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J. Halberstam: El arte queer del fracaso.

Halberstam, J. (2011). Queer Art of Failure. Durham y Londres: Duke University Press.

Introducción: Teoría baja [Low Theory]

¿Cuál es la alternativa? [What’s the Alternative?]


Comienza la introducción con una cita de un capítulo de Bob Esponja [SpongeBob], en la que
el Señor Cangrejo asusta al primero con la idea de que cuando pensás estar en el paraíso, en
realidad te podés encontrar a vos mismo en el menú de la comida o, peor, como producto en la
tienda de regalos [gift-shop]. Estamos todos acostumbrados a tener nuestros sueños y esperanzas
rotas, pero ¿qué viene después de eso? ¿Cuál es la alternativa entre la resignación cínica y el
optimismo naif? Este libro es una especie de guía que desecha el idealismo de la esperanza para
ganar una nueva relación con la vida, la cultura, el conocimiento y el placer.
Esta pregunta por la(s) alternativa(s) anuncia un proyecto político, la necesidad de una
gramática de la posibilidad y un deseo básico de vivir la vida de otra manera. Académicos,
activistas, artistas y personajes de dibujos animados dan cuenta de esta búsqueda por la alternativa
en la medida en que intentan articular una visión alternativa de la vida, del amor y del trabajo y de
poner esta nueva visión en la práctica. Intentan llevar adelante nuevas formas de ser en el mundo y
con el otro que aquellos pensados para el sujeto liberal y consumidor.
Este libro utiliza el término de Stuart Hall “low theory” [teoría baja] y el saber popular para
explorar alternativas para ir más allá de las formulaciones binarias. La teoría baja trata de localizar
los espacios entre-medio [in-between spaces] que nos rescatan de las hegemonías y de las
seducciones de las tiendas de regalos. Pero, a su vez, la teoría baja hace las paces con la posibilidad
de que las alternativas habiten las aguas turbias del reino contraintuitivo y usualmente imposible de
la crítica y el rechazo. Así, el libro intentará establecer un lugar entre la alta y la baja cultura, entre
la baja y alta teoría para lograr abrir paso [push through] entre las divisiones binarias entre vida y
arte, práctica y teoría, el pensar y el hacer... hacia un reino más caótico de (des)conocimiento [realm
of knowing and unknowing].
En este libro pasará de las animaciones infantiles a las performances más vanguardistas y el
arte queer para pensar diferentes formas de ser y de saber que están por fuera del concepto
convencional del éxito [success]. Halberstam plantea que el éxito en una sociedad capitalista y
heteronormativa se asocia a formas específicas de acumulación de riquezas. El problema es que
estas medidas del éxito han entrado en crisis, con el colapso, por un lado, de los mercados
financieros y, por el otro, de la gran subida del índice de divorcios. Halberstam se propone aquí
discutir los modelos estáticos del éxito y del fracaso.
El Arte queer del fracaso [The Queer Art of Failure] quiere desarticular las lógicas que
subyacen bajo los conceptos de éxito y fracaso con los que normalmente vivimos. Porque bajo
ciertas circunstancias fracasar, perder, olvidar, deshacer, no-hacer, des-hacer, no saber puede ser
más creativo, más cooperativo y ofrecer nuevas formas de ser en el mundo. Fracasar es algo que los
queers hacen y y han hecho siempre excepcionalmente bien; para ellos, el fracaso puede ser un
estilo, para citar a Quentin Crisp, o un modo de vida, para citar a Foucault, que puede hacerle frente
y contrastar con los desalentadores escenarios del éxito que dependen del “intentar e intentar
nuevamente”[“trying and trying again”]. De hecho, si el éxito requiere tanto esfuerzo, entonces
quizás el fracaso sea más fácil y pueda otorgar diferentes recompensas a largo plazo.
