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TEMA 35.

PROCESOS SUMARIOS PARA LA DEFENSA


DEL CRÉDITO.

INTRODUCCIÓN. PROCESOS PARA LA DEFENSA DEL


CRÉDITO: PROCESOS SUMARIOS CON
PREDOMINANTE
FUNCIÓN EJECUTIVA:
La defensa del tráfico jurídico y del derecho de crédito ha sido la razón histórica
de la regulación a lo largo de los siglos de una serie de procesos, como el monitorio, los
documentarios o cambiarios.
Dichas razones son las que imponen su mantenimiento. De este modo, la nueva
L.E.C. regula, además del proceso monitorio (arts. 812-817), el juicio cambiario (arts.
819-827) y lo que se conoce como "nuevo juicio ejecutivo", regulado en los arts.556 y
siguientes, que formalmente regulan una llamada oposición a la ejecución, y que,
encierran un proceso sumario (por tanto, declarativo especial) con predominante función
ejecutiva, que tiene su expresión más concreta en los arts. 556.3, 557 y concordantes, los
procesos, por último, regulados en los arts. 29, 35 y 35, que podemos decir son ejecutivos
especiales.
La L.E.C. ofrece al acreedor distintos procesos para que éste pueda proteger su
derecho de crédito. El legislador se fija en el medio de documentación del crédito, de
modo que, según sea el documento que contiene el crédito, ofrece un proceso ju-
risdiccional concreto y determinado para proteger el derecho de crédito.
Estos procesos sumarios con predominante función ejecutiva no sólo protegen al
crédito, sino que potencian en la práctica la utilización de unos u otros mecanismos
documentales del crédito, como pueden ser la escritura pública, la letra de cambio o el
simple albarán, por poner sólo tres ejemplos que afectan a la utilización del juicio eje-
cutivo, del juicio cambiarlo o del proceso monitorio.
Dichos procesos son declarativos y sumarios, teniendo una predominante función
ejecutiva.
Son procesos declarativos, porque con ellos se pretende conseguir una resolución
judicial que sea título suficiente para poder iniciar el proceso de ejecución en el que se
alcance la tutela efectiva del derecho de crédito. Son procesos sumarios, porque en ellos
se reducen los trámites propios del proceso declarativo y porque se estructuran bajo el
doble principio de la limitación de los poderes procesales del demandado-deudor y, en
consecuencia, de los poderes de cognición del juez y porque en ellos se puede producir la
inversión de la posición procesal de las partes. De igual modo, son procesos con
predominante función ejecutiva porque en ellos no tanto se busca la decisión o
enjuiciamiento del conflicto cuanto alcanzar la tutela efectiva sumaria mediante la
ejecución procesal o por el cumplimiento voluntario de la obligación, dictándose
sentencia que tiene limitados sus efectos de cosa juzgada, pudiéndose decir que son
sentencias que producen los efectos de cosa juzgada con reserva de derechos.
En términos generales, son procesos que se inician porque el acreedor puede
justificar, con mayor o menor certeza, la existencia del crédito mediante la presentación
de documentos que contienen o expresan una obligación del deudor frente al acreedor. De
este modo, la necesidad de que estos procesos se inicien con demanda acompañada de
uno de estos títulos es pieza absolutamente fundamental. La presentación de dichos
títulos determina que desde el principio se tiene la probabilidad, aunque no la certeza, de
que existe una obligación insatisfecha en la que están perfectamente delimitadas las
personas del acreedor y deudor, que coinciden de forma absoluta con el actor y
demandado. De esta forma, el actor, en los procesos sumarios con predominante función
ejecutiva, no es un actor normal que afirma, sino que aparece, ya desde el principio,
acreditando las afirmaciones jurídicas que hace en su demanda.

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La diferencia que existe entre los títulos exigidos para el inicio de cada uno de
estos procesos, en lo que se refiere a la intensidad probatoria del crédito contenida en
aquellos, es lo que determina las diferencias que existen entre los mismos. Así, las
diferencias que existen en cuanto a la limitación de las posibilidades de defensa del
demandado, limitación que afecta a la posibilidad de excepcionar y, también, las dife-
rencias en lo que se refiere a las limitaciones probatorias, más intensas en el juicio
ejecutivo y menos en el monitorio, sin olvidar las que puedan darse en lo que se refiere a
la eficacia que tiene la sentencia que se dicte en estos procesos si se tramitan con
oposición.
35.I. EL JUICIO EJECUTIVO:
A) LA DISTINCIÓN ENTRE OPOSICIÓN A LA EJECUCIÓN Y JUICIO
EJECUTIVO.
La L.E.C. regula en el capítulo IV del Título I del Libro III, dedicado a la ejecu-
ción forzosa, lo que denomina "oposición a la ejecución e impugnación de los actos de
ejecución contrarios a la Ley o al título ejecutivo". En realidad, en los arts. 556-564 se
regulan, además de las impugnaciones que se puedan presentar contra los actos eje-
cutorios, dos distintas llamadas oposiciones a la ejecución: la oposición a la ejecución de
sentencias o de resoluciones judiciales o arbitrales de condena, o actos judiciales
asimilados a las mismas, (art. 556.1) y las llamadas oposiciones a las "ejecuciones"
iniciadas en base a alguno de los títulos que están incluidos en el art. 517.2, 4° - 9° (arts.
556.3 y 557).
En el caso contemplado en el art. 556. 1 y 2, estamos ante una verdadera opo-
sición a la ejecución, en cambio, en los supuestos contemplados en el art. 556.3 y 557 no
hay en realidad un incidente de oposición a la ejecución, sino procesos declarativos
sumarios especiales que tienden precisamente a la obtención de un título de ejecución,
que será objeto, tras la terminación del proceso, de ejecución procesal.
Dicha conclusión se fundamenta en los siguientes argumentos:
A) Cuando se despacha ejecución (art. 551 y concordantes) en base a títulos
judiciales o asimilados (art. 517.2.1°, 2° y 3°), el trámite regulado en el art. 556.1 y 2 es
una verdadera oposición a la ejecución. Dicha oposición a la ejecución se reduce, en el
fondo, a la alegación de pago o cumplimiento de lo ordenado en la sentencia, lo que hará
imposible la ejecución. La oposición también se podrá fundamentar en la caducidad de la
acción ejecutiva, así como, en la existencia de una relación jurídica obligacional novada.
La limitación de la oposición a estas tres posibilidades está motivada por le hecho
de que los títulos que llevan aparejada la ejecución en estos casos, contienen verdaderas
declaraciones judiciales o similares del derecho de obligación y no son, como en los
demás casos, títulos que reflejan, con más o menos intensidad, una apariencia de derecho
de crédito.
A dichos efectos, la oposición es un verdadero incidente en el proceso de eje-
cución. Incidente que está dirigido a evitar los actos ejecutivos que tienden al cumpli-
miento de lo establecido en la sentencia o resolución judicial o extrajudicial asimilada a
ella. Dicha oposición va dirigida a evitar la actividad ejecutiva del Estado, pero sin que
ello supongan poner en cuestión la declaración de derechos y condena contenidas en el
título.
Si el despacho de ejecución se produce en base a títulos que no son judiciales ni
asimilados a los mismos (art. 517.2, 4°, 5°, 6°, 7° y 9°), o títulos que lo son, como es el
caso del art. 517.2.8°, la oposición que es posible plantear, en nada se parece a la referida
anteriormente, pues con ella se produce una verdadera discusión jurídica sobre el derecho
que contiene o refleja el título, sobre su existencia o incluso sobre su nacimiento válido.
En estos casos, no estamos ante una oposición a la ejecución sino ante un proceso que
tiende a la "declaración con condena" de una obligación reflejada en un título que será
indiscutible: auto ordenando seguir adelante la ejecución (art. 561).
Tanto las excepciones que se pueden plantear en el supuesto del art. 517.2.8° (las
establecidas en el art. 556.3), como las que se pueden oponer en los supuestos del art.
417.2.4°, 5°, 6°, 7° y 9° (las establecidas en el art. 557.1), así como las que encierran el
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art. 559.1.3°, se refieren a cuestiones jurídicas y tácticas que afectan a la esencia misma
del derecho que contiene y refleja el título que dio lugar al auto despachando ejecución e
impiden, hasta tanto no se resuelvan, cualquier ejecución que siempre tiene que partir de
un derecho declarado, incuestionable o incuestionado.
B) A esta misma conclusión ha de llegarse, si se analiza lo establecido tanto en los arts.
556.2 y 3, 557.2 (en los que se establece que cuando se formula "oposición" a la llamada
ejecución de los títulos que están recogidos en el art. 517.2.4°-9°, se suspenderá el curso
de la ejecución); y lo dispuesto en el art. 553, 554 y 581.
De este modo, cuando se despache ejecución en base a dichos títulos el órgano
judicial inicia un proceso declarativo sumario con predominante función ejecutiva, con
un desarrollo distinto según las circunstancias. Así, si el deudor paga tras la notificación
del auto despachando ejecución se conseguirá el fin pretendido. Si, en cambio, no paga,
el juez embargará sus bienes para responder de la deuda y costas. El deudor, sin
limitación de tiempo alguno (art. 553.2), puede oponerse a que se inicie o siga el proceso
de ejecución, o puede admitirlo, no oponiéndose. Cuando se oponga, alegando los
mecanismos del art. 556.3 y siguientes, se discutirá sobre la existencia, validez y eficacia
del derecho contenido en el título, en cuyo caso se suspenderá el curso de la ejecución
(art. 556.3 y 557.2), y por eso en los supuestos de títulos contemplados en el art.
517.2.1°, 2° y 3° establece la Ley que no se suspenderá el curso de la ejecución (art.
556.2). De este modo, el planteamiento de la oposición determina la necesidad de
determinar si existe o no el derecho de crédito cuya tutela se pretende. El auto ordenando
seguir la ejecución (art. 561.1.1°) es una verdadera resolución de condena, que es, sin
duda, la que se ejecuta.

