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Bersani, Leo

El cuerpo freudiano: Psicoanálisis y arte. - 1ª ed. - Buenos Aires :


El cuenco de plata, 2011.
152 pgs. - 21x14 cm. - (Teoría y ensayo)
Leo Bersani
Título original: The Freudian Body: Psychoanalysis and Art
Traducción: Marta Iturriza

ISBN: 978-987-1772-08-7

l. Psicoanálisis. 2. Historia del Arte. I. Iturriza, Marta, trad. II. Título


CDD 150.195

El cuerpo freudiano
Psicoanálisis y arte
© 1986. Columbia University Press
© 2011. Ediciones Literales
© 2011. El cuenco de plata

Ediciones Literales
Directora: Marta Olivera de Mattoni
Tucumán 1841 (5001) Córdoba, Argentina
Ed_literales@ciudad.com.ar
Traducción de Marta I turriza
El cuenco de plata SRL
Director: Edgardo Russo
Disefi.o y producci6n: Pablo Hernández
Av. Rivadavia 1559 3° A
(1033) Ciudad de Buenos Aires
www.elcuencodeplata.com.ar

Hecho el depósito que indica la ley 11. 723.


Impreso en febrero de 2011.
el cuenco de plata

t:eoría y ensayo

Prohibida la reproducción parcial o total de este libro sin la autorización previa del autor y/o editor.
edicion~s lit~ral~s
Introducción

¿De qué manera se benefició o cómo sufrió Freud por toda la


atención que se le prodigó en Norteamérica y Europa durante los
últimos quince o veinte años? El texto freudiano se convirtió en
un objeto privilegiado de lo que se conoce, de manera un tanto
laxa en los estudios literarios, como crítica deconstructiva y, a la
vez, al menos en Francia, en una fuente renovada de inspiración
conceptual para la comunidad psicoanalítica 1• En un sentido,

Por otro lado, sería difícil decir que la comunidad psicoanalítica norteame-
ricana sigue encontrando a Freud como conceptualmente inspirador. A
juzgar por el trabajo hecho durante los pasados diez años aproximada-
mente, habría que concluir que cuando las llamadas posiciones freudianas
ortodoxas no adhieren a Freud sin cuestionamientos o incluso religio-
samente, los psicoanalistas lo escamotean o (con mayor o menor respe-
to) lo descartan. Para echar un vistazo instructivo y entretenido a los
reflejos de la plaza fuerte ortodoxa, consultar a Janet Malcolm,
Psichoanalysis: The Impossible Profession (Nueva York: Random
House, 1981). No haré un examen de las tendencias recientes (norteame-
ricanas o europeas) en -o contra- el pensamiento psicoanalítico pero,
dado que mis propias lecturas de Freud le deben mucho al renovado
interés suscitado, especialmente en Francia, en los últimos veinte años
más o menos, por los aspectos metapsicológicos del pensamiento freu-
diano, podría ser de utilidad señalar que un desarrollo importante entre
los practicantes norteamericanos del psicoanálisis durante la mayor
parte del mismo período ha sido el rechazo de la meta psicología especu-
lativa y el creciente énfasis puesto sobre la "evidencia" clínica y las posi-
bilidades de hacer finalmente del psicoanálisis una disciplina científica
con todos sus adornos. En relación a lo que esto implica, ver especial-
mente los ensayos reunidos por Merton M. Gill y Philip S. Holzman,
editores, Psychology versus Metapsychology: Psychoanalytic Essays in

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EL CUER PO FREUDIANO - l'SICOANÁUS/S Y ARTE
INTRODUCCIÓN

resultó conveniente para Freud tener a todos estos detectives tex- humano. Pero lo más interesante quizás en cuanto a la cirugía
tuales cercando su trabajo, aun cuando ellos inexorablemente analítica, frecuentemente brillante, practicada recientemente so-
desmantelan sus intenciones explícitas y sus argumentos mayo- bre el texto freudiano, es una cierta ambigüedad acerca de su
res. Contra la tendencia - inspirada por la política contracultural e.s tatuto en tanto estrategia cultural. ¿Cuáles son los supuestos
de los sesenta- a sepultar el freudismo como una ideología reac- culturales y las implicancias de la visión de la textualidad a la
cionaria hostil a todo salvo a las versiones más respetables del que acabo de referirme? ¿La autoridad de Freud se ve reforzada
placer humano y las formas más efectivamente disciplinadas de por su densidad textual? Para aquellos seguidores del psicoana-
la comunidad humana, el prestigio del psicoanálisis se incrementó lista francés Jacques Lacan que se apoyan en el texto-maestro
por el descubrimiento de una textualidad marcadamente densa freudiano con el objetivo de legitimar sus propias fantasías
-y aun marcadamente "problematizada "- en su fundador. Como algebraicas y nudos diagramáticos, la respuesta obviamente es sí,
un antídoto contra la denuncia del psicoanálisis como la técnica mientras que otras lecturas de su trabajo, quizá más filosófica-
moderna más sofisticada para la definición y el control del de- mente inspiradas, trajeron a la luz tensiones y omisiones
seo, una horda de filósofos, psicoanalistas y críticos literarios peligrosamente cercanas a una comedia de enredos.
consiguieron de manera convincente que parezca muy ingenuo Ahora bien, adoptando otra perspectiva, ¿una sensibilidad
tomar literalmente lo que podría llamarse el Freud oficial, dar excepcional hacia lo que se llamó en Freud "momentos de inco-
por sentado que dice lo que en su mayor parte él obviamente modidad textual" (momentos en los que parece estar resistiendo
pensaba que estaba diciendo. las presiones de un planteo que no hace y que no hará) nos puso
Pronto se aclarará mi propia simpatía con una visión proble- más al tanto de corrientes políticamente radicales en su pensa-
mática de la naturaleza y el "lugar" del significado en el discurso miento? Las demostraciones de su perturbada textualidad, ¿nos
ayudaron a verlo como un pensador del deseo humano más "li-
Memory of George S. Klein, en Psychological Issues. Vol. 9 nº 4, berador" que lo que se habría sospechado desde una lectura más
Monograph 36 (Nueva York: lnternational Universities Press, 1976). literal de sus perspectivas acerca del desarrollo normativo del
Para más información acerca de los intentos de construir modelos deseo? O, por el contrario, la acentuada complejidad y hasta la
psicoanalíticos compatibles con el conocimiento neurofisiológico, los
lectores podrían consultar a E. Peterfreund y l. Schwartz, Information, oscuridad de algunos recientes "retornos a Freud" (tal como
Systems, and Psicoanálisis: An Evolutionary Biological Approach to Lacan caracterizaba su propio trabajo) ¿sirvieron para volver esas
Psychoanalytic Theory, en Psychological Issues, vol. 7, números 1-2, visiones más intelectualmente respetables y, por consiguiente,
Monographs 25/26 (Nueva York: Internacional Universities Press,
1971). Una versión más popular del pensamiento revisionista en Esta- dejaron intactos por ejemplo el falocentrismo de la norma sexual
dos Unidos - una versión positivista que rechaza los modelos desde la en Freud, la categoría misma de "neurosis" y, como resultado de
ciencia natural- es el nominalismo psicoanalítico propuesto por Roy eso, la práctica confiada de la psicoterapia al servicio de una
Shafer en A New Language Por Psychoanalysis (New Haven: Yale
University Press, 1976). Para una crítica más reciente de las verificacio-
presunta norma no neurótica del desarrollo psicosexual? Todas
nes clínicas de la teoría freudiana, se puede consultar a Adolf Grünbaum, las nuevas lecturas de Freud, ¿de qué manera afectaron nuestra
The Foundations of Psychoanalysis: A Philosophical Critique (Berkeley, comprensión del psicoanálisis como una práctica, como una ins-
Los Angeles, London: University of California Press, 1985). S. Asher y titución más allá del texto?
R.P. Greenberg nos proveen un examen de los intentos por probar la
validez científica del psicoanálisis en The Scientific Credibility of Freud's No responderé estas preguntas y, en algún sentido, ellas per-
Theory and Therapy (Nueva York: Basic Books, 1977). tenecen a la introducción de otro libro. No obstante, las hago

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE
INTRODUCCIÓN

aquí como para anticipar interrogantes y objeciones que podrían entre conciencia y práctica. Y más aún, si el psicoanálisis fue otra
alzarse de manera legítima en lo relativo a mis propias operacio- versión de ese antagonismo, Freud nos tendría que haber enseña-
nes sobre el texto freudiano. Quiero celebrar un cierto tipo de do a redefinir sus términos. Las tensiones que examinaré en su
falla en el pensamiento freudiano. La palabra "celebrar" es crucial: trabajo pueden ayudarnos a ver que la relación a la que acaba-
voy a sostener que la autenticidad psicoanalítica del trabajo freu- mos de referirnos expresa algo extraño, algo mucho menos fa-
diano depende de un proceso de colapso teórico. En su mayor miliar que los ajustes siempre necesarios de la teoría a las coac-
parte documentaremos la subversión de lo que Freud explícita- ciones empíricas. Me refiero a presiones inherentes a la concien-
mente presenta como su principal argumento en varios textos: la cia misma, presiones que son de hecho el objeto de la reflexión
oposición entre individuo y civilización en El malestar en la cul- psicoanalítica. El psicoanálisis es un intento sin precedentes de
tura, la perspectiva teleológica sobre los estadios de la sexuali- brindar, precisamente, un relato teórico de esas fuerzas que obs-
dad infantil en los Tres ensayos para una teoría sexual, la defen- truyen, socavan y hacen estragos en los relatos teóricos mismos.
sa de un dualismo biológicamente fundamentado (de las pulsiones Desde esta perspectiva, las oposiciones entre teoría y práctica y
de vida y de muerte) en Más allá del principio del placer, y la entre el pensador y la historia son oposiciones falsas -o, al me-
presentación topológica del psiquismo en El yo y el ello. Cada nos, secundarias. Ahora bien, en términos psicoanalíticos, se tra-
uno de estos argumentos tiene como efecto una cierta normali- ta de oposiciones sintomáticas que tanto revelan como disfrazan
zación del pensamiento psicoanalítico mismo y, como principal un antagonismo interno al pensamiento mismo. En otras pala-
componente de esa normalización, el borramiento o al menos la bras, ellas descubren movimientos estratégicos al interior de la .
domesticación de una perspectiva psicoanalítica de la sexuali- conciencia a través de los cuales una racionalidad amenazada
dad. El colapso del argumento es, como vamos a ver, una fun- formula el proceso de su colapso inevitable como un conflicto
ción de su propio desarrollo. Es también, en cada caso, una re- quizás históricamente trágico pero ontológicamente tranquiliza-
instalación de la definición de lo sexual -es decir, una re-aserción dor entre la imaginación y la realidad, o entre el sujeto y el obje-
de lo que tomo como la gran originalidad del pensamiento freu- to o, en términos lo más amplios posibles, entre el individuo y la
diano. Finalmente, la intención normalizadora en el texto freu- civilización.
diano se correspoqde con una ambición extratextual crucial, tanto Vamos a ver, en el propio trabajo de Freud, en la lectura que
para la carrera de Freud como para la historia del psicoanálisis: haremos de El malestar en la cultura, tanto las ventajas estratégi-
la ambición de elaborar una teoría clínicamente viable. El tipo cas como los peligros de esa oposición sintomática. Por el mo-
particular de densidad textual que nos interesará puede definirse mento, deseo enfatizar la ambigüedad del imperativo clínico en el
entonces como una tensión entre ciertos movimientos especula- pensamiento de Freud. Oficialmente, la práctica psicoanalítica es
tivos radicales y el deseo de practicar e incluso de institucionalizar el único medio válido de poner a prueba la teoría; pero el movi-
el proceso especulativo mismo. miento de la teoría a la práctica puede ser pensado también como
Ésa es una ambición familiar en la historia de la filosofía y, en el apartamiento de un tipo de pensamiento específicamente psi-
especial, en la historia de la filosofía política. En el período mo- coanalítico. La presunta verificación de la especulación
derno, por ejemplo, la evolución del marxismo podría describirse psicoanalítica a través de su aplicación empírica funciona como
en términos de una relación tumultuosa y con frecuencia antagó- una especie de correctivo a la disfunción de la propia conciencia
nica entre teoría y práctica política -o, más fundamentalmente, especulativa, como una defensa contra aquellas fuerzas que vuelven

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EL CUER/'0 FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE INTRODUCCIÓN

al texto freudiano casi teóricamente inoperante (e incluso, por gún dominio cultural en particular sino que, en todo caso, cruzan
virtud de este mismo colapso, psicoanalíticamente efectivo). Ve- transversalmente, por así decirlo, la extensión completa de la ex-
remos esto con especial claridad cuando discutamos las etapas presión cultural. Hablaré de la estetización del texto de Freud.
de la sexualidad en Tres ensayos para una teoría sexual. La pri- Con esto no quiero decir que entre así en una categoría cultural
mera elaboración teórica de estas etapas parece haber sido pues- diferente, sino que en todo caso se aparta de o "vuelve de" la
ta en conexión sólo marginalmente con la observación clínica de capacidad misma para instituir lo categorial como un modo rele-
niños. Sirven en los Tres ensayos como una especie de resistencia vante de diferenciar y estructurar nuestra experiencia de la reali-
a o como denegación de la falla del trabajo para definir la sexua- dad. El psicoanálisis es un intento de dar cuenta teóricamente de
lidad; ellas proveen a la sexualidad humana de una narración ese movimiento, movimiento que las vicisitudes de la teoría
histórica coherente que ayuda a disfrazar la casi ininteligible, a- freudiana misma no pueden sino ayudar a restablecer. El texto de
histórica y quizá clínicamente inviable naturaleza del placer sexual Freud es "estetizado" hasta el punto de que, como las otras obras
que Freud al mismo tiempo argumenta y "olvida" en el mismo de arte, problematiza sus propias aspiraciones de formalización y
texto de los Tres ensayos. estructuración. En otros términos, derrota las estrategias que, como
¿Qué clase de disciplina es el psicoanálisis? ¿Es una discipli- veremos, nunca se cansa de inventar en el intento de persuadirse -
na? ¿Hasta qué punto el texto freudiano arruina la propia no- y persuadirnos- de que la actividad de la especulación sobre el
ción de disciplinas del conocimiento en el mismo momento en deseo inconsciente y sobre los mecanismos de la sexualidad no
que ansiosamente se afana por convertirse en una de ellas? Y tiene por qué perturbar tales aspiraciones.
finalmente, ¿es la reflexión psicoanalítica sobre el deseo -reflexión Si, finalmente, la radicalidad más original del psicoanálisis (y
a la vez paralizada, locamente excesiva e irreductiblemente esto, lo sugiero, es igualmente verdadero para el arte) tiene que
paradógica- compatible con la práctica de la disciplina, con una ver con una conciencia imposibilitada, los usos para los que el
reeducación del deseo humano? psicoanálisis puede destinarse (nuevamente, lo mismo que para
Éstas son las preguntas más amplias que surgen de mis lecturas el arte) son por supuesto severamente cuestionados. He dicho
de Freud -cuestiones a las que me referí como la estrategia cultu- que las dificultades del trabajo de Freud no son primariamente
ral. Nuestras duda_s acerca del estatuto epistemológico del psicoa- las de un ajuste dolorosamente escrupuloso del pensamiento es-
nálisis serán mayores a medida que demos cuenta de la necesidad peculativo a las lecciones de la práctica terapéutica, sino, en todo
de leer el texto freudiano como si fuera una obra de arte. Diré caso, las consecuencias del trabajo del pensamiento mismo. Si
mucho acerca de esto; no obstante debería enfatizar, desde el co- esto es así, los ajustes a la práctica inevitablemente implican un
mienzo mismo, que ni mis procedimientos críticos con Freud ni cierto repudio de lo que podría llamarse las operaciones de una
las referencias a la literatura y las artes visuales se proponen trasla- textualidad psicoanalítica en la conciencia misma. Y más aún, si
dar el texto freudiano desde un área cultural hacia otra. Pretenden el pensamiento freudiano es, y debe serlo, una reflexión sobre (y
en todo caso evocar un tipo de reflexividad -un tipo de pensa- de) una equivalencia ontológicamente fundada entre nuestros
miento bloqueado, de repetición especulativa- para la cual las más intensos placeres y un fracaso potencialmente catastrófico
nociones de áreas y de fronteras son profundamente extranjeras. para adaptarse, entonces el intento terapéutico en psicoanálisis
Los artefactos de arte son metáforas materiales de los movimien- puede apenas inscribirse como una táctica meramente evasiva. O,
tos de la conciencia que no "pertenecen" intrínsecamente a nin- más exactamente, la evasividad misma constituye un importante

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!U' .- 11t
El. CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE

momento en la historia de los esfuerzos humanos para resistir, o


al menos para controlar, los devastadores placeres de una con-
ciencia erotizada (y, como veremos, esencialmente disfuncional).
Entonces, la cuestión no sería repudiar la idea misma de terapia CAPÍTULO 1
en psicoanálisis, sino la de una forma de terapia que repudiara la
base de los desajustes que pretende tratar. Aquellos de nosotros
que confiamos en la idea de la práctica del psicoanálisis pode- Teoría y violencia
mos entonces consolarnos pensando que no tendríamos la opor-
tunidad de reinventar el tratamiento psicoanalítico (reinvención
que con gusto dejo a quienes lo practican) si primero no demos-
tráramos su imposibilidad. Moran -el "héroe" en la segunda parte de Molloy de Beckett-
nos cuenta que durante su largo andar a gatas camino a casa luego
de la infructuosa búsqueda de Molloy, se preocupó de forma un
tanto extraña por algunas cuestiones teológicas tales como:" ¿Ma-
ría, concibió por la oreja, como afirman Agustín y Adobar?''," ¿se
debe aprobar al remendón italiano Lovat que luego de cortarse
los testículos se crucificó a sí mismo?" y" ¿qué hacía Dios antes de
la creación?" (en la versión francesa "Que foutait Dieu avant la
creation?")2. Así, hacia el final de la novela de Beckett, nos vemos
amenazados por la perspectiva alarmante de que la obra de arte dé
lugar a un pensamiento especulativo y que hasta produzca quizás
algunas afirmaciones teóricas. Si califico esta perspectiva de "alar-
mante" y si me refiero a ella como una "amenaza" es porque,
bastante antes de que Moran hiciera la lista obsesiva de temas de
especulación, Beckett ya nos había entrenado para ver el proceso
de pensamiento como algo inevitable, al mismo tiempo enfer-
mizo e inconcebible. En ambiguo homenaje a la masacre del
pensamiento que en la obra de Beckett se repite sin cesar, usaré
ese trabajo como una especie de prólogo extremo al colapso de
la teoría que quisiera considerar como un hecho constitutivo
tanto de la teoría freudiana como de la práctica estética.

Samuel Beckett, Molloy (1951), Malone Dies (1952), The Unnamable


(1953). [Hay traducción al español: Molloy, Malone muere, El
innombrable, Madrid, Editorial Alianza, 2006, 2007].

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¿Quién piensa? ¿Qué piensa? La cuestión de quién o incluso del punto de vista; el reptar es el modo de la movilidad que más
qué podría estar planteando una formulación teórica; en Beckett congenia con la intelectualidad pura. Por otra parte, el pensa-
siempre tiene una prioridad ontológica por sobre la sustancia de miento acá es llevado irresistiblemente hacia esa parte del cuerpo
cualquier otra formulación. La cuestión de la teoría se disuelve que se adecua mejor para reflejar su propio dilema. Por supuesto
en una teoría chiflada e irónica del sujeto humano. ¿Dónde está que me refiero al ano, el cual, al igual que la mente, expulsa del
el afásico Molloy en el relato articulado, ácidamente ingenioso y cuerpo sustancias que el mismo cuerpo produce y a al vez trata
hasta erudito que Beckett nos da de sus desvaríos de reptil? Ade- como residuos. Lejos de proporcionarle al ser una garantía, el
más, ambos, Molloy y Moran, escriben, lo cual en Beckett signi- pensamiento, en este mundo radicalmente no-cartesiano, es el
fica que escuchan voces - voces que estaríamos en principio ten- excremento del ser. Anónimo e ilimitado, pasa a través de una
tados de identificar con la o las voces del novelista pero que, mente que, sin embargo, puede ofrecer resistencia al flujo del
como parte de eso que está quizás siendo dictado, puede ser en pensamiento que recibe y bloquear su paso, en una demostra-
verdad nada más que uno de los episodios del acto de escribir y ción casi pedagógica de la afinidad entre mente y cuerpo. Todos
no tanto su origen imperativo. Un personaje escucha una histo- los ataques de pensamiento constipado en Beckett son el resulta-
ria acerca de escuchar historias. Es como si la analogía entre el do de la falla de la máquina mental en el procesamiento de la
autor y aquellas voces tiránicas que vienen de afuera de la escena corriente de pensamiento verbal misteriosamente vertida en ella.
se sugiriera para ser invalidada; la autoridad autora! es disuelta El mito de una existencia auténtica que sería prelingüística,
por el movimiento mismo que nos la recuerda. La narrativa de entrampa por un lado a Beckett en un reconocimiento cada vez
Beckett no puede ser atribuida; tiene lugar entre los nombres de más exasperado de que sólo el lenguaje puede responder por esa
los personajes y el nombre de un autor. Nadie habla en este tra- autenticidad (aun si éste, lógicamente, no puede hacerlo), y a la
bajo extrañamente locuaz, ni el autor ni los personajes ni un vez le permite desmitificar la pretensión de verdad de cualquier
narrador identificable. discurso lógico. Las formas de la racionalidad son constante-
Sin embargo, la ficción beckettiana no es de ninguna manera mente "de-formuladas" por el poder corrosivo de lo que podría
el producto de una conciencia incorpórea. Aun cuando se mueve llamarse una ironía camal.
en los intersticios entre identidades que son a la vez enteramente Se podría decir que una ironía similar caracteriza el modelo
problemáticas y simplemente convencionales, Beckett localiza siem- freudiano de la relación entre el pensamiento y el cuerpo, aun-
pre esos movimientos en un cuerpo. El juego de la mente en él es al que en Freud la teoría del deseo permite la mentalización más o
mismo tiempo impersonal y altamente particularizado; el pensa- menos viable de las sensaciones del cuerpo. Las criaturas decré-
miento es psicoanalíticamente inexpresivo pero sufre las coaccio- pitas e indeseables (o "innombrables") de las ficciones de Beckett
nes de hallarse prisionero en un cuerpo. Por un lado, el pensa- no producen ni síntomas ni sublimaciones; sus cuerpos incor-
miento beckettiano intenta reducir su dependencia del cuerpo re- poran su disparate discursivo sólo como una clase de estupor
duciendo los movimientos de este último. El arte del empobreci- interrogativo, nunca como la violencia sintáctica o retórica por
miento en Beckett es en parte una tentativa de salvar a la concien- la cual la fantasíadel deseo fragmenta las estructuras y la lógica
cia de las contingencias y de las tentaciones de la invención discursivas. Aunque ciertas lecturas recientes de Freud - lecturas
novelística inherentes a la movilidad. La mejor posición para el que nos inclinaríamos a definir, de manera un poco vaga, como
pensamiento puro es la del reptil, debido a las severas restricciones un acercamiento "literario"- produjeron una conciencia

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beckettiana del pensamiento psicoanalítico. Con ello me refie- El malestar en la cultura. Plausible porque no podemos, después
ro a la conciencia de una falla fundamental en las operaciones de todo, hacer otra cosa que reconocer que los textos de Freud
de ese pensamiento -falla que deberíamos entender no como que aparecieron como los más dignos de atención por parte de la
consecuencia de una especulación no probada empíricamente crítica reciente son aquellos que tienden a ser los más inestables,
en el trabajo de Freud, que podría ser corregida o eliminada en teóricamente hablando. No buscaré, por ejemplo, "reivindicar"
el futuro por una metodología científica más rigurosa, sino, en Más allá del principio del placer, pero quisiera volver sobre los
todo caso, como un signo constitutivo del pensamiento psi- pasos por los cuales ese texto pierde su fuerza. Es como si los
coanalítico mismo. hábitos de lectura que algunos de nosotros hemos desarrollado
Las lecturas a las que me refiero despertaron una desconfian- en nuestro trabajo sobre poemas, novelas y piezas de teatro nos
za considerable en el establishment psicoanalítico y literario. Esto hubieran vuelto incapaces para responder a la teoría excepto cuan-
fue particularmente cierto en los Estados Unidos, donde la do la teoría está fracturada, incompleta o es contradictoria con-
problematización del texto freudiano no fue iniciada -como sigo misma. Nuestro interés en Freud sugiere incluso que nos
en Francia- por las lecturas de algunos de los propios psicoana- dirigimos a los textos teóricos en la medida en que su posición
listas, y donde la apropiación o la invasión de la teoría freudiana teórica falfa en la formulación.
por parte de la crítica literaria parece aún más censurable a los ¿Qué quiere decir esto? Quisiera sugerir que los momentos de
profesionales freudianos y a los literarios, en virtud de su con- colapso teórico en Freud son inseparables de lo que me arriesgaré
nivencia con la extravagancia eternamente sospechosa de las a llamar "verdad psicoanalítica". Porque la verdad de la teoría
teorizaciones galas. El Freud que a muchos de nosotros nos del deseo no puede disociarse de algunos movimientos que con
resulta hoy más estimulante es, para los guardianes de lo empí- imprudencia se derrotan a sí mismos en el funcionamiento de la
rico en la Asociación Psicoanalítica Americana, el menos fide- teoría. Así, la cuestión del "valor científico" de Freud será eludi-
digno y el más irresponsable intelectualmente en términos cien- da como tema de necesidad epistemológica. La preocupación
tíficos. Y a su contraparte en la Asociación de Lengua Moder- por la validez científica de la teoría freudiana quizá no sea inhe-
na, las estrategias de lectura desplegadas en esos locos análisis rente -a diferencia de la reivindicación que el mismo Freud ini-
de los casos de Dera, el Dr. Schreber y "Lo Siniestro", le pare- ció- a la propia actividad teórica; en todo caso, esa preocupa-
cen, por supuesto, similares a aquellas que, en estos últimos ción sería un aspecto de la historia política del movimiento psi-
años, han puesto en cuestión no sólo la objetividad del texto coanalítico. En otros términos, estaría en función de la impor-
literario sino también, y de una manera aún más extrema, la tante carga de poder que recae sobre la respuesta a la pregunta
capacidad misma para hacer aseveraciones y la asequibilidad a acerca de quién está calificado y quién no "para hablar (en nom-
la interpretación. bre) del psicoanálisis", investimento que es más visible en la
No obstante, debo decir que perversamente encuentro cierta medicina y en el derecho y que se puede rastrear en última ins-
obtusa resistencia al tipo de trabajo que calificaré como útil y tancia en el doble estatuto del psicoanálisis como teoría y como
plausible. Útil en la medida en que nos conduce a reconocer, de terapia. Quizá sólo al tener en cuenta tales investimentos poda-
una manera posiblemente saludable, lo insignificante de nuestra mos entender la inclinación, producida en la historia del psicoa-
propia empresa, y a evitar esas ambiciones discursivas que, como nálisis, en favor de una teoría estable, causante de lo que llamaré
veremos en un momento, Freud mismo se permite y sacrifica en "claridades domesticadoras de los órdenes narrativos", por sobre

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EL CUERl'O FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE TEORÍA Y VIOLENCIA

las inestabilidades teóricas que constituyen el único modo posi- ésta erosiona sus propias afirmaciones de tal modo que bloquea
ble para el psicoanálisis de adherirse a su asunto (subject). Ha- la interpretación. Quisiera, sin embargo, referirme a este movi-
blaré con frecuencia del triunfo de este orden narrativo en el miento esteticista no sólo como un "tomar forma" sino tam-
trabajo de Freud. Por el momento deseo sugerir que el acerca- bién como una subversión de las formas, incluso en verdad como
miento a la teoría de la cual ofreceré varios modelos pondrá en una especie de resistencia política a la seducción formal de todos
cuestión no sólo la ideología de la maestría psicoanalítica, sino los discursos coercitivos. Freud nos proporciona a la vez un dis-
también la posibilidad misma de una teoría "aplicada" -ya sea curso que interpreta estas fuerzas erosivas y una ejemplificación,
en el área del estudio de la cultura (psicohistoria, crítica freudiana, en el discurso mismo, del proceso de erosión. Leer su obra es ser
psiquiatría legal), como en el tratamiento psicoanalítico mismo. testigo de la conversión en literatura de un discurso que, gracias
¿Puede el psicoanálisis ser practicado? La terapia, ¿es compatible a una teoría científicamente validada, podría jactarse de domi-
con un modelo teórico que está continuamente en falla, una nar a la literatura. Pero es precisamente en ese momento meta-
falla que, como veremos, es crucial en la definición de la sexua- mórfico, por decirlo así, que el texto freudiano se convierte tam-
lidad misma por parte de Freud? bién en un texto psicoanalítico -es decir en el momento en que
¿Pero por qué llamo la atención sobre ciertos tipos de colapso desmantela su propio discurso y vuelve inmensamente proble-
textual como una lectura literaria? La importancia del psicoaná- mática la identidad del que piensa "en" o "detrás" del discurso.
lisis para la literatura no tiene nada que ver con el descubrimien- El colapso o la obstrucción de la teoría, y la pérdida del suje-
to del contenido secreto de la obra literaria y, si voy a hablar to que teoriza: ¿aún seguimos hablando de Freud o hemos vuel-
psicoanalíticamente· de literatura, ciertamente no haré crítica to a Beckett? Ciertamente no encontraremos nada en el trabajo
psicoanalítica de la literatura3 • En todo caso esa importancia proselitista del fundador del psicoanálisis del desmantelamiento
debe ser buscada en cierta relación entre el significado y el movi- voluntario y agresivo del discurso civilizado que Beckett realiza,
miento del discurso, una relación que caracteriza al lenguaje lite- aunque las explicaciones incansablemente repetidas de Freud
rario y que es un tema (repudiado con frecuencia) de la especula- - aparentemente diseñadas para llevar el mensaje psicoanalítico a
ción psicoanalítica. La escritura puede comenzar a funcionar como un auditorio lo más amplio posible- frecuentemente funcionan
la actividad que nosotros llamamos literatura cuando, a partir de como una estrategia para desarmar cualquier explicación. En él,
. un tipo particular de insistencia replicativa que intentaré definir, un forzamiento intenso y explícito hacia la inteligibilidad sub-
vierte con frecuencia la comunicación, que es al parecer lo que se
Para algunas de las discusiones sobre arte tomaré prestadas en este intenta, como si el esfuerzo mismo de concentrada lucidez pro-
estudio consideraciones de un trabajo realizado con anterioridad, tra- dujera el fenómeno reservado y placentero de una inteligencia
bajo que aunque no se involucró explícitamente con Freud estaba al a utodestructi va.
tanto de cierto tipo de especulación psicoanalítica. Me refiero a los
pasajes que versan sobre Mallarmé, en The Death ofStéphane Mallarmé
(Cambridge: Cambridge University Press, 1982), y a los pocos pasa- La extraordinaria ambición de Beckett (constantemente de-
jes sobre Pasolini y sobre la escultura asiria (ambos escritos en colabo- rrotada por lo que él mismo trata como recursos exasperadamente
ración con Ulysse Dutoit), el primero incluido en "Merde alors'', expresivos y comunicativos) sería producir un arte culturalmente
October, nª 13 (Verano de 1980) y el último en The Forms ofViolence:
Narrative in Ancient Asiria and Modern Culture (Nueva York: no viable. ¿Podría ser que ciertos tipos de productividad cultural
Schocken Books, 1985). fueran el resultado de un desmantelamiento de las formas "más

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elevadas" del discurso cultural en lugar del "ideal" de estasis modo 'oceánico"' 6 • Freud, que confiesa no encontrar en él
biológica de Beckett? De forma más general, ¿cuál es el lugar o este sentimiento oceánico, argumenta que su fuente es el "ili-
cuáles son las posibilidades tanto del discurso teórico como del mitado narcisismo" de la infancia (cuando el yo no se había
arte en la civilización? Podemos empezar a contestar estas pre- diferenciado aún del mundo), y que en cualquier caso la fuen-
guntas volviendo sobre el trabajo en el que el mismo Freud te de los sentimientos religiosos es "la necesidad del amparo
parece responderlas de la forma más pesimista. Me refiero, por paterno". La sugerencia que realiza entre paréntesis hacia el
supuesto, a El malestar en la cultura 4, y quiero argumentar que final del capítulo 1 acerca de que el sentimiento oceánico po-
el tema de este trabajo es menos el antagonismo explícito entre dría ser una forma de "consolación religiosa como otro cami-
el instinto y la civilización que los movimientos por los cuales no para refutar el peligro que el yo reconoce amenazante en el
ese mismo argumento es desarticulado. La afirmación teórica mundo exterior", conduce oblicuamente a la consideración
más celebrada de Freud acerca de la civilización debería leerse de la infelicidad humana -es decir, en primer lugar, hacia las
como una crítica fuertemente oblicua a una civilización razones por las cuales tendríamos que ser consolados. Hacia
infatuada de teoría. el comienzo del capítulo III, Freud dice que su libro es un
Todo el mundo está familiarizado con la propuesta central "estudio de la felicidad", y en ese mismo capítulo la tesis
extremadamente simple de El malestar en la cultura: "el pre- paradoja! de El malestar en la cultura es finalmente anuncia-
cio pagado por el progreso de la cultura reside en la pérdida da cuando Freud hace lo que llama la "sorprendente" afirma-
de felicidad" 5; la satisfacción pulsional del individuo es in- ción de que "nuestra llamada cultura llevaría gran parte de la
compatible con el progreso social e incluso con la superviven- culpa por la miseria que sufrimos" 7 • ¿Por qué?
cia social. Pero lo más impactante del trabajo en el cual se El resto de El malestar en la cultura es un intento -o, mejor
plantea esta oposición eminentemente clara es la dificultad dicho, son varios intentos- de responder esta pregunta, pero
que Freud parece tener para localizar el asunto, una dificultad deberíamos antes que nada tomar nota de la impactante bana-
que, creo, es en última instancia la de mantener las oposicio- lidad de los primeros capítulos. ¿Es éste el lenguaje del psicoa-
nes teóricas mismas. Lejos de comenzar con una tesis acerca nálisis? De manera bastante interesante, Freud parece molesto
de la civilización, 'Freud lo hace con una discusión polémica por la misma pregunta. Se queja tres veces de estar presentando
sobre la experiencia religiosa. El capítulo 1 empieza como una en este libro "cosas por todos conocidas" o "hechos que en
especie de nota al pie de El porvenir de una ilusión, que Freud realidad son evidentes". En realidad las primeras discusiones
había publicado en 1927. Responde a una carta en la que acerca de cómo los seres humanos eluden el sufrimiento (a tra-
Romain Rolland lo había acusado de no reconocer "la fuen- vés de la intoxicación, la religión, el arte, el amor) ocasionado
te última de la religiosidad" en la '"sensación de eternidad'; por diversas fuentes (la naturaleza, nuestros cuerpos, la socie-
el sentimiento como de algo sin límites ni barreras, en cierto dad) y por los logros de la civilización (la limpieza, el orden, el
arte, la ciencia) constituyen un lugar común, esquemático y
Este texto de Freud se ha traducido al inglés como Civilization and Its abstractamente general. Despliegan un pesimismo racional con
Discontents, por lo cual se entiende el uso a continuación del término
"civilización". (N. de T.)
S. Freud, El malestar en la cultura. Trad. R. Rey Ardid. Biblioteca Nue- Op. cit., Cap. I, pág. 1.
va, Madrid, 1968. Cap. VIII, pág. 55. Op. cit., Cap. III, pág. 18.

