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EL RETORNO DEL ACTOR TERRITORIAL A SU NUEVO ESCENARIO

(UN HOMENAJE A WALTER STÖHR, MAESTRO Y AMIGO DILECTO)

Sergio Boisier Ω

RESUMEN

Esta monografía es, en primer lugar, un modesto homenaje al Profesor austriaco Walter
B. Stöhr, eminente economista especializado en la cuestión territorial y de amplia e
inolvidable influencia en Chile; bien se podría decir que Stöhr fue el “padre” de la
regionalización chilena. Pero más allá de ese reconocimiento y a propósito de un artículo
escrito por Stöhr hace veinte años, éste documento intenta poner en la mesa de la
discusión las cuestiones estructurales actuales que condicionan la manera de enfocar los
asuntos territoriales. La velocidad del cambio en el globo terráqueo es impresionante y los
conocimientos adquiridos en el pasado y validados durante años no resisten el huracán del
cambio actual. Propongo ahora centrar la atención y nuestra capacidad de decodificación
en torno a una docena de procesos y cuestiones que tienen que ser tenidos en cuenta al
momento de pretender intervenir sobre los procesos territoriales de cambio: el
crecimiento económico y el desarrollo societal. Estos asuntos son: 1.-GLOBALIDAD: la
lógica oculta; 2.-COMPLEJIDAD: la ley de la variedad necesaria; 3.-VIRTUALIDAD:
traspasando fronteras; 4.-SUBJETIVIDAD: el sujeto individual y el sujeto colectivo y la
libertad; 5.-TAMAÑO: tal vez lo pequeño no siempre sea hermoso, pero lo pequeño puede
ser muy valioso; 6.-PODER: un juego de suma abierta; 7.-COMPETITIVIDAD: your
place or mine?; 8.-VELOCIDAD: la gacela y el león; 9.-ASOCIATIVIDAD: la soledad es
mortal; 10.-SUSTENTABILIDAD: territorio y biología, ¿una nueva cohabitación?; 11.-
LIDERANZA: distribuida entre muchos; 12.- IDENTIDAD: soy de aquí y no de allá.

SUMMARY

This paper is a modest homage to the Austrian Professor Walter B. Stöhr, a distinguished
economist in the field of territorial development who had a wide and unforgettable
influence in Chile; Stöhr was to a large extent “ the father of Chilean regionalization
process”. Beside this acknowledgment, my purpose is to update the analysis made by
Stöhr, some twenty years ago, on the external conditions which should be taken into
account when attemps are made to intervene on territorial social processes, like growth
and development. In this paper I am proposing to focus on a dozen processes which must
be taken into account when a territorial intervention is designed. These processes are: 1.-
GLOBALIZATION: the hidden logic; 2.- COMPLEXITY: the law of the necessary
variety; 3.- VIRTUALITY: trespassing frontiers; 4.- SUBJECTIVITY: the individual
subject and the social subject and freedom; 5.- SIZE: perhaps small it´s not always
beautiful, but small size can be very valuable; 6.- POWER: an open game; 7.-

Ω
Economista (U. de Chile), Master of Arts in Regional Science (U. of Pennsylvania) y PH.D en
Economía Aplicada (U. de Alcalá, Henares), Profesor Titular Asociado, U. Católica de Chile, Profesor
Visitante de la U. San Martín, Buenos Aires, de la U. de La Frontera y de la U. de Los Lagos, en Chile.
Ex Director de Políticas y Planificación Regionales, CEPAL/ILPES, Presidente Ejecutivo de la
Consultora CATS (Centro de Anacción Territorio y Sociedad). Correo: sboisier@vtr.net . Este documento
será usado en varias ceremonias inaugurales de distintos eventos en Argentina, Colombia, Chile y
México.
Sergio Boisier Etcheverry
sboisier@vtr.net
31/07/2008
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COMPETITIVITY: your place or mine?; 8.- VELOCITY: the antelope and the lion; 9.-
ASOCIATIVITY: solitude could be deadly; 10.-SUSTENTABILITY: territory and
biology, a new cohabitation?; 11.- LEADERSHIP: socially distributed; 12.- IDENTITY: I
belong here, not there.

INTRODUCCIÓN

Algo más de veinte años Walter Stöhr 1 publicó un breve estudio titulado ¿Se ha
producido una variación en las condiciones externas y un cambio de paradigma en
las estrategias de desarrollo regional?, artículo en el cual presentaba las nuevas
tendencias en torno a la práctica de intervenir a favor del desarrollo territorial de
algunas o de todas las regiones de un país. Ciertamente Stöhr exhibió una notable
capacidad para decodificar el entorno a fines de los años 80 y explicar las
consecuencias de ello para las políticas territoriales. Haciendo uso de la legítima
capacidad de cada uno de nosotros para dar nombre y sentido a diferentes
fenómenos, propongo hablar en este caso del nacimiento de las políticas
territoriales de segunda generación 2 , políticas de las cuales Stöhr aparece como
uno de los founding fathers.

Stöhr apuntó a las siguientes condiciones externas: 1) menores tasas agregadas de


crecimiento económico al compararlas con las que prevalecieron desde fines de la
II Guerra Mundial; 2) mayor y mejor estabilidad del costo de la energía, el
transporte y la movilidad; 3) reducción generalizada de la disponibilidad de fondos
públicos; 4) desaparición de los “espacios libres” desde el punto de vista ecológico,
económico y político para externalizar el costo del desarrollo; 5) mayor conciencia
pública de los aspectos ecológicos y ambientales; 6) disponibilidad de nuevas
tecnologías aplicables en modalidades descentralizadas; 7) cambios en la
comprensión del desarrollo; 8) mayor presión a favor de la participación local y
regional; 9) mayor “turbulencia” del cambio estructural económico mundial; 10)
mayor estabilidad relativa de la pequeña y mediana empresa; 11) menor grado de
“previsibilidad” y menor “flexibilidad” del desarrollo regional con métodos
tradicionales. Como es fácil de observar, algunas de las cuestiones detectadas por
Stöhr se han diluido, otras se han mantenido y otras se han acrecentado.

Exactamente veinte años después podemos hablar de nuevas condiciones que


enmarcan ahora las políticas territoriales de tercera generación, condiciones que
serán expuestas a seguir.

El “regreso del actor territorial” en América Latina se produjo en la práctica el


22/02/2007, fecha en la que Presidente de Brasil firmó el Decreto # 6047 que
restablece en el Brasil una política territorial nacional, un hecho refundacional que
será sin duda imitado.

1
Stohr W., 1989, ¿Se ha producido una variación en las condiciones externas y un cambio de paradigma
en las estrategias de desarrollo regional?, ILPES, Programa de Capacitación, Doc. D/114 (traducción del
original), Santiago de Chile.
2
Las políticas de primera generación se basaron principalmente en introducir desestabilizadores (por
ejemplo, polos) en las regiones periféricas.
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1- GLOBALIDAD: LA LÓGICA OCULTA.

La globalidad, más comúnmente denominada como globalización es un fenómeno


multidimensional que envuelve la tecnología, el modo de producción, las finanzas,
las migraciones, el comercio, la cultura, las artes y muchas otras expresiones de las
relaciones internacionales e interpersonales.

Para algunos, la globalización sería una conspiración perversa del sistema


capitalista que busca mantener y acrecentar relaciones de dominación y
dependencia entre “partes” (países, organizaciones, regiones, etc.) y tal
conspiración sería dirigida por una serie de individuos malvados ubicados en los
puntos clave de la malla del poder mundial y no cabe sino oponerse a ella.
Tecnoindustriales como Bill Gates, especuladores como Georges Soros,
intelectuales como Joseph Stiglitz y políticos de variado pelaje como Bush,
Sarkosy, Brown, Berlusconi, Merckel y quizás si hasta Alvaro Uribe y Michelle
Bachelet configuran la iconografía de los perversos a los cuales se suman a un nivel
más bajo, incontables “pseudos” académicos. Sugiero, por supuesto, sacar de la
discusión este tipo de absurdo.

Globalización es un tema importante en la discusión sobre la naturaleza del orden


internacional post guerra fría. No se trata de un concepto ligado a una teoría
claramente articulada, pero se transformó, de todos modos, en una metáfora
poderosa para describir numerosos procesos universales en curso. Desde nuestro
punto de vista una característica relevante de la globalización reside en las
múltiples dialécticas que ella provoca, por ejemplo, en la geografía política, al
generar diacrónicamente fuerzas que apuntan a la creación de cuasi-Estados
supranacionales y cuasi-Estados subnacionales, o en la modificación de la
geografía locacional de la industria manufacturera, poniendo frente a frente la
creación de un único espacio de mercado global y un enorme abanico de lugares
productivos discontinuos en la superficie terráquea. La primera y específica
dialéctica macro produce una suerte de esquizofrenia micro en los individuos al
tensionarlos entre la necesidad de ser universal y la simultánea necesidad de ser
local, en tanto que la segunda da lugar a un modo de producción en red, a una
geografía física y económica discontinua, en el plano de la producción
manufacturera.

Como ya es bien sabido, existen por lo menos dos maneras de referirse a la


globalización: una metafórica y otra más científica, lo cual no niega el carácter
científico que puede tener toda metáfora, sólo que ella es siempre circunloquial y a
veces hay que descubrir la verdad oculta o disimulada en el lenguaje. En la
perspectiva metafórica, Néstor García Canclini fue el primero en disparar al
referirse magistralmente a la globalización como “un objeto cultural no
identificado”, Zygmunt Bauman lo hace apuntando a ella como “un fetiche, un
conjuro mágico, una llave destinada a abrir todas las puertas a todos los misterios
presentes y pasados”, Sergio Boisier, a partir del cineasta Luis Buñuel, se ha
referido a ella como “un oscuro objeto de deseo” y como “el discreto encanto de la
burguesía” y, nuevamente, García Canclini ha sostenido que “todo lo que no es
culpa de la Corriente del Niño, es culpa de la globalización”, frase lapidaria y
ciertamente bien humorada.
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Como también es conocido, ya el mundo se encuentra dividido entre los anti y los
pro globalización, más radicales los primeros y con líderes emblemáticos como
Michel Bové o Ignacio Ramonet y más conservadores los segundos, cuyos líderes
son organizacionales, principalmente, Banco Mundial, Fondo Monetario, OMC.
Los primeros quieren tapar el sol con una mano y los segundos quieren imponer
un marco ideológico y político mal llamado Consenso de Washington y sus diez
recetas. Hay mucho de folklore, mucho desconocimiento, y mucho autoritarismo
en todo este espectro.

La característica central de la actual etapa tecnocognitiva del capitalismo está


dada por la simultaneidad de dos fenómenos, que pueden imaginarse como dos
curvas en un cuadrante: primero, un ciclo de vida cada vez más corto para cada
generación de productos y, segundo, un costo en investigación, desarrollo y
mercadeo cada vez proporcionalmente mayor para pasar del producto de
generación “n” al de generación “n+1”. Una curva exponencialmente decreciente y
otra exponencialmente creciente. Por cierto, la velocidad de generación de nuevo
conocimiento se encuentra detrás.

El sistema capitalista, como cualquier sistema biológico o social, posee un


imperativo más que “kantianamente” categórico: su reproducción permanente.
Para ello debe recuperar a la mayor velocidad posible los recursos gastados en
invención, diseño, fabricación y comercialización del producto de generación
“n+1” y frente a tal exigencia el sistema no tolera ni tolerará fronteras, aduanas,
aranceles, prohibiciones ni mecanismos que entraben el comercio; el sistema
requiere un espacio único de mercadeo 3 . A la luz de este argumento se entiende la
frenética carrera por firmar acuerdos de variada naturaleza entre países y se
comprende qué es lo que quiere decir la CEPAL cuando habla del “regionalismo
abierto”, un juego practicado con entusiasmo por Chile por ejemplo, que como
economía pequeña, debe hacer apuestas en todas las mesas de la sala de juego de
esta suerte de Casino Mundial.

A manera de síntesis cabe señalar que la apertura externa, quizás si la


manifestación más visible de la globalización, obliga a países y regiones a utilizar
dicha apertura para colocar sus productos transables en dos nichos del comercio
internacional: el nicho de la modernidad de lo transado y el nicho de la
competitividad de lo transado Obsérvese, de paso, que “modernidad productiva”
es algo intrínsecamente asociado a “innovación”, que a su vez ahora se liga más y
más al territorio, lo mismo que “competitividad”. Pero no se confunda esto con la
pretensión de fabricar en cada región productos manufacturados de altísima
complejidad y diseño industrial, como chips de silicona para procesadores de alta
velocidad o cosas semejantes; las manzanas de Río Negro en Argentina o del Maule
en Chile, o el café del Eje Cafetero de Colombia, y la carne seca (machaca) de
Sonora en México o las molas de la etnia kuna en Panamá pueden transformarse
en productos de elevada modernidad mediante la introducción en su producción,

3
Y, paradojalmente, como se observa, múltiples espacios de producción. Naturalmente que la lógica del
sistema no coincide plenamente en el corto plazo con la lógica de defensa de las economías nacionales,
pero es fácil adivinar cuál será el contenedor que impondrá su modo de organización del mundo.
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de progreso técnico. Ningún territorio está, a priori, fuera de la globalización, ni


siquiera se está, a priori, en la periferia de ella. 4

Globalización y territorio configuran un par sobre cuya existencia misma hay


posiciones encontradas, entre quienes sostienen que la globalización devalúa el
territorio y los que sostienen, por el contrario, una revalorización territorial en
ella. Según James Simmies, 5 los especialistas en esta materia tienden a agruparse
entre aquellos preocupados por los papeles cada vez más significativos
desempeñados por las grandes corporaciones y aquellos interesados en las
empresas más pequeñas, y ambos, con las causas de la aglomeración espacial de las
actividades económicas innovadoras.

Un lado del argumento, sostenido por ejemplo, por autores como Froebel,
Heinrichs y Kreye, Henderson y Castells, Amin y Robins es que ha surgido una
economía global dominada por grandes corporaciones transnacionales. Las
decisiones de ellas acerca de dónde ubicar actividades tales como las productivas o
de I&D determinan en gran medida qué tipo de actividad económica se aglomera
en qué lugar. Así, el territorio se transforma en una suerte de “variable
dependiente” en la función de crecimiento innovador.

Otro lado del argumento, representado por ejemplo, por Piore y Sabel, Porter,
Scott y Storper, Stöhr, Vázquez-Barquero, Garofoli, Cuadrado-Roura, Maillat, y
muchos especialistas latinoamericanos—este autor entre ellos--y del Tercer Mundo
en general, es que los lugares y localidades están siendo más, y no menos
importantes en su contribución a la innovación y a la alta tecnología.

Los “globalizadores” se apoyan en el hecho evidente de que una fracción


importante del capital se está concentrando y centralizando a nivel de la economía
internacional y hay abundantes datos que confirman este hecho. Se sigue de este
tipo de línea argumental que las localidades, regiones, e incluso países, están siendo
“re-diseñados” de acuerdo a la economía global y a sus principales actores: las
corporaciones transnacionales. Los “localistas” se apoyan en una significativa
reacción del consumo frente a la homogeneización de los bienes y servicios
transados y a la respuesta de una parte de las empresas vía la “especialización
flexible”, una estrategia de permanente innovación que trata de acomodarse al
cambio incesante, en vez de tratar de controlarlo. Especialización flexible que va
de la mano con escalas pequeñas de producción y con la necesidad del
“aprendizaje colectivo”, fuertemente facilitado por la cercanía geográfica, de aquí
en parte, la revalorización del territorio. Surge un nuevo concepto en teoría
económica: las economías de la diferenciación.

