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Teoríía de la Modernizacioí n

TEORIA DE LA MODERNIZACIÓN
1. Modernidad Y Posmodernidad (Georg Simmel)

Se pasó del uso de la racionalidad instrumental-formal, expresada por el


pensamiento Cartesiano, a una racionalidad dialógica en la cual se desarrollan
cambios en los parámetros de verdad, lo cual lo verdadero es lo simbólico, se
plantea la búsqueda de conocimiento en vez de la formulación de nuevas leyes.

Ya no escuchamos más el término de sujeto disciplinado, el cual a pesar de


ser el protagonista de la historia en la sociedad moderna, se veía limitado a
realizar sus metas dentro de una organización, convirtiéndose en una máquina
que debe cumplir disciplinada y mecánicamente con sus tareas para así lograr sus
metas. En la postmodernidad se habla del sujeto deliberante, el cual mediante la
comunicación, genera los procesos, es el que participa, teniendo entonces en
predominio el uso del método cualitativo. Sin embargo ya no predominan las
nociones newtonianas de masa, espacio y tiempo, en lo cual tan solo era
considerado real todo aquello que se encontraba dentro de dichas coordenadas,
sino que es ahora el discurso metafísico, cualitativo o subjetivo de lo real lo que
prevalece, esto generado con el cambio de las estructuras organizacionales y las
formas de relacionarse los sujetos, pasando así a referirse a las coordenadas
tiempo-espacial y al símbolo, ya no viviremos en un mundo estable y regido por
leyes universales, sino más bien en un mundo de inestabilidad dinámica o caos,
de probabilidades y de irreversibilidad del tiempo.

Es acaso que este cambio que está sufriendo la sociedad, este renacer de
una nueva civilización, dado por constantes conflictos, será capaz de destruir la
especie humana, olas de cambio como la primera, que abrió paso a la agricultura,
y la segunda que trajo la era industrial, se llevaron consigo a grandes
civilizaciones, pero como nos lo plantea la “premisa revolucionaria”, la especie no
se destruirá, no por completo, por lo menos. Esta generación tiene la importancia
significativa, es la luchadora de una segunda ola y la innovadora de una nueva
tercera ola, tan solo los preparados podrán quitar provecho a un futuro que puede
ser predecido por ellos, tal y como lo hicieron en la Europa del siglo XIX, pero esta
imagen del futuro pudiera ser borrosa por causa del choque de dos olas
gigantescas que no predominan claramente, tal como sucede en Estados Unidos,
quien actualmente esta submerso en una desconfianza y falta de acción por parte
de su pueblo, conflictos políticos y sociales que abruman a un país, así como pasa
en otros países del mundo, pero dichos conflictos no son más que etapas de un
desarrollo que nos conduce a la modernidad, a un mundo dividido, no en dos, sino

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en tres civilizaciones totalmente distintas, una de azada, la segunda de cadenas


de montaje y la nueva simbolizada por el ordenador. La civilización que se adapte
más rápido al cambio, será sin duda la que ganará la lucha de poderío.

2. Modernidad Vs Posmodernidad (Jürgen Habermas)

En un primer término, Habermas hace ver la confusa diferencia entre lo moderno y


lo clásico. Nos dice también que lo que se convierte en clásico fue porque en su
momento fue auténticamente moderno, sino, simplemente “pasa de moda” y se
convierte en algo anticuado u obsoleto. Si la modernidad se concibe así, entonces
no se puede enmarcar a esta en una etapa o período definido, ni mucho menos
hablar de su terminación y de la postmodernidad.

Otro punto en el cual Habermas hace énfasis es que “la modernidad de rebela en
contra de las funciones normalizadoras de la tradición”, entonces romper
paradigmas, ir a la vanguardia e innovar en todos los aspectos, incluyendo la
moral, son sinónimos claros de una constante modernidad. Complementando
entonces el párrafo anterior, diríamos que aquello que supera, en el momento de
la vanguardia, el “estar de moda”, será lo que sobreviva en su momento de
moderno y será lo que al final se convertirá en un clásico.