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EL CUERJ'O FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE T EO RÍA Y VIOLENCIA

reminiscencias del cuento dieciochesco al que Freud hace refe- confirman el parentesco entre la ambición, el fuego y el erotis-
rencia en dos oportunidades en El malestar en la cultura: Cán- mo uretral". Pero lo que es verdaderamente notable es que,
dido, de Voltaire. dadas estas conexiones, la única conclusión que se puede ex-
¿Es que la perspectiva psicoanalítica del sufrimiento y la traer de ellas es que la civilización depende de la renuncia a la
felicidad humanos se volvió simplemente volteriana hacia 1930? ambición. "El primer hombre que renunció a este placer (de
Éste podría ser de hecho el caso si otras tendencias no se hicie- apagar las llamas orinando sobre ellas), respetando el fuego,
ran visibles en un muy curioso juego entre el cuerpo del texto pudo llevárselo consigo y someterlo a su servicio (in seinen
de Freud (para ser más exactos, el cuerpo superior) y sus notas Dienst swingen). Al amortiguar así el fuego de su propia exci-
tación sexual, logró dominar la fuerza elemental de la llama." º
1
al pie. Lo salvaje irrumpe en el texto freudiano desde estos pen-
samientos secundarios, estos pensamientos posteriores, estos pen- Se propone aquí una distinción en extremo interesante, aun-
samientos de final de página. Las notas al pie redefinen la feli- que no desplegada, entre una agresividad destructivamente com-
cidad individual, la civilización y el supuesto conflicto entre petitiva hacia el fuego (agresividad será la palabra clave en los
ambas. En la primera de las tres notas que mencionaré, Freud capítulos siguientes) y la apropiación por "domesticación" o "so-
ofrece lo que él llama una conjetura "al parecer fantástica" 8 , metimiento" del fuego. La civilización sería el resultado de una
basada en material psicoanalítico, acerca del origen de uno de relación no fálica con lo fálico (o, más precisamente, una "de-
los "primeros actos culturales", la conquista humana del fue- falicización" de la relación del hombre con el mundo). Pero así
go. El hombre primitivo fue capaz de "llevarse el fuego consigo es exactamente como Freud define la relación de la mujer con el
y someterlo a su servicio" cuando renunció al placer de apagar fuego: "Además, se habría encomendado a la mujer el cuidado
la llama del fuego orinando sob\e ella. Freud escribe que, en del fuego aprisionado en el hogar, pues su constitución anatómi-
tanto no hay dudas acerca de "la concepción fálica de la llama ca le impide ceder a la placentera tentación de extinguirlo". Una
serpentina y enhiesta" ,9 orinar sobre el fuego "representó una feliz carencia, podríamos decir, hace de la mujer la guardiana
lucha placentera con un falo ajeno [wie ein sexueller Act mit natural de "esta grandiosa conquista cultural". Un logro alcan-
einem Mann] ", un goce de la potencia masculina en contienda zado por los hombres sólo a través de una dolorosa renuncia. Así
homosexual. En otras palabras, la precondición de la civiliza- el fuego -de acuerdo con la lógica de esta nota- se convierte en
ción habría sido no exactamente la renuncia a la homosexuali- una conquista cultural al ser de-simbolizado cuando, ya no
dad sino la renuncia a algo así como "un acto sexual realizado fantaseado como una excitante amenaza fálica, es percibido como
con un hombre", una forma de homosexualidad simbólica en un fenómeno natural. La conquista, el trabajo de la civilización,
la cual un poder competitivo fálico era experimentado como implica una cierta remoción del hombre de la naturaleza, una
placer sexual. "También cabe señalar... ", escribe Freud al final habilidad para diferenciar su propio cuerpo de otros "cuerpos"
de esta nota, "cuán regularmente las experiencias analíticas en su medio ambiente. Ello implica, podríamos decir, una agudi-
zación en la delimitación entre el yo y el mundo, una disposición
"El material psicoanalítico, aunque incompleto y de interpretación in- a abandonar el goce del "sentimiento oceánico", el cual, hemos
cierta, permite establecer una hipótesis -al parecer, fantástica- sobre el empezado a ver, puede encubrir bajo una benigna "sensación de
origen de esta hazaña humana"( ... ) Nota al pie N ª 2, pág. 21. Versión
Biblioteca Nueva. Cap. III. (N. de T.)
Continúa la cita de la nota al pie referida anteriormente. (N. de T.) 10 Idem nota 2.

26 27
TEORIA Y V/OtENCIA
Et CUERPO FREUDIANO - l'SICOANÁUS/S Y ARTE

'eternidad'", una cantidad considerable de agresión destructiva conflicto edípico con el padre) para escapar de cierta forma del
dirigida hacia el mundo. discurso ejemplificada parcialmente en las notas al pie. En la nota
La nota al pie de página de Freud se basó en "material psi- al pie sobre el fuego, una identidad paradójica entre términos en
coanalítico"; el cuerpo superior del texto nos da el tipo de gran apariencia opuestos -la renuncia a la dominación para someter-
especulación antropológica que también podemos encontrar en desmitifica la visión complaciente del texto acerca del hombre que
Moisés y el monoteísmo, en El porvenir de una ilusión y en Tó- construye laboriosa y exitosamente la civilización junto a otros
tem y tabú. La nota se encamina hacia enunciaciones cercanas a hombres. Pues la paradoja puede ser leída desde el psicoanálisis
lo inconcebible; la ambición es incompatible con la civilización, como un mensaje acerca del deseo: la civilización no puede sobre-
el hombre abandona el deseo de dominar la llama para someter- vivir a la sexualidad simbólica destructiva de una comunidad fálica.
la, y el uso cultural de la naturaleza depende de que el hombre El texto, por otro lado, es el discurso más avanzado y más represi-
sea removido de la misma. El texto, por otro lado, es una pecu- vo, que a la vez sumerge y legitima el deseo de destrucción en una
liar combinación de algunas nociones muy inverosímiles (la civi- lógica histórica aparentemente natural.
lización comienza a causa de una actitud sexualmente posesiva Esa lógica puede, sin embargo, ser subvertida por cierta in-
del hombre) y de una sabiduría popular excepcional y vulgar coherencia en el cuerpo superior del texto mismo, una incoheren-
(las mujeres se sienten molestas por las demandas de la sociedad, cia que es posible atribuir a la complicación de una estrategia
las familias felices deberían de buena gana pasar todo su tiempo sintomática por parte de los deseos cuyo reconocimiento debe a la
juntas). No se trata de que todo esto sea "conocimiento común", vez satisfacer y rechazar. De una manera muy curiosa y completa-
según se queja Freud, casi obsesivamente, sino que representa un mente inexplicada, toda la cuestión de "la felicidad individual y
tipo de dolencia cultural, o una incomodidad, o Unbehagen 11 • la libertad individual" se convierte, en el capítulo IV, en una discu-
Esto manifiesta lo que podría llamarse una ambición discursiva sión sobre el sexo. El amor sexual le dio al hombre "las más inten-
excepcionalmente intensa, el placer de ceder precisamente a aquel sas vivencias placenteras, estableciendo, en suma, el prototipo de
tono profético hacia el cual en la última página de El malestar toda felicidad" 12 • La relación entre el individuo y la civilización se
en la cultura Freud declara no tener ninguna inclinación. convierte rápidamente en una historia y una anatomía del deseo
En este libro es crucial la problemática de los grandes persona- sexual. Además, "el prototipo de toda felicidad" se define de una
jes y sus afirmaciones. El primer párrafo del primer capítulo, de manera intrigante y morbosa. Ya se nos había dicho en el capítulo
una irrelevancia que decepciona, ha jugado de una manera algo II que la intensidad de las satisfacciones provistas por el trabajo
vacilante con la pregunta de si se puede decir o no que los grandes científico o artístico, "comparada con la satisfacción de los im-
hombres son apreciados sólo por una minoría de sus contemporá- pulsos instintivos groseros y primarios, es muy atenuada y de nin-
neos. Pero la apreciación de los dichos del gran hombre depende gún modo llega a conmovernos físicamente [sie erschüttern nicht
de un rechazo de la desmitificación psicoanalítica de tales dichos. unsere Leiblichkeit] 13 ". En las asombrosas notas al pie de la pri-
En el caso del propio Freud, este rechazo encierra un uso sutil y mera y la última página del capítulo IV, Freud sugiere que lo que
traicionero del contenido de las ideas psicoanalíticas (como el
12 S. Freud, El malestar en la cultura. Cap. IV. Trad. R. Rey Ardid. Biblio-
11
Das Unbehagen in der Kultur es el título en alemán de lo que nos llega en teca Nueva. Madrid 1968. Tomo III, pág. 30.
castellano como El malestar en la cultura. (N. de T.) 13 Op. cit., Cap. II, pág. 13.

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TEORÍA Y VIOLENCIA
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁUS/S Y ARTE

conmovía nuestro ser, antes de que adoptáramos la postura erecta, errados al creerlo; pero es difícil decidirlo" 16 • Así termina el capí-
era la experiencia, o mejor, el olor del sexo. Pero nuestra sexuali- tulo IV, excepto por la nota al pie en la cual Freud trata de
dad decayó cuando nos incorporamos. Tanto el erotismo anal definir ese algo insatisfactorio en la naturaleza misma de la sexua-
como la estimulación olfatoria fueron sometidos a lo que Freud lidad. Plantea tres factores: la represión orgánica de nuestro sen-
llama "represión orgánica" 14 ; el resultado de esta "represión" es tido del olfato y del erotismo anal (ésta es la conjetura "más
nuestro horror al excremento y, al menos según Freud, la repug- profunda"), nuestra bisexualidad inherente (que significa, dice,
nancia por el sexo, una vergüenza provocada en nosotros por nues- que el mismo objeto no puede nunca satisfacer a la vez nuestros
tros genitales y el disgusto por los olores genitales que es tan fuerte deseos masculinos y femeninos), y finalmente que "la relación
en muchas personas que les "arruina el comercio sexual". ¡Y qué erótica presenta con tal frecuencia cierta medida de tendencias
pérdida ésta! Hacia el final de la última nota del capítulo IV, Freud agresivas directas [ein Betrag von direkter Aggressionsneigung]
ha transformado la depreciación humana del sentido del olfato en además del componente sádico que le es propio ... " 17 •
el sexo en represión de "la sexualidad entera" 15 • Nada es más ex- En El malestar en la cultura hay un "retorno de lo reprimi-
traño -me inclino a decir que nada es más movilizador- en El do": del capítulo V al VIII, la agresión volverá a la parte superior
malestar en la cultura que las notas eróticamente confesionales-es del texto, lo inundará -aunque con una distorsión crucial. Si,
decir, aquellos momentos en que la notable imaginación como he venido sugiriendo, las notas a pie de página juegan en
antropológica del texto (si bien por momentos extravagante y este trabajo el rol del inconsciente psicoanalítico, el material de
banal) desciende a una nota al pie, donde goza de la fantasía de las notas será autorizado a entrar en el texto propiamente dicho
una conmoción física de nuestro ser, mítica y prehistórica, en el -dentro del propio texto- sólo si sus componentes sexuales son
apasionado olisqueo de un macho en cuatro patas. expurgados. Y así, actuando en la composición su propia for- • i

El argumento de Freud, deberíamos tomar nota, ha realizado mulación de las leyes de la represión y formación de síntomas,
un giro crucial e inesperado. El texto habla de una civilización Freud dedicará el resto de su sintomático texto superior al análi-
que exhorta a la pareja que se une a abandonar el lecho nupcial sis de una agresión supuestamente no erótica. Introduce la agre-
en pos de obligaciones comunitarias más serias; la nota al pie sividad dentro del texto en un esfuerzo por comprender "uno de
que acabo de mentionar habla de una sexualidad que es su pro- los pretendidos ideales" de la sociedad civilizada: "Amarás al
pia antagonista, que estaba condenada a una especie de fracaso prójimo como a ti mismo" 18 • ¿Por qué la civilización no puede
por las condiciones mismas de su constitución. En realidad, jus- dejar la libido a la pareja? ¿Por qué se insiste en que una comu-
to al final del capítulo IV, y en la parte superior del texto, Freud nidad entera debería estar unida libidinalmente? En el curso de
había expuesto una cuestión en extremo perturbadora: "A veces dos o tres páginas, Freud se desplaza desde un ataque racional
creemos advertir que la presión de la cultura no es el único factor contra la moral imperativa del amor universal (no todos mere-
responsable, sino que habría algo inherente a la propia esencia cen mi amor, un amor indiscriminado es un insulto a sus obje-
de la función sexual que nos priva de satisfacción completa, tos) hacia una explicación psicoanalítica que es a la vez una
impulsándonos a seguir otros caminos. Puede ser que estemos
16 Op. cit., pág. 33.
14
Op. cit., pág. 29. 17 Op. cit., pág. 34.
15 Op. cit., pág. 34. 18 Op. cit., pág. 35.

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁUSJS Y ARTE TEOR{A Y VIOLENCIA

desmitificación y una justificación de tal imperativo. Se nos in- 11niverso, una caída de los límites entre el yo y el mundo, que
dica amar a los otros porque no podemos; "amar al prójimo" es p11cde ser rastreable hasta el "narcisismo ilimitado" de la in-
un "precepto que efectivamente se justifica porque ningún otro f.111cia. Como el sentimiento oceánico, la agresividad incluye
es, como él, tan contrario y antagónico a la primitiva naturaleza 1111 placer erótico intenso. Contra la opinión de que el senti-
humana" 19, la cual dicta, nos dice Freud, no que amemos a nues- 111icnto oceánico es "la fuente verdadera del sentimiento reli-
tros semejantes sino, por el contrario, que los explotemos, les 11,ioso", Freud propone que en todo caso es probablemente "una
robemos, los violemos, los asesinemos. primera tentativa de consolación religiosa", una cura ilusoria
Pero ¿qué es, exactamente, esta agresividad? La perturbada para el sufrimiento humano. Sin embargo, ahora Freud está
movilidad especulativa de El malestar en la cultura no es en nin- ,~ ugiriendo que sufrimos porque la civilización insiste en que
gún otro sitio más evidente que en los esfuerzos de Freud por refrenemos el "goce narcisista extraordinariamente elevado" que
responder esta pregunta. La primera respuesta del texto -en todo .1compaña la satisfacción de la agresividad (es decir, la exitosa
caso la oficial- es que "esta pulsión agresiva es la descendencia y ruptura de las resistencias del mundo al, o más fundamental-
el representante principal de la pulsión de muerte que encontra- mente, las diferencias del, ego). El sentimiento oceánico es la
mos obrando junto a Eros, y que comparte con él el dominio del cura que la religión propone para el sufrimiento causado por el
mundo". La referencia es por supuesto a la tesis de Más allá del domeñamiento del sentimiento oceánico ... Más exactamente,
principio del placer, y así como en ese trabajo, Freud mantiene l:i cura propuesta para la enfermedad es una sublimación
aquí "la ubicuidad de las tendencias agresivas y destructivas no mistificada de la causa de la enfermedad. El sentimiento oceá-
eróticas", al mismo tiempo que reconoce, una vez más, que el nico es una reformulación benigna de "la más ciega furia
instinto de muerte, de donde proviene esa destructividad, "esca- destructiva".
pa a la percepción cuando no está teñido eróticamente". Pero Sin embargo, la mistificación apunta a una verdad oculta
ahora Freud va más allá: .1cerca de la destructividad: es idéntica al amor. No sólo había
hablado, en la nota al pie del final del capítulo IV, de "cierta
Pero aun donde aparece [la pulsión de muerte] sin medida de tendencias agresivas directas ... frecuentemente aso-
propósitos ·sexuales, a un en la más ciega furia \ i::idas con la relación erótica"; no es sólo que él reconoce, como
destructiva, no se puede dejar de reconocer que su sa- hemos visto recién, el intenso placer narcisista de destrucción,
tisfacción se acompaña de extraordinario placer nar- sino que fue tanto más allá como para aseverar en el capítulo V,
cisista, pues ofrece al yo la realización de sus más ar- objetando el argumento de los comunistas que considera que es
caicos deseos de omnipotencia20 • b propiedad privada lo que crea la agresividad, que esta última
"constituye el sedimento de todos los vínculos cariñosos y amo-
De repente la agresividad empieza a sonar de modo bizarro rosos entre los hombres, quizá con la única excepción del amor
como -entre todas las cosas- el sentimiento oceánico, el que, que la madre siente por su hijo varón" 21 • Si aboliéramos la fami-
como hemos visto, era el sentimiento extático de ser uno con el lia e instituyéramos la completa libertad sexual, la indestructi-
ble destructividad de los seres humanos permanecería aún con
19
Op. cit., pág. 38.
20
Op. cit., pág. 45. JI Op. cit., pág. 39.

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EL CUERPO FREUDIANO - PS/COANÁUSIS Y ARTE T EORÍA Y VIOLENCIA

nosotros. Sólo unas pocas páginas después de la sugerencia ten- de partida? En la medida en que la lógica explicatoria de El
tativa de Freud al final del capítulo IV de que "algo inherente a malestar en la cultura es a la vez tautológica y circular, es una
la propia esencia de la función sexual" impida quizás la comple- lógica rigurosamente psicoanalítica que de manera implícita se
ta felicidad sexual, alega, no ya de manera tentativa (aun cuan- burla de todos los procedimientos y distinciones filosóficamente
do continúa insistiendo en el carácter no erótico de esta agresivi- narrativizantes de Freud, el pensador profético. Ella hace caer los
dad), que una destructividad agresiva "forma la base" del amor límites que separan los conceptos, y de ese modo ejemplifica con
humano -lo cual, sugiero, puede ser otra forma de decir que la tranquilidad lo que podría llamarse una textualidad oceánica.
destructividad es constitutiva de la sexualidad. El movimiento más devastador de esa textualidad es la elimi-
Volveré sobre este punto en el próximo capítulo. Lo que pre- nación de la civilización misma como término de la argumenta-
tendo ahora es dirigir la atención a la caída de las distinciones ción. Freud escribe, al principio del capítulo VII, que la civiliza-
entre los términos centrales de El malestar en la cultura. El argu- ción inhibe la agresividad volviéndola al lugar de donde provino:
mento explícito sería: debemos sacrificar parte de nuestra sexua-
lidad y sublimarla en amor fraterno en pos de controlar nuestros ... es dirigida contra el propio yo, incorporándose a
impulsos criminales hacia los otros. Pero el texto, de manera una parte de éste, que en calidad de superyó se opone
oblicua e incluso insistente, reformula este argumento de la si- a la parte restante, y asumiendo la función de "con-
guiente manera: el amor humano es algo así como una agresivi- ciencia", despliega frente al yo la misma dura agresi-
dad oceánica que amenaza fragmentar la civilización al seguir vidad que el yo, de buen grado, habría satisfecho en
los pasos de su propio placer narcisista fragmentador. En El ma- individuos extraños 22 •
lestar en la cultura no nos trasladamos desde el amor hacia la
agresividad; sino que en todo caso, el amor es redefinido, re- El problema con este arreglo conveniente es que mientras
presentado, como agresividad. Sólo tenemos que ver, para con-
cluir esta investigación, que la civilización misma, más que opo- .. .la conciencia ... es la causa de la renuncia a los ins-
ner, repite los otros dos términos y así transforma el argumento tintos, posteriormente, en cambio, esta situación se in-
del trabajo de Freud en una triple tautología: sexualidad= agre- vierte: toda renuncia instintual se convierte entonces
sividad = civilización. Además, deberíamos estar alerta a la caída en una fuente dinámica de la conciencia moral; toda
de los dualismos y los argumentos lineales del libro a causa del nueva renuncia a la satisfacción aumenta su severidad
sistema, en extremo curioso, de definiciones y formulaciones cir- y su intolerancia23 •
culares y paradójicas: sometemos a la naturaleza dejando de do-
minarla, debemos amar a los otros porque no podemos amar a ¿Cómo puede ser esto? Los intentos de Freud de responder a
los otros, y, en los últimos capítulos, la cultura combate la agre- esta pregunta dan por resultado las dos o tres páginas más con-
sividad volviéndola sobre sus fuentes y, por fin, las renuncias densadas y difíciles de El malestar en la cultura. Sin entrar aquí
instintivas incrementan la culpa que ellas pretenden apaciguar. en todo lo intrincado de este pasaje, podemos notar que propone
¿Cómo puede una estructura oposicional o dualista sobrevivir a
esta inesperada mismidad de los términos diferentes y a esta ~spi­
22
Op. cit., pág. 47.
ral o este torbellino hacia atrás de una proposición hacia su punto 23
Op. cit., pág. 51.

34 35
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE TEORÍA Y VIOLENCIA

dos explicaciones de la peculiar reversión a la que acabamos de ¿Qué ha pasado con la civilización? O, con más pertinencia,
referirnos en la relación entre conciencia y renuncia instintiva. ¿qué es la civilización? ¿Qué significa decir que la civilización
Antes que nada, los deseos agresivos obviamente no desaparecen inhibe la agresividad, o aseverar, como Freud hace en el último
cuando se renuncia al comportamiento agresivo. Como segunda ;apítulo, que "el sentido de culpabilidad como problema más
explicación, Freud sugiere un agregado extraordinario a su teo- importante de la evolución cultural" y que "el precio pagado
ría del origen del superyó24 • En vez de ser sólo la representación por el progreso de la cultura reside en la pérdida de felicidad por
interna de una autoridad exterior, el superyó se convierte tam- :l umento del sentimiento de culpabilidad"? El texto ha realiza-
bién ahora en una repetición de, o una tautología para, la pro- do hasta ahora un planteo muy diferente: la renuncia a la agresi-
pia agresividad original del yo. Ya no estamos tratando con la vidad es inherente a su constitución. Pero se trata de una renun-
secuencia simple de un deseo, una amenaza externa de castigo, y cia que multiplica la fuerza de la agresión. Al abandonar una
la internalización de esa amenaza como guardián moral psíqui- satisfacción instintiva, nosotros simultáneamente: (1) inter-
co. En todo caso, Freud habla de un tipo de meta-agresividad, nalizamos la autoridad inhibiendo supuestamente el instinto,
de una agresividad desarrollada en respuesta a una autoridad (2) incrementamos nuestro sentimiento de culpa intensificando
externa que se niega a satisfacer nuestros deseos más tempranos. nuestro deseo de satisfacción, (3) sometemos al yo a la furia de
El niño ingeniosamente se identificará con esa autoridad, no para una agresividad originalmente destinada a la autoridad inhibi-
continuar internamente con ese castigo, sino más bien para po- dora externa. Dadas las limitaciones de nuestro poder efectivo
seerlo en forma segura, en el interior, como objeto o víctima de sobre el mundo exterior, podría decirse que el sofrenamiento de
sus propios impulsos agresivos. El conflicto entre un niño y su Ja agresividad ofrece la única estrategia realista de satisfacer la
padre en el mundo se vuelve una confrontación interna entre un agresividad. Y el poder inhibitorio de lo que Freud llama cultura
superyó que tiene toda la agresividad que al niño le hubiera gus- es ininteligible -si excluimos el ejercicio más crudo del poder, en
tado dirigir contra su padre (tanto como la agresión punitiva el cual la gente está físicamente sujeta a la voluntad de otros-
esperada de parte del padre), y un padre interno degradado al excepto en términos de aquellos mecanismos internos que aca-
estatuto de un yo castigado. El superyó es el niño dotado de la bamos de señalar. En un sentido muy importante, la civilización
autoridad del padre y de la agresividad del niño en contra de esa en Freud, al menos ese aspecto de la misma que él piensa como
autoridad; y este monstruo de violencia moralizada, sin reservas un superyó socializado, es simplemente una metáfora cultural
ataca a su propio doble -el yo del niño como padre- con toda la del cumplimiento en cada uno de nosotros de un deseo narcisís-
violencia tal vez originalmente proyectada sobre el padre real (y ticamente amenazante de destruir el mundo. Desde esta perspec-
' que puede no haber sido otra cosa que el libreto "real" necesario tiva, la cultura no es el oponente incansable aunque generalmen-
desde el comienzo mismo como para que el niño lo replique te derrotado de la agresividad individual sino que, en todo caso,
como una escena psíquica; ver en especial las páginas 50 a 52). es la causa del propio antagonismo que El malestar en la cultura
plantea examinar. Aquello que regula la agresividad es idéntico
24
Debería señalarse aquí la influencia probable de Melanie Klein. En una al problema de la agresividad.
nota al pie, Freud le brinda un reconocimiento (junto a "otros autores En El malestar en la cultura nunca queda del todo claro cómo
ingleses") por hacer hincapié en que "la severidad del superyó desarro-
llado por el niño de ningún modo refleja la severidad del trato que se le desea Freud ver la relación entre el individuo y la civilización.
ha hecho experimentar". Op. cit., pág. 52. Por un lado, están encerrados en una lucha que quizás no se

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE TEOR(A Y VIOLENCIA

pueda resolver; por otro lado, la historia de la civilización que transformación tal sería abandonar el discurso profético del gran
propone Freud pretende ser una analogía social del desarrollo líder como modelo cultural. La ambivalencia de Freud acerca de
individual. Pero si un superyó cultural se ubica en paralelo con ese discurso y de ese rol en su desempeño mismo no es de ningu-
un superyó individual, es difícil de ver la base del a_ntagonismo na manera uno de los signos menores de su extraordinaria y
entre ambos: ellos podrían, después de todo, compartir los mis- movilizante complejidad. Si, como él escribe, "el superyó de una
mos objetivos. Y si llevamos la analogía un poquito más allá, época cultural determinada tiene un origen análogo al del superyó
tendremos la imagen en extremo peculiar, o en todo caso la figu- individual, pues se funda en la impresión que han dejado los
ra alegórica, de la civilización tan infeliz como el individuo acer- grandes personajes conductores", entonces sus comentarios pesi-
ca de sus renuncias instintivas. De hecho, en el final mismo del mistas en el capítulo VIII, tanto acerca de la severidad excesiva-
trabajo, Freud aconseja "proceder con gran prudencia" en nues- mente peligrosa como de "la actitud antipsicológica" del superyó
tros intentos de "transferir el psicoanálisis a la comunidad cultu- cultural, apuntan a la necesidad de instituir un nuevo tipo de
ral"; deberíamos, después de todo, no "olvidar que se trata única- discurso teórico 26 • Me refiero a un lenguaje radicalmente diferen-
mente de analogías" 25 • Deberíamos decir en verdad que la lec- te de aquellas afirmaciones teóricas por las cuales el mismo Freud
tura psicoanalítica de El malestar en la cultura por sí misma buscaba que el psicoanálisis como ejemplificación de los colap-
sugiere que no hay ni una oposición ni una analogía entre el sos teóricos beneficiosos que validan una teoría del deseo se trans-
individuo y la cultura; esta última podría ser una región del dis- formara en un sistema de conocimiento filosófico o antropológico
curso coextensiva de la agresividad eróticamente investida que ininterrumpido y, por comparación, seguro. El pesimismo de El
Freud, tal vez por error, opone a la civilización. El peligro, tanto malestar en la cultura debería ser un adecuado llamado de aten-
de las analogías como de las oposiciones entre el individuo y la ción: es el signo discursivo de una posible melancolía suicida, el
civilización -peligro ejemplificado por el mismo Freud en El '1Ura pálidamente reactiva de una complicidad cultural con el
malestar en la cultura- es que el discurso que promueve esas ana- poder de una destructividad anticultural, de una necesidad asesi-
logías u oposiciones tiende a disfrazar y por consiguiente a per- na infantil de extinguir el fuego del otro.
petuar la agresividad suicida como algo inevitable, y a la vez
como un imperátivo moral de un estado avanzado de cultura. El
análisis teórico de la violencia desarrollado a lo largo de estas Demos un salto para concluir y arriesguemos nuestra primera
líneas necesariamente se convierte, al menos de manera implíci- yuxtaposición de Freud con Mallarmé. No deseo minimizar la
ta, en una apología de la violencia. diferencia entre una práctica institucional y una operación pri-
¿En qué medida podría el discurso civilizado disipar al me- ~ad a, entre un esfuerzo más o menos colectivo (ahora de casi
nos parcialmente nuestra sexualidad salvaje a partir del modo 100 años) de sistematizar una nueva manera de entender y de
en el que equivocadamente la replicaría? Algunas obras de arte tratar al ser humano, y el verso radicalmente privado de un hombre
-un poema, una película, algunas novelas y algunas esculturas que alegaba que cada vez que cometía la locura de hacer público
antiguas- oos ayudarán a comenzar a responder esta pregunta. 1111 poema, no hacía nada más que enviar un "sello distintivo" a
Por el momento, sugeriría que una precondición para ,una Nus contemporáneos, algunas estrofas o un soneto, para no ser

15 Op. cit., pág. 63 ,,, Op. ci

38 39
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE TEORÍA Y VIOLENCIA

lapidado por ellos, si sospecharan que él sabe que ellos no exis- presente constitutiva de la atención y de la expresión humanas.
ten [qu'ils n'ont pas lieu]. Pero si hablo de Freud y Mallarmé l .os signos de la atención de Mallarmé son un apartarse desde los
juntos, es en parte porque deseo sugerir, por esta conexión ines- objetos de su atención y de los términos casi impenetrables con
perada, algo crucial sobre la naturaleza del pensamiento de Freud los cuales en ocasiones nos dirigimos a ellos. En un período al
y de su lenguaje. Además, la privacidad ambigua de la empresa que Mallarmé diagnosticaba como obsesionado por aferrar el
de Mallarmé incluye un mensaje sobre los discursos culturales, o, presente en el presente, la irnrccesibilidad de Mallarmé es su ale-
con más exactitud, un mensaje sobre la transmisión de mensajes g:'lto más serio a la relevancia social. No hay contradicción entre
en la cultura. En algún sentido, Mallarmé tenía una ambición 1:1 naturaleza ocasional de casi toda su escritura y su desprecio
epistemológica tan grande como la de Freud; el Libro, después por lo inmediato. Mallarmé está quizás tan "impulsado por la
de todo, hubiera sido absolutamente oficial, iba a proveer "la presión del momento [activé par la pression de l'instant]2 8" como
explicación órfica de la tierra" 27• Aunque, en oposición a esta sus contemporáneos, pero él despoja al instante de su inmedia-
tan celebrada ambición, Mallarmé también se vio comprometi- 1cz. Porque la inmediatez es un error ontológico; la inmediatez
do en lo que considero como un ataque extraordinario a las de los sentidos pervierte la naturaleza de los pensamientos. Lo
reivindicaciones de la literatura de cualquier autoridad. En, por opuesto a tal inmediatez no es "lo profundo" o el sentido no-
ejemplo, la turbulencia especulativa del ensayo "Crisis de ver- ·ontingente, sino en todo caso el sentido móvil de un pensa-
so", Mallarmé parece proponer una visión de la literatura como miento que propone continuamente sustituciones para los obje-
una performance no localizable -quizás incluso ni vista ni oída- los abolidos por su atención.
desprovista de cualquier autoridad semiótica o epistemológica. Mallarmé, pide que leamos no las afirmaciones sino los inter-
Pero es en el borramiento de su propia capacidad para hacer afir- valos que las cruzan. Su presencia histórica y literaria consiste en
maciones de autoridad -en verdad, en el aparente desaprendizaje una especie de danza invisible, o de un dar pasos, dentro de su
de la técnica misma por la cual se formula lo que nosotros llama- lenguaje. Nada es más fácil o más vacío, y nada es más difícil de
mos afirmaciones- que Mallarmé buscó definir el interés histórico leer. Richard Poirier habló recientemente de la literatura como
e incluso político de su carrera. "una clase de escritura cuyas claridades traen precipitaciones de
¿Qué signifiéa estar histórica y textualmente presente? Para densidad" . Y propone una distinción entre la noción de densi-
Mallarmé, la aberración de su propio tiempo es la creencia en el dad y la noción más familiar y más confortable de dificultad. La
presente. "No hay Presente, no", informa Mallarmé a sus con- dificultad, escribe Poirier, "le da al crítico una ocasión de hacer
temporáneos en el ensayo "La acción restringida" -"un presente ostentación, de tratar a la literatura como si realmente fuera una
no existe". La atención extraordinaria de Mallarmé hacia su época c;omunicación de conocimiento más que" un despliegue enig-
consiste en el ejemplo que ofrece a sus contemporáneos de una mático del ser. La dificultad también lleva consigo un linaje de
atención desorientada. Su propia presencia histórica como figu- justificación teórica, histórica y cultural; y en nuestro siglo, la.
ra literaria de autoridad es una lección de la calidad de no-estar- dificultad "ha sido producida para que aparezca como la res-
ponsabilidad social y política ineludible del artista". Así, el críti-
co valida sus credenciales sociales al "tratar" al Joyce de Ulises y
27
Stéphane Mallarmé, CEuvres completes, Henri Mondor y G. Jean-Aubry,
eds. (París: Gallimard, 1945), pág. 663. Las traducciones de Mallarmé
que se encuentran en el original corresponden a Leo Bersani. 2s Ibid., pág. 384.

40 41
El CUERPO FREUDIANO - PSJCOANÁUSJS Y ARTE

descuidar al Joyce de Dublineses, y al hallar a Pound más digno


de nuestra atención que Robert Frost29 • Mallarmé es por supues-
to bastante difícil, pero la impenetrabilidad aparente de su tra-
bajo quizás nos ha hecho menos sensibles a lo que podríamos CAPÍTULO 11
llamar su densidad -es decir, a cierta ilegibilidad que tiene mu-
cho menos que ver con un sentido oculto y profundo que con
una disolución del sentido en una voz que rehúsa continuamen- Sexualidad y estética
te adherirse a sus afirmaciones.
No hay, parece sugerir Mallarmé, nada importante para de-
cir; quizás sólo haya los recursos que desplegamos para evitar las
trampas del sentido en el lenguaje. En efecto, deberíamos ser ¿Existe la sexualidad? Y si existe ¿cuál es la relación -si real-
detenidos, en nuestros intentos de lectura de Mallarmé, no tanto mente la hay- entre sexualidad y sexo?
por la naturaleza hermética de su trabajo (que por supuesto pue- Estas preguntas han sido planteadas recientemente por Michel
de ser, y ha sido, desentrañada), sino en todo caso por todos los Foucault -quien sin embargo, no lo hizo especialmente con la
mensajes que Mallarme falló en entregar. Me refiero no sólo al intención o la esperanza de responderlas, sino en todo caso con el
Libro no escrito, sino también a sus legendarias recepciones de objetivo de definir los beneficios estratégicos que se derivaron o
los martes por la tarde en la Rue de Rome, en París. Lo que bien del fracaso de, o bien del rechazo a formularlas a partir de la
parece haber hecho Mallarmé con un brillo indefinible durante ·reación del sexo y la sexualidad como categorías de la naturaleza
estas tertulias fue ubicarse para recibir y solicitar una atención más que de la cultura. "Si la sexualidad", escribe Foucault en La
devota y conmovedora de mensajes nunca entregados. Pero esto 110/untad de saber (primer volumen de su Historia de la sexuali-
fue quizás algo muy importante. Es decir, era un aspecto modes- dad), "se constituyó como un área de investigación, fue sólo por-
to pero decisivo en la redefinición hecha por Mallarmé de las que relaciones de poder la habían establecido como un objeto ,
expectativas culturales. Los discípulos iban a la Rue de Rome posible". Así, la sexualidad no sería el nombre dado a alguna
para justificar el-pensarse a sí mismos como discípulos; pero eran realidad humana oculta o profunda, sino más bien a "una cons-
tratados como si esa justificación no pudiera ser encontrada en trucción histórica [un dispositivo histórico]" organizada "en acuer-
otra parte más que en la sociabilidad creada por su noción equi- do con algunas pocas estrategias mayores del conocimiento y el
vocada de que Mallarmé tenía algo para decirles. poder". Pero si aproximadamente durante los últimos doscientos
:ú'ios, "el sexo no ha cesado de provocar una suerte de eretismo
' discursivo generalizado", los anunciados secretos del sexo no son
<le ningún modo el premio mayor en el juego del saber-poder. "En
d lapso de unos pocos siglos, una cierta inclinación nos ha con-
<l ucido a dirigir la pregunta acerca de lo que somos, al sexo" 3º.
29
Richard Poirier, "The Dificulties of Modernism and the Modernism
10
of Difficulty'', Humanities in Society, Vol. 1, nº 2 (Primavera 1978), Michel Foucault, Historia de la sexualidad. Vol. 1: La voluntad de saber.
pág. 271-82. Ed. Siglo XXI. Octava edición española 1995, pág. 96.

