prescindiendo de todo lo demás, la industria presupone a la an-
de suelos) los productos agrícolas etc., se venderían siempre por tigua ciencia de la mecánica, y la agricultura presupone a las
encima de su valor, porque se venderían por encima de su pre- ciencias enteramente nuevas de la química, la geología y la fi-
cio de costo (capital invertido + tasa media). Esto echaría por siología). Si la proporción es en la agricultura c = 80, v = 20 (co-
tierra su ley fundamental. Por eso niega la existencia de la ren- mo supusimos antes), la renta absoluta desaparece. Sólo queda
ta absoluta y sólo admite la renta diferencial. la renta diferencial, la que, sin embargo, expongo en forma tal
Pero esta identificación del valor de las mercancías con su que la suposición de Ricardo, del continuo deterioro de la agri-
precio de costo es fundamentalmente errónea y viene siendo cultura, se manifiesta de lo más ridícula y arbitraria.
aceptada tradicionalmente desde tiempos de Adam Smith. En la determinación anterior del precio de costo, en cuanto
El hecho es éste: distinto del valor, debe señalarse también que, además de la dis-
Supongamos que la composición media de todo el capital no tinción entre capital constante y capital variable –la que surge
agrícola sea c = 80, v = 20, de modo que el producto (a una ta- del proceso inmediato de producción en que interviene el capi-
sa de plusvalía del 50 por ciento) = 110, y la tasa de beneficio = tal–, hay también una distinción entre capital fijo y capital cir-
10 por ciento. culante, distinción que proviene del proceso de circulación del
Supongamos además que la composición media del capital capital. Pero la fórmula se volvería demasiado complicada si yo
agrícola sea c = 60 y v = 40. (Estas cifras son estadísticamente tratase de introducir también esto en lo dicho más arriba.
bastante correctas para Inglaterra; las rentas ganaderas, etc., no Aquí tienes –a grandes rasgos, porque la cosa es bastante
comportan diferencias en este caso porque están determinadas complicada– la crítica de la teoría de Ricardo. Admitirás, al me-
por las rentas del cereal y no por ellas mismas). Entonces el pro- nos, que la atención a la composición orgánica del capital ter-
ducto, con la misma explotación del trabajo que antes, será = mina con una pila de lo que hasta ahora parecían ser contradic-
120, y la tasa de beneficio = 20 por ciento. Por consiguiente, si ciones y problemas...
114 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 115

III) Demuestro que, aun suponiendo la existencia de la renta


DE MARX A ENGELS absoluta del suelo, de ninguna manera se sigue que en todas las
circunstancias la tierra peor cultivada o la peor mina pague una
renta, sino que muy posiblemente tienen que vender sus produc-
[Londres], 9 de agosto de 1862. tos al valor del mercado, aunque por debajo de su valor indivi-
dual. A fin de demostrar lo opuesto, Ricardo siempre supone –lo
Con respecto a la teoría de la renta, primero debo esperar, que es teóricamente falso– que en todas las condiciones del
naturalmente, la llegada de tu carta.6 Pero a fin de simplificar el mercado la mercancía producida en las condiciones más desfa-
“debate” como diría Heinrich Bürgers, te envío lo siguiente: vorables es la que determina el valor del mercado. Tú ya diste
I) Lo único que ha tenido que demostrar teóricamente es la la respuesta correcta a esto en los Deutsch Französische Jahr-
posibilidad de la renta absoluta, sin violar la ley del valor. Este bücher.
es el punto alrededor del cual ha girado el conflicto teórico des-
de los tiempos de los fisiócratas hasta ahora. Ricardo niega es-
ta posibilidad, yo la sostengo. También sostengo que su denega-
ción se funda sobre un dogma teóricamente falso tomado de DE MARX A ENGELS
Adam Smith: la presupuesta identidad entre el precio de costo y
el valor de las mercancías. Además, ahí donde Ricardo ilustra
el punto con ejemplos, presupone siempre condiciones en que, [Londres], 28 de enero de 1863.
o bien no hay producción capitalista, o bien no hay propiedad
de la tierra (de hecho o legalmente). Pero el asunto es investi- Estoy agregando algo a la sección sobre la maquinaria.7 Hay
gar la ley cuando existen esas cosas. aquí algunos curiosos problemas que ignoré en mi primera ex-
II) En cuanto a la existencia de la renta absoluta del suelo, es- posición. A fin de aclararlos he releído todas mis anotaciones
ta es una cuestión que en cada país tendría que ser resuelta es- (resúmenes) sobre tecnología y también estoy asistiendo a un
tadísticamente. Pero la importancia de la solución puramente curso práctico (únicamente experimental) para obreros, dictado
teórica se debe al hecho de que todos los estadígrafos, y en ge- por el profesor Willis (en el Instituto de Geología de la calle
neral los hombres prácticos, han estado sosteniendo durante los Jermyn, donde también Huxley acostumbraba a dar sus confe-
últimos 35 años la existencia de la renta absoluta, en tanto que rencias). Me ocurre con la mecánica lo mismo que con los idio-
los teóricos (ricardianos) han estado tratando de demostrar su mas. Comprendo las leyes matemáticas, pero la más simple rea-
inexistencia por medio de abstracciones muy arbitrarias y teóri- lidad técnica que requiera percepción me es más difícil que al
camente débiles. Hasta ahora, en todas estas disputas los teóri- mayor estúpido.
cos están equivocados. Podrás o no saber –porque la cuestión en sí no interesa– que
hay una gran discusión acerca de qué es lo que distingue a una
6 Engels le había escrito el 8 de agosto: “No veo clara la existencia de la
renta ‘absoluta’, pues después de todo tendrás que demostrarla.” (N. Ed. 7 Cf. El Capital, Vol. I, Cap. XV, Sección I, “El Desarrollo de la maquinar-
Ingl.) ia”.
116 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 117

máquina de una herramienta. Los mecánicos (matemáticos) in- para el desenvolvimiento burgués– las dos bases materiales so-
gleses denominan, a su ruda manera, herramienta a una máqui- bre las cuales se organizaron los preparativos de la industria ma-
na simple, y máquina a una herramienta complicada. Pero los quinizada dentro de la manufactura y durante el período que va
tecnólogos ingleses, que ponen bastante mayor atención a la del siglo XVI a mediados del XVIII (el periodo en que la manu-
economía (y que son seguidos por muchos, por la mayor parte factura se transformaba de artesanía en industria en gran esca-
de los economistas ingleses) fundan la distinción entre ambas en la), fueron el reloj y el molino (al principio el molino de cereal,
el hecho de que en un caso la fuerza motriz deriva de los seres es decir el molino de agua). Ambos fueron heredados de los an-
humanos, y en otro de una fuerza natural. Los asnos alemanes, tiguos. (El molino de agua fue llevado a Roma del Asia Menor
que son grandes en estas minucias, han concluido en consecuen- en tiempos de Julio César.) El reloj es la primera máquina auto-
cia que un arado, por ejemplo, es una máquina, mientras que el mática aplicada a fines prácticos; toda la teoría de la producción
más complicado de los telares, etc., en cuanto funciona a mano, del movimiento regular se desarrolló por su intermedio. Su na-
no lo es. Pero, si damos un vistazo a las formas elementales de turaleza es tal que está basado en una combinación de artesanía
la máquina, no puede discutirse que la revolución industrial par- semiartística y teoría directa. Cardano, por ejemplo, escribió
te, no de la fuerza motriz, sino de esa parte de la maquinaria que acerca de (y dio fórmulas prácticas para) la construcción de re-
los ingleses llaman working machine [máquina operatoria]. Así, lojes. Los autores alemanes del siglo XVI denominaban “arte-
por ejemplo, la revolución no se debió a la sustitución de la ac- sanía culta” (esto es, no de las guildas) a la relojería, y sería po-
ción del pie por el agua o el vapor en la rotación del torno de hi- sible demostrar, mediante el desarrollo del reloj, cuán entera-
lar, sino a la transformación del propio proceso inmediato de la mente diferente era la relación entre los estudios teóricos y la
hilatura y al desplazamiento de esa parte del trabajo humano práctica sobre la base del artesanado, de lo que es, por ejemplo,
que no era meramente el “esfuerzo motriz” (como en el movi- sobre la base de la industria en gran escala. Tampoco cabe duda
miento del pedal del torno), sino que se aplicaba directamente a de que en el siglo XVIII la idea de aplicar dispositivos automá-
la elaboración de la materia prima. En cambio, es igualmente ticos (movidos por resortes) a la producción, fue sugerida por
cierto que cuando se trata, no del desarrollo histórico de la ma- vez primera por el reloj. Puede probarse históricamente que los
quinaria, sino de la maquinaria en base al método actual de pro- experimentos de Vaucanson, de este estilo, ejercieron tremenda
ducción, la working machine (por ejemplo, la máquina de coser) influencia sobre la imaginación de los inventores ingleses.
es el único factor determinante; pues tan pronto como este pro- Por su parte, el molino, desde su comienzo, tan pronto como
ceso es mecanizado, cualquiera lo sabe hoy día, la cosa se pue- se produjo el molino de agua, provee las distinciones esenciales
de mover a mano, hidráulicamente o a vapor, según tamaño. en el organismo de la máquina: la fuerza motriz mecánica –pri-
A los matemáticos puros estos problemas les son indiferen- mer motor– de que depende; el mecanismo de transmisión; y, fi-
tes pero se vuelven muy importantes cuando se trata de probar nalmente, la máquina operatoria que se aplica al material (cada
la conexión entre las relaciones sociales de los seres humanos y cual de existencia independiente de las demás). La teoría de la
el desarrollo de esos métodos materiales de producción. fricción, y con ella las investigaciones sobre las formas mate-
La lectura de mis extractos técnico–históricos me ha condu- máticas del torno, de los dientes de rueda, etc., se desarrollaron
cido a la opinión de que, aparte de los descubrimientos de la todas en el molino; aquí también, por primera vez, la teoría de
pólvora, la brújula y la imprenta –esos requisitos indispensables la medición del grado de la fuerza motriz, del mejor modo de
118 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 119

