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Los juristas del Derecho discuten si el Derecho Internacional Privado (dip) tuvo origen en la antiguadad o si es una rama

más moderna. Algunos, como Antonio Boggiano, descreen de los antecedentes del dip en la antigüedad, aunque
consideran al Derecho Romano para comenzar a investigar y detallar el origen del mismo.

“Pues bien, aunque en principio creemos posible admitir la existencia de relaciones privadas “internacionales” y de
fórmulas específicas para la solución de estos problemas, queremos señalar que esta constatación no implica
necesariamente la afirmación correlativa de que los supuestos de tráfico externo y las respectivas jurídicas del mundo
antiguo sean susceptibles de asimilación a lo que hoy consideramos como el objeto y técnicas de reglamentación de
nuestra disciplina” (2).

GRECIA

Al veer la conformación política de Grecia encontramos tres conceptos fundamentales: ley, ciudad y ciudadano. En esta
trilogía se configuraba la arquitectura social.
El hombre alcanzaba su perfección en las polis, ya que gracias a su ley obtenía paz y libertad. Existía un predominio del
elemento personal sobre el territorial, la polis era la reunión de ciudadanos conviviendo bajo una estructura político
religiosa que los autoabastecía.

Los extranjeros podían ser de dos tipos: por “guerra” o enemigos y por “intercambio” o comerciantes. El derecho de las
polis no contemplaba al extranjero. Para ello se le designaba un “protestes” o padrino que lo representaba ante los
tribunales. Luego, esta figura se extendió de los extranjeros a quienes residían en las polis.

Posteriormente, los que residían de manera estable pasaron a equipararse a los “politai”, los “politeia” estaban exentos de
pagar impuestos para establecerse, se les reconocía el derecho de propiedad y matrimonio. En un escalón más alto,
encontramos a los “isopoliteia”, que tenían algunos derechos públicos.
Podemos citar tres ejemplos clásicos que reflejan la aplicación legal para casos iusprivatistas con elementos extranjeros
que son: el tratado entre Sardes y Efeso, la defensa de Isócrates en el caso de la sucesión eginética y los contratos mixtos
en el Egipto ptolomeico.

El tratado de Sardes y Efeso estableceía la protecciónón reciproca de bienes y personas de ambas ciudades. En caso de
que un ciudadano de Sardes o Efeso era agredido, existían soluciones según el hecho: si el agresor era de una de las dos
ciudades firmantes era juzgado por los tribunales de la polis del agresor.

Si el agresor no pertenecía a ninguna de las dos ciudades, existían dos soluciones: que el agresor fuera de una ciudad que
haya firmado algún pacto o acuerdo con cualquiera de las dos. En ese caso se estaba a lo dispuesto en el acuerdo. Si así
no fuera, se juzgaría al agresor ante los tribunales de la ciudad donde fue detenido.

Trasilo, un adivino de fama fuera de su ciudad, volvió a Sifno, donde murió dejando tres hijos, dos varones, Sopolis y
Trasiloco, y una mujer. A su muerte, Trasiloco se mudó a Egina y casó a su hermana con su mejor amigo, haciéndolo
heredero de sus bienes. Muerto Trasiloco, una ateniense reclamó la herencia como hija de Trasilo.
Isócrates, en los tribunales de Egina, defendió el testamento argumentando que no fue desconocido por quienes lo
tachaban de inválido y que cumplió las leyes de donde fue otorgado, la ley del de cuius, la de los impugnantes y la del
juez, ya que todas eran coincidentes (3).

En definitiva, Isócrates apeló a cuatro legislaciones en juego: locus regit actum, lex fori, lex patriae defuncti y lex patriae
actoris, atendiendo a la identidad de las mismas.
El extranjero no accedía al tribunal por un derecho inherente a él, sino como gracia o privilegio otorgado. En este caso, no
era el último domicilio del de cuius el que establecía el tribunal, sino un privilegio por ser ateniense para acceder a los
tribunales.
En 118 a.C, Ptolomeo II, rey del Egipto helénico, estableció las reglas para el acuerdo de voluntades entre ciudadanos de
distintas ciudades. Existían dos características: intervención en cada contrato de la autoridad y dualidad de jurisdicciones
y derechos que actuaban a la vez con independencia e impermeabilidad. La regla de la intervención de la autoridad en la
celebración indicaba la ley aplicable a dicho contrato (forum-ius).

ROMA

En Roma, los casos internacionales se regían por el “ius gentium”, una legislación especial aplicada por los pretores
peregrinos y reconocida por los juristas romanos. Los casos de derecho privado que involucraban a extranjeros, nacieron
como consecuencia del comercio internacional. En efecto, es básicamente la “lex mercatoria” la que da origen a los
primeros conflictos de leyes con nacionales de otros estados.

