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LIBROS SAGRADOS DE HERMES TRISMEGISTO ‘ La sabiduria hermética del antiguo Egipto De los libros de Hermes, el “Tres veces Grande” pro- cedentes del pais del Nilo, han quedado muy pocos datos y escasos originales dignos de auténtica fe. Segiin antiguas crénicas, en la famosa Biblioteca de Alejandra, durante el reinado de la tltima dinas- tia de tos Tolomeos, se guardaban de Hermes, el mds —9— sabio Maestro de la antigiiedad, 42 libros esotéricos que es fama resumian toda la sabidurla de las edades. Mas, después de la inmensa catdstrofe, del gran incendio que asolé dicha biblioteca a ralz del desem- barco en el puerto de Alejandria de la armada romana de Julio Cétar, no se pudieron recuperar, de todo ‘aquel inapreciable archivo del saber, mds que algunos Jragmentos, libros que se suponen mds 0 menos com- ppletos y derivados de fieles traducciones griegas efec- tuadas por escribas y eruditos por encargo de los pro- pios faraones Tolomeos. Ellos son: El Pymander, et Kybaliin, ciertos libros de poemas sueltos y et Libro de la Salida a la Luz del Dia, més conocido por Libro de los Muertos, por haberse hallado ejemplares del mismo dentro del sarcéfago de las momias de algu- nos destacados egipcios. Algunos fragmentos sueltos proceden de citas de los que fueron depositarias diver- sas escuelas de la época: gnésticas, teoséficas, platénicas, herméticas o eclécticas acogidas en Alejandria, y mds tarde agrupadas ¢ interpretadas bajo el titulo genérico de Libros de Toth-Hermes. Tales libros de Toth circularon, no obstante, pro- Jusamente, durante el periodo de dominacién romana ppor los tres continentes de Africa, Europa y Asia cer- cana, bajo el lema de Corpus-Herméticum en traduc~ cin latina que, unida a la griega, a otras de proce- dencio drabe y a las egipcias en demético popular, hhan legado hasta nuestros dias. La linea esencial de toda la ideologia hermética es la afirmacién bdsica de un solo inmenso dios y de una sola religién ralz cientifica y filosdfica, a la que seroian sabios moral y espiritualmente excelsos, ya que no podia encarnar tan elevada doctrina quien no estuviera dotado de verdadera experiencia espiritual. Ast lo jus- tifican los sabias herméticos. —10— De ello se infiere que las verdades herméticas no podtan transferirse integralmente mds que a través de un auténtico y probado merecimiento. La senda més perentoria de tal logro era el conoci- miento, pero no a través de estudios mentalizados, sino de la Wamada mente iluminada 0 superior, lo que podriamos lamar intuiciin adherida al super-razona- miento, traducida por nous por griegos y exégetas her- menéuticos. La opinidn de los antiguos respecto a las ensefianzas de Hermes se objetiva en esia imagen: es una puerta abierta a una dilatadisima perspectiva de praderas ver- des, inmensas, lenas de sol y de flores preciosas y multicolores. Esa maravillosa “puerta abierta” a lo desconocido, y cuyo alto mirador franqueaban los escritos de Her- mes, constituia el gran aliento vital, el aliento del espiritu de toda agrupaciin humana selectiva, cuya finalidad era la investigacién de la verdad en el hom- bre y en el cosmos. ¥ su divisa coméin, la famosa frase pervivida de la Uamada Tabla Esmeraldina del propio Hermes: “Como abajo, asi es arriba; como arriba, ast es abajo”. De ese modo, el fundador de ta religiin-filosofia, poniendo en juego el estudio y la experiencia profun- da, directa a través de la supermente y del espiritu, aliments, desde aquella remota época, todo empeio del hombre en atisbar las esencias reales de la vida divina, ast en el interior del propio individuo como en el Universo, en todas sus trascendencias y sus misterios. Hijos de lo sabiduria hermética fueron, pues, los men- sajes espirituales de Persia, Siria, Judea, Anatolia, Gre- ia y otros nacidos y derivados de esa semitla espivitual depositada en tas fecundas orillas del Nilo. Todas las civitizaciones antiguos tienen, por tanto, la mivma fuente. ie Porque desde Egipto y de modo directo, Hermes pasé a Grecia, aupado en su trascendente mitasofia y aportando a ella todo su bagaje de sabiduria, Por el delta del Nilo se derramé el mensaje profundo y legen- dario del “Tres Veces Grande”, deste la propia Ale- jandria, por todo el Mediterréneo. Entre las obras herméticas perdidas debido a catds- trojes, guerras, ignorancias, fanatismos y la falta de comprensin posteriores, parece que se hallaba una obra Hamada Libro de los Alientos o de tas Respiraciones, cuya ciencia enseité el gran Hermes, y cuyas lecciones recogieron en la India y divulgaron a través del Yoga- Hatha, y en su mds trascendente efectividad, a través del Yoga-Raja 0 Yoga-Rats. De todos modos, también fen occidente existen testigos fidedignos de esas espe- cificas ensefanzas del macstro egipcio y de su impor- tantisimo libro. Mead, el gran escritor hermetista del siglo pasado, realizé un exhaustivo estudio de las obras herméticas Nos dice a propésito de ellas que legé a la conclusion de que tales obras se originan en otro Hermes prede- cesor del “Tres Veces Grande”, un Hermes antiqut- simo, “anterior al dituvio”, o sea, anterior al hundi- miento de la Atléntida. Lo que confirmaria nuestro aserto de que la sabiduria, la ciencia, las artes todas del primitivo Egipcio, tan extraordinariamente avan- zadas, les fueron legadas por los atlantes antes del hundimiento. Los datos mds precisos se hallaban gra- bados en un pilin de piedra de las més antiguas construcciones de Egipto. Y a través de los milenios sucesivos, sobre todo durante el periodo alejandrino, otros sabios alestiguaron diversos sucesivos Hermes, avatares ciclicos que renovaban el mensaje de las eda- des mediante la adaptacién ciclica de la misma eterna sabiduria. Es por esto que las enseiianzas herméticas —R- constituyen una sintesis, en su reculada época, de ver- dades perennes. Los sabios que han dado fe de las originarias ense- ftanzas de Hermes y de los mencionados principios, fueron Manethon, Cicerén, Ammiano, Josefo, Hero- doto, en cierto modo Plinio, ast como otros muchos. Al sucederse las épocas y las dinastias en las orillas del Nilo, se fueron encontrando fragmentos de los Libros de Toth en inscripciones de origen antiquisimo, sobre todo en ef interior de las criptas secretas de los grandes templos, especialmente de las cercanas al Delta, donde florecieron los primeros nticleos de civilizacién egipcia, no lejos de la Esfinge y de las Pirdmides. En el cercano oriente se conocieron durante muchos siglos dichas verdades compiladas en una obra que Uevaba por titulo “La profecta de Hermes”. Las ensefianzas herméticas lograron inmenso auge con el afincamiento del platonismo en el mundo culto, durante el esplendor de la civilizactin griega que nacié entreverada con la egipcia. También parece que tas ensefianzas herméticas constituyeron