Es un hecho que ambos argumentos comparten la verdad. La globalización afecta


el tamaño (e inevitablemente la localización) de las unidades productivas de dos
maneras opuestas y simultáneas. Las economías de escala respaldan el gran
tamaño y la concentración territorial en tanto que las economías de flexibilidad

4
Véase el estudio de Iván Silva: Disparidades, competitividad territorial y desarrollo local y regional en
América Latina. 2003, ILPES/CEPAL, Serie Gestión Pública, Santiago de Chile.
5
Simmies J. “Innovation, Networks and Learning Regions?” Regional Policy and Development Nº 18,
1997, RSA, J. Kingsley Publishers, London.
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mostradas por Storper 6 , y de diferenciación, respaldan el pequeño tamaño y la


dispersión, pero como el pequeño tamaño aislado tiene una alta probabilidad de
fracaso, estas economías empujan también la conformación de NID’s (New
Industrial Districts o Nuevos Distritos Industriales).

Desde otro punto de vista, se pueden anotar por lo menos tres argumentos que
avalan la tesis de una revalorización del territorio, precisamente en el contexto de
la globalización.

Comencemos por un argumento sociológico. Como lo señalara alguna vez Edgar


Morin, la modernidad generó en el hombre una metástasis del ego, que lo ha
llevado a creer en una nueva ciudadanía para él, la de “ciudadano del mundo”,
desprovisto de cualquier lazo atávico que lo identificase con su “terruño”, chico o
grande. “I´ Been Moved”, la conocida interpretación de la sigla IBM es una
expresión de esta vanidad (de no ser de aquí ni ser de allá ni tener edad ni color de
identidad, como en la canción del cantautor argentino Facundo Cabral) porque
por el contrario, la mayoría de nosotros ni siquiera somos “ciudadanos nacionales”
(salvo en la acepción jurídica de ello). Somos, en la generalidad de los casos,
“ciudadanos locales”, viajeros de la proximidad, habitantes de lo cotidiano.

Bastaría hacer una pequeña investigación empírica para mostrar que la


abrumadora mayoría de la gente hace uso de su tiempo de vida en un espacio
geográfico que, imaginariamente, no supera el área de un círculo de no más de 100
kms. de radio. Allí vive, forma familia, trabaja, obtiene educación y salud, allí se
recrea y generalmente termina por ser enterrado en ese mismo espacio, que es el
territorio de la cotidianeidad. Es fácil inferir que para cualquier individuo, la
realización de su proyecto individual de vida depende críticamente de lo que
acontezca a lo largo del tiempo en su entorno cotidiano. Por tanto para todos es de
vital importancia que al entorno cotidiano “le vaya bien” ya que así la
probabilidad de tener éxito en el proyecto individual de vida in situ aumenta.

Razón demás para envolverse como ciudadano en la gestión de su propio


territorio. Obsérvese que un argumento semejante es válido para las PyMES.
Obsérvese también el uso de la “recursividad” sistémica en este argumento, de tal
manera que causas y efectos se trastocan en el tiempo.

Desde el punto de vista tecno-económico, la valorización del territorio es clara e


importantísima. Uno de los efectos más importantes de la Revolución Científica y
Tecnológica es, vía micro-electrónica y otros mecanismos, permitir la
segmentación funcional y territorial de los procesos productivos sin pérdida de
eficacia ni de rentabilidad. Esta es una cuestión clave ya que al ser posible
desagregar un proceso productivo en partes componentes, para localizar dichas
partes en diferentes lugares discontinuos en el globo, la firma (ahora casi un
“holding”) debe examinar cuidadosamente las características de cada lugar para
que la “apuesta” tenga un resultado positivo. ¡El territorio puede hacer la
diferencia entre el éxito y el fracaso en el modo de producción post fordista, en red,
o como se llame! Por ello es que la globalización exige ahora finos análisis

6
Storper M., The Regional World, 1997, The Guilford Press, London.
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sociales—aparte de económicos y tecnológicos-- de los múltiples territorios de


producción.

No hay que confundir entonces la inevitable desnacionalización industrial


comentada por Robert Reich, 7 ex - Secretario del Trabajo de los Estados Unidos,
con una devaluación del territorio. Se trata de dos cuestiones distintas.

Desde el punto de vista cultural e identitario el territorio también se valoriza, eso


sí, dentro de una dialéctica globalizadora producida por la confrontación entre las
tendencias homogeneizadoras tanto tecnológicas como culturales y la defensa del
ser individual y colectivo. ¿Quién se quedaría impávido ante una pérdida
completa de la identidad, reemplazada por una alienación total? ¿Quién vería con
indiferencia la pérdida de la nacionalidad a favor de una imaginaria ciudadanía
corporativa? ¿Quién preferiría ser “ciudadano de la Coca-Cola o de la
Mitsubishi” en vez de ser chileno, o argentino, o francés, por ejemplo? Entre la
alienación total y la marginación completa surge el sincretismo y la cultura
“híbrida” de García Canclini. Al contrario de lo que sostiene Bauman ser local en
un mundo globalizado no es una señal de penuria y degradación social. La síntesis
se encuentra más bien en el neologismo de Robertson: glocal: piensa global y actúa
local (para la empresa) y piensa local y actúa global (para el territorio). Si
Aristóteles nos recuerda que el hombre es un “animal político”, no es menos cierto
que es primariamente un “animal territorial” y tal característica de la persona
humana aflora con fuerza en la contemporaneidad. Por algo el exilio es
considerado como una pena extrema. Si alguien todavía tiene dudas acerca de
nuestra irrenunciable naturaleza de “animal territorial”, puede preguntar a judíos
y palestinos si acaso el territorio “importa” o no.

Pero las vinculaciones entre globalización y territorio no se agotan en las


cuestiones recién mencionadas.

El conocimiento, bien se sabe, es quizás el eje central de la globalización o de la


fase tecnocognitiva del capitalismo y de la paulatina conformación de una
“sociedad del conocimiento”. Ahora sabemos que existen nuevas y complejas
articulaciones entre conocimiento y territorio, que incluyen temas como
innovación y territorio, aprendizaje colectivo, conocimiento tácito y codificado,
surgimiento de regiones “cognitivas”, amplia categoría que incluye nociones tales
como regiones aprendedoras, regiones inteligentes, medios innovadores, etc. 8

La conclusión de esta sección es doble: la globalización corresponde a una fase del


desarrollo del capitalismo y como tal, su conducta es una conducta sistémica que
opera por encima de las voluntades individuales o colectivas, pero tal característica
no la hace ingobernable, puesto que, como todo sistema social, éste termina por
corporizarse en sujetos específicos, tanto individuales como colectivos; el territorio
juega en la globalización o en esta etapa del capitalismo, un papel más importante
que en el pasado. No hay que confundir el territorio con la distancia, ni la
7
Reich R., El trabajo de las naciones. Hacia el capitalismo del Siglo XXI, Javier Vergara, Editor S.A,
1993, Buenos Aires, Argentina.
8
Boisier S., “Knowledge Society, Social Knowledge, and Territorial Management”, Regional
Development Studies vol. 9, 2003, UNCRD, Nagoya, Japan y también del mismo autor: El lenguaje
emergente en desarrollo territorial, 2002, policopiado, Santiago de Chile.
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geografía con el mapa. Con toda razón, Gregory Bateson decía: “el nombre no es la
cosa nombrada ni el mapa es el territorio”.

No estamos predeterminados y bien por el contrario somos nosotros quienes


construimos el futuro. Tiene razón la economista venezolana Carlota Pérez cuando
dice que “la globalización abre ventanas de oportunidades”. Hay que agregar eso sí,
que se requiere conocimiento para descubrir ventanas y para abrirlas, ya que
ahora no están aherrojadas con candados sino con claves electrónicas.

La globalización, en resumen, no es sino el nombre con el cual se reconoce la fase


actual de desarrollo histórico del capitalismo; no es ni una maldición que nos
condena de antemano a la opresión ni la tal conspiración. El sistema capitalista,
como cualquiera sabe, nace como “proto capitalismo” en Holanda a fines del siglo
XVI y se muestra como una capitalismo comercial. Siglo y medio después salta a
Inglaterra para modelar la Revolución Industrial y, sin dejar de lado su faceta
comercial, se muestra además como capitalismo industrial. Otro siglo y medio o
algo más y nuevamente el capitalismo mutará a un capitalismo financiero.
Ninguna de las facetas desplaza del todo a la anterior; se trata simplemente de una
hegemonía de una faceta sobre otras. A partir de la segunda mitad del siglo XX el
capitalismo sufre otra transformación para mostrar una fase propia de un
capitalismo tecno-cognitivo como hegemónica. Esta fase la denominamos
globalización. Probablemente no se trata del fin de la historia, si se tiene la
esperanza de otra fase fundamentalmente ética. 9

2.- COMPLEJIDAD: LA LEY DE LA VARIEDAD NECESARIA

De acuerdo a la teoría general de sistemas, todos los sistemas vivos se encuentran


en un permanente proceso de cambio hacia estados cada vez más complejos. Este
recorrido a la complejidad puede ser exógenamente impulsado por la adaptación
al medio (el evolucionismo de Darwin) o forzado por la tensión entre autopoiésis y
l´élan vital o impulso vital hacia “afuera”. Cualquiera sea el caso, los sistemas
territoriales, algunos de los cuales llamamos regiones se encuentran insertos en
idéntica dinámica. Nunca se puede hablar en dos momentos de tiempo del mismo
río y una región hoy es distinta de su propio ayer.

La cuestión que sigue tal vez sea un mal universal, tal vez sea un mal
latinoamericano, o africano, o propio de ciertos países; no importa mucho, pero sí
importa destacar que es frecuente observar un corto circuito, una falta de
ecuacionamiento, entre la naturaleza de los problemas de la vida real y las
propuestas para resolverlos. Se realizan lecturas y se proponen intervenciones
simples para corregir problemas complejos. Debiera ser evidente que hay un
error de concepción.

Los sistemas complejos explican cómo es que se pueden formar propiedades y


fenómenos nuevos (emergentes), al interactuar los elementos de un sistema. Estas
propiedades no salen de la nada por el hecho de no estar en los elementos. Salen de

9
Desde un punto de vista estrictamente histórico podría considerarse a la globalización como un creciente
fenómeno de interdependencia en el mundo, que nace, según algunos, con el nacimiento mismo de la
especie humana, andariega y nómada por naturaleza.
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las interacciones entre ellos. De esta forma, se puede explicar la mente emergiendo
de muchas interacciones a distintos niveles: entre las neuronas del sistema
nervioso, entre el individuo y su mundo, entre distintos individuos, entre el
individuo y su sociedad, y entre el individuo y su cultura. Acá se entra al campo de
la variedad, (complejidad) que Murray Gell-Mann (1995) 10 clasifica en
complejidad rudimentaria o algorítmica, de carácter aleatorio, y en consecuencia
no comprimible, y en complejidad efectiva, que tiene relación con los aspectos no
aleatorios de una estructura o de un proceso.

La variedad es la medida de la complejidad de un sistema. El número de estados


que puede producir un sistema es una medida de su variedad y, por tanto, de su
complejidad. En un caso muy simple, el refrigerador doméstico sólo puede
producir dos estados: frío y no frío; en consecuencia su variedad y su complejidad
es mínima, sólo dos.

Una organización compuesta por muchos elementos, personas por ejemplo, puede
producir una cantidad tan grande de posibles estados que la predicción del
comportamiento del sistema se haga imposible, casi caótica, amenazando la propia
existencia del sistema.

Esto significa que los sistemas muy variados y, en consecuencia, muy complejos,
como puede ser una sociedad regional, deben ser organizados, dotados de formas
de regulación que permitan un grado posible de predicción de su conducta. O sea,
que organizar implica siempre controlar, en el sentido de disponer de una
capacidad para prever el comportamiento del sistema sin importar su grado de
diversidad o complejidad. Este razonamiento se encuentra en la base de la Ley de
la Variedad Necesaria de Ashby.

Hay tres maneras de enfrentarse con el problema de cómo controlar un sistema. Se


puede reducir la variedad, mediante mecanismos reductores que disminuyan las
interacciones entre los elementos del sistema, que reduzcan los estados posibles.
Estos reductores, en los sistemas sociales, son normas, valores, costumbres, leyes,
pautas culturales, etc. Se puede, alternativamente, amplificar la variedad,
aumentando la complejidad del elemento de control hasta equipararla con la del
sistema controlado. En el ejemplo del refrigerador doméstico su elemento de
control es el termostato, que tiene un grado mayor de variedad o complejidad que
un interruptor eléctrico, puesto que el termostato interactúa con el refrigerador, o
sea, al pasar del interruptor al termostato se amplificó la variedad. Hay que notar
que esta segunda posibilidad, la ampliación permanente, puede llevar a situaciones
prácticas imposibles de manejar; por tanto es la reducción de la variedad o de la
complejidad del entorno, acompañada de un aumento de la variedad o
complejidad del sistema, la forma adecuada de evitar el caos. Hay una tercera
manera de tratar la cuestión del control del sistema: absorber la variedad. Se dice
que en Occidente se usa como método tradicional de control, la reducción de la
complejidad, en tanto que en China se usa la absorción de la complejidad, todo ello
debido a patrones culturales diferentes.

10
Gell-Mann M., 1995, The Quark and the Jaguar: Adventures in the Simple and the Complex,
ABACUS, New York
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10

Estas cuestiones parecen demasiado abstractas y alejadas de los problemas


concretos del desarrollo de un territorio. No obstante, la globalización, a través de
la apertura económica que produce en países y regiones, coloca a los territorios en
una relación muy peligrosa con lo que pasa a ser su nuevo entorno: el mundo, que,
visto como un sistema naturalmente mayor que cualquier país o región, presenta
un grado de complejidad infinitamente mayor que obliga a los sistemas menores a
aumentar su complejidad o a reducir la complejidad del entorno, o a hacer ambas
cosas simultáneamente, a fin de evitar su desaparición por “inmersión”. En otras
palabras, el aumento de la complejidad se transformará en la pieza maestra de
toda estrategia territorial de desarrollo. Este tema, la complejidad del sistema y de
su entorno, constituyó una de las preocupaciones principales de Niklas Luhmann,
quien afirmó que: “hay que distinguir entre el entorno de un sistema y los sistemas
en el entorno” (Luhmann). 11 Para muchos territorios la globalización puede ser
tan amenazante, metafóricamente, como la llama de la lámpara lo es a la mariposa
nocturna...¡si la aproximación es poco inteligente!

Según lo expresa David Byrne, (1998) 12 la complejidad sistémica no sólo pone de


relieve la no linealidad de los procesos reales (por oposición a los modelos
matemáticos); además, los procesos reales se muestran en forma evolutiva. Esto
significa que estamos tratando con procesos (y con un proceso en especial: el
desarrollo) que son fundamentalmente históricos. No son temporalmente
reversibles y esto resulta de particular interés precisamente en el desarrollo, como
es fácil de entender, ya que una vez que una sociedad se “coloca” en el sendero
virtuoso del desarrollo, difícilmente experimentará una regresión. “La física de
Newton nos habla de trayectorias que pueden ser expresadas por medio de
ecuaciones. Conocidas las condiciones iniciales, tales trayectorias son predecibles y
reversibles (...). En esas ecuaciones el tiempo no existe (...). La evolución biológica,
por el contrario, es un proceso irreversible” (Arsuaga y Martínez, 2001:331). 13 Lo
mismo sucede con el desarrollo, que en el lenguaje de la teoría del caos parece ser
un “atractor”, pero entendido este concepto no en forma estática, sino más bien
como una “sendero” regresivo dinámico. Así como el paradigma positivista,
fuertemente newtoniano, abrió espacios a modelos políticos, económicos y
sociales 14 basados en un tiempo reversible, el nuevo paradigma de la complejidad,
operando con un tiempo irreversible, deberá generar modelos sociales y
económicos congruentes, entre ellos, modelos de desarrollo, a cuya búsqueda
andamos.

