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La diferencia que existe entre los títulos exigidos para el inicio de cada uno de
estos procesos, en lo que se refiere a la intensidad probatoria del crédito contenida en
aquellos, es lo que determina las diferencias que existen entre los mismos. Así, las
diferencias que existen en cuanto a la limitación de las posibilidades de defensa del
demandado, limitación que afecta a la posibilidad de excepcionar y, también, las dife-
rencias en lo que se refiere a las limitaciones probatorias, más intensas en el juicio
ejecutivo y menos en el monitorio, sin olvidar las que puedan darse en lo que se refiere a
la eficacia que tiene la sentencia que se dicte en estos procesos si se tramitan con
oposición.
35.I. EL JUICIO EJECUTIVO:
A) LA DISTINCIÓN ENTRE OPOSICIÓN A LA EJECUCIÓN Y JUICIO
EJECUTIVO.
La L.E.C. regula en el capítulo IV del Título I del Libro III, dedicado a la ejecu-
ción forzosa, lo que denomina "oposición a la ejecución e impugnación de los actos de
ejecución contrarios a la Ley o al título ejecutivo". En realidad, en los arts. 556-564 se
regulan, además de las impugnaciones que se puedan presentar contra los actos eje-
cutorios, dos distintas llamadas oposiciones a la ejecución: la oposición a la ejecución de
sentencias o de resoluciones judiciales o arbitrales de condena, o actos judiciales
asimilados a las mismas, (art. 556.1) y las llamadas oposiciones a las "ejecuciones"
iniciadas en base a alguno de los títulos que están incluidos en el art. 517.2, 4° - 9° (arts.
556.3 y 557).
En el caso contemplado en el art. 556. 1 y 2, estamos ante una verdadera opo-
sición a la ejecución, en cambio, en los supuestos contemplados en el art. 556.3 y 557 no
hay en realidad un incidente de oposición a la ejecución, sino procesos declarativos
sumarios especiales que tienden precisamente a la obtención de un título de ejecución,
que será objeto, tras la terminación del proceso, de ejecución procesal.
Dicha conclusión se fundamenta en los siguientes argumentos:
A) Cuando se despacha ejecución (art. 551 y concordantes) en base a títulos
judiciales o asimilados (art. 517.2.1°, 2° y 3°), el trámite regulado en el art. 556.1 y 2 es
una verdadera oposición a la ejecución. Dicha oposición a la ejecución se reduce, en el
fondo, a la alegación de pago o cumplimiento de lo ordenado en la sentencia, lo que hará
imposible la ejecución. La oposición también se podrá fundamentar en la caducidad de la
acción ejecutiva, así como, en la existencia de una relación jurídica obligacional novada.
La limitación de la oposición a estas tres posibilidades está motivada por le hecho
de que los títulos que llevan aparejada la ejecución en estos casos, contienen verdaderas
declaraciones judiciales o similares del derecho de obligación y no son, como en los
demás casos, títulos que reflejan, con más o menos intensidad, una apariencia de derecho
de crédito.
A dichos efectos, la oposición es un verdadero incidente en el proceso de eje-
cución. Incidente que está dirigido a evitar los actos ejecutivos que tienden al cumpli-
miento de lo establecido en la sentencia o resolución judicial o extrajudicial asimilada a
ella. Dicha oposición va dirigida a evitar la actividad ejecutiva del Estado, pero sin que
ello supongan poner en cuestión la declaración de derechos y condena contenidas en el
título.
Si el despacho de ejecución se produce en base a títulos que no son judiciales ni
asimilados a los mismos (art. 517.2, 4°, 5°, 6°, 7° y 9°), o títulos que lo son, como es el
caso del art. 517.2.8°, la oposición que es posible plantear, en nada se parece a la referida
anteriormente, pues con ella se produce una verdadera discusión jurídica sobre el derecho
que contiene o refleja el título, sobre su existencia o incluso sobre su nacimiento válido.