Habermas tiene razón cuando hace notar que parece que al proceso de
modernidad (Vanguardia à Modernidad à Clásico), se le está acabando la batería
porque se ha visto un retornar, yo diría que en forma desmesurada en algunos
aspectos más que en otros, a lo clásico. No es que esté mal retornar a ellos, así lo
hizo la Ilustración al retomar las ideas de la Antigua Grecia, pero si se cae en este
círculo vicioso, entonces no hay nada realmente innovador y si no lo hay, se
estaría tocando el final de la modernidad?.
La solución que propone Bell como salida a este conflicto, me parece totalmente
antimoderna, porque es el regresar a la etapa de la Edad Media, donde la fe
religiosa cristiana dominaba y a todos los convertía en menores de edad (Kant) y
débiles mentales, proporcionándoles placebos de seguridad e identidad, creo que
esto es realmente matar a la modernidad, porque aniquila el proceso creador.

Ya se ha comentado en clase la solución que Habermas plantea para los procesos


de modernización y modernismo, referido más que todo al plano cultural, que es la
teoría de la Acción Comunicativa y el retomar el proyecto de la Ilustración. Con
esto, Habermas trata de volver a encausar a la modernidad en su ruta correcta,
para que ésta pueda realmente llevarse acabo y defenderse de aquellos que dicen
que ha fracasado. Entre más se niegue el proyecto de la modernidad, más la
legitima como necesaria para llevarse a cabo.

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Comentábamos en clase, que la Teoría de la Acción Comunicativa es una


propuesta novísima, final de la 2da Guerra Mundial, esta nos propone
básicamente el comprender al otro, no dominarlo, es decir, la filosofía del lenguaje.
Esto se lograría a través de un diálogo, de un consenso y así se lograría la
emancipación. Pero creo, que antes de poner esto en práctica pasará mucho
tiempo, tal vez más tiempo que el que pasó cuando Descartes propuso el método
científico y que este fuera aplicado.

La Teoría de la Acción Comunicativa sería una buena solución a este problema


después de todo, ahora el meollo del asunto estaría en poner de acuerdo a
35.000.000 mil millones de personas que vivimos en este mundo, con un sistema
subyugador como es el Capitalismo en todas sus formas y presentaciones. Este
sería el reto.

3. La Modernidad Cultural Y La Modernización De La Sociedad

De lo señalado hasta aquí puede inferirse, en primer lugar, que la disputa que
estamos perfilando adquiere plena visibilidad social en los años inmediatos al
centenario -de esa época, por lo demás, datan el auge del cinematógrafo, la
masificación del teatro, el aumento sustantivo en la educación de la mujer. En
segundo lugar puede inferirse que se trata, en gran medida, de una disputa por
orientar (o frenar) el proceso de modernización. Nos interesa, por ende,
asomarnos a este último proceso desde una doble perspectiva: desde un punto de
vista sociológico y desde un punto de vista fenomenológico.

La acelerada modernización que se da en el país en las primeras décadas del


siglo veinte se manifiesta en el plano económico, político y social, pero también
-sobre todo en las ciudades- en la vida cotidiana, en el uso del tiempo libre y en
las costumbres. Son años, durante el ciclo salitrero, en los que tiene lugar un
desplazamiento progresivo de trabajadores desde el campo hacia la ciudad y el
norte del país. Paralelamente se incrementa la inmigración de alemanes y
europeos al sur. La emergencia y visibilidad de nuevos actores sociales
(artesanos, obreros y fundamentalmente estudiantes y capas medias) van
configurando un escenario cultural y político distinto. La escuela, el liceo y la
universidad son los espacios en que se articula -con creciente presencia
femenina- la mesocratización del país y el imaginario fiscal. Por primera vez la
mayoría de los intelectuales y escritores tienen apellidos que no figuran en las
gestas de la Independencia, ni en la lista de los próceres del siglo diecinueve.

