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JORNADA

EL CAMINO DE LA SANACION NATURAL

FULTENA

28 DE MARZO DE 2015

Lic. Raúl E. Pérez

xxxooo
La unidad mente-cuerpo
Enfermedades psicosomáticas

Los orígenes de la Medicina Psicosomática, en su noción actual, se


remontan al primer tercio del siglo XX, aunque el término psicosomático (o
psicosomática), tiene una historia más larga.
El creador de este concepto es el médico alemán Johann Christian
Heinroth (1773-1843), a quien se le atribuye el mérito de haber acuñado la
palabra “psicosomática”.
La obra de Heinroth es importante en el contexto de su época y en la de
su especialidad, la “Medicina Mental”, disciplina que desarrolló en la Universidad
de Leipzig en el período en que publicó sus aportes más importantes (1818) y de
la que fue su primer profesor.
Su agudeza como observador de la conducta humana y sobre ciertos
aspectos clínicos de las enfermedades del ánimo debiera hacerle un lugar entre
quienes merecen ser recordados en el ámbito de la psiquiatría. Entre otras, ya en
1818 había hecho una espléndida descripción de los “estados mixtos” (Mischung)
en el campo de los trastornos anímicos (y es probable que haya sido el primero
en realizar tal distinción).
Mucho más adelante, los trabajos de Walter Cannon sobre la fisiología de
las emociones, a partir del estudio de las experiencias de veteranos de la Primera
Guerra Mundial que habían sufrido experiencias traumáticas (“shell shock”), le
condujeron a elaborar conceptos como los de la “respuesta de lucha o huida”,
entre otros, y que se mantienen vigentes hasta hoy en el discurso médico sobre el
estrés y sus consecuencias.
Sin embargo, el término “Medicina Psicosomática” fue acuñado en
1922 por Félix Deutsch (1884-1964), un médico internista vienés que luego fue
psicoanalista y que concluyó su carrera en Boston luego de emigrar a los EE.UU.
en 1936.

La denominación tradicional de enfermedad psicosomática designa a toda


una serie de procesos patológicos que deben su causa directamente a factores
psicológicos perturbadores y significativos como duelos, pérdidas,
sentimientos de ira, resentimiento, soledad, abandono, desolación,
incertidumbre, miedos y síntomas que le pueden acompañar como el
estrés, la ansiedad, la depresión, angustia etc.
Dichos factores y síntomas determinan una activación inadecuada del
sistema inmune, neurovegetativo y de las glándulas endocrinas que, de repetirse,
pueden llegar a provocar alteraciones funcionales y anatómicas en los sistemas
orgánicos.
A mediados del siglo pasado, se aceptó y se consideró algunas
enfermedades como psicosomáticas, tales como la úlcera, el asma, la hipertensión
arterial etc., pero en siglos anteriores, ciertas enfermedades como la epilepsia, era
considerada como una posesión demoníaca, mientras que las plagas y la lepra
como castigos divinos.
La lepra era condición de indignidad y discriminación, ésta última hoy está
representada por el SIDA; aún hoy la mayoría de los enfermos y agentes de la
salud siguen considerando a la enfermedad como algo absolutamente no propio,
les es difícil comprender, atreverse a pensar que la enfermedad, cualquiera sea
ésta tenga un sentido para quién la porta y también para quienes tratan de curarla
como agentes de la salud.

Si analizamos la etimología de la cual derivó en la palabra “psicosomática”


encontraremos que “soma” nos refiere a cuerpo físico, “psico” deviene de psique
o alma (de la relación del mito de Psique y Eros); sin embargo cuando se habla de
lo psicológico se tiene solo en cuenta al estudio consciente e inconsciente del
comportamiento de la personalidad, olvidando u obviando el profundo sentido
original que contiene y expresa en su complejidad el término “Psicosomático”.

Este nivel de complejidad de lo “psicosomático” alude en sí mismo al nivel


de conjunto del Ser expresándose en una totalidad indivisible: cuerpo, mente,
alma y espíritu.

Dentro de esta totalidad interviene el devenir histórico personal, con sus


circunstancias y argumento de vida. Entonces el cuerpo material es el “escenario”
en el que se proyectan las imágenes mentales, el Yo es el “protagonista”, el
inconsciente el “guionista” y el alma “el director”, él único que conoce la obra
completa, y el “espíritu” es el que contempla el desarrollo de la trama en puente de
unión entre lo divino y lo terrenal, el microcosmos y el macrocosmos de un
acontecer superior.

Esta idea cuaternaria del Ser humano “contempla” cuatro aspectos


indivisos. Es interesante el simbolismo de la palabra “contemplación”, la primer
sílaba “con” significa: juntos, unidos; “templum” era en su origen una zona del
cielo que observaba el augur a fin de lograr sacar de las alturas conclusiones para
la vida terrena. El significado primitivo de contemplación era la unión entre el
templo superior en el cielo y el templo inferior en la tierra.

El cuerpo, es la encarnadura necesaria para la expresión material del Ser,


esta forma material es mortal y transitoria.
La mente, regenteada por el Yo, es lo que nos permite transitar los pasos a
seguir en la vida terrenal; es quién da cuenta de quienes somos y funciona como
un regulador selectivo de los elementos que quedan en lo consciente,
subconsciente e inconsciente. La mente es de carácter transitorio y mortal;
aunque actualmente se está planteando una teoría revolucionaria sobre la llamada
“memoria celular”, esta portaría información ancestral a través de una
generación a otra de una misma raíz genética.
El alma, es inmortal y atemporal, es nuestro Ser Real, o Superior. Es
antes, durante y después del yo, es el nosotros preontológico; la transhistoria
como refiere el escritor y psicoanalista Marcos Aguinis. Es nuestra entidad
rectora como lo describe Edward Bach y su finalidad es conducir al hombre en
la búsqueda de la perfección.
El espíritu, es la chispa, soplo o aliento divino, cohesiona, fusiona con el
Todo.
Volviendo al concepto particular de psicosomático, esto nos lleva a
plantearnos que el objeto de estudio y observación de esta disciplina debería
tener en cuenta al ser humano en toda su dimensión. Que no hay algunas
enfermedades psicosomáticas, sino que todas lo son, desde un accidente
aparentemente ocasional, hasta una enfermedad congénita.

Concepto de Enfermedad

Estar enfermos es parte de la condición de ser humanos, no es un


sobreagregado, todos tenemos predeterminaciones a enfermar y llevamos en
nuestros genes tendencias potenciales de enfermedades. Algunas de estas podrán
manifestarse a lo largo de la vida y otras no. Todo depende del disparador
emocional que se expresará en el cuerpo como una enfermedad física.

En tal sentido, todo conflicto no resuelto tiene como destino un espacio


material corporal.

La enfermedad en sí no es un castigo, como expone Edward. Bach, sino


un beneficio a comprender, no se tiene enfermedad: se es enfermo. De éste
modo se nos revela la oportunidad de entender su sentido.
Toda enfermedad, que a partir de ahora también la llamaremos,
“afección”, puede ser clasificada según su evolución en “aguda, subaguda, o
crónica”; desde un simple resfriado, una neumonía o un infarto hasta una colitis
ulcerosa o Parkinson; en todos los casos existe un nivel de crisis afectiva que
deriva en una afección determinada.
En toda afección hay afectos involucrados. En tanto padecemos la
alteración de un afecto (emoción) es porque esta proviene de una desarmonía
entre lo que la personalidad quiere, desea u oculta y le aleja en su persistencia del
plan original de su alma. La enfermedad es un desacuerdo entre el ego-
personalidad y el mapa original del alma.

También las enfermedades pueden considerarse según la concepción


mecanicista provocada por un agente externo, bacterias, virus, retrovirus, etc.
No todos enferman de lo mismo, sino que alguien o un grupo en cierta
situación son afectados. Partiendo de una concepción diferente, tanto un ser
individual o casi toda una comunidad puede ser afectada de una enfermedad
según el tipo de aprendizaje que deba experimentarse individual o
colectivamente.