el trasfondo del ideario de ta escuela estoica; todo lo cual da a enten- dar su fuerza y su importancia, y el recogimiento de su poderosa siembra eficaz en el mundo antiguo, ast como su trascendental raigambre proseguida y reconocida en el campo de tas ideas madres y de la conducta del hom- bre superior. Como hemos insinuado al comienzo, fueron los grie- gos ilustres los que tradujeron pulera y fielmente las ensefianzas herméticas, y ask pervivieron y se difundie- ron en el mundo antiguo después de la gran catdstrofe y desaparicién de la Escucla de Alejandria. Esas tra- ducciones fueron citadas posteriormente y vertidas al sirio, al drabe, a diversas lenguas asidticas, hasta Uegar a nuestros dias y a nuestra época en trance de renacer spiritual al iniciarse un nuevo ciclo zodiacal de civi- 3 lizaciin en el mundo. Porque debido a ta accién de esa ley ciclica y a sus ondas de avance y aparente retroceto, se indagan los origenes de esas inmensas rai- (es espirituales que alimentaron edades y que constitu- yeron la divina herencia del mundo de todos los tiempos. Parece ser que la postrera dinastia egipcia de farao- ner, la lamada Tolemaica, fomenté excepcionalmente al estudio y la fiel versién a varios antiguos idiomas, de las obras herméticas. En las aulas de Alejandria, en su biblioteca y museo, sostenidos por los faraones, habia centenares de escribas consagrados a la copia manual de tales primitivos eédices he depute, ar vados como joyas auténticas det saber en los ana- Hae el mds detacado centro cultural del mundo. Consta en las antiguas crénicas dispersas que los Libros de Hermes, fragmentariamente salvados después, consttuyeron el aimentocxpirtul de filbsofos, Profe- tas, pedagogos, cientificos, investigadores, poetas y mis- hese te totos fo pais en todas tas Tenguas cullas conacidas. El ansia de investigacidn y estudio alentaba ten todos los ansiosos de verdad que se afanaban en allegar conocimientos en aquellas limpias fuentes det saber, sin divriminacion de escueta, tendenca, eligi, ricologia, formacién 0 raza. Debido a ese elemento ati Tniprante en la mejor época alejandrina, po- demos todavia hoy aprovechar la ofrenda milenaria de aquellas ensehanzas puras. Con respecto a los libros herméticos, cita Duncan Grenlees un pasaje de Efrain Syrus, en el que se dice que en el aiio 365 d. C. existian varios libros de Her- mes en Siria, sin duda vertidos al sirio, del griego 0 latin. Otros afirman que los primeros musulmanes prote~ gian la secta de los herméticos, que en ellos se inspi- raban sus libros, y que hasta el siglo vim podian encon- trarce en Siria varios fragmentos, Y el autor hermético 4 Scott, afirma que en et siglo x1 d. C., una copia de tales libros herméticos pasé a Constantinopla, enton- ces la capital det cristianismo, copia que, al parecer, pas més tarde a Florencia, centro renacido de todas las culturas cldsicas, especialmente alli impulsado bajo la hegemonta de los Médici y de su Escuela Neopla- ténica que atrajo a los mejores talentos de la capital asidtica, cuando los turcos invadieron Constantinopla Volviendo al periodo alejandrino, Jémblico, el gran maestro sirio radicado en Egipto, afirma que el pen- samiento hermético se entrefundié, en aquel periodo, con la filosofia platénica. Posteriormente, autores ignorados difundieron los bros de Hermes en forma fragmentada y tal vez mixti- ficada, como didlogos breves entre Hermes y su hijo 0 discipulo Tat. Dos de tales fragmentos dialogados eran conocidos como ensetanzas de Isis a su hijo Horus, Segiin los criticos antiguas, tales didlogos eran los me- jores, porque consistian en una traduccién fiel del antiguo original egipcio, lo que es dudoso. Sin em- bargo, en tales didlogos no se advierte el influjo gnds- tico 0 hebreo, ni tampoco las tendencias de otras es- cuelas de la época alejandrina. De acuerdo con este aserto, parece que las obras de Plutarco sobre Isis y Osiris, y los mismos escritos de Manethon, el favorito del segundo Tolomeo, se inspiran en los textos hermé- ticos directos, que alimentaron, a su vez, las copias sucesivas. De todos esos libros herméticos, vulnerado en parte su sentido original a través del tiempo y las exclusivas tendenciosas ideologias, el conocide como Asclepio es de la méxima importancia para los estudiantes de her~ metismo, a pesar de las naturales corrupciones. Parece que su mejor parte ha sido compilada bajo al titulo de Pymander y que ha conservado bastante su Bp atiento original merced a haber sido bien traducida al demético o lengua jeroglifica popular en las postri- merias de la gran ciilizactén egipcia. A las mejores textos hemos recurrido, para ofrecer ahora a los estu- dioses lo mds auténtico de ese pristino manantial. Joseriva Mavnané Hermes Hermes es cl nombre dado a los grandes Avatares Ciclicos © Encarnaciones Divinas en Egipto. Por ello, ese nombre entrafia un significado de Instructor 0 Agente de la Sabiduria Eterna. ‘Segén la simbologia oculta del antiguo pafs del Nilo, cada Hermes 0 Avatar Ciclico cra encarnacién de Horus, cl divino hijo de Tsis y de Osiris, tercera per- sona de la Trinidad Divina antropomorfizada y re flejada en el hombre césmico o Iniciado, el ser inte- =o gral salido de las pruebas de los ocultes misterios y de las escuelas de sabiduria a ellos anexas. Como ¢s sabido, Hermes es también el nombre de tun planeta de nuestro sistema solar conocido més bien por ese mismo nombre latinizado, Mercurio. De am- bbos modos, pasé a Grecia y posteriormente a Roma © a su civilizacién y época correspondiente. Asi fue incorporado al panteSn de su alta mitologia como Mensajero de los Dioses, ya que tenia jurisdiccién so- bre todos los planos césmicos como conductor de almas € intérprete de la voluntad divina en el hombre. Por otro lado, la tradicién del nombre hermético Jo hallamos traducido al sinserito y a las lenguas orien- tales con el venerable nombre de Buda, sinénimo de Hermes, Mensajero 0 Tluminado. O sea, de su autén- tico significado que, como hemos indicado, es el Ava- tar Ciclico 0 Encarnacién Divina, EI nombre tiene su origen, pues, en el remoto Egip- to, cuando las jerarquias rectoras de la humanidad intentaban traspasar sus poderes a las dinastfas hu- ‘manas posteriores. Representa al regente planetario del signo de Gé- minis que en aquellos tiempos remotos pulsaba el sol, por precesién, en el equinoccio de primavera. Su cuerpo pertenecia entonces a la pura raza atlante y era descendiente de aquellos gigantescos maestros que Hevaron a cabo, antes del iiltimo hundimiento del continente atlante, la fundacién de la primitiva colo- nia egipcia y de su avanzadisima civilizacién, Sin embargo, en aguel tan lejano periodo de Ia incipiente civilizacién nilética y debido a Ia escasa formacién de los micleos humanos que constituian los primeros nomos o niicleos de poblacién, el gran saber de los