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SEMINARIO TEOLÓGICO DE GUATEMALA

LA ADORACIÓN EN LA BIBLIA

Tesis presentada por:

PEDRO MANUEL BARRIOS VALENTIN

Previo a optar al grado académico de

LICENCIADO EN TEOLOGÍA

Guatemala, febrero de 2008


AUTORIDADES DE LA FACULTAD Y DEL PROGRAMA DE
LICENCIATURA EN TEOLOGÍA QUE PRACTICARON EXÁMEN
DE TESIS

PRESIDENTE: Dr. Fernando Solares B.

RECTOR: Dr. Rigoberto M. Gálvez

DECANO DE LA FACULTAD: Dr. Oscar López De La Rosa

ASESOR Y REVISOR DE TESIS: Lic. Edin Roderico Yaxcal


DEDICATORIA

A DIOS
Por haberme escogido para escudriñar su Palabra la Santa Biblia y por la
guianza del Espíritu Santo.

A MI ESPOSA BLANCA ODILIA


Por su amor incondicional, su ayuda y por ser el complemento de mi vida.

A MIS HIJOS PEDRO LUIS Y JOSUE MANUEL


Porque son la herencia de Jehová y el regalo más preciado que mi gran Dios
me ha dado.

A MIS PADRES JULIO BARRIOS Y FAUSTINA DE BARRIOS


Por su amor y por haber inculcado en mi el amor por mi Señor Jesucristo.

A MIS HERMANOS
María Luisa de Barrientos
Juan Barrios
Elizabeth Barrios de Tómas
Marta Rebeca Salas
Isaías Barrios
Por su apoyo, cariño y oraciones.

A LA IGLESIA EVANGÉLICA PENTECOSTES RAYOS DE LUZ


A mis amados hermanos en Cristo por sus oraciones y apoyo.
AL SEMINARIO BIBLICO TEOLÓGICO DE GUATEMALA
A sus autoridades, catedráticos y personal administrativo por su esmerado
servicio.

A MIS COMPAÑEROS DE PROMOCIÓN


Por su amistad y apoyo en los momentos difíciles.

A USTED QUE LEE ESTA TESIS


Que Dios nuestro Señor derrame abundantes bendiciones.
INDICE

Introducción……….……………………………………………………………………….I

Planteamiento del problema………………………………………………………………II

Hipótesis………………………………………………………………………………….III

Objetivos…………………………………………………………………………………IV

Capítulo I: Conceptos relacionados a la adoración…………………………………..1

1 Adoración…………………………………………………………………………….….1

2 Sacrificios y ofrendas…………………………………………………………………....2

3 Tabernáculo……………………………………………………………………………..7

4 Templo…………………………………………………………………………………..7

5 Idolatría……………………………………………………………………………….....8

Capítulo II: La adoración en el Antiguo Testamento………………………..………14

1 Los Patriarcas………………………………………………………………………….14

2 El Éxodo………………………………………………………………………….……18

3 Período de los Jueces…………………………………………………………………..23

4 La Monarquía…………………………………………………………………………..24

5 Cautiverio y restauración de Israel…………………………………………………....28

Capítulo III: La adoración en el Nuevo Testamento…………………………….…..32

1 Adoración…………………………………………………………………………..…32

2 La Iglesia del Nuevo Testamento……………………………………………………..33

Capítulo IV: Dios y la adoración……………………………………………………..38

1 El centro de la adoración……………………………………………………………...38

2 La adoración en Espíritu y Verdad…………………………………………………….40

3 Los sacrificios…………………………………………………………………………42
4 Las ofrendas………………………………………………………………..……..…..44

5 La oración……………………………………………………………………………..45

6 Adoración de corazón…………………………………………………………….…..46

7 Razones para adorar a Dios…………………………………………………………..46

Conclusiones…………………………………………………………………………....V

Recomendaciones………………………………………………………………..…….VIII

Bibliografía…………………………………………………………………………….IX
I

INTRODUCCIÓN

Desde el principio de la creación cuan Dios inicia la ordenación de los elementos


existentes sobre la fas de la tierra, tenía el propósito de crear al hombre, pero no como un
ser irracional guiado por el instinto sino con un libre albedrio donde éste ser pudiera ser
capaz de decidir. Cuando pone el árbol del bien y del mal en el huerto era con la finalidad
de que el hombre estuviera con Dios por decisión propia.

La adoración hacia Dios es una ordenanza divina en la cual el hombre puede decidir
dársela o no debido a su libre albedrío, pero ésta adoración no se encierra en una actividad a
desarrollar por una persona. En el ejemplo de la conversación de Jesús con la mujer
samaritana en el pozo, él le indica que vendrá la hora en que a Dios se le deberá adorar en
espíritu y en verdad, pues a éstos adoradores es a quienes Dios busca.

En una ocasión Dios se refiere al pueblo de Israel indicándoles que su pueblo de labios
le honra, pero su corazón está lejos de él. Esto indica que la adoración a Dios no es una
acción determinada sino una forma de vida.

En la vida del pueblo de Israel, la adoración era muy importante por lo que fue necesario
tener una liturgia establecida para poder desarrollar ésta actividad delante la presencia de
Dios.
II

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

En los últimos tiempos de la historia de la Iglesia Evangélica en Guatemala se han


desarrollado diferentes tendencias acerca de las formas de adorar a Dios dejando por un
lado el espíritu de la adoración y el objetivo de ésta, por lo que es necesario regresar al
texto bíblico para determinar los requisitos establecidos por Dios en las sagradas Escrituras.
III

HIPÓTESIS

La adoración en la Biblia incluye las siguientes características:


 La adoración tiene lugar entre los seres humanos como adoradores y Dios como
adorado.
 El adorador debe conocer a Dios, lo que implica que éste solo puede ser un creyente
nacido de nuevo.
 A Dios se le debe adorar en Espíritu y en Verdad, porque él es Espíritu.
 La adoración en la Biblia indica que dar frutos del espíritu, evidencia que este es
creyente nacido de nuevo.
 La liturgia es una parte importante de la adoración.
IV

OBJETIVOS

GENERAL

Presentar a la luz de La Biblia los elementos importantes que se mencionan en ella para
determinar la adoración establecida por Dios y las formas de adoración que existen.

ESPECÍFICO

 Definir elementos importantes en relación a la adoración.

 Describir las formas de adoración practicadas en el Antiguo Testamento

 Describir las formas de adoración mencionadas en el Nuevo Testamento.

 Conocer de acuerdo a la Biblia las recomendaciones de Jesucristo respecto a


la adoración.
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Capítulo 1: Conceptos relacionados a la adoración


1 Adoración

Acto mediante el cual se expresa reverencia, respeto, honor y obediencia a Dios.

En el AT se utiliza la palabra shachach para indicar esa actitud, con la connotación de


―postrarse‖, ―arrodillarse‖, ―inclinarse‖.

En el NT el término es proskusneo, que es reverenciar a una persona.

Usualmente el adorante baja la cabeza hacia el suelo (Exodo 34:8) o se postra en tierra
(Job 1:20) por lo cual se usa la palabra inclinarse como equivalente a adoración (Exodo
20:5; 2 Reyes 5:18). Pero el acto físico de inclinar el cuerpo puede tener otro sentido como
súplica a una persona (Génesis 23:7-12), o simple reverencia ante un rey (1 Samuel 24:8-
9). Para que exista adoración es imprescindible una actitud del corazón que reconoce en el
objeto de la adoración el carácter de soberano señor y dueño, como en el Salmo 99, donde
se comienza reconociendo la grandeza de Dios.

Abraham así como los otros patriarcas, construían altares a Dios, lugares especiales de
adoración (Génesis 12:8) donde rendían culto a Jehová.

―La adoración se realiza en privado (2 Samuel 12:19-20) o en público. Por extensión


se designa como adoración a los rituales que acompañan el acto en público. Después de
Moisés, la adoración pública giró en torno al tabernáculo, con ritos muy elaborados que
surgieron tras la experiencia liberadora del éxodo, en los cuales una clase sacerdotal, la de
Aarón dirigía el culto.‖ 11 Tras la construcción del templo, siguió la tradición aarónica, con
los cambios que surgieron por el hecho mismo de que se tenía entonces un lugar especial en
el territorio, Jerusalén. David diseño muchos aspectos de la liturgia del templo, y organizó
el culto, especialmente con la participación de músicos.

De igual manera, la palabra ―servir‖ puede señalar adoración (Exodo 3:12,


Deuteronomio 4:28). Salvo en casos extremos, no se podía hacer adoración a Dios ―con las
manos vacías‖ (Deuteronomio 16:16). Por lo tanto, la adoración incluía un sacrificio o una
ofrenda (Génesis 8:20, Deuteronomio 26:10).

La iglesia original de Jerusalén, teniendo el templo, siguió por un tiempo reuniéndose


en cierto rincón del mismo. Generalmente se acepta que la costumbre de la iglesia
primitiva de reunirse el primer día de la semana (Hechos 20:7, 1 Corintios 16:2) tenía por
propósito la adoración. Pero muchos judíos cristianos continuaron observando el sábado y

1
“Adoración”. Nuevo Diccionario de la Biblia. 1,999. P.24
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las fiestas tradicionales. Muy pronto sin embargo, los cristianos gentiles decidieron
reunirse para hacer su adoración pública el primer día de la semana, que fue llamado el día
del Señor (Apocalipsis 1:10), en conmemoración de la resurrección de Cristo.

El Nuevo Testamento da detalles sobre la forma en que se realizaba la adoración


pública. Sabemos, sin embargo que en sus reuniones se celebraba el partimiento del pan
(Hechos 2:46); se leía la Palabra de Dios (Colosenses 4:16, 1 Tesalonicenses 5:27); se
profetizaba (1 Corintios 14:1), se hablaban en lenguas y se interpretaban éstas (1 Corintios
14:4-6, 13, 28); había oraciones (1 Corintios 14:14); se cantaban ―salmos e himnos y
cánticos espirituales‖ (Colosenses 3:16). Llegará un día en que ―toda la tierra‖ (Salmos
66:4) y ―todas las naciones ―(Salmos 22:27; 86:9) adorarán a Jehová (Filipenses 2:10-11).

2 Sacrificios y ofrendas:

El término hebreo Sabah se traduce como sacrificar en el Antiguo Testamento cuando


el acto tiene propósitos religiosos (Oseas 11:21). El realizar el sacrificio y ofrendas para
Dios era una costumbre antiquísima. Noé edificó un altar a Jehová, y tomó de todo animal
limpio y de toda ave limpia y ofreció holocausto en el altar (Génesis 8:20). Se menciona
varias veces que Abraham levantó altares a Dios para hacer sacrificios. En uno de ellos iba
a sacrificar a su propio hijo Isaac, pero Dios proveyó un carnero como sustituto (Génesis
22:13).

Lo esencial en la mayoría de los sacrificios era la entrega de la vida de un animal, lo


cual se realizaba mediante el derramamiento de su sangre (Levíticos 17:11). Se prohibía,
por lo tanto comer la sangre (Levíticos 17:10, Deuteronomio 12:16). El ofertante tenía que
ser dueño del animal que ofrecía. En todos los casos se trataba de animales limpios y sin
defecto, domesticables, que se podían ofrecer solo después de siete días de nacidos
(levíticos 22:27). Las características básicas de éstos se describen en Levíticos 22:17-25.
No se permitían ofrendas de animales salvajes.

2.1 Sacrificio por el pecado:

―Dependiendo de la categoría de la persona que había cometido la infracción, había que


traer un determinado tipo de animal. Si el sumo sacerdote pecaba, su ofrenda debía ser de
―un becerro sin defecto para expiación‖, lo mismo pasaba si se trataba de un pecado
cometido por la congregación‖.2 En caso de una persona de preminencia (―cuando pecare

2
Ibid, p.908
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un jefe…‖ debía traer un macho cabrío. ―Si alguna persona del pueblo…una cabra‖ o un
cordero. Si era demasiado pobre y ―no tuviere lo suficiente para un cordero‖, debía
ofrendar ―dos tórtolas o dos palominos‖ y si aun no tuviere recursos para esto, entonces
podía ofrecer ―la decima parte de un efa de harina‖.

El ofertante ponía sus manos sobre el animal, lo que constituía un acto simbólico para
señalar su identificación con la ofrenda. El sumo sacerdote mojando su dedo en la sangre,
rociaba, ―siete veces delante de Jehová, hacia el santuario‖ y también la ponía ―sobre los
cuernos del altar‖, solo una vez al año, en el día de la expiación, hacia esto dentro del lugar
santísimo. La sangre no usada para rociar se echaba ―al pie del altar del holocausto‖.
Toda la grasa del animal, ―la que cubre los intestinos, y la que esta sobre las entrañas, los
dos riñones, la grosura que esta sobre el hígado ―se hacia arder sobre el altar‖ si se trataba
de un becerro ofrecido por el sumo sacerdote o la congregación, los restos se sacaban fuera
del campamento y se quemaban. Cuando los ofertantes eran otros, la carne quedaba como
alimento para los sacerdotes, que la podían comer ―en lugar santo‖. En ciertos ritos
especiales de purificación se requería también un sacrificio por el pecado. Generalmente lo
ofrecido eran ovejas o pájaros. Los principales casos son: para la purificación después de
un parto, cuando un leproso era sanado, cuando alguien era sanado de flujo de semen o de
sangre, o para purificar a un nazareo que se hubiera contaminado. Además, de un sacrificio
por el pecado se requería también en cada uno de los días de fiesta. En el día de la nueva
luna ―al comienzo de vuestros meses‖, en la celebración de la pascua, en la fiesta de las
primicias, al comienzo del año, en el día de la expiación, y en la fiesta de los tabernáculos
etc.

2.2 Sacrificio por la culpa:

―Este sacrifico se regía por los mismos criterios rituales que el sacrificio por el pecado
―como el sacrificio por el pecado, asi es el sacrificio por la culpa: una misma ley tendrán‖.
Este tipo de sacrificio era requerido ―cuando alguna persona cometiere falta, y pecare por
yerro en las cosas santas de Jehová‖.3 La idea era clara de que un agravio debía ser
reparado. Si se cometía contra un prójimo, se estaba violando los mandamientos de Dios,
por lo cual ambos debían dárseles satisfacción. Además del sacrificio el ofertante tenia que
devolver ―lo que hubiere defraudado de las cosas santas y añadirá a ello la quinta parte‖. El
sentido de este sacrificio estaba relacionado con la idea de reparación. El ofensor tenía que
confesar su pecado y hacer restitución a la persona ofendida, con la multa. Si esta hubiere
muerto, entonces se entregaba a los sacerdotes. Se aplicaba a personas que pecaren
faltando en el reporte de alguna suma depositada a su cargo, a quien ―robare o calumniare a
3
Ibid, p.909
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su prójimo, o habiendo hallado lo perdido después lo negare, y jurare en falso; en alguna de


todas aquellas cosas que en que suele pecar el hombre‖. También se aplicaba a un hombre
que tuviera relaciones sexuales con una muchacha que estaba como sierva, pero que era
comprometida, pues esto también se consideraba como una afectación a la propiedad ajena.

2.3 Holocausto

―Este sacrificio se hacía como una expresión de una entrega total a Dios. La palabra
hebrea olam, equivalente a holocausto, quiere decir ―aquello que va arriba‖. La ofrenda que
debía ser ―de ganado vacuno u ovejuno‖ (Lv. 1:2) o aves (Lv. 1:14). El animal era
sacrificado después que el ofertante ponía sus manos sobre el.‖4 Especial cuidado se tenia
en limpiar adecuadamente el cuerpo del animal (―desarrollara el holocausto, y lo dividirá
en sus piezas‖ [Lv. 1:6]). Todo el animal excepto la piel, que era dada al sacerdote, y las
plumas si era ave, se colocaba sobre el altar y era consumido a fuego (―…holocausto es,
ofrenda encendida de olor grato para Jehová‖ [Lv. 1:13]). Era necesario mantener un fuego
constante sobre el altar ―…el holocausto estará sobre el fuego encendido sobre el altar toda
la noche, hasta la mañana, el fuego del altar ardera en él‖ [Lv. 6:9]). Por lo tanto el
holocausto era el sacrificio permanente en el santuario, pues se había ordenado un
―holocausto continuo por vuestras generaciones‖ (Ex. 29:42).

Los sábados se ofrecían dos corderos adicionales (Nm. 28:9-10). En el primer día des
mes se ofrecían ―dos becerros de la vacada, un carnero, y siete corderos de un año sin
defecto‖ (Nm. 28:11), asi como también en las fiestas de la Pascua (Nm. 28:19-24) y de las
trompetas, al igual que en el día de la expiación se requerían un becerro… un carnero, siete
corderos de un año‖ (Nm. 29:2-4,7-8). Otro numero de animales era requisito para la fiesta
de los tabernáculos (Nm. 29:17-34). También en algunos ritos de purificación se requería
de un holocausto. Los principales casos son: Para la purificación después de un parto,
cuando un leproso era sanado, cuando alguien era sanado de flujo de semen o de sangre, o
para purificar un nazareo que hubiera contaminado (Nm. 6:10-11). Además, un sacrificio
por el pecado se requería también en cada uno de los días de fiesta. En el día de la nueva
luna, en la celebración de la pascua, en la fiesta de las primicias, al comienzo del año, en el
día de la expiación, y en la fiesta de los tabernáculos.

4
“Holocausto”. Nuevo Diccionario de la Biblia. 1,999. P.490.
Página |5

2.4 Sacrificio de paz

La particularidad principal de esta ofrenda era que siempre culminaba con una comida
comunal, en la cual participaban los sacerdotes y el ofertante y sus familiares. El animal
podía ser de ganado vacuno, o sea macho o hembra‖, asi como ovejas y cabras (Lv. 3:1,
6,12). Si el sacrificio se ofrecía ―en acción de gracias‖, se acompañaba con tortas,
hojaldres o flor de harina (Lv. 7:12). Un nazareo que culminaba felizmente su voto debía
ofrecer un sacrificio de paz (Nm. 6:14). ―El ofertante debía también imponer sus manos
sobre el animal que iba a sacrificar, el cual era degollado ―a la puerta del tabernáculo‖ (Lv.
3:2). Loa otros sacrificios se hacían en el N del altar. Se establecía cual parte del animal
debía ser quemada y cuales eran las porciones que correspondían a los sacerdotes, que las
podían comer con su familia en cualquier lugar dentro del santuario (Nm. 18:10-11)‖.5 El
resto del animal era entregado al ofertante para su consumo comunal, que además de su
familia, podía incluir a levitas (Dt. 12:12). La comida debía realizarse dentro del santuario
señalado por Dios y en el mismo día del sacrificio (Lv. 7:15; Dt. 12:6-7). Si sobraba algo,
debía ser quemado. El sacrificio de paz estaba señalado para el día de las primicias (Lv.
23:19-20), cuando se completaba con éxito un voto de nazareato, en la consagración de un
sacerdote o para eventos conmemorativos especiales.

