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La urgencia de una redefinición regional de la Filosofía

Guillermo A. Vega
Facultad de Humanidades
Universidad Nacional del Nordeste
“Es tiempo. Quizás haya un sitio, aún no localizado,
en el que podamos dibujarnos de nuevo.”
E. F.

Vivimos hoy un momento histórico muy particular caracterizado por la premura de


respuestas que nos permitan, ya no comprender, sino dar solución a los problemas con los
que nos enfrentamos a diario en la Argentina. Fruto de ello es quizá este Primer Congreso
Nacional sobre Problemáticas Sociales Contemporáneas en el cual nos hemos reunido
representantes de diversas disciplinas a fin de pensar y buscar caminos alternarivos de
resolución para algunos problemas colectivos de los que no somos ajenos. Noto también que
a la Filosofía se le ha brindado un lugar en este evento, un lugar tan importante como el
otorgado a las demás Ciencias Sociales.
Y es a partir de este hecho desde donde pretendo comenzar a pensar, instalando ya la
siguiente pregunta: ¿Cuál es realmente el papel de la Filosofía frente a las problemáticas
sociales contemporáneas?
Dada su formulación, esta pregunta es el resultado de una serie de sospechas acerca del
vínculo -por otro lado, escasamente discutido- existente entre la Filosofía, entendida
como un saber institucionalizado por la Academia, y el mundo de lo social.
Este interrogante obliga a pensar, antes que nada, la labor de la Filosofía, pues es el
desempeño de esta disciplina, con respecto al ámbito de lo cotidiano, lo que, creo, ha entrado
en crisis. Y una de las características de esta crisis es, en primer lugar, la de ser una crisis de
legitimación. La Filosofía tiene un problema que se ubica en el lugar -tanto conceptual como
“real”- en dónde esta disciplina encuentra justificación a su discurrir sobre el mundo de lo
social. Pecaría de simplista una respuesta que pretenda ver este lugar en la misma definición
de la Filosofía. De hecho esta última idea es parte del discurso que promueve la Filosofía
dentro de las Academias. Este discurso dice algo así: “La Filosofía, en tanto saber que se
ocupa y pre-ocupa de todo, está obligada a no dejar nada sin pensar”, y como las
problemáticas sociales se encuentran dentro de este todo, pues bien, se las piensa. Desde esta
perspectiva tiene tanta validez que la Filosofía reflexione acerca de las cinco vías por las
cuales Sto. Tomás intentaba demostrar la existencia de Dios, como sobre la pobreza y la
exclusión social en la Argentina de principios del siglo XXI.
Sin embargo, algunos acontecimientos dan cuenta de que la Filosofía no encuentra
legitimidad en su propia manera de autocomprenderse, es decir, en el hecho de ser un saber
omniabarcativo que todo lo piensa con el único objeto de desentrañar la verdad, sino que
dicha legitimidad se sitúa, más bien, en el afuera social, extra-académico. Pondré como
ejemplos extremos de lo que estoy diciendo la novedosa Filosofía de la Empresa y la Teoría
Crítica.
Podemos formularnos ahora otra pregunta con la siguiente forma: la legitimidad de un
saber ¿no residirá en su eficacia a nivel socio-económico? A partir de esto, ¿es posible decir
que la Filosofía adquiere “status” como saber en relación al impacto que tiene en el ámbito
económico-social de una comunidad determinada? Y este impacto puede ser doble: a) el de
justificar el orden socio-económico existente (con el mutismo o con la concesión de
herramientas intelectuales), o bien b) denunciarlo y proclamar la “emancipación” del mismo.
Cabe aclarar que este planteo aparece como hipótesis a partir de la cual creo que vale la
pena pensar un problema que, a “grosso modo”, podría ser enmarcado dentro de una extraña
disciplina que se llamaría algo así como “Sociología de la Filosofía”.

1
Por ello, comenzaré mencionando dos maneras de comprender la labor de la Filosofía,
que han tenido gran preponderancia en el pasado siglo XX, y que aún hoy siguen vigentes a
su manera. Me refiero, por un lado, al proyecto crítico de la Escuela de Frankfurt, y por otro,
lo que daré en llamar “el discurso de la condición posmoderna”. Ambas concepciones del
proceder filosófico son necesarias para analizar lo que mencionamos como “crisis de
legitimación”, más allá de que esta crisis pueda o no aparecer como una “crisis” en sentido
estricto.