Habida cuenta del inexorable sendero hacia una mayor complejidad de todo
sistema vivo y teniendo presente que la complejidad genera propiedades emergentes
del sistema, que son el resultado de la interacción interna producida dentro del
sistema y que resultan ser propiedades intrínsecas al todo y no a sus partes y si al
mismo tiempo se toma nota que hablamos crecientemente de un desarrollo societal
para denotar justamente un fenómeno que será colectivo y no individual ni
tampoco la suma de individualidades, podemos aventurar la tesis de ser el
desarrollo una propiedad emergente de sistemas sociales/territoriales altamente

11
Luhmann N., 1997, Sociedad y Sistema: la ambición de la teoría, PAIDOS, Barcelona, España.
12
Byrne D., 1998, Complexity Theory and the Social Sciences. An Introduction, Routledge, London.
13
Arsuaga. J. L. e I. Martínez, 2001, La especie elegida, Booket, España.
14
Como fueron los otrora famosos “modelos de la física social” de la escuela de Walter Isard.
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11

sinapsados y sinergizados, una propuesta a contracorriente y absolutamente


heterodoxa y desafiante tanto teórica como prácticamente. 15

En resumen, las intervenciones a favor de los procesos de cambio en el territorio—


crecimiento económico y desarrollo societal—requieren cumplir con la Ley de la
Variedad Necesaria de Ashby: poseer igual grado de complejidad que la cuestión a
la que se remiten. El crecimiento económico de un territorio subnacional es una
propiedad emergente resultante de las interacciones del sistema en cuestión con su
entorno, 16 en tanto que el desarrollo es una propiedad emergente resultante de las
interacciones internas entre subsistemas del sistema territorial (interacciones
sinápticas) y de una energía externa (sinergia cognitiva) orientada a acelerar el
proceso, siendo en consecuencia el crecimiento un proceso crecientemente exógeno
en tanto que el desarrollo es un proceso endógeno, pero no en su absoluta
totalidad.

3.- VIRTUALIDAD: TRASPASANDO FRONTERAS

La virtualización, que se manifiesta de distintas maneras en una diversidad de


procesos, es una fuerza motriz que conduce y transforma los fenómenos
contemporáneos, afirma Pablo Wong. 17 Cita el mismo economista mexicano a
Pierre Levy: “Lo virtual, en un sentido estricto, tiene poca afinidad con lo falso, lo
ilusorio o lo imaginario. Lo virtual no es, en modo alguno, lo opuesto a lo real, sino
una forma de ser fecunda y potente que favorece los procesos de creación…”. 18

Un “mundo virtual” es definido como una base de datos gráficos interactivos,


explorable y visualizable en tiempo real en forma de imágenes tridimensionales de
síntesis capaces de provocar una sensación de inmersión en la imagen. En sus
formas más complejas, el entorno virtual es un verdadero espacio de síntesis, en el
que la persona tiene la sensación de moverse físicamente.

Sin embargo parece ser que el mundo virtual rebasa la simple simulación de los
fenómenos. Asimismo, la creciente virtualización de la economía, es uno de los
factores relevantes que ha conducido a una nueva geografía del poder en el mundo,
como lo sostiene Sassen. 19

15
Esta propuesta aparece por primera vez en el trabajo de S. Boisier, 2002, ¿Y si el desarrollo fuese una
emergencia sistémica, www.idr.es/publicaciones/desarrollo regional y local y al año siguiente el mismo
artículo aparecerá en Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales #138, Madrid; Redes vol. 8 Nº 1,
UNISC, Brasil; Reforma y Democracia, Nº 27, Caracas; Cuadernos de Administración Nº 29, FCA, U.
del Valle, Cali, Colombia; y como una capítulo del libro El desarrollo en su lugar, Instituto de Geografía,
Universidad Católica de Chile.
16
Por tanto y al contrario de lo sostenido por la corriente principal, se trata de un proceso crecientemente
exógeno dada la sistemática separación entre la matriz de agentes locales y los agentes externos que
toman las más importantes decisiones sobre inversión e innovación.
17
Wong P., “Globalización y virtualización de la economía: impactos territoriales”, 2004, En la
frontera del desarrollo endógeno, Patricio Vergara y Heinrich von Baer (eds.), IDER, Universidad de La
Frontera, Temuco, Chile
18
Levy Pierre, 1999, ¿Qué es lo virtual?, PAIDÓS, Barcelona, España
19
Sassen S. , 1996, Loosing Control? Sovereignity in an Age of Globalization, Columbia University
Press, New York
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Y cuando aumentan las estructuras virtuales, desde la moneda virtual, la banca


virtual, la enseñanza virtual, la medicina virtual y la corporación virtual, ¿por qué
no habría de aparecer la noción de territorio virtual y en consecuencia la
posibilidad de establecer regiones sin continuidad espacial? En otras palabras,
regiones virtuales con una porción de su territorio en un país o continente y otra
porción en otro.

Precisamente en el año 1993 Boisier 20 introduce el concepto de región virtual, como


peldaño superior de otros dos tipos de regiones: pivotales, y asociativas. Boisier
define la “región virtual” como “el resultado de una relación contractual (formal o
no) entre dos o más regiones pivotales o bien, asociativas, para alcanzar ciertos
objetivos de corto y mediano plazo”. Las características esenciales de la región
virtual, así como las de regiones pivotales y asociativas, se muestran en el cuadro
siguiente. Como se puede observar, a diferencia de las regiones pivotales y
asociativas, la región virtual tiene una configuración contractual, una estructura
complementaria, un tipo de proyecto regional coyuntural, una espacialidad
discontinua y una temporalidad pactada, entre otras características.

En la noción de región virtual, la contigüidad geográfica no es condición


indispensable para lograr la conformación regional. Esta concepción, basada en
una visión postmoderna del territorio y las tendencias globalizadoras, rompe de
hecho con una serie de rigideces y estrecheces de las conceptualizaciones
tradicionales, abriendo un abanico más amplio para el análisis regional de la
realidad contemporánea. Por ello, como se mencionó anteriormente, esta novedosa
noción de región es particularmente útil para entender y describir procesos
territoriales inéditos que están siendo desplegados a raíz de las tendencias de
globalización e integración económicas de grandes zonas de comercio mundiales,
así como el surgimiento de regiones económicas transnacionales. 21

En concordancia con una de las características básicas de la realidad virtual, según


Boisier (op.cit.), “el post-modernismo es el convidado de piedra de los intentos de
‘construir’ regiones con un alto grado de artificialidad inicial”, enfatizando y
valorizando la diversidad, la heterogeneidad y la fragmentación, reivindicando con
ello la unicidad e identidad del territorio original y menor. Asimismo, consecuencia
de los procesos señalados de innovación tecnológica y globalización, en su trabajo
destaca la obsolescencia de algunos conceptos ligados a la definición práctica de
regiones y regionalización: distancia, fricción del espacio y contigüidad. Por otro
lado, el autor señala tres requisitos indispensables de toda región “moderna” (¿o
“post-moderna”?): la flexibilidad, la elasticidad y la colapsabilidad. El propósito
de poseer estas características es contrarrestar la estructura rígida tradicional de
las regiones. La primera se refiere a aspectos normativos que permiten la

20
Boisier S.,”Post modernismo territorial y globalización. Regiones pivotales, asociativas y virtuales”,
1994 Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales #102, Madrid; también en Revista FORO # 25, Bogotá,
en revista Estudios Sociales # 80, CPU, Santiago de Chile y, con el título “Crisis y alternativas en los
procesos de regionalización” en la Revista de la CEPAL, # 52, 1994, Santiago de Chile.
21
Un análisis mas detallado de la conformación de regiones “asociativas-virtuales” transfronterizas, de
carácter formal, en el área de América del Norte pueden encontrarse en: Wong-González P., 1998,
“Globalización y regionalización: nuevas estrategias de desarrollo regional transfronterizo”,UBCRD
Proceedings Series Nº 33, Planteamiento del desarrollo regional en el Siglo XXI: América Latina y el
Caribe, Nagoya, Japón.
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asociación territorial a partir de la voluntad política de las partes; y las dos


últimas, se refieren a sus condiciones estructurales que permiten a las regiones
adaptarse al entorno, ya sea absorbiendo elementos exógenos, o adecuando su
tamaño y organización a las condiciones del medio.

CARACTERÍSTICAS ESENCIALES DE LAS REGIONES PIVOTAL,


ASOCIATIVA Y VIRTUAL

Pivotal Asociativa Virtual

Configuración Histórica Consensual Contractual

Estructura Compleja Heterogénea Complementaria

Construcción Autoconstruida Por construir Selectiva

Tipo de planificación Estratégica Gestión Táctica

Tipo de proyecto regional Estratégico Político Coyuntural

Espacialidad Continua Continua Discontinua

Motivación societal Autoafirmación Poder+Desarrollo Competencia

Temporalidad Permanente Largo Plazo Pactada

Descentralización Territorial Territorial+Política Funcional

Sistema decididor (P) (O+P) (T+O+P) 1/

1/ Estas categorías corresponden a las utilizadas por H. D. Linstone (1987, Apud


Boisier). P: Perspectiva Técnica; O: Perspectiva Organizacional; y P: Perspectiva
Personal. Fuente: S. Boisier (1993).

A pesar de lo relativamente novedoso de la noción de región virtual, existen


ejemplos de una especie de encarnación de esos procesos o, en otras palabras, una
muestra de la virtualidad real que se presenta de la conformación de regiones.
Desde el punto de vista de territorios organizados, una tipología emergente con los
casos novedosos de virtualidad y asociatividad espacial puede ser la siguiente: 1)
región virtual: red de regiones; 2) ciudad global: red de ciudades; 3) regiones
asociativas-virtuales: transfronterizas; y 4) corredores: económicos, comerciales y
de transporte.

En Europa, el caso más avanzado de integración económica, se tienen reportadas


algunas asociaciones regionales de corte virtual. Por ejemplo, una de las primeras
alianzas de este tipo es la región conocida como los “Cuatro Motores Regionales”
de Europa, constituida por las regiones de Lombardia, en Italia, Ródano-Alpes,

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14

Francia, Cataluña, España, y Baden-Wurttemberg, Alemania (Curbelo, 1993). 22


Otro ejemplo lo constituye la región italiana de Emilia-Romagna, la cual tiene
acuerdos de cooperación con Dinamarca, Valencia (España), los estados alemanes
de Baden-Wurttemberg y Hesse, Cracovia (Polonia), y Nueva Jersey (Estados
Unidos). Estas asociaciones implican acciones y objetivos varios: intercambio de
información y experiencia en materia de desarrollo local; el establecimiento de
vínculos de producción, comercio e infraestructura y de lazos en el campo social y
cultural; orientaciones, planes y tareas conjuntas de investigación y desarrollo, de
energía, transporte y comunicaciones.

De igual manera, la región del Ródano-Alpes (Francia) ha desarrollado tres


círculos de relaciones internacionales: relaciones extra-europeas con Shanghai,
Quebec y Ontario en Canadá, Tunisia y la región Leré en Mali; relaciones con
otras regiones europeas, en particular con las ya mencionadas “Cuatro Motores
Regionales”; y relaciones transfronterizas con sus vecinos de los Alpes. Otros
ejemplos son la llamada organización del Arc Atlantique, formada por regiones o
países de Irlanda, Inglaterra, Francia, España y Portugal; la ciudad de Bále región
de Suiza, Alemania y Francia; la ciudad de Saarbrucken región de Alemania,
Luxemburgo y Francia; o el grupo del “Círculo Ártico”, conformado dentro de
Noruega, Suecia y Finlandia.

4.-SUBJETIVIDAD: EL SUJETO INDIVIDUAL Y EL SUJETO COLECTIVO Y LA


LIBERTAD

A partir del clásico artículo de Dudley Seers publicado a inicios de los setenta en
Brasil, 23 los valores y en consecuencia, la subjetividad, comienzan a penetrar
intensivamente el pensamiento sobre desarrollo (societal, no meramente
económico), al punto de intentarse ahora medir la felicidad. 24

Esta creciente subjetividad va de la mano con una recuperación de una visión


humanista del desarrollo, en no poca medida influida por el pensamiento de
Amartya Sen, Martha Nussbaum, y otros. Va de la mano también con la creciente
importancia de la intangibilidad de muchos recursos que ahora son considerados
como fundamentales para estimular el desarrollo, por ejemplo, el concepto de
capital relacional (Camagni), el concepto de capital territorial (Storper) y el
concepto—más amplio—de capitales intangibles (Boisier), entre otros.

En el amplio campo de intersección entre ética, valores, y desarrollo, se observan


no pocas contradicciones. 25 Una muy notoria radica en que en tanto la práctica del
fomento al desarrollo, es decir, las políticas, programas y proyectos, muestra una

22
Curbelo J. L., 1993, Las Regiones en la Transición Española: del Pragmatismo al Aprendizaje
Colectivo, Madrid, España.
23
Seers D. 1970,“The Meaning of Development”, Revista Brasileira de Economía, 24, 3,Fund. Getulio
Vargas, Río de Janeiro, Brasil.
24
El economista y miembro de la Cámara de Los Lores Richard Layard ha sostenido en su libro
Happiness: Lessons from a New Science, (London, 2005) que el parámetro de la felicidad de un país
reemplace al del crecimiento para medir su progreso.
25
Una lectura muy recomendable en este sentido es el trabajo escrito por Armando di Filippo titulado
Sobre los fundamentos éticos y políticos de la economía, (2003), notas de clases, Universidad Jesuita
Alberto Hurtado, Santiago de Chile.
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orientación materialista, segmentada, analíticamente cartesiana, invirtiendo


sistemáticamente el orden lógico entre fines y medios, 26 por otro lado, los
referentes intelectuales más citados, como Hirschmann, Sen, Furtado, Streeten,
Max-Nef, Goulet, Lebret, y otros, plantean posturas profundamente éticas y
remarcan la naturaleza axiológica del desarrollo, como también lo hiciera Seers a
fines de los años sesenta. Pensamiento y acción aparecen profundamente
divorciados.

Como lo señala Crocker:(2004) 27 “...estos especialistas están concientes acerca de lo


que frecuentemente se llama ´desarrollo´--por ejemplo, crecimiento económico—ha
creado tantos problemas como los que ha resuelto. ´Desarrollo´ debe usarse
descriptiva tanto como normativamente. En sentido descriptivo, el ´desarrollo´ se
identifica usualmente con el proceso de crecimiento económico, industrialización y
modernización resultantes en una sociedad a partir del logro de un alto producto
nacional bruto (per cápita). Así concebida, una sociedad ´desarrollada´ puede ser
celebrada o criticada. En el sentido normativo, una sociedad desarrollada, abarcando
pueblos, naciones y regiones, es aquella cuyas instituciones establecidas comprenden
o se aproximan a lo que el proponente considera como fines valiosos—más
propiamente, la superación de la privación económica, política y social. Para evitar
confusión, cuando se significa ´desarrollo´ en sentido normativo, el sustantivo es
frecuentemente seguido por un adjetivo tal como ´bueno´ o ´éticamente justificado´ ”.