Estar enfermo conmueve nuestra vida emocional y tiene un fuerte impacto


existencial. Una enfermedad nos cambia, llevándonos a revisar los pasos de
nuestra vida, ¿por qué nos ocurre tal cosa?; es posible que primero la neguemos,
la odiemos y luego la aceptemos no sumisamente sino como una clave que
necesitamos desentrañar para llegar a comprendernos nosotros mismos y en el
contexto en el que sucede. Una enfermedad siempre nos acerca al conocimiento
de sí. La enfermedad en sí misma es también un modo de redención. A
continuación queremos destacar la siguiente cita del Dr. Edward Bach:

“Las enfermedades orgánicas, tales como nosotros las conocemos,


son un resultado y un producto final; son la última etapa de algo mucho
más profundo. La enfermedad se origina por encima del nivel físico, más
cerca del plano mental, y es enteramente el resultado de un conflicto entre
nuestro Yo espiritual y nuestro Yo mortal. En la medida que éstos se
encuentren en armonía, gozamos de perfecta salud, pero tan pronto como
entran en discordia, surge lo que conocemos como enfermedad.
“La enfermedad es pura y exclusivamente correctiva; no es ni
vengativa ni cruel, sino el medio adoptado por nuestras propias Almas
para señalarnos nuestras propias fallas; para evitar que cometamos más
errores; para encauzarnos de vuelta por el sendero de la Verdad y la Luz,
del que nunca deberíamos habernos apartado.” [ ].
“Probablemente la lección más grande de nuestras vidas vidas sea
aprender a ser libres; libres de las circunstancias, de nuestro entorno, de
otras personalidades, y, por sobre todas las cosas, libres de nosotros
mismos, ya que hasta que no lo seamos, seremos incapaces de brindarnos
abiertamente y de servir a nuestros semejantes”.
Estime la enfermedad piense en ella como una gran oportunidad, como
una beca para hacer una maestría en Harvard, por supuesto para aprobar tendrá
mucho que aprender, requerirá de un gran esfuerzo; pero sumamente valioso
para usted y para aquellos que se beneficiaran con su aprendizaje.

Sobre la valoración del síntoma

El siguiente artículo que se titula “Yo soy tu síntoma”, pertenece al Lic.


Seferino Alvarez Ramos (México) y expresa con mucha claridad el verdadero
significado del mismo, así como su importante función.

Hola, tengo muchos nombres: dolor de rodilla, grano, dolor de


estómago, reumatismo, asma, mucosidad, gripe, dolor de espalda, ciática,
cáncer, depresión, migraña, tos, gripe, dolor de garganta, insuficiencia
renal, diabetes, hemorroides, y la lista sigue y sigue. Me he ofrecido como
voluntario para el peor trabajo posible: ser el portador de noticias poco
gratas para ti.

Tú no me comprendes, nadie me comprende. Tú piensas que quiero


fastidiarte, echar a perder tus planes de vida, todos piensan que quiero
entorpecerles, hacerles daño o limitarles. Y no, eso sería un completo
disparate. Yo, el síntoma, simplemente intento hablarte en un lenguaje
que comprendas. Que entiendas.

A ver, dime algo, ¿tú irías a negociar con terroristas, tocando a su


puerta con una flor en la mano y una camiseta con el símbolo de “paz”
impreso en la espalda?

¿No verdad?

Entonces, por qué no comprendes que yo, el síntoma, no puedo ser


“sutil” y “suavecito” cuando debo darte el mensaje. Me golpeas, me odias
con todo el mundo, te quejas de mí, de mi presencia en tu cuerpo, pero no
te tomas ni un segundo en razonar y tratar de comprender el motivo de mi
presencia en tu cuerpo.

Sólo te escucho decirme: “Cállate”, “vete”, “te odio”, “maldita la


hora en que apareciste”, y mil frases que me hacen impotente para hacerte
comprender. Pero yo debo mantenerme firme y constante, porque debo
hacerte entender el mensaje.

¿Qué haces tú? Me mandas a dormir con medicinas. Me mandas


callar con tranquilizantes, me suplicas desaparecer con antiinflamatorios,
me quieres borrar con quimioterapias.

Intentas días con día, taparme, sellarme, callarme. Y me sorprende


ver que a veces, hasta prefieres consultar brujas y adivinos para que de
forma “mágica” yo me vaya de tu cuerpo.

Y yo, cuando mi única intención es darte un mensaje, soy


totalmente ignorado.

Imagínate que soy esa alarma con sirena en el Titanic, esa que
intenta de mil formas decirte que de frente hay un Iceberg con el que vas
chocar y hundirte. Sueno y sueno por horas, por días, por semanas, por
meses, por años, intentando salvar tu vida, y tú te quejas porque no te dejo
dormir, porque no te dejo caminar, porque no te dejo trabajar, pero sigues
sin escucharme...

¿Vas comprendiendo?
Para ti, yo el síntoma, soy "La Enfermedad".
Qué cosa más absurda. No confundas las cosas.
Y vas al médico y pagas por docenas de consultas médicas.
Gastas dinero que no tienes en medicamento tras medicamento.
Y sólo para callarme.

Yo no soy la enfermedad, soy el síntoma.


¿Por qué me callas, cuando soy la única alarma que está intentando
salvarte?

La enfermedad, “eres tú”, “es tu estilo de vida”, “son tus emociones


contenidas”, eso sí es la enfermedad. Y ningún médico aquí en el planeta
tierra, sabe cómo combatir enfermedades. Lo único que hacen es
combatirme, combatir el síntoma. Callarme, silenciarme, desaparecerme.
Ponerme un maquillaje invisible para que tú no me veas.

Y sí, está bien si ahora que lees esto, te sientes un poco molesto sí.
Esto debe ser algo como un “golpazo a tu inteligencia”. Está bien si por
ahora te sientes un poco molesto o frustrado. Pero yo puedo manejar tus
procesos bastante bien y los entiendo. De hecho, es parte de mi trabajo, no
te preocupes. La buena noticia es que depende de ti no necesitarme más.
Depende totalmente de ti, analizar lo que trato de decirte, lo que trato de
prevenir.

Cuando yo, “el síntoma”, aparezco en tu vida, no es para saludarte,


no. Es para avisarte que una emoción que contuviste dentro de tu cuerpo,
debe ser analizada y resuelta para no enfermarte. Deberías darte la
oportunidad de preguntarte a ti mismo: ¿por qué apareció este síntoma en
mi vida?, ¿qué querrá decirme? ¿Por qué está apareciendo este síntoma
ahora?, ¿Qué debo cambiar en mí para ya no necesitar de este síntoma?

Si dejas este trabajo de investigación, sólo a tu mente, la respuesta


no te llevará más allá de lo que has hecho años atrás. Debes consultar
también con tu inconsciente, con tu corazón, con tus emociones.

Por favor, cuando yo aparezca en tu cuerpo, antes de correr al doctor


para que me duerma, analiza lo que trato de decirte, de verdad que por
una vez en la vida, me gustaría ser reconocido por mi trabajo, por mi
excelente trabajo. Y entre más rápido hagas conciencia del porqué de mi
aparición en tu cuerpo, más rápido me iré.

Poco a poco descubrirás, que entre mejor investigador seas, menos


veces vendré a visitarte. Y te aseguro que llegará el día en que no me
vuelvas a ver ni a sentir. Al mismo tiempo que logres ese equilibrio y
perfección como “analizador” de tu vida, tus emociones, tus reacciones, tu
coherencia, te garantizo que jamás volverás a consultar a un médico ni a
comprar medicinas.

Por favor, déjame sin trabajo.


¿O piensas de verdad que yo disfruto lo que hago?
Te invito a que reflexiones, cada que me veas aparecer, el motivo de
mi visita.
Te invito, a que dejes de presumirme con tus amigos y familia como
si yo fuera un trofeo.
Estoy harto de que digas:
“Ay pues yo sigo con mi diabetes, ya ves que soy diabético”.
“Ay pues ya no aguanto el dolor en mis rodillas, ya no puedo
caminar”.
“Siempre yo con mi migrañas”.
Me presumes como si yo fuera un tesoro del cual no piensas
desprenderte jamás.
Mi trabajo es vergonzoso. Y te debería dar vergüenza presumirme
ante los demás. Cada vez que me presumes, realmente estás diciendo:
“Miren que débil soy, no soy capaz de analizar ni comprender mi propio
cuerpo y mis propias emociones, no vivo en coherencia, ¡mírenme,
mírenme!”.

Por favor, haz conciencia, reflexiona y actúa.

Entre más pronto lo hagas, más rápido me iré de tu vida!

Atte.
El síntoma.

Aspectos importantes a tener en cuenta para acceder


a la lectura emocional de los síntomas

Para poder “entender” las claves que se ocultan en cada parte corporal y el
significado simbólico de los órganos que nos permita traducir las emociones y/o
pensamientos, debemos previamente, dejar sentadas ciertas bases que nos
permitirán esta comprensión.