emplearla, etc. Casi todos los grandes matemáticos de después


de mediados del siglo XVII, en cuanto se ocuparon de mecáni- DE MARX A ENGELS
ca práctica y de su lado teórico, partieron del simple molino de
agua para la molienda de cereal. Y esta fue ciertamente la razón
por la cual el nombre de molino llegó a aplicarse, durante el pe- [Londres], 15 de agosto de 1863.
ríodo manufacturero, a todas las formas mecánicas de fuerza
motriz adaptadas a fines prácticos. Mi trabajo (el manuscrito para el impresor) está marchando
Pero con el molino, como con la prensa, la forja, el arado, bien en un sentido. En la elaboración final las cosas están to-
etc., el trabajo efectivo de golpear, aplastar, moler, pulverizar, mando, según creo, una soportable forma popular, a excepción
etc., se efectuó desde un principio sin trabajo humano, aun de algún inevitable M–C y C–M.8
cuando la fuerza motriz fuese humana o animal. Esta clase de En cambio, aunque escribo todo el día, la cosa no marcha
maquinaria es, por ello, muy antigua, al menos en su forma pri- conforme a lo que mi propia impaciencia, después de esta larga
maria, y se le aplicaba una verdadera propulsión mecánica. prueba de paciencia, lo desea. De cualquier manera será en un
También es, por lo mismo, prácticamente la única maquinaria 100 por ciento más fácil de entender que el Nº 1.9 Por lo demás,
que se encuentra en el período manufacturero. La revolución in- cuando miro ahora esta compilación y veo cómo he tenido que
dustrial empieza apenas se emplea el mecanismo ahí donde, cambiarlo todo y cómo he tenido que redactar incluso la parte
desde los tiempos antiguos, el resultado final requería siempre histórica con documentos de los cuales muchos eran completa-
trabajo humano; es decir, no ahí donde, como ocurría con las he- mente desconocidos, entonces Itzig (Lassalle) me parece real-
rramientas recién mencionadas, el material a tratar nunca, des- mente chistoso, con “su” economía ya terminada, aunque todo
de un principio, ha sido tratado con la mano humana, sino don- el material que ha pregonado hasta ahora lo revela como un es-
de, por la naturaleza de la cosa, el hombre no ha actuado mera- colar que, con el cotorreo de viejas más repugnante y ampulo-
mente, desde el comienzo, como fuerza. Si uno ha de seguir, con so, trompetea –como su último descubrimiento– principios que
los burros alemanes, llamando maquinaria al uso de la fuerza –y diez veces mejor– nosotros hemos estado distribuyendo co-
animal (que es movimiento voluntario, tanto como lo es la fuer- mo monedas entre nuestros partidarios hace ya veinte años. El
za humana), entonces el uso de esta clase de locomotora es en mismo Itzig también colecciona, en su fábrica de abono, los ex-
todo caso mucho más antiguo que la más sencilla de las herra- crementos de partido que hemos abandonado hace veinte años,
mientas artesanales. con los cuales ha de ser fertilizada la historia mundial.

8 M = dinero, C = mercancía. Para su fórmula, cf. El Capital, Vol I, Cap.


III, sección 2.
9 La Crítica de la Economía Política (1859).
120 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 121

principales: 1) que la paga del trabajo determina el valor de las


DE MARX A ENGELS mercancías; 2) que si los capitalistas pagan hoy 5 shillings en
lugar de 4, mañana venderán sus mercancías a cinco en lugar de
4 (pudiéndolo hacer por la creciente demanda).
[Londres], 20 de mayo de 1865. Por insustancial que esto sea –adhiriéndose a la más superfi-
cial apariencia externa– no es fácil explicar a gente ignorante to-
Ahora estoy trabajando como un caballo, ya que debo em- dos los problemas económicos que aquí entran en juego. No se
plear el tiempo en que es posible trabajar, y el ántrax sigue es- puede comprimir un curso de economía política en una hora.
tando presente, aunque ahora sólo me perturba localmente y no Pero, haremos lo mejor que podamos.
en el cráneo.
A ratos, como no se puede estar siempre escribiendo, hago
dy
algo de cálculo diferencial . No tengo paciencia para leer DE MARX A ENGELS
dx
otra cosa. Toda otra lectura me conduce siempre de vuelta a mi
escritorio.
Esta noche hay una sesión especial de la Internacional. Un [Londres], 31 de julio de 1865.
buen viejo, antiguo owenista, Weston (carpintero), ha presenta-
do las dos proposiciones siguientes, que está defendiendo con- En cuanto a mi trabajo, te diré sin ambages la verdad. Toda-
tinuamente en la Beehive: 1) que un aumento general del sala- vía falta escribir tres capítulos para completar la parte teórica
rio no sería de utilidad para los obreros; 2) que por consiguien- (los primeros tres libros). Luego queda por escribir todavía el
te, etc., los sindicatos tienen un efecto perjudicial. cuarto libro, el históricoliterario, que es la parte relativamente
Si estas dos proposiciones, en las que sólo él cree en nuestra más fácil para mí, ya que todos los problemas han sido resuel-
sociedad, fueran aceptadas, nos pondríamos en ridículo, tanto a tos en los primeros tres libros y este último es por consiguiente
causa de los sindicatos de aquí como de la infección huelguísti- más bien una repetición en forma histórica. Pero no puedo po-
ca que prevalece ahora en el continente. nerme a despachar nada antes de tenerlo todo completo. Cuales-
En esta ocasión –ya que a esta reunión se admite la asisten- quiera sean los defectos que puedan tener, el mérito de mis es-
cia de no miembros– será apoyado por un inglés que ha escrito critos es que constituyen un conjunto artístico, y esto sólo se
un folleto al mismo efecto. Se espera, desde luego, que la refu- puede lograr con mi método de no publicarlos mientras no los
tación corra a mi cargo. Por lo tanto debiera haber elaborado mi tenga ante mí como un todo. Esto es imposible con el método
réplica para esta noche, pero creí que era más importante traba- de Jacob Grimm, que en general se adapta más a obras que no
jar en mi libro10 de modo que tendré que depender de la impro- están construidas dialécticamente.
visación.
Desde luego que sé de antemano cuáles son los dos puntos
10 El Capital, Vol. I, publicado en 1861.
122 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 123

menos poder sentarme.


DE MARX A ENGELS

[Londres], 13 de febrero de 1866. DE MARX A ENGELS

En cuanto a este “maldito” libro, la situación es la siguiente:


estaba listo a fines de diciembre. De acuerdo a la disposición ac- [Londres], 7 de julio de 1866.
tual, la sola discusión de la renta del suelo, el penúltimo capítu-
lo, toma casi un libro. Fui al Museo de día y escribí de noche. Las demostraciones obreras en Londres, maravillosas com-
Tuve que interiorizarme de la nueva química agrícola en Alema- paradas con todo lo que hemos visto en Inglaterra desde 1849,
nia, especialmente Leibib y Schönbein, quienes en esta materia son puramente obra de la “Internacional”. Mr. Lucraft, por
son más importantes que todos los economistas juntos, y tam- ejemplo, el líder de Trafalgar Square, pertenece a nuestro Con-
bién de la enorme cantidad de material que han producido los sejo. Esto muestra la diferencia entre trabajar detrás de las
franceses desde que me ocupé por última vez de este punto. Ter- bambalinas y desaparecer en público, y el estilo de los demócra-
miné mi investigación teórica de la renta del suelo hace dos tas, de hacerse importantes en público y no hacer nada...
años. Y es precisamente en este intervalo que se han hecho una ¿Hay alguna parte en que nuestra teoría de que la organiza-
cantidad de cosas, las que, por otra parte, confirman por entero ción del trabajo está determinada por los medios de producción
mi teoría. La apertura del Japón fue importante también aquí se confirme más brillantemente que en la industria de la carni-
(excepto cuando me veo obligado a hacerlo profesionalmente, cería humana? Valdría realmente la pena que escribieras algo
como regla nunca leo descripciones de viajes). De aquí que el sobre ello (yo no tengo el conocimiento necesario), lo que yo
“sistema de desplazamiento” que los puercos de fabricantes in- podría incluir, con tu nombre, como apéndice a mi libro. Pién-
gleses acostumbraban a aplicar a la misma persona en 1848–50 salo. Pero si ha de hacerse deberá ser para el primer volumen,
ha sido aplicado por mi a mí mismo. en que trato este tema ex professo. Comprenderás el placer que
Aun cuando terminado el manuscrito, gigantesco en su for- me darías si tú también aparecieras como colaborador directo en
ma actual, no podría ser preparado para la publicación por na- mi obra principal (hasta ahora sólo he hecho pequeñas cosas) en
die sino por mí mismo, ni siquiera por ti. lugar de aparecer meramente en las citas.
Puntualmente, el primero de enero empecé a copiarlo, y a pu- También estoy estudiando ahora a Comte, como asunto cola-
lir el estilo, y la cosa prosiguió muy felizmente, ya que gozaba teral, debido a que los ingleses y franceses hacen tanto barullo
limpiando al niño después de tantos dolores de Parto. Pero lue- con este tipo. Lo que les gusta es el toque enciclopédico, la sín-
go interfirió nuevamente el ántrax, de manera que hasta ahora tesis. Pero esto es miserable comparado con Hegel. (Si bien
no he podido proseguir sino únicamente completar lo que de Comte, como matemático y físico profesional, fue superior a él,
acuerdo al plan ya estaba terminado. En cuanto a lo demás con- digo superior en cuestiones de detalle, aun aquí Hegel es infini-
cuerdo con tu opinión y le daré el primer volumen a Meissner tamente superior en conjunto.) ¡Y esta carroña positivista apare-
tan pronto como esté terminado. Pero para terminarlo debo al ció en 1832!
124 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 125