“El desarrollo necesita ser redefinido, desmitificado y arrojado al ruedo del debate
moral” escribe el discípulo norteamericano de Lebret, Dennis Goulet (1971, p.xix)28 y
para ello nada mejor que recuperar el pensamiento del maestro de Goulet, el cura
dominico francés Joseph-Louis Lebret quien en su famosa obra Dinámica
concreta del desarrollo dijo: “La mayoría de los expertos no se atreven a enfrentarse
con la cuestión de los valores ni, en consecuencia, con la de los objetivos de óptimun
humano que hay que proponer.[...] Al no estar resuelto el carácter previo de la escala
de valores, gran parte de los escritos sobre el desarrollo y de los estudios concretos
para el desarrollo lanzan el mundo a una gigantesca aventura. Son indiscutibles la
buena voluntad y la competencia especializada 29 de la mayoría de los expertos y de
los asociados a la cooperación técnica; pero, si se hiciese el inventario crítico de los
esfuerzos y de los gastos inútiles y a veces perjudiciales que se han hecho, debería
llegarse a la conclusión de que es necesario examinar de nuevo la noción del
desarrollo. 30

“Algunos autores que tratan del desarrollo, adolecen de la cortedad de miras de su


concepción metafísica. Están aprisionados por una teoría del poseer y de la extensión
de la posesión, cuando en realidad habría que subordinarlo todo a ser-más y elaborar

26
Un crítica a la concepción y a la práctica vigente en materia de desarrollo se puede encontrar en Boisier
S., “Una (re)visión heterodoxa del desarrollo (territorial): un imperativo categórico”, en Territorios,
Revista de Estudios Regionales y Urbanos, # 10/11, 2003/c, CIDER, Universidad de Los Andes, Bogotá,
Colombia.
27
Crocker D. A., 2004, Etica Internacional del Desarrollo. Fuentes, acuerdos, controversias y agenda,
Institute for Philosophy and Public Policy, School of Public Affairs, University of Maryland, USA
28
Goulet D., 1971, The Cruel Choice: A New Concept in the Theory of Development, Athenaeum, New
York
29
Subrayado de este autor.
30
En itálicas en el original.
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16

una teoría y una praxis del ser-más que comprendiese la utilización civilizadora del
poseer.” (Lebret; 1969, 25). 31 Más adelante agrega: “El objetivo del desarrollo no
puede ser otro que el desarrollo auténtico de los mismos hombres” (Lebret; op.cit.). 32
El texto de Lebret debería constituir lectura obligatoria en todo curso sobre
desarrollo.

En esta línea de reflexión y como punto de partida para estructurar una tesis,
podría discutirse la siguiente definición de desarrollo propuesta por este autor
hace un par de años: “...hoy el desarrollo es entendido como el logro de un contexto,
medio, momentum, situación, entorno, o como quiera llamarse, que facilite la
potenciación del ser humano para transformarse en persona humana, en su doble
dimensión, biológica y espiritual, capaz, en esta última condición, de conocer y de
amar. Esto significa reubicar el concepto de desarrollo en un marco constructivista,
subjetivo e intersubjetivo, valorativo o axiológico, y, por cierto, endógeno, o sea,
directamente dependiente de la auto confianza colectiva en la capacidad para
´inventar´ recursos, movilizar los ya existentes y actuar en forma cooperativa y
solidaria, desde el propio territorio...” (Boisier; 2003, 131-161). 33

El objetivo de toda propuesta de desarrollo, en todo tiempo y lugar, es crear las


condiciones que faciliten al ser humano su tránsito a la categoría espiritual (y
biológica por cierto) que denominamos como persona humana.

El concepto de persona humana puede parecer, en principio como una tautología,


como una redundancia. ¿Acaso no somos personas humanas sólo por el hecho de
pertenecer a la especie humana?

Podría discutirse que el término persona humana es en sí mismo redundante e


implica una tautología, en tanto si se hace referencia a la persona se supone que es
integrante de la especie humana y viceversa; sin embargo su contenido y
significación apunta a reafirmar la naturaleza espiritual de hombres y mujeres
como seres dotados de inteligencia y voluntad y como centros de conocimientos y
afectos. Esto es lo que define a la persona, la cual, a su vez, existe, eso sí, en unión
con la materia que es la raíz de su individualidad. No se quiere decir con ello que
se esté escindido, sino más bien, que es un mismo ser el cual es un sentido persona
y en otro sentido es individuo. La persona humana, por lo tanto, es una entidad
interactiva e indivisible portadora de su “individualidad” y de su “personalidad”.

De aquí la doble fuente desde la cual se expresa su necesaria sociabilidad como


expresión y prolongación de su misma naturaleza: se tiende hacia los demás para
entregar o compartir lo que le viene en tanto persona y para satisfacer carencias
y necesidades concretas en tanto individuo. La creación, en consecuencia, de una
comunidad de personas parece un hecho claro. Esto se escribía tiempo atrás en
relación a un enfoque humanista del desarrollo regional (Boisier S., y G. Zurita;
1993). 34

31
Lebret J., 1969, Dinámica concreta del desarrollo, Ed. Herder, Barcelona, España.
32
Lebret J., 1969, op.cit.
33
Boisier S., 2003,”Knowledge Society, Social Knowledge and Territorial Development”, Regional
Development Studies, vol. 9, UNCRD, Nagoya, Japan.
34
Boisier S. y G. Zurita, 1993,”Gobierno regional y desarrollo económico. El caso de Chile”, ICHE, La
descentralización política de Chile, Santiago de Chile.
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Cuando el individuo es un ser humano, es una entidad psicofísica; la persona, en


cambio, es una entidad fundada en una realidad psicofísica, pero no reducible
enteramente a ella. Finalmente, el individuo está determinado en su ser; la persona
es libre y aún consiste en ser tal.

Persona humana, ¿cuáles son las características o dimensiones de este concepto?


Primero, el concepto de persona humana conlleva en sí mismo la noción de
dignidad. ¿Qué significa la dignidad como atributo de la persona humana? 35 La
dignidad intrínseca de la persona humana la hace siempre un “fin” en sí misma,
algo que Kant había subrayado en Crítica de la razón práctica. La dignidad de la
persona supone por cierto la inexistencia de carencias básicas (en alimentación, en
salud, en trabajo, en respeto de los demás); el hombre desnudo está falto de
dignidad, porque pierde el pudor (de aquí la metáfora de la hoja de parra); la falta
de empleo, más que afectar la corriente de ingresos de las personas, las rebaja en
su dignidad de “homen laborens”. La dignidad de la persona supone además la
imposibilidad de usar a la persona como un “instrumento” o como “medio”, sin
importar el fin que se use como pretexto. No puede aceptarse el machiavelismo
bajo ninguna instancia. La dignidad presupone también que jamás la persona
humana puede ser considerada como un “factor productivo” como es usual en el
discurso económico liberal, ni menos todavía como un “insumo” en alguna
abstracta “función de producción” como es frecuente en la teoría económica,
particularmente neoclásica.
Por lo demás, en la sociedad del conocimiento se ha reconocido, por
consideraciones cognitivas y técnicas, la necesidad de considerar a los trabajadores
como “personas” más que como insumos, por la sencilla razón de que las personas
aprenden, los insumos no.
Segundo, el concepto de persona humana está asociado a la subjetividad. El
término subjetividad tiene dos sentidos. Según uno de ellos la subjetividad es la
característica del ser del cual se afirma algo; según el otro, subjetividad es la
característica del ser que afirma algo. En el primer caso se enfatiza la relación
sujeto/predicado en tanto que en el segundo se apunta al sujeto cognoscente.
Cualquiera sea la lectura, la persona humana está dotada de dignidad en la
medida en que se posiciona siempre como sujeto, jamás como objeto.

La subjetividad es la trama de percepciones, aspiraciones, memorias, saberes y


sentimientos que nos impulsa y nos da una orientación para actuar en el mundo y
se construye manejando la tensión entre ella y los sistemas (económico, social,
político, etc.), es decir, el sujeto debe construirse no a costa de los sistemas sino en
concordancia con ellos.

35
En la ortodoxia judeo-cristiana la dignidad de la persona humana radica en último término, en que el
ser humano es creado “a imagen y semejanza” de Dios. Puede agregarse—agnósticamente-- que Dios, a
su vez, es creado y representado “a imagen y semejanza del hombre”.
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18

Las personas y su subjetividad no son un recurso adicional sino un requisito


indispensable del desarrollo, recuerda Güell. (1999) 36 En tanto sujeto, la persona
humana se construye y se autodetermina a sí misma y ya se verán las
consecuencias prácticas de ello.

Tercero, el concepto de persona humana es inseparable de su sociabilidad. La


sociabilidad de la persona humana recupera su carácter esencialmente gregario, ya
que sólo se puede ser persona entre personas.. 37 Tanto así que una lectura
cuidadosa de la famosa novela de Daniel Defoe lleva a concluir que Viernes no fue
otra cosa que un producto de la imaginación de Robinson Crusoe, un artificio para
crear una persona, que le permitiese al marinero inglés seguir siendo persona en la
isla solitaria.

Esta dimensión requiere que el ser humano reconozca al otro, al “alter”, y al


mismo tiempo requiere ser reconocido por éste como igual, como prójimo. 38 Estas
consideraciones se enmarcan—contemporáneamente—en la racionalidad
comunicativa de Habermas, propia de la participación en mundos normativamente
construidos y requeridos de interpretación para su funcionamiento, de entender al
otro, y también en la racionalidad conversacional de Maturana, el entendimiento y
el surgimiento del amor mediante el lenguaje y el diálogo.

Sentimientos colectivos muy comunes en la vida diaria, como el “racismo”, la


“xenofobia”, o frecuentes individualmente, como el “autismo voluntario” y el
“anacoretismo” impiden el surgimiento de la persona humana. Es importante
reflexionar, por ejemplo en América Latina, acerca de la imposibilidad de lograr
un verdadero desarrollo de las comunidades indígenas ancestrales en tanto el resto
de la sociedad nacional las siga considerando como de “segunda clase”, sin
importar sus logros materiales y no materiales, mientras la cultura del “resto” de
la población no cambie sus valores. En cambio, la solidaridad (no la caridad)
“hace” personas a los seres humanos.

“Somos verdaderamente solidarios en la medida en que admitimos que el bien de los


demás no depende únicamente de ellos, sino también de nosotros, así como nuestro
propio bien no es cosa que nos atañe en forma exclusiva sino que en alguna medida
depende de otros” (Aylwin; 1998, 50). 39

Cuarto, el concepto de persona humana supone la trascendencia de ella ya que


como lo dice Ferrater Mora (2000, 285): 40 “Si la persona no se trascendiera
constantemente a sí misma, quedaría siempre dentro de los límites de la
individualidad psicofísica y en último término acabaría inmersa en la realidad
impersonal de la cosa”.

36
Güell P., 1999, Subjetividad social y desarrollo humano,
http://www.iigov.org/pnud/bibliote/bib10025.htm
37
Una pregunta molesta en América Latina es si las poblaciones indígenas pre hispánicas llegarán a ser
algún día personas dentro de las sociedades nacionales, predominantes blancas, clasistas y racistas.
38
El mandamiento bíblico ya lo enseñaba: “ama a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a ti
mismo”.
39
Aylwin P., 1998, “ Los desafíos éticos del desarrollo”, Parker C., (editor) Ëtica, democracia y
desarrollo humano, CERC/UAHC/LOM Ediciones, Santiago de Chile.
40
Ferrater Mora J., 2000, Diccionario abreviado de filosofía, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, Argentina.
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Por cierto, la trascendencia de la persona deriva directamente de su propia


dimensión espiritual, que impide que ella se agote en su propia experiencia vital,
proyectándose en el tiempo y en el espacio, a través, por ejemplo, del “carisma”.
La trascendencia nos hace radicar en la memoria de los otros y permite construir
historia individual y colectiva.
Para conectar con el desarrollo estas consideraciones fundamentales acerca de la
persona humana como centro de la vida social hay que volver a la dimensión de
subjetividad y a su expresión concreta: la persona como sujeto que se autodefine y
se autodetermina.
Indispensable para ello es que la persona sea libre, que tenga la posibilidad real de
ejercer el libre albedrío.
La libertad es el fin primordial del desarrollo, pero también su principal medio
para alcanzarlo. Es decir, la expansión de la libertad se logra con más libertades
(González.; 2004) 41 Ellas pueden calificarse de dos maneras distintas de acuerdo
con el papel que juegan: constitutivas o instrumentales.
Las libertades constitutivas son las libertades básicas individuales que constituyen
el fin del desarrollo, porque refieren al enriquecimiento de la vida humana, en
tanto que las libertades instrumentales son aquellas que contribuyen directa o
indirectamente a la libertad general de las personas, puesto que la libertad no es
sólo es el fin del desarrollo sino también su principal medio.
No se puede alcanzar un estado de verdadero desarrollo si las personas humanas y
las asociaciones naturales de personas (comunidades y/o sociedades, de acuerdo a
la clásica distinción de Thoënis) no disponen—a título individual y colectivo—de
una libertad y autonomía suficiente para elegir sus propios fines (objetivos) y los
medios para alcanzarlos.
Sin embargo, no se trata de una libertad absoluta. La autonomía personal y
colectiva está limitada, en primer lugar por una ética, articuladora de medios y
fines.
Esta autonomía restringida difiere en consecuencia de la autonomía plena de
Rawls quien propone dicho concepto para referirse a dos aspectos definitorios de
la persona: la capacidad de proponerse fines y la de poseer un sentido de justicia.
Una persona plenamente autónoma sería—a juicio de Rawls—aquella que usa
libremente su capacidad racional para alcanzar sus propios proyectos con la única
restricción dada por su capacidad razonable de atenerse a normas públicas de
justicia.
En segundo lugar, la autonomía y libertad está acotada por el bien común 42 o por
el interés colectivo. Basta recordar—en un plano más liberal-- el aforismo “mi
libertad termina donde comienza la tuya” para entender la imposibilidad del uso
irrestricto de la libertad.

