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La gran guerra.

“La humanidad sobrevivió [después del siglo XX], pero el gran edificio de la civilización decimonónica se
derrumbó entre las llamas de la guerra al hundirse los pilares que lo sustentaban”[1]. Las palabras de Hobsbawm
son la descripción más precisa del impacto de las dos guerras mundiales en la historia mundial. Tres fueron los
procesos que terminaron en el siglo XX, en primer lugar, el declive absoluto de Europa como región protagonista
de la historia mundial. En segundo lugar, el colapso del liberalismo democrático ante los fascismos, lo cual
habría de revertirse después de la guerra, pero dejando claro que el liberalismo del siglo XIX no era el modelo
único para el futuro. En tercer y último lugar, es el punto de partida del fin del colonialismo europeo sobre África
y Asia, lo cual, además de abonar al declive de la región, introduce con un papel independiente a regiones que
después adquirían un rol relevante en el transcurso de la segunda mitad del siglo. Explico las características y
efectos principales de cada uno de estos procesos históricos.
Guerra total
La humanidad paso, por primera vez de manera mundial, por 31 años de guerra. El carácter mundial de esta se
debió a la participación de todas las potencias habidas en el conflicto, además del involucramiento, en mayor o
menor medida, de países medios en la dinámica del conflicto. Las dimensiones del conflicto no tuvieron
comparativo con ningún conflicto precedente. Ambas guerras iniciaron como conflictos inter europeos, pero sus
efectos expansivos se debieron al declive de la era imperial frente a los ojos de los protagonistas. La guerra en
el frente occidental fue la maquina más mortífera de la historia de la guerra. El objetivo de la guerra en ambos
periodos era el mismo, evitar la victoria del opositor, ya que significaría el ascenso de un modelo contrario,
además del desastre humanitario relacionado. Las dimensiones de la guerra entonces fueron equivalentes al
objetivo y tomaron a la tecnología como acelerador del conflicto a escalas brutales. A pesar de la victoria en
ambas guerras de las alianzas, que se opusieron en dos ocasiones a Alemania, la capacidad destructiva de la
guerra fue tal que los países derrotados fueron lanzados a las revoluciones y los ganadores sufrieron de la
bancarrota. Los orígenes de la primera guerra mundial son claros, el fin del equilibrio en Europa, y de la segunda
guerra fue el ascenso de los fascismos que respondían a las condiciones que fueron sometidos los países
perdedores de la primera guerra, y en específico al principal protagonista, Adolf Hitler.

La primera guerra mundial provocó la caída clara de los paradigmas de las eras que precedieron en la historia.
La segunda guerra mundial fue el parte aguas del desarrollo del nuevo siglo y su carácter bipolar, extremo y
contradictorio. Me enfoco en la segunda guerra. Hobsbawm menciona que a principios de la guerra no había
claridad del resultado, la incertidumbre era prácticamente absoluta, pero la claridad llegó con la alianza
contradictoria y temporal entre el capitalismo representado en Estados Unidos y el socialismo real representado
en la Unión Soviética. La intervención de ambas potencias en una dirección contraria el eje, que representaba
el fascismo, definió el curso de la guerra y la salvación de los pocos gobiernos liberales que permanecían en
Europa, en especial Reino Unido. Esta alianza que desembocaría en la derrota de los nazis, del imperio japonés
y de la rendición del fascismo en Italia -no tan protagonista como los previos-, lo que llevaría al sistema bipolar
que expondré más adelante.

Como también revisaré más adelante, la dimensión tecnológica de la guerra marcó el fin de una época la
masificar las masacres. En específico, el uso de las armas nucleares y la producción masificada de armas
definió la carrera armamentística durante la guerra fría, además de provocar la incertidumbre de la posible –
aunque en realidad poco probable- explosión de una tercera guerra mundial.

Fin del liberalismo y ascenso del fascismo


“De todos los acontecimientos de esta era de las catástrofes, el que mayormente impresionó a los supervivientes
del siglo XIX fue el hundimiento de los valores e instituciones de la civilización liberal cuyo progreso se daba
por sentado en aquel siglo, al menos en las zonas del mundo <<avanzadas>> y en las que estaba
avanzando.”[2] Esa es la impresión e impacto de la caída de los regímenes liberales que habían dominado la
vida política en Europa en la era de los imperios. La seguridad del modelo liberal democrático en el mundo se
quebró con el ascenso reaccionario del fascismo y los totalitarismos, que parecieron imparables con el ascenso
al poder de Adolf Hitler en Alemania. La caída de la monarquía en Italia y de la República de Weimar fueron
momentos icónicos que dejarían en incertidumbre a la población europea.
Las dos razones principales del ascenso del fascismo y la caída del liberalismo – tanto por las conquistas
alemanas como por los nuevos estados títere de la época- fueron la reacción ante la revolución bolchevique y
la respuesta a la gran depresión económica que se dio después de la primera guerra mundial y con la recesión
internacional. Las reacciones del fascismo en Europa conjuntaron a las clases medias y a los grupos de las
derechas nacionalistas y radicales de los países donde surgió este movimiento. El sistema democrático y liberal
en la época, a pesar de ser abierto y deliberativo, no pudo resolver las contradicciones profundas que se habían
dado en las sociedades europeas, el consenso fue inalcanzable y sólo las mayorías abrumadoras, en marchas
por Roma o después de la quema del Reichstag, pudieron dar pauta a los regímenes que iniciarían la guerra
mundial.