no también porque gente bastante inteligente no comprendió


DE MARX A KUGELMANN muy correctamente el asunto, y por consiguiente debe faltar al-
go en la primera presentación, particularmente en el análisis de
las mercancías. Lassalle, por ejemplo, en su Kapital und Arbeit
Londres, 13 de octubre de 1866. [Capital y Trabajo], donde supone haber dado la “quintaesencia
intelectual” de mi desarrollo del tema, comete grandes desati-
Desde la última y única carta que le envié, he sufrido de nue- nos, lo que, es verdad, siempre ocurre con él en su apropiación
vo continuas recaídas, a consecuencia de las cuales mi trabajo tan poco ceremoniosa de mis obras. Es gracioso oírlo acusarme
teórico ha sido constantemente interrumpido (el trabajo prácti- de “errores” literarios e históricos porque a menudo cito de me-
co para la Asociación Internacional prosigue constantemente, y moria sin consultar el original. Todavía no he resuelto si he de
es muy grande, porque en realidad tengo que dirigir toda la so- decir algo, en el prefacio, en pocas palabras, sobre el plagio de
ciedad). El mes que viene le enviaré los primeros pliegos a Lassalle. La manera desvergonzada en que sus ciegos partida-
Meissner y continuaré haciéndolo así hasta llevar yo mismo el rios han salido a mi encuentro lo justificaría.
resto a Hamburgo. Entonces lo visitaré a usted de todas mane-
ras.
Circunstancias personales (interrupciones físicas y externas11
sin tregua) hacen que sea necesario que el primer volumen apa- DE MARX A S. MEYER
rezca separadamente, y no ambos volúmenes juntos como era
mi primitiva intención. Después de todo habrá probablemente
tres volúmenes. Hanover, 30 de abril de 1867.
La obra entera se divide como sigue:
Libro I. El Proceso de Producción del Capital. ¿Que por qué nunca le contesté? Porque estuve rondando
Libro II. El Proceso de Circulación del Capital. constantemente el borde de la tumba. Por eso tenía que emplear
Libro III. La forma del Proceso en Conjunto. todo momento en que era capaz de trabajar para poder terminar
Libro IV. Contribución a la Historia de la teoría Económica. el trabajo al cual he sacrificado mi salud, mi felicidad en la vi-
El primer volumen contiene los dos primeros libros. Creo da y mi familia. Espero que esta explicación no requiera más
que el tercer libro llenará el segundo volumen, y el cuarto libro detalles. Me río de los llamados hombres “prácticos” y de su sa-
el tercero. biduría. Si uno resolviera ser un buey, podría, desde luego, dar
Consideré que era necesario empezar el primer libro ab ovo las espaldas a las agonías de la humanidad y mirar por su pro-
[desde el principio], es decir, hacer en un capítulo sobre las mer- pio pellejo. Pero yo me habría considerado realmente imprácti-
cancías y el dinero un resumen de mi libro que publicó Dunc- co si no hubiese terminado por completo mi libro, por lo menos
ker.12 Pensé que esto era necesario, no sólo por ser completo, si- en borrador.
El primer volumen de la obra será publicado dentro de pocas
11 Preocupaciones pecuniarias y domésticas. semanas por Otto Meissner en Hamburgo. El título es: El Capi-
12 La Crítica de la Economía Política. tal, una Crítica de la Economía Política. He venido a Alemania
126 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 127

para traer el manuscrito, y en mi viaje de vuelta a Londres me mo, los puntos establecidos aquí dialécticamente podrían ser de-
quedo en Hanover por pocos días en casa de un amigo. mostrados históricamente con mayor amplitud; la prueba la da-
El volumen I abarca el “proceso de la producción capitalis- rá la historia, por así decir, aun cuando lo más necesario a este
ta”. Además del desarrollo científico general, describo en gran respecto ya ha sido dicho. Pero tú tienes tanto material que con
detalle, basándome en fuentes oficiales, que hasta ahora no ha- seguridad puedes hacer todavía una buena digresión, que le pro-
bían sido empleadas, la condición del proletariado agrícola e in- bará históricamente al filisteo la necesidad del desarrollo del di-
dustrial de Inglaterra durante los últimos veinte años, idem las nero y del proceso que tiene lugar en relación a él.
condiciones irlandesas. Usted comprenderá de antemano que En estos desarrollos más abstractos has cometido el gran
todo esto sólo sirve de “argumentum ad hominem”. Espero que error de no aclarar el hilo del pensamiento mediante gran canti-
dentro de un año habrá sido publicada toda la obra. El volumen dad de pequeñas secciones y encabezamientos separados. De-
II da la continuación y conclusión de las teorías. El volumen III, bieras haber tratado esta parte a la manera de la Enciclopedia de
la historia de la economía política a partir de mediados del si- Hegel, con cortos parágrafos, toda transición dialéctica marca-
glo XVII.13 da con un encabezamiento especial, y en lo posible todas las di-
gresiones y ejemplos impresos en tipos especiales. La cosa se
hubiera parecido bastante a un texto escolar pero, habría sido
mucho más comprensible para un grupo muy amplio de lecto-
DE ENGELS A MARX res. Porque el populacho, inclusive el sector culto, no está ya
acostumbrado a esta clase de pensamiento, y debe facilitársele
toda clase de ayuda.
Manchester, 16 de junio de 1867. Comparado con la exposición anterior (Duncker),15 el pro-
greso en la agudeza del desarrollo dialéctico es muy marcado,
El segundo pliego,14 especialmente, lleva marcas bastante pero en la exposición misma muchas cosas me gustan más en la
fuertes del ántrax, pero esto no puede alterarse ahora y no creo primera forma. Es una gran lástima que sea justamente el segun-
que debas hacer nada más en las adiciones, porque, después de do pliego el que sufra de la huella del ántrax. Pero sobre esto ya
todo, el filisteo no está acostumbrado a esta clase de pensamien- no queda nada por hacer, y cualquiera capaz de pensar dialécti-
to abstracto y no se molestará por la forma del valor. * A lo su- camente lo comprenderá de todas maneras. Los demás pliegos
son muy buenos y me han causado mucho placer...
He leído a Hofmann.16 La teoría química más reciente, con
13 Marx pensaba publicar la continuación del primer volumen de El Capi- todas sus faltas, constituye un gran avance sobre la teoría ató-
tal en un tomo; este tomo se transformó en dos. En consecuencia, el volumen
que había sido planeado como tercero [Teorías de la Plusvalía] recibió el nú-
mica anterior. La molécula como la menor parte de la materia
mero IV. (Ver el Prefacio de Engels al Vol. II de El Capital.) capaz de existencia independiente es una categoría perfecta-
14 El segundo Druckbogen (pliego de imprenta) de El Capital, Vol. I.
* Al enviarle a1gunas de las pruebas de imprenta de El Capital a Engels, le
15 La Crítica de la Economía Política, publicada por Duncker en 1859.
había escrito el 3 de junio: “Debes decirme exactamente los puntos de la ex-
16 HOFMANN. A. W., Einleitung in die Moderne Chemie [Introducción a
posición de la forma del valor que crees deban ser especialmente divu1gados
para el filisteo en mis adiciones.” [N. del Ingl.] la Química Moderna], 1866–67.
128 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 129

mente racional, un “nodo”, como decía Hegel, en las infinitas taba parcialidad. Calculan que la Reform Bill 17 absorberá toda
series de divisiones, que no termina con ellas, sino que estable- la atención pública, de modo que la cosa pueda meterse de con-
ce una diferencia cualitativa. El átomo –antes representado co- trabando muy confortable y privadamente, mientras que al mis-
mo límite de la división posible– no es ahora más que una rela- mo tiempo los sindicatos tienen un tiempo tormentoso que
ción, si bien el propio Monsieur Hofmann recae a cada momen- afrontar. Lo peor de los “reports” [informes] son las afirmacio-
to en la vieja idea de los átomos indivisibles verdaderos. Por lo nes de los propios tipos. Y ellos saben que una nueva investiga-
demás, el progreso de la química que registra el libro es real- ción sólo puede significar una cosa, precisamente lo que “noso-
mente enorme, y Schorlemmer dice que esta revolución prosi- tros los burgueses queremos”: un nuevo período de cinco años
gue diariamente, de manera que se pueden esperar nuevos le- de explotación. Afortunadamente, mi posición en la “Interna-
vantamientos en cualquier momento. cional” me permite perturbar los tramposos cálculos de estos ca-
nallas. El asunto es de la mayor importancia. ¡Se trata de abolir
la tortura de un millón y medio de seres, sin incluir obreros
adultos de sexo masculino!
En cuanto a la exposición de la forma del valor, he seguido y
DE MARX A ENGELS no he seguido tu consejo, a fin de comportarme también en es-
to dialécticamente. Es decir, que: 1) he escrito un apéndice en
que describo la misma cosa tan sencillamente y a la manera de
[Londres], 22 de junio de 1867. un maestro de escuela como es posible; y 2) he seguido tu con-
sejo y dividido en parágrafos, etc., cada paso del desarrollo, con
...Tu satisfacción, hasta este punto, es para mi más importan- encabezamientos separados. En el prefacio le digo al lector
te que cualquier cosa que pueda decir el resto del mundo. De to- “no–dialéctico” que debiera saltear las páginas x y y leyendo en
dos modos, espero que la burguesía recuerde mi ántrax por el cambio el apéndice. No es simplemente cuestión de filisteos, si-
resto de su vida. He aquí otra prueba de lo puerco que son. Tú no también de la juventud ansiosa de conocimiento, etc. Ade-
sabes que la Comisión de Trabajo de Menores ha estado funcio- más, la cuestión es demasiado decisiva para todo el libro. Los
nando durante cinco años. De resultas de su primer informe, que señores economistas hasta ahora han pasado por alto el punto
apareció en 1863, se tomaron inmediatamente “medidas” contra sencillísimo de que la forma: 20 yardas de hilo = 1 traje no es
las secciones denunciadas. Al comienzo de esta sección, el Mi- sino la base no desarrollada de 20 yardas de hilo = 2 £, y que
nisterio tory había introducido, por intermedio de Walpole, el por ello la forma más simple de la mercancía, en que el valor no
sauce llorón, un proyecto de ley por el cual se aceptaban todas se expresa todavía como una relación con todas las demás mer-
las propuestas de la Comisión, si bien en escala muy reducida. cancías, sino solamente diferenciado de la mercancía en la for-
Los tipos contra los cuales se adoptarían las medidas, entre ma natural que le es propia, contiene todo el secreto de la for-
ellos, los grandes industriales metalúrgicos, y también especial- ma dinero, y con ello, en una cáscara de nuez, todas las formas
mente los vampiros del “trabajo en casa”, estaban silenciosos y burguesas del producto del trabajo. En mi primera exposición
humillados. ¡Ahora presentan una petición al Parlamento recla-
mando una nueva investigación! Dicen que la anterior manifes- 17 Que ampliaba el derecho de voto. Aprobada en 1867.
130 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 131

