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LAS FRONTERAS EN EL PROCESO DE CONFIGURACIÓN DEL ESPACIO

REGIONAL SANTANDEREANO

INTRODUCCIÓN

Frontera, territorialidad y poblamiento fueron tres conceptos centrales que enmarcaron


diversos estudios que se ocuparon del análisis de los cambios territoriales que en
diversos grados afectaron a los países de América Latina durante el siglo XIX. La
perspectiva de análisis que acogieron gran parte de los investigadores fue la teoría de la
modernización. Esta perspectiva teórica planteó como actores históricos a los
hacendados y latifundistas de un lado y del otro a campesinos dedicados a una
agricultura de subsistencia, ambos actores vinculados a las oportunidades que el
mercado mundial ofrecía para el desarrollo de la agricultura comercial en América
Latina.1 De acuerdo a este enfoque el desarrollo de la agricultura comercial se llevó a
cabo en las fronteras como el espacio en el que se finalmente resolvería la tensión entre
tradición y cambio, dicotomía que sustentó este modelo de análisis. La insuficiencia del
enfoque, en opinión de Catherine Legrand, es que no ofreció ninguna explicación del
conflicto rural en América Latina y menos de los cambios operados en el continente a
raíz de la economía agrícola exportadora iniciada hacia 1850.

La noción que prevaleció de frontera en ambas corrientes, fue la de una línea


homogénea que paulatinamente se iba desplazando hacia los bosques o tierras baldías
con el fin de ganar nuevos espacios para el desarrollo de la agricultura comercial, que
tanto hacendados como campesinos querían aprovechar. El escenario y la lógica del
conflicto fue a raíz del desplazamiento que inicia el campesino hacia las tierras baldías a
las cuales prepara para la agricultura valorizándolas con su trabajo pero sin tener títulos
legales de propiedad de ellas, situación aprovechada por terratenientes y latifundistas
que con sus influencias políticas y su capacidad para tramitar la adjudicación legal del
fundo logran finalmente la propiedad del mismo y el campesino colonizador queda


Este texto es el resultado parcial de un trabajo más amplio sobre fronteras, territorialidad y poblamiento
en el nororiente de Colombia financiado por la Pontificia Universidad Javeriana
1
Catherine Legrand, Colonización y protesta campesina en Colombia 1850-1950, Bogotá, Universidad
Nacional de Colombia, 1988. p. 11
reducido a la condición de jornalero, en la tierra que había ganado con su propio
trabajo.2

Este enfoque teórico metodológico, a pesar de su gran aporte al estudio de la incepción


del conflicto agrario y el desarrollo de la gran propiedad, contiene una noción de
frontera que puede ser redimensionada en función a nuevas relaciones.

En primer lugar, el singular de frontera implica una categoría altamente


homogeneizante, que oculta particularidades o especificidades socioeconómicas y
políticas, y a su vez, ignora características geográficas y ambientales que conjugadas
con las anteriores determinan o condicionan los diversos procesos históricos que
involucran de una u otra manera experiencias fronterizas. En este horizonte, la
amazonía, la orinoquía, los valles interandinos, los bosques tropicales del pacífico,
espacios del Caribe Colombiano o el bosque andino implicaría no solamente diversidad
de escenarios como diversidad de experiencias históricas.

En segundo lugar, la frontera en singular implicaría una representación de la misma


como una línea que avanza desde territorios plenamente constituidos hacia espacios
vacíos o despoblados, incorporando económica y socialmente los últimos sin alterar
socioeconómicamente los primeros, es decir, las regiones serían realidades plenamente
constituidas en tanto las colonizaciones y poblamientos solo implicarían la ampliación
de límites político administrativos. La idea que articula este texto, es que las fronteras y
los procesos de expansión hacia ellas hizo parte de un amplio proceso de
configuraciones regionales, que involucraron, al igual que con el tema nacional,
procesos inventivos, épicas y comunidades político imaginadas que avanzaron de
manera simultánea a los procesos de configuración nacional, cuyos resultados más
sobresalientes fue la construcción política de tipos regionales que canalizaron gran parte
de las afirmaciones identitarias.

