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En el derecho de familia se llama “tutela” a la forma clásica de protección de los menores de edad, cuyos padres
no pueden ejercer la patria potestad respecto de ellos. Desde siempre, se ha identificado a la figura del “tutor”
como aquella persona que vela por la protección, formación y cuidado de niños y adolescentes que no tienen a
sus padres aptos para desempeñar ese rol. En realidad, se llama “tutor” a una persona a quien el Juez designa
para ocupar el lugar de asistente y representante legal de un menor de edad; cuando la madre y el padre de éste
no pueden ejercer tales funciones.
Desde luego, que uno sólo de los padres no pueda ejercer sus deberes y derechos sobre el hijo, no implica la
necesidad de nombrar tutor alguno, mientras el otro pueda seguir cumpliendo con sus obligaciones. Pero en
algunos casos, tal imposibilidad puede alcanzar a los dos padres; entonces, hay que recurrir a esta valiosa
herramienta legal de protección.
Causales o razones que justifican la tutela
Los casos más típicos que justifican el nombramiento de tutor son:
a) la muerte de ambos padres;
b) la sanción judicial de privación o pérdida de la patria potestad por hechos gravísimos cometidos por los
progenitores en contra de sus hijos;
c) la suspensión provisoria del ejercicio de la patria potestad a los padres: por su ausencia; enfermedad mental;
condena penal que acarree prisión por más de tres años; por entregar a sus hijos a un establecimiento de
protección de menores y desentenderse de ellos, etc.
Personas llamadas a desempeñarse como tutores
En los casos señalados, la ley establece un mecanismo natural de protección de los niños que sufren alguna de
aquellas circunstancias. El Juez llama a ocupar el cargo de tutor, en primer lugar, a los parientes más cercanos;
quienes probablemente estén unidos al niño o adolescente por lazos de afecto y proximidad de trato: abuelos;
tíos; hermanos o medio-hermanos ya emancipados.
Para la designación de tutor no hay preferencias de género: la persona elegida puede ser mujer o varón.
Tampoco tienen preferencias los parientes por rama materna o paterna. Lo único que el Juez considerará valioso
es la capacidad e “idoneidad” de la persona elegida para desempeñar mejor el cargo.
Los padres pueden también elegir en vida quién podría desempeñar muy bien ese rol en el futuro, en caso de
ocurrirles algo a ellos. Pueden dejar expresado en una escritura pública muy sencilla –que funciona como
testamento- el nombre de la persona o sus sustitutos que deberían ser convocados a tal fin por el Juez. Esta, que
no es una costumbre demasiado practicada por los argentinos, es una medida muy buena de carácter
preventivo; porque los padres son quienes mejor conocen a la persona o personas que se ocuparán bien de sus
hijos (padrinos, parientes más lejanos pero más unidos en el afecto, amigos entrañables, etc.).
Si los padres nada hubieran expresado, y ninguno de los parientes resultara apto para el desempeño de tal
función, el Juez podrá elegir a una persona distinta que esté capacitada para llevar a cabo ese cometido.
La ley dice que el cargo de tutor debe ser ejercido por una sola persona. Sin embargo, en opinión de la autora,
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Dra. LOYARTE Dolores. Ciencias Sociales. Apuntes de divulgación para la educación popular.
esta tutela puede ser ejercida por dos personas a la vez en circunstancias especiales; por ejemplo, por los
abuelos del menor, cuando el Juez lo considere más beneficioso.