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“Las travestis somos capaces de producir

conocimiento…”
Publicado el 29 de Noviembre de 2012

entrevista: Mariane Pécora


El Teje es el primer periódico travesti de Latinoamérica editado por el Centro Cultural Ricardo
Rojas. Marlene Wayar, su directora, apuesta a construir con esta publicación otras posibilidades
de ser en el mundo, que permitan vivir de una manera más igualitaria.
El escándalo lo desató un propietario timorato cuando anunció, en una reunión de consorcio, que en
el edificio vivía una travesti. ¿Qué hacer? ¿Cómo convivir con semejante calamidad? El objetivo
fue entonces deshacerse del monstruo ¿Estará enterado el consorcio que en nuestro país existe una
Ley de Identidad de Género?
Este episodio es disparador, sirve para analizar el grado de colonización machista que tenemos
como sociedad. Y saber, en este esquema, si tenemos capacidad para aceptar la diversidad sexual
cuando la mera corporalidad travesti se vive como una amenaza.
Marlene Wayar es psicóloga social, coordinadora general de Futuro Transgenérico, cofundadora de
la Red Trans de Latinoamérica y el Caribe “Silvia Rivera” y directora de “El Teje”, el primer
periódico travesti de Latinoamérica, publicación por la que recibió el Premio Lola Mora en la
Legislatura porteña el año pasado.
Con ella iremos desentrañando los mitos y fantasías que estigmatizan una identidad sexual
netamente latinoamericana y fuertemente hermanada con las corrientes feministas que luchan por el
derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.
-¡Mirá qué piernas!, parecés Marlene Dietrich, me dijeron unas mariquitas la primera vez que
entre a bar travesti en Córdoba. Por entonces, no tenía idea de quien me estaban hablando
¡Cuando lo averigüé adopté ese nombre! -dice risueña Marlene, que es tan esbelta como
espontánea.
La identidad travesti
-Históricamente el término “travestí” se utilizó en la jerga teatral para denominar al actor que hacía
de mujer, cuando ésta tenía vedada la posibilidad de actuar. Con el tiempo la expresión travesti se
convirtió en un insulto, al igual que mariquita, machona o trola.
-Nosotras nos apropiarnos de esos términos y los resignificamos desde el orgullo. Travesti es una
palabra que nos permite seguir sosteniendo la atención en un lugar difuso, no cerrado. Ninguna de
nosotras, ningún médico, ningún antropólogo puede definirnos. Sólo pueden decir que somos
apenas una experiencia humana, que ha nacido con una corporalidad masculina y que ha
orientado su género hacia el arco de la femineidad.
-¿Qué sucede con los términos transgénero o transexual?
– Son expresiones que se escapan de lo territorial, de lo comunitario, para convertirse en
universalistas. Y en ese sentido se pierde todo el bagaje cultural. El problema es que los discursos
hegemónicos que vienen desde esa universalidad adoptan un concepto higienista de las categorías
humanas. Entonces el término travesti tiene una ligazón casi inescindible con la prostitución. ¡Y
así empieza a imponerse lo que continuamente nos ha estigmatizado!: la condena de la Iglesia, la
criminalización a través del discurso jurídico y la patologización del diagnóstico médico y/o
psiquiátrico.
– Sin embargo, vos afirmás que la prostitución es una realidad para el 95% de las travestis hasta el
presente…
– Si tenemos en cuenta que en nuestro país el promedio de vida de las travestis es de 35 años, hay
que reconocer que muchas hemos sobrevivido pese a la prostitución. Nosotras en lugar ocultar o
negar esta realidad trabajamos para revertirla. ¿De qué manera? capacitando a las chicas en
diferentes labores para que tengan un oficio y puedan salir de la marginalidad. No sólo para des-
estigmatizar nuestra identidad, sino porque creemos que si hay compañeras que se prostituyen,
todas estamos siendo prostituidas.