ESCUELA DE FRANKFURT Y PROYECTO CRÍTICO


Considero a la Escuela de Frankfurt como instauradora de una importante manera de
comprender la labor filosófica. Me refiero a la Filosofía entendida como un saber crítico 1,
pero ya no en el sentido kantiano de la palabra, ya no como un examen de las condiciones de
posibilidad del conocimiento, sino, más bien, como un análisis de las condiciones de
posibilidad del mundo occidental, de las estructuras político-económicas sobre las que
descansan las relaciones sociales. La Escuela de Frankfurt, que nace bajo la denominación de
“Instituto para la Investigación Social” recupera la idea rectora de la filosofía marxiana;
aquella idea que exhortaba a la transformación de la práctica misma de la Filosofía y que, por
añadidura, significaba también una redefinición de este saber tan particular. En La ideología
alemana Marx dice: Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diversas
maneras; de lo que se trata es de transformarlo.2
Para Marx había llegado el momento en que la Filosofía debía estrechar lazos con la
praxis vital, con la dimensión de lo cotidiano. Esta idea no fue fruto de ningún capricho
filosófico, sino que respondía directamente a la situación económico-social por la que
atravesaba la Europa de mediados del siglo XIX. Dicha situación estaba caracterizada por la
consolidación en el poder de la burguesía industrial y de los principios político-económicos
del liberalismo.
Como contrapartida del desarrollo de la Revolución Industrial aparece la inhumana
explotación de la población campesina que se asentaba en las ciudades, perseguida por el
hambre, y que había pasado a engrosar las filas de los obreros industriales. Como todos
sabemos, el eje central de la filosofía marxiana tiene asidero en el hecho mismo de la
explotación deshumanizante de la clase de los trabajadores que se desempeñaban en las
fábricas.
Sin embargo, a 150 años de aquellos acontecimientos nuestra actualidad no acusa
grandes cambios en la situación social de los trabajadores. ...en contra de lo previsto por
Marx, el capitalismo ha sobrevivido y no se ve ningún indicio de que su fin esté próximo.
Por el contrario, ...ha logrado incorporar a su sistema a la clase social que ...tenía el
encargo histórico de enterrarlo.3
Ante un contexto de explotación y deshumanización que no parece haber variado
mucho al conocido por Marx, la Escuela de Frankfurt asume el sentido marxiano de la
Filosofía y configura su “proyecto” alrededor de la crítica social, incorporando un diálogo
interdisciplinario, que en los comienzos de la Escuela se daba entre la Sociología, la
Economía y el Psicoanálisis.

1
Reyes Mate. Las escuelas de Frankfurt o “un mensaje en una botella”, en: Javier Muguerza y Pedro
Cerezo, eds. La filosofía hoy, Barcelona, Crítica, 2000, p. 43 - La “teoría crítica” es lo opuesto a la
“teoría tradicional”: si ésta viene de Descartes y tiene por modelo a las ciencias de la naturaleza,
preocupadas por la construcción lógica y la racionalidad instrumental, intenta aquélla captar cada
objeto en su contexto histórico y social.
2
Karl Marx. La ideología alemana, trad. Roces, Montevideo, Pueblos Unidos, 1968, p. 668.-
3
Javier Bengoa Ruiz de Azúa. De Heidegger a Habermas. Hermenéutica y fundamentación última en la
filosofía contemporánea, Barcelona, Herder, 1992, p. 127.-
2
El hecho de la explotación-deshumanización, consecuencia del desarrollo tecnológico y
de la puesta en juego de una racionalidad instrumental, se convierte en el criterio fundante del
pensamiento crítico frankfurtiano, y a la vez en motivo para la acción transformadora sobre el
mundo. Lamentablemente, el límite con que se encuentran Adorno y Horkheimer en su
cruzada está trazado por la misma razón, y la imposibilidad de criticar la racionalidad desde la
racionalidad misma hace que el proyecto crítico termine en la resignación.4
Si bien los aportes de la Escuela fueron, y son aún, significativos, creo que la
transformación del mundo quedó relegada ante la primacía del análisis crítico. Otra vez la
Filosofía volvía a pensar el mundo sin transformarlo, y esto se daba, paradójicamente, entre
un grupo de personalidades que habían retomado los postulados básicos de una teoría que se
pretendía revolucionaria -en todas las acepciones-. La pregunta obvia es ¿por qué?