El liberalismo, de mano del socialismo, habría de regresar con el triunfo aliado en 1945, pero se había
transformado de manera definitiva la época en la cual los habitantes del mundo habían confiado. La claridad
liberal democrática se erosionó y los problemas de las democracias del mundo han sido más evidentes desde
entonces. A pesar de ello, como veremos con la caída de la Unión Soviética, sigue pareciendo la forma de
gobierno vigente para el mundo.

El fin de los imperios


El mundo europeo logró durante el siglo XIX conquistar territorialmente los territorios africanos y asiáticos. Esos
países, con la presencia de la Unión Soviética y después de la guerra, comenzaron a obtener sus
independencias nacionales. La historia de estos países a partir de sus independientes sería la tensión en
relación sus antiguos administradores coloniales. La idea del progreso humano definiría gran parte de la
discusión del que sería el “tercer mundo”, llamado a la modernización. Los problemas del tercer mundo de
manera eufemística serían llamados del “subdesarrollo” “las vías al desarrollo” o el franco termino del atraso.

Los movimientos nacionalistas en los países coloniales buscaron conjuntar bajo sus liderazgos las masas
posibles para conseguir la independencia. Los antiimperialistas se organizaron de igual manera. Ambos tipos
de movimientos se conjuntaron para conseguir las independencias. Ejemplos claros fueron el nacionalismo indio
o los nacionalismos en África. Pero, lo más trascendente que definiría el fin del sistema colonial fue la primera
guerra mundial y la Gran Depresión.

La Gran Depresión cambió el sistema de relaciones económicas entre los países colonialistas y los países del
tercer mundo. La economía colonial esencialmente estaba relacionada con una época de crecimiento acelerado
en Europa. Ya no fue posible la administración de las colonias después de los fenómenos mencionados. Los
movimientos nacionalistas aprovecharon las coyunturas y con ello acabaron los grandes imperios.

La era imperialista de 65 años llegó a su fin y con ello se terminaba la última parte que quedaba del siglo XIX y
se abre de manera clara una época convulsa como lo es el siglo XX. Lo destacable de las épocas y
continuidades interrumpidas del siglo XIX es que con ello se dio inicio a un siglo donde los cambios políticos y
económicos profundos se darían, cada vez, en periodos más cortos de tiempo y con pasos directos de un
extremo a otro. Ejemplifico a continuación.

Extremos de las épocas


Probablemente los dos extremos que seleccioné parezcan los menos profundos en la argumentación de
Hobsbawm, pero los seleccione por dos razones. La primera es que son dos cambios radicales comparables
de la primera y la segunda parte del siglo XX. La segunda es que los fenómenos de las revoluciones y las
paradojas merecen un espacio especial, siendo que ambos temas son igualmente extremos de las épocas. La
finalidad es narrar los extremos que identificó el autor y destacar su importancia en la narración general de la
obra.

Vanguardias y cultura
La vanguardia cultural de principios del siglo XX estuvo definida por los movimientos dadaísta/surrealista, el
constructivismo soviético y el realismo. Las expresiones artísticas respondían a la coyuntura mundial, y después
lograron su plena incorporación institucional en la vida cultural de los países en el periodo entre guerras. Con
la llegada de estos movimientos y el uso de las tecnologías, nuevas expresiones culturales se dieron paso, entre
ellos el foto periodismo, el reportaje y los inicios del uso de la comunicación en masas. Las tendencias culturales
se definan en ciertos circuitos de todas maneras.

Las vanguardias que iniciaron el siglo XX fueron desplazadas con rapidez por la intensificación del uso de las
tecnologías que masificaban tanto la difusión como la producción artística. La radio, la televisión y la
comunicación por otros medios fueron fundamentales en masificar, diversificar y popularizar las expresiones
culturales. Ante la diversidad las vanguardias murieron y tantas expresiones culturales se daban como pudiesen
transmitirse. Lo cual, para Hobsbawm representaba una indefinición sobre el papel de las artes hacia el futuro.
Lo cierto, es que una manera de arte inicio el siglo y esta manera fue substituida con rapidez por una nueva
forma, que ya no era por corrientes, sino por sus capacidades de reproducción. El autor es pesimista sobre
estas tendencias sobre las artes, diferiría, posiblemente por aprecio a la diversidad cultural nunca antes vista.

Las ciencias naturales


“(…) el siglo XX será recordado como una era de progreso y no únicamente de tragedias humanas”[3]dice
Hobsbawm. Es absoluta mi coincidencia y resulta paradójica para quien observa los hechos aislados de la
ciencia en el periodo. Se trata del tiempo en el cual la investigación científica fue más prolífica y revolucionaria
–sobre todo en el campo de la física y la biología- que en cualquier otro momento de la historia humana. También
se trata del momento de mayor cuestionamiento a las ciencias como posibles conocimientos peligrosos para la
supervivencia humana. Se trata de la ciencia al servicio de lo militar, y en específico, la inauguración de la época
nuclear.
En el siglo XIX quedaba claro el potencial innovador de las ciencias, y este potencial fue aprovechado en la
primera parte del siglo XX en el contexto de las guerras. El avance secular y científico era visto como el elemento
modernizador por excelencia de las sociedades. A pesar de esto, los regímenes soviético y nazi tomaron
decisiones las cuales confirmarían a Estados Unidos como el centro del avance científico del mundo. La
expulsión del capital intelectual de Europa por la guerra, muchos por su ascendencia judía, dio pie a que Estados
Unidos fuese el refugio ideal para los científicos de la época, en especial a los físicos que habrían de
revolucionar la física de partículas, que posteriormente sería la que llevaría a la creación de la bomba nuclear.
Además, en la Unión Soviética en esa primera fase criticaría a las diversas ciencias por no coincidir con las
bases materiales requeridas para ser apoyadas por el socialismo real. Las dimensiones de doctores en Estados
Unidos confirmarían su dominancia en la ciencia de la época.

