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Los sistemas mundiales.

América Latina en el mundo

Así como cada país presenta en su interior profundas disparidades sociales, a escala planetaria también existen
desigualdades entre los países.
En el recuadro inicial de este módulo (pp. 2-3), incluimos un ejemplo de las diferencias que encontramos entre
las oportunidades que tienen dos personas que viven en África del Sur. Sin embargo, las asimetrías en el acceso
a oportunidades son mucho más pronunciadas si consideramos las diferencias en el interior de los países.
Veamos la situación de Sven, un niño nacido en un hogar sueco promedio.

La situación de Sven

Sus posibilidades de morir durante el primer año de vida son mínimas (0,3%) y su esperanza de vida es de 80
años, esto es, 12 años más que Pieter y 30 más que Nthabiseng.
Sus probabilidades de educación son de 11,4 años –5 más que el sudafricano promedio. A estas diferencias en
años de escolaridad se suman diferencias de calidad: en octavo grado, Sven normalmente obtendrá un puntaje
de 500 en una prueba de matemáticas internacionalmente comparable, mientras que el estudiante sudafricano
promedio no obtendrá más que 264 puntos –más de dos desviaciones estándar por debajo de la mediana de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Lo más probable es que Nthabiseng
nunca llegue a ese grado y, por tanto, nunca presentará esa prueba. (Ferreira et al., 2006, p. 1).
El punto de partida de esta sección será reflexionar sobre la situación social y económica de América Latina. Los
interrogantes que nos movilizan son amplios; por ejemplo: ¿existen diferencias estructurales entre América
Latina y el resto del mundo desarrollado, o se trata más bien de grados de desarrollo? ¿Nuestra situación se
debe a que la modernidad (de la que hablamos en el primer módulo) no se implementó de manera exitosa o a
que nuestra modernidad tuvo características específicas?
Estas preguntas también nos llevan a interrogarnos sobre el lugar que ocupa América Latina en el contexto
global.
Una inicial categorización de la ubicación de América Latina en el contexto mundial fue la que propuso el
economista francés, Alfred Sauvey, en 1952. Según él, el concepto de “tercer mundo” designaba a los países
que no pertenecían a ninguno de los bloques enfrentados en la Guerra Fría: el bloque occidental (Estados
Unidos, Europa Occidental, Japón, Canadá, Corea del Sur, Australia y aliados) pertenecía al primer mundo; el
bloque comunista (Unión Soviética, Europa Oriental, China) pertenecía al segundo mundo. Uno de los rasgos
esenciales del segundo mundo es que estaba conformado por sociedades con economías de planificación
centralizadas, que concedían un papel pequeño a la propiedad privada o la competencia entre las empresas. La
Unión Soviética tenía una forma muy característica de organización social, política y económica;
fundamentalmente, era una comunidad compuesta por diferentes grupos nacionales y culturas. Rusia era el
mayor de ellos, y el ruso, el idioma oficial de la unión; sin embargo, también se hablaban otras muchas lenguas,
como letón, alemán, árabe o georgiano (Giddens, 2010).
En ese contexto, América Latina pertenecía al “tercer mundo”. Sin embargo, esta inicial forma de categorizar a
los países actualmente está en desuso, ya que los países del bloque socialista han desarticulado muchas de las
políticas de aquel momento histórico; además, porque implica un criterio esencialmente político para
estratificar a los países.
Otra manera de categorizar es aquella que divide a los países en aquellos “en vías de desarrollo” y los “países
desarrollados”, y que considera que los primeros están de alguna manera en una etapa de transición desde un
estado de subdesarrollo a otro de pleno desarrollo económico; por el contrario, hay ciertos países que ya han
alcanzado niveles plenos y óptimos de desarrollo económico.
El Banco Mundial utiliza una clasificación de los países según los ingresos. Esta clasificación se basa en el ingreso
nacional bruto (INB) per cápita. En base a su INB per cápita, cada economía se clasifica como de ingreso bajo,
ingreso mediano (que se subdivide en mediano bajo y mediano alto) o ingreso alto. También se utilizan otros
grupos analíticos que se basan en regiones geográficas.

¿Qué es el Ingreso Nacional Bruto y el Producto Interno Bruto de un país?