¿Qué recompensa nos puede dar el fracaso? Ante todo nos permite escapar de las normas
disciplinantes de la conducta. Si el fracaso se acompaña de efectos negativos como lo son la
desilusión y la desesperanza, también nos da la oportunidad de usar esos efectos negativos para
hacer agujeros en la tóxica positividad de la vida contemporánea. Como dice Barbara Ehrenreich en
Brightsided, pensar en positivo es la aflicción de Norte América, una ilusión de masas que surge de
la combinación de la excepcionalidad estadounidense y del deseo de creer que el éxito le sucede a
las personas buenas y que el fracaso es una consecuencia de una mala actitud y no la consecuencia
de las condiciones estructurales: como lo son la separación en clases, raza y género. La ideología
del pensamiento positivo [positive thinking] insiste en que el éxito depende sólo de con cuánto
ahínco trabaje uno y que el fracaso depende únicamente de un problema individual.
Ahora bien, para los no creyentes del culto del pensamiento positivo -los fracasados, los
“losers”, los quejosos y llorones que no quieren “tener un buen día”- la política ofrece un mejor
marco explicativo que la mera disposición personal. Estos pensadores negativos pueden usar la
experiencia del fracaso para enfrentar las inequidades del día a día.
Desde la perspectiva feminista, el fracaso ha quedado mejor parado que el éxito. Donde el
éxito femenino está medido con la vara de los estándares masculinos, y el fracaso de género
significa ser aliviado de la presión de adecuarse a las ideas patriarcales, no tener éxito en estos
términos puede ofrecer placeres inesperados. Monique Witting discutía en 1970 que si la
femineidad se establece a través de la estructura heterosexual, entonces las lesbianas no son mujeres
propiamente dichas, por lo que estas caen por fuera de las normas patriarcales y puede re-crear
algunos de los sentidos últimos del género femenino. Este tipo de feminismo, que Halberstam llama
feminismos de sombra [shadow feminisms] en el capítulo 5, han acechado a las formas de
feminismo que están orientadas hacia la positividad, la reforma y el acomodamiento más que la
negatividad, el rechazo y la transformación. Este tipo de feminismo toma la forma no de
convertirse, ser y hacer, sino los modos de deshacer, des-hacerse.
Pensemos en una versión popular del fracaso femenino que también se muestra instructivo y
entretenido: la película Pequeña Miss Sunshine [Little Miss Sunshine] (2006, dirigida por Jonathan
Dayton y Valerie Faris). Aquí, Olive Hoover, la niña protagonista, desea ganar el concurso de
belleza. La película se entronca en un road trip donde ella y su familia disfuncional viajan desde
Albuquerque hacia el sur de California, y termina siendo toda una declaración sobre los términos
del éxito y del fracaso. La familia se compone por miembros, cada uno de ellos, altamente
disfuncionales. El fracaso final de Olive nos conduce a una especie de exposición estática de las
contradicciones de una sociedad obsesionada por las competencias sin sentido. También revela los
precarios modelos de éxito bajo los cuales viven y mueren las familias estadounidenses.
Michael Arnst, quien ganó un Oscar como guionista de la película, dijo que se inspiró para
hacer el guión luego de escuchar a Arnold Schwarzenegger, ahora Gobernador de California,
declarar: “¡Si hay algo que desprecio en este mundo, eso es a los perdedores!”. En este contexto,
Pequeña Miss Sunshine es la perspectiva de una perdedora en un mundo que sólo se interesa por los
ganadores. El fracaso de Olive termina siendo mucho más liberador que cualquier éxito que se
pudiera conseguir en el marco de un concurso de belleza. Para contrapesar el motivo darwiniano de
“Que gane la mejor” [“May the best girl win”], se establece el mote neoanarquista de “No se deja
atrás a nadie”[“No one gets left behind”]. Toda la familia disfuncional se mantiene junta y unida
pese a ser maltratados durante todo el viaje, pese a los intentos suicidas, pese a la muerte del
patriarca familiar, y pese a la irrelevancia del mismo concurso de belleza, un nuevo tipo de
optimismo nace. No un optimismo del pensamiento positivo que piensa que hay que ver el lado
luminoso de todo a toda costa, sino una luz que se combina con la sombra y que piensa que que el
sentido de uno depende del otro.