B) EL NUEVO JUICIO EJECUTIVO: RAZÓN DE ESTA DENOMINACIÓN.


La regulación del despacho de ejecución, de las posibles causas de oposición en
los supuestos de títulos ejecutivos contenidos en el art. 517.2,4°-9°, su tramitación,
resoluciones y efectos, es sustancialmente similar a la regulación que la derogada L.E.C.
hacía del llamado juicio ejecutivo.
El legislador ha pretendido convertir todos los títulos contenidos en el art. 517 en
verdaderos títulos de ejecución, pero, ha tenido que distinguir entre aquellos procesos que
se inician en base a títulos judiciales o asimilidas y aquellos otros que se inician mediante
otros títulos ejecutivos. Con tales elementos, ha sido inevitable que la regulación legal
establezca ahora un proceso tan parecido al antiguo juicio ejecutivo que por eso lo
denominamos el nuevo juicio ejecutivo.
Las únicas diferencias entre el derogado juicio ejecutivo y el nuevo juicio eje-
cutivo, son las siguientes:
- Tras la notificación del auto despachando ejecución, que puede conllevar
requerimiento de pago o no y requerido de pago, en todo caso, el deudor, éste no tiene
plazo perentorio para presentar la oposición, de modo, que tras el despacho de ejecución,
se puede iniciar una actividad que tiene naturaleza ejecutiva, que continua hasta tanto no
se produce la oposición que la suspende. La oposición puede evitar la actividad ejecutiva
si se produce antes de que se formalicen los embargos.
- Al no existir plazo para la interposición de la oposición, e iniciarse inmediata-
mente la actividad ejecutiva, se suprime la resolución judicial que en el derogado juicio
ejecutivo daba por precluída la posibilidad de oponerse, condenando al deudor al
cumplimiento de la obligación contenida en el título.
Dicha diferencia no determina, en ningún caso, que la oposición pudiera tener el
carácter de incidente de la ejecución.

I. 1. CRÉDITOS TUTELABLES A TRAVÉS DEL JUICIO


EJECUTIVO.
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No todo derecho de crédito puede ser tutelado a través de la vía sumaria y
abreviada que supone el nuevo juicio ejecutivo. La ley impone dos exigencias, formal y
material, que se concretan en, de una parte, la necesidad de que el crédito esté reflejado
en alguno de los títulos enumerados en el art. 517.2.4°-91; y de otra, en que es necesario
que los créditos, contenidos en dichos títulos, reúnan las características materiales
recogidas en el art. 520.

1. DOCUMENTOS CONSIDERADOS COMO TÍTULOS EJECUTIVOS.


Son títulos que dan inicio al proceso ejecutivo, los documentos siguientes:
A) Las escrituras públicas, que sea primera copia o, en su caso, segunda que esté
dada en virtud de mandamiento judicial y con citación de la persona a quien deba
perjudicar, o de su causante, o que se expida con la conformidad de todas las partes (art.
517.2.4°).
B) Las pólizas de contratos mercantiles firmadas por las partes y por el corredor
de comercio colegiado que las intervenga, con tal que se acompañe certificación en la
que dicho corredor acredite la conformidad con la póliza con los asientos de su libro
registro y la fecha de éstos (art. 517.2.5°),
Dichas pólizas de los contratos mercantiles, han de coincidir con la certificación
que emita el corredor de la conformidad entre su libro registro y la póliza que es base del
juicio ejecutivo. En este sentido, es jurisprudencia unánime de las Audiencias Pro-
vinciales, que cuando la certificación del fedatario es inexacta, el título ejecutivo es nulo.
Por último ha de recordarse, que en la actualidad los cuerpos de corredores y de notarios
se han unificado, de modo, que cuando la ley habla de corredor de comercio se está
refiriendo a notario.
C) Los títulos al portador o nominativos, legítimamente emitidos, que representen
obligaciones vencidas y los cupones, también vendidos, de dichos títulos, siempre que los
cupones confronten con los títulos y éstos, en todo caso, con los libros talonario (art.
517.2.6°).
Con la demanda se deberá de presentar los libros talonario para la confrontación
de los cupones con los títulos y de los títulos con dichos libros.
D) Los certificados, no caducados, expedidos por las entidades encargadas de los
registros contables respecto de los valores representados mediante anotaciones en cuenta
a los que se refiere la Ley 24/1988, de 28 de julio, del Mercado de Valores. Debe
acompañarse copia de la escritura pública de representación de los valores, o en su caso
de la emisión, cuando tal escritura sea necesaria conforme a la legislación vigente (art.
517.2.7°).
E) El auto que establezca la cantidad máxima reclamada en concepto de in-
demnización, dictado en casos de rebeldía del acusado o de sentencia absolutoria o
sobreseimiento en procesos penales incoados por hechos cubiertos por el seguro
obligatorio de responsabilidad civil derivada del uso y circulación de vehículos de motor
(art. 517.2.8°).
F) Las demás resoluciones judiciales y documentos que, por disposición de ésta u
otra Ley lleven aparejada ejecución (art. 517.2.9°).
En este sentido ha de destacarse que la L.E.C. ha dejado vigente la Ley 57/1.968
de 27 de julio (modificada en parte por la Ley 38/1.999, de Ordenación de la
Construcción). En dicha ley de 1.968, se estableció con carácter general la obligación de
los promotores de viviendas en construcción de devolver las cantidades que los
adquirentes sobre plano hubiesen entregado, incrementada con un 6% de interés anual,
cuando la construcción no se hubiese iniciado o terminado en el plazo convenido en el
contrato o cuando no se obtuviese al final la correspondiente cédula de habitabilidad. La
devolución de dichas cantidades se garantizará a favor del adquirente en un contrato de
seguro o mediante la prestación por entidad financiera o banco de un aval solidario a
favor del adquirente. De este modo, título ejecutivo es el contrato de aval o el contrato de
seguro unido a cualquier documento fehaciente que demuestre que la obra no se ha
iniciado en fecha prevista o que no se ha terminado en la fecha igualmente prevista.

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2. REQUISITOS DE LA DEUDA CONTENIDA EN LOS TÍTULOS EJECUTIVOS.
Dichos títulos ejecutivos deben de reflejar una deuda vencida, líquida y superior a
50.000 pesetas, (art. 520).

A) VENCIDA.
Al ser el juicio ejecutivo un proceso declarativo con predominante función eje-
cutiva, el requisito del vencimiento es totalmente imprescindible. La ejecución que se
pretende conseguir de forma sumaria y abreviada, no sería posible si la deuda no es-
tuviera vencida o no fuera exigible.
El vencimiento es consustancial al propio proceso que empieza, necesariamente,
por el requerimiento de pago que implica una obligación exigible por estar vencida. De
este modo, no existe la posibilidad de pedir en el juicio ejecutivo una sentencia
meramente declarativa.

B) LIQUIDA O DETERMINADA.
Se requiere que la obligación sea líquida o liquidable, aunque en estos últimos
casos se limitan legalmente a las obligaciones de entregar una suma de dinero o a las de
entregar cosas o deudas en especie, siempre que sean computables a dinero.
De este modo, no podrán ser objeto de tutela en el juicio ejecutivo los derechos de
obligaciones de hacer, no hacer determinada actividad o de entregar cosa específica. Ello
es así, porque la conversión en dinero se hace siempre tras la sentencia de condena, y
sólo como consecuencia de la obligación de indemnizar los daños y perjuicios que se
derivan de la falta de cumplimiento voluntario de la sentencia.
Una deuda es líquida cuando se cuantifica o se expresa en una suma determinada
de dinero (art. 572. 1). En este sentido, son líquidas las obligaciones de entregar una
determinada suma en moneda de curso legal o en moneda extranjera. En estos casos, la
convertibilidad de la moneda extranjera a la nacional, así como el procedimiento de
conversión determinado, nada tiene que ver con la liquidación de la obligación.
C) LIQUIDABLE POR LOS PROCEDIMIENTOS ESTABLECIDOS EN LA L.E.C..
SUPUESTOS:
La Ley determina que cuando los títulos ejecutivos contengan deudas no líquidas
sólo podrán acceder al juicio ejecutivo sin son liquidables por los procedimientos
establecidos en los artículos 572.2, 573 y 574, o son obligaciones de entregar cosas o
deudas en especie objetivamente computables en dinero.
1. Obligaciones ¡líquidas pero liquidables de entregar sumas de dinero por los proce-
dimientos establecidos en el art. 572.2 y siguientes.
La Ley se refiere a las obligaciones de entregar una suma de dinero, ilíquida o no
determinada, que se reflejen en escritura pública o en póliza intervenida (art. 572). Los
supuestos a los que se refiere la Ley, son las pólizas de préstamos, las de crédito y las
llamadas hipotecas de máximo que garantizan el saldo de cuentas corrientes abiertas
entre comerciantes.
En este caso la liquidación de la obligación, por esencia ilíquida, se hace por el
acreedor en la forma convenida en el título. La ley exige que con la demanda se aporte la
liquidación, que irá acompañada del documento o documentos en los que se recoja el
saldo, el extracto de las partidas de abono y cargo y las correspondientes a la aplicación
de intereses. Ello significa, que no basta con presentar la liquidación, sino que se requiere
aportar el soporte documental y contable de dicha liquidación (art. 573.1.1°), siendo
potestativo acompañar aquellos documentos que se consideren necesarios para acreditar
las partidas que se reclaman.
Como así determina el art. 573.1.2°, la liquidación se acompañará de un do-
cumento fehaciente que acredite haberse practicado en la forma pactada por las partes en
el título. Dicha acreditación a de proceder de una persona ajena al ejecutante y que posea
los conocimientos técnicos suficientes para poder llevarla a cabo. Fuera de dicho
supuesto, no cabrá sostener que la certificación acredita, pues será solo una afirmación
proveniente de parte interesada.
En la práctica, son los corredores de comercio quienes examinan la liquidación
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efectuada por el acreedor y acreditan de forma fehaciente que dicha liquidación se ha
llevado a cabo siguiendo las pautas establecidas de común acuerdo por las partes.
De igual modo, se requiere que las partes hayan pactado un proceso de liqui-
dación, lo que significa concretar en la póliza o en la escritura los actos que son nece-
sarios para que se produzca la misma. Se requiere que la liquidación la efectúe el
ejecutante, pues no cabe acuerdo de las partes por la que ésta se asigne a un tercero o al
deudor. De igual forma, el ejecutante deberá de presentar la liquidación en un documento
fehaciente del que se deduzca que la liquidación se ha practicado en la forma pactada y
que el resultado de la misma coincide con los libros del acreedor.
La nueva ley permite que las pólizas o escrituras no sean otorgadas de modo
exclusivo por un acreedor que sea entidad financiera o de crédito (como sucedía con la
L.E.C. anterior), sino que se amplía la posibilidad de poder acudir al proceso ejecutivo a
cualquier acreedor que sea comerciante y que tenga su relación jurídica de crédito con
tercera persona documentada en pólizas mercantiles o escrituras públicas.
El proceso de liquidación analizado es además aplicable, no sólo a las pólizas de
crédito sino, también, a cualquier otro supuesto en que se reclame un saldo que provenga
de un préstamo en el que se hubiere pactado interés variable, o a otros supuestos en los
que la cantidad reclamada provenga de un préstamo o crédito en el que sea preciso
ajustar paridades de distintas monedas y sus respectivos tipos de interés.
2. Obligaciones de entregar cosas u obligaciones en especie objetivamente computables
en dinero.
Se admite el proceso ejecutivo para la protección del derecho de crédito a en-
tregar cosa o especie de cosas que se puedan contar, pesar o medir y que se puedan
computar en dinero con simples operaciones aritméticas. La liquidación en estos casos, se
hará, en primer lugar, de acuerdo con el precio que se haya podido establecer en el
contrato; y, en su defecto, de acuerdo con el precio que tengan en el mercado las cosas
debidas, si éste es un mercado en el que se fije un precio oficial (art. 635).