41
Gonzalez T. S., 2004, El desarrollo humano como espacio de encuentro nacional,
http://www.pnud.org.ve/temas/desarrollo.asp
42
Bien común, que en la doctrina católica se define como “el conjunto de las condiciones de la vida
social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil
de la propia perfección”. Bien común al todo y a las partes y finalidad última del Estado, según Maritain.
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20

En tercer lugar, la autonomía de las colectividades sociales está limitada por


consideraciones de orden tecnológico, como es el caso de la producción de bienes
y/o servicios cuya escala de operación supera con mucho la capacidad de la
colectividad en cuestión, situaciones en las cuales entra a operar el principio de la
subsidiaridad.
La apelación a la libertad, individual y colectiva, enlaza lógicamente con el tema de
la descentralización, en sus varias dimensiones.
Formalmente, la definición de democracia apunta a un sistema político en el cual el
control político (el poder) se genera mediante procesos electorales masivos,
periódicos, libres, secretos, informados; sistema en el cual es reconocible la
separación de poderes al interior del Estado, de acuerdo a la clásica fórmula de
Montesquieu, poder ejecutivo, poder legislativo, poder judicial. Desde un punto de
vista más de sustancia, habría que anotar que en un sistema democrático coexisten
dos elementos sustantivos básicos: a) justicia en la distribución del poder político
mediante la multiplicación de los centros de decisión tanto a lo largo de líneas
funcionales como territoriales y, b) justicia en la distribución de las oportunidades
de desarrollo para todos los seres humanos, miembros ellos de la colectividad
implícita en el asunto.
Estos dos elementos sustantivos mencionados están indisolublemente ligados a la
idea de descentralización. Parece obvio insistir en que una sociedad políticamente
descentralizada contiene múltiples centros de decisión independientes, o sea,
centros de poder, tantos como sea posible en el contexto de una indivisible unidad
mayor. Por otro lado, desde el punto de vista no ya del ejercicio de la autonomía
sino desde el punto de vista del usufructo del producto del esfuerzo colectivo, las
personas deben disponer—a lo largo y ancho de la geografía—de una cierta
igualdad de oportunidades para “apropiarse” de los resultados de la actividad
económica y social. A veces se denomina esto como “equidad geográfica” o
“igualdad territorial”, siendo esta última expresión un error conceptual.
Por supuesto que en el lenguaje de Amartya Sen esta propuesta equivale a sostener
que las “capacidades efectivas” 43 de las personas deben ser independientes del
espacio geográfico, independencia que no se consigue mediante el subterfugio de
negar la geografía, sino por el contrario, mediante su revalorización como
instrumento de desarrollo. Ello conduce, como es natural, a reclamar del Estado
una posición proactiva con respecto a su propio territorio.
La puesta en práctica de los dos elementos sustantivos de una democracia conduce
a postular un modelo de organización de la sociedad basado en el principio político
de la subsidiaridad (transferencia de abajo hacia arriba o vertical, de
competencias de las cuales una comunidad dada hace renuncia por razones de bien

43
Según Martha Nussbaum las capacidades efectivas o capacidades de funcionar serían: 1) ser capaz de
estar libre de enfermedades vitales; 2) ser capaz de estar bien nutrido; 3) ser capaz de poseer una vivienda
digna; 4) ser capaz de usar los cinco sentido o de compensar su ausencia; 5) ser capaz de imaginar,
pensar, razonar, tener emociones y expresarlas; 6) ser capaz de interactuar con otros y establecer vínculos
afectivos; 7) ser capaz de poseer una concepción propia de la buena vida, perseguirla y realizarla; 8) ser
capaz de reconocer normas intersubjetivas; 9) ser capaz de educarse y de estar informado en su propio
contexto; 10) ser capaz de valerse por sí mismo.
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común o por razones tecnológicas) 44 y en el principio ético de la solidaridad


(ejercida horizontalmente, es decir, entre entidades territoriales), sin la cual el
resultado de la subsidiaridad es agravar las desigualdades sociales. 45 Este modelo
de organización social puede ser reputado como el único que permite alcanzar un
desarrollo de y para la persona humana.
Descentralización y libertad son dos conceptos y procesos que se retroalimentan.
La descentralización entrega a los individuos más diversidad en la selección de
opciones personales y la amplitud de las opciones disponibles es—ya lo ha
demostrado Sen—un indicador de la libertad para ellos; igualmente la
descentralización significa más opciones grupales o sociales, algo que tanto
Normandin (1997) 46 como el PNUD, en sus varios informes sobre desarrollo
humano, entienden como un componente del desarrollo.
Desde el punto de vista social hay que tener presente que la descentralización
“empodera” a la sociedad para intervenir—como sujeto colectivo—precisamente
en el asunto que más le compete e interesa: el complejo de procesos de cambios
sociales en su territorio, es decir, el crecimiento económico de él y su desarrollo
societal.
Descentralización es un concepto “difuso y confuso” como este mismo autor lo
definiese años atrás, que se despliega en la práctica en varios planos que deben ser
identificados.

La descentralización—en el ámbito del Estado—puede ser: funcional, territorial,


política, en todos los casos requiriendo la existencia de una organización poseedora
de personalidad jurídica propia, recursos propios y normas propias de
funcionamiento. En su primera dimensión, la organización descentralizada sólo
puede realizar actividades específicamente definidas y restringidas a un ámbito
sectorial dado (p. ej., una empresa pública de generación de energía
hidroeléctrica); en su segunda dimensión, la organización descentralizada opera en
campos múltiples, pero su acción queda estrictamente delimitada por una
demarcación territorial (como es el caso de los ¿gobiernos? regionales en Chile), 47
en tanto que en la tercera, la organización se genera a sí misma mediante procesos
políticos democráticos, como es el caso de numerosas entidades sociales cuyos
cargos son dirimidos de tal manera.

Más aún, en la práctica estas tres formas puras de descentralización se combinan


por pares generando formas mixtas de entre las cuales la de mayor interés en el
contexto de este documento es la descentralización político/territorial, es decir
44
Véase el trabajo de Walter Stöhr , 2001,sobre el concepto de subsidiariedad: “Subsidiarity: A Key
Concept for Regional Development Policy”, Walter Stöhr, J. S. Edralin, y D. Mani (eds.) New Regional
Development Paradigms (vol.3) Greenwood Press, Westport and London.
45
Como se sabe, en Chile el gobierno militar (1973/1989) “descentralizó” la educación básica y media y
la salud básica al traspasar su operación a los municipios, en nombre de una subsidiaridad en extremo
liberal. Al no poner en práctica mecanismos efectivos de solidaridad territorial (el Fondo Común
Municipal es un mecanismo de esa especie, pero limitado en sus alcances financieros), los municipios
“ricos” prestan buenos servicios y los “pobres” servicios de baja calidad. Esto se muestra palmariamente
en las evaluaciones usuales de la educación básica y media.
46
Normandin H.P.,1997, “Internacional Cooperation on Government: from principles politics to
development pragmatism”, Building Government-Citizen-Bussiness Partnership, edited by S. Taschereau
and J.E.L. Campos, Otawa, Canadá.
47
Aunque sobre ello hay mucho que discutir.
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mostrando órganos que surgen de procesos políticos electorales y que se encargan


de funciones múltiples en un territorio dado. La descentralización financiera puede
considerarse como una cuarta e indispensable dimensión, estrictamente
instrumental.

El, por así decirlo, “llamado a escena de la descentralización”, hecho desde un


punto de vista teleológico, tiene una inseparable compañía en otro llamado a
escena, ciertamente instrumental, representado por la inevitabilidad de la
descentralización en la globalización y en la sociedad contemporánea.

Cuatro fuerzas presentes en la globalización presionan y tienden a generar


escenarios propicios a la instalación de sistemas decisorias descentralizados: a) la
Revolución Científica y Tecnológica, operando a través de sus notables efectos
sobre el modo de producción industrial (producción en red, flexible, difusa, post
fondista, etc.), sobre las comunicaciones y sobre los transportes (reducción
sustancial del costo de la fricción de la distancia, casi cero en telecomunicaciones).
La producción en redes fabriles de plantas no contiguas sobre el mapa exige una
considerable autonomía (descentralización) por parte de los gerentes de planta
para estar en condiciones de tomar decisiones veloces, clave del triunfo en la
actualidad, en tanto que la gigantesca reducción en el costo de transmitir
información, incluyendo imágenes en tiempo real, hace innecesaria la
aglomeración de tomadores de decisiones en un mismo punto; en cierto sentido “da
lo mismo estar cerca que lejos” y si estar lejos acarrea beneficios de otra
naturaleza, no hay problema en la dispersión, siempre acompañada de cierta
descentralización; b) la reforma del Estado, propugnada en todas partes y cuyo eje
central radica en una apuesta política a favor de la sociedad civil, como agente
colectivo de cambio y modernización, cuestión que—aparte de la debilidad de la
sociedad civil en muchos países—supone de todos modos la devolución 48 de la
autonomía perdida históricamente por la sociedad civil a manos del Estado y ello
no es otra cosa que descentralización; c) las demandas autonómicas de la sociedad
civil territorial, como contraparte de la “oferta” puesta encima de la mesa por el
Estado, demandas que en algunos casos se transforman en patologías capaces de
destruir el Estado-Nación; d) las tendencias privatizadoras de actividades públicas
productoras de bienes y/o servicios, tendencias que obedecen a una variedad de
posturas ideológicas, pero que, en ciertos casos, estimulan un aumento de la
descentralización en la sociedad. 49

Estas cuatro fuerzas inductoras de mayor descentralización confluyen en una


pregunta y en su respuesta lógica: ¿se puede ser competitivo en la globalización
con estructuras decisorias centralizadas? Evidentemente no.

Sin embargo existe una dialéctica centralización/descentralización inmersa en la


globalización.

48
La OECD habla ahora de “un paradigma de la devolución” (de competencias a favor de los gobiernos
locales).
49
Ello sucede cuando el “acto privatizador” crea un nuevo actor decisional en la sociedad en cuestión,
aumentando entonces el número de decisores independientes, una cuestión esencial en la teoría
económica que sustenta a la economía de mercado. De hecho, es así como se entiende la
descentralización en la teoría económica de los precios.
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¿Por qué se coloca tanto énfasis en la necesidad de que tanto el individuo como la
colectividad local sean los sujetos que intervienen sobre los procesos de cambio
social local a fin de direccionarlos y acelerarlos? ¿Por qué no seguir dejando tal
responsabilidad en manos del Estado?

La respuesta a tales interrogantes lleva la cuestión directa y nuevamente al campo


del pensamiento complejo, del paradigma de la complejidad, y por tanto se
articula con la contemporaneidad.

Edgar Morin (1994) 50 afirma que el paradigma de la complejidad contiene tres


principios: el dialógico, el de recursividad, y el hologramétrico. Este último, de raíz
aristotélica, postula que así como la parte está en el todo, el todo también está en la
parte, un principio que resulta fundamental para justificar una especie de moral
cívica, un envolvimiento de la persona en el manejo de los asuntos territoriales. Es
muy simple: lo obvio es que toda persona humana está en un (o en su) territorio, ya
que no somos seres levitantes; lo que puede no ser tan obvio es que el territorio
está en la persona en el sentido de que la realización del proyecto individual de
vida de cada persona depende fuertemente de la suerte del territorio (tanto más
cierto ello al observar que el territorio del cual se habla es el territorio de la
cotidianeidad, del día a día, relativamente pequeño siempre) y por tanto es de
interés de cada uno (y de todos) que al territorio “le vaya bien” ya que entonces la
probabilidad de materializar el proyecto personal aumenta pari passu al éxito del
lugar.

Cuando las personas y comunidades toman en sus manos el control de su propio


futuro—ahora, en la globalización o en la contemporaneidad—surgen con fuerza
dos conceptos operacionales: asociatividad, y velocidad.

Hay que tomar nota que la enorme mayoría de los territorios, relevantes,
organizados, no meros recortes en el mapa, son territorios justamente proxémicos,
de la cotidianeidad, casi íntimos mirados desde fuera del globo terráqueo; son, de
hecho, territorios de pequeño tamaño, más parecidos al antiguo concepto francés
de pays que al concepto moderno de región51 ; por otro lado, una vastísima mayoría
de los establecimientos productivos a lo largo y ancho de todo el mundo, clasifica
como micro y pequeñas empresas. Según Alburquerque, 52 en promedio y
considerando 11 países de América Latina, el estrato de la micro y pequeña
empresa (hasta 50 personas ocupadas) representa el 96 % del número de
establecimientos y el 57 % del empleo.

50
Morin E.,1994, Introducción al pensamiento compleo, GEDISA, Barcelona, España.
51
Dos observaciones al respecto. Una, los mejores ejemplos de desarrollo amplio y acelerado en las
últimas décadas son Finlandia e Irlanda en Europa, Taiwán y Corea del Sur en Asia y Costa Rica en
América Latina, todos ellos de pequeño tamaño, con lo cual a la “hermosura” reclamada por Schumpeter
habría que agregar la conveniencia para el desarrollo, algo que Peter Drucker ha hecho notar. Segunda, el
gobierno francés valoriza y estimula mediante políticas, a los “pays” de Francia y a su asociatividad.
Véase el libro Les pays de N. Portier, DATAR, Documentation Française, 2002, Paris.
52
Alburquerque F., 2001,, Guía para agentes. Desarrollo Económico Territorial, Fundación Universitaria,
Sevilla, España.

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Como se ha dicho, lo que puede complicar la existencia y dificultar el éxito en la


globalización no es el tamaño sino la soledad.

Pero siendo la asociatividad vital para la inserción exitosa de la MyPE en la


globalización, el partenariado no lo es menos para articulaciones virtuosas entre el
Estado (en todos sus niveles geográficos) y la sociedad civil ni tampoco es una
necesidad menor para los propios territorios en la “nueva geografía” dictada por
la lógica de ordenamiento territorial del capitalismo tecnológico (globalización).
Surge con fuerza una nueva geografía, física sí, pero principalmente virtual, dando
origen a asociaciones de territorios contiguos o no, regiones pivotales, asociativas y
virtuales, en la lexicografía introducida por este autor y comentada en páginas
anteriores.

Por otro lado y como ya es de sobra entendido, la velocidad para avizorar los
cambios en el entorno, para detectar oportunidades y para tomar decisiones
resulta clave en una globalización que parece girar y avanzar (la figura implícita,
un espiral, no es una casualidad) a una velocidad exponencial. Y ello es igualmente
válido para individuos, organizaciones y territorios.

Ambos asuntos, asociatividad y velocidad requieren flexibilidad estructural.


Personas y organizaciones y territorios anquilosados y burocráticos están
destinados al estancamiento o a desaparecer. Incluso la geografía política de los
países ya no puede ser el resultado rígido e inmutable de la arbitrariedad de los
cartógrafos del Estado; ahora debe ser flexible y sintonizarse con los
requerimientos espaciales de la globalización. 53

Estas consideraciones reclaman un nuevo “contrato social” entre el Estado y la


sociedad civil, con un nuevo esquema de distribución de responsabilidades sociales
que coloque a la sociedad civil como el principal agente del proceso de cambio
social, asociada a un Estado con un papel proactivo, no sólo interviniendo
compensatoriamente. Como se dijo, el principal propósito de este partenariado es
optimizar la intervención de la sociedad sobre los procesos de cambio de su
territorio, crecimiento y desarrollo.

Es importante colocar esta propuesta doctrinaria en el contexto de la sociedad del


conocimiento, una expresión usada correctamente para describir un contexto en el
cual el crecimiento económico depende cada vez más del conocimiento y en que el
bienestar (individual y colectivo) depende cada vez más de valores. Emerge la
intangibilidad y la subjetividad tanto de causas como de efectos en perfecta
recursividad y entender ello supone la creación de nuevos marcos cognitivos, que
deben ser en lo posible socializados—como lo sugiere Yehetzel Dror—aunque el
conocimiento difícilmente perderá por completo su estructura piramidal y
jerárquica.

¿Y qué hay del sujeto colectivo, territorio o región? Una verdadera herejía para el
marxismo ortodoxo que cortó varias cabezas (Lefeber, Soja, Castells) por sostener
la posibilidad de un sujeto territorial o regional que transformado en un actor

53
Por ello es razonable la demanda de varias provincias chilenas que reclaman por una nueva estructura
regional, pero al mismo tiempo hay que ser imaginativo para “no tirar el agua sucia con el bebé”.
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colectivo necesariamente desplazaría a la lucha de clases como motor del cambio


social, aunque tal desplazamiento fuese puramente circunstancial.

Oscar Madoery, en un reciente libro producto de su Tesis Doctoral 54 afirma: “…el


territorio local es un espacio de construcción política. No es algo que esté por fuera
de los sujetos, sino que es un sistema de acción social intencional […], un espacio de
construcción social. El territorio local supone poder y si no es planteado como
estrategia, el territorio no se efectiviza, marcando el paso de una visión geográfica a
una política de territorio local. Lo significativo de esta interpretación es que permite
enlazar los procesos sociales, económicos, tecnológicos, culturales con las prácticas
políticas y con las estrategias de los actores”.

Bastante tiempo atrás Boisier había introducido el concepto de construcción social


regional, sosteniendo que en no pocos casos (y Chile sigue siendo el ejemplo más
notorio) las regiones son construcciones jurídicas (decreto o ley según quien legisle,
el Ejecutivo o el Legislativo) muy artificiales, casi construcciones ex nihilo como lo
señalase en alguna oportunidad el politólogo chileno Eduardo Palma, o
construcciones de jure como lo ha sostenido este autor. En cualquier caso y
admitida alguna racionalidad detrás del acto regionalizador, habría que convenir
en que mediante tal acto sólo se ha creado un contenedor, presumiblemente casi
sin contenido, y que en consecuencia un proceso deliberado de construcción del
contenido—la construcción social de la región—en no pocas veces acompañada
también de una construcción política, se transforma en una tarea prioritaria.