atlantes sc hallaba reclaido en sus templos, en sus criptas y dependencias secretas, asi como en sus sabias escuclas o universidades del saber. ‘Pero los iniciados sabios sabfan que eran aquéllos, mo- mentos-clave de preparacién de un mundo y de una humanidad, de wna onda ciclica astral destinada a acelerar el pulso de Ia conciencia humana para que pudiera regir en el porvenir, por su méxima expe- Fiencia, sus propios destinos. En tal trascendente pe~ riodo amunciado de traspaso, la cfclica misién oculta del primer Hermes, consistia en preparar selecciones de seres dispucstos a la enscfianza y a la formacion integral necesarias para que, poco a poco, aprendie- ran a autogobernarse, de acuerdo siempre con las leyes superiores y dependientes de Ia suprema leccién de los sabios hicrofantes, de la guia invisible de sus proge- nitores 0 antepasados y de los Maestros Ciclioos. Por- que aunque debidamente aleccionados y preparados, hombres y mujeres al fin, se hallaban sujetos a caidas y tropiezos por ignorancia 0 torcedura, victimas de inopinadas pruebas, de posibles abusos o tergiversa- ciones del poder y de Ja puesta en vigor de leyes natu- rales y universales. Con el primer Hermes egipcio, se iniciaba, por tanto, una importantisima etapa civilizadora de la hu- manidad en la que lentamente se irian sustituyendo las jerarquias divinas por otras humanas, Comenzaba, pues, para la evolucién de nuestro pla- neta y sus humanidades, un periodo de cnorme tras- cendencia. Pero como sea que Ta naturaleza nunca da saltos, el primer Hermes vino al mundo para preparar la senda de sus sueesores ciclicos, sefialanda la. inmensa importancia de ese traspaso de poderes de gobierno asi material como espiritual. Porque en lo sucesivo y por decreto divino, los hombres estarian gobernados por ole hombres, seres emanados de sus filas de seleccién, cul- tos y probados sin duda, en todas las lides internas y externas, pero seres humanos al fin, hermanos en cate- goria y naturaleza de la incipiente raza recién formada, brote eficaz de un tronco claudicado. De ese modo, pasarian a una superior categoria aquellos que prepararan su sendero con manos puras, aquellos reyes y reinas de origen atlante, Hamadas asi or su superior evolucién, por sus grandes poderes y sabiduria y para los cuales no existia el imperio de esos pequefios ritmos de la vida y de la muerte, ni estaban sujetos a descos, enfermedades ni limitaciones de nin- gin género. Mas el periodo de plena transferencia de poderes no serfa hasta rozar el subsiguiente periodo de entre- eras correspondiente a las inicios del ciclo zodiacal del Toro. Entonces comprendieron los padres espiri- tuales de la raza que habia legado cl momento de consolidar el imperio Hamado Antiguo de las Dinastias Humanas Faraénicas del pats del Nilo. Y para facilitar ese importantisimo traspaso en la historia de Ia evolucién de los pueblos, encarné en el bajo Egipto la relevante figura del segundo Hermes Namado Toth, el Trismegisto o “Tres Veces Grande”. Ese segundo Avatar egipcio conocido como Toth- Hermes y correspondiente al ciclo téurico, represen- taba el épice de Ia civilizacién egipcia conocida, El alto apelativo de “Tres Veces Grande” procede de que su poder y ensefianza abarcan los tres mundos de ma- nifestacién: el fisico, el astral y ef mental. Los tres atributos tenian relacién con la Divinidad y se halla- ban sujetos a leyes provenientes de la sola y tnica Ley Universal de Vida Infinita, el Espiritu En ese periodo tdurico de transicién, de fin y co mienzo, salieron del sagrario de los templos ciertas, 5 verdades ocultas que Toth dio a conocer a los hom- bres y mujeres. probados y debidamente aleccionados, a través de sus famosos 42 Libros Herméticos De ese modo, los primeros faraones humanos, con- venientemente entrenados en las labores de gobierno, dieron a conocer a su pueblo las ciencias y las artes. Los instruyeron en la agricultura, la alta ciencia astré- légica de la salud total y de la medicina, en las medidas del tiempo, los mimeros, en las formas del comercio y la transaccién, la fabricacién y los medios navegables, en las diversas industrias, el lenguaje, las, artes y Ias letras, la religién, los diversos oficios, Y cuando aquellos antiguos néicleos humanos, a través del saber transmitido y de la experiencia fueron capa ces de regentar sus vidas, los espiritus vigilantes de los reyes divinos, los auténticos padres de la recién iniciada quinta raza del mundo, adorados con el nom- bre de Afrites, permanecieron en parte en Ia proximi- dad de los hombres sélo en el casa de scr invocados y Tequeridos como guias y consejeros. O sea, como auxi- ares espirituales que tenian, en virtud de su evolucién y poderes desenvueltos, la virtud de manifestarse y de aparecerse oportunamente, a pesar de no hallarse en- carnados, para seguir dirigiendo, en los casos dificiles, a su pueblo. El segundo Toth-Hermes, apodado el “Trismegisto”, aparecié a inicios del siglo zodiacal de Tauro, coinci- dicndo con el fin de la tercera dinastfa de faraones humanos y comienzos de la cuarta, y fue contemporé- neo de Kufi o Keops, el faraén que, al encabezar historicamente Ja cuarta dinastfa, constituyd, com la sugerencia y colaboracién del propio Hermes, la Gran Pirdmide, el incomparable, grandioso monumento que patentiza todo el saber de antafio, asi interno como externa. —3— En sus origenes, la Gran Pirdmide, esa inmensa Mama petrificada fue, en realidad, lugar sagrado de iniciacién, centro vedado donde se operaban las etapas formativas del alma de Jos recipiendarios, en cuerpo sutil o astral Ia mayorfa de las veces. O, por lo menos, asi se manifestaban y asistian los Ajrites, padres y ‘maestros, a quienes los ne6fitos recibfan, culminadas i niimeras. pruebas y afiagazas, en el interior del si céfago, en la llamada “tumba abierta” donde dej ban su cuerpo inanimado, la CAmara del Rey 0 del Sol que centraba Ia pirdmide construida de forma que pudieran vivir y respirar en ella los seres encar- nados, ‘A menudo se Hamaba a Hermes “Hermanubis" on ello se hacia alusién a su capacidad para trans- miitir la tradicién sagrada, ya que en la época de la fundacién de la primera colonia atlante en Egipto, parece ser que se hallaba en el norte polar, fa estrella Sothis o Sirio, de Ia constelacién del Can. Y como simbolo de la tradicién sabia del pats, recibida de los primeros padres atlantes, se representaba al sucesor divino con cabeza de can y con el nombre de Anubis. Ello da a entender que cierto concepto ahora muy generalizado referente a la mitica egipcia, es total mente falso. Los egipcios no tuvieron una religién zoolitrica; 0 sea, que no representaban a sus dioses en forma de medio hombres y medio animales, sino que revestian a sus altos seres representatives con el simbolo zodiacal o constelar correspondiente. Tal era el caso de Hermanubis. Y