2.5 La oblación:

Juntamente con el holocausto, así como con los sacrificios de paz (Levítico 7:12 – 14),
se había que realizar esta ofrenda, que debía ser de ―flor de harina, sobre la cual echara
aceite, y pondrá sobre ella incienso‖ (Lv. 2:1). De la harina el sacerdote quemaba un
puñado sobre el altar y el resto era para él (Lv. 2:2-3). Se podía ofrecer cocida en horno, o
frita en sartén o cocida en cazuela, siempre ―harina sin levadura‖ amasada o untada con
aceite (Lv. 2:4-5). No se permitía el uso de miel y era necesario que todo fuera hecho con
sal (Lv. 2:11-13). En cuanto a las ofrendas de primicias, estas debían ser tostadas ―al fuego
las espigas verdes, y el grano desmenuzado‖, junto con aceite e incienso (Lv. 2:14-15). Se
establecía una relación entre los tipos de animales sacrificados en el holocausto y el tamaño
o cantidad de la oblación (Nm. 15:2-10). En el caso de los sacrificios de paz, la harina
cocinada de alguna manera, ya fuera como hojaldras o de otra forma, se comía con la carne
del sacrificio, es de notar que las oblaciones se hacían también en las ocasiones de sanidad
de un leproso y en la consumación de un voto de nazareato (Nm. 6:15), pero no en los casos
de purificación después de un parto, o cuando alguien era sanado de flujo de semen o de
sangre (Lv. 15:15,30).

5
Ibid, p.910
Página |6

2.6 Las libaciones:

―En los holocaustos y los sacrificios de paz se hacía también una libación, de la cual se
dice que eran ―olor grato a Jehová‖ pero nunca como parte de un sacrificio por el pecado o
culpa. Se usaba vino en una cantidad que era diferente según el sacrificio fuera de un
carnero, un cordero o un novillo (Nm. 15:1-10)‖.6 Al igual que en el holocausto, la libación
era toda usada en el altar, no tocando nada al sacerdote (―…derramaras libación de vino
superior ante Jehová en el santuario‖ [Nm. 28:7]). En los sacrificios de purificación por la
sanidad de un leproso no se hacia libación, pero si se realizaba en la consumación de un
voto de nazareato. (Nm 6:17).

2.7 Las ofrendas mecidas y elevadas:

En algunos casos, parte de la ofrenda era tomada por el sacerdote y mecida. Esto
sucedía, por ejemplo en la ofrenda que se hacía para la consagración de los sacerdotes (―...
y los pondrás todo en las manos de Aarón, y en las manos de sus hijos; y lo mecerás como
ofrenda mecida delante de Jehová‖ [Ex. 29:24]). Evidentemente esto esta relacionado con
el concepto de ―llenar las manos‖, en el sentido de colocar en las manos de una persona los
símbolos de un oficio (consagración). En el sacrificio de Paz también se mecía una parte
del animal (―...el pecho para que sea mecido como sacrificio mecido delante de Jehová‖.
Otro termino que se utilizaba también es ―elevar‖ (―comeréis asimismo en un lugar limpio,
tu y tus hijos y tus hijas contigo, el pecho mecido y la espaldilla elevada‖ [Lv. 10:14]).
Según algunos eruditos, ―mecer‖ era un movimiento horizontal, mientras que ―elevar‖ era
vertical. Aunque en castellano se aprecia la diferencia, para mencionar las ofrendas de
materiales para la construcción del tabernáculo se usa la misma expresión hebrea que
significa ―mecer‖ (Ex. 35:22; 38:29).

2.8 Las ofrendas votivas o voluntarias:

Estas ofrendas se hacían con motivo de algún voto hecho ante Dios, o por el siempre
deseo de gozarse de la presencia de Dios en su santuario. En el caso de que se realizara de
manera espontanea, que no obedecía a ninguna, ordenanza u obligación, se permitía comer
de la carne el mismo día del sacrificio o al día siguiente. Pero al tercer día había que
quemar lo que restaba (Lv. 7:16-17). En tiempos de Josías, por ejemplo, cuando se celebro
la Pascua de una manera muy especial, los ―príncipes dieron con liberalidad al pueblo y a
los sacerdotes… dos mil seiscientas ovejas y trescientos bueyes‖ (2 Cr. 35:8).

6
Ídem
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3 Tabernáculo

―Los israelitas conocían los enormes templos que existían en Egipto, pero para la
peregrinación por el desierto no era posible erigir nada parecido a ellos. Dios dio
instrucciones a Moisés para que hiciera un santuario portátil, en forma de tienda
desarmable. En hebreo se utilizaban varios términos para referirse al Tabernáculo. Entre
ellos: mishkan, que significa ―habitación‖, porque era el lugar donde Dios habitaba. A
veces se decía mishkan YHWH (Tabernáculo de Jehová), como en Lv. 17:4 (―…para
ofrecer ofrenda a Jehová delante del tabernáculo de Jehová‖. También se le llama ohel
mo‘ed (tabernáculo de reunión), como en Ex. 28:43 y mikdash (santuario) (―Y harán un
santuario para mí, y habitare en medio de ellos‖) Ex. 25:8).‖7

El diseño del tabernáculo le fue mostrado por Dios a Moisés en el monte Sinaí (―Mira y
hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte‖ [Ex. 25:40]). El autor de
hebreos interpreta que Moisés vio cosas celestiales que tuvo que plasmar en materiales de
la tierra (―…los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se
le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira haz todas las cosas
conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte‖ [He. 8:5]). De manera que es muy
claro que con cada detalle del tabernáculo Dios deseaba trasmitir alguna enseñanza de
carácter simbólico y espiritual al pueblo. Para la construcción se hizo una suscripción
popular. Todo el pueblo contribuyó con los muy diversos materiales que eran necesarios
(―Di a los hijos de Israel que tomen para mi ofrenda, de todo varón que la diere de su
voluntad, de corazón, tomareis mi ofrenda‖ [Ex. 25:2]).

En Ex. 35:1-35 se detallan las ofrendas realizadas: ―…oro, plata, bronce, azul, purpura,
carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones,
madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el
incienso aromático, y piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y para el pectoral‖.
El pueblo dio con tanta abundancia que Moisés tuvo que suspender las ofrendas, porque
eran demasiadas. Bezaleel, de la tribu de Judá y Aholiab, de la tribu de Dan fueron las
personas quienes Dios lleno ―de sabiduría de corazón‖ para dirigir los trabajos.

4 Templo

―El tabernáculo estuvo en diversos lugares de Israel hasta que David decidió trasladarlo
a Jerusalén (―metieron, pues, el arca de Jehová y la pusieron en su lugar en medio de una
tienda que David le había levantado‖ [2S. 6:17]). Pero no se quedo conforme con esto,

7
Ibid, p.985
Página |8

pues sentía que el vivía en una casa cómoda, mientras que el arca estaba en una tienda. Por
lo cual dijo al profeta Natán: ―Mira ahora yo habito en casa de cedro, y el arca de Dios esta
entre cortinas‖ (2S. 7:2). Aunque inicialmente el profeta alentó a David en su propósito de
levantar un tabernáculo para Dios, mas tarde recibió la revelación de que no seria David
quien lo haría, sino su hijo, lo cual comunico al rey (2S. 7:12-13)‖.8 David adquirió los
terrenos de Arauna en ocasión de una crisis causada por el mismo (―Y edifico allí David un
altar a Jehová… y cesó la plaga‖ [2S. 24:25]). Como consecuencia de esto, decidió que ese
seria el lugar donde se construiría el tabernáculo. La tradición judía, basándose en 2 Cr.
3:1, piensa que este es el mismo lugar donde Abraham fue a ofrecer a su hijo Isaac en
sacrificio. Aunque David sabia que no seria el quien levantaría el tabernáculo., hizo cuanto
pudo por acumular materiales que se utilizarían en el proyecto (1Cr. 22:2, 3,14-16).

En efecto, fue su hijo Salomón quien comenzó la obra. Para ello busco la ayuda de los
experimentados fenicios, a través de su alianza con Hiram. Los fenicios habían construido
muchos templos, tanto en Tiro como en Chipre y otras partes, asi como mercados y obras
portuarias. Hiram envió madera de cedro y madera de ciprés por vía marítima, asi como a
expertos en metalurgia, entre ellos a Hiram-abi. También canteros, albañiles y carpinteros.
Salomón pagaba por esto en trigo y aceite (1R. 5:2-18; 2Cr. 2:1-18) para conseguir la
mano de obra necesaria ―el rey Salomón decreto leva en todo Israel; y la leva fue de treinta
mil hombres‖, mas unos ciento cincuenta mil cananeos que fueron también forzados como
cargadores y cortadores. La etapa de construcción tomo unos siete años, y se inauguro con
una gran festividad que duro catorce días.

El diseño del templo siguió ciertos lineamientos del tabernáculo. Pero el edificio
principal tenía una forma oblonga en la cual había tres compartimientos. Primeramente, un
pórtico o vestíbulo, que era llamado Ulam, luego el cuarto para el ministerio sacerdotal, el
Hekhal. Y finalmente el Lugar Santísimo (Devir). En cuanto al mobiliario del tabernáculo,
se encuentran todos producidos en el templo, pero con diferentes dimensiones, excepto el
arca, que era la misma.

5 Idolatría:

―Adoración de una imagen material que se consideraba residencia de una personalidad


sobrehumana. La práctica es común entre los pueblos primitivos y era también una
característica de grandes civilizaciones antiguas como la caldea (Babilonia), la egipcia, la
griega, la india y la romana. La adoración de ídolos parece ser una fase o aspecto de la
evolución religiosa, consustancial a la adoración de la naturaleza, la adoración de objetos

8
Ibid, p.1001
Página |9

personificados y al animismo, o creencia en espíritus personificados en cosas materiales.‖9


Asociados con los ídolos, que son el objeto de adoración pública, se encuentran los fetiches
personales o domésticos destinados a la veneración privada. La adoración de los muertos
está también relacionada con la idolatría, y la idea de que después de la muerte el espíritu
continúa en el cuerpo o en alguna reliquia, originó la práctica de colocar una estatua de la
persona muerta sobre o junto a su tumba. La influencia de las culturas egipcia y babilónica
condujo a la aceptación de la adoración de ídolos por las naciones de Palestina, hasta que
las enseñanzas de los profetas hebreos forzaron el abandono total de los ídolos. El islam
prohibió elaborar cualquier representación viviente, fuera o no para la adoración. En la
cristiandad, la veneración limitada de las imágenes en las que la divinidad, personalidad
distinta, se manifiesta a través de una imagen, fue definida por el segundo Concilio de
Nicea en el año 787, para que no se confundiera o condujera a la idolatría.

La historia de la religión del AT puede narrarse, en su mayor parte, en función de la


tensión provocada por el conflicto entre un concepto espiritual de Dios y el culto, la marca
distintiva de la fe genuina de Israel, y diversas presiones, tales como la idolatría, que
trataban de rebajar y materializar la conciencia y la práctica religiosas nacionales. En el AT
no encontramos un ascenso desde la idolatría a la adoración pura de Dios, sino más bien un
pueblo con un culto puro y una teología espiritual, luchando continuamente, por medio de
líderes espirituales levantados por Dios, contra las seducciones religiosas que, a pesar de
todo, a menudo atraían a la masa del pueblo. La idolatría es una degradación de la norma, y
no una etapa primitiva superada gradualmente y con dificultad.

Si consideramos la totalidad de los elementos probatorios que ofrece la religión de los


patriarcas, encontraremos que era una religión de altar y de oración, no de ídolos. Ciertos
acontecimientos, todos asociados con Jacob, podrían aparecer como idolatría patriarcal. Por
ejemplo, Raquel robó los serafines (―ídolos‖) de su padre (Gn. 31.19). En sí mismo lo único
que esto podría probar es que la esposa de Jacob no había podido liberarse completamente
de su ambiente religioso mesopotámico (cf. Jos. 24.15). Si estos objetos tenían
significación legal además de religiosa, el que los poseía tenía el derecho de sucesión sobre
la propiedad familiar (terafines). Esto explica la ansiedad de Labán por recuperarlos, a
pesar de no destacarse como hombre religioso, y el cuidado con que excluye a Jacob de la
Mesopotamia por medio de un tratado en términos muy bien pensados, cuando no puede
encontrarlos (Gn. 31.45ss). Se sostiene que las piedras (―pilares‖) de Jacob (Gn. 28.18;
31.13, 45; 35.14, 20) son las mismas piedras idolátricas con las que estaba familiarizado
Canaán. La interpretación no es ineludible. La piedra de Bet-el está relacionada con el voto

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de Jacob (véase Gn. 31.13), y es más fácil interpretar que pertenece a la categoría de los
monumentos conmemorativos (p. ej. Gn. 35.20; 24.27; 1 S. 7.12; 2 S. 18.18). Finalmente,
la prueba de Gn. 35.4, a menudo empleada como indicación de la idolatría patriarcal, en
realidad se refiere a la reconocida incompatibilidad entre los ídolos y el Dios de Bet-el
Jacob debe desprenderse de los objetos inaceptables antes de presentarse ante este Dios. El
hecho de que Jacob los haya ―escondido‖ no debe interpretarse como que tuvo miedo de
destruirlos debido a razones de reverencia supersticiosa. Sería permitir que las sospechas
gobernaran la exégesis, si hacemos más que suponer que esta era la manera más simple, así
como la más efectiva, de deshacerse de objetos no combustibles.

El peso de las pruebas relacionadas con el período mosaico resulta igual. El relato del
becerro de oro (Ex. 32) revela hasta dónde llegaba el contraste entre la religión emanada del
monte Sinaí y la forma de religión aceptable para el corazón no regenerado. Vemos que
estas religiones son incompatibles. La religión del Sinaí es decididamente enemiga de las
imágenes. Moisés advirtió al pueblo (Dt. 4.12) que la revelación de Dios que se les otorgó
allí no tenía ―figuras‖, a fin de que no se corrompiera con imágenes. Esta es la posición
mosaica esencial, como podemos ver en el Decálogo (Ex. 20.4; cf. Ex. 34.17). Debemos
notar que la prohibición de Dt. 4.12 pertenece a la esfera de la religión, y no a la de la
teología. Es correcto hablar de una ―figura‖ del Señor, y Dt. 4.12 y Nm. 12.8 tienen el
término (―figura‖) en común. Pero haberla llevado a la práctica religiosa habría significado
para Israel corromper la verdad y la vida. Este es un notable testimonio del carácter no
icónico del culto de Israel. El segundo mandamiento era único en el mundo en aquellos
días, y el hecho de que la arqueología no haya podido encontrar una representación de
Yahveh (en épocas en las que los ídolos abundaban en todas las demás religiones) indica el
lugar fundamental que dicho mandamiento ocupó en la religión de Israel desde los días de
Moisés.

―El registro histórico de Jueces, Samuel, y Reyes narra la misma historia del abandono
por la nación de las formas espirituales propias de su religión. El libro de los Jueces, por lo
menos a partir del cap(s). 17, se propone deliberadamente poner de manifiesto una época de
rebeldía y desorden generales (cf. 17.6; 18.1; 19.1; 21.25) No deberíamos pretender ver en
los acontecimientos del cap(s). 19 la norma de la moralidad israelita.‖10 Se trata,
sencillamente, de la historia de una sociedad degradada; del mismo modo no nos asisten
razones para ver en la historia de Micaía (Jue. 17–18) una etapa fiel pero primitiva de la
religión de Israel. El mismo comentario por parte del autor de Jueces hace ver, a su vez, la
corrupción religiosa (17.1–13; véase vv. 6), la inquietud social y el desorden (18.1–31;
véase v.1), como también la declinación moral (19.1ss) de la época.

10
“Idolatría”. Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. 1,982. P.506
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No se detalla la forma que tenían las imágenes de Micaía. Se ha sugerido que, dado que
posteriormente llegaron a ocupar un lugar en el santuario danita en el N, tenían forma o
figura de becerro o toro. Es muy posible, porque es sumamente significativo que cuando
Israel se inclinó a la idolatría, siempre tuvieron que imitar las formas exteriores del
paganismo existente en la región, lo cual indica que había algo en la naturaleza misma del
culto a Yahvéh que evitaba el desarrollo de formas o figuras idolátricas autóctonas. Los
becerros de oro hechos por Jeroboam (1 R. 12.28) eran símbolos cananeos muy conocidos,
e igualmente, cada vez que los reyes de Judá e Israel cayeron en la idolatría lo hicieron
copiando de otros pueblos y elaborando sincretismos. Afirma que los indicios de idolatría
que existieron después de Moisés, se explican ya sea por la tendencia al sincretismo o por
la tendencia que tienen las costumbres extirpadas en una generación a aflorar nuevamente
en la generación siguiente (cf. Jer. 44). A estas podríamos añadir la tendencia a corromper
el empleo de algo que en sí era permisible: el uso supersticioso del efod (Jue. 8.27), y el
culto a la serpiente (2 R. 18.4).

Las principales formas de idolatría en las que cayó Israel fueron el uso de imágenes
grabadas y fundidas, las columnas, el culto a Asera, y los Terafines. La masseµk_aÆ, o
imagen de fundición, se hacía colando metal en un molde y dándole la forma con una
herramienta (Ex. 32.4, 24). Hay alguna duda sobre si esta figura y los becerros que
posteriormente fabricó Jeroboam estaban destinados a representar a Yahvéh, o si estaban
concebidos como pedestales sobre los cuales se lo entronizaba. La analogía de los
querubines (cf. 2 S. 6.2) sugiere esto último, opinión que también recibe el apoyo de la
arqueología (cf. G. E. Wright, Biblical Archaelogy, pp. 148 [trad. cast. Arqueología bíblica,
1975], para una ilustración del dios Hadad cabalgando sobre un toro). Sin embargo, los
querubines no eran visibles, y decididamente eran ―de otro mundo‖ en lo que se refiere a su
aspecto. No podían indicar ninguna asociación inaceptable entre el Dios soberano y
paralelos terrenales. Los toros, por el contrario, no estaban ocultos (por lo menos en cuanto
a lo que sugiere la narración), y no podían dejar de relacionar a Yahvéh con la religión y la
teología de la fertilidad.