En estos casos, no estamos ante una oposición a la ejecución sino ante un proceso que
tiende a la "declaración con condena" de una obligación reflejada en un título que será
indiscutible: auto ordenando seguir adelante la ejecución (art. 561).
Tanto las excepciones que se pueden plantear en el supuesto del art. 517.2.8° (las
establecidas en el art. 556.3), como las que se pueden oponer en los supuestos del art.
417.2.4°, 5°, 6°, 7° y 9° (las establecidas en el art. 557.1), así como las que encierran el
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art. 559.1.3°, se refieren a cuestiones jurídicas y tácticas que afectan a la esencia misma
del derecho que contiene y refleja el título que dio lugar al auto despachando ejecución e
impiden, hasta tanto no se resuelvan, cualquier ejecución que siempre tiene que partir de
un derecho declarado, incuestionable o incuestionado.
B) A esta misma conclusión ha de llegarse, si se analiza lo establecido tanto en los arts.
556.2 y 3, 557.2 (en los que se establece que cuando se formula "oposición" a la llamada
ejecución de los títulos que están recogidos en el art. 517.2.4°-9°, se suspenderá el curso
de la ejecución); y lo dispuesto en el art. 553, 554 y 581.
De este modo, cuando se despache ejecución en base a dichos títulos el órgano
judicial inicia un proceso declarativo sumario con predominante función ejecutiva, con
un desarrollo distinto según las circunstancias. Así, si el deudor paga tras la notificación
del auto despachando ejecución se conseguirá el fin pretendido. Si, en cambio, no paga,
el juez embargará sus bienes para responder de la deuda y costas. El deudor, sin
limitación de tiempo alguno (art. 553.2), puede oponerse a que se inicie o siga el proceso
de ejecución, o puede admitirlo, no oponiéndose. Cuando se oponga, alegando los
mecanismos del art. 556.3 y siguientes, se discutirá sobre la existencia, validez y eficacia
del derecho contenido en el título, en cuyo caso se suspenderá el curso de la ejecución
(art. 556.3 y 557.2), y por eso en los supuestos de títulos contemplados en el art.
517.2.1°, 2° y 3° establece la Ley que no se suspenderá el curso de la ejecución (art.
556.2). De este modo, el planteamiento de la oposición determina la necesidad de
determinar si existe o no el derecho de crédito cuya tutela se pretende. El auto ordenando
seguir la ejecución (art. 561.1.1°) es una verdadera resolución de condena, que es, sin
duda, la que se ejecuta.
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2. REQUISITOS DE LA DEUDA CONTENIDA EN LOS TÍTULOS EJECUTIVOS.
Dichos títulos ejecutivos deben de reflejar una deuda vencida, líquida y superior a
50.000 pesetas, (art. 520).
A) VENCIDA.
Al ser el juicio ejecutivo un proceso declarativo con predominante función eje-
cutiva, el requisito del vencimiento es totalmente imprescindible. La ejecución que se
pretende conseguir de forma sumaria y abreviada, no sería posible si la deuda no es-
tuviera vencida o no fuera exigible.
El vencimiento es consustancial al propio proceso que empieza, necesariamente,
por el requerimiento de pago que implica una obligación exigible por estar vencida. De
este modo, no existe la posibilidad de pedir en el juicio ejecutivo una sentencia
meramente declarativa.
B) LIQUIDA O DETERMINADA.
Se requiere que la obligación sea líquida o liquidable, aunque en estos últimos
casos se limitan legalmente a las obligaciones de entregar una suma de dinero o a las de
entregar cosas o deudas en especie, siempre que sean computables a dinero.
De este modo, no podrán ser objeto de tutela en el juicio ejecutivo los derechos de
obligaciones de hacer, no hacer determinada actividad o de entregar cosa específica. Ello
es así, porque la conversión en dinero se hace siempre tras la sentencia de condena, y
sólo como consecuencia de la obligación de indemnizar los daños y perjuicios que se
derivan de la falta de cumplimiento voluntario de la sentencia.