también el correlacionado ‘con otras representaciones animélicas derivadas de los doce signos del zodiaco representados siempre, desde Ja més remota antigiiedad, con figuras de animales. Hermes Trismegisto aparecié en la tierra, en reali- dad, cuando la raza humana actual se hallaba todavia Me en su infancia, Por ello fue, y en cierto sentido sigue siendo, el Sefior de las verdades supremas, guia de los espiritus, alimentador de los hombres de’ signo supe- rior. Sus rayos han scguido iluminando, desde los tiempos remotos de su venida al mundo, como Ins- tructor Ciclico, a todas los anhelosos de sabiduria, 8 2 Sobre los “libros herméticos” ‘Todos los textos sagrados de la antigtiedad eran de tipo poemético, Sélo se daban y transmitian a través de la palabra o logos viviente en forma de poemas 0 cantos magicos, lo que en oriente aman mantrams. Tales cantos 0 pocmas sagrados se recitaban siempre oe oye eee a base de clave o claves vaban del tono de los astros dominantes a la sazén € iban acompafiados de miisica melédica, arpas de doce cuerdas por lo comtin, o liras heptacordes, cada tuna de cuyas cuerdas era sintonizada o acordada al diapasén de los signos zodiacales planetarios. ‘Uno de los instrumentos de mayor eficacia magica era el sistro, acordado al misterio primitive del cuater- nario, cuyo influjo se intensificaba con ciertas practicas y Ta operacién secreta de talismanes. De esa forma, tales recitativos se reiteraban en ios instantes de am- biental sintonfa en temples y criptas, y para su mayor incisiin y beneficio, se efectuaban tales recitados en forma lenta, de mayor eficacia oculta sobre los audi- torios. De ese modo se dieron, durante siglos y milenios, los poemas sagrados de Toth-Hermes compilados més tar- de, durante el postrimer periodo tolemaico 0 alejan- drino, en forma de “Libros de Hermes Como hemos insinuado ya, el contenido de esos famosos libros 0 cantos herméticas se remontan a la tradicién atlante: Del gran continente sumergido, cuya religiin adoraba al Sol y a la Luna, y cuyos templos, transparentes, de oro, plata, oricaleo y cristal maleable se hallaban consagrados a ambos Iuminares, padre y madre de la tierra en st oculto significado, pasd el contenido esotérico de tales libros al antiguo Egipto,, conocido en los albores de su fundacién de tal colonia nilética por los emigrados atlantes como Tierras Puras de Khem. Ta Atlantida, a cuya avanzadisima civilizacién die- ron los sefiores de Venus, conocides por Isanas, un gran impulso evohucionario, se hallaba bajo la protec- cién det Sol, de ta Luna y del espiritu de Venus como planeta hermano de la Tierra. —30— Y es curioso observar que, cuando el Sol, por prece- sign, atravesaba los tronos zodiacales de Leo y Cncer, ambos signes gobernadas por el Sol y la Luna, tuvie- ron conocimiento los Hierofantes blancos de la Atlin- tida, sacerdotes-astrOlogos en comunién oculta con los espiritus de los astros guiadores, del préximo huni miento de la viltima parte del continente destinado a desaparecer de la faz de la tierra. Y simulténeamente recibieron la orden de emigrar de las tierras. conta- minadas por la maldad de los hombres y el desgaste ciclico, para Hevar a las lejanas ‘Tierras Puras de elec- Gién, las semillas, no sélo de Ia tradicién oculta. que nunca puede morir, sino todos los adelantos de la civilizacién alli conseguidos con la ayuda de los sefiores de Venus y plantar en las tierras virgenes, gobernadas, por reyes dotados de todas las perfecciones, las trabaja- das semillas de seleccién, dar tierras y aguas propicias a Jas castas de animales, legislar sabiamente, crear indus ‘ias y trabajos, proseguir sendas cientificas y artisticas y fomentar una gran civilizacién allende cl oriente telirioo. Gracias a aquella fabulosa empresa ciclica, la civi- lizacién occidental que ahora priva en el mundo, es hija directa de Egipto, colonia atlante en sus orfgenes, lugar de establecimiento y depésito de una floreciente civilizacién periclitada y préxima a desaparecer bajo las aguas del Océano Atlintico, llamado entonces el Gran Verde. Asi que, en el bajo Egipto, amanecié una avanzada civilizacién fundada —o proseguida— por los sacer- dotes-astrélogos y seres seleccionados, legisladores, men- tores y macstros atlantes, Alli, en ef lugar privilegiado de la fundacién, en fas Tierras Puras de Khemi, esta- Dlecieron Ia religién-sabiduria o soliclunar con sus res- pectivos misterias cripticos y las escuelas anexas a los santuarios. Y en ellas actualizaron su ritual magico age y sus sabias ensefianzas, operando siempre de acuerdo on las predominantes ciclicas y planetarias, De exe modo fueron preparando, aleccionando ¢ in- vistiendo a sus sucesores de acuerdo con la tradici6n heredada. Y se fueron sucediendo los reyes y reinas de sangre atlante que han pasado Iuego 2 Ia leyenda como dinastias divinas. De ellas no puede hablar en verdad la historia humana, pero sin embargo, al citar~ Jas los antiguos historiadores, nos han transmitido su conocimiento en forma de Leyenda Dorada. Y esa indole de leyenda, ha sido siempre el velo dureo que nos coulta la verdad de Tos lejanos tiempos, asequible mediante la clave celica o astroligica esotérica, que todo lo aclara. Para aquellos interesados en profundizar el signi- ficado de los ciclos histéricos en st aspecto trascen- dente, el iluminado poder y Ia sabidurla de aquellos seres sabios, poderosos y de estatura agigantada, el estu- dio y mévil de su existencia nos abriré cauces nuevos de comprensién y de hondura y nos ayudaré en gran manera a comprender el significado, no silo de aquella época de transicién y de origenes, sino de la que esta- mos actualmente viviendo. Porque todo se relaciona y enlaza, todo pertenece, en suma, al “eterno presente”. Toda nuestra herencia espiritual, toda la integral pe- dagogia del hombre superior, toda la oculta sabiduria proviene de aquella herencia sabia, incluso las leyes sociales, el ritual superreligioso, la ética més elevada, la profundidad césmica de sus simbolos, muchos de Jos cuales permanecen sin alumbrar en la mitosofia de todos los tiempos. Siguiendo, pues, la ley de tales ciclos zodiacales y a partir de aquellos remotos origenes posatlantes, s¢ fueron desenvolviendo en Egipto, andando los milenios y los acontecimientos, esa clara vision de la historia —32— I ——————————__er—e—e enlazada a través de los pequefios ciclos de Era, reve- Jados por su inconfundible simbologia, En cada traspaso de dichas eras de signo zodiacal, fueron apareciendo los Avatares Divinos o Instructores de la raza, cuya misién ha sido siempre la de restable- cer, afirmar y adaptar al requerimiento astral, la an- tigua e inalterable tradicién. Ellos nos han orientado, ensefiado y conectado espiritualmente con el signo ama- necicnte. Ellos han sido nuestros. auténticos maestros y conductores. Hermes ha sido su nombre