El derecho comercial –si bien reconoce orígenes en el Código de Hammurabi (2080 a.C), por ejemplo disposiciones sobre
préstamos con interés, contratos de depósito, comisión y otros– nació independiente en la Edad Media. En Roma existían
disposiciones de derecho comercial, pero no como rama autónoma.
Algo similar podemos decir del dip por ese momento. Hallamos disposiciones en grado potencial y no actual.
Posteriormente, con las invasiones bárbaras, se reconocó a cada habitante el hecho de vivir según la ley de su origen. Así,
no encontramos ni en Grecia ni en Roma el dip propiamente dicho, pero si sus orígenes remotos.

LOS GLOSADORES

En 1228 el profesor boloñés Francesco Acursius o Acursio, al comentar el primer título del primer libro del Codex –que
contiene el denominado “Cunctus Populus”–, impuso a los tribunales de Módena el deber de aplicar, en ciertos casos, el
derecho de Bolonia, ya que “en una entidad política la ley sólo se aplica a los súbditos, y que por ello la ley de Módena no
se aplica al boloñés”.

El texto comentado por Acursio hace referencia a la designación de cristianos católicos a todos aquellos que observen la
ley mandada por religión. Aquí se introdujo el principio de la extraterritorialidad del Derecho, definida por Goldschmidt
como la “hora estelar del Derecho Internacional Privado” (4).

Al respecto, Pardo dice que, si bien no existe directa conexión entre texto y comentario o glosa de Acursio, “por las
necesidades del tráfico interestatal, se impone sin mayores justificativos” (5). Para esa época otros glosadores avanzaron
con la idea de dar certeza y seguridad a las relaciones jurídicas, en definitiva, dar justicia a la solución de problemas “no
convencionales”.

En tal sentido, Irnerius y Placentino tomaban el Digesto, las Novelas y las Institutas y glosaban sus textos dando gran
fuerza al desarrollo de nuestra ciencia.

Se hizo una primera discriminación sobre los estatutos favorables y desfavorables. Eran favorables los que regulaban al
individuo sin importar el estado donde estuviera.

Es decir que eran extraterritoriales. Eran desfavorables los que no salían del territorio. Eran territoriales.
Nótese la terminología de los glosadores: Favorable en lugar de extraterritorial. De algún modo anticipa la voluntad de
permitir el ingreso del Derecho extranjero en el territorio, cuando razones de justicia lo soliciten. El principio de
soberanía es acotado en ciertos casos, al principio de carácter muy excepcional.
Sin embargo, estos avances han desarrollado nuestra materia hacia un objetivo claro: la justicia.

LOS POSTGLOSADORES

En el esquema de estatutos favorables y desfavorables, los postglosadores analizan las relaciones jurídicas en cada caso.
Buscan la aplicación más circunscripta, sin perder de vista la calidad y clasificación de los estatutos. A fines del siglo xii,
con el auge de ferias y mercados europeos, se acrecentó en forma gradual el intercambio comercial, dando origen a la
“lex mercatoria”. Dicha ley se podría caracterizar, como lo hace Marzoratti, en un derecho “consuetudinario, profesional
y subjetivo” (6).

Las ferias y mercados nacieron cuando el feudalismo era el sistema político, social y económico imperante. La economía
de las ciudades se vio enriquecida por la aparición de esta nueva modalidad de comercio. Aparecieron las corporaciones
de mercaderes, artesanos e industriales a fin de defender y hacer valer los derechos de su grupo.
Las corporaciones designaban a sus autoridades (cónsules) y establecían estatutos y normas y usos que los regían. Los
cónsules ejercían las funciones de jueces entre comerciantes. Bartolo de Saxoferrato, en el siglo xiv introdujo la
bilateralidad en la clasificación de los estatutos. Es decir, permitir la colisión de normas entre los estatutos personales
extranjeros y locales y los reales extranjeros y locales, según sea lo más adecuado.

Aldrico, en “Dessensiones Dominorum”, opina que entre dos estatutos el juez debe elegir el que le pareciese más
poderoso y más útil (7). En tal sentido, en materia contractual, se inclina por adoptar la ley del lugar de celebración del
contrato, como “mejor” estatuto.