Una deuda es líquida cuando se cuantifica o se expresa en una suma determinada
de dinero (art. 572. 1). En este sentido, son líquidas las obligaciones de entregar una
determinada suma en moneda de curso legal o en moneda extranjera. En estos casos, la
convertibilidad de la moneda extranjera a la nacional, así como el procedimiento de
conversión determinado, nada tiene que ver con la liquidación de la obligación.
C) LIQUIDABLE POR LOS PROCEDIMIENTOS ESTABLECIDOS EN LA L.E.C..
SUPUESTOS:
La Ley determina que cuando los títulos ejecutivos contengan deudas no líquidas
sólo podrán acceder al juicio ejecutivo sin son liquidables por los procedimientos
establecidos en los artículos 572.2, 573 y 574, o son obligaciones de entregar cosas o
deudas en especie objetivamente computables en dinero.
1. Obligaciones ¡líquidas pero liquidables de entregar sumas de dinero por los proce-
dimientos establecidos en el art. 572.2 y siguientes.
La Ley se refiere a las obligaciones de entregar una suma de dinero, ilíquida o no
determinada, que se reflejen en escritura pública o en póliza intervenida (art. 572). Los
supuestos a los que se refiere la Ley, son las pólizas de préstamos, las de crédito y las
llamadas hipotecas de máximo que garantizan el saldo de cuentas corrientes abiertas
entre comerciantes.
En este caso la liquidación de la obligación, por esencia ilíquida, se hace por el
acreedor en la forma convenida en el título. La ley exige que con la demanda se aporte la
liquidación, que irá acompañada del documento o documentos en los que se recoja el
saldo, el extracto de las partidas de abono y cargo y las correspondientes a la aplicación
de intereses. Ello significa, que no basta con presentar la liquidación, sino que se requiere
aportar el soporte documental y contable de dicha liquidación (art. 573.1.1°), siendo
potestativo acompañar aquellos documentos que se consideren necesarios para acreditar
las partidas que se reclaman.
Como así determina el art. 573.1.2°, la liquidación se acompañará de un do-
cumento fehaciente que acredite haberse practicado en la forma pactada por las partes en
el título. Dicha acreditación a de proceder de una persona ajena al ejecutante y que posea
los conocimientos técnicos suficientes para poder llevarla a cabo. Fuera de dicho
supuesto, no cabrá sostener que la certificación acredita, pues será solo una afirmación
proveniente de parte interesada.
En la práctica, son los corredores de comercio quienes examinan la liquidación
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efectuada por el acreedor y acreditan de forma fehaciente que dicha liquidación se ha
llevado a cabo siguiendo las pautas establecidas de común acuerdo por las partes.
De igual modo, se requiere que las partes hayan pactado un proceso de liqui-
dación, lo que significa concretar en la póliza o en la escritura los actos que son nece-
sarios para que se produzca la misma. Se requiere que la liquidación la efectúe el
ejecutante, pues no cabe acuerdo de las partes por la que ésta se asigne a un tercero o al
deudor. De igual forma, el ejecutante deberá de presentar la liquidación en un documento
fehaciente del que se deduzca que la liquidación se ha practicado en la forma pactada y
que el resultado de la misma coincide con los libros del acreedor.
La nueva ley permite que las pólizas o escrituras no sean otorgadas de modo
exclusivo por un acreedor que sea entidad financiera o de crédito (como sucedía con la
L.E.C. anterior), sino que se amplía la posibilidad de poder acudir al proceso ejecutivo a
cualquier acreedor que sea comerciante y que tenga su relación jurídica de crédito con
tercera persona documentada en pólizas mercantiles o escrituras públicas.