D) DEUDAS SUPERIORES A 50.000 PESETAS.


La deuda contenida en el título ha de ser superior a 50.000 pesetas. No obstante,
dicha cantidad puede obtenerse mediante la adición de varios títulos ejecutivos, siempre
que reúnan los requisitos que hemos visto hasta el momento.
Dicha adición se puede hacer del principal de la obligación y de aquéllas otras
que son exigibles igualmente en el juicio ejecutivo, pero que son externas a la obligación
(intereses, costas), tal como se desprende de lo dispuesto en el art. 575.1, que se refiere a
la cantidad por la que se podrá despacha ejecución.
El límite señalado no tiene, en ningún caso, una justificación jurídica, siendo ésta,
más bien, de tipo sociológico, pues se ha pensado que actualmente no se emiten
normalmente títulos que sean ejecutivos, que contengan obligaciones inferiores a 50.000
pesetas.

I. 2. EL NUEVO JUICIO EJECUTIVO.

1. LA COMPETENCIA.
Como así determina el art. 545.3 es competente para los llamados juicios eje-
cutivos el Juzgado de Primera Instancia del lugar que corresponda con arreglo a lo
dispuesto en los arts. 50 y 51. (Recordar que dichos preceptos indican el fuero general de
las personas físicas, de las personas jurídicas de los entes sin personalidad, siendo el
fuero general el domicilio de, y, en su defecto, los supletorios regulados por dichas
normas). Igualmente, cuando se trata de un empresario o profesional el fuero general lo
es también el lugar donde desarrolle su actividad o cualquiera de sus establecimientos.
A elección del actor, también es competente el Juzgado de Primera Instancia del
lugar del cumplimiento de la obligación, según título, o el del lugar en que se encuentren
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bienes del demandado que puedan ser embargados. Si fuera varios demandados, el actor
podrá presentar a su elección, la demanda ante cualquiera de los jueces del lugar del
domicilio de cualquiera de ellos.
Ha de señalarse que pueden no coincidir el domicilio y el lugar de pago. En el
caso que se demande en el lugar de cumplimiento según título, y éste no coincida con el
domicilio del deudor, el juez deberá emplazar inexcusablemente en el domicilio del
demandado.
Cuando la competencia corresponda al juez donde se encuentren los bienes objeto
de embargo, tal atribución impedirá que dicho juez pueda embargar bienes situados fuera
de su territorio.
La competencia territorial es absoluta y fuera de la disposición de las partes, pues
el art. 546 L.E.C. determina que el juez deberá apreciar de oficio su competencia
territorial absteniéndose de conocer en el supuesto que no fuera competente.
Cuando el juez considere que es incompetente territorialmente, dictará auto
declarando su incompetencia y se abstendrá de conocer, indicando al demandante el
tribunal ante el que deberá de presentar la demanda ejecutiva. Dicho auto es recurrible en
reposición, y posteriormente, en apelación sin citación del demandado quien no será
emplazado (también será directamente recurrible en apelación). El momento preclusivo
para revisar la competencia es el del auto despachando ejecución.
La cuestión de competencia se podrá plantear a instancia de parte después de
despachar ejecución. En este sentido, el art. 547 determina que el ejecutado podrá
impugnar la competencia del órgano judicial proponiendo declinatoria dentro de los cinco
días siguientes a aquel en que reciba la primera notificación del proceso de ejecución.
Declarada la incompetencia del juez de primera instancia por auto, éste podrá ser
revisado por la Audiencia, dando lugar a despacho de ejecución, si es que se cumplen el
resto de los requisitos de los arts. 517 y 520. En ese proceso iniciado de esa manera,
puede el demandado oponer la declinatoria que deberá ser resuelta, de nuevo, por el juez
que en un principio se declaró incompetente, permitiéndose por la ley una duplicidad de
resoluciones sobre una misma cuestión y en la misma instancia. En dicho supuesto, el
demandado no está afectado por la declaración de incompetencia que se hizo en su
ausencia y, en consecuencia, el juez podrá incluso declararse de nuevo incompetente,
dando lugar a una clara distorsión en el procedimiento.

2. LA DEMANDA EJECUTIVA Y EL AUTO DESPACHANDO LA EJECUCIÓN.


El proceso ejecutivo se inicia, como cualquier proceso declarativo, mediante
escrito de demanda, que debe reunir los requisitos establecidos en el art. 339 y con-
cordantes.
No obstante, debido al carácter especial de dicho proceso, además, se deberá de
recoger alguna de las circunstancias que vienen determinadas en el art. 549. De este
modo, deberá de especificarse el título en que se basa el actor para presentar la demanda
(alguno e los señalados en el art. 517.3.4°-9°); se indicará los bienes del deudor que
puedan ser susceptibles de embargo, especificando si son o no suficientes para el fin de la
ejecución, concretando, en su caso, las medidas que deba de tomar el órgano judicial a
los efectos de investigar o localizar bienes del deudor.
En el suplico de la demanda se concretará lo que se pide, que es siempre un
sentencia de condena, por tanto declaración del derecho de crédito y condena a pagar una
cantidad líquida de dinero, en la que se incluirá lo que se pida por principal, por intereses
ordinarios y moratorios, así como por aquellos intereses que se puedan devengar durante
la ejecución y costas del proceso, no pudiendo solicitar por estos dos últimos conceptos
una cantidad superior al 30% de la que se reclame por principal e intereses ordinarios y
moratorios, todo ello sin perjuicio de posterior liquidación (art. 575.1).
Como es lógico, se deberá de identificar, en todas sus circunstancias subjetivas y
objetivas, la persona o personas demandadas, que han de coincidir con aquellos sujetos
que aparecen como deudores en el título.
Además del poder de procuradores se adjuntará el título ejecutivo y documentos
complementarios, así como aquellos documentos que acrediten los precios o cotizaciones
cuando se trate de deudas no dinerarias computables a dinero; así como cualquier otro
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documento que sea necesario para despachar ejecución (art. 550.1).
De igual forma, el demandante podrá acompañar a la demanda cualquier otro
documento que considere útil a los fines del juicio ejecutivo (art. 550.2).
En el caso de que la demanda reúna todos los requisitos exigidos, el órgano
judicial dictará auto despachando ejecución. Como requisitos para poder despachar
ejecución se exige que el título ejecutivo no adolezca de ninguna irregularidad formal y
que los actos de ejecución que se solicitan sean conformes con la naturaleza y el
contenido del título (art. 551.1).
El auto despachando ejecución es una resolución judicial que admite a trámite la
demanda ejecutiva y que da, en consecuencia, inicio al proceso ejecutivo. Se entra, de
este modo, en el juicio ejecutivo tras el examen que hace el juez de los requisitos que ha
de cumplir la demanda, el título ejecutivo y la deuda (examen que es provisional).
El hecho de que el juez despache ejecución no implica una resolución definitiva
sobre la validez de la obligación o sobre la validez formal del título, pues la misma se
basa en la probabilidad o verosimilitud pero nunca en la certeza. De este modo, es
posible que durante su tramitación, el juez considere que no existe ningún derecho de
crédito o que éste no es exigible. Igualmente, es posible, que denegado el despacho de
ejecución, en un proceso posterior se llegue a la conclusión de que el derecho de crédito
existía y era exigible (art. 552.3).
En muchos casos, del examen de los documentos aportados en la demanda no se
podrá deducir la existencia de dicho crédito o licitud de la obligación o título, de modo,
que de dichos aspectos sólo se podrá tener certeza en cuanto a su concurrencia tras el
examen en el proceso. Respecto a la fuerza ejecutiva del título, será fácil su apreciación
con un examen somero del mismo.
En cuanto a los defectos extrínsecos, hacen referencia a la ausencia de requisitos
formales necesarios para que el título pueda considerarse ejecutivo a los efectos del
artículo 517; requisitos que no son propios del título sino que, en ocasiones, se pueden
referir a los documentos que forzosamente deben de acompañar al título.
Por ejemplo, respecto a las deudas en moneda extranjera (art. 520.1.2°) no se
despachará ejecución si no se acredita que dicha moneda es convertible y está admitida a
cotización oficial. Así el juez deberá de comprobar si con la demanda se acompaña el
B.O.E. que es un de los medios más fáciles de acreditar dicha convertibilidad y
cotización. De este modo, el examen que hace el órgano judicial para despachar
ejecución, al mismo tiempo que superficial y provisional, va mucho más allá de lo que es
la simple constatación y existencia de documentos, encerrando, desde el principio el
llamado juicio ejecutivo un verdadero proceso de declaración.
El auto despachando ejecución deberá de contener los requisitos exigidos en el
art. 553. Dicho precepto establece que el auto deberá designar la persona o personas
frente a las que se despacha ejecución, la cantidad por la que la misma se despacha, las
medidas ejecutivas que quepa acordar, en concreto el embargo, y las medidas de
localización y averiguación del deudor en su caso, así como los términos estrictos del
requerimiento de pago que haya de efectuar al demandado, si es que previamente no se
efectuó por el acreedor dicho requerimiento.
El auto despachando ejecución se notificará al demandado conjuntamente con el
requerimiento de pago, permitiéndose desde ese momento al demandado personarse en el
proceso para en su caso oponerse a la demanda ejecutiva.
El requerimiento de pago implica la manifestación de la fuerza que da la Ley a los
títulos ejecutivos, siendo una actividad coactiva que el Estado asume para posibilitar el
pago voluntario de la deuda contenida en el título. Dicha coacción supone que si el
deudor no atiende a dicho requerimiento se procederá, de modo inmediato, a la traba de
sus bienes (art. 581 y 585) y la imposición de la carga de seguir un proceso para
demostrar que la apariencia del derecho que se deduce del título no responde a la
realidad. Ha de afirmarse que no se embarga como paso previo a la expropiación de
bienes ni se embarga por cautela de la sentencia que pueda dictarse, se embarga, y
previamente se requiere el pago, simple y exclusivamente para coaccionar al deudor al