Tanto los pilares como las imágenes de Asera estaban prohibidos en Israel (cf. Dt.
12.3; 16.21–22). En los santuarios de Baal las imágenes de este dios (cf. 2 R. 10.27) y el
poste de Asera estaban al lado del altar. Se consideraba al pilar como una representación
estilizada de la presencia del dios en el santuario. Era objeto de gran veneración; a veces
tenía partes ahuecadas para recibir la sangre de los sacrificios, y a veces, como puede verse
por su superficie pulida, sus devotos lo besaban. La imagen de Asera era de madera, según
se demuestra por su forma usual de destrucción, que era por fuego (Dt. 12.3; 2 R. 23.6), y
probablemente su origen fue una planta perenne sagrada, símbolo de la vida. Su relación
con los ritos cananeos de la fertilidad bastaban para hacerlos abominables ante Yahvéh.
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―La polémica del Antiguo Testamento contra la idolatría, llevada a cabo


principalmente por profetas y salmistas, reconoce las dos verdades que posteriormente iba a
afirmar Pablo: la de que el ídolo no era nada, pero que, sin embargo, había una fuerza
demoníaca que era necesario tener en cuenta y que, por lo tanto, el ídolo constituía una
verdadera amenaza espiritual (Is. 44.6–20; 1 Co. 8.4; 10.19–20). En consecuencia, el ídolo
no es nada: es obra del hombre (Is. 2.8); su misma composición y construcción proclaman
su futilidad (Is. 40.18–20; 41.6–7; 44.9–20); su masa inerte provoca el escarnio (Is. 46.1–
2); no tiene más que una apariencia de vida (Sal. 115.4–7). Burlonamente los profetas los
llamaban gilluÆléÆm (Ez. 6.4, y por lo menos otras 38 veces en Ezequiel), o ―bolitas de
estiércol‖ (Koehler, Lexicon), y léÆléÆm, ‗diosillos‘.‖11

Pero aunque se esté enteramente sujeto a Yahvéh (p. ej. Sal. 95.3), existen fuerzas
espirituales malignas, y la práctica de la idolatría lleva a los hombres a un contacto mortal
con estos ―dioses‖. Isaías, del que generalmente se dice que llevó a su punto máximo la
burla irónica contra los ídolos, estaba muy al tanto de este mal espiritual. Sabe que hay un
solo Dios (44.8), pero aun así, nadie puede tocar un ídolo, aunque no sea ―nada‖, y salir
libre de consecuencias. El contacto del hombre con el falso dios lo infecta con una mortal
ceguera espiritual, que afecta su corazón y su mente (44.18). Aunque lo que adora no es
más que ―cenizas‖, está, de todos modos, lleno del veneno del engaño espiritual (44.20).
Aquellos que adoran ídolos se vuelven igual que ellos (Sal. 115.8; Jer. 2.5; Os. 9.10). A
causa de la realidad del espíritu de maldad detrás del ídolo, el ir en pos de ellos es
abominación a Yahvéh (Dt. 7.25), abominación y suciedad (Dt. 29.17, °sba), y el más grave
de los pecados, el adulterio espiritual (Dt. 31.16; Jue. 2.17; Os. 1.2). No obstante ello, hay
un solo Dios, y el contraste entre Yahvéh y los ídolos debe trazarse en función de vida,
actividad, y gobierno. El ídolo no puede predecir ni provocar acontecimientos, Yahvéh sí
puede (Is. 41.26–27; 44.7); el ídolo es una impotente pieza a la deriva en el río de la
historia, sabio solamente después del hecho, e incapaz de hacer nada ante el mismo (Is.
41.5–7; 46.1–2), mientras que Yahvéh es el Señor de la historia, y el que la rige (Is. 40.22–
25; 41.1–2, 25; 43.14–15, etc.).

El Nuevo Testamento refuerza y amplía la enseñanza del AT. Ya hemos hecho notar su
reconocimiento de que los ídolos no son nada pero que, al mismo tiempo, son potencias
espirituales peligrosas. Además, Ro. 1 expresa el argumento del AT de que la idolatría
representa una declinación de la verdadera espiritualidad, y no una etapa en el camino hacia
el conocimiento puro de Dios. El Nuevo Testamento reconoce, sin embargo, que el peligro
de la idolatría existe, aun cuando no se fabriquen ídolos materiales; la asociación de la
idolatría con los pecados sexuales en Gálatas. 5.19–20 debería ligarse con la equiparación
de la codicia con la idolatría (1 Co. 5.11; Ef. 5.5; Col. 3.5), porque en la codicia Pablo

11
Ibid, p.506
P á g i n a | 13

incluye y destaca la lascivia (cf. Ef. 4.19; 5.3; 1 Ts. 4.6, gr.; 1 Co. 10.7, 14). Después de
haber recalcado el carácter definitivo y pleno de la revelación en Cristo, Juan advierte que
toda desviación es idolatría (1 Jn. 5.19–21). Ídolo es todo lo que exige una lealtad que
solamente pertenece a Dios (Is. 42.8).

―La relación entre la enseñanza bíblica referente a los ídolos y su doctrina monoteísta
de Dios no puede pasar inadvertida. Al reconocer el magnetismo de la religión idolátrica
para Israel, como así también en su aparente aceptación de la existencia de otros dioses,
como es el caso, p. ej., en Sal. 95.3, el Antiguo Testamento no acepta la existencia real de
los ―dioses‖, sino la existencia real de la amenaza que suponen para Israel, la amenaza de
cultos y lealtades alternativos. Es así como mantiene constantemente su monoteísmo (como
también lo hace el Nuevo Testamento) en el marco de la religión y la atmósfera religiosa
del pueblo de Dios‖.12

12
“Idolatría”. Nuevo Diccionario Bíblico Certeza. 1982. P. 506
P á g i n a | 14

Capítulo 2: La Adoración en el Antiguo Testamento

1 Los Patriarcas

El pueblo escogido por Dios, Israel se originó en el llamado hacia Abraham (antes
llamado Abram que significa Padre enaltecido), que posteriormente sería el padre de Isaac
y a su vez abuelo de Jacobo, quienes serían los patriarcas o precursores de lo que
posteriormente se llamaría Israel.

1.1 Abraham

Descendiente de Sem e hijo de Taré; esposo de Sara y, como padre de Isaac,


antepasado del pueblo hebreo y, a través de Ismael, de otros pueblos semitas (Gn. 17.5;
25.10–18). Judíos, cristianos y musulmanes consideran su vida (Gn. 11.26–25.10; resumida
en Hch. 7.2–8) como notable ejemplo de una extraordinaria fe en Dios (He. 11.8–12).

La etimología del nombre de Abram (empleado en Gn. 11.26–17.4 y rara vez en otras
partes, p. ej. 1 Cr. 1.27; Neh. 9.7) es incierta. Probablemente significa ‗el padre es
exaltado‘, y es una forma típica y específica del nombre personal Ab(i)ram entre los
primitivos semitas occidentales. Después del pacto en Gn. 17.5 su nombre se convierte en
Abraham, que se explica como ―padre de una multitud‖ de naciones. Ambos nombres se
encuentran en textos cuneiformes y egipcios a partir del ss. XIX a.C., pero no como
personas idénticas. Esta última forma, posiblemente como etimología popular,
generalmente se considera como variante dialectal de Abram, aunque tiene el sentido de un
nombre nuevo y diferente.

Abraham nació en Ur pero se fue con su esposa Sarai, su padre, sus hermanos Nacor y
Harán, y su sobrino Lot a Harán (Gn. 11.26–32). A la edad de 75 años, cuando murió su
padre, Abraham se trasladó sucesivamente a Palestina (Canaán), cerca de Bet-el, a Mamre,
cerca de Hebrón, y a Beerseba. En cada uno de estos lugares erigió un altar y una tienda-
santuario.

Sus relaciones con extranjeros mientras vivió cerca de Siquem, y en Egipto, Gerar y
Macpela, lo muestran como el respetado jefe de un grupo, al cual trataban en un plano de
igualdad. Fue el jefe reconocido de una coalición que rescató a su sobrino Lot, capturado en
Sodoma por un grupo de ―reyes‖ (Gn. 14). El acento recae sobre su vida, no tanto como
―peregrino‖, sino como ―inmigrante-residente‖ sin ciudad capital. Era rico, tenía sirvientes
(14.14) y posesiones (13.2), y vivió pacíficamente entre los cananeos (12.6), los ferezeos
(13.7), los filisteos (21.34) y los egipcios; tuvo trato con los heteos o hititas (23).13

En relación a la adoración ya en ésta época se conoce la práctica del holocausto, pues se


tiene un ejemplo de ésta cuando Dios le pide a Abraham a que ofrezca a su hijo Isaac en

13“Abraham”. Nuevo Diccionario Biblico Certeza. 1982. p.12


P á g i n a | 15

sacrificio (Génesis 22: 1-2; 10-13 ―1Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a
Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 2Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu
único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre
uno de los montes que yo te diré. 10Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para
degollar a su hijo. 11Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo:
Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 12Y dijo: No extiendas tu mano sobre el
muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me
rehusaste tu hijo, tu único. 13Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus
espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el
carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo”. 14) Esto nos indica que la
adoración a Dios no era extraña para Abraham, y que como en otras culturas se sacrificaban
humanos a sus dioses, Abraham no rehúsa sacrificar a su hijo, lo que además representa la
sumisión de Abraham a Dios.

1.2 Isaac
(Isaac: ‗ríe‘ o ‗risa‘). Abraham rió cuando recibió el anuncio del nacimiento de Isaac
(Gn. 17.17), y posteriormente también Sara rió ante la idea de que tendría un hijo cuando
era de edad tan avanzada (Gn. 18.12–15). Al nacer Isaac, cuando Abraham tenía 100 años
de edad, Sara declaró que Dios la había hecho reír (Gn. 21.6). Ismael rió el día que Isaac
fue destetado (Gn 21.9). Es difícil descubrir un sujeto exacto para el verbo, y posiblemente
lo mejor es tomar la forma impersonalmente. Algunos eruditos traducen ―Dios ríe‖, pero
hay poca base para esta interpretación.

Los dos grandes hechos de la vida de Isaac giran alrededor de su nacimiento y su


casamiento, y la razón de esto es que él era la simiente por la cual había de continuar la
línea de la promesa. Abraham había sido objeto de una dura prueba con respecto a la
promesa de simiente, y luego, a una edad avanzada, cuando ya estaba prácticamente
muerto, vino la simiente. Así vemos que Dios cumple sus propósitos en el cumplimiento de
las promesas hechas a Abraham (Gn. 12.1–3), aun cuando el hombre piense que es
imposible que se cumplan.

En la fiesta en la que se celebraba el destete de Isaac, el resentimiento de Sara se hizo


evidente al ver a Ismael ―jugando‖ con su hijo Isaac. En consecuencia, Agar e Ismael
tuvieron que abandonar la casa (Gn. 21).15

1.3 Jacob
Se justifica que casi la cuarta parte del libro de Génesis se haya dedicado a la biografía
de Jacob, padre del pueblo elegido. Hay documentos escritos del 2º milenio a.C. que han
provisto gran cantidad de material que corrobora el fondo de las narraciones de Gn. 26–50.

14Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
15Ibid, p.496
P á g i n a | 16

Aunque esto en sí no prueba la existencia del patriarca, ni la historicidad de la


narración, demuestra que no se trata de composiciones tardías de la época del exilio, llenas
de detalles imaginados o anacrónicos. Más bien sugiere que los relatos fueron registrados
en forma escrita en fecha muy temprana (PATRIARCAL, ERA.). No sería lógico centrar en
una figura mitológica toda una serie de relatos con detalles cuya finalidad aparente es la de
desacreditar al héroe.

No se puede fijar con exactitud la duración de la vida de Jacob, por la carencia de una
explícita relación entre las narraciones bíblicas y los relatos seculares que subsisten
(CRONOLOGÍA DEL ANTIGUA TESTAMENTO). Los indicios de los cuales se dispone en este
momento sugieren aproximadamente el ss. XVIII a.C. Esa fecha ubicaría su radicación en
la tierra de Gosén, a poca distancia de la corte egipcia, a principios del período de la
dominación de los hicsos, con centro en Tanis (EGIPTO; ZOAN). Esta fecha, a la vez,
permite fijar la vida de Abraham en los ss. XX y XIX a.C., lo cual concuerda con lo que
sugieren las indicaciones bíblicas y arqueológicas.16

Jacob nació con la mano trabada al calcañar de su hermano Esaú (Gn. 25.26), de manera
que el nombre que le fue dado significa ―se agarra‖ o, según otra interpretación aceptable,
―se agarró‖. Esto pudo haber sido un intencional juego de palabras basado en un nombre
muy común, ‗que Dios proteja‘ o ‗Dios ha protegido‘. Ciertos documentos cuneiformes y
egipcios de este período contienen nombres personales originados en la misma raíz, incluso
algunos de forma paralela, muy en boga entre la gente perteneciente al grupo semítico
occidental (AMORREOS).

Jacob ―suplantó‖ (matiz que proviene de ―tomar por el calcañar, alcanzar‖, a su


hermano, obteniendo primeramente la primogenitura del hijo mayor aprovechándose del
hambre de su hermano, y luego engañando a Isaac para que le concediera la bendición que
correspondía por costumbre al primogénito. El hijo mayor heredaba normalmente una
proporción mayor de los bienes paternos que todos los demás hijos (el doble
posteriormente, cf. Dt. 21.16). Además del legado especial parece ser que el heredero
estaba destinado a ocupar, desde el punto de vista social y religioso, la posición de jefe de
la familia. Probablemente esta posición era simbolizada por la concesión de la bendición
paterna y la posesión de los ídolos de la familia. Se puede deducir cómo eran estas
costumbres por las escrituras de adopción y los registros legales contemporáneos, como
también por lo que registra la Biblia. La breve narración de la manera en que fue vendida la
primogenitura de Esaú por una comida no relata cómo se confirmó el intercambio, o si se lo
anotó oficialmente. Un documento del ss. XV a.C. registra la venta del patrimonio de un
hombre en Asiria. Un documento del mismo medio ambiente demuestra que la promesa
oral de un padre a su hijo podía ser defendida ante un tribunal judicial (véase ANET, p:
220). Así es que la bendición de Isaac era irrevocable, como destaca el texto (Gn. 27.33s).

De este modo Jacob se convirtió en el portador de la promesa divina, y en heredero de


Canaán (cf. Rom. 9.10–13). Esaú recibió la región menos fértil, que se conoció luego como
Edom. Rebeca, la madre, obtuvo el permiso de Isaac para que Jacob pudiera huir de la ira

16Ibid, p.512
P á g i n a | 17

de Esaú a la casa paterna en Ed (Gn. 28.1ss). Utilizó como excusa la necesidad de que
Jacob contrajera enlace con una mujer perteneciente a la misma tribu, evitando así un
matrimonio entre miembros de distintas razas y religiones, como había sucedido con Esaú,
que se había casado con una mujer del lugar.

El acontecimiento central de la vida de Jacob ocurrió durante su huida hacia el N.


Después de un día de viaje, posiblemente el primero, llegó a la región montañosa cerca de
Bet-el, a unos 100 km de Beerseba. Esto constituye una distancia razonable para que cubra
un camello veloz en un día. La primera etapa de la huida habría de finalizar obviamente lo
más lejos posible de su casa. No se indica que Jacob tuviera conocimiento de alguna
santidad especial relacionada con dicha zona, aunque puede haber tenido conocimiento
sobre el lugar donde su abuelo edificó su altar (Gn. 12.8). Mientras dormía le fue concedida
la visión de una escalera entre el cielo y la tierra, y del Dios de su familia en lo alto de la
misma. La promesa dada a Abraham le fue confirmada a él, y le fue otorgada una promesa
de protección divina. Jacob conmemoró su sueño alzando por señal la piedra que había
puesto de cabecera, y derramó una libación de aceite sobre ella (Gn. 28.11ss). Estos
monumentos sencillos a menudo se erigían en lugares sagrados ( BET-EL). El que acabamos
de describir señalaba el lugar donde, para Jacob, Dios manifestó su presencia.17

1.4 Adoración

Pocos detalles encontramos en asuntos de religión. Es evidente que los patriarcas eran
conscientes de la necesidad de depositar fe en Dios en forma personal, ya que él los había
guiado toda su vida, y los estimulaba con sus promesas (Gn. 12.1–3; 15.4s; 17; 28.11–22,
etc.). Con respecto a la guía, Dios no estaba restringido a un lugar particular, sino que hizo
sentir su presencia en Ur, Harán, Canaán, o Egipto (cf. Gn. 35.3). Una vez que los
patriarcas entendían cuál era la voluntad de Dios, el único curso que tenían por delante era
creer y obedecer (Gn. 22).

La oración y el ofrecimiento de sacrificios constituían parte del culto regular de los


patriarcas (Gn. 12.8 ―Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su
tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e
invocó el nombre de Jehová.‖; 13.4 ―al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó
allí Abram el nombre de Jehová‖.18, 18; 26.25; 35.1, 3, 7).

La circuncisión era un rito religioso que marcaba a los que pertenecían a la familia del
pacto. Tan intensamente conscientes estaban los patriarcas de la actividad de Dios en medio
de ellos, que tanto a ciertos lugares como a sus propios hijos, les ponían nombres de
acuerdo con alguna circunstancia vinculada con la relación de Dios con ellos (Gn. 16.11,
14, todos los nombres de los hijos de Jacob en Gn. 29.31ss; cf. Gn. 32.30; 35.15, etc.).

Aparentemente cada patriarca tenía su propio nombre para Dios, lo que sugiere cierto
sentido de relación personal, el ―temor‖, o como sugirió W. F. Albright, el ―pariente‖ de

17Ibid. p.17
18Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
P á g i n a | 18

Isaac (Gn. 31.42, 53), el ―Fuerte‖ de Jacob (Gn. 49.24). Podríamos decir que este sentido de
relación personal, el conocimiento de las promesas de Dios, y el tener conciencia de que la
obediencia a la ley de Dios forma parte de la esencia de la fe verdadera, constituyen la
médula de la religión patriarcal.

Debemos destacar dos rasgos de la sociedad patriarcal, a saber el concepto de pacto y el


de elección. Ya sea directamente (Gn. 15.18; 27.7, 10–11, 13, 19) o indirectamente, el
pacto de Dios con Abraham, Isaac y Jacob es profundamente significativo en la religión
patriarcal. En el pacto Dios formalizó un vínculo recíproco con Abraham y sus
descendientes, mediante un compromiso sumamente solemne que comprendía la promesa y
la elección divinas de Abraham y sus descendientes (Gn. 12.1–3; 13.14–17; 15.18–21;
17.5–8, etc.). Por medio de Abraham y sus descendientes Dios llegaría a toda la humanidad
(Gn. 12.3; 18.18; 22.17–18; 26.4; 28.14). Había determinado actuar de esta manera
específicamente por medio de esa familia elegida (Gn. 17.18–19; 21.12). Los conceptos
gemelos de pacto y elección son tópicos importantes en el cuadro que ofrece Gn. de la
religión patriarcal.19

2 El éxodo

Este acontecimiento marcó el nacimiento de Israel como nación y—mediante el pacto en


Sinaí que siguió inmediatamente—como teocracia.