Indisciplinado [Undisciplined]
Quien, como Halberstam, trabaja basándose en dibujos animados como Bob Esponja o
Buscando a Nemo, puede correr el riesgo de no ser tomado con seriedad. En realidad, los términos
de seriedad y rigurosidad, son palabras-código, que tanto en la academia como en otros contextos,
demuestran el correcto disciplinamiento; es un entrenamiento basado en una metodología del saber
que no aprueba ideas visionarias. Este entrenamiento es un modo de rechazar un tipo de relación
Benjaminiana con el saber que se piensa como un paseo por calles desconocidas en la dirección o
sentido incorrectos. Esta corrección disciplinaria tiene que ver precisamente con un quedarse en
territorios bien iluminados y de conocer exactamente qué camino se tomará antes de partir en su
dirección. Halberstam propone, por el contrario, que el objetivo es perder el propio camino y, de
hecho, estar preparados para perder aún más que el propio camino.
En las ciencias, particularmente en matemática y en física, abundan los ejemplos de
intelectuales que deambulan por espacios extra-académicos porque se niegan a publicar dentro de
los límites de la academia, ya que ésta se encuentra dentro de los límites del saber convencional.
Para algunos, la disciplina se mete y estorba el camino hacia las respuestas y hacia los teoremas
porque ofrecen mapeos del pensamiento en lugares en los que la intuición podría otorgar mejores
resultados. Estos y otros ejemplos iluminan el mundo de las culturas alternativas al mundo
académico, mundos creados por perdedores, fracasados y desertores [drop-outs] que intentan
ofrecer alternativas precisamente donde las prácticas universitarias no lo hacen.
El conocimiento disciplinado y estandarizado está perdiendo terreno y perdiendo oportunidad
de dar respuesta tanto a los proyectos de conocimiento del mundo real como hacia los intereses de
los estudiantes. En la medida que el fundamento de las grandes disciplinas empieza a
resquebrajarse, podemos empezar a preguntarnos si es que queremos sanar esas heridas o si
queremos aprovechar la oportunidad para repensar el proyecto de aprendizaje todos juntos.
Las mismas escuelas secundarias buscan dar por tierra con la creatividad y con el
pensamiento original, en vez de fomentarlo. Esto resulta evidente cuando observamos los tests
estandarizados en los EEUU. Incluso el buen estudiante es aquel que mantiene y que es conformado
por las actitudes disciplinares de la norma.
Este libro es un paseo o recorrido por fuera de los confines del conocimiento convencional,
que se adentra en los territorios no regulados del fracaso, la pérdida y lo impropio, tomando un
desvío alrededor de las disciplinas y los modos ordinarios de pensar. La disciplinaridad
[disciplinarity], como la definía Foucault, es una técnica de poder: que depende de la
normalización, las rutinas, convenciones, tradición y regularidad, y que produce expertos y formas
administrativas de gobernanza. La estructura universitaria se encuentra en un momento de
bifurcación, de encrucijada [crossroads], ya no entre disciplinas e interdiscplinas, sino entre la
universidad como un corporación pensada como oportunidad de inversión, y la universidad como
destinada a un nuevo público con una propuesta diferente de conocimiento, de ideas y de política.
Para Fred Moten y Stefano Harney, los intelectuales críticos académicos no presentarían
respuestas que avanzaran sobre la profesionalización, sino que por el contrario serían una extensión
de la misma. Estos autores dirigen entonces su atención a los “intelectuales subversivos”, a aquellos
pensadores dejados por fuera del sistema que resisten y se niegan a las demandas académicas del
“rigor”, de la “excelencia” y de la “productividad”. Defienden que se debe robar la iluminación que
se ha producido en las universidades para actuar contra lo que Foucault llamó la Conquista, esa
guerra silenciada, para refundar la sociedad. Ellos quieren convertirse en una fuerza no-profesional
de conocedores fugitivos con un conjunto de prácticas intelectuales no sujetas al sistema de
examinación y a los puntajes. El objetivo de esta desprofesionalización no es la eliminación o
abolición de algo, sino la fundación de una nueva sociedad. Ellos nos recuerdan que los mundos
sociales que hoy habitamos no son de carácter inevitable; no siempre estuvieron destinados a
terminar de esta manera; y lo que es más importante, que en el proceso en el que se fue produciendo
esta realidad, muchas otras realidades, campos de conocimiento y modos de ser han sido
desechados y, citando a Foucault, “descalificados”/ “desacreditados” [disqualified].