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pago voluntario de sus obligaciones según título.
El requerimiento de pago es además una muestra de la diferencia que existe entre
el título ejecutivo y los verdaderos títulos de ejecución, pues la actividad del Estado en el
proceso de ejecución se pone en marcha en base a los títulos de ejecución sin necesidad
de requerimiento de pago; por el contrario, la actividad declarativa del juez se pone en
marcha con un título ejecutivo que exige de forma previa o posterior al requerimiento de
pago (arts. 580 y 581).
Dicho requerimiento se efectuará en el domicilio del deudor que figure en el
título, sin perjuicio de que pueda, de igual modo, realizarse en cualquier lugar en el que,
incluso de forma accidental, el ejecutado pudiera ser hallado (art. 582).
El requerimiento no será necesario cuando se desconozca el domicilio del deudor
o se ignore su paradero, pudiéndose entonces practicar los embargos a instancia del
ejecutante, todo ello sin perjuicio de que se practiquen los actos de comunicación
mediante entrega de cédula o la utilización de edictos (art. 582).
El auto despachando ejecución no es recurrible, aunque el demandado, sin plazo
perentorio, podrá personarse en el proceso para oponerse al mismo (arts. 551.2 y 553.2).
El auto que deniegue el despacho de ejecución, podrá ser recurrido directamente en
apelación, aunque nada impide que previamente se pueda recurrir en reposición.
3. POSICIONES DEL DEMANDADO FRENTE AL REQUERIMIENTO DE
PAGO Y AUTO DESPACHANDO EJECUCIÓN.
El deudor podrá adoptar una de estas tres posiciones: pagar, consignar para
oponerse, y no pagar, con oposición o sin ella.

A) PAGAR:
El art. 538 L.E.C. regula los efectos del pago, por el que se entrega el dinero al
acreedor, se hace pago de las costas causadas y se termina, en la terminología de la Ley,
la ejecución.(lo que en realidad se termina es un expediente de jurisdicción voluntaria,
pues el juez, al requerir de pago, no hace sino completar la eficacia jurídica de los títulos
ejecutivos, que no la tienen sino tras el despacho de ejecución y requerimiento de pago.
Es decir, el juzgado lo que hace es conformar el ordenamiento jurídico, pero no realiza la
menor actividad jurisdiccional, ni declarativa ni ejecutiva. El pago, como es obvio, libera
la obligación y no es necesario el procedimiento.
Cuando lo exigido es el pago en moneda extranjera no existe inconveniente que el
pago en pesetas produzca los mismos efectos que si se paga en la moneda extranjera
pactada, siempre que esté acreditada la convertibilidad en el procedimiento. La
convertibilidad no tiene que acreditarla el demandado, puesto que deberá ser el actor
quien aporte los documentos precisos, de acuerdo con lo establecido en el art. 502, que
demuestren el "qué" y el "quantum" de la convertibilidad. En la práctica, se deberá
suspender la diligencia de embargo hasta tanto el juez no admita el pago en pesetas, o
hasta tanto el acreedor, en su caso, no acepte dicho pago.

B) CONSIGNAR PARA OPONERSE:


El art. 585 L.E.C. permite al deudor consignar la cantidad reclamada para evitar
el embargo. Se prevé la posibilidad que tras la consignación pueda existir oposición o no,
aunque en realidad lo lógico es que se consigne para formular oposición. Pues la
consignación que no vaya seguida de oposición, no es sino pago y cumplimiento
voluntario, por ello el art. 586, párrafo segundo, dice que en esos casos la cantidad
consignada se entregará directamente al ejecutante, sin perjuicio de que posteriormente se
pueda hacer la correspondiente liquidación de intereses costas. En consecuencia, la
consignación sin oposición no tanto suspende el embargo como pone fin al
procedimiento.
Cuando se formule oposición tras la consignación (en cuyo caso ésta no es
equiparable a la regulada en el art. 1.176 y siguientes C.C.). El deudor consigna en el
juicio ejecutivo la cantidad reclamada, no para reconocer la existencia de la deuda y
107
liberarse de la obligación, sino sólo y exclusivamente para evitar el embargo de bienes.
De este modo, la consignación se convierte en el medio de ejecutar voluntaria y
automáticamente la condena judicial.
La consignación no equivale al embargo, por contra, lo evita. De esta forma, las
cantidades consignadas no quedan trabadas, de ahí que si tras la hipotética resolución se
ordena seguir adelante la ejecución no se abrirá el procedimiento de ejecución
propiamente dicho.
La Ley determina que se ha de consignar la cantidad por la que se haya des-
pachado ejecución (art. 585), cubriendo el principal, las costas y aquellas cantidades que
se hayan presupuestado para pago de intereses y cualquier otro concepto incluido en el
art. 575.1.
Aplicando analógicamente el art. 577.2 L.E.C., en los supuestos de deudas en
moneda extranjera, la cantidad en pesetas que se ha de consignar será la que resulte de
computar, según el cambio oficial al día del despacho de ejecución, la cantidad de
moneda extranjera por la que se despache.

C) NO PAGAR, SIN OPOSICIÓN O CON ELLA:


Cuando, tras el requerimiento, el deudor no pague, dicha posición sólo implica
que no cumple voluntariamente la obligación contenida en el título ejecutivo.
Si la posición de no pagar no va acompañada de oposición, se considera que el
deudor se aquieta con la orden de pago que se deduce del auto despachando ejecución.
Dicho impago comporta el inicio real del proceso de ejecución que proseguirá hasta que
el acreedor no vea satisfecho su crédito.
Cuando el deudor no paga y no asume la carga de la oposición, admite que la
obligación existe, que es válida y eficaz desde su nacimiento pero no realiza actividad
alguna para el cumplimiento voluntario de la misma y, en consecuencia, asume sin
contestación alguna que se realicen actos de ejecución para su cumplimiento forzoso.
Contra más diligente sea el deudor en asumir la carga de la oposición, menos
posibilidad hay de que sufra actos que, en principio, pueden tener apariencia ejecutiva,
porque en realidad sólo son actos preventivos. Puede darse el caso, por aplicación de los
arts. 556.3 y 557.2, que dicha oposición en realidad sea mera evitación de cualquier acto
con apariencia ejecutiva, como puede ser el embargo: bastará, presentar la oposición
antes de que se practique el embargo que haya ordenado el juez; en cualquier caso, habrá
que interpretar el término "practicarán" del art. 565.2.

4. LA OPOSICIÓN.
El único modo que tiene el demandado de evitar que se inicie el procedimiento de
ejecución (por tanto, que se lleven por el Juzgado actos como el embargo y los
posteriores de avalúo, liquidación y pago al demandante) es oponerse al despacho de
ejecución.
En el juicio ejecutivo el demandado tiene mucho más restringida dicha oposición
que en los procesos ordinarios o en los procesos especiales. Dicha oposición es limitada,
pues la ley determina de forma específica aquellas excepciones concretas de carácter
formal y material, fuera de las cuales es imposible ejercitar el derecho de defensa.
La oposición pone al demandado en la situación de presentar una verdadera
demanda que inicia el trámite de oposición, de modo, que éste no podrá defenderse con
una simple negación de los hechos alegados y derechos pretendidos por el actor. El
demandado deberá de adoptar una posición activa consistente en la alegación de hechos y
fundamentos de derecho que irán dirigidos, normalmente, a negar no tanto el nacimiento
válido del derecho, como la validez y la exigibilidad del mismo.
La oposición, como tal proceso declarativo, se tramita con un escrito de demanda
y de contestación (en la ley se llama escrito de oposición y de impugnación), con la
celebración de una vista, en la que se podrá practicar, con grandes restricciones, prueba
documental y que termina con una resolución en forma de auto que será absolutoria o de
condena.
El demandado podrá oponerse tanto en la forma como en el fondo. No obstante, la
ley no sistematiza adecuadamente las excepciones de forma y las de fonda, incluyendo,
108
en el art. 559, que se titula "sustanciación y resolución de la oposición por defectos
procesales", excepciones que no son formales o procesales y que tienen contenido y
naturaleza material.
La L.E.C. regula, de forma desordenada, dos grupos de posibles excepciones que
pueden oponerse al auto despachando ejecución en los supuestos de títulos contenidos en
el art. 517.2.8°, o en los supuestos referentes a los demás títulos que dan inicio al juicio
ejecutivo (art. 517); igualmente, en normas desperdigadas, se establecen otras
excepciones que pueden ser oponibles en supuestos concretos (arts. 558, 572.2, 575.3;
entre otras).