En Santiago, como señalamos en el primer capítulo, los tranvías eléctricos, las


obras de alcantarillado, los teléfonos, el cine, el alumbrado público, la masificación

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de la zarzuela y del folletín, el primer vuelo en aeroplano, los automóviles y los


primeros vehículos de transporte con motor a gasolina, son algunas de las
novedades del período.

El cinematógrafo, como se desprende del aviso que reproducimos (publicado


originalmente en un número de la revista Zig-Zag de 1910), tuvo un carácter
emblemático con respecto a la modernización (como hoy día lo tiene, por ejemplo,
el computador y la informática respecto a la globalización) y trajo consigo un
cambio importante en el uso del tiempo libre en las grandes ciudades. El cine
(mudo) simboliza en esos años la vida moderna.

A partir de 1910 se realizan en Chile varias películas, la mayoría cortometrajes,


algunos documentales de actualidad o costumbristas, pero también argumentales
de corte nacionalista e histórico-romántico. Todos, por supuesto, muy
rudimentarios. En 1915, a raíz de la primera guerra mundial, llega al país el
cineasta italiano Salvador Giambastiani, que será hasta su muerte gran promotor
de actividades cinematográficas. La joven Gabriela Bussenius (vinculada
sentimentalmente a Giambastiani) realiza la película La agonía de Arauco,
estrenada en 1917; además de ser la primera mujer que participa en la incipiente
cinematografía chilena, crea y dirige las revistas Pantalla y bambalinas, y Cine
Magazine.(63)

La actividad cinematográfica y el teatro se retroalimentan. Se filman películas en


base a textos teatrales (adaptación del juguete cómico Don Lucas Gómez);
actores y dramaturgos destacados de esos años incursionan en la pantalla (Pedro
Sienna y Antonio Acevedo Hernández, entre otros); algunas salas teatrales de
Santiago funcionan como cine (el caso del teatro Variedades asociado al biógrafo
Kinora).

Pero lo nuevo no sólo habla a través de la ciencia y de la técnica canalizadas en la


industria de la entretención, también se hace patente a través de gestos, actitudes
y estilos intelectuales. Se expresa en algunas mujeres que participan plenamente
en la aventura creativa e intelectual -más allá de una presencia ocasional en
tertulias y salones- (Amanda Labarca, Gabriela Bussenius, Iris Echeverría y
Gabriela Mistral, entre otras). Habla también a través de un tipo diferente de
intelectual, un intelectual rebelde y cosmopolita que se abre a las nuevas estéticas
europeas (Vicente Huidobro), o un intelectual también rebelde e iconoclasta que
articula lo nuevo con lo nacional popular (Pablo de Rokha); se manifiesta, además,
en un periodismo distinto, de estilo desenfadado y desmistificador ( Joaquín
Edwards Bello); habla, por último, a través de la bohemia y de la efervescencia
estudiantil, ácrata o popular, esa efervescencia que vociferó el cortocircuito entre
el conventillo, la cuestión social y la belle époque criolla (Víctor Domingo Silva,

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Carlos Pezoa Véliz, Domingo Gómez Rojas, Alejandro Venegas y Luis Emilio
Recabarren, entre otros).

El cambio cultural se dio asimismo en las costumbres. A raíz del alboroto que
provocaron en la sociedad santiaguina más tradicional los primeros clubes de
señoras, Joaquín Díaz Garcés delineaba en una crónica la transformación
experimentada en la vida de las mujeres ("Actividades femeninas" en Páginas de
Angel Pino, 1916). Constataba un cambio desde aquellas señoras de la época del
mate en leche, del brasero encendido, de la alucena aromática en los dormitorios"
a la época de las "señoras del cocktail, del bridge y del voto femenino". Desde los
tiempos en que las damas "oían la misa a diario, iban a una que otra toma de
hábito y se llenaban de dulces de almíbar", hasta "hoy día" (1916) "en que
encontramos oxígeno en el pelo, inyecciones en el cutis, literatura en la cabeza y
corsé en todo el cuerpo. El salto -señalaba Díaz Garcés- ha sido violento".

