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HS' 1'RATEGIAS EMPRESARIALES


Y NUEVAS FORMAS DE EMPLEO
Jldrlorcs, dimensiones e importancia de las nuevas
lhnua.~ de empleo: su concreción en Catalunya

1·•• •111r denominamos nuevas formas de empleo son sólo relativa-


IUPIIIr ~nlllcvas)} y lo son, además y fundamentalmente, cuando las
con formas de empleo que podríamos caracterizar como
t'tlltll•ill IIIIH)S
Hdtll• lona les y netamente dominantes en la esfera laboral hasta hace
'1"""' veinticinco años. Así, el empleo estable de carácter indefinido
•lutuoda completa, ocupado de modo muy mayoritario por varones
~ lltmrtnrntc regulado por las acciones legales y normativas, así como
~llllttrdio de la acción colectiva, viene perdiendo peso a favor de otras
futmo• dr empleo en las que alguna de esas características se transfor-
lttd Olt>toncialmente. En otras palabras, y en el lenguaje de los cien tí-
lituo"" ;,,k, que abordan el mundo del trabajo se diría, por ejemplo,
l!llf lo trlodón salarial fordista o que las formas de empleo caracterís-
11~•• dr ],, pmducción de bienes y servicios tayloriano-fordistas han
Hl'" Intentado cambios importantes.
luidnrrmos este primer capítulo situando esa forma de empleo
lttdh lonal o fordista, en el contexto socioeconómico que le otorga
ltltthlop.tra, posteriormente, proporcionar argumentos que intentan
Hltiltllt ],., razones de los cambios que se han venido dando en el ámbito
ll!itflt\uti• o, empresarial y laboral. y que a su vez, proporcionan senti-
~uMioo t ton,,f(mnaciones que experimentan las formas de empleo. Unas
Allllto• dr etnpleo, ahora nuevas, que para algunos autores comportan
lt llfLfOhl.td de un aprendizaje laboral a lo largo de todo el ciclo vital
111 IM• ]tri'Honas y la necesidad de adaptarse a situaciones de empleo

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cambiantes y que, por tanto, pueden favorecer nuevas experiencias nr~,11ivos respecto a las condiciones laborales de numerosos
vitales y laborales. Unas nuevas formas de empleo que, desde otra pers- lltttiYIII. llna sociedad que pretenda actuar en pro de la reducción
pectiva a la que nos sentimos más cercanos, participan de una consi.. olr•lr,u;ddades, i¡ue intente eludir las tendencias a la exclusión
derable inestabilidad laboral asociada, en muchas ocasiones y para llkll•l•, ln•lu,,o, que quiera actuar en beneficio de una competitividad
numerosos colectivos de asalariados, a grados importantes de precarie..
dad que imposibilitan la realización de proyectos personales de vida o,
fltlr•••• 1 i.d donde la calidad del empleo sea una de las premisas, de-
ltltt• ftttprrndC"r acciones que mitiguen o acaben con aquellos efectos
en los límites, la formulación misma de esos proyectos. llfl'tlvm l.a., acciones que pueden desarrollarse desde el territorio
La descripción de las fórmulas específicas de lo que viene deno- •IHIIII '' lo., ··conros de trabajo donde se desarrollan las nuevas for-
minándose nuevas formas de empleo ocupará el siguiente apartado 11111,¡, r11oplco, pueden tener notable importancia en ese orden. Ese
de este capítulo, al que seguirá el análisis de las diversas argumenta- " ' " tlf 1-H dtlll('S reguladoras son las que trataremos, tanto en el terre·
ciones teóricas que nos proporciona la literatura especializada, res~ KM tPt\llt 11 l_tllllo en el de la práctica, en el análisis de casos concretos,
pecto a la adecuación de las mismas a las expectativas empresariales y t11 lmo •IJ'llulm posteriores del libro.
al funcionamiento económico. Por nuestra parte subrayaremos, pre·
cisamente, la importancia de las estrategias empresariales en lo que se
refiere a la dirección que toman las nuevas formas de empleo. Las D•l tmpleu tradicional a las nnevas formas de empleo
empresas pueden hacerse más competitivas de muy diversos modos 1• -lloiolor,la o la Economía del Trabajo, entre otras disciplinas, han
o, dicho de otra manera, pueden obtener beneficios y hacerse con lhfthlo .uupliamente la cuestión que aquí nos ocupa. Eso no quiere
mayores cuotas de mercado de modo variado. Los usos de la fuerza de ~lll-11 o¡ur lo.oya un pleno acuerdo sobre las razones explicativas de los
trabajo son una de las fuentes posibles de esa competitividad; y tales •mhh" rulas relaciones y en las formas de empleo que están tenien-
usos se concretan en modalidades de empleo que dan razón de las t!M htM41 dr.,dc mediados de los años setenta. Menor es todavía el acuer-
estrategias empresariales al respecto. ¿Potenciar la calidad del empleo ~H 111h1r l.o dircccionalidad, tendencias y deseabilidad social de los
y el pleno uso de las capacidades humanas en el trabajo?: es una op- l'illtthlm rn curso. Sin embargo, el punto de partida es compartido en
ción posible. ¿Primar políticas de abaratamiento de los costes labora- tua hUtJI.II" gt'tH.·rales. Ese punto de partida se refiere a las característi·
les que tiendan a precarizar el trabajo y a minimizar el papel de nu- Hl•llll l•ol.os a la forma de empleo progresivamente dominante en los
merosos colectivos en las tareas laborales?: también es posible y, en Jltl••• '.opit.olisoas avanzados desde la Segunda Guerra Mundial. El
nuestro país, una realidad bien visible. tHHm llnlroltl, repetimos que compartido, de esas características nos
El capítulo concluye con una serie de datos que pretenden mos- l"'lllillr •rr rsquemáticos en su descripción: empleo estable basado
trar la concreción de las nuevas formas de empleo en España, y más tUl• lllllll'alación indefinida, amplia regulación de las condiciones
específicamente en Catalunya, donde hemos desarrollado la investi-
gación que da lugar al texto. Los datos estadísticos que presentamos
lll'\llf >r •barrollan unas funciones laborales que tienden a minimi-
tllt • oplkalión de las capacidades potenciales de los asalariados y
proceden de fuentes secundarias fácilmente accesibles. Mayor interés '"""' r111plco, son las principales características asociadas al modelo
tienen, en nuestra opinión, los datos complementarios que ofrece~ itf JHmlurdt'tn de bienes y servicios denominado como fordista.
m os de una encuesta a más de 200 empresas de la provincia de Barce- lm iuicios del fordismo se dan en los años veinte del pasado si-
lona, en tanto que nos permiten detectar tendencias respecto al uso
de las nuevas formas de empleo, así como establecer caracterizaciones
.ho, ~1'"'' ir dt·la aplicación efectiva de los criterios de la organización
11"111/lut rlrlirrtbajo, del taylorismo. En tanto que modelo de produc-
sobre los tipos de empresas que las utilizan. ~h\11 y olr oowuüzación del trabajo, el fordismo supone una forma
Como veremos, las modalidades mayoritarias que adoptan en olliH lrlol de regulación del proceso de acumulación capitalista
nuestro país las nuevas formas de empleo, comportan efectos clara- ll•lnu~ur y l.ipietz, 1988), cuyo desarrollo dio lugar a lo que Coriat

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( 1982) denomina el círculo virtuoso del capitalismo y Hobsbawm IJUim, basados en el funcionamiento del sistema técnico. Una prefe-
(1995) la edad de oro del capitalismo. Su base es el continuo aumento 11011< iu <¡uc deriva de los esfuerzos de Taylor por establecer una neta
de la productividad asociado, en una interrelación bien descrita entre ••puiu<i<'>n entre las tareas de ejecución, por un lado, y las de concep-
otros por Rifkin (1996), a un paralelo crecimiento del consumo y a la do\n, planif-Icación, organización y decisión, por otro. Una separa-
implantación del Estado del Bienestar. <ioln o¡ur, aunque no siempre aparece como diáfana en las diferentes
Cuando se habla de crisis del fordismo, lo que se argumenta es h1111 ionrs laborales, pretende primar el ejercicio del control por parte
que el circulo virtuoso ha dejado de ser tal. La crisis económica que se olrlu <1 irr.-ción; pref-Iriéndolo a un posible y pleno uso de las potencia-
constata en los primeros años setenta lo evidencia. El agotamiento lhloulr., L1lwrales de los trabajadores que pudiera suponer mermas en
del modelo de producción fordista se hace patente a través de la ttqurl l ol\1 rol. Es en este orden de criterios donde, a la separación
ralentización de los aumentos de productividad en los que sentaba Pl111 r liludones de ejecución y de concepción, se añade en el sistema
sus raíces. Para diversos autores {véase, por ejemplo, Boyer, 1986) 1 ltlylnli,uw-fórdista la acentuación de una de las tendencias experi-
este hecho, junto a las contradicciones que aparecen en el fordismo mrnloHias por el trabajo desde la industrialización: el aumento cons-
en cuanto paradigma productivo y organizativo, son causas funda- ldlllr dr la división del trabajo y de la especialización de las tareas 2
mentales de la crisis económica y de sus secuelas actuales en forma de t :omdderamos que es importante subrayar que los criterios tay-
reestructuración productiva y empresarial. De los límites del fordismo, 11111"1 ol.'i siguc:n teniendo una muy importante presencia en lo que se
y de las respuestas empresariales y gubernamentales para afrontarlos, ¡pllrrr ,, orientar las políticas empresariales de gestión de la mano de
deriva gran parte de las transformaciones que están teniendo lugar en nluu. ( :uando se habla de nuevas formas de empleo se apunta, con
la esfera laboral y que dan cuenta de la aparición de nuevas formas de l~r•nrnda, a que algunas de ellas tienden a acabar con las rigideces
trabajo y de empleo. Sin embargo, en nuestra opinión hoy se puede lmpur.,.as por el taylorismo al flexibilizar las fórmulas de empleo.
hablar de crisis o de cuestionamiento de los criterios fordistas, pero 1 :uuudo se habla de nuevas formas de trabajo, se enfatiza que tien-
no de su desaparición o superación. Esto es así, en lo que respecta a tiPn 11 n·ducir o a acabar con la especialización y a otorgar mucha
los mecanismos de regulación en el ámbito de la economía y de las muym importancia al pleno uso de las capacidades de los trabajado-
relaciones laborales -y, por ende, de lo social-; pero también en lo , ... Nurvas formas de empleo y de trabajo, entonces, que tenderían
que se refiere a buena parte de los criterios que rigen la organización d rliminarlos aspectos menos positivos para los asalariados del mo-
del trabajo y la gestión de la mano de obra. olrlo tayloriano-fordista. Sin embargo, no hay que olvidar que los
Así, antes sefialábamos que en el terreno de la organización del ulojr1ivns de productividad, competitividad y rentabilidad económi-
trabajo y de la empresa el fordismo supone la implantación efectiva 1 d 1oulin(lan siendo los ejes de la actividad empresarial en un con-
de los criterios tayloristas, constituyendo un modelo {véase Boyer y In lo rmnómico marcado hoy por la globalización (Chomsky, 2000)
Freyssenet, 1996 al respecto), un paradigma, al que se le reconoce y •111r, po1· tanto, los cambios en curso se subordinan a ellos. De este
extrema eficacia y que se pone como ejemplo a seguir por el conjunto 111111ln, <'sos son los ejes que explican las políticas de flexibilización de
del mundo empresarial. Probablemente, el elemento más significati- ldl lmmas de empleo; cuestión ésta que abordaremos con detalle. E
vo de la aplicación de aquellos criterios es la preferencia del management ljlllolmrnle, son los objetivos antes indicados los que guían los cam-
a confiar la organización del trabajo a mecanismos de control jerár- hlu• rll las l(>rmas de trabajo que apuntan a la reducción de la espe-

l. Boyer proporciona sólidos datos estadísticos que muestran la ralenrización de


los aumentos de productividad desde finales de los años sesenta. Para el autor, ésa es /. Vc',i\t' Marglin (1977) para un brillante análisis de los objetivos y la evolu-
l:1 ~cfíal precursora de una crisis económica anunciada y precedida por la que experi- dl'll dr l,t t'~ll<'cialización, y Butera (1988) para una descripción ajustada de la apli-
mc:nl:t el fordismo en tanto que mecanismo asegurador del crecimiento económico. 111111'11 dt· los nitl'l'ios tayloristas en la empresa.

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l'iillización. Es más, con frecuencia estas últimas transformaciones A!tu1uo de ello> >e relaciona de modo directo con el concepto clave que
pretenden paliar excesos del taylorismo que contribuyeron, en sumo- • l'11'•rlllll mmo guía actual de la acción empresarial: la flexibilidad.
mento, a ralentizar los aumentos de productividad. Sucede así con \lt.itii>Oio• m;\> de cerca.
las concreciones más radicales de la especialización del trabajo, que
si bien simplifican y hacen más controlables las tareas, también pro- ...1111'""' empresariales a los cambios en el entorno: la
hlematizan la coordinación del trabajo y hacen aumentar la impor- ~lhiJU•tln tic ho flexibilidad
lancia de los errores en la producción. Algo similar ocurre con la 1-Jtt•l•~ IIII'I:'N que se citan como impulsores de que las empresas trans-
separación drástica entre funciones de ejecución y de concepción. tllllurn o, ,,¡ menos, retoquen aspectos del fordismo que tienen que
1;os fallos tardan en detectarse, el trabajador se limita a desarrollar Wt Hlll ~w~ IIIC'carlismos tradicionales de empleo, pueden sintetizarse
una función simple y no se le pide ni tiene capacidades para incidir fll .loo ~111111\r. ;\reas: a) rechazo de los trabajadores a las condiciones
seriamente sobre esos fallos ni sobre la calidad de los productos o ti• pmplro y de lrabajo tayloriano-fordistas; y b) cambios en la estruc-
servicios en los que trabaja. Las nuevas formas de trabajo, con su llllf tlr ¡,, mercados. Ambas, sobre todo la segunda, se asocian a un
insistencia en la polivalencia, por ejemplo, cuestionan los criterios fiP~nr~llo que configura el núcleo de las respuestas empresariales a los
m;\s estrictos de la especialización, con el fin de afrontar problemas ... uohlm <11 el entorno: e) la idea dela flexibilidad, que forma el tercer
t.:omo los indicados. Pero no por ello subvierten necesariamente, en llltllo dr rNic apartado y que abordaremos detenidamente al analizar
la práctica empresarial, la permanencia del grueso de los criterios
1ayloristas de trabajo.
ltt• flllnqurs teóricos que, entre otras cuestiones, intentan dar cuenta
,¡,¡ 1111~r de las nuevas formas de empleo.
En cualquier caso, con mayor o menor profundidad, alguna de las
características de las formas de empleo y de trabajo fordistas están ex- tU ~~ ¡,,,,., t!rlos trabajadores a las condiciones de empleo y trabajo
perimentando transformaciones. Como razón básica de tales cambios lfl'lh¡ritlllll fimlistas. Su ejemplo paradigmático son los grandes movi-
hallamos la aludida ralentización de los aumentos de productividad. IIIIPIIII>O tlr contestación de los asalariados que se dan en la mayoría
Un argumento complementario lo suponen los mencionados «exce~ ti• thlf.llr,t~ nvanzados en los últimos sesenta y en los primeros años se-
"'·'" de la especialización. Otros elementos se aducen para explicarlos.' lflllll y <JI Ir, dicho sea de paso, no hacen sino agravar los problemas
Mf Jtlnolnooividad que hemos reiterado. Esos movimientos apuntan el
n11•l•l "\"'~"~" implícitm• (Coriat, 1982) entre capital y trabajo propio
tltllouoli>~uo. Un pacto que había proporcionado mejoras sustantivas
3. Entre ellos tienen particular importancia los que se refieren a los cambios de flllno ••lou·i," y en las condiciones de vida de los trabajadores, a cam-
l11dok económica que se vienen experimentando en los últimos tiempos, así como
los que aluden a los problemas que experimenta alguna de las vertientes del Estado ltl" olr lu olleplación de un orden capitalista que, en lo laboral, com-
dd Bienestar. Por lo que se refiere a éste último, son conocidas ya sus vinculaciones ltllllo\ p•r• la gran mayoría de las personas un trabajo monótono,
nlll el drcu!o virtuoso fordista. Hoy su crisis, o por lo menos sus problemas, son bien lllluno lo u rusos y la imposibilidad de aplicar conocimientos y dosis
l'nnocidos y profusamente tratados. Sus problemas afectan a las bases sustentadoras hlll'""""'<' de actividad intelectual en el trabajo. Una imposibilidad
dt"] f'ordismo de modo que, por ejemplo, los recortes en las prestaciones sociales
ljlll, potolra parte, se agrava de modo progresivo ya que no podemos
Cl'tL~ionan el consumo masivo en que éste se fundamenta. Por otra parte, la
~lohali1.ación, la mundialización o la internacionalización de la economía, como ulvhl•t que el Estado del Bienestar, asociado al fordismo, proporcio-
qui("l':l !lamársele, es un fenómeno también ampliamente tratado y que tiene efectos lll'l ~11111r111os muy importantes en el nivel educativo del conjunto de
<"vidt'ntcs sobre el funcionamiento y la competencia de las empresas y sobre las es- ltt pol-il•ll il111 que, sin embargo, apenas encontraban reflejo en las exi-
t l',ltq~ias de mercado. Con ello, cambian parte de los aspectos que fundamentaban
1,1 :~r!uación de las empresas y, también, de los gobiernos en materia económica. La
•"'" ¡,,. requeridas por los puestos de trabajo.
r11tidad de ambos procesos, globalización y crisis del Estado del Bienestar, hace que l'~l·¡ulójk:amente, una parte de las reivindicaciones de aquellos
no podamos detenernos aquí en su tratamiento. IJinviiiiÍC'IIIo."' de contestación aparecen hoy como tendencias de cam-