Como decíamos, han habido muchas propuestas que han sido descalificadas, según Foucault,
en la medida que se ha tomado como válida la de esta realidad. Hay algunos libros que nos pueden
ofrecer un muestrario de otros caminos que no se han tomado. James C. Scott en su libro Seeing
Like a State: How Certain Schemes to Improve the Human Condition Have Failed (1999) muestra
otras formas indisciplinadas de conocimiento, así como muestra su estructura social y sus prácticas
políticas. Para el autor, ciertas formas de ver y de ser fueron establecidas como normales o
naturales, como obvias y necesarias, cuando en realidad eran constructos sociales. A Halberstam le
interesa rescatar algunos de los conocimientos descartados en un orden económico que privilegia la
ganancia y el lucro sobre cualquier otro tipo de motivación de ser y estar en el mundo. Scott
identifica la “legibilidad”[legibility] como una técnica del alto modernismo [high modernism] que
le permite organizar y sacar ganancia de la tierra y de las personas y abstraer sistemas de
conocimiento de las prácticas locales de conocimiento. Habla de los jardines y jardineros como
representantes de un nuevo espíritu de intervención y orden favorecido con el alto modernismo, y
apunta al minimalismo y la simplicidad del diseño urbano de Le Corbusier como parte de un nuevo
compromiso hacia la simetría y la división y planeamiento que complementa las preferencias
autoritarias jerárquicas y que desprecia la complejidad de las formas orgánicas y la creatividad de la
improvisación.
Para Scott, la “legibilidad” es una condición de manipulación. Propone como alternativa
tomar prestadas del pensamiento anarquista europeo formas más prácticas del conocimiento, las que
el autor llama metis. Estas rescatan lo colectivo, lo plástico, la diversidad y la adaptabilidad. La
ilegibilidad, entonces, puede ser la vía de escape de la manipulación política a la que muchas
universidades están atadas.
Mientras que la visión de “ilegibilidad” tiene implicaciones para los sujetos que son
manipulados cuando se hacen legales y visibles para el Estado (trabajadores indocumentados,
minorías, etc.), también subraya un argumento para la antidisciplinaridad [antidisciplinarity] en el
sentido de prácticas del conocimiento que rechazan la forma y el contenido de los cánones
tradicionales, puede permitir abrir paso a nuevos modos de pensar que se establecen no con rigor y
con orden, sino con inspiración y con impredecibilidad.
Las disciplinas califican y descalifican, legitiman y deslegitiman, recompensan y castigan,
pero lo más importante es que se reproducen estáticamente y desalientan el disenso. En Defender la
sociedad, Foucault provee un contexto para su propio pensamiento antidisciplinar y declara la era
en la que las teorías globales están terminadas, lo cual da lugar a una suerte de teoría autónoma y no
centralizada, una producción teórica que no necesita de una visa que provenga de algún régimen
común para establecer su validación. En esta línea, Foucault propone a sus estudiantes que indaguen
sobre el conocimiento subyugado, esas formas del conocimiento que han sido barridas en
sistematizaciones formales y coherentes. Estas formas de conocimiento no han sido borradas u
olvidadas, sino que han sido descalificadas, o calificadas como sinsentido o como insuficientemente
elaboradas. Esto es lo que Halberstam llama conocimiento desde abajo [knowledge from below].
En la propuesta de Moten y Harney, éstos alientan al intelectual subversivo a que rechace la
profesionalización, arme una colectividad y se involucre con el mundo exterior a las universidades.
Halberstam, en primer lugar, añadirá a las de Moten y Harney las siguientes tesis/propuestas:
1) Resistir la maestría [resist mastery]. Esto implica invertir en modos contraintuitivos de
conocimiento como lo son el fracaso y la estupidez. Pensando el fracaso como una crítica a la lógica
capitalista del lucro y la ganancia. Pensando a la estupidez no como un falta de conocimiento o
saber, sino como una forma de romper con las estructuras del conocimiento.
