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Etimología e historia
1
WINKIN, Yves: (1981) La nueva comunicación, Barcelona, Kairós, 1982; p. 11.
2
WATZLAWICK, Paul: (1964) Teoría de la comunicación humana, Buenos Aires, Ed. Tiempo Contemporáneo, 1976; p. 50.
M
-código-
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3
Dirá Ferrán Mir Sabaté en Semiótica y Comunicación: “Aunque la interpretación del mensaje se da -de manera privada- en la cabeza
del receptor, existe una dimensión colectiva, social. Es un proceso tanto particular como social, individual como universal (de parte del
emisor como del receptor)”. MIR SABATÉ, Ferrán: “Semiótica y Comunicación” [en línea], Barcelona, [s/f],
<http://personal.telefonica.terra.es/web/mir/ferran/semiotica.htm>, [10 de septiembre de 2008, 11:05 horas]; p. 6.
4 SCHRAMM, Wilbur: (1971) Procesos y efectos de la comunicación colectiva, Quito, CIESPAL, 1964. // WEAVER, Warren: (1966) “La
matemática de la Comunicación”, en: SMITH, Alfred: Comunicación y Cultura, Tomo 1, La Teoría de la comunicación humana, Buenos
Aires, Nueva Visión, 1972.
5
Cfr. MCLUHAN, Marshall: (1964) La comprensión de los medios como extensiones del hombre, México, Ed. Diana, 1969; p. 121-122.
6
ECO, Umberto: (1984) La estrategia de la ilusión, Buenos Aires, Lumen-De la Flor, 1986; pp. 184-188.
siempre en el mismo plano, ya que el código no siempre es homogéneo, uniforme, en ambas partes. Ella
habla de “archi idioma”, ya que no existe un único español, un único francés, etc. Por tanto, la comunicación
verbal autoriza solamente una intercomprensión parcial, porque no se comparte un código, sino dos
idiolectos. También reformulará el simple lugar de emisor/receptor para agregar las restricciones del
universo del discurso (los datos situacionales, las imágenes que cada sujeto construye a partir de la
comunicación), las determinaciones psicológicas, las competencias ideológicas y culturales, y las
competencias lingüísticas y para lingüísticas (mímica y gestos), siempre en ambas partes 7.
Más adelante, a todos estos elementos y debates del esquema, se sumará el estudio de la kinésica
(ya como disciplina), del lenguaje gestual, -que prioriza más que solamente la palabra-, para pasar a
estudiar hasta un gesto sutil, una mirada, la mímica, etc. Y también la proxémica, que estudia todo lenguaje
no verbal, por ejemplo, la distancia entre los sujetos que se comunican. En estas corrientes no se busca
establecer una oposición entre lo verbal y lo no verbal, sino que se entiende a la comunicación como un
todo integrado, y, si en el discurso verbal se cuelan gestos -voluntarios o involuntarios- deben ser parte de
este estudio integral. Incluso existe un lenguaje de los objetos, en donde se puede analizar que el mensaje
de un Citroën, no es el mismo de un BMW, o se puede estudiar el lenguaje de un vestido, al que se le
atribuyen significados. Un escudo8, una bandera, una señal vial, un uniforme, una escuela arquitectónica, un
color... transmiten mensajes. Hasta en los textos escritos existe un lenguaje no verbal, el de los paratextos
icónicos, más el manejo de la plástica en las letras (negrita, cursiva, etc., están señalando algo con la forma,
no con el contenido).
Retomando una de las grandes revoluciones tecnológicas, Walter Ong, en Oralidad y escritura,
analiza las diferencias entre las culturas letradas y las ágrafas. Ong asume que la escritura no es un simple
ordenamiento de signos, que ayuda a organizarnos y a archivar nuestra historia, sino que revoluciona la
forma de pensar. Nuestra estructura mental cambia, y ya no vuelve a ser la misma. Una vez que una
persona aprende a leer, no puede volver atrás, al observar una gran marquesina con las letras ‘NO LEA’, a
simple vista nuestra mente nos indica que esos signos son un enunciado que no podemos obedecer.
Además, la escritura nos permite acceder al pensamiento abstracto, complejo, a la polisemia de los
elementos léxicos y simbólicos. Ong dirá que la escritura reestructura la conciencia:
Eliseo Verón, en Esto no es un libro, problematizará sobre el libro como objeto real, físico, material, y
lo comparará con el género por excelencia de lo no físico y material: el hipertexto. Desde el punto de vista de
las condiciones de reconocimiento, de lectura de un libro, el libro más tradicional que uno pueda imaginar
tiene la estructura de un hipertexto… cualquier intelectual ha practicado desde siempre las operaciones
hipertextuales: un libro lo lleva, de manera natural, a otro; su biblioteca ha sido desde siempre una
arborescencia hipertextual. Leer o escribir un texto es ubicarlo automáticamente en un hipertexto... El
hipertexto nació pues hace unos dieciocho siglos 10.