Examinar este proceso en el nororiente obliga al estudio de los diversos procesos


involucrados en la configuración regional. En primer lugar la transformación de la red
urbana con el acelerado proceso de desplazamiento de los tradicionales núcleos
coloniales hacia aquellos que emergieron en el siglo XIX.3 Este proceso se vio
acompañado de dos experiencias fronterizas; la una hacia el nororiente en dirección a la
cuenca del río Catatumbo y la segunda hacia el occidente en dirección al curso medio

2
Catherine Legrand, Colonización y protesta campesina en Colombia 1850-1950, p. 12
3
La segunda parte del proyecto desarrollará el tema de las ciudades en función a la idea aquí planteada
del río Magdalena. Los resultados particulares de estas dos experiencias fronterizas
reflejan los cambios económicos, sociales y políticos que estaban experimentando las
provincias que luego integrarían el Estado Soberano de Santander, jurisdicción que
enmarcaría un tipo regional culturalmente identificable en Colombia.

A. LAS FRONTERAS EN EL PROCESO DE CONFIGURACIÓN REGIONAL:

El territorio colombiano en el concierto de los países andinos cuenta con una geografía
y territorialidad bastante particular. La trifurcación de la cordillera en el macizo
colombiano produjo históricamente grados relativos de autonomía y autosuficiencia de
las diversas jurisdicciones político administrativas o provincias especialmente entre
aquellas que estuvieron separadas por los profundos valles interandinos de los ríos
Magdalena y Cauca. La geografía vertical andina impidió el desarrollo de economías
regionales especializadas, en tanto que, la mayoría de ellas contaron con producciones
ganaderas, agrícolas y artesanales en proporciones y variedades relativamente
similares.4 La provincia minera de Antioquia fue excepción ya que permitió el
desarrollo de unas economías complementarias cuyos alcances fueron relativamente
limitados. La precariedad de los caminos en la época colonial y en las primeras décadas
del siglo XIX se explica por esta circunstancia. De manera que la persistencia de
circuitos comerciales locales y provinciales y el atraso de los circuitos interprovinciales
fue el resultado de unas condiciones geográficas y económicas, y no de su
infraestructura vial y de transportes. Estas estructuras que prevalecieron durante los tres
siglos de dominio colonial se alteraron paulatinamente en el transcurso del siglo XIX,
como resultado de procesos configurativos de regiones, cuyo factor más decisivo y que
motivó planes o proyectos económicos fue el mercado internacional. Este factor
explicaría alteraciones de las jerarquías urbanas coloniales, cambios político
administrativos y nuevos planes territoriales de caminos, colonizaciones y poblamientos
llevados a cabo en el nororiente colombiano.

B. LAS FRONTERAS EN LA CONFIGURACIÓN REGIONAL DEL


NORORIENTE

Las provincias coloniales del nororiente; Vélez, Socorro y Pamplona como otras del
Virreinato de la Nueva Granada no dominaron completamente sus respectivos espacos
provinciales. En las provincias andinas las tierras bajas o de vertiente, como la del valle

4
John V. Murra, El mundo andino. Población, medio ambiente y economía, Lima, Institutos de Estudios
Peruanos, 2002.
del río Magdalena y la cuenca del río Catatumbo fueron territorios indígenas en los que
el Estado Colonial tuvo poca presencia. A mediados del siglo XVIII, en el contexto
borbónico, se adelantaron políticas de pacificación y de control de estos territorios a
consecuencia de dinámicas económicas, sociales y demográficas que convertirían a las
ciudades de Cúcuta y Bucaramanga en los epicentros de estos procesos.

