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DERECHO DE GENTES: RAWLS

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Razón publica de Rawls

La propuesta de Rawls de organización política de las sociedades plurales consiste a grandes


rasgos en la distinción tajante entre una teoría política de la justicia, una base pública de
justificación aceptable para todos los ciudadanos, y las doctrinas morales omnicomprensivas
desde las que cada ciudadano entiende su vida y proyecta su existencia. En consecuencia,
emprende el análisis de una teoría política -no moral- de la justicia que pueda fundar un
acuerdo político, razonado, informado y libre, y ser admitida por ciudadanos que aceptan
morales omnicomprensivas distintas. En este contexto analiza la idea de una razón política,
o sea, el modo en que una sociedad política pluralista puede formular sus planes, introducir
una jerarquía u orden entre sus diversos objetivos y tomar decisiones racionales. Se trata así
de sentar las bases de una razón política como distinta de una razón moral. Como una de las
diferencias más claras entre ética y política reside en que en la primera cada uno decide por
sí mismo, mientras que en la segunda necesita persuadir a otros para realizar una tarea
conjunta, el razonamiento político hace siempre relación a un diálogo público entre
ciudadanos libres e iguales de un modo en que las morales omnicomprensivas no parecen
hacerlo

Rawls formula su tesis central al identificar la razón política -las formas de argumentación
usadas en las discusiones y argumentaciones estrictamente políticas, la razón capaz de guiar
nuestra conducta social- con lo que denomina “razón pública”. Rawls define la razón pública
como “la razón de ciudadanos iguales que, como un cuerpo colectivo, ejercen poder político
terminante y coercitivo unos respecto de otros aprobando leyes y mejorando su constitución”

No todas las razones son razones públicas: no lo son, por ejemplo, las razones de las iglesias
y de las universidades y de muchas otras asociaciones de la sociedad civil. En regímenes
aristocráticos y autocráticos, la reflexión sobre el bien social no corre a cuenta del público,
si es que existe, sino de quienes estén en posiciones de dominación. La razón pública es
característica de un pueblo democrático: es la razón de sus ciudadanos, de quienes comparten
una posición de igual ciudadanía. El objeto de su razón es el bien público: aquello que la
concepción política de la justicia exige a la estructura institucional básica de la sociedad y a
los propósitos y fines que las instituciones han de servir. La razón pública, pues, es pública
de tres maneras: como razón de los ciudadanos en cuanto tales, es la razón del público; su
objeto es el bien público y cuestiones de justicia fundamental; y su naturaleza, su contenido,
es público, y está dado por los ideales y principios expresados por la concepción de la justicia
política que tiene la sociedad, ideales y principios desarrollados, sobre esa base, de un modo
abierto y visible. Que la razón pública debería ser entendida y respetada de ese modo por los
ciudadanos no es, evidentemente, un asunto que competa al derecho. Se trata de una
concepción ideal de la ciudadanía para un régimen constitucional democrático que se limita
a presentar cómo podrían ser las cosas si la gente fuera tal y cómo una sociedad justa y bien
ordenada les incitaría a ser. Describe lo que es posible, que puede ocurrir, aunque quizá nunca
ocurra, lo que no la hace, sin embargo, menos fundamental.

La razón pública, la que guía la toma de decisiones políticas en una sociedad democrática, se
caracteriza por tres propiedades -o es pública en tres sentidos-. En primer lugar, la razón
política es pública en tanto que es la razón del ciudadano en cuanto tal; en segundo, es pública
en la medida en que su objeto es el bien público y las cuestiones de justicia fundamental; y,
por último, es pública porque su naturaleza y contenido lo son al quedar determinados por
los ideales y principios contenidos en la concepción política de la justicia. Dejando de lado
la acepción por la que Rawls denomina “pública” a la razón política en cuanto que versa
sobre el bien público, interesa atender al primer y al tercer significado de su “razón pública”.

