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Vocabulario

Añagaza: engaño

Ampuloso: pretencioso

Verboso: locuaz, hablador, parlanchín, charlatán.

Embotado: debilitado

Imbricar: superponer o enlazar

Enervar: debilitar

Ideas principales

El hombre moderno se siente atrapado. Por debajo de esta sensación existen cambios muy
grandes a nivel social. Ni la vida de un individuo ni la historia de una sociedad pueden entenderse
sin entender ambas cosas. Sin embargo los hombres no definen su inquietud en relación con los
cambios sociales (no están consientes de esa conexión), dicho de otra forma no posen la cualidad
mental esencial para percibir la interrelación del hombre y la sociedad.

En esta época el hombre se ve expuesto a cambios históricos que se van convirtiendo rápidamente
en “mera historia”. La historia que afecta a los hombres ahora es la historia global. Ocurren
múltiples y diversos sucesos históricos en el mundo velozmente, hasta se habla de que las
supernaciones se preparan para una guerra mundial. El proceso de “escritura” de la historia
supera el hombre y no le permite definir sus valores, llevándolo a una parálisis moral. Por esto no
es sorprendente que los hombres corrientes no puedan comprender el sentido de su época y
sociedad en relación con sus propias vidas, y se esfuercen por vivir en lo particular.

En esta era la información supera nuestra capacidad de asimilación. Lo que se necesita es una
cualidad mental que ayuda a asimilar la información para recapitular lo que ocurre en el mundo y
dentro de ellos (los hombres), esta cualidad se llama imaginación sociológica (IS).

La IS permite comprender el significado que tiene para la vida interior y la trayectoria de los un
individuos un gran escenario histórico. Permite considerar como los individuos tienen una falsa
consciencia de su posición social. Encuentra la trama de la sociedad moderna y formula una
psicología para distintos hombres y mujeres. El malestar de las personas se enfoca en inquietudes
implícitas la indiferencia se convierte en interés.

El primer resultado de la IS (y de la sociología) es que un individuo sólo puede comprender su


propia experiencia localizándose en su época. Puede conocer todas las posibilidades de la vida si
conoce las de todos los individuos que se hallan en sus circunstancias. No conocemos los límites
de la naturaleza humana. Todo individuo vive en una sociedad que vive una biografía dentro de
una sucesión histórica, pero el hecho de vivir contribuye (aunque sea mínimamente) a dar forma a
la sociedad y al curso de la historia (aun cuando el forma parte de un impulso histórico).

La IS nos permite captar la historia y la biografía y la relación de ambas dentro de la sociedad.


Reconocer esto es la señal del analista social clásico: Hebert Spencer, A. E. Ross, Auguste Comte y
Emile Durkheim, Karl Mannheim, Carlos Marx, Thorstein Veble, Joseph Schumpeter, W. E. H. Leeky
y Max Weber.

Cualquier estudio social que no haga eso es considerado obsoleto.

El análisis social clásico siempre se plantea tres tipos de preguntas:

1- ¿Cuál es la estructura de esta sociedad particular, cuáles son sus componentes y cómo se
relacionan entre sí? ¿Qué la distingue?
2- ¿Qué lugar ocupa esta sociedad en la historia, qué hace que cambie, como se posiciona en
el desarrollo de la humanidad y qué significa para este? ¿Cómo afectan sus rasgos al
período histórico en el que tiene lugar y cómo es afectado por él? ¿Qué caracteriza a este
período?
3- ¿Qué variedad de hombre y mujer prevalece en esta sociedad y periodo, y cuál empieza a
prevalecer? ¿Qué clase de naturaleza humana se revela a la sociedad?

Los mejores analistas sociales plantean estas preguntas en cualquier grupo que analicen. Estas son
los pilares intelectuales de los estudios clásicos sobre el hombre y la sociedad, y las formula
inevitablemente cualquier mente que posea imaginación sociológica. La IS da la capacidad de
pasar de una perspectiva a otra, de cosas impersonales a lo más íntimo del yo y de ver las
relaciones entre ambas cosas.

El hombre tiene una consciencia de si mismo como de un extraño debido a la falta de


conocimiento de la sociedad y de la historia. La IS es la forma más activa de esta conciencia, y su
uso lleva a replanteamiento total de la realidad y del modo de pensar.

La IS opera con la distinción entre las inquietudes personales y los problemas públicos de la
estructura social: se presentan inquietudes (amenaza a valores) en el carácter de un individuo y en
sus relaciones inmediatas con los otros (estas corresponden al individuo como entidad biográfica),
pero los problemas se relacionan con materias que trascienden del ambiente local del individuo y
del ámbito de su vida interior, tienen que ver con la sociedad histórica en su conjunto, un
problema es un asunto público (se amenaza un valor de la sociedad). No se puede dar solución a
las inquietudes cuando provienen de un problema o cambio estructural. Para comprender los
cambios de muchos medios personales, nos vemos obligados a mirar mucho más allá de ellos. Ser
capaz de considerar la estructura social y descubrir sus vínculos es poseer IS.

Para formular problemas e inquietudes debemos preguntarnos qué valores son preferidos y
amenazados y cuáles preferidos y apoyados por nuestra época. En ambos casos hay que
preguntarse que contradicciones de la estructura están implicadas. Bienestar es cuando un
individuo no siente amenazado ninguno de sus valores. Experimenta una crisis cuando se amenaza
algunos de sus valores y pánico cuando todos son amenazados. Hablamos de indiferencia cuando
un individuo no estima ningún valor ni percibe amenazas. Cuando no se prefiere ningún valor pero
se siente una amenaza hablamos de malestar.

Vivimos en un tiempo de malestar e indiferencia. Existe la sensación general de un malestar vago


(de que nada anda bien), en vez de problemas explícitos, con planteamiento de valores, analizados
por la ciencia social.

En los años 30 las contradicciones estructurales eran fáciles de ver al igual que los valores
amenazados, algunos individuos llegan a comprender sus inquietudes en función de estas
contradicciones. Pero los valores amenazados después de la Segunda Guerra Mundial no son
ampliamente reconocidos, ni como son ni su amenaza. Muchas inquietudes privadas no llegan a
manifestarse y mucho malestar público y estructural no llega a ser un problema. El malestar es lo
que constituye la inquietud, y la indiferencia lo que constituye el problema. El malestar y la
indiferencia constituyen el signo distintivo de nuestro tiempo.

Esto es interpretado a veces como un cambio en la clase de los problemas que reclaman ser
formulados, muchas inquietudes y problemas se definen como cuestiones psiquiátricas, en un
intento patético de evitar los problemas de nuestra sociedad. Esta visión está mal enfocada ya que
no reconoce la medida en que la indiferencia y el malestar forman el clima social y personal de la
sociedad contemporánea.

La gente tiene la sensación creciente de ser movida por fuerzas oscura que actúan dentro de ellos
y son imposibles de definir, pero el principal enemigo del hombre no es su naturaleza indócil, sino
en las fuerzas ingobernables de la sociedad, con sus métodos impersonales de producción, sus
técnicas de dominación política y sus transformaciones de la naturaleza del hombre y las
condiciones y finalidades de su vida.

La primera tarea del científico social consiste en clarificar los elementos del malestar y la
indiferencia actual. A causa de esta tarea las ciencias social se convierten en un común
denominador de nuestro período y la IS se convierte en una cualidad mental más necesaria.

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