Baldo (Jacobus Balduinus) realizó la distinción entre procedimiento y ley de fondo (ad litis ordinatione y ad litis
decisionem). Más adelante, Jean de Ravegny introdujo el punto de conexión real; su discípulo Guillermo de Cun calificó
los estatutos reales como los que afectan directamente a las cosas y los personales que afectan a personas y a cosas de
manera indirecta.
La doctrina francesa tiene una clasificación unilateral de los estatutos, aplica la “lex fori” (o ley del juez interviniente)
para las personas sujetas al derecho del juez o a las cosas situadas en su jurisdicción. Para los extranjeros y cosas con
situación fuera de la jurisdicción del juez, el ius commune o lex loci, según el caso.

Escuelas estatutarias

Escuela francesa del siglo XVI

Dentro de ella se clasificaba los estatutos en reales y personales. Los reales tenían aplicación territorial y se referían, por
ejemplo, al derecho de propiedad. Los personales tenían aplicación extraterritorial y se referían, por ejemplo, a temas de
capacidad.

Bertrand D´Argentré (1519-1590), juez y maestro de derecho en Francia, agregó la categoría de estatutos “mixtos”. En
ellos existía preferencia por el estatuto real. Para este autor la solución de los casos ius privatistas internacionales era en
principio territorialista.

D´Argentré era un noble bretón y luchó contra la absorción de su provincia por Francia. De ahí su espíritu defensor de la
independencia de su provincia, que luego fue aceptada como independencia del Estado francés. De allí su frase: “todos
los estatutos son reales”.

Debemos destacar que, como señala Goldschmidt, existía en el Estado moderno una doble lucha: la interna contra el
feudalismo y la externa contra la unificación del Imperio. Bodin va más allá y señala que existe y le asiste a cada Estado
un poder irrestricto para autoregularse independientemente de los demás (8).
Dumoulin y Guy Coquille agregan al territorialismo francés algo de flexibilidad por vía de excepción. El primero de ellos
entiende que en cuanto estado y capacidad de las personas, forma y contratos, vale la admisión de un estatuto extranjero.
En el primer caso el principio “locus regit actum” y en el segundo la autonomía de la voluntad.

Respecto del estado y capacidad de las personas, para los casos de estatutos mixtos, hay una solución diferente a la de D
´Argentré, que prevalecía el estatuto personal sobre el real.
Guy Coquille señala que la costumbre, la voluntad del legislador y de los contratantes deben pesar en la elección del
estatuto. Otra vez nos encontramos en presencia de una moligeración del principio territorialista francés que caracterizó
esta escuela.

Escuela holandesa del sgilo XVII

Su fundamento es la “Comitas Gentium” o sistema de la cortesía recíproca basada en la necesidad de comerciar con otros
estados. Para Ulrico Huber (siglo xvii), el Estado aplica el Derecho extranjero en virtud de un pacto tácito entre estados.
Era una elección libre del Estado que inspiraba la “comitas” traducida como cortesía u obligación legal.

Boggiano describe el pensamiento de Huber:“En definitiva, siendo las normas de cada Estado soberano aplicables en sus
límites jurisdiccionales, obligando a todos los sujetos dentro de tales límites y no fuera de ellos (primera máxima de
Huber); definiendo aquellos sujetos como permanente o temporariamente radicados en su territorio (segunda máxima): el
´principio territorial´ así entendido podía exceptuarse en virtud de normas locales de Derecho Internacional Privado
basadas en su tercera máxima, según la cual los jefes de los Estados, id comiter, obran de suerte que las leyes de cada
Estado, después de haber sido aplicadas en los límites de sus territorios, conservan sus efectos en todo lugar, con tal que
ni los otros Estados ni sus súbditos sufran menoscabo en su poder o derecho” (9).

La doctrina de Huber tuvo influencia decisiva en Inglaterra y Estados Unidos. En el Reino Unido, hacia el siglo xviii, los
tribunales del common law aplicaron el law merchant (derecho mercantil), primero como hecho y luego como derecho,
así surge de lo dicho por Lord Mansfield en el caso Holman vs Johnson, que en cada acción debe intentarse resolverla
mediante la ley de Inglaterra, pero, es necesario aplicar la ley del país donde la causa de la acción tuvo lugar (10).
Joseph Story en Estados Unidos –siglo xix– sostuvo principios similares a la teoría inglesa. Su doctrina parte de que cada
Estado es soberano, ningún particular puede ser sometido a una ley que viole los derechos adquiridos por su origen y la
aplicación del Derecho extranjero se realiza sobre la base de pactos tácitos o expresos. Así, tenemos que el Derecho
extranjero es un hecho que los jueces aplican por cortesía (art. 13 del Código Civil (cc), la capacidad se regirá por la ley
del domicilio (art. 6 y 7 del cc), con excepción de los inmuebles, los contratos y el matrimonio (ver cc).
El fundamento utilitario de esta escuela era la excepción al principio de los estatutos reales según clasificó D´Argentré en
la escuela francesa.
Comienza entonces la clasificación de los estatutos mixtos, tal como desarrolló el holandés Pablo Voet. Tal como describe
Balestra, Voet desarrolló el estatuto mixto que “reúne en sí cualidades que hacen simultáneamente al estatuto real y
personal” (11).
Los estatutos mixtos –sigue el autor– conservan caracteres del real y del personal. El caso de la validez extraterritorial de
la forma es uno de esos casos. He aquí una diferencia con los estatutos mixtos de la escuela francesa, quienes no
consideraban como estatuto mixto a la forma de los actos jurídicos.