La construcción social regional no es otra cosa que la transformación de una


sociedad territorialmente localizada, que, en virtud de su segmentación y oposición
de intereses, subordinación y dependencia, etc., opera como objeto, en otra,
caracterizada por la consolidación de intereses territoriales, por su expresión
mediante un proyecto político consensuado, por la cristalización de un movimiento
social territorial, por su fuerte identidad ligada a valores sui generis del lugar, es
decir una transformación que deviene en la configuración de un sujeto
territorial/regional.

Por definición, un sujeto, sea individual, sea colectivo, se entiende como un ente
capaz de autodefinirse y de autoconstruirse.

La segunda de dichas aproximaciones conduce a una concepción del territorio,


según la cual, éste ya no sería el simple receptáculo pasivo de las actividades
humanas, sino un sujeto activo y determinante de los procesos de desarrollo. Como
bien apunta Scout:: “Uno pudiera decir, incluso, que la cuestión central de la economía
política clásica acerca de la riqueza de las naciones está siendo transformada en el mundo
actual en la pregunta acerca de las fuentes y la dinámica de la riqueza de las regiones” 55 .

No se puede ser sujeto, no importa si individual o colectivo, sin la libertad propia


del libre albedrío. No se trata sin embargo de una libertad absoluta, conducente
según Popper precisamente a su abolición por una dictadura; la libertad, por

54
Madoery O., 2008, El otro desarrollo. El cambio desde las ciudades y regiones, UNSAM EDITA,
Buenos Aires, Argentina.
55
Scott, Allen J. (1998), Regions and the World Economy, the Coming Shape of Global Production
Competition, and Political Order, Oxford: Oxford University Press, p.160.
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amplia que sea, es siempre relativa, a, en primer lugar, la libertad del otro, o
debido a razones de bien común e incluso tecnológicas. Pero la esencia argumental
es fuerte y clara: sin libertad no pueden los seres humanos alcanzar la subjetividad
propia de la persona humana y no pueden los territorios organizados ser sus
propios operadores de su futuro. En consecuencia, sin libertad no hay desarrollo, si
es que estamos entendiendo bien las cosas. Esa contradicción fue determinante en
el fin de los “socialismos reales”.

La libertad se expresa también en una amplia descentralización que ponga en


operación los dos principios organizacionales de la sociedad ya comentados: el
principio político de la subsidiariedad (que bien entendido consiste en la
transferencia de poder de abajo hacia arriba) y el principio moral de la solidaridad
territorial (hacia los lados).

La globalización contiene fuerzas que empujan la descentralización en todos los


ámbitos decisorios, contrariamente a la visión simplista de ella que presupone la
supremacía total de fuerzas homogeneizadoras y centralizadoras y
concentradoras. 56 La dialéctica surge al contraponer estas fuerzas con otra, ni
más ni menos, la cultura, entendida tanto en un sentido lato como en un sentido
político y administrativo, cultura que al menos en América Latina contiene fuerzas
que buscan mantener el statu quo centralista y dependiente. Romper esta
dialéctica en una síntesis que favorezca la autonomía personal y colectiva no es
tarea fácil, como una simple mirada al panorama descentralizador (en América
Latina) permite constatar.

¿Por qué se coloca tanto énfasis en la necesidad de que tanto el individuo como la
colectividad local sean los sujetos que intervienen sobre los procesos de cambio
social local a fin de direccionarlos y acelerarlos? ¿Por qué no seguir dejando tal
responsabilidad en manos del Estado?

La respuesta a tales interrogantes lleva la cuestión directamente de vuelta al


campo del pensamiento complejo, del paradigma de la complejidad, y por tanto se
articula con la contemporaneidad. El principio hologramétrico, postula que así
como la parte está en el todo, el todo también está en la parte; es un principio que
resulta fundamental para justificar una especie de moral cívica, un envolvimiento
de la persona en el manejo de los asuntos territoriales. Es muy simple: lo obvio es
que toda persona humana está en un (o en su) territorio, ya que no somos seres
levitantes; lo que puede no ser tan obvio es que el territorio está en la persona en el
sentido de que la realización del proyecto individual de vida de cada persona
depende fuertemente de la suerte del territorio (tanto más cierto ello al observar
que el territorio del cual se habla es el territorio de la cotidianeidad, del día a día,
relativamente pequeño siempre) y por tanto es de interés de cada uno (y de todos)
que al territorio “le vaya bien” ya que entonces la probabilidad de materializar el
proyecto personal aumenta pari passu al éxito del lugar.

56
Hay que tener cuidado con las palabras. En la globalización y particularmente en el ámbito de la
producción manufacturera coexisten estructuras descentradas (segmentos de una cadena de valor que son
remitidos a territorios periféricos) con estructuras concentradas (otros eslabones de la cadena que,
contrariamente al caso anterior, se mantienen en territorios centrales) y con estructuras tanto
descentralizadas como centralizadas, ambas desde el punto de vista de la toma de decisiones. Por algo es
que se afirma que la globalización es una matriz de alta complejidad.
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Cuando las personas y comunidades toman en sus manos el control de su propio


futuro—ahora, en la globalización o en la contemporaneidad—surgen con fuerza
dos conceptos operacionales: asociatividad, y velocidad.

Hay que tomar nota que la enorme mayoría de los territorios, relevantes,
organizados, no meros recortes en el mapa, son territorios justamente proxémicos,
de la cotidianeidad, casi íntimos mirados desde fuera del globo terráqueo; son, de
hecho, territorios de pequeño tamaño, más parecidos al antiguo concepto francés
de pays que al concepto moderno de región;57 por otro lado, una vastísima mayoría
de los establecimientos productivos a lo largo y ancho de todo el mundo, clasifica
como micro y pequeñas empresas. la cita de Alburquerque 58 en párrafo anterior.
Para muchos segmentos del mundo real se puede parafrasear a Churchill:
asociarse o morir.

Como se ha dicho, lo que puede complicar la existencia y dificultar el éxito en la


globalización no es el tamaño sino la soledad.

Pero siendo la asociatividad vital para la inserción exitosa de la MyPE en la


globalización, el partenariado no lo es menos para articulaciones virtuosas entre el
Estado (en todos sus niveles geográficos) y la sociedad civil ni tampoco es una
necesidad menor para los propios territorios en la “nueva geografía” dictada por
la lógica de ordenamiento territorial del capitalismo tecnológico (globalización).

5.- TAMAÑO: TAL VEZ LO PEQUEÑO NO SIEMPRE SEA HERMOSO, PERO LO PEQUEÑO PUEDE
SER MUY VALIOSO

Varios especialistas se preguntaban—en la década de los años noventa—acerca de


los factores explicativos del éxito de un cierto número de territorios, o regiones, o
países en el contexto de la época, el contexto analizado por Walter Stöhr. Una
inquietud tal como esa no podía dejar de lado una aguda observación de Peter
Drucker, quien había anotado que todos los países exitosos en sus esfuerzos de
desarrollo por allá por los ochenta, eran países de pequeño tamaño, una cuestión
intrigante para los territorialistas, que habíamos abogado por regiones de gran
tamaño.

Fue Marshall Berman 59 quien develó, para quienes nos formamos como
planificadores en el década de los sesenta, nuestra impronta cultural como
planificadores fáusticos, émulos de las andanzas del famoso Doctor de Goethe y de
su demoníaco socio. En efecto, en ese texto maravilloso de relectura de la
modernidad a la luz del Fausto, Berman hace de Fausto el primer planificador
regional de la historia, con las manos manchadas de sangre por el asesinato de

57
Dos observaciones al respecto. Una, los mejores ejemplos de desarrollo amplio y acelerado en las
últimas décadas son Finlandia e Irlanda en Europa, Taiwán y Corea del Sur en Asia y Costa Rica en
América Latina, todos ellos de pequeño tamaño, con lo cual a la “hermosura” reclamada por Schumpeter
habría que agregar la conveniencia para el desarrollo, algo que Peter Drucker ha hecho notar. Segunda, el
gobierno francés valoriza y estimula mediante políticas, a los “pays” de Francia y a su asociatividad.
Véase el libro ya referido Les pays de N. Portier.
58
Alburquerque F., op.cit.
59
Berman M., 1991, Todo lo sólido se desvanece en el aire, SigloXXI, México.
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Filemón y Baucis, en la búsqueda insensata y loca de un territorio grande y


homogéneo en el cual recrear el paraíso, un territorio en el cual la igualdad ex ante
era la condición de la felicidad humana. Todos fuimos, en mayor o en menor
grado, discípulos de Fausto; todos buscamos (y quizás si los chilenos en
primerísimo lugar), crear regiones grandes y tan homogéneas como fuese posible.
Berman también sindicará a José Stalin como el discípulo contemporáneo más
aplicado de Fausto.

Autores como el académico español Juan Ramón Cuadrado Roura 60 y también


Boisier 61 se han planteado el desafío de investigar—el primero de ellos-- acerca de
las características compartidas de las regiones ganadoras en la Unión Europea
durante la década de los noventa en tanto que el segundo ha hecho un esfuerzo
similar, pero puramente especulativo. Cuadrado Roura ha puesto su atención en
los aspectos infraestructurales (posición geográfica, transportes y comunicaciones,
tejido productivo) y organizacionales (gobierno, cultura, calidad de la fuerza de
trabajo, etc.) en tanto que Boisier ha apuntado más bien a las características que
deberían tener las organizaciones públicas y privadas del territorio para actuar
eficazmente con su entorno (velocidad decisoria, flexibilidad, maleabilidad,
resiliencia, inteligencia, autonomía, identidad) afirmando al mismo tiempo que la
mayoría de estas características están inversamente asociadas al tamaño (un
concepto difuso si no se le califica), más frecuentemente pequeño que grande, del
territorio que las cobija, coincidiendo entonces con la observación de Peter
Drucker 62 quien sostiene que “En realidad los verdaderos éxitos sin precedentes de
los últimos treinta años han sido países muy pequeños”. También en el caso de
Cuadrado, su conclusión más importante es que la mayoría de las regiones
ganadoras en la UE durante los años noventa mostraban un tejido productivo muy
asociado a tamaños micro y pequeño en los establecimientos y concluye también en
la importancia en tales casos de la cultura local.

La cuestión del tamaño del territorio ya había inquietado a algunos académicos


hace un par de décadas atrás y también al ILPES 63 que realizó una interesante
investigación sobre planificación en países de pequeño tamaño.

Si bien no es posible hacer apuestas totales a favor de un tamaño u otro ya que


como se comentó la globalización estimula tanto las fusiones para aprovechar
economías de escala como la producción flexible de pequeña escala para
aprovechar las economías de la diferenciación, constituye un hecho que lo pequeño
dispone de amplios espacios en la globalización y ello resulta de primera
importancia para la enorme mayoría de los territorios/regiones a lo largo y ancho
del globo.

60
Cuadrado Roura J.R., 1994, “Regional Disparities and Territorial Competition in the EU”, J. r.
Cuadrado, Peter Nijkamp, and Per Salvá (eds.), Moving Frontiers: Economic Restructuring, Redgional
Development and emerging Networks, Avebury, London, England.
61
Boisier S., 1994, “Post modernismo territorial y globalización: regiones pivotales y regiones
virtuales”, Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales # 102, M. de Obras Públicas, Transporte y Medio
Ambiente, Madrid, España.
62
Drucker P., 1993, La sociedad post capitalista, Sudamericana, Buenos Aires, Argentina.
63
ILPES: Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social, un órgano del
sistema de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, de las NN.UU. Véase Martin J.,
1981, Planificación en países de pequeño tamaño, ILPES, Santiago de Chile.
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n ´.

6.- EL PODER: UN JUEGO DE SUMA ABIERTA

Aún el mejor proyecto de futuro para una región debe ser “sacado del gabinete de
las utopías”, como podría haber dicho el sociólogo Marshall Wolfe, figura icónica
del pensamiento clásico de la CEPAL. El poeta y diplomático brasileño Thiago de
Melo diría probablemente que “hay que sacar la palabra desarrollo del pantano
engañoso de las bocas” tal como se refirió a la libertad en Los estatutos del
hombre.

En efecto, se requiere poder para transformar la palabra en acción; en este caso se


requiere poder para la región, lo que supone la existencia de un receptor
socialmente adecuado, que no puede ser sino la propia sociedad organizada, de
manera que el poder adquirido sea usado democráticamente y no a favor de la
oligarquía local o de cualquier otro actor social particular.

Todo país es—desde un cierto ángulo—un sistema territorial compuesto por


numerosos subsistemas denominados provincias, departamentos, estados, regiones,
etc. Como tal, el sistema país está sometido a las reglas regulares del
funcionamiento sistémico, entre ellas, la así llamada ley de la desmaximización, un
axioma que establece que no es posible optimizar simultáneamente el resultado del
sistema como un todo y de cada uno de los subsistemas componentes en igual lapso.
Si el “resultado” del sistema es, por ejemplo, la maximización de la tasa de
crecimiento económico global del país, no todas las regiones (o cualquier otro tipo
de partición) podrán maximizar su propia tasa, y siempre habrá sub sistemas que
exhibirán tasas mayores y tasas menores que el promedio. 64

El sistema establece sus propios mecanismos cibernéticos para operar de esta


manera, mecanismos que ejercen control de unos sub sistemas sobre otros,
generando una estructura piramidal de control, en rigor, una estructura piramidal
de dominación y dependencia entre ellos. Este sistema de control establece
mecanismos cuantitativos para frenar la expansión de ciertos sub sistemas y
acelerar la expansión de otros. En ciertos casos esta dominación es en extremo sutil
y hasta perversa porque coopta a las clases dirigentes para acoplarlas a un modelo
que si bien estimula el crecimiento del sub sistema dominado, le impone al mismo
tiempo un estilo funcional a los intereses del sub sistema dominante, sin mayor
relación con los intereses de la población del dominado. 65

De manera que cuando el analista se asombra al descubrir que una determinada


región muestra un crecimiento histórico muy por bajo de la media y muy por
debajo de su propio crecimiento potencial en función de su constelación de
recursos, en vez de culpar al clima, al imperialismo internacional o a la pereza de
la población, más le convendría reflexionar sobre el patrón de
dominación/dependencia oculto tras las cifras. Patrón que en definitiva es el
resultado de una distribución asimétrica del poder entre las partes, cualquiera sea
64
De aquí que a este autor le parezca una simplificación extrema la diferenciación entre territorios
“ganadores” y territorios “perdedores” sobre la base del criterio de su ritmo de crecimiento.
65
Cualquier parecido con la estructura de relación histórica moderna entre el estado de Sao Paulo y el
Nordeste brasileño es mucho más que una mera casualidad.
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la fuente del poder, ya que sólo tal asimetría explica las relaciones de dominación y
dependencia, desde las relaciones de pareja hasta las internacionales.

Se sigue que para todo territorio, con la excepción de aquel ubicado en la cima de
la pirámide, acumular poder para así modificar su inserción en la estructura
nacional de dominación/dependencia, se transforma en una cuestión estratégica
vital.

¿Cómo puede acumular poder una región de la periferia remota en un país


altamente centralizado, para extremar la cuestión?, ¿No se entraría acaso a un
juego de suma cero de alto riesgo de conflicto dado que el poder es un stock?, ¿No
es éste el fundamento implícito de la parquedad de la descentralización en muchos
casos?