A) Oposición en la forma:
El demandado podrá alegar cualquiera de los presupuestos procesales, estudiados
en su momento, al analizar la contestación a la demanda la audiencia previa al juicio.
De este modo, interpretando lo establecido en el art. 559.2, el demandado podrá
oponer la excepción de falta de personalidad, de capacidad, de falta de poder de
postulación, etc. También podrá alegar la falta de competencia o de jurisdicción, aunque
la Ley requiere, en este caso, que dicha incompetencia se plantee como declinatoria.
Todos los defectos procesales son subsanables, en cuanto su naturaleza permita la
subsanación. En este sentido, el art. 559.2 establece que si el defecto fuera subsanable, se
concederá al actor un plazo de diez días para subsanarlo, en modo tal que si no se
produce la subsanación se dictará una resolución dejando sin efecto el despacho de
ejecución. En todo caso, el actor siempre tiene la posibilidad de formular alegaciones
contra la oposición en la forma que lleve a cabo el demandado deudor.
Cuando el tribunal no aprecie la existencia de defectos procesales, siempre que
sean éstos los únicos defectos y excepciones alegadas, dictará auto desestimando la
oposición en la forma y mandará seguir adelante con la ejecución (art. 559.2).

B) Oposición por otros motivos formales referentes al auto despachando ejecución:


El demandado podrá alegar la nulidad radical del auto despachando ejecución, al
considerar que el documento presentado como título ejecutivo no reúne los requisitos
legales para llevar aparejada ejecución.
En dicho supuestos, no sólo se podrá alegar la infracción de lo dispuesto en el art.
520 L.E.C., sino también la infracción de todas aquellas normas que establecen cuáles
son los requisitos formales y sustanciales que deben reunir los documentos que llevan
aparejada ejecución. Deberá, entonces, estarse a las circunstancias recogidas en el art.
517.2.4º-9º; a las recogidas en el art. 572.2, párrafo segundo; art. 575.3, o cualesquiera
otras normas que recojan, regulen o determinen las características formales y de
contenido que deban reunir los títulos ejecutivos.
Esta oposición no es de fondo, pues no se está alegando nada que afecte al
derecho de crédito; tampoco es una oposición que haga referencia a la inexistencia de
presupuestos procesales. Es por contra, una oposición formal dirigida a controlar la
actividad judicial al dictar el auto despachando ejecución, que no es sino el auto admi-
tiendo a trámite una demanda especial, que da lugar a un procedimiento especial.

C) Oposición en el fondo:
El demandado podrá oponer las excepciones de fondo que están recogidas en el
art. 556.3, para los supuestos de títulos ejecutivos (art. 517.2.8°); o las que están
recogidas en el art. 557.1, para los supuestos recogidos en el art. 517.2.4°, 5°, 6°, 7° y 9°.
En ambos supuestos, podrá oponerse la excepción de "plus petitio", regulada en el art.
558 y las reguladas en el art. 559.1.1° y 2°, que son verdaderas excepciones de fondo.
- La excepción de "plus petitio", cuando va acompañada de la puesta a disposi-
ción del Tribunal, para su entrega al actor de la cantidad que se considere debida,
suspende el curso de la ejecución. Produce los mismos efectos que la consignación, con
109
la diferencia de que en ésta última no se produce ninguna entrega de dinero al actor, en
cambio, en el supuesto de la "plus petitio" se pone la cantidad que se considere adecuada
a disposición del tribunal, precisamente para que éste la ponga a su vez a disposición del
actor.
En estos casos, la oposición es un verdadero juicio declarativo, en donde el
deudor podrá alegar cuantas excepciones tenga en su mano para demostrar que el actor
está pidiendo más de lo debido; por ejemplo, la compensación parcial, la quita, la
novación parcial, etc.
En los supuestos de deudas ilíquidas provenientes de cuentas corrientes o de
obligaciones con intereses variables, la alegación de la "plus petitio" permitirá, excep-
cionalmente, la práctica de la prueba de peritos (art. 558.2), para concretar si existe o no
"plus petitio".
- Las excepciones recogidas en el art. 559.1 y 2 son de fondo, haciendo referencia
a la cualidad con que el actor reclama o con la que se reclama al demandado.
La excepción de falta de carácter o representación permite que se puedan practicar
pruebas, más allá de la documental, para probar la falta de carácter que se opone.
- Las excepciones recogidas en el art. 556.3 y que hacen referencia a los títulos
regulados en el art. 517.2.8°, introducen en el proceso un amplio conocimiento de
cualquier hecho o acto de exculpación del demandado, por lo que habrá que admitir que
dichas excepciones puedan ser probadas en la vista por cualquier medio de prueba de los
permitidos en la L.E.C. (peritos, testigos, etc.).
- Respecto a las excepciones (art. 557) que se pueden oponer cuando los títulos
son los recogidos en el art. 517.2,4°, 5°, 6°, 7° y 9°; éstas son verdaderos hechos
extintivos o excluyentes, sin que pueda alegar como excepción hechos impeditivos, es
decir, circunstancias que afecten al nacimiento y a la válida existencia de la alegación.
Todas y cada una de la excepciones, salvo la "plus petitio", la prescripción y la caduci-
dad, habrá que probarlas documentalmente, debiéndose observar que la transacción hay,
incluso, que probarla mediante documento público.

5. LOS PROCEDIMIENTOS PARA LA OPOSICIÓN.


- La tramitación de la oposición en el fondo sólo se llevará a cabo cuando se haya
resuelto, en su caso, la oposición en la forma. Cuando no haya presentado oposición en la
forma, la tramitación de la oposición en el fondo se hará inmediatamente.
La tramitación procedimental de la oposición de forma se regula en el art. 559.2.
En la misma la ley reduce el trámite a la nueva formulación de alegaciones por el actor y
a la resolución en forma de auto.
- Respecto a la oposición en el fondo, del escrito de oposición se dará traslado al
actor para que lo pueda impugnar, en un plazo de cinco días posteriores al traslado del
escrito de oposición o antes de los cinco días posteriores al escrito notificando la
resolución sobre la oposición en la forma, si ésta es desestimatoria (art. 560).
El procedimiento se resolverá sin más trámites, si las partes no solicitaren vista.
En caso de que la soliciten, el juez acordará la misma cuando considere que no es posible
la solución mediante los documentos aportados. La vista se desarrollará de acuerdo a lo
establecido para el juicio verbal, debiéndose de aplicar lo establecido en el art. 442.1 al
supuesto de inasistencia del demandado deudor (art. 560.4a). La oposición termina por
medio de auto que, o bien, manda seguir adelante la ejecución al desestimar la oposición
o (de forma parcial), la excepción de la "plus petitio"; o bien, se dictará auto declarando
no proceder la ejecución, cuando se estima cualquiera de los motivos de fondo (art. 561).
El auto mandando seguir la ejecución, es una resolución judicial de condena (que es un
verdadero título de ejecución), pues contra él no cabe alegación de excepción alguna con
exclusión del pago, caducidad de la acción ejecutiva o de la existencia de pactos o
transacciones realizados precisamente para evitar la ejecución (art. 556.1). El auto
declarando no proceder la ejecución, es una resolución judicial absolutoria.
Contra el auto resolviendo la oposición se podrá interponer recurso de apelación
en un solo efectos para el caso de que se haya desestimado la ejecución. No obstante, a
petición del actor-ejecutor, el juez podrá acordar que se mantengan los embargos y las
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medidas de garantía adoptadas o que se adopten otras distintas, siempre que el ejecutante
preste caución para asegurar la indemnización que pueda corresponder al demandado si
se llega a confirmar la resolución recurrida (art. 561.3).

6. EFECTOS DEL AUTO MANDANDO SEGUIR ADELANTE LA EJECUCIÓN.


El auto mandando seguir la ejecución no impedirá que el demandado pueda
pretender en el juicio declarativo ordinario la inexistencia del derecho del actor, ba-
sándose para ello en hechos o circunstancias no planteados en el juicio ejecutivo, bien
porque la ley no lo admita, bien porque hayan ocurrido con posterioridad a la celebración
del juicio ejecutivo, o con posterioridad al momento preclusivo de poder alegarlos (art.
564). De este modo, dichos procesos producen la eficacia de cosa juzgada con reserva de
derecho.

I. 3. LOS JUICIOS EJECUTIVOS EN MATERIA DE PROVISIÓN DE


FONDOS Y HONORARIOS DE PROCURADORES Y ABOGADOS:

1. INTRODUCCIÓN.
Los artículos. 29, 34 y 35 L.E.C. regulan distintos procedimientos para hacer
efectivas las obligaciones que tienen los clientes respecto a los procuradores y abogados.
Son procesos cuya finalidad es la defensa del derecho de crédito siendo, por su
estructura, verdaderos procesos ejecutivos.

2. PROCESO EJECUTIVO PARA LA PROVISIÓN DE FONDOS DEL


PROCURADOR.
El artículo 29 establece la obligación del poderdante de proveer de fondos al
procurador, siendo ésta una obligación distinta a la de pago de los honorarios profe-
sionales. La obligación de proveer fondos incluye la de entregar al procurador todas
aquellos fondos necesarios para cubrir las necesidades económicas que se deduzcan del
propio proceso, incluidas las que vayan dirigidas al pago de la cantidad proyectadas de
honorarios profesionales.
El incumplimiento de dicha obligación permite al procurador iniciar un proceso,
ante el juez que conozca del asunto principal, en el que con la demanda, se acompañará
una proforma de liquidación de provisión de fondos firmada por el procurador, que será
título suficiente para que el órgano judicial inicie un proceso, sumario, en el que oído el
poderdante, el órgano judicial decidirá por medio de auto la cantidad que sea necesaria
entregar al procurador como provisión de fondos, siendo este auto título de ejecución
para el supuesto de incumplimiento. Basta así la mera manifestación del procurador para
crear la apariencia del derecho necesaria para que el juez tutele el derecho del procurador.
Frente a ello, el poderdante podrá oponer como excepciones la de pago o la de la
entrega suficiente de cantidad para proveer los fondos necesarios.