El proceso de liquidación analizado es además aplicable, no sólo a las pólizas de
crédito sino, también, a cualquier otro supuesto en que se reclame un saldo que provenga
de un préstamo en el que se hubiere pactado interés variable, o a otros supuestos en los
que la cantidad reclamada provenga de un préstamo o crédito en el que sea preciso
ajustar paridades de distintas monedas y sus respectivos tipos de interés.
2. Obligaciones de entregar cosas u obligaciones en especie objetivamente computables
en dinero.
Se admite el proceso ejecutivo para la protección del derecho de crédito a en-
tregar cosa o especie de cosas que se puedan contar, pesar o medir y que se puedan
computar en dinero con simples operaciones aritméticas. La liquidación en estos casos, se
hará, en primer lugar, de acuerdo con el precio que se haya podido establecer en el
contrato; y, en su defecto, de acuerdo con el precio que tengan en el mercado las cosas
debidas, si éste es un mercado en el que se fije un precio oficial (art. 635).
1. LA COMPETENCIA.
Como así determina el art. 545.3 es competente para los llamados juicios eje-
cutivos el Juzgado de Primera Instancia del lugar que corresponda con arreglo a lo
dispuesto en los arts. 50 y 51. (Recordar que dichos preceptos indican el fuero general de
las personas físicas, de las personas jurídicas de los entes sin personalidad, siendo el
fuero general el domicilio de, y, en su defecto, los supletorios regulados por dichas
normas). Igualmente, cuando se trata de un empresario o profesional el fuero general lo
es también el lugar donde desarrolle su actividad o cualquiera de sus establecimientos.
A elección del actor, también es competente el Juzgado de Primera Instancia del
lugar del cumplimiento de la obligación, según título, o el del lugar en que se encuentren
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bienes del demandado que puedan ser embargados. Si fuera varios demandados, el actor
podrá presentar a su elección, la demanda ante cualquiera de los jueces del lugar del
domicilio de cualquiera de ellos.
Ha de señalarse que pueden no coincidir el domicilio y el lugar de pago. En el
caso que se demande en el lugar de cumplimiento según título, y éste no coincida con el
domicilio del deudor, el juez deberá emplazar inexcusablemente en el domicilio del
demandado.
Cuando la competencia corresponda al juez donde se encuentren los bienes objeto
de embargo, tal atribución impedirá que dicho juez pueda embargar bienes situados fuera
de su territorio.
La competencia territorial es absoluta y fuera de la disposición de las partes, pues
el art. 546 L.E.C. determina que el juez deberá apreciar de oficio su competencia
territorial absteniéndose de conocer en el supuesto que no fuera competente.
Cuando el juez considere que es incompetente territorialmente, dictará auto
declarando su incompetencia y se abstendrá de conocer, indicando al demandante el
tribunal ante el que deberá de presentar la demanda ejecutiva. Dicho auto es recurrible en
reposición, y posteriormente, en apelación sin citación del demandado quien no será
emplazado (también será directamente recurrible en apelación). El momento preclusivo
para revisar la competencia es el del auto despachando ejecución.
La cuestión de competencia se podrá plantear a instancia de parte después de
despachar ejecución. En este sentido, el art. 547 determina que el ejecutado podrá
impugnar la competencia del órgano judicial proponiendo declinatoria dentro de los cinco
días siguientes a aquel en que reciba la primera notificación del proceso de ejecución.
Declarada la incompetencia del juez de primera instancia por auto, éste podrá ser
revisado por la Audiencia, dando lugar a despacho de ejecución, si es que se cumplen el
resto de los requisitos de los arts. 517 y 520. En ese proceso iniciado de esa manera,
puede el demandado oponer la declinatoria que deberá ser resuelta, de nuevo, por el juez
que en un principio se declaró incompetente, permitiéndose por la ley una duplicidad de
resoluciones sobre una misma cuestión y en la misma instancia. En dicho supuesto, el
demandado no está afectado por la declaración de incompetencia que se hizo en su
ausencia y, en consecuencia, el juez podrá incluso declararse de nuevo incompetente,
dando lugar a una clara distorsión en el procedimiento.