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bio que ensayan las empresas. Aumentar la participación de los asala- /¡) Cambios en la estructura de los mercados. Para muchos autores, y
riados en la empresa, reducir la especialización, propiciar nuevas for- drsdo luego para la lógica discursiva empresarial, los cambios experi-
mas de trabajo que favorezcan el uso del potencial humano, etc.; fue- lllrntados en los mercados son el principal elemento explicativo de las
ron reclamaciones de los trabajadores de hace tres décadas. Hoy se 1n111sformaciones en la actividad empresarial: el entorno, el mercado,
consideran prácticas empresariales novedosas. Pero tienen otro cariz: nunhia y, por tanto, la empresa debe adaptarse a las nuevas circuns-
los objetivos empresariales no pasan por el logro de cotas de «demo- liiiJLias. Sin rechazar de plano tales aseveraciones, describiremos en
cracia industrial)) que sustentaban aquellos movimientos reivindica- pri 111cr lugar las principales líneas de cambio que han venido experi-
tivos. De ahí, que prácticas que se implementan desde denominacio- tnrntando los mercados para, posteriormente, matizar e incluso cues-
nes similares, como la participación, se concretan de modo distinto lionar las explicaciones a las acciones y estrategias empresariales en
en tanto que la estrategia en la aplicación de los cambios está ahora tc'rminos estrictamente de mercado.
en manos de otro actor: el empresariado. No hay que olvidar, por El mercado que afronta una empresa en el período fordista pre-
otro lado, que muy poco después de los grandes movimientos de pro- srllta una capacidad de consumo que parece ilimitada: se produce en
testa de los trabajadores se desencadena con fuerza la crisis económi- .~rrics masivas y estandarizadas unos productos que los consumidores
ca. Sus consecuencias sobre la fuerza de trabajo y las organizaciones .~tlquieren en una proporción cada vez mayor. En realidad, lo que se
sindicales, 4 harán que sea difícil impulsar alternativas, más allá de re- produce se vende efectivamente en un mercado relativamente previsi~
acciones defensivas, a los factores más negativos de la reestructura- hlc por su crecimiento constante, aunque existan lógicas salvedades
ción empresarial que, desde entonces, se emprende. al respecto y fases en que sectores concretos pueden acumular stocks.
Como indica Castells (1990), los efectos de la crisis económica !.as líneas de cambio que se registran en los últimos tiempos respecto
decantan en mayor medida del lado del capital las relaciones capital/ a e'" tipo de mercado, al margen de las que atañen al progresivo au-
trabajo. Además, buena parte de las estrategias seguidas desde enton- lllcnto de la competencia internacional como producto de la globali-
ces por las empresas tienen esa misma intención. Sucede así, por ejem- J.ación económica, pasan por las siguientes dimensiones:
plo, con la tendencia que se viene siguiendo desde hace años a reducir
la dimensión y la plantilla de los grandes centros de producción, que • la demanda fluctúa en gran medida y se hace menos previsible;
actúa en detrimento de la acción colectiva. O, como muestra Sabel • la demanda se diversifica y exige gamas distintas de un producto
{1986), sucedió así en los primeros ochenta con las políticas externali- o servicio;
zadoras de las empresas que afectaron a colectivos y a secciones carac- • se reduce la duración exitosa de un producto en el mercado sin
terizados por una alta afiliación sindical. En definitiva, la respuesta alterar algunos de sus elementos.
empresarial al rechazo expresado por los trabajadores a los mecanis-
mos de empleo y trabajo fordistas subvirtió el relativo equilibrio de Sin detenernos aquí en el detalle de tales cambios, que han sido
fuerzas entre capital y trabajo. Las elevadas cotas de paro y las políticas ampliamente abordados (véase, entre otros muchos, Regini, 1988 o
de flexibilización, algunas de ellas basadas en el desarrollo de nuevas Regini y Sabe!, 1989), vale la pena subrayar algunas cuestiones. En
formas de empleo, sirvieron a ello, al tiempo que proporcionan una primer lugar, una demanda fluctuante actúa a la contra de una em-
primera aproximación a las razones de ese desarrollo. presa fordista. Su producción puede no alcanzar el nivel necesario
para aprovechar los momentos álgidos de la demanda. Pero, lo que es
más grave, si la demanda se debilita, la reducción de ventas y la acu-
mulación de stocks la pondrán en serias dificultades. En segundo lu-
4. Al respecto de las dificultades que afrontan en esos momentos los sindicatos gar, una demanda diversificada se opone a la elaboración estandarizada
véase, entre otros: Markovits (1988); Miguélez (1991); o Gourevitch y otros (1991). de los productos. En tercer lugar, si para mantener un producto en el

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mercado es necesario adaptarlo y modificarlo de forma frecuente, los 1le hecho, la flexibilidad puede concretarse en varias formas o
mecanismos organizativos y productivos deben estar dispuestos para •dlrxibilidades» (Trouvé, 1989). Las posibilidades al respecto son
ello. Todos estos elementos, se afirma, son contradictorios con el fun- IIJIIchas. Sin pretender agotarlas, las prácticas de flexibilidad que in-
cionamiento tradicional de la empresa fordista que deberá adaptar su lluyrn en el desarrollo de nuevas formas de empleo y de trabajo pue-
funcionamiento, sus formas organizativas y su mano de obra a los ,Jrn desarrollarse sobre los siguientes ámbitos:
nuevos requerimientos del mercado.
Esa adaptación, bajo múltiples fórmulas posibles, gira siempre alre- 1'iexibilidad en el uso de la mano de obra- interna o funcional-
dedor del concepto de flexibilidad. Un concepto, una idea, una forma (véase Atkinson, 1987). Puede concretarse de diversas maneras
de actuar, que no siempre tiene porque romper con el núcleo de los (lllrnos, variaciones de jornada, movilidad geográfica intercentros,
criterios tayloriano-fordistas aplicados al trabajo, {aunque sí quizás con etc.); 5 aunque una de las más usuales es la movilidad funcional
aquellos de sus aspectos que tienen que ver con la regulación de las rela- y/ o la polivalencia.
ciones de empleo) pese a que suele presentarse desde esa óptica rupturista. • Flexibilidad externa o numérica en el uso de la mano de obra. Su
Un concepto, el de flexibilidad, menos preciso de lo que aparenta. rjemplo paradigmático en nuestro paises la contratación temporal.
l'lexibilidad productiva interna. Entre sus múltiples posibilida-
e) La flexibilidad: ¿necesidad o estrategia competitiva?, ¿exigencia del des, destacan: introducción de equipamiento técnico-versátil con
mercado o inducción al mercado? La idea es simple: las empresas nece- la incorporación de tecnologías de la información; flexibilidad en
sitan ser flexibles para responder rápida y eficazmente a las exigencias el aprovisionamiento y en los stocks; sistemas organizativos ten-
cambiantes del entorno. Supuestamente, la empresa fordista no per- dentes a aproximarse a la producción just in time, etc.
mite esa adaptación, constituyéndose, a pesar de su larga trayectoria • l'lexibilidad productiva externa. Las variadas posibilidades {como
exitosa, en «un gigante estúpido» (Rifkin, 1996) incapaz de respon- la subcontratación, la descentralización productiva, etc.) vincu-
der a las fluctuaciones del mercado ladas con la externalización de parte de la producción de bienes o
En este sentido, los mecanismos de producción deben poder adap- de servicios o de secciones concretas de la empresa, son ejemplos
tarse a distintas combinaciones productivas en volúmenes y en ga- de una forma de obtener flexibilidad que está muy extendida en
mas. Pero la flexibilidad se extiende también al uso de la mano de el mundo de la empresa y que hace recaer sobre el exterior las
obra, en tanto que tiene que ser capaz de adecuarse a esas cambiantes lluctuaciones de la demanda.
condiciones productivas. En este último orden, además, la flexibili-
dad puede tener que ver con los procesos de recomposición de las Alguna de las formas de flexibilidad en el uso de mano de obra
relaciones de fuerza entre capital y trabajo a que nos referíamos antes. K"·"dan relación directa con el desarrollo de nuevas formas de traba-
Sin que aparezca de forma clara bajo esta perspectiva en el discurso l" (p.c. movilidad funcional, trabajo en grupo, etc.) y otras con el
managerial, lo cierto es que algunas de las reclamaciones del empresa- o11~r de nuevas formas de empleo {como el trabajo temporal). Pero
riada cuando aboga por este tipo de flexibilidad, remiten más a la 10111hién la que hemos denominado flexibilidad productiva tiene que
exigencia de desregular el mercado de trabajo y las relaciones labora- vrr mn esos aspectos. Así, el desarrollo de determinadas facetas de la
les que a la necesidad de adecuarse a las exigencias del mercado. En llrxihilidad productiva interna puede impulsar la configuración de
este terreno coincidimos con posiciones (expresadas, por ejemplo, en
Lope, 1996) que afirman que el concepto de flexibilidad es difuso,
flexible en sí mismo y, además, tramposo, por cuanto presenta con-
notaciones positivas en su propia acepción independientemente de 1, llutchinson y Brewster (1995) presentan ejemplos pertenecientes a expe-
dl'IH i~~.~ europeas de este tipo de flexibilidad y, con mayor profusión, también ejem-
los contenidos de que puede dotarse. pluN d<· formas de flexibilidad externa o numérica.

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nuevas formas de trabajo (como la polivalencia) o de nuevas formas Existen algunos autores que se preguntan en torno a la (<necesi-
de empleo (como el trabajo a tiempo parcial) para aprovechar mejor .¡,,.¡, de flexibilidad que, se aduce, condiciona y casi «obliga>> a las
el uso de los nuevos equipos. Por su parte, la externalización de fases rmprcsas a obtenerla. Así, Pollert (1994) que ha abordado extensa-
específicas de la actividad empresarial puede coadyuvar al desarrollo lllf'llt·e el tema, se cuestiona seriamente el grado de aquella necesidad.
de formas de empleo precarias en las empresas receptoras que, con l'or nuestra parte, compartimos esas dudas. Con toda seguridad, al-
frecuencia, acostumbran a ser dependientes de la firma externalizadora. gunos de los requerimientos del entorno incitan a la empresa a obte-
En cualquier caso, por encima de las modalidades -y de sus di- llrr mayores dosis de flexibilidad. Pero el énfasis y la relevancia que se
versas combinaciones- que puede adoptar la obtención de flexibili- 1111 ,rga a esta cuestión es excesivo. Al margen de algunas cuestiones ya

dad por parte de las empresas, quisiéramos detenernos en la justifica- ¡ll'lllltadas, hay otros elementos que sirven para argumentar nuestra
ción que ofrecen el conjunto del empresariado y buena parte de los 111•~ici6n:
científicos sociales que analizan el mundo del trabajo para explicar su
imperiosa necesidad. Recordémosla: la estructura de los mercados ha Los mercados a los que se dirigen muchas empresas no exigen
cambiado. Sus fluctuaciones y escasa predicibilidad comportan ade- diversificaci6n en la producción. En algunas industrias tradicio-
cuar la capacidad productiva y el volumen de personal a necesidades nales, como la hilatura textil o la siderometalúrgia, o en sectores
coyunturalmente cambiantes. Además, las exigencias y la diversifica- hoy punteros, como el energético, no se aprecia una fragmenta-
ción de la demanda obligan a una producción variada en gamas y en ción de la demanda. Lo mismo ocurre en muchos subsectores de
calidades, a la que deben adaptarse la estructura empresarial, el siste- los servicios. Ritzer (1996) muestra (en un texto que además de
ma técnico y los trabajadores. brillante resulta sumamente atrayente e, incluso, divertido) como
La flexibilidad parece, pues, una práctica «obligada». Los meca- desde la educación hasta la comida rápida, pasando por las gran-
nismos tayloriano-fordistas son incapaces de responder a los requeri- des superficies de venta y la sanidad, actúan en mercados que se
mientos de la demanda. Por el contrario la adaptabilidad y la flexibili- t:aracterizan por la masificación y la estandarización. 6
dad es sinónimo de éxito. Ante aseveraciones tan extendidas no ya en • l Jna producción flexible no siempre precisa cambios en la activi-
el tejido empresarial sino, incluso, en el conjunto social, considerarnos dad empresarial tan importantes como los que suelen argumen-
que valdría la pena hacerse algunas reflexiones. Así, ¿no es cierto que larse. Muchas empresas afrontan las fluctuaciones de la demanda
algunas de las firmas que Rifltin califica de gigantes estúpidos han sido por la simple vía de la subcontratación. Otras recurren al trabajo
y son capaces no solamente de atender la demanda sino, incluso, de 1rmporal, o hasta a la economía sumergida en sus diversas formas
configurarla y hasta cierto punto de crearla? Por otra parte, en una (horas extras no declaradas o trabajo sumergido). Cierto que esto
economía capitalista no hay claves que garanticen el éxito a una em- .supone un uso flexible de la fuerza de trabajo: se utiliza la que se
presa. En este terreno Hyman (1993) ironiza con lucidez sobre los
defensores de las tesis de la especialización flexible, que olvidan el fun-
cionamiento de la competencia entre empresas cuando loan la
h. Se caracterizan, también y como subraya Ritzer, por aplicar métodos de
competitividad que favorecería la flexibilidad. Y lo mismo podría ha-
lloll~o~ju dpicamente tayloristas, sin que ello excluya el uso de nuevas formas de em-
cerse con las posiciones que hacen de este concepto la varita mágica ¡•1~·,,, dr~de luego flexibles, como el trabajo temporal o a tiempo parcial. En ocasio-
del éxito empresarial, sin tener en cuenta que tales éxitos suelen ir aso- 111'~ r~t· 11.~0 riene que ver con la adaptación a modalidades de la demanda que puede
ciados en la economía capitalista a otros tantos fracasos de empresas ¡unc·tll:lr ((puntas de produccióm• que, por ocro lado, pueden ser bien previsibles,
que pueden tener las mismas pautas de actuación. Una última reflexión, 1111110 ocurre en las grandes superficies como los hipermercados (véase al respecto,
1;Hep d'Esrudis Socio!Ogics sobre la Vida Quocidiana i el Treball, 2000). En otras
la que da título a este apartado: ¿la flexibilidad es una necesidad exigi- 111 ,¡,iollt'.~, ese uso tiene que ver simple y llanamente con el abaratamiento de los
da por el mercado o una estrategia que influye sobre el mismo? 'mtr~ laborales.