2.1. El acontecimiento en sí

Después de la permanencia de los hebreos en el Delta oriental de Egipto durante 430


años (Ex. 12.40–41), que culminó con la esclavitud con imposición de trabajos forzados en
las dinastías 18ª y 19ª, Dios comisionó a Moisés, con Aarón como su portavoz, para que
sacara a los esclavos hebreos, descendientes tribales de Abraham, Isaac, y Jacob, de Egipto
para convertirlos en nación en Palestina, la tierra de la promesa (Ex. 3–4). A pesar de la
hostilidad y del poder temporal del faraón y, más tarde, de la propia infidelidad de Israel,
esto fue lo que efectivamente ocurrió (Jos. 24).

En la antigüedad un hecho como este, en el que un gran grupo de personas sometidas


abandona un país grande, no resulta ni imposible ni sin paralelo. A fines del ss. XV a.C.
gente procedente de unos 14 ―países‖, ―regiones montañosas‖ y comunas, aparentemente
abandonaron sus lugares de habitación dentro del reino hitita y se trasladaron a la tierra de
Isuwa, para ser llevados de vuelta posteriormente por el poderoso rey hitita Suppiluliuma.
Sin embargo, los intentos del faraón de retener, y luego recapturar, a los hebreos fueron

19Ibid, p.356
P á g i n a | 19

totalmente vanos, por cuanto Dios usó contra él las fuerzas de la naturaleza, con nueve
plagas y un castigo sobrenatural en la décima, y anegando los carros que participaron en la
persecución en el mar Rojo (o de los Juncos). El hecho de llamar a una nación de este modo
específico para que sirviese a Dios y cumpliese un pacto en relación directa con él no tiene
paralelo. Las gentes que huyeron a Isuwa seguramente también se consideraban oprimidas,
pero no tenían ninguna comisión específica o llamado divino a cumplir un elevado destino.
Con Israel partió una multitud de otras gentes, con motivos diversos y de orígenes tamb.
Diversos (―grande multitud de toda clase de gentes‖, Ex. 12; 38. Este elemento racial
prefería carne en lugar de maná (Nm. 11.4, heb. safsuf, ‗chusma‘).

2.2. El éxodo en la historia posterior

Repetidamente en generaciones posteriores los profetas, al exhortar a Israel a volver a


su Dios, y los salmistas en sus meditaciones, se refieren a este éxodo, a la gracia redentora
de Dios al sacar a una nación de la esclavitud egipcia en cumplimiento de promesas dadas a
los patriarcas, para servirle a él e ilustrar su verdad. Para ellos, la gran redención ha de
recordarse siempre con gratitud y respuesta en la obediencia. Véanse pasajes tales como los
que siguen: libros históricos, Jue. 6.8–9, 13; 1 S. 12.6, 8; 1 R. 8.51; 2 Cr. 7.22; Neh. 9.9ss.
Para Salmos, cf. Sal. 77.14–20; 78.12–55; 80.8; 106.7–12; 114. Entre los profetas, véase
Os. 11.1; Jer. 7.21–24; 11.1–8; 34.13; Dn. 9.15. En el NT Cristo cumplió el ―éxodo‖
definitivo, la redención plena (cf. He. 13.13 y otras referencias).20

2.3 Monte Sinaí

Sinaí recibe también el nombre de Horeb en el AT. Pasando por Mara y Elim, los
israelitas llegaron al Sinaí en el tercer mes posterior a su partida de Egipto (Ex. 19.1), y
acamparon al pie del mismo, en una llanura desde la cual resultaba visible su cumbre (Ex.
19.16, 18, 20). El Señor se reveló a Moisés en esta montaña y entregó los Diez
Mandamientos y otras leyes. El pacto concertado allí entre Dios y el pueblo representó un
papel importante en la función de unir entre sí a las tribus y convertirlas en una sola nación
servidora de un solo Dios. Si bien ciertas escuelas modernas rechazan la autenticidad de
este relato, es evidente por Jue. 5.5 que la tradición del Sinaí forma parte desde antiguo de
las creencias israelitas. El papel prominente del mte. Sinaí en el AT y la fuerte tradición a
que está ligada ofrecen amplias pruebas para apoyar la historicidad del relato (Éxodo).21

2.4 Los diez mandamientos

Diez Mandamientos, denominación de los preceptos que, según el Antiguo


Testamento, fueron entregados por Dios a Moisés en el monte Sinaí. De acuerdo con Éxodo

20Ídem.
21Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones
Certeza) 2000, c1982.
P á g i n a | 20

(31,18) fueron grabados por el propio Dios sobre dos tablas de piedra. Es probable que se
tratara de tablas de arcilla, del tipo utilizado en la escritura cuneiforme. Más tarde, Moisés
destruyó las tablas, enojado porque su pueblo había abandonado su fe. Dios le ordenó
entonces labrar nuevas tablas, que fueron depositadas en el Arca de la Alianza.

En Éxodo (20,1-17) y en Deuteronomio (5,6-21) aparecen dos versiones diferentes de


los mandamientos, aunque en ambas el espíritu es el mismo. La versión del Éxodo difiere
de la del Deuteronomio en dos elementos: proporciona un motivo religioso, en lugar de
humanitario, respecto a la observancia del sábado; y, al prohibir la codicia, incluye a la
mujer del prójimo junto con el resto de sus propiedades, en lugar de hacerlo por separado.

Por tradición, los mandamientos han sido enumerados de acuerdo con tres criterios. La
mayoría de los cristianos protestantes y ortodoxos dividen y enumeran los mandamientos
del siguiente modo: (1) prohibición de adorar a cualquier divinidad que no sea Dios; (2)
prohibición de la idolatría; (3) prohibición de tomar el nombre de Dios en vano; (4)
observancia del sábado; (5) honrar a los padres; (6) prohibición de matar; (7) prohibición
del adulterio; (8) prohibición de robar; (9) prohibición de prestar falso testimonio; (10)
prohibición de codiciar la propiedad o desear a la mujer del prójimo.

Los católicos y los luteranos siguen la división utilizada por san Agustín de Hipona
(siglo IV). El prólogo y las dos primeras prohibiciones están combinados, y el último
mandamiento se divide en dos prohibiciones: desear a la mujer del prójimo y codiciar los
bienes ajenos. Por ello, la enumeración de los demás mandamientos difiere en un número.

Los diez mandamientos son los siguientes:

1. Amarás a Dios sobre todas las cosas.


2. No tomarás el nombre de Dios en vano.
3. Santificarás las fiestas.
4. Honra a tu padre y a tu madre.
5. No matarás.
6. No cometerás adulterio.
7. No robarás.
8. No dirás falso testimonio, ni mentirás.
9. No consentirás pensamientos, ni deseos impuros.
10. No codiciarás los bienes ajenos.

En la tradición judía el prólogo es considerado el primer mandamiento, las dos primeras


prohibiciones se conjuran como segundo mandamiento, y el resto sigue el mismo orden que
las tradiciones protestante y ortodoxa.
P á g i n a | 21

En realidad, los Diez Mandamientos engloban los principios comunes para toda la
humanidad. Los filósofos y teólogos escolásticos del medioevo, como santo Tomás de
Aquino y san Buenaventura, sostienen que todos los mandamientos son parte de la ley
natural y, por consiguiente, aprehensibles para todos los seres racionales. Ambos alegaron
que Dios reveló los mandamientos a Moisés para recordar a la humanidad sus obligaciones,
olvidadas con facilidad por causa del pecado original. En realidad, se hacían eco de una
idea similar expresada por los primeros padres de la Iglesia, como Tertuliano y Agustino,
que manifestaron que los mandamientos ya habían sido grabados en el corazón humano
antes de ser escritos sobre tablas de piedra.

―Es posible hallar amplias secciones del Decálogo en las leyes de otros pueblos de la
antigüedad. Por ejemplo, en la religión egipcia, eran de obligado cumplimiento
determinados preceptos (las prohibiciones de robar, matar y comportarse de forma injusta)
para entrar en el templo de Osiris, diosa y sacerdotisa de los muertos‖22.

Los ―diez mandamientos‖ o ―palabras‖ ( Ex. 34.28; Dt. 4.13; 10.4) fueron pronunciados
originalmente por la voz divina desde el Sinaí a oídos de todo Israel (Ex. 19.16–20.17).
Después, dos veces fueron escritos por el dedo de Dios en ambos lados de dos tablas de
piedra (Ex. 31.18; 32.15–16; 34.1, 28; cf. Dt. 10.4). Moisés destruyó el primer par, para
simbolizar el quebrantamiento del pacto por parte de Israel al pecar con el becerro de oro
(Ex. 32.19). El segundo par fue depositado en el arca (Ex. 25.16; 40.20). Más tarde Moisés
volvió a publicar los Diez Mandamientos en forma ligeramente modificada (Dt. 5.6–21).

La designación frecuente del contenido de las dos tablas como ―el Decálogo‖, si bien
tiene precedentes bíblicos, ha tendido a restringir indebidamente el concepto general de su
carácter. No resulta adecuado clasificar esta revelación como ley; pertenece a la categoría
más amplia del pacto. Se le aplica la terminología ―pacto‖ (Dt. 4.13) y ―las palabras del
pacto‖ (Ex. 34.28; cf. Dt. 29.1, 9). También se denomina ―testimonio‖ (Ex. 25.16, 21;
40.20; cf. 2 R. 17.15), término que describe la organización de la vida según el pacto como
algo impuesto en forma solemne y juramentada de tal manera que se vuelve prácticamente
sinónimo. Las dos tablas se llaman ―tablas del pacto‖ (Dt. 9.9, 11, 15) o ―testimonio‖ (Ex.
31.18; 32.15; 34.29).

La ocasión histórica en que se hizo la entrega original de esta revelación fue la


concertación del pacto teocrático. Los principios de Ex. 20.2–17, tal como fueron
elaborados y se aplicaron en forma casuística en el libro del pacto (Ex. 20.22–23.33),
sirvieron como instrumento legal en la ratificación de dicho pacto (Ex. 24.1–8). La versión
posterior, deuteronómica, forma parte de un documento de renovación del pacto.

Por lo tanto, cuando la Escritura se refiere a la revelación de las dos tablas como ―los
diez mandamientos‖ (o ―palabras‖), lo hace claramente aplicando el concepto de ―la parte
22
Enciclopedia Microsoft Encarta. 2005. Microsoft Corporatión.
P á g i n a | 22

por el todo‖. Al mismo tiempo, esta terminología y la preponderancia del contenido legal
que ella refleja indican que el tipo de pacto a que se refiere es esencialmente el
establecimiento de un reino organizado bajo el señorío del soberano elegido según las
estipulaciones de dicho pacto.

El carácter pactual del Decálogo se puede ilustrar y corroborar mediante antiguos


tratados internacionales del tipo utilizado para formalizar la relación entre un soberano y un
vasallo (Pacto). Los tratados de soberanía comenzaban con un preámbulo identificando al
señor o amo, a la persona que hacía de portavoz (cf. Ex. 20.2a), y un prólogo histórico que
relataba especialmente los beneficios recibidos anteriormente por el vasallo, debidos al
favor y el poder de su señor (cf. Ex. 20.2b). Venían luego las obligaciones impuestas al
vasallo, la sección más larga. La estipulación principal era la exigencia de la lealtad al
señor del pacto o, negativamente, la prohibición de toda alianza con otros (cf. Ex. 20.3–17,
el principio primero y principal del cual es el amor incondicional a Yahvéh, que es un Dios
celoso). Otra sección enunciaba las maldiciones y las bendiciones que los dioses invocados
en el juramento de formalización del pacto descargarían sobre los vasallos, de conformidad
con sus transgresiones o su fidelidad. A veces estas sanciones se intercalaban entre las
estipulaciones (cf. Ex. 20.5b, 6, 7b, 12b). Entre otros paralelos se encuentra el estilo ―yo-
tu‖, la práctica de colocar una copia del tratado en los santuarios de ambas partes, y la
política administrativa de renovar el pacto con las generaciones sucesivas del reino vasallo.
En documentos relacionados con la renovación de pactos, la modificación de las
estipulaciones a fin de adaptarlas a las nuevas circunstancias era habitual. Ello explica las
diversas diferencias entre la forma del Decálogo en Ex. 20 y Dt. 5. Por ejemplo, Dt. 5.21
agrega ―su tierra‖, debido a la pertinencia de todo lo relativo a los bienes raíces, ante la
inminente herencia en Canaán por parte de Israel.

En síntesis, las dos tablas contenían la esencia del pacto sinaítico. Yahvéh, creador de
cielo, tierra, mar, y todo lo que en ellos hay, figura como el soberano. La relación teocrática
del pacto se retrotrae hasta la elección y liberación redentoras de Yahvéh, y su continuación
hasta la milésima generación se atribuye a su fidelidad y misericordia. El modo de vida
según el pacto se dicta soberanamente en diez mandamientos, la norma para la
consagración de Israel a su Señor.23

El hecho mismo de que la ley está contenida en la revelación divina del pacto es
indicativo del principio religioso de la devoción personal a Dios como la médula del
verdadero cumplimiento de la ley. Pero no existe incompatibilidad alguna entre la
exigencia divina comunicada en imperativos concretos y el llamado de Dios a una entrega
personal a él en amor. Yahvéh describe a los beneficiarios de su misericordia como
aquellos ―que me aman y guardan mis mandamientos‖ (Ex. 20.6; cf. Jn. 14.15). La ética
bíblica está arraigada en la religión bíblica, y la religión bíblica no es un misticismo
informe sino un orden estructurado.

23Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones
Certeza) 2000, c1982.
P á g i n a | 23

La revelación de la ley en el contexto de la acción redentora sujeta a las estipulaciones


del pacto indica que la conformidad a la ley tiene que ser un acto de gracia de Yahvéh,
salvándolos de la esclavitud. En este contexto hasta la forma preponderantemente negativa
del Decálogo sirve para magnificar la gracia de Dios, el que presenta esta protesta contra el
pecado del hombre, no como condenación final, sino como llamado a la santidad, que es la
meta de una comunión restablecida según el pacto. La forma negativa se vuelve de este
modo una promesa divina, a los siervos redimidos, de un triunfo último y perfecto sobre el
poder demoníaco que los querría esclavizar en el infierno de una interminable alienación de
Dios. Una ética arraigada en una religión de esta clase posee la dinámica de la fe, la
esperanza, y el amor.

Las leyes del Decálogo están formuladas en términos apropiados para el orden que
establece el pacto, del cual este último constituía la constitución-tratado. Por ejemplo, la
forma específica de la ley del día de reposo refleja la perspectiva escatológica del Antiguo
Testamento, y la promesa agregada al quinto mandamiento (y que en otras partes se
relaciona con la totalidad de la ley, cf. Dt. 5.33–6.3) se vale de las imágenes de la
manifestación contemporánea y típica del reino de Dios. Esto no quiere decir que los Diez
Mandamientos no sean normativos para una vida ajustada al pacto en el día de hoy; pero
para establecer su aplicación precisa siempre tenemos que tener en cuenta nuestra ubicación
escatológica.

Por lo que hace a la división en diez ―palabras‖, el paralelismo del Decálogo con la
estructura de los tratados de soberanía muestra el error de considerar el preámbulo y el
prólogo histórico como un mandamiento. Además, las formas diversas de la prohibición de
la codicia en Ex. 20.17 y Dt. 5.21 contradicen la división de la misma en dos
mandamientos. La división habitual del Decálogo en ―dos tablas‖ surge del error de no
reconocer que las dos tablas constituyen textos iguales del mismo tratado.
La alta crítica especulativa, si bien postula un Decálogo muy primitivo (incluso mosaico),
considera que la forma canónica es el resultado de revisiones ampliatorias posteriores. Una
reconstrucción de este tipo resulta incompatible con el criterio sustentado por la crítica
formal en el sentido de que el Decálogo ostenta forma de tratado, porque los tratados no
estaban sujetos a modificaciones posteriores por otros. Más aun, la forma de tratado que el
contexto del Sinaí exigía para el pacto se perdería en el caso de un original hipotéticamente
sintetizado. La teoría de que Ex. 34.11–26 es un primitivo ―Decálogo‖ cúltico se apoya en
una equiparación errónea de este pasaje con los ―diez mandamientos‖ mencionados en Ex.
34.28. La verdadera relación de Ex. 34.5–27 con los dos textos siguientes del Decálogo
(Ex. 34.1–4, 28) es semejante a la de Ex. 20.22–23.33 con las tablas originales.24

3 Período de Los Jueces

24Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones
Certeza) 2000, c1982.
P á g i n a | 24

El período histórico de los jueces se extiende desde Josué y los ancianos hasta el
reinado de Saúl. Después de la muerte de Josué (1390 a.C.) los ancianos continuaron
gobernando por cerca de 15 años, lo que da la fecha de alredero del año 1375 a.C. como el
principio del período de los jueces. Puesto que Saúl llegó a ser rey el año 1050 a.C., esto
da un período no mayor de 325 años de administración bajo los jueces.

Los detalles que fueron escogidos para ser incluidos en éste libro demuestran una
filosofía específica de ese período histórico, que puede resumirse en cuatro etapas: 1)
Pecado, 2) Esclavitud, 3) Súplica y 4) Liberación.

En ésta época se pueden señalar que los jueces fueron trece, pero los más notables
fueron: Otoniel, Aod, Débora/Barac, Gedeón, Jefté y Sansón.

Los siete jueces secundarios están intercalados entre ellos, y son : Samgar, el juez de
aguijada (entre Aod y Débora); Tola, juez de Isacar (entre Gedeón y Jefté); Jair, juez de
Galaad (después de Tola, entre Gedeón y Jefté); Ibzán, juez de Belén (entre efté y Sansón);
Elón, juez de Zabulón (después de Ibzán, entre Jefté y Sansón) ; Abdón, juez familiar
(después de Elón, entre Jefté y Sansón).

