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INTRODUCCIÓN
El equipo de trabajo de GIPRI en los cuatro últimos años, además del trabajo de campo habitual en
diversas regiones del país, se ha venido ocupando en la revisión y estudio de los materiales producidos en
Colombia desde los comienzos de la investigación en el siglo XIX. Algunos viajeros y expedicionarios
(Ancizar-1984) realizaron descripciones relativas a yacimientos rupestres y dejaron un conjunto de
transcripciones, sobre las que no se había hecho ningún estudio adicional, ni tampoco se habían realizado
las comparaciones necesarias, entre estas versiones existentes y los sitios que aun existen, para constatar
su objetividad y valor documental. El equipo asumió la tarea de rehacer el registro de los denuncios
antiguos cuando un conjunto de materiales fueron publicados sin que fueran incluidas las correcciones
del caso. Adicionalmente, unos materiales del siglo XIX reubicados en la Biblioteca Nacional de Colombia
(Álbum de Liborio Zerda) aparecían como desconocidos cuando, estaban citados como parte de la
bibliografía convencional, lo cual generaba una confusión adicional sobre el valor documental de tales
láminas. Al lado de estas situaciones, algunas interpretaciones antiguas y recientes se continuaron
divulgando en realización al realismo de los murales, antiguamente reseñados. Lo que inmediatamente
parecería indicar que tales acuarelas no requerían de su revisión. Un número importante de estos
documentos continuaron teniendo difusión, sin las debidas correcciones y algunas interpretaciones
desproporcionadas se hicieron sobre estas antiguas referencias, sin la revisión que hubiera sido
indispensable al confrontar tales versiones con el original. La tarea de revisión se hacia en cada caso
indispensable con el propósito de rehacer los materiales que han venido generado un número amplio de
distorsiones, de atribuciones fantásticas, que son en la mayoría de los casos el resultado de registros
incorrectos.
Este artículo entonces debe entenderse como un ejemplo de los problemas en los cuales estaría
involucrado cualquier investigador que quisiera revisar los registros para corregir algunas inadvertencias,
e impulsar con nuevas perspectivas una documentación que se interese en las características de los
motivos y en las primeras evaluaciones sobre su estado para el manejo y administración de los sitios. Hoy
no basta, para quien trabaja en arte rupestre simplemente tener una idea aproximada del lugar donde está
el yacimiento, poseer algún material sin detenerse a pensar sobre la calidad y nivel de resolución y detalle
que debe darle a los diversos documentos que construye, para discriminar con diversos medios, el modo
para registrar el mural, los grupos pictóricos, la composición de la roca, su entorno y su ubicación
geográfica. Una documentación rigurosa no sólo se detiene en las singularidades de los motivos, sino que
se interesa en poder ordenar y visualizar la información significativa en el espacio de los desarrollos
actuales de los computadores, ambientes que permiten ahora niveles complejos de información.
La Comisión Corográfica
En 1850 y 1859 la Comisión Corográfica realizó un conjunto de acuarelas en el proyecto institucional
descrito y algunas de ellas incluyen temas pinturas y grabados precolombinos. Se desconoce el número
exacto de láminas que se realizaron en la descripción de monumentos indígenas en los que se incluía el
arte rupestre. Ahora se pueden referenciar únicamente siete láminas de esta etapa, que se conservaron
hasta el presente y que corresponden a tres de los actuales departamentos del país (Boyacá, Huila y
Cundinamarca). En 1850 cuando se dirigían hacia el norte Codazzi, Ancizar (Directores de la expedición)
y el acuarelista Carmelo Fernández reseñaron la “Piedra Pintada de Saboyá” en la Provincia de
Vélez, (Acuarela, 15.5 x 22.1 cm. BN No. 144). También en esta primera temporada de trabajo corográfico
este grupo de investigación visitó en la Provincia de Tundama la “Piedra grabada de Gámeza”
(Acuarela de 15.8 x 24.9 cm. BN -No. 37). Unos años después, trabajaron en el sur del país en la Provincia
de Neiva, (1857) y visitaron la “Piedra con jeroglíficos de Aipe”, en la tierra de los antiguos indios
natagaimas (Acuarela de Manuel María Paz, 26 x 40.8 cm. BN -No. 159). Según algunas referencias, en
1858 la Comisión Corográfica reseñó un grupo de piedras con jeroglíficos, cerca de Pandi - Provincia de
Bogotá, (Acuarela, 24.5 x 41.1 cm. BN No. 117); y en el mismo año de 1858 se realizaron algunas acuarelas
en las “Piedras con jeroglíficos” cerca de Facatativá en la Provincia de Bogotá (Acuarela, 17.4 x 27
cm. BN -No. 113).En este último municipio se conserva una acuarela, bajo el título de la Piedra de las
Núñez. En estas expediciones se hicieron los mapas de las provincias, se redactó una crónica sobre las
costumbres de las regiones y se produjo un conjunto de informes (interpretaciones) sobre el mundo
campesino e indígena que fueron en cada expedición visitando. Como respaldo a esta unidad de
materiales complejos, se produjeron las acuarelas, dentro de las cuales están las que reseñan la presencia
de arte rupestre, incluidos en un material que fue titulado por su director Agustín Codazzi como el “Museo
pintoresco e instructivo de la Nueva Granada (1850)”.