Hay que abandonar de inmediato la afirmación intencionalmente errada del


párrafo anterior. El poder no es un stock, sino un flujo y por tanto una
redistribución de poder no lleva necesariamente a un juego de suma cero, sino a un
juego de suma abierta.

Hay dos formas de acumulación de poder para una sociedad territorial.


Primeramente, dicha sociedad puede aumentar su poder en tanto esté inmersa en
un proyecto descentralizador nacional. Por ejemplo, en Chile, las regiones
controlaban en 1990 el uso de alrededor de un 8 % de la inversión pública del país,
en el año 2007 ese guarismo se había elevado a casi un 60 % y ello es el reflejo de
un proceso nacional que apuesta a la descentralización; 66 es evidente que las
regiones han aumentado su poder. En segundo lugar, y mucho más importante, es
que según lo afirma Anna Arendt, “el poder surge entre los hombres cuando éstos
actúan unidos”, postulado que la cultura popular ha expresado desde antiguo como
“la unión hace la fuerza”.

En lenguaje más científico, eso quiere decir que el consenso social y político en una
sociedad la “empodera” autónomamente, le confiere poder. Entonces la cuestión se
remite a la pregunta: ¿cómo se logra el consenso?. 67 En nuestra perspectiva la
respuesta es: mediante la instalación de procesos de conversaciones sociales
profesionalmente estructuradas. El constructivismo lingüístico entra en escena de la
mano de Maturana, Echeverría y otros. 68

66
Se pueden hacer varias acotaciones a esta afirmación y quizás si en términos más preciso la cifra actual
disminuyese en alguna medida. Este autor ha criticado la veracidad de las cifras anotadas, pero no se
puede negar que en este caso la descentralización avanza. Galileo diría “e pur si muove”, aunque a
regañadientes.
67
Que no debe confundirse con una utópica unanimidad.
68
Véase Boisier S., 2001, Conversaciones sociales y desarrollo regional, Ed. Universidad de Talca, Talca,
Chile.
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7.- COMPETITIVIDAD: YOUR PLACE OR MINE?

¿Compiten los territorios (o regiones)?, ¿Tiene sentido hablar de competitividad


territorial?

Una revisión rápida de la literatura muestra que estas preguntas no tienen


respuestas consensuadas; por ejemplo, la socióloga industrial chilena Cecilia
Montero 69 señala que no son los territorios los que compiten. . Por el contrario,
este autor ha sostenido una opinión inversa, que es importante reproducir, si es
que, como se sospecha, Cecilia Montero no está sola en esta postura.

Un efecto de la globalización, en cuanto fase tecnocognitiva actual del sistema


capitalista, reside en la búsqueda a cómo de lugar, de un ordenamiento mundial
tipificado por la existencia de un solo espacio de mercadeo y de múltiples
territorios de producción. 70 La racionalidad detrás es triple: gasto
exponencialmente creciente en I & D & i para pasar del producto de generación
“n” al de generación “n+1”, ciclo de vida exponencialmente decreciente de cada
generación de productos, e imperativo “súper kantiano” de reproducción del
sistema, que obliga al propio sistema a recuperar sus recursos lo más rápido
posible. La forma de competir cambia: la competencia internacional por
mercados, capital y tecnología deja de estar asociada únicamente a los países y
comienza a asociarse fuertemente a ciudades y a sus hinterlands, o regiones. En
efecto, ahora todos los territorios compiten entre sí por los mismos elementos y ello
explica, entre otras cosas, el surgimiento del marketing territorial (alguien calculó,
sin mayores refinamientos, que existen 5.239 “regiones” en el mundo. ¿Cómo
lograr que la Región de Aysén, en Chile, sea reconocida e identificada por sus
potenciales clientes, sin mercadeo?).

En rigor los territorios son directa e indirectamente competidores y competitivos.


Lo son en forma indirecta en tanto son contenedores de actividades que compiten
en el mercado global y que tal vez lo hagan competitivamente precisamente por las
condiciones de entorno que el territorio organizado provee, y lo son en forma
directa en tanto tienen unicidad e identidad, lo que los lleva a competir en forma
agregada, como Parma en Italia, o La Rioja en España, sobre la base de un
producto típico, de una marca, de una denominación de origen, o como tantas
regiones que en la búsqueda de capital, tecnología, y mercados, se presentan a sí
mismas de una manera distintiva, Ile de France para inversiones de alta
tecnología, Las Baleares en España para turismo, Aysén en Chile para ecoturismo,
etc.

Asimismo puede hablarse, en el caso de los territorios, de una competitividad hacia


adentro y de una competitividad hacia fuera. Hay que entender la competitividad
“hacia adentro” (my place) como la capacidad de un territorio para atraer factores
de crecimiento hacia él (capital, conocimiento, capital humano, demanda externa e,

69
C. Montero y P. Morris: “Territorio, competitividad sistémica y desarrollo endógeno. Metodología para
el estudio de los Sistemas Regionales de Innovación” ILPES/Universidad del BíoBío, 1999:
Instituciones y actores del desarrollo territorial en el marco de la globalización. Ediciones de la
Universidad del BíoBío, Concepción, Chile.
70
Otra monografía preparada por el autor (Globalización, integración supranacional y procesos
territoriales locales: ¿hay sincronía?) discute inicialmente esta cuestión.
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incluso, efectos favorables por parte del cuadro de la política económica y por
parte del proyecto “país” o proyecto nacional, si existe), en tanto que hay que
entender la competitividad “hacia fuera” (your place) en la forma usual, es decir,
como la capacidad del territorio (de su tejido productivo) para colocar sus
productos competitivos en forma creciente en el comercio mundial. Obsérvese que
en tanto la segunda forma de competitividad es relativamente conocida, no sucede
lo mismo con la primera, que supone un verdadero cambio cultural por parte de
los gobiernos territoriales en relación a su aproximación a la atracción del
crecimiento. 71 Bien, si los territorios compiten—algunos competitivamente—
entonces hay que cuantificar y medir.

Hay no pocas formas de medición de la competitividad, algunas lo hacen desde un


punto de vista global, otras desde uno local. Entre las primeras destacan las
mediciones hechas por The Economist (competitividad de las exportaciones), de la
CEPAL (CAN, Competitive Analysis of Nations, para competitividad de las
exportaciones), el IMD (World Competitive Yearbook para la competitividad
global) y por el WEF (Global Competitive Report para la competitividad global);
entre las segundas destacan el Australian Housing Urban Research Institute, el
Centre for Urban and Regional Development Studies, University of Newcastle
Upon Tyne, y el estudio comparativo de regiones “ganadoras” en la UE del Prof.
Juan Ramón Cuadrado, de la U. de Alcalá de Henares, 72 presentado más atrás.

8.- VELOCIDAD: LA GACELA Y EL LEÓN

Thomas Friedmann, el tres veces Premio Pulitzer, en su magnífico libro sobre la


globalización La Tierra es plana, 73 recupera un antiquísimo proverbio del Sahel
africano que parece haber sido planteado ayer mismo, para describir la conducta
impuesta por la globalización:
“Cuando amanece en África,
se despierta una gacela,
la gacela sabe que debe correr más rápido
que el más veloz de los leones
para no ser devorada;
cuando amanece en África,
se despierta un león,
el león sabe que debe correr más rápido
que la más lenta de las gacelas
para no morir de hambre.
No importa si eres gacela o león.
Lo único que debe importarte
es salir a correr lo más rápido posible al amanecer,
para no ser devorado o para no morir de hambre”

71
He sugerido cambiar la pasiva cultura “de trampero” de muchos gobiernos por una agresiva cultura de
“cazador”, como lo hacen varios gobernadores de estados en el Brasil, por ejemplo, Jaime Lerner
(Paraná) con la Regie Renault, una operación de US $ 740 millones que resultó en la instalación de la
usina en el estado de Paraná.
72
Si bien el trabajo en cuestión del Prof. Cuadrado no tiene nada que ver con competitividad, strictu
senso, sino que es un ejercicio sobre regiones ganadoras en la UE, una cuestión a todas luces distinta.
73
Friedman T., La Tierra es plana, 2006, MR Ahora Ediciones, Madrid, España.
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Este es el imperativo que impone la globalización y la competencia a los individuos,


a las organizaciones, a los territorios y a las naciones.

Una buena evidencia histórica de esto es la siguiente. Después de la II Guerra


Mundial surge en Europa una preocupación con la situación enfrentada por
regiones que se encontraban en clara obsolescencia tecnológica, particularmente
asociadas al carbón y al acero, el Ruhr en primerísimo lugar. Surge así el concepto
de reconversión productiva para referirse al conjunto de medidas estructurales—
algunas de elevado costo social—que había que poner en práctica. La reconversión
productiva se transformó en un concepto y en un paquete de intervenciones de
excepción, para ser aplicadas en forma excepcional en regiones en situaciones
consideradas excepcionales.

La velocidad incremental del conocimiento, de las innovaciones, de la globalización


y de la competencia transformó en apenas tres décadas o algo así, una política
regional (intra regional) de excepción en una política regional (inter regional)
indispensable para absolutamente todas las regiones del mundo sin omisión de
ninguna. Si el Silicon Valley no se reconvierte durante las 24 horas del día, el
estado de Bangalore (India) lo sobrepasará casi inmediatamente. La metáfora
africana es sobrecogedoramente certera en la contemporaneidad. El ya antiguo
juego computacional PacMan se ejecuta ahora sobre el globo terráqueo y ¡ay del
que sea lento!

La velocidad aparece vinculada con el tamaño, por un lado, y con la flexibilidad,


por otro. La flexibilidad, para corporaciones y para territorios tiene que ver con la
capacidad para responder rápidamente bajo distintas escalas de operación, según
la demanda del entorno: respuestas de pequeña escala que pueden ser fácilmente
internalizadas por el territorio para atender nichos boutiques del comercio
internacional y respuestas de gran escala para atender demandas estandarizadas
en nichos tipo hipermarkets del comercio internacional; estas respuestas son más
factibles y rápidas en contextos culturales en los cuales las actitudes sobre
cooperación y asociatividad son profundas. Se sabe, por ejemplo, que el desarrollo
del estado de Santa Catarina en el sur del Brasil, probablemente el estado más
desarrollado del país (de acuerdo a concepciones actuales sobre desarrollo) se
asocia con un patrón cultural basado en la pequeña escala productiva agrícola e
industrial acompañada de actitudes muy favorables al cooperativismo, propias de
un pasado de inmigración centroeuropea, alemana e italiana.

Para citar un ejemplo contrastante de falta de velocidad llevada al extremo basta


acotar que siendo la cuestión del bosque nativo en Chile un asunto de la mayor
importancia para su explotación racional, preservación y defensa de la invasión
por especies arbóreas no nativas (pino radiata insigne y eucalipto), la Ley sobre
Bosque Nativo del año 2008 estuvo ¡18 años! en el Parlamento antes de ser
aprobada. Es obvio que así no se puede “ganar” (como quiera que esta expresión
se entienda) en la globalización.

En América Latina y particularmente en Chile los controles ex ante,


administrativos principalmente y la presunción de culpabilidad ex ante también, y
no de inocencia, llevan a la proliferación y exacerbación del control ejercido
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mediante organizaciones todopoderosas que acaban imponiendo velocidades


burocráticamente lentas a los procesos de autorización y revisión y demoran la
ejecución. No al control sobre el control para controlar lo que otros controlan.

Son tres los factores determinantes de la agilidad (la agilidad es el basamento de la


velocidad) de un territorio/región: a) el uso masivo de las tecnologías de la
información; b) la estructura misma de la organización (más cerca de la levedad
que de la pesadez) y; c) diseño de procesos simples para la toma de decisiones.

10.- ASOCIATIVIDAD: LA SOLEDAD ES MORTAL

Aquello que más complica la supervivencia de las entidades pequeñas (firmas,


territorios) no es precisamente su tamaño, sino su eventual soledad. Cuando se
apoya el pequeño tamaño (territorial) como una característica funcional a la
flexibilidad requerida en la globalización, es indispensable agregar la asociatividad
como mecanismo complementario de sobrevivencia.

La asociatividad requiere como elemento aglutinante la existencia en el lugar y en


la sociedad en cuestión, de un adecuado stock de capital social. La literatura sobre
capital social se ha expandido hasta hacerla casi inabarcable. Es bien sabido el
interés del Banco Mundial en este tema, interés expresado en el proyecto sobre la
definición, el monitoreo y la medición del capital social, proyecto dirigido Ismail
Serageldin y uno de cuyos productos más difundidos fue el artículo de Grootaert
Social Capital: The Missing Link?

El capital social, antes que un concepto con pretensiones de teoría (cuestión que me
parece un tanto exagerada) pero es y ha sido una práctica social incrustada en
algunas antiguas culturas, como por ejemplo y tal como es señalado por varios
autores, en el sudeste asiático, en donde la costumbre de usar créditos rotatorios en
un contexto informal es antigua (por ello no debe sorprender demasiado el éxito,
loable por cierto, del banquero M. Yunus).

De todos modos es un hecho que ahora es perceptible una moda desarrollista


basada en el concepto de capital social, cuyo origen se remonta, según algunos, a J.
Coleman, según otros a R. Putnam y no falta quien rastree su inicio más atrás, al
señalar, a la urbanista norteamericana Lidia Judson Hanifan quien habría usado
el término “capital social” por primera vez en 1916.

No se trata acá de una competencia. Está claro que Coleman, Putnam, North,
Bourdieu, y Fukuyama, le han dado un importante respaldo intelectual y han
ayudado a transformar una práctica en una pretendida teoría. Pero la moda no se
hubiera impuesto, probablemente, si desde el seno de una de las instituciones
pilares del neo-liberalismo—el Banco Mundial—no se hubiese dado la “orden” de
validar la confianza interpersonal o capital social como el puente imprescindible
para viabilizar el trickling down o derrame o chorreo desde el plano macro al plano
microsocial, en donde circulan los “bípedos implumes”, en la magnífica expresión
de don Miguel de Unamuno para referirse a las personas, legitimando un modelo
de política económica sujeto a una creciente crítica mundial. La “orden” se
concretó en el conocido y ya citado documento de C. Grootaert cuyo título no
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puede ser más sugerente: Capital social: ¿el eslabón perdido?. Porque es a partir
de la difusión de este trabajo que se produce una verdadera avalancha de
“papers”, investigaciones empíricas, y programas y proyectos de intervención.

En América Latina por lo menos tres nombres deben ser necesariamente


mencionados en este tema, el antropólogo de la CEPAL, John Durston, el
economista colombiano Zoilo Pallares y el sociólogo colombo-brasileño Silvio Salej
Higgins. No obstante el campo reflexivo sobre capital social ha sido un dominio
que, si no fuera por Pierre Bourdieu, sería un monopolio norteamericano
(Coleman, North, Putnam, Fukuyama) completo.

Hay una suerte de creencia, tal vez subliminal, de haber encontrado nuevamente,
porque esto ya ha sucedido en varias oportunidades anteriores, una verdadera
piedra filosofal, del desarrollo en el mejor de los casos, o nada más que de la
pobreza. Por lo menos para quienes nos hemos especializado en el tema del
desarrollo territorial (sería mejor decir en el desarrollo de las personas a través del
desarrollo territorial), la piedra filosofal ha sido conocida como, por ejemplo, la
teoría perrouxiana de los polos, la teoría northiana de la base exportadora, la teoría
perloffiana del mix de dinámica sectorial de las regiones, la teoría friedmanniana
centro-periferia, y otro variopinto conjunto de teorías actuales.

Como es de sobra sabido, el capital social es un resultado de la existencia de


relaciones de confianza inter personales, expresadas en un medio de reciprocidad
difusa, es decir, más allá del círculo familiar y del círculo amical, relaciones que se
ponen colectivamente al servicio de objetivos legítimos (de otra manera, la mafia
italiana sería un referente de primera importancia).