La razón pública se diferencia por su objeto tanto de la razón moral o incluso de la razón
moral aplicada a cuestiones políticas como también de otras formas de razonamiento que
podrían llamarse con propiedad “políticas”. Solo son “razón pública” aquellos razonamientos
políticos cuyo objeto involucra “esencias constitucionales” o problemas de justicia básica.
La diferencia entre el razonamiento político en su más amplio sentido y la razón pública en
su acepción restringida se debe no tanto a que el autor de Una teoría de la justicia pretenda
clarificar primero los casos más difíciles en los que los debates políticos conciernen
precisamente a las cuestiones más fundamentales, cuanto -lo que es mucho más relevante-
porque reconoce la posibilidad de resolver los demás problemas apelando a valores diferentes
de los contenidos en la teoría política de la justicia.

Rawls aduce dos razones en defensa de su restricción de la razón práctica a razón pública.
En primer lugar, cuando se trata de cuestiones fundamentales, la razón práctica debe
restringirse a principios y procedimientos englobados en la razón pública porque, según el
principio liberal de legitimidad, “nuestro ejercicio del poder político es propia y
consiguientemente justificable sólo si se realiza de acuerdo con una constitución, cuyas
esencias puedan razonablemente presumirse que son aceptadas por todos los ciudadanos a la
luz de principios e ideales admisibles por ellos en cuanto que razonables y racionales”. Así,
para esta perspectiva, el fundamento de la legitimidad dél poder político y de su coacción
descansa en el hecho de que son ejercidos de tal manera que podrían y deberían reconocerse
como legítimos y razonables por quienes lo padecen. Hay por tanto un deber moral y no sólo
político de explicar a los demás, si están sobre el tapete cuestiones fundamentales de justicia
o si se está ejerciendo el poder político, “cómo las políticas y los principios por los que
abogan pueden fundarse en los valores políticos de la razón pública”

Y más tarde subraya todavía que el núcleo central del ideal de razón pública consiste
en que los ciudadanos han de conducir sus discusiones dentro del marco de lo que cada
uno considera una concepción política de la justicia basada en valores que todos pueden
compartir, por discrepantes que sean sus morales omnicomprensivas privadas.

La segunda razón aducida para restringir la razón práctica a razón pública alcanza mayor
interés e implica claramente salirse del ámbito definido por Rawls como “teoría política de
la justicia”, porque supone una referencia a las morales omnicomprensivas. Los valores
políticos que las sociedades democráticas realizan se fundan en morales omnicomprensivas,
“de modo que, cuando la concepción política se funda en un consenso entrecruzado de
doctrinas comprehensivas razonables, la paradoja de la razón pública desaparece. La unión
del deber de civilidad con los valores elevados arroja el ideal de los ciudadanos que se
gobiernan a sí mismos a través de formas tales que cada quien pueda razonablemente esperar
que resulten aceptables para los demás; y, a su vez, ese ideal resulta robustecido por las
doctrinas comprehensivas que las personas razonables sostienen. Los ciudadanos sostienen
el ideal de la razón pública, no como producto de un compromiso político, como si de
un modus vivendi se tratara, sino a resultas de sus propias doctrinas razonables”

Rawls extrae varias consecuencias interesantes de su concepción de razón pública. En primer


lugar, como la acción de votar no es una conducta privada, los ciudadanos no deben hacerlo
-cuando se discuten cuestiones fundamentales- ni en razón de sus intereses ni en razón de su
conciencia -o de su moral omnicomprensiva privada-, sino de acuerdo con los principios de
la razón pública. En segundo lugar, aunque haya muchas razones “no públicas”, sólo
cabe una razón pública. En la esfera social no política cabe una pluralidad de modos de
razonamiento debida a que “hay diferentes procedimientos y métodos que resultan
apropiados para las diferentes concepciones que de sí mismos tienen los individuos y las
corporaciones. Pero en tanto que el poder político y coercitivo tiene un ámbito universal, su
estilo de argumentación, o sea, la razón pública, debe también ser universal. Mientras que
cada institución social de libre adscripción puede tener su propio modo de razonar, la
comunidad política a la que obligatoriamente pertenecen los ciudadanos sólo puede tener
uno. Con todo, incluso el carácter aparentemente constrictivo de la única razón pública puede
superarse, pues “a lo largo de la vida, podemos llegar a aceptar libremente, como resultado
del pensamiento reflexivo y del juicio razonado, los ideales, principios y pautas que definen
nuestros derechos y libertades básicos, y guiar efectivamente, y moderar, el poder político al
que estamos sujetos”