En 1992 George Landow, retoma palabras de Rolad Barthes para definir hipertexto como un texto
compuesto de bloques de palabras (o de imágenes) electrónicamente unidos en múltiples trayectos,
cadenas o recorridos en una textualidad abierta, eternamente inacabada y descripta en términos como
‘nexo’, ‘nodo’, ‘red’, ‘trama’ y ‘trayecto11’... Es definido como un texto ideal donde no hay principio, pero sí
diversas vías de acceso, sin fronteras definidas, como en una gran red de referencias.
7
Cfr. KERBRAT-ORECCHIONI, Catherine: (1980) “La problemática de la enunciación”, en: La enunciación. De la subjetividad en el
lenguaje, Buenos Aires, Hachette, 1988; pp. 23-27.
8
La heráldica ya era una disciplina esencial del lenguaje no verbal en la Edad Media.
9
ONG, Walter: (1982) Oralidad y escritura, Buenos Aires, FCE, 1993; pp. 54-84.
10
VERÓN, Eliseo: (1999) Esto no es un libro, Barcelona, Gedisa; pp. 17-20.
11
LANDOW, George: (1992), Hipertexto. La convergencia de la teoría crítica contemporánea y la tecnología, Buenos Aires, Paidós,
1995; pp. 14-15.
Christian Vandendorpe, por su parte, explica que las mutaciones del texto tendrán repercusiones
sobre la lectura, ya que no se lee un hipertexto de la misma manera que una novela. La linealidad de una
novela, de un cuento, según Vandendorpe, tiene que ver con las nociones de autoridad y coerción, con el
respeto obligado a seguir etapas que no se pueden saltear. Aunque existen libros tradicionales, como las
enciclopedias y los diccionarios que no requieren una lectura lineal, y obras como Rayuela, que también se
revela a esta linealidad. Por tanto, si una novela sobre papel dista de ser automáticamente lineal, un
hipertexto tampoco es necesariamente no lineal. En él, las páginas o segmentos pueden encadenarse de
manera rigurosa, obligando al lector a leer un orden fijo, más fijo todavía que las páginas de un libro... Dicho
lo cual, por su naturaleza, el hipertexto se presta idealmente a recorridos de lectura y navegación
multisecuencial12.
Según Vandendorpe, desde la expansión de los códices, el texto es trabajado como un material
visual, se le agregan letras capitales, negrita, marcas, etc. Y estas marcas se trasladarán a todos los
soportes, modificando la relación del lector con el texto: un diario no se lee como un libro. En el hipertexto
pueden existir cosas que en el libro tradicional no: secuencias animadas, música, sonidos, luces, colores
cambiantes. Así, la lectura se hace cada vez más visual, más flexible, más dinámica, imitando la forma en
que pensamos (que no es lineal sino de manera ramificada, rizomática), y esto barre con las formas de
aprehensión del conocimiento tradicionales.
Para Lourdes Cilleruelo, lo que ha logrado internet es admitir la copresencia e interacción
simultánea en un mismo espacio de diferentes usuarios localizados en distintos puntos del globo terrestre…
El autor en internet pierde su monopolio de creador individual: el acto creativo es fruto de la interacción de
un colectivo normalmente anónimo13.
En lo que refiere a estas nuevas formas de comunicación, Gianfranco Bettetini & Fausto Colombo
diferencian dos conceptos importantes:
· Interacción: forma particular de comunicación social de los sujetos en sus relaciones con otros
sujetos.
· Interactividad: imitación de la interacción por parte de un sistema mecánico o electrónico con
un usuario... Los media interactivos simulan precisa y exclusivamente interacciones
comunicativas14.
Así, Internet alcanzó el extremo del ‘no lugar’ acuñado por Marc Augé. Un ‘no lugar’ designa
espacios que carecen de identidad, al no haber vínculos directos entre el que lo ocupa y el lugar mismo,
Augé da los ejemplos de autopistas, aeropuertos, hoteles, etc. Y en este ‘no lugar’ en particular, no hay
autor, no hay enunciador ¿quién es el que nos habla? ¿Un hombre, una mujer? ¿Alguien joven? Aquí reina
el anonimato.
Para Vandendorpe, si toda voz es firma, ya que tiene una definición de género, de edad, etc., el
texto escrito, por el contrario, puede volverse perfectamente neutro y despojado de toda referencia del autor.