El avance científico más alarmante de la época, la bomba atómica –seguida de la bomba de hidrogeno- fue
producido en la época de mayor confianza en el avance científico. Fue por eso que inició, tanto la carrera
armamentística nuclear, como los recelos en todas las sociedades sobre los avances científicos. La segunda
mitad del siglo estuvo marcada por la incertidumbre que producían las armas nuclear, o de destrucción masiva
en el mundo. Pero también, los avances fueron de tal nivel que se incorporaron en la vida cotidiana, por ejemplo,
con los avances en la medicina y los usos del ADN. Estos extremos de recelo o ascenso de la ciencia como
modo de progreso marcaron el siglo XX, pero será, después de la guerra fría, visto, como lo hizo Hobsbawm,
como el elemento de mayor progreso. Claro, ya no será un progreso inerme de crítica como en épocas
anteriores lo hubiese sido.

Entre revoluciones
“En suma, la historia del siglo XX no puede comprenderse sin la revolución rusa y sus repercusiones directas e
indirectas.”[4] Las eras expuestas en las obras de Hobsbawm reflejan la importancia de los diferentes tipos de
revolución, y como estas revoluciones cambiaron de manera definitiva el curso de la historia en un largo plazo
mucho más reducido que otras épocas –de ahí su uso de los siglos y periodos cortos-. La revolución rusa y la
revolución social cambiaron totalmente la constitución de la sociedad y las relaciones políticas del siglo.
Comprender los efectos de estas revoluciones es necesario para que toda la narración del siglo XX tenga
sentido, en específico por las dinámicas políticas internacionales y las dinámicas sociales de la guerra fría, ya
que el fin de esta y de la Unión Soviética representan el fin del siglo XX corto.
Revolución mundial
El desafío más importante al capitalismo y el liberalismo, después de los fascismos, fue la presencia del
socialismo real, encarnado en la Unión Soviética, producto de la revolución rusa de octubre de 1917. La paradoja
principal para el socialismo real fue que la revolución se dio, en un país con capitalismo avanzado que diera
lugar a las contradicciones de las clases, sino a un país poco industrializado, pero claramente con un sistema
político y económico exhausto como lo fue la Rusia zarista.

El éxito de la revolución de octubre fue el considerar a la masa disponible de Rusia como el elemento
revolucionario, no en espera del desarrollo del capitalismo. Después del caos del gobierno provisional, fueron
los bolcheviques los únicos capaces de dirigir el gobierno en Rusia por medio del sistema del partido único de
vanguardia y los comités populares llamados soviets. Un nuevo polo en la historia mundial había surgido, uno
que prometía resolver las contradicciones y las desigualdades que las épocas anteriores habían dejado atrás.

La permanencia exitosa de la Unión Soviética, a comparación de la comuna de Paris por ejemplo, fue por tres
elementos principales, primero, el partido comunista que logró unificar políticamente al ejército y el liderazgo
político. Segundo, la capacidad de unión del partido comunista a todo el territorio y de la expansión en lo que
se conocería en la Unión Soviética. Finalmente, la reforma agraria que permitió ocupar las tierras a los
campesinos desventajados de la Rusia zarista.

Pero, a pesar de otras revoluciones comunistas de la época, sobre todo en Asia, el movimiento comunista
decidió en momentos claves detener el avance de la internacionalización obrera, y por lo tanto el avance del
comunismo como fuerza revolucionaria en el mundo. Lo que avanzó fue la izquierda social demócrata en los
países capitalistas, o a resurgir en loa países que tuvieron el influjo de la dominación de la guerra. Estas
decisiones definirían el curso de la historia hacia adelante.

Revolución social y cultural


La otra revolución fue la social, al igual que la cultural. De hecho menciona Hobsbawm que fue por la revolución
social y cultural que se dieron cambios drásticos en menor tiempo, en décadas. En menos de una década podía
cambiar la manera de vestir desde Estados Unidos a la Patagonia. El cambio social más revolucionario fue la
muerte del campesinado por medio de la industrialización. El uso intensivo del capital y el crecimiento
demográfico vaciaron el campo y lanzó a la humanidad a las grandes ciudades y los conglomerados.

El otro cambio relevante fue el auge de las profesiones y de la enseñanza superior. El aumento de la matrícula
de educación superior fue extraordinario durante el siglo XX, lo cual provoco un cambio en los grupos sociales
juveniles y en la prospectiva de los humanos. El futuro de cualquier joven que aspirara a un progreso económico
era no repetir la vida de obrero de sus padres, sino ingresar a la universidad. Los estudiantes se volvieron
elemento cultural y social disruptor en el siglo XX, y en específico en el año de 1968.