42 43
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE SEXUALIDAD Y EST1'TICA

Es decir, lo que Foucault llama la creación de la sexualidad y del práctica social- la más penetrante y prestigiosa forma moderna de
sexo no es, en cierto sentido, otra cosa que la implementación una tecnología discursiva de conocimiento y de creación de sí,
estratégica de un esfuerzo más fundamental por controlar la de- resulta interesante advertir que Freud puede haber destruido la
finición de lo humano propiamente dicho. De ahí que en el tra- tecnología que brillantemente ejemplifica debido a su propio in-
bajo de Foucault se realice una gradual disminución en el énfasis tento de hacer explícitas sus suposiciones, de fundar esa tecnolo-
puesto sobre las técnicas sociales específicas de dominación y gía en una epistemología secular. Los refinamientos teóricos y te-
disciplinamiento, y una generalización de la historia de la sexua- rapéuticos que Freud aportó a nuestra civilización confesional son
lidad como "genealogía del sujeto en las sociedades occidenta- inseparables de una catástrofe epistemológica: es decir, el fracaso
les". El ejercicio "primero" o fundamental de poder sobre los de Freud en definir la relación entre la sexualidad y el sujeto hu-
individuos es la propia interpretación confesional que realizan mano. Todo el dispositif de sexualité prácticamente colapsa en un
de sí mismos. Un estudio de la red de poder-saber debe, en conse- movimiento autorreflexivo sin precedentes.
cuencia, llevar a desmantelar los análisis de "las tecnologías del "Prácticamente colapsa": no obstante el psicoanálisis ha signi-
yo (sel()". ficado una ganancia en la eficiencia del dispositif gracias a la su-
¿Cuál es la posición de Freud y del psicoanálisis en la historia presión de cierto Freud en la historia del movimiento psicoanalíti-
de estas tecnologías? Foucault nos recuerda cuán poco innovó co, supresión sobre la cual volveré en el capítulo final. Por el mo-
Freud: ciertos aspectos de la teoría y de la técnica psicoanalíticas mento, ¿cómo podemos localizar lo que considero una parálisis
(quizás en especial la noción de un desarrollo psicosexual norma- discursiva beneficiosa -o al menos un balbuceo discursivo benefi-
tivo y la insistencia, en el tratamiento, en una exposición total de cioso- en el corazón del discurso freudiano? La afirmación mayor
la "verdad" acerca de la propia sexualidad) sencillamente actuali- de Freud sobre la sexualidad puede encontrarse en Tres ensayos de
zan tácticas disciplinarias ya mostradas en las revisiones del siglo teoría sexua/3 2, libro publicado en 1905, pero que, como nos lo
dieciséis de la pastoral católica. No debería culparse a Freud por recuerda James Strachey en su nota introductoria al trabajo para
establecer el dispositif de sexualité, ni se trata de reconocerle el la Standard Edition, "en las ediciones que se sucedieron a lo largo de
haber dado finalmente al sexo lo que se le debía; sino que, de este veinte años su autor introdujo en ellos más modificaciones y agre-
modo -cito la última página de La voluntad de saber- "él resulta- gados que en cualquier otro de sus escritos (salvo, quizás, en La
ba maravillosamente eficaz -de una manera digna de los más gran- interpretación de los sueños)" 33 • Comencemos por un problema
des religiosos y directores de conciencia de la época clásica- en dar
un nuevo ímpetu a la conminación secular a conocer el sexo y 32
Esta obra de Freud se conoce habitualmente como Tres ensayos. Citare-
conformarlo como discurso" 31 • No obstante, este "nuevo ímpe- mos la edición de Biblioteca Nueva, salvo cuando a continuación se hace
tu" no es de ningún modo insignificante. Debido a que el freudis- referencia a la presentación hecha por James Strachey para la edición
mo es -s~ultánemente desde el punto de vista de la teoría y de la inglesa, que se incluye en la edición de Amorrortu. En Biblioteca Nueva,
como veremos, el conjunto de los ensayos se publica como Una teoría
sexual, y lo encontramos en el Tomo 1 de las Obras completas. Esta
31 última es la versión que elegimos. (N. de T.)
Ligera diferencia respecto de la traducción al castellano hecha por Ulises
33
Guiñazú para Siglo XXI. Decido seguir parte de la cita directamente de Nota introductoria a la edición de Tres ensayos en la Standard Edition.
Bersani pues es lo que me permite traducir a continuación la retoma que La traducción al castellano, de José L. Etcheverry, se encuentra en las
realiza de las palabras con las que Foucault ha sido traducido al inglés. Obras completas de Sigmund Freud, Tres ensayos de teoría sexual, Ed.
(N.deT.) Amorrortu, T. VII, Buenos Aires, 1976, pág. 112.

44 45
SEXUALIDAD Y ESTÉTI CA
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁUS/S Y ARTE

de estrategia de composición. ¿Por qué un tratado sobre sexuali- reconocibles a la investigación exterior" 35 • Las fases de la sexua-
dad humana comienza con un capítulo sobre "aberraciones sexua- lidad infantil normal son, entonces, una construcción hecha des-
les"? Este primer ensayo -que incluye secciones sobre homose- de el análisis de adultos cuya vida sexual se ha visto perturbada
xualidad, fetichismo, escoptofilia y exhibicionismo, sadismo y patológicamente. La "verificación" clínica de los estadios de la
masoquismo-- puede entenderse de dos maneras muy diferentes. sexualidad infantil será así inevitablemente guiada por una teo-
Por un lado, como que las llamadas aberraciones realmente no ría que ya asume la existencia de los mismos.
son aberraciones; ellas pierden su carácter "anormal" una vez Pero si la realidad de esas fases como organizaciones históri-
que Freud las reubica en una historia de la sexualidad, en lo que cas distintas es por esto mismo de algún modo problemática, su
llamaré una perspectiva teleológica. Esta perspectiva se ve refor- valor estratégico en una teoría general de la sexualidad humana
zada, quizás en última instancia puesta en dependencia de los es inconmensurable. Una vez que las aberraciones sexuales son
"estadios" de la sexualidad infantil que, sin embargo, son un reconocidas no sólo como pertenecientes a la infancia sino tam-
desarrollo relativamente tardío en el pensamiento de Freud. La bién como constituyentes de lo que Freud llama "una especie de
sección sobre esos estadios, en el segundo de los Tres ensayos, fue régimen sexual", ambas pierden su naturaleza aberrante y se re-
agregada en 1915. Al parecer, Freud se refirió primero a una velan como "nuevos agregados y grados preliminares de tal or-
organización pregenital (el estadio sádico-anal) en el escrito de ganización de los instintos parciales" 36 • La heterosexualidad ge-
1913 sobre "La disposición a la neurosis obsesiva"; el estadio nital es la estabilización jerárquica de los componentes instintuales
" oral" o "canibalístico" se describe inicialmente en la adición de de la sexualidad. Y por eso las perversiones de los adultos se
1915, a la que acabamos de referirnos; y el estadio "fálico" de la vuelven inteligibles en términos de enfermedades que suponen
organización es agregado a los otros dos recién en 1923. La ob- una narrativa incompleta.
servación clínica de niños parece haber tenido poco que ver con Pero esta historia sexual es sólo la mitad de la historia. La
estos "descubrimientos" que, según nos cuenta Freud, se infirie- primera sección del tercer ensayo de Freud es un interesante y
ron de "los obstáculos y perturbaciones en el desarrollo hacia la tortuoso intento de definir la naturaleza del placer sexual y de la
organización genital" 34 • Además, las fases más tempranas "trans- excitación sexual. Antes que nada, el supuesto fin de la sexuali-
curren normalmente sin dejar advertir su paso más que por muy dad resulta ser discontinuo respecto de su historia. El placer del
breves indicios. Sólo en los casos patológicos se activan y aparecen orgasmo genital, escribe Freud, "es el mayor en intensidad y se
diferencia de los demás en su mecanismo, siendo producido to-
34
En un artículo de Encyclopedia de 1923 sobre "Psicoanálisis'', Freud talmente por una exoneración37 y constituyendo un placer de
escribió: "Es verdad que las primeras intelecciones de la sexualidad
infantil se obtuvieron mediante la exploración de adultos, y por eso
satisfacción, con el cual se extingue temporalmente la tensión de
adolecían de todas las dudas y fuentes de error que podían atribuirse a la libido" 38 • Dado la cantidad de críticas a las cuales ha sido
una visión retrospectiva tan tardía [mit ali den Zweifeln und Fehlerquellen sometida la teoría económica del placer de Freud (en especial
behaftet, die man einer so spiiten Rückshau zutrauen konnte]. Pero
cuando más tarde (desde 1908) se empezó a analizar y a observar sin
restricciones a los niños mismos [Kinder selbst zu analyzieren und 35 S. Freud, Obras completas. Traducción de Luis López-Ballesteros. Ed.
unbefangen zu beobachten], se obtuvo la corroboración directa para Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Tomo I, pág. 801.
todo el contenido fáctico [für alfen tiitsachlichen Inhalt] de la nueva 36 Ibídem, pág. 801.
concepción". Se encuentra en las Obras completas de Ed. Amorrortu, 37 Una descarga. (N. de T.)
Vol.XVIII. JB Op. cit., pág. 807.

46 47
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE SEXUALIDAD Y ESTÉTICA

durante los últimos veinte años en los Estados Unidos) es im- pubertad", la distinción entre placer previo y placer final cuenta
portante notar que en los Tres ensayos, sólo el placer genital es en realidad para dos distintas ontologías de la sexualidad. En la
definido como el placer de descarga o liberación de la tensión. conclusión de los Tres ensayos Freud se queja de "nuestra igno-
Desde el punto de vista teleológico, Freud llamará "placer pre- rancia de los procesos biológicos que constituyen la esencia de la
liminar" o "placer previo" al "placer provocado por la excita- sexualidad" 41 y de que, en consecuencia, ha sido incapaz de ex-
ción de las zonas erógenas" y "el producido por la descarga de plicar satisfactoriamente "las relaciones entre la satisfacción sexual
la materia sexual" se conocerá como "placer final" 39 Esta dis- y la excitación sexual [eine genügende Aufklarung des Verhalt-
tinción se volvió familiar, pero lo que fue quizás enfatizado de nisses zwischen Sexualbefriedigung und Sexualerregung] " 42 • Pero
manera insuficiente40 es que, desde que existen después de todo esta confesión de fracaso sólo se aplicaría lógicamente a la onto-
los llamados placeres previos (los placeres de las zonas eróge- logía de la sexualidad pregenital. En el placer final puede no
nas) independientemente del placer final hasta -para usar el haber, hablando estrictamente, ninguna relación entre satisfac-
título del tercer erisayo de Freud- "las transformaciones de la ción y excitación dado que esa forma de placer consiste simple-
mente en la extinción de la excitación. Y esto nos conduce a
39
Ibidem, pág. 807.
preguntarnos si el fin del sexo, la meta del sexo, podría también
40
Una excepción de algún modo problemática es el trabajo de Michael ser su fin, su desaparición. Hablando de la dificultad que el psi-
Balint, quien habla de placer previo y final como "dos funciones separa- coanálisis tiene para definir la sexualidad, Freud escribe -¿a pe-
das" y sugiere que "el placer final no se ha desarrollado a partir de los sar de sí mismo?-como si la sexualidad infantil fuera la sexuali-
mecanismos del placer previo". Para Balint, la civilización obra en direc-
ción de "el refrenamiento y la limitación de la gratificación genital llana dad misma, como si hubiera olvidado su rol supuestamente pre-
y directa y el desarrollo de formas 'refinadas' del amor cada vez más paratorio, subordinado a la conducción hacia el "acto princi-
complejas". Esto significa "una intrusión siempre en aumento de lo pal" de la sexualidad humana.
pregenital y, por consiguiente, de las estimulaciones y gratificaciones
infantiles 'perversas' en la genitalidad adulta, que la transforma en un En verdad, las cosas son completamente diferentes -y mucho
'hacer el amor' en el sentido de varias artes amandi". Consultar Primary más problemáticas- cuando trata de definir el placer de las zonas
Lave and Psycho-analytic Technique (Liveright, Londres, 1965), pp. 67 erógenas. Escribe Freud: "El carácter de tensión de la excitación
y 119. George S. !(lein, en un interesante ensayo titulado "Freud's Two
Theories of Sexuality'', distingue entre "el placer de la reducción de la
sexual plantea un problema, cuya solución se muestra tan difícil
tensión" y el "placer sensual" o "las propiedades experienciales de la como importante sería para la inteligencia de los procesos sexua-
sexualidad misma" en el pensamiento freudiano. Según Klein, Freud les". El "problema" surge de la insistencia de Freud, "a pesar de
vio que el lazo entre el orgasmo genital y el placer sensual no es el la diversidad de opiniones reinante sobre esta cuestión en la psi-
prototipo de la sexualidad humana, pero su énfasis sobre el factor de
descarga en la sexualidad lo acercó a un modelo de lo sexual derivado cología moderna, he de mantener mi aserto de que una sensa-
del orgasmo genital. Klein habla de la "dimensión sensual" específica de ción de tensión tiene que ser de carácter displaciente". El hecho
la sexualidad como "una capacidad para experimentar placer de forma "decisivo" aquí, prosigue Freud, es que "tal sensación trae consi-
primaria y distintivamente punzante". Su énfasis se vuelve muy diferen-
te del mío cuando describe este placer sensual como una "estructura go un impulso a modificar la situación psíquica, cosa total-
cognitiva de desarrollo"; la sed sensual sería "una estructura cognitiva mente opuesta a la naturaleza del placer". Y sin embargo la
en acción''. En Merton M. Gill y Philip S. Holzman, eds. Psychology
versus Metapsychology: Psychoanalytic Essays in Memory of George S.
Klein, en Psychological Issues, vol. 9, nº 4, Monograph 36 (Nueva 41 Op. cit., pág. 823.
York: International Universities Press, 1976), pp. 53-55, 19, 28 y 41. 42 Ibidem, pág. 818.

48 49
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE SEXUALIDAD Y ESTE.TICA

excitación sexual "es sentida como un placer". De hecho Freud se formuló de manera más aguda en el segundo de los Tres ensa-
agrega, "incluso las modificaciones preparatorias del aparato ge- yos, cuando, al discutir sobre la sexualidad infantil, Freud admi-
nital"43 traen consigo una suerte de satisfacción en la tensión tió encontrar algo que "puede extrañarnos" en el hecho de que
misma. Así, podríamos notar, entre paréntesis (aunque el punto, "una excitación necesite para cesar una segunda y nueva excita-
si bien obvio, no es de ninguna manera insignificante) que la ción producida en el mismo sitio". ¿Cómo entenderemos este
sexualidad genital misma no está enteramente gobernada por el modo excepcional de tratar con los estímulos y con el deseo de
placer de descarga. La genitalidad es un régimen sexual partido repetir e incluso de intensificar una tensión dísplacentera? ¿Qué
(split): incluye en sí mismo, a diferencia de las otras fases sexua- querría decir que en la sexualidad el placer es de algún modo
les, placer previo y placer final, el placer de la tensión y la satis- distinto de la satisfacción, quizás incluso idéntico a una especie
facción de la descarga. Volviendo a nuestro "problema": Freud de dolor? ¿O esto no es nada más que un modo sintomático del
se pregunta ¿cómo pueden conciliarse la tensión displacentera y "decir" en sí mismo? O, una vez más, y quizá con mayor exacti-
el placer? tud ¿las dificultades del texto freudiano son sintomáticas de la
La sexualidad no sólo se caracteriza por la producción simul- relación dísfuncíonal de nuestro lenguaje con nuestro cuerpo?
tánea de tensión placentera y displacentera; quizás más bizarro Una cosa es clara: quince años antes de Más allá del principio
es el hecho (que Freud nota enseguida en esta sección al comien- del placer, Freud ya estaba considerando una problemática de la
zo del tercer ensayo) de que la tensión placentera displacentera repetición. Pero en los Tres ensayos, la misteriosa repetición (e
de la estimulación sexual no busca ser liberada sino incrementada. incluso la intensificación) de algo displacentero se considera como
Generalmente, Freud tiende a hablar de la excitación séxual como inherente a la sexualidad. Freud parece estar casi a punto de
si fuera algo así como una picazón o una urgencia por estornu- sugerir que más allá del principio del placer encontramos -la
dar. Pero en el sexo que precede a la descarga, la analogía con la sexualidad. En todo caso, es la repetición -o lo que podría qui-
picazón ya no se sostiene. Después de todo, nos rascamos para zás ser llamado una estasis insistente- lo que bloquea los inten-
sacarnos una picazón pero -para seguir por un momento con la tos de Freud de definir lo sexual. La imposibilidad de definición
analogía- ahora tenemos una picazón que no busca nada mejor parece inscribirse en el acto mismo de la descripción. Como con-
que su propia prolongación e incluso su propia intensificación. fiesa Freud, nunca llegamos a la "esencia" de la sexualidad, sino
Sí usted toca, escribe Freud, la piel del pecho de una mujer exci- que de alguna manera la sexualidad estaría conectada a un pla-
tada, el contacto producirá un sentimiento placentero que "des- centero displacer, o al impulso de incrementar un ya displacentero
pierta la excitación sexual que reclama más placer". "El proble- placer, o de suprimir un estímulo por la vía de replicarlo. Y aún
ma", concluye Freud, "está en cómo el placer experimentado hace no vimos el final de estos intentos de replicación. Toda la pers-
surgir la necesidad de un placer mayor" 44 . La misma pregunta pectiva teleológica se ve amenazada por la famosa afirmación de
Freud acerca de que "el hallazgo {encuentro} de un objeto es
43
Ibidem, pág. 806. propiamente un reencuentro". Aquellos que pasamos la horrible
44
Cito textual la traducción de López-Ballesteros, donde se nota una dife- prueba de las fases de la sexualidad infantil, que logramos ajus-
rencia: "Más transparente es aún otro caso: cuando, por ejemplo, en tar jerárquicamente los componentes pulsíonales de la oralidad
una persona no excitada sexualmente se estimula una zona erógena por y la analidad al dominio de lo genital, nos encontramos -si tene-
medio de un tocamiento". También la traducción de Etcheverry en
Amorrortu habla de una persona no excitada. (N. de T.) mos suerte con los objetos- de vuelta en el comienzo mismo de

50 51
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE SEXUALIDAD Y ESTÉTICA

todo el proceso. "No sin gran fundamento ha llegado a ser la La importancia del pecho como objeto real o fantasmático dis-
succión del niño del pecho de la madre modelo de toda relación minuye considerablemente si el texto subyacente del besar es:
erótica. " 45 El final de la historia está ya en su comienzo; el movi- "Lástima que no pueda besar mis propios labios" 47 •
miento teleológico se revierte en el mismo momento en que al- El rol ambiguo del objeto, que continuamente desaparece y
canza su meta; y la línea narrativa de la sexualidad se completa a reaparece en la noción freudiana de sexualidad, puede ayudar a
sí misma como un círculo. explicar la duda de Freud acerca de cómo ubicar la escoptofilia,
Decir que se reencuentra un objeto sugiere que hubo un obje- el exhibicionismo y, en especial, la crueldad en la vida sexual.
to. Pero nada es menos cierto en Freud que el estatuto de ese Freud comienza afirmando que "desde el principio" estas
primer objeto al cual permanecemos tan notoriamente fieles. Jean pulsiones "toman en consideración a otras personas como obje-
Laplanche subrayó la naturaleza reflexiva de la sexualidad en to sexual" 48 • "Existen ya en la infancia, aunque con plena inde-
Freud; él ubica su origen en el repliegue autoerótico sobre sí mis- pendencia de la actividad sexual erógena." 49 Pero justo en la
mo ("le temps du retournement sur soi" du "rebroussement página siguiente de las ediciones de 1905 y 1910 de los Tres
auto-érotique" 46 ). En efecto, en el segundo ensayo, en una dis- ensayos, Freud habla de ciertas "influencias recíprocas" entre "el
cusión acerca de la manera en la cual "el quehacer sexual [en la desarrollo sexual y el de la pulsión de ver y de crueldad"; in-
1 •
infancia] se apuntala primero en una de las funciones que sirven fluencias "que vuelven a restringir la aseverada independencia
a la conservación de la vida", el pecho materno o, más precisa- entre ambas clases de pulsiones" 5º. El mismo pasaje nos da una
mente "el cálido aflujo" de su leche, es visto como la causa me- pista de cómo aquellas "influencias recíprocas" pueden operar:
ramente accidental del descubrimiento que el niño hace de sus "Aquellos niños que se distinguen por una especial crueldad con-
labios como zona erógena. Desde este punto de vista, el tra los animales y contra sus compañeros de juegos despiertan,
reencuentro de un objeto sexual original sería mucho menos generalmente con razón, la sospecha de una intensa y temprana
importante que la apropiación de algún objeto capaz de estimu- actividad sexual de las zonas erógenas" 51 • Esta crueldad puede
lar los labios de la misma manera. El niño se chupará la lengua, surgir de una intensa sexualidad infantil -lo cual, como hemos
el labio, incluso, agrega Freud, el dedo gordo del pie; y aquellas visto, puede significarse como un derivado del autoerotismo. En
personas para quienesJa zona labial tiene una significación erógena un sentido, toda la cuestión se vuelve obsoleta luego de 1920:
excepcional se volverán lo que Freud llama "grandes gustadores una nota al pie en la sección sobre sadismo y masoquismo del
del beso, se inclinarán a besos perversos o, si son hombres, ten- primer ensayo nos recuerda que la búsqueda que culmina en
drán una potente motivación intrínseca para beber y fumar". El
pulgar y el dedo gordo del pie proveen una zona erógena segun- 47 S. Freud, Obras completas. Traducción de Luis López-Ballesteros. Ed.
da e inferior; y Freud sugiere de modo interesante que si besamos Biblioteca N ueva, Madrid, 1968. Tomo 1, pág. 793.
a otros sobre los labios es, en parte, para hacer que el objeto de 48 Traducción del alemán. (N. de T.)
nuestro deseo coincida con la fuente de nuestro placer original. 49 S. Freud, Obras completas. Traducción de Luis López-Ballesteros. Ed.
Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Tomo 1, pág. 798.
45
50 Las citas correspondientes a la forma que tenía el texto en sus versiones
Op. cit., pág. 812, 813. de 1905 y 1910, pueden encontrarse en la versión de las Obras comple-
46
Jean La planche, Vie et mort en psychanalyse (París; Flammarion, 1970),
pp. 37 y 149. Hay traducción al castellano: Vida y muerte en psicoaná-
., tas de Amorrortu. Vol. VII, pág. 175, nota al pie 33 .
51 S. Freud, Obras completas. Traducción de Luis Lópe2-Ballesteros. Ed.
lisis. Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1973, pág. 32 y 119. · Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Tomo 1 pág. 799.

52 53

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE SEXUALIDAD Y ESTÉTICA

Más allá del principio del placer condujo a Freud a "derivar, para poseemos, una teoría capaz de explicar suficientemente los ca-
el par de opuestos sadismo-masoquismo, una posición especial racteres, tanto normales como patológicos, de la actividad
basada en su origen pulsional, posición que lo hace sobresalir en sexual" 52 • De hecho, se arriba a cierta conclusión; incluso se la
la serie de las otras 'perversiones"'. formula de manera bastante insistente y sin embargo, si puede
Pero las dudas e incluso las confusiones de los Tres ensayos pasar fácilmente sin que sea notada, es porque podría dísiparse
arrojan, por así decir, una luz anticipatoria sobre el gran dualis- la especificidad del asunto. "Es fácil fijar", escribe Freud en la
mo pulsional de 1920. Desde Más allá del principio del placer sección sobre las fuentes de la sexualidad infantil, " ... que todos
hasta sus últimos trabajos Freud no dejará de insistir (incluso a los procesos afectivos intensos, hasta las mismas excitaciones
medida que él mismo acumula evidencia para lo contrario) so- aterrorizantes, se extienden hasta el dominio de la sexualidad
bre la existencia de una destructividad no erótica -primero bajo [auf die Sexualerregung übergreifen]" 53 • Y dos páginas más ade-
la forma de un "instinto de muerte" opuesto a Eros y, luego, lante: "Es posible que nada importante suceda en el organismo
cada vez más, bajo la forma de esa agresividad que se supdne que que no contribuya con sus componentes a la excitación del ins-
deriva del instinto de muerte y que, como hemos visto, sostiene tinto sexual54 ". Casi cualquier cosa realizará la tarea sexualizadora,
la oposición del individuo y la. civilización en El malestar en la como los ejemplos de esta sección lo sugieren claramente -ejem-
cultura. Pero en los Tres ensayos (Una teoría sexual) Freud ubica plos que incluyen la atención en el trabajo intelectual, las dispu-
claramente la crueldad -más específicamente el sadismo y el tas verbales, la lucha cuerpo a cuerpo con los compañeros y los
masoquismo- en el corazón de la sexualidad infantil. Su duda viajes en ferrocarril. Finalmente, esta idea se repite en el resumen
tiene que ver, de manera bastante interesante, con la ubicación conclusivo de los Tres ensayos, donde Freud habla de la excita-
exacta de la crueldad en la sexualidad. ¿Se trata de un "compo- ción sexual como que: "Origínase, además, una excitación sexual,
nente instintivo"? ¿Es distinta o independiente de las actividades como producto accesorio [als Nebenprodukt], en una amplia
sexuales ligadas a las zonas erógenas? Y si es independiente de serie de procesos orgánicos, en cuanto éstos alcanzan una determi-
esas actividades, ¿cuáles son las "influencias recíprocas" que de nada intensidad, y especialmente", agrega, "en todas las emocio-
alguna manera conectan la crueldad con el desarrollo sexual? nes intensas, aunque presenten un carácter penoso" 55 •
Si Freud tiene dificultad para ubicar lo que al principio pensó En pasajes como éste, Freud parece orientarse a plantear que
como la aberración sexual del sadomasoquismo, es quizá por la la tensión placentera-displacentera de la excitación sexual ocurre
conclusión no reconocida y ciertamente no deseada hacia la cual cuando el límite "normal" de la sensación es excedido y cuando
su investigación podría haberlo conducido. ¿Podría ser que esta la organización del yo (sel() es perturbada en forma momentá-
manifestación excepcional o marginal de la sexualidad constitu- nea por procesos de sensaciones o afectos que se ubican de al-
yera su "esencia" esquiva-o, más exactamente, que fuera la con- gún modo "más allá" de aquellos compatibles con la organiza-
dición de la emergencia de la sexualidad? Ya hice referencia al ción psíquica. "Cualquier actividad, cualquier modificación del
severo juicio de Freud sobre el propósito mismo de los Tres ensa- organismo, cualquier perturbación [ébranlement]'', escribe
yos en la oración final del trabajo: [atribuye el resultado poco
satisfactorio de sus investigaciones a] " ... nuestra ignorancia de 52
Ibidem, pág. 823.
los procesos biológicos, que constituyen la esencia de la sexuali-
., 53
Ibidem, pág. 804.
54
Ibidem, pág. 804.
dad, no siéndonos posible construir, con los escasos datos que 55
Ibidem, pág. 818.

54 55
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE SEXUALIDAD Y ESTÉTICA

Laplanche, "puede producir un efecto marginal que es precisa- biológico disfuncional de maduración. El masoquismo como
mente excitación sexual en el punto donde este efecto [de pertur- modelo de la sexualidad nos permite sobrevivir a nuestra infan-
bación, de fragmentación] es producido" 56 • La sexualidad sería cia y a nuestra infancia temprana. Los animales pequeños ya
aquello que es intolerable para el yo (sel() estructurado. Desde hacen el amor; los humanos pequeños producen sexualidad. El
esta perspectiva, la característica distintiva de la infancia sería su masoquismo, lejos de ser una aberración individual, es una dis-
susceptibilidad para lo sexual. La naturaleza polimórficamente posición heredada que resulta de una conquista evolutiva.
perversa de la sexualidad infantil sería una función de la vulne- Así, paralelamente al argumento teleológico de los Tres ensa-
rabilidad del niño a ingresar en la sexualidad hecho pedazos. La yos de teoría sexual, un argumento completamente diferente se
sexualidad es un fenómeno particularmente humano en el senti- despliega -de manera insistente e incluso casi invisible. Este segun-
do de que su propia génesis puede depender del décalage, o la do argumento casi disuelve la especificidad por la cual Freud po-
brecha, en la vida humana, entre las cantidades de estímulos a dría esperar que su tema fuera reconocido. La experiencia de los
los que estamos expuestos y el desarrollo de las estructuras del yo así llamados casos anormales, escribe Freud en el primer ensayo,
(ego) capaces de resistir o, en términos freudianos, de ligar esos "nos enseña que entre el instinto sexual y el objeto sexual existe
estímulos. El misterio de la sexualidad es que nosotros no sólo una soldadura ... Se nos indica así la necesidad de disociar hasta
buscamos libramos de esta tensión que fragmenta sino también cierto punto en nuestras reflexiones el instinto y el objeto" 57 • El
repetirla e incluso aumentarla. En la sexualidad, la satisfacción esfuerzo por "reencontrar" un objeto original sería un intento de
es inherente a la dolorosa necesidad de encontrar satisfacción. retomo a una disposición en la que ningún objeto es privilegiado,
No se trata por lo tanto de decidir si la crueldad -o, más en la que la sexualidad puede surgir de cualquier fuente (podemos
específicamente ahora, el masoquismo como "fundamento" de ser estimulados por un pecho, un pulgar, un balanceo, un pensa-
todas las formas de la crueldad- opera o no independientemente miento ... ) y en la cual, finalmente, cualquier parte del cuerpo es
de las zonas erógenas, o incluso de la búsqueda de las "influen- una zona potencialmente erógena. "En el placer de contempla-
cias recíprocas" a las que la crueldad y el desarrollo sexual esta- ción y de exhibición, el ojo constituye una zona erógena", escribe
rían sujetos de alguna manera. Más bien, la sexualidad -al me- Freud en el primer ensayo; y en la sexualidad que implica cruel-
nos en el modo en que está constituida- podría ser pensada como dad, "la que adopta esta misión es la piel", lo que Freud llama
una tautología del masoquismo. incluso "la zona erógena por excelencia" 58 • Y encontramos esto
Quiero proponer que, más significativamente, el masoquis- en una nota al pie agregada en 1915: "Nuestras investigaciones y
mo sirve a la vida. Es quizás sólo porque la sexualidad está deducciones nos llevan a atribuir a todas las partes del cuerpo, así
ontológicamente fundada en el masoquismo que el organismo como a los órganos internos, el carácter de erogeneidad" 59• La
humano sobrevive a la brecha entre el período de estímulos que investigación de la sexualidad humana conduce a una separación
hace estallar y el desarrollo de las estructuras resistentes o defen- masiva de lo sexual respecto tanto de la especificidad del objeto
sivas del yo (ego) a las que me referí hace un momento. El ma-
soquismo sería la estrategia física que parcialmente vence un proceso
S. Freud, Obras completas. Traducción de Luis López-Ballesteros. Ed.
,,
57

Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Tomo 1, pág. 777.


56 Vie et mort en psychanalyse, pág. 149-50. Traducción al castellano de 58 Ibidem, pág. 787.
Matilde Home. Buenos Aires, 1973. 59 Ibidem, pág. 794.

56 57

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SEXUALIDAD Y ESTÉTICA
EL CUER/'0 FREUDIANO - /'SICOANÁUS/S Y ARTE

como del órgano. Deseamos lo que casi nos hace estallar y la


experiencia del estallido es, parecería, sin un contenido específi-
co - lo cual puede ser nuestra única manera de decir que la expe- ¿Es que volvimos al impasse de El malestar en la cultura?
riencia no puede ser dicha, que pertenece a la biología no-lin- Habiendo sugerido en ese trabajo la posibilidad de reconstruir la
güística de la vida humana. El psicoanálisis es el intento sin pre- oposición entre el individuo y la civilización, hemos quizás aho-
cedentes de psicologizar esa biología, de forzarla a entrar dentro ra reforzado esa misma oposición al fundamentar la destructivi-
del discurso, de insistir en que el lenguaje puede ser "tocado por" dad masoquista no en las vicisitudes anecdóticas de las identifi-
o que puede "recoger" ciertas vibraciones del ser que nos apar- caciones parentales sino en la ontología de la sexualidad misma.
tan de cualquier conciencia del ser. Según lo que llamé el contraargumento de los Tres ensayos -el
Si la sexualidad humana, como algo distinto de las experien- argumento que va contra la posición teleológica-, la sexualidad
cias de contactos corporales que compartimos con los animales, no sería originalmente un intercambio de intensidades entre in-
es un tipo de aberración funcional de las especies, entonces los dividuos sino más bien una condición de negociaciones quebra-
comienzos abortados, incompletos y no desarrollados de nuestra das con el mundo, una condición en la cual los otros meramente
vida sexual constituyen y agotan su esencia. La ontología de la desencadenan los mecanismos de autofragmentación de la
sexualidad es inconexa respecto de su desarrollo histórico. La jouissance masoquista. Es desde esta perspectiva que se comprende
sexualidad se manifiesta a sí misma en una variedad de actos mejor la importancia excepcional de la genealogía del sadismo y
sexuales y en una variedad de actos supuestamente no sexuales, el masoquismo en el ensayo de 1915 sobre "La pulsión y sus
pero su excitación constitutiva es la misma en la cópula amorosa vicisitudes". Con el propósito de dar cuenta del misterio de la
de dos adultos, la sumisión ilimitada de un esclavo ante la paliza sexualidad sádica -es decir, de cómo podemos ser sexualmente
de su amo impiadoso y la masturbación del fetichista llevada a iniciados por el sufrimiento de los otros, como una pregunta
cabo con una pantufla plateada acariciada con ardor. La sexua- diferente de la pregunta más fácil de por qué deseamos ejercitar
lidad es el sustrato atemporal del sexo, aunque el argumento poder sobre los otros-, Freud se ve llevado a sugerir que el espec-
teleológico de los Tres ensayos representa un intento de reescribir táculo del dolor en los otros estimula una representación mimética
la sexualidad como historia y como relato por la vía de reinstalar que hace estallar al sujeto en la excitación sexual. El sadismo se
estructuras de especificidad de órgano y objeto. El trabajo de define en "Las pulsiones y sus vicisitudes" como una identifica-
Freud es una recapitulación textual de la existencia psicoanalítica ción masoquista con el objeto sufriente. El placer sexual entra en
del cuerpo. Las fases de la sexualidad infantil y el punto cúlmine el esquema freudiano, según lo ha notado Laplanche, "con la
del complejo de Edipo dan una inteligibilidad narrativa a un posición sufriente" y él sugiere que la representación fantasmática
texto de otro modo atormentado, por así decir, por puntos de es en sí misma ébranlement y está entonces "íntimamente rela-
formulación tautológicos y que se anulan a sí mismos. Del mis- cionada, en su origen, con la emergencia de la pulsión sexual
mo modo, el yo (ego) domesticará, estructurará y narrativizará masoquista" 6º. El sufrimiento de los otros provee -para volver a
aquellas olas de excitación que simultáneamente ponen en peli- un pasaje ya citado de los Tres ensayos- "emociones intensas,
gro y también protegen los primeros años de la vida humana.
Ese proceso se describe y ejemplifica en el cuerpo textual -in Vie etmorten psychanalyse, pág. 155y165. Traducción al castellano de
60
corpore freudiano- del discurso psicoanalítico. Matilde Home. Buenos Aires, 1973, págs. 123 y 132-133.