Lamentablemente no contamos con censos económicos unificados para las provincias


de Vélez, Socorro y Pamplona, sin embargo, los pocos que hay, nos indican que en la
provincia de Vélez los cultivos que predominaron fueron el maíz y el algodón y la caña
de azúcar, que según el viajero y pintor Joseph Brown “...se cultiva en cada espacio de
tierra disponible y con su suave y amarillento verdor contrasta agradablemente con las
sombras más obscuras de los árboles y pastizales.”5 En la provincia del Socorro los
cultivos que predominaron fueron igualmente la caña y algodón, insumos esenciales
para los 856 trapiches y 1075 telares censados en la zona. Cuando Brown visitó la
provincia se estaban adelantando los proyectos de apertura de caminos en dirección al
río Opón. El viajero ingles compartió la idea que en la época se tenía acerca de las
bondades que un camino al río Magdalena tendría para la economía de la zona. En su
diario dejó registro que “De abrirse eventualmente dicho camino, la provincia del
Socorro se convertiría prontamente en la más rica del país, pues su abundante azúcar,
cacao, café, arroz, tabaco, algodón, y frutas de toda clase, se harían aptos para el
comercio, que no lo son actualmente debido a su ubicación interior y en consecuencia al
elevado precio de su transporte.”6 Esta circunstancia particular les impidió a los
productores del Socorro comerciar exitosamente sus excedentes productivos y obtener a
buen precio los productos importados. El cantón de San Gil concentró el mayor número
de telares, 396, seguido por el cantón del Socorro que tuvo un número 115. El algodón
lo proveyó el cantón de San Gil, que fue una fuente de riqueza para los comerciantes
como aquel que refiere el viajero Brown llamado“... Vicente Martínez, fino y venerable
anciano, tiene la reputación de ser dueño de cien mil pesos. Hizo la mayor parte de su
fortuna vendiendo algodón a los exportadores con anterioridad a 1800, cuando esta
rama del comercio se hallaba en completa actividad.”7 Los hilos que demanda el

5
Joseph Brown, Tipos y costumbres de la Nueva Granada, edición y estudios preliminares de Malcolm
Deas, Efraín Sánchez y Aída Martinez, Fondo Cultural Cafetero, 1989. p. 163
6
Joseph Brown, Tipos y costumbres de la Nueva Granada, p. 174
7
Joseph Brown, Tipos y costumbres de la Nueva Granada, p. 176. Los distritos productores según los
registros de Brown fueron Pinchote, Curití, Barichara, La Cabrera, El Valle, Aratoca, La Robada,
Zapatoca, p. 178
Socorro se elaboraban en Charalá, distrito parroquial de la provincia del Socorro,
distante tres leguas de aquella villa, que según el viajero se fabrican semanalmente “cien
cabos, cada uno con una medida de 60 varas o 56 yardas”8 Aunque se menciona en
algunos documentos que en las provincias de Santander y Pamplona se producían
lienzos, cobijas de lana, encajes finos, manteles, toallas pero todo parece indicar que no
fueron predominantes en el contexto de las provincias nororientales.9

La descripción que nos legó Brown en su viaje por el noreste colombiano en el año de
1834, nos permite reconocer la encrucijada económica en que se encontraban las
provincias de Vélez y el Socorro. Los excedentes agrícolas, ganaderos y artesanales
según los datos del viajero y los de la Comisión Corográfica eran comercializados por
una red mercantil estructurada siguiendo longitudinalmente el eje andino. Así, la
producción artesanal del Socorro la canalizó los comerciantes santafereños que la
redistribuyeron a otras provincias a través del puerto de Honda en el río Magdalena, que
fue una de los circuitos comerciales más extensos y por lo mismo más crítico a nivel de
los costos finales que tuvieron estos productos en los distantes mercados mineros.
Contrario los contextos de las provincias de Vélez y el Socorro, las de Santander y
Pamplona experimentaron a finales del siglo XVIII un importante desarrollo mercantil
sustentado en un activo comercio de importación y exportación. Ocaña y San José de
Cúcuta cumplieron un papel muy importante en estos intercambios, obteniendo sus
elites jugosas ganancias.10 A la actividad comercial se le sumó, especialmente en la
provincia de Soto, la fabricación de sombreros, algunos manufacturados con hojas de
palmas y otros con los cogollos de la nacuma u iraca.