Dos nuevos actores sociales adquirieron relevancia, los obreros industriales y las mujeres. Los primeros
acompañaron el crecimiento de la industria, y por lo tanto, la mejora real y nunca antes vista del ingreso, lo cual
modificó durante la edad de oro las relaciones sociales y las relaciones con los gobiernos. Las mujeres hicieron
una entrada calificada de impresionante en el siglo XX, sus reivindicaciones políticas y en específico, como sus
nuevas formas de actuar cambiaron las relaciones sociales, por ejemplo, las dinámicas laborales y las dinámicas
de la reproducción del siglo. La demanda de libertad y autonomía de las mujeres y el posterior reconocimiento
de su igualdad fue un hecho social revolucionario incontrovertible del siglo.

El cambio de las relaciones sociales en el siglo XX fue fundamental para explicar otros fenómenos económicos
y sociales. La crisis del modelo de relación familiar transformó la dispersión demográfica en el mundo y las
interacciones humanas. Los divorcios de manera clara fueron los que cambiaron la estructura social, dando
lugar a los hogares monoparentales, que serían dirigidos por mujeres.

En las nuevas estructurales sociales surgió la juventud como una fase culminante del desarrollo humano. La
juventud se desarrolló y cohabitó con la economía capitalista de mercado, lo cual provocó una nueva cultura
juvenil no antes vista. Esta cultura tendría efectos internacionales, y con ello se daría fin a la hegemonía de una
sola cultura, era pues, la cultura juvenil global. La nueva cultura era populista e iconoclasta, transformó la música
y las expresiones artísticas, lo cual llevaría igualmente a la liberación personal y social de la generación, en
específico la liberación de las relaciones sexuales.

Dice Hobsbawm “La revolución cultural de fines del siglo XX debe, pues, entenderse como el triunfo del individuo
sobre la sociedad o, mejor, como la ruptura de los hilos que hasta entonces habían imbricado a los individuos
en el tejido social”.[5] La economía de mercado cambió la cultura de la época y con ello las relaciones sociales
anteriores. La familia fue transformada y sería el signo del cambio después de permanencias durante las épocas
anteriores.
La guerra fría
El enfrentamiento constante de las dos superpotencias surgidas de la segunda guerra mundial fue llamado
como “la guerra fría”. La voluntad de guerra, y no solo la guerra, como lo menciona Hobsbawm citando a
Hobbes[6] es la razón latente de la época. La patente amenaza de la guerra, y no cualquier tipo de guerra, la
guerra nuclear, era la marca clara de esta etapa de la historia. La doctrina paranoica de la época fue la famosa
doctrina de la destrucción mutua asegurada, ya que el lanzamiento de la bomba atómica podía asegurar un final
apocalíptico. Esto quitaría el sueño a la población durante varias generaciones.
A pesar de la retórica y de las carreras armamentísticas, científicas y económicas, la relación entre la Unión
Soviética y los Estados Unidos fue la coexistencia pacífica. Era una tensión ideológica, pero pocas veces tuvo
expresiones reales, más bien fracasos como lo fueron Vietnam y Afganistán para ambos bandos. La contención
por parte de Estados Unidos, y la política del socialismo en un solo país fueron las políticas que detuvieron
cualquier posibilidad real de un conflicto militar real. Los efectos de la guerra fría fueron eclipsar los conflictos
del siglo, congelar la situación internacional y el avance industrial acelerado de la época.

Paradojas del siglo


El siglo XX fue un siglo de paradojas. En un mismo siglo el ascenso del capitalismo -y en específico un modelo
socialdemócrata de capitalismo- parecía inevitable, pero las crisis económicas trajeron consigo a la ideología
rival, el neoliberalismo en puerta. En un mismo siglo tanto ascendió la alternativa más viable ante el capitalismo
cuanto cayó el llamado socialismo real. Resumiré ambos procesos desde la visión de Hobsbawm.
Edad de oro y edad de crisis
La economía mundial para los años de la década de 1960 había crecido de manera explosiva. Fueron los años
de la bonanza económica y del ascenso del capitalismo con estado de bienestar. El cambio económico e
industrial modificó la vida cotidiana, avanzó de manera intensiva el uso de tecnología y con ello la substitución
de la mano de obra. El ciclo económico permitió en la economía mixta los mejores años de crecimiento
económico del siglo. Con la edad de oro surgió la producción transnacional y el avance comercial. La edad de
oro se detuvo en 1971 con el hundimiento del sistema financiero y con ello un cambio drástico de la política
económica, con el nuevo sistema de Brenton Woods de organismos económicos internacionales.
La inestabilidad y la crisis fue el signo de la economía a partir de 1973. La crisis y la gran desigualdad se
gestaron en los países de las economías mixtas. En esta época fueron derrotadas las tesis del Keynesianismo
que habían llevado a la economía mundial, y fueron las tesis neoliberales de Friedman y Hayek las cuales
tuvieron su ascenso definitivo. La economía de libre mercado y el Estado mínimo habían arribado de la mano
de los gobiernos de Ronald Reagan de Estados Unidos y de Margaret Thatcher de Reino Unido.

El desempleo, la crisis recurrente en los países del tercer mundo, en especial en América Latina, fueron el signo
de la época. Las políticas de liberalización, control de cambios, privatización y manejo macroeconómico se
volvieron dominantes. Pero este extremo de la economía, el cual resolvía según su visión los problemas de
ajuste de la economía mixta, sigue teniendo hasta nuestras fechas la carga de la pobreza y la desigualdad que
parecía abatir la edad de oro.