No cabe duda que en los primeras décadas se dio un acelerado proceso de


modernización en distintos planos (con excepción tal vez de la institucionalidad
política), y que este proceso conlleva un nuevo escenario cultural. No en balde, el
año veinte fue percibido en el imaginario de entonces, como un año emblemático
de la modernidad. Durante esas décadas ocurrió un fenómeno que ocurre con
todos los procesos de modernización acelerados : la modernidad fue multiplicando
su tejido a expensas o en tensión con la sociedad y la cultura tradicional.(64)

Cuando hablamos de modernidad nos referimos tanto a la modernización


económico-social como a la experiencia vital de quienes viven estos procesos. Se
trata de una experiencia vital contradictoria, puesto que la modernización y el
cambio ofrecen para los individuos oportunidades nuevas, pero conllevan también,
sobre todo para las comunidades más tradicionales, grandes peligros y desafíos.
La disputa cultural entre un pensamiento social operante y una postura
contestataria -que hemos documentado y examinado latamente a lo largo de este
capítulo- se encuentran en el vértice de esta tensión, tensión que sólo se irá
aminorando en la medida que el cambio cultural y lo nuevo dejen de serlo (y se
vayan integrando a la tradición), con lo cual el conflicto se renovará pero ahora
con otras características y en otra dirección.

4. Sociedad Industrial Y Sociedad Tradicional

Vamos a hacer referencia a un conjunto de características sobresalientes de la


sociedad industrial que la distinguen de una manera clara de las sociedades
tradicionales.

El crecimiento de la población. Hasta el siglo XVll la evolución de la población en

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el mundo es muy lenta, hasta el punto de poder hablarse de una estabilidad


demográfica. De todas maneras, la madurez industrial lleva a un decrecimiento de
la natalidad que produce un nuevo equilibrio demográfico. De esta manera, la
población que no crecía naturalmente en los países tradicionales pasa a no crecer
de nuevo en los países más industrializados, aunque con un proceso intermedio
de expansión.

La urbanización. Con la industrialización se da el crecimiento de las ciudades a un


ritmo muy superior al de la población total, por producirse un continuo traslado de
población del campo a la ciudad. Normalmente, cuanto mayor es la población,
mayor es el crecimiento.

La industrialización. La generalización de la producción en fábricas, el sistemas de


factorías suponen la aparición del concepto moderno de empresa, el uso intensivo
del capital, el nacimiento de las clases sociales y, sobre todo, una nueva
distribución de la fuerza del trabajo, podemos decir que la industrialización supone
un trasvase de la fuerza de trabajo del sector primario al secundario y
posteriormente al terciario.

El crecimiento de la movilidad social. Es indudable que se origina un auge


creciente de las comunicaciones, acortándose la distancia entre el campo y la
ciudad y entre países y continentes. Las mejoras en navegación, el tren, la
utilización masiva del automóvil, de todas maneras es necesario tener presente
que la importancia de la movilidad física esta sobre todo en las posibilidades de
nuevas experiencias directas que han permitido choques culturales sobre nuevos
territorios.

El aumento de la movilidad social. En la sociedad moderna, el esfuerzo y la


capacidad personal constituyen factores determinantes de los roles a realizar por
cada individuo y de su correspondencia de estatus, es importante señalar que la
movilidad social supone, igualmente, nuevas experiencias sin necesidad de
grandes cambios de localización.

La expansión de la movilidad psíquica. Entendida como la capacidad del hombre,


la expansión de la movilidad psíquica proviene inicialmente de las experiencias
recibidas por la gente a través de los viajes a la movilidad social.