Las condiciones económicas de las provincias del sur; Vélez y el Socorro contrastan con
las del norte; Soto y Santander. Mientras las primeras marcaban un límite en su
desarrollo económico, las segundas respondían exitosamente a las oportunidades
ofrecidas por lo circuitos comerciales internacionales. En este contexto se inscriben las
diversas iniciativas y las medidas económicas que le propusieron y le negociaron al
poder central.

8
Joseph Brown, Tipos y costumbres de la Nueva Granada, p. 178-179
9
Agustín Codazzi, Geografía física y política de la Confederación Granadina, V. 5, Edición, análisis y
comentarios Camilo A. Dominguez Ossa, Augusto J.Gómez López, Guido Barona Becerra, U.N., Red de
Estudios de espacio y Territorio, RET, Centro de estudios Sociales, CES, y Universidad del Cauca. P. 26
10
. Agustín Codazzi, Geografía física y política de la Confederación Granadina, V. 5, Edición, análisis y
comentarios Camilo A. Domínguez Ossa, Augusto Gómez López, Guido Barona Becerra, U.N., Red de
Estudios de espacio y Territorio, RET, Centro de estudios Sociales, CES, y Universidad del Cauca. P. 26
Las elites de las provincias del sur en la primera mitad del siglo XIX, consideraron
viable fortalecer los circuitos comerciales internos, especialmente con aquellas
provincias con las cuales podrían generar complementariedad en sus economías
provinciales. Así, las autoridades políticas elaboraron los planes territoriales con la
ayuda de geógrafos e ingenieros. Caminos, fundaciones y colonizaciones serían los tres
factores determinantes o fundamentales para el éxito de los proyectos económicos.
Agustín Leland fue el encargado de elaborar los planes en la provincia de Vélez en la
década de 1830 seguido en su proyecto por Aquileo Parra, Ángel María Flores y
Manuel María Zaldúa, prototipos de los políticos comerciantes de gran protagonismo
en diversos ámbitos de la historia del siglo XIX.

Más al norte, en la provincia del Socorro el panorama no era muy diferente. El


desarrollo manufacturero ingles y las políticas arancelarias de los gobiernos de la época,
que a pesar de periodos de proteccionismo, el liberalismo económico se fue abriendo
paso, generando un proceso imparable de empobrecimiento de la que otrora fuera una
de las provincias más dinámicas del virreinato.11 Fueron precisamente los comerciantes
antioqueños que con sus prácticas mercantiles legales e ilegales, introdujeron gran parte
de las mercancías inglesas que tuvieron gran aceptación por parte de los consumidores
neogranadinos, que cifraron en los bienes de consumo importados, una señal de estatus
y prestigio social. Al igual que en vecina provincia del sur, el proyecto pensado como
capaz de contener la decadencia económica fue el de la complementariedad económica
con el occidente minero. Hacia Antioquia se dirigieron los caminos que las autoridades
provinciales promovieron con la esperanza de que lo transitaran recuas de mulas
cargadas con los productos del trabajo de agricultores, ganaderos y artesanos que fueron
los más afectados por el libre cambio. El proyecto territorial del Chucurí con sus
caminos y poblados fue la expresión concreta de la esperanza de los socorreños de
preservar un predominio económico que los caracterizo durante los siglos de dominio
colonial.

Al igual que en la provincia de Vélez, los estudios se le confiaron a intelectuales que


valoraban el conocimiento geográfico como clave en las políticas generales de

11
Gaspar Teodore Mollien, Viaje por la República de Colombia en 1823, Bogotá, Biblioteca Popular de
Cultura Colombiana, 1944
desarrollo económico. Fue así como el teniente coronel Joaquín de Acosta se encargo de
los estudios del que sería el proyecto del Chucurí.12