Fin del socialismo real


La mundialización sería un factor determinante en definir las condiciones del colapso de la Unión Soviética, pero
sería un factor político que llevaría al derrumbe del socialismo realmente existente. La Europa del Este y la
fragmentación de la clase política en la Unión Soviética fueron signos del debilitamiento de la Unión Soviética
que enfrentaría el último Secretario General del partido comunista, Mikhail Gorvachov. Este proceso se agudizo
conforme avanzaba el proceso de reformas iniciadas por el último secretario general. El resultado era la
revelación de las inconsistencias políticas de la unidad soviética y la incapacidad ya de poder administrar las
repúblicas soviéticas que tendían a la independencia. La perestroika y la glasnost, tardías, llevaron, junto con
las disputas de poder de los jerarcas del partido comunista, a la disolución de una unión poco real de las
nacionalidades rusas. Lo que siguió a la ausencia de poder no fue precisamente democratización sino ausencia
de autoridad. La desunión política provocó la caída del sistema político que representaba el socialismo real.

Fue solo cuestión de tiempo para la modificación económica y política en la China comunista, la transición
democrática en Europa del Este y el aislamiento de las últimas republicas comunistas en África, y claro, de
Cuba. Con ello, con la unificación de las Alemania, terminaba la existencia del rival ideológico del capitalismo y
de Estados Unidos. En ese momento pareció triunfo de Estados Unidos, y para muchos, el fin de las ideologías.

Consideraciones generales
La narración y análisis de Hobsbawm tienen una fuente material, pero no se rige en los preceptos estrictos y
ortodoxos del materialismo histórico. Lo que es claro que no había manera más clara para explicar el siglo XX
que entendiendo las transformaciones del capitalismo y como la historia giro en su favor o en su contra después
del periodo de las guerras.

Las paradojas y los extremos de la época son la forma de Hobsbawm de explicar los cambios radicales del siglo
XX con respecto a otras épocas de la historia humana. El socialismo realmente existente fue el aliado del
capitalismo en época de guerras, pero opositor simbólico hasta su caída. Fue la época de avances
extraordinarios y de crisis calamitosas. Las transformaciones sociales fueron intensas y cambiaron las
dinámicas demográficas y culturales. Los imperios cayeron pero ello no significó para muchos países del tercer
mundo el acceso directo al progreso. La economía mixta triunfó sólo para verse arrollada por el neoliberalismo
que dominaría a partir del final de siglo. La mundialización fue mucho más patente, los sucesos de una parte
del mundo afectaban al resto, pero también fue la época de surgimiento de nuevas historias regionales más allá
de los países occidentales.

El esfuerzo narrativo de Hobsbawm es impresionante, sobre todo con una época tan rica en cambios, sobre
todo con respecto a eras anteriores de la historia. Sobre todo ayuda a comprender los nuevos procesos y
continuidades del presente, el sistema internacional dominado por el paradigma económico. La interrelación de
Estados y los nuevos actores no estatales. La continuación de manera diferente de las luchas ideológicas y los
problemas demográficos y ecológicos del futuro. La periodización permite ver los cambios bruscos y al mismo
tiempo ver el fin del imperialismo decimonónico del siglo XIX.

Personalmente, creo que Hobsbawm subestimó los de por si importantes efectos del periodo de las guerras,
sobre todos los efectos éticos y sociales del holocausto sobre los conflictos del siglo. Los dos nuevos
paradigmas éticos del siglo tomaron fuerza a partir de la condena de las masacres de la segunda guerra
mundial, el paradigma de condena a los crímenes de lesa humanidad y la protección de los Derechos Humanos.
Los procesos nacionales, religiosos, políticos y la presencia permanente de las masacres pudieron haber
merecido una consideración más sistemática de su análisis. Esto permitiría ver las dimensiones de las guerras
subsecuentes del siglo y el papel de contención de una guerra mundial por parte de muchas instituciones
internacionales como la ONU y la Unión Europea. A pesar de ello, Hobsbawm nos ofreció una obra completa y
redonda sobre el siglo XX corto, y de él no escapan detalles de las contradicciones, continuidades y procesos
históricos que definieron la época y nuestra época.

KANT

La ilustración es el escape del hombre de la minoría de edad que él mismo se ha provocado. Dicha minoría de
edad es la incapacidad del propio ser humano de razonar o desarrollar su entendimiento por él mismo y esto
lleva directamente a una dependencia que sugiere la intervención de otra persona para la toma de decisiones.

La tesis central de la ilustración se formuló a través de la consigna: “¡Atrévete a saber”, esto es, servirnos de
nuestro propio entendimiento de manera autónoma. El hombre prefiere permanecer en el estado de minoría
de edad por comodidad ya que acercarnos a la verdad, implica un gran esfuerzo pero sobre todo porque el
hombre se enajena a partir de la pereza y la cobardía es decir, el mal uso de sus dones naturales (la razón, es
pues, un don natural del ser humano); así, siempre buscará alguien que piense por él.

Los prejuicios son otro factor que nos impide razonar porque sólo podemos llegar a percibir una realidad
ficticia y se originan a partir de la dependencia hacia una figura de tutoría. Para poder ser ilustrado, lo único
que se necesita es la libertad; mediante la libertad se pude preservar la tranquilidad y bienestar de un Estado;
de esta forma, la libertad no es sin la razón. Hay dos tipos de usos de la razón: la pública y la privada. La que
es totalmente libre es la pública, debe ejercerse en todos los ámbito de la vida y es llevada a cabo por un
intelectual; en cambio, la privada es limitada pues solamente implica la obediencia sobre todo si se pertenece
a alguna institución. Así, cuando uno ejerce un cargo y tiene que cumplir con él, no ejerce el poder libre sino
que “hace las cosas en nombre de otro”.