28 29
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desea cuando se estima pertinente. Pero son fórmulas que nada 1 Srar presenta para su modelo Ibiza 22 opciones, gamas o varieda-
tienen que ver con el aumento de las capacidades requeridas en el dr:.'i distintas.
trabajo ni con la necesidad de implicación por parte de los asala- 1 Volkswagen ofrece para el Golf 28 variantes.
riados que suelen argumentarse, desde la perspectiva empresarial • ( :i1roen intenta el récord: su modelo ZX presenta nada menos
o desde determinadas posiciones teóricas, a partir de una óptica qur :16 opciones.
que tiende a positivar el uso de las nuevas formas de empleo desa-
rrolladas a partir de la búsqueda de la flexibilidad. Sr~undo ejemplo. Desafortunadamente casi todos debemos re-
• Incluso en empresas con presiones para flexibilizar su funciona- 11111 ir en uno u otro momento a un banco para obtener un crédito.
miento pueden primar otras cuestiones. La prioridad por reducir F"o p.lrt·ce hoy relativamente sencillo. Nuestro (¿nuestro?) banco nos
costes, por homogeneizar la calidad de los productos, o por no per- 11l1rl C' productos (que no servicios) sumamente variados para cubrir
der parcelas de control sobre el trabajo o sobre la organización de la olhtlo1uicr eventualidad. Supongamos que se trata de un crédito al
empresa, pueden pasar por encima de aquellas presiones (Wood, 1 olll'llllliO. Los hay de todo tipo: para un viaje, para adquirir un co-
1989) y actuar en sentido opuesto a la búsqueda de la flexibilidad. ' hr, para pagar una matrícula a un curso, para los regalos de Navi-
• Finalmente, ¿es cierto que la demanda se diversifica en extremo y, ,l.uL para atender a un siniestro, para... Todavía más: ¿somos estu-
de ahí, que deba hacerlo la producción? En otras palabras: ¿los •lilllllr.'i?, ¿tenemos una nómina como asalariados?, ¿somos amas de
consumidores desean y exigen productos diferenciados, o es la t1llhl~ Ningún problema, existe un tipo de crédito para cada ocasión y
producción diversificada la que crea ese tipo de mercado? w"1'"·' de personas. Parece que la demanda así lo exige.
'1 rrcer ejemplo. Hasta hace poco atender los efectos mingitorios
Creemos que interrogantes como los de este último punto no son olr lo.< nifios y nifias de corta edad era sencillo (siempre relativamente,
fácilmente desechables. Una cosa es clara: al mercado se presentan olr .. lr luego): se colocaba oportuna y debidamente un pafial. Hoy,
gamas muy variadas de un mismo producto. Pero tal vez no sean tan ¡lfll•l rxip.cncias de los consumidores? nos sitúan en un brete. Hay pa-
claras las exigencias de la demanda a ese respecto. Tres casos extraídos ll111r.'i para niños. Pero otros para niñas. Hay pañales para niñas o para
de la cotidianeidad así pueden ejemplificarlo. nlllos de hasta tres meses, otros hasta 6 y 12 meses y otros para los
El primero se refiere a la industria del automóvil. Fue el paradig- qur rebasan esa edad. Además, cada tipo de pafial se presenta con
ma del fordismo y, para muchos, hoy lo es del toyotismo (o de la lean d;.rilllas capacidades de absorción a fin de atender las variadas posi-
production como ha venido en denominarse en ámbitos no japone- hilidadcs en ese orden de sus poco conscientes usuarios. El consumí-
ses) y de la especialización flexible' (véase, entre otros muchos, Kern oIon, rs evidente, puede elegir.
y Schumann, 1989; Piare y Sabe!, 1990; o Cariar, 1993). Ha pasado En los tres ejemplos la posibilidad de elegir es notoria. Tanto que,
el tiempo en que, como ironizaba Henry Ford, los consumidores 111 ohahlemente, el problema sea hacerlo. ¿Puede pensarse con serie-
podían comprar el color de coche Ford que desearan siempre que lo ,J.ul tJilt' tamaña diversificación de la producción venga de la mano de
quisieran negro. En nuestro país, como en otros, los fabricantes riva- ),¡ drmanda de unos consumidores ávidos de consumir «sm' produc-
lizan en diversificar sus modelos más que nadie. Así, a finales del afio 11 1f '1 'radicionalmente se ha exagerado la estandarización fordista con-
2000, y al margen de variaciones en función de los diversos colores o •lolrdndola absoluta cuando, en realidad e incluso en la Ford primi-
metalizados posibles: ~rni.ono era de ese calado (Williams, Haslam y Williarns, 1994). Ahora,
lit' rx;lgc:ran las necesidades de diversificación de la producción y la

lhihilidad requerida para ello. Más aún, si atendemos al hecho de


7. Enfoques ambos que, junto a otras perspectivas analíticas, trataremos más •111< la variabilidad que comporta la presentación de gamas diversas de
adelante,
1111 producto es mucho más limitada de lo que parece a primera vista.

30
31
En efecto, las condiciones del crédito que obtengamos auenrar¡ 1"-vrlpdclu de las modalidades en que se concretan las nuevas
muy poco sea cual fuere su finalidad y, en todo caso, tendrán más ~f f111plco. liemos hecho ya alguna referencia tangencial a
ver con nuestra capacidad de reintegro y de mantener futuros •aultlanJrlllc sistematizamos, brevemente, las más relevantes
en el banco. El pañal que escojamos no tendrá diferencias muy asten• nu u1,,¡ it Jades.
sibles con las que presentan los que rechazarnos. Y las múltiples op•
ciones en un único modelo de automóvil que nos hacen dudar al
elegir entre ellas, quedan reducidas a cuatro o cinco en términos de
prestaciones, calidades y precios significativamente distintos. En otru ~IIIM.II ~utc-riorcs, advertíamos contra las argumentaciones que
palabras, la diversificación en gamas se realiza a partir de un disefto 1 .tlu" ~-.11nbios en curso el estatus de transformaciones radi-
único fundamental y, por ese motivo, no necesariamente tiene por• 10 '' los criterios tayloriano-fordistas; matizando la pro-
qué comportar cambios de tan amplio calado corno los que suelen lfllllll••l tlr rm< cambios sobre todo en lo que se refiere a las estrate-
argurnentarse en el ámbito productivo y laboral. cl"rll l.c organización del trabajo. Es decir, poníamos en
Finalmente, y corno reflexión final, vale la pena tener presente la Id prr.-.pC"cliva, visible en numerosos autores, según la cual
posibilidad de que grandes firmas y grupos empresariales pueden hacer, llllfYo• loc11cas de trabajo se extienden en paralelo a las nuevas
y de hecho hacen, de la diversificación de sus productos o servicios en el• rcuplro, configurando un empleo más flexible y un trabajo
diferentes gamas un elemento diferencial en términos de competen• pullv•lrucr y <¡11e requiere de la aplicación de mayores capacida-
cia. Con ello contribuyen, en realidad, a fragmentar la demanda. Una - 111l•• l•llr,c,, que las exigidas por los criterios tayloristas.
vez instalados determinados mercados en esa dinámica, las empresas ll.t•i'"'l'«liva queda clara en algunos enfoques, corno el de la
con poca influencia sobre ellos no pueden más que adaptarse a la l•lluclt\n flexible. En este texto no nos ocupamos de analizar las
misma. También tenderán a diversificar sus gamas y, por tanto, a in- •• Pll •JIIr 1-1r ~.:oncretan las denominadas nuevas formas de traba-
tensificar las tendencias en esa línea. thtu 1111r, hunrdiatamente, nos introduciremos en el acercamiento
De este modo, en una primera aproximación es posible argumentar llllfY••Ioc11cas de empleo. Vale la pena tener presente, acaso, que
que el desarrollo de las nuevas formas de empleo responde a las estra• Hjlfl'lrcu ¡,,,, uds o menos novedosas en el desarrollo de las tareas
tegias de flexibilidad de las empresas para:adap!a.rse a los requerimientos ttl••· poul r11 de conceptos tales como los de ampliación y enrique·
del entorno y, fundamentalmente, del mercado. Pero, a tenor de las "'clrlcr,¡loajo desarrollados por Herzberg (véase, por ejemplo,
reflexiones indicadas, puede sostenerse que la importancia de las es· hflao 1'IHO). Se vinculan, además, a la búsqueda de una motiva-
trategias empresariales es todavía mayor en este orden, si atendemos tllfill•loajo que fomente la mayor atención en el mismo y una
al hecho de que al menos en parte tales requerimientos están induci· ..,.., •;tllllf¡u_rión derivada de su realización.
dos por las propias estrategias competitivas de las empresas que ve· 141• HllrY~I.'~ fimnas de trabajo se concretan en cuestiones tan varia-
rían, entonces, el uso flexible de la mano de obra como un elemento . . llllllllcl• 111ovilidad funcional y/o la polivalencia, la reducción de la
más incorporado a las mismas. Un elemento que, en cualquier caso,

E
•ll;o.l<lll o el trabajo en grupo; 8 modalidad esta última que tuvo
está condicionado por las características de la fuerza de trabajo dispo· '~"" rxpo11c111c en la muy estudiada -y ya cerrada- fábrica de
nible, entre las cuales factores como el género, la edad, la etnia o la . 1~~'"" Volvo en Uddevalla (véase Charron y Freyssenet, 1996). La
cualificación son particularmente influyentes para la concreción de
las formas que adopte el uso flexible de la mano de obra en los centros
de trabajo. ~-

•. ~~~~~~~~ ~~- ~~~~~C'N teóricas y el funcionamiento de las nuevas formas de trabajo


Más adelante abordaremos la importancia que tienen las aludi· , . . . , fllllf' 1111u~, 1)'[riharne (1989), Castillo (1988) o Thompson y McHugh
das estrategias empresariales. Vale la pena ahora detenerse en una so·
""''
32 33
intensidad de los cambios que comportan respecto a la lógica taylorista Vn•> no es tanto su propia existencia, sino su difusión en tanto que
es muy diversa. Pero vale la pena indicar que tanto esa intensidad como llln.'anismo de utilización de la mano de obra, antaño marginal y en
su extensión en la práctica empresarial son notablemente mas reduci- !.1 .Jctualidad acorde con las prácticas empresariales más comunes.
das que lo que suele indicar la literatura managerial y de lo que acos- Más concretamente, caracterizamos la forma estdndar de empleo
tumbran a señalar alguno de los enfoques teóricos a que hemos aludi- (1 :.111o, 1998), que actualmente aún define la situación de los núcleos
do y que tendremos ocasión de analizar. Hemos podido constatar tales 1 rntrales de empleo, por los siguientes elementos:
limitaciones en otros estudios (Martín y Lo pe, 1994 y Lope, 1996).
Peto, lo que es más importante aún, las experiencias en esa dirección rl establecimiento de una relación salarial directa entre trabaja-
quedan lejos de las formas de trabajo habitualmente exigidas a las per- dor y empresario mediante un contrato de trabajo;
sonas ubicadas en las nuevas formas de empleo. Buena parte de éstas la relación laboral se caracteriza por su estabilidad, a partir de un
tienden, al menos o sobre todo en nuestro país, a precarizar las condi- contrato de trabajo indefinido, que conlleva aspectos garantistas
ciones de empleo y de trabajo y, por tanto, quedan lejos de apuestas y de seguridad del empleo para el trabajador y limita la discrecio-
organizativas y laborales que tiendan al aumento de las capacidades nalidad empresarial en las posibilidades de despido;
aplicadas al trabajo, de las cualificaciones o a la búsqueda de la impli- la relación laboral se realiza a jornada completa y se da una relativa
cación de los asalariados. Veamos sino como se concretan. homogeneidad en el tiempo de trabajo del conjunto de la plantilla;
el lugar de trabajo es externo al domicilio del trabajador, los me-
Concepto y concreción de las nuevas formas de empleo
dios de producción pertenecen a la empresa y se localizan en sus
Nuevas formas de empleo es el concepto utilizado para referirse a los ilt.stalaciones.
cambios en la concreción de la relación salarial que se daba en la for-
ma estdndar de empleo asociada al régimen de acumulación fordista En contraposición a tal caracterización, entendemos las nuevas
y, por tanto, es un concepto útil para definir la emergencia y el im- lnrrnas de empleo como modos en la disposición de mano de obra
portante desarrollo de formas de empleo atípicas. Nuevas formas de qllt' no contemplan una o varias de estas dimensiones. Las principa-
empleo tiene un significado que no está tan relacionado con la nove- 1r.'i que se identifican son las siguientes:
dad del fenómeno, que se desarrolla desde hace dos décadas y que
para muchos jóvenes constituye la normalidad de la relación salarial, mempleo de duración determinada o temporal.
como con la intención de expresar la ruptura respecto a un modelo en 1lesde los años ochenta se da un proceso de desarrollo de fórmu-
proceso de transformación. De hecho, y pese a que es cierto que es a las de flexibilidad en el empleo, principalmente las que tienen
partir de mediados de los años setenta del siglo XX cuando las moda- que ver con la temporalidad, introducidas por vía legislativa a
lidades de empleo que describiremos experimentan un importante partir de múltiples fórmulas contractuales (ver tabla 1). Aunque
auge, también es cierto que buena parte de ellas coexistían con la d Estatuto de los Trabajadores de 1980 recogía una preferencia
forma estdndarde empleo tayloriano-fordista. 9 De este modo, lo <<nue- por la contratación indefinida, en 1984, en un contexto de altos
In dices de desempleo, se recorre a la temporalidad como fórmula
para el fomento del empleo. Desde 1984 y sin ninguna modifica-
9. En nuestro país, por ejemplo, el trabajo temporal ha estado asociado tradi- ción hasta 1992, se establecen diversas figuras contractuales even-
cionalmente a determinadas tareas agrícolas y, también y entre otros, a empleos
desarrollados en el sector de la construcción o en la hostelería. Esos sectores se han
tuales (véase Álvarez, 1996), clasificadas en: a) contratos de for-
caracterizado y se caracterizan por la estacionalidad de su actividad. Pero lo novedo- mación e inserción laboral incentivada; b) contratos temporales
so del auge de esa u otras formas de empleo, tipificadas ahora como ~muevas>>, es su de fomento del empleo; e) contratos de duración determinada de
difusión de modo relativamente independiente a la estacionalidad de la actividad. carácter causal; y d) otros contratos.

