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Valor nutritivo y energético.

Para poder llevar una alimentación equilibrada es necesario tener


en cuenta el valor calórico de los alimentos, garantizando que la
suma diaria de estos se sitúe entre los 1.500 y las 3.000 calorías.
Para conocer el valor calórico de los alimentos más habituales,
podemos consultar la siguiente tabla calórica que muestra el
número de calorías (Kcal) de las porciones de 100 gramos. Pero
más importante aún que el número de calorías que ingerimos
cada día, es conocer el valor nutritivo de los alimentos, para de
esta forma incorporar los nutrientes necesarios para nuestro
organismo. Para lograrlo, debemos ingerir a diario la cantidad
suficiente de alimentos con la variedad y proporción adecuada. Cada grupo de nutrientes
energéticos: glúcidos, lípidos o grasas y proteínas, tienen un valor calórico diferente y más o
menos uniforme en cada categoría. Con el objeto de facilitar los cálculos del valor energético de
cada categoría se toman una serie de valores estándar para cada uno ellos. El valor energético de
cada alimento, conocido también como valor calórico, se mide en calorías y es proporcional a
la cantidad de energía que es capaz de proporcionar al quemarse en presencia del oxígeno. Debido
a que dicho valor es muy pequeño, en el ámbito de la alimentación o la dietética se toma como
referencia la kilocaloría (1 Kcal = 1.000 calorías). Estos términos nos pueden ayudar a realizar una
carta de menú con valores energéticos adecuados.

Los carbohidratos son unas biomoléculas que también toman los


nombres de hidratos de carbono, glúcidos, azúcares o sacáridos;
aunque los dos primeros nombres, los más comunes y empleados,
no son del todo precisos, ya que no se tratan estrictamente de
átomos de carbono hidratados, pero los intentos por sustituir
estos términos por otros más precisos no han tenido éxito. Estas
moléculas están formadas por tres elementos fundamentales:
el carbono, el hidrógeno y el oxígeno, este último en una
proporción algo más baja. Su principal función en el organismo de
los seres vivos es la de contribuir en el almacenamiento y en la
obtención de energía de forma inmediata, sobre todo al cerebro y al sistema nervioso. Esto se
cumple gracias a una enzima, la amilasa, que ayuda a descomponer esta molécula en glucosa o
azúcar en sangre, que hace posible que el cuerpo utilice la energía para realizar sus funciones.

Las proteínas son moléculas formadas por aminoácidos que


están unidos por un tipo de enlaces conocidos como enlaces
peptídicos. El orden y la disposición de los aminoácidos
dependen del código genético de cada persona. Todas las
proteínas están compuestas por:
Carbono. Hidrógeno. Oxígeno. Nitrógeno. Y la mayoría
contiene además azufre y fósforo.
Las proteínas suponen aproximadamente la mitad del peso de
los tejidos del organismo, y están presentes en todas las
células del cuerpo, además de participar en prácticamente
todos los procesos biológicos que se producen.
Las vitaminas son sustancias inorgánicas que están presentes en los
alimentos y nos resultan absolutamente imprescindibles para la vida.
Con las vitaminas se puede y debe usar el término 'esencial', que quiere
decir que son necesarias para nuestro organismo, y es que, cada una de
las 13 vitaminas tienen una función específica en el correcto
funcionamiento del cuerpo, siendo por ello indispensables dentro de la
alimentación de cualquier individuo. Su carencia en el organismo de
cualquier persona puede desencadenar problemas de salud. Por ello,
debemos tomarlas obligatoriamente del exterior, ya que nosotros mismos no somos capaces de
sintetizarlas a partir de reacciones químicas. Esta regla tiene excepciones, como veremos más
adelante, ya que el organismo es capaz de sintetizar cierta cantidad de algunas vitaminas.
En la actualidad hay descubiertas y descritas 13 vitaminas.

Las sales minerales son compuestos inorgánicos que, en los seres


vivos, pueden encontrarse en forma precipitada (sólida) o disuelta.
Las sales minerales precipitadas tienen una función estructural en
nuestro organismo y dan consistencia a nuestros huesos.
Las sales en disolución tienen una función de transporte de sustancias
de deshecho, es decir, a través de estas sales (por ejemplo en el sudor
o en la orina) somos capaces de expulsar al exterior sustancias toxicas
o de deshecho de nuestro organismo. Tienen la función de regular la
salinidad en nuestro organismo, a través de los procesos
deósmosis o difusión, ya que la mayor parte de nuestro cuerpo está
formada por agua. También son las encargadas de regular la actividad
enzimática. La actividad enzimática es la que realizan las enzimas, que son un tipo de proteínas
encargadas de los procesos metabólicos de nuestro organismo.

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