genérico en Egipto. Ese nombre entrafia el mismo significado de agente de la doctrina secreta 0 sabiduria eterna. Y segin la inter- pretacién onoméntica, Hermes, como Avatar Ciclico, era una encarnacién de Horus, el divino hijo de Isis y de Osiris, la Trinidad Divina antropomorfizada y reflejada en cl hombre césmico 0 iniciado, el ser inte~ gral emanado de las pruebas y de las ensefianzas de Tas elevadas escuclas y de los templos. De Hermes sc deriva no s6lo la tradicién esc de su profunda sabiduria, sino la misma exégesis de dicha sabiduria realizada a tenor del propio conoci- miento directo. Esa exégesis en profundidad se ha dado en Tamar kermenéutica. © sea, que la. posible discriminacién 0 comentario de sus libros originales, ha tomado el mismo denominativo de su creador. Y con ello definimos otro de los pequefios ciclos indivi- duales que rozan lo universal. De Hermes proviene asimismo la palabra “*hermé- tico” que ha definido a través de la sabia seméntica interpretativa, toda cosa secreta, honda y dificil. Aun~ que siempre esa alta discriminacién, efectuacla mediante i nous o mente iluminada, es una fuente de daros vislumbres, de afloramiento de nuevos manantiales de saber oculto, —33— Queremos, si, hacer hincapié en la necesidad del uso de la hermenéutica para todos los investigadores, intérpretes. de las verdades herméticas, siempre un tanto complejas para la inmediata comprensién y aun abstractas en su significado, que debe efecruarse a tra- vés no de una, sino de diversas clases. Los fundame tales textos de Hermes requieren, en verdad, el auxilio de toda esas formas de interpretacién. Sélo entonces, el fino manantial de sus libros deviene corriente im- petuosa capaz de alimentar todos los campos del pen- samiento y del espfritu humanos. Ya que la hermenéu- fica ajusta a la comprensién humana esa Iimpida agua de vida. Si queremos desentrafiar el mensaje de la hora que nos ha tocado vivir, la clave interpretativa de la her- ‘menéutica nos conduciré al acercamiento de exe depé- sito directo de sabidurfa eterna, porque es dédiva de todos los tiempos. Hemos de avanzar, si, pues, el reclamo de la presente hora astral es la penetracién directa de la sintesis, la invitacién a Ia brevedad, la ddiva procelosa y alimen- tadora del compendio. Por tanto, nada tiene que ver la hermenéutica con la exégesis, La hermenéutica es interpretacién breve y profunda de los textos sabios. Es el comentario su- cinto y hondo, cargado de significado de primera mano, tendente a esclarecer, ajeno a toda forma de erudicién, que abona y reverdece los campos virgenes del pensamiento superior y trascendente, nuncio flo- recedor de una nueva primavera del mundo, prome- tedor de dptimas frutes. Sin esa interesante, basica aportacién de la herme- néutica —el sentido trascendental y fundamental del concepto hermético, tan intimo a la méxima sintesis yal silencio creador— muchos de los pocmticas textos. de sabidurfa del pasado permanecerian ininteligibles. aa a cota eee ee | Mas hoy, en los comienzos de la era de Acuario, | priva el libre y personal concepto de las cosas, ajeno | a la clave esotérica, leno de puro énfasis renovador, que no siempre se sintoniza con los més altos predi- | cados del signo. Sin el auxilio y la aportacién de la hermenéutica, la gran ensefianza del pasado, en su sentido eterno, permaneceria sellada a la comprensién, | ajena al enorme beneficio que emana. Al leer, perde- } rian Jos cternos poemas su hilaza secreta, el indice de su remonte, aquello que une un significado a otro y su | relacién con el reclamo de las edades y Ios requeri- mientos celestes. Sin esa ciencia renaciente, desapare~ ceria la- sabia herencia del pasado y Ia legitimidad humana de esa suprema herencia legada a los hom- bres —transvertida a la infinitud y a la eternidad— a través de los milenios, para su regeneracién spiritual. La hermenéutica, seamos conscientes de ello, nos puede dar alas y profundidad de comprensién, O sea, ‘que nos permite calar en la hondura abierta del doble del tiempo, mediante esa Limpara del nous o mente iluminada, caracteristica de la Nueva Edad. Por ello, nuestro anhelo, al ofrecer esos sagrados poemas fuera ayudar al lector a su asimilacién, a que hiciera suyo el fruto divino de los escritos de Hermes, el “Tres Veces Grande”. ‘Los cuarenta y dos libros de Hermes contenian todas las verdades, todas las ciencias y ensefianzas transmi- tidas, segiin sus propias aptitudes, al individuo probado —niciado— a través de las pruebas de los misterios y de las escuelas de sabiduria. Trataban de la fuerza y sabiduria del lenguaje jeroglifico, de las ntimeros y su significado esotérico, de los médulos sagrados de la arquitectura, de los diversos cAnones, humanos y cf3- micos, de los astros, de la medicina con asombrosas, avanzadas e@specialidades y su gran ley preventiva, © sea, la higiene. De las vrespiraciones, de Ia agri- 8 cultura, de las artes y oficios, de la legislacién y sobre todo, de religién en su aspecto esencial y de la con- ducta 0 de Ja més alta moral. Todo ello en forma poematica, Eran, en verdad, bellisimos, trascendentes, armoniosos poemas cuya ade- cuada recitacién, debidamente ambientada de acuerdo ‘con los vinculos astrales vigentes, otorgaba las fuerzas y loa saberes de la naturaleza y del universo. La virtud més curiosa de los libros herméticos era Ja de que tenian la propiedad de revelar u ocultar su significado, a tenor del merecimiento y Ia capacidad de los oyentes o lectores. Y fueron efectivos y cantados durante milenios y ‘constituyeron los libros herméticas el meollo del espi- ritual y sabio esplendor de Egipto. Mas en el dorado periodo de la decadencia de esa milenaria civilizacién, durante las dinastias tolemaicas posteriores a la invasién de Alejandro Magno —fun- dador de Alejandra, la tltima capital del pais del Nilo— los 42 libros de Hermes constituyeron, archi- vados, el més preciado tesoro, entre Jos 700,000 textos sabios que contenia la famosa Biblioteca de Alejandria. Pero luego, la oleada oscurantista, cl cacs destruc- tor que se aduefé del mundo en la hora incierta del traspaso ciclico, hizo que aquel incomparable caudal de ensefianza, aquel copioso dechado de sabidurfa an- tigua, aquella tradici6n ‘nica, fuera casi totalmente destruida al desaparecer, primero mediante un terri- ble incendio, y pesteriormente por horrisona expolia- cién, esos fundamentales libros de Hermes, entre todos los cédices y archivos que les acompafiaban en el aula sabia de la biblioteca alejandrina. Sin embargo, al ocurrir el malhadado incendio, algo se pudo salvar a través de algunos conscientes 0 sobor- nados guardianes de la famosa biblioteca alejandrina y también a través de copias, citas y traducciones par- 36 iales y de la copiosa coleccién privada de los reyes de Pérgamo, a cuyo monarca contemporineo de Mareo Antonio y