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pago voluntario de sus obligaciones según título.
El requerimiento de pago es además una muestra de la diferencia que existe entre
el título ejecutivo y los verdaderos títulos de ejecución, pues la actividad del Estado en el
proceso de ejecución se pone en marcha en base a los títulos de ejecución sin necesidad
de requerimiento de pago; por el contrario, la actividad declarativa del juez se pone en
marcha con un título ejecutivo que exige de forma previa o posterior al requerimiento de
pago (arts. 580 y 581).
Dicho requerimiento se efectuará en el domicilio del deudor que figure en el
título, sin perjuicio de que pueda, de igual modo, realizarse en cualquier lugar en el que,
incluso de forma accidental, el ejecutado pudiera ser hallado (art. 582).
El requerimiento no será necesario cuando se desconozca el domicilio del deudor
o se ignore su paradero, pudiéndose entonces practicar los embargos a instancia del
ejecutante, todo ello sin perjuicio de que se practiquen los actos de comunicación
mediante entrega de cédula o la utilización de edictos (art. 582).
El auto despachando ejecución no es recurrible, aunque el demandado, sin plazo
perentorio, podrá personarse en el proceso para oponerse al mismo (arts. 551.2 y 553.2).
El auto que deniegue el despacho de ejecución, podrá ser recurrido directamente en
apelación, aunque nada impide que previamente se pueda recurrir en reposición.
3. POSICIONES DEL DEMANDADO FRENTE AL REQUERIMIENTO DE
PAGO Y AUTO DESPACHANDO EJECUCIÓN.
El deudor podrá adoptar una de estas tres posiciones: pagar, consignar para
oponerse, y no pagar, con oposición o sin ella.
A) PAGAR:
El art. 538 L.E.C. regula los efectos del pago, por el que se entrega el dinero al
acreedor, se hace pago de las costas causadas y se termina, en la terminología de la Ley,
la ejecución.(lo que en realidad se termina es un expediente de jurisdicción voluntaria,
pues el juez, al requerir de pago, no hace sino completar la eficacia jurídica de los títulos
ejecutivos, que no la tienen sino tras el despacho de ejecución y requerimiento de pago.
Es decir, el juzgado lo que hace es conformar el ordenamiento jurídico, pero no realiza la
menor actividad jurisdiccional, ni declarativa ni ejecutiva. El pago, como es obvio, libera
la obligación y no es necesario el procedimiento.
Cuando lo exigido es el pago en moneda extranjera no existe inconveniente que el
pago en pesetas produzca los mismos efectos que si se paga en la moneda extranjera
pactada, siempre que esté acreditada la convertibilidad en el procedimiento. La
convertibilidad no tiene que acreditarla el demandado, puesto que deberá ser el actor
quien aporte los documentos precisos, de acuerdo con lo establecido en el art. 502, que
demuestren el "qué" y el "quantum" de la convertibilidad. En la práctica, se deberá
suspender la diligencia de embargo hasta tanto el juez no admita el pago en pesetas, o
hasta tanto el acreedor, en su caso, no acepte dicho pago.
4. LA OPOSICIÓN.
El único modo que tiene el demandado de evitar que se inicie el procedimiento de
ejecución (por tanto, que se lleven por el Juzgado actos como el embargo y los
posteriores de avalúo, liquidación y pago al demandante) es oponerse al despacho de
ejecución.
En el juicio ejecutivo el demandado tiene mucho más restringida dicha oposición
que en los procesos ordinarios o en los procesos especiales. Dicha oposición es limitada,
pues la ley determina de forma específica aquellas excepciones concretas de carácter
formal y material, fuera de las cuales es imposible ejercitar el derecho de defensa.