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EL CUERPO FREUDIANO - /'SICOANÁLISIS Y ARTE
SEXUALIDAD Y ESTÉTICA

aunque presenten un carácter penoso", una emoción que produ- a ejercer presión sobre los nervios erectores y a produ-
ce la sexualidad. Así, la sexualidad sadomasoquista sería algo así cir, en acuerdo con esta perturbación [ébranlement], lo
como una versión melodramática de la constitución de la sexua- que se llama una sensación lúbrica62 •
lidad misma, y la marginalidad del sadomasoquismo no consis-
tiría en otra cosa que el aislamiento, incluso el volverse visible, El enlace perdido aquí parecería ser el medio de transporte des-
de los fundamentos ontológicos de lo sexual. de la "conmoción" del otro hacia la "vibración" del libertino.
Según especulé, la práctica sadomasoquista es indudablemente Pero ésta sólo puede ser la percepción agitada de la primera. La
la narrativización de un masoquismo que puede haberse desa- "vibración" que produce signos reconocibles de excitación sexual
rrollado como una necesidad de la evolución. El masoquismo es el espectáculo de la conmoción de la otra persona. La excita-
como una solución a las secuencias disfuncionales de la madura- ción sexual debe ser representada antes de que pueda ser sentida;
ción humana se repetiría como una elección disfuncional -una o, más exactamente, es la representación de una conmoción
elección, esta vez, de extinción más que de supervivencia. Obvia- alienada. Podemos ver cómo el sadismo sería una consecuencia
mente debería reconocerse aquí la ejemplaridad marginal y es- lógica de esta perspectiva de la sexualidad. Si la estimulación eró-
candalosa del Marqués de Sade. Sade dramatiza el argumento tica depende de la conmoción percibida o fantaseada en los otros,
implícito de "Las pulsiones y sus vicisitudes": es decir, esa sexua- se vuelve razonable poner a los otros en un estado de máxima
lidad mimética es sexualidad sadomasoquista 61 • En Las 120 jor- conmoción. Además, opera la que podría ser llamada la lógica del
nadas de Sodoma, Sade se aproxima a sugerir que nosotros no pecho acariciado: aún más claramente que en el caso de la mujer a
tenemos sexo con otros porque ellos nos excitan; la excitación es la que se refiere Freud, que busca, más que liberarse, incrementar
la consecuencia del sexo más bien que su motivo. Y esto es por- la tensión de la excitación que le produce la mano sobre el pecho,
que es esencialmente en el libertino una respuesta a la agitación tenemos aquí una ilustración del ritmo acelerado de réplica inhe-
que él produce en el cuerpo del otro, en los divertidos términos rente a la sexualidad. En Sade, las vibraciones provocadoras de
fisiológicos en los que Sade resume las ideas del Duque: erección del libertino se incrementan en proporción directa a la
intensificación visible del sufrimiento de su víctima.
Él se dio cuenta de que a una violenta conmoción Sade nos retrotrae -aun brutalmente- a una pregunta que
infligida sobre cualquier tipo de adversario se responde propuse hacia el final del capítulo precedente: ¿hay alguna for-
con un estremecimiento en nuestro propio sistema ner- ma de discurso civilizado que pueda, al menos parcialmente, di-
vioso; el efecto de esta vibración, al despertar el espíritu sipar nuestra sexualidad salvaje? Ahora bien, para decirlo inás
animal que fluye por estas concavidades nerviosas, obliga específicamente a la luz de nuestra lectura de los Tres ensayos:
¿cómo podría concebirse la estética como una perpetuación y
61 elaboración repetitiva de las tensiones sexuales masoquistas?
Freud propone explícitamente esta conexión en "Dostoievsky y el pa-
rricidio" (1928 (1927]), cuando habla de la simpatía ilimitada de Como respuesta oblicua a esta pregunta, propondré -en mayor
Dostoievsky por el criminal como "identificación sobre la base de idén- medida de un modo algo breve y discontinuo- ciertos modelos
ticos impulsos asesinos, y en último término, narcisismo ligeramente
desplazado'', y agrega Freud que "acaso es éste el mecanismo de la ;
compasión". En Obras completas, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. 62 Sade, The 120 Days of Sodom and Other Writings, tr. Austryn Wainhouse
Tomo II, pág. 1143. y Richard Seaver (Nueva York: Grove Press, 1966), p. 200.

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁ LISIS Y ARTE SEX UALIDA D Y ESTÉTICA

de una antinarrativa erotizante de la conciencia en el arte de Freud como indicadora de una "verdad acerca de" da Vinci
(Mallarmé, Sade, Henry James, la reformulación de Pasolini en . que como ejemplificación de las posiciones continuamente cam-
Saló y algo del arte neoasirio). biantes de la sexualidad traumática. En esa fantasía, Leonardo
Comencemos con el ilustre caso del interés visual móvil y sin está a la vez siendo alimentado y alimentando; él es tanto besado
límites descrito por Freud en su ensayo sobre Leonardo da Vinci. como alimentado por su madre; es el propio pene de Leonardo lo
El problema de Leonardo -su inestabilidad, su complacencia en que la madre-buitre empuja dentro de su boca; y el pájaro es a la
dejar el trabajo a medio hacer, su falta de habilidad para ejecutar vez la madre misteriosa y amorosa y el niño que tiene la experien-
muchos de los proyectos que imaginaba- es, según argumenta Freud, cia, en el vuelo, de la satisfacción de su deseo de ser sexualmente
resultado de la ausencia de su padre en sus primeros años. No satisfecho. En estas fantasías de autofragmentación Leonardo no
hubo alguien que inhibiera la curiosidad sexual infantil que, aun está en ningún lugar salvo en una cierta disposición para comen-
sublimada más tarde en la curiosidad científica de Leonardo, con- zar siempre de nuevo sus representaciones experimentales de cómo
serva la compulsión repetitiva, la naturaleza inconclusa de las pre- y por qué ha sido fragmentado.
guntas del niño. ¿Pero qué quiere decir hacer preguntas? La curio- Así, Freud parece inclinarse hacia la posición de que poner fin
sidad sexual del niño es una forma de deseo, y en el caso de a esta movilidad sería poner fin a la sexualidad misma. Pero el
Leonardo esto significa que sus investigaciones llevan la marca de propio Freud está continuamente cambiando sus posiciones so-
haber sido besado por su madre, como lo dice Freud de modo bre la cuestión de las posiciones cambiantes. Presenta los rasgos
estruendoso: "una temprana madurez sexual [von ihr zur sexuellen de las investigaciones infantiles a la vez como dañinos y como
Frühreife emporzeküsst] ". "La ternura de su madre", escribe Freud, benéficos; son, al mismo tiempo, responsables de la inhabilidad
"determinó el destino de Leonardo" 63 , y ese destino se caracteriza de Leonardo para ejecutar tantos de sus proyectos y de las figu-
por un grado extraordinario de indeterminación y movilidad en ras ricamente indecidibles de sus pinturas. La inhabilidad de Freud
su pensamiento. El "excesivo" amor de la madre por el niño lo para ser conclusivo en su propia investigación es aún más visible
inicia en la sexualidad, y es claro que esto significa que ella lo en los roles particularmente no establecidos que atribuye al pa-
seduce en una fantasía ontológicamente traumática. Leonardo, dre en el estudio de da Vinci. Freud se las arregla para proponer
por ejemplo, busca poseer a su madre imitando la posesión que todas las siguientes posiciones, casi sin ningún intento de recon-
ella hace de él. Su homosexualidad, según Freud, es la expresión ciliación: imitar al padre promueve creatividad masculina pero
disfrazada de una heterosexualidad precozmente intensa: él conti- es también responsable de la indiferencia de Leonardo por su
núa gozando del amor de su madre al mudarse hacia la posición arte (que Freud ve como una repetición de la indiferencia del
de ella y al amar a los muchachos como ella lo amaba a él. La padre hacia su hijo); resistir al padre promueve una independen-
fantasía del buitre de Leonardo64 es menos importante en el texto cia productiva en el trabajo científico de Leonardo (aunque no

63 S. Freud, Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci. Trad. de Luis cuna, se me acercó uno de estos animales, me abrió la boca con su cola
López-Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. T. 11, pág. 490. y me golpeó con ella, repetidamente, entre los labios". Se ha escrito
64 Por supuesto me refiero al pasaje de los cuadernos de Leonardo que mucho acerca de que, como lo señaló el editor de la Standard Edition,
Freud cita al comienzo del segundo capítulo: "Parece como si me ha- ~ hay dos inexactitudes en la traducción al alemán que usó Freud: en
llara predestinado a ocuparme tan ampliamente del buitre, pues uno italiano nibio sería "milano" y no "buitre'', y se omitió dentro (en
de los primeros recuerdos de mi infancia es el de que, hallándome en la dentro alle labbra).

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE
SEXUALIDAD Y ESTt.TICA

está de ningún modo claro por qué esta independencia no sería el comienzo mismo [van Anfang an] en curiosidad intelectual " 65 •
fructífera y también necesaria para el arte y cuál es la exacta Freud sugiere que esta energía libidinal ya no está ligada a "los
relación entre la independencia de las investigaciones de da Vinci complejos primitivos de la investigación sexual infantil", lo cual
y su carácter incompleto); regresar al' período de la seducción significa que los intereses intelectuales a cuyo servicio ahora ope-
materna es, para Leonardo, encontrar la fuente de inspiración ra no son formaciones sustitutivas de esos complejos66 • En esta
para su mayor arte, aunque, finalmente, la falla del padre para forma de sublimación, la sexualidad proveería entonces la ener-
inhibir la excitada curiosidad alimentada por el amor de lama- gía del pensamiento sin definir sus términos. Ahora bien, para
dre tiene el efecto negativo de hacer que Leonardo abandone su decirlo de otro modo, tendríamos una versión no referencial de
arte y multiplique investigaciones incompletas en el "cuerpo pensamiento sexualizado. ¿Qué significa esto? Hasta ahora, la
materno" de la naturaleza. crítica psicoanalítica de arte (incluyendo la de Freud) tendió
La turbulencia teórica del ensayo de Freud sobre Leonardo mucho a un reconocimiento de la expresión en términos de refe-
puede quizás remontarse a la resistencia de Freud a las implica- rencia sexual -es decir, como una expresión ante todo sintomática.
ciones de su modelo traumático (materno) de la sexualidad. El Ahora desearíamos dedicar nuestra atención a aquellos momen-
trauma por el cual el niño es besado en la prematuración sexual tos o modos del discurso cultural (pienso que nos referimos ge-
produce inmediatamente energías fantasmáticas, energías que, neralmente a tales momentos o modos como signos de la "esté-
como muestra Freud, conllevan un juego inmensamente pro- tica") en que el investimento libidinal de la conciencia se vuelve
ductivo de representaciones. En el caso de Leonardo, la persis- visible -ya vimos cómo se vuelve visible en textos del mismo
tencia del intento de identificación con la madre misteriosa, ame- Freud- como una especie de movilidad en la repetición, un lla-
nazante y "excesivamente" amorosa, lo condujo no sólo a mul- mativo movimiento del pensamiento que de alguna manera vuel-
tiplicar sus investigaciones científicas sino también a pintar figu- ve impotentes o inoperantes sus afirmaciones.
ras de una perturbadora y poderosa indeterminación del ser Volveré sobre este punto. Por el momento podríamos hacer
(especialmente de la identidad sexual). El modelo traumático de notar que Freud se resiste claramente a aceptar las consecuencias
la sexualidad derivado de lo materno lleva a Freud hacia la pers- psíquicas y sociales de la fluctuación sexual y ontológica que des-
pectiva de una simbolización cultural como continuación más cribe en este estudio y, como consecuencia, se mueve de una mane-
que como sustituto represivo de la fantasía sexual. Ahora bien, ra algo incoherente, entre el trauma del amor materno y un relato
en otros términos, provee la base genética para una perspectiva de la vida sexual, artística y científica de Leonardo centrado en el
de la sublimación como coextensiva de la sexualidad en el sen- padre. El rol del padre en el argumento del ensayo sobre da Vinci
tido de una apropiación y una elaboración de los impulsos podría conducirnos a concluir que el padre del Edipo en el tra-
sexuales más que como una forma especial de renuncia a tales ba jo de Freud es el agente fantasmático responsable de la repre-
impulsos. sión no sólo del deseo por la madre sino, en cierto sentido, de la
Laplanche llamó la atención sobre la sobrecogedora observa-
ción de Freud en el ensayo de Leonardo acerca de que en la 1
'~ Jcan Laplanche, Problematiques !: L'Angoisse (París, PUF, 1980) pág.
sublimación "un componente instintivo de deseo sexual" esca- 345-346. La angustia. Problemáticas I. Traducción al castellano de
pa a la "ola de la represión de la energía sexual" que pone fin a ' 11
Carmen Michelena, Ed. Amorrortu, Buenos Aires, 1988.
S. Freud, Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci. Trad. de Luis
las investigaciones sexuales infantiles y es transformado "desde ''
López-Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. T. II, pág. 466.

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁUSIS Y ARTE SEXUALIDAD Y ESTf.TICA

sexualidad misma. En las fantasías edípicas del niño varón, no es nuestra cultura podría ser también un paso importante en la
que el falo paterno simplemente se ubique entre la madre y el niño remoción de la paranoia como estructura social dominante. En
para prevenir su unión sexual. Más profundamente, este falo per- la literatura, por ejemplo, la ficción de Stendhal podría ser estu-
mite antes que nada al niño concluir sus investigaciones sobre el diada como una corroboración de la naturaleza intrínsecamente
ser de la madre (ahora él "sabe", por ejemplo, que el padre castró paranoica de la sexualidad edípica, y de manera bastante asom-
a la madre) y, lo que es más importante, mantiene las identidades brosa como un esfuerzo de recrear al padre en el medio del salan
de la madre y del niño diferenciadas, y además enlaza o pone un sthendaliano como agente de una generalización afectuosamen-
fin a la sexualidad extremadamente móvil iniciada por el tempra- te irónica del amor de la madre.
no amor traumatizante de la madre.
El triángulo edípico inmoviliza representaciones. Si la sexua-
lidad se constituye como masoquismo, la inmovilización de las Sin embargo, no concluiré con Stendhal sino con un ejemplo
estructuras fantasmáticas sólo puede tener un desenlace violen- literario más cercano al ensayo de Leonardo por el hecho de que
to. Esto es, la opresiva, excesiva y desestabilizadora representa- trata, como el trabajo de Freud, con la relación entre sublima-
ción excitante debe ser evacuada; el origen masoquista de la sexua- ciones estéticas e investigaciones inconclusas. Me refiero a
lidad significa que la lógica extrema del placer sexual es su fin "L'Apres-midi d'un faune", "La siesta de un fauno'', en el cual
explosivo. El masoquismo es a la vez mitigado y cumplido por la incertidumbre del fauno acerca de si las ninfas existían real-
la muerte, y detener el juego de las representaciones quizá conde- mente, lejos de paralizar su inventiva, resulta ser la condición
na a la fantasía al placer suicida y de clímax de la pura auto- para una intensificación tanto del poder erótico como del estéti-
anulación. La violencia de la estructura edípica no es sólo la de co. Veamos un pasaje que ha sido considerado como una des-
una rivalidad imaginada entre el niño y los padres; al inhibir la cripción de sublimación artística. Propongo que el interés de los
movilidad fantasmática, el padre del Edipo promueve una sexua- versos que siguen radica en la sugerencia de que la sublimación
lidad autodestructiva, un masoquismo derivado que amenaza no es una trascendencia del deseo sino en todo caso una especie
tanto al individuo como a la civilización. de extensión del deseo que ha tomado la forma de un retroceso
Freud parece haber tenido problemas en la diferenciación pre- productivo de la conciencia:
cisa de la sublimación respecto de la represión, pero en el ensayo
de Leonardo propone un tipo de sublimación en la cual las for- Mais, bast, arcane te/ élut pour confident
mas culturales serían las reproducciones confundidas productiva- Le jonc vaste et jumeau don't sous /'azur on joue:
mente de la fantasía sexual, la proliferación de shocks fantasmáticos. a
Qui, détournant soi le trouble de la joue,
Por lo tanto, cabría esperarse una reelaboración de la teoría Reve, dans un solo long, que nous amusions
psicoanalítica en la cual la figura paterna ya no jugaría el rol de la La beauté d'alentour par des confusions
ley inhibitoria sino que más bien proveería la oportunidad para la Fausses entre elle-meme et notre chant crédule;
socialización del amor traumático experimentado inicialmente con Et de (aire aussit haut que l'amour se module
el pecho de la madre. El padre entonces funcionaría tomo una Evanouir du songe ordinaire de dos
generalización duplicadora de ese amor y no como su repudio. ' Ou de flanc pur suivis avec mes regards clos,
Esta des-edipización del padre en la mitología psicológica de Une sonare, vaine et monotone ligne.

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE SEXUALIDAD Y ESTÉTICA

¡Y basta! arcano tal buscó por confidente suplementarios del pensamiento. El fauno sugiere profundamente
junco gemelo y vasto que al sol da su tonada que el reflejo de sus fantasías eróticas en su música es un proyec-
que, desviando de sí mejilla conturbada, to movilizador de su arte más que su sentido verdadero. Ese re-
sueña, en un solo lento, tramar en ocasiones flejo puede ser el propósito de su arte, pero esa realización del
la belleza en redor, quizá por confusiones arte depende de la suspensión de su propósito, de un desliza-
falsas entre ella misma y nuestra nota pura; miento del sentido de la línea del último verso -evocada y opre-
y de lograr, tan alto como el amor fulgura, sivamente significativa- hacia el espacio entre ésta y el "sueño"
desvanecer del sueño sólito de costado que en realidad ya se ha retirado de cualquier sentido establecido
o dorso puro, por mi vista ciega espiado, al anticiparlo con desdén.
una línea vana, monótona y sonora67 • El fauno se mueve entre el preguntarse si deseaba un mero
sueño hacia el soñar, en el lento solo de su música, que la natura-
El junco del fauno se aparta de su sensualidad, la replica, leza quedaba encantaba por la confusión entre ésta y su sueño.
suplementa y modula. El "solo lento" de su sueño musical no es Durante lo que recuerda como su "lento preludio" había visto
la "línea" ficticia de la música que podría ser leída como la des- "vuelo de cisnes, ¡No! de náyades". Pero recordarlos es pregun-
tilación estética de sus fantasías sensuales de la espalda y los muslos tarse si realmente los vio. De todos modos dudar de su realidad
de una ninfa. Su solo sueña que esa destilación tiene lugar. En es desear pintarlos y pintarlos es volver a sus deseos y confundir,
otras palabras, el arte del fauno no es la replicación metamorfo- una vez más, lo que él desea con lo que podría realmente haber
seada de las líneas corporales en líneas de música sino más bien la allí. En este pseudocírculo que parece hacer volver al fauno a su
suspensión y la dilación de esa distracción estética en una con- punto musical de partida pero que en verdad lo transporta desde
ciencia anticipatoria. La posibilidad de tratar el arte como equi- un arte de entrampado realismo hacia un arte de ironías feliz-
valentes simbólicos o disfraces de impulsos sensuales se ve, por mente móviles, el fauno "repasa" el haber sido seducido por su
esto, frustrada como consecuencia de las agitaciones de la con- propio arte al incluir, en ese arte, a la naturaleza como seducida
ciencia "simbolizadora" misma. Más precisamente, la concien- por las confusiones crédulas de su canto. En cierto sentido ese
cia sublimatoria descripta por el fauno opera sobre lo que po- engaño es la brusca vuelta en sí del fauno desde su propia inge-
dría llamarse un principio de suplementariedad acelerada. Y las nuidad. Es la reserva escondida por el relato siguiente del asalto
consecuencias de este proceso de aceleración es que las equivalen- sexual del fauno a las ninfas, el conocimiento potencialmente
cias simbólicas no son nunca más que un paso en los movimientos aniquilador del asalto como mera ilusión. Y sin embargo nada
es aniquilado. La "recordada" violencia erótica del fauno es algo
67 Versión en castellano de Orto de Greiff, en: www.paginadepoesia.com.ar . modificada por nuestra propia incertidumbre acerca de dónde
Versión de Leo Bersani: But, enough, such a secret chose for confident I está o quién es el fauno. Él es el perpetrador de la violencia pero
The vast and twin reed on which one plays under the blue sky:I Which,
diverting to itself the cheek's disturbance,I Dreams, in a long solo, that es también el hecho de que la naturaleza haya sido encantada
we are beguiling/ The surrounding beauty by fictive/ Confusions between por la vacuidad de esa violencia. La ironía de "l?Apres-midi d'un
itself and out credulous song;I And (dreams) of making-as high as !ove faune" es antes aditiva que corrosiva. A la vez aleja al fauno de
modulates-1 Vanish from the everyday dream of a backl Or of a pure
side f ollowed by my elosed eyes,I A sonorous, illusory and monotonous " las ninfas y lo vuelve a llevar hacia ellas, y, lejos de debilitar su
fine. deseo, convierte los objetos del deseo en inubicables.

68 69
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE

"La siesta de un fauno" actúa la sublimación como un modo de


la ironía de Mallarmé. Mallarmé nos alienta a considerar la
sublimación no como un mecanismo por el cual se deniega el deseo
sino, en todo caso, como una actividad autorreflexiva por la cual el CAPíTuLo m
deseo multiplica y diversifica sus representaciones. Hay sin duda
una cierta purificación del impulso deseante, pero purificación de-
bería entenderse aquí como un proceso abstracto que no es necesa- Los placeres de la repetición
riamente desexualizante. La brutalidad sexual del fauno se modula
por la duda, que forma parte del relato de su brutalidad; su ataque
es a la vez negativizado y disfrutado nuevamente por una narración
del ataque. Al leer que las ninfas tratan de escapar de los brazos del Descendamos, para comenzar, a los Círculos de Manías, de
fauno: "Por huir de mi labio fogoso, y como un rayo/ zozobra! De Mierda y de Sangre. Porque es allí, en la transposición que Pasolini
la carne misterioso desmayo" 68 , podríamos recordar -de manera realiza de Las 120 jornadas de Sodoma en la película Salo, que
inapropiada y a la vez adecuada- el sentido etimológico de encontraremos (de manera bizarra e inesperada) nuestro próximo
sublimación: la transformación de un sólido en gas producida por modelo de un discurso civilizado que simultáneamente replica y
el fuego. La llama que zozobra69 en los labios del fauno hace explo- disipa nuestra sexualidad salvaje. He sugerido que Sade narrativiza
tar la apacible unidad de los cuerpos de las ninfas. Pero es el fauno el placer autofragmentante que Freud llama sexualidad. Ejemplifica
mismo el que está dividido y devorado por la irónica pasión del una tendencia en el arte a replicar ese placer en una narrativa cuya
poema de Mallarmé. En su voluntaria recreación de escenas que violencia no está sólo en las anécdotas sino que también es intrín-
podrían no haber tenido lugar jamás, el fauno complace seca, estructural. Como buena parte de la literatura erótica, Las
narcisísticamente a un yo (self) que ya se ha consumido. El deseo 120 jornadas de Sodoma pasa de anécdotas sexuales comparati-
purifica al fauno de su identidad. "Bebe" (drinks) el temor secreto vamente suaves a orgías de violencia erótica. Pero Sade señala que
(secret fright) de una persona, así como el discurso sublimador del éste no es el orden en el cual sus personajes desarrollan las expe-
poeta separa al escritor de sí mismo, disipa los asuntos opresivos riencias relatadas. Se nos cuenta por ejemplo que un determinado
de su existencia en la exuberante ironía de su trabajo. Con una día los héroes de Sade participaron en actividades que se narrarán
sofisticación digna de su creador, el fauno de Mallarmé nos ofre- sólo como parte del registro de un día posterior. En otras palabras,
ce irónicamente la frescura del arte en sus seguramente engaño- en el libro de Sade, el progreso entre un día y el siguiente no está
sos recuerdos del terror inspirado por una lengua en llamas. determinado por una cronología "real" (por la experiencia vivida
de los personajes que se designan en esta ficción como gente real),
68 Pour fuir ma levre en feu buvant, comme un éclair ffressaille! la frayeur sino que el trabajo se organiza con la intención de producir un
secrete de la chair.
69 El fr. Tressaille! es traducido por Bersani por Quivers!; conlleva la idea cierto tipo de progresión narrativa que es en sí misma eróticamente
de estremecimiento. En la versión que tomamos pasa al castellano como estimulante. En verdad, las historias cuidadosamente construidas
Zozobra! Transcribimos la traducción al inglés de estos versos; el lector de Madame Duelos y sus colegas tienen un efecto afrodisíaco sobre
encontrará los términos con los que a continuación Bersani trama su
hipótesis (N. de T.): To (lee my lip on fire drinking, as a flash of lightning ' los libertinos. Podríamos decir que el propósito del libro es crear su
/ Quivers! The secret terror of the flesh. propia narrativa. Mientras que la narrativa de Sade no reproduce la

70 71

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE LOS PLACERES DE LA REPETICIÓN

simultaneidad "real" de la fellatio, la flagelación y la coprofagia, sí A pesar de los cambios hechos por Pasolini en su tratamiento de
reproduce el escalonamiento, lo que es más profundamente caracte- Las 120 jornadas de Sodoma (principalmente al transponer la
rístico del sexo sadeano que el contenido sexual de cualquiera de las historia a un enclave fascista en la Italia de finales de la Segunda
aventuras de una jornada. El escalonamiento podría caracterizarse Guerra Mundial), su adhesión a Sade es asombrosa. CasiJogra
como un movimiento calculado hacia clímax explosivos; es el rit- hacer de la violencia sádica parte de un espectáculo de entreteni-
mo narrativo más apropiado al origen masoquista de la sexuali- miento (la película, con sus divertissements laterales de pintura,
dad. Porque si la sexualidad está constituida como masoquismo, música y danza, nos ofrece un pequeño festival de las artes), y al
su lógica extrema es su final explosivo; el masoquismo es a la vez proceder de este modo Pasolini parece aceptar un grado de cola-
liberado y cumplimentado por la muerte. boración extraordinario con sus libertinos fascistas. Pero, en el
Pero ya entrevimos otros modos de apropiación estética en el camino de secundarlos, se distancia de sus protagonistas sadeanos.
Leonardo de Freud y en "La siesta de un fauno" de Mallarmé. No hay distanciamiento respecto de Sade a la manera de Brecht;
Según la teoría de la sublimación, muy esquemáticamente pro- la relación de Sato con el texto literario es de una pasividad sub-
puesta por Freud en el ensayo sobre Leonardo, las diferentes for- versiva.
mas de trabajo cultural podrían realizar lo que denominé uso Pasolini duplica eso de lo cual quiere separarse. El intento de
no-referencial de la energía libidinal. En lugar de literalizar los duplicación está indicado por varias repeticiones extrañas den-
orígenes autofragmentantes de la sexualidad en una narrativa tro mismo del film. Salo muestra con frecuencia, en una especie
masoquista (esta es la solución sadeana) algunas figuras andró- de ligazón mimética, sus propios dispositivos. Por ejemplo, la
ginas en las pinturas de Leonardo, por ejemplo, duplican la música que se escucha hacia el final, durante la danza de los dos
movilidad de esos transtomos fantasmáticos iniciados por el "ex- muchachos, es la misma canción que acompaña los títulos del
cesivo" amor de la madre. Y en el poema de Mallarmé, el fauno comienzo. Asimismo, la estatuilla de una mujer arreglándose las
celebra su incapacidad para validar la existencia de las ninfas por medias 71 se refleja en el tocador del cuarto donde la Sra. Maggi se
. la vía de erotizar su ironía misma acerca de las posibles proezas viste antes de bajar las escaleras para comenzar sus narraciones;
sexuales recordadas con ellas. Pasolini, otro texto freudiano y además, la escena es repetida por la Sra. Maggi, quien se detiene
alguna escultura antigua nos ayudarán ahora a acercamos a la cerca del tocador para arreglarse las medias. Finalmente, el salto
tensión entre narratividad y repetición. ¿De qué manera las repe- suicida de la pianista desde una ventana hacia el patio "ilustra"
ticiones móviles de un texto erotizado plantean resistencia a la la historia que la Sra. Castelli cuenta acerca de unas jóvenes que
lógica de la narratividad (una lógica que a la vez domestica la habiendo sido brutalmente empujadas a través de un cuarto y
sexualidad e hipostasía su violencia) o la subvierten? una ventana, van a parar a la cámara de torturas del sótano.
Pasolini desnarrativiza a Sade a través de lo que se presenta Más exactamente, el salto de la pianista alude para nosotros a la
como una casi absoluta complicidad con el proyecto sadeano70 • historia de la Sra. Castelli, pero las dos situaciones son, por así
decirlo, imperfectamente simétricas. Un evento evoca al otro, pero
70 Los señalamientos sobre Saló y, al final de este capítulo, sobre la escultu-
ra asiria, forman parte de un trabajo hecho en colaboración con Ulysse 71
El término que usa Bersani es stockings. Así se llaman las medias que se
Dutoit. Véase nuestro "Merde alors", in October nº 13 (verano de
1980), y The forms of Violence: Narrative in Ancient Assyria and Modern ' usan con portaligas, por ejemplo. Tiene una carga erótica que la palabra
Culture. Nueva York, Shocken Books, 1985. "media" en castellano no transmite. (N. de T.)

72 73
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE
LOS PLACERES DE LA REPETICIÓN

con una inquietante diferencia (un poco a la manera en que el fálico, nada se considera de manera más despectiva que los débi-
presidente bizco nos evoca la simetría de la cara humana en virtud les orgasmos de los hombres modestamente dotados. El sadismo
de aquello que la quebranta, un ojo cómicamente desplazado). es una erótica estetizada, pero la estética se limita a los movi-
Pasolini explota el potencial de pasividad vertiginosa que tie- mientos controlados de una progresión narrativa. Salo multipli-
ne un film (su anhelo de simplemente registrar), y entonces, al ca las seducciones estéticas y, apropiadamente, casi descuida el
permitirle a su trabajo abandonarse a toda clase de sumisas orgasmo. Pasolini simplemente deja caer todo ese orgulloso foutre
duplicaciones y simetrías tranquilizadoras, crea un tipo de reco- sadeano. Nos convierte en espectadores mejor predispuestos y
nocimiento no-imitativo que es su distancia respecto de Sade y menos decididos que sus protagonistas sadofascistas. En cierto
de la violencia sádica. No obstante, lo que le reconocemos no es sentido esto significa que no nos cansamos nunca de ser especta-
otra cosa que el placer que nos produce ser transportados como dores, pero es la propia condición de sin límites de nuestro
espectadores. Como si la calma con la que "acompañamos" a esteticismo lo que constituye la perspectiva moral del sadismo en
los sádicos de Salo incluyera un movimiento de pliegue de la Salo. La frivolidad salvadora con la que simplemente continua-
cognición (un répliage que constituye nuestro simple reconoci- mos mirando, crea una conciencia del mirar, primero como parte
miento de que eso calma). Así, la distancia que Pasolini toma de nuestra ineludible implicación en la violencia del mundo y,
respecto de su tema consiste en una indulgencia excesiva hacia segundo, como una movilidad promiscua gracias a la cual nues-
ese mismo tema; se separa de las imágenes y los estilos por la vía tras apropiaciones miméticas del mundo continúan constante-
de duplicarlos, en lugar de "criticarlos" u "oponerse" a ellos. El mente en otro lugar y, en consecuencia, no requieren de la des-
movimiento crucial, quizás irresistible y casi imperceptible, por trucción de alguna parte del mundo, la cual produce satisfacción
el cual el arte reconoce sus propios procedimientos (no confun- en el momento cúlmine.
damos ese simple movimiento con una autoconciencia teórica), La relación entre Sade y Pasolini podría reformularse como
paraliza el movimiento narrativo y disuelve los puntos de refe- una relación entre dos tipos de discurso: por un lado, un argu-
rencia en una repetición irónica. mento filosófico que, en un cierto sentido, re-presenta simple-
Los libertinos de Sade son también expertos en los placeres de mente como una representación novelística a la manera de esce-
la mimética calidad de espectador, pero sus actividades son dise- nas traumáticamente persuasivas y, por otro lado, un discurso
ñadas como para liberarlos de las "vibraciones" mismas que per- autorreflexivo en términos fílmicos, que repite y desvía la violen-
siguen al torturar a otros. La apropiación de las "conmociones" cia narrativa hacia reconocimientos formales. El trabajo freu-
en Sade está pensada al servicio de un dénouement72 narrativo diano que se aproxima de más cerca a esta tensión entre una
que acaba con la excitación: la gran prueba por la que se miden narrativa filosófica y un tipo de repetición estetizante es Más allá
todos los actos en Las 120 jornadas es la perte du foutre. El sexo del principio del placer (trabajo que también busca, de una ma-
en Sade es esencialmente la pérdida del acabar, el acabar en una nera altamente problemática, localizar el placer de cada tipo de
pérdida, la explosión del momento cúlmine que confirma el éxito discurso).
de una estética limitada a las agendas locamente rigurosas de los El título del libro anuncia su perversidad mayor. Lejos de
órdenes narrativos de Sade. En el sistema sadeano de machismo proponer un instinto que sustituiría o que de algún modo ten-
" dría prioridad por sobre el principio del placer, el libro de Freud
72 En francés en el original. Significa: desenlace. (N. de T.) es, en realidad, su exploración más reveladora y más disfrazada

74 75

' ªED~
1
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE LOS PLACERES DE LA REPETICIÓN

de la naturaleza del placer y de la relación entre el placer y la de la excitación o, para decirlo del mismo modo circular, que
sexualidad. Se nos advierte de manera oblicua, desde el comien- mientras "el principio del placer se deriva del principio de cons-
zo mismo, acerca del secreto proyecto del trabajo: el primer capí- tancia [das Lustprinzip leiter sich aus dem Konstanzprinzip ab] ",
tulo sugiere que sólo podemos ir a ciegas "más allá del principio el último "se deduce [erschlossen]" de hechos que conducen al
del placer", en tanto el psicoanálisis en verdad no sabe lo que es primero. ¿Qué es lo que significan aquí los términos "correspon-
el placer. "Sobre este punto", escribe Freud (i.e. "la significación derse'', "derivarse" y "deducirse"? Los conceptos centrales de
de las sensaciones de placer y displacer, para nosotros tan impe- Más allá del principio del placer se definen a través de un tipo de
rativas") "desgraciadamente no existe ninguna teoría de este gé- proximidad indefinible con algo más. Podemos apuntar que la
nero que sea totalmente admisible. Trátase del sector más oscuro sexualidad no ha sido aún mencionada, pero cuando en efecto
e impenetrable de la vida anímica". Por lo tanto, continúa, adop- aparece por primera vez, un par de páginas más adelante, en este
temos "la hipótesis menos rígida" acerca del placer. Según esta mismo capítulo, encontramos otro ejemplo de definición con
hipótesis (resultado de una perspectiva "económica" sobre los referencia cruzada: los instintos sexuales usan el principio del
procesos anímicos) el placer y el displacer están relacionados "con placer como su "método de trabajo [Arbeitsweise]" 74 • Para co-
la cantidad de excitación existente en la vida anímica", de tal nocer la sexualidad, quizá tengamos que referirnos a su modo de
modo que "el displacer se corresponde con un incremento en la operación (esto es, al principio del placer); para conocer el prin-
cantidad de excitación y el placer con una disminución de tal cipio del placer, debemos referirnos al principio de constancia del
cantidad". La perspectiva más general de la vida anímica que cual se deriva; y para conocer el principio de constancia, debe-
esta definición presupone es que "el aparato anímico se esfuerza mos quizás hacer referencia a hechos que señalan más
para mantener la cantidad de excitación en él existente lo más coactivamente el principio del placer (ya que "forzaron" a Freud
baja posible o, por lo menos, constante". Parece que esto "es a adoptar ese principio).
sólo otro modo de afirmar el principio del placer", el cual, según Después de afirmar la arrolladora importancia que tiene en la
escribe Freud, "deriva del principio de constancia", aunque, agre- vida anímica una experiencia que no podemos definir (la expe-
ga, el principio de constancia fue "deducido de los mismos he- riencia del placer), Freud ya comienza a enumerar, antes de fina-
chos que nos obligaron a la aceptación del primero" 73 • lizar el capítulo 1, excepciones al dominio del principio del pla-
Este comienzo es perturbador y crucial. No sabemos dónde cer. Una vez hecho el resumen de lo que llama nuestra experien-
o con qué empezamos. Quizá, fuera de los escrúpulos científi- cia analítica, continúa en los capítulos 11 y III para "proporcio-
cos, Freud evita cuidadosamente identificar el placer con una nar nueva materia y nuevas interrogaciones" 75 capaces de desa-
reducción de la tensión, pero es apenas una ganancia en preci- fiar la soberanía del principio del placer. En estos capítulos, Freud
sión decir que el placer "se relaciona" con [in Beziehung mit] la nos da como evidencia tres piezas que sostienen ese desafío. La
cantidad de excitación en el aparato anímico, y que "se corres- validez científica de la tesis del libro depende de la solidez y la
ponde" [el verbo alemán es entsprechen] con una disminución

74
S. Freud, Más allá del principio del placer, en Obras completas. Trad. de
73 ''.!!>
S. Freud, Más allá del principio del placer, en Obras completas. Trad. de Luis López-Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Tomo I,
Luis López-Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Tomo I, pág. 1098.
75
pág. 1098. Ibidem, pág. 1099.