Con la razón pública, los individuos pueden incluso hacer críticas en todos los aspectos, incluido el Estado
pero dichas críticas no desligan a los hombres de cumplir con sus obligaciones y con las leyes. Una de las
figuras centrales de la ilustración y que extendió estos ideales fue Federico el Grande de Prusia, digno de ser
alabado por dejar a sus súbditos pensar por ellos mismos.

El hombre sólo pude postergar la ilustración, pero no desaparecerla por completo porque de esta manera se
atentaría contra la propia naturaleza del individuo que radica en el uso correcto de la razón.

Guerra Fria.
Las revoluciones de 1989 en la Europa oriental habían supuesto un acontecimiento histórico de múltiple
resonancia. Por un lado, constituyeron el derrumbe de los sistemas comunistas construidos tras 1945, por otro,
significaron la pérdida de la zona de influencia que la URSS había construido tras su victoria contra el nazismo.
Con esto se puede apreciar que los intentos de reformar el comunismo en la Europa del Este, terminaron
causando su caída y finalmente la propia desintegración de la Unión Soviética.[43] Como señala Robert
Service, el desenlace fue espectacular. A principios de 1989 los comunistas gobernaban todos los países
europeos al Este del Río Elba. Al acabar el año, el único Estado Comunista que quedaba al Oeste de la URSS
era Albania, y Albania había sido hostil hacia la URSS desde el gobierno de Kruschov.[44]
La Guerra Fría, el enfrentamiento que había marcado las relaciones internacionales desde el fin de la Segunda
Guerra Mundial, va a terminar por el derrumbe y desintegración de uno de los contendientes. El fin de la Guerra
Fría y la desaparición de la Unión Soviética son dos fenómenos paralelos que cambiarán radicalmente el mundo.
Para el historiador británico, Eric Hobsbawm, la Guerra Fría terminó antes que la Unión Soviética se
desintegrara, pero el fin del conflicto se hizo evidente sólo cuando éste último había dejado de existir:

La guerra fría acabó cuando una de las superpotencias, o ambas, reconocieron lo siniestro y absurdo de la
carrera de armamentos atómicos, y cuando una, o ambas, aceptaron que la otra deseaba sinceramente acabar
con esa carrera… La verdadera Guerra Fría, como resulta fácil ver desde nuestra perspectiva actual, terminó
con la cumbre de Washington en 1987, pero no fue posible reconocer que había acabado hasta que la URSS
dejó se ser una superpotencia, o una potencia a secas… pero los engranajes de la maquinaria de guerra
continuaron girando en ambos bandos. Los servicios secretos, profesionales de la paranoia, siguieron
sospechando que cualquier movimiento del otro lado no era más que un astuto truco para hacer bajar la guardia
al enemigo y derrotarlo mejor. El hundimiento del imperio soviético en 1989, la desintegración y disolución de
la propia URSS en 1989-1991, hizo imposible pretender que nada había cambiado y, menos aun creerlo.[45]
Dentro de esta lógica, Henry Kissinger señala que el fin de la Guerra Fría se produjo al momento en que la
Unión Soviética emprendió la transformación interna de su régimen. Este proceso se desarrolló a lo largo de
todo el período liderado por Gorvachov, es decir, a partir de 1985, no obstante, la manifestación más concreta,
según Kissinger, se produjo en el XXVII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (1986). En esta
oportunidad se abandonó por completo la teoría de la inevitable lucha de clases y se proclamó la coexistencia
como un fin en sí mismo.[46] Desde la perspectiva de análisis de Henry Kissinger, este hecho venia a ratificar
la teoría propuesta por Kennan en 1946, acerca de la necesidad de que Estados Unidos mostrara una actitud
de contención frente a las fuerzas comunistas y frente a la URSS, hasta que ésta hubiere experimentado un
cambio radical en sus estructuras internas. Teniendo presente lo anterior, se puede afirmar que la Guerra Fría
termina durante los gobiernos de Ronald Reagan y Mijaíl Gorvachov, pues entre 1985 y 1989 el ambiente de
tensión y crisis intermitentes, característicos de la Guerra Fría, dan paso a un tipo de relaciones internacionales
basados en la búsqueda del entendimiento.
En definitiva, fue el fracaso de las reformas de Gorbachov y las revoluciones democráticas en Europa del Este
las que llevaron al colapso del bloque soviético, el cual, a su vez, también se desintegraba intestinalmente, ya
que las aspiraciones separatistas de las Repúblicas se habían comenzado a manifestar a través de las
demandas de “democracia” y “autodeterminación nacional”. Como señala Robert Service, en algunos casos
como en los países bálticos (Estonia, Letonia, Lituania), estas demandas respondían a un compromiso con esos
valores, pero en la mayor parte de las demás repúblicas, esas demandas no eran más que el intento de las elit
locales del Partido Comunista por mantener el poder. Declarando la independencia esperaban aislar a sus
respectivas repúblicas de la injerencia cotidiana de Moscú.[47]
La Guerra Fría terminó antes que la URSS conociera su fin. No obstante, sólo fue evidente cuando uno de los
contendientes había dejado de existir. La Guerra Fría terminó por estocadas sucesivas. Los engranajes se
fueron deteniendo y lo que empezó con una retórica pacifista, continuó con anuncios concretos como el discurso
de Gorvachov ante la ONU, dando a conocer la reducción unilateral de su ejército y la retirada del mismo de
Europa del Este, prosiguió con una serie de gestos diplomáticos a partir de los cuales el acercamiento hacia
occidente fue quedando en evidencia.[48] La sentencia de muerte de la Guerra Fría fue declarada por
Gorvachov y Bush. No obstante, a este último sólo le correspondió dar la estocada final a un ente moribundo.
El 8 diciembre de 1991 en los acuerdos de Minsk (Capital bielorusa) se decretó la muerte de uno de los
contendientes de la Guerra Fría, declarando solemnemente que “Nosotros las Repúblicas de Bielorrusia, la
Federación Rusa (RSFSR) y Ucrania como Estados fundadores de la URSS, firmantes del tratado de la Unión
de 1922, en lo sucesivo denominadas altas partes contratantes, constatamos que la URSS como sujeto de
derecho Internacional y realidad geopolítica, deja de existir”.[49] Tras el derrumbe soviético sólo quedaba en
pie el enorme imperio norteamericano. Desde este punto de vista es legítimo afirmar que el ganador de esta
peculiar Guerra fue EEUU.
La Guerra Fría había terminado. En un proceso enormemente rápido la URSS y los EE.UU. pusieron fin al largo
enfrentamiento que habían iniciado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Ahora bien, en el proceso de
finalización de la Guerra Fría, uno de los actores sucumbió y se desintegró, dejado a su oponente en calidad
de única gran superpotencia. Este es el tema desarrollado por el Historiador Británico Eric Hobsbawm, en su
artículo publicado en Le Monde Diplomatique “Después de Ganar la Guerra”, en el que afirma: “Efectivamente,
el colapso de la Unión Soviética dejó a los Estados Unidos como el único superpoder, que ningún otro poder
podía o quería desafiar”.[50] Con la desintegración de la Unión Soviética se confirmó el fin de la Guerra Fría.
De este modo, el peculiar conflicto que caracterizó el desenvolvimiento de las Relaciones Internacionales
durante 45 años tocaba su fin con la caída de uno de sus contendientes. El colapso de uno de sus protagonistas,
dio paso a un mundo liderado indiscutiblemente por Estados Unidos, en calidad de superpotencia económica y
militar.
Insolubles diferencias de los modelos políticos y económicos auspiciados por cada uno de los contendientes
(capitalismo y democracia liberal v/s socialismo y democracia popular)
Manifestación de las hostilidades a partir del apoyo económico y militar a terceros países. Peligro atómico como
factor fundamental para no arriesgarse a sostener una guerra directa.