(Duncker) evito la dificultad del desarrollo dando únicamente No importa. Si he de terminar tan tarde que ya no encuentre al
un análisis real de la expresión del valor cuando aparece ya de- mundo preparado para poner atención en estas cuestiones, la
sarrollado y expresado en dinero. culpa será evidentemente mía.
Tienes mucha razón acerca de Hofmann. También encontra-
rás, por la conclusión de mí capítulo III, en que se toca la trans-
formación del maestro artesano en un capitalista –de resultas de
cambios puramente cuantitativos– que en el texto menciono la DE MARX A KUGELMANN
ley que descubrió Hegel la de los cambios puramente cuantita-
tivos que se vuelven cambios cualitativos, como válida por igual
en la historia y en las ciencias naturales. En una nota al texto (en La larga demora se debe a las siguientes causas. En primer
esa época yo estaba asistiendo precisamente a las conferencias lugar, el escándalo Vogt, de 1860, insumió gran parte de mi
de Hofmann) menciono la teoría molecular, pero no a Hofmann tiempo, porque tuve que realizar muchas investigaciones en
–quien no descubrió nada en este campo, nada excepcional–, si- asuntos que en sí mismos no eran de valor, tuve que meterme en
no a Laurent, Gerhardt y Wurtz, de los cuales el último es el más pleitos, etc. En 1861, debido a la guerra civil norteamericana,
original. Tu carta me trajo a la mente una confusa reminiscen- perdí mi principal fuente de ingresos, la New York Tribune. Mis
cia del asunto, y por esto le di un vistazo a mi manuscrito. colaboraciones a ese diario fueron suspendidas hasta el presen-
te. De manera que fui obligado y estoy obligado, a aceptar una
cantidad de trabajo de peón para no quedar en la calle junto con
mi familia. Inclusive había decidido volverme un «hombre
DE MARX A LASALLE práctico», y estuve por tomar un empleo en una oficina ferrovia-
ria a principios del año próximo. ¿He de llamarla buena o mala
suerte?, la cuestión es que no conseguí el puesto debido a mi
Le diré en qué estado está la obra económica. En realidad mala caligrafía. De modo que usted ve que tenía poco tiempo y
tengo entre manos la elaboración final desde hace unos meses. poca paz para el trabajo teórico. Es probable que las mismas ra-
Pero la cosa hace progresos muy lentos, porque tan pronto co- zones demoren más de lo que desearía la preparación final de mi
mo uno trata de llegar a un ajuste final en cuestiones que duran- obra para los impresores.
te años ha sido el tema principal de estudio, aquellas revelan
constantemente nuevos aspectos y exigen nueva consideración.
A esto se agrega que no soy dueño de mi tiempo, sino más bien
su sirviente. Sólo la noche me queda para mí, y este trabajo noc-
turno es a su vez perturbado por muy frecuentes ataques y recaí-
das de la enfermedad del hígado... Después de todo, tengo el
presentimiento de que ahora, cuando después de quince años de
estudio he llegado lo bastante lejos para dominar el asunto, es
probable que interferirán tormentosos movimientos exteriores.
132 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 133

cambio (toda la comprensión de los hechos depende de esto, se


DE MARX A ENGELS subraya de inmediato en el primer capitulo); 2) El tratamiento
de la plusvalía independientemente de sus formas particulares,
beneficio, interés, renta del suelo, etc. Esto aparecerá especial-
[Londres], 16 de agosto de 1867. mente en el segundo volumen. El tratamiento de las formas par-
A las dos de la madrugada. ticulares por la economía clásica, que siempre las mezcla con la
forma general, es un buen revoltijo.
Querido Fred,

Acabo de terminar de corregir el último pliego (el 49) del li-


bro. El apéndice –la forma del valor– toma 11/4 pliegos en tipo DE MARX A ENGELS
pequeño.
El Prefacio, idem corregido y enviado ayer de vuelta. De
modo que este volumen está terminado. Esto sólo ha sido posi- [Londres], 8 de enero de 1868.
ble gracias a ti. Sin tu sacrificio por mí, posiblemente nunca ha-
bría podido hacer el enorme trabajo para los tres volúmenes. Te Con respecto a Dühring. Es mucho para este hombre el que
abrazo lleno de agradecimiento. acepte casi positivamente el capítulo sobre la Acumulación Pri-
mitiva. Es todavía joven. Como discípulo de Carey, en comple-
Acompaño dos pliegos de pruebas corregidas. ta oposición a los librecambistas. A esto se agrega que es profe-
Recibí las 15 £; muchísimas gracias. sor universitario, y por ello no es de lamentar que el Profesor
Saludos, mi querido, amado amigo. Roscher, quien bloquea el camino de todos ellos, reciba algunos
Tu palos. Una cosa de su exposición me ha llamado mucho la aten-
K. MARX. ción. Es esta: en tanto que la determinación del valor por medio
Sólo necesitaré de vuelta las pruebas corregidas ni bien haya del tiempo de trabajo quede “indeterminada”, como en Ricardo,
aparecido el libro entero. no hace temblar a la gente. Pero, tan pronto como se la pone en
exacta conexión con la jornada de trabajo y sus variaciones, cae
sobre ellos una luz muy desagradable. Creo que una de las razo-
nes de Dühring al comentar mi libro fue su rabia contra Ros-
DE MARX A ENGELS cher. Por cierto que se percibe muy fácilmente su temor de ser
tratado como Roscher. Es extraño que el tipo no se dé cuenta de
los tres elementos fundamentalmente nuevos del libro:
[Londres], 24 de agosto de 1867. 1) Que en contraste con todos los sistemas anteriores de eco-
nomía política, que empiezan por los fragmentos particulares de
Los mejores puntos de mi libro son: 1) El doble carácter del plusvalía con sus formas fijas de renta, beneficio e interés como
trabajo, según que sea expresado en valor de uso o en valor de ya dadas, yo empiezo por tratar la forma general de la plusvalía,
134 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 135

en la cual se hallan todavía sin diferenciación todos esos ele-


mentos (como si dijéramos en solución). DE MARX A KUGELMANN
2) Que, sin excepción, los economistas no han advertido el
simple punto que si la mercancía tiene un doble carácter –valor
de uso y valor de cambio– entonces el trabajo encarnado en la Londres, 6 de marzo de 1868.
mercancía también debe tener un doble carácter; en tanto que el
análisis simplemente malo del trabajo, como el de Smith, Ricar- Hay algo conmovedor en Thünen. Un junker de Mecklen-
do, etc., está obligado a enfrentarse en todas partes con lo inex- burg (cierto que con entrenamiento mental alemán) que trata a
plicable. Este es, en efecto, todo el secreto de la concepción crí- sus posesiones de Tellow como el campo y a Mecklenburg-Sch-
tica. werin como la ciudad, y que, partiendo de estas premisas, con
3) Que por primera vez los salarios se muestran como la for- ayuda de la observación, del cálculo diferencial, de la contabi-
ma irracional en que aparece una relación oculta, y esto está lidad práctica, etc., construye por su cuenta la teoría ricardiana
exactamente representado en las dos formas del pago de sala- de la renta. Es a la vez digno de respeto y ridículo.
rios; salario por tiempo de trabajo y por pieza. (Me fue de ayu- Ahora puedo comprender el tono curiosamente embarazado
da el hecho de que fórmulas similares se encuentran a menudo de la crítica de Herr Dühring. Corrientemente es un muchacho
en matemática superior.) de lo más presuntuoso, descarado, que se presenta como revo-
Y en cuanto a las modestas objeciones de Dühring contra la lucionario en economía política. Ha hecho dos cosas. En primer
definición del valor, se asombrará cuando vea en el Volumen II lugar, ha publicado –glosándolo a Carey– un Fundamento Crí-
cuán poco cuenta “directamente” para la sociedad burguesa la tico de la Economía Política (unas 500 páginas), y en segundo
determinación del valor. Por cierto que ninguna forma de la so- lugar, una nueva Dialéctica Natural (contra la hegeliana). Mi
ciedad puede impedir el hecho que, en una u otra forma, el tiem- libro lo ha enterrado por ambos costados. Lo comentó por su
po de trabajo a disposición de la sociedad regule la producción. odio a Roscher, etc. Por lo demás, a medias intencionalmente y
Pero, mientras esta regulación no se cumpla por el control direc- a medias por falta de visión, comete imposturas. Sabe muy bien
to y consciente de la sociedad sobre su tiempo de trabajo –lo que mi método de desarrollo no es hegeliano, desde que yo soy
que sólo es posible bajo el sistema de la propiedad común–, si- materialista y Hegel es idealista. La dialéctica de Hegel es la
no por el movimiento de los precios de las mercancías, las co- base de toda la dialéctica, pero sólo una vez que se la ha despo-
sas quedan como tú las describiste muy correctamente ya en los jado de su forma mística, y precisamente esto es lo que distin-
Deutsch–Französische–Jahrbücher. gue a mi método. En cuanto a Ricardo, realmente le chocó a
Herr Dühring que en mi exposición de Ricardo ni siquiera figu-
ran sus puntos débiles, que Carey y cientos antes de él han se-
ñalado. En consecuencia, intenta, con mauvaise foi [mala fe],
cargarme con todas las limitaciones de Ricardo. Pero no impor-
ta. Debo agradecerle al hombre, puesto que es el primer exper-
to en decir algo.
En el segundo volumen (que por cierto nunca aparecerá si mi
136 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 137