3. PROCESO EJECUTIVO PARA EL PAGO DE LA CUENTA DEL


PROCURADOR.
Distinta de la provisión de fondos es la cuenta del procurador en la que se detalla
y justifica la cantidad que el poderdante debe al procurador derivada de los gastos que
hubiera suplido en el proceso (art. 34.1).
De igual modo, la demanda se presentará ante el juez que conoció del asunto
principal. El titulo ejecutivo será la cuenta detallada y justificada unida a la manifestación
del procurador de que las cantidades reclamadas le son debidas.
Tras la presentación de la demanda, el juez requerirá de pago al poderdante bajo
apercibimiento de apremio en caso de impago o falta de impugnación. En el caso de que
111
no éste no formulara oposición, el juez despachará ejecución por la cantidad a la que
ascienda la cuenta más las costas. En el caso de que el poderdante se opusiera, el juez, en
un plazo de diez días dictará auto determinado la cantidad que hay que pagar al
procurador. Este auto es titulo de ejecución.

4. PROCESO EJECUTIVO PARA EL PAGO DE LOS HONORARIOS DE LOS


ABOGADOS.
Como así determina el art. 35 L.E.C., los abogados podrán reclamar frente al
cliente el pago de los honorarios profesionales que se hubieran devengado en el proceso.
El título ejecutivo es la minuta detallada, junto con la manifestación formal del abogado
de que los honorarios le son debidos y no han sido satisfechos.
Tras la presentación de la demanda, el juez requerirá al poderdante para que
pague o para que impugne los honorarios en un plazo de diez días.
La impugnación podrá ser por honorarios indebidos, en cuyo caso el proceso se
tramitará conforme a lo establecido en el art. 34; o por honorarios excesivos, en cuyo
caso habrá que estar a lo dispuesto en el art. 241 y siguientes sobre tasación de costas, a
no ser que el abogado acredite documentalmente la existencia de un presupuesto previo
aceptado por el impugnante.
En este último caso, una vez tramitado el proceso, se dictará auto fijando la
cantidad debida. Dicho auto no es recurrible, con independencia de la posibilidad que
tienen las partes de acudir al proceso ordinario correspondiente. El auto es título de
ejecución. En el supuesto de que el cliente no impugne los honorarios en el plazo de diez
días indicado, se despachará ejecución por la cantidad fijada en la minuta más costas.

35. II. EL JUICIO CAMBIARIO:

1. INTRODUCCIÓN.
Los artículos 66 de la Ley Cambiaria y del Cheque (cuyo texto ha sido modifi-
cado por la L.E.C., y 96 y 153 de la misma norma, establecen que la letra de cambio, el
cheque y el pagaré tienen aparejada ejecución a través del juicio cambiarlo regulado en
los arts. 819-827.
En este caso, estamos ante un proceso establecido para la defensa del crédito,
pero en el que los títulos son exclusivamente la letra de cambio, el cheque y el pagaré que
reúnan los requisitos en la Ley Cambiaría y del Cheque. A dichos títulos la ley les
denomina con todo rigor "títulos ejecutivos".
El juicio cambiarlo es un proceso declarativo especial y sumario, en el sentido de
que el conocimiento del juez está limitado, en el que la posibilidad de defensa del
demandado, de igual modo, está limitada y, por último, porque se produce la inversión de
la posición procesal de las partes, teniendo el demandado la carga de oponerse, sin que
sea suficiente la negación de los hechos (para intentar evitar la ejecución). Tiene además
una función predominantemente ejecutiva pues dicho procedimiento pretende obtener, o
bien, un cumplimiento voluntario de la obligación contenida en el título, o bien, la
obtención de una resolución, de forma sumaria y abreviada, que es de condena que
producirá los efectos de cosa juzgada con reserva de derechos.

2. COMPETENCIA.
Es competente el juez de primera instancia del domicilio del demandado, de-
biéndose entender que se refiere al domicilio que aparece en el título, interpretando el art.
820 y de forma sistemática los arts. 50, 51 y 545.3.
Si existen varios deudores, cuya obligación surja del mismo título, será com-
petente el juez de primera instancia del domicilio de cualquiera de ellos.
En dichos procesos no cabe ni la sumisión tácita ni la sumisión expresa (art.
820.3), tal como ocurre en el título ejecutivo. El tratamiento procesal de la competencia
112
debe regularse por las normas correspondientes del juicio ejecutivo; siendo aplicable lo
dispuesto en los arts. 546 y 547.

3. DEMANDA Y REQUERIMIENTO DE PAGO.


El juicio cambiarlo comienza por medio de una demanda que se ha de adaptar a lo
establecido en el art. 399 y concordantes.
Dicha demanda deberá de acompañarse necesariamente de cualquiera de los
títulos recogidos en el art. 819 L.E.C.. Dichos títulos deberá de reunir los requisitos y
condiciones exigidos por la Ley Cambiaria; aspecto que será examinado, de oficio, por el
propio juez (art. 821.2), dándose lugar a un auto en el que o bien se admite a trámite la
demanda (al reunir todos los requisitos), o bien se deniega la admisión a trámite en el
caso contrario; por ello, el art. 821.2 dice, de forma inapropiada, que el tribunal
"analizará, por medio de auto, la corrección formal del título cambiarlo". Contra el auto
que no admita la demanda a trámite, se podrá interponer recurso de apelación, que se
sustanciará sólo con el actor, aunque cabe la posibilidad que se plantee, de forma previa,
el recurso de reposición (art. 821. 3, en relación con el art. 552.2).
En el auto por el que el juez admita a trámite la demanda se adoptarán dos
importantes órdenes (llevadas a cabo de forma sucesiva para el caso de que se admita la
primera):
- "Requerimiento de pago". Este es un efecto inherente a la propia admisión a
trámite de la demanda, requiriendo al deudor para que haga frente tanto a la deuda
principal, intereses y gastos que se hayan podido ocasionar. Cuando el demandado pague
se pondrá dicha cuantía a disposición del actor, lo que supondrá el fin del proceso sin
haberse tramitado realmente (pues le efectuado sería un expediente de jurisdicción
voluntaria).
- En el supuesto de que el deudor no pague, tras el requerimiento indicado
anteriormente se procederá al "embargo preventivo" de bienes suficientes para cubrir el
principal, intereses, gastos y costas (art. 821.2.2a).

4. EMBARGO PREVENTIVO DE BIENES.


El embargo que se ordena y se traba no tiene naturaleza ejecutiva, siento por
contra, preventivo (art. 821.2.2°), pues con él se pretende sólo asegurar el resultado del
juicio. En dicho supuesto se dan las dos condiciones para que se pueda adoptar la medida
cautelar del embargo preventivo: la apariencia de derecho y el "periculum in mora".
Respecto a la apariencia de derecho, la Ley considera que la mera existencia del título
ejecutivo (letra, cheque o pagaré) es suficiente acreditación del derecho de crédito del
actor. En cuanto al "periculum in mora", la ley lo deduce de la falta de pago existente tras
el requerimiento.
La negación de la autenticidad de la firma o de falta de representación, cuando no
se producen ninguno de los supuestos regulados en el art. 823.2, determinará que no
existe suficiente apariencia de derecho, por lo que no tendrá sentido mantener dicha
medida cautelar.
Como en su momento se indicó, la ley establece la posibilidad de que se levante
el embargo preventivo, siempre que se produzcan las circunstancias reguladas en el art.
823. En base a dicho precepto, el demandado podrá conseguir el levantamiento del
embargo preventivo siempre que, dentro de los cinco días después del requerimiento, se
persone en el procedimiento y niegue categóricamente la autenticidad de su firma o la
falta absoluta de representación. En dichas condiciones, a la vista de las circunstancias
del caso y de la documentación aportada, el juez podrá levantar el embargo efectuado,
exigiendo, si lo considera necesario, caución o garantía adecuada.
La L.E.C. sigue el sistema establecido en el derogado art. 68 de la Ley Cambiaría,
y no resuelve los problemas que el mismo originó en la práctica. El criterio mantenido
por el art. 823 es equivocado, porque se puede producir el supuesto 8para eso está
pensado) de tramitar el proceso cambiarlo sin lo que aparece como característica
fundamental del mismo: el embargo de bienes. Dicho embargo se levanta atendidas las
circunstancias del caso que no pueden ser sino las personales del demandado, puesto que
113
las demás ya fueron tomadas en cuenta para iniciar el proceso y embargar. De este modo,
la caución o garantía es potestativa y no obligatoria, no debiendo ser sustitutiva del
embargo, pues, en ese caso, perdería la norma del art. 823 el significado y sentido que el
legislador le ha querido dar.
Si el demandado no opone, en tiempo y forma, oposición (en los términos del art.
825) el levantamiento del embargo quedará sin efecto. En esta caso, se deberá de
proceder a un nuevo embargo de bienes, con lo que se produce la posibilidad de que el
deudor pueda en dicho intervalo de tiempo ocultar los bienes que fueron embargados,
dejando sin garantías de cobro al acreedor.
No procederá e! levantamiento del embargo cuando el título haya sido intervenido
en cuanto a sus firmas por fedatario público, o cuando producido el protesto, no se haya
opuesto tacha de falsedad de la firma o la falta absoluta de representación, o cuando se
haya reconocido la firma judicialmente o en documento público (art. 823.2). En dichos
casos, o bien no se puede afirmar la falta de autenticidad de la firma (pues el documento
es público), o ha precluido el momento de hacerlo (la primera ocasión la tenía el deudor
en el momento del protesto). El reconocimiento judicial a que se refiere la L.E.C. es,
obviamente, cualquier reconocimiento judicial que se pueda hacer ante cualquier juez en
razón de cualquier proceso que se haya podido entablar entre las partes. En cualquiera de
los casos, existe apariencia de derecho que impide el levantamiento del embargo
preventivo.
Por otro lado, la posibilidad legal de levantar el embargo permite entrar en el
juicio cambiarlo sin tener solucionado el problema de la autenticidad del documento, por
lo que bastará que el deudor niegue su firma para que el actor se vea cargado con la
prueba de la autenticidad del documento, con lo que en parte queda limitado el principio
de la inversión de la posición procesal de las partes, propio de estos procesos.