34
35

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En 1994, se pretende reducir la temporalidad y restablecer -;¡-
una cierta causalidad en la contratación eliminando el contrato l"d
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se trate de las siguientes necesidades: a) para realizar una obra o
servicio determinado (sin limitación de tiempo); b) para cubrir §
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unas disposiciones mínimas en materia de prevención de riesgos
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de convergencia salarial pactado en el convenio colectivo del sector. f-< u
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Esta fórmula presenta en España unos índices reducidos en com-

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do sobre Trabajo a Tiempo Parcial y Fomento de su Estabilidad,
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" tendía potenciarla en pro de la creación de empleo y del fomen-
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u cial son también eventuales). Sin embargo, los principales
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tna legal, y se establece la obligatoriedad de fijar la distribución
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ronsideran la existencia de rigideces en la determinación del tra-

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'.:l ~ § Por último, la reforma laboral decretada por el gobierno en
1 ~ o § ;§;
r::: .§ marzo de 2001, se aproxima a la perspectiva empresarial al elimi-

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lllinados casos, con las estrategias de externalización de activida-
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~u 0~ cj ~~ 0 ~ ~ ; ~ _y¡ p -~ ~ ~<.E " t" ~llllKfll> osalariado de la misma empresa que se ve obligado a acep-
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. " uJ! ':u~ hu- ,tjll nueva condición.

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L" dimensiones de la precariedad laboral que indica Cano (1998), no


El telt!trabajo y el trabajo a domicilio son características intrínsecas per se de estas formas de empleo. Pero
o
El tel etrabajo, como nueva forma de empleo realizado desde un las nuevas formas de empleo definen un escenario laboral donde hay
l gar distinto al puesto de trabajo tradicional y utilizando alguna
mayor predisposición a que se den estas situaciones, en tanto que las
tl rie¿ad de las tecnologías de la información y/ o de telecomuni-
diferentes dimensiones de la precariedad laboral están asociadas bási-
vllciopes, es poco habitual aunque se pub licita ampliamente como
camente al uso y a la aplicación concreta de estas formas de empleo en
c~em ento creador de empleo en el futuro inmediato. Además,
10