Wenceslao Cabrera Ortiz: En 1941 este investigador colombiano reseñó la presencia de uno de los
petroglifos más importantes del país y con ello, presentó una de las primeras descripciones de los trazos
grabados con una alta densidad de motivos rupestres, la mayoría de ellos entrelazados. La reiteración de
motivos de animales esquemáticos (míticos o simplemente sintéticos), la presencia de cabezas
triangulares antropomorfas, y espirales humanas son profusamente distribuidas en mas de 100 m 2 en una
roca arenisca, que se encuentra a unos pocos centímetros del piso inclinada hacia una quebrada
(arroyuelo). Las escalas en las cuales esta versión se presentó publicada, en medios de divulgación, no
permitía observar con detalle las características propias de todos y cada uno de los motivos y el formato
usado impedía ver detalles que para el investigador actual son esenciales. Se trata a pesar de todo de una
de las transcripciones más ajustadas a la realidad del yacimiento, y sin embargo por la escala usada, los
detalles de cada uno de los motivos se hacen difusos, entre otras por el calibre homogéneo del
instrumento con el cual se hace el dibujo. El problema es tratar de comprimir el conjunto de motivos de
una roca que tiene 14 x9 metros en una gráfica de 215 x 279 (tamaño carta).
Cada uno de los ejemplos aquí presentados hace un acento en algún tema o aspecto y con ello, muestra las
inadvertencias propias de los registros pioneros. El orden de la exposición será el siguiente: primero la
versión antigua, sus características y, luego se mostrará el contraste con las nuevas documentaciones
realizadas en la roca original. El texto y las gráficas que aquí se presentan son un resumen de un trabajo
más amplio sobre la historia y el balance que hace GIPRI de los procedimientos descriptivos y
criterios metodológicos en el estudio del arte rupestre Colombiano.
LA PIEDRA DE AIPE:
TRASCRIPCIÓN ELEMENTAL
Este monumento indígena se encuentra en el departamento del Huila en una zona que ha sido incluida en
las tradiciones arqueológicas como zona habitada por los Pijaos. En la expedición de 1857 la Comisión
Corográfica había cambiado de acuarelistas y esta actividad la coordinaba para aquel entonces el geógrafo
Manuel María Paz que a su vez era el director de la sección de pintores. En la actualidad existen dos
versiones de la misma roca, la entregada al estado y otra que está en el álbum de Liborio Zerda (sin escala
humana-1893), y que, en ambos casos contienen los mismos dibujos. Cuando se observa la trascripción
con el original se puede ver que el dibujante de los motivos no expresó adecuadamente la forma ni el
volumen real de los grabados (surco profundo 2 cts. promedio) y reseño únicamente algunos elementos
sin incluir otros. Al igual que en Saboya y Gámeza, no se discrimina la profundidad de los trazos, todos los
motivos se ven planos como si todos los elementos fueran equivalentes en forma y tamaño, cuando no lo
son. La escala humana es también incorrecta y ésta hace imaginar que la roca es relativamente pequeña.
La composición de la roca reseñada no corresponde al original y tampoco aparecen reseñados los temas
de los costados y los petroglifos de la parte de atrás del mural principal. !Lo único que de esta acuarela
parece estar bien proporcionada es la figura humana que curiosamente viste ropa de tierra fría, cuando en
el lugar la temperatura diaria puede ser del orden de 35 a 40 grados centígrados, pues se encuentra a
escasos metros del río Magdalena¡.