El cuerpo humano y sus partes


Las diferentes partes del cuerpo humano nos hablan del todo al que
reflejan. Un viejo precepto esotérico dice: “el Todo está en todas partes y en
todas partes está el Todo”.
Efectivamente, el cuerpo humano puede ser visto utilizando una analogía
con el cuerpo de la tierra, que con sus montañas y valles, ríos y llanuras, nos
muestra con precisión como fue formado y qué accidentes ha sufrido. De la
misma manera, el cuerpo humano nos muestra, no solo las pruebas y cambios
por los que ha ido pasando a través de la vida, sino también las variadas
enfermedades, estados de ánimo y vivencias más importantes por las que ha
pasado.
Sin embargo, también nos habla de lo que puede ocurrir, de nuestras
predisposiciones y limitaciones tanto a nivel físico como mental.
De tal modo, que cada parte del cuerpo refleja un aspecto del yo. Cuerpo y
mente forman un todo indisoluble, así como son reflejo el uno del otro.
Las enfermedades se producen generalmente en momentos de tensión y en
lugares muy concretos que expresan la totalidad psicosomática. Esas regiones del
cuerpo que se corresponden con conflictos sin resolver se convierten en áreas
con menor vitalidad, más frágiles y propensas a lesiones y a la enfermedad (locus
minoris resistentiae).

Estas “zonas de tensión” pueden aparecer en cualquier lugar del cuerpo


expresándose en forma de enfermedad, a la cual debe considerarse como una
señal, o como un mensaje no verbal que el cuerpo transmite cuando no se le está
prestando la debida atención o el debido cuidado.
Estos “mensajes somáticos” pueden ser traducidos en información
psicoemocional, pero para ello debemos aprender a interpretar no solo el
mensaje de la enfermedad, sino también el significado simbólico de cada una de
las partes de nuestro cuerpo.

Vamos a detallar el significado emocional que se expresa en algunas partes


del cuerpo humano, para dar una idea sobre como se realiza esta lectura
diagnóstica.

Piel
Es el órgano más grande del ser humano, nos sirve de envoltura y barrera
o límite con respecto al mundo externo. Cumple el papel de una frontera: puede
ser aquello que nos separa, pero que también nos puede unir a los demás. Es el
límite entre nuestro yo físico, y el yo físico del otro.
Por medio de ella expresamos los sentimientos más íntimos, que pueden
estar profundamente sepultados en nuestro interior, o por el contrario estar “a
flor de piel”. La piel tiene bastante que ver, psicológicamente hablando, con las
normas y reglas que maneja nuestra personalidad, nuestra manera de mostrarnos
al mundo y de recibirlo, verlo, interpretarlo y sentirlo.
Si observamos las enfermedades cutáneas estas tienen la característica
especial de ser visibles.
Pueden provocar y provocarnos todo tipo de reacciones desde el asco, la
repugnancia o la lástima. También pueden ser la manifestación externa de estos
sentimientos que, ocultos en el inconsciente se expresan en los síntomas
dermatológicos y que, al apreciarlos, recién los hacemos conscientes.
La piel es una pantalla que refleja lo que la persona siente por dentro y no
se atreve a mostrar, por ejemplo, ante un sentimiento de timidez o vergüenza nos
ponemos colorados. En otros casos estamos pálidos ante un shock que nos
provoca miedo y transpiración.
Otra frase esotérica dice: “lo visible es expresión de lo invisible”. Esto
es aplicable a la piel y a los demás síntomas corporales.
Una de las funciones más importantes de la piel es el contacto con el
mundo exterior, o sea la comunicación a nivel no verbal, desde la caricia tierna,
hasta el golpe que nos damos o nos dan, todo ello es percibido a través de la piel.
También refleja nuestra manera de percibir lo que los demás piensan de
nosotros. Si esto nos afecta demasiado, puede expresarse en forma de afecciones
cutáneas.

Cabeza
La cabeza se refiere a la totalidad de la persona. Los autores antigüos la
consideraban un “microcosmos”. También se puede decir que representa la
“máscara”, o la cara visible que mostramos a los demás y por medio de la cual
nos reconocen.
Cuando los problemas aparecen en esta zona podemos deducir que algo
no anda bien en nuestra forma de presentarnos ante el mundo o en nuestra
manera de relacionarnos. A lo mejor tenemos que poner “al mal tiempo buena
cara” y no podemos hacerlo o no tenemos ganas, lo cual es mejor que fingir ya
que si así lo hiciéramos, se manifestaría algún síntoma que nos “obligaría” a ver
qué nos pasa.
En otros casos puede haber una saturación mental porque vivimos
demasiado en nuestra cabeza y no tanto en el cuerpo. En esta situación hay
demasiada distancia entre esa cara visible y la cara oculta de nuestra persona, o
dicho en otras palabras entre aquello que parecemos o queremos parecer y
aquello que somos realmente.
Por otra parte, el rostro es la “máscara”, (mencionada en un párrafo
anterior), que presentamos al mundo y que puede ser, por lo tanto, reveladora de
nuestros sentimientos interiores.
Por ello es la parte del cuerpo más aprovechada por los fabricantes de
cosméticos: basta con apreciar la innumerable cantidad de cremas y maquillajes
que se venden pretendiendo mejorar la “imagen” y aparentar una belleza que
naturalmente no se tiene y ayudar a presentarse de un modo más agradable a los
demás.
Además, la cabeza representa lo que está arriba, en oposición al cuerpo
que está abajo.
Así, la cabeza se relaciona con nuestros pensamientos, mientras el cuerpo
se corresponde con las emociones. Sin embargo como hemos mencionado antes
que “el todo está en todas partes...” al sentir a nivel corporal ciertas
emociones puede suceder que la cabeza se haga eco de ellas y terminen
perturbándola.
En muchos refranes y expresiones populares se puede apreciar este
lenguaje psicosomático; recordemos por ejemplo “el corazón tiene razones
que la razón no entiende” o la común frase “perder la cabeza” para referirse
a quien actúa de un modo irracional. Hay quienes son tan obstinados que “se
dan la cabeza contra la pared” y la lista podría seguir hasta el infinito.

Los ojos

Los ojos se refieren a nuestra capacidad de ver y también están muy


relacionados con nuestros esquemas mentales que son los filtros a través de los
cuales captamos la realidad. También se asocian con lo prohibido y lo permitido
y con lo que aprobamos y rechazamos. Todo tipo de problema ocular nos
mostrará algo que no queremos ver. Esto puede relacionarse con el pasado, el
presente o el futuro.
La solución de los problemas oculares no consiste en cambiar aquello que
no queremos ver o nos molesta, sino en modificar nuestra visión del problema, o
como decimos generalmente, “cambiar nuestro punto de vista” cambiando
esos esquemas mentales que nos hacen actuar de este modo.
Además, los ojos no solo reciben impresiones del exterior, con ellos
también proyectamos sobre el medio nuestros sentimientos, emociones y estados
de ánimo, además de que con ellos reímos y también lloramos, por eso se dice
que “los ojos son el espejo del alma”.
Las lágrimas representan una profunda liberación del dolor interno, por su
naturaleza líquida se asocian con la manifestación y resolución de emociones.

Los oídos

Se relaciona con la capacidad de oír y con aquello que queremos o no


queremos oír, por eso se dice que “hacemos oídos sordos”, a aquellas
expresiones que, sabemos, nos van a irritar o enojar. Otra forma de defenderse
de las “agresiones” puede quedar reflejada en algo que “nos entra por una
oreja y nos sale por la otra”.
Es fácil observar que la dificultad auditiva es frecuente en personas que se
ven obligadas a fingir y hacer lo que no sienten, y sobre todo a escuchar
permanentemente recriminaciones y quejas de: sus padres, jefes, pareja, la
sociedad, etc.
En las parejas suele apreciarse este fenómeno con frecuencia: si uno de los
dos miembros de la misma es muy pesado, agobiante o habla demasiado, el otro
puede reaccionar oyendo mal, hasta llegar a la sordera total la cual sería una
autodefensa (masoquista).
También hay una relación estrecha de los oídos, no solo con escuchar y
oír, sino con captar, entender y obedecer basta con recordar la frase que se le
dice a quién no ha obedecido una orden: ¿no me has oído?
Por otra parte, al decir “no quiero oír una palabra más” estamos
retirando nuestra atención de los oídos y por lo tanto se reduce nuestra
conciencia sobre ellos, disminuyendo la capacidad de audición.