En relación a la adoración, se puede ver que en el tiempo de Gedeón un problema de


idolatría, como se menciona en (Jueces 6:25-26) donde se indica que había un altar a Baal
y a Asera. El mandato de Dios a Gedeón es que destruya éste altar y que en su lugar
levante un altar para él y que haga un holocausto. También se tiene el ejemplo de Micaias
que tuvo casa de dioses, mostrando la inmoralidad de aquellos tiempos (Jueces 17:1 ―1Hubo
un hombre del monte de Efraín, que se llamaba Micaía, 2el cual dijo a su madre: Los mil
cien siclos de plata que te fueron hurtados, acerca de los cuales maldijiste, y de los cuales
me hablaste, he aquí el dinero está en mi poder; yo lo tomé. Entonces la madre dijo:
Bendito seas de Jehová, hijo mío. 3Y él devolvió los mil cien siclos de plata a su madre; y
su madre dijo: En verdad he dedicado el dinero a Jehová por mi hijo, para hacer una
imagen de talla y una de fundición; ahora, pues, yo te lo devuelvo. 4Mas él devolvió el
dinero a su madre, y tomó su madre doscientos siclos de plata y los dio al fundidor, quien
hizo de ellos una imagen de talla y una de fundición, la cual fue puesta en la casa de
Micaía. 5Y este hombre Micaía tuvo casa de dioses, e hizo efod y terafines, y consagró a
uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. 6En aquellos días no había rey en Israel;
cada uno hacía lo que bien le parecía”).25

4 La Monarquía

25Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
P á g i n a | 25

―La monarquía surgió en torno al siglo XI a.C., en un clima de enfrentamientos internos


y amenazas externas. Las luchas intestinas giraron en torno a la forma de gobierno
adecuada para la nación. Mientras que algunos favorecían el estilo más tradicional de
liderazgo carismático en épocas de crisis, otros deseaban una monarquía estable. Triunfó la
monarquía debido a la amenaza exterior de los filisteos, superiores en el orden militar, que
ocuparon cinco ciudades de la llanura costera. Saúl unió a las tribus e instauró la
monarquía, pero murió junto a su hijo Jonatán en una batalla contra los filisteos. David se
convirtió en rey, primero del sur y más tarde de toda la nación. Tras encargarse de eliminar
de una vez por toda la amenaza filistea, instauró un imperio que abarcó desde Siria hasta la
frontera con Egipto. Su reinado fue largo y próspero, aunque no carente de luchas intestinas
por la posesión de su trono. Le sucedió su hijo Salomón, quien estableció una corte
siguiendo el modelo de otros monarcas orientales. Salomón construyó un palacio y el gran
Templo de Jerusalén, exprimiendo al máximo los recursos del país para realizar sus
grandiosos proyectos.‖26

2.4.1 Rey, Reinado

Heb. melek gr. basileus. Ambos términos son de origen oscuro; el primero, común a
todos los idiomas semíticos, posiblemente esté relacionado, ya sea con una raíz ár. Que
significa ―poseer‖, o con una voz as. y arm. que significa ―consejo‖. Esta última
probablemente fue tomada de una primitiva lengua egea.

La investidura real se generalizó en el Cercano Oriente desde los tiempos más remotos;
generalmente se trataba de un gobernante que ejercía dominio sobre una región habitada, a
menudo con centro en una ciudad (Gn. 14.1–2; 20.1ss). Su autoridad parece haber sido
hereditaria (pero cf. Gn. 36.31ss), y se derivaba del rey divino o dios de la tierra donde
ejercía su dominio (J. A Soggin, Protestantismo 17, 1962, pp. 85–89), de quien a menudo
se decía que era antecesor o padre del rey gobernante (p. ej. Ras Shamra, leyenda del rey
Keret). En Egipto se tendía a considerar que el rey o faraón era idéntico al dios; en Asiria
más bien representaba al dios.

En el gr. clásico basileus denota al gobernante hereditario legal, que dirige la vida del
pueblo por su justicia o injusticia, pero que se distingue del tirano o usurpador. El origen
del poder real se remonta a Zeus. Más tarde, bajo Platón, encontramos un movimiento
destinado a considerar al rey como ―benefactor‖, cuya voluntad es ley, lo que lleva a la idea
del ―rey divino‖ en Alejandro y los Césares.

26
Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta 2,005. Microsoft Corporation.
P á g i n a | 26

3.2. Primeras nociones en Israel

En la historia de Israel las primitivas tribus nómadas eran gobernadas por el patriarca
del clan. Durante el éxodo de Egipto el gobierno fue ejercido por Moisés, a quien sucedió
Josué, en lo que virtualmente fue una teocracia, con un líder no hereditario elegido por
llamamiento divino y reconocido por el pueblo, aunque no sin alguna protesta (Ex. 4.29ss;
Nm. 16.1ss). Cuando Israel se estableció en Palestina por primera vez, las tribus fueron
gobernadas principalmente por los padres o ancianos de la aldea (Jue. 11.5), que
nombraban a un hombre determinado para guiar a la milicia contra el enemigo. Jefté (Jue.
11.9) exigió que se lo nombrara ―caudillo‖ para cumplir esta función, pero su hijo no lo
sucedió. A Gedeón se le pidió que gobernara a Israel (8.22) y rehusó, pero su hijo Abimelec
hizo suyo un reinado local y temporario después de él (9.6ss). El libro de Jueces termina
con una nota de caos social (caps. 19–21), lo cual se atribuye a la falta de rey (19.1; 21.25).

3.3. De Elí a Samuel

En el período siguiente la situación mejoró bajo la dirección religiosa y jurídica de Elí


y Samuel. Elí fue sumo sacerdote en el santuario central en Silo (2 S. 1.3; 4.12); Samuel fue
un líder no hereditario (al estilo de Moisés y Josué), que, después de la destrucción de Silo,
juzgó a Israel desde diferentes lugares que visitaba periódicamente (7.15s). Finalmente
Samuel se convirtió en hacedor de reyes de Israel, pero solamente por insistencia del
pueblo (1 S. 8.4ss). Parecería que esto se consideró como apostasía en alguna medida,
como abandono de la teocracia (1 S. 8.7). Probablemente el pedido se debió más que nada a
la continua amenaza filistea, que hacía necesario contar con un ejército regular (8.20), y el
éxito militar de Saúl fue su principal calificación para desempeñar el papel de primer rey de
Israel. Bajo su reinado, sin embargo, mientras vivió Samuel, el profeta conservó el
liderazgo religioso (1 S. 13.9ss), y Saúl nunca afirmó completamente su posición ni su
dinastía.

3.4. Evolución bajo David

David, en cambio, fue sumamente exitoso, y posteriormente se lo consideró siempre


como el rey ideal. Estableció una dinastía que duró más de 400 años, hasta la disolución del
estado en 587 a.C. Parecería que la seguridad de la dinastía de David se basaba
principalmente en lo que se ha dado en llamar el pacto davídico (Sal. 132.11ss). La capital,
con una ubicación central entre los posteriores estados del Norte y el Sur, fue Jerusalén (2
S. 5.5ss). Puede ser que David haya asumido, en cierto modo, el papel de rey-sacerdote al
estilo de los reyes jebuseos, cuyo sacerdocio aparentemente se remontaba a la época de
Abraham (Gn. 14.17ss; Sal. 110), ya que parecería que ejercía funciones de liderazgo en el
culto (2 S. 6.13ss; cf. tamb. 1 R. 8.5).
P á g i n a | 27

El pacto davídico puede haber sido una extensión del pacto mosaico, particularmente si
G. E. Mendenhall está en lo cierto cuando piensa que la forma del pacto mosaico era
análoga a la de los tratados hititas. Bajo estos últimos, el amo hitita otorgaba una dinastía
duradera a su vasallo en el caso de ser pariente; si no, asumía personalmente la
responsabilidad del nombramiento de un sucesor. La referencia al rey como hijo de Dios
(Sal. 2.6–7), y la promesa de mantener la dinastía en función del pacto (1 R. 9.4–5), dan
bastante credibilidad a este parecer.

La principal responsabilidad del rey era la de mantener la justicia (Is. 11.1–4; Jer.
33.15), posiblemente señalada por la posesión de los testimonios o la ley o toÆraÆ (Dt.
17.18ss; 1 S. 10.25; 1 R. 9.4ss; 2 R. 11.12), con el deber de actuar no solamente como juez
(1 R. 3.28), sino también de preservar la justicia y proclamar la ley (2 R. 23.2; cf. 2 Cr.
17.7ss; cf. tamb. Jue. 17.6).

Pero muchos de los reyes fueron impíos y estimularon la injusticia y la maldad, no sólo
en el cismático reino del N sino también en el del S (1 R. 14.16; 2 R. 21.16). La reforma de
Josías (2 R. 22–23) puede haber sido un esfuerzo para reavivar los preceptos mosaicos en
relación con el pacto davídico, pero sobre todo fue un movimiento profético para limitar el
desenfreno de los reyes (2 S. 12.1ss; 1 R. 18.17–18; Jer. 26.1ss) (Profecía).

Podrá notarse que a la dinastía davídica hemos aplicado varios de los llamados pasajes
mesiánicos (Sal. 2; 110; 132; Is. 11.1–4; Jer. 33.15), y según el punto de vista de muchos
estudiosos modernos, esta es su referencia primaria; los salmos mencionados posiblemente
sean salmos de coronación utilizados en el templo de Jerusalén. Como los reyes se
desviaron del ideal, sin embargo, la esperanza de un gobernante justo se llevó cada vez más
al futuro. Con la caída del reino del S, y posteriormente el fracaso del príncipe davídico,
Zorobabel (1 Cr. 3.19; Hag. 2.23; Mt. 1.12), de restaurar la dinastía en el trono del estado
posexílico, la expectativa cristalizó en lo que técnicamente se conoce como la esperanza
mesiánica, aunque muchos eruditos creen que empezó antes (Mesías).

3.5 Los ministros del rey

Pero corresponde notar que, según parece, los profetas no eran nombrados por el rey,
aunque sí los sacerdotes (1 R. 2.27). Ambos oficiaban en la coronación de un rey (1.34),
pero a veces el profeta tomaba las iniciativas de mayor envergadura, especialmente cuando
se producía un cambio de dinastía, como ocurrió en el reino del N (1 R. 19.16). Otros
servidores del rey eran el comandante del ejército (2 S. 19.13); el secretario (2 S. 8.17; 2 R.
12.10), y el escriba, además de un número de funcionarios adicionales (1 R. 4.3ss). El
escriba (mazkéÆr, literalmente uno que hace recordar) quizás estaba vinculado con la tarea
de hacer la crónica de los asuntos de estado (cf. 2 R. 21.25), aunque este término puede
indicar la posición ejecutiva y de consejero de un primer ministro o gran visir. Otra
P á g i n a | 28

posibilidad es que se tratara de un cargo vocal, paralelo al whm. m egp., ‗anunciador de la


corte‘ o ‗heraldo del rey‘.

3.6 Evolución posterior

Durante el período 104–37 a.C. algunos de los sumos sacerdotes asumieron el título de
rey, y algunos fueron proclamados como cumplimiento de la esperanza mesiánica, pero el
mensaje del NT es que, esencialmente, esta esperanza fue cumplida solamente en Jesucristo
(Mt. 1.1–17; 21.5, con el cual cf. Zac. 9.9 y el procedimiento de coronación en el caso de
Salomón, 1 R. 1.33; tamb. Jn. 1.49). El mensaje de Jesús comenzó con la proclamación de
que ―el reino de Dios se ha acercado‖ (Mr. 1.15), y anunciaba a los fariseos que el reino
estaba ―entre ellos‖ (Lc. 17.21). Hizo resaltar que no era un reino de este mundo (Jn.
18.36), por lo que no estaba en el mismo plano que el del gobernador romano, Pilato, o el
de Herodes, el rey idumeo de Judá y vasallo de Roma (cf. Mt. 2.16).

Aunque el término que se traduce ―reino‖ (basileia) se emplea en el sentido de reino o


dominio (Mt. 12.25), la idea dominante es la de ―soberanía‖ o ―gobierno monárquico‖. La
soberanía de Dios es absoluta, pero no la reconoce el hombre pecador, que de esa manera
merece la destrucción. El ―evangelio del reino de Dios‖ significa que se da una oportunidad
a los hombres para que reciban el reino por arrepentimiento y fe (Mr. 1.15). Esto se logra
por medio de Cristo el Rey-Mesías, ante quien debe doblarse toda rodilla, ya sea en
voluntaria lealtad o sometido a juicio (Ro. 14.10–11; Fil. 2.9–11).

El reinado de los monarcas terrenales es limitado, y Cristo reclama fidelidad primaria


(Mt. 6.33). Sus súbditos son rescatados del poder de las tinieblas (Col. 1.13), y de ese modo
quedan en libertad para vivir en rectitud (Ro. 14.17). El reino de Cristo es eterno (2 P.
1.11), pero aun debe consumarse (Lc. 22.16; 1 Co. 15.24–28). (Reino de Dios)27

4 Cautiverio y restauración de Israel.

4.1 El Destierro

En el momento de la disolución del reino de Judá había comunidades judías en Egipto,


Babilonia y Palestina.

27Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones
Certeza) 2000, c1982.
P á g i n a | 29

4.2 La vida en Babilonia

Entre todas esas comunidades, la más importante era la de Babilonia. Los exiliados
formaron allí una floreciente colonia formada por los judíos deportados en el 597 a.C. y por
otros que ya se habían establecido en la zona desde la caída del reino de Israel en el 721
a.C. Bajo el liderazgo del sacerdote y reformador Ezequiel, la comunidad babilónica pudo
mantener su identidad sustituyendo la patria política por otra espiritual. El ritual ocupó un
lugar prominente dentro de la religión, con el fin de gobernar así la vida de los exiliados.
Los escribas comenzaron a fijar por escrito las tradiciones del pueblo, y esos textos se
convertirían en los libros de la Biblia. El culto que anteriormente se había realizado en el
Templo fue sustituido por la oración en grupo. Un profeta anónimo al que se ha llamado
Isaías, cuyos discursos forman la segunda parte del libro bíblico de Isaías, se encargó de
alentar en los exiliados una fe en una nueva vida, en una nueva y reconstruida Jerusalén.

4.3 El regreso a Jerusalén

En el 539 a.C., el fundador del Imperio persa, Ciro II el Grande, conquistó Babilonia.
Al año siguiente, publicó un edicto en el que otorgaba la libertad a los judíos.
Aproximadamente 42.000 miembros de la comunidad babilónica prepararon su regreso a
Palestina, llevándose consigo todos sus bienes, además de las donaciones de los que se
quedaron en Babilonia y, tal como dice la tradición, regalos del propio emperador. Liderada
por un príncipe de la casa de David llamado Zorobabel, la expedición se dirigió a Jerusalén.
El país aún estaba desolado debido a los estragos causados por las guerras caldeas. El
desaliento que sintieron en ocasiones los inmigrantes debido a la enorme magnitud de la
tarea que tenían ante sus ojos fue superado gracias a la labor de dos líderes religiosos, los
profetas Ageo y Zacarías, quienes enarbolaban con fuerza la dimensión espiritual de sus
esfuerzos, tal y como había predicho Ezequiel antes que ellos. Los judíos se concentraron
en la reconstrucción del Templo, hecho que consumaron en el año 516 a.C. Para la
tradición judía, esta fecha marca el verdadero fin del exilio babilónico, cuya duración fue,
pues, de setenta años (586-516 a.C.).

―El sumo sacerdote fue elegido gobernante de la provincia de Judá o Judea, que desde
entonces se transformó en una teocracia. Las labores de reconstrucción fueron lentas y,
aproximadamente en el 445 a.C., Nehemías (protegido del rey Artajerjes I de Persia, quien
reinó entre 465-425 a.C.) recibió autorización expresa para reconstruir la ciudad. Bajo su
dirección Jerusalén volvió a ser una gran ciudad. Durante este periodo la comunidad
babilónica, habiendo oído noticias referentes a la falta de disciplina religiosa en Jerusalén,
decidió enviar a Esdras, un famoso maestro y escriba, para que introdujera las necesarias
reformas religiosas. A mediados del siglo IV, Judea se había convertido en un país
P á g i n a | 30

organizado según unas estrictas doctrinas religiosas, y dominado por una casta sacerdotal
muy poderosa. La Torá (o ‗Ley‘, es decir, el Pentateuco) rigió la vida cotidiana de los
judíos; durante este tiempo, los escribas y los maestros de la Ley dieron su forma definitiva
a las Sagradas Escrituras.‖28

En el año 538 a.C. el pueblo fue liberado de Babilonia tras haber sido instaurado el
Imperio persa por Ciro II el Grande. Los profetas Esdras y Nehemías fueron los líderes de
la época posterior al exilio, cuando se restablecieron las instituciones y se reconstruyó el
Templo. Judá pasó a ser una provincia persa y sus habitantes gozaron de una relativa
autonomía, en especial en el orden religioso.

―En algún momento durante este periodo la historia de Israel devino en la historia del
judaísmo, aunque su fecha exacta es objeto de polémica. Para más información, véase
Judíos; Judaísmo. A principios de la era cristiana, el pueblo había sobrevivido al
surgimiento del imperio de Alejandro Magno (333 a.C.), a la revolución y al régimen de los
Macabeos (168-165 a.C.) y al establecimiento del control romano sobre Palestina (63 a.C.).
Tras ser sofocada una rebelión en el año 70 d.C., que provocó la destrucción de Jerusalén,
su vida cambió por completo.‖29

4.6 Los judíos después del exilio:

Pese a la destrucción del segundo Estado judío, y al aumento del anti judaísmo, la
comunidad judía logró mantener su identidad y sus tradiciones por medio de profundos
cambios culturales.

4.7 El desarrollo de la religión en el exilio

Como reacción a la fragmentación que supuso el comienzo de la era cristiana, los judíos
desarrollaron una religión propia en el exilio: el judaísmo. La continuidad de la unión entre
los judíos se fundó en el empleo de una lengua común, en la herencia literaria que todos los
judíos estaban obligados a conocer y a estudiar, en una vida comunitaria con una sólida
organización y en el estímulo que significaba la esperanza mesiánica.

Durante los primeros seis siglos de exilio, los maestros y rabinos codificaron las leyes
transmitidas hasta entonces oralmente, y volcaron una parte de las mismas en la Mishná y
la Guemará, ambas integrantes del Talmud. Los principales centros de enseñanza del
judaísmo funcionaron como academias; surgieron en Palestina (especialmente en Galilea) y
28
Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta 2,005. Microsoft Corporation.
29
Ídem, p 30.
P á g i n a | 31

en Babilonia. En un principio estuvieron bajo la dirección de los partos y luego, desde el


año 227, de los sasánidas. Desde el siglo VI a.C., Babilonia pasó con el tiempo a ser un
centro de gran influencia para los judíos del exilio. La colonia judía estaba dirigida por un
administrador, que recibía el nombre de exilarca. Las dos academias babilónicas de Sura y
de Pumbedita lograron gran renombre.

―Los estudiosos que trabajaron durante los siglos I y II d.C. en la codificación y


ampliación de la ley oral recibieron el nombre de tanaim (en arameo, ‗enseñantes‘).
Durante el siglo III fueron reemplazados por los amoraim (en arameo, ‗hablantes‘), y en el
siglo V por los llamados saboraim (en arameo, ‗reflectantes‘).‖30 El Talmud babilónico se
concluyó a comienzos del siglo VI, una vez terminada de redactar la Guemará, es decir, los
comentarios a la Mishná. Hubo otro Talmud, aunque menos completo que el anterior, el
palestinense o de Jerusalén, que se concluyó aproximadamente un siglo antes. Los últimos
directores de las academias babilónicas recibieron el nombre de geonim (plural del hebreo
gaón, ‗excelencia‘); desde todas partes del mundo medieval los geonim recibían consultas
relativas a la religión; sus contestaciones, denominadas responsa, fueron incorporadas a las
prácticas religiosas.