76 77
EL CUERPO FREUDIANO - /'SICOANÁLISIS Y ARTE LOS PLACERES DE LA REPETICIÓN

fiabilidad de esta evidencia; evidencia que de hecho resulta ser "tendencias masoquistas" en el yo, y entonces los sueños en las
asombrosamente endeble. Yo agregaría que aquí encuentro mi neurosis traumáticas podrían pensarse como una evidencia parti-
lectura de Más allá del principio del placer muy próxima a la de cularmente valiosa del dominio del principio del placer aun en
Jacques Derrida, quien en "Spéculer - sur 'Freud"', subraya la situaciones en que el yo parece intentar dañarse a sí mismo.
falta de progreso en la argumentación en estos primeros capí- La segunda pieza que Freud presenta como evidencia (toma-
tulos, la falla para desarrollar una tesis y la reaparición del prin- da del juego de un niño) es apenas más satisfactoria. Ésta se
cipio del placer en aquellos casos en que se supone que escapa- convirtió en uno de los pasajes más interpretados de todo el tra-
rían a él76 • bajo de Freud, por lo cual dudo de agregar algo más a la ya
En los tres casos discutidos por Freud, se trata de una aparente opresiva literatura exegética que lo rodea y asfixia. Se trata del
compulsión a repetir una experiencia displacentera. En primer lu- juego de un niño de año y medio que escenifica las ausencias y
gar menciona los sueños de pacientes que sufren de neurosis retornos de su madre arrojando un carretel de madera, atado por
traumática como resultado de un accidente o de un incidente de un cordón, sobre el borde de su cuna donde momentáneamente
guerra que implicó una amenaza para la vida. Estos sueños "rein- desaparece; hace que reaparezca tirando del cordón, y volvién-
tegran de continuo al enfermo a la situación del accidente sufrido, dolo así nuevamente visible. La desaparición del carretel va acom-
haciéndole despertar con nuevo sobresalto". Tales sueños apare- pañada por un sonido que Freud y la madre del niño reconocen
cen, entonces, refutando la teoría de Freud sobre la función de los como la palabra alemana que corresponde a "fuera" (fort ) y su
sueños como protectores del dormir y como cumplimiento de de- reaparición es celebrada con un alegre da ("aquí"). Desde la pers-
seos. Freud otorgará posteriormente un peso considerable a este pectiva de una investigación acerca de las tendencias "más allá
ejemplo, pero nosotros podemos en principio preguntarnos por de", o "más primitivas que", o "independientes de" el principio
qué lo menciona siquiera. La discusión sobre las neurosis traumáticas del placer, el único aspecto sorprendente de este juego es que el
le lleva sólo un par de páginas, después de las cuales propone dejar niño repite su primera mitad (la partida o desaparición) "con
este "oscuro y sombrío tema". Sin embargo, en la última oración mucha mayor frecuencia que la totalidad llevada hasta su rego-
de este pasaje escribe que, para no abandonar la creencia en los cijado final". ¿Cómo debemos entenderlo?
sueños como realizadores de deseos, "deberemos ... recordar las La primera respuesta de Freud es que el niño transforma un
misteriosas tendencias masoquistas del yo" 77 . En efecto, nada pa- rol pasivo en uno activo, y que su esfuerzo para lograrlo "podría
rece más necesario. En el capítulo 1 ya se había referido, casi entre atribuirse a un instinto de dominio, que se hace independiente
paréntesis y de manera no demasiado clara, al principio del placer de que el recuerdo fuera o no penoso en sí". De esta manera, nos
como algo que "llega a dominar al principio de la realidad, para encontramos de repente en el corazón de un área críticamente
daño del organismo entero" y a que esto tiene lugar "en el mis- problemática del pensamiento de Freud: la relación del dominio
mo yo" 78 . Por supuesto que otro modo de decirlo sería hablar de con el placer y, de modo aún más problemático, con la sexuali-
dad79. La segunda interpretación que Freud hace de la preferencia
76
Derrida, La carte posta/e de Socrate a Freud et au-dela. Parl:s,
Flammarion, 1980). En español: La tarjeta postal; De Sócrates a Freud
y más allá. Siglo XXI, 1986 (segunda edición aumentada 2001).
... 79
En este mismo pasaje Freud escribe: "Llégase así a sospechar que el
77
Op. cit., pág. 1100. impulso a elaborar psíquicamente algo impresionante, consiguiendo de
78
Ibídem, pág. 1098. este modo su total dominio, puede llegar a manifestarse primariamente

78 79
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE
LOS PLACERES DE /,A REPETICIÓN

del niño por la mitad penosa del juego es más una repetición narrativos. Digo "engañosamente improductiva" porque es pro-
corregida de su primera explicación que una genuina alternativa ducido un argumento, pero en lugar de avanzar "más allá del
a la misma. Hacer que el objeto desaparezca se considera ahora principio del placer", nos ofrece una redefinición o una prolon-
como un modo de "la satisfacción de un reprimido impulso ven- gación de ese principio. En el proceso de reunir diferentes tipos
gativo contra la madre por haberse separado del niño y [podría] de evidencia (extraídas por ejemplo de la vida familiar normal y
significar el enfado de éste: 'Te puedes ir, no te necesito. Soy yo de casos de severas neurosis de guerra), Freud parece compelido a
mismo el que te echa" 80 • Por supuesto que esto suena a una for- defender, a través de la repetición, la posición que el título mis-
ma de dominio, pero el deseo de dominar la situación, en lugar mo del libro ha prometido refutar -esto es, citar la primera ora-
de someterse pasivamente a ella, ahora es inseparable de un im- ción del primer capítulo, es decir que "en la teoría psicoanalítica
pulso de venganza. Es decir que el impulso de dominio está car- suponemos que el curso de los procesos anímicos es regulado
gado afectivamente; incluye lo que sólo puede ser leído, a mi automáticamente por el principio del placer". Podríamos inclu-
entender, como un placer a la vez sádico y masoquista. El niño so decir que, por primera vez en la escritura de Freud, la palabra
goza de la fantasía de que su madre sufra el dolor de la separa- "placer" comienza a abandonar su uso corriente y a funcionar
ción que ella originalmente le infligió. Decir esto es recordar que como un concepto psicoanalítico. Todos los retornos al placer
la venganza aquí debe incluir el propio sufrimiento del venga- en los tres primeros capítulos de Más allá del principio del placer,
dor; al hacer que su madre desaparezca, el niño se ha privado a sí retornos hechos en el esfuerzo por demostrar su poder limitado,
mismo de su presencia, de la misma manera que él fue privado tienen el efecto de disolver casi la palabra en la multiplicidad
por ella. Pero el sufrimiento del niño es ahora inseparable de dos misma de sus referencias. Es como si esa palabra escandalosa-
fuentes de placer: su representación de la madre sufriendo, y lo mente vaga no pudiera dejar de referir a aquello que es ajeno a
que considero la gratificación narcisista de ejercer tanto poder. En ella -de hecho, al concepto mismo de destructividad, que se pue-
realidad no hay secuencia aquí, en todo caso hay una única repre- de suponer arruinará su soberanía. Así, desde el comienzo, el
sentación satisfactoria de un dolor por la separación tanto para la texto es trabajado -tal como se labra un campo- por una asocia-
madre como para el niño. En otras palabras, el dominio está en ción del placer con el daño e incluso posiblemente con la des-
simultaneidad con el ª!!to-castigo; una fantasía de omnipotencia trucción del yo, de sí mismo; asociación que finalmente será a la
y autonomía (el niño a la vez controla los movimientos de su vez reconocida y reprimida, y que al comienzo encontramos como
madre y no la necesita) es inseparable de una repetición del dolor. un contraargumento no reconocido e inadmisible.
Comienza así a tomar forma una línea muy curiosa de argu- Ese argumento da un paso adelante crucial -aún no recono-
mentación. El tema aparente de Freud aquí es la enigmática repe- cido y todavía inadmisible- en la "evidencia" del capítulo III.
tición, y la "investiga", incorporando una enigmática y engaño- Esta nueva pieza de evidencia es en realidad una versión revisada
samente improductiva repetición en sus propios procedimientos de una cuestión planteada en el capítulo 1, y que complicaba el
ya intrincado modelo de esa suerte de repeticiones en Más allá
y con independencia del principio del placer". Ver también la breve del principio del placer. Ahora Freud da el ejemplo de la compul-
discusión sobre sadismo y masoquismo en Los instintos y sus destinos sión a la repetición en la transferencia psicoanalítica, experiencia
(1915) donde sugiere la quizás inevitable sexualización de los impulsos t•
de dominar al Yo y a los otros. que no sólo es incapaz de causar placer sino que "reproduce tam-
so Op. cit., pág. 1101. bién sucesos del pasado que no traen consigo posibilidad ninguna

80 81

.~i¡h\','(t\~!\
EL CUERPO FREUDTANO - l'STCOANÁLTSTS Y ARTE LOS PLACERES DE LA REPETICIÓN

de placer y que cuando tuvieron lugar no constituyeron una sa- por él83 • En la vida humana, la sexualidad llega "en el momento
tisfacción y ni siquiera fueron desde entonces impulsos instinti- equivocado" -pero, como lo he venido sugiriendo, es creada por
vos reprimidos" 81 • Se espera que consideremos esto como algo ese momento equivocado ... La sexualidad humana se constituye
completamente diferente del caso mencionado al final del capí- como una especie de fragmentación psíquica, como una amena-
tulo 1 acerca de experiencias originariamente placenteras que cau- za a la estabilidad y a la integridad del yo (self) -una amenaza
san displacer al retornar al yo consciente luego de haber sido ante la cual es quizá sólo la naturaleza masoquista del placer
reprimidas. Pero en el capítulo III, Freud describe la vida sexual sexual lo que nos permite sobrevivir. El tercer capítulo de Más
infantil de una manera que nos haría ver la naturaleza proble- allá del principio del placer traduce la ontología masoquista de
mática de cualquier tipo de distinción entre el placer y el displacer la sexualidad que encontramos en los Tres ensayos para una teo-
-al menos entre el placer y el displacer sexual. Debo señalar, por ría sexual, a términos un tanto anecdóticos (Freud enumera las
supuesto, que la sexualidad ha surgido una vez más en el texto: dificultades "reales" y los obstáculos en el recorrido del placer
las tensiones de los impulsos de deseo que se vuelven a experi- sexual infantil), pero a pesar de este cambio en el nivel de análisis,
mentar en la transferencia psicoanalítica son tensiones de impul- esta "caída" de lo ontológico en lo histórico, la conclusión es la
sos sexuales no liberados. Freud escribe: misma: la sexualidad es indisociable del masoquismo. Los peno-
sos conflictos que acompañan la sexualidad infantil, lejos de con-
La primera flor de la vida sexual infantil se halla- ducir simplemente a su extinción, contribuyen en verdad a su con-
ba destinada a sucumbir a consecuencia de la incom-· tinuidad y a su poder. No tendríamos una secuencia de sexuali-
patibilidad de sus deseos con la realidad y de la insu- dad, conflicto y extinción, sino que los conflictos, las adversidades
ficiencia del grado de evolución infantil y, en efecto, y los fracasos contribuirían quizás a la intensificación necesaria
sucumbió entre las más dolorosas sensaciones. para la sexualización de los procesos anímicos. La compulsión a
repetir la experiencia reprimida supuestamente displacentera po-
Las razones de esto, nos sugiere Freud, son numerosas: el fra- dría, en consecuencia, entenderse como una tendencia permanen-
caso del niño en conseguir todo el amor que él o ella desea, la te por parte del yo a resexualizar su estructura. Esto se realizaría en
naturaleza no consumada de las investigaciones sexuales infanti- nombre del placer, así como cualquier resexualización fragmentante
les, los celos entre hermanos, la imposibilidad de hacer bebés por sería resistida también en nombre del placer.
sí mismo, los castigos ocasionales y la creciente demanda de la
83
educación82 • Esta perspectiva de la sexualidad infantil puede encontrarse en otros
lugares de la obra de Freud. Por ejemplo, en el historial de "Juanito"
Genéticamente, la sexualidad es inseparable de la experiencia (Análisis de la fobia de un niño de cinco años. 1909). Freud sugiere allí
del fracaso; es decir, en otros términos, la posibilidad de placeres la inevitabilidad de la represión infantil: ya sea porque el niño es incapaz
instintuales era ya en el pasado, desde el comienzo mismo, inse- de resolver intelectualmente "el difícil problema de la procreación y
utilizar los impulsos agresivos desencadenados por la proximidad de la
parable de la realidad del dolor, y era finalmente conquistada solución" o debido a "una intolerancia de su constitución con respecto
a la satisfacción masturbadora habitual o si la mera persistencia de tan
81 S. Freud, Más allá del principio del placer, en Obras completas. Trad. de l.< intensa excitación sexual tenía que acabar por originar la transforma-
Luis López-Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Tomo 1, ción mencionada" [es decir "la transformación del anhelo libidinoso"
pág. 1103. en angustia) pág. 711 de la op. cit. Véase también Pegan a un niño
s2 Ibídem, pág. 1103 y 1104. (1919) y La sexualidad femenina (1931).

82 83
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE
LOS /'LACERES DE LA REPETICIÓN

instintual "expandida", como el fin de nuestra búsqueda de algo


"más allá" del principio del placer. Y en la última página del
La segunda parte de Más allá del principio del placer podría último capítulo, Freud finalmente dirá lo que estaba ya conteni-
ser leída como un intento de Freud de escapar a las conclusiones do en la definición de placer en las primeras páginas del primer
señaladas por la "evidencia" de la primera parte. Para el capítulo capítulo: "El principio del placer parece hallarse al servicio de los
V Freud ha promovido la compulsión a la repetición (los ejem- instintos de muerte".
plos que pudimos entender recién como deseos de repetir una Las vicisitudes a lo largo de esta larga ruta incluyen un mo-
excitación masoquista) como una fuerza ininteligible que descri- mento en el que a Freud le parece que los instintos mismos de
be como demoníaca. Él le ha dado "un carácter instintivo" afir- autoconservación del yo no son otra cosa que "instintos parcia-
mando sencillamente cuán oscura es84 • Aún más: la compulsión les cuya función es asegurar que el organismo seguirá su propio
a la repetición cambia la noción de instinto, simplemente al con- camino hacia la muerte" 85 • Pero, Freud escribe con una aflicción
vertirse en uno de ellos. Habiendo comenzado como signos de comprensible, que esto "no puede ser" así. Están los instintos
una posible excepción al principio del placer, las características sexuales, se recuerda a sí mismo y nos lo recuerda, y de pronto
de la compulsión a la repetición se convierten en precondiciones parece como si su anterior oposición entre los instintos del yo (la
de todo comportamiento instintual -un salto que garantiza la expresión fue introducida en un artículo de 1910) y los instintos
armonía entre tal repetición y el placer. Pero en el movimiento sexuales fuera a ser reforzada con este nuevo trabajo por la pers-
mismo de su promoción, la repetición ha cambiado desde, diga- pectiva de que "los primeros tiendan a la muerte y los segundos
mos, la necesidad del niño de repetir la excitación satisfactoria a la conservación de la vida" 86 • Sin embargo esta oposición pre-
de una venganza de autocastigo contra su madre hacia un inten- senta problemas tan pronto como es formulada. Primero fue,
to de restaurar la inactividad de la vida inanimada que precede- unos pocos años antes, el descubrimiento psicoanalítico del nar-
ría a toda excitación. cisismo, es decir, de la naturaleza libidinal del yo -el cual, debe-
La repetición puede ser inherente a la lógica de la sexualidad ríamos señalar, ha sido la sede gravemente hostigada del princi-
misma si, como hemos visto que Freud puntualiza con perpleji- pio de realidad, de los instintos de autoconservación, del princi-
dad en los Tres ensayos,-un estímulo sexual es "removido" al ser pio del placer, del instinto de muerte y de la sexualidad. Ahora
repetido o incluso intensificado. Pero en Más allá del principio corremos el riesgo de una inversión violenta de las posiciones:
del placer, Freud manipula violentamente la noción de repeti- "Si", como escribe Freud, "también los instintos de conserva-
ción con el fin de proponer en el instinto de muerte un maso- ción son de naturaleza libidinosa, no existirán entonces sino ins-
quismo no-sexual, un masoquismo del cual el dolor excitante ha tintos libidinosos" 87 • El yo ha sido sacudido de un sistema monista
sido completamente evacuado. Así, de la manera menos directa a otro, de la hegemonía de los instintos de muerte a la hegemo-
y sorprendente, el intento por mantener el nivel de la tensión nía de los instintos sexuales. En este momento excepcionalmente
psíquica tan bajo como sea posible -un intento en el que se nos
invita a ver, muy pronto en el capítulo 1, la operación misma del 85
S. Freu~ Más allá del principio del placer, en Obras completas. Trad. de
principio del placer- ahora nos es presentado, en su forma Luis López-Ballesteros. Ed. Bibliotecá Nueva, Madrid, 1968. Tomo I,
pág. 1113.
86
84
Ibídem, pág. 1115.
Op. cit., pág. 1111. 87
Ibídem, pág. 1119.

84 85
EL CUERl'O FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE LOS PLACERES DE LA REPETICIÓN

crítico podía esperarse un colapso de los dualismos de Freud y identidad entre placer y dolor, y el enlace profundo entre sexua-
una reconsideración de la sexualidad como muerte, o, más exac- lidad y destrucción, están ocultos por una analogía dentro de la
tamente, la hipótesis de una identidad entre una conciencia oposición, una analogía que reduce la sexualidad a aún otra
sexualizada y una conciencia desestabilizada y potencialmente manifestación del impulso a la estasis.
fragmentada. Lo que fue reprimido en la especulativa segunda mitad del
Pero Freud no hace nada de eso aquí, y en uno de los pasajes texto de Freud es la sexualidad en tanto que masoquismo pro-
más notables de todo su trabajo, insiste: "Nuestra concepción ductivo. La posibilidad de explotar los efectos fragmentantes de
era dualista desde un principio y lo es ahora aún más". El apre- la sexualidad para mantener las tensiones de una conciencia
ciado modo dualista de pensamiento vuelve a ser instituido, pri- erotizada, de-narrativizada y móvil, se descuidó o fue rechazada
mero por la afirmación de que "sospechamos que en el yo ac- en favor de considerar el placer como tan sólo la reducción de
túan" instintos no libidinales, aunque Freud confiesa que el psi- toda tensión y la evacuación de toda excitación. Freud argu-
coanálisis no ha podido hasta ese momento producir un ejem- menta explícitamente que, tan pronto como la materia inani-
plo de instinto de muerte, esto es "instintos diferentes de los mada recibió los atributos de la vida, ésta buscó cancelarlos. Vi-
instintos libidinosos de conservación" 88 • Segundo, y del modo mos que en los Tres ensayos de una teoría sexual Freud se sentía
más importante, como para preservar a la sexualidad de la proxi- "obligado a pesar suyo a admitir" su incapacidad para "explicar
midad contaminante de la muerte, Freud asimilará inesperada- satisfactoriamente la relación entre la satisfacción sexual y la ex-
mente la primera al poder unificador de Eros, domesticándola citación sexual". En 1920 esta incapacidad respalda una direc-
de ese modo y repudiando la línea de pensamiento más podero- ción muy nueva e importante en la teoría psicoanalítica. Y Freud
sa y radical de su trabajo, que la asocia la con las intensidades se establece en esta nueva dirección en el momento preciso en
desestabilizadoras de la fantasía de deseo, independientes y dife- que parece estar a punto de realizar el acercamiento más impre-
rentes de fines tales como la reproducción de la especie y la unión sionante a la "relación entre la satisfacción sexual y la excitación
de los sexos. Aun entonces, de todos modos, el dualismo vida- sexual". Creo que los ensayos de 1914 y 1915, "Introducción al
muerte es frágil. La tendencia a preservar la vida en los instintos narcisismo" y "Los instintos y sus destinos", indican el camino
sexuales se proclama como "conservadora", del mismo modo hacia una formulación más explícita de una posición ya esboza-
que los instintos de muerte persiguen, por así decirlo, "preser- da en los Tres ensayos, es decir hacia una consideración del yo
var" un estado anterior a la vida. Además, al apelar a la teoría libidinizado como un yo extasiadamente fragmentado. Pero,
sobre el deseo sexual de Aristófanes en el Banquete de Platón, como hemos visto, la destructividad y la libido están rigurosa-
Freud se las arregla para argumentar que Eros, como el instinto mente separadas en el dualismo de los instintos de vida y de
de muerte, expresa la necesidad instintual de restaurar un estado muerte, y en "El problema económico del masoquismo", de
anterior de cosas. En esta maniobra complicada, los instintos 1924, el masoquismo primario se distingue cuidadosamente de
sexuales han llegado a cohabitar en un yo libidinizado con los un supuesto ma~quismo "erógeno" derivado (y por lo tanto
instintos no libidinales de muerte de los cuales casi parecen deri- secundario). Más allá del principio del placer inicia y celebra una
var, de los que son una pálida copia. Podríamos decir que la cierta tendencia a expulsar o hacer bypass a la sexualidad en el
pensamiento psicoanalítico, a menos que sea teleológicamente
88 Ibidem, pág. 1120. narrativizada en su progresión a través de los estadios de la

86 87
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE
LOS PLACERES DE LA REPETICIÓN

sexualidad infantil, o bien incluida en una psicología general pensar este proceso en términos menos abstractos, incluso a ima-
(en el caso de la psicología del yo), o, por fin (más recientemen- ginarlo como determinado por presiones del cuerpo sobre la con-
te) neutralizada a través de un discurso inspirado en la lingüísti- ciencia. En La interpretación de los sueños había escrito: "El
ca estructural. Quizás la contribución más singular en el propio acto de pensar no es otra cosa que la sustitución del deseo
trabajo de Freud a esta empresa de normalización o domestica- alucinatorio ... sólo un deseo puede incitar al trabajo a nuestro
ción será su esfuerzo por volver al sujeto humano inteligible a aparato anímico" 89 • Si el pensamiento se constituye originaria-
través de la alegoría de las diferencias entre sistemas psíquicos, a mente como deseo, entonces la activación misma del aparato
la vez elaboradas y subvertidas, como veremos en el próximo psíquico ya lo amenaza, en el sentido de que la reedición que se
capítulo, en la teoría estructural de El Yo y el Ello. intenta de las condiciones de un placer pasado desorienta, des-
plaza y vuelve a cargar la atención psíquica. En este esquema, la
sexualidad no es un placer hipotético puramente corporal, sino
El poder de Más allá del principio del placer es inseparable de en todo caso, desde el comienzo, un signo del fracaso del
la impotencia de sus tesis y de su forma lógica. En otros térmi- psiquismo para dar cuenta de, para encontrar los términos ade-
nos, esa impotencia es consecuencia de un defecto lógico explíci- cuados a, la experiencia del cuerpo. La fantasía de deseo sería el
to del texto para encontrar su forma -defecto de un argumento intento del psiquismo de reproducir los propios fracasos de su
que es "de-formulado" por una fuerza corrosiva oculta en su funcionamiento.
desarrollo. Aunque este proceso deformante es también lógica- La sexualidad, entonces, sería inherentemente opuesta a esa
mente productivo, el modo de producción es, sin embargo, una paz psíquica a la cual Freud busca reducir el placer en Más allá
repetición curiosamente traicionera o engañosa: cada paso del del principio del placer. El trabajo del desarrollo psíquico supone
argumento repite a la vez un movimiento previo (la venganza ligar las agitaciones a las que acabo de referirme, a una de-
del niño contra su madre reformula su dominio; la repetición de sexualización de los movimientos de la conciencia. Quisiera su-
experiencias placenteras reprimidas es la repetición de experien- gerir que este proceso de ligazón vuelve a estabilizar el pensa-
cias displacenteras reprimidas) y la noción flotante de placer de miento de tal modo que pueda proceder, en alguna medida sin
la que supuestamente se distancia. Cada paso en el argumento problemas, precisamente por ejemplo con el tipo de argumento
de Freud repudia el principio del placer al tiempo que se adhiere narrativo (desde la pregunta inicial a la evidencia y a la conclu-
a él; elimina el placer en lo que sólo puedo nombrar como una sión) que, como tuvimos ocasión de ver, Freud no consigue rea-
replicación aniquilante del mismo. ¿Pero en verdad es posible lizar. La ligazón narrativa del pensamiento es la represión de un
nombrar esto de algún modo? Los movimientos en Freud que modo de operación deseante, represión de la cual el discurso filo-
nosotros hemos estado tratando de reproducir son, según creo, sófico ha dependido quizá tradicionalmente. Freud ayudó a que
un modelo excepcionalmente visible de los movimientos por los tal discurso resultara inmensamente problemático, menos por
cuales la conciencia elimina los objetos del pensamiento, y es las teorías reduccionistas aét!rca de sus fuentes que por el fracaso
imposible describir este proceso sin quedar implicado en él -es
decir, sin que la descripción misma sea una manera de apartarse
envolvente o "internalizada-dentro". Mi pensamiento se piensa 89 S. Freud, La interpretación de los sueños, en Obras completas. Traduc-
a sí mismo como una operación de pérdida. Freud nos enseñó a ción de Luis López-Ballesteros. Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968.
Tomo 1, pág. 559.

88 89
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE LOS PLACERES DE LA REPETICIÓN

de su propio intento de conducirlo. Derrida habla de movimien- referente en los intersticios de la expresión verbal. La literatura se
tos en el texto de Más allá del principio del placer que no se burla del proyecto comunicacional del lenguaje y lo derrota; a la
corresponden con ningún modelo filosófico o científico; la con- vez invita a la interpretación y hace del lenguaje algo inadecuado
dición de la relevancia del texto y el desempeño, escribe, es la para la misma. Nos fuerza a tomar conciencia de la densidad de
inscripción del sujeto Freud en el texto 90 • También podríamos las palabras, no por la función de su riqueza semántica sino en
decir que lo que sucede en Más allá del principio del placer es la todo caso como signo de su insuficiencia respecto del significado
invasión de una forma de repetición exaltada y desplazada en la móvil que no pueden encerrar. Y quizá nada sea más característi-
progresión del argumento. Esta repetición se caracteriza por un co que la naturaleza políticamente sana de esta toma de concien-
modo no-narrativo de producción; en lugar de extremar el argu- cia. Puede ser que la literatura no nos ayude a refinar nuestro uso
mento por algo más allá del principio del placer [este modo de del lenguaje en el sentido de trabajar a favor de una mayor pre-
producción] demuestra la inadecuación de los términos mismos cisión lingüística o de la restitución de la frescura semántica al
del argumento (en especial el dualismo placer-dolor, vida-muer- despojarnos de las capas acumuladas de clichés. La literatura
te) con respecto a los fenómenos que busca describir. subvierte más bien cualquier proyecto de significación en el len-
Más precisamente, el argumento es aquellos fenómenos ya gua je, quizás en especial los proyectos de precisión en la signifi-
"reprimidos" o ligados. El desligamiento o la deformación que cación. Y así nos ayudaría a resistir ante los propósitos más o
he venido siguiendo en el texto curiosamente vindican las menos ocultos en todos los proyectos de tal naturaleza. La fun-
imprecisiones relacionales que señalé en el primer capítulo de ción social de la literatura -su potencial crítico- consiste en la
Freud. Las categorías lingüísticas de placer, realidad, sexualidad desmitificación de la fuerza del argumento, de su reivindicación
y muerte pueden, a lo sumo, ser "relacionadas con" o "inferidas de verdad. Al iniciar una movilidad de-significante en el texto, la
de" o "corresponderse con" un cierto tipo de insistencia en la voz silenciosa e insistente del autor deshace esa seguridad de afir-
conciencia que es función de la articulación lingüística perder. Y mación (¿afirmativa?) que con tanta facilidad puede seducirnos
quizás deberíamos reconocer en lo que, con inevitable impreci- y apoderarse de nosotros.
sión, se ha llamado "lenguaje literario'', la intrusión de estas
insistentes y silenciosas replicaciones productivamente equivoca-
das dentro de una línea de texto de lenguaje. Estas replicaciones Terminaremos este capítulo como lo-empezamos, con una
pueden ser traducidas verbalmente sólo por acontecimientos ta- obra de arte de considerable brutalidad, una obra en la cual,
les como el deslizamiento de la palabra "placer" en el texto de como en Salo, una forma de violencia quizás inherente a la
Freud, o el indeterminado emplazamiento de la sexualidad en el narratividad es a la vez autorizada pero también refutada por
conflicto de los instintos de vida y de muerte. una cierta "violencia" de la forma. Me refiero a los majestuosos
La no-referencialidad del lenguaje no indica la finalidad del y con frecuencia brutales relieves de los palacios neoasirios de
significante lingüístico; es en todo caso una función de la inaccesibi- Nínive y Nimrud. En estos relieves, y en especial en aquellos
lidad de lo real respecto de lo que puede ser significado. Un texto correspondientes a los reinados de Ashurnasirpal 11, del siglo IX,
literario quizá llama nuestra atención hacia los movimientos del y de Ashurbanipal del siglo VII a. C., la historia asiria se convier-
te primariamente en un espectáculo de extraordinario poder.
9o J. Derrida, op. cit. Rara vez, al menos así parece, el arte sirvió a la historia -o, más

90 91
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE LOS PLACERES DE LA REPETICIÓN

precisamente, a un particular proyecto político- con mayor com- inmovilizada de la escena incluye la tensión de movimientos mo-
placencia. La naturaleza celebratoria de los relieves, la fruición mentáneamente detenidos. Hay además relaciones formales que
con la cual retratan la derrota, la humillación y la matanza de distraen al espectador del tema violento. Nótese el paralelismo
los enemigos de Asiria, la abundancia de detalles sangrientos en de varios elementos justo debajo de la lanza (una serie que inclu-
las batallas y las escenas de caza, parecen confirmar la opinión de ye la rienda, el arnés, la pata del león y la pata del caballo) como
los historiadores acerca de los asirios como un pueblo intensa- así también una similitud en las líneas quebradas que constitu-
mente nacionalista, imperialista y violento, y al mismo tiempo yen el perfil tanto de la garra del león como de la borla del caza-
justificar el desagrado que uno experimenta ante la admiración dor que está justo debajo. Tales cuestiones formales podrían pen-
que sienten por este arte muchos especialistas en Mesopotamia. sarse como diferencias represoras cruciales para una lectura na-
Pero en los relieves asirios, el violento espectáculo, dada toda rrativa de la escena, que así nos alientan a enfatizar lo que podría
su aparente importancia, nunca mantiene una posición privile- llamarse organizaciones e identificaciones contranarrativas. La
giada. Por ejemplo, en la sección tomada de La caza del león, identidad icónica de la lanza, por ejemplo, se vuelve un tanto
que reproducimos en nuestra primera ilustración, somos lleva- indeterminada por su participación en el triángulo que crea con
dos aparentemente sin resistencia al punto de máxima violen- la rienda que está debajo y con parte de la crin del caballo que
cia91. Los movimientos del león herido que está a la izquierda y está entre la lanza y la rienda. (Nótese también que la lanza se
de los dos caballos, nos fuerzan a una lectura rápida de la escena eleva por fuera de la línea del panel cruzando la línea basal del
de izquierda a derecha. Nuestros ojos se detienen ante lo que panel que está por encima.) Nuestro interés oscila entre lo geomé-
parece ser el centro dramático del relieve: el hundimiento de la trico y lo anecdótico en el punto mismo en el que el centro ane-
lanza, por parte del jinete, en la boca abierta del león. Pero el cdótico de la escena se enfatiza con más fuerza.
clímax de la anécdota es ambiguo. Ante todo, el movimiento Los escultores asirios muestran una excepcional disposición para
hacia la derecha continúa más allá del punto culminante. Como quitar énfasis a sus temas por medio de diferentes tipos de juego
resultado, este movimiento no tiene sólo como efecto el momen- formal; nos invitan continuamente a desplazarnos desde la vio-
to de contacto violento entre el animal y la lanza del hombre: en lencia de lo narrado a la "violencia" de múltiples contactos que
verdad, conduce al que mira fuera de ese contacto, y de ese modo producen a su vez formas múltiples. Como resultado, la historia
le resta valor al impacto 'del león que salta hacia la izquierda. Si violenta nunca goza del estatuto de modo privilegiado de disrup-
se mira más de cerca esta parte de la escena (en la figura 2), se tividad. Es más, las brutalidades de la guerra y de la caza son
vuelve aún más claro que la yuxtaposición de los movimientos trivializadas en cierta medida por su recreación artística. Las gran-
opuestos de los dos animales demanda una lectura continua- des escenas de la historia asiria incluyen siempre sugerencias que, a
mente en movimiento de la escena, más que un detenimiento pesar de las intenciones sin duda celebratorias de estos antiguos
visual sobre la herida abierta de la boca. Incluso una percepción artistas, nos invitan a desestimar la seriedad histórica de tales esce-
nas, sugerencias que desplazan nuestra atención y así impiden una
91
Los relieves de los palacios cuyas fotografías pueden verse aquí, forman lectura estable de imágenes estáticas. La escultura asiria adopta
parte de la colección asiria del Museo Británico de Londres. El título de una pasividad subversiva ante la historia asiria; simultáneamente
cada foto designa el palacio donde estaba originalmente ubicada la celebra y reformula la "gloria" de esa historia. En este arte, los
escena, e identifica la sección general de los bloques de relieves (tal como espectáculos .omnipresentes de violencia histórica sirven como
se encuentran descriptos en el Catálogo del Museo Británico) de la que
se tomó cada ejemplo. potencial correctivo a nuestra fascinación por la violencia en la

92 93

~11~.· 1 1\I· '•1~119f'' 11 !11


EL CUERl'O FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE

historia. Si, como vengo argumentando, la sexualidad h~ana se


basa en el masoquismo, estamos ontológicamente implicados en
la violencia casi desde el principio; no elegimos entre violencia y
no-violencia, sino en todo caso entre las dislocaciones psíquicas
del deseo móvil y una fijación destructiva sobre los hechos de vio-
lencia. Desde esta perspectiva, se pueden apuntar algunas afinida-
des interesantes entre los relieves del palacio asirio y una cierta
modernidad-una modernidad que se ha definido a sí misma me-
nos por las protestas contra la violencia real de la historia reciente
que por lo que podría llamarse gusto por una violencia no catas-
trófica. Estéticamente, esto significó un apartamiento de las ca-
tástrofes -tanto personales como sociales- representadas en el arte
realista, porque la catástrofe se produce cuando la violencia se
detiene, cuando las dislocaciones provocadas por la movilidad del
deseo buscan, por así decir, tomar lugar, tener un lugar, apegarse a
objetos particulares y, de ese modo, destruirlos.
Los relieves del palacio asirio proponen la compatibilidad de
esta movilidad con un cierto tipo de repetición. Estos escultores
juegan, de un modo arriesgado, con lo que se presenta como repe-
ticiones idénticas. En verdad, su trabajo sugiere una fascinación
compulsiva con al menos dos versiones del mismo objeto o la
misma actividad. Pero incluso tales imágenes dobles movilizan la
percepción en lugar de detenerla. Nótese en la figura 4 el aparente
orden creado por tres juegos de imágenes de a pares: las cabezas de
los cazadores, las garras de los leones y las dos manos aproxima-
damente en la misma posición. Pero este orden también se desba-
rata por la disonancia peculiar entre los elementos de cada pareja.
Las garras del animal se mueven cada una en distintas direcciones,
y la de arriba es paralela no de su compañera sino de la cola que se
pliega sobre el hombro del hombre ubicado a la izquierda. Asi-
mismo, ¿cuál es la mano que realmente forma un par con la mano
de la derecha? Yace sobre el cuerpo del león en una posición simi- Figura l. Caballos salvajes de caza y matanza de leones.
lar a la de la mano vertical de la izquierda; incluso su forma diago- (Del Palacio Norte de Asurbanipal en Nínive.)
nal la hace aparecer como una extensión del brazo que se eleva
diagonalmente hacia ella desde más abajo y a la izquierda. Como
sucede con frecuencia en los relieves del palacio, la repetición hace