La boca
Es nuestro medio de comunicación más directo, por medio de ella
expresamos nuestros sentimientos y pensamientos, nos alimentamos e iniciamos
el proceso digestivo, y además también sonreímos, masticamos, mordemos,
besamos, hablamos, cantamos y gritamos.
Tanta variedad de usos hace que los problemas bucales sean un fenómeno
bastante común. Generalmente, los trastornos en esta zona se relacionan con
dificultades a la hora de probar y asimilar (o digerir) la propia realidad. También
puede existir una actitud de resistencia a digerir lo que está sucediendo. Se insiste
con el concepto de “digerir” y “asimilar”, tanto en el sentido literal como
simbólico, función que también se corresponde con el estómago y el sistema
digestivo en general, y es que, en realidad, la primera toma de contacto con lo
“digerible” y “asimilable”, comienza en la boca.
Otros conflictos muy comunes con esta parte corporal se vinculan con la
expresión de pensamientos y sentimientos negativos que, creemos, no
deberíamos expresar, quedando por consiguiente retenidos. Esto puede dar lugar
a trastornos bucales como las aftas, (la mucosa bucal arde y quema), aunque
también es posible que estos conflictos se expresen en la zona de la garganta,
también vinculada como la expresión y con “tragar” (asimilar) las experiencias.

Los dientes

Sirven para morder y masticar los alimentos lo que tiene implícito una
dosis importante de agresividad, por lo cual están asociados a esta emoción.
Además, íntimamente relacionada con la agresividad está la vitalidad, por lo que
una buena dentadura denota una buena vitalidad. Y a la inversa una mala
dentadura, no solo nos habla de baja vitalidad, sino también de problemas con
nuestra agresividad.
Se trata obviamente, de agresividad reprimida, no expresada
adecuadamente que (como en otras patologías), termina volviéndose contra el
sujeto. Por ello, el que no puede expresar su agresividad se carcome (autolimita)
produciendo las caries (algo similar ocurre con quienes se comen las uñas), solo
que ahí el conflicto, se expresa en otro terreno, aunque debe considerarse que
para comerse las uñas hay que utilizar los dientes.
Esa falta de vitalidad manifestada en una mala dentadura, es la misma que
provoca a esas personas, dificultades a la hora de enfrentarse a resolver los
problemas de la vida, les costará “hincarle el diente a los problemas”, porque
estos le resultan “un hueso duro de roer”.

El cuello y la garganta
El cuello es un enlace o puente entre la cabeza y nuestro cuerpo, entre lo
que queremos parecer (recordemos que representaba la máscara) y aquello que
realmente somos. La “máscara” (cabeza) puede engañar, pero el cuerpo no.
El cuello, y más específicamente la garganta es la región del cuerpo que se
relaciona con la expresión y la comunicación verbal.
La rigidez del cuello indica rigidez de ideas, mientras que un cuello flexible
y relajado muestra flexibilidad mental y adaptabilidad. A veces, y por causa de
nuestra rigidez mental nos duele el cuello, pero si además nos hemos visto
obligados a “tragar” algo que no queríamos, terminará doliéndonos la garganta.
También un cuello rígido y agarrotado puede mostrarnos a alguien muy
orgulloso, mientras que un cuello flexible y capaz de mirar hacia abajo, revelará
que estamos ante una persona humilde.
Por medio del cuello, las emociones fluyen del cuerpo a la cabeza, donde
se traducen a un lenguaje verbal, el cual finalmente es emitido por la garganta. La
tensión en esta parte del cuerpo se corresponde con dificultades en la expresión.
La garganta también se relaciona con la creatividad, la cual, si no es vivida
libremente se estanca, y por ello pueden manifestarse problemas como el
hipotirodismo.

Los brazos

Así como los hombros, los brazos y las manos, se relacionan con el
“hacer” y el “expresar”. Son la expresión fiel de nuestro carácter y de nuestra
manera de ser y actuar. También son los canales por donde se expresan diversas
emociones como acariciar, sujetar, alcanzar, protegerse, golpear, etc.
Los brazos tienen que ver con la capacidad de recibir, aceptar, de abrazar.
Si nuestra capacidad de abrirnos a nuevas experiencias o nuestra apertura mental
están reprimidas, el malestar se reflejará en los brazos.
Asimismo, estos también pueden relacionarse con nuestra fuerza interior y
con la capacidad de perdonar a nosotros mismos y a los demás. Los problemas
en los brazos suelen indicar una incapacidad de abarcar las experiencias nuevas
que proporciona la vida.

Las manos
Sirven para agarrar, para sostener, pero transpiran con sudoración fría
cuando estamos tímidos o tenemos algo de miedo, y se crispan cuando estamos
nerviosos. Y así como sirven para recoger y recibir, también sirven para dar,
entregar y compartir. Por eso se dice que las manos son: la prolongación del
corazón.

La espalda y la columna vertebral

La espalda y la columna se relacionan con nuestras estructuras más


profundas, en las cuales se apoyan nuestras creencias y nuestra escala de valores.
Si estos últimos fallan y buscamos apoyo fuera de nosotros mismos, pueden
aparecer dolores de espalda. Se ha perdido la confianza en la vida o la fe en
nosotros mismos, o en Dios, y se la busca allí donde no se encuentra. Entonces
el cuerpo reacciona a través del dolor de espalda.
Por otra parte, la espalda también representa aquella parte de nosotros
mismos que no vemos, o sea que se vincula directamente con la sombra, en el
sentido junguiano. Si la negamos, (lo que ocurre frecuentemente), o no nos
ocupamos de ella, nos dará avisos por medio del dolor. Por tal motivo muchos
dolores de espalda se relacionan con situaciones sin resolver que “hemos dejado
a nuestras espaldas”.
Volviendo a asociar la espalda con nuestra sombra, esta nos sugiere
además la idea de miedo, sobre todo la parte inferior de la espalda. Se tiene
miedo a muchas cosas, a lo que no vemos, a lo desconocido, a la vida, etc., y por
ello “les damos la espalda”.

Los pulmones

Son los órganos encargados de recibir el aire y tienen que ver con la
capacidad de intercambio, con el dar y recibir. Algunos problemas pulmonares
indican cierta mezquindad o reticencia en el dar, mientras que otros indican
claramente el miedo a recibir. Por ejemplo, hay personas que, a causa de
determinadas circunstancias en su vida, sienten que no tienen derecho a recibir
nada de ella. Creen que nada bueno puede ocurrirles, solo son capaces de aceptar
con resignación lo malo, lo triste, la desgracia, y por lógica terminan atrayendo
estas situaciones por sostener estos patrones mentales.
Respirar significa absorber la vida, mantenerla en nosotros, compartirla e
intercambiarla.

“Por la respiración, la vida viene a nosotros...”


(T.Dethlefesen y R. Dalhke).

La respiración pulmonar es la primera función postnatal que realiza el ser


humano al ser cortado su cordón umbilical, por lo tanto también se asocia con la
libertad y la independencia. Pero de acuerdo a como vivamos esas situaciones,
será nuestra respiración, por eso encontramos tanto a quienes “respiran a sus
anchas”, y a los que “se les corta el aliento”.
Por ello, una respiración superficial delata a alguien que no se atreve a vivir
o que tiene miedo a la vida y a sus consecuencias.

El corazón
Esta válvula permite que a través de la sangre, la vida circule por nuestras
venas. Constituido por tejido blando (músculo) es una parte de nuestra energía
mental, mientras que su función consiste en la distribución de energía emocional
(representada por la sangre).
Es el símbolo del amor a nivel incondicional y en el plano personal,
también representa todas las emociones románticas que acompañan al corazón,
así como aquellas que lo lastiman.
En el caso de la angina de pecho parece como si se encogiera o se negara a
la expansión, a la alegría y a la vida. De hecho, la vida afectiva influye
profundamente en este órgano y una vez más podemos apreciar las frases típicas
que reflejan esto, por ejemplo ante una pérdida afectiva solemos decir “tengo el
corazón destrozado”. De alguien que es generoso (otra cualidad positiva
atribuida al corazón), decimos que “es todo corazón”, o que “tiene un corazón
de oro”.
Asimismo, cuando estamos muy felices “nos salta el corazón de
alegría” y de aquel que es egoísta decimos “tiene un corazón de piedra”. Por
último, “no tener corazón”, significa no ser capaz de perdonar.

El estómago

Es el órgano que sirve para digerir los alimentos físicos, y en él se refleja


también la capacidad de digestión o asimilación mental. Por ello, nuestra
capacidad de integración de las experiencias de la vida se ubica simbólicamente
en el estómago. A veces pasamos “un mal trago” (ver cuello y garganta), y esto
“nos cae mal” porque es una situación difícil de asimilar, lo cual puede también
causar problemas digestivos.
Una de las emociones más habituales que se expresan en el estómago es el
miedo, el cual puede producir “un nudo en el estómago...”. Es que en esta
zona se expresan muchas de nuestras emociones y pasiones.
Cuando se reprime la capacidad de sentir, habrá una sobrecarga a nivel
estomacal. Por ejemplo cuando se debe “digerir”, algo emocionalmente muy
fuerte, nuestro estómago segrega un exceso de jugos gástricos (entre ellos ácidos)
que se vinculan con la agresividad. Y es que, generalmente, el enfermo del
estómago no exterioriza su agresividad, se la traga, y aún sí, no le resulta fácil de
digerir.

