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FULTENA
28 DE MARZO DE 2015
xxxooo
La unidad mente-cuerpo
Enfermedades psicosomáticas
Concepto de Enfermedad
¿No verdad?
Imagínate que soy esa alarma con sirena en el Titanic, esa que
intenta de mil formas decirte que de frente hay un Iceberg con el que vas
chocar y hundirte. Sueno y sueno por horas, por días, por semanas, por
meses, por años, intentando salvar tu vida, y tú te quejas porque no te dejo
dormir, porque no te dejo caminar, porque no te dejo trabajar, pero sigues
sin escucharme...
¿Vas comprendiendo?
Para ti, yo el síntoma, soy "La Enfermedad".
Qué cosa más absurda. No confundas las cosas.
Y vas al médico y pagas por docenas de consultas médicas.
Gastas dinero que no tienes en medicamento tras medicamento.
Y sólo para callarme.
Y sí, está bien si ahora que lees esto, te sientes un poco molesto sí.
Esto debe ser algo como un “golpazo a tu inteligencia”. Está bien si por
ahora te sientes un poco molesto o frustrado. Pero yo puedo manejar tus
procesos bastante bien y los entiendo. De hecho, es parte de mi trabajo, no
te preocupes. La buena noticia es que depende de ti no necesitarme más.
Depende totalmente de ti, analizar lo que trato de decirte, lo que trato de
prevenir.
Atte.
El síntoma.
Para poder “entender” las claves que se ocultan en cada parte corporal y el
significado simbólico de los órganos que nos permita traducir las emociones y/o
pensamientos, debemos previamente, dejar sentadas ciertas bases que nos
permitirán esta comprensión.
Piel
Es el órgano más grande del ser humano, nos sirve de envoltura y barrera
o límite con respecto al mundo externo. Cumple el papel de una frontera: puede
ser aquello que nos separa, pero que también nos puede unir a los demás. Es el
límite entre nuestro yo físico, y el yo físico del otro.
Por medio de ella expresamos los sentimientos más íntimos, que pueden
estar profundamente sepultados en nuestro interior, o por el contrario estar “a
flor de piel”. La piel tiene bastante que ver, psicológicamente hablando, con las
normas y reglas que maneja nuestra personalidad, nuestra manera de mostrarnos
al mundo y de recibirlo, verlo, interpretarlo y sentirlo.
Si observamos las enfermedades cutáneas estas tienen la característica
especial de ser visibles.
Pueden provocar y provocarnos todo tipo de reacciones desde el asco, la
repugnancia o la lástima. También pueden ser la manifestación externa de estos
sentimientos que, ocultos en el inconsciente se expresan en los síntomas
dermatológicos y que, al apreciarlos, recién los hacemos conscientes.
La piel es una pantalla que refleja lo que la persona siente por dentro y no
se atreve a mostrar, por ejemplo, ante un sentimiento de timidez o vergüenza nos
ponemos colorados. En otros casos estamos pálidos ante un shock que nos
provoca miedo y transpiración.
Otra frase esotérica dice: “lo visible es expresión de lo invisible”. Esto
es aplicable a la piel y a los demás síntomas corporales.
Una de las funciones más importantes de la piel es el contacto con el
mundo exterior, o sea la comunicación a nivel no verbal, desde la caricia tierna,
hasta el golpe que nos damos o nos dan, todo ello es percibido a través de la piel.
También refleja nuestra manera de percibir lo que los demás piensan de
nosotros. Si esto nos afecta demasiado, puede expresarse en forma de afecciones
cutáneas.
Cabeza
La cabeza se refiere a la totalidad de la persona. Los autores antigüos la
consideraban un “microcosmos”. También se puede decir que representa la
“máscara”, o la cara visible que mostramos a los demás y por medio de la cual
nos reconocen.
Cuando los problemas aparecen en esta zona podemos deducir que algo
no anda bien en nuestra forma de presentarnos ante el mundo o en nuestra
manera de relacionarnos. A lo mejor tenemos que poner “al mal tiempo buena
cara” y no podemos hacerlo o no tenemos ganas, lo cual es mejor que fingir ya
que si así lo hiciéramos, se manifestaría algún síntoma que nos “obligaría” a ver
qué nos pasa.