De hecho, el texto científico, en su permanente búsqueda de objetividad, se dedicará constantemente a
borrar esas huellas, esos indicios de la enunciación, para parecer cada vez más impersonal, cada vez más
plural (más ‘nosotros’ y menos ‘yo’) en esa persecución por persuadir al lector con las ideas del autor. Así se
logra una ficción de objetividad en la que, como en el texto científico, parece que no hubiera enunciador, ya
que se encuentra acallado por los recursos argumentativos, el uso del impersonal, la omisión de
subjetivemas, etc. Esta neutralidad del texto facilita su apropiación por el intelecto poniendo fuera del juego
el campo de las impresiones y emociones15.
Para tener una verdadera comprensión de aquello que leemos o escuchamos, tenemos que saber
quién habla en el texto, en qué lugar y época, dentro de qué escuela o corriente, etc. Estos elementos
permitirán que el lector determine mínimamente qué objetivos o intereses posee el enunciador. Y esto se
vuelve cada vez más difícil en el medio virtual, ya que el anonimato es generalmente regla. Se produce un
mosaico de recortes donde nadie escribió nada, y desaparece el enunciador. El texto en red no tiene
contexto. ‘Darle’ ese contexto y ‘descubrir’ los objetivos del enunciador es tarea de la semiótica, del análisis
del discurso y otras disciplinas.
Es sabido que todos los mensajes son polisémicos, tienen dos aspectos (que dan lugar a infinitos
aspectos): el de contenidos (denotación, sentido literal) y el relacional (connotación, sentidos secundarios,
12
VANDENDORPE, Christian: (1999) Del papiro al hipertexto, Buenos Aires, FCE, 2003; pp. 41-42.
13
CILLERUELO, Lourdes, “Arte y comunidades virtuales, el aspecto creativo de la comunicación”, en: Actas del I Simposio ‘Prácticas
de comunicación emergentes en la cultura digital’, Córdoba, Argentina, 2004, p. 7.
14
BETTETINI, Gianfranco & COLOMBO, Fausto: (1995) Las nuevas tecnologías de la Comunicación, Buenos Aires, Paidós; pp. 16-17.
15
VANDENDORPE, Op. Cit.; pp. 30-32.
profundos)16. Incluso, el mensaje ‘oculto’, connotado, puede ser más importante que el explícito. Así, todo
signo tiene varios estratos sémicos superpuestos, más explícitos, o más velados.
Una buena herramienta para ‘descubrir’ estos misterios de significantes es el análisis discursivo.
Pero antes de abordar su caracterización, describamos sus elementos. Mijaíl Bajtin y Oswald Ducrot
explican que el uso de la lengua se lleva a cabo en forma de enunciados (orales y escritos) y no de
oraciones o palabras:
· Oración: unidad -teórica- de la lengua (al igual que la palabra). Invención gramática, atañe
a la estructura léxica y sintáctica, al significado (de diccionario), da instrucciones para
entender un enunciado. No tiene un contacto inmediato con la realidad.
· Enunciado: unidad -real- del discurso. Es la oración en contexto, en un ‘aquí y ahora’, porta
el sentido. Cada enunciado está delimitado con precisión por el cambio de los sujetos
discursivos. La gente no hace intercambio de oraciones ni de palabras; la gente habla por
medio de enunciados, que se construyen con la ayuda de las unidades de la lengua que son
palabras, conjuntos de palabras, oraciones. Objeto observable en una situación dada (la
enunciación), que pertenece al dominio de los hechos.
· Género: tipo relativamente estable y previsible de enunciados que responde a reglas
preescritas (una conversación, una carta, un decreto, un cartel, etc.)17.
Ahora bien, habiendo teorizado sobre los conceptos, se puede decir que el análisis del discurso deja
de lado la voz unívocamente teórica, para adentrarse en el campo de la realidad. La teoría de los discursos
sociales busca acceder a la dimensión significante de los fenómenos sociales:
Esto significa que nunca algo está dicho o escrito arbitraria o azarosamente, siempre existe un
objetivo, una necesidad, un deseo, un interés. El deber del análisis crítico del discurso es, entonces, revelar
ese objetivo. Y por esta razón, se debe tener en cuenta asimismo, que todo análisis, crítica y estudio de un
discurso también se hace desde un lugar, desde un punto de vista, desde una ideología.
Teun Van Dijk, en El Discurso como estructura y proceso, observa que la variación léxica (la que se
manifiesta, por ejemplo, cuando se opta por “terrorista” o por “luchador en pro de la libertad”) implica que los
hablantes tienen opiniones e ideologías diferentes. Actos de habla como los comandos presuponen
diferencias de poder y de autoridad. En todos los niveles del discurso encontramos entonces “huellas” de un
contexto en el que las características sociales de los participantes desempeñan un papel fundamental, se
trate del género, la clase, la filiación étnica, la edad, el origen, la posición u otros rasgos que determinan su
pertenencia a un grupo19.