salud no mejora), la propiedad de la tierra será uno de los temas, Si mientras cae el valor de la moneda, el precio del trabajo
y la competencia sólo en la medida en que lo requiere el trata- no aumenta en el mismo grado, o sea, si cae, la tasa de plusva-
miento de los otros temas. lía crece y, por consiguiente, quedando iguales todas las demás
Durante mi enfermedad (que espero termine pronto del todo) cosas, también crece la tasa de beneficio. El aumento de esta úl-
no pude escribir, pero tragué una cantidad enorme de “material” tima –en tanto que continúa la oscilación ascendente del valor
estadístico y de toda suerte, que por sí mismo habría bastado pa- de la moneda– se debe simplemente a la baja de salarios, y esta
ra enfermar a gente que no está acostumbrada a esta clase de fo- baja se debe al hecho de que el cambio de salarios se acomoda
rraje y no posee estómagos habituados a digerirlo rápidamente. sólo con lentitud al cambio de valor de la moneda. (Así ocurrió
Mi situación es muy atormentadora, ya que no he podido ha- a fines de los siglos XVI y XVII.) Si, por el contrario, cuando
cer ningún trabajo adicional que reportara dinero, y sin embar- sube el valor de la moneda los salarios no caen en la misma pro-
go es preciso conservar las apariencias por los chicos. Si yo no porción, entonces la tasa de plusvalía cae, y en consecuencia
tuviera que producir esos dos malditos volúmenes (y por añadi- también –permaneciendo iguales las demás cosas– la tasa de be-
dura buscar un editor inglés), lo que sólo puede hacerse en Lon- neficio.
dres, iría a Ginebra, donde podría vivir muy bien con los medios Estos dos movimientos, el aumento de la tasa de beneficio
de que dispongo. cuando baja el valor de la moneda, y su caída cuando sube el va-
lor de la moneda, se deben, en esas circunstancias, únicamente
al hecho de que el precio del trabajo no se ha ajustado todavía
al nuevo valor de la moneda. Estos fenómenos (su explicación
DE MARX A ENGELS se conoce hace tiempo) desaparecen cuando se ajustan el precio
del trabajo y el valor de la moneda.
Aquí empieza la dificultad. Los llamados teóricos dicen: Tan
[Londres], 22 de abril de 1868. pronto como el precio del trabajo corresponde al nuevo valor de
la moneda, por ejemplo cuando ha aumentado al caer el valor de
Ahora sólo te daré breve cuenta de una “cosita” que se me la moneda, el beneficio y el salario se expresan en tanto más di-
ocurrió cuando estaba mirando la parte de mi manuscrito que nero. Por lo tanto, su relación permanece constante. En conse-
trata de la tasa de beneficio. Gracias a ella se resuelve sencilla- cuencia no puede haber variación en la tasa de beneficio. A es-
mente uno de los problemas más difíciles. La cuestión es ésta: to replican con hechos los especialistas que se ocupan de la his-
cómo es que cuando cae el valor de la moneda, es decir, del oro, toria de los precios. Sus explicaciones son meras frases. Toda la
aumenta la tasa de beneficio, en tanto que baja cuando aumen- dificultad proviene de confundir la tasa de plusvalía con la ta-
ta el valor de la moneda. sa de beneficio. Supongamos que la tasa de plusvalía permanez-
Supongamos que el valor de la moneda disminuya en 1/10. ca igual, por ejemplo, 100%. Entonces, si el valor de la mone-
Entonces el precio de las mercancías, permaneciendo constan- da cae en 1/10, los salarios que importan 100 Libras (digamos pa-
tes las demás circunstancias aumenta en 1/10. En cambio si el va- ra 100 hombres) aumentan a 110 y, análogamente, a 110 la plus-
lor de la moneda aumenta en 1/10, permaneciendo constantes las valía. La misma cantidad total de trabajo que antes se expresa-
demás circunstancias, el precio de las mercancías cae en 1/10. ba en 200 libras se expresa ahora en 220. Por lo tanto, si el pre-
138 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 139

cio del trabajo se ha ajustado al valor de la moneda, ningún


cambio del valor de la moneda puede hacer que la tasa de plus- DE MARX A ENGELS
valía suba o caiga. Pero supongamos que los elementos, o algu-
nos elementos, de la parte constante del capital, caigan en valor
debido a la creciente productividad del trabajo, cuyos productos Londres, 30 de abril de 1868.
son. Si la caída de su valor es mayor que la de la moneda, su
precio disminuirá a pesar del valor depreciado de la moneda. Si Para el caso en discusión no interesa si p. v. (la plusvalía) es
la caída de su valor sólo corresponde a la caída del valor de la cuantitativamente mayor o menor que la plusvalía producida en
moneda, su precio permanece invariable. Supongamos que se la propia rama dada de la producción. Por ejemplo, si 100
presenta el último caso. pv/400 c + 100 v = 20%, y éste, debido a la caída del valor de
En cierta rama de la industria, el capital 500 está compuesto la moneda en 1/10, se convierte en 110 pv/400 c + 110 v (supo-
de 400 c + 100 v, de modo que tenemos con una tasa de plusva- niendo que caiga el valor del capital constante), entonces no in-
lía de 100%, 400 c + 100 v + pv = 100/500 = 20%, tasa de be- teresa si el productor capitalista sólo se embolsa la mitad de la
neficio. (En el Vol. III pienso usar 400 c, etc., en lugar de c/400, plusvalía que produce. Porque la tasa de beneficio será entonces
etc., por ser menos complicado. ¿Qué piensas de esto?) Si el va- para él de 55 pv/400 c + 110 v, y mayor que la anterior de 50 pv
lor de la moneda cae en 1/10, los salarios suben a 110, idem la /400 c + 100 v. Conservo aquí pv a fin de mostrar cualitativa-
plusvalía. Si el precio en moneda del capital constante no varía, mente, en la expresión misma, de dónde proviene el beneficio.
debido a que, como consecuencia del aumento de la productivi- Pero, es conveniente que conozcas el método por el cual se
dad del trabajo el valor de sus partes componentes ha caído en desenvuelve la tasa de beneficio. Por esto te expondré los as-
1/10, entonces 400 c + 110 v + 110 pv, o bien 110/510 = 21 29/50% pectos más generales del proceso. Como sabes, en el Libro II se
de tasa de beneficio, la que por tanto habría subido en aproxi- describe el proceso de la circulación del capital en base a las
madamente un 11/2%, al tiempo que la tasa de plusvalía 110 pv premisas expuestas en el Libro I. De aquí, las nuevas determi-
/110 v sigue siendo, como antes, del 100%. naciones de forma que surgen del proceso de la circulación, ta-
El aumento de la tasa de beneficio sería mayor si el valor del les como el capital fijo y el circulante, el capital invertido a pla-
capital constante cayese más rápidamente que el valor de la mo- zo fijo, etc. En el Libro I, finalmente, nos contentamos con la
neda, y menor si cayese más lentamente. Pero la subida conti- suposición de que, si en el proceso de realización, 100 libras se
nuará mientras tenga lugar cualquier caída del valor del capital convierten en 110 ya están presentes en el mercado los elemen-
constante, siempre que la misma cantidad de medios de produc- tos de una inversión ulterior de capital. Pero ahora investigamos
ción no cueste 440 libras en lugar de, como antes, 400 libras. las condiciones en las cuales estos elementos ya se encuentran
Sin embargo, es un hecho histórico, y en particular puede de- en existencia, a saber, el entrelazamiento social de los diferen-
mostrarse respecto de los años 1850–60, el que la productividad tes capitales, de las partes componentes del capital y de la renta
del trabajo, en especial, en la industria propiamente dicha, es es- (= pv).
timulada por la caída del valor de la moneda, por la simple in- En el Libro III llegamos a la transformación de la plusvalía
flación de los precios y el general rebato internacional de la can- en formas y partes componentes separadas.
tidad aumentada de moneda. El beneficio es para nosotros, en primer lugar, tan sólo otro
140 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 141

nombre u otra categoría de la plusvalía. Puesto que, debido a la una producción semanal–, sino que pv/c + v representa aquí la
forma que toman los salarios, el conjunto del trabajo parece ser plusvalía producida durante el año en relación con el capital in-
retribuido, la parte no pagada parece provenir necesariamente, vertido durante el año (es decir, en distinción con el vuelco tran-
no del trabajo, sino del capital, y no de la parte variable del ca- sitorio de capital). La fórmula pv/c + v vale aquí, en consecuen-
pital sino del capital como un todo. De este modo, la plusvalía cia, para la tasa anual de beneficio.
asume la forma del beneficio, sin diferencia cuantitativa alguna Luego examinamos cómo las variaciones de las inversiones
entre uno y otro. Esta es solamente la forma ilusoria en que apa- transitorias de capital (en parte dependientes de la relación en-
rece la plusvalía. tre las porciones circulante y fija del capital, y en parte de la
Además, la parte del capital que se consume en la producción cantidad de capital circulante invertido en un año, etc.) modifi-
de una mercancía (el capital, constante y variable, invertido en can la tasa de beneficio al tiempo que permanece constante la
su producción menos la parte utilizada pero no efectivamente tasa de plusvalía.
consumida del capital fijo) se presenta ahora como el precio de Tomando la inversión como se dijo, y pv/c + v como la tasa
costo de la mercancía; porque para el capitalista, esa parte del anual de beneficio, examinemos cómo puede variar esta última
valor de la mercancía que él debe pagar es el precio de costo de independientemente de los cambios de la tasa de plusvalía e in-
la mercancía, mientras que el trabajo no pagado que la misma cluso en su cantidad total.
contiene no está incluido en su precio de costo desde su punto Desde que pv, el total de plusvalía = la tasa de plusvalía mul-
de vista. La plusvalía = beneficio se presenta ahora como el ex- tiplicada por el capital variable, si llamamos r a la tasa de plus-
cedente del precio de venta sobre el precio de costo. Llamemos valía y p’ a la tasa de beneficio, p’ = r. V/C + V. Aquí tenemos
v al valor de la mercancía y c a su precio de costo; entonces v = las cuatro cantidades, p’, r, v, c, con tres cualesquiera de las cua-
c + pv, luego v – pv = c, y en consecuencia v es mayor que c. les podemos operar buscando la cuarta como incógnita. Esto cu-
Esta nueva categoría del precio de costo es muy necesaria para bre todos los casos posibles de movimientos de la tasa de bene-
los detalles del desarrollo ulterior. Es evidente desde un comien- ficio, en tanto que se distinguen de los movimientos de la tasa y
zo que el capitalista puede vender una mercancía por debajo de aun, en cierta medida, de los de la cantidad total de plusvalía.
su valor con un beneficio (mientras la venda por encima de su Desde luego que esto ha sido hasta ahora inexplicable a todo el
precio de costo), y esta es la ley fundamental que explica la mundo.
igualación provocada por la competencia. Si el beneficio se dis- Las leyes así descubiertas serán muy importantes, por ejem-
tingue al principio sólo formalmente de la plusvalía, la tasa de plo, para comprender cómo influye el precio de la materia pri-
beneficio, en cambio, se distingue en seguida y realmente de la ma sobre la tasa de beneficio, y valen independientemente de
tasa de plusvalía, puesto que en un caso la fórmula es pv/v y en cómo se divida posteriormente la plusvalía entre el productor,
el otro pv/c + v, de donde se sigue de inmediato, puesto que pv/v etc.18 Esto solo puede cambiar la forma de aparición. Además,
es mayor que pv/c + v, que la tasa de beneficio es menor que la estas leyes siguen siendo directamente aplicables si pv/c + v es
tasa de plusvalía, a menos que c = 0. considerada como relación entre la plusvalía socialmente pro-
Pero teniendo en cuenta los puntos expuestos en el Libro II, ducida y el capital social.
se concluye que no podemos computar la tasa de beneficio me-
diante la producción de mercancías que elijamos –por ejemplo 18 [Entre el productor y los demás capitalistas.]
142 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 143