La oposición pone al demandado en la situación de presentar una verdadera
demanda que inicia el trámite de oposición, de modo, que éste no podrá defenderse con
una simple negación de los hechos alegados y derechos pretendidos por el actor. El
demandado deberá de adoptar una posición activa consistente en la alegación de hechos y
fundamentos de derecho que irán dirigidos, normalmente, a negar no tanto el nacimiento
válido del derecho, como la validez y la exigibilidad del mismo.
La oposición, como tal proceso declarativo, se tramita con un escrito de demanda
y de contestación (en la ley se llama escrito de oposición y de impugnación), con la
celebración de una vista, en la que se podrá practicar, con grandes restricciones, prueba
documental y que termina con una resolución en forma de auto que será absolutoria o de
condena.
El demandado podrá oponerse tanto en la forma como en el fondo. No obstante, la
ley no sistematiza adecuadamente las excepciones de forma y las de fonda, incluyendo,
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en el art. 559, que se titula "sustanciación y resolución de la oposición por defectos
procesales", excepciones que no son formales o procesales y que tienen contenido y
naturaleza material.
La L.E.C. regula, de forma desordenada, dos grupos de posibles excepciones que
pueden oponerse al auto despachando ejecución en los supuestos de títulos contenidos en
el art. 517.2.8°, o en los supuestos referentes a los demás títulos que dan inicio al juicio
ejecutivo (art. 517); igualmente, en normas desperdigadas, se establecen otras
excepciones que pueden ser oponibles en supuestos concretos (arts. 558, 572.2, 575.3;
entre otras).
A) Oposición en la forma:
El demandado podrá alegar cualquiera de los presupuestos procesales, estudiados
en su momento, al analizar la contestación a la demanda la audiencia previa al juicio.
De este modo, interpretando lo establecido en el art. 559.2, el demandado podrá
oponer la excepción de falta de personalidad, de capacidad, de falta de poder de
postulación, etc. También podrá alegar la falta de competencia o de jurisdicción, aunque
la Ley requiere, en este caso, que dicha incompetencia se plantee como declinatoria.
Todos los defectos procesales son subsanables, en cuanto su naturaleza permita la
subsanación. En este sentido, el art. 559.2 establece que si el defecto fuera subsanable, se
concederá al actor un plazo de diez días para subsanarlo, en modo tal que si no se
produce la subsanación se dictará una resolución dejando sin efecto el despacho de
ejecución. En todo caso, el actor siempre tiene la posibilidad de formular alegaciones
contra la oposición en la forma que lleve a cabo el demandado deudor.
Cuando el tribunal no aprecie la existencia de defectos procesales, siempre que
sean éstos los únicos defectos y excepciones alegadas, dictará auto desestimando la
oposición en la forma y mandará seguir adelante con la ejecución (art. 559.2).
C) Oposición en el fondo:
El demandado podrá oponer las excepciones de fondo que están recogidas en el
art. 556.3, para los supuestos de títulos ejecutivos (art. 517.2.8°); o las que están
recogidas en el art. 557.1, para los supuestos recogidos en el art. 517.2.4°, 5°, 6°, 7° y 9°.
En ambos supuestos, podrá oponerse la excepción de "plus petitio", regulada en el art.
558 y las reguladas en el art. 559.1.1° y 2°, que son verdaderas excepciones de fondo.
- La excepción de "plus petitio", cuando va acompañada de la puesta a disposi-
ción del Tribunal, para su entrega al actor de la cantidad que se considere debida,
suspende el curso de la ejecución. Produce los mismos efectos que la consignación, con
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la diferencia de que en ésta última no se produce ninguna entrega de dinero al actor, en
cambio, en el supuesto de la "plus petitio" se pone la cantidad que se considere adecuada
a disposición del tribunal, precisamente para que éste la ponga a su vez a disposición del
actor.
En estos casos, la oposición es un verdadero juicio declarativo, en donde el
deudor podrá alegar cuantas excepciones tenga en su mano para demostrar que el actor
está pidiendo más de lo debido; por ejemplo, la compensación parcial, la quita, la
novación parcial, etc.