El hígado

Es el órgano que nos suministra y conserva la vida. Cumple muchísimas


funciones. Una de ellas es filtrar y purificar toda la sangre que procede del
estómago e intestinos, permitiendo la absorción correcta y completa de las
sustancias nutritivas. Absorbe y almacena grasas y proteínas y además ayuda a
mantener la proporción de azúcar en la sangre.
También tiene una acción fundamental en la desintoxicación de todos los
venenos que puedan acceder al aparato digestivo, por lo cual colabora con el
sistema inmune. Es un órgano capaz de regenerar su propio tejido.
Así como absorbe sustancias nutritivas de la sangre, se puede trazar un
paralelismo con una función similar en la vida emocional. La Medicina
Tradicional China afirma que el hígado está vinculado a la ira. Por lo tanto,
además de filtrar y purificar toxinas en el plano material, en un nivel más sutil
hace lo mismo con la ira presente en la sangre, garantizando así un estado
emocional en equilibrio.
Sin embargo, no siempre el hígado puede cumplir esta función
adecuadamente razón por la cual el organismo se ve abrumado por la ira y
también con el aumento de toxinas.
Se ha dicho que las toxinas químicas son los representantes en el cuerpo de
los conflictos que no han podido ser resueltos.
Un ejemplo nítido de lo recientemente expresado lo constituyen los
cálculos vesiculares que se componen de colesterol solidificado. La moderna
medicina psicosomática dice al respecto que son: “agresividad petrificada”.
Si el hígado se convierte en un depósito de los aspectos “venenosos” de
nuestro ser (pensamientos y sentimientos de amargura y resentimiento que no se
expresan ni se resuelven), experimentará esa tensión y no podrá funcionar a
pleno rendimiento, lo cual no solo afectará al hígado, sino también a la sangre y al
sistema inmune disminuyendo nuestra capacidad para combatir las infecciones.
La vesícula biliar

Es una glándula pequeña, estrechamente vinculada al hígado. Su función


consiste en la descomposición de las grasas mediante la bilis, líquido que genera
esta misma glándula. Se la asocia generalmente con la valentía y el coraje, y
también con la irritación e insensibilidad. La palabra “bilis”, sugiere amargura (su
sabor es fuertemente amargo), de ahí la conocida frase “estoy tragando bilis”,
para referirse a una gran amargura.
Si hay falta de bilis o su nivel es insuficiente las grasas no se digieren
correctamente y habrá trastornos digestivos variados. Los problemas vesiculares
pueden entonces vincularse a pautas mentales y emocionales de irritación y enojo
(o amargura) con personas o situaciones de la vida.
Si estas pautas mentales se coagulan y endurecen se terminan convirtiendo
en cálculos biliares (el colesterol solidificado es una grasa). Su eliminación suele
resultar muy dolorosa y, en algunos casos, debe apelarse a la cirugía.

Los intestinos
Desde el estómago, la comida pasa al intestino delgado para completar el
proceso digestivo y luego al intestino grueso o colon, antes de su eliminación.
En el intestino delgado se absorben las sustancias nutritivas y se separa lo
bueno de lo malo, lo cual supone un proceso de integración y liberación que se
lleva a cabo no solo con los alimentos sino también entre sentimientos,
experiencias y pensamientos. Si esta liberación se ve restringida debido a
inseguridad, miedo y otros factores, se producirá una retención y posteriormente,
estreñimiento, úlceras duodenales o colon espástico.
Por otra parte, si el proceso de eliminación es demasiado rápido y
disminuye así, el tiempo de integración, ello puede ocasionar la diarrea.
Los intestinos son tanto el lugar donde se retienen los aspectos que nos da
miedo soltar, donde la realidad externa conecta con nuestra realidad interna y
también por donde eliminamos todo lo que ya no deseamos mantener dentro.
El estreñimiento es una retención, una contracción de los músculos
intestinales que dificulta la eliminación de materia fecal. Es un fenómeno muy
frecuente en la gran mayoría de pacientes, y, muchas veces, no se le otorga la
verdadera importancia.
En la personalidad de este tipo de pacientes se observa la obsesión por
“controlar” y “dominar”, lo cual genera dificultades para ser espontáneo, y
“fluir”.
Esto puede deberse a un miedo a perder el control de los acontecimientos,
o al miedo de expresar la propia naturaleza.
Es más probable que se padezca estreñimiento al experimentar problemas
económicos, conflictos de relación, o cuando se realizan viajes. Todas estas
situaciones pueden generar inseguridad y el deseo inconsciente de “aferrarse” a
viejas pautas estables y seguras, se desea conservar todo tal como es y nos
resistimos al cambio. Esa actitud origina tensión interna, dolor e irritación que,
finalmente, se plasma en el estreñimiento.
Soltarse presupone la confianza y superación del miedo, perdiendo así la
necesidad de controlar, sabiendo que la vida seguirá su curso normal.
En otros casos la realidad que se debe digerir es desconcertante o
angustiosa y no deseamos aferrarnos a nada, entonces solemos padecer diarrea.
Son más propensas a sufrir diarreas las personas que se sumergen en las
situaciones sin detenerse a escuchar y asimilar lo que se les dice. En este caso el
mensaje que expresa el síntoma nos dice que debemos tomarnos un tiempo para
escuchar y asimilar plenamente cada situación, antes de pasar a la siguiente.

Los riñones y la vejiga


Nos liberan de toxinas y desechos que produce nuestro organismo, los
cuales representan además la limpieza y supresión de emociones negativas
(orina). Se encuentran ubicados en la región de la pelvis, lo que nos indica que
esas emociones liberadas tiene principalmente que ver con el yo y los demás, con
las relaciones interpersonales, con la reacción e interacción con el mundo que nos
rodea.
Estos órganos se vinculan además con las glándulas suprarrenales, que
están ubicadas una encima de cada riñón y que se encargan (entre otras cosas) de
segregar adrenalina en momentos críticos y tensos, activando el conocido
síndrome de “combatir o huir”. En otras palabras, los riñones se asocian con el
miedo en todas sus diferentes manifestaciones: miedo a la expresión, a la
supervivencia, a relacionarnos, etc.
La vejiga, recoge la orina que producen los riñones y la acumula hasta
proceder luego a eliminarla. En este caso debemos apreciar la adaptabilidad de
este órgano, ya que tiene la capacidad de adaptarse a los diferentes aportes de
orina (emociones negativas), que pasan por ella. También se relaciona con el fluir,
en el sentido físico (emisión dela orina), así como en el aspecto emocional (fluir
de las emociones).
En ciertos estudios se ha observado que los casos de cistitis (inflamación
de la vejiga) son más frecuentes durante una etapa de conflictos de pareja y/o
después del fin de una relación. En ambas situaciones confluyen una gran
cantidad de emociones negativas generalmente reprimidas: orgullo, ira, miedo a la
soledad, al rechazo, a las pérdidas, etc., que al no poder expresarse abiertamente
se acumulan y producen una frustración e irritación intensa.
El sistema urinario nos sirve para liberar las emociones que ya no se
necesitan y que causan problemas si se las retiene, pero en los casos de cistitis
está irritado e inflamado porque hay una resistencia a concientizar esas
emociones displacenteras, la liberación (emisión de orina), igualmente se produce,
pero arde, irrita, lastima, duele desprenderse de ellas.

El abordaje de afecciones psicosomáticas a través de las


Esencias Florales
Las esencias florales, a diferencia de otros remedios obtenidos del reino
vegetal, no poseen elementos químicos en su composición, careciendo por lo
tanto, de toxicidad alguna, lo que las hace accesibles a personas de toda edad y
estado (inclusive mujeres embarazadas y bebés). Su acción es debida a la energía
vital concentrada que poseen, la cual es específica de cada esencia individual y
que se corresponde con él estado mental o emocional que tenemos en
desequilibrio en el momento de la consulta.

El “patrón energético vital”, de cada esencia floral permite recuperar el


equilibrio de la emoción o estado mental perturbado, de una forma similar a
como se produce la afinación de un instrumento musical. Al producirse ese
reequilibrio, cesa la manifestación displacentera y el síntoma físico asociado con
ella (por ejemplo ante incesantes preocupaciones podemos padecer dispersión
mental, falta de concentración y/o dolor de cabeza e incluso, insomnio).