LA CONDICIÓN POSMODERNA
Propondré aquí reparar en un tipo de discurso que forma parte del contexto en el que la
paradoja antes mencionada deviene tal. Me refiero a lo que más arriba denominé “el discurso
de la condición posmoderna”. Quiero dejar en claro que no lo considero “causa” de lo que
podría denominarse la “crisis de la teoría crítica”, sino tan sólo un elemento interesante a
tener en cuenta en la búsqueda de una respuesta al interrogante por el sentido de esta “crisis”.
Tomaré las filosofías de Gianni Vattimo y de Jean-François Lyotard como principales
representantes de este discurso posmoderno. Señalaré, a grandes rasgos, lo que creo son
postulados comunes a los dos autores en lo referente a la posmodernidad. Para Lyotard, ésta
estaría caracterizada por la caída de los grandes relatos modernos. Entre estos se destacan
fuertemente el ideal de “progreso indefinido”, en relación con el desarrollo científico, y la
“emancipación de la humanidad”, pretendida por la Ilustración y la Revolución Proletaria. Sin
embargo, después de Auschwitz, Hiroshima y Stalin estos relatos habrían perdido credibilidad
y, por ende, poder legitimador.
De manera semejante, Vattimo señala el fin de cualquier relato que pretenda instalarse
como fundamento, como único criterio valorativo de las diferentes interpretaciones que se
realizan sobre el mundo. Dice el filósofo italiano: La modernidad es la época de la
legitimación metafísico-historicista, la posmodernidad es la puesta en cuestión explícita de
este modo de legitimación. 5 La puesta en cuestión pasa por la desconfianza ante cualquier
tipo de discurso emergente que señale como paradisíaco un lugar al que se arribaría sólo a
través de ciertos acaecimientos históricos. Esto lleva a Vattimo, tanto como a Lyotard, a
inclinarse por la negación radical de la posibilidad de instalar cualquier tipo de fundamento-
relato legitimante, a riesgo de volver a caer en la metafísica.
Ni siquiera la “realidad”, tomada aquí como un “conjunto de hechos determinados”,
puede oficiar de fundamento para el conocimiento verdadero ni para la acción transformadora
sobre el mundo. Para Vattimo, ...lo que con la consumación de la metafísica ha entrado
precisamente en crisis parece ser justo la fuerza normativa de toda situación de hecho. 6 Ya
no queda lugar alguno para el “hecho”; éste ha dado paso a las interpretaciones, y las
interpretaciones, como sabemos, son verdades “part-time”.
El paradigma posmoderno pone de relieve el advenimiento de un nuevo nihilismo
caracterizado por el “desencanto”, en donde queda en claro la ausencia del poder legitimador
de todos aquellos discursos que provengan de la Moral, de la Religión, de la Política, etc.
Ante la imposibilidad de que exista algún criterio que fije un mayor grado de importancia o
de veracidad para algunas interpretaciones por sobre otras, todas quedan supeditadas a un
mismo nivel de igualdad. En un mundo post-nietzscheano ...todos son iguales, y toda
4
Cfr.; ibidem.-
5
Gianni Vattimo. Etica de la interpretación, trad. José Etcheverry, Bs. As., Paidós, 1992, p. 20.-
6
Ibid., p. 30.-
3
pretensión de establecer cualquier sistema de dominio sobre los demás resulta violenta y
prepotente porque no puede legitimarse ya por referencia a ningún orden objetivo. 7
Como resultado nos encontramos insertos en una sociedad tensionada por juegos y
luchas de poder, en donde no vencen los que tienen “razón”, sino aquellos que hacen un
mejor uso de la fuerza. Y aquí podríamos hallar una pista que nos muestre el lugar laberíntico
por donde se perdieron los frankfurtianos, al descubrirlos peleando con las mismas
herramientas del “enemigo”, es decir, argumentos contra argumentos, racionalidad contra
racionalidad, y siendo incapaces de comprender o aceptar que los ejercicios de dominación y
de explotación no ofrecen mayores explicaciones. Bregar por la “emancipación” y alentar una
rápida globalización de los mercados “a cualquier precio” son dos discursos opuestos que no
pueden ofrecer en ningún caso una supremacía el uno sobre el otro por el sólo hecho de estar
correctamente fundamentados. Ambos son iguales en tanto pretenden ser verdaderos, pero la
victoria de cualquiera de ellos no se conseguirá por la mejor argumentación. Señalada la
igualdad como perfecta reciprocidad formal, nada prescribe sin embargo que tal
reciprocidad, en la que cada uno hace valer sus propias “razones”, no pueda dar lugar
también a que cada uno haga valer mejor sus propios músculos.8
Ahora bien, ¿cuál es la función de la Filosofía en medio de este juego de fuerzas?