FACATATIVA:
En el municipio de Facatativá, Cundinamarca existe un parque que posee más de 60 murales con
pinturas. Algunas de ellas se encuentran en extremo deterioro, pues hace algunos años este lugar se
convirtió en parque de turismo popular. Una de estas rocas con su mural fue reseñada en el siglo XIX y
además de la presentación de su composición total, se incluyeron algunos de sus grupos pictóricos. En la
descripción de la comisión, las acuarelas al igual que algunos de los casos anteriores (Saboya, Gámeza) se
detenían fundamentalmente en el paisaje, en la atmósfera del sitio, en la descripción de las plantas y el
ambiente, pero no en los motivos rupestres. Si las escalas reales se hubieran puesto en la acuarela
probablemente no sería más que una mancha. Así que el dibujante que intervino la acuarela debió hacer
un despliegue de los motivos en las paredes, haciendo así falsa su correspondencia, pero permitiendo que
en la acuarela se pudieran ver algunas de las figuras principales de la pintura rupestre. Hoy este mural se
encuentra alterado por letreros de pintura y se hace muy complicada su reconstrucción.
EL MONOLITO DE SASAIMA
Este yacimiento fue descubierto por el Doctor Néstor Santacoloma en su Finca de La Isla (vereda El
Mojón-Quebrada Talauta). La primera referencia se divulgó con un registro inicial, publicado en 1942, por
el investigador de arte rupestre Wenceslao Cabrera Ortiz. Este yacimiento tiene una desmesurada e
impresionante cantidad de formas y variaciones de un mismo motivo, una diversidad de figuras,
aparentemente realizadas con una técnica similar (herramienta en punta de 2 milímetros) para la
totalidad de los motivos, algunos de los cuales se repiten en el mural en un surco superficial de no más de
2 a 3 milímetros en promedio. Los registros realizados en los últimos años permitieron ver algunos
aspectos relativos a su estado, deterioro y conservación. En primer lugar, la humedad del sitio es alta, por
estar en una pendiente ligera, al lado de una fuente de agua. En segundo lugar, la roca es relativamente
superficial y se encuentra en la cercanía un conjunto frondoso de guaduas, cuyas hojas tapan en pocas
semanas la totalidad de los motivos. Así que normalmente la superficie de la roca en un clima de humedad
alta, se invade con líquenes y musgos, impidiendo observar los trazos superficiales que contiene. Las
raíces de las plantas y arbustos del entorno desarrollan sus raíces hacia el espacio de la roca y generan
deterioros. Todas estas evaluaciones son ahora el objeto del registro, como lo es igualmente la revisión de
los alrededores de este yacimiento, para ubicar otros que igualmente deben ser consignados en el proceso
de trabajo documental regional. La documentación debe entenderse entonces como un modelo
metodológico complejo, como una estructura teórico práctica que contiene una estructura gráfica
(cartographic system of recording), que incluye una descripción de los motivos rupestres (ficha de roca) y
una ficha paralela que se ocupa de registrar las alteraciones, en las que se discriminan gráficamente los
temas (abrasión, fractura descamación, entre otros) con colores porcentajes y tabla de color (CMYK y
RGB). Este formato de registro incluye las características del petroglifo en relación a trazos, pero también
complementa su descripción con información sobre otras características (Bednarik 2001) del panel de la
roca, tales como: áreas de exfoliación, presencia de líquenes, marcas de deterioros, intemperie de la roca,
patina, minerales, sales). (Include also information on other features of the rock panel, such as areas of
exfoliation, lichen presence, taphonomic rock markings, patination, mineral accretions and salt
efflorescence). El objetivo es poder determinar simultáneamente con el conjunto de trazos una evaluación
sobre las condiciones de alteración y agentes de deterioro.
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Hoy ya es posible tener entonces una visión menos elemental sobre las condiciones en las cuales se
encuentran los yacimientos, una perspectiva con la que es posible tener una imagen rigurosa de los
espacios geográficos en los que se encuentran y determinar con cierta precisión el estado de los diversos
espacios de un mural o de sus grupos pictóricos, al tiempo que poder reconstruir con cierta calidad los
detalles de los motivos rupestres. El orden de trabajo se ha invertido. Antes era simplemente importante
reseñar los trazos de este o aquel mural, ahora este trabajo debe estar acompañado por elementos que
definen su situación en un contexto más amplio de disciplinas y procesos culturales, y este es también su
historia.
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