En un ejemplo como el citado, es posible devolver la calma administrando


la esencia floral de castaño blanco (White Chestnut), del sistema Bach, que
desarrolla la calma mental, erradicando de esta forma lo que el Dr. Bach llamaba
“estado mental de disco rayado” y que en psicología se suele denominar:
pensamiento rumiante u obsesivo.

Resulta interesante observar que cualquier organismo vivo (planta, animal,


o ser humano), “decodifica” la “información” impresa en la esencia floral y
produce la transformación paulatina del síntoma. En otras palabras: la energía
del remedio actúa siempre, e independientemente de si el paciente cree o
no en su eficacia.

Si el remedio administrado no se corresponde con el estado que debe ser


corregido, por haber sido prescripto erróneamente, no actúa, y por lo tanto no se
producirá la curación, pero, sin embargo, no generará ningún efecto secundario,
como ocurre habitualmente con otro tipo de medicamentos.
Esa “composición energética” de las flores elegida para cada receta,
estimula la capacidad curativa del organismo en forma suave y natural,
produciendo resultados, en algunos casos, espectaculares.

La simplista hipótesis del “efecto placebo” (sugestión), queda fácilmente


derribada cuando se aprecian las respuestas terapéuticas en animales, plantas y
bebés.

He prescripto muchísimas veces esencias florales, para el tratamiento de


problemas de conducta de niños, a los que nunca he conocido personalmente,
por lo que, no he tenido oportunidad de “influir” en su conducta a través de la
relación interpersonal.

A través del relato de los padres, es factible obtener la información


necesaria (la mayoría de las veces), como para establecer un adecuado plan de
tratamiento. Tampoco es posible que el niño sea influido por los padres (al tomar
el remedio), ya que en la mayoría de los casos, los pequeños, no saben ni siquiera
para qué son “esas gotitas”, las que no obstante aceptan con entusiasmo, sobre
todo cuando “perciben interiormente” el bienestar que les produce.

El conocimiento de las propiedades fundamentales de ciertas esencias


florales es muy sencillo de comprender y, de hecho, muchas personas las suelen
utilizar sin riesgos en algunos temas de la vida cotidiana. Sin embargo, no resulta
fácil determinar su aplicación en situaciones humanas complejas o excesivamente
conflictivas.
El Terapeuta Floral, es quien selecciona las esencias florales que
compondrán la prescripción e indicará asimismo, la dosificación adecuada.
Este tipo de tratamiento es absolutamente individual y personalizado de
acuerdo a las necesidades del consultante, ya que las personas no vivimos
nuestras crisis de la misma manera. Si así fuera, podríamos establecer una receta o
“fórmula” con validez universal.

Lo que se toma en consideración al encarar un tratamiento de este tipo es


la actitud del paciente con relación a su padecimiento. Por ejemplo si se siente
temor, indiferencia, preocupación, pesimismo, duda, etc., independientemente
del cuadro físico que presente.
Restableciendo ese equilibrio se produce una respuesta simultánea en
el aspecto físico de la enfermedad. Es importante aclarar esto, porque existe la
creencia errónea, que con las esencias florales solo pueden tratarse trastornos
mentales y/o emocionales.
“La enfermedad es la consolidación de una actitud mental. Sólo hay
que tratar esa actitud y la enfermedad desaparecerá...” (Dr. Edward Bach)

Algunos autores, al intentar definir el modo de acción de las esencias


florales, se refieren a estas como una “psicoterapia líquida”.

Eduardo Grecco, viene insistiendo desde hace tiempo con que: “La
Terapia Floral es una psicoterapia auxiliada con esencias florales, ya que
su objetivo no es solo prescribir remedios sino ayudar a que el paciente
conozca la causa real de su enfermar”.

Si bien es conocido por todos el concepto de sencillez presente en toda la


obra del Dr. Bach ello no debe impulsarnos a correr el riesgo de simplificar las
cosas y limitarnos solamente a prescribir los remedios florales creyendo que esto
es hacer una verdadera Terapia Floral. El título de uno de los textos del Dr.
Bach “Curensé a sí Mismos”, podría inducir a pensar que la Terapia Floral
consiste en automedicarse y prescindir de los cuidados profesionales cuando
estos son necesarios. En dicho trabajo, el Dr. Bach dice:

“No es el propósito de este libro sugerir que es innecesario el arte de


curar; no es esa la intención. Pero, lo que si se espera, humildemente, es
que éste sea una guía para los que sufren, para que los ayude a buscar
dentro de sí mismos el verdadero origen de sus enfermedades y así
contribuir a su propia sanación. Además, es de aguardar que pueda
estimular a los que, tanto en la profesión médica como en las órdenes
religiosas, sienten preocupación en sus corazones por el bienestar de la
humanidad, para que redoblen sus esfuerzos en la búsqueda del alivio del
sufrimiento humano y, de esta forma, acelerar la llegada de ese día cuando
la victoria sobre la enfermedad se complete”.

Mucho se ha escrito en los últimos veinte años, sobre la importancia de


instrumentar un proceso psicoterapéutico que acompañe y sostenga al desarrollo
de la Terapia Floral. Personalmente creo que podemos considerar, sin temor a
equivocarnos, que este concepto no solo es acertado, sino que es imprescindible.

Podría citar tres puntos básicos que fundamentan esta afirmación. En


primer lugar toda enfermedad comienza a manifestarse desde lo más sutil (el
campo energético), hasta lo más denso (el cuerpo físico), pero antes de llegar a
este plano, la mente, da indicios a través de distintos síntomas, del grado de
desequilibrio que se está desarrollando y que puede conducirnos a conocer las
características individuales del paciente, su modo de sentir y la forma en que
expresa su padecer.

Si en este punto, por medio de una observación del mundo emocional y


mental del paciente, podemos detectar los elementos a equilibrar por medio de
los remedios florales, habremos evitado la irrupción de manifestaciones
orgánicas.

Sin embargo, en el caso de haber llegado nuestro paciente a consulta


cuando el cuerpo ya está dando señales de estar afectado, igual será posible
identificar por medio de la indagación clínica, los factores intervinientes en la
génesis del padecimiento. Pero para ello será necesario un psicoterapeuta
entrenado en la lectura psicosomática del “mapa emocional” que permite leer el
significado de la enfermedad que se expresa a través del cuerpo.

Una vez realizada esta “lectura” se puede plantear una estrategia


terapéutica que incluirá por supuesto, la utilización de los remedios florales y
otros recursos psicoterapéuticos que colaboren en el restablecimiento de la salud
y el bienestar.

Cuando se realiza un enfoque “holístico” tal como el que se aplica en la


Terapia Floral, no se consideran a los síntomas en forma aislada: mentales,
emocionales y físicos, sino como un todo interrelacionado. Al respecto,
Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dalhke en su extraordinaria obra “La
Enfermedad como Camino”, al referirse a la relación mente-cuerpo, dicen:

“Se suscita la pregunta de si, básicamente, el proceso de la


enfermedad corporal puede sustituir a un proceso psíquico. No es fácil
responder a esto, ya que la división entre conciencia y cuerpo es sólo una
herramienta de argumentación, pues en la realidad el linde no está muy
marcado. Porque aquello que se produce en el cuerpo lo experimentamos
también en la conciencia, en la psiquis. Cuando nos golpeamos el dedo
con un martillo, decimos: me duele el dedo. Pero ello no es exacto, ya que
el dolor está sólo en la mente, no en el dedo. Lo que hacemos es sólo
proyectar la sensación psíquica de «dolor» al dedo”.

“Precisamente por ser el dolor un fenómeno mental podemos influir


en él con tanta eficacia: mediante la distracción, la hipnosis, la narcosis, la
acupuntura. El que considere exagerada esta afirmación, recuerde el
fenómeno del dolor fantasma, en las personas amputadas, que refieren
sensaciones molestas en esa extremidad que “ya no está”.
“Todo lo que experimentamos y sufrimos en un proceso de
enfermedad física ocurre sólo en nuestra mente. La definición «psíquica»
o «somática» se refiere sólo a la superficie de proyección. Si una persona
está enferma de amor, proyecta sus sensaciones sobre algo incorpóreo, es
decir, el amor, mientras que el que tiene anginas las proyecta en la
garganta, pero uno y otro sólo pueden sufrir en la mente”.