las empresas. En definitiva, y de acuerdo a los criterios que nos orien-


~tlele presentarse como una modalidad de trabajo cuyas caracte-
lan en este terreno, cabe indicar que la aparición y consolidación de
(stiCllS lo hacen deseable para los empleados; aunque los pocos
las nuevas formas de empleo está vinculada a la reorientación de la
r sruJíos empíricos que existen al respecto (véase, especialmente,
rcgulaci6n normativa de las relaciones laborales pero, también y más
e¡ de l\elzunegui, 2001), subrayan el grado de precarización que
aún, a los cambios en las estrategias y a las políticas empresariales de
e omf'ortan en la práctica muchos de esos empleos.
e A pesar de que el teletrabajo como forma de empleo no dis- gestión de la fuerza de trabajo.
Concluiremos el siguiente apartado subrayando la importancia
on" de una regulación específica, puede presentarse en dos for-
de las estrategias seguidas por las empresas en lo que atañe a la direc-
~as (Thibault, 2000). En primer lugar, el teletrabajo subordina-
cionalidad que toman las nuevas formas de empleo. Antes, describi-
do esto es, mediante una relación salarial que puede regularse en
remos y analizaremos las principales perspectivas teóricas que inten-
do~ fllodalidades: con un contrato de trabajo común, o bien con
1an explicar su difusión, sus causas y las tendencias que muestran.
un contrato de trabajo a domicilio (que recoge ciertas especifici-
dades relativas a la libre elección del lugar de trabajo por parte del
rrablljador y a la falta de vigilancia directa e inmediata de la em- Argumentos explicativos en torno a las nuevas formas de
pres"- sobre el mismo). En segundo lugar, existe el teletrabajo de- empleo
sarrollado por un trabajador autónomo que responde a la forma
Las nuevas formas de empleo se han analizado desde teorías diversas,
de e(llpleo ya tratada con anterioridad.
con desigual ambición y capacidad explicativa. Fruto de su impor-
tancia social y de su creciente extensión en el actual período de rees-
El elevado desarrollo de estas formas de empleo en los últimos
tTucturación económica, su análisis se ha realizado tanto en el marco
. ticitlco años supone una importante reestructuración del merca-
de debates que las insertan en ese cambio estructural, como en ámbi-
~e!l:lde trabajo. En el caso español, destacando especialmente la alta
tos de reflexión que, sin negar la importancia de aquel proceso de
. 0 lantación de la temporalidad, estas modalidades de empleo nos
reestructuración, se han planteado sus rasgos y extensión desde los
~~~en generalmente para definir la situación actual de los segmentos
referentes interpretativos clásicos para el estudio del mercado laboral.
r
51:riféricos de trabajadores. Esto nos lleva a relacionar principalmente

difusión de estas formas de empleo con el desarrollo de la precarie-


~ d laroral. La incertidumbre respecto a la continuidad de la relación
Con el fin de dar cuenta de estos marcos de reflexión, abordaremos
los argumentos que intentan explicar las nuevas formas de empleo
considerando los dos debates claves que las han analizado; resaltando
~. "boral, la degradación de las condiciones de trabajo, la insuficiencia al mismo tiempo las cuestiones que permiten clarificar nuestra pro-
Je los ¡ngresos salariales y la reducción de la protección social, esto es,
pia posición al respecto, que se detallará de forma más pormenorizada
al final de este capítulo.
·~en datos fiables sobre la difusión del teletrabajo en España. Proba- Desde esta perspectiva, trataremos los análisis derivados del «de-
re tampoco son muy fiables los que se suelen manejar para otros países, como bate de la segmentaci6n del mercado de trabajo» y del «debate de la
1 1 k~~lcflc de textos (véase, por ejemplo, Gray, Hodson y Gordon, 1996) que parten flexibilidad», considerando que el primero de ellos es el más informa-
-(' sllp,u ,~ extremadamente contradictorios para abordar esta temática.
dr ' at~ ·

41
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tivo para entender las nuevas formas de empleo, mientras que el de la •r~mentos con posiciones y trayectorias laborales similares. Dicha seg-
flexibilidad tiene un cierto sesgo normativo. Empezaremos indican~ lllt"lltotción dual obedece, principalmente, a las características y estrate-
do los rasgos, tesis y explicaciones concretas sobre las nuevas formas ~i"·' de las empresas frente a las dinámicas de los mercados de bienes y
de empleo propias del primer marco de reflexión y, cuando analice- •r1 vicios y frente a las aplicaciones tecnológicas para adaptarse a los
mos el «debate de la flexibilidad>>, incluiremos las criticas que se le trqunimientos del mercado. Más en concreto, las condiciones labora-
realizan desde las aportaciones del «debate de la segmentación del Ir~! varían en función de que las empresas en las que se insertan sean
mercado de trabajo, y desde investigaciones empíricas (véase al res- m,ls intensivas en capital y se dirijan a mercados de bienes estables, o
pecto Rodgers y Rodgers, 1992, y Regalia, 1999). l1icn sean más intensivas en mano de obra y operen en mercados ines-
t.thlcs. Los mercados de trabajo se caracterizan, pues, por una segmen-
El debate de la segmentación del mercado de trabajo 11tdl'm dual de la fuerza de trabajo y se considera que la estructura mer-
El punto de partida de estas aportaciones es la constatación de que en ' ,,do-técnica de las empresas no sólo refleja un diferente uso de la mano
los mercados de trabajo existen posiciones y trayectorias laborales dr obra, sino que es el principal elemento reproductor de la dinámica
segmentadas, que se configuran y delimitan en función de factores dr segmentaci6n (Doeringer y Piore, 1985, y Piore, 1978 y 1983).
económicos generales y de la acción de instituciones y grupos socia- En este último sentido, hay un segmento de trabajadores) conoci-
les. Aunque esto ya fuera expuesto por autores como Smith, Marx, o ,lucomo segmento primario del mercado de trabajo, que resulta de las
Marshall, ha sido un elemento compartido y reivindicado por la gran r" rategias de las grandes empresas que operan en mercados estables y
mayoría de autores insrirucionalistas y marxistas que abordan el mer- , rn l"xpansión y usan tecnologías intensivas en capital en sus procesos
cado de trabajo desde los setenta; en concreto, desde la aparición del productivos. Dadas estas estrategias, se elaboran políticas de gestión
texto de Doeringer y Piare Mercados internos de trabajo y andlisis labo- tiC' la mano de obra orientadas a crear mercados internos de trabajo; en
ral en el año 1971 (edición española de 1985), en tanto que aquella otras palabras, las empresas establecen procedimientos instituciona-
idea constituye la premisa para el establecimiento de las principales l.,.ados para cubrir los puestos de trabajo con trabajadores ya presentes
criticas a las teorías neoclásicas del mercado de trabajo.'' r11 cada unidad productiva. Con ello, pueden disponer de trabajado-
Los autores que protagonizan este debate abordan las nuevas for- ' rs con cualificaciones específicas y responder de forma adecuada a un
mas de empleo por ser elementos consustanciales a su lectura de los 111crcado extenso y estable, con lo cual se evitan los altos costes que
mercados de trabajo, variando su explicación según su posición res- '"pone el reclutamiento y formación para el desempeño laboral. Pero
pecto a la dinámica de la segmentación. De ahí que tratemos las dos c'.'ito no ocurre de forma automática y condicionada exclusivamente
principales perspectivas, la institucionalista y la marxista o radical. 1u1r los requerimientos técnico-productivos. En este sentido, al requerir-
Con posterioridad, indicaremos las principales críticas a las mismas, Ir mano de obra que conozca la idiosincrasia de los procesos produc-
que constituyen en sus elaboraciones más sistemáticas referentes im- 1ivos específicos y dado, también, que para los trabajadores la forma-
portantes para nuestro posicionamiento en torno a los rasgos y desa- l ión específica comporta costos de oportunidad al ser menos aptos
rrollo de las nuevas formas de empleo. 1'"'" la movilidad en el mercado de trabajo, el desarrollo de estos pro-
De acuerdo con las aportaciones de los autores instirucionalistas, n·sos conlleva incentivar a los trabajadores ofreciéndoles estabilidad
los mercados de trabajo se caracterizan por la existencia de dos grandes l.,horal, recompensas de índole salarial y promocional y una reglamen-
l.lción de estos parámetros de su relación de empleo.
De forma opuesta1 las empresas insertas en mercados de bienes y
11. Cabe apuntar que las teorías de la segmentación del mercado de trabajo
han condicionado fuertemente las últimas aportaciones neoclásicas, cuestión esta
,..,rrvicios inestables y con procesos productivos intensivos en mano de
que destaca la trascendencia de la hipótesis de una cierta naturaleza segmentada de ohra no necesitan establecer este tipo de relaciones con su personal;
las posiciones y trayectorias laborales. r11 tanto que no precisan trabajadores con cualificaciones específicas

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ni presentan una demanda constnlll'e de fuerza de trabajo por las fluc- Frente a esta teorización de los mercados de trabajo, aparece un
tuaciones de sus niveles de producd~n. Además, si consideramos que conjunto de explicaciones que, a pesar de compartir la hipótesis des-
su mano de obra actual o futura se enmarcaría en empresas con simi- criptiva de la segmentación dual del mercado de trabajo, considera
lares rasgos, se entiende que las pC'rsonas acepten trabajar en estos otros elementos para especificarla y completarla. Nos referimos a la
procesos productivos por su simacÍIIn de inestabilidad laboral y sin 1eoría radical de la segmentación, de base marxista (Bowles y Gintis;
que haya necesidad alguna de incrnlivarlas con mayores recompensas 1983; Edwards, 1983; Gordon, 1972) que tiene como trabajo seminal
salariales, posibilidades de promod<ln interna, o con una reglamen- d de Gordon, Edwards y Reicb, en su obra Trabajo segmentado. Tra-
tación explícita de sus expectativas laborales. En este marco, las em- hajadores divididos (1986).
presas se nutren de mano de ohm tamhiante y sujeta a una fuerte Para los «radicales», la mano de obra está dualizada según dis-
rotación en el mercado de trabajo. En su definición teórica, se consi- ponga o no de estabilidad laboral. La consideración del fenómeno de
deraría que estos rasgos y políticas rmpresariales crean y perpetúan la estabilidad como eje estructurador de la segmentación requiere
los mercados externos de trabajo, a saber: el conjunto de relaciones de considerar las relaciones que se establecen entre capitalistas y trabaja-
empleo caracterizadas por la presc:ncia de mano de obra sujeta a una dores en el proceso productivo y su concreción histórica. Desde esta
rotación laboral constante entre empresas. De acuerdo con esta teo- perspectiva, la desigualdad estructural entre quienes detentan los
ría, tales estrategias y dinámicas son las que dan cuerpo al segmento medios de producción, los capitalistas, y quienes sólo disponen de su
secundario del mercado de trabajo. li1erza de trabajo para ser partícipes en la producción, los trabajado-
Las nuevas formas de empleo son propias de ese estrato. De esta res, es el elemento determinante para discernir las principales restric-
manera, acostumbran a asociarse con salarios bajos, con escasas posibili- ciones y estrategias de los actores claves del mercado laboral y para
dades de promoción y son propias de colectivos laborales específicos. Por C"ntender su interrelación como estructuralmente conflictiva. Así, hay
el contrario, las ocupaciones que presentan m.'igos opuestos a las nuevas un conflicto de intereses entre estos actores en materia de rendimien-
formas de empleo serían aquellas que resultan do políticas empresariales to laboral, de salarios y en la disposición geográfica y temporal de la
configuradoras del segmento primario del mercado de trabajo. 12 mano de obra en el trabajo; conflicto que es objeto de constante
rcdefinición y está sujeto a diferentes contradicciones dentro de los
parámetros que definen la desigualdad entre capitalistas y trabajado-
12. De acuerdo con Toharia (1983), habrfa do~ rxplkadonrs sobre la naturaleza res. Asimismo, desde esta óptica es en el proceso de producción don-
segmentada y dual del mercado de trabajo. Una haNudu C'tl la.~ aportaciones de la tea~ de se concretan las posiciones y actitudes de los actores, aunque estén
ría del capital humano, que enfatiza las caracterfstiCóiN lt"rnol1'1~ica.~ de las empresas y
sus efectos en las cualificaciones específicas reqw:ri{hl.~ y r11 matC"ria de estabilización
condicionadas, también, por la dinámica de otras instituciones socia-
de la mano de obra para evitar los costes de la mtadt~n hthoral (1 )ocringer y Piare, les que afectan a las relaciones entre capital y trabajo, como son el
1985). Y otra que primaría las estrategias de las C'lllpt·rsuN pum ~ituarsc en mercados estado, la escuela o la familia.
estables de bienes y servicios, con lo cual se accnu'm el prm_·C'.~tl dr distribución de la De acuerdo con esta perspectiva, la segmentación laboral es el
estabilidad y la inestabilidad de la demanda entre luN cmpl'r.~IIN y NliS dCctos sobre la
resultado histórico de fuerzas económicas, políticas y sociales que
segmentación del mercado de trabajo (Piare, 19~L,). Por oti'O ltHio, cabe indicar que
algunos autores diferencian uno de estos segmentos, rl drtHIIIlill:lllo primario, en nmdicionan las relaciones entre trabajadores y capitalistas en la fase
función de elementos no reductibles a las estrategiaN rurrtmlo tc:'l'nil':ts de las empre- económica protagonizada por las grandes corporaciones empresaria-
sas. Aparte del segmento secundario y del primado t'OIIIO lo hrtnm definido antes, les y que explica en buena medida la dinámica actual (y sobre todo la
habría un contingente que conformaría el ((segmC"nlo pd11uuio Mlprrion>, caracteri-
do los años veinte a los años setenta del siglo XX) de los mercados de
zado por la disposición de credenciales formativas drwul1111, 1111 11l1o rstatus laboral y
social, altos sueldos, una notoria rotación laboral quC" }(C"IIC'l'oiltm••uc supone mejoras
trabajo. En este período se elaboran nuevas estrategias empresariales
de posición para estos trabajadores y por unas reladunrM dr C'llljllrn individualizadas. do gestión de la mano de obra, las cuales están condicionadas princi-
Conforman este segmento, en general, directivos y t<'~'11l1m dr rlrv.ula formación. palmente por la notable diferenciación entre las empresas oligopólicas

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y las que operan en mercados competitivos y por las características los dispositivos taylorianos y, a nivel más amplio y actual, entre traba-
societales de los asalariados, su grado de exposición al paro y la acción jadores estables e inestables.
sindical. Estas directrices empresariales conforman la aparición del seg-
En este sentido, habría un contingente de mano de obra sujeto a mento primario subordinado y del segmento primario independiente
las directrices empresariales frente a mercados muy competitivos, ge- del mercado de trabajo. El primero de ellos presenta un empleo esta-
neralmente propias de las pequeñas y medianas empresas, la natura- ble, mayores salarios y capacidades de promoción y una menor expo-
leza de las cuales supondrá la existencia de políticas de gestión del sición a la discrecionalidad de las políticas empresariales de lo que
personal caracterizadas por la inestabilidad laboral, los bajos salarios, <"aracteriza a los trabajadores del segmento secundario. Los del pri-
las escasas capacidades de promoción y por unas relaciones con el mario independiente disponen de similares garantías de estabilidad
empresariado directas y personalizadas. Este contingente conforma el laboral, pero de mayores salarios y capacidades de promoción que el
segmento secundario del mercado de trabajo y, como postulan los segmento primario subordinado; no están tutelados por la acción sin~
autores institucionalistas, está inserto en esta posición de forma con- dical y mantienen relaciones directas con los empresarios.
tinuada. Ahora bien, dicha posición estaría condicionada, como he- De acuerdo con esta teoría, las características de las nuevas for~
mos dicho, por desigualdades que remiten al orden societal general, mas de empleo estarían asociadas a los rasgos y motivos que configu-
principalmente en este caso por razones de género y de etnia, y a su ran los segmentos secundarios del mercado de trabajo. Con todo, y a
mayor exposición al paro. Elementos todos ellos, que limitarían el ya diferencia de los autores institucionalistas, su naturaleza y dinámica
escaso poder de negociación de los colectivos de este segmento. nhedecerían sobre todo a las relaciones de conflicto entre empresarios
Las características estructurales de las grandes empresas y de sus y trabajadores y a la plasmación última del poder de los primeros.
políticas de gestión de la mano de obra son diferentes. La tendencia a Principalmente, en función del escaso poder de negociación de la mano
la concentración y a la homogeneización de grandes contingentes de dt· obra que protagoniza a las nuevas formas de empleo, fundamenta-
personal, derivada tanto de la inserción de dichas empresas en merca- do en unos atributos societales que la ubican en una posición de des-
dos de productos oligopólicos como del desarrollo de dispositivos i~ualdad y en una alta exposici6n al paro. Y en un nivel más amplio,
fordistas y tayloristas de organización del trabajo y de la producción, por la dificultad de ser objetivo de la acción colectiva de los trabaja-
conlleva problemas de disciplina laboral específicos. Por un lado, por dores predominante y por las grandes restricciones que dificultan su
la mecanización y rutinización del trabajo y, por otro, por la mayor propia capacidad reivindicativa.
capacidad de acción colectiva de los trabajadores. En este marco, las En cualquier caso, estas interpretaciones, y en especial la institu-
políticas empresariales de gestión de la mano de obra dividen a la ' ionalista, han sido objeto de críticas (véase Grimshaw y Rubery,
fuerza de trabajo entre quienes tienen mayor influencia e importan- 1'198). Las más sistemáticas provienen de la denominada «Escuela de
cia en el proceso de trabajo y los más sujetos a los dictados tayloristas. <:ambridge», nombre con el que se conoce a autores británicos de
A la vez, se facilita estabilidad laboral al conjunto de los trabajadores tradición marxista que han realizado estudios sobre el mercado labo-
mediante procesos formalizados y regularizados en los que participan r.tl desde finales de los setenta y de autores franceses, también de corte
los sindicatos para controlar las condiciones salariales y laborales. Re- tnarxista, que reivindican el análisis del mercado de trabajo como
sultado de estos procesos, se constata una menor exposición de los ronstrucción social que remite a diferentes marcos de relaciones so-
trabajadores a las dinámicas de paro y a los contextos secundarios de liales y que, en ocasiones, se etiquetan como teóricos de la ''sociolo-
la mano de obra, mayores retribuciones salariales, una menor arbitra~ l',la del empleo» (Desmarez, 1991; Maurice, 1991).
riedad en la gestión de la mano de obra, así como una canalización Según estos autores, habría diferentes cuestiones a objetar. La
estable de las reivindicaciones sindicales; aunque siempre bajo la di- primera de ellas es la propia noción dual de la segmentación del mer-
visión entre los pocos trabajadores cualificados y aquellos sujetos a ' ado de trabajo. En este sentido, aunque en un determinado nivel de

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generalización se puede dividir el mercado de trabajo en dos segmen- productivas. De esto se sigue que las políticas empresariales de ges-
tos, las investigaciones demuestran que hay posiciones y trayectorias 1i<'>n de la mano de obra disponen de un notable margen de manio-
laborales que resultan de muchos más factores. Es pertinente así, en- bra, especialmente, por lo que se refiere a los dispositivos de organiza-