94
LOS PLACERES DE LA REPETICIÓN

surgir duda o confusión en el espectador. Uno avanza desde A


hacia su repetición en A1, pero esta última contiene una diferen-
cia que nos lleva a controlar el modelo, retornando a A. La repe-
tición en la escultura asiria hace que la repetición en sí misma sea
problemática. Parece proveer los más fuertes elementos ordena -
dores en nuestro campo visual, mientras que de hecho inicia
en nosotros un movimiento no concluyente de verificación
perceptual entre los términos que se repiten. Puede que de esta
manera los relieves del palacio provean el punto de partida de
una estética de la repetición -no de la repetición definida como
un emparejamiento estable de términos idénticos, sino en todo
caso de la repetición como un movimiento que se detiene, o como
una reproducción agitada y diferencial (y esto nos reenvía hacia
los esfuerzos de Freud para formular el enigma casi inconcebible
de la excitación sexual en los Tres ensayos).
Tomando un último ejemplo del arte neoasirio, considere-
mos la representación de un león que es liberado de una jaula en
la ilustración que sigue. Aquí hay una línea narrativa poderosa:
tanto el hombre como el león dirigen nuestra atención a escenas
anticipadas de acción hacia la izquierda. Las jaulas funcionan
como marcos inmovilizadores y, en un sentido, el movimiento
narrativo en esta escena es antiestético. Es como si presiones vio-
lentas inherentes a la acción, al ser representadas, volvieran im-
posible la representación misma: tenemos dos marcos pictóricos
en proceso de ser abandonados por sus sujetos.
Es cierto que también se nos hace retroceder hacia dentro del
marco -sin que, no obstante, seamos forzados a sustituir una in-
movilidad pictórica por un movimiento narrativo. Ante todo, en
términos de mera cantidad de espacio, las jaulas que están a punto
de ser abandonadas ocupan casi toda la escena. Sobre todo, el
avance del león está extrañamente detenido por una cierta confu-
sión entre su cuerpo y las barras de su jaula (véase la figura 6). La
< Figura 2. Detalle de la Figura l.
barra cercana a la parte superior parece, en particular, ser una ex-
(Del Palacio Norte de Asurbanipal en Nínive.)
tensión del cuerpo del león. El león, podría decirse, abandona su
jaula permaneciendo en ella, por el modo peculiar en que se con-
vierte casi en su jaula. Al mismo tiempo, sin embargo, el aspecto

97
Figura 3. Asurbanipal y el ejercito asirio luchando contra el Figura 4. Regreso de la cacería.
ejercito de Terminan, rey de Elam, en la batalla de Til-Tuba (Del Palacio Norte de Asurbanipal en Nínive.)
junto el río Ulai In en 654 a.C.
(Del Palacio Suroeste en Nínive.)
Figura 5. El rey Asurbanipal luchando descalzo con leones y Figura 6. Detalle de la figura 5.
vertiendo una libación sobre leones muertos. (Del Palacio Norte de Asurbanipal en Nínive.)
(Del Palacio Norte de Asubanipal en Nínive.)
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE

leonino de esa barra es calificado simplemente como una línea


curvada por su relación con la línea recta que atraviesa la parte
superior de la jaula. Tenemos, por así decirlo, una curva
sobredeterminada: es al mismo tiempo una línea no figurativa, la
barra de una jaula, y parte del cuerpo de un animal. Así, el interior
de la jaula pasa a transformarse, de un espacio narrativo (barras
en el primer plano, león en movimiento en el fondo) en un espacio
estético continuo de formas relacionadas. Y, tal como sucede con
frecuencia en los relieves del palacio, las relaciones producen iden-
tidades algo inciertas; o, una vez más, la actividad de la repetición
problematiza los términos particulares de una repetición.
Aunque la cuestión de esta escena es, en un sentido, su de-
narrativización, su poder narrativo sigue siendo sin embargo muy
fuerte. Los movimientos hacia fuera de la jaula pueden muy bien
impactamos como más dramáticamente delineados que la acti-
vidad relacional que acabo de mencionar. No sólo el tema del
león que deja su jaula es enfatizado por la repetición de esa ac-
ción por la figura humana; podríamos apuntar también que to-
das las líneas horizontales ayudan a guiar nuestra atención hacia
la larga forma horizontal del cuerpo del animal que emerge. Pero
no es que las relaciones formales tan sólo de-narrativicen la esce-
na. Las diagonales virtuales que conectan la cara del león con la
cara del hombre y la pata de adelante del león con la parte supe-
rior izquierda de la jau!a del hombre tienen el efecto de intensifi-
car nuestra atención sobre los aspectos más dramáticamente
narrativos de la escena (es decir, sobre el hombre -o el niño- que
abre la jaula y el león que la deja). Hay de hecho aquí una estruc-
tura diagonal compleja. No sólo tenemos las líneas que acaba-
mos de mencionar, sino que, como lo indica la figura 7, podría-
mos trazar diagonales en la dirección opuesta, desde la parte
inferior derecha hasta la superior izquierda. Los elementos de
esta segunda estructura diagonal enfocan nuestra atención sobre Figura 7. Estructuras diagonales de la figura 5.
espacios carentes o relativamente débiles de interés narrativo (pien-
so en el espacio entre las esquinas superior derecha de ambas
jaulas, como así también en los interiores de las dos jaulas, don-
de, como sugerí hace un momento, el tema dramático queda

102
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE

subordinado a un juego de líneas que se repiten y formas que se


relacionan). Por fin, muchas de estas diagonales se encuentran o
pasan a través o cerca de la suerte de rectángulo que está a la
izquierda de la jaula del hombre, y así, este pequeño espacio
CAPÍTULO IV
vacío se vuelve, en la escena, un elemento enfocado.
En conclusión, podríamos considerar el vacío enfatizado de
ese espacio como emblemático. Esta suerte de rectángulo es una
jaula que no aprisiona nada. Es un punto focal insignificante El nuevo mundo de Freud
diseñado para difuminar más que para concentrar nuestra aten-
ción. Es un espacio ambiguamente centrado, rodeado e incluso
constituido por elementos fuertemente narrativos (su borde su-
perior representa la acción principal de la escena: el hombre Cuando hayas vivido tanto como yo, verás que
abriendo la jaula del león) al mismo tiempo que es "cruzado" todo ser humano tiene su caparazón y que debes te-
por diagonales virtuales que nos redirecciona~ hacia las relacio- nerlo en cuenta. Con caparazón quiero decir el con-
nes predominantemente formales y las identidades flotantes de junto de circunstancias que lo envuelven. No existe
las dos jaulas. Podríamos decir que la localización interpretativa un hombre o una mujer aislados; cada uno de noso-
de esa forma activamente vacía está en algún sitio entre las dos tros está hecho de un conjunto de pertenencias. ¿Cómo
lecturas muy diferentes de la escena. Es un espacio que media definiríamos nuestro "yo"? ¿Dónde comienza? ¿Dónde
entre dos modos de atención: una visión narrativa que organiza termina? Sobrevuela todo aquello que nos pertenece
formas en los elementos de una historia, y una visión más errática -y luego refluye. Sé que una buena parte de mí misma
y agitada, que sustituye pedazos y fragmentos relacionados y en está en las ropas que elijo vestir. ¡Siento un gran respe-
cambio perpetuo por la totalidad del ser y el movimiento lineal to por las cosas! Uno es -para el resto de la gente--
de las formas narrativas. El placer estético que nos da la movili- aquello que uno expresa; y nuestra casa, nuestros mue-
dad del arte asirio podría definirse como un cruce agitado de bles, nuestros adornos, los libros que leemos, nuestros
intervalos que separa tanto las formas visuales como los modos amigos ... todas estas cosas expresan algo.
de interpretación. El arte asirio -como la escritura de Mallarmé-
es una lección de sensualidad intersticial. La cualidad casi indefi- Estas palabras pertenecen a la muy europeizada Madame
nible de "entridad" 92 en los relieves del palacio -y, por consi- Merle, en Retrato de una dama, de Henry James, y están dirigi-
guiente, nuestra suspensión interpretativa entre una lectura na- das a la heroína muy norteamericana de la novela, Isabel Archer.
rrativa y una no narrativa- puede estar manifestando una vaci- James califica este pequeño parlamento como "muy metafísi-
lación o incluso una ignorancia impresionantes por parte de es-
co", e Isabel, de quien se nos dice que "era aficionada a la meta-
tos antiguos artistas anónimos acerca de las formas de la
física", objeta inspirada la opinión de su amiga sobre la relación
disrupción y de la violencia que ellos habían elegido amar.
entre el yo y "el conjunto de circunstancias que lo envuelven":

-No coincido contigo. Pienso exactamente lo


92
Betweenness en el original. contrario. No sé si consigo expresarme a mí misma,

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pero sé que ninguna otra cosa me expresa. Ningu- quizás moralmente redimibles. La novela realista, con toda su
na cosa que me pertenezca da cuenta de mí; todo aparente "soltura" (que James admiraba) es una estructura apre-
eso es, por el contrario, una limitación, una barre- tada y coherente: nos alienta a creer en el mito temporal de los
ra, algo absolutamente arbitrario. Ciertamente las verdaderos comienzos y los finales definitivos, retrata un mundo
ropas que, como dices, elijo usar, no me expresan, en el cual los acontecimientos siempre tienen un significado que
¡y Dios no permita que así sea! puede articularse, y promueve una perspectiva del yo (sel{) como
-Te vistes muy bien -objetó con delicadeza organizado y hasta devastado por pasiones o facultades domi-
Madame Merle. nantes. Estas significaciones ordenadas de la ficción realista se
- Es posible; pero no desearía que me juzguen presentan como inmanentes a la sociedad en tanto que, de he-
por eso. Mis vestidos pueden expresar a la modista, cho, son la negación mítica de esa naturaleza destructivamente
pero no a mí. Y por empezar, no los uso por elec- fragmentada de la sociedad.
ción; me los impone la sociedad. La mitologización de lo humano como organización legible es
-¿Acaso preferirías andar sin ellos? - inquirió una estrategia política fundamental, y el anhelo con el que tanto
Madame Merle en un tono que prácticamente daba la literatura como el psicoanálisis han contribuido a esa mitología
por concluida la discusión. 93 puede ser el signo más evidente de su voluntad de servir a diversos
tipos de órdenes interesados en formar lo humano como condi-
Este encantador debate quizá merecería un lugar en "la ge- ción previa para poder predecirlo y controlarlo. Así, la crítica so-
nealogía del sujeto en las sociedades occidentales" de Foucault. cial con frecuencia elogiosa de la novela realista -crítica que a
Se interesa de una manera más bien precisa en tecnologías menudo es en verdad a la vez intensa y sistemática, como en Balzac
contrastantes de definición y de expresión de sí. En la conversa- y Dickens- es menos rica quizás en consecuencias en lo político
ción, la sofisticada Madame Merle es cómoda ganadora, quizá que en supuestos acerca de lo que es el yo (sel{), supuestos que
porque, a diferencia de Isabel, está al tanto de la naturaleza es- crean y limitan el "campo" en el que la crítica social puede tener
tratégica de la charla. Isabel se refiere a determinada cuestión; lugar. Un mito acerca de la estructura y el orden psíquico contiene
Madame Merle es cortés con ella, es decir que la escucha sin y restringe todas las críticas del desorden social. El novelista efec-
prestar demasiada atención a sus argumentos. Pero el mayor poder túa una contribución importante a la viabilidad de la sociedad
de Madame Merle deriva de la necesaria complicidad de James que al mismo tiempo puede criticar con violencia al suministrarle
con ella. Como escritor, él está comprometido con la legibilidad a esa sociedad lo que podría llamarse mapas del yo (sel().
del comportamiento, una legibilidad implícita en la opinión de Entonces, con mayor razón, sorprende ver con cuánta ener-
Madame Merle acerca de la relación entre las apariencias y el ser. gía James rechaza la filosofía de Madame Merle -filosofía de la
De Jane Austen a Henry James, la mayoría de los grandes reaiis- cual parece depender la legibilidad de su propia ficción- y redi-
tas del siglo XIX brinda imágenes de la fragmentación social que me a sus heroínas, filosófica y novelísticamente imposibles. ¿Qué
supone el orden de la forma significante, y sugiere que los frag- hará la narrativa con un yo imposible de cartografiar? El proble-
mentos caóticos son de algún modo socialmente viables e incluso ma se agrava en las últimas novelas de James, especialmente en
Las alas de la paloma y La copa dorada. Como personaje, Isabel
93
Henry James, Retrato de una dama. México, UNAM, 1975. Archer es menos radical - menos independiente de sus apariencias

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE
EL NUEVO MUNDO DE FREUD

y circunstancias- de lo que su teoría acerca de un yo (sel() por la conversación: meramente persiste diciéndoles a los otros lo
completo no contingente podría sugerir, pero, hasta cierto pun- que ellos le han dicho que crea. Esta repetición casi mecánica-
to, Maggie Verver y, en especial, Milly Theale, parecen haber mente distraída desciende al mundo de la conversación táctica, y
sido creadas sobre la base de la teoría de Isabel acerca de una lleva la novela a su final forzando a todos los otros a callarse y
brecha ontológica entre el ser y "el conjunto de circunstancias reduciendo al Príncipe, como él mismo dice en el último párra-
que lo envuelven". Los riesgos de centrarse en tales personajes fo, a no "ver" nada más que a la propia Maggie.
son enormes. El autoborramiento de Milly es tan radical como Esta estrategia algo cretina es, sin embargo, la actividad de la
para volverla novelísticamente insignificante; su levedad corre el pasión o, si así lo quieren, de la sexualidad. El deseo sexual es
riesgo de volverse una superficie aburrida inaccesible a las fric- muy importante en La copa dorada, así como lo es en varias
ciones del interés ficcional que mueve tanto a los otros persona- novelas de James: hay, por ejemplo, una lucha sexual despiadada
jes como a la narración de la que ella es la heroína casi invisible. entre Maggie y Amerigo (éste intenta, sin éxito, hacer uso de la
Pero es sobre todo en La copa dorada donde se puede enten- dominación sexual sobre su esposa para forzarla a dejarlos solos
der el riesgo de centrarse en tales personajes desde una perspecti- a él y a Charlotte), y queda claro que el retorno del príncipe a
va psicoanalítica acerca de los problemas del yo (sel() y sus rela- Maggie al final de la novela es un acto de pasión erótica excep-
ciones de objeto. La primera mitad de La copa dorada termina cionalmente impaciente. Lo que es mucho más problemático es
con el descubrimiento, por parte de la joven heredera norteame- la relación de esta sexualidad con el yo (sel() y con la novela. En
ricana Maggie Verver, de que su marido, el príncipe italiano la segunda parte de La copa dorada, Maggie se vuelve un texto
Amerigo, la está traicionando con Charlotte (otra norteamerica- ilegible, y su ilegibilidad es, según creo, una consecuencia directa
na altamente europeizada como Madame Merle -es decir, para de su insistencia sexual. Los otros personajes están todo el tiem-
James, algo a la vez interesante y peligroso-, quien acaba de con- po tratando de interpretarla, pero en vano; ella se ha segregado
vertirse en la esposa de su padre; la segunda mitad de la novela del campo de la charla interpretativa. Ella fascina a los otros
traza el trabajo estratégico por el cual Maggie recobrará al prín- personajes (en especial a Amerigo), pero es ese mismo hecho lo
cipe y conseguirá enviar al exilio a la pobre Charlotte y a su que agota su significado, y a su yo (sel(). Los otros llegan a en-
propio padre rico, que es un benefactor de las artes, a una espan- tenderla a ciegas, por el hecho de resultarles imposible dejar de
tosa ciudad del Medio Oeste norteamericano donde abrirán un mirarla; ella ha sido purificada -e intensificada- tan sólo en un
museo buscando interesar a los lugareños en la cultura. Lo asom- alegato insistente sobre sus deseos.
broso de la estrategia de Maggie -que podría haber hecho espe- Hay sin embargo en la novela una cierta ambigüedad en la
rar que la trama fuese más dinámica- es que en esencia consiste función sexual y social de Maggie, una ambigüedad análoga a la
en llevar a la novela a una detención. Maggie, sin condescender vacilación de Freud en los Tres ensayos (Una teoría sexual) entre,
en lo más mínimo a la verdad, no hace más que aferrarse a la por un lado, lo que llamé la perspectiva teleológica de la sexua-
decorosa mentira, que los otros le alimentan, de que nada está lidad, donde la sexualidad infantil simplemente nos prepara para
mal en su matrimonio. Mientras los otros personajes literal- el fin de la heterosexualidad genital post edípica y, por otro lado,
mente hacen literatura en sus continuas rectificaciones verbales la perspectiva de la indefinible y dolorosa excitación de la sexua-
ante las estocadas de poder verbal del otro, Maggie apenas se lidad infantil como constitutiva de la especificidad misma del
molesta por adaptarse a las cambiantes posiciones de fuerza en placer sexual. En La copa dorada, el sexo está conformado y

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EL CUERPO FREUDIANO - /'SICOANÁLISIS Y ARTE EL NUEVO MUNDO DE FREUD

"cubierto" por las formas y obligaciones establecidas del matri- Una psicología general, podríamos decir, es confrontada por una
monio, aunque, como lo he estado sugiriendo, también libera a psicología psicoanalítica, con el resultado de que la novela mis-
Maggi de cualquier definición institucional, sea cual fuere, y la ma se vuelve casi imposible de trabajar. Una fuerza marginal fe-
aísla en un '"puesto' improvisado" que, como lo hacer notar roz e imposible de cartografiar ejerce su coerción y finalmente
James, estaría marcado en el mapa de las relaciones sociales sólo paraliza el altamente consciente y civilizado texto "central". Así
por la geografía de "las pasiones fundamentales" 94 • En cierto es que James, de manera algo inesperada, nos lleva a plantearnos
sentido, Maggie pone en acto la invasión de lo social por lo preguntas cruciales en la historia del psicoanálisis. ¿Cuál es la
95
sexual, y da lugar al colapso del lenguaje interpretativo de la relación entre el psicoanálisis y la psicología social general? ¿En
ficción misma por sus mecánicas pero infinitamente demandan- qué medida los descubrimientos de Freud cubren no sólo lo
tes repeticiones. Si bien esas repeticiones imposibles de cartografiar marginal, lo que se llama patológico, lo disfuncional en la vida
también están diseñadas para hacer retroceder a los otros perso- humana, sino también los mecanismos exitosos del crecimiento
najes a ciertas posiciones fijas. Es decir, la segunda mitad de La humano y la adaptación? Ahora bien, para precisar estas pre-
copa dorada podría leerse de dos maneras: como la crítica del guntas hasta sus términos más simples y fundamentales (térmi-
propio James a la inadecuada erosión del texto social y novelístico nos que son los del debate entre Madame Merle e Isabel Archer):
por parte de los amantes adúlteros (su pasión puede ser "marca- ¿cómo concibe el psicoanálisis la relación entre la constitución
da" sólo con demasiada ligereza "sobre el mapa de las relaciones del yo y el mundo de los objetos?
1 sociales") y como su reubicación (y la de Maggie) de los otros en En las páginas finales, en extremo densas, de "Los instintos y
una observancia estricta y fija de las formas y las instituciones sus destinos", Freud escribe:
sociales heredadas. Por lo tanto, los "errores" sexuales de Amerigo
son ya sea teleológicamente "redimidos", cuando sus deseos al El mundo externo, el objeto y lo odiado ha-
final se expresan completamente a través de "las circunstancias" brían sido al principio idénticos. Cuando luego de-
conyugales "que lo envuelven" o expuestos como demasiado muestra el objeto ser una fuente de placer es ama-
circunstanciales en comparación con la ciega unión con Maggie do, pero también incorporado al yo, de manera que
que cierra que termina Ja novela y que vuelve su matrimonio para el yo de placer purificado coincide de nuevo el
96
iLre1evante Z';.::ntras que aparentemente lo consagra. objeto con lo ajeno y lo odiado •

He leído La copa dorada como una alegoría psicológica -pero 95 Para los psicólogos del yo, el psicoanálisis debía incluirse dentro de una
las confrontaciones alegóricas que me interesan no son las plan- psicología general. Pienso por supuesto en Heinz Hartmann, quien con
teadas entre las pasiones particulares o las facultades mentales, mordacidad afirmaba: "Sostenemos que el psicoanálisis es una de las
ciencias básicas de la sociología". La psicología del yo y el problema de
sino las que se desarrollan entre dos tipos diferentes de psicología. la adaptación, David Rapoport, (Nueva York: Internacional Universities
Press. 1958) p. 20. En castellano: La psicología del yo y el problema de
la adaptación. Paidós, Barcelona, 1987.
94 James, La copa dorada (Harmondsworth, Middelsex, y Baltimore, Md.: 96 S. Freud, "Los instintos y sus destinos'', en Metapsicología. Obras
Penguin, 1966), p. 517. completas. Traducción de Luis López-Ballesteros, Ed. Biblioteca Nueva,
Hay versión en castellano: Ed. Random House Mondadori, 2004. Madrid, 1968. Tomo 1, pág. 1042.

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE EL NUEVO MUNDO DE FREUD

Esta lógica implacable es la consecuencia necesaria de un punto citados, "incorporado dentro del yo (ego) [dem Ich einverleibt]"
de vista económico: si "el odio es, como relación con el objeto, porque es amado -de tal modo que idealmente, podríamos de-
más antiguo que el amor", escribe Freud un par de páginas más cir, el mundo externo incluye sólo objetos odiosos y odiados.
adelante, es porque deriva "de la repulsa primitiva del mundo Ahora tenemos aparentemente dos tipos de destrucción: un tipo
exterior emisor de estímulos por parte del yo narcisista primitivo no erótico que se basa en el deseo del yo (ego) de preservarse de la
[er entspricht des uranfanglichen Ablehnung des reizspendenden sobreestimulación (quizás, en última instancia, de cualquier
Aussenwelt von Seiten des narzissischen Ichs] ". Así, "puede in- estimulación) y la destrucción "deseante" de los objetos que busca
cluso afirmarse que el verdadero prototipo de la relación de odio poseer en el interior. Pero desde el punto de vista de la relación
no procede de la vida sexual, sino de la lucha del yo por su del organismo con los objetos, los instintos del yo (ego) y los
conservación y afirmación". La autoconservación coincide con sexuales tienen un fin común: la eliminación de todo lo exterior
lo que Freud llamará, en Más allá del principio del placer, la al organismo. No sólo eso: la destrucción del objeto parece ser
pulsión de muerte. Las medidas protectoras del yo (ego) contra inherente a la excitación sexual misma, al menos en los estadios
una afluencia penosa de estímulos desde el mundo exterior se- pre-genitales de la sexualidad infantil. El amor en la fase oral,
rán, en 1920, hipostasiadas en la necesidad instintual de todos por ejemplo -la fase en la cual la excitación sexual es producida
los organismos vivos de retornar al estado de materia inanima- por fantasías de "incorporar o devorar"-es "una modalidad del
da. "Como expresión del displacer evocado por los objetos", amor compatible con la supresión de la existencia del objeto
escribe Freud en "Los instintos y sus destinos", el odio "siempre como algo separado". Y en el estadio de la organización sádico-
permanece en una relación íntima con las pulsiones de conserva- anal, "el intento de alcanzar el objeto se presenta bajo la forma
ción del yo. " 97 Desde la perspectiva económica, el yo (por su- del esfuerzo de apoderamiento", y Freud alega que mientras "que
puesto que Freud no habla todav:ía en 1915 del yo (ego) como le es indiferente el daño o la aniquilación del objeto", aquí, "por
un sistema dentro del sel(, aunque el "sistema yo (ego)" supon- su conducta hacia el objeto, esta forma y etapa previa del amor
drá muchas de las características que se atribuían anteriormente es apenas diferenciable del odio" 98 •
al yo (ego) más general) -el yo (ego), entonces, lejos de tener
alguna aptitud original para tratar con la realidad, se encuentra 98 Op. cit., pág. 132-134. Además, un cierto desequilibrio entre el desa-
en un estado de hostilidad radical con el mundo externo. rrollo del yo y el desarrollo sexual refuerza este lazo entre la sexualidad
Como resultado de esta "relación íntima" entre los instintos y el odio o la agresión. Especulé sobre el origen masoquista de la sexua-
lidad humana como signo --que sería al mismo tiempo biológicamente
de autoconservación y el odio, "pulsiones yoicas y pulsiones
funcional y disfuncional- de una demora en el desarrollo del yo que lo
sexuales con facilidad pueden entrar en una oposición que repite hace quedar detrás respecto de la emergencia de la sexualidad. Pero
la oposición entre odiar y amar". Pero estas oposiciones confían Freud mismo menciona que en la historia de la sexualidad infantil se da
en ciertas diferencias y dualismos seguros que, en realidad, están el caso opuesto, el de "la anticipación temporal de la evolución del yo a
la evolución de la libido". "Tal anticipación" - a la que hace referencia en
constantemente colapsando. Antes que nada, si los instintos 1913 como parte de "la disposición a la neurosis obsesiva"- "obliga-
sexuales aseguran nuestro interés continuado por los objetos, el ría, por la acción de los instintos del yo, a la elección del objeto en un
objeto amado es, como lo nota Freud en uno de los pasajes recién período en que la función sexual no ha alcanzado aún su forma defini-
tiva, dando así origen a una fijación en la fase del orden sexual pregenital".
Los neuróticos obsesivos desarrollan "una supermoral" - un severo
97
Ibidem, pág. 1044. superyó en términos de la teoría estructural- "para defender su amor

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EL NUEVO MUNDO DE FREUD
EL CUERPO FREUD IANO - /'SICOANÁLISIS Y ARTE

de las tendencias agresivas y destructivas no eróticas", se ve


¿Puede la oposición entre los instintos del yo y los sexuales
forzado sin embargo a reconocer, como lo hice notar, que la
sobrevivir a esta definición de la sexualidad? Lo que podríamos
satisfacción de los instintos agresivos "se acompaña de extraor-
llamar ontología del odio (o de la agresión) coincide con la on-
dinario placer narcisista, pues ofrece al yo la realización de sus
tología de la sexualidad. Asimismo, si como Freud escribe en
más arcaicos deseos de omnipotencia" 99 • En el contexto de nues-
Tres ensayos, "todos los procesos afectivos intensos, hasta las
tra presente discusión, este pasaje sugiere un colapso vertigino-
mismas excitaciones aterrorizantes, se extienden hasta el domi-
so de los órdenes clasificatorios. Si el odio hacia un objeto ex-
nio de la sexualidad", podría decirse que el "displacer" causado
terno es, en virtud de su misma intensidad, un fenómeno
al yo por la "lluvia de estímulos" desde el mundo exterior debe
sexualizante, sería lógico describirlo como una forma de sadis-
también extenderse hasta la sexualidad, y que, a la inversa, el
mo. Si, además, este odio, al quebrar los límites entre el yo y el
supuesto odio hacia los objetos que emiten toda esa penosa exci-
mundo, satisface los "más arcaicos deseos de omnipotencia"
tación de estímulos es también un fenómeno sexualizante. Es
del yo, entonces también debería pensarse como una forma de
decir que en el complejo cuadro amenazador esbozado por Freud
narcisismo. Finalmente, si la sexualidad es por definición algo
en "Los instintos y sus destinos" todo resulta ser, de manera
excesivo, una fragmentación psíquica debida a la brecha entre
simultánea, sexual y agresivo: la sexualidad oral y anal por un
el nivel de estimulación al que el yo se ve expuesto y sus capa-
lado y, por el otro, el odio del yo hacia un mundo estimulante en
cidades de estructuración, entonces el odio del yo por los obje-
exceso.
tos externos, por la invasión por parte de estímulos provenien-
He querido, por supuesto, sugerir que esta identidad entre
tes de estos objetos, y su necesidad de incorporar objetos ama-
la sexualidad y la agresividad en el pensamiento freudiano des-
dos, puede también ser identificada con el masoquismo. Qui-
truye la claridad categórica de cualquier psicología general.· Si
zás nos hemos vuelto deseosos de pensar el sadismo como una
Freud insiste en El malestar en la cultura sobre "la ubicuidad
proyección del masoquismo; ¿debemos ahora concebir el
sadomasoquismo como una forma de narcisismo?
objetivado contra la hostilidad" inherente a su amor. Pero, escribe Freud,
No estoy en principio interesado en proponer una reacomo-
"nos inclinaremos a considerar como típica en la naturaleza humana dación de las definiciones. En la medida en que he propuesto
cierta medida de tal anticipación de la evolución del yo", lo cual significa ciertas reacomodaciones -en particular, la sugerencia de que la
que todos nosotros estuvimos más o menos listos para amar a otra sexualidad en Freud, al menos en cuanto al modo en que ella se
persona cuando éramos constitucionalmente incapaces de comprender
el amor excepto como "un esfuerzo de apoderamiento'', que "es ape- constituye, puede pensarse como una tautología del masoquis-
nas diferenciable del odio". El aspecto disfuncional de esta brecha par- mo-, éstas han tenido la intención no tanto de ser exactas en lo
ticular en el desarrollo es claro. Freud también señala, sin embargo, que referencial o como afirmaciones verificables, sino como indica-
puede ser que debamos nuestra "facultad de la génesis de la moral"
-como defensa contra la excitación del odio- precisamente a esta incon- ciones acerca del modo en el que la especulación freudiana avan-
veniente y muy peligrosa falta de coordinación entre los estadios de za hacia una disrupción de sus propias categorías. Si, como lo
desarrollo de nuestro yo y nuestro desarrollo sexual. Estas últimas
citas, correspondientes al texto de 1913, corresponden a la traducción
de L. López-Ballesteros: "La disposición a la neurosis obsesiva. Una 99
S. Freud, El malestar en la cultura. En Obras completas. Traducción
aportación al problema de la elección de neurosis'', en Ensayos sobre la de Luis López-Ballesteros, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Págs.
vida sexual y la teoría de las neurosis. Ed. Biblioteca Nueva, T. l. Ma- 44 y 45.
drid, 1968. Pág. 993-994.

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hice antes, seguimos un ejemplo aportado por Jean Laplanche jouissance 100 a la vez solipsista y masoquista, una jouissance que
y sostenemos que una así llamada "parte" aberrante de la sexua- aísla al sujeto humano en una repetición social y epistemológica-
lidad -el masoquismo- puede ser la "totalidad", creamos una mente "inútil", pero infinitamente seductora.
especie de corrimiento geológico en el sistema clasificatorio com- Quizás no hayamos hecho nada más (o nada menos) que
pleto del psicoanálisis -sistema que se vuelve posible a través de inferir la "verdad" de tales ideas a partir de las presiones tex-
ubicar tales fenómenos supuestamente aislables, como el ma- tuales que generan. En cierto sentido, ése es el objetivo de la
soquismo, el sadismo y el fetichismo, como meros aspectos de teoría y la práctica psicoanalíticas: confirmar la presencia de
un fenómeno general y jerárquicamente organizado llamado proyectos ocultos en diversos tipos de textos disruptos. Puede
sexualidad. no haber una diferencia esencial entre la dimensión formal y la
No obstante, también corrí el riesgo de considerar estos corri- experiencia del psicoanálisis, entre las operaciones lingüísticas
mientos como un proceso que constituye la "verdad" psicoana- de los trabajos de Freud y su verdad psicológica. Porque la
lítica. Y en mi argumentación no sólo le di una posición privile- verdad psicoanalítica sólo puede ser analizada -y verificada-
giada al proceso de colapso teórico que se produce en ciertos como una angustia textual. El movimiento que realizo, desde
textos freudianos, sino también a ciertas posiciones teóricas que un desmantelamiento formal o "literario" de algunos de los ar-
emergen como resultado de ese bloqueo o del colapso de un ar- gumentos de Freud hacia, por ejemplo, afirmaciones acerca de la
gumento principal que se afirma explícitamente. Así, la perspec- función evolutiva de la sexualidad masoquista, puede por lo tanto
tiva teleológica de la sexualidad en los Tres ensayos fue tomada constituir menos un salto epistemológico de lo que podría pen-
como que reprimía el contraargumento que supone la sexuali- sarse en principio. Sugeriría que tales movimientos fuera del tex-
dad como tipo de fenómeno históricamente inviable de la ten- to son legítimos, no porque "todo es texto", o incluso porque
sión placer-displacer. En resumen, no sólo he estado interesado todos los fenómenos psíquicos se organizan de algún modo
en deconstruir los argumentos freudianos sino también en loca- "como" una operación lingüística, sino más bien porque la ver-
lizar sus argumentaciones más originales y más subversivas -es dad extratextual de un discurso sobre los trabajos de la psiquis
decir, en ubicar la especificidad y el valor del psicoanálisis en la es inevitablemente cartografiada por los movimientos del discur-
historia del pensamiento. En un sentido más general, la contri- so mismo. Si, como lo he dicho antes, Freud demuestra la
bución de Freud a nuestro conocimiento del ser humano radica inseparabilidad de la verdad de una teoría del deseo respecto de
en la problematización del acto de conocer. Más específicamente, los movimientos de autoderrota en el desempeño de esa teoría,
y por todas las afinidades demostrables que tiene, por ejemplo, entonces es en las vicisitudes del desempeño teórico donde pode-
con la biología del siglo diecinueve o -cambiando a un registro mos aproximarnos mejor al "conocimiento" de las presiones que
cultural más general- con la historia de la confesión en las socieda- resisten en cualquier teorización. En correlación con esto - y, para
des modernas occidentales, el trabajo de Freud es, según creo, un la crítica literaria, de ninguna manera en forma incidental- el
intento sin precedentes de dar cuenta de algo radicalmente inope- psicoanálisis nos provee de nuestro mejor argumento para resis-
rante en el pensamiento humano en cuanto a la naturaleza frag- tir a la distinción académica de moda entre la crítica formal o
mentante de la sexualidad. Freud subvierte la perspectiva del pla- textual y la crítica moral. Cartografiar los movimientos de la
cer como inherentemente social, sugiriendo que aun las formas
más sublimadas del placer están fundadas ontológicamente en una 100 En francés en el original. (N. de T.)