FUNCIÓN DE LA FILOSOFÍA
Creo que el sentido de la Filosofía en Argentina y, me atrevo a decir, en Latinoamérica
pasa por replantear el lugar “político” que ocupa esta disciplina entre los demás saberes y
dentro de la sociedad misma. Si la Filosofía sólo se sitúa como legitimadora de un modelo de
sociedad consumista, desigual, represiva y normalizadora, en otras palabras, si la Filosofía
que se hace en Argentina sirve para justificar, con su silencio o su inacción, la
institucionalización de complejas prácticas sociales regidas por los principios del capitalismo,
si esto acontece sin interés de cambio, entonces debemos entender de una buena vez que la
Filosofía no es un saber neutral, sino que, más bien, cumple un determinado papel justificando
con su silencio la dinámica del sistema.
Y es sencillo observar cómo el sentido de la Filosofía comienza a adquirir formas
caricaturescas a partir del vínculo que la une irremediablemente a los llamados “procesos de
globalización”. Me refiero a esa Filosofía que es requerida desde el mundo de los negocios,
dada su creatividad y pluralidad de perspectivas a la hora de resolver un problema (o de
vender un producto) 9. También, y como contrapartida, surge la Filosofía terapéutica, que
viene a tratar de alivianarle el dolor existencial a todos aquellos individuos depresivos, que
constituyen un serio problema en las sociedades actuales .
Confío en que estos ejemplos sirvan para alentar una sospecha necesaria acerca del
papel que juega la Filosofía en la actualidad, en vínculo estrecho con el modelo político-
económico, por un lado, colaborando de manera explícita con los mercaderes de este mundo
y, por otro, levantando la moral de aquellos hombres que no pueden acceder al sueño
burgués.
Como contrapartida de esto último sobresale la Teoría Crítica que busca en el sector de
la población menos favorecido por el modelo su justificación para pensar. Es así como la
“emancipación” cobra especial interés y las prácticas intelectuales se dirigen todas a tratar de
desmontar y denunciar los mecanismos por los cuales se manifiesta el poder.
De una u otra manera la Filosofía, como saber institucionalizado, se apoya en lo social.
Busca en éste ámbito su legitimidad como disciplina y la encuentra en tanto y en cuanto su
7
Ibid., p. 192.-
8
Ibidem.-
9
Mariela Govea. La filosofía llegó a las empresas, Clarín, Suplemento Económico, 12 de Agosto de
2001, p. 17.-
4
labor intelectual beneficia a una u otra clase social. El criterio eficientista por el cual la
Filosofía sobrevive y actúa con legitimidad entre los demás saberes queda a la vista de todos.
Ahora bien, esta noticia no agrega ninguna cualidad negativa a la Filosofía, simplemente sirve
para abrir las persianas de algunos salones en dónde todavía se considera a esta disciplina
como un saber completamente “desinteresado”.
Ahora el problema que estamos tratando adquiere una forma particular. Según Vattimo
y Lyotard los grandes y pequeños relatos de fundamentación y de legitimación han muerto.
Ningún discurso tiene más peso de verdad, o valor de justicia, por sobre otro cualquiera.
Sólo quedan las relaciones de poder, las luchas, las estrategias.
Dentro de este escenario la Filosofía habla, una y mil veces, interminable cantidad de
veces, a través de libros, a través de revistas especializadas, a través de Congresos; parece no
estar dispuesta a callar en ningún momento. A pesar de ello, los acontecimientos históricos de
los últimos ciento cincuenta años nos señalan que la lucha entre discursos especializados y
prácticas sociales institucionalizadas no ha llevado a las metas esperadas. En palabras de
Chris Lorenz: La historia... sugiere firmemente que la crítica de las ideologías en sí misma
no es capaz de cambiar las prácticas regidas y legitimadas por tales ideologías 10. Esto
significa que ciertas y determinadas prácticas sociales especialmente cuestionadas se han
seguido reproduciendo más allá de la sutileza y contundencia de las críticas realizadas sobre
ellas.
Si pensamos que el “estado de cosas” actual se modificará con más posturas críticas, tal
vez, y a la luz de la historia de las ideas, nos equivoquemos una vez más. Para evitar esto será
necesario reparar en los efectos del saber. Por un lado, gran producción de material crítico
orientado a denunciar las desigualdades en el mundo de los social, por otro, consolidación del
sistema de iniquidades sociales. La pregunta es, ¿dónde está el problema? La respuesta: no
existe tal problema, al contrario, qué mejor que un saber que funcione de esta manera; nada
más útil que la Filosofía para el modelo económico-social contemporáneo. Y es en este punto
en donde aparece otra vez Marx sentenciando que es hora de transformar el mundo, no de
pensarlo. Y transformar el mundo implica dejar de argumentarlo, salirse de la lógica de los
discursos y pasar a la lógica de la acción, de la lucha por el poder que, a fin de cuentas, es la
lógica que más impacto tiene a la hora de modificar los modos en que los integrantes de las
sociedades se relacionan entre sí.
Dejar de pensar el mundo y tratar de transformarlo implica que la Filosofía cambie de
grupo social legitimador. De serle útil a las clases dominantes, ya sea por su mutismo, ya sea
por su egipticismo, ya sea por ofrecer las herramientas necesarias para alentar las ventas en
las grandes empresas y compañías actuales, a pasar a serle útil a la población más necesitada,
esa que se muere de hambre y de enfermedades en plena calle por falta de trabajo y de planes
sociales.
Esta búsqueda de legitimidad en las clases sociales menos favorecidas implica haberse
decidido por un criterio fundamental. Es en este momento cuando Vattimo y Lyotard
moverán sus cabezas hacia un lado y hacia el otro negando el valor ético-moral que otorga al
criterio elegido el status de fundamento. Pero deberán saber que ese criterio escogido no
necesariamente será un criterio racional, explicitado bajo la forma del lenguaje; al contrario,
podrá ser todo lo opuesto, un criterio emocional fruto de la congoja que nos produce el
mundo en que vivimos.
A partir de aquí nos es lícito pensar con una cuota de soberano realismo y alentar una
descripción para nada pormenorizada de los problemas sociales de la Argentina actual.
Seguramente muchos argumentarán que la realidad dependerá del lugar desde donde se la
analice, que es una construcción condicionada por elementos históricos y de clase, en fin, un
10
Chris Lorenz. Ideología global y crítica global, en: ADEF - Revista de Filosofía, Bs. As., Altamira,
2001, Vol. XVI, N° 1, p. 138.-
5
sinnúmero de elementos, todos ellos orientados a restarle status de “real” al mundo en el que
nos encontramos. Sin embargo, y al margen de cómo se forme esa realidad, es decir, si existe
independientemente de nuestra percepción o si somos nosotros los que contribuimos en su
construcción, existe el sentimiento que esa realidad engendra en nuestros cuerpos. Me refiero
específicamente el odio, al temor, al asco, frente a los altos índices de desempleo y
subempleo, a la explotación laboral que hoy se llama flexibilización, al deterioro y
desaparición de los servicios públicos básicos (educación, salud, seguridad), a las políticas
fiscales que sólo atentan contra los salarios mínimos de los trabajadores, a las escasas
posibilidades de inserción social de los marginados y excluidos actuales, al desproporcionado
desequilibrio entre ricos y pobres, a la desaparición de los pueblos indígenas, etc., etc., etc.
Pues bien, aquél que nos sienta algo frente a la cotidianidad es digno de ser estudiado
en un laboratorio. Pero, ¿acaso la Filosofía no ha pasado su historia pregonando la inutilidad
de la percepción sensible y lo erróneo de los sentimientos, las emociones y los instintos? Vale
decir que aunque en alguna medida se hayan abandonado estas posturas en la actualidad, la
racionalización crítica de lo social convierte a la Filosofía en un campo de estéril
academicismo, al cual todos los aquí presentes estamos más o menos acostumbrados. Siendo
lo peor de todo esto el elevado grado de complicidad que se cosecha al comprobarse de
manera evidente que nada cambia.