“La materia —y, por lo tanto, también el cuerpo— sólo pueden


servir de superficie de proyección, pero en sí nunca es el lugar en el que
surge un problema y, por consiguiente, tampoco el lugar en el que pueda
resolverse. El cuerpo, como superficie de proyección, puede representar
un excelente auxiliar para un mejor discernimiento, pero las soluciones
sólo puede darlas el conocimiento. Por lo tanto, cada proceso patológico
corporal representa únicamente el desarrollo simbólico de un problema
cuya experiencia enriquecerá la conciencia. Ésta es también la razón por
la que cada enfermedad supone una fase de maduración”.

“Es decir, entre el tratamiento corporal y psíquico de un problema


se establece un ritmo. Si el problema no puede ser resuelto sólo en la
conciencia, entonces entra en funciones el cuerpo, escenario material en el
que se dramatiza en forma simbólica el problema no resuelto. La
experiencia recogida, una vez superada la enfermedad, pasa a la
conciencia. Si, a pesar de las experiencias recogidas, la conciencia sigue
siendo incapaz de captar el problema, éste volverá al cuerpo, para que siga
generando experiencias prácticas. Esta alternancia se repetirá hasta que
las experiencias recogidas permitan a la conciencia resolver
definitivamente el problema o el conflicto”.

“Podemos representarnos este proceso con la imagen siguiente: un


colegial tiene que aprender a calcular mentalmente. Le ponemos una
cuenta (problema). Si no puede resolverla mentalmente, le damos una
tabla de cálculo (materia). El proyecta el problema en la tabla y, por este
medio (y también por la mente) halla el resultado. A continuación le
ponemos otra cuenta, que debe resolver sin la tabla. Si no lo consigue,
volvemos a darle el medio, y esto se repite hasta que el niño ha aprendido
a calcular mentalmente y puede prescindir de la ayuda material de la tabla.
En realidad, la operación se hace siempre en la mente, nunca en la tabla,
pero la proyección del problema sobre el plano visible facilita el
aprendizaje”.
“Si me extiendo tanto sobre este particular es porque de la buena
comprensión de esta relación entre el cuerpo y la mente se deriva una
consecuencia que no consideramos sobrentendida: la de que el cuerpo no
es el lugar en el que puede resolverse un problema. Sin embargo, toda la
medicina académica se orienta hacia este objetivo. Todos miran
fascinados los procesos fisiológicos y tratan de curar la enfermedad en el
plano corporal”.

“Y aquí no hay nada que resolver. Sería como tratar de modificar la


tabla de cálculo a cada dificultad que encontrara nuestro colegial. La
experiencia humana se produce en la conciencia y se refleja en el cuerpo.
Limpiar constantemente el espejo, no mejora al que se mira en él (¡ojalá
fuera tan fácil!). En lugar de buscar en el espejo la causa y la solución de
todos los problemas reflejados en él, debemos utilizarlo para reconocernos
a nosotros mismos”.

En segundo término, cada paciente, de acuerdo a su nivel evolutivo, tiene


un límite para asimilar el potencial curativo de las esencias, por lo que el terapeuta
debe favorecer la manifestación de cambios que puedan incrementar la capacidad
de asimilación de los impulsos energéticos de cada flor. Y en tercer lugar, a pesar
que las esencias florales actúan por sí mismas, el paciente debe ser guiado a
descubrir la esencia del problema que lo aqueja y reforzar su capacidad de
aprendizaje siendo guiado por el terapeuta a recorrer otros caminos que lo
conduzcan a la curación.

Ahora bien, planteado ya el postulado sobre la necesidad de una


psicoterapia floral, debemos instrumentar un método que nos sirva de base
teórica y brinde además un sustento filosófico a nuestro trabajo.

Este tema me ha sido planteado muchas veces por alumnos de diversos


cursos, que, al no poseer una formación psicológica, se sienten carentes de
elementos para incursionar en el mundo emocional. Como es sabido, quienes
practican Terapia Floral, provienen de diversos campos y tienen distintas
formaciones académicas y/o estudios previos antes de incursionar en esta
temática.

Muchos de ellos, como es mi caso, provenimos de la Psicología, y


tenemos, en cierto sentido, una “ventaja adicional” cuando de vida emocional y
psicoterapia se trata. Pero a la vez, como docente y formador de otros terapeutas,
concuerdo con muchos colegas, que en la formación académica de Terapeutas
Florales, se deben incluir además del conocimiento de las esencias, otros temas
como los que estamos desarrollando en esta jornada, que hacen a la formación
integral de aquel que debe estar en contacto “con quien sufre y padece”, como
le gustaba decir al Dr. Bach.

Caso clínico

Vamos ahora a mostrar un caso clínico, donde aplicaremos algunos de los


conceptos explicitados previamente, que sirve además para demostrar que estos
postulados no son algo “abstracto” sino que pueden detectarse en la conducta de
nuestros pacientes, cuando el observador (terapeuta), sabe lo que debe buscar.

Elida C. 71 años. Casada. 2 hijos varones de 48 y 46 años. Fecha de la


primera consulta: 6/6/2011.

Arrastra un estado de abatimiento y cansancio, que comenzó el año


anterior cuando falleció su madre. Previo a ello, estuvo siete meses cuidándola.
Al poco tiempo de fallecer su madre, el marido de Elida, hace pequeños
infartos cerebrales. El cuadro no es de suma gravedad, pero es absolutamente
dependiente de ella.
Manifiesta sentirse muy preocupada por la salud de su marido. Piensa
permanentemente que le va a pasar algo. Se siente cansada y sin ganas de nada.
Además, es muy acelerada (aunque nadie la apura). En tal sentido, su marido no
le exige nada.
Es muy sensible a todo lo que ocurra a su alrededor, sobre todo con sus
seres queridos. Toma calmantes para dormir y tiene algo de psoriasis en sus
piernas.
También refiere dolor en las articulaciones, algo justificable debido a las
obligaciones que debe realizar.
Por sus malestares, y además por las preocupaciones centradas en la salud
de su esposo, Elida no hace más que ocuparse de la casa y de cuidarlo. No va a
ningún lado, prácticamente carece de vida social.

La primera receta queda conformada de la siguiente manera:

Alpine Mint Bush (1)


Fringed Violet (1)
Black-eyed-Susan (1)
Crowea (1)
Red Chestnut (1)
Lavender (1)
Un envase de 60cc, para tomar 4 gotas 6 veces por día.

Alpine Mint Bush, es una esencia fundamental para el cansancio y el


agobio que sienten aquellos que deben cuidar a personas que padecen
enfermedades graves y/o prolongadas. Además de cansancio, este tipo de tareas
genera depresión, tristeza, pérdida del interés por la vida, síntomas que ya
comienzan a esbozarse en Elida, aunque todavía no son demasiado intensos.
No solo deben dedicarse al cuidado, también deben realizar trámites,
gestiones, hablar con los médicos, y tomar decisiones que afectarán el futuro de
la persona que está a su cargo.
Elida viene realizando esta actividad desde hace más de un año, primero
con su madre (que falleció), a lo que hay que sumar el proceso de duelo, y ahora
con su esposo.

Fringed Violet, ayuda a procesar experiencias traumáticas, como la


muerte, o el shock por malas noticias (el diagnóstico de su esposo, la aparición
súbita de sus síntomas) y además protege a personas sensibles que “absorben”
todo lo que ocurre a su alrededor o son permeables al padecimiento de sus seres
queridos.

Black-eyed-Susan (sistema Bush), es para el ritmo acelerado de Elida y su


autoexigencia con el cumplimiento de sus tareas. Todo esto es lo que provoca en
gran medida su cansancio, así como su rigidez corporal (tensión) y dolores
articulares, así como su mala calidad de descanso.

Crowea, también la ayuda a recuperar su equilibrio, centrarse y relajarse


(actúa en los grandes músculos del cuerpo, así como en los ligamentos y a nivel
del estómago). Además se relaciona con otro rasgo que se presenta en Elida, su
anticipación a problemas que pueden surgir, lo cual la mantiene en un estado de
expectativa angustiosa permanente. Este es uno de los remedios más importantes
para el estrés.

Red Chestnut (sistema Bach), es para el temor que siente ante todo lo que
le puede ocurrir a su marido, que es uno de los temas centrales que afecta a esta
paciente. (Más adelante veremos, que estos temores también los tiene con
respecto a otros familiares).
La indicación específica de esta esencia es: “miedo por lo que pueda
sucederle a los seres queridos”.

