Está en la página 1de 13
Njando fe Asut — Oil th CASPINCHANGO, LA RUPTURA, METAFISICA. YLA CUESTION COLONIAL EN LA ARQUEOLOGIA SUDAMERICANA: EL CASO DEL NOROESTE ARGENTINO La vinculacién entre arquedlogia, antropolo- sia e histori se remite normalmiente a cvestiones tmetodol6gicas determinadas por lacaracterizacion de sus respectivos objeos, y es abordada de vez fen vez como una eustin de buena (mal) vecin- dad, Dichosrespctivos objets, en tanto represen- taciones culturales de fenémenos histricos, no yacen dispuestos uno junto al otro, sino que se de- Finen matvamente en sus relaiones. Pero, en tan tose rata de fenéimenos hstricos, son los proyec: tos histricos de consttucin de os sujetos clec- tivos los que vinculan las relaciones entre aquellos objeto ‘A este respecto, no extra que todo planteo teérico radical en la arqueotogta de las ttimas dé- catias conileve un replanteo dela relaciones dela arqucologfa con la historia y la antropologt.Y es que cada manifiesto te6rico intenta una nueva emarcacin det émbito objetval de Ia iscpl con mayor o menor relaciGn con las vecinas: Le wis Binford cerea de Ia antropologia (Binford 1962), David Clark lejos de todas (1984 (1978), Tan Hodder cerca de la historia (1987). También es cierto que otros factocesreultan importantes a ta hora de definir Ia arqueologia, y entre los més importantes figuran Ia previa definicién que cada sociedad tiene des, de su histori, de su tradicin nacional As, lo queen Argentina estudiamosbajo al titulo de “arqueologia” podria ser enmarcado como “préhistoire” en Francia, “archaeology” en Inglaterra 0 simptemente “history” en algunos patses del Africa occidental Por lo menos en casos como el argentino, se puede pensar que In vineulacién entre demarca- tiga tradicional nacional y dlimitacin de loseam- (¢) Escuela de Arqueolog%, Universidad Nacional de Ca- tamarea, Argentina, Alejandro F. Haber* pos de objets dentro y fuera de dichadetimitacion on el finde promover in divsign del trabajo inte- Teotual, es bastante directa, Propondré, incluso, que no se tata de una vinculacién nidireccional, por ‘cuanto una vez establec‘das las matrices que de finen y encasillan a is disciplinas ciemtfias, y puestas estas a andar, el conocimiento de los obje- {os viene ya mediado por dicha divisin del trabajo, aunque resulta inadvertgo el origen de la misma, facilitando pues su reproduceién con toda apa- riencia de naturalidad, Nadie discuira en nuestro pais que un objeto de alfrerfaindigena es un ob- eto arqueot6gico (si antguo) 0 etnogrétio (si re- ciente),y nadie pondria en duda la pateridad de la historia sobre los papeles documentales del pasado, Va quedando claro que pretendo dirigitme hacia el punto en el cual Ia propia facticidad pone en riesgo las dificiles demarcaciones interdisci- plinaras , por qué n, las autodefiniciones disci- plinaras. Arqueologia del NOA y periodo colonial ‘Normalmente no se entenderfa la vinculacién. posible entre Ia arqueologia del NOA y el periodo colonial de otra manera que no fuera bajo Ia forma de una arqueologta colonial, y a ella Hamaré -vineulacién directa, Perosi, como he querido mos- trar en los pérrafos anteriores, la delimitacién del ‘campo esté ya dada en la demarcacién de Ia tradi- cidn étnico nacional, surge una vinculacién recur- siva segin la cual no puede haber siquiera arqueo* logia prehispdnica sino en referencia indirecta al periodo posprehispénico; es decir, si tanto las dis- ciplinas como sus objetos y sujetos se definen en & relaci6n auna ruptura esencial, metaftsica, no hay investigacién aun lado de la ruptura que no se afr 'me en supuestos acerea del otro lado de la misma. 129 HABER, AF. Caspinchango, la uptura metfisicay la evestin colonial en la arqueotogia sudamericans: el caso del noroeste argentino, Rev. do Museu de Argueologiae Etologia, Sao Paulo, Suplemento 3: 129-141, 1999. ‘Ya sea que la arqueolog(a es una disciplina auxili- ar de Ia historia (tal como siguen sosteniendo las definiciones de manuales introductores ala historia) ‘ya una ciencia que estudia el pasado a través de Jos restos materiales (tal como aceptarfa una de- finicién amplia de arqueologia dada por arqueélo- 205), no se comprende de otra manera el escaso interés de la arqueologia del NOA en el periodo colonial. A escala continental, casi se reproduce cel mismo esquema, si nos dejamos llevar de las tesis que del campo hiciera hace algunos afios uno de sus principales eultores (Schaedel 1992). Un rastreo no exhaustive de Ia Titeratura ar- queol6gica referente al perfodo colonial revela una lamativa escasez. de obras (unos 40 titulos: Am- brosetti 1907; Arocena, de Gasperi y Petruzzi 1960; Baldini y Albeck 1983; Bennet, Bleiler y Sommer 1948; Boman 1920 y 1932; Bregante 1926; Bruch. 1911; Caceres Freyre 1937, 1955, 1963 y 1983; Ca- dena de Hessling 1983; Cigliano 1960; Coni 1925; Debenedetti 1921; Furque 1900; Gonzflez 1983; Gramajo de Martinez Moreno1976 y 1983; Gi rez 1983ay 1983b; Hemandez Llosas 1991; Lafone Quevedo 1892y 1906; Lange 1906; Larrouy 1914; * Levillier 1926; Lorandi, Renard y Tarrag6 1960; ‘Maeder 1983; Marquez Miranda y Cigliano 1957; Montes 1959; Morresi 1983; Morresi y Gutiérrez. 