REDEFINICIÓN DE LA FILOSOFÍA
Retomando lo anterior, y para no caer dentro de las probables críticas de los post-
nietzscheanos, todas ellas orientadas a restarle status de verdad o de validez ético-moral a
una decisión que podamos tomar a favor o en contra de un grupo social, conviene pensar y
decidir ya no con la lógica de la razón sino con la lógica de las emociones. Planteado así, el
problema que estamos tratando adquiere un alto grado de polémica, pues ¿cómo renunciar a
la razón? Recordemos que fue precisamente aquí en donde la Teoría Crítica de los
frankfurtianos encontró su fin, y es también aquí en donde la lógica posmoderna funciona a la
perfección negando la posibilidad de cualquier fundamento a riesgo de volver a caer en la
metafísica moderna.
El “emotivismo” (si es que así quieren llamarlo) que estoy planteando tiene serios
predecesores, y entre ellos me complace citar a Rodolfo Kusch11, y un poco más a la
distancia, tanto temporal como espacial, a Federico Nietzsche. El planteo aquí se orienta
hacia la relación entre “saber” y “vida”, relación muy trabajada por el filósofo alemán durante
sus primeras obras, y replanteada por Kusch dentro del escenario de América.
La propuesta es recobrar ese problema en los términos de nuestra América. Hacer un
paréntesis entre tantas filosofías europeas y norteamericanas canonizadas indebidamente, y
comenzar a redefinir la práctica misma de la Filosofía en función de nuestras necesidades más
epidérmicas. Dice Nietzsche en “Sobre utilidad y perjuicio de la historia para la vida”: Nos
hemos vuelto incapaces para la vida, para ver y oír, para captar con felicidad lo más
próximo12 Y más adelante afirma que el hombre ilustrado, el sabio, y por qué no el intelectual
de nuestros días, vive ...sembrado de conceptos, ...padeciendo además la enfermedad de las
palabras y sin confiar en el propio sentimiento que todavía no está sellado con palabras... 13
Y este inocente planteo, que ya tiene más de cien años, sigue siendo perfectamente
aplicable a la Filosofía que se hace en nuestro país. ¿Es posible que la dimensión de la vida se
haya ahogado bajo la del saber? Si, es posible, de hecho sigue aconteciendo; y es ésto lo que