tender que los diferentes objetivos de empresarios y asalariados pue- ' i<'>n del trabajo (Villa, 1990; Rubery, 1994; Sengenberger, 1992).
den ser sistematizados a nivel general en el sentido de que las mayores Una segunda crítica importante es que las políticas de gestión del
recompensas en términos de estabilidad, salarios y promoción sean pnsonal están condicionadas por rasgos societales que afectan de for-
reducibles a trayectorias laborales prototípicas, y que disponer o no ma diferenciada a la mano de obra; principalmente, por lo que atañe
de estabilidad laboral condiciona fuertemente las características del ,, los distintos niveles de renta, la asunción o no de cargas de trabajo
empleo y del trabajo. Pero en la concreción de las relaciones de em- doméstico, la formación y experiencia laboral, así como el riesgo de
pleo se encuentra una mayor diversidad de situaciones. Así, según exposición al paro. Dichas políticas están, entonces, condicionadas
Rubery (1994), muchas veces la estabilidad laboral puede ir asociada por elementos estructurales que afectan a la organización de la pro-
a la configuración de mercados internos de trabajo de corte institu- ducción y del trabajo, así como por características societales que defi-
cionalista, condicionados por la capacidad de promoción laboral de- nen la posición de los trabajadores en el mercado de trabajo y que, a
rivada de tendencias cualificadoras de la mano de obra; pero en ~~~ vez, suponen diferentes restricciones y oportunidades tanto para
otras ocasiones la misma estabilidad laboral puede estar asociada con los trabajadores como para los empresarios a la hora de definir sus
bajos salarios y un escaso control del trabajo por parte de los asalaria- 11bjetivos, estrategias y prácticas.
dos. Por el contrario, la inestabilidad laboral, puede vincularse en oca- Como tercera crítica, se destaca que hay también limitaciones a
siones con expectativas de promoción laboral en el mercado de traba- las formas de movilización y uso de la mano de obra, derivados de la
jo y por buenos salarios y condiciones de trabajo. Por este motivo, .1cción reguladora del Estado y de la acción y regulación de los agen-
para el estudio de las relaciones de empleo y, en última instancia, para tes de las relaciones laborales. Este marco incentiva o restringe deter-
el de las nuevas formas de empleo, es necesario considerar las lógicas minadas políticas de gestión de la mano de obra y define, en cierta
de acción y los condicionantes que definen a las relaciones de empleo medida, las características de la misma en el mercado de trabajo. Ade-
en general, pero también es menester comprender la concreción de más, estas limitaciones se desarrollan a partir de objetivos y estrate-
dichas lógicas de acción en los espacios y tiempos concretos en los ~ias no necesariamente vinculadas con las propias de las políticas em-
que se desarrollan. presariales y de las estrategias de los trabajadores.
Desde estos posicionamientos críticos, las políticas empresariales De acuerdo con esto, se apunta que, como tesis general, en buena
de gestión de la mano de obra son también capitales para entender la medida las nuevas formas de empleo resultan principalmente de los
configuración concreta de las relaciones de empleo. Pero no se pue- intentos de reducción de costos salariales y de obtención de un mayor
den sistematizar a partir de claros factores contextuales y parámetros control de la mano de obra sujeta a estas relaciones de empleo. Los
de actuación: bien sea entre potenciar o no las cualificaciones me- dementas contextuales del mercado de trabajo que facilitan hacer uso
diante la definición de procesos de promoción laboral, siguiendo a de las mismas, son la notoria exposición al paro de las personas que
los autores institucionalistas, o bien, de acuerdo con los radicales, las detentan, el hecho de que estas personas sean objeto de discrimi-
para redefinir el compromiso y la disciplina de la mano de obra ya sea naciones sociales más amplias, especialmente de género, etnia y edad,
por el establecimiento de incentivos directos o ya sea por el blindaje a la inexistencia de acción sindical en la empresa y un contexto legisla-
la acción colectiva. Asimismo, dichas políticas de gestión del perso- tivo permisivo con el uso de las nuevas formas de empleo. Pero tam-
nal no se pueden reducir a tendencias claras y monolíticas. Los dife- bién hay que considerar las características de las empresas. Especial-
rentes elementos indicados pueden operar en una misma empresa mente, las nuevas formas de empleo son más comunes en empresas
concreta y diferenciarse de forma extrema entre diferentes unidades donde la reducción de costes laborales es la estrategia básica de com-

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petitividad, en las que operan en mercados inestables o estacionales y a su escaso realismo y ahistoricidad, su inconcreción conceptual; y lo
en las que pueden realizar sin grandes costes organizativos ajustes de mejor, el establecimiento de argumentaciones sistémicas rupturistas
empleo ante variaciones de la producción (movilidad funcional, ho- con el pasado y desde opuestos posicionamientos teóricos, condición
ras extras, variación de jornada, etc.) Por d contrario, habrá una menor necesaria para plantearse cuestiones empíricas y teóricas de mayor
disposición a usar las nuevas formas de empleo en empresas que op- ,·a libre. Y no está de más decir también, con Pollert (1994), que en
ten por la innovación en procesos y productos, que operen en merca- huena medida el debate se ha de entender en el actual marco de pre-
dos estables y/o expansivos, y en las que puedan realizar ajustes frente eminencia de la teoría económica neoclásica y de posiciones políticas
a cambios en los niveles de producción requeridos que no afecten a la neoliberales. 13
cantidad y calidad del empleo. Limitándonos a las aportaciones de este «debate de la flexibili-
dad» sobre el auge de las nuevas formas de empleo, observarnos cinco
El debate de la flexibilidad aproximaciones: a) la primera se basa en las aportaciones neoclásicas
Anteriormente indicábamos que la búsqueda de la flexibilidad se ortodoxas sobre el mercado de trabajo; b) la segunda en el modelo de
presenta corno el principal argumento explicativo de los cambios en la especialización flexible; e) la tercera en la teoría de la empresa flexi-
la producción y en el trabajo y, por ende, del auge de las nuevas ble; d) la cuarta en el conocido corno modelo toyotista; y e) una últi-
formas de empleo. Veremos ahora, más de cerca, los distintos enfo- 11\ot argumentación se nutre de los razonamientos de la teoría de la
ques teóricos que parten de esa idea bajo el epígrafe «el debate sobre n:gulación.
la flexibilidad» Después de exponer los rasgos generales de cada enfoque, indica-
De acuerdo con Pollert (1994), el debate de la flexibilidad remi- remos las principales críticas en torno a sus explicaciones sobre los
te a los intentos explicativos del actual proceso de reestructuración rasgos y el incremento de las nuevas formas de empleo. Criticas que
de las economías capitalistas poniendo especial énfasis en dos ele- se han realizado desde enfoques e investigaciones que fundamentan
mentos. El primero alude a la idea de una ruptura radical respecto a nuestro posicionamiento sobre las nuevas formas de empleo y que
los procesos económicos e institucionales anteriores a los setenta. El .1hordaremos de forma concreta en el apartado siguiente.
segundo elemento es el entender este proceso de reestructuración en
función de los cambios en las condiciones de empleo y de trabajo y, ,, J El primer análisis se desarrolla bajo postulados ortodoxos de la teo-
en menor medida, de los rasgos de la organización productiva de las drl neoclásica del mercado laboral, en el marco del debate sobre la
empresas y de la acción de instituciones y actores, especialmente el llnibilidad del mercado de trabajo desarrollado desde principios de
Estado y los sindicatos, que condicionan el desarrollo económico. los ochenta por la OCDE. 14 Aunque pretenda analizar las diferenciales
De hecho, la supuesta necesidad de flexibilidad se ha elaborado 1a.<as de paro de los países que la conforman, sus tesis estaban estre-

desde posiciones teóricas muy diversas y sin afán de complementarse. chamente relacionadas con el fenómeno que aquí estudiarnos. Según
Así, se postulan cambios radicales respecto a las características del
mercado de trabajo, de los procesos productivos y de la acción sindi-
cal y del Estado, pero se destacan diferentes factores explicativos de
13. Textos que resumen la generalidad de estos debates son los de Fina (1991),
los cambios en curso en nuestras economías, diferentes supuestos mar- llvman (1993), y Rubery y Wilkinson (1 994)
cos de flexibilidad y, a la inversa, de rigidez. Y, aunque todos compar- 14. Véase OCDE (1986 y 1987). Aunque en este debate participen autores de
ten la idea de ruptura con los mecanismos de producción precedentes ttll.t~ corrientes teóricas y se barajen las aportaciones más novedosas de la propia teoría
bajo la etiqueta de la flexibilidad, se afirman diversas implicaciones tu·u• Llsica para el estudio del mercado de trabajo (teoría del capital humano, de los
11!ll! l'atos implícitos, etc.), el enfoque ortodoxo ha sido predominante y desde él se
de este supuesto radical cambio en las economías capitalistas. Según lhliL l'-~Lablecido las principales prescripciones para alterar las políticas públicas de
Hyrnan (1994) y Wood (1989), lo peor de este debate ha sido, junto l'tllplco, como se ha dado de forma palpable en España.

50 51
su parecer, nos encontramos, desde mediados de los setenta, con unos vas formas de empleo. En otro orden de cosas, cabría indicar que este
mercados de trabajo sujetos a dos dinámicas estructurales exógenas, proceso supone, en la práctica, una redefinición de la posición de los
la asociación de las cuales dificulta conseguir la ideal situación de trabajadores que detentan estas nuevas formas de empleo, aunque los
equilibrio. En otras palabras, se afirma la existencia de factores que teóricos neoclásicos postulan un equilibrio del mercado de trabajo
impiden la libre interacción entre la oferta y demanda de mano de sin costes, en teoría, para ellos.
obra y la consiguiente asignación y uso eficiente del factor trabajo. El Aparte de la idea en torno al ajuste no traumático de la oferta del
primero de estos elementos externos son los cambios en los niveles de mercado de trabajo, que ya de por sí dice bastante del escaso realismo
producción requeridos por el mercado de bienes y servicios. El segun- de esta perspectiva, ha habido muchas objeciones a la aportación
do es la existencia de prácticas de instituciones extramercantiles que tteoclásica (véase Fina, 1991, y Recio, 1988). Algunas de ellas enfatizan
afectan a la asignación y uso de la mano de obra, especialmente aque- (¡u e esta lectura hace caso omiso a las teorizaciones sobre la existencia
llas vinculadas con la regulación normativa de las relaciones de em- de los mercados internos de trabajo. Pero la más relevante, por sus
pleo y las relaciones laborales, y la acción sindical que las vertebra. implicaciones fácticas, ha sido la demostración de que las políticas en
Frente a esto, se postula que conseguir unos mercados de trabajo efi- pro del desarrollo de estas nuevas formas de empleo, así como de otros
cientes implica facilitar los ajustes de la cantidad y el precio relativo parámetros indicados como objeto de flexibilización, no han conlle-
del empleo derivados de los cambios productivos. Y eso sólo se puede vado la consecución de los principales indicadores de una situación
conseguir eliminando los efectos en el mercado de trabajo de aquellas <le equilibro en el mercado de trabajo: el pleno empleo y la estabilidad
prácticas institucionales, que actúan como trabas o rigideces a la libre de los puestos de trabajo {véase Recio, 1993).
interacción entre oferta y demanda.
Ahora bien, la tendencia a la flexibilidad y la superación paralela /J) La segunda argumentación remite a las aportaciones de la conoci-
de estas rigideces no es un proceso unívoco, que afecte de forma simi- da como teoría de la especialización flexible, defendida por diversos
lar a todos los parámetros de los agentes que definen la asignación del illltores. 15 Este enfoque considera también que asistimos a cambios
empleo y su precio de mercado. Cuando se habla de los elementos de en el mercado y en la organización de la producción que requieren
rigidez del mercado laboral, se alude a los efectos de la regulación nuevas formas de movilización laboral. Ahora bien, estas nuevas for-
institucional sobre la duración de los contratos de trabajo, la jornada, mas de movilización de la mano de obra no son inteligibles conside-
los salarios, la indemnización al despido, la movilidad interna en la rattdo los mercados de trabajo desde las categorizaciones neoclásicas.
empresa y en el mercado de trabajo, y, en menor medida, a la búsque- 1.:" características de los mercados de trabajo actuales cabe insertarlas
da, selección y formación de personal. rtt los cambios de los mercados de bienes y servicios, en los cambios
A pesar de que la inteligibilidad de las nuevas formas de empleo dr organización de la producción y considerando también los ele-
requiere considerar los diferentes parámetros objeto de flexibilización lllcntos institucionales que condicionan las dinámicas del mercado
y los motivos y estrategias que adoptan las empresas, se considera que
son resultado principalmente de medidas que buscan adaptar el volu-
men de empleo a los niveles de producción requeridos. De este modo,
15. El libro que la inicia es el de Piare y Sabel (1990), La segunda ruptura
dado que permiten reducir costes en la contratación (búsqueda, se- 111d11rtria!, publicado en inglés en 1984. Otros textos clave son el de Tollidayy Zeitlin
lección y formación) y en el despido, las nuevas formas de empleo ( l 11H(¡) y Hirst y Zeitlin (1989). En otro orden de cosas, consideramos que las apor-
facilitan los ajustes de producción y empleo que permiten superar las 111• iones de la denominado teoría de los <muevas conceptos de produccióm, recogi-

rigideces institucionales existentes. En otras palabras, los menciona- •I•I]HJJ' Hyman (1994) como una de las grandes argumentaciones en torno al debate
d1' l.1 Jlexibilidad y protagonizada por autores como Kern y Schumann (1989) y
dos ajustes y la reducción de costes asociados a los mismos son los 1
-illl'cd{ ( 1987), presenta tesis similares en lo que al análisis concreto de las nuevas
objetivos empresariales que explican la profusión del uso de las nue- l111111as de empleo se refiere.

52 53
de trabajo, afectándose estos tres procesos de forma recíproca, aun- tlinación de los trabajadores a los imperativos del sistema técnico, así
que con diferente importancia causal. romo el desarrollo de mercados internos basados en la negociación
La teoría postula la aparición, desde mediados de los setenta, de ronflictiva de la estabilidad laboral y de aumentos salariales a cambio
un paradigma tecnoproductivo, conocido como el de la <<especializa- tIC' desarrollar tareas con poca aplicación de conocimientos y un esca-
ción flexible». Su irrupción en escena supone el fin del paradigma de "' > control sobre el trabajo. Por el contrario, ahora la figura ocupacio-

la «producción fordista», dominante desde principios de siglo en los nal propia del nueva paradigma tecnoproductivo presentaría rasgos
países más industrializados, el cual se caracterizaba por la preeminen- '""Y similares a la figura del artesano cualificado protoindustrial.
cia de una producción masiva y en serie protagonizada por las gran- A partir de estas premisas, las nuevas formas de empleo irrumpen
des empresas, basada en la integración vertical del proceso producti- t'IJ la escena actual como fenómenos con un estatuto secundario y, a

vo y en la explotación de las economías de escala para satisfacer a 1., vez, inteligibles dentro del marco sistémico de los cambios en cur-
mercados que requieren una gran volumen de bienes estandarizados .m. En este sentido, reflejarían formas de disposición y uso de la mano
a bajo precio. El estatuto de paradigma con voluntad universal, atri- de obra con una expansión condicionada por las dinámicas de cam-
buido al modelo de la especialización flexible, quedaría patente por la hios técnicos y organizativos descritos. Sin embargo, los rasgos de las
presencia de transformaciones en los elementos que condicionaron la 1111evas formas de empleo no responden a los nuevos requerimientos
aparición del modelo anterior, a saber, nuevas dinámicas de los mer- de especialización flexible en la producción y de polivalencia de la
cados de bienes y servicios, innovaciones técnicas y organizativas con 1n;mo de obra; y su suerte en términos de expansión dependería, en
nuevas posibilidades de aplicación en los procesos productivos y la wdo caso, del grado de amplitud de las nuevas formas de organiza-
consiguiente aparición de nuevas exigencias en la disposición y uso ' ión de la producción y del trabajo. Así pues, desde esta perspectiva,
de la mano de obra. el desarrollo de las nuevas formas de empleo en términos de precari-
De acuerdo con esta argumentación, estamos asistiendo a una t;lción del trabajo es meramente coyuntural y depende del grado de
creciente saturación, fragmentación y mayores requisitos de calidad difi1sión de las innovaciones apuntadas. Lo que es lo mismo que decir
en la demanda de bienes y servicios, precisándose una producción •¡ue cabe esperar una disminución de las mismas, en función de la
más especializada y con recursos técnicos y organizativos válidos para mayor apuesta empresarial por los dispositivos de organización del
múltiples aplicaciones. Estos cambios se ven facilitados por la aplica- 1mhajo propios de la especialización flexible.
ción de las tecnologías de la información, así como por unos cambios Al margen de la crítica apuntada en el párrafo anterior y de la
organizativos en las empresas que apuntan a una mayor descentrali- puesta en cuestión de la supuesta fragmentación de la demanda a que
zación de los ciclos productivos ya la explotación de las economías de •Iludíamos anteriormente, esta teoría ha sido objeto de otras muchas
ámbito. Elementos propios de este fenómeno estructural lo serían el (véase Hyman, 1993 y 1994; y Wood, 1989). Para el tema que aquí
creciente peso de las pequefias y medianas empresas y las dinámicas 1"" ocupa, cabe indicar la propia consideración del carácter secunda-
de interrelación entre estas unidades productivas en territorios con- ! itl de las nuevas formas de empleo una vez se asiste al proceso de crisis
cretos, que permitiría combinar el «saber hacer}) de las diferentes uni- rconómica de los setenta, en tanto que ha sido un período de enorme
dades que conforman el ciclo productivo con la adaptabilidad nece- rxpansión de las mismas. Asimismo, hay que apuntar que su análisis
saria a los requerimientos específicos del producto. r";Í muy focalizado en actividades industriales, con lo cual sus
Desde este enfoque, se afirma que se desarrolla una organización rx~rapolaciones sobre la dinámica general de los mercados de trabajo
del trabajo caracterizada por una mayor polivalencia, cualificación y r." .in poco fundamentadas empíricamente. Por otro lado, se ha obje-
compromiso de los asalariados en la realización de sus tareas. Tende- lado su defensa del determinismo tecnológico en términos de condi-
rían, así, a desaparecer los rasgos típicos del modelo anterior tayloriano- ' ionar rupturas en la organización del trabajo y en la gestión de la
fordista: la fragmentación y la especialización de las tareas, la subor- 111ano de obra, así como la asociación poco corroborada de determina-

54 55
dos procesos. Así, por ejemplo, una mayor polivalencia y delegación hios del entorno, lo fundamental es la creciente inestabilidad del
de responsabilidades, como la que detecta este enfoque, no supone mercado y el uso que las empresas hacen de su fuerza laboral para
necesariamente romper con el grueso de los dispositivos organizativos adaptarse a ella. En este sentido, habría cuatro grandes estrategias de
tayloristas y fordistas. De hecho, podríamos asistir a un desempeño de flexibilidad: la primera es la flexibilidad externa, que se refiere a las