Halberstam, en relación a un trabajo etnográfico, encuentra en la conversación, en el diálogo,
en vez de en la maestría [dominar un conocimiento, ser “maestro” en ese conocimiento], una
manera muy concreta de ser en la relación con otra forma de ser y de pensar sin tener que medir esa
vida con estándares que le son ajenos.
2) Privilegiar lo naif (ingenuo) o sinsentido (estupidez). Lo naif o sinsentido puede romper
con el sistema estructural del conocimiento, guiando hacia una apertura de nuevas prácticas de
conocimiento. Esto requerirá lo que algunos han llamado pedagogías oposicionales. La cuestión de
la no-enseñabilidad se advierte como un problema político, o como un problema nacional, como se
evidencia en la película francesa Entre Les Murs (La clase, de Laurent Cantet, 2008). En la película,
el profesor intenta acceder a sus estudiantes desinteresados y profundamente alienados (la mayoría
inmigrantes africanos, asiáticos o árabes). La brecha social y cultural que se instaura entre ellos
hace que la comunicación efectiva sea casi impracticable. Las referencias culturales de cada uno
son equidistantes; por un lado El diario de Ana Frank, Moliére, la gramática francesa, por otro lado
el hip-hop, el Islam, el fútbol. Una alumna, en una escena final, dice frente a toda el aula que “no
aprendió nada”. Esta intervención nos recuerda que el aprendizaje no es una calle de dos manos y
que no se puede enseñar sin una relación dialógica.
“No aprendí nada” podría ser un intertexto con Jacques Rancière quien, en El maestro
ignorante, examina la forma de conocimiento típica de las universidades, con maestros y
estudiantes, sus métodos expositivos y sus estándares de excelencia, y propone una forma de
pedagogía que supone y demanda igualdad antes que jerarquía. Aquí examina que lo que hace a un
maestro “bueno” es el entender que la gente, en este caso los alumnos, necesitan ser guiados hacia
el aprendizaje en vez de ser enseñados a seguir, o a repetir contenidos como si fueran loros. Y así,
mientras el “buen” maestro guía a sus estudiantes entre los caminos de la racionalidad, el “maestro
ignorante” debe permitirles que se pierdan en los caminos para que puedan experimentar confusión
y para que luego encuentren su propio camino.
Así como Paulo Freire en Pedagogía del oprimido formula una crítica al sistema bancario de
enseñanza y apuesta por un modo dialógico de aprendizaje que promueve una práctica de libertad,
Rancière ve a la educación y la transformación social como mutuamente dependientes. Cuando nos
enseñan que no podemos saber cosas a menos que nos las enseñen personas de grandes mentes (o
grandes pensadores), nos sometemos a toda una serie de prácticas sometidas que toman la forma de
una relación colonizante. Halberstam encuentra muchas posibles respuestas frente a la formaciones
del conocimiento colonial:
• una respuesta violenta, como Franz Fanon que sostenía que la imposición violenta de la
regla colonial debía ser enfrentada con una resistencia violenta;
• una respuesta homeopática, de acuerdo con la cual el sujeto aprende el sistema mejor que
sus defensores para socavarlo desde adentro;
• y una respuesta negativa, en la cual el sujeto rechaza el conocimiento disponible y rechaza el
ser un sujeto de conocimiento en la forma mandada por las filosofías iluministas del ser y
otras.
El libro de Halberstam simpatizará con la primera y la tercera respuesta, es decir, las formas
violentas y negativas de conocimiento anticolonial.
3) Sospechar la memorialización [Suspect memorialization]. A pesar de que la producción
de nuevas bóvedas de memoria acerca de la homofobia y el racismo parece algo de sentido común,
varios textos combaten la memorialización: Toni Morison con Beloved (1987), Saidiya Hartman con
Lose Your Mother (2008), Avery Gordon con Ghostly Matters (1996). Estos son defensores de una
cierta forma de borramiento [erasure] sobre la memoria porque la memorialización precisamente
tiene una tendencia a emprolijar historias desordenadas (de esclavitud, del Holocausto, de guerras,
etc). La memoria es en sí misma un mecanismo que Foucault llama “ritual de poder”: selecciona lo
que es importante (la historia de los triunfos), introduce una narrativa continua en lo que era un
entramado lleno de rupturas y contradicciones, e instaura precedentes para otras
“memoralizaciones”. En este libro de Halberstam, olvidar [forgetting] se convierte en una forma de
resistencia y propone nuevas formas de memoria que se relacionan más con la espectralidad que
con la evidencia dura, que tiende más al borramiento que a la inscripción.