En otros casos puede haber una saturación mental porque vivimos
demasiado en nuestra cabeza y no tanto en el cuerpo. En esta situación hay
demasiada distancia entre esa cara visible y la cara oculta de nuestra persona, o
dicho en otras palabras entre aquello que parecemos o queremos parecer y
aquello que somos realmente.
Por otra parte, el rostro es la “máscara”, (mencionada en un párrafo
anterior), que presentamos al mundo y que puede ser, por lo tanto, reveladora de
nuestros sentimientos interiores.
Por ello es la parte del cuerpo más aprovechada por los fabricantes de
cosméticos: basta con apreciar la innumerable cantidad de cremas y maquillajes
que se venden pretendiendo mejorar la “imagen” y aparentar una belleza que
naturalmente no se tiene y ayudar a presentarse de un modo más agradable a los
demás.
Además, la cabeza representa lo que está arriba, en oposición al cuerpo
que está abajo.
Así, la cabeza se relaciona con nuestros pensamientos, mientras el cuerpo
se corresponde con las emociones. Sin embargo como hemos mencionado antes
que “el todo está en todas partes...” al sentir a nivel corporal ciertas
emociones puede suceder que la cabeza se haga eco de ellas y terminen
perturbándola.
En muchos refranes y expresiones populares se puede apreciar este
lenguaje psicosomático; recordemos por ejemplo “el corazón tiene razones
que la razón no entiende” o la común frase “perder la cabeza” para referirse
a quien actúa de un modo irracional. Hay quienes son tan obstinados que “se
dan la cabeza contra la pared” y la lista podría seguir hasta el infinito.
Los ojos
Los oídos
La boca
Es nuestro medio de comunicación más directo, por medio de ella
expresamos nuestros sentimientos y pensamientos, nos alimentamos e iniciamos
el proceso digestivo, y además también sonreímos, masticamos, mordemos,
besamos, hablamos, cantamos y gritamos.
Tanta variedad de usos hace que los problemas bucales sean un fenómeno
bastante común. Generalmente, los trastornos en esta zona se relacionan con
dificultades a la hora de probar y asimilar (o digerir) la propia realidad. También
puede existir una actitud de resistencia a digerir lo que está sucediendo. Se insiste
con el concepto de “digerir” y “asimilar”, tanto en el sentido literal como
simbólico, función que también se corresponde con el estómago y el sistema
digestivo en general, y es que, en realidad, la primera toma de contacto con lo
“digerible” y “asimilable”, comienza en la boca.
Otros conflictos muy comunes con esta parte corporal se vinculan con la
expresión de pensamientos y sentimientos negativos que, creemos, no
deberíamos expresar, quedando por consiguiente retenidos. Esto puede dar lugar
a trastornos bucales como las aftas, (la mucosa bucal arde y quema), aunque
también es posible que estos conflictos se expresen en la zona de la garganta,
también vinculada como la expresión y con “tragar” (asimilar) las experiencias.
Los dientes
Sirven para morder y masticar los alimentos lo que tiene implícito una
dosis importante de agresividad, por lo cual están asociados a esta emoción.
Además, íntimamente relacionada con la agresividad está la vitalidad, por lo que
una buena dentadura denota una buena vitalidad. Y a la inversa una mala
dentadura, no solo nos habla de baja vitalidad, sino también de problemas con
nuestra agresividad.
Se trata obviamente, de agresividad reprimida, no expresada
adecuadamente que (como en otras patologías), termina volviéndose contra el
sujeto. Por ello, el que no puede expresar su agresividad se carcome (autolimita)
produciendo las caries (algo similar ocurre con quienes se comen las uñas), solo
que ahí el conflicto, se expresa en otro terreno, aunque debe considerarse que
para comerse las uñas hay que utilizar los dientes.
Esa falta de vitalidad manifestada en una mala dentadura, es la misma que
provoca a esas personas, dificultades a la hora de enfrentarse a resolver los
problemas de la vida, les costará “hincarle el diente a los problemas”, porque
estos le resultan “un hueso duro de roer”.