más tareas compatible con el objetivo empresarial de intensificar el pr<icticas de subcontratación interna y externa y la descentralización
trabajo, sin que ello suponga un mayor control del proceso productivo productiva; en segundo lugar, la flexibilidad funcional, entendida como
por parte de los trabajadores en términos de su diseño y especialmente rl modo en que se ajusta la mano de obra al contenido cambiante de
respecto a los ritmos de producción. En última instancia, sin que su- los puestos de trabajo; en tercer lugar, la flexibilidad numérica, es
ponga una mayor cualificación para los asalariados. decir el ajuste del número de trabajadores o de horas de trabajo a la
También se ha criticado a este enfoque su visión de las relaciones 'arga de producción; y, finalmente, la flexibilidad salarial, que hace
laborales como un juego de suma positiva en el que los empresarios referencia a las estrategias de ajustar los salarios a la movilidad, las
proporcionan más poder de negociación a los trabajadores gracias a l'ualificaciones y el rendimiento.
su mayor cualificación. En este sentido, aparte de obviar las contra- De acuerdo con el modelo de la empresa flexible, estas estrategias
dicciones entre la necesidad de disciplina y compromiso que siempre implican apostar por la utilización de un contingente de trabajadores
suponen las pollticas de gestión del personal, descuidan que las nue- objeto de políticas de flexibilidad funcional y por otro objeto de po-
vas figuras ocupacionales, los ((artesanos flexibles>}, en el mejor de los líricas de flexibilidad numérica. El primer colectivo se caraceriza por
casos adquieren cualificaciones específicas de empresa, con lo que más altas cualificaciones laborales y por realizar las tareas productivas
disponen de capacidades escasas en el conjunto del mercado de traba- más estables, por lo cual ostenta una relación contractual estable,
jo. Asimismo, los rápidos cambios técnico-productivos suponen una mayores salarios y mayores capacidades de promoción. El segundo
mayor obsolescencia de las cualificaciones adquiridas, hecho quepo- contingente, formado por personas poco cualificadas ocupadas en las
dría llevar a una creciente substitución de mano de obra por personas llmciones más fluctuantes, está sujeto a contratos eventuales, a tiem-
de reciente incorporación al mercado laboral. Finalmente, se ha criti- po parcial o a la subcontratación, al tiempo que dispone de menores
cado a este enfoque su visión idílica de las pequeñas empresas (véase retribuciones y nulas posibilidades de promoción. Por otro lado, estas
Becattini, 1989) y su posición como elementos claves de la competi- estrategias supondrían prácticas de reconfiguración de las relaciones
tividad económica y del proceso de mejora de las cualificaciones la- entre empresas, intentando las dominantes disponer de la mayor es-
borales; cuando, de hecho, estas empresas actúan generalmente a tabilidad posible en el mercado y de externalizar las actividades más
remolque de los dictados de las instituciones financieras y de las gran- inestables; siendo aquí las prácticas más significativas la subcontrata-
des empresas que las condicionan fuertemente, y son ellas también ción y la descentralización productiva. Resultado de estos procesos,
las que concentran los empleos más precarios. asistimos a una dualización de las condiciones de empleo y de trabajo
a nivel interno de las unidades productivas entre los trabajadores su-
e) El tercer marco interpretativo es el de la empresa flexible. Represen- jetos a políticas de flexibilidad funcional y los sujetos a las de flexibi-
tado principalmente por los trabajos de Atkinson (1987), considera lidad numérica. Dualización que también se da entre empresas, sien-
que asistimos a la configur-ación de un nuevo modelo de empresa do las insertas en mercados inestables las que más utilizan formas de
basado en el desarrollo de estrategias empresariales dirigidas a adap- flexibilidad numérica que tienden a la precarización.
tar los salarios y el empleo a la inestabilidad creciente de la demanda. El fenómeno de las nuevas formas de empleo, adquiere sentido
Aunque en esta aportación no se obvie el peso de las mayores deman- desde este enfoque si considerarnos que se usan como estrategia pla-
das de variabilidad y de procesos y calidad del producto, así como la nificada por las empresas para adaptarse a los cambios de los merca-
importancia de las pollticas de innovación para hacer frente a los cam- dos. A diferencia del modelo de la especialización flexible, los perfiles

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laborales resultantes de las estrategias de flexibilidad están presentes • lt mes. Esto es así porque nos podemos referir a diversos aspectos de la
en cada una de las unidades productivas, con lo cual se desarrolla una 111 p,.111ización de la producción y del trabajo y de las relaciones labora-
dualización de la mano de obra y una presencia de las nuevas formas Ir.; y 1ambién porque sus análisis difieren entre los autores que lo han
de empleo a lo largo de las diferentes unidades que componen el ciclo ••111diado en su formulación inicial en el Japón y los que lo han hecho
productivo y en cada una de ellas. De este modo, las nuevas formas rll ,~us aplicaciones en otros países (véase Bonazzi, 1993; Dore, 1987,
de empleo adquieren un estatuto de fenómeno estructural en el curso y ( ll111o, 1991). De esta manera, muchas veces, se atribuye el sinóni-
de las actuales políticas empresariales de gestión de la mano de obra. IIUI de toyotismo a lo que, en realidad, son sólo alguno de sus compo-
También el modelo de la empresa flexible ha sido objeto de críti- ooclllcs. Se habla así de «producción ligera» (lean production), «justo a
cas (véase Rubery, Tarling y Wilkinson, 1987). En el plano teórico, se tir1npo (just in time)>,, «gestión de la calidad totah, etc. Con todo, sí
objeta que las estrategias empresariales de gestión del personal no siem- '1"'" parece que podemos establecer un tipo ideal del modelo {siguien-
pre obedecen a criterios de planificación y racionalización. Se indica, do, entre otros, a Bonazzi, 1993, y Coriat, 1993) e indicar algunas
también, que no se puede considerar que todos los dispositivos de fle- 11nplicaciones en torno a lo que aquí estudiamos.
xibilidad sean aplicados en una misma empresa ni que sean los únicos El modelo toyotista presenta teóricamente unas características
para afrontar los cambios en los mercados. Así, para este enfoque el productivas y de uso y gestión de la fuerza de trabajo netamente dife-
afrontar dichos cambios implica básicamente ajustes salariales y dis- 1-cnciadas de los criterios fordistas y tayloristas. En términos de orga-
poner el trabajo en diferentes términos cuantitativos y cualitativos. oización de la producción, se subraya la centralidad actual que tiene
Pero el modelo descuida la naturaleza muchas veces oportunista y para las empresas la fabricación de productos con pocos recursos y
aleatoria de las políticas de gestión de la mano de obra; así como que 1irmpo, en un contexto de mercado que apunta a una demanda más
las empresas pueden adoptar estrategias también en innovaciones de diversificada y de mayor calidad que hace obsoletas las fórmulas
productos y de procesos, así como otras de índole estructural, para lordistas. Lo que primaría hoy sería el ajuste de los stocks y del apro-
afrontar una situación de incertidumbre en el mercado. Una objeción visionamiento de recursos a los requerimientos puntuales del merca-
adicional, es la errónea asociación entre la tendencia a la movilidad do, una atención constante a la calidad en el propio proceso de pro-
funcional y la disposición de contratos estables por el hecho de que en ducción y la disponibilidad de equipos y personas versátiles, adecuados
muchas ocasiones los dispositivos de la organización del trabajo tien- para producir en series cortas, diversificadas y sujetas a mayores exi-
den a afectar a todos los trabajadores, independientemente de su con- ~cncias de rapidez y fiabilidad. Esto afectaría a la relación entre las
dición contractual. Desde consideraciones de orden más empírico cabe empresas, siendo estas exigencias transferidas a los proveedores, a to-
advertir, igualmente, que muchas de las nuevas prácticas contractua- das las fases de la actividad empresarial y no simplemente a la produc-
les se asocian con la reducción de costos salariales y con elementos de 1iva, y, en especial, como destacan los autores de esta corriente, a la
discriminación y control de la mano de obra. Así, los defensores de organización del trabajo y al uso consiguiente de la mano de obra.
este modelo descuidan los rasgos específicos de los trabajadores objeto En concreto sobre este último aspecto, asistimos según este enfo-
de las nuevas formas de empleo y, en especial, el hecho de que en gran que a un cambio radical respecto a los dispositivos tayloristas. Fruto
parte nos encontremos con mujeres, jóvenes y trabajadores inmigrantes. de los principios que rigen el proceso productivo, se considera que la
polivalencia, la mejora continua de la calidad, aceptar los altos y cam-
d) Una cuarta argumentación sobre las nuevas formas de empleo pro- biantes niveles de intensificación del trabajo y el trabajo en grupo,
viene de aquellos que conciben el denominado modelo toyotista como son elementos claves de la organización el trabajo toyotista. Así como
referente clave para la producción y para el uso empresarial de la mano también lo son la fuerte relación entre mandos y trabajadores y la
de obra en el actual período de crisis del sistema tayloriano-fordista. implicación de todos ellos en la mejora los principios productivos,
La noción de toyotismo ha sido objeto de diferentes lecturas e implica- implicación que se traduciría en una mayor participación de los asala-

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Este modelo interpretativo ha estado sujeto quizás a menos crí-
dados, tanto en planes de formación continuada como en organis~
1icas que los anteriores y, como la especialización flexible, suele pre-
mos vinculados a la organización del trabajo y a los mecanismos de
srntarse como modelo alternativo al fordismo. Ahora bien, hay un
gestión del personal («círculos de calidad», «grupos de mejora», etc.)
conjunto de cuestiones que dificultan pensar que nos encontramos
La definición de la promoción laboral y de las retribuciones en
ya no sólo con un modelo válido para explicar las nuevas formas de
razón de la antigüedad laboral en la empresa o la mayor implicación
rmpleo, sino incluso con una adecuada radiografía del propio desa-
de la mano de obra en el diseño y ejecución de las tareas laborales, son
n·ollo del modelo toyotista. Se ha esgrimido, en este sentido, que
los elementos que definen las políticas de gestión del personal. Estas
16 rsta caracterización olvida que la producción se sustenta en un ciclo
políticas también priman la estabilidad laboral, elemento que coad-
productivo en el que conviven empresas con diferentes característi-
yuva a que las carreras profesionales de los trabajadores se circunscriban
<as que se traducen en diferentes condiciones de trabajo y de em-
a una sola empresa. Por su parte, la mayor implicación de los asalaria-
pleo. Al lado de las grandes empresas que controlan un segmento
dos resulta de estos elementos y de otros vinculados con la organiza-
importante del mercado e invierten fuertemente en la innovación en
ción del trabajo y con mecanismos de participación que, al menos
procesos y productos, se da la existencia de un gran número de pe-
teóricamente, coadyuvan a ella. A ello, cabe añadir la constante ape-
queñas y medianas empresas que fabrican componentes para las pri-
lación a los objetivos de la empresa, subrayándose la coincidencia ente
meras y cuyas condiciones de trabajo y de empleo apuntan a una
éstos y los de los empleados y actuando aquí como referente la fuerte
literte precarización y donde la implicación y el uso de cualificaciones
competencia que rige la relación entre empresas. Todos estos elemen~
tos, en las aplicaciones del toyotismo en Japón que no en otros países elevadas no aparecen (Lo pe, 1996).
Junto con esto, para otros autores el modelo se caracteriza más
con distintas formas de funcionamiento de las relaciones laborales,
por una intensificación del trabajo que por el aumento de las cualifi-
son compartidos por la acción sindical de los trabajadores, que centra
c·aciones laborales, a la vez que se objeta que la mayor implicación de
además su acción de forma exclusiva en la empresa y con una escasa
la mano de obra obedece a políticas de gestión de la mano de obra
actuación a nivel sectorial y territorial.
basadas en una mayor subordinación de la fuerza de trabajo, a lo que
De acuerdo con este modelo, las nuevas formas de empleo ten-
coadyuvarían los supuestos mecanismos de participación, y el estran~
dentes a la precarización serían fenómenos laborales secundarios y
gulamiento de una acción sindical autónoma de los criterios de la
susceptibles de desaparecer una vez asistamos a la consolidación de
dirección. 17 Esquemáticamente, podemos indicar que las críticas que
los rasgos contextuales y de las estrategias empresariales característi-
se han desarrollado enfatizan la distancia entre los aspectos que teóri-
cas del actual período; valoración que, como puede observarse, es
l·amente contempla el modelo y sus aplicaciones prácticas, que las
parecida a las tesis de la especialización flexible. En este sentido, esas
contradicen en gran medida. Subrayan también que supone un tipo
estrategias deben cambiar la organización de la producción fordista
de actuación empresarial válida -y apenas relativamente- sólo para
conllevando también cambios importantes en la organización del tra-
determinado tipo de empresas. Y señalan, finalmente, que más que
bajo contando con una mano de obra polivalente, cualificada y muy
un modelo supone un conjunto de estrategias y de prácticas empresa-
necesaria para el logro de los objetivos empresariales.

17. Véase Satoshi (1993) para una descarnada descripción de la actuación de


16. Dicha estabilidad comienza a ser en la actualidad cosa del pasado incluso
dirl'cciones empresariales, supuestamente doyotistas-implicadoras>> en el ámbito de
allí donde ha constituido un eje fundamental del toyotismo, en Japón. Los despidos
1.•.~ relaciones laborales y de la intensificación del trabajo. Coriat (1993), que parece
y reducciones de plantilla están en los últimos años a la orden del día en las empresas
LL~l·inado en gran medida por el modelo que analiza, subraya, igualmente, caracte-
toyotistas o no, de ese país. Con ello se pone en cuestión una de las contrapartidas
ll~ticas intrínsecamente tayloristas de una organización del trabajo que se presenta
fundamentales que sirven para explicar la aceptación de los asalariados a las exigen-
• otHo rupturista con tales criterios.
cias laborales que comporta este modelo de producción.

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riales que se desarrollan parcialmente y en función de criterios y es-
trategias que difieren en cada caso. En este orden de cosas, a partir de los setenta este período de regu-
l.tti<'m (que con Hobsbawm, 1995, habíamos denominado edad de
om del capitalismo) entra en una crisis estructural, la propia crisis del
e) Las aportaciones del enfoque de la regulación constituyen el quinto
"""lelo tayloriano-fordista, y con ello asistimos a la aparición de un
marco argumentativo en torno al «debate de la flexibilidad». Desde
nuevo modelo de regulación. Los nuevos dispositivos institucionales
él, hablar de flexibilidad supone hablar de la tendencia que en la ac-
'"" el resultado de cambios en la dinámica del régimen de acumula-
tualidad conduce a una nueva forma de regulación institucional, o ·
' it\n, que tienen un diferente peso según el autor de esta perspectiva al
«modo de regulacióm>, de los requisitos determinantes de la valoriza-
'llll' nos dirijamos. Para unos, la clave son las tendencias cambiantes
ción del capital en un período económico del modo de producción
rn el proceso de trabajo caracterizadas por la automatización y rees-
capitalista. Dichos dispositivos institucionales remiten a la acción del
1ructuración de las tareas en la industria y por el crecimiento de las
Estado, al marco de las relaciones laborales y a las características orga-
nizativas estructurales de las empresas. 18 olllividades de servicios, difícilmente automatizables bajo criterios
1.1yloristas (Aglierra, 1979). Para otros, cabe prestar una especial aten-
Más en concreto, la flexibilidad se entiende como un proceso tran-
d<'m a los procesos de internacionalización de la producción, delco-
sitorio entre el período de regulación fordista y el postfordista, cate-
mercio y de las finanzas y a la nueva división del trabajo a escala inter-
gorización esta última que varía según los autores. El término fordismo
llacional, que permiten el desarrollo de ciclos de valorización del capital
hace referencia, aquí, al período en que se interrelacionan en los paí-
caracterizados por la existencia de diversas formas de configurar la or-
ses más industrializados los imperativos y efectos del «régimen de acu-
ganización de la producción y la movilización de la mano de obra. Se
mulación de capital» basado en la producción masiva de artículos bajo
n>ncretan, así, tanto modelos próximos a lo indicado por las otras
una organización del trabajo taylorizada. La regulación institucional,
.q>artaciones en el debate de la flexibilidad como formas de organiza-
en ese modelo, trata de vertebrar esta relación entre producción ma-
' ión inequívocamente tayloristas (Lipietz, 1987 y 1998). En todo caso,
siva y taylorizada, y consumo masivo: a cambio de aumentos conti-
los dispositivos institucionales del nuevo modo de regulación están
nuos de productividad y producción, los trabajadores disponen de
cambiando de forma extrema, sobre todo por lo que respecta a la asig-
paralelos aumentos de salarios, garantías de empleo y de una exten-
llación y uso de la mano de obra. En este sentido, para Boyer (1986)
sión de las políticas sociales; elementos estos últimos que retroalimen-
hablar de flexibilidad supone hablar de cambios en las siguientes di-
tan nuevos incrementos de productividad y producción gracias a su
recciones: a nivel tecnológico, la aparición de maquinaria especializa-
mayor disposición a la disciplina laboral taylorista y al consumo de
da y también polivalente; en las demarcaciones verticales y jerárquicas
bienes y servicios. En última instancia, estos procesos de retroalimen-
dentro de la mano de obra, pudiéndose observar tendencias diversas
tación, propios del período de mayor crecimiento económico en los
en este orden; en la capacidad de contratación y despido y en modifi-
países avanzados, obedecen a intereses satisfactorios para el capital y
car los horarios de trabajo; en la variación de los salarios según la diná-
el trabajo, al tipo de racionalización macroeconómica propio de las
mica de los mercados de trabajo y de bienes y servicios; y, finalmente,
políticas keynesianas, al desarrollo del Estado del Bienestar, a los pac-
en las dinámicas de las políticas sociales desarrolladas por el Estado.
tos tripartitos a nivel confedera! en cada Estado (tratados bajo el pa-
Dados estos procesos, para los teóricos de la regulación las nuevas
radigma del neocorporatismo) y a la centralización de la negociación
colectiva. formas de empleo aparecen como una de las consecuencias y, a la vez,
son factores que permiten la perpetuación de estos cambios. En este
sentido, son resultado y perpetúan las tendencias de acumulación que
requieren de una mano de obra más adaptable a los cambios produc-
18. Resúmenes sobre esta aportación se encuentran en los trabajos citados de tivos, y son también efecto y causa de un modo de regulación en el
Wood (1989), Hyman (1994) y Pollert (1994).
que la homogeneización del empleo, la seguridad jurídico-normativa

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y la disposición de derechos sociales y laborales no son elementos IJthoral sujetos a discriminaciones, así como las dificultades de acción
básicos en la regulación económica actual del capitalismo en los paí- •i11dical para alterar estos parámetros.