II. Lo que en I fue tratado como movimiento, fuese de capi- producción en que la composición del capital (en porcentajes)
tal en una rama dada de la producción, o de capital social –mo- sea igual a 80 c + 20 v, el precio c (precio de costo) + 20% coin-
vimientos que varían la composición, etc., del capital– se con- cidirá con el valor del capital invertido. Allí donde la composi-
ciben ahora como diferencias entre las cantidades de capital in- ción es más elevada (por ejemplo 90 c + 10 v), el precio está por
vertido en las diversas ramas de la producción. encima del valor; allí donde la composición es más baja el pre-
Se sigue en seguida que la tasa de plusvalía suponiéndose cio está por debajo del valor.
constante (la explotación del trabajo), la producción de valor y El precio así igualado, que divide igualmente el total social
en consecuencia la producción de plusvalía y de aquí la tasa de de plusvalía entre los totales individuales de capital en propor-
beneficio, son diferentes, en las diferentes ramas de la produc- ción con su volumen, es el precio de producción de las mercan-
ción. Pero por la competencia, a partir de estas diferentes tasas cías, el centro alrededor del cual se mueve la oscilación de los
de beneficio, se forma una tasa media o general de beneficio. precios del mercado.
Esta tasa de beneficio, expresada en términos absolutos, no pue- Aquellas ramas de la producción que constituyen monopo-
de ser otra cosa que la plusvalía producida (anualmente) por la lios naturales están exentas de este proceso de igualación aun
clase capitalista en relación con el capital social total invertido. cuando su tasa de beneficio es mayor que la tasa social. Esto se-
Por ejemplo, si el capital social = 400 c + 100 v y la plusvalía rá de importancia para la exposición de la renta del suelo.
que produce anualmente = 100 pv, entonces la composición del En este capítulo deben elaborarse más las diversas causas de
capital social = 80 c + 20 v, y la del producto (en porcentajes) = igualación entre las distintas inversiones de capital, que para la
80 c + 20 v + 20 pv = 20 por ciento de tasa de beneficio. Esta concepción vulgar son otras tantas fuentes originarias de bene-
es la tasa general de beneficio. ficio.
Lo que la competencia tiende a producir entre las diversas Además: la forma cambiada de aparición que toman ahora
masas de capital –diferentemente compuestas e invertidas en di- las leyes, anteriormente desarrolladas y aun válidas, del valor y
ferentes esferas de la producción– es el comunismo capitalista, de la plusvalía después de la transformación del valor en precio
esto es, que la cantidad de capital perteneciente a cada esfera de producción.
de producción, arrebate una parte alícuota de la plusvalía total III. La tendencia de la tasa de beneficio a caer a medida que
proporcional a la parte alícuota del capital social total que inte- progresa la sociedad. Esto se deduce ya de lo que se expuso en
gra. el Libro I sobre el cambio de composición del capital con el de-
Esto sólo puede lograrse si en cada esfera de la producción sarrollo de las fuerzas productivas sociales. Este es uno de los
(suponiendo, como antes, que el capital social = 80 c + 20 v y grandes triunfos sobre los grandes pons asini (obstáculos) de to-
la tasa social de beneficio = 20 pv/80 c + 20 v) la cantidad de da la economía anterior.
mercancías que se produce anualmente se venda al precio de IV. Hasta ahora sólo hemos tratado del capital productivo.
costo más el 20% de beneficio sobre el valor del capital ya in- Con el capital mercantil surgen modificaciones.
vertido (no interesa qué cantidad del capital fijo anteriormente De acuerdo a nuestra suposición anterior, el capital produc-
invertido entre o no en el precio de costo anual). Pero esto sig- tivo de la sociedad = 500 (no interesa si son millones o billo-
nifica que la determinación del precio de las mercancías no nes). Y la fórmula era 400 c + 100 v + 100 pv. La tasa general
coincidirá con su valor. Únicamente en aquellas ramas de la de beneficio, p’ = 20%. Supongamos ahora que el capital co-
144 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 145

mercial = 100. Los 100 de pv deben calcularse ahora sobre 600 forma aparente. Finalmente, puesto que esas tres –salarios, ren-
en lugar de sobre 500. En consecuencia, la tasa general de be- ta del suelo, beneficio (interés)– constituyen las respectivas
neficio se reduce, del 20 al 162/3 por ciento. El precio de pro- fuentes de ingreso de las tres clases –terratenientes, capitalistas
ducción (para simplificar supondremos aquí que todo el 400 c, y trabajadores asalariados–, tenemos en conclusión, la lucha de
incluyendo la totalidad del capital fijo, entra en el precio de cos- clases, en que se resuelve el movimiento de todo el asunto.
to de la producción anual de mercancías) es ahora = 5831/3. El
comerciante vende a 600 y gana entonces, si dejamos de lado la
parte fija de su capital, un 162/3 por ciento sobre sus 100, esto
es, tanto como los capitalistas productores; en otras palabras, se DE MARX A KUGELMANN
queda para sí con 1/6 de la plusvalía social. Las mercancías –to-
madas en su conjunto y en escala social– se venden a su valor.
Sus 100 libras (aparte de su proporción fija) sólo le sirven de ca- Londres, 11 de julio de 1868.
pital circulante. Lo que el comerciante trague de más, lo hace
simplemente recurriendo a engaños o especulando con las osci- Muchas gracias por las cosas que me envió. No le escriba a
laciones de los precios de las mercancías, o, en el caso de los co- Faucher, pues de lo contrario este mannequin piss19 se creerá
merciantes minoristas, lo gana sobre salarios de trabajo –por muy importante. Todo lo que ha logrado es inducirme, si es que
miserablemente improductivo que sea este trabajo–, y todo esto hay una segunda edición, a tirarle algunas estocadas necesarias
aparece en forma de beneficio. a Bastiat, en la parte que se refiere a la magnitud del valor. Es-
V. Ahora hemos reducido el beneficio a la forma en que se da to no se hizo antes, porque el tercer volumen contiene un capí-
realmente en la práctica, es decir, de acuerdo a nuestra suposi- tulo aparte y detallado sobre los señores de la “economía vul-
ción, el 162/3 por ciento. Luego viene la división de este capital gar”. Usted encontrará muy natural que Faucher y Cía. deduz-
en beneficio del empresario e intereses. Capital que devenga in- can el “valor de cambio” de sus engendros, no de la cantidad de
tereses. El sistema del crédito. fuerza de trabajo empleada, sino de la ausencia de tal gasto, es
VI. Transformación del beneficio de plusvalía en renta del decir, del “trabajo ahorrado”. Y el digno Bastiat ni siquiera hi-
suelo. zo él mismo este “descubrimiento”, tan bienvenido por esos ca-
VII. Por último hemos llegado a las formas de aparición que balleros, sino que, como era su costumbre, no hizo sino copiar
sirven de punto de partida en la concepción vulgar: la renta pro- a muchos autores anteriores. Las fuentes que empleaba son, por
veniente de la tierra, el beneficio (interés), del capital, los sala- supuesto, desconocidas a Faucher y Cía.
rios, del trabajo. Pero desde nuestro punto de vista, la cosa se ve En cuanto al Zentralblatt, el hombre hace la mayor conce-
ahora en forma diferente. Se explica el movimiento aparente. sión posible al admitir que, si uno entiende algo por valor, de-
Además, el disparate de A. Smith, convertido en el principal pi- ben aceptarse las conclusiones que yo saco. El desgraciado no
lar de toda la economía hasta el presente, de que el precio de una sabe que, aun cuando en mi libro no hubiera un capítulo sobre
mercancía deriva de esas tres rentas, es decir, sólo del capital el valor, el análisis de las relaciones reales que doy contendría
variable (salarios) y de la plusvalía (renta del suelo, beneficio,
interés), es derribado. Todo el movimiento tiene lugar en esta 19 La conocida estatua de Bruselas.
146 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 147

la prueba y demostración de la relación real de valor. El dispa- órgano mediante el cual se piensa. Todo lo demás es cháchara.
rate acerca de la necesidad de probar el concepto de valor pro- El economista vulgar no tiene la más leve idea de que las re-
viene de una completa ignorancia del tema y del método cientí- laciones reales y cotidianas del intercambio no necesitan ser di-
fico. Un chico sabe que un país que dejase de trabajar, no digo rectamente idénticas a las magnitudes del valor. Lo característi-
durante un año, sino por unas pocas semanas, se moriría. Cual- co de la sociedad burguesa consiste precisamente en esto, en
quier chico sabe también que la cantidad de producto correspon- que a priori no hay una regulación consciente, social de la pro-
diente a las diversas necesidades requiere masas diferentes y ducción. Lo racional y lo necesario se producen en la naturale-
cuantitativamente determinadas del trabajo total de la sociedad. za sólo como un promedio que opera ciegamente. Y entonces el
El que no pueda eliminarse esta necesidad de distribuir el traba- economista vulgar cree haber hecho un gran descubrimiento
jo social en proporciones definidas mediante la forma particu- cuando proclama con orgullo, en lugar de revelar la intercone-
lar de la producción social, sino que sólo pueda cambiar la for- xión, que en apariencia las cosas parecen diferentes. En reali-
ma que toma, es evidente. No se puede eliminar ninguna ley na- dad, alardea de que se atiene a la apariencia y la toma por la úl-
tural. Lo que puede cambiar, con el cambio de circunstancias tima palabra. Siendo así ¿por qué debe haber ciencia? Pero la
históricas, es la forma en que operan esas leyes. Y la forma en cuestión tiene también otro fundamento. Cuando se aprehende
que opera esa división proporcional del trabajo en un estado de la interconexión, toda creencia teórica en la necesidad perma-
la sociedad en que la interconexión del trabajo social se mani- nente de las condiciones existentes se derrumba antes de su co-
fiesta en el intercambio privado de cada uno de los productos lapso práctico. En este caso, por consiguiente, está en el interés
del trabajo, es precisamente el valor de cambio de esos produc- de las clases dominantes perpetuar esta huera confusión. ¿Y pa-
tos. ra qué otro fin se les paga a estos charlatanes serviles que no sa-
La ciencia consiste precisamente en elaborar cómo opera la ben proclamar otra cosa científica que en economía política no
ley del valor. De modo que si se quisiera “explicar” en el co- se debe pensar?
mienzo mismo todos los fenómenos que aparentemente contra- Pero satis supraque.20 De todas maneras esto muestra aque-
dicen esa ley, debiera darse la ciencia antes de la ciencia. El llo a que han llegado a ser estos sacerdotes de la burguesía cuan-
error de Ricardo es precisamente que en su primer capitulo so- do obreros e incluso industriales y comerciantes entienden mi li-
bre el valor toma como dadas todas las posibles categorías que bro, mientras que esos “escribas” (!) se quejan de que exijo de-
deben todavía desarrollarse, a fin de probar su conformidad con masiado de su inteligencia.
la ley del valor.
En cambio, como usted supuso correctamente, la historia de
la teoría demuestra por cierto que el concepto de la relación del
valor ha sido siempre el mismo, fuese más o menos claro y ro-
deado de ilusiones o científicamente preciso. Puesto que el pro-
ceso del pensamiento nace de las condiciones, puesto que es él
mismo un proceso natural, el pensamiento que realmente com-
prende debe ser siempre el mismo y sólo puede variar gradual-
mente conforme a la madurez del desarrollo, incluyendo la del 20 Más que suficiente.
148 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 149