-Marlene Wayar es cofundadora de la ”Cooperativa Textil Nadia Echazú”, un taller-escuela
autogestiva para travestis donde se confecciona ropa de alta costura y blanquería, inaugurado en
2008 con el apoyo del INAES. En 2010 fundó, junto a la Red de Mujeres de Tucumán, el primer
Centro de Alfabetización Trans en esa provincia. Actualmente, por iniciativa de las alumnas
egresadas, este Centro lleva su nombre.
El cuerpo como resistencia
Lleva una melena oscura y recogida, algo de maquillaje en los ojos y labios rojos. Viste ropas de
mujer y su cuerpo está visiblemente intervenido. Nos detenemos en el tema de la visibilidad para
indagar sobre rol del cuerpo en la identidad travesti.
– La hipervisibilidad instantánea del travesti rompe con el binarismo sexual -dispara Marlene-. Sos
un hombre renegado de tal, que intenta ir hacia al arco de lo femenino. Y al hacerlo, pones en
desvalor todos los privilegios que ostenta el hombre dentro un sistema occidental y cristiano.
-En esta hipervisibilidad, ¿qué rol juega la intervención del cuerpo?
-Si bien el cuerpo hoy juega un papel muy importante, hay algo mucho más profundo en la
identidad travesti que la mera corporalidad o la mera representación de lo corporal en la vida
pública. Y tiene que ver con una asunción de una identidad de género específica, como la femenina.
Lo trans se ha venido dando a lo largo de la historia de manera constante y eso no implicaba una
cuestión corporal, sino precisamente como indica el término travesti, estaba trastrocado en el
vestido. A partir del desarrollo de la biotecnología empezamos a usar las hormonas, las siliconas,
las cirugías plásticas.
Por otra parte, el tema del cuerpo cobra cada vez mayor relevancia desde el concepto capitalista
mediático y de mercado. Pero esto no nos abarca sólo a nosotras sino a toda la sociedad. En ese
sentido, estamos trabajando un discurso para desmontar el cuerpo, porque existen formas de
modelar el cuerpo que son invasivas, en muchos casos ilegales y por lo tanto peligrosas.
Sobre ser y el parecer
-Hoy por hoy el término gay universaliza a la diversidad sexual, ¿qué explicación le das a eso?
– Universalizar la identidad travesti dentro del movimiento gay es una colonización terrible para
Latinoamérica. El movimiento gay surge en Estados Unidos para ocultar nuestra realidad. La
lógica gay esta orientada al mero consumo y, como tal, tiene una finalidad: es capitalista,
segregacionista y asimilista. Vos podes ser gay, travesti y lesbiana en Puerto Madero con
MasterCard o Visa, pero no en Laferrere o en el Conurbano, cartoneando debajo de la línea de la
pobreza.
– ¿La identidad travesti tiene origen popular?
– Absolutamente. Lo travesti siempre tuvo una extracción social popular, porque implicaba una
situación de marginalidad que no tenía demasiada diferencia con ser pobre o ser villero. Entonces,
dentro de esa situación puntual de pobreza extrema, trabajar en la prostitución era más redituable;
porque si bien podías ir presa como cualquier otro, al menos obtenías un plusvalor.
-¿En las clases sociales acomodadas no hay travestis?
El travestismo en las clases altas se mantiene dentro de lo que denomina crossdresser; es decir,
personas que sólo en la intimidad se trasvisten. Intuyo que esto tiene ver con los permisos y con las
habilitaciones que te da tu medio social. Por ejemplo: alguien con padres profesionales, que aspira
tener una profesión, se autoreprime. Porque sabe que si acepta su identidad de travesti en público
caerá en la marginalidad.
No pasa con los gays y las lesbianas que pueden pertenecer a círculos sociales altos y tener
trabajos o profesiones en las cuales su inclinación sexual no se visibiliza. Están al resguardo de las
consecuencias sociales.
Subjetividad y feminismo
– Simone de Beauvoir decía que no se nace mujer, se llega a ser mujer…
– Creo que cada vez cobra más relevancia esta frase para darnos cuenta que se nace nada más que
seres humanos. Todo lo demás se da por las condiciones de producción de la subjetividad.