La aceleración del cambio social. La aceleración proviene de la realimentación .

DIFERENCIAS

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¿Cuales son las principales diferencias que perciben entre una sociedad industrial
(basada en el trabajo de manufactura) y una sociedad pos industrial (basada en el
conocimiento)? (las diferencias deben abarcar aspectos sociales, económicos,
políticos, ecológicos, culturales, jurídicos, educativos entre otros).

Conforme crece la complejidad de las sociedades se requiere de diferentes tipos


de conocimiento y por lo general se conforman grupos de especialistas en varios
campos.

A medida que se profundiza en el conocimiento cada vez más especializado el


entorno, crecen también los problemas, los desafíos y los riesgos.

En las sociedades del siglo XXI se han enfatizado los conflictos sociales, los
niveles de pobreza y los desastres naturales; hay una explotación desmedida del
ambiente y epidemias sin precedentes; y, muchos grupos humanos viven en
condiciones de exclusión social, violencia y desigualdad.

¿Qué consecuencias consideran que tiene el impacto creciente de la ciencia y la


tecnología en las sociedades contemporáneas?

Sin conocimiento no hay sociedad posible, sin métodos de investigación no hay


conocimiento por tanto, la investigación es indispensable para que existan.

5. Analisis De Transición

En este ensayo se critica el paradigma de la transición democrática que sirvió para


explicar el cambio político de múltiples naciones a partir de identificar las
anomalías que contiene como modelo explicativo. Luego, se discuten sus
dimensiones de análisis para identificar y criticar su postura ideológica porque
prescribe: un tipo ideal de Estado funcional para la economía de mercado; y una
forma de igualdad entre ciudadanos limitada al derecho de votar. El principal
objetivo consiste en identificar las anomalías del paradigma porque pretende
establecer los elementos analíticos que permitan criticar el modelo explicativo
alternativo de la Calidad de la democracia

De alguna forma, cuarenta años atrás, la democracia representó un estado final


deseable para un grupo numeroso de naciones. Entre otras cosas guió el esfuerzo
de algunos de sus actores sociales para construir un estado final más satisfactorio
que los alejara de las condiciones vividas en los países con algún grado de
autoritarismo. Así, se vio en la democratización un camino para generar mejoras
en las sociedades porque los regímenes/sistemas políticos de carácter autoritario
perdieron su capacidad de mejorar las condiciones sociales de sus habitantes.

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Cuarenta años después, luego de la inundación de la tercera ola, la situación se


revirtió. A principios del siglo XXI se percibe un desencanto generalizado, agudo y
peligroso, porque se coquetea en algunos casos con el regreso a formas de
organización antidemocráticas o formas tradicionales de organización
sociopolítica.[1] Este proceso de transformación se explicó, en otros se prescribió,
a partir del paradigma de la transición, que contenía algunas anomalías
importantes.

6. Transición En América

Los cambios demográficos de los últimos decenios se insertan en el denominado


proceso de transición demográfica. Si bien el concepto de transición demográfica
tuvo su origen en el intento de explicar la relación entre los cambios demográficos
y los cambios socioeconómicos en Europa durante el siglo XVIII, su uso se ha
extendido hasta el presente, tanto porque se refiere a procesos demográficos
identificables aun en diferentes situaciones históricas, como por el hecho de que
constituye una propuesta -siempre vigente- de explicación de la dinámica
demográfica a la luz de sus interrelaciones con los factores sociales, económicos y
culturales (Zabala de Cosío, 1992).

La transición demográfica ha sido descrita como un proceso de larga duración,


que transcurre entre dos situaciones o regímenes extremos: uno, inicial, de bajo
crecimiento demográfico con altas tasas de mortalidad y fecundidad, y otro, final,
de bajo crecimiento pero con niveles también bajos en las respectivas tasas. Entre
ambas situaciones de equilibrio se pueden identificar dos momentos principales. El
primero, en el que la tasa de crecimiento de la población aumenta como
consecuencia del descenso de la mortalidad, y el segundo, en el que dicho
crecimiento disminuye, debido al descenso posterior de la fecundidad. En qué
magnitud y a qué velocidad cambia la tasa de crecimiento, dependerá de la
velocidad y del momento en que comienzan a descender la mortalidad y la
fecundidad (Chesnais, 1986).