ses más industrializados. Así pues, la naturaleza de las nuevas formas En cualquier caso, las políticas de gestión del personal han ido
de empleo es consustancial al actual modo de regulación económica. .unmpañadas de significativos cambios en la regulación normativa
Aparte de la gran importancia otorgada a las cuestiones laborales dr las relaciones laborales y del mercado de trabajo. Esa regulación se
para explicar los procesos de reestructuración económica desde los ]¡,¡ legitimado a partir de la necesidad de aumentar el volumen de
setenta, las críticas a esta argumentación se han centrado en destacar r111pleo, reduciendo los elevados índices de paro y, en mucha menor
su marcado sesgo estructuralista y, estrechamente ligado con esto, a 111rdida, a partir del prop6sito de mejorar la calidad del empleo. En
su cierta indefinición en cuanto a la notable diversidad entre los paí- rlic t~entido, en España y en otros países las diversas reformas norma-
ses más industrializados en el propio período fordista y en las dinámi- l ivas han influido sobre aspectos relevantes -como el trabajo tem-
cas que operan en la actualidad. Así, no quedan muy claras las lógicas l'"ral y el realizado a tiempo parcial- de las nuevas formas de em-
concretas de interacción entre los elementos apuntados, cuáles son l'lco. Sin embargo, su incidencia es más discutible en términos de
los resultados y cuáles los factores explicativos, así como cuáles son las volumen de empleo; ya que su creación en períodos concretos (y el
lógicas de acción social de los diferentes actores involucrados; lógicas l'rríodo 1995-2000 es muestra de ello) es sobre todo imputable a la
que, dada la amplia diversidad de experiencias en el período fordista , oyuntura del ciclo económico del país y de su entorno sin que, desde
y en la actualidad, pudieran dar cuenta de la concreción de las diná- l11ego, parezca guardar ninguna relación con la situación de equili-
micas analizadas y del diferente desarrollo que de ellas podemos ob- brio postulada por los enfoques de corte neoclásico.
servar. En cierto sentido, una mayor atención a las lógicas de acción Conviene subrayar que, destinadas a la creación de empleo o a la
concreta y a las diferentes experiencias históricas, permitirían argu- mejora del mismo, las reformas han tenido como eje básico la
mentar mejor la continuidad y a la vez la ruptura entre el régimen de llexibilización de las fórmulas de contratación y del uso de la fuerza
acumulación fordista y el actual. Una mayor atención a estas cuestio- 'Ir trabajo. Una flexibilización coincidente con las estrategias empre-
nes sería particularmente relevante para estudiar el fenómeno especí- sariales en ese orden y que ha tenido dos consecuencias principales: el
fico de las nuevas formas de empleo. 11so de contratación temporal para cubrir puestos de trabajo estables
y la extensión de la lógica del mercado en las políticas de uso de la
La centralidad de las políticas empresariales de gestión de la mano de obra (Miguélez, 1995, y Bilbao, 1999). Por su parte, la
mano de obra en el uso y extensión de las nuevas formas de ampliación de los ámbitos de aplicación de la lógica del mercado,
empleo
dificulta y limita las posibilidades de regular las políticas y las nuevas
A la luz de las aportaciones de los dos debates que hemos seguido y de f(umas de empleo a partir de la interacción entre los agentes sociales
las investigaciones empíricas, las políticas empresariales de gestión de y, desde luego, a partir de la acción colectiva de los asalariados.
la mano de obra aparecen como un elemento de primer orden en la Asimismo, la preeminencia de las políticas empresariales en el
definición de las tendencias seguidas por las diversas fórmulas que desarrollo de las nuevas formas de empleo queda patente si se consi-
hemos definido como nuevas formas de empleo. Esto es así tanto por deran cuáles son las características de los colectivos sujetos a ellas. En
la preeminencia estructural de estas políticas en la configuración de la este sentido, lo que uno puede observar obedece a lo que nos indican
dinámica de los mercados de trabajo, como por los cambios en curso los teóricos de la segmentación radical y los autores que matizan sus
a nivel económico y político apuntados en el marco del debate de la resis. Las nuevas formas de empleo están protagonizadas, aunque no
flexibilidad y aquellos más específicos referidos a cuestiones como: las sólo, por jóvenes, mujeres e inmigrantes, y esto no es extraño si se
políticas de empleo de las administraciones públicas, la extensión del considera que los objetivos de reducción de costes salariales y de ma-
paro, la precariedad laboral, la presencia de colectivos en el mercado yor control de la fúerza de trabajo son más viables gracias a la discri-

64 65
minación y a la mala posición social de estos colectivos. Bien 1io., y cualificados y con más capacidades y responsabilidades en el
dose en atributos de género, edad o etnia, en la falta de credencialeaj 11.tl 1ajo que las tradicionalmente asociadas a los mecanismos de orga-
formativas, o en los riesgos de exposición al paro, las empresas llltación del trabajo tayloriano-fordistas (Dupont y Reís, 1991). Di-
encontrado en colectivos con esas características la fuerza de ........ J..~:-~ ,¡,., de otro modo, y coincidiendo con los enfoques del toyotismo y
idónea para incorporarla a modalidades de empleo claramente dr la especialización flexible, las políticas de gestión del personal re-
rizadoras. En algunos casos las preferencias de la mano de obra lltlll;ttltes de la caracterización que numerosos directivos hacen de sus
drían ser un elemento relevante para entender su inserción en urrr<idades en este orden, debieran ser políticas implicadoras que
formas de empleo, pero, generalmente, ello obedece en mayor medi- dol,\sen de mayor participación a los asalariados, así como de mayor
da a una estrategia de inserción laboral obligada por un contexto que ln1mación y capacidad de intervención sobre el trabajo. Factores, to~
restringe fuertemente las oportunidades de estos colectivos. ,¡,.,, ellos, que mejorarían las bases del funcionamiento de la empresa,
Incidiendo más en los rasgos de estas políticas de gestión de la ru tanto que la mayor utilización del potencial humano en el trabajo
mano de obra que explican en buena medida el uso y extensión de las I.H ilitaría la optimización del uso de los equipos y de las técnicas pro-
nuevas formas de empleo, cabe insistir en que las empresas, como dl!rl"ivas y organizativas puestas en acción.
subrayan los enfoques teóricos analizados anteriormente, hacen apa- Sin embargo, la realidad de las prácticas empresariales es otra en
recer la flexibilidad como el elemento clave para superar las dificulta- lllllchas ocasiones; 19 aunque responda, igualmente, a la búsqueda de
des de ajuste de la producción de bienes y servicios y del empleo a las nu:canismos de flexibilidad. De este modo, son comunes y frecuentes
incertidumbres del mercado. Incluyen en ese concepto el uso del r.o~l rategias que se centran en la reducción de costes laborales, asocia~
equipamiento y de las técnicas organizativas y productivas, pero alu- 'l.t.l a intentos de aumentar la productividad del trabajo y de flexibilizar
den sobre todo a los mecanismos de utilización de la fuerza de traba- rl uso de la mano de obra. Se utilizan entonces nuevas formas de
jo. Estos mecanismos, y su vinculación con los cambios en las estra- rmpleo que tienden a la precarización y en absoluto tienen que ver
tegias productivas, son los que explican el auge y la consolidación, ' 1111 políticas de carácter implicador. Por el contrario, el uso de la mano
bajo determinadas tendencias, de algunas de las que denominamos de obra bajo estas premisas tiende a reducir la capacidad de acción
nuevas formas de empleo. '"lectiva de los trabajadores y a potenciar la individualización de las
La adaptación a las incertidumbres y/o fluctuaciones del merca- rrlaciones laborales; al tiempo que conduce a reforzar la capacidad de
do puede obtenerse de modos muy diversos. Los directivos suelen 1 1 mtrol empresarial sobre los asalariados, a tenor de la situación de

aludir a la necesidad de contar con equipos y técnicas productivas vulnerabilidad e inestabilidad que, en general, comportan estas for-
flexibles en las que la innovación y las tecnologías de la información mas de empleo. Unas formas de empleo que, en nuestro país, tienen
juegan un papel importante, en aras a lograr productos y servicios de 111 ejemplo paradigmático en la temporalidad y que, por ende, con-
calidad que satisfagan las expectativas de los clientes. En esa línea, ducen a reducir las posibilidades de intervención en el trabajo y de
aluden también a la necesidad de contar con un personal ampliamen- .1plicar en el mismo conocimientos de cierta entidad. Conocimientos
te formado, capaz de adaptarse al cambio técnico y organizativo y <Jite, precisamente por la elevada rotación en los puestos de trabajo a
capaz, asimismo, de responder a las expectativas cambiantes de la que conduce la temporalidad y por la escasa duración de la relación
empresa en el uso de la mano de obra. Es decir, un personal capacita-
do para producir bienes y servicios de calidad y para amoldarse a si-
tuaciones diversas de trabajo en términos de contenidos, horarios y 19. Una realidad, entonces, que puede llegar a contradecir las necesidades de la
actitudes laborales. En principio, y teóricamente, capacidades de ese pmpia empresa. Algunos autores, como Elster (1990), explican esa contradicción
c·n términos de la racionalidad que preside las decisiones empresariales, en la que
tipo se vinculan de un modo positivo en términos de calidad del empleo pl'san otros elementos como, por ejemplo, los deseos de ejercer un elevado control
con las políticas flexibilizadoras: se precisan trabajadores más forma- ~ubre el proceso de trabajo.

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trrlst icas de las puevas formas de empleo, y, cuando sean objetivo de
contractual, los trabajadores apenas tienen tiempo de adquirir y 1~ .Kción sindical, parece también adecuado pensar que las contrapar-
empresa no está interesada en proporcionar. licias a entregar por pa~t," de los sindicatos e~tar~n relaci~nadas con
La extensión de las nuevas formas de empleo es más acorde a mayor int<psrficacron del traba¡ o, 1~ vanae1~n de la ¡ornada de
este tipo de políticas que con las que apuntan hacia la mayor implica· 1111, hajo y los ,Janos, en tanto que parametros rmportantes en las
ción en el trabajo. De hecho, han potenciado la inseguridad y la 11 1 5
rmpresas susceptibles de tener un alto número de empleos atípicos
cariedad laboral, 20 así como el deterioro de las condiciones salariales 1l.ope y AJos, ¡999). En menor.medida parece que la acción sindic_al
de empleo de gran número de trabajadores. Con ello, la práctica nie· , oodicione ca(l1bws en la orgamzactón del traba¡ o o de la produccwn
gala legitimación de las políticas empresariales y de las reformas nor- '1"'" hiciera colltraproducente el uso de las nuevas formas de empleo,
mativas que sirven de soporte al auge de las nuevas formas de empleo , se postula a veces cuando se aduce que el desarrollo de políticas
y a la búsqueda de la flexibilidad. Así, por ejemplo, medidas de fo- clr01110
flexibilidad iPterna (movthdad funcwnal, grupos de traba¡o, etc.)
mento al trabajo a tiempo parcial impulsadas por el gobierno español , , lleva una ,educción del uso de flexibilidad externa.
en el marco de una nueva reforma laboral seftalan la dirección men- 011 En relaci6P al tema concreto que tratamos en este libro, la regula-

cionada: se potencia la discrecionalidad de la empresa en el uso flexi- ' ión de las ntlevas formas de empleo por parte de los agentes sociales
ble de la jornada laboral, al tiempo que se difuminan las limitaciones , lrsde el nivel territorial local, debiera servir para compensar o limitar
a lo que se considera trabajo a tiempo parcial_ll ¡., que se consideran, como se indica desde algunas de las perspectivas
Como hemos apuntado, el uso de estas relaciones de empleo ad- trc'lricas abordi!das, efectos negativos no deseados y transitorios del crep
quirirá unos diferentes rasgos según características generales de las , imiento de ¡,s nuevas formas de empleo. En este orden coinciden
empresas que actúan como condicionantes, como pueden ser las exi- varias de las perspectivas que hemos analizado, desde los seguidores de
gencias de competir mediante la innovación de procesos o de produc- (. ortodoxia peoclásica a los teóricos de la especialización flexible y del
tos o, por el contrario, reduciendo los costes laborales unitarios; o, en 1
yotismo. EP especial desde estas dos últimas ~osiciones parece afir-
otro sentido y siguiendo por ejemplo el enfoque teórico de la empresa 10
marse que si la5 empresas srguen los cánone_s dtctados por el modelo
flexible según los rasgos de la demanda del mercado de bienes y servi- propuesto, la caltdad del empleo aumentara; desaparecrendo las ten-
cios en el que se insertan las empresas. Pero, especialmente, la diná- ciencias a la prec~ización qu~ se,ría_n un resultado perverso, pero clara-
mica de las políticas empresariales de gestión de la mano de obra está mente recondtJctble, de las drnamtcas de cambw en curso en el mun-
influida por la existencia y el grado de acción sindical en las empresas do de la empresa. Sin embargo, y en nues.tra opinión, ~n numeros~s
en pro de la mejora cualitativa del empleo. En este último sentido, ocasiones no se trata de efectos perversos e 1nesperados, smo de la lógl-
parece pertinente pensar que la acción sindical en la empresa afectará ca consecuetlcía de las estrategias empresariales.
a un volumen no muy elevado de trabajadores que detenten las carac- En efectO• la política de empleo es un pilar de los usos y de la
movilizaciófl productiva de la fuerza de trabajo. Cuando se viene uti-
lizando para aumentar el poder y la capacidad ~e a:tuación de l~s di-
20. Prieto (1999) argumenta sobre la crisis del empleo en España a partir, pre-
cisamente, del aumento de la precariedad laboral. A partir de los datos del paro y de
recciones de Jas empresas, sus resultados, precanzae16n y extenswn de
la contratación temporal indica que el índice de precariedad supera el 40% de la la lógica del mercado, no son perversos ni sorprendentes (Negrelli,
población activa a mediados de 1998. 1993; PrietO• 1999). Por el contrario, son resultados coincidentes con
21. La supresión del límite del 77% de la jornada habitual para que un empleo los objetivoS empresariales en ese orden. De ahí, que la necesidad de
sea considerado a tiempo parcial es clara en ese sentido. El hecho de que se quiera fijar
regular el tlso de las nuevas formas de empleo se baga todavía más
la distribución horaria de la jornada a partir del computo total de las horas trabajadas
y su uso discrecional por parte de la empresa, es buena muestra de la apuesta por un imprescindible desde la óptica de los intereses de los asalariados; pero
uso flexible de la fuerza de trabajo sin apenas limitaciones ni regulaciones por la vía de también desde la búsqueda de una competitividad empresarial basada
la acción colectiva.

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en la calidad de la producción y del empleo. Esa última perspectiva,
presente en casi todas las perspectivas teóricas que hemos tratado, 1111rvas formas de empleo, pueden verse como elementos de injeren-
también existir en el ideario de los agentes sociales y de las instituciO- ' ¡,, rn lo que se quiere convertir en discrecionalidad empresarial. Ten-
nes que operan en el plano territorial y, en alguna medida, explica llt,!n, por tanto, una problemática aplicación en el terreno de la em-
concertación autonómica, comarcal o local. Pero el choque entre 1" rsa cuando no sirvan para refrendar políticas de gestión del personal
perspectiva y los criterios empresariales limita la eficacia de los y,, rmprendidas y decididas con antelación. Teniendo en cuenta que
dos territoriales. Éstos sólo pueden alcanzar resultados efectivos cuan- l.t., tendencias efectivas que sigue el uso de las nuevas formas de em-
do se trasladan al terreno de la empresa. Y ahí reside el problema. Si las l'lm, se decide y se concreta en los centros de trabajo, la regulación
empresas optan por aumentar su grado de discrecionalidad en el '1"" de ellas se intenta desde distintos niveles territoriales debe alean-
de la mano de obra, serán refractarias a la regulación de cuestiones ''" a esos centros. Si no lo hace, habrá que preguntarse por la funcio-
tienen que ver con sus políticas de personal. Su vinculación, entonces, ll.didad real de los pactos territoriales alcanzados por las instituciones
11 los agentes sociales.
a las prácticas que deriven de los acuerdos será escasa o inexistente,
igualmente lo será la eficacia de tales acuerdos.
El objetivo del último capítulo del libro será, precisamente, abor- ·r cndencias de las nuevas formas de empleo en Catalunya
dar la relación entre las directrices delineadas en dos acuerdos territo-
riales específicos de Catalunya y su plasmación y traslación al terreno l'.tra finalizar este capítulo sobre las nuevas formas de empleo, y tras
concreto de los centros de trabajo. Como hemos indicado, las estrate· presentar una aproximación conceptual y una síntesis de las principa-
gias que siguen las empresas respecto a sus políticas de personal llenan lrs argumentaciones teóricas sobre la cuestión plasmaremos, ahora,
de limitaciones esa posible traslación. En otros estudios (Martín y Lo pe, '" concreci6n en Catalunya. Para ello, hemos dividido el siguiente
1994; Lope, 1995; Grup d'Esrudis Sociologics sobre la Vida Quotidiana otpartado en dos epígrafes. En primer lugar, se presentan datos proce-
i el Treball, 2000), hemos tenido ocasión de constatar como las políti- dentes principalmente de la Encuesta de Población Activa (EPA) que
cas implicadoras, que tienden a mejorar la calidad del empleo, la par- nos permiten desarrollar la descripción y la reciente evolución de las
ticipación de los trabajadores y el aumento de los conocimientos pues- lormas de empleo referidas. En un segundo bloque se presentan los
tos en juego en el trabajo, se aplican poco y de forma selectiva. l'rincipales resultados de una encuesta dirigida a empresas realizada
Es decir, en los contados casos en que existen tales políticas de 1'"' nuestro equipo de investigación, que relaciona la difusión y el
implicación, excluyen a numerosos colectivos de la empresa: a aque- uw de las nuevas formas de empleo con las características de la es-
llos que no se consideran centrales o fundamentales en el disefio II'Llctura productiva y las estrategias empresariales. La encuesta tiene
organizativo y productivo. A estos colectivos se les aplica una lógica 1111 carácter exploratorio y nos ha proporcionado datos que resultan
de mercado, que conlleva formas de flexibilidad en el uso de la fuerza de interés para las cuestiones que abordamos en este texto.
de trabajo basada en la temporalidad y en la precariedad; la flexibili-
dad externa que argumenta Atkinson al describir las posibles fórmu- La plasmación de las nuevas formas de empleo en Catalunya
las de la «empresa flexible», pero aplicadas en muchas más empresas, Sin duda, uno de los rasgos fundamentales que han caracterizado y
y de características más variadas, de las que contempla este autor. No han marcado la evolución del empleo en Espafia y Catalunya en los
se forma a las personas que los componen, en tanto que la producti- 1íltimos 25 afios ha sido precisamente la ausencia de éste para un
vidad que se espera del uso de su fuerza de trabajo se basa en unos importante número de trabajadores. Las elevadas tasas de paro pre-
bajos costos laborales. Se intenta eludir las formas de acción colectiva .1entes en los afios ochenta y noventa han sido la principal caracterís-
que puedan incidir en la regulación del uso de la fuerza de trabajo. lica del mercado de trabajo espafio] y catalán. Aunque la estructura
Desde esa perspectiva, los intentos de regulación territorial de las de la población activa en Espafia y Catalunya es similar, en Catalunya
existe una menor incidencia del desempleo.

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