La producción de subjetividad es el modo por el cual las sociedades tratan de elaborar sujetos
similares siguiendo un patrón establecido por la clase o grupo dominante. Marlene sostiene que
nuestra sociedad arrastra una fuerte impronta patriarcal, cristiana y mercantilista, donde el debate
sobre la subjetividad no tiene cabida.
-Hay mucha discusión sobre las condiciones materiales, simbólicas y, sobre todo, económicas de
cómo nos reproducimos como sociedad. Lo que no se discute es la producción de subjetividad.
Nadie pone en duda, por ejemplo, la paterno-maternidad como núcleo basal de la producción de
subjetividad. No se cuestiona quiénes realmente tienen capacidad de ser padres. No me refiero a
capacidades fisiológicas, sino a la cuestión humana. Es así como nos encontramos a diario con
criaturas en situación la calle, vendidas y/o prostituidas. Esto no sólo habla de una ausencia total
del Estado, revela una subjetividad social cada vez más indiferente a este tipo de flagelos.
Para saber hacia donde vamos como sociedad, hay que poner en cuestión la manera cómo
producimos subjetividad. Y, en ese sentido, creemos que hay que legitimar el aborto. Porque la
maternidad deber ser una elección libre y responsable de la mujer, y no una imposición social. Y
hay que educar a nuestros niños en sexo-afectividad. Si no somos capaces de concretar esto,
estamos inmersos en una sociedad demasiado enferma o demasiado hipócrita.
-En este sentido, tienen coincidencias asombrosas con el feminismo…
-Exactamente. El feminismo fue uno de los primeros movimientos con los que congeniamos en
igualdad. Nos ayudó a pensarnos a nosotras mismas. Y nos proporcionó herramientas concretas
para sacarnos de la prostitución a partir de la generación de trabajo genuino.
El Teje, un periódico travesti
-El Teje, es el primer periódico travesti de Latinoamericano, publicado por el Centro Cultural Rojas,
promovido por las áreas de Comunicación y Tecnologías de Género a partir del taller de crónica
periodística coordinado originalmente por la periodista María Moreno sobre la iniciativa de Paula
Viturro.
-En la jerga travesti, Teje es una palabra comodín que usamos delante de los heterosexuales para
que no se enteren de lo que hablamos. Es una palabra que alude a lo que no se dice, lo oculto, lo
que se trama, lo ilegal, lo sobrentendido -explica Marlene.
-¿Cómo nace El Teje?
Es fruto de esta alianza trans-feminista. Con Paula Viturro, que tiene a su cargo el área de
Tecnologías del Género en el Centro Cultural Rojas, estábamos buscando alternativas creativas
para que las adolescentes tuvieran una formación diferente de la prostitución y donde pudieran
auto-pensarse y recrear su propia historia. Paula le comentó de esta iniciativa a María Moreno,
que estaba a cargo del área de Comunicación del Centro Cultural Rojas, y María nos propuso
hacer un medio periodístico. Entonces ella nos dio un curso de crónica e investigación
periodística. Así nace El Teje en diciembre de 2007. Una revista escrita por travestis. Y donde yo,
como directora, tengo la inmensa responsabilidad de trazar la línea editorial.
– ¿Qué querés transmitir a través de El Teje?
– Más que una revista, El Teje, es un proyecto educativo que tiene como objetivo la des-
estigmatización de nuestra identidad. Un medio donde podemos demostrar que somos capaces de
producir conocimiento y cualquier otra labor. En este caso periodismo.
Por otra parte, las travestis no tenemos ningún registro de nuestra historia, pese a haber estado en
cada uno de los momentos importantes de nuestro país. El Teje da voz a través de la palabra
escrita al silencio social histórico del que somos víctimas.
En una sociedad donde el destino de la mayoría de las travestis es la prostitución, y en la que
tenemos prácticamente vedado el acceso a la salud, la educación, la vivienda digna… El Teje,
mediante la capacitación y la transmisión de saberes y conocimientos, nos incita a construir otras
posibilidades de ser en el mundo para vivir de una manera más igualitaria.

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