Teoría baja [Low Theory]


Halberstam propone la teoría baja, o conocimiento teórico que trabaja en muchos niveles al
mismo tiempo, como uno de los tipos de transmisión de los que hablaba Rancière, que se regodea
en sus propios giros y confusiones y que busca no explicar, sino involucrar.
El término de teoría baja, tomado de Stuart Hall, piensa a la teoría como el camino hacia otra
cosa, no como un fin en sí mismo. Esto revela la utilidad del perderse en el camino para encontrar la
propia forma de salir de tal embrollo. Esto también se puede vincular con un “paseo” de Walter
Benjamin o con el concepto situacionista de derivé, actitud propia del flâneur, que traza un
recorrido por lo impensado, lo improvisado.
En su análisis de Gramsci, Hall dice que éste practicaba un marxismo “abierto”. “Abierto”
aquí significa predispuesto a encontrar resultados nuevos y sorprendentes, adaptable y cambiante,
no suscrito al texto u ortodoxia marxista como si estuviera grabado en piedra. Como la pedagogía
“abierta” en el espíritu de Ranciére o de Freire, se busca salir de los esquemas cerrados y fijos,
inclinándose hacia un conocimiento para resolver problemas o hacia visiones sociales de justicia
radical.
A su vez, Halberstam toma el análisis gramsciano de la hegemonía: “hegemonía” es un
término para designar un sistema de múltiples capas por el cual un grupo dominante alcanza el
poder no a través de la coerción sino de la producción de un sistema entrelazado de ideas
[interlocking system of ideas] que persuade a la gente sobre la corrección de cualquier conjunto
dado de ideas y perspectivas que usualmente son contradictorias. Así, la principal advertencia corre
respecto del “sentido común” [common sense], término que Gramsci utiliza para esta serie de ideas
que son precisamente persuasivas porque no se presentan a sí mismas como ideología o como
intentando ganar consentimiento.
Tanto para Gramsci como para Hall, todos participamos del trabajo intelectual
cotidianamente. Sin embrago hay que trazar la diferencia entre los intelectuales tradicionales y los
orgánicos, ya que los primeros contribuyen a la construcción de lo hegemónico, mientras que los
segundos son aquellos que trabajan con otros, para ver las contradicciones del capitalismo y las
formas de opresión que se infiltran en nuestro cotidiano.
En la universidad misma pasamos más tiempo hablando y discutiendo sobre lo hegemónico
que sobre lo contrahegemónico. Para Gramsci lo contrahegemónico es la producción y circulación
de otras series de ideas que podrían unirse en una activa lucha para cambiar la sociedad.
Al decir de Althusser, para que el mismo sistema económico se siga reproduciendo, éste debe
seguir reproduciendo las condiciones y al estructura de las relaciones de producción, que es lo que
le permite funcionar. Lo cual no es lo mismo que decir que la base económica determina la forma
de toda fuerza social. En este sentido, la teoría baja puede ser el nombre para una forma
contrahegemónica de teorización, una teorización de alternativas con una zona indisciplinada de
producción de conocimiento.

Culturas piratas [Pirate Cultures]


Un ejemplo de teoría baja se puede encontrar en el trabajo de Peter Linebaugh y Marcus
Rediker titulado Las muchas cabezas de Hydra: marinos, esclavos, comuneros y la historia oculta
del Atlántico revolucionario [The Many-Headed Hydra: Sailors, Slaves, Commoners, and the
Hidden History of the Revolutionary Atlantic]. Este libro muestra las luchas por formas de vida
alternativas que acompañaron y se opusieron al capitalismo en el siglo XVII. Trata sobre historias
de piratas, comuneros desposeídos e insurrecciones urbanas. Linebaugh y Rediker ofrecen una
lectura de estos movimientos como alternativa a la lectura tradicional que los piensa como
aleatorios [random] y no enfocados en ningún objetivo político particular. Por el contrario, los
autores buscan enfatizar el poder de la cooperación entre el populacho [mob] anticapitalista y
prestar atención a las alternativas que estos grupos de resistencia imaginaban y perseguían.