El cuello y la garganta
El cuello es un enlace o puente entre la cabeza y nuestro cuerpo, entre lo
que queremos parecer (recordemos que representaba la máscara) y aquello que
realmente somos. La “máscara” (cabeza) puede engañar, pero el cuerpo no.
El cuello, y más específicamente la garganta es la región del cuerpo que se
relaciona con la expresión y la comunicación verbal.
La rigidez del cuello indica rigidez de ideas, mientras que un cuello flexible
y relajado muestra flexibilidad mental y adaptabilidad. A veces, y por causa de
nuestra rigidez mental nos duele el cuello, pero si además nos hemos visto
obligados a “tragar” algo que no queríamos, terminará doliéndonos la garganta.
También un cuello rígido y agarrotado puede mostrarnos a alguien muy
orgulloso, mientras que un cuello flexible y capaz de mirar hacia abajo, revelará
que estamos ante una persona humilde.
Por medio del cuello, las emociones fluyen del cuerpo a la cabeza, donde
se traducen a un lenguaje verbal, el cual finalmente es emitido por la garganta. La
tensión en esta parte del cuerpo se corresponde con dificultades en la expresión.
La garganta también se relaciona con la creatividad, la cual, si no es vivida
libremente se estanca, y por ello pueden manifestarse problemas como el
hipotirodismo.
Los brazos
Así como los hombros, los brazos y las manos, se relacionan con el
“hacer” y el “expresar”. Son la expresión fiel de nuestro carácter y de nuestra
manera de ser y actuar. También son los canales por donde se expresan diversas
emociones como acariciar, sujetar, alcanzar, protegerse, golpear, etc.
Los brazos tienen que ver con la capacidad de recibir, aceptar, de abrazar.
Si nuestra capacidad de abrirnos a nuevas experiencias o nuestra apertura mental
están reprimidas, el malestar se reflejará en los brazos.
Asimismo, estos también pueden relacionarse con nuestra fuerza interior y
con la capacidad de perdonar a nosotros mismos y a los demás. Los problemas
en los brazos suelen indicar una incapacidad de abarcar las experiencias nuevas
que proporciona la vida.
Las manos
Sirven para agarrar, para sostener, pero transpiran con sudoración fría
cuando estamos tímidos o tenemos algo de miedo, y se crispan cuando estamos
nerviosos. Y así como sirven para recoger y recibir, también sirven para dar,
entregar y compartir. Por eso se dice que las manos son: la prolongación del
corazón.
Los pulmones
Son los órganos encargados de recibir el aire y tienen que ver con la
capacidad de intercambio, con el dar y recibir. Algunos problemas pulmonares
indican cierta mezquindad o reticencia en el dar, mientras que otros indican
claramente el miedo a recibir. Por ejemplo, hay personas que, a causa de
determinadas circunstancias en su vida, sienten que no tienen derecho a recibir
nada de ella. Creen que nada bueno puede ocurrirles, solo son capaces de aceptar
con resignación lo malo, lo triste, la desgracia, y por lógica terminan atrayendo
estas situaciones por sostener estos patrones mentales.
Respirar significa absorber la vida, mantenerla en nosotros, compartirla e
intercambiarla.
El corazón
Esta válvula permite que a través de la sangre, la vida circule por nuestras
venas. Constituido por tejido blando (músculo) es una parte de nuestra energía
mental, mientras que su función consiste en la distribución de energía emocional
(representada por la sangre).
Es el símbolo del amor a nivel incondicional y en el plano personal,
también representa todas las emociones románticas que acompañan al corazón,
así como aquellas que lo lastiman.
En el caso de la angina de pecho parece como si se encogiera o se negara a
la expansión, a la alegría y a la vida. De hecho, la vida afectiva influye
profundamente en este órgano y una vez más podemos apreciar las frases típicas
que reflejan esto, por ejemplo ante una pérdida afectiva solemos decir “tengo el
corazón destrozado”. De alguien que es generoso (otra cualidad positiva
atribuida al corazón), decimos que “es todo corazón”, o que “tiene un corazón
de oro”.