Tanto en la provincia de Vélez como en la provincia del Socorro, los proyectos


territoriales se adelantaron en territorios de frontera: las cuencas de los ríos Carare y
Opón tributarios del río Magdalena no impidieron que la decadencia económica siguiera
su ritmo en estas provincias. No hubo resultados positivos en materia económica, los
circuitos comerciales proyectados no se hicieron realidad. En lo que respecta
propiamente a los procesos en los territorios de frontera es de señalar que las franjas
adyacentes al Río Magdalena en las provincias de Vélez y el Socorro no se
constituyeron propiamente en zonas dinámicas de colonización, incluso el débil
vaciamiento poblacional fue un factor central que explica en parte los limitados
alcances de los proyectos en la primera mitad del siglo XIX. Las franjas que cada
provincia tuvo en el valle medio del Río Magdalena inicialmente no fueron vistas como
un territorio para el desarrollo de proyectos agricultura comercial a pesar de algunas
ideas al respecto como las de Agustín Leland quien se proponía promover los cultivos
de algodón y cacao en la zona. Estas zonas fronterizas en las márgenes del río
Magdalena fueron percibidas por las elites como por los habitantes en general de las
provincias de Vélez y el Socorro como zonas de separación de espacios sociales,
económicos y políticos plenamente constituidos, es decir, un territorio que los separo de
la rica e industriosa Antioquia. De manera que este valle fue para los hombres de la
época un obstáculo natural al desarrollo económico. Superarlo fue el objetivo de los
diversos planes territoriales y un indicativo de la resistencia de los habitantes de las
provincias fue la promulgación de las leyes de vagos que se aplicaron hacia el año de
1847 en la región del Carare, y que estuvo a cargo de uno de los empresarios para la
apertura del camino. Dicha medida había sido propuesta por el gobernador del Socorro
hacia el año de 1838. Las leyes de vagos para impulsar poblamientos estarían indicando
el desencuentro entre los proyectos económicos y territoriales de las elites y los
intereses de habitantes en general de las provincias.

Contrastan estos procesos descritos para las provincias de Vélez y el Socorro con los
procesos de poblamiento y colonización que se llevaron a cabo en las provincias

12
Aristides Ramos Peñuela, Los caminos al río Magdalena. La frontera del Carare y del Opón 1760-
1860, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1999. p 138
neogranadinas de Soto, Santander, Ocaña y Pamplona.13 La frontera de la Provincia de
Santander fueron los territorios de vertiente de los ríos Zulia y Catatumbo que fueron
zonas centrales del territorio motilón. A diferencia de las provincias del sur en estas
zonas se experimentó un proceso de colonización espontánea durante el siglo XVIII en
el contexto de las reformas borbónicas, que con la implantación del mercado libre
estimuló la conformación de haciendas destinadas al cultivo y exportación el cacao.14

En comparación a los territorios de frontera de las provincias de Vélez y el Socorro, en


la colonización de la vertiente del Zulia y el Catatumbo tuvieron varios factores
favorables a su ocupación. Condiciones geográficas y ambientales propicias para el
cultivo del cacao y ríos navegables que facilitaron el transporte de las cosechas a un
puerto marítimo en una relación tiempo-distancia favorable para la competitividad
internacional del producto.

Estos factores convirtieron la cuenca del río Catatumbo en una promisoria frontera
agrícola. La pacificación de los motilones se convirtió en la condición necesaria para el
desarrollo de la hacienda y también en el mecanismo efectivo para obtener adjudicación
de terrenos. Las ciudades de San Faustino de los Ríos, Salazar de las Palmas y San José
de Cúcuta marcaron los centros de avance militar hacia aquel territorio. La imagen de
“feroces indios”15 “que tienen invadidas y asoladas muchas haciendas” fueron
expresiones frecuentes en la correspondencia cursada entre autoridades coloniales o
republicanas y los empresarios, hacendados o comerciantes, que estuvieron
involucrados en los procesos territoriales en la zona, especialmente como adjudicatarios
de haciendas.