El capital social es importantísimo como simiente del desarrollo, pero no lo es más


que otras formas de capital, material e inmaterial o tangibles e intangibles. Lo
importante en definitiva radica en los fenómenos sinápticos y sinergéticos, más que
en los factores específicos, por importantes que ellos sean en sí mismos, una idea
que ya había expresado con otras palabras A. Hirschmann, varias décadas atrás.

La confianza interpersonal, en medios de reciprocidad difusa y ejercida para el


logro de fines legítimos es algo deseable de fortalecer en atención a sus méritos
propios, pero un alto nivel de capital social no garantiza en modo alguno ni la
superación de un problema específico ni menos, la superación del subdesarrollo. Si
así fuera, muchos países asiáticos se ubicarían entre los más desarrollados y
localidades de América Latina en donde las culturas pre hispánicas poseedoras de
un alto stock de capital social se mantienen, no mostrarían la postración que
muestran. Dicho sea de paso, si no fuese así, la isla de Chiloé en el Sur de Chile
constituiría un “enigma de desarrollo”.

En la esfera productiva el cooperativismo, basado aún en los siete antiguos


principios de Rochdale, es una muestra palpable del capital asocial en acción. Tal
como se citó más atrás, el éxito desarrollistas de algunos lugares de América
Latina tiene mucho que ver con este tipo de confianza—capital social—que
permite configurar estructuras cooperativas de elevada eficiencia.
Lamentablemente el capital social “localizado”, que constituía un importante stock

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en las comunidades pre hispánicas ha sido una de las víctimas del “encuentro de
razas” como eufemísticamente se denomina ahora a la conquista hispano-lusitana.

11.- LIDERANZA: DISTRIBUIDA ENTRE MUCHOS

¿Qué es un líder? , ¿qué es el liderazgo? Según se las describe generalmente, las


características principales del líder (masculino o femenino) son: a) entiende que la
relación entre las personas es de influencia mutua; b) posee la capacidad de influir
con sus ideas y argumentos en un número importante de personas, logrando que
las metas de todas las personas se vuelvan sinérgicas. El líder es una persona que
usa el poder para lograr los objetivos del grupo y no imponer los suyos sobre los de
los otros. La materia prima del líder es el poder, entendido éste como la capacidad
para influir en las personas y en los eventos que las afectan a ellas mismas.

El experto en administración pública y creador del concepto de “gerencia


pública”, Yehetzel Dror enumera las condiciones de un líder de la manera
siguiente:

CARACTERÍSTICAS DE LA LIDERANZA

1.- Concentrarse en estrategias 10.- Pensar en términos históricos


políticas de largo plazo sin ataduras con el pasado
2.- Enfatizar la creatividad 11.- Estar preparados para las
3.-Iconoclastia y cambio de crisis
opinión 12.- Estimar situaciones y
4.- Afán de aprendizaje procesos
5.- Poner énfasis en los 13.- Afrontar profundas
“futuribles”, los diseños complejidades
ambiciosos y las visiones 14.- Apostar por políticas sutiles
realistas 15.- Empeñarse en el
6.- Preocuparse por los recursos razonamiento moral y en el
7.- Concentrarse en las análisis de valores
instituciones 16.- Distinguir entre normativa y
8.- Reconocer los aspectos legales política
9.- Reflexionar en términos de 17.- Disponer de mejor conexión
“grandes aventuras” con el proyecto social
político

Tanto el crecimiento económico como el desarrollo societal son procesos colectivos,


responsabilidad de todos y de elevada coherencia interna. No obstante la especie
humana no ha sido capaz de crear una inteligencia colectiva como parecen ser
capaces algunos insectos. Esto significa que a la conducción de estos procesos se
aplica la primera regla corregida de La granja de los animales de G. Orwell y si
bien somos todos iguales …¡hay algunos más iguales que otros! Ellos son los líderes
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de distintos campos. Para hacer gobierno (no para administrar) se requieren


líderes.

El poder del líder se basa en sus competencias y en su peso (según lo escribiese


Carlos Matus). Ambas dimensiones tienen que ver con sus capacidades (experticia,
energía, reputación, coraje), con el control de recursos (comunicacionales,
informacionales, logísticos, burocráticos, políticos, y electorales), con el soporte
externo y con el nivel de adhesión popular, de las fuerzas sociales y de
personalidades. También la capacidad de convocatoria y la oratoria son
importantes.

Se suele confundir gestión con liderazgo. La gestión se ocupa de hacer frente a la


complejidad. Sin una buena gestión, las organizaciones complejas—territorios
incluidos—tienden al caos, llegando a poner en peligro su propia existencia. El
liderazgo, por el contrario se ocupa del cambio. Uno de los motivos por los cuales
el liderazgo se ha ubicado en primera fila, tiene que ver con que el mundo, como
producto de la globalización y de su lógica oculta pero decodificable, se ha hecho
más competitivo y más volátil.

No es suficiente que la autoridad política (subnacional) sea un líder; por deseable y


conveniente que ello sea, lo que interesa es que el liderazgo, como el conjunto de
propiedades o características del líder, estén diseminadas en un amplio conjunto
de dirigentes de distintos segmentos de la sociedad local, o sea, que el liderazgo sea
efectivamente un liderazgo distribuido y no individual y mesiánico.

12.- IDENTIDAD: YO SOY DE AQUÍ Y NO DE ALLÁ

El verso de la famosa canción del argentino Facundo Cabral “No soy de aquí ni soy
de allá, no tengo edad ni identidad…” debe ser declarado falso de falsedad absoluta.
En efecto, en la vorágine de la globalización y en la dialéctica alienación/identidad,
el individuo, preso en la crisis de proximidad según lo plantea Pierre Muller, busca
reforzar la defensa de su identidad apoyándose fuertemente en el lugar como
elemento identitario.

En la construcción de su propio ser, el ser humano construye su identidad


apelando a una matriz de relaciones (familia, raza, religión) entre las cuales
destaca por su fuerza la vinculación a un territorio. El ser de un lugar, el
reconocerse en el lugar, es una derivación del carácter territorial del “animal
humano” y tan fuerte que, como bien sabemos, el exilio es considerado como una
pena máxima y el desarraigo del territorio cotidiano, aún en procesos migratorios
internos y voluntarios es una experiencia dolorosa para las personas. No obstante
es cierto que la modernidad escindió al hombre del territorio mediante la
introducción de la tecnología, al inicio simple y ahora compleja. Todos los
artefactos que maravillaron a José Arcadio Buendía allá en Macondo, desde el
reloj mecánico hasta el e-mail actual han contribuido a ello: la medición del tiempo
se independizó de la observación de las mareas, el telégrafo, el teléfono, la
televisión independizaron la transmisión de la escritura, la voz y la imagen, del
lugar, para cristalizar en la aldea global de McLuhan.

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Este proceso modernizador abrió espacio—según Edgar Morin—para que el


hombre desarrollara una verdadera “metástasis del ego”, en la expresión del
pensador francés, que lo hizo creerse un “ciudadano del mundo” desprovisto de
atávicos lazos territoriales, provinciales y parroquiales. La vanidad del hombre se
encontró cómoda en la fuerza de la globalización que persigue, querámoslo o no, el
traspaso de las identidades territoriales al mundo funcional, sectorial, completando
así el reemplazo de la antigua lógica de regulación social horizontal, basada en el
territorio, por otra, vertical, basada en el sector. Ser ciudadano de la Coca-Cola
debería ser más importante que ser ciudadano chileno o colombiano.

¿Triunfará la globalización y desaparecerá la identidad social territorial?


Pareciera que no, tal como lo dice Thomas Friedman 74 (1999) en su magistral libro
The Lexus and the Olive Tree. En la globalización se puede gastar una cantidad
asombrosa de capital y de inteligencia para construir sofisticados mecanismos e
ingenios, pero sigue siendo una cruel realidad, hoy así como miles de años atrás,
que judíos y árabes se matan por la propiedad de un árbol de olivo.

“En verdad, una razón por la cual el Estado-Nación no desaparecerá jamás, aunque
se debilite, es porque es el último árbol de olivo—la expresión última de aquello a lo
que pertenecemos—lingüística, geográfica e históricamente. No se puede ser una
persona completa sola. Se puede ser una persona rica sola. Se puede ser una persona
lista sola. Pero no se puede ser una persona completa sola. Para eso se requiere ser
parte de, tener raíces en, un árbol de olivo” escribe Friedman.
Pero, ¿qué hay de la “McDonnalización” como se ha dado en llamar a la
devastadora y avasalladora intrusión del american way of life?

“La característica más importante de la cultura de masas global, es su peculiar forma


de homogeneización, que no reduce todo a lo específicamente norteamericano o
europeo, sino que tiene la capacidad de reconocer y absorber diferencias culturales
dentro de un marco general que es, en esencia, una concepción norteamericana o
europea del mundo. Hegemoniza otras culturas sin disolverlas, opera a través de
ellas. No destruye las culturas locales, las usa como medio. Su idioma universal es el
inglés”

Esto es lo que dice Jorge Larraín (2000) 75 en un ensayo sobre identidad y


globalización. De hecho, la historia muestra que siempre el centro imperial ha
impuesto su lengua, pero no siempre al costo de eliminar la lengua vernácula. Pax
romana y lex romana, pero lengua nativa acompañando al latín.

La globalización, como se sabe, es una matriz que alberga múltiples dialécticas,


paradojas y contradicciones. Una de ellas radica en la oposición entre el peligro de
la alineación total y el rescate de “lo local” como nuevo (o recuperado) espacio de
solidaridad. Mientras más me universalizo, más me apego a mi terruño, como
mecanismo de defensa frente a lo inevitable.

74
Friedmann T., The Lexus and the Olive Tree, 1999. First Anchor Books, U.S.A.
75
Larraín J., 2000, “Elementos teóricos para el análisis de la identidad nacional y la globalización” CED,
¿Hay Patria que defender?, Santiago de Chile.
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La modernidad, según Pierre Muller (1990), 76 ha encontrado su propio Talón de


Aquiles en la “crisis de la proximidad”. Los seres humanos, mejor aún, las
personas humanas, siguen siendo “sujetos proxémicos”. Las relaciones cara a cara
y el tacto jamás serán completamente mediatizadas por la electrónica. El catalán
Román Gubern en El eros electrónico explora este asunto para concluir que el
espacio mínimo, el territorio íntimo de la alcoba es irreemplazable para el amor.

En principio, las formas de acercamiento pueden ser favorecidas por los Chats, que
se caracterizan por vincular comunidades virtuales—on line—agrupadas por
intereses comunes y cohesionadas por la mutua empatía de sus miembros; aunque
no se conozcan personalmente, están unidas por la comunicación escritural, lo que
marca de entrada, las relaciones en un plano más conceptual que perceptual. El
contacto por Internet reduce la presencialidad física. Hemos pasado de la tercera
dimensión, la cual transmite la máxima información emocional, al soporte
electrónico que privilegia el oído, la imagen y sobre todo la escritura. ¿En dónde
queda el lenguaje no verbal, propio de los mecanismos de atracción con que
contamos los humanos?

La complejidad o el paradigma de la complejidad, de acuerdo a Edgar Morin se


asienta en tres principios: el dialógico, el de recursividad y el hologramétrico que
recoge el principio aristotélico de estar la parte en el todo y el todo en la parte.
¿Cómo se aplica esto a la relación entre el ser humano y el territorio?

La enorme mayoría de las personas desenvuelve toda su vida en un entorno


territorial, en un territorio cotidiano, de muy pequeño tamaño. Arbitrariamente, si
bien ello podría ser fácilmente investigado, digamos que tal territorio equivale a un
círculo de no más de 50 o 100 kms. de radio. Allí una vastísima proporción de los
seres humanos nacen, se educan, trabajan, forman familia, requieren servicios
varios y probablemente terminan por ser enterrados allí mismo. Es tan pequeño
este imaginario territorio que resulta fácil hipotetizar que las posibilidades de
realización personal de cada individuo, el logro de su personal proyecto de vida,
está íntimamente articulado con la suerte del territorio. Si a éste le va bien (al
territorio) las probabilidades de que al individuo le vaya bien son mayores que si lo
primero no sucediera. Esto es un ejemplo del principio hologramétrico: el
individuo está, obviamente, en el territorio, y el territorio está en el individuo en el
sentido de que la suerte del territorio afecta el logro del proyecto de vida
individual. En esta hologrametría se descubre un sólido respaldo al envolvimiento
ciudadano en los asuntos locales.

SOBRE EL CONCEPTO DE IDENTIDAD


El proceso de construcción social de identidades colectivas estaría marcado por las
relaciones de poder, lo que da origen a tres formas distintas de identidad colectiva:
la identidad legitimadora, la identidad de resistencia, y la identidad de proyecto (Castells
M.; 1999). Se distinguen tres concepciones alternativas de la identidad (nacional): a) la
constructivista, que da una importancia clave al discurso y a cómo ello crea sujetos; b)
la esencialista que la considera un hecho acabado, un conjunto ya establecido de
experiencias comunes y de valores compartidos que se constituyó en el pasado, y c) la
histórico/estructural que la define como un proceso en permanente construcción
conceptual.

76
Muller P., 1990, Les Politiques Publiques, P.U.F. Paris, Francia
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LOS ELEMENTOS DE LA IDENTIDAD REGIONAL


Las comunidades territoriales están constituidas por: 1) creencias, es decir, los
miembros pueden reconocerse como coterráneos y hay una cierta reciprocidad de
compromisos; 2) continuidad histórica, es decir, la identidad se extiende hacia el
pasado y se proyecta hacia el futuro; 3) identidad activa, los territorios son
comunidades que hacen cosas en común, toman decisiones, logran resultados; 4)
un espacio geográfico particular, que se constituye en la referencia primaria; 5) un
sentido de pertenencia, a partir de características compartidas existe una cultura
pública que sirve para distinguir la territorialidad o regionalidad de otras formas de
identidad personal.

EL CONCEPTO DE CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE UNA REGIÓN


Construir socialmente una región significa potenciar se capacidad de auto–organización,
transformando una comunidad inanimada, segmentada por intereses sectoriales, poco
perceptiva de su identificación territorial y en definitiva pasiva, en otra, organizada,
cohesionada, consciente de la identidad sociedad–región, capaz de movilizarse tras
proyectos colectivos, es decir, capaz de transformarse en sujeto de su propio desarrollo.

A MODO DE CONCLUSIÓN

Una persona inteligente deriva su inteligencia de dos fuentes: por cierto existe un
componente genético en la inteligencia humana, pero el fundamento más
importante de la inteligencia nace de la interacción entre el sujeto y su entorno y
del proceso de aprendizaje derivado de tal interacción. La inteligencia es, al mismo
tiempo, una propiedad emergente de la sinapsis neuronal, precisamente del
intercambio de información entre neuronas.

La inteligencia y el conocimiento aplicados a las intervenciones territoriales, a la


verdadera ingeniería de las intervenciones territoriales debe necesariamente
maximizar la obtención de resultados positivos; el desconocimiento del entorno y
en consecuencia la falta de inteligencia en dichas intervenciones provocan
resultados contraproducentes, negativos. Lo grave es que los costos de los
errores—costos sociales por definición—no los asumen los directa o
indirectamente responsables sino que recaen en los grupos más desposeídos de la
sociedad. Se cometen entonces inadmisibles pecados sociales por omisión de
conocimiento.

Esa es la lección que se desprende—ojalá—del análisis precedente.

Sergio Boisier Etcheverry


sboisier@vtr.net
31/07/2008

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