En el marco de este esquema, América Latina se encuentra, como señalaron


Chackiel y Martínez (1993), "transitando la fase de disminución de la fecundidad,
que se ha producido en forma rápida, después de haber experimentado cambios
importantes en la mortalidad desde antes de la segunda mitad del siglo -aunque
todavía con un amplio margen de posible reducción-, con el resultado de una tasa
de crecimiento en descenso".

La transición demográfica es, sin embargo, un proceso complejo, y los países


difieren en cuanto al momento de inicio y al ritmo de los cambios en la fecundidad
y la mortalidad, así como respecto a los cambios en otras variables estrechamente

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relacionadas, tales como el lugar de residencia, el estado nutricional y de salud de


la población, las conductas asociadas a la formación de las uniones y a la
planificación familiar. No obstante las diferencias hay un cierto consenso en que la
transición demográfica se ha dado en el seno de las transformaciones sociales y
económicas que han ocurrido en la región, aunque la relación entre esa transición
y esos cambios sea compleja y difícil de precisar. Para dar alguna referencia al
respecto, es interesante destacar que, de acuerdo con un concepto de
"modernización" que se refiere a los cambios sociales que ocurrieron en los
decenios de 1960 y 1970 y en base a los criterios de terciarización de la
economía, urbanización y educación, se ha encontrado que todos los países de
transición demográfica avanzada presentan también un nivel de modernización
avanzado; dos tercios de los países que se encuentran en plena transición
demográfica se ubican en un nivel intermedio de modernización (parcial y
acelerado), y cuatro de los cinco países de transición demográfica aún moderada
y los dos países de transición incipiente se corresponden con un nivel de
modernización también incipiente (CEPAL/CELADE, 1993).

Dentro de cada país, el comportamiento de la fecundidad, la mortalidad y las


migraciones internacionales afectan el crecimiento y la distribución por edades de
la población, dando lugar a la disminución, estancamiento o expansión de
diferentes grupos que, a su vez, articulan demandas diferenciadas. De estos tres
factores, la fecundidad es la variable que mayor influencia ha tenido en este
proceso de cambios, por su fuerte impacto en el tamaño de las nuevas
generaciones, efecto que se traslada con los años a los diferentes grupos de
edades. Ya se ha observado, en países europeos, que el descenso de la
fecundidad por debajo del nivel de reemplazo de sus miembros puede dar lugar,
no sólo a una disminución del crecimiento, sino incluso a una disminución absoluta
de sus efectivos y a una inversión de la pirámide de edades (Chesnais, 1986). En
América Latina, con la excepción de Cuba, la situación está todavía lejos de ser
tan extrema en la mayoría de los países, aunque puede decirse que todos ellos se
encuentran actualmente en alguna etapa del proceso.

Identificar situaciones similares en diferentes países permite realizar agrupaciones


y obtener una visión de conjunto de la situación de la región y de sus perspectivas
futuras. Por su contribución para comprender la situación de América Latina, se ha
adoptado la tipología elaborada en CELADE (1992), que indica las etapas de la
transición demográfica en que se encuentran los países. En esta tipología se han
usado como criterios de clasificación las tasas brutas de natalidad y mortalidad,
las que determinan el crecimiento natural de la población y su estructura por
edades. Los grupos son los siguientes:

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Grupo I. Transición incipiente. Son países con alta natalidad y mortalidad, con
un crecimiento natural moderado, del orden de 2.5%. Los países de este grupo
son Bolivia y Haití que, por su elevada fecundidad, tienen una estructura por
edades muy joven y una alta relación de dependencia.