commune rurale para pasar al régimen capitalista o si, por el


DE MARX AL DIRECTOR DEL contrario, puede –sin experimentar las torturas de este régimen–
Otyecestvenniye Zapisky [El memorial de la Patria]21 apropiarse de todos sus frutos dando desarrollo a sus propias
condiciones históricas. Dicho escritor se pronuncia en favor de
[A fines de 1877.] esta última solución. Y mi honorable crítico tendría por lo me-
nos tanta razón para inferir de la consideración que le profeso a
El autor22 del artículo Karl Marx ante el Tribunal del señor este “gran crítico y estudioso ruso” que participo de sus opinio-
Zhukovsky es evidentemente una persona inteligente y si, en mi nes sobre el tema, como para concluir de mi polémica contra el
exposición sobre la acumulación primitiva, hubiese encontrado “escritor” y paneslavista que las rechazo.
un sólo pasaje en apoyo de sus conclusiones, lo hubiese citado. Para terminar, puesto que no me gusta dejar nada que deba
En ausencia de tal pasaje, se encuentra obligado a recurrir a un adivinarse, iré derecho al grano. Para poder estar autorizado a
hors d’oeuvre, a una especie de polémica contra un “escritor” estimar el desarrollo económico actual de Rusia, estudié el ruso
ruso23 publicada en el apéndice a la primera edición alemana de y luego estudié durante muchos años las publicaciones oficiales
El Capital. ¿Cuál es mi queja en ese lugar contra ese escritor? y otras vinculadas a este asunto. Llegué a esta conclusión: si
Que descubrió la comuna rusa, no en Rusia, sino en el libro es- Rusia sigue por el camino que ha seguido desde 1861, perderá
crito por Haxthausen, Consejero de Estado prusiano, y que en la mejor oportunidad26 que le haya ofrecido jamás la historia a
sus manos la comuna rusa sólo sirve de argumento para probar una nación, y sufrirá todas las fatales vicisitudes del régimen ca-
que la vieja y podrida Europa será regenerada por la victoria del pitalista.
paneslavismo. Mi juicio acerca de ese escritor puede ser correc- El capitulo sobre la acumulación primitiva no pretende más
to o falso, pero de modo alguno puede constituir una clave de que trazar el camino por el cual surgió el orden económico ca-
mis opiniones sobre los esfuerzos “de los rusos para hallar para pitalista, en Europa Occidental, del seno del régimen económi-
su país una vía de desarrollo que será diferente de la que transi- co feudal. Por ello describe el movimiento histórico que, al di-
tó y sigue transitando la Europa Occidental”, etcétera.24 vorciar a les productores de sus medios de producción, los con-
En el apéndice a la segunda edición alemana de El Capital vierte en asalariados (en proletarios, en el sentido moderno de
–la que conoce el autor del articulo sobre el señor Zhukovsky la palabra), al tiempo que convierte en capitalistas a quienes po-
puesto que la cita– hablo de “un gran crítico y estudioso ruso”25 seen los medios de producción. En esa historia “hacen época to-
con la alta consideración que merece. En sus notables artículos, das las revoluciones que sirven de palanca al avance de la clase
este escritor ha tratado la cuestión de si Rusia, como lo sostie- capitalista en formación; y sobre todo las que, después de des-
nen sus economistas liberales, debe empezar por destruir la pojar a grandes masas de hombres de sus medios tradicionales
de producción y subsistencia, las arroja súbitamente al mercado
21 Escrita en francés. del trabajo. Pero la base de todo este desarrollo es la expropia-
22 N. K. Mijailovsky, prominente teórico del partido socialista revolucio- ción de los cultivadores.
nario pequeñoburgués de los Narodniki [populistas.] “Esto sólo se ha cumplido radicalmente en Inglaterra... pero
23 Herzen.
24 Citado en ruso.
25 Chernichevsky. 26 La mejor oportunidad de evitar el desarrollo capitalista. [N. Ed. Ingl.]
150 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 151

todos los países del Occidente Europeo están yendo por el mis- En diversos pasajes de El Capital aludo al destino que les
mo camino”, etc. (El Capital, edición francesa, 1879, p. 315.) cupo a los plebeyos de la antigua Roma. En su origen habían
Al final del capítulo se resume de esta manera la tendencia his- sido campesinos libres, cultivando cada cual por su cuenta su
tórica de la producción: que ella misma engendra su propia ne- propia fracción de tierra. En el curso de la historia romana fue-
gación con la inexorabilidad que preside las metamorfosis de la ron expropiados. El mismo movimiento que los divorció de sus
naturaleza; que ella misma ha creado los elementos de un nue- medios de producción y subsistencia trajo consigo la forma-
vo orden económico al darle de inmediato el mayor impulso a ción, no sólo de la gran propiedad fundiaria, sino también del
las fuerzas de producción del trabajo social y al desenvolvi- gran capital financiero. Y así fue que una linda mañana se en-
miento integral de cada uno de los productores; que la propie- contraron con que, por una parte, había hombres libres despo-
dad capitalista, al fundarse, como ya lo hace en realidad, sobre jados de todo a excepción de su fuerza de trabajo, y por la otra,
una forma de la producción colectiva, no puede hacer otra cosa para que explotasen este trabajo, quienes poseían toda la rique-
que transformarse en propiedad social. En este punto no he za adquirida. ¿Qué ocurrió? Los proletarios romanos se trans-
aportado ninguna prueba, por la simple razón de que esta afir- formaron, no en trabajadores asalariados, sino en una chusma
mación no es más que el breve resumen de largos desarrollos de desocupados más abyectos que los “pobres blancos” que hu-
dados anteriormente en los capítulos que tratan de la producción bo en el Sur de los Estados Unidos, y junto con ello se desarro-
capitalista. lló un modo de producción que no era capitalista sino que de-
Ahora bien, ¿qué aplicación a Rusia puede hacer mi crítico pendía de la esclavitud. Así, pues, sucesos notablemente análo-
de este bosquejo histórico? Únicamente esta: si Rusia tiende a gos pero que tienen lugar en medios históricos diferentes con-
transformarse en una nación capitalista a ejemplo de los países ducen a resultados totalmente distintos. Estudiando por separa-
de la Europa Occidental –y por cierto que en los últimos años do cada una de estas formas de evolución y comparándolas lue-
ha estado muy agitada por seguir esta dirección– no lo logrará go, se puede encontrar fácilmente la clave de este fenómeno,
sin transformar primero en proletarios a una buena parte de sus pero nunca se llegará a ello mediante el pasaporte universal de
campesinos; y en consecuencia, una vez llegada al corazón del una teoría histórico filosófica general cuya suprema virtud con-
régimen capitalista, experimentará sus despiadadas leyes, como siste en ser suprahistórica.
las experimentaron otros pueblos profanos. Eso es todo. Pero no
lo es para mi crítico. Se siente obligado a metamorfosear mi es-
bozo histórico de la génesis del capitalismo en el Occidente eu-
ropeo en una teoría histórico filosófica de la marcha general que DE MARX A SORGE
el destino le impone a todo pueblo, cualesquiera sean las cir-
cunstancias históricas en que se encuentre, a fin de que pueda
terminar por llegar a la forma de la economía que le asegure, Londres, 15 de diciembre de 1881.
junto con la mayor expansión de las potencias productivas del
trabajo social, el desarrollo más completo del hombre. Pero le Los ingleses han empezado recientemente a ocuparse más de
pido a mi crítico que me dispense. (Me honra y me avergüenza El Capital, etc. Así, en el número de octubre (o noviembre, no
a la vez demasiado.) Tomemos un ejemplo. estoy muy seguro) del Contemporary, hay un artículo de John
152 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 153

Rae sobre el socialismo. Muy imperfecto, lleno de errores, pero hurgado para sonsacarme y aprender en la forma más fácil.
“benévolo”, como me dijo anteayer uno de mis amigos ingleses. Finalmente, el 1º de diciembre pasado apareció un artículo
¿Y por qué benévolo? Porque27 John Rae no supone que en los (le enviaré un ejemplar) en la revista mensual Modern Thought,
cuarenta años que llevo difundiendo mis perniciosas teorías yo titulado “Líderes del Pensamiento Moderno”, Nº XXIII, Karl
haya sido instigado por “malos” motivos. “Seine Grossmut Marx, por Ernest Belfort Bax.
muss ich loben”. Parece que la benevolencia de enterarse usted Esta es la primera publicación inglesa de su tipo animada de
mismo, al menos suficientemente, del tema que somete a críti- un verdadero entusiasmo por las nuevas ideas, y que se le cua-
ca, es algo bastante desconocido para los hombres de letras del dra audazmente al Filisteísmo Británico. Esto no impide que las
filisteismo británico. noticias biográficas que el autor da de mí sean en su mayor par-
Antes de esto, a comienzos de junio, un tal Hyndman (quien te equivocadas, etc. En la exposición de mis principios econó-
anteriormente se había introducido en mi casa) publicó un libri- micos y en su traducción (es decir, citas de El Capital) hay mu-
to, England for All [Inglaterra para todos]. Pretende estar escri- cho de incorrecto y de confuso, pero con todo la aparición de es-
to como exposición del programa de la “Federación Democráti- te artículo, anunciado en grandes letras por carteles pegados en
ca”, una asociación, recientemente formada, de diferentes socie- las paredes del West End londinense, ha producido gran sensa-
dades inglesas y escocesas avanzadas, medio burguesas y medio ción. Y lo que fue más importante para mí, recibí dicho número
proletarias. Los capítulos sobre el trabajo y el capital son tan só- del Modern Thought el 30 de noviembre, de modo que animó
lo extractos literales o glosas de El Capital, pero el tipo no cita los últimos días de mi querida mujer. Usted sabe el apasionado
el libro ni a su autor, y para cubrirse señala al final de su prefa- interés que ponía en tales asuntos.
cio: “En cuanto a las ideas y a gran parte de la documentación
contenidas en los Capítulos II y III, tengo una gran deuda para
con un gran pensador y original escritor, etc.” Conmigo se dis-
culpó escribiéndome cartas estúpidas, en las que decía, por DE ENGELS A SORGE
ejemplo, que “a los ingleses no les gusta ser enseñados por ex-
tranjeros”, que “mi nombre era tan detestado, etc.” Con todo,
este librito –en la medida en que saquea a El Capital– es una Londres, 15 de marzo de 1883.
buena propaganda, aun cuando el hombre es de corto alcance, y
está lejos de tener siquiera la paciencia –que es la primera con- No era posible mantenerlo a usted regularmente informado
dición para aprender cualquier cosa– de estudiar un asunto a del estado de salud de Marx, porque cambiaba constantemente.
fondo. Todos estos amistosos escritores de la clase media –si no He aquí, en resumen, los hechos principales.
especialistas– tienen apuro por hacerse de dinero o de nombre o Poco después de la muerte de su mujer, ocurrida en octubre
de capital político de inmediato mediante cualesquiera nuevos del 81, tuvo un ataque de pleuresía. Se recobró del mismo, pero
pensamientos que hayan podido obtener por cualquier golpe de cuando fue enviado a Argelia, en febrero del 82, le tocó duran-
viento favorable. Durante muchas noches este individuo me ha te el viaje un tiempo frío y húmedo, y llegó con otro ataque de
pleuresía. El atroz tiempo persistió y, cuando mejoró, fue envia-
27 A partir de aquí la carta está escrita en inglés. do a Montecarlo (Mónaco) para evitar el calor del verano que se
154 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 155