Escuela francesa del siglo XVIII

Balestra cita a Boullenois, Bohier, Froland y D´Aguessau, como exponentes de esta escuela. Podríamos decir, como el
autor, que se mantiene la clasificación de los estatutos en reales, personales y mixtos (12). Sin embargo, comenzó a
hacerse más notoria la importancia de los estatutos personales sobre los reales. Se extraterritorializa un poco más el
Derecho. Se ve un claro avance hacia la internacionalización desde el punto de vista de los estatutos.

El avance del espíritu liberal en esta escuela la diferencia sensiblemente de la anterior. Además, existía ya una
independencia política lo suficientemente asimilada lo que no hacía prever ningún perjuicio en contra de ella a través de
la aceptación del Derecho extranjero. Es esta la última escuela estatutaria, en ella cobra interés lo que más adelante
desarrolló Savigny como la siège o asiento de la relación jurídica para determinar el derecho aplicable. El ejemplo citado
por Balestra es de la patria potestad y ley matrimonial. Se accedió a regir ambas por la ley personal del padre o marido a
fin de determinar una ley a seguir y despejar la incertidumbre.

Lo importante de esta escuela es la preponderancia que adquieren los estatutos personales y la extraterritorialización del
Derecho.

Escuela anglosajona del siglo XIX

Story, nacido el mismo año que Savigny (1779), fue un joven miembro de la Corte Suprema de Estados Unidos y profesor
de la Universidad de Harvard. Fue uno de los que acuñó el nombre de la materia de DIP, hoy más conocido en ese país
como conflicto de leyes.

Este autor se aparta de la clasificación de estatutos reales y personales, pero retoma la cortesía como fundamento del dip.
Sostenía que el Derecho extranjero era un hecho que los jueces aplicaban por cortesía. En esta escuela cobra importancia
el juez, ya que en el sistema anglosajón los precedentes jurisprudenciales son la base jurídica, sobre todo en ese siglo.

Sostuvo que algunos institutos deben regirse por la ley del domicilio de la persona. No obstante, entendió que existen
excepciones como los inmuebles (lex situs), los contratos (ley del lugar de celebración) y el matrimonio (lex
celebrationis) (13). Otras dos escuelas aparecieron en eterna rivalidad: Yale y Harvard. La segunda, representada por
Beale en 1935, acentuó la incorporación legislativa del Derecho extranjero. Es decir que no se aplicó el Derecho
extranjero como tal, sino que se incorporó al Derecho propio. Así, no hay un Derecho adquirido sin una ley que lo cree.

En Yale, Lorenzen opinó que el juez recrea el Derecho extranjero produciendo la nacionalización de dicho Derecho, es la
única manera de reconocerlo. Es decir, no existe aplicación del Derecho extranjero per se.
En Inglaterra, Dicey, contemporáneo de Story, condicionó la aplicación de un Derecho extranjero cuando un derecho ha
sido adquirido en otro territorio bajo una autoridad competente. Esta es la doctrina de los derechos adquiridos o “vested
rights”. Este autor fue de gran influencia en Beale y en la escuela de Harvard.

Sistema de la nacionalidad

Mancini, en cambio, volvió al sistema de los estatutos, ya que para él la nacionalidad es la base racional del Derecho, ya
que el derecho de un Estado está pensado para los nacionales de dicho estado. Mancini pregonó un cierto universalismo
en cuanto a la uniformidad que deberían tener internacionalmente las normas “pocas, precisas e imperativas” para
resolver los casos iusprivatistas con elementos de Derecho extranjero.