“Los límites de la razón pública”, Rawls plantea de nuevo la relación entre la razón pública
y las concepciones privadas de corte moral, filosófico o religioso con mayor amplitud de
miras. Distingue entre las interpretaciones exclusiva e inclusiva de la razón pública. De
acuerdo con la primera, “las razones dadas explícitamente en términos de doctrinas
comprehensivas no pueden introducirse nunca en la razón pública. Podrían darse,
evidentemente, las razones públicas que tal doctrina apoya, pero no la doctrina misma que
sirve de apoyo”. Rawls parece argumentar en favor de la lectura inclusiva o, al menos,
defender la imposibilidad de desecharla en la medida en que ésta permite apelar en algunas
ocasiones a morales omnicomprensivas, por lo que la interpretación inclusiva de la razón
pública da más libertad de juego que la exclusiva. Además, la posibilidad de invocar morales
privadas en determinadas circunstancias muestra que el consenso no es sólo un modus
vivendi sino que alcanza valor moral, con lo que la apelación a las doctrinas omni abarcantes
refuerza el ideal de la razón.

La legitimidad de una política regulatoria de las libertades básicas prioritarias no radicaría,


según Rawls, en su fidelidad a líneas de acción predeterminadas, sino más bien en que pueda
justificarse ante ciudadanos libres e iguales. Esta justificación se daría, en una concepción
política y liberal de la justicia, cuando la política puede explicarse en los términos de la
«razón pública», que es, precisamente, la «razón de los ciudadanos iguales que, como un
cuerpo colectivo, ejercen el poder político (...).

El contenido de la razón pública está dado por los principios y valores de una «familia» de
concepciones políticas y liberales de justicia y no por una sola concepción en particular •
Esto es, por principios y valores compatibles con los rasgos que definen a cualquier
concepción de justicia como una concepción política y liberal. En esta línea, la justificación
de la actuación estatal de acuerdo con los cánones de la razón pública no sería otra cosa que
ofrecer razones de acción ancladas en principios de justicia respetuosos de la doctrina de la
prioridad de la libertad. Pero según Rawls -y en esto radica el aporte de la idea de «razón
pública» en sentido estricto- una concepción política y liberal debe incluir, además de
principios de justicia y valores sustantivos que articulen dicha prioridad, «orientaciones de
indagación» que permitan identificar qué tipo de razonamiento y qué tipo de información es
relevante a la hora de aplicar tales principios y valores. Solamente el cumplimiento acabado
de ambos niveles permitiría concluir que la política en cuestión es justificable ante
ciudadanos libres e iguales, como a juicio de Rawls exige el principio liberal de legitimación.

La razón pública, entonces, está compuesta por dos órdenes de principios y valores. De una
parte, los principios de justicia sustantiva -que no son otros que los principios que reconocen
una lista de libertades básicas prioritarias y eficaces- y los valores sustantivos que
corresponden a estos principios (tales como la igualdad social, la reciprocidad económica, el
bien común y las condiciones para que éstos se realicen). De otra, los principios de
razonamiento y reglas de evidencia, a la luz de los cuales los ciudadanos pueden decidir si
los primeros han sido aplicados correctamente; y los valores de la razón pública propiamente
dicha, que contribuyen a que la discusión ciudadana sea pública y razonada (entran aquí
virtudes como la civilidad y la razonabilidad)
LIBERALISMO INTERNACIONAL Y JUSTICIA DISTRIBUTIVA

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Cosmopolitismo y las instituciones.

El cosmopolitismo sobre la ética no implica sobre las instituciones, es consistente como el


cosmopolitismo moral sustentar que algo como el sistema de estados es mejor que
cualquier cosa como gobierno mundial, quizás por que los intereses humanos son mejores
en un mundo repartido en sociedades separadas, cuyos miembros reconocen sus
responsabilidades especiales por el bien estar mutuo.