30
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Capítulo 3: La adoración en el Nuevo Testamento

1 Adoración.

En el NT se encuentra nuevamente el culto del templo y de la sinagoga. Cristo participó


de ambos, pero constantemente inculcó la idea de que la adoración debía representar el
amor del corazón hacia un Padre celestial. En su enseñanza el acercarse a Dios mediante el
ritual y el sacerdocio no sólo no tiene importancia, sino que ya no es necesaria en absoluto.
Por fin la ―adoración‖ es la verdadera latreia, un servicio ofrecido a Dios no sólo en función
de culto en el templo sino de servicio a los demás (Lc. 10.25ss; Mt. 5.23s; Jn. 4.20–24; Stg.
1.27). Al comienzo, sin embargo, la iglesia no abandonó el culto en el templo; y
probablemente los cristianos siguieron concurriendo a los servicios en la sinagoga también.
Además, cuando se produjo finalmente la ruptura entre el judaísmo y la iglesia, el culto
cristiano puede haber adoptado como modelo el servicio de la sinagoga.

En contraposición con una adoración ritualista o tradicionalista de los judíos y


samaritanos, el Señor Jesús dijo que Dios busca adoradores sinceros, que lo hagan ―en
espíritu y en verdad‖ en cualquier sitio (Jn.4:21-24). El Señor Jesús acepto que se le
rindiera adoración (Mt.14:33; Jn.5:22-23), dando asi señal de su deidad. Los angeles
rinden adoración al Señor Jesús (He.1:6).

La Iglesia original de Jerusalén, teniendo el templo, siguió por un tiempo reuniéndose en


cierto rincón del mismo. Generalmente se acepta que la costumbre de la iglesia primitiva
de reunirse el primer día de la semana (Hch.20:7, 1 Cor.16:2) tenia por propósito la
adoración pero muchos judíos cristianos continuaron observando el sábado y las fiestas
tradicionales. Muy pronto, sin embargo los cristianos gentiles decidieron reunirse para
hacer su adoración pública el primer día de la semana (Hch.20:7; 1Cor.16:2), que fue
llamado ―el día del Señor‖ (Ap. 1:10), en conmemoración de la resurrección de Cristo.

El Nuevo Testamento no da detalles sobre la forma en que se realizaba la adoración


pública. Sabemos, sabemos, sin embargo, que en sus reuniones se celebraba el partimiento
del pan (Hch.2:46), se leía palabra de Dios (Col.4:16; 1 Tes.5:27); se profetizaba
(1Co.14:1); se hablaba en lenguas y se interpretaban estas (1 Co.14:4-6, 13,28); había
oraciones (1 Co.14:14); se cantaban ―salmos e himnos y canticos espirituales‖ (Col.3:16).
Llegara un día en que ―toda la tierra‖ (Sal.66:4) y ―todas las naciones‖ (Sal.22:27; 86:9)
adorarán a Jehová (fil.2:10-11).
P á g i n a | 33

2 La Iglesia del Nuevo Testamento.

Las iglesias del Nuevo Testamento. ¿Como eras las iglesias del Nuevo Testamento?
¿Cuáles cosas sucedían en ellas? La primera que conocemos fue la de Jerusalén. Los
apóstoles se reunían en un ―aposento alto, donde moraban…‖; ―…partiendo el pan en las
casas…‖ (Hch.1:13; 2:46). Una de esas cosas era la de ―María la madre de Juan…donde
muchos estaban reunidos orando‖ (Hch.12:12) cuando Pedro estaba preso. Se hacían
reuniones en el templo judío (―Y perseverando unánimes cada día en el templo y partiendo
el pan en las casas…‖ [Hch.2:26]). La forma del lenguaje parece indicar que las reuniones
eras diarias. Los apóstoles acudían al templo a orar (Hch.3:1). ―En efecto, los cristianos
iban a las sinagogas y participaban de sus cultos. Los creyentes de Jerusalén, cuando
oyeron los informes de Pablo acerca de lo que Dios hacia entre los gentiles, le dijeron: ―Ya
ves, hermano, cuantos millares de judíos hay que han creído; y todos son celosos por la ley‖
(Hch.21:20)‖31.

Fue en el año 90 d.C. cuando los judíos decidieron, con sentido universal, la expulsión
de las sinagogas de todo aquel que confesara que Jesús era el Cristo. Las iglesias de los
gentiles también comenzaron reuniéndose en casas. Se mencionan varios ejemplos, como
el de Priscila y Aquila (―Saludad también a la iglesia de su casa‖ [Ro.16:5; 1Co.16:19]), el
de Ninfas (―…la iglesia que esta en su casa‖ [Flm.2]). En cuanto al gobierno de las
iglesias., es evidente que los apóstoles asumieron la dirección de la de Jerusalén. Luego,
para ciertos trabajos que les distraían de la ―oración y…el ministerio de la palabra‖ se
escogieron siete personas para ―servir a las mesas‖, surgiendo asi lo que se llamo el oficio
de diacono (Hch.6:1-6).

En su trabajo misionero, los apóstoles se preocupaban de establecer ―ancianos en cada


ciudad‖, esto es, en las iglesias (Tit.1:5) los ancianos, pastores y obispos eran los
encargados de dirigir las iglesias. Los que ―gobiernan bien‖, decía Pablo, merecían ser
sostenidos por la iglesia. ) 1 Ti.5:17). Aunque la iglesia de Jerusalén no interfería en los
asuntos de las demás iglesias., se reconocía su autoridad moral por ser la mas antigua y por
la significación histórica de la ciudad y la experiencia de sus lideres. Conjuntamente con la
predicación del evangelio, las iglesias se preocupaban por los pobres y marginados sociales.
En Jerusalén, ―vendían sus propiedades y sus bienes, y los repartían a todos según la
necesidad de cada uno‖ (Hch.2:45).

Los lideres de la iglesia de Jerusalén pidieron a Pablo que se acordase de los pobres
(―…lo cual también procurare con diligencia hacer‖ [Gá.2:10]). Las iglesias gentiles se
preocuparon por ayudar a los necesitados en Jerusalén (―porque Macedonia y Acaya
tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos en Jerusalén‖
31
Nuevo Diccionario de la Biblia. (Editorial Unidita: 1992).
P á g i n a | 34

[Ro.15:26]). También tenían la costumbre de ayudar económicamente a las viudas de su


comunidad (―sea puesta en la lista solo la viuda no menor de sesenta años…‖ [1 Ti.5:9]) y
se ocupaban de los enfermos (Stg.5:14-15). Algunas personas idealizan las iglesias del NT,
pero este no encubre los grandes problemas, errores y pecados que existían en aquellas
comunidades cristianas. En Jerusalén Ananías y Safira mintieron (Hch.5:1-11). También
―hubo murmuraciones de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran
desentendidas en la distribución diaria‖ (Hch.6:1).

En Antioquia , lideres de la envergadura de Pedro y Bernabé tuvieron que sufrir de


Pablo un reproche publico como hipócritas, por una ―simulación‖ que hacían frente a
visitantes judíos para que los les vieran comer con gentiles (Gá.2:11-13). En Corinto hubo
casos de diversos pecados, incluyendo uno de incesto (1 Co.5:1). El Apóstol Juan
menciona a un tal Diófretes, que se convirtió en un cacique exclusivista en una iglesia. No
recibía a los hermanos y expulsaba s los que no estaban de acuerdo con él (3 Jn.9:10). En
la iglesia de los Tesalonicenses habían personas que tomaban como excusa la esperanza de
la venida del Señor para comportarse como vagos (2 Ts.3:10-12) aparecieron maestros
falsos en las iglesias, que tenían ―apariencia de piedad‖ pero negaban ―la eficacia de ella‖,
y ―mujercillas cargadas de pecados‖ (2 Ti.3:5-7). En la mayoría de las cartas a las iglesias
de Asia, a las cuales Juan se dirige al Apocalipsis, se detectan defectos y pecados que
existían en ellas. Ante la observación de estos aspectos de la vida de las iglesias corrientes
en toda la historia hasta el día de hoy, nos asombras las declaraciones apostólicas en cuanto
a la iglesia. No ―las iglesias, sino ―la iglesia. Ella es ―la Casa de Dios‖…la iglesia del Dios
viviente, columna y baluarte de la verdad‖ (1 Ti.3:15). Jesucristo es el fundamento de ella
(1 Co.3:11-12). El es su cabeza y ella es su cuerpo (Ef.1:22-23; Col.1:18) esta figura se
refuerza con otra: la iglesia es la esposa de Cristo (Ef.5:21-33). Pablo explica que el
evangelio era un ―misterio escondido desde los siglos en Dios‖ y que ―la multiforme
sabiduría de Dios‖ es ―dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades
en los lugares celestiales‖ (Ef.3:9-10). El propósito de Cristo es ―santificarla, habiéndola
purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a si mismo, una
iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y
sin mancha‖ (Ef.5:26-27).

3.1 Prácticas de la Iglesia del Nuevo Testamento

El gran factor contribuyente en la ruptura con el día de reposo, el templo, el ritual, etc.,
judaicos, fue el encarnizado antagonismo de los judíos contra la iglesia. Pero por lo que
hace al NT nuestras nociones en cuanto al culto cristiano son muy vagas. Indudablemente
el día principal de adoración era el día del Señor (Hch. 20.7), aunque se habla de servicios
diarios al comienzo (Hch. 2.46). ―No se hace mención en el NT de servicios para
P á g i n a | 35

conmemorar la resurrección del Señor y la llegada del Espíritu en Pentecostés. El culto se


llevaba a cabo en las casas de los creyentes. En tales circunstancias no hacían falta
ministrantes oficiales. La simplicidad era la nota principal de estos servicios de adoración
de las iglesias reunidas en las casas, y consistían en su mayor parte en alabanza (Ef. 5.19;
Col. 3.16), oración, lectura de las Escrituras, y exposición‖32. En la iglesia de Corinto
vemos que se ―habla en lenguas‖ (1 Co. 14). El ágape, seguido por la Cena del Señor (1 Co.
11.23–28), constituían también rasgos comunes del culto cristiano. Pero en todos los casos
el acento recaía sobre el Espíritu, y sobre el amor y la devoción interior del corazón.

3.1.2 Lectura de las Escrituras: Los cristianos usaban los escritos de sus propios líderes
tales como las cartas de Pablo y los Evangelios con relatos de la vida de Jesús y,
probablemente, con recolección verbales referentes a ellos.

3.1.2 Alabanzas: También usaban salmos para expresar alabanzas en la adoración cristiana.
Nuevos himnos eran agregados, escritos por creyentes cristianos, tales como los que se
encuentran en las cartas de Pablo.

3.1.3 El bautismo y la cena del Señor eran adiciones distintivas en la adoración cristiana.
Hay diferencias entre las fiestas o comidas de compañerismo y la cena del Señor como un
memorial o recordatorio. La celebración de la cena del señor era el principal motivo para
que los hermanos se reunieran.

3.1.3.1 El Bautismo:

Cualquiera sea su correspondiente trasfondo, el bautismo ha sido parte integral del


cristianismo desde sus comienzos. Los primeros convertidos eran bautizados (Hch. 2.38,
41). Pablo, convertido dentro de los dos o tres años de la resurrección, da por sentado que el
bautismo marca el comienzo de la vida cristiana (véase más adelante, IV). Y no sabemos de
ningún cristiano en el NT que no haya sido bautizado ya sea por Juan o en el nombre de
Jesús.

De la misma manera que el bautismo de Juan, también el primitivo bautismo cristiano


era una expresión de arrepentimiento y fe (Hch. 2.38, 41; 8.12s; 16.14s, 33s; 18.8; 19.2s;
cf. He. 6.1s). Muchos dirían que el perdón de pecados se lograba por medio del bautismo
desde el primer momento (Hch. 2.38; 10.43; 22.16; 26.18). Otros sostienen que quien se
bautizaba en la época cristiana primitiva consideraba al bautismo más como su ―aspiración
de una buena conciencia hacia Dios‘ (1 P. 3.21), con el don del Espíritu considerado como
la acción divina de aceptación y renovación (esp. Hch. 10.43–45; 11.14s; 15.8s).

32
Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones
Certeza) 2000, c1982.
P á g i n a | 36

Ciertamente era un paso decisivo de entrega para el que pretendía hacerse cristiano, lo que
a menudo debe haber dado como resultado el ostracismo y aun la persecución por parte de
sus anteriores compañeros.

A diferencia del bautismo de Juan, el bautismo cristiano se administró desde el


principio ―en el nombre de Jesús‖ (Hch. 2.38; 8.16; 10.48; 19.5). Esta frase probablemente
indica ya sea que el que bautizaba se veía como representante del Jesús exaltado (cf. esp.
3.6, 16 y 4.10 con 9.34), o que el que se bautizaba veía su bautismo como su acto de
entrega al discipulado de Jesús (cf. 1 Co. 1.12–16 y mas adelante, IV). Es muy probable
que se entendiera que dicha frase abarcaba ambos aspectos.

Es evidente, por lo tanto, que desde el primer momento el bautismo en el nombre de


Jesús se realizaba como el rito de ingreso o iniciación a la nueva secta de aquellos que
invocaban el nombre de Jesús (Hch. 2.21, 41; 22.16; cf. Ro. 10.10–14; 1 Co. 1.2). Algunas
veces se hacía con el agregado de la imposición de manos, y debe haber servido también
para expresar en forma gráfica la aceptación del que se bautizaba por parte de la comunidad
de aquellos que como él creían en Jesús (Hch. 8.14–17; 10.47s; 19.6; He. 6.2). La relación
entre el bautismo y el don del Espíritu en Hch. es motivo de grandes discusiones. Algunos
sostienen que el Espíritu se recibía (a) por el bautismo, o (b) mediante la imposición de
manos, o (c) por ambos medios, siendo los dos actos rituales partes integrantes de un solo
sacramento [sobre este término véase la nota aclaratoria al pie del artículo correspondiente]
conjunto. Cada una de estas posiciones puede invocar apoyo en algún punto del libro de
Hch.: (a) 2.38; (b) 8.17; cf. 9.17; (c) 19.6. Pero a menos que se logre mayor apoyo, resulta
muy difícil sostener que en el cristianismo primitivo había un concepto uniforme sobre este
tema, o que Lucas estaba procurando promover un determinado punto de vista. Es más
probable que para Lucas y los primeros cristianos el factor realmente decisivo para
demostrar la realidad de la entrega de una persona a Dios y su aceptación por él era el don
del Espíritu; la presencia del Espíritu resultaba fácilmente discernible por sus efectos en la
vida de aquel que lo recibía (Hch. 1.5; 2.4; 2.38; 4.31; 8.17s; 10.44–46; 11.15–17; 19.2). En
este encuentro divino-humano, el bautismo (y a veces la imposición de manos)
representaba un papel importante, particularmente, y por lo menos, como expresión de
arrepentimiento y entrega al Señor, como señal de haber ingresado al discipulado de Jesús y
de entrar a formar parte del grupo de sus discípulos, y generalmente como el contexto del
encuentro divino-humano en el cual se daba y se recibía el Espíritu. Una perspectiva más
―elevada‖ del bautismo tiene muy poco en lo cual fundarse.33

33Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones
Certeza) 2000, c1982.
P á g i n a | 37

3.1.3.2 La Santa Cena:

En la iglesia primitiva del libro de Hechos hay referencias aisladas a la comunión en la


mesa, p. ej. Hch. 2.42, 46, pasaje en el que la frase es ―partimiento del pan‖. En Hch. 20.7
(pero no en 27.35, que describe una comida ordinaria, no relacionada con el culto) hay una
referencia a una comida de comunión en la que se emplea idéntica frase. El hecho de que en
todo el libro de Hechos no haya referencia alguna a la copa ha llevado a H. Lietzmann
(véase Exp T 65, 1953–54, pp. 333ss para una exposición clara pero crítica de su teoría) a
formular la compleja tesis de que esta comunión de Jerusalén con uno solo de los elementos
es la forma más primitiva y original del sacramento [sobre este término véase la nota
aclaratoria al pie del artículo correspondiente], aunque apenas merece este nombre. Se
trataba, ex hypothesi, de una comida de camaradería que comenzaba con la conocida
costumbre judía de partir el pan, que era continuación, en realidad, de las comidas en
común del ministerio galileo, cuando el Señor alimentó a las multitudes, y en el que él y sus
discípulos formaron una h\ab_uµraµh. El tema del rito de Jerusalén no era la muerte de
Jesús, sino la presencia invisible del Señor exaltado en medio de ellos. La Cena del Señor
en 1 Co. 11, donde se pone el acento en el significado redentor de la muerte de Cristo, era
la propia contribución de Pablo recibida por revelación especial del Señor glorificado. Así
piensa Lietzmann.

Pero esta teoría es innecesaria. Hay pocos elementos para suponer que Pablo estaba
innovando de esta manera. Como apunta A. M. Hunter, ―pone a prueba la fe el que hubiese
podido imponer exitosamente esta innovación… a toda la iglesia‖ (Paul and His
Predecessors², 1961, pp. 75). La falta de mención de la copa quizás no sea significativa;
―partimiento del pan‖ puede ser una expresión casi técnica para hacer referencia a toda la
comida. Lo que es significativo acerca de la forma primitiva de la eucaristía es la nota de
gozo que emana directamente, no tanto de las comidas galileas, como de las apariciones
posteriores a la resurrección, muchas de las cuales están asociadas con una comida entre el
victorioso Señor y los suyos (Lc. 24.30–35, 36–48; Jn. 21.9ss; Hch. 1.4 (°ba mg); 10.41;
Ap. 3.20).34

―Había un espíritu de entusiasmo y fervor en la adoración cristiana producido por la


toma de conciencia de que el Espíritu Santo había venido a hacer que Cristo reinara en
medio de ellos. El énfasis estaba en Jesucristo resucitado‖.35

34Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Biblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones
Certeza) 2000, c1982.
35
Eduardo Nelson G. Que mi pueblo adore. Casa Bautista de Publicaciones: 1986
P á g i n a | 38

Capítulo 4: Dios y la adoración.

1.0 El centro de la adoración:

El corazón de la adoración es rendirse, entregarse. La palabra rendición es poco


popular, es tan fea como la palabra sumisión. Implica derrota, y nadie quiere ser un
perdedor. La rendición evoca imágenes desagradables; reconocer la derrota en la batalla,
darse por vencido en un juego o ceder frente a un oponente más fuerte. Casi siempre se usa
en un contexto negativo. Los delincuentes son atrapados y entregados a las autoridades.