Si nos ubicamos en la situación histórica y política de la península italiana en el siglo xix, encontramos en la necesidad de
la unidad el “leimotiv” de esta escuela y de todo el desarrollo filosófico y político de la época. Hasta incluso el artístico.
En efecto, basta con analizar las primeras óperas compuestas por Giuseppe Verdi (1813/1901) para advertir la presencia
de un fuerte sentimiento patriótico para encontrar la unidad italiana. El Derecho, y en nuestro caso el dip, no escapa a tal
necesidad política. Surgió, entonces, Pascual Estanislao Mancini con su concepto de nación, el fundamento político del
dip y las tres ideas básicas de Mancini: “a) la nacionalidad, a la que podemos definir como el conjunto de cualidades,
costumbres, tradiciones, raza y tendencias económicas y sociales que imprimen una personalidad especial a una
comunidad, distinguiéndola de los otros pueblos; b) no pueden coexistir los miembros de un grupo humano si no media
entre ellos el principio de libertad individual, en una trama intersubjetiva de respeto mutuo; c) el principio base final es el
de la soberanía del Estado y su independencia política” (14).

Así, este autor es forjador de una concepción de la materia posteriormente continuada por distintos autores. Defensor a
ultranza del sistema de la nacionalidad, argumentó en su bibliografía numerosas razones de orden práctico y fáctico por
las cuales un individuo llevará consigo la legislación que lo vio nacer. Si consideramos que cada ser está condicionado
por la situación que lo rodea, la legislación que se adecua más justamente a él es la de su lugar de origen. Para Mancini
existen estatutos necesarios y voluntarios.
El nacionalismo de Mancini, como lo fue la forzada interpretación del Codees en la Glosa de Acursio, obedece a
circunstancias históricas, políticas y económicas que son las que provocan el avance en la doctrina judicial.

La comunidad jurídica de los estados

Para Savigny, las relaciones jurídicas debían estar reguladas por el derecho que en cada caso corresponda. Por medio de la
unificación, los casos de DIP responderían a conexiones universalmente admitidas, con el auxilio de la jurisprudencia
como integradora de lagunas de la ley.

Savigny impulsó el traslado de las instituciones del Derecho Privado al dip, dejando de lado “la dicotomía miserable de
estatutos personales y reales” para dejar lugar a la “inagotable riqueza del tres veces milenario arsenal de los conceptos
del Derecho Privado” (15). La doctrina de Savigny es la búsqueda del asiento de la relación jurídica, a fin de obtener la
solución más justa.

El mundo había sufrido tres grandes cambios: en 1517 la publicación de la Tesis de Lutero; en 1789 la Revolución
Francesa y en 1848 se agrieta el mundo económico y político con el Manifiesto Comunista de Marx.
Savigny señala: “El principio guía es la naturaleza de la relación jurídica: el principio sede no es más que el proceso para
encontrar la ley más conforme con la relación jurídica, y el principio de sumisión voluntaria no pasa de un elemento de
relación de las personas con la ley conforme con la naturaleza de la relaciones jurídicas constituidas por las mismas” (16).
Él dejó gran influencia doctrinaria hasta hoy gracias al tratamiento y la explicación que le ha dado a cada situación
jurídica. Ha sido uno de los grandes mentores jurídicos de las doctrinas actuales debido a la sólida fundamentación de sus
conceptos y su apego a la realidad, no siempre visible entre los juristas pasados y actuales.
Notas

1. Boggiano, Antonio. “Historia y Sistema del Derecho Internacional Privado”, E.D. 90-889.

2. Espinar Vicente, José María. “Algunas consideraciones en torno al desarrollo histórico del derecho internacional
privado en la Grecia de las ciudades”, Rev. Del Dº Priv., junio 1981, p. 547.

3. Et Bremond, Mathieu. “Isocrate Egimétique”, Ed. Les Belles Lettres, 1928.

4. Ver. Godschmidt, Werner. “Curso de Derecho Internacional Privado. Derecho de la Tolerancia”, Ed. Depalma, 1992, p.
69.

5. Pardo, Alberto Juan. “Derecho Internacional Privado”, Ed. Abaco de Rodolfo Depalma, 1975, p. 148.

6. Marzoratti, Osvaldo J. “Derecho de los negocios internacionales”, Ed. Astrea, 1997, p. 4.

7. Ver. Boggiano, op. cit.

8. Ver. Bodin, “Six Livres de la Républic” (1576).

9. Ver. Boggiano, op. cit.

10. Ver. Boggiano, op. cit.

11. Ver. Balestra, Ricardo, “Manual de Derecho Internacional Privado”, Ed. Abeledo Perrot, 1993, p. 44.

12. Ibídem.

13. Ver. Biocca-Cardenas-Basz, “Lecciones de Derecho Internacional Privado. Parte General”, Ed. Universidad.

14. Ver. Pardo, op. cit.

15. Ver. Goldschmidt, op. cit.

16. Ver. Savigny, Federico. “Sistema del Derecho Romano Actual”, Madrid.

Es abogado y docente argentino.

Tomado de: ubadipr.blogspot.com

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