Cleopatra, Atalo TT, despojé este iltimo por insinuacién de su amada, para tratar de compensar la pérdida de su famosa biblioteca, a la reina de Ale- \dria, Cleopatra, dolida e inconsolable. Con esa ad- quisicién forzada, Ia tltima reina del Sol quiso rehacer el esplendor cultural del incendiado centro, fundando, al arrimo del templo de Serapis, en la parte alta de Alejandria, otra biblioteca a base del famoso contenido de la en cierto modo pillada biblioteca de Pérgamo. Las aulas sabias del Serapién alejandrino dieron al- bergue, ‘en esa segunda etapa de la Escuela Alejan- drina, a la Hamada Escuela Neo-Platénica, de tanta nombradia y fama, y que alenté los postreros vis- lumbres del esoterismo filoséfico griego-egipcio. Consideremos, pues, que los fragmentos de los libros herméticos que han Iegado hasta nosotros, sélo son reflejos parciales y sin duda adulterados, procedentes del periodo alejandrino; maltratades por el paso del tiempo las traducciones, las limitaciones, los. fanatis- ‘mos y las tendencias imperantes de aquellos que fueron gloriosos cuarenta y dos libros de Toth-Hermes, el “Tres Veoes Grande”. Los exégetas de tales libros dicen que las mejores copias, aunque fragmentadas, pasaron a Asia —a Siria preferentemente— y més tarde a Bizancio o Constan- ‘tinopla, Ia culta capital del imperio cristiano. Otros fragmentos, pulcramente traducidos al érabe, han per- durado también hasta nuestros dias, aunque las més autorizadas opiniones afirman que las més fieles inter- pretaciones de los libros herméticos se deben a las traducciones directas del griego, como la famosa com- pilada en el Pymander. No menos importantes son los —7— fragmentos seleccionados del Kibalién, ¢ interpretados por altos seres especializados en la hermenéutica més profunda, ‘Tales comentaristas afirman, en esta obra éltima, que en tiempos del gran Hermes Trismegisto, acudi ron de todas partes del mundo a orillas del Nilo, supe- riores almas anhelantes de conocimientos para apren- der, de labios del divino Avatar, la ctena sabiduria y divulgarla luego en su propio pais de origen, y creat escuelas de ensefianza. A Pgipto fueron, a tal fin, discipulos conscientes y de elevada evolucién, quienes, debidamente probados a través de las pruebas de Ini- ciacién y de las lecciones secretas de su escuela, fueron investigados con los simbolos de la sabiduria, las claves de poder y Ia verdad césmica del verbo transmitido por el gran Toth-Hermes. Llegaron con tan alta fina- lidad seres procedentes de la lejana India, de China, de Persia, de Caldea, de la Media, de Asiria y de toda Ja costa mediterranea del Asia, como del continente y de las islas griegas y de la primitiva Roma. ‘A propésito de ello, dice el Kibalién: “Andando los siglos y los milenios, siguié siendo Egipto, la patria de las pirdmides y de la Esfinge, la cuna sccreta de las doctrinas misticas. Todas las naciones han sacado Jas suyas de sus ensefianzas esotéricas. Todos se apro- vecharon libremente de las doctrinas formuladas por Jos hierofantes y maestros de la tierra de Isis, cuyos conocimientos eran sélo transmitidos a los que se ha- Taban preparados para participar de lo oculto... En el antiguo Egipto vivieron aquellos grandes maestros que nadie después ha sobrepasado (en sabidurfa), y que ara vez han sido igualados en las centurias transcu- rridas desde los tiempos del gran Hermes. Egipto fue la residencia de la Gran Logia de las Fraternidades ‘Misticas. Por las puertas de sus santuarios entraron —38— todos los ne6fitos que, convertides més tarde en adep- 10s, hierofantes y maestros, se extendieron por todo el mundo, levando consigo el precioso conocimiento. . . Ningtin estudiante de ocultismo debe dejar de recono- cer la enorme deuda contraida con aquellos venerables maestros del antiguo Egipto.” La Tabla Esmeraldina | Ls é Comtinmente se Hama asf, TABLA ESMERALDINA, por- que, segiin Ja leyenda, fue hallada en la tumba de Hermes Trismegisto, el “Tres Veces Grande”, grabada n caracteres jeroglificos sobre una gran esmeralda. Contiene Ja sintesis de “toda la magia egipcia”. En pocas sentencias resume la completa Ley Hermética, Mas debe ser interpretada con Ia clave esotérica de a rg los antiguos Iniciados del “Pais de la Sabiduria””, como | se denominaba a Egipto. Por ello, esa famosa Tabla Esmeraldina, tan breve ‘en su forma, tan profunda y reveladora en su esotérico significado debe ser, no sélo leida, sino interpretada merced a su misma clave. La ofrecemos aqui, como primacia de toda sabidu- ria antigua, porque es una notable, maravillosa con- densacién poemitica de todas las ensefianzas contenidas en los Linros or. HerMes. Para aquellos que tengan los “ofdos despiertos” esta sintesis —que transcribimos al final de este capitulo— hace vibrar sus cuerdas internas més finas, su arpa escondida, al par que le abriré las compuertas seare- tas de aquel inmenso raudal de vida universal, de aquella inmensa dadiva ciclica. Porque Hermes fue el cictioo Avatar o Encarnacién Divina de Ia era Téurica, o representada por el Toro celeste en Ia precesién de los equinoccios. Y aquel ciclo de era zodiacal coincidié con las primeras jerarquias faraGnicas humanas, emancipadas en cierto modo de aquellas otras, plenas de poder y de saber, que consti- tuyeron las dinastias de reyes divinas, casi fabulosas, descendientes de los primeros fundadores atlantes que Tegaron a las Tierras Puras de Khemi, por insinua~ cién de los padres celestes, al tener conocimiento de la inminente desaparici6n del continente de la Atléntida en dl seno purificador del gran Océano. Hermes Trismegisto fue, segéin la tradicién oculta, el segundo Hermes de la protohistoria del pais del Nilo, El primero, envuelto en la penumbra de las pos- trimerias de los reyes divinos, tomé el nombre del planeta rector de su signo, Géminis, nombre que gené- ricamente sellaron a los distintos Hermes de la mile- naria civilizacién egipcia y aun de su hija, la griega. ‘Mas el que mayormente dejé una perpetuada siembra —4— de conocimientos, sin duda debido al momento de transicién hist6rica, fue el lamado “Tres Veces Gran- de”, parecié investido de su gran misién ciclica y pe- riédica, como sembrador de la palabra sagrada (logos creador o iluminador) y a través de ella fue deposi- tando en las almas predispuestas, cultas y probadas, las sabias semillas dejadas por los reyes ¢ hierofantes de la Atlintida que colonizaron y dirigieron desde los santuarios y desde el poderoso trono, aquella gran ivilizaciOn egipcia que dio tan ubérrimas cosechas espi- rituales al mundo, ‘A propésito de esa trascendental siembra cfclica, echari de ver el lector, en este otro momento clave de traspaso interciclico que vivimes, regides por un signo de aire o de mente superior (nous) la sintoniza- ién extraordinaria del mensaje hermético con el re- querimiento espiritual de nuestros dias. Y