―La cultura actual de competitividad nos enseña a que nunca debemos darnos por
venidos y que nunca debemos rendirnos; no se oye mucho hablar de rendirse. Si todo se
trata de ganar, rendirse es inconcebible. Preferimos hablar de ganar, triunfar, superar las
dificultades y conquistar; nada de ceder, someternos, obedecer o entregarnos. Pero la
entrega a Dios es el corazón de la adoración, es la respuesta natural al asombroso amor y
misericordia de Dios. Nos entregamos a él, no por temor u obligación, sino por amor,
porque el nos amó primero.”36

Pablo después de escribir once capítulos de la carta s los Romanos, explicando la


increíble gracia de Dios con nosotros, nos exhorta a entregar nuestra vida a Dios en
adoración: “por lo tanto, mis amigos, mediante la inmensa misericordia de Dios hacia
nosotros…ofrézcanse a Dios como sacrificio vivo, dedicados a su servicio y agradables a
él. Esta es la verdadera adoración que deben ofrecer.‖37

La verdadera adoración –agradar a Dios- se da cuando nos entregamos completamente a


Dios. La primera y última palabra de ese versículo son las mismas: ofrezcan. Ofrecerse a
Dios es la esencia de la adoración, a este acto de entrega personal se le llama también
consagración y que Jesús sea el Señor de nuestra vida, tomar la cruz, morir al yo, ponerse
en manos del Espíritu. Lo importante es lo que se haga, no como se le llame. Dios quiere
nuestra vida. El temor, el orgullo y la confusión pueden ser obstáculos que bloquean
nuestra entrega total a Dios.

El temor impide entregarnos, pero el amor echa fuera el temor. Cuanto más nos damos
cuenta de lo mucho que Dios nos ama, mas fácil nos resultara la entrega.

36
Rick Warren. Una vida con propósito. Editorial Vida: 2003.
37
Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
P á g i n a | 39

Nuestro orgullo también nos impide entregarnos completamente a él, pues no


queremos admitir que somos meras criaturas y que no podemos controlar todo. Esa es la
tentación más antigua: ―llegaran a ser como Dios‖ mucho de nuestro estrés se debe al
deseo de control total. La vida es una lucha, pero lo que muchas personas ignoran es que la
nuestra, como la de Jacob, es en realidad ¡una lucha con Dios! Queremos ser Dios, y de
ninguna manera podemos ganar esa lucha.

La confusión del ser humano cuando hacen pequeños progresos porque todavía no se
han rendido del todo, lo lleva a pretender dar ordenes y entrometerse con la obra de Dios en
nosotros.‖ No somos Dios, ni nunca lo seremos. Somos seres humanos. Cuando
pretendemos ser Dios acabamos pareciéndonos a Satanás, que pretendía eso mismo.
Aceptamos nuestra humanidad con el intelecto pero no con las emociones. Cuando nos
enfrentamos a nuestras propias limitaciones, reaccionamos con irritación, enojo y
resentimiento.

“Lo que significa rendirse. La rendición a Dios no es resignación pasiva, ni fatalismo,


ni una excusa para la pereza. No es aceptar el estado actual de las cosas. Todo lo
contrario que se debe modificar. Dios suele llamar a las personas consagradas a luchar
por él. La entrega no es para cobardes ni para quienes se dejan pisotear por todo el
mundo. Tampoco significa dejar de pensar racionalmente. ¡Dios no quiere desperdiciar
la mente que te dio! No quiere robots a su servicio”.38

La entrega no implica reprimir nuestra personalidad, que es única. En lugar de


reducirla, la entrega potencia nuestra personalidad. Rick Warren en su libro ―Una vida con
propósito‖ escribe acerca de lo que dijo C.S. Lewis cuando señalo: “cuando mas dejamos
que Dios tome nuestra vida, mas verdaderamente nos convertimos en lo que somos, porque
el nos creo. El invento todas las distintas personas que hemos sido destinados a
ser…cuando me vuelvo a Cristo, cuando me rindo a su personalidad, recién entonces
comienzo a tener mi verdadera responsabilidad”.39

La entrega se demuestra mejor con la obediencia y la confianza. Dices: ―Si, Señor‖ a


cualquier cosa que te pida. Decirle: ―No, Señor‖ seria una contradicción. No podemos
llamar Señor a Jesús si nos negamos a obedecerle. Después de pasar la noche pescando
infructuosamente, Simón fue un modelo de entrega cuando Jesús le dijo que intentara de
nuevo: ―Maestro, hemos estado trabajando duro toda la noche y no hemos pescado
nada…pero como tú me lo mandas, echare las redes‖. Las personas consagradas obedecen
la Palabra de Dios, incluso aunque piensen que no tienen sentido.

38
Ibíd., página 80
39
Ibíd., página 80
P á g i n a | 40

Otro aspecto de una vida completamente consagrada es la confianza. Abraham siguió la


guía de Dios sin saber a donde lo llevaría. Ana espero el tiempo perfecto de Dios sin saber
cuando seria. María esperaba un milagro sin saber como, José confió en el propósito de
Dios sin saber porque las circunstancias se dieron como se dieron. Todos ellos se
entregaron a Dios por completo.

Puedes saber si te has entregado a Dios cuando dependes de el para que las cosas
resulten bien, en lugar de manipular a los demás, imponer tus ideas y controlar la situación.
Uno sueltas las riendas y deja que Dios obre. No necesitas estar ―siempre al control‖. La
biblia dice que debemos entregarnos al Señor y esperar en el con paciencia. En lugar de
esforzarte más, confía más. También sabes que te has rendido cuando no reaccionas a la
crítica ni te apresuras a defenderte. Un corazón rendido se destaca en las relaciones
personales. Una vez que nos entregamos a Dios, ya no descalificamos a los demás, no
exigimos nuestro derecho y no buscamos nuestro propio bien.

El ejemplo supremo de entrega personal es Jesús. La noche antes de su crucifixión,


Jesús se entrego al plan de Dios, oró pidiéndole al Padre que, como todo era posible para
él, no le hiciera beber esa copa de sufrimiento; pero que no se hiciera su voluntad, sino la
del Padre. Jesús no oro diciendo: ―Dios, si pudieras evitarme este dolor, hazlo. Ya había
afirmado que ¡todo es posible para Dios!, en vez de eso oró: ―Dios, si lo mejor para ti es
librarme de este sufrimiento, hazlo por favor. Pero si es para cumplir con tu propósito, yo
también lo quiero asi‖.

2.0 La adoración en Espíritu y en Verdad:

Jesús hablando sobre el tema de la adoración, pone por ejemplo el diálogo entre él y
una mujer samaritana

2.1 En espíritu

Juan 4:23

Después de tratar aquellos asuntos de la vida de la mujer samaritana que la alejaban de


la verdadera adoración, Jesús le dijo lo que era la verdadera adoración. En Juan 4:23, Cristo
completó la frase de ―la hora viene ―añadiendo ―y la hora es‖.

¿Qué es significativo en cuanto a la afirmación de Jesús ―y ahora es‖?

―A causa de Jesús, la adoración nunca sería igual. Ya uno no tendría que acudir a un lugar
específico ni participar en ritos especiales para adorar a Dios. Jesucristo hizo posible la
P á g i n a | 41

entrada en la presencia de Dios en cualquier parte‖.40 Jesús quería que la mujer supiera que
la verdadera adoración había tomado una nueva dimensión. El convirtió el acto de
adoración en una experiencia personal para ella. Esto era algo que ahora ella podría hacer
por sí misma, sin necesidad de esperar que otra persona la guiara a la adoración. La
adoración es una experiencia de ―ahora‖, cuando quiera y donde quiera que estemos.

¿Qué significa adorar a Dios en espíritu?

Las personas fueron creadas como seres de carne y hueso con una naturaleza espiritual.
La verdadera esencia de Dios es de un ser espiritual. Puede entenderse que adorar a Dios en
espíritu significa adorar al Padre con el espíritu humano. Esta es la parte del ser humano
que refleja con mayor exactitud la imagen de Dios.

Es en ese plano espiritual que Dios se comunica y tiene comunión con nosotros. Hay
algunas ocasiones en que no podemos pronunciar las palabras apropiadas para expresar
nuestros sentimientos y, mediante la adoración en el Espíritu, le damos a conocer nuestras
necesidades a Dios (Romanos 8:26). Cuando adoramos a Dios en espíritu, se forma una
unión siempre reciente que nos lleva a momentos hermosos de comunión con El. La
importancia de adorara a Dios en espíritu es evidente ―porque también el Padre tales
adoradores busca que le adoren‖ (Juan 4:23).

2.2 En verdad

Juan 4:24-26

En su conversación con la mujer junto al pozo, Jesús la guió progresivamente a que


conociera que la verdadera adoración debía provenir de su espíritu. En Juan 4:24, Jesús
indicó que la verdadera adoración no solo en espíritu sino también en verdad.

La verdadera adoración ha sido siempre el centro del ministerio de Jesús respecto a su


Padre. Jesús combatió constante ante las falsas prácticas de adoración que mostraban una
comprensión errónea de quién es Dios.

Esta mujer samaritana es sólo un ejemplo de esto. Aunque se sabe muy poco acerca de
las creencias religiosas del pueblo samaritano, la mayoría de los relatos parecen indicar que
tenía un sincretismo que combinaban elementos de la fe judía con las religiones paganas de
la gentil exiliados en Samaria por causa de los asirios (2 Reyes 17:27 al 32). Los
samaritanos adoran a Dios, pero no como se revela en la verdad de su Palabra.

Cuando Jesús habló con la mujer junto al pozo, quiso despertar en ella el deseo de
adorar al Dios verdadero tal y como Él se había revelado en su Palabra. Sin el verdadero
40
El Maestro. Rife Publisher International: 2,000
P á g i n a | 42

conocimiento de Dios que resulta de su revelación de sí mismo en las Sagradas Escrituras,


pudiéramos adorar falsos dioses.

3.0 Los Sacrificios

Dios hablando a su pueblo, los llama a la reflexión acerca de cuando se presentan sus
sacrificios.

3.1 Holocaustos:

En relación a éste sacrificio los Israelitas habían olvidad el verdadero significado de


éste, en 1 Samuel 15:22 Samuel llama a la reflexión al pueblo de Israel indicándole que es
mejor la obediencia a su palabra antes que presentar sacrificio de holocausto. También en
el libro de Isaías 1:11-16:

“11¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? Hastiado estoy de
holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de
ovejas, ni machos cabríos. 12 ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a
presentaros delante de mí para hollar mis atrios? 13No me traigáis vana ofrenda; el
incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo
puedo sufrir, son iniquidad vuestras fiestas solemnes. 14 Vuestras lunas nuevas y vuestras
fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de
soportarlas. 15 Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; así
mismo cuando multipliquéis la oración yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos.
16 Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad
de hacer lo malo; 17 aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado,
haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.”41

Isaías exhorta al pueblo de Israel a que vuelvan al sentido original de los holocaustos ya
que, pues ésta era una expresión de adoración a Dios que tenía que ir acompañada de una
vida de santidad y misericordia, pues de lo contrario esto no sería agradable a los ojos de
Dios.

En el libro de Oseas 6:6 dice ―Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y


conocimiento de Dios, más que holocausto‖42 donde Dios a través de su siervo Oseas le da
más importancia a la misericordia y al conocimiento de Dios que a los holocaustos y

41
Biblia del Diario Vivir, RV 60.
42
Ibíd., p 1128
P á g i n a | 43

sacrificios, pues lo que él quiere es una vida de adoración reflejada en el diario vivir del
creyente.

Así mismo Marcos en su evangelio en el capítulo 12 y versículo 33, escribe de las


palabras de Jesús donde el amar a Dios con todo entendimiento, con toda el alma y con
todas las fueras, así como el amor al prójimo es más que los sacrificios y holocaustos.

Lo que Dios nos enseña a través de su Palabra es que una verdadera adoración lleva
consigo una vida diaria de santidad, misericordia, amor a Dios y al prójimo, elementos que
agradan a Dios y hacen acepto el sacrificio ofrecido.

3.2 Ayuno:

A través de su siervo Isaías en su capítulo 58 y versículo 6 ―¿No es más bien el ayuno


que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir
libres a los quebrantados y que rompáis todo yugo? 7 ¿No es que partas tu pan con el
hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo
cubras, y no te escondas de tu hermano?‖43 Habla al pueblo de Israel indicándole que es
mejor que hagan actos de misericordia y no que hagan ayuno pues si éste no es hecho con
el objeto de agradar a Dios éste no tiene ningún sentido. Siempre respecto a éste tema
Jesús, en Mateo 6:16 les habló a los judíos indicándoles que cuando ayunaran no lo hicieran
como los hipócritas que lo hacían para ser vistos por los hombres y por ende ya tenían su
recompensa en la tierra, sino que se hiciera en lo secreto, y nuestro Padre que ve en lo
secreto los recompensará en público.

3.3 Rasgar los vestidos:

En la antigüedad era una costumbre el rasgarse los vestidos en señal de humillación o


arrepentimiento. Dios a través de su siervo Joel 2:12, 13 ―Por eso pues, ahora, dice Jehová,
convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, lloro y lamento, 13 Rasgad vuestros
corazones y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque
misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia‖44, ya que
aparentemente el pueblo había tomado ésta actividad como una costumbre que no denotaba
el verdadero sentimiento de la persona que lo practicaba, por lo que Dios llama a los
creyentes a adorarle con un sentimiento de arrepentimiento de todo corazón, ya que él
escudriña lo más profundo de nuestros sentimientos.

43
Ibíd., p 962
44
Ibíd., p 1138.
P á g i n a | 44

Pablo en su epístola a los Romanos en su capítulo 12 y versículos 1 y 2, habla a éste


pueblo gentil invitándolos a que presenten sus cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable
a Dios, no conformándose a ese siglo, sino transformados por medio de la renovación de su
entendimiento, para que comprueben cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.

4.0 Las ofrendas

Dios habló acerca de las ofrendas y da ejemplos sobre la esencia de las ofrendas:

4.1 La ofrenda de Caín y Abe:

En el libro de Génesis en su capítulo 4 y versículos 4 al 7:

“4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas de lo más gordo de ellas. Y miró
Jehová con agrado a Abel y su ofrenda, 5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda
suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. 6 Entonces Jehová dijo a
Caín: ¿Por qué te has ensañado y por qué ha decaído tu semblante? 7 Si bien hicieres, ¿no
serías enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será
su deseo, y tú te enseñorearás de él.”45

Dios nos muestra a través del ejemplo de Caín y Abel que cada uno ofrendó a Dios,
pero solo una ofrenda agradó a Dios, siendo la ofrenda de Abel la acepta delante de Dios
pues dio de lo mejor que él tenía. Por otro lado Caín presentó su ofrenda que a su parecer
era lo mejor que podía dar, pero ante los ojos de Dios, Caín no estaba dando su mejor
ofrenda, por lo que no recibida por Dios.

4.2 La viuda que dio todo lo que tenía:

Respecto a éste ejemplo Jesús explica en Lucas 1:1-4, que muchos daban de lo que les
sobraba, pero la viuda dio lo único que tenía:

“1 Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las
ofrendas. 2 Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas. 3 Y dijo: En
verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos 4 Porque todos aquellos echaron
para las ofrendas de Dios de lo que les sobraba, mas ésta, de su pobreza echó todo el
sustento que tenía.”46

45
Ibíd., p 12.
46
Ibíd. p1398,
P á g i n a | 45

Jesús se hallaba en el lugar del templo llamado atrio de las mujeres y el arca de las
ofrendas se ponía allí o en un pasillo anexo. En este lugar había siete urnas. En una de las
urnas los fieles depositaban sus impuestos al templo y en las seis restantes se depositaban
las ofrendas voluntarias como la que dio esta mujer. No solo era pobre, además, como
viuda tenía muy pocos recursos para obtener ingresos económicos. Su pequeña
contribución fue un sacrificio, pero lo hizo voluntariamente.

4.3 El personaje que viene a ofrendar y tiene un problema con un su enemigo:

Jesús en el libro de Mateo en su capítulo 5, versículos 23 y 24:


“3
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo
contra ti, 24deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu
hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” 47

Habla acerca de lo importante que es la búsqueda de la paz con los enemigos y


persuade a que primero arregle su situación con éstos y que luego venga a ofrecer su
ofrenda.

También se puede mencionar que es importante el perdón cuando se está orando como
se menciona en Marcos 11:25, ya que si el creyente perdona éste también recibirá el perdón
de Dios cuando se pida.

5.0 Oración:

Respecto a la oración Jesús hace la siguiente exhortación:

5.1 Quitar la rapiña de las manos:

Jesús exhorta a los fariseos a apartarse de la codicia de poder y riqueza que tenían en
sus vidas, y que no pusiera la oración como un pretexto (Mateo 23:14) “14¡Ay de vosotros,
escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto
hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.”48

5.2 Orar en secreto:

En el Evangelio según San Mateo en su capítulo 6 y versículos 5 y 6:


“5
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las
sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo

47Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
48Ibíd., p 1268
P á g i n a | 46

que ya tienen su recompensa. 6Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la
puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará
en público.”49

Jesús enseña a sus discípulos la forma en que deben de orar, desechando toda vanagloria
de sus corazones y no desear ser vistos por la gente, por lo que no hacerlo en público para
ser visto sino que hacerlo en lo secreto para que el Padre que los escucha en lo secreto, los
recompensara en público.

5.3 Humildad:

Jesús da el ejemplo del fariseo y el publicano en Lucas 18:12, donde la actitud del
fariseo es de ufanarse de su condición de ―santidad‖ y de desprecio del publicano. Por lo
contrario el publicano sabiendo su condición de pecado delante de Dios no se atreve ni a
levantar su vista al cielo y hace una poderosa declaración de fe ―Señor se propicio a mí
pecador‖. Jesús explica que al que Dios oye no es al fariseo aunque de sus diezmos y
ayune, pero su actitud delante de Dios es de orgullo. Al que Dios oye es al publicano pues
éste presenta su oración con humildad reconociendo su condición de pecado y pidiendo el
perdón de Dios

6.0 Adoración de corazón:

Dios a través del profeta Isaías en el capítulo 29 y el versículo 13, habló al pueblo de
Israel expresando su descontento con el pueblo en su forma de adoración, pues ellos le
adoraban solamente de sus labios, pero no salía del corazón que es lo que tiene un gran
valor delante de Dios, que aprecia cuando el creyente presenta su adoración emanando ésta
de su corazón.