Eric Hobsbawm "Vista Panorámica del siglo XX"

La destrucción del pasado, o más bien los mecanismos sociales que vinculan la experincia contemporanes del
individuo con las generaciones anteriores, es uno de los fenómenos más característicos y extraños del siglo
XX. La mayor parte de los jóvenes de este final del siglo XX crecen en una suerte de presente permanente sin
relación con el pasado del tiempo en el que viven.

Estamos acostumbrados a concebir la economía industrial moderna en función de dos opuestos, el


capitalismo y el socialismo. El mundo que ha sobrevivido a la revolución de octubre ( ) es un mundo cuyas
instituciones y ppios básicos cobraron forma por obra de quienes se alinearon en el bando de los vencedores
(capitalismo) en la 2º guerra mundial, los del bando perdedor no sólo fueron silenciados sino que además
fueron borrados de la historia, excepto por su papel de enemigos.

Eric Hobsbawm denomina al siglo XX corto a los años transcurridos desde el estallido de la 1º guerra
mundial hasta el hundimiento de la URSS.

A una época de catástrofes que se extiende 1914 hasta el fin de la 2º guerra mundial, siguió un periodo de
extraordinario crecimiento económico y transformación social que transformó a la soc. humana. Esto es
denominado EDAD DE ORO.

Cuando el decenio de 1980 dio paso a el de 1990, la última parte del siglo, fue una era de descomposición, de
incertidumbre y crisis para vastas zonas del mundo, como ser Africa, la ex URSS y los países socialistas
Europeos. El siglo XX conoció una fugaz edad de oro en el camino de una a otra crisis, hacia un futuro
desconocido y problemático.

El siglo XX corto, comienza con la 1º GM que marcó el derrumbe de la soc. occidental del siglo XIX, la cual
era capitalista desde el punto de vista económico, liberal en su estructura jurídica y constitucional, burguesa x
su clase hegemónica y brillante por los avances alcanzados en el ámbito de la ciencia, el conocimiento y la
educación. Además estaba profundamente convencida de la posición central de Europa, cuna de revoluciones
científicas, artística, política e industrial cuya economía había extendido su influencia a una gran parte del
mundo, que sus ejércitos habían conquistado, cuya población había crecido formando una 3º parte de la raza
humana y cuyos principales estados constituían el sistema de política mundial.

Los decenios transcurridos dsd la 1º GM y sus cuarenta años sucesores, fueron una época de catástrofes
para esta sociedad, cuyos cimientos quedaron quebrantados.