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EL NUEVO MUNDO DE FREUD

forma es a la vez un esfuerzo (quizás imposible pero no menos


necesario) de fijar un cierto conocimiento acerca de los fracasos infantil; fisiológicamente, la genitalidad marca el comienzo de un
del conocimiento, y una demostración ineludible de la propia nuevo tipo de placer, el placer de la descarga. Más precisamente,
tolerancia de los cartógrafos a tal fracaso. La elección de un la organización genital es un régimen sexual dual: si el placer es
método crítico es ya un ejercicio de crítica moral. en gran parte redefinido como una liberación de esa tensión en
Lo que hemos estado viendo es que el proceso mismo de de- la que consistía el placer pregenital, una parte del placer genital
finición -responsable no sólo de los dualismos freudianos sino mismo proviene de mantener o incluso incrementar momentá-
también de la estructuración de la psiquis en ello, yo y superyó- neamente los niveles de tensión. Y es como si en la genitalidad
tiene un rol estratégico en el trabajo de Freud, y que la estrategia misma la represión de la sexualidad infantil fuera representada
a la vez reprime la verdad psicoanalítica pero puede quizás ser nuevamente por una versión fantasmática de la relación entre
explicada por el psicoanálisis. "Los instintos y sus destinos" nos los dos aspectos del doble régimen, una versión en la cual la
suministrará otro ejemplo acerca de esta cuestión. En ese ensayo, diferencia se postula como oposición. Más exactamente, la re-
Freud escribe: "Hasta el establecimiento de la organización geni- presión de la sexualidad infantil es manifestada sintomáticamente
tal no se constituye el amor en antítesis del odio". Él no quiere en la genitalidad por procesos duales de pensamiento que a la
decir que uno constituya al otro antes de la hegemonía de lo vez repiten y ocultan el antagonismo fantaseado entre dos regí-
genital. Sino que la relación entre amor y odio no puede ser menes de placer sexual.
lógicamente descripta como una relación de opuestos durante Una vez más nos encontramos en una de esas intersecciones
los años pregenitales. Se desarrollan por vías psíquicas diferentes, entre lo funcional y lo disfuncional que parecen ocurrir con tan-
tienen orígenes diversos; "el odio es, como relación con el obje- ta frecuencia en el mapa en gran parte ilegible de la sexualidad
to, más antiguo que el amor. Nace de la repulsa primitiva del humana. He sugerido que el masoquismo que funda la sexuali-
mundo exterior emisor de estímulos, por parte del yo narcisis- dad es al mismo tiempo una amenaza para la vida y una con-
ta"; el amor nace de los instintos sexuales 101 • La mezcla de am- quista evolutiva que protege la vida. De manera similar, si nues-
bos puede ser presentada entonces por Freud no como constitu- tras relaciones de objeto más tempranas comienzan y terminan
tiva de la sexualidad misma sino en todo caso como un tipo de en el odio, la sexualidad infantil también nos inicia en las rela-
accidente histórico ligado a los estadios particulares y "prelimi- ciones sociales al proveer un puente entre la más temprana liga-
nares" de la sexualidad oral y anal, un accidente que hace que zón autoconservadora a la madre nutricia y las formas posterio-
parezca como si las dos vías fueran una sola. res de interés diversificado y desexualizado por el mundo. Tene-
Lo que deseo enfatizar aquí es lo siguiente: la oposición amor- mos ahora un tercer ejemplo de esta curiosa oscilación entre los
odio, que Freud presenta como un hecho de organización geni- aspectos funcionales y disfuncionales de la sexualidad. Un régi-
tal, podría ser pensada también como una característica concep- men sexual de descarga sirve a las necesidades de la reproducción
tual de la genitalidad. El acceso psíquico al estadio genital en el de la especie pero, desde el punto de vista de lo individual o de la
esquema freudiano depende de la represión de la sexualidad ontogénesis, la "madurez" sexual puede depender en cierto gra-
do de la represión del "fundamento" mismo de la sexualidad,
101
S. Freud, "Los instintos y sus destinos'', en Metapsicología. Obras tanto como de una represión de los modos conceptuales que nos
completas. Traducción de Luis López-Ballesteros, Ed. Biblioteca Nueva,
Madrid, 1968. Tomo 1, pág. 1044. permiten simbolizar las insistentes, masoquistas y aún producti-
vas repeticiones de la excitación sexual. Un signo de esa represión

118
119
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE EL NUEVO MUNDO DE FREUD

en el propio Freud sería, por ejemplo, su fracaso en sospechar la general. ¿Pero qué es exactamente el yo (ego)? Por un lado, el yo
naturaleza sintomática de sus propios dualismos. Él localiza his- es, según escribe Freud "una organización coherente de sus proce-
tóricamente la aparición de la oposición amor-odio en la vida sos psíquicos"; "representa lo que pudiéramos llamar la razón o la
humana pero ese gesto, extremadamente significativo, no con- reflexión, opuestamente al ello, que contiene las pasiones"; y fi-
duce a ninguna pregunta acerca de, por así decirlo, su propia nalmente: "por su relación con el sistema de la percepción estable-
localización -es decir, acerca de su posible dependencia de las ce el orden temporal de los procesos psíquicos y los somete al
represiones que nos permiten conceptualizar el amor como lo examen de la realidad" 1º2 • Pero la descripción de Freud ya sea de
opuesto del odio. Un discurso descriptivo acerca de los estadios los orígenes del yo como de sus relaciones con el ello y el superyó,
en nuestras relaciones con los objetos delinea simultáneamente pone en cuestión seriamente su capacidad de desempeñar estas
los movimientos restrictivos de la conciencia que acompañan un funciones normalizadoras. El sistema llamado yo cobra existencia
régimen sexual particular (la genitalidad), y prescribe aquellos como un basural afectivo. Freud recuerda haber explicado la me-
mismos movimientos como creadores de las únicas condiciones lancolía por la suposición de que un objeto perdido "se vuelve a
lógicas para la formulación de regímenes sexuales radicalmente erigir en el yo, vale decir, una investidura de objeto es relevada por
otros y movimientos de conciencia radicalmente otros. una identificación [eine Objektbesetzung durch eine Identifizierung
abgelost wird]". En el momento de "Duelo y melancolía" (1915),
agrega, "no conocíamos toda la significatividad de este proceso"
El yo y el ello es el mayor esfuerzo de Freud para elaborar una y no se daba cuenta de "ni cuán frecuente ni cuán típico es".
teoría del yo (sel() sobre la base de las primeras ligazones pasionales Ahora él entiende que la sustitución de una catexia de objeto por
del sujeto humano con el mundo. La teoría freudiana de la es- una identificación "particira considerablemente en la estructuración
tructura de la personalidad es, según creo, aún otro intento de del yo y contribuye, sobre todo, a la formación de aquello que
normativizar el psicoanálisis. Precisamente, así como el punto de denominamos su carácter". En verdad, en la página siguiente Freud
vista teleológico de la sexualidad en los Tres ensayos suprime la sugiere que "el carácter del yo es un residuo de las cargas de
perspectiva de la sexualidad como masoquista en su constitu- objeto abandonadas y contiene la historia de tales elecciones de
ción, y así como el dualismo de los instintos de vida y de muerte objeto" 103 •
en Más allá del principio del placer oscurecen la destructividad ¿Cuál es la función de estas internalizaciones? En "Duelo y
inherente a lo sexual, de la misma manera las intenciones de melancolía" y en la descripción de la formación del yo en El yo
estructuración en El yo y el ello transforman una identidad y el ello, es una cuestión de "pérdida" o de "abandono" de
psicoanalítica quizás inconcebible de diferencia y repetición en catexias de objeto. La internalización aquí no es un modo del
una historia narrativa de diferencias psíquicas sistematizadas. deseo (como en las fantasías de incorporación en el estadio oral),
La redefinición que Freud realiza del yo (ego) como un sistema sino que es más bien la estrategia del deseo al que se ha renuncia-
específico dentro del yo (sel() ha tenido importantes consecuen- do. Las internalizaciones que realiza el yo son predicadas sobre
cias en la historia del psicoanálisis, en especial en los intentos, por
parte de los psicólogos del yo norteamericanos, de ubicar el desa- 102 S. Freud, El yo y el ello, en Obras completas. Traducción de Luis López-
rrollo de las capacidades adaptativas del yo (ego) y en la historia Ballesteros, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Tomo II, págs. 11, 14 y 29.
de los esfuerzos por transformar el psicoanálisis en una psicología 103
Ibidem, págs. 16 y 17.

120 121
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE

EL NUEVO MUNDO DE FREUD

la pérdida. Y son diseñadas para engañar al ello: "Cuando el yo


cobra los rasgos del objeto, por así decir se impone él mismo al estar describiendo un tipo especial de ·repetición, que el texto
ello como objeto de amor, busca repararle su pérdida diciéndole: presentará de manera oficial como un desarrollo que da lugar a
'Mira, puedes amarme también a mí; soy tan parecido al obje- una estructura diferenciada de sistemas. Lo que llama yo es un
to ... "'. Las identificaciones del yo son, entonces, un simulacro tipo de relación de objeto sin el objeto y, estrictamente hablan-
de las incorporaciones del ello, y son asumidas como actos de do, sin la relación; el objeto es apropiado después de haber sido
seducción. De allí, la aparente contradicción en la descripción de perdido. El yo es un coleccionista que transporta objetos inertes
Freud de estas identificaciones como siendo a la vez desexualizantes desde el exterior hacia el interior. En lugar de desear el mundo, el
y narcisísticas: implican obviamente un abandono de los fines yo lo vampiriza.
sexuales, pero al ello, por así decirlo, se lo engaña para que ame En lo fenomenológico, esta operación parecería requerir un
a ese objeto internalizado desinvestido, y la desexualización es movimiento reflexivo de la conciencia, un clivaje en la psiquis,
de ese modo contrarrestada por una "transformación de la libido una separación negativizadora de la conciencia desde sus pro-
de objeto en libido narcisista" 104 • pios movimientos. Las identificaciones del yo son una repetición
Este pequeño teatro de decepción sexual es un ejemplo per- detenida del deseo. Su relación con el mundo externo es, enton-
fecto de ese antropomorfismo que, como lo ha notado el psicoa- ces, en extremo ambigua desde el comienzo. En el capítulo 11 de
nalista norteamericano Merton Gill, trata a cada uno de los sis- El yo y el ello, Freud habla del yo como "una parte del ello
temas en la teoría estructural como un "homúnculo reificado" 105• modificada por la influencia del mundo exterior, transmitido
Pero, antes que nada, en lugar de simplemente discutir la des- por el P.-Cc. 107, o sea, en cierto modo, una continuación de la
cripción que Freud realiza de la relación entre el yo y el ello di- diferenciación de las superficies". También: "El yo es, ante todo,
ciendo que es una alegorización ingenua de la realidad psíquica, un ser corpóreo, y no sólo un ser superficial, sino incluso la pro-
deberíamos apuntar que al mismo tiempo que elabora una pers- yección de una superficie" 1º8 • Es decir que el yo, en la topografía
pectiva sistémica tripartita de la psiquis, Freud también nos hace psíquica de Freud, no es sólo esa parte del aparato psíquico que
recordar más de una vez que "tampoco debemos suponer dema- está influenciado más directamente por el contacto del cuerpo
siado rígida la diferencia entre el yo y el ello, olvidando que el yo con el mundo; es también una proyección psíquica de superficies
no es sino una parte del ello, especialmente diferenciada". Del corporales. El yo no es mero receptor de percepciones y sensacio-
mismo modo, el superyó es "una fase especial del yo, o sea una nes; es también un inventario o un depósito de los procesos
diferenciación dentro del mismo yo [eine Stufe im !ch ... eine perceptuales mismos. Repite fantasmáticamente los contactos del
Differenzierung innerhalb des lchsJ" 106• Es decir, Freud parece cuerpo con el mundo en algo, quizá, como del orden de estruc-
turas meta-perceptuales. El yo no es una superficie; es una imita-
104 ción psíquica de superficies. De la misma manera, la relación del
Ibídem, pág. 17.
1 5 yo con los objetos que forman su carácter es un tipo de repetición
º Gil!, "Metapsychology Is Not Psychology", en Merton M . Gil! y Phillip
S. Holzman, eds., Psychology versus Metapsychology: Psychoanalytic
Essays in Memory of George S. Klein, Psychological Issues, vol. 9, nº 4,
Monograph 36 (Nueva York: lnternational Universities Press, 1976), 107
Percepción-Conciencia: el "sistema" de conciencia que Freud localiza en
p. 100.
la periferia del aparato psíquico y que recibe información, bajo la forma
º
1 6
Op. cit., págs. 21 y 16. de sensaciones y huellas mnémicas, del mundo exterior y del interior.
108 Op. cit., págs. 14 y 15.

122
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El. NUEVO MUNDO DE FREUD
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE

importantes" 11 º. La relación entre estos dos factores no es de


(replay) de las relaciones del ello con los objetos. En ambos casos
ninguna manera ambigua. ¿Es el superyó, como dirá de hecho
-en la derivación del yo del cuerpo y en su derivación del ello- se
Freud en el artículo de 1927 sobre "El humor", el "núcleo del
petrifica una relación con el mundo: ya sea como una
yo" (y la "primera" de sus identificaciones), o es un desarrollo
arquitecturalización de los movimientos del cuerpo en el mundo
más tardío, post edípico, por así decir, sobre el yo o en él? He
o como un agrupamiento de objetos internos decatectizados 109 •
discutido en Baudelaire and Freud que "tanto la naturaleza ideal
Lo que Freud llama superyó se presenta como una repeti-
como la naturaleza persecutoria del superyó post edípico tienen
ción de la misma operación. El superyó, como el yo, es creado
sus analogías en el yo (self¡ originalmente constituido". Al referir-
por la sustitución de catexias de objeto por identificaciones. Le
me a la perspectiva de Lacan sobre la creación del yo (self¡ a partir
debe eso que Freud llama, de manera quizás algo indecisa, "su
de la propia alienación en el estadio del espejo, sugerí que "es
especial situación en el yo, o con respecto al yo", a dos factores:
imposible constituir un yo (self¡ total sin crear el superyó. Un yo
fue "la primera identificación que hubo de ser llevada a efecto, 1
(self¡ completo, unificado, total, es un yo (self¡ ideal, otro yo" .11
siendo aún débil el yo", y, como "heredero del complejo de
Ahora lo reformularía, en términos de la teoría estructural, propo-
Edipo'', (es decir, como depósito de las catexias de objeto
niendo que lo que Freud sistematiza como superyó es un movi-
edípicas del ello), el superyó introdujo "en el yo los objetos más
miento de la conciencia que a la vez inicia y luego repite, de mane-
ra que no cesa, las identificaciones negativizadoras del yo (ego).
109
Mientras que las observaciones que conciernen a las capacidades La identificación sustitutiva con un objeto de amor perdido
adaptativas del yo fueron por supuesto subrayadas por los psicólogos es, en los dos sentidos de la palabra, una idealización: des-realiza
del yo, es interesante señalar que Freud también se refiere con frecuencia al objeto, y hace un monumento conmemorativo de su condi-
a la naturaleza disfuncional o al menos enigmática del yo. En El yo y el
ello, describe reiteradamente al yo como "oficioso, oportunista y falso" ción de deseable y su inaccesibilidad. Una fantasía de deseo del
como resultado de su situación intermedia entre el ello y la realidad.
También sugiere, de manera más oscura y profunda, un tipo de vulne- Op. cit., pág. 25. Transcribo el pasaje de Freud, donde se puede notar
110
rabilidad inherente del yo a los instintos de muerte. Primero, "mediante una pequeña diferencia: "El superyó debe su especial situación en el yo,
su trabajo de identificación y de sublimación" -procesos que involucran o con respecto al yo, a un factor que hemos de valorar desde dos diver-
una desexualización de la relación con el objeto sublimado o con el que sos puntos de vista, por ser, en primer lugar, la primera identificación
se identifica-, el yo ayuda a los instintos de muerte en el ello a ganar que hubo de ser llevada a efecto, siendo aún débil el yo, y en segundo
control por sobre la libido, y de esta manera "se expone al peligro de ser lugar, el heredero del complejo de Edipo, y haber introducido así en el yo
tomado como objeto de tales instintos y sucumbir víctima de ellos".
Segundo, "como su labor de sublimación tiene por consecuencia una los objetos más importantes" . (N. de T.)
111 Bersani. Baudelaire and Freud (Berkeley, Los Ángeles, Londres: University
disociación de los instintos y una liberación del instinto de agresión del of California Press, 1977), pág. 114-15. Por supuesto que proponer
ya (Bersani cita aquí la Standard Edition, donde en lugar de decir "yo" esta analogía entre los procesos de formación del yo y del superyó no
dice "superyó", al igual que el original en alemán, Uber-lch; la traduc- significa negar el aspecto de la relación entre ellos que Freud enfatiza de
ción de Amorrortu es correcta. N. de T.) se expone, en su combate manera más explícita: el del conflicto. Ese aspecto es, sin embargo, qui-
contra la libido, al peligro de ser maltratado e incluso a la muerte". (las zás en gran parte, una articulación teatral de las tendencias negadoras y
últimas citas corresponden a la página 29 del opus citado). Varios años de autocastigo inherentes al yo. La alegoría de un conflicto entre el yo y
más tarde, en Esquema del psicoanálisis (1940 [1938]), Freud precisa el superyó ofrece a esas tendencias una especie de inteligibilidad teatral.
que "el punto débil de la organización del yo reside en su actitud frente Ahora bien, desde una perspectiva lacaniana, uno debería decir que es la
a la función sexual, como si la antinomia biológica entre la conservación "especularidad" misma de la relación entre yo y superyó lo que intro-
de sí mismo y la conservación de la especie hubiese hallado aquí expre-
duce en la conciencia una estructura paranoide.
sión psicológica". (Biblioteca Nueva, T. III, pág. 424.)

125
124

~.' ,f,
EL NUEVO MUNDO DE FREUD
EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE

objeto es repetida en una fantasía del yo (sel() como objeto de- La naturaleza imposible de esta doble orden contradictoria: "Así
seable ya perdido. Por un lado, el yo (sel() es realzado -y se satis- debes ser y así no debes ser", transforma un enigma ontológico
facen sus impulsos narcisistas- por esta identificación con un en el "lenguaje" de una Ley divina. Estos mandamientos del
objeto superior (es decir, amado); por otro lado, la búsqueda superyó no pueden ser obedecidos; ni siquiera pueden ser formu-
activa del objeto es reemplazada por una nostalgia sin esperan- lados excepto como la ininteligible sucesión de dos afirmaciones
za, por una especie de masturbación pasiva, o más precisamente, que se cancelan una a la otra. La fascinación de nuestra civiliza-
póstuma. La identificación con un objeto de amor perdido es, ción, de Job a Kafka, con una Ley absolutamente impenetrable
de manera intrínseca, un autocastigo: un bloqueo del impulso a que rehúsa permitirse ser obedecida es quizás, en términos
amar es la precondición para que el yo pueda ser amado. El psicoanalíticos, la versión desplazada de una única aflicción
deseo se niega, se corta, por el propio movimiento con el que es (distress) humana: la aflicción de estar habitado, e incluso cons-
apropiado el objeto de deseo. Más exactamente, en este ambi- tituido, por los objetos totalmente inaccesibles e ineludibles, aje-
guo proceso de desexualización, un objeto es resexualizado (re- nos y enajenantes, de nuestros deseos. La mitología del complejo
catectizado de manera narcisista y masoquista) por el mismo de Edipo presenta esta monstruosa e inevitable imposibilidad
movimiento que lo decatectiza. Los placeres narcisistas de estas como un fin del desarrollo humano, como si la identificación
identificaciones son por lo tanto inseparables de los placeres edípica primaria constituyera un modo de trascender la agresivi-
masoquistas, y estas sustituciones quizás inevitables de catexias dad más que la operación psíquica que la vuelve permanente. El
de objeto por identificaciones tienen que ser clasificadas del lado superyó post edípico legaliza la agresividad pre-edípica; transfor-
disfuncional del desarrollo humano. Es decir, esas imitaciones o ma la pérdida de objeto en interdicción de objeto y así nos hace
identificaciones por las cuales las pulsiones frustradas se vuelven permanentemente culpables de aquellos mismos movimientos
un vehículo para constituir una identidad personal, también pro- de la conciencia por los cuales los objetos de deseo se vuelven
longan y solidifican los orígenes masoquistas de la sexualidad agentes del castigo.
bajo la forma de la necesidad estructural de un estadio "avanza- Hay más: en El malestar en la cultura Freud (como vimos en
do" en el desarrollo individual. el capítulo l) propone una perspectiva del superyó no sólo como
El superyó post edípico representa la importante -y alta- la autoridad moral internalizada que ejerce el control sobre los
mente peligrosa- tarea de dar a este proceso una legitimación impulsos eróticos y agresivos del yo, sino también como un pro-
histórica. Freud escribe: "Pero el superyó no es simplemente ceso fantasmático que permite al yo atacar con libertad a esa
un residuo de las primeras elecciones de objeto del Ello, sino autoridad moral. El sofrenado de la agresividad real, y el estable-
también una enérgica formación reactiva contra las mismas". cimiento del superyó, sería la estrategia más efectiva para lasa-
Porque, argumenta, el ideal del yo tuvo que reprimir el com- tisfacción desinhibida de los impulsos agresivos. Desde esta pers-
plejo de Edipo y no sólo le dice al yo (ego): '"Así -como el pectiva, una severidad excesiva -mejor dicho, una agresividad
padre-debes ser', sino que comprende también la prohibición: desenfrenada- no es algo pasible de un control educativo o tera-
'Así -como el padre- no debes ser: no debes hacer todo lo que péutico; es la raison d'étre del superyó. El particular "sistema" es
él hace, pues hay algo que le está exclusivamente reservado."' 112 quizás en verdad una forma de relación de objeto en la cual la
destrucción del objeto puede ser repetida al infinito como una
112 Op. cit., pág. 19.
forma de placer masoquista.

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE EL NUEVO MUNDO DE FREUD

Freud se volvió cada vez más pesimista acerca de la posibili- ligazón dominante) va a conducir a una elección de objeto hete-
dad de controlar esta destructividad, ya sea en la cultura rosexual que se modela, precisamente, sobre los deseos por el
(civilization) o incluso en un análisis individual. Por consiguien- padre, a quien el hombre heterosexual ha tomado, de manera
te resulta tanto más asombroso observar que el superyó post permanente, dentro de sí114 •
edípico -que, como he argumentado, transforma el origen ma- Freud no va tan lejos, aunque sugiere que el niño puede de
soquista de nuestra sexualidad en un imperativo cultural y éti- hecho no identificarse con el rival en el esquema edípico, pro-
co- sea presentado, en El yo y el ello, como un desarrollo incier- poniendo así una revisión radical de su propia teoría -revisión
to en extremo. Tengo en mente las extraordinarias páginas del que, sin embargo, en general ignorará durante el resto de su
capítulo 111 donde, sobre la base de lo que acaba de decir acerca trabajo y durante el resto de su vida. En un parágrafo de ex-
de la relación entre catexia de objeto e identificación en la for- traordinario riesgo especulativo, Freud relega el denominado
mación del yo y del superyó, Freud por poco hace caer toda la resultado normal del complejo de Edipo a un estatuto estricta-
explicación psicoanalítica del complejo de Edipo. Al discutir la mente aleatorio en el desarrollo humano: "Experimentamos la
configuración de "para el niño [el varoncito] el complejo de Edipo impresión de que el complejo de Edipo simple no es, ni con
simple, positivo" -es decir, "la conducta ambivalente con res- mucho, el más frecuente" 115 • Freud escribe que es la bisexualidad
pecto al padre y 12 tierna aspiración hacia la madre considerada lo que complica este simple esquema. Debido a la bisexualidad
como objeto"- F~eud señala que la catexia de objeto del niño constitucional presente en todos, cada niño tiene la experiencia
que recae sobre su madre debe, al final, ser reemplazada por "una tanto del complejo de Edipo positivo como negativo, de modo
identificación con la madre, o queda intensificada la identifica- que aun si internaliza sólo a su rival, habrá por último
ción con el padre. Este último resultado es el que consideramos internalizado a ambos padres. Para el niño pequeño, el padre
como normal", aunque, agrega, la identificación del niño con su (father) deseado del complejo negativo ya habrá sido, por así
padre y la identificación de la niña con su madre "no correspon- decir, identificado con la apariencia del padre (father) rival del
den a nuestras esperanzas, pues no introducen en el yo al objeto complejo positivo, y a esto debemos agregar por supuesto la
abandonado" 113 • posibilidad de que aquello que Freud llama, de manera más
¿Cómo debemos entenderlo? Con Jean Laplanche podría- bien vaga, una cierta "disposición sexual femenina" habrá de
mos ser llevados a revisar la clásica perspectiva de la relación conducir al niño a identificarse también con el padre amado,
entre las configuraciones edípicas y las preferencias sexuales pos- en lugar de con la madre rival del complejo negativo. No es de
teriores. Siguiendo la regla de que nos identificamos con los extrañar que Freud casi se queje del giro proustiano que su
objetos de deseo abandonados, podríamos tener que decir en- pensamiento ha dado de repente:
tonces --éste es el argumento principal de Laplanche- que el
denominado complejo de Edipo positivo en un niño conduce a 114
Jean Laplanche, Problématiques I: L'Angoisse (París: Presses
la homosexualidad· (él ha internalizado a la madre deseada del
universitaires fram;aises, 1980), pp. 345-46. Hay traducción al castella-
Edipo y sus deseos), mientras que el complejo de Edipo negati- no: Problemáticas I: la angustia. Ed Amorrortu, Buenos Aires, 2000.
115
vo en el niño (en el que el amor de éste por el padre ha sido la La versión de la Standard Edition que cita Bersani termina esta oración
así: "sino que corresponde a una simplificación o esquematización que,
por lo demás, a menudo se justifica suficientemente en la práctica"; la
m Op. cit., pág. 18. encontramos en la traducción de Amorrortu.

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE EL NUEVO MUNDO DE FREUD

importante trabajo El anti-edipo, Gilles Deleuze y Felix Guattari


Esta intervención de la bisexualidad es la que atacaron con virulencia la noción de que el deseo sea necesaria-
hace tan difícil llegar al conocimiento de las elec- mente "grabado" en los términos del complejo de Edipo 117 • De
ciones de objeto e identificaciones primitivas y tan hecho, aún en esos términos, el deseo permanece inestable. Las
complicada su descripción. Pudiera ser también, relaciones de objeto del período edípico mismo -y no simple-
concluye Freud -las consecuencias trascendentales mente algún amor materno pre-edípico traumáticamente excesi-
de su especulación final deberían quedar ahora cla- vo- nos entrena en esas livianas y cambiantes identificaciones
ras- que la ambivalencia, comprobada en la rela- que pueden salvarnos de la maldición de "tener un carácter" y
ción del sujeto infantil con los padres, dependiera que supuestamente hicieron de Leonardo semejante mal candi-
exclusivamente de la bisexualidad, no siendo desa- dato para las pseudo-serias y pseudo-estables pasiones y celos del
rrollada de la identificación, como antes expusi- complejo de Edipo.
mos, por la rivalidad [es konte auch sein, dass die El complejo de Edipo positivo es la interpretación paranoica
in Elternverhaltnis konstatierte Ambivalenz de las esencialmente móviles, inestables y aún, como lo sugiere
durchaus auf die Bisexualitat zu beziehen ware und Freud, ininteligibles relaciones del niño con sus padres. Nuestros
nicht, wie ich es vorhin dargestellt, durch die padres edípicos son versiones en la fantasía de nuestros ya
Rivalitatseinstellung aus der Identifizierung internalizados y ya idealizados padres. El superyó post edípico es
entwickelt würde]1 16 • el punto cúlmine de una fantasía que fija las apasionadas yapa-
sionadamente cambiantes relaciones de objeto de nuestra infan-
Pero, si éste es el caso, ¿qué pasa con la agencia jurídica del cia en la narrativa lineal de la historia del Edipo. Para ponerlo en
superyó post edípico? Nótese que nada de esto cambiaría algo otros términos, podríamos decir que el complejo de Edipo repri-
en la perspectiva que propuse antes acerca del proceso me la ininteligibilidad de las relaciones edípicas. Así, como escri-
identificatorio mismo (es decir, del yo como una metáfora es- be Freud en Introducción al narcisismo, "la formación de un
tructural del deseo bloqueado o negado), pero sí pondría muy ideal sería, por parte del yo, la condición de la represión'', no
seriamente en cuestión la necesidad de la cantidad y del tipo de simplemente porque "la formación de un ideal eleva, como ya
agresividad desatada por el superyó freudiano. De hecho, la na- hemos dicho, las exigencias del yo" 118 , sino también porque el
turaleza moribunda del mismo yo -su estatuto, que es como una movimiento autorreflexivo que idealiza es ya una versión anti-
especie de cementerio de elecciones de objeto decatectizadas- se sexual del deseo, una interpretación de la fragmentación sexual
ve problematizada por la sugerencia, en el parágrafo que acabo en términos de un juicio traumático pero inteligible.
de comentar, de que nuestras relaciones de objeto son, desde el
comienzo (en el origen y en la esencia misma de nuestra sexuali-
dad) espectacularmente inestables. Una inherente indiferencia 117
Gilles Deleuze y Felix Guattari, Capitalisme et schizophrénie: L'Anti-
de nuestros deseos por sus objetos hace que nuestras relaciones Oedipe (París: Editions de Minuit, 1972). Hay versión en castellano:
de deseo con el mundo sean móviles y experimentales. En su Capitalismo y es,quizofrenia: el antiedipo. Paidós, Buenos Aires, 1973.
118
S. Freud, Introducción al narcisismo, en Obras completas. Traducción
de Luis López-Ballesteros, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Tomo I,
116 Op. cit., pág. 18. pág. 1092.

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a CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE EL NUEVO MUNDO DE FREUD

lo sexual, a través de la sustitución de una especulación bloqueada


pero productiva del deseo por una confiada y sistemática interpre-
Si el psicoanálisis fuera a tener un rol innovador en una ge- tación sobre el placer en la cual Freud "se pierde" en los tres ensa-
nealogía foucaultiana del sujeto humano en las sociedades occi- yos de Una teoría sexual. Desde la perspectiva teleológica de los
dentales, no sería porque explica nuestra naturaleza en términos "estadios" de la sexualidad en este último trabajo a la ecuación
de nuestra sexualidad (esto sería simplemente un agregado a la del placer con la muerte en Más allá del principio del placer y, al
historia de los intentos de definir una "naturaleza humana") final, a la producción de estructuras "decatectizantes" de la con-
sino, en todo caso, porque define lo sexual mismo como eso que ciencia en El yo y el ello, Freud mismo continúa con rigor el pro-
desorienta profundamente cualquier esfuerzo por constituir un yecto de domesticar y racionalizar lo sexual con una narrativa
sujeto humano. Aunque cada vez que hemos mirado de cerca un histórica y una estructura psíquica. Y al incluir al psicoanálisis en
trabajo de Freud, lo hemos visto trabajando contra la revolu- una historia del deseo (más que la ejemplificación discursiva de las
ción instituida por el texto psicoanalítico en el discurso cultural. repeticiones móviles del deseo), aporta el fundamento formal para
La teoría psicoanalítica, desde el comienzo mismo, corrió el ries- lo que podría llamarse la teleología retrospectiva de la terapia. Es
go de volverse la interpretación represiva del erotizado texto psi- decir, aporta los principios organizadores y de interpretación por
coanalítico: lee ese texto como una teoría acerca de la sexuali- los cuales un discurso que ha quedado huérfano podría verse pro-
dad. En otros términos, niega su naturaleza revolucionaria, que visto de una genealogía.
consistiría en una especulación acerca de su propia ilegibilidad. En la psicoterapia, al hablar errante se lo convierte en histo-
El malestar en la cultura ha sido nuestro ejemplo más dramático, rias. Nada se parece tanto a las anécdotas de terapia -y en espe-
en Freud mismo, de una aspiración bizarra a simplemente mo- cial la forma narrativa de los historiales- como los procedimien-
dernizar la terminología del discurso filosófico tradicional. tos narrativos en los propios textos de Freud que reprimen las
La original redefinición de la psicología hecha por Freud con- fallas de su argumento, la "caída" de su discurso en las repetitivas
sistió en el trazado de un cecampo,, psíquico no-hermenéutico, un intensidades de una insignificancia psicoanalítica. Las anécdotas
cecampo" que él llamó sexualidad. En ese campo, el sujeto huma- ambiguamente empíricas de la terapia son irrelevantes para la
no está constitucionalmente desorientado y es incapaz de adapta- verdad especulativa. Porque el signo de la adherencia del texto
ción. Sin embargo, desde el comienzo mismo, tanto el texto freu- freudiano al tema de la sexualidad es el colapso de sus propios
diano como la carrera de Freud como hombre de la medicina, intentos de narrar y así estructurar lo sexual. La especificidad del
discuten contra esta redefinición. Vuelven a ubicar al psicoanálisis psicoanálisis lo condena a una impotencia clasificatoria, aunque
en el campo interpretativo de esa psicología general a la cual la historia del psicoanálisis es en gran medida la historia de un
Hartmann y sus seguidores norteamericanos alegarían con tanto repudio masivo de esa impotencia. El freudismo es una revolu-
orgullo que pertenecía 119 • La así llamada teoría clínica narrativiza ción discursiva que, en su origen, se apoyó en la medicina (estu-
la noción psicoanalítica esencialmente antinarrativa de sexuali- vo anaclíticamente ligada a ella), y que, en su desarrollo, tuvo a
dad. El psicoanálisis es normativizado a través del borramiento de la medicina adherida de manera parasitaria 120 • Nada es más ajeno

119 Lacan -y es ésta, en gran medida, según creo, su importancia histórica - 12


º En el Apéndice a la discusión sobre "El análisis profano'', de 1927,
atacó sin descanso esa reivindicación. Freud habla del psicoanálisis como "una parte de la psicología", y

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE EL NUEVO MUNDO DE FREUD

al texto del psicoanálisis que la literatura del psicoanálisis médi- con la intención de "denunciarlos" que con la esperanza de
co, y por lo tanto me pareció más apropiado yuxtaponer Freud acercarme a aquellos elementos textuales que están siendo
con textos de, por ejemplo, Mallarmé, James y Pasolini, que estabilizados -es decir, a la originalidad casi sofocada del pen-
ubicarlo dentro de debates teóricos. Así como las obras de arte samiento de Freud. Dado este énfasis, me parece apropiado
que he mencionado, el texto freudiano es un ejercicio en poder concluir este análisis no con un resumen de la psicología del yo
discursivo que señala de manera subversiva la imposibilidad de norteamericana, o de las vicisitudes de la teoría estructural en
su alegato de un conocimiento generador de poder. El trabajo de los Estados Unidos, o con una perspectiva de las resistencias
Freud es filosofía -o en verdad algún discurso cultural "serio"- presentadas a esos desarrollos en el pensamiento francés recien-
que actúa las razones de su propia frivolidad radical. te, sino en todo caso con otra yuxtaposición de Freud y
La institucionalización del psicoanálisis, y su estado de aler- Mallarmé, a quien consideraremos ahora como un poeta de las
ta ante los inmensos beneficios que se pueden obtener de la "relaciones de objeto".
normativización de su discurso, sería tema, por supuesto, de Desde Igitur a los sonetos del tríptico, Mallarmé con fre-
otra "historia" -de una que no habré de contar aquí 121 • Hacia cuencia nos pide considerar el tipo de atención que ofrece una
1923, el prestigio del psicoanálisis ya había creado un "nuevo figura solitaria a los objetos en un cuarto. En Mallarmé, una
mundo freudiano'', un mundo que estaba listo para aceptar la ontología del pensamiento es actuada a menudo por comple-
comodidad estructural de El yo y el ello como base para to a través de una narrativa de la percepción. La duda acerca
estabilizaciones y domesticaciones de la verdad psicoanalítica de la presencia de los objetos, lejos de ser -como en Descar-
de mayor alcance aún. Si he buscado localizar algunos de estos tes- un movimiento táctico deliberado que se diseña para poner
movimientos de domesticación en el propio Freud, fue menos a prueba la realidad del pensamiento y del mundo, es en sí
misma el propio movimiento de su creencia en la realidad del
afirma que "no es una rama especializada de la medicina". Por las mundo. Luego de haber argumentado a favor de una lectura
reservas que Freud tenía en cuanto a la terapia, ver la Conferencia 34 de antirrealista de Freud, quisiera defender brevemente el realis-
Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933 [1932)),
donde escribe "nunca fui un entusiasta de la terapia". "Análisis terminable
mo mallarmeano.
e interminable" (1937) también tiene relevancia aquí; en este ensayo, Los sonetos del tríptico parecen ser variaciones sobre el
Freud plantea el problema de por qué el análisis "tiene siempre razón en tema de la ausencia. Ciertos objetos que evidentemente están
la teoría, pero no siempre en la práctica". Aunque, de manera bastante
curiosa, el escepticismo acerca de la efectividad terapéutica del psicoaná- en un cuarto son mencionados como una especie de envoltura
lisis se acompaña, en los últimos años de Freud, de una confianza -o al (foil) de otros objetos que están ausentes. "La fulgurante con-
menos con lo que le parece a Freud una esperanza razonable- en el sola [la fulgurante canso/e]'', en el primer poema, señala la
poder del intelecto y la razón para brindar salud mental al individuo y a
la sociedad. "Nuestra mejor esperanza para el futuro'', escribe en el ausencia de alguna otra luz o de algún fuego en la habitación;
número 35 de las Nuevas conferencias, "es que el intelecto -el espíritu el jarrón, en el Soneto II, se menciona sólo para atraer nuestra
científico, la razón- establezca con el tiempo la dictadura dentro de la atención sobre el hecho de que está vacío; y el encaje del sone-
vida anímica".
121 En gran medida, la trayectoria de Wilhelm Reich fue una protesta incan- to final -aquí citado- abre hacia la "ausencia eterna" de una
sable -y con frecuencia brillante- contra las capitulaciones teóricas a la cama:
vez que sociales en la historia del psicoanálisis.

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE
EL NUEVO MUNDO DE FREUD

Une dentelle s'abolit


Dans le doute du Jeu supreme
A n'entr'ouvrir comme un blaspheme La ausencia de un fuego, de una rosa y de una cama es, sin
Qu'absence éternelle de lit.
embargo, la ocasión para que el poeta haga notar o produzca
cierto tipo de presencias. El tema general de los sonetos es la
Cet unanime blanc conflit
D'une guirlande avec la meme,
relación entre la negatividad y el nacimiento; el tríptico actúa el
Enfui contre la vitre bleme movimiento de anulación o de-realización de la conciencia como
Flotte plus qu'il n'ensevelit. un acto procreador. Los poemas son una gradual vindicación de
la palabra final del momento cúlmine del soneto: "naitre" 122 •
Mais, chez qui du reve se dore "Uno podría haber nacido", anuncia este soneto, de la "hueca
Tristement dort une mandare nada musical" de una "mandore" 123 , en la luz incierta de un alba
Au creux néant musicien inminente. La negatividad que alimenta el arte es quizás una
negatividad suspendida. La medialuz de un nuevo día crea una
Te lle que vers que/que fenetre duda fructífera acerca de la identidad y del lugar de los objetos,
Selon nul ventre que le sien, y tal vez por lo tanto interrumpe el movimiento de la conciencia,
Filial on aurait pu naltre. que se hubiera apropiado de los objetos y los hubiera abolido.
Es como si tuviera lugar aquí una identificación aniquiladora
Un encaje se suprime con los objetos sin que ésta se viera completada. Mallarmé se
en la duda del Juego supremo separa del poder negativizador de sus pensamientos para sepa-
de no entreabrir como una blasfemia
rarlo del mundo. O, dicho en términos psicoanalíticos, él des-
sino una ausencia eterna de cama.
realiza aquellos objetos internos espectrales que, en la topología
freudiana, son ellos mismos des-realizaciones de objetos exter-
Este unánime conflicto blanco
de una guirnalda consigo misma,
nos. El tríptico actúa una ironía acerca de la ironía intrínseca a la
sumido contra el pálido vidrio conciencia, o, una vez más en términos freudianos, acerca de esas
flota más de lo que se hunde. formaciones sustitutivas por las cuales el yo se ofrece irónica-
mente él mismo para sí mismo como un sustituto moribundo
Pero en quien se dora con sueño por el mundo perdido.
tristemente duerme una aureola En Mallarmé, como en Freud, la pérdida de los objetos - y,
en la hueca nada musical en consecuencia, de nuestra seguridad acerca de cómo entender
el mundo- es una función de nuestro deseo por los objetos.
Tal como hacia una ventana En el tríptico, la insinuación sexual es coextensiva tanto de la
según ningún otro vientre que ése,
filial uno podría haber nacido.
122 Mattoni lo traduce como "nacido", igual que Bersani al inglés. (N. de T.)
12 3 Se trata de un instrumento musical. Mattoni traduce por "aureola". (N.
(Traducción de Silvia Mattoni)
de T.)