11
Rodolfo Kusch. América Profunda, Bs. As., Biblos, 1999.-
12
Federico Nietzsche. Sobre utilidad y perjuicio de la historia para la vida, trad. Oscar Caeiro, Córdoba
(Arg.), Alción, 1998, p. 133.-
13
Ibid., p. 133.-
6
hace que la Filosofía siga legitimando prácticas inhumanas, a pesar de denunciarlas una y mil
veces en cuanto papel existe.
Para finalizar retomemos el panfletero adagio marxiano y combinémoslo con el
vitalismo nietzscheano. Como resultado obtendremos que la transformación del mundo no es
más que la vuelta a la dimensión vital nietzschena, a la dimensión de la acción. Dejar de
pensar el mundo para transformarlo implica salirse de la lógica del saber e incorporarle más
importancia a la lógica de la vida, que no es otra que la lógica de las emociones. A partir de
este salto la Filosofía comienza a comprometerse con lo que la rodea, en tanto puede, palmo
a palmo, relacionarse con ello, y no como lo ha venido haciendo hasta nuestros días, es decir,
desde los húmedos pasillos de las Universidades. Esta nueva Filosofía, resultado de una
redefinición que incorpora la praxis concreta debe ser, en palabras de Eduardo Fracchia,
...inquisitiva, indiferente a si se hace en las aulas o en la calle, a la intemperie. Una
filosofía, en fin, sin recetas ni dietas intelectuales, construyéndose palmo a palmo,
trabajosamente, sin concesiones. Filosofar así es vivir. Y vivir de esta forma es resistirse al
sometimiento o a la exclusión con el mismo énfasis con que nos resistimos a la muerte. 14
Tras el horizonte de los acontecimientos actuales he tratado de poner en evidencia, a lo
largo de este trabajo, que una toma de decisión se hace necesaria. La Filosofía debe optar hoy
por la sociedad civil menos beneficiada, o por la abstracción del mercado. Entre estas dos
opciones deberá buscar su legitimidad. Es decir: ...si el saber filosófico local no impone su
necesidad de existencia, se enfrenta al peligro de la “eliminación” al que la sociedad en
general lo condena por causa de su “inutilidad”. 15 Y esta decisión por uno u otro modo de
legitimación, con sus consabidos resultados, la conservación de la dinámica actual del saber,
o un giro absoluto orientado al ámbito de la acción concreta, no necesariamente debe ser una
decisión racionalmente fundamentada, no hace falta; ante la urgencia de los acontecimientos
actuales el valor de la vida misma se constituye en argumento suficiente de cualquier
elección.

