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EL QUESO Y LOS GUSANOS

El queso y los gusanos, es una obra escrita por Carlo Ginzburg, historiador y doctor en
letras por la universidad de Pisa. En este libro destaca su trabajo de la microhistoria, que
consiste en un estudio de un análisis detallado de un acontecimiento, un personaje o un
fenómeno pasado, para obtener estudios veridicos, ya que los datos del pasado llegan al
presente de forma manipulada por ser escritos por alguien vinculado a una cultura
dominante. El autor pretende reconstruir la cultura popular estableciendo un discurso
alternativo a las mentiras de la sociedad establecida. La historia del personaje principal,
representa las características de todo un estrato social en un determinado, en este caso,
la Edad Medía.

Centrándonos un poco más en el personaje principal, el libro narra la historia de


Domenico Scandella o también conocido como Menocchio, que vivía en Pordenonde,
Italia, durante el siglo XVI. Era un molinero de clase popular, que sabía leer y escribir,
lo cual ya llamaba la atención, puesto que eso solo era una enseñanza para las clases
más adineradas. Esto empezó a molestar a los eclesiásticos, pero no solo por esta
habilidad, sino también, porque comenzó a adquirir conocimientos y a razonar sobre la
forma en la que la iglesia estaba implantada en la sociedad y sus dogmas equivocados.

La iglesia conformaba un gran papel en aquella época ya que lo invadía todo y seguir
los ideales estrictos del cristianismo era una obligación para la población. Sin embargo,
el racionalismo estaba empezando a brotar por aquellos tiempos y las viejas realidades
del mundo se derrumbaban con acontecimientos como el descubrimiento de américa, las
guerras de religión y el islamismo.

De este modo Menocchio se interesó por leer libros e interesarse por los dogmas
eclesiásticos. De las lecturas que realizaba, él mismo creaba su propia cosmología. Su
principal objetivo era denunciar la opresión que ejercían los ricos sobre los pobres y
exigía a la iglesia que abandonara sus privilegios, ya que no eran gente diferente a los
plebeyos, todos tenían el espíritu de Dios y todos podían exponer sus propias verdades
fe. Debido a esto, Menocchio declaró algunas de sus conclusiones como que rechazaba
la divinidad de Cristo, la validez de los sacramentos, afirmaba la equivalencia de las

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distintas y cuestionaba la virginidad de María. Indudablemente, estas ideas promovieron
la actuación de los inquisidores, siendo incapaces de sostener sus dogmas y fue
condenado a muerte y quemado en la hoguera por ser acusado de herejía y blasfemia.

Además de relatar la peripecia de Menocchio, Ginzburg desarrolla en El queso y los


gusanos, una hipótesis sobre la cultura popular en la Edad Media a partir del caso del
molinero italiano. A partir del pensamiento de Menocchio, que negaba que Dios hubiese
creado el mundo y creía que este había sido puramente una invención de los humanos,
Ginzburg siempre remarcó que el protagonista poseía una mentalidad campesina
interrelacionada con los argumentos que extraía de los libros y por tanto algunas ideas
podían estar interpretadas de manera errónea o había sacado conclusiones muy
apresuradas y atrevidas. Aunque realmente estas ideas no pueden explicarse únicamente
a partir de las posibles influencias como el luteranismo o el islamismo, sino que deben
insertarse en el contexto de una cultura popular con escasos recursos. Por eso, Ginzburg
señala que su método de aproximación a la lectura, sus afirmaciones retorcidas y
laboriosas son signo inequívoco de una reelaboración original, que, sin embargo, no
procedía del vacío, pues en ella confluyen, en modos y formas todavía por precisar,
corrientes doctas y corrientes populares.

Leyendo este libro se podría decir, que todas las clases sociales, tanto las dominantes
como las dominadas, tienen una historia que contar. En este caso, Menocchio quiso ser
diferente a los demás, dando a entender que a pesar de su baja condición social también
podía aprender. Uso más la razón que la fe y eso le convirtió en una amenaza, un
incomprendido, siendo muy adelantado para su tiempo.

Es muy importante referirse a los problemas asociados a la usurpación del pasado, es


decir, la transformación del orden social, toma forma si consideramos que en las
sociedades feudales tienden a enmascarar los cambios en su beneficio, para resaltar los
cargos y hazañas de los más poderosos. Por eso es tan importante el uso de la micro-
historia, ya que desde el punto de vista antropológico interesa averiguar y estudiar datos
verídicos sobre una tribu en concreto, sin que haya sido manipulada desde el punto de
vista histórico. La dinámica social queda proscrita a una distinción de clases en cuanto a
su patrimonio cultural y también las particularidades analizadas por el autor donde se
destaca de a retazos una filosofía general o la mentalidad de determinada comunidad.

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Guinzburg plantea una mirada sobre los parámetros en los que se constituyó esta
cultura, reflejado en el discurso de Menocchio, que plantea una serie de marcas y
huellas, que vuelven a proyectar el problema del saber cultural y su recepción en la
sociedad.

En este sentido, la idea de difusión cultural sea errónea, ya que tenemos documentada la
percepción y la lectura que un molinero del siglo XVI. Se plantea el análisis histórico en
constante movimiento y cambio de perspectivas, no en torno a la creación de una
auténtica cultura popular separada de la hegemónica, sino un planteamiento que
abandone toda rigurosidad determinista o procesos históricos, que no fueron resueltos
bajo las condiciones socio- políticas de un determinado contexto.

El trabajo de Guinzburg está repleto de sugerencias metodológicas, que aluden a un


retorno de la historia narrativa. Además, induce a una vuelta al trabajo documental por
parte del historiador, alejado de sus teóricos estudiosos, que pueden constituir
impedimentos para el tratamiento de dicha búsqueda por el saber del pasado.

Para finalizar, se puede añadir que tanto las clases dominantes como las dominadas
tienen algo que aportar para el aprendizaje y el estudio social de la vida de nuestros
antepasados. Menocchio quiso marcar la diferencia dando a entender que a pesar de su
baja condición social también podía aprender y aportar su opinión sobre la religión. Se
arriesgó a pensar por sí mismo, a pesar de que le costó la muerte. Se puede palpar en el
libro la opresión por parte de las clases dominantes, como el clero, que evitaban que la
plebe pensara abiertamente y se atreviera a cuestionar los dogmas religiosos. Así pues,
estipulaban que las clases bajas, solo servían para trabajar como borregos sin poder
cuestionar el poder de las clases altas. Por ello, parte de la historia ha llegado
manipulada hasta nuestros días, manipulada por los poderosos, que eran los únicos que
podían ser escuchados.

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