El producto interno bruto es la variable más conocida y utilizada para analizar el desempeño de las economías.
Sin embargo, no es la que mejor refleja la cantidad de recursos con que cuentan los residentes de un país para
gastar o destinar a ahorro. Esto es así porque no todos los recursos que se generan internamente permanecen
en el país, sino que parte de ellos se transfiere al exterior por concepto de remuneración de los factores de
producción de propiedad de residentes en el resto del mundo, tales como los pagos de intereses por las deudas
contraídas y las remesas de utilidades de las empresas extranjeras radicadas en el país. De igual modo, los
residentes de un país determinado reciben recursos por concepto de remuneración de los factores radicados en
el resto del mundo.
Por este motivo, y desde la perspectiva de las cuentas nacionales, cobra relevancia la diferenciación de los
conceptos de ingreso interno e ingreso nacional. Medido a precios corrientes, el ingreso interno bruto de un
país es igual al producto interno bruto y corresponde a la sumatoria de los ingresos generados en la actividad
productiva de los sectores residentes. Al sumar a este ingreso interno bruto los pagos netos de factores
mencionados en el párrafo anterior, se obtiene el ingreso nacional bruto. Dadas las características de las
economías de los países de América Latina y los montos registrados por concepto de estos pagos, la diferencia
entre el comportamiento del ingreso interno bruto y del ingreso nacional bruto ha sido, en determinados
momentos, apreciable.
Adicionalmente, en los últimos años ha ganado importancia en muchos países de América Latina la recepción
de recursos correspondientes a remesas de dinero que los trabajadores emigrantes realizan a sus familias. Estos
son recursos que, aunque se generan en otro país y por lo tanto no están incluidos en el cálculo del PIB, forman
parte de las disponibilidades de los residentes para solventar los gastos en los que deben incurrir, o
alternativamente, destinar al ahorro. Al sumar estos recursos al ingreso nacional se obtiene entonces el ingreso
nacional bruto disponible. Dadas las magnitudes de los montos registrados por concepto de transferencias
corrientes netas recibidas del resto del mundo en los últimos años, la diferencia entre los conceptos de ingreso
interno bruto, ingreso nacional bruto e ingreso nacional bruto disponible adquieren, para algunos países, gran
relevancia. (Kacef, 2008, pp. 11-12).

¿Lo sabías?

• De los 6.000 millones de personas que viven en el mundo, más de 1.200 millones viven con menos de US$1
por día y otros 2.000 millones de personas viven apenas un poco mejor.
• Alrededor del 60% de las personas que viven con menos de US$1 por día viven en Asia oriental y en África al
sur del Sahara.
• En los países de ingreso alto, los agricultores -- hombres y mujeres-- constituyen menos del 6% de la fuerza
laboral, mientras que en el conjunto de los países de ingreso bajo y mediano representan casi el 60% de todos
los trabajadores.
• A los países en desarrollo les corresponde casi US$1 de cada US$4 que ganan los países industriales con sus
exportaciones.
El dato común que encontramos entre las diferentes categorizaciones de los países es que vivimos en un
mundo profundamente desigual. Según el Informe sobre el desarrollo mundial 2006: Equidad y Desarrollo, del
Banco Mundial (Ferreira et al., 2006), estas desigualdades se traducen en extraordinarias asimetrías de
oportunidades, tanto dentro de las fronteras nacionales como entre los países. En el informe se agrega que
incluso la misma oportunidad básica de la vida está distribuida en forma muy desigual; por ejemplo: mientras
que menos de la mitad del 1 % de los niños nacidos en Suecia muere antes de cumplir el primer año, casi el 15
% de todos los nacidos en Mozambique fallece antes de esa edad. En el Salvador, la tasa de mortalidad infantil
es del 2 % en el caso de los niños nacidos de madres con cierto nivel de instrucción, y del 10 % si sus madres
carecen de formación. En Eritrea, la cobertura de la inmunización es próxima al 100 % en los niños del quinto
más rico de la población, pero solo del 50 % en el quinto más pobre.

Seguramente tú debes conocer otras modalidades para categorizar a los distintos países. Te invitamos a
reflexionar al respecto.
Lo que queremos destacar en esta breve introducción es que los diferentes conceptos que usamos para
referirnos al lugar que ocupa América Latina en el escenario mundial no son neutros; por el contrario, implican
una carga conceptual que intentaremos deslindar en esta sección.
Para analizar la desigualdad a escala global, la sociología (específicamente, la reflexión sociológica
latinoamericana) dio varias explicaciones. En esta sección discutiremos las primeras teorías que intentaron dar
cuenta de la situación de desarrollo, subdesarrollo y desigualdad en la región: la teoría de la modernización y la
teoría de la dependencia.

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