como con- firmacién de ello, diremos més; el signo zodiacal de ‘Aquario que preside la Era que nace, hace vibrar el signo opuesto y complementario que siempre da la t6ni- ca espiritual del ciclo naciente cuyo mensaje completa,” ‘en este caso, Leo, el trong del sol que, segin Ia eso- térica interpretacién, significa la sintesis, la divina fuente de todas las verdades conocidas a través de los santuarios, escuclas, chtedras trascendentes 0. mensajes, directos en. todos los tiempos. Como dijo el propio Hermes: “La misién del her- metismo no es la de ofrecer al mundo una creencia nueva, sino la sintesis de todas ellas, Ia ensefianza uni- versal y eterna-forjadora del humano arquetipo o ser de perfeccién, clave de todas las altas doctrinas cono- cidas y de la cual se deriva la conciliacién ~-compren- sién— de todas ellas, mediante Ia “igloriosa sintesis”. Esa “gloriosa sintesis” es precisamente la que halla- mos en La Tasta Esaeratomva de Hermes. ~45 La palabra sagrada o logos iluminado, nous, era el que dictaba el propio Hermes, a través de los himnos ¥y didlogos de sus famosos Lipros, el divino mensaje. ‘A propésito de ello, citemos este elocuente parrafo de uno de ellos: La mente (nous) se halla —concentrada— en Dios. Graba esta verdad en ti mismo y apareceri. Ejerce tw voluntad, y le darés nacimiento. Subyuga tus sentidos —haz silencio— y en ti tendra lugar el divino nacimien- to. Mas antes, conviene que te purifiques. Por lot poderes de Diot quedas al fin purificado —el dios que hay en ti mismo— y el que articula el discerni- miento. La intuitiva esencia ha organizado el conjunto, logrando el renacimiento en la deidad a través de la cual 'y mediante la gracia, por el conocimiento propio, se lo- gran la vida y la luz. Y, como consecuencia, la alegria. Estas palabras evidencian 1a trascendencia operativa de la mente superior en el hombre, puesto que Hermes dirige las anteriores palabras a Tat, al que llama “hijo”, representacién del hombre anhelante de sabiduria y de perfeccién. El periodo de siembra ciclica del gran “Trismegis- histéricamente, con la creacién de la Gran Pirimide del faraén Keops o Kufi, del cual Ueva el nombre. Ese portentoso monumento de las edades, era en verdad otra sintesis de la gran ciencia —la ciencia universal y esotérica—. Fue planeada por 1 propio Hermes como templo iniciitico al comienzo de la cuarta dinastfa faraénica. Por ello ha dado siem- pre fe de la suma de toda ciencia, de toda sabiduria, asi divina como humana. El hecho real es que el espiritu césmico con su gran poder universal se infundié en Hermes, ese gran Ava- tar Ciclico, para ayudar al renacimiento interno de la humanidad. Mas ese poder, esa energia, esa sabidurfa iluminada que transmiten los Avatares de ciclo, sélo ; —46— puede transferirse a los seres predispuestos, puros.y sensibles, comprensivos y superiormente desarrollados, en forma de bautizo césmico, oon sus directrices suge- ridas y su ensefianza aplicada. Ast se otorga el legado fundacional de los Hermes y, especialmente, el que dejé, en parte, la palabra escrita, el logos creador, del que damos a continuacién la curiosa sintesis en forma de TABLA ESMERALDINA. Dice ast: No hablo de cosas falsas, sino de inconmovibles verdades. Lo de abajo es igual que lo de artiba y lo de arriba es [idéntico a lo de abajo. Y¥ con ello se cumple el milagro det ser. Porque todas las cosas derivan de la divina palabra y de (Ua Divina Existencia Yy tienen, por tanto, el mismo origen: la rafz del univers, por afinidad de principio. Bl padre de todo es el Sol, ls madre la Luna, y el viento —aliento universal—~. Su aliento (que alimenta y es causa de toda perfeccin sobre la Tierra Su poder es enorme si sabemos conducirlo, aprovecharlo, [realizarlo y dirigirlo EL Espacio to ha Mevado en su vientte; la Tierra e8 su Todriza, EL generador de todo es el tlema? Secreto 0 tesoro de todo el Cosmos que est aqu. Su fuerza o potencia esta intacta si xe convierte en tiera, Separaris la tierra del fuego, lo sutil de lo grosero, suavemente, con sumo cuidado, Sube de la Tierra al Cielo y, de rechazo, desciende a - (la Tierra y recibe la fuerza de las cesas superiores y de las infe- {riores. Por este medio poscerds Ia gloria y la Luz del Mundo [0 Cormos— y por ello, toda oscuridad huirk de ti, Asi logramos mayor poder y ese poder confiere las més sutiles dédivas que compenetran Jo material ye De ese modo fue creado el mundo. Y por él serin y [saldrin dmiablesadaptacionescuyo medio ex aqui « mseazo {alcance. Por esto he sido lamado Hermes Tesmeginto, el que [pote las tres partes de la filosofia de todo el mundo. NOTAS 1 Remitimos al lector, para més preciso conocimiento de la-ley de los ciclos, a la serie de obras de Ja misma autora, conocida como “Astrologia Ciclica”, editada por la Editorial Costa-Amic de México. 2 Agente Universal, que en su correlacién de fuervas, sumi- nistra el Elixir de Vida y que la filosoia hermética lama azoth, el Alma del Mundo, la Virgen celestial —glsis?—, La ciencia Ja conoce bajo distintas caractersticas, aunque ignorando sus potencalidad contenida 4 Breve Catecismo Hermético Este Breve Catecismo Hermético parece fue compuesto y divulgado por la Escuela Hermética de Alejandria, en el tiltimo periodo en decadencia de la civilizacion egipcia, bajo la regencia de los primeros tolomeos. Esa cétedra hermética, parece gozaba de excepcionales preferencias entre todas las excuelas de diversas ten- dencias y origenes acogidos al aula magna de la la- mada Escuela Ecléctica de Alejandria. —33— Esos postrimeros herméticos alli acogidos, formaban parte de las otras agrupadas idcologias enlazadas por una comin tolerancia y buena voluntad, ya que el lema del eclecticism o sincretismo alejandrino se cifra- ba en Ja unién con el compartido anhelo de investigar y comunicar al acervo comin que formaban, el fruto de sus investigaciones. En verdad, este catecismo asi simplificado, tiende a una mayor comprensin del mensaje de Toth-Hermes, por el neéfito y su finalidad consistia en dar a conocer de manera sintética y de forma més pedagégica, Ins verdades esenciales sustentadas por los antiguos sabios del pais de Egipto. Mas a pesar del esfuerzo efectuado por los herme- tistas alejandrines, de poner al alcance de todas las inteligencias 4vidas de conocimientos las verdades basi- ‘cas contenidas en los libros herméticos, el catecismo resultaré siempre, para los iniciados en las verdades ocultas, harto exotérico y débil de contenido. Mas, dejando aparte la capacidad natural de discriminacién del entendido, y tratando de penetrar en su trasfondo, se echari de ver en este Breve Catecismo Hermético la pureza del primitivo mensaje oculto, apenas reve- lado a través de la palabra. O sea, un mensaje que mis bien tiene que ser intufdo, a manera de una fruta suspendida en lo alto, puesta al alcance del puro ham- briento que la descubre al inquitir, con los ojos eleva- dos, los misterios del firmamento, No olvide el lector que la doctrina hermética debe comprenderse a través de la mente superior o intuitiva, cl nous, lo que perso- nifica el Pymander, el mejor libro Ilegado hasta nos- otros del gran Toth-Hermes. Con este propésito y por orden correlative, en nucs- tro afin exegético —hermenéutico mas bien— ofrece- mos la presente sintesis de los Libros sabios: el Cate- cismo, 54 Lo transcribimos rogando por lo antedicho al lector, que se afane por comprender y trascender, en ciertos momentos, ¢] léxico acomodaticio, propio de las caracte- Histicas de la era que entonces comenzaba bajo el influjo de los Peces.