5. POSICIONES DEL DEMANDADO FRENTE AL REQUERIMIENTO DE


PAGO.
Tras el requerimiento de pago, el demandado puede pagar, puede no pagar, puede
consignar para oponerse y puede no pagar con oposición.

A) PAGAR.
En este caso, el juez pondrá dicha cantidad a disposición del actor dando fin al
procedimiento. En este caso, el procedimiento se reduce a un expediente de jurisdicción
voluntaria que se ha tramitado sin la presencia del demandado y que cumple una
predominante función ejecutiva a través del cumplimiento voluntario.

B) NO PAGAR.
Si en el plazo señalado para su personación tras el requerimiento, el deudor no se
opone, el juez despachará ejecución precediéndose al embargo de acuerdo con lo que se
establece en los arts. 823.1 y 825.
El despacho de ejecución es una resolución de condena a pagar la cantidad
exigida por el actor; siendo, además, el título de ejecución.

C) CONSIGNAR PARA OPONERSE.


No se prevé para el juicio cambiario la posibilidad de consignar para oponerse.
No obstante, efectuando una interpretación adecuada de los arts. 585 y 586, ha de
concluirse que en dicho proceso cabe la posibilidad de consignar la cantidad requerida
para, posteriormente, oponerse. Ello ha de deducirse de la naturaleza del juicio
cambiario, similar al ejecutivo, así como la misma finalidad que ambos tienen, la defensa
del derecho de crédito.

D) NO PAGAR PARA OPONERSE.


En el plazo de diez días señalado tras el requerimiento, el deudor podrá oponerse
114
mediante la llamada demanda de oposición. Ha de recordarse, en este lugar, lo expuesto
respecto a la función y naturaleza de la oposición en el juicio ejecutivo, pues en el juicio
cambiarlo cumple la misma finalidad y tiene la misma naturaleza, aunque aquí las
posibilidades de defensa del demandado son muchos más extensas.
En este sentido, el art. 67 de la Ley Cambiaría, permite al deudor cambiarlo
oponer más excepciones que el deudor en el juicio ejecutivo. Podrá oponer todas las
excepciones nacidas de las relaciones jurídicas entre el actor y el demandado; podrá
oponer las excepciones personales que tuviera contra los tenedores anteriores, si al
adquirir la letra el tenedor hubiera procedido en perjuicio del demandado a sabiendas,
con lo que cabe introducir en el juicio cambiarlo el problema del endoso en fraude de
terceros. De igual forma, podrá oponer aquellas excepciones que impliquen la extinción
del crédito cambiario, las que se refieren a la inexistencia o falta de validez de la propia
declaración cambiaría, incluida la falsedad de la firma y las que se refieren a la ausencia
de las formalidades necesarias de la letra, cheque o pagaré, así como, por último, a las
relativas a la falta de legitimación activa del tenedor (art. 821.2). Junto a ello, el
demandado podrá oponer las excepciones procesales, además de las recogidas en el
art.559.
Al menos en dicho aspecto, el proceso cambiarlo se equipara a los procesos
ordinarios en los que no existen limitaciones en la oposición.

6. LA TRASCENDENCIA PROCESAL DEL RÉGIMEN DE SOLIDARIDAD


ESTABLECIDO EN LA LEY CAMBIARIA.
Los artículos 57, 96 y 148 de la Ley Cambiaria establecen el régimen de solida-
ridad, frente al tenedor, de todos aquellos que aparezcan firmando en el título (letra,
cheque y pagaré) como libradores, aceptantes, endosantes o avalistas.
Se trata de una solidaridad que no es la regulada en el C.C., sino algo que permite
al tenedor dirigirse contra todos los obligados cambiarlos, sin que podamos decir que la
obligación sea la misma.
Cuando se permite al tenedor ejercitar la acción conjuntamente contra todos esos
obligados, se da la posibilidad de que se acumulen, desde el punto de vista procesal,
acciones que son incompatibles entre sí, pues la admisión de una excluye necesariamente
concluirse que en dicho proceso cabe la posibilidad de consignar la cantidad requerida
para, posteriormente, oponerse. Ello ha de deducirse de la naturaleza del juicio
cambiario, similar al ejecutivo, así como la misma finalidad que ambos tienen, la defensa
del derecho de crédito.

D) NO PAGAR PARA OPONERSE.


En el plazo de diez días señalado tras el requerimiento, el deudor podrá oponerse
mediante la llamada demanda de oposición. Ha de recordarse, en este lugar, lo expuesto
respecto a la función y naturaleza de la oposición en el juicio ejecutivo, pues en el juicio
cambiarlo cumple la misma finalidad y tiene la misma naturaleza, aunque aquí las
posibilidades de defensa del demandado son muchos más extensas.
En este sentido, el art. 67 de la Ley Cambiaría, permite al deudor cambiarlo
oponer más excepciones que el deudor en el juicio ejecutivo. Podrá oponer todas las
excepciones nacidas de las relaciones jurídicas entre el actor y el demandado; podrá
oponer las excepciones personales que tuviera contra los tenedores anteriores, si al
adquirir la letra el tenedor hubiera procedido en perjuicio del demandado a sabiendas,
con lo que cabe introducir en el juicio cambiarlo el problema del endoso en fraude de
terceros. De igual forma, podrá oponer aquellas excepciones que impliquen la extinción
del crédito cambiario, las que se refieren a la inexistencia o falta de validez de la propia
declaración cambiaría, incluida la falsedad de la firma y las que se refieren a la ausencia
de las formalidades necesarias de la letra, cheque o pagaré, así como, por último, a las
relativas a la falta de legitimación activa del tenedor (art. 821.2). Junto a ello, el
demandado podrá oponer las excepciones procesales, además de las recogidas en el
art.559.

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Al menos en dicho aspecto, el proceso cambiarlo se equipara a los procesos
ordinarios en los que no existen limitaciones en la oposición.

6. LA TRASCENDENCIA PROCESAL DEL RÉGIMEN DE SOLIDARIDAD


ESTABLECIDO EN LA LEY CAMBIARIA.
Los artículos 57, 96 y 148 de la Ley Cambiaria establecen el régimen de solida-
ridad, frente al tenedor, de todos aquellos que aparezcan firmando en el título (letra,
cheque y pagaré) como libradores, aceptantes, endosantes o avalistas.
Se trata de una solidaridad que no es la regulada en el C.C., sino algo que permite
al tenedor dirigirse contra todos los obligados cambiarlos, sin que podamos decir que la
obligación sea la misma.
Cuando se permite al tenedor ejercitar la acción conjuntamente contra todos esos
obligados, se da la posibilidad de que se acumulen, desde el punto de vista procesal,
acciones que son incompatibles entre sí, pues la admisión de una excluye necesariamente
la que se pueda tener frente a los demás obligados. Y aunque este supuesto de
acumulación pueda estar recogidos en el art. 73.3, en realidad tal acumulación no evita
que en la práctica se produzcan importantes distorsiones procesales, máxime cuando
nuestra Ley no ofrece (por ejemplo, arts. 542 y 553.1) soluciones para resolver los
problemas que se puedan producir en el trámite de ejecución o los que se puedan
producir en trámites concretos del juicio cambiario, como pueden ser el requerimiento de
pago, el pago mismo, la consignación o el embargo de bienes. De este modo, nuestra Ley
no tiene respuesta a estos problemas y sólo interpretaciones que exceden bastante de la
mera labor exegética, pueden permitir mantener posiciones jurídicas que no tiene apoyo
en el momento actual y que lo tendrán sólo cuando la jurisprudencia resuelva estos
problemas.

7. SENTENCIA RESOLUTORIA DE LA OPOSICIÓN. RECURSOS Y EFECTOS.


Cuando la sentencia sea absolutoria, de acuerdo a lo establecido en el art. 744, se
alzarán las medidas cautelares, aunque se podrá mantener el embargo si se presta caución
para responder de los daños y perjuicios y de la devolución del principal en el supuesto
que se confirme la resolución recurrida (art. 827.2).
La sentencia de condena podrá ejecutarse provisionalmente (art. 827.1). La
sentencia producirá los efectos de cosa juzgada con reserva de derechos, pues no pasa en
autoridad de cosa juzgada las cuestiones que el demandado no ha podido plantear, por
imposibilidad legal, en el juicio cambiario.