Halberstam considera este libro un texto central para cualquier genealogía de las alternativas,
porque los autores se niegan a acceder al mito de las muchas cabezas de Hydra a la manera de un
mito masculinista de héroes capitalistas que logran dominar a la hydra femenina de una anarquía
indomable. Por el contrario, dan vuelta el mito hacia sus muchas cabezas para acceder a un
poderoso legado de la posibilidad.
Estas historias de formaciones políticas alternativas son importantes porque nos ofrecen
modelos de contestación, ruptura y discontinuidad para nuestro presente político. Y también
identifican potentes avenidas del fracaso, fracasos sobre los que podemos llegar a construir con el
fin de contrarrestar las lógicas del éxito que han emergido del triunfo del capitalismo global. Para
estos escritores el fracaso son todos estos caminos que no fueron adoptados; el fracaso son todos
los espacios entre las super autopistas [superhighways] del capital. En efecto, los autores no
encontraron todas estas tramas en un nuevo material de archivo, sino que utilizaron el mismo
material que otrora había proporcionado las narrativas dominantes, en las cuales pudieron leer
narrativas diferentes de lucha y resistencia.
Halberstam no trabajará con material historiográfico. En lugar de eso buscará la teoría baja y
el contraconocimiento [counterknowledge] en el dominio de la cultura popular y en relación con las
vidas, el género y la sexualidad queers. Después de todo, el género y la sexualidad son usualmente
dejados de lado de la mayoría de los relatos de mundos alternativos (incluido el trabajo de
Linebaugh y Rediker). En El arte queer del fracaso se vuelve insistentemente -aunque no
exclusivamente- a los archivos “bobos” de los dibujos animados. En los dibujos infantiles, CGI en
particular, encuentra una nueva narrativa que abre la puerta al inesperado cruce entre lo infantil y lo
transformador y lo queer. Halberstam no es la primera persona que trabaja estas cuestiones.
Elizabeth Freeman usó la película Monsters, Inc. para exponer la realidad de la visión neoliberal de
la educación y la ausencia de género y sexualidad en la oposición radical a la universidad
neoliberal. Ella propone a los docentes que hagan de sus estudiantes monstruos y que creen nuevas
formas de relacionarse contra las reglas [unruly forms of relationality].
A Halberstam no le interesa tanto la propuesta que Freeman defiende, la cual queda anclada
en la estructura narcisista que Rancière critica; pero como ella, recurre a los archivos “bobos” de los
dibujos animados, ya que éstos pueden ofrecer lógicas de ser, actuar y conocer extrañas y
anticapitalistas. Halberstam realmente cree que si uno mira Hey, ¿dónde está mi auto? [Dude,
where is my car?] de manera lenta y repetidamente mientras uno está sobrio, los misterios de la vida
se le pueden revelar a uno. También cree que Buscando a Nemo [Finding Nemo] contiene un plan
secreto de una revolución mundial y que Pollitos en fuga [Chicken Run] delinea una utopía
femenina para quienes pueden ver más allá de las plumas y de los huevos. Declara creer en la teoría
baja en lugares populares, en lo pequeño, insignificante, en lo antimonumental, lo micro, lo
irrelevante; cree que se puede hacer una diferencia pensando en pequeños pensamientos y
compartiéndolos abiertamente.
Pixar y DreamWorks crearon un mundo animado rico en alegorías políticas, lleno de lo
estrafalario y lo queer, que abunda en analogías entre los humanos y los animales. Mientras estas
películas intentan envolver sus mensajes en fórmulas clichés y usuales (“sé tu mismo”, “seguí tus
sueños”, “encontrá a tu media naranja”), al mismo tiempo, dejan entrever mensajes socialistas y
queer que se ubican, en su mayoría, en la relación con el otro: en el trabajar juntos, luchar contra la
explotación, decodificar la ideología, invertir en la resistencia, etc.