Esto se aplica asimismo a la cuestión de justicia distributiva internacional: el


cosmopolitismo no impone visión particular alguna, pero enuncia una condición a ser
satisfecha por la justificación de cualquier visión aceptable; por eso su diversidad de
visiones: derechos humanos, utilitarismos globalizados, etc.

Si hubiera un eje principal de separación de esas teorias, será medida dependiendo de lo


que trata, sea nacional o estatal. Una vez establecido los requisitos para la justicia
distributiva internacional, no hay mas separación sobre la justicia interna. Dos visiones de
este tipo serian contractualista o Rawlsiana, con un principio en la diferencia global y una
teoria global de renta minima. Otros sustentan que las responsabilidades especiales
provienen de otras fuentes antes de deberes generales.

En su mayoría los teóricos cosmopolitas sustentan que un conjunto mas o menos amplio de
los derechos humanos, con la declaración de 1948 provee los padrones para una justicia
global. El subconjunto básico comprende: seguridad y subsistencia, mientras que algunos
otros autores incluirían mas derechos.

Hay ciertos desacuerdos entre teóricos, Pogge, distingue concepciones interracionales e


institucionales
Sea cual fuere la concepción de derechos humanos que se pretende, esta debe ser
institucional, debido a que los requisitos deben ser aplicados a las instituciones y practicas
mas que a los individuos.

Dudas sobre las visiones cosmopolitas

Las teorias cosmopolitas generalmente dejan dudas, respecto a su tinte idealista y no


realista, ya que ellas requieren una reforma internacional mas amplia de lo que sea probable
y requiere además la creación de instituciones coercitivas a los estados que difícilmente los
estados concederán

Muchos afirmaran que el cosmopolitismo es irreal no en un sentido empírico, sino en un


sentido moral. Otra duda que surge es que las teorias distributivas cosmopolitas emergen
del contraste con el liberalismo social no tocante a la repartición de las responsabilidades,
vimos que el liberalismo social sustenta que las propias sociedades deben asumir las
responsabilidades básicas de satisfacer las necesidades de su pueblo, con la comunidad
internacional funcionando principalmente para mantener la paz, el comercio internacional,
etc.
Perspectiva

La teoría política se diferencia de las demás teorías por la ausencia de cualquier


fundamentación axiomática ampliamente aceptada. El liberalismo internacional se encuentra
en un nivel inicial comparándose con el liberalismo familiar del Estado territorial. Hay
señales de progreso en cuanto a la riqueza cuanto en la diversidad del pensamiento liberal
sobre los aspectos distributivos de las relaciones internacionales.

Esta claro que los distribuidores laissez faire y aquellos particularmente por la injusticia de
la distribución global de los recursos naturales atribuyeron tanto los deberes cuanto las
titulaciones en una base diferente cada una de esas concepciones.

Los derechos humanos deben ser contemplados de forma plausible en el liberalismo


internacional, actualmente los derechos humanos sirven como términos de referencia para la
política externa en muchas democracias como padrones normativos para políticas en
instituciones financieras y de desarrollo internacional.
Es importante considerar los tres tipos de liberalismo que deberían ser considerados por sus
posiciones distintas:

El liberalismo social es motivado por un deseo de elevar a las sociedades individuales hasta
el punto de que ellas solas puedan sustentar sus instituciones justas y decentes y solo con el
cuidado del bienestar material de sus individuos.

El liberalismo de laissez faire en su variante redistributiva por una percepción del potencial
para la injusticia que reina de la apropiación desigual de cosas no poseídas.

El liberalismo cosmopolita en contraste con las demás mencionadas arriba toma los intereses
de los individuos como fundamentales, y hacen el jus a igual atención a escala global y
sustenta que las instituciones básicas de la sociedad tanto a nivel global como seccional
deberían ser justificadas de manera consistente con ese compromiso fundamental

EL PROBLEMA DE LA JUSTICIA GLOBAL Thomas Nagel

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Fuerzas presionan el conservadurismo en direcciones opuestas, que la presión está enraizada


tanto en las instituciones internacionales y globales, debido a la necesidad de fortalecer y
construir nuevas instituciones para la longitud de tres tipos de propósito: la protección de los
derechos humanos; la prestación de ayuda humanitaria; y la provisión de bienes públicos que
benefician a todos (libre comercio, seguridad colectiva y protección ambiental).