35. III. EL PROCESO MONITORIO:


1. NATURALEZA.
El proceso monitorio regulado en los artículos 812-818, está dirigido a la pro-
tección del derecho de crédito, siendo un proceso sumario con predominante función
ejecutiva, aún cuando determinadas características de los procesos sumarios quedan muy
desdibujadas en el monitorio.
Dicho proceso está pensado para ofrecer una tutela no jurisdiccional aunque
judicial del crédito. El título que acredita la deuda, no tiene que provenir necesariamente
del deudor, pudiendo provenir del propio acreedor o de terceras personas, por lo que las
exigencias formales y de contenido del título son mínimas. Es un proceso en el que el
actor no solicita que se declare el derecho de crédito, sino que tan sólo se proteja por el
órgano judicial ordenando un simple requerimiento de pago, no habiendo por parte del
juez la menor labor de conocimiento o de declaración judicial, en esta primera fase del
proceso, por lo que se puede decir que se trata de un expediente de jurisdicción
voluntaria, en el que el juez no declara el derecho, sino que lo conforma, y en donde
realiza una actividad que bien podría llevar a cabo cualquier otro funcionario.
116
No obstante, el proceso adquiere su carácter jurisdiccional y declarativo sumario
cuando, tras el requerimiento, el deudor no se persone ni pague; en este caso, el juez
dictará auto despachando ejecución. En el supuesto de que el deudor se oponga, dicho
proceso se transformará en declarativo ordinario.
El despacho de ejecución, implícitamente, es declaración judicial, puesto que es
condena, por ello, el art. 816.2 establece que el acreedor no podrá, en un proceso
posterior, pretender nuevamente la cantidad que ha reclamado en el proceso monitorio, ni
el deudor podrá pedir que se le devuelva tal cantidad. Se trata así de una declaración
implícita de los efectos de cosa juzgada, correspondiente a la firmeza, que produce el
auto despachando ejecución.
La oposición que se efectúe, no formará parte del propio proceso monitorio pues
no se regula una verdadera demanda de oposición con la que oponerse a la demanda del
actor, quizá, porque el actor, más que presentar una demanda, lo que hace es pedir al
órgano judicial que requiera de pago al deudor, alegando para ello la existencia de una
deuda cierta y líquida (art. 815).
Al no regularse, en dicho proceso, una verdadera o posición a la demanda, la
inversión de la posición procesal de las partes o bien no se produce, o bien se produce per
con una intensidad mucho menor y de una forma distinta hasta la ahora estudiada. Tal
inversión no se produce cuando el crédito reclamado es de cuantía superior a la señalada
para el conocimiento de demandas a través del juicio verbal, pues en esos casos, el actor
deberá presentar su demanda en el proceso ordinario correspondiente. Cuando la cuantía
de la deuda entre dentro de los cauces del juicio verbal, la oposición efectuada, de
acuerdo con lo establecido en el art. 815, dará lugar, como demanda, al juicio verbal, por
lo que en dichos casos la oposición deberá ser mucho más cuidada que la que se puede
producir en los demás supuestos, pues ella determinará el contenido del juicio verbal.
Es decir, el proceso monitorio sí que cumple una predominante función ejecutivo.
Si no se expone en tiempo y forma "las razone" de la oposición, el juez debe dictar (art.
816.2) el auto despachando ejecución, con lo que se precluye cualquier posibilidad de
discutir en el futuro la existencia válida y la exigibilidad de la deuda, iniciándose los
trámites ejecutorios.

2. CRÉDITOS TUTELABLES EN EL PROCESO MONITORIO.


La deuda que se exige debe ser dineraria, vencida, exigible y por cantidad líquida
determinada que no ha de exceder de 5.000.000 de pesetas. No podrá ser deuda en
especie, tampoco cabe que sea deuda en moneda extranjera o ilíquida, ni siquiera
liquidable de acuerdo con los procedimientos regulados para el juicio ejecutivo.
El crédito ha de estar reflejado en un documento, o en un conjunto de documentos
(no necesariamente ha de ser en papel), que acrediten por sí mismos la existencia del
mismo. Son títulos que permiten el inicio del proceso monitorio: cualquier documento
que esté firmado por el deudor, que lleve su sello, impronta o marca, o que lleve
cualquier señal, de todo tipo, física o electrónica que provenga del deudor (art. 812.1.1a).
También pueden ser títulos cualquier documento proveniente del acreedor, que refleje la
deuda, siempre y cuando sean documentos que habitualmente se utilicen en el tráfico
jurídico para documentar los créditos y las deudas entre las partes de la relación crediticia
(art. 812.1.2a).
De igual modo, podrá iniciarse el proceso monitorio en base al impago de can-
tidades debidas en concepto de gastos comunes de comunidades de propietarios de
inmuebles urbanos. Las certificaciones deberán de provenir de la propia comunidad.
Podrá ser, igualmente, título que abra el proceso monitorio, además del documento en el
que conste la deuda, cualesquiera otros documentos comerciales que acrediten una
relación anterior duradera (art. 812.2.1°).

3. COMPETENCIA.
Es competente el juez de primera instancia del domicilio o, en su caso, de resi-
dencia del deudor. Si no es conocido ni el domicilio ni la residencia, es juez competente
el del lugar donde pueda ser hallado el deudor y pueda requerírsele de pago. Cuando se
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trate de deuda a las comunidades de propietarios, la Ley establece, además, el fuero
electivo para el demandante de lugar donde se halle la finca (art. 813). No cabe sumisión
expresa ni tácita (art. 813).

4. EL PROCEDIMIENTO.

A) PETICIÓN INICIAL.
Se inicia con un escrito, que no es demanda en sentido estricto. Deberá de
contener los elementos materiales y formales establecidos en el art. 814: datos de
identificación de acreedor y del deudor, lugar donde pueda ser hallado, en su caso, el
deudor, y lugar donde deba efectuarse el requerimiento en los casos del art. 815.2 (art.
812.2.11). Además el escrito inicial debe solicitar que se requiera de pago al deudor (art.
815.1).
No es necesaria la intervención de abogado y procurador y la solicitud podrá
presentarse en los impresos o formularios que apruebe el Ministerio de Justicia.

B) ADMISIÓN DE LA PETICIÓN Y REQUERIMIENTO DE PAGO.


Tras el examen de la competencia, de la adecuación de los títulos así como los
requisitos establecidos en el art. 814 y 815, el juez requerirá de pago al deudor por veinte
días (art. 815), notificándole que puede oponerse al requerimiento compareciendo al
efecto ante el juez y alegando por escrito "las razones" por las que, según el criterio del
deudor, no deba pagar la cantidad reclamada (art. 815.1). El requerimiento se efectuará
de acuerdo a lo establecido en el art. 161.
Cuando el requerido sea un comunero, el requerimiento se hará en lugar de-
signado para notificaciones; y sino se hubiera efectuado esta designación en el piso o
local que ocupe dentro del inmueble, y si no se pudiera hacer en este piso o local, el
requerimiento se hará mediante edicto de acuerdo con lo establecido en el art. 164.
El juez apercibirá al deudor que, en caso de no pagar, o no comparecer alegando
razones para no pagar, dictará auto despachando ejecución por la cantidad reclamada por
el acreedor.
Cuando el juez entienda que no se dan los requisitos establecidos en los arts. 812,
813, 814 y 815, dictará auto negando la admisión a trámite de la solicitud inicial, auto
que admitirá los recursos establecidos en los arts. 451 y concordantes.

C) POSICIONES DEL REQUERIDO.


Tras el requerimiento, el deudor deberá pagar, o bien, no pagar. En el caso de que
decida no pagar, tiene que decidir igualmente si comparece y alega las razones que tiene
para no pagar.
En el supuesto de que pague (art. 817), el procedimiento terminará, con lo que la
intervención judicial no tendrá nada de jurisdiccional, siendo expresión clara de ju-
risdicción voluntaria, pues el juez lo único que efectúa es la coacción psicológica que se
hace al deudor para que pague.
Cuando el requerido no pague, y no quiere que se inicie el proceso de ejecución,
deberá de comparecer dentro del plazo que se le ha otorgado y presentar un escrito en el
que se recojan las razones que tiene para no pagar (art. 815.1). Éste no es, realmente, un
escrito de oposición (como lo es en el juicio ejecutivo) sino la simple manifestación de la
voluntad de no pagar, debiendo exponer razonadamente el porqué de esa negación. Dicho
escrito no requiere la firma de Abogado y Procurador, a no ser que por la cuantía de la
oposición deba ventilarse por un procedimiento en donde sí sea necesaria su intervención
(art. 818.1).
Sólo si el deudor no comparece, y compareciendo no presenta escrito de opo-
sición, se dictará auto despachando ejecución, que es verdadero título de ejecución, por lo
encierra dentro de sí una declaración de condena, que es firme y tiene eficacia de cosa
juzgada. El auto despachando ejecución se deba adaptar a lo dispuesto en el art. 533, y
frente a él el deudor sólo puede alegar las excepciones contenidas en el art. 556.1.
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Si se dicta auto despachando ejecución, produciendo éste los efectos de cosa
juzgada, no cabrá que posteriormente el deudor pretenda plantear ninguna acción
tendente a la devolución de las cantidades a las que ha sido condenado a pagar (art.
816.2).

5. LA OPOSICIÓN.
La oposición del deudor se concibe, no como una parte del proceso monitorio,
sino como un proceso separado en donde se sigue el litigio. En este sentido, el art. 818.1
determina que, si hay oposición "el asunto" se resuelve definitivamente en el proceso que
corresponda.
El proceso monitorio termina o con el pago (art. 817) o con el despacho de
ejecución (art. 816), aunque, de igual modo, se puede decir, que el litigio sobre la
existencia y exigibilidad del crédito se resuelve en el proceso que corresponda.
Como se observa, la oposición no responde a una regulación coherente. En efecto,
cuando la oposición se debe tramitar a través del juicio verbal (art. 818.2), el juez
convoca a las partes a la vista que está regulada en el art. 443, por lo que el escrito de
oposición cumple con la finalidad que tiene la demanda en el proceso verbal (art. 437).
Cuando, por contra, el crédito reclamado exceda de 500.000 pesetas, la regulación es
muy distinta, pues se concede al solicitante un plazo de un mes, contado desde el día en
que se le traslada el escrito de oposición, para que presente la correspondiente demanda,
en modo tal que si no lo hace se termina el expediente y se condena en costas al acreedor
(art. 818.2)
En verdad, no se entiende cual es la razón de la distinta tramitación de las
oposición así como tampoco la razón de que el escrito de oposición pueda servir de
demanda que da inicio al juicio verbal y no en los supuestos en los que sea necesario
acudir al juicio ordinario.
El deudor, en la oposición, podrá plantear todas las excepciones que quiera,
aunque no podrá limitarse a la mera negación en reclamaciones inferiores a 500.000
pesetas. Las sentencias que se dicten en la oposición producirán los efectos de cosa
juzgada con toda su extensión y amplitud.

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