En diversos documentos como cartas o relaciones, aparece una retórica del indio bravo
y sus ataques, construcción textual que tuvo como objetivo obtener el favor real o la
aprobación republicana para la fundación de una ciudad, para iniciar una campaña de
pacificación, o por el contrario para justificar el fracaso de las mismas, todas con
explícitos intereses económicos como el control de recursos específicamente la tierra.
13
En los años de 1830-31 se creó administrativamente la República de la Nueva Granada integrada por
provincias y cantones. Hacia 1850 la provincia de Pamplona se dividió en tres, dando origen a las
provincias de Soto integrada por los cantones de Girón, Bucaramanga y Piedecuesta siendo este último su
capital y la Provincia de Santander conformada por los cantones de San José de Cúcuta, Rosario y
Salazar. Con la efímera Provincia de Ocaña estas finalmente integraron en 1857 el Estado de Santander
que tuvo inicialmente como capital a a ciudad de Bucaramanga y en 1861 la capital se trasladó al Socorro
que al cabo de 25 años se pasó definitivamente a Bucaramanga.
14
Aristides Ramos Peñuela, “Hacendados y misioneros en el nororiente de la Nueva Granada 1700-
1819”, Cuadernos de Desarrollo Rural, Nº 54 primer semestre de 2005. pp. 7-29
15
A.G.N., Sección República, Ministerio de Industrias, t. 37, ff 110r-111r
Esta práctica iniciada en el siglo XVII perduró hasta las primeras décadas del siglo XX.
La “excusa Yariguie” inteligentemente expuesta por el antropólogo Esteban Cruz Niño
se podría extender al contexto del Catatumbo. 16 Se trató pues de una hábil estrategia
retórica para la obtención de avales políticos para diversas empresas económicas.17

A comienzos del siglo XIX la cuenca del Catatumbo contaba con una infraestructura
básica para continuar con el proceso de pacificación: importantes puertos fluviales
como San Faustino, San Buenaventura, Astillero y Limoncito, sitios de embarque del
cacao producidos en las haciendas fundadas por los pobladores de Salazar de las
Palmas, Pamplona y Guasimal de Cúcuta.18

Este proceso de algo más de un siglo se vio seriamente interrumpido con la guerra de
Independencia. Diversos testimonios tanto de hacendados como de religiosos informan
del impacto que la guerra tuvo en el noreste del virreinato. Los religiosos relatan el
ataque de que fueron objeto por parte de los patriotas de la ciudad de Cúcuta que
incursionaron en los territorios de misión interrumpiendo un proceso de congregación
de indígenas a poblado el cual había avanzado en las últimas décadas del periodo
colonial. Por otra parte, los hacendados narran el impacto económico que la guerra tuvo
en las haciendas formadas simultáneamente con el proceso anterior. Según los
hacendados, hasta 1815, “el cacao era el fruto de mayor estimación y se producía en
abundancia en estos valles...” y que fue atacado “de la mancha y el gusano” lo que
condujo a una caída en el precio de las haciendas que valían antes de las plagas “desde
mil hasta cien mil pesos”19

Hacia 1833 los agricultores y comerciantes de San José de Cúcuta habían conformado
una Junta como mecanismo de negociación con el Estado Central. Esta asociación tan
temprana e históricamente inédita nos está indicando la fuerza y protagonismo político
de un nuevo sector económico que se había configurado en la zona a partir de un
proceso muy dinámico de colonización, fundaciones y poblamiento de las cuencas de
los ríos Catatumbo y Zulia en las tierras que fueron del territorio motilón.

16
Esteban Cruz Niño, Santiago Galvis Villamizar y Yesid Leal, Encuentros. Experiencias de campo en el
Carare y Santander, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 2005
17
Aristides Ramos Peñuela, “Hacendados y misioneros en el nororiente de la Nueva Granada 1700-
1819”, Cuadernos de Desarrollo Rural, Nº 54 primer semestre de 2005. pp. 7-29
18
Aristides Ramos Peñuela, “Hacendados y misioneros en el nororiente de la Nueva Granada 1700-
1819”, Cuadernos de Desarrollo Rural, pp. 22-25
19
A.G.N., República, Gobernaciones, 2, 371r
En el horizonte económico de los agricultores y comerciantes de San José de Cúcuta
esta el interés por consolidar la agricultura comercial sustentada en la caña de azúcar,
café y algodón, cultivos predominantes en la zona.20

Los informes trazan una imagen del hacendado como un agente económico que
organiza la producción con parámetros relativamente modernos: utilidad, gastos y
proyectos de inversión para ampliar las plantaciones. Lo interesante en el estudio de las
peticiones y diagnostico de los hacendados y comerciantes es que cifran el porvenir de
sus negocios en la política económica que el Estado adopte.21 En sus proyectos
económicos se espera una política fiscal que sea compatible con la que en ese momento
se estaba aplicando en Venezuela.