Por último Lavender, le brindará calma mental, mejor calidad de descanso


y la liberará de los dolores musculares y articulares.
Hice esta combinación poco ortodoxa, colocando las esencias Bush, en el
mismo envase que una esencia de Bach y otra de California porque con ello evito
tener que dar dos recetas por separado y porque además, no se necesitaban
demasiadas flores para cubrir sus manifestaciones.
Las primeras cuatro esencias Bush, cubrían perfectamente las necesidades
de la paciente y los otros dos temas, eran tratados con una esencia Bach y otra de
California.

Asimismo, para indicarle la forma de administración, opté por hacer como


si toda la receta fueran flores de Bach-California, a razón de 4 gotas 6 veces al
día, dada la necesidad de establecer una forma de toma rítmica, dividida en varias
tomas diarias, por el tipo de síntomas físicos y emocionales que padecía la
paciente.

En el caso de esta paciente, si tomara 7 gotas dos veces por día, hubiese
sido insuficiente para cubrir el resto de los síntomas que manifestaba durante el
día.

Segunda entrevista: 4/9/2011. Durante los meses de Julio y Agosto no


vino a la consulta, pero manifiesta que, con ese único frasco, anduvo muy bien.
Se le había pasado su cansancio y tampoco sintió dolores de cintura ni de rodilla.
Ese bienestar le duró, dos meses después de haber terminado su dosis.
Ahora regresa porque hubo algunas complicaciones en la salud de su esposo y
ella ha vuelto a asustarse. Necesita tranquilizarse.
En esta oportunidad y viendo el excelente resultado de la receta anterior,
decido repetirla sin hacer cambios.

Por lo tanto la segunda receta es:

Alpine Mint Bush (2)


Fringed Violet (2)
Black-eyed-Susan (2)
Crowea (2)
Red Chestnut (2)
Lavender (2)

Un envase de 60cc, para tomar 4 gotas 6 veces por día.

Tercera entrevista: 2/10/2011. Manifiesta que todo el mes se sintió bien,


salvo en la última semana. Sin embargo, las molestias que refiere son de tipo
digestivo-estomacal. Comió pizza fría, y parece que esto le provocó sus síntomas.
Ha sentido deseo de nauseas pero no pudo vomitar. De todos modos, este
malestar le duró solamente un día.
Antes de esta situación todo estuvo bien. Sin molestias corporales
(dolores). Se hizo análisis clínicos que le salieron bien. Fue a ver al dermatólogo y
la psoriasis está bien.
Solo refiere “temas nerviosos” con su marido y con un tema de salud que
ha surgido con uno de sus hijos. Por ello, a veces, necesita un calmante, pero no
todas las noches. Tampoco siente cansancio.
Su marido está teniendo convulsiones, más seguido.

Decido repetir la misma receta, haciendo solo un cambio: Chicory, por


Red Chestnut. Ya que está muy apegada a lo que ocurra tanto con su marido
como con su hijo.

La receta queda entonces de la siguiente manera:

Alpine Mint Bush (3)


Fringed Violet (3)
Black-eyed-Susan (3)
Crowea (3)
Lavender (3)
Chicory (1)

Un envase de 60cc, para tomar 4 gotas 6 veces por día.

Cuarta entrevista: 6/11/2011. Cuando llega dice: “regular”. Parece haber


un retroceso en toda la mejoría que logró hasta ahora.
Se siente cansada, tiene dolor corporal, no tiene ganas de nada (apatía),
anda muy apurada y con mucha autoexigencia.
Lo que observo como “nuevo”, es que volvió a surgir intensamente, su
temor por seres queridos dirigido hacia: su marido, hijos y nietos.
Es evidente, que el tema central de Elida, no es tanto el temor por los
seres queridos, aunque este haya retornado en forma intensa, sino su gran
miedo a la pérdida, a quedarse sola, sin sostén, que es la emoción básica
subyacente bajo este tipo de temor.
Ello indica la necesidad de seguir manteniendo en la receta a Chicory, que
solo fue utilizada una sola vez y volver a incluir Red Chestnut, quitando en esta
oportunidad a Crowea. El resto de la receta se mantiene igual.

Entonces la receta queda conformada de la siguiente manera:


Alpine Mint Bush (4)
Fringed Violet (4)
Black-eyed-Susan (4)
Lavender (4)
Red Chestnut (3)
Chicory (2)

Un envase de 60cc, para tomar 4 gotas 6 veces por día.

Quinta entrevista: 4/12/2011. Se sintió bastante bien del cansancio.


También estuvo menos apurada y menos temerosa (sobre todo por los nietos).
Necesita despejarse un poco. Fue a una fiesta (recordar que no tenía ganas de
nada), pero se volvió temprano de la misma.
Cuando la interrogo sobre por qué lo hizo, manifiesta que se sentía
preocupada por el marido. “Pensaba en la fiesta todo en el tiempo en mi
marido”.

En esta oportunidad decido incorporar dos esencias nuevas White


Chestnut, debido a sus pensamientos de preocupación que no paran (disco
rayado) y Walnut, para no absorber los problemas del medio que la rodea, pero
además para que se sienta más independiente y no tan “atada” al círculo familiar.

Quito de la fórmula anterior Fringed Violet y Lavender.

La receta queda ahora, de la siguiente manera:

Alpine Mint Bush (5)


Black-eyed-Susan (5)
Red Chestnut (4)
Chicory (3)
Walnut (1)
White Chestnut (1)

Un envase de 60cc, para tomar 4 gotas 6 veces por día.

Sexta entrevista: 8/1/2012. Se sintió muy bien. Fue clave el agregado de


White Chestnut y Walnut. Volvió a sentir las mejorías que ya había logrado.
Menos apurada. No se desespera por lo que le pueda suceder al marido.
Tampoco sufre pensando en sus nietos. Volvió a animarse a salir. Dejo de
sentirse intranquila.

Decido repetir la misma receta sin cambios.

Alpine Mint Bush (6)


Black-eyed-Susan (6)
Red Chestnut (5)
Chicory (4)
Walnut (2)
White Chestnut (2)

Un envase de 60cc, para tomar 4 gotas 6 veces por día.

Séptima entrevista: 5/2/2012. Siguió muy bien. Se la ve contenta. Su


cabeza “tranquila” sin pensamientos ni preocupaciones. Tampoco se siente
apurada. Duerme mejor. Dice: “todo me resbala”. Su marido está mejor de
salud.

En esta oportunidad, repito la misma receta una vez más:

Alpine Mint Bush (7)


Black-eyed-Susan (7)
Red Chestnut (6)
Chicory (5)
Walnut (3)
White Chestnut (3)

Un envase de 60cc, para tomar 4 gotas 6 veces por día.

Esta es la última consulta que realizó Elida. Cada tanto reaparece, para
“ajustar” algunos detalles.
Sin embargo, a través de estas pocas entrevistas (7 en total) puede
apreciarse como los síntomas producto del estrés relacionado con su situación
familiar, pudieron resolverse.
Nótese la importancia de sostener un tiempo prudencial determinados
remedios que resultan claves para el abordaje de estos síntomas, que pueden
“comprenderse” dentro del contexto de la historia de la paciente.
BIBLIOGRAFIA

 Dahlke, Rüdiger y Dethlefsen, Thorwald: La Enfermedad como


Camino. Plaza & Janes. Barcelona 1991.

 Lawson Jack. Como Superar la Enfermedad. Ediciones Obelisco.


Barcelona. 1992.

 Orozco, Ricardo. Flores de Bach. Manual de Aplicaciones


Locales. Indigo. Barcelona. 2003.

 Pérez Raúl. Las Flores del “Bush” Australiano. Fultena. Edición


corregida y ampliada. Buenos Aires. Diciembre. 2009.

 Pérez Raúl. Nueva Generación. Avances en Terapia Floral


(Elixires Deva – Francia). Editado por Fultena. Buenos Aires.
Octubre. 2011.

 Pérez, Raúl. Remedios Florales de Bach. Repertorio de


síntomas y Observaciones clínicas. (Nueva Edición
Actualizada). Ediciones Continente. Buenos Aires. 2014.

 Pérez Raúl. Remedios Florales de California. Diagnósticos


Diferenciales y Aplicaciones clínicas. Editado por FULTENA,
Fundación Latinoamericana de Terapias Naturales. Primera Edici ón.
Buenos Aires. 2004.

 Shapiro, Debbie. Cuerpo Mente. La conexión curativa . Robin


Book. Barcelona.1991.

 Stern, Claudia. Remedios Florales de California. Lugar Editorial


S.A. Buenos Aires. 1997.

 Stern, Claudia. Los 30 Nuevos Remedios Florales de Cal ifornia


para tu Salud. Lugar Editorial S.A. Buenos Aires. 2001.

licenciado.raul.perez@gmail.com

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