En los supuestos de deudas ilíquidas provenientes de cuentas corrientes o de
obligaciones con intereses variables, la alegación de la "plus petitio" permitirá, excep-
cionalmente, la práctica de la prueba de peritos (art. 558.2), para concretar si existe o no
"plus petitio".
- Las excepciones recogidas en el art. 559.1 y 2 son de fondo, haciendo referencia
a la cualidad con que el actor reclama o con la que se reclama al demandado.
La excepción de falta de carácter o representación permite que se puedan practicar
pruebas, más allá de la documental, para probar la falta de carácter que se opone.
- Las excepciones recogidas en el art. 556.3 y que hacen referencia a los títulos
regulados en el art. 517.2.8°, introducen en el proceso un amplio conocimiento de
cualquier hecho o acto de exculpación del demandado, por lo que habrá que admitir que
dichas excepciones puedan ser probadas en la vista por cualquier medio de prueba de los
permitidos en la L.E.C. (peritos, testigos, etc.).
- Respecto a las excepciones (art. 557) que se pueden oponer cuando los títulos
son los recogidos en el art. 517.2,4°, 5°, 6°, 7° y 9°; éstas son verdaderos hechos
extintivos o excluyentes, sin que pueda alegar como excepción hechos impeditivos, es
decir, circunstancias que afecten al nacimiento y a la válida existencia de la alegación.
Todas y cada una de la excepciones, salvo la "plus petitio", la prescripción y la caduci-
dad, habrá que probarlas documentalmente, debiéndose observar que la transacción hay,
incluso, que probarla mediante documento público.
1. INTRODUCCIÓN.
Los artículos. 29, 34 y 35 L.E.C. regulan distintos procedimientos para hacer
efectivas las obligaciones que tienen los clientes respecto a los procuradores y abogados.
Son procesos cuya finalidad es la defensa del derecho de crédito siendo, por su
estructura, verdaderos procesos ejecutivos.
1. INTRODUCCIÓN.
Los artículos 66 de la Ley Cambiaria y del Cheque (cuyo texto ha sido modifi-
cado por la L.E.C., y 96 y 153 de la misma norma, establecen que la letra de cambio, el
cheque y el pagaré tienen aparejada ejecución a través del juicio cambiarlo regulado en
los arts. 819-827.
En este caso, estamos ante un proceso establecido para la defensa del crédito,
pero en el que los títulos son exclusivamente la letra de cambio, el cheque y el pagaré que
reúnan los requisitos en la Ley Cambiaría y del Cheque. A dichos títulos la ley les
denomina con todo rigor "títulos ejecutivos".
El juicio cambiarlo es un proceso declarativo especial y sumario, en el sentido de
que el conocimiento del juez está limitado, en el que la posibilidad de defensa del
demandado, de igual modo, está limitada y, por último, porque se produce la inversión de
la posición procesal de las partes, teniendo el demandado la carga de oponerse, sin que
sea suficiente la negación de los hechos (para intentar evitar la ejecución). Tiene además
una función predominantemente ejecutiva pues dicho procedimiento pretende obtener, o
bien, un cumplimiento voluntario de la obligación contenida en el título, o bien, la
obtención de una resolución, de forma sumaria y abreviada, que es de condena que
producirá los efectos de cosa juzgada con reserva de derechos.
2. COMPETENCIA.
Es competente el juez de primera instancia del domicilio del demandado, de-
biéndose entender que se refiere al domicilio que aparece en el título, interpretando el art.
820 y de forma sistemática los arts. 50, 51 y 545.3.
Si existen varios deudores, cuya obligación surja del mismo título, será com-
petente el juez de primera instancia del domicilio de cualquiera de ellos.
En dichos procesos no cabe ni la sumisión tácita ni la sumisión expresa (art.