En primer lugar plantean el desestanco del aguardiente, no solo en las valles de Cúcuta
sino en el resto de la provincia, ya que políticas contrarias con la vecina región
venezolana de San Antonio del Táchira, promovería un contrabando del producto.

El gran objetivo de la elite de la ciudad de San José de Cúcuta fue sostener y promover
la exportación de los productos agrícolas como cacao, añil, café y algodón.

El diagnostico que los hacendados hacen del estado de sus negocios nos revela la
consciencia que este sector tuvo de la competencia internacional de que eran ya objeto.
A propósito del cultivo del café, reconocen la complejidad del mercado por el
desarrollo del cultivo cafetero en las posesiones asiáticas de Inglaterra y las Antillas.22

El gran objetivo de los hacendados y comerciantes es lograr que la política fiscal del
Estado Central se ajuste a sus proyectos y favorezca la acumulación de capital a partir
de la libertad de cultivos y las exenciones fiscales.

Un análisis de la cartografía del valle de Cúcuta en la década de 1830 nos permite


constatar el intenso proceso de fundación de haciendas en las cuencas de los ríos
Táchira y Zulia y un desarrollo de la infraestructura de caminos y puertos que
sustentaron los proyectos agroexportadores de unas elites económicas que se
consolidarían en las ciudades de Bucaramanga y Cúcuta.

Este rápido panorama nos ubica en una serie de problemas para ahondar en la
investigación. En primer lugar es importante avanzar en el estudio de la hacienda

20
A.G.N., República, Gobernaciones, 2, 371r
21
A.G.N., República, Gobernaciones, 2, 371r
22
A.G.N., República, Gobernaciones, 2, 372v
cacaotera, las condiciones sociales de producción y sus mercados. Vincular
analíticamente las ciudades y sus hinterland y finalmente ocuparnos de ese tipo regional
que emergería de todos estos procesos y sería la más genuina construcción política de
unas elites que necesitaban movilizar amplios sectores hacia sus propios proyectos
políticos y económicos.

BIBLIOGRAFÍA CONTEMPORANEA

Brown, Joseph, Tipos y costumbres de la Nueva Granada, edición y estudios


preliminares de Malcolm Deas, Efraín Sánchez y Aída Martinez, Bogotá, Fondo
Cultural Cafetero, 1989.

Codazzi, Agustín, Geografía física y política de la Confederación Granadina, V. 5,


Edición, análisis y comentarios Camilo A. Domínguez Ossa, Augusto J. Gómez López,
Guido Barona Becerra, Bogotá, U.N., Red de Estudios de espacio y Territorio, RET,
Centro de estudios Sociales, CES, y Universidad del Cauca, 2004

Cruz Niño, Esteban at al., Encuentros. Experiencias de campo en el Carare y


Santander, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
2005

Legrand, Catherine, Colonización y protesta campesina en Colombia 1850-1950,


Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1988.

Murra, John V., El mundo andino. Población, medio ambiente y economía, Lima,
Institutos de Estudios Peruanos, 2002.

Mollien, Gaspar Teodore, Viaje por la República de Colombia en 1823, Bogotá,


Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1944

Ramos Peñuela, Aristides, Los caminos al río Magdalena. La frontera del Carare y del
Opón 1760-1860, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1999.
______________________________
, “Hacendados y misioneros en el nororiente de la Nueva
Granada 1700-1819”, Cuadernos de Desarrollo Rural, Nº 54 primer semestre de 2005.

Fuentes de Archivo

Archivo General de la Nación, Bogotá,

Sección, República, Ministerio de Industrias, tomo 37


Sección, República, Gobernaciones, tomo 2

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