- "Dilema familia" países prósperos tienen razones para desear una gobernanza más global,
pero no quiere las obligaciones y exigencias de legitimidad que pueden seguir como
resultado.

- Las instituciones más importantes son las de la economía global. (Bueno, en ellos se generan
las desigualdades conocidas).
- Algunos dicen que el sistema de interdependencia que vivimos cerca de la visión de Rawls
de la justicia distributiva plantea. Pero para el autor que no es lo que sucede, porque las
instituciones no tienen poder a nivel estatal (ausencia de autoridad soberana).

- Las instituciones carecen de algo que es crucial para la aplicación e implementación de los
estándares de justicia para la concepción política: no adoptadas o impuestas colectivamente
en nombre de todos los individuos cuyas vidas afectan; y ellos no exigen de los individuos el
tipo de autorización que corresponda a la responsabilidad de tratarlos en algún sentido como
iguales. A cambio, se adoptan a través de negociaciones entre estados soberanos mutuamente
auto-interesados.

- Hay varias estructuras menos formales que son responsables de gran parte del gobierno
internacional. Estas redes normalmente incluyen funcionarios de diferentes países con un
espacio común de conocimiento y responsabilidad que encuentran o se comunican
regularmente, armonizando sus políticas y prácticas, y operando por consenso, sin ningún
poder de decisión por un tratado (reguladores ambiental y antimonopolio, funcionarios del
banco central, ministros de finanzas, etc.).

- Es importante reconocer que el modelo tradicional de OI de base en tratados entre Estados


soberanos ya ha sido superado. Pero las nuevas formas de gobierno internacional comparten
con los tradicionales una relación fuertemente indirecta con los ciudadanos individuales.
Todas estas redes están conectadas a los representantes no de los individuos, sino de
funciones e instituciones estatales. Estas instituciones son responsables de sus propios
ciudadanos y pueden desempeñar un papel significativo en el apoyo a la justicia social en
favor de estos mismos ciudadanos.

- Justicia no es sólo la búsqueda de objetivos comunes a través de partes desiguales cuyo


interés auto es suavizado por caridad. La justicia, para la concepción política, exige un cuadro
social El impuesto colectivo adoptado en nombre de todos aquellos que son gobernados por
ella, y busca alcanzar la aceptación de su autoridad, incluso de alguien que no concuerda con
el contenido de sus decisiones.

- La decisión de confinar la justicia del Estado-nación es que ella presupone una dicotomía
irrealistamente nítida entre Estados soberanos y respeto a las instituciones globales existentes
acción, autorización y autoridad. Así, aunque la globalización de la economía dio origen a
patrones completos de justicia social, ello implicaría una forma modificada.

Si aceptamos la estructura moral de la concepción política, debemos concluir que hay una
variedad resultante de grados de JUSTICIA igualitarios que tenemos con aquellos que están
involucrados en estas estructuras, lo que es en proporción a nuestro grado de responsabilidad
conjunta y sujeta a su autoridad.

Las convenciones internacionales y tratados como los que establecen el conjunto de reglas
para el comercio, tienen una naturaleza moral muy diferente de los contratos entre autopartes
interesados en un estado soberano, estos contratos son "pura" y nada garantiza la justicia de
sus resultados .

El argumento tendría que argumentar que, puesto que ambos son participantes de esta red de
instituciones miembros que nos sitúan en el mismo barco en relación con la cuestión de la
justicia.

- En términos morales, los cosmopolita decir que, idealmente, los estándares completos de
justicia deben aplicarse, pero en la práctica no puede ser implementado debido al poder
limitado de instituciones internacionales.

Lo que inhibe el desarrollo de poderosas instituciones supranacionales no es sólo el miedo a


la tiranía, sino también la resistencia a la expansión de la democracia, las demandas
extendidas de legitimidad y una amplia gama de demandas por justicia. Las naciones ricas,
en cualquier cos, temen estos desarrollos.