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE

fragmentación de la claridad perceptual como de la fragmenta-


ción de la localizabilidad semántica. Una percepción erotizada
perturba la lógica perceptual. La energía sexual que es despertada
y frustrada a la vez por la ausencia de la cama en el Soneto III,
por ejemplo, puede determinar la fecundante aunque algo inco-
herente movilidad de la percepción en la segunda estrofa. La
fragmentación crea un espacio de formas inciertas o dudosas, de Conclusión
formas que no están ni presentes ni ausentes, suspendidas en lo
que el tríptico propone de manera implícita como un espacio
estético ejemplar. Los movimientos diferenciales de una percep-
ción erotizada puede ya ser arte. Los poemas de Mallarmé mues- ¿Una estética del masoquismo? Quizá; de todos modos, pre-
tran y al mismo tiempo vuelven insondables los poderes fiero sacrificar el placer nada desdeñable de proponer una etiqueta
formativos u organizadores del arte. El tríptico comienza con el irritante como ésta, con el propósito de definir más explícitamen-
duelo por la pérdida de un grandioso yo (sel/) histórico, pero te de qué manera una consideración crítica del arte podría benefi-
hacia el final del tercer poema deberíamos poder ver que el tema ciarse con esta lectura de Freud. Volvamos a una cuestión que
(subject) de la secuencia completa ha sido el nacimiento de un formulamos en el segundo capítulo: ¿qué significaría hablar de la
escritor en y como las energías suplementarias y los intervalos estética como una perpetuación y elaboración de tensiones sexua-
suplementarios de un pensamiento negativizador. les masoquistas? En su mayor parte, abordé esta pregunta por la
Las formas dudosas del tríptico no son formas negadas. En el vía de ofrecer una serie heterogénea de ilustraciones: Beckett,
trabajo de Mallarmé, la lógica máxima de la negatividad del Mallarmé, Salo de Pasolini, Henry James, la escultura asiria ... Sin
pensamiento es dicha con todas las letras en Igitur. Pero Mallarmé aspirar a "reducir" la heterogeneidad de esa lista - ni incluso a
avanza más allá de Igitur -hay que decir también por supuesto eliminar ciertas inconsistencias en mi análisis, lo que podría tener
que él se rehúsa a ir tan lejos. Es delicadamente irónico acerca de la ventaja de protegerme de una segura identificación con una
la negatividad, y este pliegue adicional de la conciencia tiene el "posición crítica"- me gustaría correr el riesgo de "hablar" el
efecto extraño e importante de reafirmar la presencia del mun- movimiento de lo biológico a lo estético, pasaje que fue supuesto
do. Y ya que, como lo sugiere el tríptico, esa reafirmación sólo en cada una de mis referencias a una obra de arte. ¿Cómo se apro-
puede estimular una curiosidad erótica, podríamos decir que el . pia la conciencia de la sexualidad en el arte? O, en otros términos,
tratamiento irónico que Mallarmé hace de la negatividad -y su ¿cómo podemos reconocer las huellas de una fragmentación pre-
buena disposición para mostrar, en su arte, un apetito siempre lingüística del sujeto humano en las formas más refinadas y deli-
móvil de un mundo incierto pero innegable- es un signo particu- beradamente elaboradas del discurso civilizado?
larmente civilizado y especialmente sociable del deseo humano. El apoyo explícito en Freud, por ejemplo para mis lecturas de
James y de Salo, es muy escaso. Esto se debe, en parte, a la ausen-
cia en el trabajo de Freud de una discusión sostenida sobre la
sublimación y también a que sus consideraciones sobre la litera-
tura y las artes visuales tienden a enfatizar ya sea la naturaleza

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EL CUERl'O FREUDIANO - l'SICOANÁL/S/S Y ARTE CONCLUSIÓN

compensatoria o la naturaleza sintomática del arte. No sólo se ejemplificado por la literatura de Goethe, a quien cita frecuente-
trata de que los mecanismos de la sublimación con frecuencia mente para una especie de confirmación versificada de ciertos
parecen imposibles de distinguir de los de la represión y de la puntos doctrinales. Hay en el arte una especie de sereno acaba-
formación de síntoma; la obra de arte es a menudo "tratada" miento que sería la contrapartida estética de las ambiciones
- interpretada y casi podríamos decir curada- como si fuera poco antropológicas de El malestar en la cultura, del dualismo bioló-
más que un síntoma socializado. Por esta razón, los escasos pa- gico de Más allá del principio del placer y de la pretendida do-
sajes en los que Freud diferenció explícitamente la sublimación mesticación de la sexualidad dentro de una narrativa teleológica
de la represión me parecieron de especial interés. He prestado presente en los Tres ensayos de teoría sexual. Ahora bien, antes
especial atención al énfasis de Laplanche sobre la afirmación de que nada, yo discutiría (lo cual obviamente requeriría un mayor
Freud, en el ensayo sobre Leonardo da Vinci, acerca de que en la desarrollo) que este ideal de expresión filosófica y estética depen-
sublimación "un instinto parcial del deseo sexual" escapa a la da de una inhibición post edípica de la indeterminación sexual;
represión que pone fin a las investigaciones sexuales infantiles y en segundo término, que éste manifieste la paranoia inherente a
se transforma "desde un comienzo [von Anfang an] en ansia de esas ansiedades de castración sin las cuales nunca se renunciaría
saber" 124 • Pero lo que quizás sea más interesante en el ensayo de al deseo edípico (una paranoia que persiste en la relación del yo
Freud sobre Leonardo -y a esta altura podría quedar claro que con el padre internalizado del Edipo); y, por último, que precisa-
lo pienso respecto de buena parte de la escritura de Freud- es una mente porque se propone a sí mismo como una especie de
turbulencia especulativa que, por ejemplo, fracasa en definir con metadiscurso - un discurso, por ejemplo, acerca del deseo, que
alguna seguridad las relaciones entre la sublimación entendida estaría él mismo libre de las dislocaciones intrínsecas a su asun-
como energía sexual diseminada y la supuesta separación de tal to-, esta forma sublime-sublimada de expresión es particular-
actividad sublimada de "los complejos originales de las investi- mente vulnerable a una interpretación desmitificadora, a la suer-
gaciones sexuales infantiles". Freud pone a Leonardo como ejem- te de "análisis-síntoma" para el cual, como hemos visto, se pres-
plo de una sublimación genuina, y sin embargo tiende a tratar su ta en particular El malestar en la cultura. Este discurso de la
pintura como una repetición bastante transparente de aquellos trascendencia es el discurso de la represión, y es por consiguiente
"complejos originales", una repetición que, en los términos del él mismo el objeto par excellence de esas técnicas analíticas que
desarrollo normativo subrayado aquí y en otras zonas del traba- confiadamente elabora para su uso en otra parte -para lo que se
jo de Freud, sólo puede ser realmente considerada como supone que son formas menos exitosamente desexualizadas de
"neurótica", como algo en cierto sentido menos deseable que las discurso y representación.
sublimaciones de alguien a quien un desarrollo edípico satisfac- Pero, en el caso de Leonardo, es obvio que Freud está tentado
torio hubiera trasladado "más allá" de aquellas cuestiones pre- de localizar el interés de su pintura en el "problema" mismo que
edípicas compulsivas, angustiantes e incluso traumáticas. se supone mutilaba su trabajo. La ausencia de un padre en los
Oficialmente, por decirlo así, Freud está comprometido con años tempranos del artista significaba, para Freud, que no había
lo que podría llamarse un arte de planteos sólidos, quizás mejor una Ley beneficiosamente inhibitoria que pusiera fin a las inves-
tigaciones inconclusas del ser de su madre. Como resultado,
124
S. Freud, Obras completas. Traducción de Luis López-Ballesteros. Ed. Leonardo está "condenado" a repetir aquellas identificaciones
Biblioteca Nueva, Madrid, 1968. Tomo 11, pág. 466. experimentales y traumáticas que son reiterados intentos de

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE CONCLUSIÓN

repetir en la representación los shocks erotizantes del amor de su puede ser un elemento crucial en la estetización de lo erótico. En
madre, de localizarla tanto a ella como a sí mismo en esas expe- el arte del fauno, el deseo se repite como la conciencia del deseo,
riencias de placer fragmentador. Y además, la conclusión una conciencia que estabiliza parcialmente los términos de una
inarticulada a la que el ensayo sobre Leonardo tiende es que la fantasía erótica fragmentante. En otros términos, la ironía actúa
sublimación, como energía sexual no reprimida, en realidad de- como un principio ambiguamente formalizador en lo erótico.
pende de la "ausencia" del padre, o más exactamente, de un En una teoría de la sublimación como coextensiva de la sexuali-
cierto fracaso de parte del padre durante el período edípico para dad (y no "más allá" de ésta) lo estético no sería un logro for-
cristalizar en Ley prohibitiva -es decir, para vencer o al menos mal, sino la actividad continuamente amenazada por la cual una
subordinar lo que se llama configuración edípica dominante. De conciencia erotizada se estructura provisionalmente por una per-
allí el juego de relaciones indeterminadas entre las identidades cepción de las relaciones entre sus términos.
indeterminadas de madre y niño y de masculino y femenino en el Desde esta perspectiva, una crítica psicoanalítica, lejos de
trabajo de Leonardo. El estudio ambivalente de Freud sobre buscar claves para los deseos y ansiedades que estarían "detrás"
Leonardo tiene casi un tono de queja en su actitud hacia la inha- del texto, sería la lectura más decididamente superficial de los
bilidad de da Vinci para completar una investigación científica o textos. Trazaría la continua desaparición y reaparición de las re-
un proyecto artístico, al mismo tiempo que no puede dejar de laciones y las formas. No se trataría de identificar deseos, porque
sugerir que un cierto tipo de fracaso en la repetición o una repro- la obra de arte en sí misma existe no para ocultarlos sino para
ducción equivocada -los repetidos intentos de identificar un su- hacerlos visibles. Si lo sexual es, en el nivel más primitivo, el
jeto humano eróticamente traumatizante y eróticamente intento de reproducción de un placer fragmentante 125 (o psíqui-
traumatizado- es la fuente del poder estético de Leonardo, y que camente traumatizante), el arte -y creo que esto se plantea muy
su logro artístico depende por consiguiente de (más que estar explícitamente en "La siesta de un fauno"- es el intento de
inhibido por) un cierto fracaso para representar. replicación de esa replicación. Es decir, reproduce el movimiento
Hablé de ese fracaso para representar en la proposición implí- reproductivo de la sexualidad como un proyecto domesticador
cita que hace Mallarmé en "La siesta de un fauno", de que las y civilizador de autorreconocimiento. El arte interpreta lo sexual
sublimaciones musicales del fauno son extensiones de sus deseos al repetirlo como formas perceptibles; y lo que llamamos crítica
sexuales más que sustitutos de lo reprimido o síntomas de esos interpreta el arte al repetir sus proyectos formalizadores como
deseos. Los esfuerzos del fauno para repetir un encuentro sexual irónicos reconocimientos de su evanescente visibilidad. La inter-
que puede no haber sucedido nunca conducen, de manera lo pretación crítica sería, por consiguiente, otro ejercicio de repeti-
suficientemente interesante, a una productiva remoción de la · ción autoconsciente, con una ironía -por así decir- aumentada
importancia de ese encuentro. La música del fauno no puede de en la repetición. Es curioso que la crítica, la forma más abstracta,
ninguna manera considerarse como una formación sustitutiva, refinada y acrecentada de ironía en este proceso reproductivo,
como un síntoma disfrazado de sus impulsos sensuales. Por el sea también lo más cercano, en cierto sentido, a lo biológico.
contrario, repite esos impulsos con una visibilidad creciente. Y Pues considerando que podríamos decir que las formalizaciones
esta visibilidad es el resultado de lo que llamé un distanciamien-
to irónico de sus propias ambiciones realistas. De este modo, la izs Podríamos llamar la atención acerca de la equivocidad del participio
activo (shattering que traducimos como fragmentante). Conjuga las
inclusión de una cierta ironía en la energía sexual sublimada ideas de lo que fragmenta y de lo que es fragmentado. (N. de T.)

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE CONCLUSIÓN

del arte representan una transmutación no represiva de lo sexual sería muy diferente si, por ejemplo, diagnosticáramos analidad,
en lo cultural, la autoconciencia crítica (que por supuesto, agre- homosexualidad reprimida o conflictos edípicos por un lado o,
garía, existe en el arte mismo: mis distinciones no son genéricas en un análisis más sofisticado, características formales del proce-
sino entre estadios de autorreflexión) tendría que estar constan- so primario del pensamiento). Más precisamente, el trabajo de
temente al tanto de la naturaleza problemática del mismo pro- Freud es un tipo especial de texto estético: busca estabilizar las
yecto formalizador. Dicho con más precisión, una crítica perturbaciones de la sexualidad en una teoría acerca de los efec-
psicoanalíticamente orientada no sólo repite aquellas identifica- tos subversivos y desestabilizadores de la sexualidad humana sobre
ciones representativas del deseo que ya están presentes en el arte, el impulso de producir formas. En consecuencia, no hay ningún
sino que también tendría que articular los efectos "de-formantes" "momento" en relación al cual sus replicaciones formales de lo
o "de-formulantes" del deseo en esas identificaciones. Lejos de sexual no sean ya un movimiento que reflexiona sobre el colap-
nombrar los deseos disfrazados por las sublimaciones culturales, so de las relaciones formales, sobre la precariedad del discurso
la crítica es ese momento de autorreflexión que ubica los representacional mismo.
borramientos de la forma en el arte; o, para decirlo de un modo Pero como hemos visto, hay una considerable tensión en las
aún más radical, la crítica hace manifiesta la ontología del deseo propias representaciones teóricas. Por un lado, está lo que tomo
humano al lograr descubrir las amenazas a su visibilidad en el arte. como discurso represivo, o lo que podría llamarse especulaciones
Desde esta perspectiva, el texto psicoanalítico especulativo -y narrativizantes de Freud acerca del deseo humano y su antago-
en particular los trabajos especulativos de Freud- podría ser con- nismo con la cultura. Aquí incluiría la teoría de un desarrollo
siderado como el texto artístico crítico de nuestro tiempo. Por sexual normativo teleológico de los Tres ensayos, la reducción
supuesto que con "crítico" me refiero tanto al significado del placer hacia una estasis parecida a la muerte y la domestica-
autorreflexivo que acabo de proponer como al significado de un ción de la sexualidad al ser asimilada por Freud al poder integrador
hecho crucial en la historia de la textualidad. Es quizás algo se- de Eros en Más allá del principio del placer, las distinciones
mejante a este último significado lo que Laplanche tiene en mente topográficas de El yo y el ello y el hecho de considerar el comple-
cuando dice que el psicoanálisis no sólo delinea una teoría de las jo de Edipo como la cuestión central. Tomo estos aspectos del
sublimaciones culturales sino que también es un momento nue- pensamiento de Freud no como "falsas" representaciones del
vo en la historia de las formas mismas de la sublimación. En este deseo, sino más bien como un fiel reflejo teórico precisamente de
estudio abordé el texto freudiano como si fuera una obra de aquellos movimientos represivos que se producen en el crecimiento
arte. Con esto no quiero decir que Freud es "más interesante . humano tendientes a borrar la ontología de la sexualidad de la
como escritor" que como un teórico más o menos científico del historia del deseo humano. Este movimiento se corresponde con
deseo, o que "pertenece" a la historia de la literatura. No consi- lo que antes llamé arte de la completud post edípica. En térmi-
dero al psicoanálisis como algo inscripto en ninguna tradición nos culturales más generales, la represión de los fundamentos
literaria; ni tampoco sostendría que el arte tiene alguna priori- masoquistas, no-narrativos y eternamente replicativos de lo sexual
dad sobre el psicoanálisis. No es más justificable el hecho de está también en consonancia con la melancólica oposición entre
aplicar simplemente las técnicas familiares del análisis literario al felicidad individual y cultura en El malestar en la cultura, oposi-
texto psicoanalítico de lo que se justificaría el maltratar el texto ción que debería entenderse como un retorno de lo reprimido,
literario con las herramientas diagnósticas del psicoanálisis (y no como la reemergencia disfrazada del masoquismo biológico en

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EL CUERPO FREUDIANO - PSICOANÁLISIS Y ARTE CONCLUSIÓN

una fábula antropológica acerca de la naturaleza oposicional y es, por supuesto, un seudocolapso: un discurso artificial es mera-
destructiva de todas las confrontaciones entre las exigencias del mente reemplazado por un discurso más auténtico, y cualquier
placer y las de la historia. No obstante, hay otras corrientes pérdida de inteligibilidad textual está más que compensada por la
representacionales que actúan, corrientes extremadamente difí- inteligibilidad superior de la apropiación hermenéutica del texto.
ciles de definir pero que pueden quizás localizarse, a manera de Por otro lado, traté de sugerir que Freud aporta un tipo de
ejemplo, en el efecto subversivo de las llamadas a pie de página modelo interpretativo muy diferente. Es menos explícito que el
en el propio texto de El malestar en la cultura, y en el más familiar que acabo de señalar, pero eso quizás se deba a que
socavamiento de la teleología de Freud en los Tres ensayos por presupone un intento de manifestar lo que podría llamarse la
obra de una bloqueada y reiterativa especulación sobre el carác- vuelta a lo indecible. Nada más extraño (más unheimlich) que
ter masoquista del placer sexual. En ambos casos, una especie de esos momentos en que el intento mismo de Freud de explicar la
reflejo frágil y tautológico sobre la sexualidad desorganiza una irrupción de una violencia inconsciente en la vida humana adopta
teorización acerca del deseo humano en la que lo sexual ha sido la forma de una textualidad ininteligible, de un fracaso para
ya domesticado y transformado en narrativas históritas acerca avanzar, de un argumento que se bloquea de un modo que hasta
de la cultura y el individuo. podría decirse ansioso, angustioso. Advertimos tales momentos
Por último, como lo sugieren estos dos ejemplos, los modelos en el fracaso de Freud para concluir acerca de la naturaleza del
conflictuales que textualmente representan la sexualidad en Freud placer en los Tres ensayos, en sus cambiantes definiciones de la
pueden leerse también como modelos interpretativos conflictuales agresividad del superyó en el capítulo VII de El malestar en la
del colapso de la representación misma. Es decir que, según creo, cultura, y en el asombroso movimiento textual por el cual mo-
cada modelo ofrece implícitamente un procedimiento crítico re- mentáneamente sacrifica la virtud explicativa del complejo de
levante a las vías por las que podríamos hablar del arte. Por un Edipo mismo en el capítulo III de El yo y el ello. En una crítica
lado, podría considerarse que el freudismo a la vez justifica y orientada por el psicoanálisis, tales pasajes pueden servir para
promueve una tradición de crítica derivada -es decir una crítica alertarnos sobre lo que llamé, al hablar de Henry James, la inva-
que ha intentado explicar el arte como un efecto o un precipita- sión de una psicología general por una psicología psicoanalítica,
do de presiones biográficas o históricas, o de coacciones genera- acerca de la coerción sobre un texto "central" por parte de una
les, o bien, en el caso de una tradición crítica iniciada por el fuerza dura y marginal de la que a menudo no se puede estable-
propio Freud, de deseos sepultados hace mucho tiempo. Desde cer una cartografía.
esta perspectiva, las teorías psicológicas de Freud ponen fin a Sin embargo, esta invasión no es reductible a los términos
una tradición filosófica que se remonta a Platón, en la cual el demasiado esquemáticos de una confrontación entre lo inteligi-
fenómeno visible se considera devaluado, como mera sombra de ble y lo no inteligible. Como vimos en los relieves del palacio
una Verdad escondida, profunda o esencial. La versión más ex- asirio, puede asumir la forma de una subversión de la secuencia
trema de esta tradición en la terapia psicoanalítica es probable- narrativa por una especie de agitado y errático formalismo. Y
mente la actitud de Melanie Klein respecto de los juegos de los este formalismo puede ser, paradójicamente, un análogo cultural
niños en análisis; el terapeuta interrumpe la diversión del juego -aunque quizás aquí deberíamos hablar de un pastiche- de ese
del niño con una interpretación tan pronto advierte la "verdad" irrepresentable estallido psíquico que, aun cuando es provocado
detrás del juego. En estos casos, el colapso de la representación por shocks intersubjetivos, sume no obstante al sujeto humano

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EL CUERPO FREUDIANO - l'SICOANÁUS/S Y ARTE CONCLUSIÓN

en la irremediable privacidad de un goce masoquista. Los refina- por nuestros irónicos reflejos de, y sobre, lo disfuncional mismo.
mientos formales del arte asirio nos "recuerdan" ese goce. Al Sólo a través de este proceso de irónica reprise 126 -replicaciones
hacerlo así, nos distraen de una violencia histórica que, según productivamente equivocadas de conciencia- se modula la vio-
especulé, puede ser el síntoma catastrófico de nuestro rechazo a lencia de nuestra sexualidad masoquista en un producto, o más
reconocer la violencia en la que está fundada nuestra sexualidad. bien un proceso de cultura. La simbolización cultural, entonces,
Los asirios nos coaccionan elegantemente a ese reconocimiento no sería algo más misterioso que el trabajo de este proceso
al sustituir la "violencia" de los contactos formales múltiples y reproductivo. Más exactamente, ,e n la medida en que las activi-
constantemente cambiantes por la violencia de la historia dades culturales ignoran el mensaje represivo de El malestar en la
narrativizada. De este modo, desprovistos por completo de aque- cultura, se liberan para -en verdad están compelidas a- disemi-
llo en lo que se nos ha entrenado para pensar como "contenido nar los insistentes shocks de la sexualidad en la singularidad rica-
sexual", este arte sobresaliente nos enseña a leer lo sexual ilegible mente misteriosa de las repeticiones erotizadas.
por la excesiva visibilidad de la subversión de la legibilidad na- Quizás ahora, al final de nuestro propio itinerario, podamos
rrativa. Si la crítica psicoanalítica nos ayuda a localizar bloqueos ver una extraordinaria legitimidad en el fracaso de Freud en lo
textuales y fracasos representacionales, también puede ser un relativo a desarrollar una teoría de la sublimación, dado que esa
movimiento autorreflexivo que detecte en la visibilidad realzada teoría puede ser necesaria sólo en la medida en que hay que dar
de las formas el inminente (aunque permanentemente diferido) cuenta del movimiento de lo sexual a lo cultural por medio de
colapso de la forma, o la naturaleza irrepresentable de la Trieb libretos de represión y sustitución. Si no obstante insistimos en
freudiana. aquellas continuidades productivas entre la sexualidad y la cul-
El propio texto de Freud ejemplifica las insistentes replicaciones tura que Freud tendía a denegar a medida que desarrollaba una
de la sexualidad en el proceso mismo tanto de la constitución perspectiva cada vez más solemne del rol de sus propias afirma-
como de la evasión de la teoría de esas reproducciones. Debe- ciones en una narrativa de la historia humana, entonces una teo-
ríamos ahora estar en condiciones de advertir que su argumen- ría psicoanalítica de la cultura es, en cierto sentido, superflua. En
to sobre la inviabilidad cultural de lo sexual no es más que la verdad, permitámonos expresar con franqueza nuestro alivio por
consecuencia de una represión textual de la naturaleza de lo haber encontrado en el mismo Freud (y a pesar de sí mismo)
sexual. Desde ya que con esto no quiero decir que esta fundamentos convincentes para hacer a un lado nuestros pro-
inviabilidad -el antagonismo entre cultura y sexualidad- sea pios pensamientos acerca de la sublimación como nada más -y
"simplemente" un fenómeno textual. En todo caso, el trabajo nada menos- que el juego de una conciencia resueltamente enla-
de Freud recapitula en forma textual los procesos de represión, zada a los placeres siempre ambiguos de sus propias vibraciones.
violencia sintomática y sublimación ascética que, creo, tam-
bién liberan la sexualidad en la historia humana como agre-
sión asesina. Por otro lado, el domeñamiento de nuestra sexua-
lidad quizá depende, como sugerí, de la "asunción" de lo cul-
tural, o bien es respuesta a su naturaleza masoquista. La rela-
ción irreductiblemente disfuncional entre el placer y la adapta-
ción en la vida humana es, paradójicamente, "corregida" sólo 126 En francés en el original. Reprise: retoma. (N. de T.)

148 149

l.... . . . ~\\ --.-


ÍNDICE

Introducción .................................................................... 9

I. TEORÍA y VIOLENCIA ••.••••••.•.•••.•..••.••.••..•.•..•.•...••.••.•.••...•• 17

II. SEXUALIDAD y ESTÉTICA ••••••••••·••·••·••·•·••••··••·••·••···•·•·•••••· 43

III. Los PLACERES DE LA REPETICIÓN ••.••••.•••.••.••.•.•.••..•.••.•.••. 71

IV. EL NUEVO MUNDO DE FREUD .•.••••...••••.•••.......••.....•.•.••• 105

Conclusión ..................................................................... 139


colección Extraterritorial
Bataille, Georges: Charlotte d'Ingerville y otros relatos eróticos
Copi: La ciudad de las ratas
Copi: La guerra de las mariconas
Des Forets, Louis-René: La habitación de los niños
Des Forets, Louis-René: Paso a paso hasta el último
Duras, Marguerite: India Song - La música ( 2º edición aumentada )
Duras, Marguerite: Las conversadoras - Entrevistas con Xaviere Gauthier
Duras, Marguerite: El navío Night - Aurelia Steiner
Duras, Marguerite: El cine Edén
Gadenne, Paul: Escenas en el castillo
Gombrowicz, Witold: El casamiento
James, Henry: La protesta
James, Henry: La otra casa
James, Henry: La vida privada y otros relatos
James, Henry: La lección del maestro y otros relatos
James, Henry: Las alas de la paloma
James, Henry: Lo que Maisie sabía
James, Henry: La princesa Casamassima
Lawrence, D.H.: Inglaterra, mi Inglaterra y otras historias de amor
Le Clézio, J.M.G.: Urania (2" edición)
Pasolini, Pier Paolo: Pasiones heréticas - Correspondencia
Quignard, Pascal: Albucius
Quignard, Pascal: La barca silenciosa
Sacher-Masoch, Leopold: El amor de Platón
Sacher-Masoch, Leopold: Don Juan de Kolomea
Sacher-Masoch, Leopold: La venus de las pieles
Sacher-Masoch, Leopold: La madre de Dios
Sollers, Philippe: Una vida divina
colección Latinoamericana
De Campos, Haroldo: Brasil transamericano Filloy, Juan: Mujeres
Di Giorgio, Marosa: La flor de lis - Incluye el CD "Diadema" (4ª edición) Filloy, Juan: ¡Estafen!
Di Giorgio, Marosa: Misales
Di Giorgio, Marosa: Camino de las pedrerías
Di Giorgio, Marosa: El Gran Ratón Dorado, el Gran Ratón de lilas colección Nueva narrativa
Relatos eróticos completos Butti, Enrique: El novio
Di Giorgio, Marosa: No develarás el misterio Coelho, Oliverio: Borneo
Echavarren, Roberto: El diablo en el pelo García Lao, Fernanda: Muerta de hambre
Gonzalez Suárez, Mario: La sombra del sol García Lao, Fernanda: La perfecta otra cosa
Hernandez, Felisberto: Las Hortensias y otros relatos (3ª edición) García Lao, Fernanda: La piel dura
Hernandez, Felisberto: Los libros sin tapas Link, Daniel: La ansiedad
Lispector, Clarice: La pasión según G.H. Lipcovich, Pedro: Muñecos Chicos
Lispector, Clarice: Agua Viva Lipcovich, Pedro: Unas polillas
Lispector, Clarice: Lazos de familia López Brusa, Esteban: La yugoslava
Mistral-Ocampo: Esta América nuestra - Correspondencia 1926-1956 Muslip, Eduardo: Plaza Irlanda
Puig, Manuel: Un destino melodramático - Argumentos Pron, Patricio: Una puta mierda
Puig, Manuel: Los 7 pecados tropicales y otros guiones Torres, Mora: Jugar en noche oscura
Somers, Armonía: La mujer desnuda
Somers, Armonía: La rebelión de la flor
colección Teoría y Ensayo
Somers, Armonía: Sólo los ele(antes encuentran mandrágora
Allouch, Jean: La sombra de tu perro - Discurso psicoanalítico.
Discurso lesbiano (2ª edición)
colección Biblioteca Juan Filloy Allouch, Jean: Erótica del duelo en tiempos de la muerte seca
(2ª edición)
Filloy, Juan: La purga (2ª edición)
Allouch, Jean: El psicoanálisis ¿es un ejercicio espiritual?
Filloy, Juan: Gentuza (2ª edición)
Respuesta a Michel Foucault
Filloy, Juan: Vil & Vil: la gata parida
Allouch, Jean: Marguerite o la Aimée de Lacan
Filloy, Juan: Karcino -Tratado de palindromía
Allouch, Jean : El sexo del amo, el erotismo desde Lacan (2ª edición)
Filloy, Juan: Caterva (2ª edición)
Allouch, Jean: Contra la eternidad - Ogawa, Mal/armé, Lacan
Filloy, Juan: Yo, yo y yo: monodialogos paranoicos (2ª edición)
Altini, Cario: La fábrica de la soberanía: Maquiavelo, Hobbes,
Filloy, Juan: Periplo
Spinoza y otros modernos
Filloy, Juan: Aquende
Assandri, José: Entre Bataille y Lacan: ensayo sobre el ojo,
golosina caníbal
Bataille - Leiris: Intercambios y correspondencias - Ensayos/Cartas/Diarios colección El libertino erudito
Benjamin, Walter: Ensayos escogidos Accetto, Torquato: La disimulación honesta
Benjamin, Walter: Denkbilder - Epifanías en viaje Anónimo clandestino: Tratado de los tres impostores (2ª edición)
Bersani, Leo: El cuerpo freudiano - Psicoanálisis y arte Campanella, Tommaso: Apología de Galileo
Bodei, Remo: Destinos personales - La era de la colonización de las De La Mettrie, Julian Offray: Discurso sobre la felicidad (2ª edición)
conciencias De La Mothe Le Vayer, F.: Diálogos del escéptico
Bonnefoy, Yves: Lugares y destinos de la imagen - Shakespeare/ Diderot, Denis: Carta sobre los ciegos para uso de los que ven
Baudelaire/ Mallarmé Hume, David: Sobre las falsas creencias del suicidio, la inmortalidad
Campioni, Giuliano: Nietzsche y el espíritu latino del alma y las supersticiones
Geblesco, Élisabeth: Un amor de transferencia. Diario de mi Meslier, Jean: Testamento de un cura ateo
control con Lacan Swift J onathan: Una modesta proposición y otros escritos
Gombrowicz, Rita: Gombrowicz en Argentina 193 9-1963 patrióticos irlandeses
Van den Enden, Franciscus: Libertad política y Estado
Halperin, David: San Foucault: para una Hagiografía gay (2ª edición)
Vanini, Giulio Cesare: Sobre los maravillosos secretos de la
Halperin, David: ¿Por qué Diótima es una mujer? El eros platónico
naturaleza, reina y diosa de los mortales
y la representación de los sexos
Voltaire: La usurpación de los papas y otros escritos
Le Brun, Annie: Sade. De pronto un bloque de abismo ...
Le Brun, Jacques: El amor puro de Platón a Lacan (2ª edición) colección Hojas del Arca
Le Gaufey, Guy: El notado de Lacan: consistencia lógica, consecuencias
Bayle, Pierre: Diccionario histórico y crítico
clínicas (2ª edición)
Le Gaufey, Guy: El sujeto según Lacan colección cuadernos de plata
Loraux, N icole: Mito y política en Atenas - Nacido de la tierra
Foucault, Michel: ¿Qué es un autor?
Marion, Jean-Luc: El fenómeno erótico
Pasternac, Marcelo: Comentarios a Neologismos de ]acques Lacan colección crónicas
Quignard, Pascal: Retórica especulativa Alsina Thevenet, Homero: Historias de películas (2ª edición)
Richebiicher, Sabine: Sabina Spielrein. De Jung a Freud Alsina Thevenet, Homero: Historias de películas (pocket)
Riedei; lnes - Voigt, Diana: Sidonie Csillag, la "joven homosexual" Cicco: Yo fui un porno star y otras crónicas de lujuria y demencia
de Freud (2ª edición) Gillespi: BLOW! De trompetas y trompetistas
Rosset Clément: Reflexiones sobre cine Symns, Enrique: Big Bad City - Incluye CD
Rosset Clément: La filosofía trágica Symns, Enrique: La vida es un bar: Cerdos & Peces y otros tragos
Valery, Paul: De Poe a Mallarmé. Ensayos de poética y estética (19 82~2002)
Weil, Simone: Sobre la ciencia Symns, Enrique: En busca del asesino
Weil, Simone: La condición obrera Symns, Enrique: El señor de los venenos (4ª edición aumentada)
Se terminó de imprimir en el mes de febrero de 2011
en los Talleres Gráficos Nuevo Offset
Viel 1444, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Tirada.: 1.500 ejemplares
Leer a Freud como si fuera una obra de arte es el
propósito declarado. He aquí algo novedoso.
A través de tres textos -El malestar en la cultura,
Tres ensayos de teoría sexual y Más allá del principio
del placer- Leo Bersani revela la doble vertiente del
movimiento freudiano : con el espíritu científico
propio de la época, Freud aspira a establecer una
teoría de lo sexual; al mismo tiempo su intento
ilustra la imposibilidad de hacerlo. No hay teoría
posible sobre la sexualidad porque lo sexual mina y
corroe el pensamiento -una conciencia erotizada.
A lo largo de estas páginas asistimos a una
valorización de la movilidad, el descentramiento y la
vacuidad frente al mimetismo violento de la escena
fija y enmarcada, ya sea narrada o representada. En
las líneas de fractura de los textos freudianos, en el 'ti.':
movimiento incesante·.de una teoría no establecida, 'ltl,
en su inestabilidad y titubeos, el autor encuentra, .~J
como verdadero hallazgo, el carácter novedoso y
artístico que portan.
En contacto con Mallarmé y Beckett, entre otros,
El cuerpo freudiano se continúa en una estética de la
cual el psicoanálisis puede, a la vez, dar cuenta. En el
ir y venir de Freud a la obra de arte, el libro nos
conduce a la movilidad que enuncia. Una conciencia
erotizada y su correlato, la caída de la teoría, son
condición a la vez de cierta práctica estética y del
psicoanálisis. .r~ i•

Los bajorrelieves asirios, La siesta de un fauno ele :i11


Mallarmé, la obra de Henry James, Saló de Pasolini,
son algunos de los preciosos ejemplos que descifran
estas páginas.
Publicado por primera vez en nuestro idioma, El
cuerpo freudiano - Psicoanálisis y arte, nos devuelve
un Freud móvil y una teoría descentrada. El lector lSB N 978-987-1772-08 -7
encontrará la escritura a la vez sutil y contundente,
política y estética, de uno de los pensadores más
importantes de nuestro tiempo.
9 11 7 8 9 8 7 111 7 7 2 o8 7
SUSANA BERCOVICH

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