820.3), tal como ocurre en el título ejecutivo. El tratamiento procesal de la competencia
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debe regularse por las normas correspondientes del juicio ejecutivo; siendo aplicable lo
dispuesto en los arts. 546 y 547.
A) PAGAR.
En este caso, el juez pondrá dicha cantidad a disposición del actor dando fin al
procedimiento. En este caso, el procedimiento se reduce a un expediente de jurisdicción
voluntaria que se ha tramitado sin la presencia del demandado y que cumple una
predominante función ejecutiva a través del cumplimiento voluntario.
B) NO PAGAR.
Si en el plazo señalado para su personación tras el requerimiento, el deudor no se
opone, el juez despachará ejecución precediéndose al embargo de acuerdo con lo que se
establece en los arts. 823.1 y 825.
El despacho de ejecución es una resolución de condena a pagar la cantidad
exigida por el actor; siendo, además, el título de ejecución.
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Al menos en dicho aspecto, el proceso cambiarlo se equipara a los procesos
ordinarios en los que no existen limitaciones en la oposición.
3. COMPETENCIA.
Es competente el juez de primera instancia del domicilio o, en su caso, de resi-
dencia del deudor. Si no es conocido ni el domicilio ni la residencia, es juez competente
el del lugar donde pueda ser hallado el deudor y pueda requerírsele de pago. Cuando se
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trate de deuda a las comunidades de propietarios, la Ley establece, además, el fuero
electivo para el demandante de lugar donde se halle la finca (art. 813). No cabe sumisión
expresa ni tácita (art. 813).
4. EL PROCEDIMIENTO.
A) PETICIÓN INICIAL.
Se inicia con un escrito, que no es demanda en sentido estricto. Deberá de
contener los elementos materiales y formales establecidos en el art. 814: datos de
identificación de acreedor y del deudor, lugar donde pueda ser hallado, en su caso, el
deudor, y lugar donde deba efectuarse el requerimiento en los casos del art. 815.2 (art.
812.2.11). Además el escrito inicial debe solicitar que se requiera de pago al deudor (art.
815.1).
No es necesaria la intervención de abogado y procurador y la solicitud podrá
presentarse en los impresos o formularios que apruebe el Ministerio de Justicia.
5. LA OPOSICIÓN.
La oposición del deudor se concibe, no como una parte del proceso monitorio,
sino como un proceso separado en donde se sigue el litigio. En este sentido, el art. 818.1
determina que, si hay oposición "el asunto" se resuelve definitivamente en el proceso que
corresponda.
El proceso monitorio termina o con el pago (art. 817) o con el despacho de
ejecución (art. 816), aunque, de igual modo, se puede decir, que el litigio sobre la
existencia y exigibilidad del crédito se resuelve en el proceso que corresponda.
Como se observa, la oposición no responde a una regulación coherente. En efecto,
cuando la oposición se debe tramitar a través del juicio verbal (art. 818.2), el juez
convoca a las partes a la vista que está regulada en el art. 443, por lo que el escrito de
oposición cumple con la finalidad que tiene la demanda en el proceso verbal (art. 437).
Cuando, por contra, el crédito reclamado exceda de 500.000 pesetas, la regulación es
muy distinta, pues se concede al solicitante un plazo de un mes, contado desde el día en
que se le traslada el escrito de oposición, para que presente la correspondiente demanda,
en modo tal que si no lo hace se termina el expediente y se condena en costas al acreedor
(art. 818.2)
En verdad, no se entiende cual es la razón de la distinta tramitación de las
oposición así como tampoco la razón de que el escrito de oposición pueda servir de
demanda que da inicio al juicio verbal y no en los supuestos en los que sea necesario
acudir al juicio ordinario.
El deudor, en la oposición, podrá plantear todas las excepciones que quiera,
aunque no podrá limitarse a la mera negación en reclamaciones inferiores a 500.000
pesetas. Las sentencias que se dicten en la oposición producirán los efectos de cosa
juzgada con toda su extensión y amplitud.
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