1983; Nufiez Regueiro y Tarrag6 1972, Outes 1922-1923; Quiroga 1894; Raffino 1983; Ravifi 1983; Sempé de Gémez. Llanes 1973, 1983a y by ‘Tarragé 1984; de los cuales solamente la mitad son trabajos especificamente de arqucotogfa colonial: Boman 1932; Bruch 1911; Caceres Freyre 1937, 1955 y 1963: algunos contenidos en la publicacién editada por Cigliano 1960; Debenedetti 1921; Furque 1900; Gramajo de Martinez Moreno 1976; Heméndez Llosas 1991; Lafone Quevedo 1892; Lange 1892; los articulos editados en sendos vo- himenes por Mortesi y Gutiérrez 1983; Nuiez Re- gueiro y Tarragé 1972; Outes 1922-1923; Sempé de Gémez Llanes 1973 y Tarrag6 1984, mientras {que los restantes contienen s6lo referencias ~ més ‘0 menos iitiles — a materiales coloniales). En algo més de un siglo de arqueologia del noroeste argen- tino, el periodo colonial no ha producido ninguna obra mayor, ningin arquedlogo especializado y, ‘me atrevo a sentenciar, ningdn aporte mayermente sustancial al debate acerca de Ia historia colonial cen el espacio andino ylo rioplatense. {Se puede entender esta situacién desde el desinierés de los arquedlogos individuales hacia 130 la investigacién de periodos hist6ricos? {0 cabe pensar que habrfan razones més profundas para dar cuenta del silencio con el que los arqueslogos in- tervienen en el debate colonial? De cualquier ma- nera, gno podrian estas dltimas ayudar a compren- der el origen de las primeras?” En anteriores trabajos he intentado mostrar, mediante el andlisis de los textos producidos du- rante lo que se puede considerar la etapa formativa © liminar de la arqueologia del NOA (aquella du- rante la cual la diseiplina como tal realizaba sus pri- meras demarcaciones del campo y de su comuni- dad, 1875-1910) cémo se prodyjo Ia delimitacién del Ambito objetual de Ia disciplina arqueolégica fen torno a Io indigena precolonial y Ia ubicacién dl perfodo colonial respecto de ese émbito (Haber 1992-1994, Haber & Delfino 1995-1996). Antes del trabajo fundacional de Debenedetti (ver més abajo), Carlos Bruch (1911), Hilari6n Furque (1900), ‘Samuel Lafone Quevedo (1892), Gunardo Lange (1892), Antonio Larrouy (1914), Adén Quiroga (1894) y otros, habfan tratado con el perfodo, sitios xy materiales dela arqueologfa colonial, en un mar- co netamente hist6rico. Las miltiples modalida- des de interpretacién arqueol6gica fueron progresi- ‘vamente dejadas de lado, sobre todo aquellas que he caracterizado como hist6rico-floldgicas (Haber 1992-1994), en favor de un modelo cientifico do- ‘minante en aquella época, pero que tuvo duraderas consecuencias para la arqueologta argentina. Asi, 1 positivismo implicito de los “naturalistas via Jeros” fue apoderindose del objeto de la arqueo- logfa, configurando sus supuestos teéricos tanto como sus précticas. Pero lo que aquf mas interesa ces que en ese tramo fundacional de la arqueologia se incorpora a priori lo que perduraré hasta hoy como tno de los supuestos sustentadores de la dis- ciplina: la completa autonomia del objeto arqueo- gio respecto del sujeto cognoscente. En este su- puesto se basa lo crucial que le resulta ala arqueo- logfa no inmiscuirse en problematicas cotoniales, ‘més alld de lo meramente referente a los epfgonos coloniales culturalmente remanentes de lo pre~ colonial. Se asegura asf Ia disolucién de su propio objeto y la mas clara detimitacién de la division del trabajo intelectual, por lo que el objetivismo y el dominio objetual de la arqueologia del NOA se constituyen en un mismo paso. Esto queda natura izado, reafirmado metodolégica y empfricamente, por la consirucei6n te6rica y pre-tedrica del objeto ‘arqueol6gico en tanto objeto material y su rela- to, lacual sera ‘mo y reafirmal sujeto (Haber lugar. Eneste fico cuya sola; crftica de este = lacesei queologfa colo ica; = Ia auser cn arqueologta = Ia larga| chango” en Ia do por Debene ‘euestionado po| La construcci¢ Ene oba| rica del NOA algunas dels dor Debenedet Jas excavacon Expedicin de! 1a Universidad andes, y ato Benjamin Muy trabajo (any Ininvestgac de Debenedett cacion gerd cereana a Sat ca, Debenedet hallados en di te Redondo, ha cdenca trop trabao. Enon acompatiadosd tamanana yo fh caso det Sricos? 0 cabe funda para dar arquedlogos in- ve cualquier ma- uudar a compren- centado mostrar, producidos du- ‘etapa formativa, (OA (aquella du- cealizaba sus pri- y-de su comuni- > Ia delimitacién ina arqueolégica aly la ubicacién se dmmbito (Haber 95-1996). Antes nedeti (ver més 6 Furque (1900), Gunardo Lange ), Adin Quiroga el periodo, sitios lonial, en un mar- htiples modalida- «fueron progresi- odo aquellas que ilolégicas (Haber clo cientifico do- setuvo duraderas {a argentina. Ast, rnaturalistas vi cto de Ia arqueo- 08 tedricos tanto qu més interesa dela arqueologia

También podría gustarte