En efecto, se desencadenó una crisis económica mundial de una profundidad sin precedentes que parecía
poner fin a la economía mundial. Incluso los EE.UU que no habían sido afectados x la guerra parecían estar al
borde del colapso. Mientras la econ. se tambaleaba, las instituciones de la democracia liberal prácticamente
desaparecieron entre 1917 y 1942, excepto x una pequeña franja de Europa y algunas partes de América
Latina, donde avanzaban el fascismo y sus movimientos y regimenes autoritarios satélites. Sólo la alianza del
capitalismo y el comunismo contra el fascismo (1930 a 1940), permitieron salvar la democracia pues la victoria
de Hitler sobre Alemania fue gracias al ejército rojo. Excepto por ese breve periodo de unión, la relación del
capitalismo y comunismo estuvo caracterizada por un antagonismo irreconciliable.

Ahora el capitalismo luego de sobrevivir al triple reto de la depresión, el fascismo y la guerra, tendría que
hacer frente a la URSS, que había surgido como superpotencia luego de la 2º GM.
También se debe señalar que en la tercer cuarta parte del siglo, se terminó con 7 u 8 milenios de historia
humana gracias a las guerras.

Aunque el hundimiento del socialismo fue el acontecimiento más destacado pasada la edad de oro, la crisis
afectó a todo el mundo en formas y grados distintos, independientemente de sus configuraciones políticas,
económicas y sociales, ya que la edad de oro había creado por primera vez en la historia, una economía
mundial universal cada vez más integrada y cuyo funcionamiento transcendía las fronteras de las ideologías
estatales.

Eric Hobsbawm nombra una segunda EDAD DE ORO, pero en este caso caracterizada por el periodo que va
desde 1947 a 1973, en el cual para sorpresa de todos el capitalismo presento un crecimiento sin precedentes
tal vez anómalo. La escala y el impacto de la transformación económica, social y cultural que se produjo en
esos años, fue la mayor, la más rápida y decisiva que existe registro en la historia.

En los años setenta, los problemas se vieron sólo como una pausa temporal al gran salto adelante de la
economía mundial, y los sistemas económicos y políticos trataron de aplicar soluciones temporales, pero se
ingresó en un período de dificultades duraderas contra las cuales los países capitalistas buscaron soluciones
radicales basadas en nuevas políticas, diferentes a las utilizadas durante la edad de oro, las cuales no serían
útiles en este momento.

Pero nuevamente en el decenio de 1980 y los primeros años de los '90, presentaron un nuevo período
de crisis económicas, el desempleo masivo, graves depresiones cíclicas y el enfrentamiento cada vez más
fuerte de las clases bajas contra las altas; los países socialistas, en los cuales las economías eran frágiles y
vulnerables, se vieron abocados a una ruptura que llevaría al hundimiento de la URSS, con lo cual finalizaría
el siglo XX corto.

En el comienzo de los años 90 la crisis no era sólo económica, sino tmb, política. Las tensiones generadas
por la economía socavaron los sistemas políticos democráticos, parlamentarios y presidencialistas, al igual
que a los sistemas políticos del 3º mundo, los estado-nación, los cuales resultaron desgarrados por las
fuerzas de la economía transnacional y por las fuerzas infranacionales de las regiones étnicas secionistas.

Más evidente aún era la crisis moral y social, la cual no era sólo una crisis de ppios de la civilización moderna,
sino también de las estructuras históricas de las relaciones humanas que la soc. moderna había heredado del
pasado pre-industrial y pre-capitalista las cuales habían permitido su funcionamiento.

Paralelismo entre el mundo de 1914 y el mundo de los '90

- Se cuenta con 5 o 6 millones de seres humanos más que al comenzar la 1º GM.

- El mundo es incomparablemente más rico de lo que ha sido nunca, en lo que respecta a su capacidad de
producir bienes y servicios.

- Durante algunas décadas parecía que se había encontrado la manera de distribuir de los países más ricos,
una parte de tan enorme riqueza, pero al terminar el siglo predomina de nuevo la desigualdad.

- La humanidad es mucho más instruida que en 1914.

- A diferencia del siglo XIX largo, el período de progreso material, intelectual y moral casi ininterrumpido,
desde 1914 se ha registrado un retroceso desde los niveles que se consideraban normales en los países
desarrollados y en las capas medias de la población.

- Se ha vuelto un elemento normal de seguridad de los estados desde 1914, la tortura o incluso el asesinato,
los cuales habían sido abolidos en la década de 1780.

- Existen 3 aspectos que diferencian el mundo de finales del siglo XX con el de 1914:
*Ya no es euro céntrico. A lo largo del siglo se ha producido la decadencia y la caída de Europa que al
comenzar el siglo era el centro incuestionado de poder, de riqueza, de inteligencia y de civilización occidental.

*Entre 1914 y 1990 el mundo avanzó notablemente en el camino que ha de convertirlo en una única unidad
operativa, lo que era imposible en 1914. El mundo es ahora la ppal unidad operativa y las antiguas unidades
como las economías nacionales definidas x una política de los estados territoriales han quedado reducidas a
la complicación de las actividades transnacionales. Este estadio alcanzado en 1990 es la aldea global. La
característica más destacada de finales del siglo XX es la incapacidad de las instituciones públicas y del
comportamiento colectivo de los seres humanos de estar a la altura de ese acelerado proceso de
mundialización.

*La desintegración de las antiguas pautas por las que se regían las relaciones sociales y con ella la ruptura de
los vínculos gerenacionales, es decir, entre el pasado y el presente. Esto es evidente en los países más
desarrollados del capitalismo accidental en los que han alcanzado una posición preponderante los valores del
individualismo asocial absoluto. Estas tendencias existen en todas partes x la erosión de las sociedades y las
religiones tradicionales y por la destrucción de las sociedades del "socialismo real"

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