0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
112 vistas1 página
Aladino, un muchacho pobre que vive con su madre en una humilde casa en el lejano Oriente, se encuentra con un extraño que dice ser su tío en el mercado. El extraño se compadece de que Aladino lleve ropas viejas y esté flaco, indicando que no tienen suficiente dinero en su casa.
Aladino, un muchacho pobre que vive con su madre en una humilde casa en el lejano Oriente, se encuentra con un extraño que dice ser su tío en el mercado. El extraño se compadece de que Aladino lleve ropas viejas y esté flaco, indicando que no tienen suficiente dinero en su casa.
Aladino, un muchacho pobre que vive con su madre en una humilde casa en el lejano Oriente, se encuentra con un extraño que dice ser su tío en el mercado. El extraño se compadece de que Aladino lleve ropas viejas y esté flaco, indicando que no tienen suficiente dinero en su casa.
Érase una vez un muchacho llamado Aladino que vivía en el
lejano Oriente con su madre, en una casa sencilla y humilde. Tenían lo justo para vivir, así que cada día, Aladino recorría el centro de la ciudad en busca de algún alimento que llevarse a la boca.
En una ocasión paseaba entre los puestos de fruta del mercado,
cuando se cruzó con un hombre muy extraño con pinta de extranjero. Aladino se quedó sorprendido al escuchar que le llamaba por su nombre.
– ¿Tú eres Aladino, el hijo del sastre, verdad?
– Sí, y es cierto que mi padre era sastre, pero… ¿Quién es
usted?
– ¡Soy tu tío! No me reconoces porque hace muchos años que
no vengo por aquí. Veo que llevas ropas muy viejas y me apena verte tan flaco. Imagino que en tu casa no sobra el dinero…
Aladino bajó la cabeza un poco avergonzado. Parecía un
mendigo y su cara morena estaba tan huesuda que le hací