acercaba. Llegó allí con otro ataque de pleuresía, aunque esta to, de consolar. Sólo había habido una débil hemorragia, pero
vez menos fuerte. Nuevamente un tiempo abominable. Cuando repentinamente había empezado a decaer con rapidez. Nuestra
por fin mejoró su salud, fue a Argenteuil, cerca de París, a la ca- buena vieja Lenchen, que lo había cuidado mejor que una ma-
sa de su hija Madame Longuet. Fue a las termas de azufre situa- dre, subió las escaleras para verlo y volvió. Dijo que estaba me-
das en las cercanías de Enghien, para aliviarse la bronquitis de dio dormido y que yo podía entrar. Cuando entramos a la habi-
la que había sufrido tanto tiempo. También allí fue espantoso el tación estaba dormido, pero para no despertar más. El pulso y la
tiempo, pero la cura le hizo algún bien. Luego fue por seis se- respiración se le habían detenido. Había muerto en esos dos mi-
manas a Vevey y volvió en septiembre, habiendo recuperado nutos, apaciblemente y sin dolor.
aparentemente casi por completo su salud. Se le permitió pasar Todos los hechos que ocurren por necesidad natural traen
el invierno en la costa sur de Inglaterra. Y estaba tan cansado de consigo, por terribles que sean, su propio consuelo. Así fue en
deambular sin nada que hacer, que otro período de exilio en el este caso. La pericia de los médicos podría haberle dado algu-
sur de Europa probablemente le habría perjudicado tanto espiri- nos años más de existencia vegetativa, la vida de un ser impo-
tualmente como beneficiándole la salud. Cuando en Londres tente, agonizante –para victoria del arte médico– no súbitamen-
empezó la estación de la neblina, se le envió a la isla de Wight. te sino pulgada a pulgada. Pero nuestro Marx no lo hubiera po-
Allí no hizo otra cosa que llover y se pescó otro resfrío. Schor- dido soportar. Vivir con todas sus obras incompletas ante su vis-
lemmer y yo teníamos el propósito de visitarlo para año nuevo, ta, martirizado por el deseo de terminarlas sin poder hacerlo, ha-
cuando llegaron noticias de que se hacía necesario que Tussy se bría sido mil veces más amargo que la suave muerte que le so-
le reuniera de inmediato. Luego vino la muerte de Jenny y so- brevino. Citando a Epicuro, solía decir que “la muerte no es una
brevino otro ataque de bronquitis. Después de todo lo que había desgracia para el que se va, sino para el que se queda”. Y verlo
pasado, y a sus años, esto era peligroso. Se presentaron una can- a ese poderoso genio postrado como un despojo físico para glo-
tidad de complicaciones, las más serias de las cuales fueron un ria de la medicina y escarnio de los filisteos a quienes tan a me-
absceso pulmonar y una pérdida de fuerzas terriblemente rápi- nudo había puesto en vereda en la plenitud de sus fuerzas, no,
da. Pero a pesar de esto el curso de la enfermedad marchaba fa- es mejor, mil veces mejor que haya ocurrido así, mil veces me-
vorablemente, y el viernes pasado su médico de cabecera, uno jor que dentro de dos días lo llevemos a la tumba donde reposa
de los médicos jóvenes más famosos de Londres, que le reco- su mujer.
mendara especialmente Ray Lankester, nos dio la más brillante Y después de todo lo que había ocurrido, acerca de lo cual los
esperanza de recuperación. Pero cualquiera que haya examina- médicos no saben tanto como yo, en mi opinión, no había otra
do al microscopio, una vez, el tejido pulmonar se da cuenta del alternativa.
peligro que significa que se rompa un vaso sanguíneo si hay pus Sea como fuere, la humanidad tiene una cabeza menos, y la
en el pulmón. Por eso, durante las últimas seis semanas, todas cabeza más grandiosa de nuestro tiempo. El movimiento prole-
las mañanas he tenido un terrible sentimiento de temor de en- tario prosigue, pero se ha ido su figura central, a la que france-
contrar corridas las cortinas al doblar la esquina de la calle. Ayer ses, rusos, americanos y alemanes recurrían espontáneamente
por la tarde, a las 2.30 –que es la mejor hora para visitarlo– lle- en los momentos críticos, para recibir siempre ese consejo cla-
gué y encontré la casa en lágrimas. Parecía que el fin estaba pró- ro e incontestable que sólo podían dar el genio y una perfecta
ximo. Pregunté qué había ocurrido, traté de ir al fondo del asun- comprensión de la situación. Las luminarias locales y las men-
156 C. Marx – F. Engels “El Capital” visto por su autor 157

talidades inferiores, sin hablar de los farsantes, tendrán ahora ción I, los capítulos 1 a 4; en cambio, para la conexión general
camino libre. La victoria final es segura, pero los caminos tor- son menos importantes los capítulos 5, 6 y 7, con los cuales no
tuosos, los errores pasajeros y locales –cosas todas que aún aho- hay que perder mucho tiempo en la primera lectura.
ra son tan inevitables– serán más corrientes que nunca. Pues Sección II. Muy importante. Capítulos 8, 9 y l0. Revise lige-
bien, tendremos que ocupamos nosotros. ¿Para qué estamos si- ramente los 11 y 12.
no es para eso? Sección III. Muy importante: los capítulos 13 y 15 por ente-
Y todavía no estamos cerca de perder el valor. ro.
Sección IV. Igualmente muy importantes, pero también de fá-
cil lectura: 16 a 20.
Sección V. Capítulos 21 a 27, muy importantes. Menos im-
DE ENGELS A VICTOR ADLER portante el 28. Importante el capítulo 29. En conjunto los capí-
tulos 30 a 32 no son importantes para los propósitos de usted; el
33 y 31 y 34 son importantes, ya que tratan del papel moneda;
Londres, 16 de marzo de 1895. el 35, sobre las tasas internacionales de cambio, es importante;
el 36, muy interesante para usted y fácil de leer.
...Como usted quiere masticar El Capital [volúmenes] I y II, Sección VI. Renta del suelo. 37 y 38, importantes. Algo me-
en prisión, le daré algunas indicaciones para facilitarle la tarea. nos, pero igualmente necesario leer, los 39 y 40. Los capítulos
Volumen II, Sección I. Lea por completo el capítulo I, luego 41 a 43 pueden ser más descuidados (Renta diferencial II. Ca-
podrá comprender más fácilmente los capítulos 2 y 3; lea luego sos particulares). Los 44 a 47 nuevamente importantes y tam-
con cuidado el capítulo 4, ya que es un resumen; los 5 y 6 son bién de muy fácil lectura.
fáciles y el 6, en especial, trata de asuntos secundarios. Sección VII. Muy buena, pero desgraciadamente fragmenta-
Sección II. Capítulos 7 a 9, importantes. Particularmente im- ria e igualmente con marcadas huellas de somnolencia.
portantes los 10 y 11. Igualmente los 12, 13 y 14. En cambio los De modo que si usted estudia a fondo los puntos principales
15, 16 y 17 al principio pueden tocarse ligeramente. y en un principio superficialmente los menos importantes, si-
Sección III, es una excelentísima exposición de todo el cir- guiendo estas indicaciones (lo mejor sería releer lo principal del
cuito de las mercancías y del dinero en la sociedad capitalista, volumen I), tendrá una idea de conjunto y podrá estudiar luego
la primera que aparece desde los tiempos de los fisiócratas. Ex- más fácilmente las partes dejadas de lado.
celente en contenido, pero tremendamente pesada en la forma
porque 1) está confeccionada mediante dos versiones que po-
seen dos métodos distintos, y 2) porque la versión Nº 2 fue con-
cluida a la fuerza durante el período de la enfermedad en el cual
el cerebro sufría de somnolencia crónica. Yo dejaría esta parte
para el final, después de trabajar en el volumen III por primera
vez. Tampoco es inmediatamente indispensable para su trabajo.
Luego el tercer volumen. Aquí son importantes: en la Sec-
159

I N D I C E

Presentación ........................................................................... 7
Introducción ............................................................................ 9

I FEDERICO ENGELS: El autor de “EL CAPITAL” .............11


1 La vida y la obra de Carlos Marx .................................. 13

II C. MARX y F. ENGELS: “EL CAPITAL”


Y LA ECONOMÍA POLÍTICA ............................................ 27
1 F. ENGELS. Introducción a
“Trabajo asalariado y capital” ........................................ 29
2 C. MARX. Prólogo a la “Contribución a
la crítica de la economía política” ................................. 39
3 F. ENGELS. La “Contribución a la crítica
de la economía política”, de Carlos Marx ...................... 47
4 F. ENGELS. “El Capital”, de Marx ................................. 61
5 C. MARX. Prólogo a la primera edición
del primer tomo de “El Capital” ..................................... 71
6 C. MARX. De las palabras finales a la segunda
edición del primer tomo de “El Capital” ......................... 77
7 F. ENGELS. Del prólogo al
segundo tomo de “El Capital” ........................................ 83

III C. MARX y F. ENGELS: La creación de “EL CAPITAL”... 87


1 C. MARX. El método de la economía política .............. 89
2 C. MARX. El plan de “El Capital” ................................ 101
3 C. MARX y F. ENGELS. Correspondencia
sobre “El Capital” ......................................................... 107

También podría gustarte