Asimismo, cuando estamos muy felices “nos salta el corazón de
alegría” y de aquel que es egoísta decimos “tiene un corazón de piedra”. Por
último, “no tener corazón”, significa no ser capaz de perdonar.
El estómago
El hígado
Los intestinos
Desde el estómago, la comida pasa al intestino delgado para completar el
proceso digestivo y luego al intestino grueso o colon, antes de su eliminación.
En el intestino delgado se absorben las sustancias nutritivas y se separa lo
bueno de lo malo, lo cual supone un proceso de integración y liberación que se
lleva a cabo no solo con los alimentos sino también entre sentimientos,
experiencias y pensamientos. Si esta liberación se ve restringida debido a
inseguridad, miedo y otros factores, se producirá una retención y posteriormente,
estreñimiento, úlceras duodenales o colon espástico.
Por otra parte, si el proceso de eliminación es demasiado rápido y
disminuye así, el tiempo de integración, ello puede ocasionar la diarrea.
Los intestinos son tanto el lugar donde se retienen los aspectos que nos da
miedo soltar, donde la realidad externa conecta con nuestra realidad interna y
también por donde eliminamos todo lo que ya no deseamos mantener dentro.
El estreñimiento es una retención, una contracción de los músculos
intestinales que dificulta la eliminación de materia fecal. Es un fenómeno muy
frecuente en la gran mayoría de pacientes, y, muchas veces, no se le otorga la
verdadera importancia.
En la personalidad de este tipo de pacientes se observa la obsesión por
“controlar” y “dominar”, lo cual genera dificultades para ser espontáneo, y
“fluir”.
Esto puede deberse a un miedo a perder el control de los acontecimientos,
o al miedo de expresar la propia naturaleza.
Es más probable que se padezca estreñimiento al experimentar problemas
económicos, conflictos de relación, o cuando se realizan viajes. Todas estas
situaciones pueden generar inseguridad y el deseo inconsciente de “aferrarse” a
viejas pautas estables y seguras, se desea conservar todo tal como es y nos
resistimos al cambio. Esa actitud origina tensión interna, dolor e irritación que,
finalmente, se plasma en el estreñimiento.
Soltarse presupone la confianza y superación del miedo, perdiendo así la
necesidad de controlar, sabiendo que la vida seguirá su curso normal.
En otros casos la realidad que se debe digerir es desconcertante o
angustiosa y no deseamos aferrarnos a nada, entonces solemos padecer diarrea.
Son más propensas a sufrir diarreas las personas que se sumergen en las
situaciones sin detenerse a escuchar y asimilar lo que se les dice. En este caso el
mensaje que expresa el síntoma nos dice que debemos tomarnos un tiempo para
escuchar y asimilar plenamente cada situación, antes de pasar a la siguiente.
Eduardo Grecco, viene insistiendo desde hace tiempo con que: “La
Terapia Floral es una psicoterapia auxiliada con esencias florales, ya que
su objetivo no es solo prescribir remedios sino ayudar a que el paciente
conozca la causa real de su enfermar”.
Caso clínico
Red Chestnut (sistema Bach), es para el temor que siente ante todo lo que
le puede ocurrir a su marido, que es uno de los temas centrales que afecta a esta
paciente. (Más adelante veremos, que estos temores también los tiene con
respecto a otros familiares).
La indicación específica de esta esencia es: “miedo por lo que pueda
sucederle a los seres queridos”.
En el caso de esta paciente, si tomara 7 gotas dos veces por día, hubiese
sido insuficiente para cubrir el resto de los síntomas que manifestaba durante el
día.
Esta es la última consulta que realizó Elida. Cada tanto reaparece, para
“ajustar” algunos detalles.
Sin embargo, a través de estas pocas entrevistas (7 en total) puede
apreciarse como los síntomas producto del estrés relacionado con su situación
familiar, pudieron resolverse.
Nótese la importancia de sostener un tiempo prudencial determinados
remedios que resultan claves para el abordaje de estos síntomas, que pueden
“comprenderse” dentro del contexto de la historia de la paciente.
BIBLIOGRAFIA
licenciado.raul.perez@gmail.com