* ; De ee modo, el Dilogo realizado con miras escla- recedoras y explicativas, puede todavia allegar positivas ‘ensefianzas y abrir la gran puerta de las verdades supe- riores contenidas en les fragmentos que siguen. 1, Pas gCémo llegé a le ereacién et Universo? Ri Lo ereb Dios, P. Quin es Dios? R: Bl es la infinita y ecema Realidad existente tras de lo fenoménica, conocido por el hombre como ‘al Buen Padre desde que se revelé a i mismo a través de la creaci6n, 3. Pi gDe qué modo ereé Dios el Universo? Re: Promuncié una intensa palabra en la que condens6 de manera perfecta el eterno pensamien- to que latéa en Su Mente, y continda reveléndose aa teavés de Su Voluntad. 4. Ps gCbmo alcansé este supremo pensamiento 2 R: Su naturaleza es Benevolencia perfecta y asi puede darse a S{ mismo. 5. Pi: Puede fl anhelar algo para Sia través de esa actividad? Ri: No, Conteniendo fi eternamente en sf mismo todas las cosas, nada puede obtener, ni tampoco puede perder nada, ya que nada existe fuera de Sf * Aconscjamos al lector Ia fectura det libro de Ip serie “AW wwologis Giclee inituiado EI Hordvcopo del Mundo'y te Era fe Atuario que Comience —55— 6 10. uw P.: ¢Bs bueno el Universo? Ri Proviniendo y permaneciendo en el perfecto Y amoroso Ser, nada puede, en i, ser malo, Y siendo el hombre hijo de Dios, comparte Su natu ralera_y Su inmortalidad, aunque, poseyendo un cuerpo material, se halla tujeto a transformaciones y penalidades. Pi: ;Qué es el hombre? fo al mundo material en busca del placer de los sentidos. Por ello es dual en Su raturaleza: una parte mora en Dios en los Cielos, otra se halla sujeta a las pasiones terrenales, Ri gn qié ‘rma emané el hombre de Dios? Ri: Al compartir su propio deleite en las hermo- suras de su Universo, BI quiso un ser dotado de razén para encontrarse a través de estas formas ex: teriores. Pi: ¢Cibmo legs el mal a tener existencia? Rs Dios es todo Laz, pero asi como goza din dose, quiso manifestarse en otro. Pero exe “otro” debe hallarse separado de fl y esa separacién im plica miseria, ocuridad, maldad. De ese modo apa- recieron las ‘tinieblas y ellas contienen cuanto se halla opuesto a la divina cualidad del Bien, la Luy P.:gCémo puede permitir Dios que el Mal exista? Ri: Ast como el moho es inherente al hierro, asi el mal es condicién de la materia, Al conceder al hombre la voluntad del libre albedrio, Ia eleccién la debe efectuar éste forzosamente, exitiendo los pa- res de opuestos. Pi: ¢Bs eterna la materia? Ri No. Es la consecuencia del oscuro Principio, cuando ocurre la separacién de la Divinidad, Pero su relativa eternidad consiste en que leva latente el —56— 2, 18. 4 15, 16, ” 18, conjunto del Universo como fruto de la Mente Di- Piz ¢Cull es el origen det alma individual? R: Se diferencia del Alma del Universo al enga- flarse ereyéndose separada de las formas y ansiando animar una de elas. P.: Como fue que el hombre se hizo prisionero de Ja came? R.: Fascinado por el Universo, quiso también crear a semejanza de Dios, Pero sujeto a las atracciones de la materia fisica, se identificé con ella y cayé prisionero del cuerpo. Pi: ¢Cémo puede liberarse? R: Detligindose otra ver, o bien superando los de- seos del cuerpo e identificéndose con el Espiritu en el que tiene Ia verdadera morada Pi: ¢Puede realizar esto sin ayuda? R: No. Debe recibir ayuda de Di 2Cémo puede ayudarle Dios? Ri: Si él aspira a superarse, el mismo Dios llega 2 41 como Mente Espiritual manteniendo sus senti- mientos lejos de la tentacién, permaneciendo en él ¥ conduciéndolo hacia lo real Cuil es el deber det hombre en la Tierra? Ri: Amar y servir a Dios, embellecer Su creacién y contribuir a la realizacién de Su Voluntad para que ast sea, y buscarle con todo su corazén y con toda su alma. Pi: Cuil es el premio a la rectitud? R: La amistad con Dios es felicidad en esta vida y paz en la muerte, y un leve pasar a través de los fuegos purificadores en presencia de la Deidad, en tanto que el alma Ia adora para siempre con los Angeles. —37— 19, 2 2 2B 4 See ee eee P.: Qué le ocurre al hombre malvado? R: Siendo esclavo de la pasién y et vicio, al morir gravita hacia un odioso infiemo de tempes- twosas pasiones y miserias hasta que se introduce en otro cuerpo dento menos degradado que el anterior. Pi: ¢Bxiste alguna proteccién contra ese peligro? Ri EI sinico cable seguro es ta devocién 2 Dios, ya que £l salva a sus devotor de toda indole de males. Pi: cPosee el hombre verdadero poder de elegir? R.: El hombre permanece realmente en el Cielo cuando mantiene el control superior de su destino; pero si se identifica a sf mismo con los inferiores ddeseos, desciende por su propia gravitacién y pier- de poder para llegar a elegir fa rectitud. Mas Dios restituye su poder a aquellos que Le buscan y, en exe caso, el hombre se halla absolutamente libre de eleccién. Pi: Por qué no otorga Dios su ayuda a todos? R.: Porque entonces los seres se convertifan en autématas, atados por sus propias cadenas y, por tanto, carentes de los méritos y de la elecein divina que contrarrestan al yo; af no puede hacerse mere- cedor de la plena ayuda de Dios que se logra bus cfndose uno mismo més alli de todas las formas Pz gPosee el hombre pensamientos propios? R.: No, Sus elevados pensamientor proceden de Dios y los negatives los sugieren los malignos esp situs tentadores que Te errastran a la sensualidad. Pi: cEs el hermetismo una religién dual? R: No y si. Entefia la existencia de un solo Dios en el cual todo existe, pero permanece como Vida etema y Luz de todo, y rechaza las nociones inde- mies de maldad y de un demonio personal. Mas posee la fuerza de doble naturaleza del Hom- bre-Dios y de la bestia que luchan, en tanto dura Ja vida terrenal. —38— i { 2. m7. 8 2 Ps gBnsefia la rencamacién? R: Et hombre se halla dentro de un cuerpo por- que a lo largo de su existencia allega experiencias fensorias que s6lo se pueden conseguir a través de ico humano. ‘Tan pronto se halla libre de tales deseos, In rencamacién cesa. Ast que no es asunto de tiempo, no se trata de prescribir 0 padecer un niimero determinado de nacimientos. P.:

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