Entre las muchas líneas de investigación de discursos, Van Dijk identifica tres enfoques principales:
a) los que se concentran en el discurso “mismo”, es decir, en las estructuras internas; b) los que estudian el
discurso y la comunicación como cognición, como transmisión de la información y el conocimiento y c) los
que se concentran en la estructura social y la cultura. Esta figura triangular cuyos vértices son el discurso, la
cognición y la sociedad constituye, de hecho, el terreno de análisis multidisciplinario del discurso. Cualquier
análisis del discurso adecuado, aun cuando estudie provisoriamente sólo un aspecto parcial del triángulo del
discurso, no tarda en advertir la necesidad de convertirse en una herramienta multidisciplinaria e integrada 20.
Así, aunque se busque estudiar solamente un nivel del discurso, se requieren de los tres vértices del
triángulo para investigar de manera completa e integral.
16
Cfr. WATZLAWICK, Op. Cit.
17
Cfr. BAJTIN, Mijaíl: (1979) "El problema de los géneros discursivos", en: Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, 1990; pp.
248-293. // DUCROT, Oswald: (1984) El decir y lo dicho, Buenos Aires, Edicial, 2001; pp. 251-277.
18 VERÓN, Eliseo: (1988) La semiosis social, Buenos Aires, Gedisa; pp. 125-135.
19
VAN DIJK, Teun: (1997) “El estudio del Discurso”, en: van Dijk, T. (comp.) El Discurso como estructura y proceso, Barcelona,
Gedisa, 2000; p. 46.
20
Ibídem; p. 52.
Bibliografía
1. BAJTIN, Mijaíl: (1979) "El problema de los géneros discursivos", en: Estética de la creación verbal,
México, Siglo XXI, 1990.
2. BETTETINI, Gianfranco & COLOMBO, Fausto: (1995) Las nuevas tecnologías de la Comunicación ,
Buenos Aires, Paidós.
3. CILLERUELO, Lourdes, “Arte y comunidades virtuales, el aspecto creativo de la comunicación”, en:
Actas del I Simposio ‘Prácticas de comunicación emergentes en la cultura digital’, Córdoba,
Argentina, 2004.
4. DUCROT, Oswald: (1984) El decir y lo dicho, Buenos Aires, Edicial, 2001.
5. ECO, Umberto: (1984) La estrategia de la ilusión, Buenos Aires, Lumen-De la Flor, 1986.
6. MIR SABATÉ, Ferrán: “Semiótica y Comunicación” [en línea], [s/f], Barcelona,
<http://personal.telefonica.terra.es/web/mir/ferran/semiotica.htm>, [10 de septiembre de 2008,
11:05 horas].
7. HALL, Stuart: (1980) “Codificar/Decodificar”, en: Aproximaciones a los estudios culturales, s/l,
Fundación Universidad a distancia ‘Hernandarias’, s/f. Traducción de Silvia Delfino.
8. KERBRAT-ORECCHIONI, Catherine: (1980) “La problemática de la enunciación”, en: La
enunciación. De la subjetividad en el lenguaje , Buenos Aires, Hachette, 1988.
9. LANDOW, George: (1992), Hipertexto. La convergencia de la teoría crítica contemporánea y la
tecnología, Buenos Aires, Paidós, 1995.
10. MCLUHAN, Marshall: (1964) La comprensión de los medios como extensiones del hombre, México,
Ed. Diana, 1969.
11. ONG, Walter: (1982) Oralidad y escritura, Buenos Aires, FCE, 1993.
12. RUIZ GUERRA, Isaac: “El No lugar”, [en línea], en: Non nobis Domine..., [06 de octubre de 2005],
<http://weblogs.javahispano.org/rugi/entry/el_no_lugar>, [27 de junio de 2009, 23:00 horas].
13. SCHRAMM, Wilbur: (1971) Procesos y efectos de la comunicación colectiva, Quito, CIESPAL, 1964.
14. VAN DIJK, Teun: (1997) “El estudio del Discurso”, en: van Dijk, T. (comp.) El Discurso como
estructura y proceso, Barcelona, Gedisa, 2000.
15. VANDENDORPE, Christian: (1999) Del papiro al hipertexto, Buenos Aires, FCE, 2003.
16. VERÓN, Eliseo: (1988) La semiosis social, Buenos Aires, Gedisa.
17. VERÓN, Eliseo: (1999) Esto no es un libro, Barcelona, Gedisa.
18. WATZLAWICK, Paul: (1964) Teoría de la comunicación humana , Buenos Aires, Ed. Tiempo
Contemporáneo, 1976.
19. WEAVER, Warren: (1966) “La matemática de la Comunicación”, en: SMITH, Alfred: Comunicación y
Cultura, Tomo 1, La Teoría de la comunicación humana, Buenos Aires, Nueva Visión, 1972.
20. WINKIN, Yves: (1981) La nueva comunicación, Barcelona, Kairós, 1982.