Bibliografía

Chris Lorenz. Ideología global y crítica global, en: ADEF - Revista de Filosofía, Bs. As., Altamira,
2001, Vol. XVI, N° 1.-

Eduardo Fracchia. Apuntes para una filosofía de la resistencia, Corrientes (Arg.), EUDENE, 1997

Federico Nietzsche. Sobre utilidad y perjuicio de la historia para la vida, trad. Oscar Caeiro, Córdoba
(Arg.), Alción, 1998.-

Gianni Vattimo. Etica de la interpretación, trad. José Etcheverry, Bs. As., Paidós, 1992.-

Javier Bengoa Ruiz de Azúa. De Heidegger a Habermas. Hermenéutica y fundamentación última en la


filosofía contemporánea, Barcelona, Herder, 1992.-

14
Eduardo Fracchia. Apuntes para una filosofía de la resistencia, Corrientes (Arg.), EUDENE, 1997, p.
3.-
15
Patricia Dip. Sobre la introducción al Dossier Filosofía académica y esfera pública en la Argentina
actual, en: ADEF - Revista de Filosofía, Bs. As., Altamira, 2000, Vol XV, N° 2, p. 117.-
7
Karl Marx. La ideología alemana, trad. Roces, Montevideo, Pueblos Unidos, 1968.-

Mariela Govea. La filosofía llegó a las empresas, Clarín, Suplemento Económico, 12 de Agosto de
2001.-

Patricia Dip. Sobre la introducción al Dossier Filosofía académica y esfera pública en la Argentina
actual, en: ADEF - Revista de Filosofía, Bs. As., Altamira, 2000, Vol XV, N° 2.-

Reyes Mate. Las escuelas de Frankfurt o “un mensaje en una botella”, en: Javier Muguerza y Pedro
Cerezo, eds. La filosofía hoy, Barcelona, Crítica, 2000.-

Rodolfo Kusch. América Profunda, Bs. As., Biblos, 1999.-

ABSTRACT

El propósito del presente trabajo es representar lo que pienso es el estado de las problemáticas
filosóficas en la actualidad, contraponiéndolo, al mismo tiempo, con los problemas sociales y políticos
que vive nuestro país. Todo esto con la intención de mostrar que después de la crisis de la Teoría Crítica,
representada por la Escuela de Frankfurt, y del advenimiento del posmodernismo y de la hermenéutica,
caracterizados principalmente por el llamado “pensamiento débil” de G. Vattimo, la filosofía se ha
disociado cada vez más de los problemas cotidianos. Esto hace que la filosofía, como actualmente se
practica en los ámbitos académicos de nuestro país, no tenga mucho que ver con la compleja realidad
social y política de la Argentina ni de los demás países latinoamericanos.
Una filosofía que se pretenda argentina o latinoamericana, deberá aprender a problematizar la
realidad social dentro de la que se instala como saber, no sólo denunciándola, como ha sido hasta ahora
el modus operandi de las posturas críticas, sino actuando sobre ella de manera concreta.
Si la filosofía sigue ampliando la escisión con la cotidianeidad, al menos en nuestro país, dónde
las injusticias sociales han adquirido gran preponderancia en los últimos años, estará contribuyendo de
manera explícita a la legitimación de la iniquidad, de la impunidad, de los altos índices de desempleo,
etc.

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