Grupo II. Transición moderada. Son países de alta natalidad, pero cuya
mortalidad ya puede calificarse de moderada. Por este motivo su crecimiento
natural es todavía elevado, cercano al 3%. Los países de este grupo son El
Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Paraguay. El descenso de la
mortalidad, sobre todo durante el primer año de vida, se ha traducido en un
rejuvenecimiento de la estructura por edades, lo que también lleva a una elevada
relación de dependencia.

Grupo III. En plena transición. Son países con natalidad moderada y mortalidad
moderada o baja, lo que determina un crecimiento natural moderado cercano al
2%. Los países de este grupo son: Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México,
Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela, y en el Caribe, Guyana,
Suriname y Trinidad y Tabago. Como el descenso de la fecundidad es reciente la
estructura por edades se mantiene todavía relativamente joven, aun cuando ya ha
disminuido la relación de dependencia.

Grupo IV. Transición avanzada. Estos son países con natalidad y mortalidad
moderada o baja, lo que se traduce en un crecimiento natural bajo, del orden del
1%. Los países de este grupo son: Argentina, Chile, Cuba y Uruguay, y en el
Caribe, Bahamas, Barbados, Guadalupe, Jamaica, Martinica y Puerto Rico. Entre
éstos se pueden distinguir dos subgrupos: los que han tenido fecundidad y
mortalidad bajas por un largo período (Argentina, Uruguay y, en menor medida,
Cuba) y que, por lo tanto, tienen un crecimiento y una estructura de edades
similares a los de países desarrollados, y los que, si bien recientemente han
alcanzado tasas muy bajas de fecundidad y mortalidad, tienen aún tasas de
crecimiento más elevadas debido a su población relativamente joven.

A cada uno de estos grupos le corresponde también un patrón diferente de


estructura por edades. Los países de los grupos I y II tienen una estructura por
edades "joven", con una proporción superior al 50% por debajo de los 15 años; los
países del grupo III, tienen una estructura que podría denominarse "en transición",
con proporciones que van del 32 al 36% de la población por debajo de los 15
años. Finalmente, los países del grupo IV, se caracterizan ya por una estructura
por edades "madura", con menos del 30% de su población en el grupo de edades
menores. Cabe mencionar que no se encuentran en la región países con
poblaciones que se podrían llamar "envejecidas", como las de Alemania, Italia,

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Japón, Reino Unido, Suecia, con menos del 20% de su población por debajo de
los 15 años.

7. Grados De Desarrollo Estratificación Y Movilidad Social En América


Latina

Este libro representa un nuevo aporte de la Comisión Económica para América


Latina y el Caribe (CEPAL) al debate sobre el tema de la estratificación y la
movilidad social en América Latina. Incrementar el conocimiento en esta área es
vital para el desarrollo institucional y el diseño y puesta en práctica de políticas
públicas que permitan reducir la "transmisión intergeneracional de la desigualdad"
en la región, en aras del bienestar de las personas y de los hogares relativamente
más desaventajados y de un mejor acceso de estos sectores a las oportunidades
del desarrollo. El presente libro se compone de tres partes. En la primera, se
exponen, en un marco general, los enfoques dominantes, tanto teóricos como
metodológicos, y los tópicos que deberían formar parte de la agenda de las
investigaciones futuras sobre la estratificación y la movilidad social. En la segunda,
se presentan varias contribuciones en las que se abordan los conceptos, marcos
de análisis, instrumentos empíricos y estilos de investigación que se emplean
actualmente en el ámbito académico, tanto en la región como fuera de ella. Por
último, en la tercera parte se incluye una selección de estudios empíricos sobre
varias regiones de América Latina (Brasil, Cono Sur, México y Centroamérica, y
países andinos), que dan cuenta de los cambios registrados en términos de
estratificación social y las características actuales de los procesos de movilidad en
11 países.

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