7.0 Razones para adoración a Dios:

La adoración es la expresión de amor intenso, no solo en palabras sino también con


obras. El objeto de nuestra adoración influye mucho en el nivel en que brindamos muestras
de amor. Muchas cosas en nuestra vida pueden ser dignas de admiración, afecto o gran
interés, pero sólo hay uno que es digno de nuestra adoración. No cabe duda de que es el
Señor Dios Todopoderoso.

Como creyentes, debemos tomar la determinación de quitar de nuestra vida, cueste lo


que cueste, cualquier cosa o cualquier persona a quien pudiéramos exaltar más que a Dios.

49Ibíd., p 1230
P á g i n a | 47

Con frecuencia es realmente fácil adorar a una persona muy especial para nosotros, o
permitir que un pasatiempo, el trabajo otra actividad ocupe el lugar de Dios en nuestra vida.

7.1 Dios es Santo

7.1.1 El Señor reina: Salmo 99:1-4

Este salmo de alabanza describe a Jehová como si fuera un rey. Por lo tanto, Dios
como Rey, está vestido de majestad y santidad divina. Es su santidad divida la que exige
que sea glorificado y honrado como Rey. La santidad de Dios es uno de sus atributos
admirables que inspira adoración y alabanza de todos los que lo aman. Él es digno de
nuestra alabanza por que su santidad ejemplifica su pureza y su gloria (Isaías 6:3-5). A un
rey terrenal se le honra debido a su posición. A nuestro Señor se le honra debido a su
santidad (Salmo 99:3).

La santidad de Dios se demuestra además en el hecho de que dios ―está sentado sobre
los querubines‖ (v. 1). A este lugar también se le conoce como el propiciatorio de Dios
(Éxodo 25:17-22). El propiciatorio (que significa el pago o la compensación por el pecado)
fue diseñado específicamente por Dios. Cuando el sacerdote rociaba sobre el propiciatorio
la sangre del sacrificio, Dios perdonaba los pecados de su pueblo.

La presencia y la gloria de Dios estaban entre los querubines. El rey celestial diseño una
forma especial de tener un símbolo de su trono y santidad que morara de continuo entre su
pueblo.

―Cuando Jesucristo vino y se hizo hombre, ya no había necesidad alguna de un arca ni


del propiciatorio para mostrar la presencia de Dios. Ahora podemos experimentar su
presencia cada día del año en nuestro corazón, porque nuestro corazón se ha convertido en
morada para la presencia de Dios.‖50 Aunque no nos inclinamos ante un trono físico, le
damos honor a dios cuando rendimos nuestro corazón. Podemos experimentar su presencia
cuando vamos a su casa, o cuando estamos en nuestro hogar o dondequiera.

7.1.2 Exalte a Dios: Salmo 99:5-9

En el Salmo 99:5, el salmista continúa con un llamado a exaltar a Dios adorándolo en el


estrado de sus pies.

¿Qué quiere decir el estrado de los pies de Dios?

Las culturas orientales construían los tronos de sus reyes sobre plataformas elevadas.
De ese modo el rey sería exaltado y enaltecido sobre todo el pueblo a su alrededor. Al

50
El maestro. (Rife Publisher International: 2,000)
P á g i n a | 48

trono sólo se podían llegar subiendo una serie de escalones. El escalón inferior se conocía
como el estrado de los pies del rey.

Un siervo no se acercaría más allá de este escalón al traer sus súplicas, regalos o
pruebas de lealtad. El salmista está sugiriendo que la verdadera adoración de un Dios Santo
comienza con una postura de humildad en el estrado de los pies de Dios.

El versículo 6 menciona una lista de fieles, destacando a Moisés, Aarón y Samuel


como ejemplos de hombres que supieron exaltar a Dios por su santidad. La respuesta de
Dios a las oraciones de estos grandes hombres fue el resultado de que ellos obedecieron a
sus leyes (v 7 y 8).

Podemos tener la certeza de que hoy Dios sigue respondiendo a las oraciones. Sin
embargo, muchos quisieran recibir de Dios sin antes entregarse a Él. Su deseo es que
recibamos primero su don de salvación. Entonces Él responderá a nuestra adoración con
maravillosa expresión de amor y bendición.

7.2 Dios es bueno

7.2.1 Adoración con alegría.

¿Qué significa servir a Jehová con alegría?

El gozo en el Señor es una de las características distintivas de un creyente que tiene una
buena relación con Dios. La adoración, un instinto primario de todos los pueblos, halla su
expresión en toda cultura alrededor del mundo. En el Salmo 100:2, el salmista escribió de
servir al Señor con alegría. Se estaba refiriendo a una actitud de adoración alegre y festiva.

Los afanes de la vida hacen que muchos olviden la bondad de Dios y sientan temor y
preocupación en lugar de experimentar alegría en su corazón. A pesar de las cargas que
cada uno debe soportar, las razones de la alegría van más allá del peso de las circunstancias
del presente. La bondad de Dios no es sólo una razón de gozo, sino que ella nos guía a la
expectativa de que Dios estará con nosotros en todas las circunstancias.

¿Qué sabemos acerca de Dios que motiva el gozo y la alabanza como reacción espontánea a
su presencia?

El versículo 3 parece indicar que el conocer a Dios hará que una persona quiera
adorarlo. El impresionante hecho de que Él es Dios y nosotros no lo somos una razón
suficiente. Sin embargo, el salmista insiste en hacer notar que fue Dios quien nos hizo. No
nos hicimos a nosotros mismos. Sólo Dios puede cerrar la vida. El salmista también
señaló que ―pueblo suyo somos y ovejas de su prado‖. En esencia nos está diciendo que
P á g i n a | 49

pertenecemos a Dios y no a Satanás ni a nosotros mismos. Como nuestro Creador y


nuestro pastor, Dios es lo único que necesitamos, ahora y para siempre.

7.2.2 Adoración con acción de gracias: Salmo 100:4-5

En el Salmo 10:4, el salmista exhorta al adorador a que entre en la presencia del Señor
con una actitud de acción de gracias. Lo más probable es que las puertas y los atrios sean
alusiones al templo, que era el lugar principal de adoración.

¿Es la casa de Dios el único lugar donde puede adorarse? Si no es así, ¿en qué otro
lugar puede el creyente adorar a Dios?

En los tiempos del Antiguo Testamento, el tabernáculo y luego el templo se


convirtieron en los lugares normales de reunión para adorar a Dios. Desde que Jesucristo
vino, los creyentes tanto individual como colectivamente se han convertido en el templo en
el que mora el Espíritu de Dios (1 Corintios 6:19). Por tanto, la adoración no está limitada
al edificio de una iglesia; puede ocurrir en cualquier lugar donde estemos.

La bondad de Dios debe inspirar acción de alabanza y acción de gracias en los labios
del creyente cada vez que ora. El concepto de bondad lleva implícita la idea de gentileza y
ésas dos cualidades le dan al creyente un buen entendimiento del corazón de Dios. ―Bueno‖
describe de modo excelente la naturaleza de Dios al llegarse el hombre. La bondad de Dios
manifiesta mediante su misericordia y su verdad (Salmo 100:5).

Adoramos a Dios porque su misericordia es para siempre (Salmo 100:5) y su fidelidad


por todas las generaciones. La misericordia y la fidelidad detienen el pecado y lleva al
creyente a una relación más profunda con Dios. Se nos ha prometido que, al conocer a
Dios de la verdad, la verdad nos hará libre (Juan 8:32). Gracias a la bondad de Dios,
podemos sentirnos inspirados a adorarlo con canciones de júbilo y corazón alegre. De toda
la creación de Dios, nosotros tenemos las mayores razones para estar agradecidos.
Tenemos redención, regeneración, reconciliación y renovación por el Espíritu Santo.

7.3 Dios es digno

7.3.1 Adoración del Creador: Apocalipsis 4: 10-11

El apóstol Juan pudo ver ene le futuro una ocasión en la que los seres celestiales y los
veinticuatro ancianos daban a Dios gloria y honor. Su canción de alabanza era: ―Santo,
Santo, santo, es el Señor Dios Todopoderoso‖ (Apocalipsis 4:8).

Juan nos relata que los seres vivientes no cesaban día y noche de dar adoración a Dios.
El versículo 11 señala que los seres vivientes y los ancianos alaban a Dios por su resplandor
P á g i n a | 50

en la creación. Su canción de alabanza decía que Dios es digno de recibir gloria, honra y
poder porque Él es el Creador de todas las cosas.

Las coronas que los veinticuatro ancianos ponían delante del trono representan las
coronas de victoria ganadas por la fidelidad de los santos (v. 10). Esto era una forma de
reconocer que esas victorias y su gloria se debían a Dios y a su gracia. Dios es el Señor
supremo porque sólo Él es digno de nuestra adoración.

El poner las coronas a los pies de Jesucristo nos recuerda algunos principios importantes:

Todo lo que hacemos debe hacerse para la gloria de Dios (Colosenses 3:17). No hay
espacio para la ambición personal ni para la exaltación personal en el servicio a Dios. Hay
que tener la actitud mental de Juan el Bautista: Jesús de crecer, yo debo disminuir (Juan
3:30).

Nuestra capacidad de hacer cualquier cosa meritoria en el reino de Dios proviene del
poder que hemos recibido de Dios mediante nuestra relación con Él. Jesús estableció con
toda claridad este principio en las palabras que aparecen en Juan 15 cuando enseño que Él
es la vid y nosotros somos los pámpanos. ―Separados de mí nada podéis hacer‖ (Juan15:5).

Somos simplemente siervos que cumplen con su deber. ―Así también vosotros cuando
hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: ―siervos inútiles somos, pues lo que
debíamos hacer, eso hicimos‖ (Lucas 17:10).

Una adoración espontánea sale de los labios de los adoradores celestiales, quienes
declaran que Dios es digno de recibir la gloria, la honra y el poder.

¿Qué formas de alabanza son dignas de Dios?

Dios es digno de recibir gloria, honra y poder. Él recibe gloria por todas las maravillas
de la naturaleza que ha creado. Él recibe honor por su glorioso señorío sobre su creación, y
tiene poder sobre cada aspecto de su creación.

―Es obvio que Dios se deleita mucho en su creación. Al final del seto día, Dios miró su
creación y dijo que era ―bueno en gran manera‖ (Génesis 1:31). La coronación de los logros
de Dios fue la creación del hombre. Desde el principio, Dios deseaba tener comunión con
su creación y se deleitó en hacer que esta comunión fuera una realidad. Dios es digno de
nuestra alabanza porque Él nos hizo y proveyó todo lo que necesitamos para estar en
comunión con Él‖51.

51
Miguel Angel Darino. La Primera Adoración. (Casa Bautista de Publicaciones: 1992).
P á g i n a | 51

7.3.2 Digno es el Cordero: Apocalipsis 5:9-14

Apocalipsis 5 comienza con la visión de todo el cielo buscando a alguien que fuera
digno de abrir el libro (v. 2). Cuando el Cordero vino y tomó en la mano el libro, todo el
cielo entonó una resonante canción de alabanza (v. 9-11).

¿Por qué es digno Jesucristo de abrir el libro y de recibir alabanza?

La obra redentora de Jesucristo lo hace digno. Sin esa obra sólo seríamos capaces de
caer de rodillas y confesar su señoría en reconocimiento de su derecho a juzgarnos como
pecadores. Pero por el derramamiento de su sangre podemos alabarlo como nuestro
Redentor y reconocerlo como Señor de toda la creación.

―Ya sea con gozo o con renuencia, todos proclaman que Jesucristo es el Señor. Todos los
creyentes debemos elevar alabanza y acción de gracias nuestro maravilloso Señor-
Debemos decidir en nuestro corazón que ni un solo día pasarán sin que rindamos adoración
y alabanza a nuestro Señor.‖52

52
Joe R. Staker. La adoración auténtica. (Casa Bautista de Publicaciones: 1992)
V

CONCLUSIONES
En base a la información consultada y a la interpretación de los mismos datos se puede
concluir lo siguiente:

 El único que es digno de adoración es Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.

 Solamente el creyente que haya tenido un encuentro personal con Dios y que sea
nacido de nuevo puede adorar a Dios.

 A Dios se le debe adorar en espíritu porque él espíritu.

 Una verdadera adoración va acompañada de una práctica de vida que agrada a Dios,
la cual sea en base a la práctica de la misericordia, humildad y santidad.

 La adoración no es una actividad dentro de la liturgia de los creyentes, sino una


forma de vida que lo llevará a llevar cualquier actividad de la vida cotidiana a ser
una forma de adoración.

 La adoración no solamente son las ofrendas, los cantos, leer las Sagradas Escrituras,
los ayunos.

 No existe un lugar físico que determine donde se le debe adorar a Dios.

 El culto es un acto mediante el cual el hombre busca, renueva o confirma su


comunión con Dios.

 El culto es una ocasión para el reencuentro entre los fieles con realidades o
suposiciones, más o menos impersonales que ellos adoran.

 Mediante el culto se busca una garantía de felicidad y de perpetuación.

 Son muchas y variadas, las manifestaciones cúlticas que observamos en el cuadro


religioso que nos ofrece el Antiguo Testamento, por lo que, al tratar de hacer una
selección que abarque los principales períodos de la vida israelita, es preciso
reducirse a los tres lugares en que el culto alcanza mayor esplendor. Por orden de
importancia se destacan, el Templo de Jerusalén, el Arca de la Alianza y las
Sinagogas.

 El culto en Israel era un medio de enseñanza por la representación y participación


del pueblo en la situaciones históricas pasadas, no como un recuerdo sino como una
actualización de los sucesos históricos en los que Dios interviene de manera activa.

 En el culto se conmemora el pacto, y el sacrificio restablece la comunicación de


vida que de Dios se recibe, y que es muy superior al sacrificio ofrecido.

 El culto agradable al Dios de Israel, no es únicamente, el de las grandes fiestas


sacrificiales, Salmos, coros y música; sino, sobre todo, la sumisión, acatamiento y
VI

ejecución de la voluntad de Dios, que tiene lugar cuando el adorador está lleno de
amor hacia Jehová y hacia el prójimo.

 El culto en el Nuevo Testamento recibe un carácter específicamente cristiano, al


reflejar en el mismo la manifestación de la fe y de la Iglesia, en la relación de la
disciplina litúrgica y las manifestaciones del Espíritu.

 La liturgia auténtica, genuina, es siempre expresión de la fe.

 El culto cristiano comienza en el círculo íntimo de los discípulos de Jesús después


de la resurrección.

 La Iglesia como cuerpo vivo del Resucitado adquiere formal al congregarse para
rendir culto a Dios.

 Las formas o elementos litúrgicos que dan expresión al culto cristiano, no pueden
explicarse sino como una manifestación original de la fe de la Iglesia, herencia
hebrea, en ocasiones, inédita en otras.

 El Espíritu Santo, gobernador actual de la Iglesia, crea las nuevas fórmulas del culto
cristiano, en el que se anuncia al Jesús histórico y al Cristo que viene.

 Los primeros cristianos se reunían en el Templo por ser judíos, en las sinagogas y
lugares adecuados para la enseñanza de los rabinos, porque entonces eran
considerados como una seca de los judíos.

 Los elementos que integran el culto en el Nuevo Testamento presentan


extraordinaria variedad: doctrina, predicación, oraciones, cánticos y el partimiento
del pan, constituyendo la base de la vida cúltica de las congregaciones cristianas.

 En el Nuevo Testamento el culto es un servicio que el pueblo escogido (la Iglesia)


debe a su Dios, servicio este que no se limita a las formas externas, sino que alcanza
todas las expresiones de la vida del creyente.

 Dios exige ser servido en todos los planos de la existencia humana.

 En el culto cristiano, la acción presente de Cristo, liga estrechamente los hechos


históricos del pasado a los que la Iglesia espera en futuro, estableciendo un puente
sobre el que descansa la Iglesia que vela en espera de su Señor que vuelve.

 La Palabra Santa actualizada en el culto liga al pueblo elegido a su Dios y le coloca


próximo a El, respondiendo al llamamiento que la Palabra contiene, de forma
dinámica y eficaz.

 Los símbolos (Confesiones de fe) son de gran importancia para la vida de las
Iglesias, además forman el vínculo que une la Iglesia de hoy con la Iglesia antigua y
apostólica.
VII

 La Iglesia tiene que confesar lo que Dios le demanda que confiese en su Palabra, la
cual es suficiente e infalible. Esta Palabra es el único fundamento para la fe y para
la manera de vivir del cristiano.

 No hay culto sin sacrificio, puede ser sacrifico de un cordero sobre el ensangrentado
altar del holocausto judío, o el renovado sacrificio de Cristo en el vino y el pan.

 La Santa Cena es el testimonio visible de la comunión con Cristo, que trae consigo
la comunión con los demás participantes del Sacramento. La Santa Cena es
comunión con el Señor resucitado sin dejar de ser celebrada en memoria de Él.

 Ya en el Nuevo Testamento pueden ver los primeros atisbos de una noción de los
Sacramentos cristianos, en la perspectiva de la historia de la salvación, y tomando
en consideración la celebración misma.

 La liturgia eucarística de la Iglesia antigua, revela una clara conciencia del hecho de
que el culto es un privilegio que se debe a la gracia de Dios, y no una prestación
humana válida por sí misma.
VIII

RECOMENDACIONES

Con base en las conclusiones hechas y por la naturaleza del trabajo se hacen las
siguientes recomendaciones.

 Todo hombre o mujer debería saber que Dios es el único que merece adoración, por
lo que ninguna cosa sobre ésta tierra o fuera de ella merece adoración, ya que Jesús
se lo dijo al mismo Satanás que a Dios le adoraría y a él le serviría.

 Cualquiera que quiera ser un adorador deberá tener un encuentro personal con Dios,
o sea recibirlo en su corazón como su único y suficiente salvador de su vida y nacer
de nuevo, esto quiere decir que de modo que si alguna está en Cristo, nueva criatura
es y todas las cosas viejas pasaron y todas será hechas nuevas. El hombre debe
cambiar su naturaleza pecaminosa por una vida de santidad.

 Para que Dios reciba la adoración, ésta deberá hacerse en espíritu y en verdad, pues
siendo Dios espíritu es necesario que los que le adoren, le adoren en espíritu y en
verdad.

 El creyente debe manifestar los frutos del espíritu si quiere que su adoración sea
eficaz, se habla del amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre y templanza.

 La adoración no deberá ser una parte de un servicio religioso, sino una forma de
vida donde diariamente se adore a Dios con sus actitudes.

 Todo creyente que adore a Dios verdaderamente debe saber que las formas de
adoración van mas allá que una ayuno, una oración, una ofrenda. Estas son
manifestaciones del corazón adorador que existe en el creyente.

 Se debe adorar a Dios en todos lados, desde nuestro levantar hasta nuestro acostar.
IX

BIBLIOGRAFÍA

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