- A pesar de las "facilidades" que una mayor autoridad internacional traería, esos tipos de
autoridad aumentada traer consigo mayores responsabilidades. Una autoridad capaz de
desempeñar estas funciones diferentes e imponer sus decisiones estará naturalmente sujeta a
demandas por legitimidad, presiones por democracia y presiones para aplicar patrones de
justicia en la distribución de cargas y beneficios a través de sus políticas

- Si miramos la historia de las concepciones sobre la justicia y la legitimidad del Estado-


nación, parece que la soberanía precede a la justicia y la legitimidad. En primer lugar, hay
una concentración de poder, entonces, gradualmente, surge una demanda de que los intereses
de los gobernados sean tenidos en cuenta, y que se les dé una voz mayor en el ejercicio del
poder.

- Regímenes injustos e ilegítimos son los precursores necesarios del progreso hacia la
legitimidad y la democracia, porque crean el poder centralizado que puede ser cuestionado
y, quizás, llevado a otras direcciones sin ser destruido.

- El camino de la anarquía a la justicia debe ser atravesado por la injusticia.

TEORIAS DE LA JUSTICIA INTERNACIONAL:


Proponen principios para el tratamiento de las asimetrías socioeconómicas existentes en el sistema
internacional, de modo a ofrecer directrices normativas que pueden ser aplicadas a los arraigos
políticos existentes. Disputa se da en torno de esos preconceptos, sus premisas y consecuencias, bien
como las justificativas que fundamentan los ideales movilizados
Cosmopolitas: proponen principios de justicia igualitaria que entienden aplicables a la orden
internacional como extensión de los principios de justicia distributiva propios al ámbito domestico
(nacional). Son también llamados de igualitaristas globales. Por requerir de sociedad internacional
medidas de justicia análogas que rigen las sociedades democráticas.
Humanitaritas son anti-cosmopolitas que diferentemente defienden medidas de justicia internacional
en las cuales los factores internos de las sociedades domesticas (sus características institucionales,
políticas y culturales) son determinantes en la definición de las obligaciones internacionales de
justicia. Corresponden a lo que Beitz denomina de Liberalismo Social y lo que Negel llama de
Concepción Política.
RAWLS es anti cosmopolita en la medida en que sustentaba una visión pluralista tradicional de la
sociedad internacional, según la cual la comunidad política NACIONAL es el contexto moral y
político apropiado para resolución de cuestiones de justicia social (ellas son, como sugiere Nagel, un
elemento fundamental de la legitimidad política internamente al Estado). En contrapartida, el
principio de la no interferencia organiza la convivencia pacifica entre Estados. Deber de asistencia
seria medida apropiada de tratamiento debido a las sociedades oneradas por condiciones menos
favorables que las impide desenvolver instituciones capaces de garantir un conjunto mínimo de
derechos humanos básicos para la subsistencia de los ciudadanos (tales derechos son el componente
central de la noción de legitimidad política internacional)
Hay divergencia en cuanto al contenido de esos derechos objeto de preocupación internacional: visión
minimalista entiende que estén en el rol apenas aquellos relacionados a la libertad (de circulación,
consciencia, expresión y política) la integridad física y las necesidades básicas. INTERVENCION
EXTERNA para la garantía de esos derechos mínimos estaría justificada: concepción se basa en un
padrón mínima de suficiencia de las nacionales como criterio humanitario de promoción de justicia
internacional
HUMANITARISTAS operan por tanto una separación entre los principios de justicia igualitaria
empleables en ámbito domestico e aquellos aplicable para la justicia internacional
Los cosmopolitas se dividen por dos tipos de MONISMO: los defensores de una visión asociativa (o
cosmopolitismo relacional) como Beitz, entienden que los principios de justicia igualitaria
uniersalmente defensables solo se aplican a individuos situados en relaciones que son
institucionalmente mediadas, ven una sociedad internacional con semejanzas suficientes con la
domestica (en su grado de intedracion de mercados y en la consolidación de instituciones
internacionales) de forma que una concepción de justicia global sea aceptable en una orden política
mundial con instituciones cada bez mas interdependientes (aun que esos cosmopolitas asociativos
acaben defendiendo padrones no compararivos de adecuación, esto es, acciones internacionales para
promoción de justicia socioeconómica basada en patamares minimos de derechos económicos que
deben ser asegurados)

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