En “La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica”, Walter Benjamin reserva un
lugar especial para los nuevos dibujos animados de Walt Disney, ya que para él éstos desprenden
una especie de consciencia mágica entre la masa que los observa y, al mismo tiempo, conjura y
convoca una serie de espacios y mundos utópicos. Según Esther Leslie, Benjamin veía en los
dibujos animados una oportunidad pedagógica, una oportunidad para que los niños vean el mal que
subyace detrás de la fachada de la burguesía y para que los adultos puedan recapturar las visiones de
las posibilidades mágicas que eran tan palpables en la niñez.
Pero como Benjamin recalca, y Leslie está de acuerdo, los dibujos de Disney son tomados
muy rápidamente por el aparato burgués; rápidamente comienzan a participar en la formación de las
fábulas morales y en el establecimiento de las normas de género y de las caracterizaciones
estereotipadas de clase, y ya para 1930 se convierten en el arma preferida de la propaganda Nazi.
Aún así, Halberstam se animaría a argumentar que el dominio de la animación sería el único
lugar en donde podemos encontrar las propuestas alternativas escondiéndose de los grandes poderes
hegemónicos.

El fracaso como un forma de vivir [Failure As a Way of Life]


En este libro, Halberstam se aferra a lo que ha sido caracterizado como nociones infantiles e
inmaduras de la posibilidad, y busca alternativas en la forma de lo que Foucault llama
“conocimiento subyugado” [subjugated knowledge] en la cultura: en las subculturas, contraculturas
e incluso en las culturas populares.
Mientras que los primeros capítulos tratan sobre el fracaso como una forma de ser en el
mundo, los últimos capítulos se dirigen a pensar que el fracaso es un forma de deshacerse/no-ser
[unbeing], y que estas formas de deshacer/no-ser nos traen nuevas formas de conocimiento. En el
capítulo 4 se explorará el sentido del masoquismo y de la pasividad en relación al fracaso y a la
femineidad, y en el capítulo 6 se rechazan los relatos triunfalistas de la historia gay, lésbica y
transgénero que necesariamente reinventan nociones de éxito (tratará la relación entre la
homosexualidad y el fascismo y se discutirá que no se pueden rechazar todos los relatos del
nazismo que lo vinculan al masculinismo gay). Si bien los capítulo 4 y 5 marcan diferentes formas
del fracaso que los capítulos dedicados a la animación, al arte, a la estupidez, igualmente esos
primeros capítulos coquetean con nuevas formas del fracaso, particularmente el capítulo 2, y los
restantes capítulos continúan queriendo presentar otras lecturas alternativas para los sentidos de
pérdida, de masoquismo y de pasividad.
En resumen, este libro es acerca de formas alternativas de conocer y de ser que no son
excesivamente optimistas, pero que tampoco quedan atascadas en caminos nihilistas sin salida. Se
trata de fracasar bien, de fracasar seguido y de aprender, en las palabras de Samuel Beckett, a
fracasar mejor. De hecho, toda la noción de la derrota o el fracaso le fue introducida a Halberstam
por una lesbiana legendaria dentro del grupo LTTR en 2004. En uno de los eventos que
organizaban, que se llamaba “Practicá más el fracaso” [“Practice More Failure”], trajeron a
pensadores queers y feministas y performances para repensar el concepto del fracaso. El capítulo 3
de este libro está dedicado a ellos. Este evento enseñó a Halberstam que algunos de los encuentros
más importantes entre intelectuales acontecen independientemente de la universidad, le enseñó
sobre la importancia de tomar riesgos y de tomar distancia de disputas que parecen importantes a la
disciplina para comprometerse con ideas que circulan ampliamente en otras comunidades. Es por
esto precisamente que escribe este libro de manera que pueda ser accesible a un público más amplio
que el académico.

Resumido por Ailín Mc Cabe y Luz Olivares

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